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Semiología | Resumen para el Primer Parcial | Cátedra: Arnoux | 1º Cuat. de 2012 | Altillo.com |
El signo lingüístico (Saussure)
LA MATERIA Y TAREA DE LA LINGÜÍSTICA.
La materia está constituida por todas las manifestaciones del lenguaje humano:
de pueblos salvajes o de naciones civilizadas, de tiempos pasados o presentes,
teniendo en cuenta para cada período el lenguaje correcto y todas las formas de
expresión. El lingüista deberá tener en cuenta los textos escritos, porque son
lo únicos que nos permiten conocer los idiomas pasados.
La tarea del lingüista es: a) hacer descripción e historia de todas las lenguas
que puede alcanzar y hacer historia de las familias de las lenguas y reconstruir
las lenguas madres de cada familia. b) Buscar las fuerzas que entran en juego de
manera permanente y universal en todas las lenguas y deducir las leyes generales
que reducen los fenómenos particulares de la historia. c) delimitarse y
definirse ella misma.
La lingüística tiene relaciones estrechas con otras ciencias. Los límites que
las separan no siempre aparecen con nitidez. Hay que distinguir cuidadosamente
la lingüística de la etnografía, prehistoria y antropología que estudia al
hombre desde su especie, mientras que el lenguaje es un hecho social. Todo es
psicológico en la lengua, incluidas sus manifestaciones materiales y mecánicas,
como los cambios fonéticos. La relación con la fisiología es unilateral, la
lingüística exige aclaraciones a la fisiología de los sonidos, pero no le
proporciona ninguna. Lo esencial de la lengua no es el carácter fónico del signo
lingüístico.
LA LENGUA: SU DEFINICIÓN.
De una palabra pueden estudiarse varios puntos de vista: sonido, expresión de
una idea, correspondencia con su lengua madre, etc. Por eso en la lingüística es
el punto de vista el que crea el objeto. El fenómeno lingüístico tiene dos caras
que se corresponden. Son:
. No se puede reducir la lengua al sonido, ni separar el sonido de la
articulación bucal. No se pueden definir los movimientos de los órganos vocales
si se hace abstracción de la impresión acústica. Los sonidos no existen sin
órganos vocales y no se perciben sin el oído.
. El sonido que hace al lenguaje no es más que el instrumento del pensamiento y
no existe por sí mismo. Es una unidad acústico-vocal, fisiológica y mental.
. El lenguaje tiene un lado individual y uno social, no se pueden separar.
. El lenguaje implica un sistema establecido y una evolución. Pareciera sencillo
distinguir el sistema de su historia, lo que es y lo que ha sido, pero es una
relación tan estrecha que es difícil separarlas.
En ninguna parte se nos ofrece entero el objeto de la lingüística. O nos
concentramos en un solo lado, con el riesgo de no percibir las dualidades, o
estudiamos el lenguaje por muchos lados y el objeto se aparecerá como un montón
confuso de cosas heterogéneas.
Por eso, hay que colocarse desde el primer momento en la lengua y tomarla como
la norma de todas las otras manifestaciones del lenguaje. La lengua es lo único
susceptible de definición autónoma y es la que da un apoyo al espíritu.
La lengua no se confunde con el lenguaje: es una determinada parte de él,
esencial. Es un producto social del lenguaje y conjunto de convenciones
adoptadas por la sociedad para permitir el ejercicio del lenguaje en los
individuos. Es una totalidad y un principio de clasificación. El ejercicio del
lenguaje es una facultad que nos da la naturaleza, mientras que la lengua es
algo adquirido y convencional que debería quedar subordinada al instinto natural
en lugar de anteponérsele. El lenguaje es multiforme y heteróclito, físico,
fisiológico y psíquico, pertenece al dominio individual y social.
Saussure concuerda con Whitney y dice que la lengua es una convención y la
naturaleza del signo en que se convierte es indiferente. Esta idea la respalda
el lenguaje articulado. En el lenguaje, la articulación (serie de cosas) puede
designar la cadena hablada en sílabas o la cadena de significaciones en unidades
significativas. Considerando la segunda cadena, se puede decir que no es el
lenguaje hablado el natural al hombre, sino la facultad de constituir una lengua
(sistema de signos distintos que corresponden a distintas ideas).
Por debajo del funcionamiento de los órganos que nos ayudan a hablar, escribir,
escuchar, etc. Existe una facultad más general, la que gobierna a los signos (la
lingüística).
LUGAR DE LA LENGUA EN LOS HECHOS DEL LENGUAJE.
Para hallar en el lenguaje la parte que corresponde a la lengua, hay que
situarse ante el acto individual que reconstruye el circuito de la palabra. Este
acto necesita de dos individuos: a y b.
El punto de partida está en el cerebro de A, los hechos de la conciencia
(conceptos) están asociados con las representaciones de los signos lingüísticos
(imágenes acústicas) que sirven para su expresión. Un concepto desencadena en el
cerebro una imagen acústica (fenómeno psíquico) y sigue un proceso fisiológico:
el cerebro transmite a los órganos de la fonación un impulso correlativo a la
imagen, las ondas sonoras se propagan por la boca de A al oído de B (proceso
físico). El circuito sigue en B un orden inverso: del oído al cerebro,
transmisión fisiológica de la imagen acústica. En el cerebro, se asocia
psíquicamente esta imagen con el concepto correspondiente.
A este proceso se le podría agregar la sensación acústica, la identificación de
esa sensación con la imagen acústica, la imagen muscular de la fonación, etc.
Nuestra figura distingue las partes físicas (ondas sonoras) de las fisiológicas
(fonación y audición) y de las psíquicas (imágenes verbales y conceptos). Hay
que distinguir la imagen verbal del sonido mismo, que es completamente psíquica
como el concepto con el que se asocia.
El circuito se puede dividir:
a) Parte externa: vibración de los sonidos. Parte interna: el resto.
b) Parte psíquica y no-psíquica (hechos fisiológicos de los órganos y físicos
exteriores al individuo).
c) Parte activa (ejecutiva en la parte psíquica): va del centro de asociación en
uno de los sujetos al oído de otro. Pasivo (receptiva): va del oído al centro de
asociación.
También hay una facultad de asociación y coordinación que se manifiesta en los
casos que no se trata de signos aislados. Esta facultad es la que lleva a la
organización de la lengua como sistema. Para comprenderlo hay que salir del acto
individual, que es el embrión del lenguaje y encarar lo social.
Los individuos ligados por el lenguaje reproducirán los mismos signos unidos a
los mismos conceptos. Lo que no se sabe es cuál es el origen de esta
cristalización social. La parte física puede descartarse como origen, ya que
cuando oímos hablar a una persona de otra lengua percibimos los sonidos pero no
comprendemos. La parte psíquica tampoco, el lado ejecutivo queda afuera, porque
jamás está a cargo de la masa, siempre es individual y el individuo es su
árbitro (‘el habla’).
Lo que es idéntico en todos los sujetos hablantes es el funcionamiento de las
facultades receptiva y coordinativa. Si se abarcaran todas las imágenes
acústicas de cada individuo, toparíamos con el lazo social que constituye la
lengua. Es un tesoro depositado por la práctica del habla en los sujetos de la
misma comunidad, un sistema gramatical existente en cada cerebro del conjunto de
individuos.
Separar la lengua del habla separa lo que es social de lo individual y lo que es
esencial del accesorio de lo más o menos accidental. La lengua es el producto
que el individuo registra pasivamente, la reflexión no interviene en ella más
que para la actividad de clasificar. El habla es un acto individual de voluntad
e inteligencia, el sujeto hablante utiliza el código de la lengua para expresar
su pensamiento personal y tiene un mecanismo psicofísico que le permite
exteriorizar su pensamiento. Lo que definimos son cosas y no palabras, por eso
no todas se pueden traducir en cualquier idioma. Ej: en alemán Sprache quiere
decir lengua o lenguaje. Ninguna palabra corresponde exactamente a cada una de
las nociones, toda definición hecha a base de una palabra es cana, un mal método
partir de palabras para definir cosas.
Lengua: objeto definido en el conjunto de los hechos del lenguaje. Se localiza
en la porción determinada del circuito donde la imagen acústica se asocia con un
concepto. La lengua es la parte social del lenguaje, exterior al individuo que
por sí solo no puede crearla ni modificarla. Existe en virtud al contrato
establecido entre los miembro de una sociedad. El individuo necesita el
aprendizaje para conocer su funcionamiento. Un hombre privado del uso de hablar
conserva la lengua con solo comprender los signos vocales que oye. La ciencia de
la lengua puede prescindir para su estudio de los demás elementos del lenguaje.
