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Resumen para el Final  |  Curso de Acompañante Terapéutico (Profesor: Eduardo Cossi - 2016)  |  Rojas

Examen curso acompañamiento terapéutico

La figura del AT se va formando a partir de la clínica misma y la necesidad de cubrir espacios vacíos en tratamientos tradicionales. Se presenta como una alternativa de atención, en el caso de pacientes con trastornos graves, en crisis o en internaciones; alternativa que se da de una manera más personalizada y acotada a una estrategia específica. Se mueve entre una práctica cotidiana y la posibilidad constante de la emergencia, y constituye una situación excepcional. Es decir, si bien se mueve en contextos cotidianos toda relación terapéutica supone una condición extra ordinaria y excepcional.

Incumbencias que tradicionalmente se esperan del AT:

En este punto podemos decir que un AT competente es aquel que se forma e informa constantemente y que sabe que los tratamientos propuestos deben tener objetivos altos y que, dentro de las opciones de tratamiento, se debe elegir el más corto posible sin sacrificar la calidad de los resultados a mediano y largo plazo.

 

Funciones del AT

La función en un tratamiento no se puede definir a priori. Sólo se lo puede hacer en relación a la estrategia de un tratamiento y se irá delineando en relación a la evaluación de éste y a las particularidades de cada caso. Pero dentro de las funciones más comunes podemos citar:

Eduardo Cossi, en la clase del 29/08 señalo 3 funciones básicas del AT:

Función de monitor: el acompañante debe guiar, mostrar, reflejar. A modo de periferia como una computadora, en la cual está todo en el microprocesador pero es necesario el monitor para observar que pasa ahí. El acompañante debe ser el monitor, debe ser ese recurso por el cual el equipo se entera de cómo está el paciente. El oficio psicológico es minucioso, la suerte es el cuidado de los detalles y por eso la importancia de la minuciosidad; la práctica terapéutica se relaciona con conocer y cuidar los detalles: por eso es clave la función del monitor. Podemos pensar el monitor como una doble pantalla: refleja cómo se encuentra el paciente y cómo va el tratamiento.

Función psico educativa: se presenta en el tratamiento como un proceso de cambio, de mejora, de aprendizaje. Para un buen tratamiento se necesita buena información, más allá de buenas intenciones y el AT debe colaborar para que el paciente aprenda. Un tratamiento siempre es un proceso de educación y se plantea lo educativo como otra forma de ser colaboradores.

Función de modelador vincular: hay pensamientos, emociones y acciones que no emergen sin la presencia de un otro vincular.

El AT trabaja con las patologías graves de la vida de relación, por las cuales se entiende aquellas enfermedades que impiden a una persona relacionarse plenamente y por tanto la limitan. Éstas se manifiestan a través de la forma en que están organizadas las representaciones afectivamente determinadas y en la experiencia subjetiva del paciente; en el cual no se suele presentar conciencia de enfermedad. Frente a este tipo de patologías la única forma de tratamiento es el abordaje múltiple: no se trata sólo al paciente, sino también a la familia y se lo aborda desde los distintos roles y funciones. En este abordaje es clave el manejo de la transferencia que es la relación con el paciente, esta relación siempre es afectiva y participa de todo tratamiento. Debemos posicionarnos frente a ella con abstinencia y neutralidad; abstenerse es el permitir un tratamiento en el que no está el interés del equipo sino del paciente (interpretado, claro).

 

Se presenta en dos tipos:

¿Dimensiones de la vida cotidiana dónde interviene el trabajo del AT?  Habilidades sociales, funcionales, académicas, de comunicación, domesticas, de trabajo, de tiempo libre,  de vinculo, seguridad y cuidado de si, uso de recursos comunitarios, autocontrol, salud, reestructuración cognitiva, regulación emocional.

 

La necesidad de una definición

La figura del AT se define en el marco de la caracterización de un auxiliar psicoterapéutico, como colaborador del profesional de la salud e integrado siempre en un tratamiento como integrante de un equipo terapéutico. Se destaca de otras figuras como las de cuidador domiciliario, operador social o monitor en que estrictamente hablando, no existe acompañamiento ya que no existe un tratamiento que indique su función por parte de un profesional, una estrategia justificada y medios de instrumentación técnica. Así se define la diferencia entre acompañar y acompañar terapéuticamente. Si bien el acompañante tiene obligaciones de cuidado de la persona y el grupo con el que trabaja, no todo cuidado es un acompañamiento terapéutico; el acompañante es un cuidador pero allí no termina su función. El acompañante se integra en un tratamiento como parte de un equipo.

 

Definición empírica

Se concentra:

Definición técnica

Se concentra:

Retomando, el acompañante es un auxiliar y la palabra auxiliar puede entenderse en dos sentidos: como nombre / sustantivo o como verbo / acción. Como sustantivo se explicación la función como dependiente del tratamiento, sos auxiliar de ….. y como verbo es la acción de auxiliar, es el servicio que das como un colaborador, sos un auxiliador terapéutico.

El acompañante como operador terapéutico opera un cambio y por esto debe tener en claro que medios emplea y por qué, no sólo espera que suceda ya que por los medios empleados es lo único que puede juzgarse de su práctica, no los resultados. Nunca es inocuo, siempre modifica al paciente y al tratamiento sea para bien o para mal; nunca es indiferente. El operador debe servir de estímulo para el cambio en el otro participando en la escena cotidiana, familiar, laboral, de estudio o de tiempo libre para generar nuevas alternativas al problema. El acompañante siempre debe tener su referencia y su apoyo en el equipo profesional, donde su accionar debe ser sostenido técnicamente de modo permanente.

 

Se debe tener presente:

  1. El carácter transitorio en el ejercicio de la función: el acompañamiento es una función transitoria ya que depende exclusivamente de la necesidad de una indicación y ésta a su vez de situaciones concretas que la requieren.
  2. La necesidad de impregnar la dimensión clínica en su contexto y realidad social, familiar e institucional: la dimensión clínica debe tener en cuenta que estas dimensiones corresponden a la clínica y no a variables externas. La clínica debe privilegiar una concepción integral sobre la realidad y la problemática del paciente.
  3. Saber que cada situación es única y singular: si bien cada paciente es único no se debe empezar de cero porque las acciones deben estar basadas en alguna evidencia previa para estar justificadas; cada evidencia se basa en situaciones del pasado.
  4. Los objetivos del abordaje cambian de acuerdo a las contingencias del caso: si bien cada decisión se basa en una evaluación previa del equipo profesional se considera el carácter transitorio de la función, en la intervención se transformará la situación previa sea de manera exitosa o no.
  5. La supervisión debe ser constante y permanente durante el proceso del acompañamiento: debe ser permanentemente supervisado y es importante que esta supervisión no sea sólo en momentos de crisis, si no a lo largo de todo el acompañamiento. Debe ser una herramienta permanente para que las dificultades y errores tengan menor probabilidad de ocurrir.

