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Racismo es la creencia en que un grupo humano es intelectual, psicológica o culturalmente inferior a otros. Este grupo percibido como inferior ha sido identificado a partir de ciertas características visibles en el fenotipo o en la cultura, que se generalizan como marcas de ese grupo y se interpretan como naturales y hereditarias. Esto trae aparejado la existencia de otro polo que pretende sostener una supuesta superioridad. Hay tres supuestos iniciales a partir de los que analizamos el racismo:
El racismo es un problema social e histórico que refiere a relaciones entre grupos y debe abordarse según el vínculo con el contexto histórico y social. Se distinguen tres periodos:
El primero a fines del siglo XIX con la ocupación del territorio en Argentina como política del desarrollo de la nación y el aporte inmigratorio como medio para llevarla adelante. En este periodo el inmigrante fue estigmatizado por sucio, ignorante y avaro.
El segundo en las décadas del treinta al cincuenta donde los prejuicios se centraron en las grandes migraciones internas producidas por la crisis del 30. Los términos eran aluvión zoológico y cabecitas negras.
El tercer periodo se da en la actualidad hacia la población que llega de las provincias y los grupos de migrantes de países vecinos.
El racismo es una construcción social porque no siempre tiene como bases interacciones concretas entendidas como las relaciones que se establecen ente los diferentes grupos, sino que también tiene como base las representaciones sociales son maneras de interpretar y pensar nuestra realidad cotidiana, orientan nuestra comprensión y nuestros comportamientos. Es la sociedad la que aporta los medios para categorizar a las personas, sectores sociales y sus atributos y así al encontrarnos con un extraño podemos ver en qué espacio o categoría lo ubicaremos y actuar en consecuencia.
El racismo es una justificación ideológica de relaciones socioeconómicas de poder y explotación de determinados grupos sobre otros. Por ejemplo en el siglo XIX con la teoría de darwinismo social se sostiene que la selección natural explica las desigualdades entre los individuos ya que los fuertes deben imponerse y los débiles desaparecer.
En el mundo feudal la preocupación era el hombre dotado de razón, este pensamiento se basara en la aspiración al control y dominio de la realidad y del hombre. El universo es concebido como una maquina en la que cada parte cumplirá su función.
Desde el siglo XVIII hasta el XIX la visión naturalista sostenía que las formas de vida eran resultado de la creación cada especie estaba representada por un tipo perfecto. Acá surge el debate entre monogenistas y poligenistas. Los monogenistas sostenían que el origen provenía de adán y Eva y que estos habrían degenerado en múltiples razas. Los poligenistas sostenían distintos orígenes para las diferentes razas y defendían la supremacía del blanco, tratando de evitar la cruza entre razas.
Darwin planteaba la existencia de un tipo ideal y los rasgos típicos en realidad eran resultado de adaptaciones al clima.
En la segunda mitad del siglo XIX surge la necesidad de obtener datos empíricos y observables con la craneometria y el coeficiente intelectual. La craneometria era el estudio de las medidas de los cráneos y su contenido, a mayor capacidad craneana mayor inteligencia pero que científicamente dejada de lado. El coeficiente intelectual por su parte creo una serie de pruebas que requerían razonamiento básico, el nivel intelectual se generaba de la edad mental y la edad cronológica real. Se afirmaba que el CI era parte de la naturaleza del hombre y era hereditario pero la habilidad para responder a estos test estaba dada por la cultura y la educación de la persona.
Hoy ya no se discute que toda la humanidad proviene de un tronco común y que las diferencias son solo fenotípicas (observables). Las teorías anteriores buscaban sostener la idea de la existencia de razas superiores, superioridad biológica, la legitimidad de procesos de dominación y los privilegios. Al demostrar la inexistencia de razas debería desaparecer el racismo.
Las identidades étnicas no son naturales, las posturas racistas construyeron visiones estigmatizadoras que atribuyen capacidades y conductas a los otros como marcas naturales que se heredan de padrea a hijos y que consideran irreversible. Cuando una persona construye una representación del otro ese otro a su vez responde a la imagen que se tiene de él.
El racismo según Wieviorka tiene diferentes líneas de abordaje;
Prejuicios: juicio que construye la realidad del otro de manera predeterminada, ideas construidas en torno a evidencias inadecuadas que son naturalizadas y son construcciones sociales históricas.