El lenguaje es heterogéneo, la lengua es delimitada y homogénea (sistema de
signos que sólo es esencial la unión del sentido y la imagen –partes
psíquicas-). Es un objeto de naturaleza concreta. Los signos son asociaciones
ratificadas por el consenso y el conjunto constituye la lengua, son realidades
asentadas en el cerebro. Los signos son tangibles (escritura) mientras que es
imposible fotografiar los actos de habla; la fonación implica un movimiento
infinito de músculos que es imposible conocer. En la lengua no hay más que
imagen acústica y se puede traducir en imagen visual. Cada imagen acústica es un
número limitado de fonemas susceptibles a ser evocados en escritura por un
número correspondiente de signos. La lengua es el depósito de las imágenes
acústicas y la escritura es su forma tangible.
LUGAR DE LA LENGUA EN LOS HECHOS HUMANOS: SEMIOLOGÍA.
La lengua es clasificable entre los hechos humanos, el lenguaje, no. La lengua
es una institución social, pero se diferencia de otras ciencias (como las
políticas).
La lengua es un sistema de signos que expresan ideas, es comparable a la
escritura, al alfabeto de sordomudos, las formas de cortesía, etc. Se puede
concebir una ciencia que estudie la vida de los signos en la vida social, la
semiología. Nos enseñará en qué consisten los signos y cuáles son las leyes que
los gobiernan. La lingüística es una parte de esta ciencia en general. Las leyes
de la semiología serán aplicables a la lingüística y esta última se ligará a un
dominio definido en el conjunto de los hechos humanos. La lingüística deberá
definir qué es lo que hace de la lengua un sistema en el conjunto de los hechos
semiológicos; la psicología deberá determinar el puesto de la semiología.
La semiología no se reconoce como ciencia autónoma porque giramos en un círculo
vicioso: por un lado está la lengua para comprender la naturaleza del problema
semiológico, pero para eso, tendría que estudiar la lengua en sí misma. Esto
hasta ahora se ha encarado en función de otro punto de vista.
Tenemos la concepción de un gran público que ve a la lengua como una
nomenclatura, lo cual suprime su investigación. Luego, el punto de vista del
psicólogo que estudia el mecanismo del singo en el individuo, pero no lo lleva
más que a lo individual, sin alcanzar lo social del signo por naturaleza.
Algunos advierten que el signo debe estudiarse socialmente, pero no retienen más
que los rasgos de la lengua que la ligan a otras instituciones. El signo es
ajeno a la voluntad individual o social, es su característica esencial. Esta
característica aparece claramente en la lengua, pero se manifiesta en las cosas
menos estudiadas. Para Saussure el problema lingüístico es el semiológico. Para
descubrir la naturaleza de la lengua hay que considerarla en lo que tiene en
común con otros sistemas. EJ: factores lingüísticos: aparato fonador. Con Esto
se esclarecerá el problema lingüístico y se considerará a los ritos, costumbres
como signos para agruparlos en la semiología y explicarlos por las leyes
científicas.
El signo lingüístico:
SINGO, SIGNIFICADO, SIGNIFICANTE.
Para algunos la lengua es una nomenclatura. Ej: dibujo de árbol (árbol). Es
criticable porque supone ideas preexistentes a las palabras, no aclara si el
nombre es vocal o psíquico, supone que el vínculo que une un nombre a una cosa
es simple. Pero nos muestra que la unidad lingüística es doble, hecha con la
unión de dos términos.
Los términos que forman el signo lingüístico son psíquicos y están unidos en
nuestro cerebro por la asociación. Lo que se une no es una cosa y un nombre,
sino un concepto una imagen acústica. La imagen acústica no es física, es una
huella psíquica del sonido material, es la representación, es sensorial. El
carácter psíquico de las imágenes acústicas aparece cuando observamos nuestra
lengua materna. Sin mover los labios podemos hablarnos a nosotros mismos. Las
palabras de la lengua materna son imágenes acústicas, evitando hablar de los
‘fonemas’ que las componen. Fonemas refiere a la acción vocal, la palabra
hablada. La lengua es un depósito, recibida desde afuera. La imagen acústica es
la representación de la palabra, fuera de toda realización del habla. El signo
lingüístico es una entidad psíquica de dos caras, concepto e imagen están unidos
y se reclaman recíprocamente. Las vinculaciones consagradas por la lengua son
las únicas que nos aparecen conformes con la realidad. Llamamos signo a la
combinación de concepto e imagen acústica, pero en el uso corriente este término
designa a la imagen sola. Si llamamos signo sólo a la figura del árbol,
olvidamos que conlleva el concepto de ‘árbol’. Concepto se reemplaza por el
término significado e imagen acústica por el de significante, estos nombres
señalan la oposición que los separa.
PRIMER PRINCIPIO: LO ARBITRARIO
El lazo que une al significado y significante es arbitrario. Ej: la idea de
‘sur’ no está ligada por relación interior con la secuencia de los sonidos s-u-r
que le sirve de significante, podría estar representada por otra secuencia de
sonidos. Sirve de prueba las diferentes lenguas.
Todo medio de expresión recibido de una sociedad se apoya en una convención. Ej:
los signos de cortesía están figados por una regla que obliga a emplearlos. Los
signos enteramente arbitrarios son lo que mejor realizan el ideal del
procedimiento semiológico; por eso la lengua es el más complejo y característico
sistema de expresión. La lingüística puede erigirse en el modelo general de toda
semiología, aunque la lengua sea un sistema particular.
Símbolo y signo no son sinónimos. El símbolo nunca es completamente arbitrario,
no está vacío, hay un vínculo natural entre significante y significado. Ej: el
de la justicia es la balanza, y no podría reemplazarse por un carro.
Arbitrario no debe dar idea de que el significante depende de la libre elección
del hablante; quiere decir que es inmotivado con relación al significado, con el
cual no guarda en realidad ningún lazo natural. Hay dos objeciones que se le
podían hacer a este principio: -las onomatopeyas pareciera que no son
arbitrarias. Pero nunca son elementos orgánicos de un sistema lingüístico. La
cualidad de sus sonidos actuales es un resultado fortuito de la evolución
fonética. Además, su elección es arbitraria en cierta medida porque son la
imitación convencional de ciertos ruidos. Quedan más o menos engranadas en la
evolución fonética y morfológica. Ej: piopio (latín), pigeon.
- las exclamaciones, parecen expresiones espontáneas de la realidad. Pero se
puede negar que haya un vehículo necesario entre significado y significante; se
sabe que muchas exclamaciones comenzaron por ser palabras con sentido
determinado.
SEGUNDO PRINCIPIO: CARÁCTER LINEAL DEL SIGNIFICANTE.
El significante se desenvuelve en el tiempo y tiene los caracteres que toma el
tiempo: representa una extensión, esa extensión es mesurable en una sola
dimensión. Es una sola línea. Los significantes acústicos disponen de la línea
del tiempo; sus elementos se presentan uno tras otro, forman una cadena, Este
carácter se destaca inmediatamente cuando los representamos por medio de la
escritura, donde la sucesión en el tiempo es sustituida por la línea espacial de
los signos gráficos. Ej: si acentúo una sílaba se hacen elementos significativos
diferentes.
INMUTABILIDAD
La masa social no es consultada y el significante escogido por la lengua no
podría ser reemplazado por otro. Es contradictorio ya que dice que se puede
elegir pero afirma ‘será ese signo y no otro’. La masa no puede ejercer su
soberanía sobre una palabra, está ligada a la lengua tal como es. La lengua
aparece siempre como una herencia de la época precedente. El acto por el que se
habrían distribuido los nombres para las cosas podemos concebirlo pero no
comprobarlo. Un estado de la lengua dado es un producto de factores históricos
que explican por qué es inmutable el signo, por qué se resiste a toda
substitución arbitraria.
Esta objeción nos lleva a situar la lengua en su marco social y a plantear la
cuestión como nos la plantearíamos para las demás instituciones sociales. La
forma en la que se transmiten estas es la cuestión general que encierra la
inmutabilidad. Hay un equilibrio diferente entre la tradición impuesta y la
acción libre de la sociedad. Para saber por qué el factor histórico de la
transmisión de la lengua domina y excluye todo cambio lingüístico general,
habría que considerar los esfuerzos que exige el aprendizaje de la lengua
materna. La reflexión no interviene en la práctica de un idioma, los sujetos son
inconscientes de las leyes de la lengua, por ende no pretenden cambiarla. Cada
pueblo está generalmente satisfecho de la lengua que ha recibido.
Hay consideraciones más esenciales. El carácter arbitrario del signo, lo
arbitrario del signo pone a la lengua al abrigo de cualquier tentativa que
tienda a modificarla. Para que una cosa sea cuestionada se deben tener
fundamentos razonables. Se podría discurtir un sistema de símbolos, porque
tienen una relación racional con la cosa significada, pero por lo que se refiere
a la lengua, esta base falta y desaparece la discusión. No hay ningún motivo
lógico que haga preferir sister a hermana.
