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Narrativa Argentina I
1º Parcial E |
Narrativa Argentina I (2017) |
UNA
Parcial domiciliario
Responda una consigna de teóricos y una de pràcticos, teniendo en cuenta las
indicaciones que ofrece cada una de ellas.
Extensión aproximada de cada respuesta: una página y media (700 palabras) (Times
New Roman, 12, espacio: 1,5, A4).
El parcial debe ser entregado en forma impresa en la comisión de trabajos
prácticos, los días 6
y 7 de octubre, según corresponda a cada alumno.
Consignas de teóricos: A continuación hay tres consignas de teóricos, elijan
solamente una y desarróllenla tratando de acercarse a la extensión sugerida.
1) Analice el siguiente fragmento de Tablas de sangre, de Rivera Indarte,
prestando especial atención a los detalles y al texto del cual esta entrada
forma parte. Tenga en cuenta para su respuesta lo analizado en las clases y, de
ser posible, el diálogo de fragmento de Rivera Indarte con los textos de otros
autores del mismo período que hemos leído en este curso.
Allan (D. Pedro), oriental; declaró el 15 de julio ante la comisión pública
establecida en Montevideo para recoger testimonios sobre atrocidades del
ejército de Rozas en la República Oriental .
“Que ha visto el degüello de cuatro individuos, un canario, tomado prisionero en
el Cerro, un compañero de su cuerpo que fue tomado en el acto de pasarse a esta
plaza, natural de este Estado y dos franceses, que según oyó decir, fueron
tomados prisioneros el día 5 del mes de agosto; que las circunstancias crueles
de estas muertes son del modo siguiente: que luego que es asegurada la persona
que debe ser muerta, la conducen al punto en donde se ha de sacrificar, y que
por el camino van los asesinos, de cuando en cuando, pinchando con sus cuchillos
a la víctima y ultrajándola con las palabras más obscenas que se pueden
imaginar; que cuando llegan al lugar del suplicio, antes de quitarles la vida,
suelen castrarlos vivos; como el declarante lo ha visto practicar en los dos
franceses de que ha hecho mención; y que después de todas estas operaciones
concluyen con degollarlo hasta dividirles las carnes de su cuerpo, y que esto
que el declarante ha visto y presenciado, está cansado de oír que se repite con
mucha frecuencia en el campo de Oribe, en el Cerrito; el cual abunda por todas
partes de cadáveres insepultos, no precisamente por falta de compasión, sino de
temor de la pena establecida contra los que tal intentaren; que los ejecutores
de estas maldades son tan inmorales y desalmados, que hacen ostentación de la
animosidad y furor con que han sacrificado a la víctima, suelen lamer el
cuchillo ensangrentado con que la han sacrificado, tomar la sangre en sus manos
y beberla, y que esto de lamer el cuchillo ensangrentado y beber la sangre, lo
ha visto con sus propios ojos en los dos franceses últimamente degollados; que
aunque el declarante no ha visto, ha oído decir, que de una de las víctimas
sacrificadas en el campo del Cerrito, los asesinos sacaron del costado una lonja
de la piel, que tiene entendido que los hombres destinados para los degüellos
son dos venidos del otro lado, ya acostumbrados a estas matanzas; y que según ha
oído, los más de los jefes tienen sus degolladores, así es que unos se llaman
los degolladores de Maza, de Rincón, de Bárcena, de Oribe.
2) Analice el siguiente fragmento de Facundo, que aparece al final del capítulo
titulado “Guerra social – Chacón”, prestando especial atención a los detalles y
al texto del cual forma parte. Tenga en cuenta para su respuesta lo analizado en
las clases y, en especial, lo referido al terror y a la construcción de los
personajes de Facundo y de Rosas.
Es inaudito el cúmulo de atrocidades que se necesita amontonar unas sobre otras
para pervertir a un pueblo, y nadie sabe los ardides, los estudios, las
observaciones y la sagacidad que ha empleado don Juan Manuel Rosas para someter
la ciudad a esa influencia mágica que trastorna en seis años la conciencia de lo
justo y de lo bueno, que quebranta al fin los corazones más esforzados y los
doblega al yugo. El terror de 1793 en Francia era un efecto, no un instrumento;
Robespierre no guillotinaba nobles y sacerdotes para crearse una reputación ni
elevarse él sobre los cadáveres que amontonaba. Era un alma adusta y severa
aquélla que había creído que era preciso amputar a la Francia todos sus miembros
aristocráticos para cimentar la revolución. «Nuestros nombres—decía Danton—bajarán
a la posteridad execrados, pero habremos salvado la República.» El terror entre
nosotros es una invención gubernativa para ahogar toda conciencia, todo espíritu
de ciudad, y forzar al fin a los hombres a reconocer como cabeza pensadora el
pie que les oprime la garganta; es un desquite que toma el hombre inepto armado
del puñal para vengarse del desprecio que sabe que su nulidad inspira a un
público que le es infinitamente superior. Por eso hemos visto en nuestros días
repetirse las extravagancias de Calígula, que se hacía adorar como Dios, y
asociaba al imperio su caballo. Era que Calígula sabía que era él el último de
los romanos a quienes tenía, no obstante, bajo su pie. Facundo se daba aires de
inspirado, de adivino, para suplir la incapacidad natural de influir sobre los
ánimos. Rosas se hacía adorar en los templos y tirar su retrato por las calles
en un carro a que iban uncidos generales y señoras, para crearse el prestigio
que echaba de menos. Pero Facundo es cruel sólo cuando la sangre se le ha venido
a la cabeza y a los ojos, y ve todo colorado. Sus cálculos fríos se limitan a
fusilar a un hombre, a azotar a un ciudadano; Rosas no se enfurece nunca;
calcula en la quietud y el recogimiento de su gabinete, y desde allí salen las
órdenes a sus sicarios.
