Altillo.com > Exámenes > UBA - CBC > Psicología
Psicología | Monografía | Cultura, Lenguaje y Psicoanálisis | Cát: Scaglia | Prof: López | Sede Merlo | Altillo.com |
En este trabajo de investigación se reunió material pertinente apuntando a analizar los conceptos de cultura, lenguaje y psicoanálisis.
Desarrollo
La cultura como factor universal implica el simbolismo del
lenguaje. Establecemos que el lenguaje es instrumento de comunicación, y que el
comportamiento de éste admite una descripción conductista en términos de
estímulo y respuesta, en donde se concluye el carácter mediato e instrumental
del lenguaje. Si aceptamos que el discurso es el lenguaje puesto en acción, la
eficacia del simbolismo en la constitución de la realidad del hombre se torna
innegable. Y la cultura no es una mera variable de estas cuestiones. Las
diferentes culturas abstraen y generalizan en forma diferente, perciben y
organizan de diferente manera: cada una de ellas compone y constituye su propia
realidad. Es precisamente en la relación entre el símbolo, específicamente el
lingüístico, y la cultura, género de la conducta, donde proponemos hacer
hincapié, apelando con necesidad a la psicología.
Para empezar, aclararemos el concepto de lenguaje. La definición
paradigmática dice que es “un medio de comunicación entre los seres humanos
por medio de los signos orales y escritos que poseen un significado”. En un
sentido más amplio, se llama lenguaje a cualquier procedimiento que sirva para
comunicarse. Para unificar estas dos propuestas y evitar confusiones, es
conveniente enumerar los siete rasgos que, según las investigaciones
lingüísticas, diferencian a la comunicación humana de la comunicación
animal. Estas son:
1- El lenguaje humano posee dos sistemas gramaticales independientes aunque interrelacionados: el oral y el gestual.
2- Siempre comunica cosas nuevas.
3- El lenguaje humano distingue entre el contenido y la forma que toma el contenido.
4- En la comunicación humana lo que se habla es intercambiable con lo que se escucha.
5- El lenguaje humano se emplea con fines específicos: detrás de lo que se comunica hay una intención.
6- Lo que se comunica puede referirse tanto al pasado como al futuro.
7- Los niños aprenden el lenguaje de los adultos, es decir, se transmite de generación en generación.
Cabe aclarar que las recientes investigaciones sobre los primates
demuestran que muchos de estos rasgos no son exclusivamente humanos. No
obstante, se puede decir que aunque el lenguaje entendido como sistema de
comunicación no sea exclusivamente humano, el lenguaje humano posee
características particulares.
Y aquí podríamos aprovechar lo particular para adentrarnos en la
noción de cultura. Antes que nada, hay que decir que se manejan dos versiones
de ella. Por un lado la imagen vulgar de Occidente que la reduce a un
virtuosismo o a un grado de instrucción logrado en alguna disciplina estética.
“Borges era un hombre muy culto”, “en los barrios no hay cultura”, “los
villeros son incultos”, son todas proposiciones que responden a esta visión
sintética. Por el otro lado, nos encontramos con una visión amplia, que
relaciona lo universal con lo cultural. Decimos entonces, que todos los hombres
tienen cultura. La UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la
educación, la ciencia y la cultura) adopta esta última, una perspectiva
socio-antropológica que abarca los rasgos concretos de pueblos enteros, como
los modos de vida y producción, los sistemas de valores, las opiniones, las
creencias, etc. Se desprenden también tres aspectos claves que Mariano Garreta
enuncia en su libro “La trama cultural”: la cultura como factor universal,
como evidencia de organización y como producto de la capacidad creativa del
hombre.
Pero, ¿cómo se relacionan concretamente cultura y lenguaje? Un ejemplo
de esta interacción puede vislumbrarse cuando entramos en el terreno de la
identidad cultural. Ésta es el punto de partida tanto de la construcción de
los grupos como de la diferenciación respecto de otros, lo que se pone en
evidencia al notar que los lenguajes no sólo hacen posible la comunicación,
sino que también la dificultan y la limitan.
Han habido diversas propuestas de lenguajes internacionales con el fin de
resolver los problemas de comunicación, que se dan en la enorme diversidad
lingüística mundial. Las denominadas lenguas de amplia difusión -francés,
inglés-, y los idiomas artificiales como el esperanto y el LOGLAND -un lenguaje
lógico desprovisto de connotaciones culturales- no han podido sortear los
obstáculos. Sin embargo, aún si tuviera éxito el empleo de una determinada
lengua internacional, no habría forma de evitar problemas comunicativos, ya que
aparecerían cambios como los que han ocurrido en todas las lenguas. Esto nos da
la pauta de la firme unión entre cosmovisión y lengua.
También es válido hablar de la violencia en el lenguaje, presente
muchas veces en grupos escolares o laborales. Hablamos de conductas abusivas que
se manifiestan en comportamientos, palabras, actos, gestos y escritos que
atentan contra la integridad de un individuo. Dichas manifestaciones suelen ser
avaladas por un contexto social. En el caso de la violencia ente varones, la
representación de una masculinidad identificada con la violencia misma suele
ser el marco en que se genera.