La multitud de signos necesarios para construir cualquier lengua. Un sistema de
escritura compuesto por letras puede ser reemplazado por otro. Lo mismo
ocurriría con la lengua si tuviera un número limitado de elementos, pero los
signos son innumerables,
El carácter complejo del sistema. Ése es el lado por el que no es completamente
arbitraria y el punto en el que aparece la incompetencia de la gente para
transformarla. El sistema se puede captar mediante la reflexión. Podría
concebirse tal cambio gracias a la intervención de especialistas, gramáticos,
lógicos, etc. Pero la experiencia muestra que estas injerencias no han tenido
éxito.
La resistencia de la inercia colectiva a toda innovación lingüística. En la
lengua todos y cafa uno participamos en ella en un momento, por eso la lengua
dufre sin cesar la influencia de todos. De todas las instituciones sociales, la
lengua es la que menos asidero ofrece a las iniciativas. Forma cuerpo con la
masa social, y aparece como un factor de conservación.
La lengua tiene un carácter de fijeza porque está unida al peso de la
colectividad y porque está situada en el tiempo. La solidaridad del pasado
invalida la libertad de elegir. Decimos ‘hombre y perro’ porque antes de
nosotros se ha dicho ‘hombre y perro’.
Debido a que el signo es arbitrario no conoce más ley que la tradición, y por
estar fundado en la tradición puede ser arbitrario.
MUTABILIDAD.
El tiempo, que asegura la continuidad de una lengua, posee el efecto de alterar
más o menos rápidamente los signos lingüísticos, puede hablarse a la vez de
inmutabilidad y mutabilidad del signo. El signo está en condiciones de alterarse
porque se continúa. El principio de alteración se funda en el principio de
continuidad.
La alteración puede darse por cambios fonéticos sufridos por el significante o
cambios de sentido que afectan el significado. Pero también, cualesquiera que
sean los factores de alteraciones, actúen aisladamente o combinados, siempre
conducen a un desplazamiento de la relación entre significado y significante.
Puede pasar que aunque el concepto sea el mismo, la relación del signo cambie
por dos formas: el significante ha sido modificado no sólo en su aspecto
material, sino en su forma gramatical. Siempre hay un desplazamiento de relación
Una lengua es impotente para defenderse contra los factores que desplazan la
relación del significado y el significante. Es una de las consecuencias de la
arbitrariedad del signo. La lengua no está limitada en nada en la elección de
sus medios. Este carácter separa la lengua de todas las instituciones. Situada a
la vez en la sociedad y en el tiempo, nadie puede cambiar nada en ella, y la
arbitrariedad de sus signos entraña teóricamente la libertad de establecer
cualquier relación entre la materia fónica y las ideas. La lengua evoluciona
desde sus sonidos, sentidos, etc. La evolución es fatal. El hombre que pretenda
componer una lengua inmutable se parecería a la gallina que ha incubado un huevo
de pato: la lengua creada sería arrastrada por la corriente que arrastra a todas
las lenguas. El tiempo altera todo, no hay razón para pensar que la lengua puede
escapar a esta ley universal.
COMO RESUMEN:
En el lenguaje se distinguen dos factores: la lengua y el habla. La lengua es el
lenguaje menos el habla, son los hábitos lingüísticos que permiten a un sujeto
comprender y hacerse comprender. Pero también es necesaria una masa hablante
para que haya lengua. La lengua es un fenómeno semiológico. Su naturaleza social
es uno de sus caracteres internos. En la lengua se tiene en cuenta la realidad
social, no el hecho histórico.
El signo lingüístico es arbitrario, parece que la lengua es un sistema libre,
organizable a capricho. Su carácter social no se opone a este punto de vista.
Pero lo que nos impide mirar la lengua como una convención simple, modificable a
capricho de los interesados es la acción del tiempo que se combina con la fuerza
social. Si se tomara la lengua en el tiempo, sin la masa hablante quizá no se
comprobaría ninguna alteración. Pero si se considera el tiempo sin la masa
hablante tampoco hay alteración, por lo tanto al esquema se agrega el tiempo. La
lengua no es libre, porque el tiempo permitirá a las fuerzas sociales que se
ejercen sobre ella desarrollar sus efectos y se llega a principio de
continuidad, que anula la libertad. Pero la continuidad implica la alteración,
el desplazamiento considerable de las relaciones.
Valor lingüístico:
LA LENGUA COMO PENSAMIENTO ORGANIZADO EN LA MATERIA FÓNICA
La lengua es un sistema de valores puros, en su funcionamiento entren en juego
dos elementos: las ideas y los sonidos. Nuestro pensamiento es una masa amorfa e
indistinta, sin la ayuda de los signos, seríamos incapaces de distinguir dos
ideas de manera clara y constante. En el pensamiento no hay ideas
preestablecidas, nada es distinto antes de la aparición de la lengua. La
sustancia fónica es una materia plástica que se divide en partes distintas para
suministrar los significantes que el pensamiento necesita. Podemos representar
la lengua como una serie de subdivisiones contiguas marcadas a la vez sobre el
plano indefinido de las ideas confusas y sobre el plano de los sonidos. El papel
característico de la lengua frente al pensamiento no es el de crear un medio
fónico material para la expresión de ideas, sino ser intermediaria entre
pensamiento y sonido, su unión lleva a deslindamientos recíprocos de unidades.
No hay materialización del pensamiento ni espiritualización de los sonidos, el
‘pensamiento-sonido’ implica divisiones; la lengua elabora sus unidades al
constituirse entre dos masas amorfas. Cada término lingüístico es un miembro
donde se fija una idea de un sonido y donde el sonido se hace el signo de una
idea. El pensamiento es el anverso y el sonido el reverso del papel, no se puede
cortar uno sin el otro.
La lingüística trabaja en el terreno limítrofe donde los elementos de los dos
órdenes se combinan, esta combinación produce forma, no sustancia. La elección
que se decide por tal porción acústica para tal idea es arbitraria. Por eso los
valores son enteramente relativos y el lazo entre idea y sonido es arbitrario.
Lo arbitrario del signo nos hace comprender mejor por qué el hecho social es el
único que puede crear un sistema lingüístico. La colectividad es necesaria para
establecer los valores cuya única función está en el uso y el consenso general;
el individuo por sí solo es incapaz de fijar ninguno.
La idea de valor nos muestra cuán ilusorio es considerar un término como la
unión de cierto sonido con cierto concepto. Definirlo así sería aislarlo del
sistema del que forma parte.
El VALOR LINGUISTICO CONSIDERADO EN SU ASPECTO CONCEPTUAL (SIGNIFICADO)
Uno de los aspectos del valor lingüístico es considerar al valor de una palabra
como la propiedad que tiene ésta de representar una idea. El valor es un
elemento de la significación y es difícil saber cómo se distinguen a pesar de
ser dependientes. La lengua es un sistema en donde todos los términos son
solidarios y el valor de cada uno no resulta más que de la presencia simultánea
de los otros. Los valores están constituidos:
a) Cosa desemejante susceptible a ser trocada por otra cuyo valor está por
determinar
b) Cosas similares que se pueden comparar con aquella cuyo valor se está por ver
Ej: una moneda de cinco centavos tiene cierto valor porque. Se la puede trocar
po una cantidad determinada de algo distinto (pan), se la puede comparar con un
valor similar de otro sistema (10 centavos, 5cnts de dólares). Una palabra puede
trocarse por alo desemejante (una idea), puede compararse con algo de su misma
naturaleza (otra palabra). Su valor no estará fijado si nos limitamos a decir
por qué se puede trocar (su significación), hace falta compararla con los
valores similares, palabras que se pueden oponer.
Dentro de una misma lengua, todas las palabras se limitan recíprocamente: temer,
tener miedo. No tienen valor propio más que por su oposición (si temer no
existiera se diría tener miedo). También hay términos que se enriquecen por
contacto con otros. El valor de todo término está determinado por lo que lo
rodea. De la palabra ‘sol’ no se puede fijar su calor si no se considera lo que
la rodea.
Si las palabras estuvieran encargadas de representar conceptos dados de
antemano, cada uno de ellos tendría correspondencias exactas para el sentido en
otro idioma. En todas las lenguas en vez de haber ideas dadas de antemano hay
valores que emanan de sus sistemas. Cando se dice que los valores corresponden a
conceptos, se entiende que son diferentes, definidos no positivamente por su
contenido, sino negativamente por sus relaciones con los otros términos del
sistema. Su más exacta característica es ser lo que los otros no son.
La parte conceptual del valor está constituida por sus conexiones y diferencias
con los otros términos de la lengua.
EL VALOR LINGUISTICO CONSIDERADO EN SU ASPECTO MATERIAL (SIGNIFICANTE)
Lo que importa en la palabra no es el sonido por sí mismo, sino las diferencias
fónicas que permiten distinguir esas palabras de todas las demás. Nunca podrá un
fragmento de la lengua estar fundado en otra cosa que en su no coincidencia con
el resto. Arbitrario y diferencial son dos cualidades correlativas.