El objetivo del AT es enseñar hábitos y actitudes que no se aprenden por transmisión si no que requieren modelo, práctica, ejercicio, reflexión y aplicación; y la adquisición progresiva de autonomía.

 

Recepción del problema: motivos de consulta, expectativas, objetivos, demandas.

Evaluación profesional y diagnóstico integral: la evaluación debe ser múltiple en especialidades comprometidas e integral en dimensiones contempladas.

Selección, diseño e inclusión del paciente en un programa de tratamiento: el programa el que se incluye al paciente debe ser diseñado según sus necesidades.

Indicación del acompañamiento terapéutico: dentro de cada programa se evalúa si se requiere la colaboración de un AT o no. Su función debe justificarse con claridad y se debe especificar que se requiere.

Diseño del encuadre de trabajo del at: diseño preciso en cómo se requiere que se desarrolle

Selección del at: debe ser elegido de acuerdo a las necesidades de la indicación y el encuadre

Presentación e inclusión del at: es el proceso por el cual el equipo decide el modo en que se va a producir la inclusión del at en la relación directa con el paciente y su entorno.

Evaluación y monitorio del desarrollo del at: una vez que el at comienza a desarrollarse se monitorea permanentemente para redefinir los cambios requeridos en la indicación y el encuadre.

 

Creencias irracionales básicas

Serie de pensamientos y prejuicios que suelen aparecen en el trabajo terapéutico a menudo atribuidos al terapeuta, al tratamiento o al paciente. Deben ser muy tenidos en cuenta, en sí mismo no son verdaderos o falsos pero deben analizarse con cuidado para que no determinen las decisiones sin un juicio adecuado. Por ejemplo: tengo que tener éxito todo el tiempo, me tienen que querer todos los que trabajen conmigo, estoy dejando que la persona empeore, etc.

 

Tratamiento

El tratamiento tiene como campo de intervención la cotidianidad y el contexto de la persona, que es determinante en la enfermedad. Una variable clave para el tratamiento son los pensamientos, las creencias, las emociones y los comportamientos de la persona; en la actualidad la estrategia se basa en intervenir a partir de esta relación y se denomina Mayeutica (técnica de diálogo entre terapeuta y paciente, que tiene por objeto identificar algunos patrones de pensamientos y sus consecuencias en las emociones y actos y como transformar esos patrones en más productivos). El tratamiento trabaja sobre patrones de creencias y su relación con emociones y acciones; y sobre y a través de las relaciones vinculares y de comunicación. No se debe abstener el tratamiento del contexto donde se dan los patrones cognitivos y comportamentales que expresan, los vínculos que posibilitan e impiden y el abordaje que se realiza de ella desde el campo profesional.

 

Cómo se organiza el trabajo del AT

Un tratamiento no es un conjunto de acciones para solucionar un problema, implica siempre una responsabilidad por medios y no por resultados. Las decisiones deben estar basadas en evidencias que las justifiquen ya que por todas ellas el equipo debe asumir su responsabilidad y se basan en herramientas como consensos, instrumentos, protocolos, guías.

En la actualidad podemos diferenciar entre terapia, tratamiento y programa de tratamiento; el cual es un modelo integral o múltiple como un conjunto organizado de múltiples disciplinas, recursos, estrategias terapéuticas, especialidades y dispositivos que deben estar adecuadamente coordinados y organizados en una unidad. Esta idea deja atrás el modelo de programa tradicional del auxiliar con el profesional que da indicaciones, ya que ahora ambos comprenden su función diferencial según su posición relativa respecto al programa. Un equipo debe poder estar en condiciones de considerar entre más de un programa posible, según cuál de ellos corresponda mejor a cada situación y paciente; a su vez cada programa tiene dos acepciones. Por un lado, es la estrategia más general que construye y diseña un equipo, y al mismo tiempo ésta se basa en programas más generales pero específicos de cada campo clínico que definen dispositivos y tratamientos para cada tiempo de problema. Estos consensos son resultados de investigaciones, revisiones y estadísticas que se concretizan en guías prácticas y protocolos de acción para la toma de decisiones. Cuántas más específicos sean las recomendaciones, más fuertemente basado en evidencia será el tratamiento instrumentado y cada programa debe servir para ser adaptado a cada paciente, su circunstancias, preferencias y necesidades especiales pero no debe empezar de cero ya que deben conocerse las mejores alternativas para ese campo. La psicoterapia aplicada en estos tratamientos es cognitiva conductual y trabaja sobre habilidades específicas, por ejemplo: habilidades sociales, manejo de estrés, control de impulsos, etc con tiempos de tratamientos largos de mínimo 2 años.

Modelo cognitivo conductual: Modelo ABC

El modelo tiene en cuenta el ABC, el A es el antecedente de la situación, la B es belief que son los pensamientos y la C es consecuencias, acciones y emociones que causa la situación.
A: Los acontecimientos que vive una persona son interpretados por un patrón de creencias o pensamientos B y eso conduce a reaccionar de forma C.

 

Obligaciones del AT

El paciente, por su condición de tal, es considerado parte de un grupo de vulnerabilidad y por lo tanto, se asume la justificación de declaraciones de derechos específicos.

Algunas cosas a tener en cuenta:

- Los terapeutas y otras personas u organismos que proporcionan atención tienen la responsabilidad conjunta de reconocer y respetar estos derechos.

- Cuando la legislación, una medida del gobierno, o cualquier otra administración o institución niega estos derechos al paciente, los terapeutas deben buscar los medios apropiados para asegurarlos o restablecerlos.

- En el contexto de la investigación con seres humanos, inclusive la investigación terapéutica o no terapéutica, la persona está habilitada para exigir los mismos derechos y consideraciones que todo paciente en una situación terapéutica normal.

 

Derechos

Derecho a la atención de buena calidad: toda persona tiene derecho, sin discriminar, a una atención apropiada. El terapeuta tiene la obligación de cooperar en la coordinación de la atención indicada, con otro personal de salud que trata al paciente. El terapeuta no puede discontinuar el tratamiento de un paciente mientras se necesite más tratamiento indicado, sin proporcionar al paciente ayuda razonable y oportunidad suficiente para hacer los arreglos alternativos para la atención. Es importante destacar las obligaciones: la obligación de no abandonar a la persona, discontinuando indebidamente la relación terapéutica y la obligación de no omitir auxilio, de calidad óptima.