Discriminación: practica que impone al otro un trato diferenciado.
Segregación: mantener a un grupo racializado a distancia o delimitando los espacios donde habitan. Para algunos la segregación se esconde en el multiculturalismo que sostiene que la gente es diferente por tener culturas distintas.
Violencia: puede ser física, directa, indirecta o simbólica.
El mismo autor distingue cuatro niveles de racismo. El primer plano es el plano infrapolitico donde hay infrarracismo y racismo fragmentado y el segundo plano es el político con racismo político y total. En el infrarracismo los prejuicios y las prácticas se ocultan en el accionar cotidiano. El fragmentado es cuando hay ideas que lo refuerzan junto con grupos influyentes pero no hay políticas favorables. El racismo político es cuando pasa a ser el principio de acción de una fuerza política, se alcanza la instancia de institucionalización. El racismo total es cuando el mismo estado se organiza de acuerdo a las posiciones racistas mediante políticas y se pone al servicio de esta ideología.
Poder, racismo y exclusión
Las actividades económicas encarnadas por los europeos requerían contar con trabajadores indígenas. Para el comprador los esclavos no constituían más que instrumentos de producción, el sistema esclavista tuvo una base económica de la empresa exportadora.
En el siglo XVIII surge el movimiento de la ilustración a la par del triunfo burgués. Los pensadores del iluminismo continuaban la lógica europocentrista pero explicaron la diversidad como resultado de factores ambientales.
En el siglo XVIII se desarrollaron diferentes posiciones en torno al origen de los hombres, una posición era la monogenista que sostenía que los hombres eras descendientes de adán y Eva mientras que los poligenistas atribuyeron las diferencias raciales a actos de creación separados.
Luego de Darwin y su teoría evolucionista surge el darwinismo social en el siglo XIX que se fundaba en las ciencias naturales y analizaba a las sociedades como organismos vivos. Uno de los principales argumentos sostenidos fue que el valor de los grupos se puede determinar según la inteligencia, y así se desarrolla la craneometria.
En el siglo XIX se plantea la teoría de la recapitulación que sostiene que los individuos atraviesan una serie de estadios que corresponden a las formas adultas de sus antepasados y por lo tato todos los inferiores son como niños.
La teoría del criminal nato sostiene que se identificaba a un criminal por composición hereditaria y según su anatomía.
La eugenesia sostenía que las personas eminentes eran hijos de padres eminentes.
Los test de inteligencia buscaban diagnosticar que estudiantes necesitaban una escolarización especial y no entendían la inteligencia como una capacidad fija y heredable sino como una potencialidad.
A mediados del siglo XX se desarrolló el estudio de gemelos criados en ambientes distintos.
Tras la derrota de Alemania empezó a tener más peso la idea de que era necesaria una depuración biológica para que Alemania recuperara su gloria nacional. El resultado fue la instauración de una violencia institucionalizada.
Al finalizar la segunda guerra mundial se generó una actitud social muy poco a favor del desarrollo de discursos biologicistas.
En las sociedades de hoy complejas la diversidad entre grupos, sumado a los problemas sociales sin solución, se generan conflictos de identidad, anonimato y alienación que potencian la producción de imaginarios sociales plagados de prejuicios que tienen su origen sobre todo en las crecientes desigualdades de acceso a los servicios, al trabajo y al consumo.
El etnocentrismo es la buena opinión si se quiere de una cultura sobre si mima en comparación con otras, y la actitud hacia los otros puede ir desde un desinterés hasta el afán de hacer la guerra. Todo fenómeno racista supone etnocentrismo pero no todo etnocentrismo supone racismo. Ambas tienen como condición necesaria la puesta en contacto entre grupos diferentes que se potencia por el fenómeno de las migraciones. Por etnia o grupo étnico entendemos un grupo social capaz de reproducirse biológicamente, cuyo miembros se identifican entre su y por diferenciación con otros grupos del mismo tipo y por reconocer un origen común y compartir ciertos elementos culturales.
Otro punto son los prejuicios, son sistemas de valores que tienden a dar sentido a la acción humana de una manera simple y generalizadora. Una vez adquiridos se convierten en juicios poco susceptibles de modificación aun cuando la experiencia señale su falsedad. Estos responden a conflictos e intereses de grupos haciéndose más agudos en las sociedades estratificadas.