Es imposible que el sonido, elemento material, pertenezca por sí mismo a la
lengua. Para la lengua es una cosa secundaria, materia que pone en juego. Los
valores convencionales tienen el carácter de no confundirse con el elemento
tangible que les srive de soporte. Ej: no es el metal o el dibujo de la moneda
lo que le da valor, sino su relación con otros y las convenciones de la
sociedad.
El significante lingüístico no es fónico, constituido por las diferencias que
separan su imagen acústica de todas las demás. Este principio se aplica también
a los fonemas. Cada idioma compone sus palabras a base de un sistema de
elementos sonoros, cuyo número está determinado. Pero lo que los caracteriza es
el hecho de que no se confunden con los otros. Lo prueba el margen y la
elasticidad que los hablantes gozan para la pronunciación con tal que los
sonidos sigan siendo distintos de los otros. Ej: la ‘r’ es pronunciada diferente
en inglés francés y español. La lengua no pide más que la diferencia y exige que
el sonido tenga una cualidad invariable. Esto sucede también en la escritura:
los signos son arbitrarios (no hay ninguna conexión entre ‘t’ y su sonido), el
valor de las letras es negativo y diferencial. Los valores no funcionan más que
por su oposición en un sistema compuesto por determinado número de letras. El
medio de producción del signo es indiferente.
EL SIGNO CONSIDERADO EN SU TOTALIDAD.
En la lengua no hay más que diferencias sin términos positivos. No implica ni
ideas ni sonidos que preexistan al sistema lingüístico, sólo diferencias
conceptuales y fónicas nacidas de ese sistema. El valor de un término puede
modificarse sin tocar su sentido ni sus sonidos, sólo por el hecho de que tal
otro término vecino ha sufrido una modificación.
Pero, si se considera el signo en su totalidad, nos encontramos en presencia de
una cosa positiva en su orden. Un sistema lingüístico es una serie de
diferencias de sonidos combinadas con una serie de diferencias de ideas; este
enfrentamiento engendra un sistema de valores que constituye el vínculo efectivo
entre los elementos fónicos y psíquicos en cada signo.
Hay casos en los que la alteración del significante conduce a la alteración de
la idea y donde se ve que la suma de las ideas distinguidas corresponde a la
suma de los signos distintivos. Cuando se confunde un término por una alteración
fónica, se confunde también su idea. Y a la inversa, toda diferencia de ideas
percibida tiene a expresarse por significantes distintos, dos ideas que no se
distinguen se confunden en el mismo significante.
Si comparamos los signos no se puede hablar de diferencia, pero si hablamos del
significante (‘madre’ ‘padre’) y del significado (el concepto de ‘madre’ padre’)
sí se pueden comparar. Entre los signos no hay más que oposición. Lo que es
cierto en el valor también lo es en la unidad. Es un fragmento de la cadena
hablada que corresponde a un concepto, son puramente diferenciales. Los
caracteres de la unidad se confunden con la unidad misma. En la lengua, lo que
distingue a un signo es todo lo que lo constituye.
Lo que se denomina como ‘hecho de gramática’ expresa una oposición de términos
que resulta significativa. Los términos que se presentan en el hecho gramatical
están constituidos por un juego de oposiciones en el seno del sistema. Unidad y
hecho de gramática son nombres diferentes para designar aspectos diversos de un
mismo hecho general: el juego de las oposiciones lingüísticas. No se
confundirían si los signos lingüísticos estuvieran contituidos por otra cosa que
no sea diferencias. Pero por ser la lengua, no se encontrará en ella nada
simple, sólo un equilibrio complejo de términos que se condicionan
recíprocamente. La lengua es forma y no sustancia. Todas nuestras formas
incorrectas de designar las cosas de la lengua provienen de la suposición
involuntaria de que hay una sustancia en el fenómeno lingüístico.
Relaciones sintagmáticas y relaciones asociativas:
DEFINICIONES.
Las relaciones y diferencias entre términos se despliegan en dos esferas
distintas, cada una generadora de un orden de valores: la oposición entre esos
órdenes nos hace comprender mejor la naturaleza de cada uno. De un lago las
palabras contraen entre sí relaciones fundadas en el carácter lineal de la
lengua, que excluye la posibilidad de pronunciar dos elementos a la vez. Se
alinean uno tras otro en el habla. Estas combinaciones se llaman sintagmas. Se
componen siempre de dos o más unidades consecutivas. Ej: si hace buen tiempo,
saldremos. Un término adquiere su valor porque se opone al que le precede o le
sigue en un sintagma.
Por otra parte, las palabras que ofrecen algo en común se asocian en la memoria
y se forman grupos, todas tienen algo en común. Su sede está en el cerebro. Se
llaman relaciones asociativas.
La conexión sintagmática se apoya en dos o más términos. La conexión asociativa
une términos en una serie virtual perteneciente a la memoria (mnemónica).
RELACIONES SINTAGMÁTICAS.
No basta considerar la relación que une las diversas partes de un sintagma, hace
falta tener en cuenta la relación que enlaza la totalidad con sus partes. La
oración es el tipo de sintagma por excelencia. Pero pertenece al habla, no a la
lengua. Lo propio del habla es la libertad de combinaciones
Hay un gran número de expresiones que pertenecen a la lengua (frases hechas), no
se les cambia nada aunque reflexionemos que las partes tienen diferentes partes
significativas. Ej: buen día. La tradición los suministra. También hay palabras
que se caracterizan por una anomalía morfológica mantenida por la fuerza del
uso. Hay que atribuir a la lengua todos los tipos de sintagmas constituidos
sobre formas regulares. Como no hay nada de abstracto en la lengua, sólo existen
cuando ha registrado un número suficiente de sus especímenes. Cuando una palabra
como ‘indecorable’ surge en el habla su pone un tipo determinado que es posible
por el recuerdo de palabras similares (intolerable). Lo mismo pasa con las
oraciones o grupos de palabras establecidas sobre los patrones regulares. No se
puede combinar ‘la tierra gira, qué te ha dicho?’
En el dominio del sintagma no hay límite señalado entre hecho de la lengua, uso
colectivo, hecho del habla, etc.
RELACIONES ASOCIATIVAS.
Los grupos formados por asociación mental no se limitan a relacionar los
dominios que presentan algo en común, crea tantas series asociativas como
relaciones diversas haya. Ej: enseñanza, enseñar, enseñemos, hay un elemento
común en todos los términos, pero la palabra ‘enseñanza’ se puede hallar
implicada en una serie basada en otro elemento en común (enseñanza, esperanza,
tardanza). La asociación puede basarse en los significados (enseñanza,
aprendizaje, educación). Una palabra cualquiera puede evocar todo lo que sea
susceptible de estarle asociado. Los términos de un grupo asociativo no se
presentan ni en número definido ni en orden determinado; sin embargo, solo el
primero de estos caracteres se cumple sin excepción. Ej: dominio, dominar,
dominado. Es un grupo asociativo pero la serie no es indefinida como caluroso,
temeroso, etc. El número de casos ‘domi’ es determinado. Su sucesión tampoco
está ordenada, los gramáticos la agruparon arbitrariamente.
La lingüística estática y evolutiva:
DUALIDAD INTERNA DE TODAS LAS CIENCIAS QUE OPERAN CON VALORES
La intervención del tiempo puede crear dificultades a la lingüística. La
dualidad de otras ciencias se impone, por ejemplo, en las ciencias económicas.
Procediendo de esta manera se obedece a una necesidad similar a la que nos
obliga a separar la lingüística en dos partes, cada una con su principio.
Estamos ante la noción de valor, en ambas ciencias se trata de un sistema de
equivalencia entre dos órdenes diferentes
(trabajo-salario/significado-significante)
Para que las ciencias delimiten el eje donde se sitúan tienen que ver:
a) Eje de simultaneidades: relaciones entre cosas coexistentes, excluida la
intervención del tiempo
b) Eje de las sucesiones: donde nunca se puede considerar más que una cosa por
vez, pero donde están situadas todas las cosas del primer eje con sus cambios.
Esta distinción se impone al lingüista ya que la lengua es un sistema de valores
que nada determina fuera del estado momentáneo de sus términos. El valor tiene
su raíz en las cosas y en sus relaciones naturales, hasta cierto punto se puede
seguir este valor en el tiempo, sin olvidar que en cada momento depende de un
sistema de valores contemporáneo. Su vínculo con las cosas le da base natural y
las apreciaciones que inspire no son completamente arbitrarias: su variabilidad
es limitada. Cuanto más complejo y rigurosamente organizado es un sistema de
valores, más necesario se hace estudiarlo sucesivamente según los ejes.