Derecho a la libertad de elección: el paciente tiene derecho a elegir o cambiar libremente su terapeuta y hospital o institución de servicio de salud, sin considerar si forman parte del sector público o privado. El paciente tiene derecho a solicitar la opinión de otro profesional en cualquier momento.

Derecho a la autodeterminación: El paciente tiene derecho a la autodeterminación y a tomar decisiones libremente en relación a su persona. El profesional informará al paciente las consecuencias de su decisión.

Derecho a recibir información: sobre su persona registrada en su historial médico y a estar totalmente informado sobre su salud, inclusive los aspectos técnicos de su condición.

Derecho a la dignidad: la dignidad del paciente y el derecho a su vida privada deben ser respetados en todo momento durante la atención, al igual que su cultura y sus valores. El paciente tiene derecho a aliviar su sufrimiento según los conocimientos actuales. El paciente tiene derecho a una atención terminal humana y a recibir toda la ayuda disponible para que muera lo más digna y aliviadamente posible.

Se destaca la obligación de todo tratamiento de tener que estar consentido, en principio por el paciente. Esto, con la única excepción debida a, por ejemplo, la edad del paciente, su condición o capacidad, o las circunstancias especiales, donde se requerirá el consentimiento de un tercero, legalmente habilitado, o por la relación con el paciente (por ejemplo un familiar) o por orden judicial. No obstante, considerando las vulnerabilidades que puedan darse respecto a una decisión libre, se salvaguarda al máximo posible la autonomía, libertad y la opinión del paciente. Si el paciente está inconsciente o no puede expresar su voluntad, se debe obtener el consentimiento de un representante legal, cuando sea posible y cuando sea legalmente pertinente. Si no se dispone de un representante legal, y se necesita urgente una intervención, se debe suponer el consentimiento del paciente, a menos que sea obvio y no quede la menor duda, en base a lo expresado previamente por el paciente o por convicción anterior, que éste rechazaría la intervención en esa situación.

Se presenta la noción de “consentimiento implícito”: en una situación de emergencia y urgente, que requiere que actuemos, debemos suponer su consentimiento, en función de los mejores intereses del paciente, aunque el paciente no lo pueda dar por estar, por ejemplo, en estado confusional, o de inconsciencia (puede ser una deshidratación en un adulto mayor, un desmayo, un paciente sobre intoxicado, etc.) El consentimiento implícito es una excepción y no puede aplicarse más que a acciones inmediatas y claramente justificables. Incluso si el paciente es menor de edad o está legalmente incapacitado, se necesita el consentimiento de un representante legal, cuando sea legalmente pertinente; sin embargo, el paciente debe participar en las decisiones al máximo que lo permita su capacidad. Noción de confidencialidad: la confidencialidad de la información, mal llamada “secreto profesional”, despeja también las dudas sobre el alcance de esta confidencialidad dentro de un equipo, siempre que se base en la necesidad de conocer (y ésta basada en los mejores intereses del paciente).

 

 

Consideraciones legales: responsabilidades

En el campo de las prácticas profesionales la ética es habitualmente llamada Deontología. La deontología es conocida comúnmente como la ética aplicada a la práctica profesional. Una diferencia importante lo representa la idea que en una práctica profesional, la ética no se expresa sólo en valores morales. No dejando de estar presente la dimensión moral de los actos, en la práctica terapéutica, la ética se expresa principalmente en el correcto desempeño técnico del servicio que presto. Es decir, si un acto es moralmente bueno, pero técnicamente incorrecto, habrá claramente, un problema ético con el servicio que presto. Ahora bien, si mi acto es moralmente reprobable, por definición también será técnicamente objetado.

La ética es un componente de toda actividad humana, e implica la búsqueda de la Calidad, de hacer bien el servicio que prestamos, en el sentido más antiguo y preciso de la Virtud: hacer las cosas técnicas. Es decir, hacer bien, el bien. Eso es la calidad del servicio. Dentro de este contexto, hacer las cosas bien, desde el punto de vista técnico es lo que llamamos buena praxis. No obstante, la buena práctica, debe regirse por la consideración de tres principios éticos básicos y fundamentales, por debajo de los cuales, no debemos situarnos. Estos tres principios son: la autonomía, la beneficencia y la justica.

Autonomía: el trabajo terapéutico, siempre debe regirse por el principio de autonomía. Esto quiere decir, que todo acto terapéutico (para nosotros el acompañamiento terapéutico) debe salvaguardar la autonomía de la persona, su libertad y sus derechos. Un tratamiento debe liberar a la persona de su enfermedad, sacarla de esa forma de dependencia.

Beneficencia: Este segundo principio esta, como dijimos fuertemente relacionado a la autonomía, ya que hace referencia al modo en que protegemos al paciente. Relacionado al punto anterior, toda acción terapéutica tiene un beneficio probable, pero también un costo o un daño posible. No es como se cree, hacer el bien, sino trabajar en encontrar la mejor ecuación posible entre los beneficios y los costos relativos que compromete toda práctica terapéutica.

Justicia: Todo acto terapéutico debe ser justo, pero no todos los criterios de justicia son iguales. Lo que está en juego en una relación terapéutica, es una desigualdad en las condiciones y las oportunidades que se le presentan al paciente. Por esa razón, la justicia distributiva es equitativa en la medida que no distribuye a todos por igual, sino distribuye según sean las necesidades de cada cuál, para compensar la vulnerabilidad de la persona para salvar su autonomía, por medio del principio de beneficencia.

 

Locación de obra y locación de servicio

Desde el punto de vista jurídico toda práctica terapéutica es considerada una locación de servicio. El acompañamiento terapéutico también. La diferencia entre una locación de servicio y una locación de obra, es que en la locación de servicio, el agente del servicio es responsable por los resultados, independientemente de los medios que instrumente para ello. En la locación de servicio, al contrario, el agente es responsable por los medios que instrumenta para alcanzar resultados, pero no es responsable por los resultados que sucedan. No debe entenderse como una responsabilidad menor, sino diferente. El agente terapéutico es siempre responsable de lo que hace, de los medios que instrumenta para alcanzar un resultado, independientemente del resultado que efectivamente se logre luego. Este tipo de responsabilidad, se basa en que una práctica terapéutica nunca puede garantizar un resultado, pero no por ello, deja de ser responsable por cada decisión que se tome. En este mismo sentido, las prácticas terapéuticas no pueden, ni ofrecer, ni prometer resultados por los que no pueden responsabilizarse, y ninguna práctica terapéutica puede garantizar resultados, por lo cual no puede responsabilizarse por ellos. Ejemplos de locaciones de obra, es la responsabilidad del arquitecto con su obra, la de una escuela con la seguridad de los estudiantes. Ejemplos de locaciones de servicio, es la práctica profesional de la abogacía, la medicina y la docencia. El acompañamiento terapéutico también.