3) Analice el siguiente fragmento del capítulo I de Amalia, prestando atención a
los detalles y su relación con el resto del capítulo del que forma parte. Tenga
en cuenta para su respuesta la forma en que la política –el terror de la
política- incide en la construcción de la escena.
Los que alguna vez hayan tenido la fantasía de pasearse en una noche oscura a
las orillas del río de la Plata, en lo que se llama el "bajo" en Buenos Aires,
habrán podido conocer todo lo que ese paraje tiene de triste, de melancólico y
de imponente al mismo tiempo. La mirada se sumerge en la extensión que ocupa el
río, y apenas puede divisar a la distancia la incierta luz de alguno que otro
buque de la rada interior. La ciudad, a dos o tres cuadras de la orilla, se
descubre informe, oscura, inmensa. Ningún ruido humano se percibe, y sólo el
rumor monótono y salvaje de las olas anima lúgubremente aquel centro de soledad
y de tristeza.
Pero aquellos que hayan llegado a ese paraje, entre las sombras de la noche,
para huir de la patria cuando el desenfreno de la dictadura arrojó a la
proscripción centenares de buenos ciudadanos, ésos solamente podrán darse cuenta
de las impresiones que inspiraba ese lugar, y en esas horas en que se debía
morir al puñal de la Mazorca si eran notados; o decir adiós a la patria, a la
familia, al amor, si la fortuna les hacía pisar el débil barco que debía
conducirlos a una tierra extraña, en busca de un poco de aire libre, y de un
fusil en los ejércitos que operaban contra la dictadura.
En la época a que nos referimos, además, la salud del ánimo empezaba a ser
quebrantada por el terror: por esa enfermedad terrible del espíritu, conocida y
estudiada por la Inglaterra y por la Francia, mucho tiempo antes que la
conociéramos en la América.
A las cárceles, a las "personerías", a los fusilamientos, empezaban a suceder
los asesinatos oficiales ejecutados por la Mazorca; por ese club de bandidos, a
quien los primeros partidarios de Cromwell habrían mirado con repugnancia, y los
amigos de Marat con horror.
El terror, pues, que empezaba a apoderarse de todos los espíritus, no podía
dejar de obrar su influencia eficaz en el ánimo de esos hombres que caminaban en
silencio por la costa del río, en dirección a Barracas, a las once de la noche,
y con el designio de emigrar de la patria, crimen de lesa tiranía que se
castigaba irremediablemente con la muerte.
Consignas de prácticos: Elegir solamente una de las siguientes consignas y
desarrollarla tratando de aproximarse a la extensión sugerida.
1. Analice el siguiente fragmento de “El Matadero” de Esteban Echeverría y
establezca alguna relación comparativa con “La Refalosa” de Hilario Ascasubi o
con “La fiesta del Monstruo” de Bustos Domecq.
“Sus fuerzas se habían agotado; inmediatamente quedó atado en cruz y empezaron
la obra de desnudarlo. Entonces un torrente de sangre brotó borbolloneando de la
boca y, las narices del joven, y extendiéndose empezó a caer a chorros por
entrambos lados de la mesa. Los sayones quedaron inmóviles y los espectadores
estupefactos.
-Reventó de rabia el salvaje unitario -dijo uno.
-Tenía un río de sangre en las venas -articuló otro.
-Pobre diablo: queríamos únicamente divertirnos con él y tomó la cosa demasiado
a lo serio exclamó el juez frunciendo el ceño de tigre. Es preciso dar parte,
desátenlo y vamos.
Verificaron la orden; echaron llave a la puerta y en un momento se escurrió la
chusma en pos del caballo del juez cabizbajo y taciturno.
Los federales habían dado fin a una de sus innumerables proezas”.
2. En “Notas sobre Facundo”, Ricardo Piglia sostiene la siguiente hipótesis: “En
el procedimiento de las analogías hay que ver uno de los fundamentos ideológicos
del Facundo: la lógica de las equivalencias disuelve las diferencias y resuelve,
mágicamente, las contradicciones. Sarmiento define y argumenta por analogía
porque construye un sistema donde comparar ya es definir y juzgar”. Busque en
Facundo un fragmento que se relacione con esta afirmación y que no coincida con
uno que cite el artículo o que hayamos visto en clase y analícelo. Si decide
copiar el fragmento, la extensión que ocupe no será tenida en cuenta en el
espacio de la respuesta.
3. Elija algún aspecto, eje o detalle que le permita comparar o relacionar tres
de los textos vistos entre “El matadero” de Echeverría, “La Refalosa” de
Ascasubi, “La fiesta del Monstruo” de Bustos Domecq, Facundo de Sarmiento o
Amalia de Mármol. (Ejemplo: pueden ser aspectos de la enunciación- dar la voz,
ironía, parodia, tonos-; los modos de construcción de las escenas violentas; la
caracterización entre uno y otros, etc., etc., etc.). Esta consigna puede ser
desarrollada en una extensión que va desde una página y media a tres páginas.