La multiplicidad de signos prohíbe en absoluto estudiar simultáneamente las
relaciones en el tiempo y las relaciones en el sistema. Así se distinguen dos
lingüísticas, ‘lingüística evolutiva (diacrónica)’: describe estados de la
lengua sucesivos, la lengua según el eje del tiempo, los fenómenos que hacen
pasar a la lengua de un estado a otro; todo lo que tiene que ver con
evoluciones. ‘Lingüística estática (sincrónica)’: la ciencia de los estados de
la lengua, lo que se refiere al aspecto estático.
LAS DOS LINGUÍSTICAS OPUESTAS EN SUS MÉTODOS Y SUS PRINCIPIOS.
El aspecto sincrónico es predominante ya que para los hablantes es la verdadera
y única realidad. En cambio, si se coloca en la perspectiva diacrónica, ya no es
lengua lo que percibe, sino una serie de acontecimientos que la modifican. Se
dice que hay que saber el origen de cada estado dado ya que nos muestran su
verdadera naturaleza, pero esto muestra que la diacronía no tiene fin en sí
misma.
- Distintos métodos:
a) La sincronía conoce sólo una perspectiva, la de los sujetos hablantes. Su
método consiste en reconocer su testimonio. Para saber qué cosa es una realidad
hay que averiguar si existe en la consciencia de los sujetos. La diacrónica, en
cambio, debe distinguir dos perspectivas: la prospectiva que sigue el curso del
tiempo y la retrospectiva que lo remonta
b) El estudio sincrónico tiene por objeto el conjunto de los hechos
correspondientes a cada lengua, la separación llegará hasta los dialectos y
subdialectos. No es preciso el término sincrónico, hay que reemplazarlo por
indiosincrónico. La lingüística diacrónica rechaza una especialización
semejante, los términos que considera no pertenecen a la misma lengua sí o sí.
La sucesión de hechos diacrónicos y su multiplicación espacial crea la
diversidad de idiomas, hasta que tengan entre sí un vínculo histórico.
Uno es una relación entre elementos simultáneos, el otro la sustitución de un
elemento por otro en el tiempo, un acontecimiento. Las identidades diacrónicas y
sincrónicas son muy diferentes.
CONCLUSIONES.
Primero debimos elegir entre la lengua y el habla, ahora entre diaconía y
sincronía. De este doble principio de clasificación se puede decir que todo lo
diacrónico en la lengua lo es por el habla; allí se encuentran todos los
cambios, se inician primero en cierto número de individuos antes de incorporarse
al uso. Aunque no todas las innovaciones tienen el mismo éxito, mientras sigan
siendo individuales no hay que tenerlas en cuenta, sólo entran en observación en
el momento en que la colectividad las acoge. En la innovación siempre hay dos
momentos, el primero el que surge en los individuos, el segundo el que se
convierte en hecho de la lengua idéntico, pero adoptado por la colectividad.
Si cada idioma forma un sistema cerrado, todos suponen ciertos principios
constantes que reaparecen al pasar de uno a otro, porque permanecemos dentro del
mismo orden. Lo mismo ocurre en un estudio histórico: se opera sobre hechos
similares que hay que comparar para establecer las verdades generales del orden
diacrónico. Cada lengua forma una unidad de estudio hay que considerarla
alternativamente desde el punto de vista estático e histórico. Nunca hay que
olvidar que en teoría esta unidad es superficial, mientras que la disparidad de
idiomas oculta una unidad profunda. Es necesario situar cada hecho en su esfera
y no confundir los métodos. Las dos partes de la lingüística constituirán el
objeto de estudio. La sincrónica se ocupa de relaciones lógicas y psicológicas
que vinculan los términos y que forman el sistema. La diacrónica estudia las
relaciones que ligan términos sucesivos no percibidos por la colectividad, y que
constituyes unos a otros sin formar un sistema.
La comunicación lingüística (Jackobson)
Destinador…. Contexto…. Destinatario
Mensaje
Contacto
Código
Cada uno de estos elementos da origen a una función lingüística diferente. Se ha
podido cuestionar a Jackobson con motivo de la extensión que le da al término
‘código’, ya que no denota un conjunto de reglas de correspondencias estables
entre significantes y significados.
Comunicar sería hacer saber, poner al interlocutor en posesión de conocimientos
que antes no tenía. Pero tal concepción (para Ducrot) es demasiado reductora.
Ej: los filósofos de Oxford estudian los actos de lenguaje como prometer,
aconsejar, elogiar, considerándolos tan lingüísticos como el acto de saber.
Se dejará de definir a la lengua a la manera de Saussure como un código
(instrumento de comunicación). Se la considerará como un juego que se confunde
con la existencia cotidiana. Estas consideraciones, integran la competencia
lingüística, un componente pragmático y admitir los valores ilocutorios, las
intenciones que el emisor tengan al realizar el acto de habla.
Funciones: Para lograr una comunicación efectiva es necesario saber cómo hablar
y escribir de acuerdo con el contexto en que nos encontramos. Sin embargo, nos
falta referir a lo relacionado con las intenciones que se tiene a la hora de
hablar. La lengua es una de las vías más perfectas para volcar intenciones. No
nos movilizan los mismos propósitos cuando vitoreamos a un ganador que cuando
exponemos un tema en un examen.
Las funciones (intenciones) están siempre presente en el lenguaje, pero
predominará una u otra. Esta función se pone de manifiesto por medio de los
recursos que el hablante emplea.
La diversidad de los mensajes reside no el monopolio de una u otra función sino
en las diferencias de jerarquía entre estas, depende de la predominante. Pero,
si bien la orientación hacia el contexto (función referencial) es dominante en
muchos mensajes, la participación de las funciones secundarias debe ser tomada
en consideración por el lector.
Tipo de funciones:
• Función emotiva o expresiva:
Predomina el emisor y su actitud respecto a lo que dice. Se habla en primera
persona, se utilizan interjecciones y oraciones exclamativas. Da la impresión de
cierta emoción, verdadera o simulada. Pueden ser poemas, títulos de películas,
diálogos, autobiografías..
• Función apelativa o conativa:
Predomina el receptor a partir de un ‘yo’ que pide, ordena, trata de convencer.
Pueden ser discursos políticos, publicidades.
• Función referencial:
Predomina el referente o contexto y se utiliza para contar, explicar, informar.
• Función fática:
Predomina la intención de establecer un contacto con alguien, se utilizan
palabras que nos confirmen que la comunicación está establecida y asegurada.
(Hola, ¿me escuchás?)
• Función metalingüística:
La usamos para hablar de la legua misma, para aclarar aspectos del código. (Es
cierto que la expresión ‘de acuerdo a’ es incorrecta?)
• Función poética:
Está centrada en el mensaje en sí mismo. Lo más importante es la forma en que se
organiza. Predomina en textos literarios, en especial, en la poesía, pero
también se da en la propaganda, la publicidad y eslóganes.
Crítica del esquema:
CÓDIGO
Aparece formulado en singular y entre el emisor y receptor. Plantea dos
problemas. El de homogeneidad los participantes no hablan la misma ‘lengua’.
Jackobson afirma que el emisor se adapta al código que maneja el receptor,
mimetizándose con el de este para crear un código común (el del destinatario).
Otros, tienen una postura crítica a esta unicidad del código. Bourdieu estima
que el empleo de este artificio teórico (lengua común) desempeña un papel
ideológico preciso: sirve para enmascarar la existencia de tensiones,
enfrentamientos y opresiones. Negar la existencia de esto significa un intento
de conjugar las diferencias sociales.
Las opiniones difieren, toda palabra quiere decir lo que yo quiero que
signifique, pero al mismo tiempo toda palabra quiere decir lo que quiere decir.
Hablar es procurar que coincidan esas dos intenciones significantes. Hay que
admitir que la comunicación autorizaba una intercomprensión parcial. La
comunicación se funda sobre la existencia de idiolectos y el mensaje mismo se
desdobla en lo que concierne a su significado.
El otro problema es el de la exterioridad. El código no es exterior a los
interlocutores, su conocimiento es interno, es un conjunto de aptitudes que nos
sujetos internalizan. Debe insertarse ahora uno en la esfera del emisor y otro
en la del receptor. Se llamará ‘competencia de un sujeto’(lingüística) a todas
sus posibilidades lingüísticas, lo que es susceptible de producir e interpretar.
Esta competencia se encuentra restringida en el caso en el que el sujeto, cuando
funciona la comunicación, se encuentra en posición de codificar.