Ivonne Bordelois, en un artículo para el diario La Nación, relaciona
también la violencia verbal con la reducción del vocabulario. Ella ve al
lenguaje como un bien subversivo, porque es gratuito, solidario e inagotable, y
porque en él reside la raíz de toda crítica. Considera que para un sistema
consumista como el que nos tiraniza, es indispensable la reducción del
vocabulario y la exclusión de matices, y lo expone claramente:
“El lenguaje congrega y comunica, la violencia obtura y destruye. Cuando la violencia se apodera del lenguaje tenemos la repetición compulsiva del insulto -nuestro sempiterno boludo- la blasfemia de la agresión sexual -hijo de puta- el incesto verbal -go fuck your mother-. Cuando es el lenguaje quien se apodera de la violencia tenemos a Esquilo, a Shakespeare, a Quevedo, a Isaías, a Cristo: la maldición sacra, el exorcismo necesario, la expulsión de los demonios íntimos y sociales.”
Nuevamente, en estas tensiones entre la cultura y el lenguaje,
inferimos las sólidas conexiones existentes entre ambos.
En cuanto a la relación del lenguaje con el psicoanálisis, dice Emile
Benveniste, en su libro “Problemas de la lingüística general”: “Todos
los caracteres del lenguaje, su naturaleza inmaterial, su funcionamiento
simbólico, su ajuste articulado, el hecho de que posea contenido, bastan ya
para tomar sospechosa esta asimilación a un instrumento, que tiende a disociar
del hombre la propiedad del lenguaje. Ni cabe duda que en la práctica cotidiana
la palabra parece así asumir una función instrumental o vehicular que estamos
prontos a hipostatizar en “objeto”. Pero una vez más, tal papel toca a la
palabra...”
Es en y por el lenguaje como el hombre se constituye como “sujeto”,
porque el sólo lenguaje funda en realidad, en su realidad que es la del “ser”.
El fundamento de la subjetividad está en el ejercicio de la lengua. Por esto el
lenguaje (que incluye a la lengua), está organizado de tal forma que permite a
cada locutor “apropiarse” la lengua.
En el marco del discurso, la lengua, asumida por el hombre que habla y en
la condición de intersubjetividad, es la única que hace posible la
comunicación lingüística.
En el psicoanálisis, el analista opera sobre lo que el sujeto le dice.
Lo considera en los discursos de éste, lo examina en su comportamiento
locutorio “fabulador”, y a través de estos discursos se configura
lentamente para él otro discurso que le tocará al analista explicitar, el del
complejo inmerso en el inconsciente. De sacar a la luz tal complejo depende el
éxito de la cura.
Aquí el proceso del intercambio entre el inconsciente del paciente y el
inconsciente del analista está mediado por el lenguaje.
Todo indica aquí el advenimiento de una ciencia que hace del lenguaje su
campo de acción y el instrumento privilegiado de su eficacia.
Dice el doctor Jacques Lacan: “... sus medios son los de la palabra
en tanto que ésta confiere a las funciones del individuo en sentido; su dominio
es el discurso concreto, en tanto que la realidad transindividual del sujeto,
sus operaciones son las de la historia en tanto que constituye la emergencia de
la verdad en lo real ...”
Freud también establece que el sujeto se sirve de la palabra y del
discurso para representarse él mismo, tal como quiere verse, tal como llama al
“Otro” a verificarlo.
El que habla de sí mismo instala al otro en sí y de esta suerte se
capta a sí mismo, se confronta, se instaura tal como aspira a ser y finalmente
se historiza en esta historia incompleta o falsificada.
De modo que aquí el lenguaje es utilizado como palabra, convertido en
esta expresión de la subjetividad apremiante que forma la condición del
diálogo. La lengua suministra el instrumento de un discurso en donde la
personalidad del sujeto se libera y se crea, alcanza al otro y se hace reconocer
por él. Ahora, la lengua es estructura socializada.
Más allá del simbolismo del lenguaje con sus reglas, su sintaxis, a
partir del lenguaje se percibirá en el sujeto el simbolismo específico que se
constituirá, a despecho del sujeto, tanto a partir de lo que se omite como de
lo que se enuncia. Y en la historia en que el sujeto se coloca, el analista
provocará la emergencia de otra historia, que explicará y remitirá en las
estructuras profundas del psiquismo del sujeto.
Conclusiones finales
Para concluir, podemos decir que el psicoanálisis se funda en
una teoría del símbolo, y que el lenguaje no es más que simbolismo. Pero por
otro lado, no se niega el carácter complejo y fecundo del lenguaje; ése que
precisamente garantiza su poder. Quizá el mejor ejemplo de lo que estamos
hablando sea la poesía, en donde la palabra no sólo posee significado, sino
también poder corporal. Encontramos poderes musicales e irracionales en la
lengua, allí donde las palabras no son referencia sino presencia. Las lenguas,
no sólo se “emplean”, no son sólo valores de comunicación, expresión
corporal o uso colectivo: llevan “marcas” culturales, psicológicas e
históricas, son el depósito de la memoria colectiva y de la identidad de los
pueblos, son fuente de la poética y de la crítica. Por lo tanto, la lengua no
es simplemente un instrumento, sino un proceso que ampliamente nos trasciende
como sujetos culturales.
Bibliografía utilizada
- “El lenguaje en el descubrimiento freudiano”. Emile Benveniste.
- Lingüística General. París 1936. Roman Jakobson.
- “De la subjetividad en el lenguaje”. Capítulo del libro Problemas de lingüística general.
- “Lo público y lo privado”. Charles Melman. Conferencia en la Universidad Nacional de Colombia (02/2002).
- “Lenguaje”. Enciclopedia Microsoft Encarta ´99
- “Violencia entre varones. Violencia intragénero”. Lic. Irene Fridman.
- “La trama cultural”. Mariano Garreta.
- “Violencia y lenguaje”. Ivonne Bordelois. Para el diario La Nación (2002).
- “El hombre universal nunca existió”. Héctor Vázquez. Para el diario Clarín. (1997)