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Resumen de Semiología – 1º parcial.
Saussure.
“Curso de lingüística general” (1916). Obra fundamental en su aporte a la lingüística como ciencia, que consiste en citas sobre sus alumnos. No participó de su edición. Para él, la lengua es un sistema de signos, lo plantea como el más importante. Saussure formula en tres puntos programáticos la tarea de la lingüística:
Lengua y habla.
El lenguaje pertenece a la vez al dominio social (lengua) y al dominio individual (habla). La lengua es el conjunto de convenciones, las uniones de determinadas formas de sonidos con determinadas ideas. Sin un sujeto llega a un país donde se habla una lengua que desconoce, escuchara los sonidos que producen las personas que hablan pero no comprenderá nada, quedará fuera del hecho lingüístico, es decir, fuera del hecho social que es la lengua.. La lengua es de naturaleza social, es una institución social como otras, pero se diferencia en que ningún hablante es dueño de ella ni puede ejercer sobre ella su voluntad, ningún grupo puede atribuirse autoridad sobre ella; es cosa adquirida, es transmitida de generación en generación sin modificarla. Su modo de existencia es la tradición. La lengua es el conjunto de signos, de asociaciones de sonidos e ideas. Se ubica en el cerebro, allí donde una idea se asocia con una serie de sonidos y viceversa; es puramente mental, psíquica. Debe tenerse en cuenta que la lengua no se encuentra completa en la mente de ningún hablante, sino en el conjunto de la sociedad. Saussure construye el objeto de estudio de la lingüística de acuerdo a los requerimientos del positivismo:
El habla es el uso individual de la lengua: cada vez que un sujeto habla realiza una combinación particular de los signos de la lengua, produce los sonidos de la lengua de una forma particular (nadie puede pronunciar dos veces una palabra exactamente de la misma manera), y realiza un acto individual de inteligencia y voluntad. La definición del habla implica la definición de la lengua: no se la puede considerar de forma independiente, no puede ser separada de los otros elementos del lenguaje. El habla es heterogénea, implica procesos físicos (sonidos producidos), psicofísicos (órdenes motrices y movimientos del aparato fonador) y mentales (combinación de signos, intención, voluntad, inteligencia, etc.). El habla no puede ser sistematizada.
Ambos aspectos del lenguaje son indisociables, la una no existe sin la otra. La lengua es a la vez el producto del habla de los individuos de una sociedad y la condición necesaria para que los individuos hablen. La lengua está antes y después del habla, el habla está antes y después de la lengua. De este modo Saussure plantea la imposibilidad de dar cuenta al origen del lenguaje.
El signo lingüístico.
Lo que el signo une no es una palabra y una cosa, sino una imagen acústica y un concepto. El concepto no recibe una explicación mayor, es simplemente una porción de pensamiento. La imagen acústica permite establecer una entidad estable frente a la variabilidad de los sonidos producidos por sujetos hablantes. La imagen acústica no es el sonido mismo, pero tampoco es en sentido estricto la impresión que producen los sonidos en nuestros sentidos. La palabra “imagen” tiene en Saussure el sentido de registro de una forma, y el adjetivo “acústica” indica que esa forma se refiere a los sonidos que los sujetos producen y escuchan. Saussure propone reemplazar el término concepto por el término significado, el términoimagen acústica por significante y designar signo a la totalidad formada por la unión de significado y significante.
Las cuatro características del signo lingüístico.
Arbitrariedad: Una idea puede ser expresada arbitrariamente por cualquier serie de sonidos, el hecho de que las diferentes lenguas expresen ideas similares mediante sonidos completamente distintos dan cuenta de este hecho.
Linealidad: El significante, al ser de naturaleza auditiva, se desenvuelve únicamente en el tiempo. Los sonidos suceden uno después del otro en el tiempo (no podemos producir con nuestro sistema fonador más que un sonido por vez), es decir, se desarrollan linealmente formando una cadena.
Inmutabilidad: Los signos resisten a todo intento de sustitución, de cambio. La lengua es estable, es siempre igual a ella misma y no puede, ni necesita, ser modificada.