El universo del discurso:
El emisor no elige libremente tal o cual ítem léxico, tal o cual estructura
sintáctica, tomándolos de sus aptitudes lingüísticas sin otra restricción que
‘lo que tiene que decir’. Aparecen filtros que restringen las posibilidades de
elección que dependen de dos factores:
a) Las condiciones de la comunicación: datos, escritura u oralidad, la
organización del espacio, el objeto de reflexión. Estos datos no son pertinentes
más que bajo la forma de representaciones, que los enunciadores construyen a
partir de ellos. Hay que admitir en su competencia cultural de imágenes que el
emisor y el receptor se forman de ellos mismos y de su interlocutor. Quién soy
yo para hablarte así? Quien es él para que yo le hable así? Quién soy yo para
que él me hable así? Quién es él para que me hable así?
b) Restricciones del género. Ej: para analizar el discurso lingüista hay que
tener en cuenta:
- Naturaleza del locutor, naturaleza de los alocutarios (edad, cantidad, nivel),
la organización material, política y social, el canal empleado, etc.
- Se trata de un discurso que obedece restricciones: discurso didáctico
(restricción del género) que se refiere al lenguaje (restricción temática)
Los modelos de producción y de interpretación:
Los modelos de competencia lingüística son el conjunto de conocimientos sobre la
lengua que tienen los sujetos. Cuando estos conocimientos se ejecutan en un
enunciado, los sujetos hacen funcionar reglas generales que rigen la
codificación y decodificación. Esto constituirían ‘modelos de producción e
interpretación’. Estos modelos son comunes a todos los sujetos hablantes.
Reformulación del esquema (Kerbrat-orecchioni).
Es imposible disociar las competencias lingüísticas y paralingüísticas ya que en
la comunicación oral, al menos, es ‘multicanal’ para transmitir las
significaciones y apoyos fonemáticos. También hay una autocrítica a este modelo:
no permite dar cuenta de la reflexividad, simetría y transitividad de las
características de la comunicación verbal. El receptor funciona al mismo tiempo
como emisor ya que la comunicación es simétrica. Del lado del emisor entran en
juego su competencia verbal de codificación y decodificación para los
comportamientos del receptor. Estas propiedades permiten oponerla a otros tipos
de comunicaciones. Ej: mensajes de carteles de señalización urbana, la
comunicación no es reflexiva, ni simétrica ni transitiva.
Los destinatarios directos e indirectos pueden estar presentes o ausentes.
• Alocutarios (presentes):
Presente locuente: se da en un diálogo común en el cual el rol de emisor y
receptor varían según quién hable y quién conteste. Ambos están presentes.
Presente no locuente: Se da en conferencias, por ejemplo. Una o varias personas
son emisores y los receptores están presentes pero no pueden hablar con ellos o
comunicarse directamente con el emisor.
No alocutarios (ausentes):
Previstos: Puede ser que el emisor hable por radio esté en la TV, etc. Los
receptores no están presentes pero el emisor sabe que se está comunicando con
alguien
No previstos: Se da en casos que el mensaje del emisor llega por medio de otros
canales o en otras épocas a personas que no tenía planeado contactar. Por
ejemplo: el discurso de la Reina de Inglaterra luego de la muerte de Lady Di
llega en forma escrita a una universidad para que los alumnos lo analicen.
Ausente locuente: Receptores que físicamente están ausentes pero sin embargo
pueden contestar. Por ejemplo: chat, teléfono.
Ausente no locuente: El receptor está ausente y no tiene medios para contestarle
al emisor. Ej: libros.
El receptor puede ser real, virtual o ficcional. Ficcional cuando al lector
virtual se le otorgan los poderes de un ser real, responde y dialoga con el
narrador. El referente es complejo; una parte es exterior al mensaje y rodea la
comunicación, se inserta en ella. Está presente y es perceptible. Por otra
parte, es convertida en contenido del mensaje, se refleja en la competencia
ideológica y cultural de los sujetos. El canal es el soporte de los
significantes, funciona como filtro suplementario ya que la naturaleza del canal
no deja de tener incidencia en las elecciones lingüísticas. A medida que se
desarrolla la comunicación se va dando una modificación de los protagonistas, se
adapta su código al del otro. Esto supone un esfuerzo por ponerse en lugar del
otro. El universo del discurso son filtros que limitan las posibilidades de
elección del lenguaje. Dependen de las condiciones de la comunicación, las
características del tema, el fin y el estilo, es decir, las restricciones del
género. Cómo actúa en la codificación y decodificación el filtro complejo es el
universo del discurso. Cómo se efectúa la puesta en referencia del mensaje,
tratar de elaborar modelos de producción e interpretación que permitan la
conversación de la lengua del discurso.
Géneros discursivos (Bajtín)
Todos los mensajes, sin importar contexto o propósitos, siguen las
características temáticas, estructurales o estilísticas de un género. Estos
rasgos comunes que tienen los géneros permiten que los agrupemos en apartados
relativamente estables.
Los géneros se dan tanto en la oralidad (básicos: charlas, chistes..) y se
vuelven más complejos en la escritura (monografías, expedientes.. ). Si se
aprende a leerlos de determinada manera, según el formato característico, será
mucho más sencillo entenderlos. Una vez incorporada la superestructura se puede
rellenar si es escritor o interpretar si es lector. Ejemplo: ante una noticia
periodística, el lector entrenado sabrá que los titulares y entradas son
síntesis y el resto del cuerpo completa detalles. Para escribir una noticia, se
deberá seguir esta estructura también.
Los géneros son históricos, cambian con el tiempo y las costumbres de las
épocas. Pueden desaparecer, pueden surgir nuevos y pueden transformarse
mezclándose entre sí. Ejemplo: el género policial reelabora materiales del
género judicial (informe de forense, descripción del escenario, declaraciones de
testigos, informe psicológico, etc.)
El reconocimiento del género permite solucionar problemas interpretativos. Pero
no siempre es sencillo detectar clasificaciones genéricas. Ejemplo:relato y
cuento. Son literarios, breves, tienen mucho en común. Pero, un cuento busca
producir una tensión desde el comienzo, un conflicto, un clímax, para luego
originar la distensión y solución. El relato, en cambio, no posee conflicto ni
clímax.
Para poder diferenciar con certeza los géneros escritos podemos basarnos en la
información que acompaña al texto (paratextual). En caso de un libro, el cuerpo
(diagramación, tapa, contratapa, epígrafe, título etc.) ayuda a descubrir el
género, las intenciones, los modos de lectura, los grados de ficción o realidad,
entre otras cosas. Ejemplo: distinción entre autobiografía (la realidad de lo
acontecido que une a la persona del escritor con lo narrado) y novela
autobiográfica (con carga de ficción, el narrador no coincide con la persona del
escritor).
A partir de la identificación del género, el lector se prepara para creer o no
creer en las cosas que se cuentan en el texto.
Algunos géneros: discursivos (periodísticos), académicos (universitarios),
religiosos (sermones), literarios (narrativa), políticos (discursos), musicales
(jazz).
EL PROBLEMA DE LOS GÉNEROS DISCURSIVOS
El carácter y las formas del uso de la lengua son tan multifirmes como las
esferas de la actividad humana. El uso se lleva a cabo en forma de enunciados
(orales y escritos) concretos y singulares. Estos enunciados reflejan las
conficiones específicas y el objeto de cada una de las esferas por su contenido
(temático), por su estilo verbal (selección de los léxicos) y por su
estructuración. Los tres momentos están vinculados en la totalidad del enunciado
y se determinan por la especificidad de una esfera dada de comunicación. Cada
esfera del uso de la lengua elabora sus tipos relativamente estables de
enunciados (géneros discursivos). En cada una de ellas existe un repertorio de
géneros que se diferencia y crece a medida que se desarrolla y se complica la
esfera misma. Aparte hay una heterogeneidad de los géneros discursivos. La
diversidad de los géneros es tan grande que no puede haber un solo enfoque para
su estudio.
De ninguna manera se debe subestimar la extrema heterogeneidad de los géneros.
Hay que prestar atención a la diferencia entre géneros simples (primarios) y
complejos (secundarios). Los secundarios surgen en una comunicación cultural más
compleja desarrollada y organizada, principalmente escrita. Ej: comunicación
artística, científica, novelas, etc. Estos géneros absorben y reelaboran los
diversos géneros primaros constituidos en la comunicación discursiva inmediata.
Los primarios se forman dentro de los complejos y pierden su relación inmediata
con la realidad y con los enunciados reales de otros. Ej: las cartas dentro de
una novela, conservando su forma y su importancia cotidiana tan sólo como las
partes del contenido de la novela. La diferencia entre los géneros es grande y
por eso la naturaleza del enunciado debe ser descubierta y determinada mediante
el análisis de ambos tipos.
Toda investigación acerca de un material lingüístico concreto tiene que ver con
enunciados concretos (escritos u orales) relacionados con diferentes esferas de
la actividad humana y de la comunicación; de allí los investigadores obtienen
los hechos lingüísticos necesarios. El menosprecio de la naturaleza del
enunciado y la indiferencia frente a los detalles de los aspectos genéricos del
discurso llevan al formalismo y a una abstracción excesiva, desvirtúan el
carácter histórico de la investigación y debilitan el vínculo del lenguaje con
la vida. El lenguaje participa en la vida a través de los enunciados que lo
realizan, y la vida participa del lenguaje a través de estos enunciados.