 

Responsabilidad objetiva y subjetiva

Al tratarse de un colaborador del profesional, el acompañante adquiere el estatuto legal para su práctica, ya que la indicación de un profesional le da a la práctica la autorización correspondiente, sin la cual el acompañamiento dejaría de ser legítimo. El acompañamiento terapéutico nunca puede ejercerse legítimamente sin la mediación de la indicación de un profesional. En este contexto, la responsabilidad que adquiere la participación del acompañante terapéutico, adquiere una cualidad específica, por depender estrictamente de la indicación de un profesional, que su desempeño este autorizado. A circunstancias como estas, se aplica la distinción clásica entre responsabilidad objetiva y responsabilidad subjetiva. La responsabilidad subjetiva, es aquella responsabilidad que recae, sobre el agente del daño. Es decir, el sujeto que comete efectivamente el daño. Si el daño se produce en ocasión de una medicación cuyo administración quedó bajo responsabilidad del acompañante, éste no realizó ninguna mala praxis, ya que hizo lo que le fue indicado, sin embargo, es el agente del daño, el que dio y administró la medicación que indicó el médico, por lo tanto, el daño que causa el acompañante tiene por responsable al médico (responsabilidad objetiva).

A esta altura, debemos recordar que la responsabilidad siempre se discute respecto de un daño efectivamente acontecido, y no meramente supuesto. Es decir, siempre se es responsable por un daño creado, no uno meramente probable. Además ese daño debe haberse podido evitar o prevenir por algún medio. Si un daño era imprevisible, no podía preverse o inevitable, pudiéndose prever no podía evitase, no hablamos de responsabilidad ya que son situaciones de excepción de responsabilidades.

 

Responsabilidad contractual y extra contractual

La responsabilidad es contractual, cuando acontece dentro de una relación definida por alguna cualidad específica, que la delimita técnica y jurídicamente. Por ejemplo en un accidente de tránsito, un conductor tiene una responsabilidad diferente que un chofer profesional. En una pelea en la vía pública, no es igual la responsabilidad de un ciudadano común, que la de un agente de seguridad. En el caso del acompañamiento terapéutico, la relación de contrato de que se trata es justamente una relación terapéutica. El mero hecho de prestar un servicio terapéutico, a una persona que atraviesa una enfermedad define la cualidad de la relación como una relación terapéutica con roles, deberes y derechos claramente delimitados. No obstante, tratarse o no, de una responsabilidad contractual, todo acto humano, tiene como dimensión inherente la posibilidad de una responsabilidad extracontractual. La responsabilidad extracontractual, es la responsabilidad que recae sobre el agente de un daño, independientemente de cómo esté definida la relación, o incluso en ocasión de relaciones que no se definen en una cualidad específica como la educativa, la laboral o la terapéutica. La responsabilidad extracontractual, se la conoce como la responsabilidad que cabe a los ciudadanos, se la relaciona como el principio denominado en la jerga jurídica como “el deber general de no dañar”. Recordemos que el comportamiento sobre el que se juzga una responsabilidad puede ser una acción tanto como una omisión. A un acompañamiento terapéutico, le corresponde siempre una responsabilidad contractual. Es decir, su acción y su responsabilidad va a ser juzgada, no como la responsabilidad igual a la de cualquier ciudadano frente a una persona que sufre una enfermedad, o un problema determinado, sino, como la responsabilidad de quien como agente de salud, auxiliar, “debidamente autorizado” brinda a esa persona un servicio calificado, definido por una relación terapéutica. No obstante, en un acompañante terapéutico, lo mismo que en un profesional, las responsabilidades extracontractuales no se anulan, pero no es el tipo de responsabilidad que define específicamente al tipo de relación que supone la práctica del acompañamiento terapéutico.

 

Enfermedades

Trastornos psicóticos

  1. Esquizofrenia. La esquizofrenia es una alteración que persiste durante por lo menos 6 meses e incluye por lo menos 1 mes de síntomas de la fase activa (p. ej., dos [o más] de los siguientes: ideas delirantes, alucinaciones, lenguaje desorganizado, comportamiento gravemente desorganizado o catatónico, y síntomas negativos). También se incluyen en esta sección las definiciones para los subtipos de esquizofrenia (paranoide, desorganizada, catatónica, indiferenciada y residual). Se destaca acá, pero lo veremos en más detalle en el próximo apartado, que la psicosis, estrictamente hablando (delirios, alucinaciones, etc.) conforma una parte del trastorno esquizofrénico (la fase activa). Hablar de esquizofrenia como sinónimo de psicosis, es un grave prejuicio y un error técnico y conceptual. También se observa que grandes categorías clásicas como paranoia, catatonia, etc., están sin complicaciones incluidas como características de la esquizofrenia, conformando subtipos del cuadro y no, trastornos diferentes. Por lo tanto, se reduce mucho la confusión, que generaba la multiplicidad de definiciones y tipos dentro del campo, ambiguo y pobremente delimitado, de lo que se conocía como psicosis (paranoia, hebefrenia, parafrenia, etc.) En la actualidad, la esquizofrenia admite una caracterización clara, dentro de la cual se incluyen, algunos rasgos distintivos, según el curso de desarrollo y/o el tipo de síntomas o comportamientos predominantes, sin necesidad de multiplicar las categorías diagnósticas.
  2. 2. Trastorno esquizofreniforme. El trastorno esquizofreniforme se caracteriza por una presentación sintomática equivalente a la esquizofrenia, excepto por la duración (p. ej., la alteración dura 1 a 6 meses) y por la ausencia del requerimiento de que exista un deterioro funcional. Aquí se ve, con claridad, la importancia que tienen las descripciones diagnósticas prácticas, por sobre las caracterizaciones teórico- especulativas, permitiendo distinguir dos problemáticas diferentes (trastornos de esquizofrenia y trastorno esquizofreniforme), no por los síntomas, sino por el curso de desarrollo (y los tiempos mínimos estimables) característicos de cada trastorno. Si hablamos de psicosis en general, estas diferencias se perderían.
  3. Trastorno esquizoafectivo. El trastorno esquizoafectivo, es una alteración en la que se presentan simultáneamente un episodio afectivo y los síntomas de la fase activa de la esquizofrenia, y está precedida o seguida por al menos 2 semanas de ideas delirantes o alucinaciones sin síntomas importantes de alteración del estado de ánimo. También se ve como, la caracterización basada en comportamientos concretos, permite diferenciar dimensiones afectivas en la presentación del trastorno.
  4. Trastorno delirante. El trastorno delirante se caracteriza por al menos 1 mes de ideas delirantes no extrañas sin otros síntomas de la fase activa de la esquizofrenia. En esta caracterización y las que sigue, se observa, como los trastornos psicóticos, se definen por su diferencia respecto de la esquizofrenia, de modo deficitario. Es decir, por tener características comunes con la esquizofrenia, pero carecer de alguna característica definitoria, que impida clasificar el trastorno como esquizofrenia.
  5. Trastorno psicótico breve. El trastorno psicótico breve es una alteración psicótica que dura más de 1 día y que remite antes de 1 mes.
  6. Trastorno psicótico compartido. El trastorno psicótico compartido es una alteración que se desarrolla en un sujeto que está influenciado por alguien que presenta una idea delirante de contenido similar.
  7. Trastorno psicótico debido a enfermedad médica. En el trastorno psicótico debido a enfermedad médica se considera que los síntomas psicóticos son una consecuencia fisiológica directa de la enfermedad médica.
  8. Trastorno psicótico inducido por sustancias. En el trastorno psicótico inducido por sustancias se considera que los síntomas psicóticos son una consecuencia fisiológica directa de una droga de abuso, una medicación o la exposición a un tóxico. Trastorno psicótico no especificado. El trastorno psicótico no especificado se incluye para clasificar las presentaciones psicóticas que no cumplen los criterios para ninguno de los trastornos psicóticos específicos definidos en esta sección, o la sintomatología psicótica acerca de la que se dispone de una información insuficiente o contradictoria.