Mutabilidad: Las lenguas se van transformando a lo largo de la historia, la lengua cambia. La lengua es mutable porque la historia es siempre cambio; la lengua está sujeta a las variaciones que su uso continuo a lo largo del tiempo va produciendo. La lengua cambia porque los sujetos hablantes la conservan, siempre es la fidelidad a lo viejo lo que va produciendo las trasformaciones de la lengua. La incorporación de “trucho” no hizo desaparecer de la lengua a “falso”, sino que se ubicó junto a ella para expresar una nueva valoración social. Las transformaciones no se peden anticipar ni pueden ser percibidas en el momento en que ocurren, deben perpetuarse en el tiempo mediante la transmisión de generación en generación.
El valor del signo.
Sin los significantes, los significados sólo serían ideas confusas e indiferenciadas. Si se estudian los sonidos por sí mismos se hace fonología pura y si se estudian los pensamientos por sí mismos se hace psicología pura. La lingüística sólo es posible centrándose en la relación que vincula estos dos órdenes de cosas: en el sistema de la lengua. Los signos son valores y su forma de existencia se basa en las relaciones que establece con lo que lo rodea. Los valores sólo se establecen por medio de relaciones, por su comparación con los otros elementos del sistema. Los valores tienen una forma de existencia distinta a la existencia material; un caballo de ajedrez es un caballo de ajedrez por sus relaciones con las otras fichas del juego, su materialidad puede ser cualquiera mientras siga diferenciándose del resto: se puede reemplazar una pieza que se haya perdido con cualquier elemento, un botón, un pedazo de madera, etc., mientras se conserve su diferencia con las otras piezas y se puedan establecer las relaciones que lo vinculan con el resto de las piezas del juego. Su forma de existencia no es la de la sustancia material sino la del valor.
Sincronía y diacronía.
Cuando el lingüista vincula históricamente dos lenguas realiza una operación compleja. En principio sólo se trata de establecer cómo una lengua deriva de la otra, pero para que esto sea posible debe contar con descripciones de las dos lenguas que compara. De esta manera, Saussure define dos formas de hacer lingüística: una de ellas, que denomina lingüística sincrónica o estática, que consiste en establecer el sistema de la lengua en un momento determinado: qué relaciones mantienen los signos entre sí mismos en determinado momento, sin considerar su historia. La otra forma de hacer lingüística, que denomina diacrónica o evolutiva, consiste en establecer las leyes de los cambios que han hecho pasar de un determinado estado de la lengua a otro. La lingüística diacrónica no estudia las lenguas en sí misma sino los acontecimientos capaces de transformarla.
Las relaciones entre los signos.
Hay dos formas en que los sujetos establecen relaciones entre los signos: produciendo encadenamientos entre ellos, lo que Saussure denomina relaciones sintagmáticas; o asociándolos en grupos o clases dentro de la mente, lo que denomina relaciones asociativas o paradigmáticas.
Relaciones sintagmáticas: los signos se encadenan uno detrás de otro debido al carácter lineal del significante. Saussure denomina sintagma a la combinación de dos a más signos producida en un acto de habla. Los sintagmas son generalmente oraciones, pero una palabra compuesta ya constituye un sintagma. Las características de las relaciones que mantienen los signos en los sintagmas son:
Relaciones asociativas o paradigmáticas: Todo sujeto hablante busca mentalmente los signos con los que va a producir su discurso; del mismo modo comprender un término de un discurso implica asociarlo mentalmente a otros que están ausentes del sintagma. En ambos casos se trata de relaciones que se establecen en la mente. Las relaciones asociativas poseen las siguientes características:
El término “paradigmáticas” como alternativa para “asociativas” se debe a que las asociaciones entre los signos constituyen los paradigmas de la
lengua, es decir, el conjunto de regularidades que la organizan. La noción de paradigma da cuenta de que los agrupamientos posibles se organizan en
series que responden a distintas relaciones de similitud y diferencia. Cada signo está atravesado, constituido por el cruce de varios paradigmas de la
lengua.
Chomsky.
Investigador de lingüística más importante del siglo XIX. Crítico de la política de Estados Unidos, postura anarquista. Participó en foros. Para él, la lengua es parte de la ciencia lingüística.