Todo estilo está vinculado con el enunciado y con las formas típicas de
enunciados (géneros). Todo enunciado es individual y puede reflejar la
individualidad del hablante, poseer este estilo. Pero no todos los géneros son
suceptibles al reflejo de la individualidad. Las condiciones menos favorecedoras
para este reflejo en el lenguaje se da en aquellos géneros que requieren formas
estandarizadas. Ej: órdenes militares, en el trabajo, etc. En la gran mayoría de
los géneros discursivos, un estilo individual no forma parte de la intención del
enunciado. En diferentes géneros pueden aparecer diferentes estratos y aspectos
de la personalidad. La definición del estilo en general y de un estilo
individual, requiere de un estudio más profundo de la naturaleza del enunciado y
de la diversidad de los géneros. Los estilos lingüísticos son estilos genéricos
de determinadas esferas de la actividad y comunicación humana. A los géneros les
corresponden diferentes estilos. Una función determinada y unas condiciones
determinadas generan ciertos géneros, es decir, tipos temáticos, composicionales
y estilísticos de enunciados relativamente estables. El estilo tiene que ver con
unidades composicionales y determinados tipos de estructuración. No existe una
clasificación reconocida de estilos de la lengua. Junto con estilos de la lengua
figuran las palabras dialectales, anticuadas y expresiones profesionales.
La separación entre estilos y géneros se pone de manifiesto de forma nefasta en
la elaboración de una serie de problemas históricos. Los cambios históricos en
los estilos de la lengua están vinculados a los cambios de géneros. Los
enunciados y los géneros son correas de transmisión entre la historia de una
sociedad y la de la lengua. Ni un solo fenómeno nuevo puede ser incluido en el
sistema sin pasar la compleja prueba de elaboración genérica. Donde existe un
estilo, existe un género. La transición de un estilo de género a otro cambia la
entonación del estilo pareciendo inadecuado para ese género y destruye o renueva
al género mismo.
El estudio de los géneros discursivos es indispensable para la elaboración
productiva de todos los problemas de estilística. También hay que tener en
cuenta las relaciones entre el léxico y la gramática. En muchos casos la
frontera entre gramática y estilo se borra. Existen fenómenos que los
investigadores relacionan con la gramática y otros con la estilística. Ej: el
sintagama. Si se analiza sólo dentro del sistema de la lengua, se trata de un
fenómeno gramatical, pero si se analiza dentro de todo el enunciado o género es
un fenómeno de estilo. La elección gramatical de un hablante es un acto de
estilística. Deben combinarse orgánicamente. Una profunda comprensión del
enunciado y las características de los géneros puede asegurar una solución
correcta del complejo problema metodológico. El estudio del enunciado como una
unidad real de comunicación discursiva permitirá comprender de una manera
correcta la naturaleza de las unidades de la lengua: palabra y oración.
EL ENUNCIADO COMO UNIDAD DE LA COMUNICACIÓN DISCURSIVA. DIFERENCIA CON UNIDAD DE
LA LENGUA (PALABRA Y ORACIÓN).
a) Funciones y ficciones del lenguaje. Expresividad (Humboldt) objetivismo
abstracto (Saussure) dialogismo (Bajtín).
Humboldt: La función comunicativa de la lengua en la lingüística del siglo XIX,
la dejaba de lado como algo accesorio. En el primer plano estaba la función del
pensamiento independientemente de la comunicación. ‘La lengua es una condición
necesaria del pensamiento del hombre incluso en soledad’. A pesar de las
diferencias entre enfoques de esta función, su esencia se reduce a la expresión
del mundo individual del hablante. El lenguaje es la necesidad del hombre de
expresarse, se restringe a la creatividad de del individuo. Aunque hay distintos
enfoques, todos subestiman la función comunicativa de la lengua. Que el receptor
sea sólo un oyente da un concepto distorsionado del proceso complejo,
multilateral y activo de la comunicación discursiva. En realidad, el oyente al
percibir y comprender el significado del discurso, toma una activa postura de
respuesta. Puede estar o no de acuerdo, lo completa, lo aplica, etc. Esta
postura está desde el comienzo del discurso. Toda comprensión del discurso tiene
un carácter de respuesta, pero el grado de participación puede ser muy variado.
No siempre hay lugar para una respuesta en voz alta, pero la compresión activa
del oyente puede traducirse en una acción. Ej: obedecer. O puede quedar como una
comprensión silenciosa (respuesta de acción retardada), tarde o temprano lo
escuchado resurgirá en los discursos posteriores o conducta del oyente. Todo
hablante también es contestatario, él no es el primer hablante, cuenta con la
presencia de ciertos enunciados anteriores suyos o ajenos, con los cuales su
enunciado establece relaciones. Todo enunciado es un eslabón en la cadena
organizada de enunciados.
El oyente que aparece con pasiva comprensión no corresponde con el participante
real de la comunicación. Lo que está representado en el esquema es un momento
abstracto de un acto real. Esta abstracción es justificada ya que debe ser
comprendida conscientemente como tal y no tiene que presentarse como la
totalidad concreta del fenómeno. El esquema falsea el cuadro efectivo de la
comunicación.
b) Imprecisión terminológica. El enunciado
El mismo menosprecio del papel del otro se manifiesta en el uso ambiguo del
término ‘discurso’. Puede designar a la lengua, al habla, a un enunciado
separado o a un género discursivo. Se explica por el hecho de que el problema de
enunciado y géneros está poco elaborado.
El discurso puede existir en la realidad en forma de enunciados concretos
pertenecientes a los hablantes. El discurso está vertido en la forma del
enunciado que pertenece al sujeto determinado y no puede existir fuera de esta
forma. Los enunciados, por más variados que sea, forman la unidad de
comunicación discursiva, por lo tanto tienen rasgos estructurales comunes y
fronteras bien definidas.
c) Los enunciados tienen fronteras. Donde hay fronteras hay diálogo
Las fronteras se determinan por el cambio de los sujetos discursivos, por la
alternación de los hablantes. Todo enunciado posee un principio y un final
absoluto. Antes del comienzo están los enunciados de otros, después las
respuestas de otros. Un hablante termina su enunciado para ceder la palabra a
otro o para que comprenda. El enunciado está delimitado con precisión por el
cambio de sujetos (primer rasgo) y termina cediéndole la palabra a otro. Ej: el
diálogo clásico, tiene sencillez y claridad. Cada réplica posee una conclusión
que se puede ser contestada y adoptar una posición. Entre las réplicas se
establecen relaciones (preguntas, afirmación, etc.). Estas relaciones son
imposibles entre unidades de la lengua (palabra-oración), sólo son posibles en
enunciados porque presuponen la existencia del otro.
Es necesario explicar el problema de la oración como unidad de la lengua, a
diferencia del enunciado como unidad de la comunicación discursiva. La oración
es una idea concluida que se relaciona con otras ideas de un mismo hablante
dentro del enunciado. El hablante hace una pausa para pasar a otra idea suya que
complete o fundamente a la primera. El contexto de la oración es el del discurso
de un mismo hablante, no se relaciona por sí misma con el contexto y con otros
enunciados, se vincula con ellos a través del enunciado en su totalidad. No
posee una plenitud de sentido ni una capacidad de determinar la postura de
respuesta de otro hablante. Tiene naturaleza, límites y conclusión gramaticales.
Pero la falta de una teoría de enunciado lleva a una confusión entre oración y
enunciado.
Los enunciados adquieren carácter interno gracias a que el sujeto manifiesta su
individualidad mediante el estilo, esto es lo que crea fronteras internas que la
distinguen de otras obras relacionadas en el proceso de la comunicación. Una
obra está orientada hacia la respuesta comprensiva de otros, puede adoptar
diversas formas: intención educadora, convencer, etc.
El cambio de los sujetos discursivos que enmarca al enunciado, es el primer
rasgo constitutivo del enunciado como unidad de la comunicación que lo distingue
de la unidad de la lengua. El segundo rasgo es la conclusividad específica del
enunciado. Este rasgo representa una parte interna del cambio de los sujetos,
este cambio se da por el hecho de que el hablante dijo tolo lo que quiso decir,
percibimos el fin del enunciado. El primer criterio de la conclusividad es la
posibilidad de ser contestado, de tomar postura de respuesta. Es necesario que
el enunciado tenga carácter concluso para poder ser contestado. Para eso, es
insuficiente que el enunciado sea comprensible lingüísticamente. Este carácter
de totalidad conclusa se determina por tres momentos que se relacionan entre sí:
sentido del objeto del enunciado agotado; el enunciado se determina por la
intencionalidad discursiva; el enunciado posee formas típicas, genéricas y
estructurales de conclusión.