Trastornos de ansiedad.
Este grupo clínico está conformado por dos tipos de episodios de ansiedad (angustia y agorafobia), 9 trastornos específicos y uno no especificado de carácter residual. Los trastornos específicos son: trastornos de angustia con o sin agorafobia, fobia específica, fobia social, trastorno obsesivo-compulsivo, trastorno por estrés postraumático, trastorno por estrés agudo, trastorno de ansiedad generalizada, trastorno de ansiedad debido a enfermedad médica, trastorno de ansiedad inducido por sustancias.

Trastornos específicos.

Trastorno de Angustia
(con y sin agorafobia). “Se caracteriza por crisis de angustia recidivantes e inesperadas que causan un estado de permanente preocupación al paciente. El trastorno de angustia con agorafobia se caracteriza por crisis de angustia y agorafobia de carácter recidivante e inesperado”. A su vez, la agorafobia puede presentarse con o sin un contexto de historia de trastorno de angustia.

Fobias específicas. “Se caracteriza por la presencia de ansiedad clínicamente significativa como respuesta a la exposición a situaciones u objetos específicos temidos, lo que suele dar lugar a comportamientos de evitación” Las situaciones pueden ser de diferente tipo y naturaleza pero deben ser específicas, a diferencia de un trastorno de ansiedad general.

Fobia social. “Se caracteriza por la presencia de ansiedad clínicamente significativa como respuesta a situaciones sociales o actuaciones en público del propio individuo, lo que suele dar lugar a comportamientos de evitación”

Trastorno Obsesivo Compulsivo. “Se caracteriza por obsesiones (que causan ansiedad y malestar significativos) y/o compulsiones (cuyo propósito es neutralizar dicha ansiedad)”.

Trastorno por estrés postraumático. “Se caracteriza por la reexperimentación de acontecimientos altamente traumáticos, síntomas debidos al aumento de la activación (arousal) y comportamiento de evitación de los estímulos relacionados con el trauma”.

Trastorno por estrés agudo. “Se caracteriza por síntomas parecidos al trastorno por estrés postraumático que aparecen inmediatamente después de un acontecimiento altamente traumático”.

Trastorno de Ansiedad generalizada. “Se caracteriza por la presencia de ansiedad y preocupaciones de carácter excesivo y persistente durante al menos 6 meses”

Trastorno de ansiedad debido a enfermedad médica e inducido por sustancias. “Se caracteriza por síntomas prominentes de ansiedad que se consideran secundarios a los efectos fisiológicos directos de una enfermedad subyacente, o a los efectos fisiológicos directos de una droga, fármaco o tóxico”. En estos últimos dos casos los trastornos de ansiedad es secundaria a causas médicas o químicas identificadas.

Trastorno no especificado. “El trastorno de ansiedad no especificado se ha incluido en esta sección con el objetivo de poder acoger aquellos trastornos que se caracterizan por ansiedad o evitación fóbica prominentes, que no reúnen los criterios diagnósticos de los trastornos de ansiedad específicos ya mencionados (bien síntomas de ansiedad sobre los que se dispone de una información inadecuada o contradictoria)”.

Ataque de pánico. “Se caracteriza por la aparición súbita de síntomas de aprensión, miedo pavor, o terror, acompañados habitualmente de sensación de muerte inminente. Durante estas crisis también aparecen síntomas como falta de aliento, palpitaciones, opresión o malestar torácico, sensación de atragantamiento o asfixia y miedo a «volverse loco» o perder el control”

Agorafobia. “Se caracteriza por la aparición de ansiedad o comportamiento de evitación en lugares o situaciones donde escapar puede resultar difícil (o embarazoso), o bien sea imposible encontrar ayuda en el caso de que aparezca en ese momento una crisis de angustia o síntomas similares a la angustia”.

Pánico o crisis de angustia así como la agorafobia (concentrada en el miedo o situaciones de ansiedad o fobia) participan ambas de la mayoría de los trastornos descritos en el grupo clínico, por ello se diferencian en particular al principio del capítulo.

Los trastornos del estado de ánimo

Trastorno depresivo mayor. Se caracteriza por uno o más episodios depresivos mayores (p. ej., al menos 2 semanas de estado de ánimo depresivo o pérdida de interés acompañados por al menos otros cuatro síntomas de depresión).

Trastorno distímico. Se caracteriza por al menos 2 años en los que ha habido más días con estado de ánimo depresivo que sin él, acompañado de otros síntomas depresivos que no cumplen los criterios para un episodio depresivo mayor.

Trastorno depresivo no especificado. Se incluye para codificar los trastornos con características depresivas que no cumplen los criterios para un trastorno depresivo mayor, trastorno distímico, trastorno adaptativo con estado de ánimo depresivo o trastorno adaptativo con estado de ánimo mixto ansioso y depresivo (o síntomas depresivos sobre los que hay una información inadecuada o contradictoria).