Al centrarse en los procesos mentales del leguaje, Chomsky puso en primer plano la mente humana como objeto de investigación y, a la vez, encaminó la investigación lingüística dentro del modelo ciencia actualmente vigente en las ciencias naturales.
Competencia lingüística.
(Conocimiento que el hablante-oyente tiene sobre su lengua). Diferente al estructuralismo saussuriano ya que estaba profundamente influenciado por el conductismo. De acuerdo a los principios del conductismo, toda conducta puede ser explicada mediante mecanismos de estímulo y respuesta y el lenguaje no escapa a este principio. Chomsky por un lado va a cuestionar la visión conductista del hombre y por otro lado va a criticar el carácter puramente descriptivo de los estudios estructuralistas sobre la lengua. El uso normal del lenguaje implica la novedad y el no hábito, de hecho, la producción lingüística no está determinada por estímulos externos, ante cualquier situación el sujeto hablante puede generar una respuesta verbal novedosa. Chomsky denomina esta característica del lenguaje humano el uso creativo del lenguaje.
En las ciencias llamadas “duras” (física, química) podemos caracterizar el falsacionismo popperiano: el científico parte de una serie de supuestos y formula hipótesis en relación al problema que está considerando, luego establece alguna forma de falsear esa hipótesis. Si la hipótesis se mantiene en pie, continúa esa vía de investigación; si no, realiza las correcciones pertinentes. Lo que Chomsky trata de investigar es una capacidad de la mente humana, su capacidad para entender y producir oraciones. El objeto de estudio de la lingüística, por lo tanto, ya no se define como un objeto externo al individuo (por ejemplo, como define Saussure la lengua), sino como la capacidad potencial que tiene todo sujeto hablante de una lengua de interpretar y producir el conjunto potencialmente infinito de oraciones pertinentes a esa lengua. Lengua interna: capacidad de la mente de producir oraciones; lengua externa: las manifestaciones concretas de esa capacidad. A la capacidad de producir y entender oraciones de una lengua, Chomsky la denomina competencia lingüística y a la puesta en acción de esa capacidad potencial, al desempeño lingüístico efectivo, actuación.
La competencia se define en términos de las capacidades de un hablante-oyente ideal en una comunidad lingüística homogénea, es decir, una comunidad de sujetos que hablan y saben exactamente lo mismo. Define la lengua como el conjunto potencialmente infinito de oraciones que un hablante-oyente ideal estaría en condiciones de producir o de interpretar. Las oraciones producidas efectivamente deben cumplir con ciertos requisitos gramaticales, semánticos y fonéticos, la violación de alguno o algunos de estos requisitos determinan su grado de aceptabilidad.
Competencia gramatical.
Se trata de una lingüística donde la noción de signo no se plantea, de hecho el signo saussuriano aparece distribuido en componentes distintos de la competencia lingüística: por un lado, una competencia fonética que establece las formas de combinación de los sonidos; por el otro, un componente semántico que da cuenta del sentido; y, por otro lado, la competencia gramatical que estructura oraciones.
Gramática generativa.
Chomsky asegura que si los sujetos pueden generar infinitas oraciones nuevas es porque en sus mentes hay un sistema capaz de generar todos los miembros de ese conjunto, y no porque tengan acumulados, registrados uno por uno, todos los miembros del conjunto. De allí el nombre que recibió esta corriente teórica: la gramática generativa. La gramática puede ser entendida entonces como un sistema de principios que genera el conjunto de las oraciones de la lengua y que está en la mente de los sujetos hablantes. La tarea de la lingüística es, entonces, la de determinar esos principios y explicar las habilidades lingüísticas de los hablantes.
Adquisición del lenguaje.