Foucault destaca el surgimiento, a fines del S XVI, de un nuevo discurso histórico político de la sociedad, que plantea que la guerra es una relación social permanente, la base de las instituciones y las relaciones de poder. Posteriormente, se retoma el discurso de la guerra de las razas en términos socio-biológicos connotados por el evolucionismo. Este discurso tendrá como fin el conservadurismo social y la dominación colonial. Se produce la idea de un desdoblamiento de una misma raza dentro del cuerpo social: en una súper-raza (la verdadera, vinculada al poder y la norma) y una contra-raza que amenaza al patrimonio biológico, no son concebidos como adversarios políticos, sino como peligros internos y externos para la población. En los siglos XVII y XVIII se desarrolló toda una serie de técnicas de poder centralizados en el cuerpo individual, a las que llama “tecnología disciplinaria del trabajo”, las disciplinas trabajaban solo sobre el individuo-cuerpo, como vigilancia y adiestramiento, por ejemplo: escuela, hospital y fabrica. En tanto, en la segunda mitad del S XVIII, se desarrolló una biopolítica de la especie humana. Objetos de saber y control de la biopolítica son las problemáticas referidas a la natalidad, mortalidad y longevidad, todo aplicado al ser humano como masa, haciéndolos objeto de un nuevo saber, de un control científico, en relación con toda una serie de cuestiones económicas y políticas. Trabaja con la población como problema biológico y de poder. Antes, el soberano tenía el derecho de “hacer morir o dejar vivir”, en el siglo XIX emerge un nuevo poder-derecho consistente en “hacer vivir o dejar morir”. La emergencia de un biopoder brindó las condiciones de existencia para la inscripción del racismo como un mecanismo de Estado. El racismo planteara que la muerte del otro, de la mala raza o inferior, es lo que hará que se viva más, se sea más fuerte. Desde el momento en que el Estado funciona sobre la base del biopoder, el accionar homicida del Estado solo puede ser asegurado por el racismo. El nazismo será el ejemplo extremo del desarrollo de los mecanismos de poder que empiezan a surgir en el siglo XVIII, ninguna sociedad fue más controladora, disciplinaria y aseguradora que la instaurada o proyectada por los nazis. El racismo legitima la función homicida del Estado, que no se constituye solo en el asesinato directo, sino también en lo que puede llevar a una muerte indirecta, es decir, favorecer los riesgos de muerte, o la muerte política
La dimensión subjetiva del prejuicio: a fines de la década del treinta se insinúa un desplazamiento en cuanto al foco de interés de los estudiosos que se centra en la teoría del prejuicio y que ira configurando un acercamiento psicosocial del racismo. El prejuicio no se agota en el análisis de las relaciones concretas entre blancos y negros. Sino que no es tan importante el contacto físico con los negros en comparación con la presencia en la sociedad de determinadas actitudes hacia ellos.
Hay que volverse por lo tanto hacia los portadores de prejuicios, viendo como sus dificultades individuales y sociales en la formación de la personalidad generan tensiones derivadas de privaciones y frustraciones de la infancia y de la vida adulta que se resuelven en una agresividad que no puede descargarse en su grupo de pertenencia. Este es el chivo expiatorio, el grupo depositario de todo lo negativo y de todos los males de la sociedad.
Esta tendencia a considerar y analizar al racismo a partir del agente racista hace que cobre sentido el interés de profundizar en la interioridad del individuo, buscando en la conformación de su personalidad aquellas características que nos expliquen por qué determinados individuos son más proclives que otros a adoptar el ideario racista.
Se produce aquí una disociación entre dos clases de fenómenos: los que remiten al sistema social y los que se refieren al actor racista, poniendo el foco de interés en este último, siendo las relaciones sociales y el entorno cultural condiciones que favorecen o no al desarrollo de la personalidad autoritaria. Algunos autores sostienen que estas conductas se basarían en el miedo y en la competencia por recursos materiales o simbólicos. En Memmi el comportamiento de rechazo agresivo y aterrorizado del prójimo lo denomina heterofobia. Esto no constituye racismo, el discurso racista utilizara esta actitud potencial encauzándola hacia una clase de heterofobia que se valdría del miedo a la diferencia biológica y racial para justificar agresiones y privilegios. El racista no ve al oteo, no quiere mirarlo, le niega su humanidad pero paradójicamente le otorga una presencia molesta que le hace responsable de todos los males.