Trastorno bipolar I y II. Se caracteriza por uno o más episodios maníacos o mixtos, habitualmente acompañados por episodios depresivos mayores (I) ó por uno o más episodios depresivos mayores acompañados por al menos un episodio hipomaníaco (II).

Trastorno ciclotímico. Se caracteriza por al menos 2 años de numerosos períodos de síntomas hipomaníacos, que no cumplen los criterios para un episodio maníaco y numerosos períodos de síntomas depresivos que no cumplen los criterios para un episodio depresivo mayor.

Trastorno bipolar no especificado. Se incluye para codificar trastornos con características bipolares que no cumplen criterios para ninguno de los trastornos bipolares específicos definidos en esta sección (o síntomas bipolares sobre los que se tiene una información inadecuada o contradictoria).

Depresión mayor

Episodio y trastorno de depresión mayor.

Episodio. En el siguiente apartado presentaremos las múltiples características y dimensiones que compromete un episodio depresivo, para que se pueda aprender a reconocerlo con más claridad en sus diferentes presentaciones.

Características generales. “La característica esencial de un episodio depresivo mayor es un período de al menos 2 semanas durante el que hay un estado de ánimo deprimido o una pérdida de interés o placer en casi todas las actividades. En niños y adolescentes el estado de ánimo puede ser irritable en lugar de triste. El sujeto también debe experimentar al menos otros cuatro síntomas de una lista que incluye cambios de apetito o peso, del sueño y de la actividad psicomotora; falta de energía; sentimientos de infravaloración o culpa; dificultad para pensar, concentrarse o tomar decisiones, y pensamientos recurrentes de muerte o ideación, planes o intentos suicidas. Para indicar la existencia de un episodio depresivo mayor, un síntoma debe ser de nueva presentación o haber empeorado claramente si se compara con el estado del sujeto antes del episodio. Los síntomas han de mantenerse la mayor parte del día, casi cada día, durante al menos 2 semanas consecutivas. El episodio debe acompañarse de un malestar clínico significativo o de deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo. En algunos sujetos con episodios leves la actividad puede parecer normal, pero a costa de un esfuerzo muy importante”

Estado de ánimo. “Frecuentemente, el estado de ánimo en un episodio depresivo mayor es descrito por el sujeto como deprimido, triste, desesperanzado, desanimado o «como en un pozo». En algunos casos, la tristeza puede ser negada al principio, pero más tarde puede ser suscitada durante una entrevista (p. ej., al señalar que el sujeto parece que esté a punto de llorar). En algunos sujetos que se quejan de sin sentimientos o ansiosos, la presencia de un estado de ánimo depresivo puede inferirse de la expresión facial y el comportamiento aparente del sujeto. Algunas personas ponen énfasis en las quejas somáticas (p. ej., las molestias y los dolores físicos) en lugar de referir sentimientos de tristeza. Muchos sujetos refieren o muestran una alta irritabilidad (p. ej., ira persistente, tendencia a responder a los acontecimientos con arranques de ira o insultando a los demás, o sentimiento exagerado de frustración por cosas sin importancia). En niños y adolescentes, más que un estado de ánimo triste o desanimado, puede presentarse un estado de ánimo irritable o inestable”

Intereses. “Casi siempre hay pérdida de intereses y de capacidad para el placer en mayor o menor medida. Los sujetos pueden referir el sentimiento de estar menos interesados en sus aficiones, de que «han perdido el interés» o de haber dejado de disfrutar con actividades que antes consideraban placenteras. Frecuentemente, los familiares notan el aislamiento social o el abandono de aficiones. En algunos sujetos hay una reducción significativa de los niveles previos de interés o de deseo sexual”

Apetito. “Normalmente, el apetito disminuye y muchos sujetos tienen que esforzarse por comer. Otros, especialmente en la consulta ambulatoria, pueden tener más apetito, con apetencia por ciertas comidas (p. ej., dulces u otros hidratos de carbono). Cuando las alteraciones del apetito son graves (sea en la dirección que sea), puede haber una pérdida o ganancia significativa de peso o, en niños, se puede dar un fracaso en la consecución del peso apropiado”

Sueño. “La alteración del sueño asociada más a menudo a un episodio depresivo mayor es el insomnio. Es característico el insomnio medio (p. ej., despertarse durante la noche y tener problemas para volver a dormirse) o el insomnio tardío (p. ej., despertarse demasiado pronto y ser incapaz de volver a dormirse). También se puede presentar un insomnio inicial (problemas para conciliar el sueño). Menos frecuentemente, los sujetos se quejan de exceso de sueño (hipersomnia) en forma de episodios de sueño prolongado nocturno o de aumento del sueño diurno. Algunas veces el trastorno del sueño es la razón por la que el sujeto acude en busca de tratamiento”

Psicomotricidad. “Los cambios psicomotores incluyen agitación (p. ej., incapacidad para permanecer sentado, paseos, frotarse las manos y pellizcar o arrugar la piel, la ropa o algún objeto) o enlentecimiento (p. ej., lenguaje, pensamiento y movimientos corporales enlentecidos; aumento de la latencia de respuesta, bajo volumen de la voz, menos inflexiones y cantidad o variedad de contenido, o mutismo) La agitación o el enlentecimiento psicomotores deben ser lo bastante graves como para ser observables por los demás y no representar únicamente una sensación subjetiva. Es habitual la falta de energía, el cansancio y la fatiga. Una persona puede referir una fatiga persistente sin hacer ejercicio físico. Incluso el menor trabajo parece requerir un gran esfuerzo. Puede reducirse la eficacia con que se realizan las tareas. Por ejemplo, un sujeto puede quejarse de que lavarse y vestirse por la mañana es agotador y de que tarda el doble de lo normal en él”

Sentimientos y pensamientos negativos. “El sentimiento de inutilidad o de culpa asociado a un episodio depresivo mayor puede implicar evaluaciones negativas no realistas del propio valor o preocupaciones o rumiaciones de culpa referidas a pequeños errores pasados. Estos sujetos suelen malinterpretar los acontecimientos cotidianos neutros o triviales, tomándolos como pruebas de sus defectos personales, y suelen tener un exagerado sentimiento de responsabilidad por las adversidades. El sentimiento de inutilidad o de culpa puede tener proporciones delirantes (p. ej., un sujeto está convencido de que está personalmente implicado en la pobreza en el mundo)”