La facultad del lenguaje es una propiedad de la especie humana, todos los seres humanos nacen con la capacidad potencial de adquirir una lengua. El
proceso de adquisición de la lengua además se produce en condiciones realmente sorprendentes, por un lado no hay una enseñanza metódica sobre la
lengua, no se le dice al niño las oraciones se construyen así o asá, esta palabra es un sustantivo aquella otra un verbo, el niño adquiere la lengua
sin un adiestramiento específico; por otro lado, los estímulos a partir de los cuales los niños adquieren la lengua son pobres y confusos: fragmentos
de conversaciones cotidianas donde se entremezclan frases inconclusas, errores gramaticales, diversidad de formas de hablar, y sin embargo la
adquisición es relativamente uniforme para todos los niños; a todo esto debe sumarse el hecho de que la gramática de una lengua es sumamente complicada
y que la adquisición de esa gramática se produce sin explicaciones al respecto. La explicación más razonable sobre cómo un niño de tres años logra
comprender y producir oraciones de su lengua materna con gran fluidez y precisión, es suponer que la adquisición del lenguaje forma parte de su
desarrollo biológico, es decir que así como su cuerpo desarrolla los dientes, su cerebro internaliza la lengua que se hable en su entorno, es decir,
desarrolla su competencia lingüística. Chomsky postula así su hipótesis de la gramática universal (GU). La GU son los principios gramaticales
universales a los que toda lengua humana se ajusta, y forma parte del bagaje biológico humano. Cuando Chomsky postula el carácter innato de la facultad
del lenguaje no está postulando que los niños nacen hablando o con la gramática de alguna lengua particular ya instalada en sus mentes; sino que vienen
ya diseñados genéticamente para adquirir cualquier lengua particular y que ese diseño genético debe contener unos principios universales sobre las
lenguas humanas: la GU. La GU de la mente-cerebro del niño procesa los datos que le llegan del exterior y produce como resultado la gramática interna
del niño de esa lengua particular, o sea, su competencia lingüística.
Etnografía del habla.
Surge durante la década del sesenta, a partir de los trabajos de Dell Hymes y John Gumperz, centrados en el estudio del habla. Los etnógrafos del habla se ocupan de la competencia y la actuación, la gramática más los usos y pautas comunicativas de una comunidad determinada. El objeto de estudio es, entonces, el habla entendida como los usos (distintos en cada cultura) de la lengua en el desarrollo de la vida social. La unidad mínima de análisis es el acto de habla. Para su abordaje, es indispensable considerar sus componentes:
Los actos de habla (preguntar, negar, ordenar) se articulan en eventos de habla, que consisten en actividades gobernadas por reglas o normas para el uso (por ejemplo, una conversación, una narración, una conferencia). Los eventos de habla corresponden a una determinada situación de habla o situación comunicativa (una clase, una fiesta, un velorio son situaciones de habla). Un mismo tipo de acto de habla puede tener lugar en diferentes eventos de habla, y un mismo tipo de evento de habla, en diferentes contextos de situación. Así, un chiste puede aparecer en una conversación privada entre dos alumnos pero podría también surgir en la exposición del docente frente a la clase o en una conferencia que este diera en un congreso. A su vez, la conversación privada puede darse en una clase, en una fiesta o en una ceremonia religiosa. Hymes: el objetivo de la etnografía del habla es focalizar en los modos de hablar, los diversos usos y funciones del repertorio lingüístico de un grupo, para profundizar la reflexión sobre la relación entre lengua, cultura, sociedad e individuo.
Competencia comunicativa.
Un grupo de hablantes es considerado una comunidad de habla cuando sus integrantes comparten el conocimiento de las opciones y las restricciones
comunicativas de una serie de situaciones sociales, es decir, poseen una competencia lingüística y una competencia comunicativa. La competencia
comunicativa es el conocimiento de las convenciones lingüísticas y las convenciones comunicativas vinculadas a éstas, compartidas por aquellos
individuos que integran una misma comunidad de habla y que les permiten utilizar la lengua de una manera social y culturalmente adecuada. Hymes acuña
el concepto de competencia comunicativa para nombrar el conjunto de conocimientos y habilidades de una persona, que abarca no sólo el conocimiento de
la gramática sino también los usos de una lengua. Todo hablante normal adquiere una competencia que le permite, entre otras cosas, saber cuándo hablar
y cuándo no, de qué hablar, con quién, de qué forma.
Bourdieu.
“¿Qué significa hablar?”. Bourdieu plantea que hay que intentar elaborar una economía de los intercambios simbólicos. Lo que circula en el mercado lingüístico no es la lengua sino discursos estilísticamente caracterizados.
