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Semiología | 1° Parcial Con Respuestas | Cátedra: Arnoux | 2° Cuat. 2006 | Altillo.com |
1)
a- ¿Cuales son los argumentos con los que Saussure justifica que el signo es
inmutable?
b- ¿Por que Saussure afirma que no es contradictorio decir que el signo cambie?
2)
a- Explique cuales con, de acuerdo don Benveniste, los puntos de apoyo para que
la subjetividad en el lenguaje se haga visible.
3) Defina los conceptos de mundo comentado y mundo narrado y explique como
funcionan en el texto que se reproduce a continuacion. (la profesora dijo que
tengamos en cuenta, al hablar de la funcion del mundo narrado en el texto, la
nocion de presente historico).
4) Defina la nocion de modalidad de enunciacion, mencione que modalidad de
enunciacion domiba en el texto que se trancribe a continuacion y explique que
relacion establece el enunciador con el enunciatario a partir de dicha
modalidad.
1) Agua, de Verónica Chen, es una película sobre desplazamientos.
Fundamentalmente los de Goyo (el parco y ajustado Rafael Ferro, de "El tiempo no
para"), desde el árido paisaje sanjuanino –caracterizado por la falta de agua– a
la pileta del club de su Santa Fe natal, y los del Chino (Nicolás Mateo, de
Nadar solo), que van de la juventud a la madurez, de la responsabilidad
doméstica precoz al desarrollo individualista y solitario de una vocación. La
película empieza cuando el primero emprende la vuelta de esa especie de exilio
que se impuso tras haber ganado la carrera de natación más importante de su vida
y ser inmediatamente descalificado por el uso de una sustancia que según el
reglamento estaba prohibida. Su regreso persigue un doble objetivo: recuperar a
una mujer (Gloria Carrá) y a su hija, y ganar de nuevo el maratón acuático para
volver a sentirse en carrera. El Chino, nadador también, duda entre dedicarse
por entero a ese deporte o largar todo para mantener a su mujer embarazada
repartiendo reses. Pero, como dice un personaje circunstancial, “el Chino, fuera
del agua, boquea”, se muere, languidece. Igual que Goyo desde que perdiera su
título y se refugiara, solo, en el más seco desierto.
2) Subsidiarios a estos derroteros hay otros dos, femeninos y relegados al
quehacer de esos hombres incompletos. De alguna manera, el agua está siempre
desplazando a Jimena y Leonora a un segundo plano, (...) Jimena decidirá dejar
al Chino en vísperas del parto y la otra deambulará alrededor de Goyo sin
conseguir otra cosa que ser una sombra desvaída o un retazo de consuelo cuando
éste se da cuenta que el pasado es tan irreversible como la corriente del río
marrón en el que nada todas las madrugadas. Demasiado poco para unos personajes
encarnados por un par de mujeres, Jimena Anganuzzi (Una de dos) y Leonora
Balcarce, cuya sola presencia es dueña de un espesor y consistencia únicos,
capaces de darle relieve a personajes tan opacos y laterales como los que les
tocaron en suerte, pero cuya breve aparición alcanza para enfatizar el
solipsismo amoroso de esos protagonistas masculinos en continuo y errático
tránsito.
3) Cada vez que la cámara da cuenta de esos viajes, de esa deriva, de esos
desplazamientos tanto físicos como mentales, Agua consigue ser una película
fascinante, libre, hipnótica. Nos instala en un mundo paralelo al real y
autosuficiente, elemental y complejo a la vez, hecho de travellings tersos,
imágenes acuáticas, pulso de siesta amniótica, tensión vacuna, rápidos de
chicharra y transcurrir de carreteras. Verónica Chen prueba con Agua que es
capaz de transmitir el placer de las formas e imprimir en el plano el tiempo y
la materia de los objetos de manera original, propia. Por eso su mayor pecado es
el de interrumpir el desenvolvimiento total de ese proceso (impidiendo que fluya
sin obstáculos) al vincular ese mundo fascinante de la ficción con el de la
realidad representada mediante algunas convenciones del realismo.
4) Hay dos secuencias que evidencian esto: la del maratón y la del encuentro
entre Goyo y Leonora en la pieza del hotel una vez que la carrera ha terminado.
(...)
5) A la película, entonces, le pasa lo que al Chino en un principio: en vez de
nadar, son muchas las veces en las que camina por el fondo de la pileta. No
consigue abstraerse por completo del mundo exterior y las preocupaciones
cotidianas. (...) No se deja llevar. No se entrega de principio a fin a esa
corriente que ha sabido generar por sí misma y cuyo impulso, de ser observado
hasta las últimas consecuencias, la hubiera puesto en un lugar radicalmente
distinto a cualquier otro dentro del cine nacional. Queda el surco en el agua,
la estela del estilo de Verónica Chen que ha de seguir salpicándonos desde
muchas de estas imágenes, y desde las que vendrán.