Deterioro cognitivo. “Muchos sujetos refieren una capacidad disminuida para pensar, concentrarse o tomar decisiones. Pueden dar la impresión de distraerse con facilidad o quejarse de falta de memoria. Quienes tienen ocupaciones laborales o estudios que representan una exigencia intelectual suelen ser incapaces de funcionar adecuadamente, incluso aunque sólo tengan problemas leves de concentración. En los niños, la caída repentina de los resultados en las notas puede ser un reflejo de la falta de concentración. En sujetos de edad avanzada con un episodio depresivo mayor, la queja principal puede ser la falta de memoria, que puede ser tomada erróneamente por un signo de demencia. Cuando el episodio depresivo mayor es tratado con éxito, suelen desaparecer los problemas de memoria. Sin embargo, en algunos sujetos, especialmente ancianos, el episodio depresivo mayor puede ser la presentación inicial de una demencia irreversible”

Ideas suicidas. “Son frecuentes los pensamientos de muerte, la ideación suicida o las tentativas suicidas. Estas ideas varían desde la creencia consistente en que los demás estarían mejor si uno muriese hasta los pensamientos transitorios, pero recurrentes, sobre el hecho de suicidarse, o los auténticos planes específicos sobre cómo cometer el suicidio. La frecuencia, intensidad y letalidad de estas ideas pueden ser muy variables. Los sujetos con menos riesgo suicida pueden referir pensamientos transitorios (1 o 2 min) y recurrentes una o dos veces a la semana). Los sujetos con más riesgo suicida pueden haber comprado materiales para usarlos en la tentativa de suicidio y pueden haber fijado un lugar y un momento en el que saben que estarán solos y podrán así suicidarse” Si bien estos comportamientos están asociados estadísticamente con las tentativas de suicidio y pueden ser útiles para la identificación del grupo de alto riesgo, muchos estudios han demostrado que no es posible predecir con exactitud cuándo o en qué momento un determinado sujeto deprimido va a intentar el suicidio. Los motivos para el suicidio pueden incluir el deseo de rendirse ante lo que es percibido como obstáculos insalvables o un intenso deseo de acabar con un estado emocional enormemente doloroso, que es percibido como interminable. El grado de incapacidad asociado a un episodio depresivo mayor es variable, pero hasta en los casos leves ha de haber un malestar clínico significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo. Si la incapacidad es grave, el sujeto puede perder su capacidad para relacionarse o trabajar. En casos extremos el sujeto puede ser incapaz de cuidar de sí mismo (p. ej., comer o vestirse) o de mantener una mínima higiene personal.

Síntomas y trastornos asociados. “Los sujetos con un episodio depresivo mayor se presentan a menudo con llanto, irritabilidad, tristeza, rumiaciones obsesivas, ansiedad, fobias, preocupación excesiva por la salud física y quejas de dolor (p. ej., cefaleas o dolores articulares, abdominales o de otro tipo). Durante un episodio depresivo mayor algunos sujetos presentan crisis de angustia con un patrón que cumple los criterios del trastorno de angustia. En los niños puede presentarse una ansiedad por separación. Algunos sujetos refieren problemas en las relaciones personales, interacciones sociales menos satisfactorias o problemas en la actividad sexual (p. ej., anorgasmia en las mujeres y disfunción eréctil en los varones). Pueden presentarse problemas matrimoniales (p. ej., divorcio), problemas laborales (p. ej., pérdida del trabajo), problemas escolares (p. ej., ausencias, fracaso escolar), abuso de alcohol u otras sustancias o aumento de la utilización de los servicios médicos. La consecuencia más grave de un episodio depresivo mayor es la tentativa de suicidio o el suicidio consumado. El riesgo de suicidio es especialmente alto para los sujetos con síntomas psicóticos, historia de tentativas de suicidio previas, historia familiar de suicidio consumado o consumo concomitante de sustancias. También puede haber una tasa aumentada de muertes por enfermedades médicas. Los episodios depresivos mayores a veces van precedidos de algún estrés psicosocial (p. ej., la muerte de un ser querido, la separación matrimonial, el divorcio). El parto puede precipitar un episodio depresivo mayor, en cuyo caso se señala la especificación de inicio en el posparto”

Criterios para el episodio depresivo mayor. “A. Presencia de cinco (o más) de los siguientes síntomas durante un período de 2 semanas, que representan un cambio respecto a la actividad previa; uno de los síntomas debe ser (1) estado de ánimo depresivo o (2) pérdida de interés o de la capacidad para el placer. Nota: No incluir los síntomas que son claramente debidos a enfermedad médica o las ideas delirantes o alucinaciones no congruentes con el estado de ánimo. (1) estado de ánimo depresivo la mayor parte del día, casi cada día según lo indica el propio sujeto (p. ej., se siente triste o vacío) o la observación realizada por otros (p. ej., llanto). Nota: En los niños y adolescentes el estado de ánimo puede ser irritable (2) disminución acusada del interés o de la capacidad para el placer en todas o casi todas las actividades, la mayor parte del día, casi cada día (según refiere el propio sujeto u observan los demás) (3) pérdida importante de peso sin hacer régimen o aumento de peso (p. ej., un cambio de más del 5 % del peso corporal en 1 mes), o pérdida o aumento del apetito casi cada día. Nota: En niños hay que valorar el fracaso en lograr los aumentos de peso esperables (4) insomnio o hipersomnia casi cada día (5) agitación o enlentecimiento psicomotores casi cada día (observable por los demás, no meras sensaciones de inquietud o de estar enlentecido) (6) fatiga o pérdida de energía casi cada día (7) sentimientos de inutilidad o de culpa excesivos o inapropiados (que pueden ser delirantes) casi cada día (no los simples autorreproches o culpabilidad por el hecho de estar enfermo) (8) disminución de la capacidad para pensar o concentrarse, o indecisión, casi cada día (ya sea una atribución subjetiva o una observación ajena) (9) pensamientos recurrentes de muerte (no sólo temor a la muerte), ideación suicida recurrente sin un plan específico o una tentativa de suicidio o un plan específico para suicidarse B. Los síntomas no cumplen los criterios para un episodio mixto. C. Los síntomas provocan malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo. D. Los síntomas no son debidos a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p. ej., una droga, un medicamento) o una enfermedad médica (p. ej., hipotiroidismo). E. Los síntomas no se explican mejor por la presencia de un duelo (p. ej., después de la pérdida de un ser querido), los síntomas persisten durante más de 2 meses o se caracterizan por una acusada incapacidad funcional, preocupaciones mórbidas de inutilidad, ideación suicida, síntomas psicóticos o enlentecimiento psicomotor”