Capital simbólico.
El capital lingüístico o simbólico es la capacidad de dominar la lengua y las relaciones de comunicación. Esta competencia implica el poder de imponer la recepción. No alcanza con que un discurso sea gramaticalmente correcto sino que debe ser sobre todo socialmente aceptable. El mercado ejerce la coerción a través de una censura anticipada, la autocensura, que determina la manera de hablar, la lengua elegida (en una situación de bilingüismo), el nivel de lenguaje, pero primordialmente dictaminará lo que puede o no puede decirse.
Hábitus.
Conjunto de posiciones que se han adquirido; sistemas, esquemas de generadores de prácticas sociales; principio de inversión que se presenta como algo naturalizado, duradero, “que se nos ha hecho carne”, como algo indiscutible; determinada de manera histórica.
Situación lingüística.
Toda producción discursiva está atravesada por un hábitus, y esto se presenta en la situación lingüística. Bourdieu: el lenguaje es un mercado,
funciona como tal; hay mercado lingüístico cuando alguien produce un discurso dirigido a receptores capaces de apreciarlo, evaluarlo y recompensarlo.
Se establecen relaciones de jerarquía. Un mercado es un tipo de formación de leyes de las producciones lingüísticas.
Bajtín.
Bajtín mantenía la idea de que todas las clases sociales utilizaban el mismo lenguaje y que la lucha se daba dentro del seno de la lengua. La lengua no estaría estrictamente ni en la infra ni en la superestructura, es decir que no sería determinante ni totalmente determinada.
Ideología y signo.
La teoría de Bajtín sostiene que donde hay signo hay también siempre ideología. Los signos surgen en el proceso de interacción entre conciencias individuales que, a su vez, se constituyen al transformarse en signos. Es necesario que los individuos estén socialmente organizados para que pueda surgir entre ellos un medio semiótico. Este signo ideológico tiene un carácter multiacentuado que procede del cruce de acentos de orientaciones diversas.
Para Bajtín, la comprensión deviene de relacionar un signo dado con otros signos ya conocidos.
Palabra, enunciado y dialogismo.
La palabra es, para Bajtín, el fenómeno ideológico por excelencia. Puesto que en ella todo tiene la función de signo, es el medio más genuino de comunicación social. Se puede construir un discurso interno, sin tener que expresarse hacia el exterior. Bajtín define al enunciado como la unidad real de la comunicación discursiva. El enunciado se determina por el cambio de los sujetos discursivos, es decir, por la alternancia entre los hablantes y por las variadas formas de la praxis humana. Los enunciados expresan siempre la evaluación o valoración, la ideología de quien habla, y puede deducirse también de ellos la presencia de aquel a quién se habla. Bajtín dice que ningún hablante es un Adán bíblico; que nadie inaugura una palabra, que cuando la toma y la refiere en un contexto, esa palabra ya está cargada por el sentido de esa cultura, esa historia y esa comunidad de hablantes en particular. Desde esta perspectiva, cada vez que hablamos estamos retomando una voz, o de otro modo siempre estamos en un espacio de intertextualidad o interdiscursividad.
Género discursivo: La pertenencia de un género determina el modo de apertura, de cierre, de tratar, el registro (formal o informal), tipo de sintaxis y léxico. Identifica una regularidad en el uso del lenguaje. Los géneros son infinitos y están sociohistóricamente determinados.
“Uno no habla por voluntad propia, los discursos nos atraviesan.” Noción de estilo: Selección léxica, el uso de determinado ritmo y puntuación, selección sintáctica. Refleja el más alto grado de dependencia del individuo.
Géneros escritos: A diferencia de los orales, presentan un carácter diferido; media un tiempo entre la emisión y la recepción. El escritor crea un alocutario. El texto escrito debe presentarse como algo controlado.
Todo producto ideológico posee una significación en tanto remite algo que se encuentra fuera de él. A partir de la propia producción discursiva los sujetos combaten la significación que será producto de la pluralidad de voces presentes en ese discurso (lo que hace que el signo sea ideológico).
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