Globalización, un acercamiento a la discusión
Este proceso histórico y social del que habla lanni es parte de la propia lógica del sistema capitalista, es un proceso que se diferencia de otras etapas por el acelerado cambio tecnológico de los últimos años. Se diferencia por los avances que se registraron en la expansión geográfica del capitalismo como principio organizativo de sociedades y economías de todo el mundo y por el proceso de mercantilización en la vida social.
La expansión del capitalismo dio origen a fines del siglo XIX y hasta mitad del siglo XX al imperialismo. Una fase del capitalismo caracterizada por la expansión de las economías liberales en las que los estados nacionales centraba su política en la reproducción del mercado nacional.
En estos tiempos de la globalización la economía implico la liberación del capital productivo y financiero. En este contexto el concepto de globalización se aplica a la producción, distribución y consumo de bienes a partir de una estrategia mundial. Esto por un lado libera el capital para que circule sin trabas pero por el otro restringe los mercados de trabajo.
Una postura ve a la globalización como un proceso de transformación en el capitalismo a través de cambios que se dan en un orden internacional. En dicho orden internacional los estados se representan en organizaciones mundiales que sostienen acuerdos. Esta línea de pensamiento sostiene que este sistema es irreversible y se autorregula u por lo tanto todos deben acomodarse a él.
Otra perspectiva más crítica ve a la globalización como parte de un proceso histórico a largo plazo, un avance más en la expansión del capitalismo. No lo entienden como algo nuevo sino que para ellos el cambio constante es la forma que encuentra el capitalismo para resolver transitoriamente sus contradicciones. Por otro lado esta corriente sostiene que la liberación solo se dio en los mercados capitales mientras que en los mercados laborales son todavía más regulados. La segmentación laboral contribuye a profundizar las diferencias y desigualdades económicas sociales.
La postura crítica sostiene la idea de desnaturalización de lo naturalizado. El mayor logro del capitalismo es haber naturalizado el sistema logrando así que este no se discuta y se pueda relacionar la globalización con las lógicas de expansión del capitalismo. Es trabajo del pensamiento crítico ubicar este sistema en su contexto correcto.
Parte de este proceso de globalización son la transnacionalización de las relaciones sociales, el retroceso de los estados nacionales como creadores de políticas económicas, daños ecológicos, la mayor polarización en la distribución de riquezas, los conflictos transculturales y a veces la exclusión.
Otra de las cuestiones que analizan los teóricos son las transformaciones a nivel local. Ocurre una tendencia a la homogeneización de la cultura por medio de los medios de comunicación, que impone una cultura a través de una mercadotecnia que genera hábitos homogéneos en la gente e iguales para todo el mundo (macdonalización). Otros plantean que los sujetos son activos y productores de su propia realidad, las culturas locales ven a lo global como contrarios en unidad. Como una contradicción para lo global.
En definitiva no existe una distribución equitativa e actores económicos y sociales homogéneos, más bien existen asimetrías vinculadas a la concentración de riquezas, tecnología y poder. La separación formal entre las esferas económicas y política característica del capitalismo creo lo que se percibe como un estado neutral que no interviene en los enfrentamientos entre capital y mano de obra. El estado es una herramienta del capital que usa para imponer sus políticas.
Pero lo que nos interesa es que la globalización acarrea problemas que tienen que ver con las interacciones que se producen en el encuentro entre dos o más actores sociales que provienen de distintas formas de ver el mundo, cuestiones que tienen que ver con el encuentro con el otro. El otro es el que esta fuera de mi grupo que a la vez determina mi propia identidad como grupo al reafirmar los valores que comparto con mi grupo. Esta necesidad de conocer al otro dio origen a la antropología.
Una de las cuestiones que estudia la antropología es la masculinidad del hombre y el efecto de la globalización sobre esta. La autora sostiene que la identidad masculina del hombre se va perdiendo gracias a que la lógica capitalista le ha otorgado a la mujer muchos más espacios y responsabilidades que los que histórica y socialmente tenia por lo tanto la mujer comienza a desplazar al hombre de su rol de proveedor. Esto produce que las bases que sustentaban esta masculinidad e imagen o construcción social del rol del hombre en la vida comiencen a deteriorarse.
Emergentes de inseguridades en Saavedra-Barrio Mitre de Horacio R. Sabarots
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