Trastorno de depresión mayor. “La característica esencial de un trastorno depresivo mayor es un curso clínico caracterizado por uno o más episodios depresivos mayores sin historia de episodios maníacos, mixtos o hipomaníacos. Para realizar el diagnóstico de un trastorno depresivo mayor no se tienen en cuenta los episodios de trastorno del estado de ánimo inducido por sustancias (debidos a los efectos fisiológicos directos de una droga, un medicamento o la exposición a un tóxico) ni los trastornos del estado de ánimo debidos a enfermedad médica. Además, los episodios no se explican mejor por la presencia de un trastorno esquizoafectivo y no están superpuestos a una esquizofrenia, un trastorno esquizofreniforme, un trastorno delirante o un trastorno psicótico no especificado”

Síntomas y trastornos asociados “El trastorno depresivo mayor está asociado a una mortalidad alta. Los sujetos con trastorno depresivo mayor que mueren por suicidio llegan al 15 %. Los datos epidemiológicos también sugieren que las tasas de muerte en los sujetos con trastorno depresivo mayor de más de 55 años aumentan hasta llegar a cuadruplicarse. Los sujetos con trastorno depresivo mayor ingresados en residencias geriátricas pueden tener un mayor riesgo de muerte en el primer año. De los sujetos visitados en consultas de medicina general, los que presentan un trastorno depresivo mayor tienen más dolor y más enfermedades físicas y una peor actividad física, social y personal. El trastorno depresivo mayor puede ir precedido por un trastorno distímico (en un 10 % en estudios epidemiológicos y en un 15-25 % en población clínica). También se estima que cada año aproximadamente el 10 % de los sujetos con un trastorno distímico iniciarán un primer episodio depresivo mayor. Otros trastornos mentales se presentan con frecuencia al mismo tiempo que el trastorno depresivo mayor (p. ej., trastornos relacionados con sustancias, trastorno de angustia, trastorno obsesivo-compulsivo, anorexia nerviosa, bulimia nerviosa, trastorno límite de la personalidad).

Objetivos de la intervención.
1º Modificación de los síntomas objetivos (cognitivos, afectivos, motivacionales, conductuales y fisiológicos) que conforman el síndrome.
2º Detección y modificación de los pensamientos automáticos, como productos de las distorsiones cognitivas.
3º Identificación de los Supuestos personales, y modificación de los mismos.
En resumen, la modificación del estado depresivo, desde los factores más objetivos (las interrelaciones entre cogniciones-afectos-conductas) a los factores "subyacentes" de tipo cognitivo (distorsiones y supuestos personales) asociados.

El proceso de intervención: Que el paciente entienda la relación entre pensamiento (evaluaciones negativas)- conducta (bajo nivel de actividad)- estado emocional (depresión). Que el paciente aprenda a utilizar la hoja de auto observación. Evaluar el nivel de actividad: autoregístro de actividades diarias en una semana, anotando cada hora la actividad realizada y el grado de dominio (o dificultad) y agrado (utilizando una escala de 0-5 para dominio y agrado). Explicar el proceso de la terapia. Utilización de técnicas cognitivas y conductuales para el manejo del nivel de actividad, estado emocional depresivo y pensamientos automáticos asociados (Técnicas cognitivas basadas en la búsqueda de evidencias para los pensamientos automáticos y Técnicas conductuales basadas en la programación gradual de actividades como vía de cambio de los pensamientos automáticos). Análisis de los supuestos personales. Tareas conductuales como “experimentos personales" para comprobar la validez de los supuestos personales.

 

Drogadependencia

“La característica esencial de la dependencia de sustancias consiste en un grupo de síntomas cognoscitivos, comportamentales y fisiológicos que indican que el individuo continúa consumiendo la sustancia, a pesar de la aparición de problemas significativos relacionados con ella”. Existe un patrón de repetida autoadministración que a menudo lleva a la tolerancia, la abstinencia y a una ingestión compulsiva de la sustancia”. Los síntomas se aplican a las distintas sustancias, aunque en algunas, pueden estar menos presentes o no aparecer. Cada sustancia presentará características particulares en el trastorno de dependencia, pero existen denominadores comunes que definen el trastorno. A los criterios mencionados debemos agregar la «necesidad irresistible» de consumo (craving), que se observa en la mayoría de los pacientes con dependencia de sustancias.

Trastornos en la infancia

Retraso mental

El retraso mental, también fue fuertemente desconsiderado por los desarrollo de la psicoterapia, y las más de las veces, tratado sólo como una problemática relacionada exclusivamente a la educación especial. No obstante, una comprensión más abarcativa del trastorno, que no lo reduzca a una medida de inteligencia como el CI (coeficiente intelectual), correlativa del prejuicioso concepto de edad mental, sino que, tome en cuanta, integralmente, las múltiples y diferentes áreas de vida de relación social afectadas, permite una perspectiva de recuperación en la mayoría de los casos que corresponden con esta población en particular. Ese modelo deja atrás la noción de edad mental, y trabaja con el modelo de análisis funcional, para el diseño y planificación de estrategias de intervención para cada área comprometida, tomada en particular. Abajo desarrollamos la caracterización diagnóstica del retraso mental, deteniéndonos en la mención de las actividades adaptativas funcionales comprometidas. Se caracteriza por una capacidad intelectual significativamente por debajo del promedio (un CI de aproximadamente 70 o inferior), con una edad de inicio anterior a los 18 años y déficit o insuficiencias concurrentes en la actividad adaptativa. Se presentan códigos separados según la gravedad, “leve, moderado, grave y profundo”. La capacidad intelectual es lo que se llama, inteligencia global o general y se expresa en un coeficiente intelectual CI, que resulta de pruebas de inteligencia estandarizadas.

Autismo

El autismo es un trastorno específico del grupo clínico de los trastornos generalizados del desarrollo. Durante mucho tiempo fue incomprendido y ligado a la metapsicología y la especulación psicoanalítica que lo ligaba a la psicosis infantil. En lo últimas décadas el trastorno recibió para su comprensión y tratamiento, los avances de la psicología del comportamiento y de la psicología del desarrollo de estructuras psicológicas. Es concebido como un trastorno generalizado del desarrollo, ocasionado por un compromiso temprano en los reguladores de la comunicación social. De este modo, el trastorno encuentra una forma razonable de intervención que permite su solución plena en un porcentaje alto y significativo de situaciones. Estos modelos, de primera línea de elección, correlacionan con funciones auxiliares técnicamente calificadas y no meros cuidadores y dadores de apoyo funcional.


 

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