Primer momento: puede ser casi completo en esferas cotidianas, en esferas
oficiales donde los géneros discursivos tienen un carácter estandarizado al
máximo y el momento creativo está ausente casi por completo. Pero en las esferas
de creación es posible un grado muy relativo de agotamiento del sentido, se
puede hablar sobre un criterio mínimo de conclusividad.
Segundo momento: en cada enunciado podemos entender la intención discursiva del
hablante. La intención determina la elección del objeto y sus límites y su
capacidad de agotar el sentido. También la elección de la forma genérica en el
enunciado. La intención es el momento subjetivo del enunciado. Los participantes
directos de la comunicación abarcan rápidamente y con facilidad la intención o
voluntad discursiva del hablante y perciben la totalidad del enunciado en
proceso de desenvolvimiento.
Tercer momento: formas genéricas estables del enunciado. La voluntad discursiva
del hablante se realiza en la elección de un género determinado. La elección se
define por la especificidad de una esfera discursiva dada, por las
consideraciones sobre el tema, por la situación y los participantes de la
comunicación. La intención se aplica y se adapta al género. Todos nuestros
enunciados tienen formas típicas para la estructuración de la totalidad
relativamente estables. En la práctica los usamos con seguridad y destreza pero
teóricamente podemos no saber nada de su existencia. Aprender a hablar quiere
decir aprender a construir los enunciados. Los géneros discursivos organizan
nuestro discurso de la misma manera de las formas gramaticales. Aprendemos a
plasmar nuestro discurso en formas genéricas y al oír el discurso ajeno
adivinamos su género desde las primeras palabras.
Muchas personas que dominan la lengua de una manera formidable se sienten
desamparadas en algunas esferas de la comunicación. Por el hecho de que no
dominan las formas genéricas prácticas creadas por estas esferas. Una persona
que maneja el discurso en diferentes esferas de la comunicación cultural puede
ser callada o torpe en una plática de salón. No se trata de pobreza de
vocabulario, sino de inhabilidad para dominar el género de la conversación
mundana.
Un hablante no sólo dispone de las formas obligatorias (léxico y gramática) sino
que cuenta con formas obligatorias discursivas. Los géneros son dados, por eso
un enunciado aislando individual y creativo no puede ser considerado como
‘libre’. La gran mayoría de los lingüistas comparte este punto de vista:
consideran que el ‘habla’ es una combinación individual de formas lingüísticas y
no encuentran ninguna otra forma normativa.
La noción de la forma del enunciado total es lo que nos dirige en el proceso del
discurso. La intencionalidad de nuestro enunciado puede requerir una sola
oración o más. Es el género elegido lo que establece los tipos de oraciones y
relaciones entre estas.
Oración: unidad de la lengua, aislada es perfectamente comprensible
(comprendemos su significado lingüístico): Es imposible adoptar una postura de
respuesta a no ser que sepamos que el hablante expresó cuanto quiso decir. Pero,
no se trataría de una oración sino de un enunciado que consisten en una sola
oración (enmarcado y delimitado por cambio de sujetos). Si la oración está en un
contexto, adquiere la plenitud de su sentido dentro de ese contexto. La oración
es un elemento significante de un enunciado completo que adquiere su sentido
definitivo dentro de la totalidad. La oración posee una conclusividad del
significado y una de la forma gramatical, pero la conclusividad de significado
es de carácter abstracto y por eso es tan clara. No tiene autor ni pertenece a
nadie. Funcionando en un enunciado completo es la expresión de la postura
individual en una situación concreta.
El tercer rasgo del enunciado que determina su composición y estilo es el
momento expresivo, una actitud subjetiva y evaluadora desde el punto de vista
emocional con respecto al contenido semántico. Un enunciado neutral es
imposible. Una actitud evaluadora del hombre con respecto al objeto de su
discurso determina la selección de los recursos léxicos gramaticales y
composicionales del enunciado. La lengua como sistema dispone muchos recursos
para expresar la postura emotiva y valorativa del hablante, pero estos medios
son neutros respecto a la valoración determinada y real. Ej: amorcito es neutra
como lejos. Representa una posible actitud emotivamente valorada respecto a la
realidad, pero no se refiere a una realidad determinada. Uno de los recursos
expresivos es la entonación expresiva que es un rasgo constitutivo del
enunciado. No existe fuera del enunciado. La palabra y la oración como unidades
de la lengua carecen de entonación. Existen los modelos de enunciados
valorativos que expresan alabanza, aprobación, etc. Las palabras que adquieren
en la vida política y social una importancia se convierten en enunciados
expresivos administrativos (paz, libertad)
La emotividad no es propia de la palabra. El significado de la plabra carece de
ella. Las palabras que denotan emociones o evaluaciones son tan neutras como
todas las demás; adquieren su valor en el enunciado. Hay una expresividad típica
‘aureola estilística’ pero no pertenece a la palabra de la lengua sino al género
en que la palabra suele funcionar. La expresividad genérica es impersonal. Las
palabras no son de nadie, pero las oímos y vemos en enunciados individuales, en
ellos poseen matiz típico. Tienen una expresividad fijada por el contexto del
enunciado. Los significados neutros de las palabras aseguran su carácter y la
intercomprensión de todos los que hablan. Se puede decir que cualquier palabra
existe para el hablante en sus tres aspectos: neutra, sin pertenecer a nadie;
ajena que pertenece a otros y mi palabra, en una situación determinada y con una
intención. La palabra está compenetrada de mi expresividad. En este caso aparece
como la expresión de cierta posición valorativa del individuo. En cada época, en
todas las áreas de la práctica existen determinadas tradiciones expresas y
conservadas en formas verbalizadas. Por eso la experiencia discursiva individual
de cada persona se forma y desarrolla en una constante interacción con los
enunciados individuales ajenos. Puede ser caracterizada como proceso de
asimilación de palabras ajenas. Nuestro discurso está lleno de palabras ajenas
de diferente grado de asimilación; estas aportan su propia expresividad, su tono
apreciativo que se asimila y reacentúa por nosotros. La oración posee cierta
entonación gramatical pero no expresiva. Las entonaciones específicamente
gramaticales son: conclusiva, explicativa, disyuntiva, etc. La entonación
enunciativa, interrogativa, exclamativa y la orden tienen fusión entre la
entonación gramatical y lo que es propio de los géneros discursivos.
El momento expresivo viene a ser un rasgo constitutivo del enunciado. El sistema
de la lengua dispone de formas necesarias para manifestar la expresividad, pero
la lengua misma y sus unidades significantes carecen de expresividad.
d) La polifonía:
Las fronteras del enunciado se fijan por el cambio de los sujetos discursivos.
Los enunciados no son autosuficientes y ‘saben’ uno del otro, se reflejan
mutuamente. Todo enunciado debe ser analizado como respuesta a los enunciados
anteriores de una esfera dada. Los refuta, los confirma, los completa, etc. Uno
no puede determinar su propia postura sin correlacionarla con las de los otros.
Cada enunciado está lleno de reacciones que tienen diferentes formas: pueden ser
introducidos directamente al contexto de un enunciado o introducirse solo
palabras, ambos pueden conservar su expresividad ajena o sufrir un cambio de
acento (ironía, indignación). Los enunciados se pueden hacer referencia a ellos
como opiniones bien conocidas por el interlocutor o pueden sobrentenderse
calladamente. La expresividad de un enunciado se determina por el objeto, el
sentido y por los enunciados ajenos emitidos acerca del mismo tema, por los
enunciados que contestamos, polemizamos; son ellos los que determinan las
reiteraciones, la selección de expresiones duras o suaves, el tono desafiante,
etc. La expresividad de un enunciado nunca puede ser comprendida y explicada si
se toma en cuenta nada más su objeto y su sentido. La expresividad contesta,
expresa la actitud del hablante hacia los enunciados ajenos. Por más monológico
que sea un enunciado no puede dejar de ser una respuesta a aquello que ya se
dijo a cerca del mismo objeto aunque el carácter de respuesta se manifestaría en
los matices de su sentido, expresividad, estilo, etc. Un enunciado está lleno de
matices dialógicas porque nuestro mismo pensamiento se origina y se forma en el
proceso de interacción y lucha con pensamientos ajenos. Los enunciados de otros
que separamos como tales, al ser introducidos en el nuestro le aportan algo que
aparece como irracional desde el punto de vista de la sintaxis. Las
interrelaciones entre el discurso ajeno introducido y el resto del propio no
tienen similitud con las relaciones sintácticas propias. Sin embargo, estas
interrelaciones son análogas a las relaciones que se dan en el diálogo. La
entonación que aisla el discurso ajeno se marca en la escritura con comillas. Es
una especie de transposición del cambio de sujetos. Las fronteras que crean son
débiles y específicas; la expresividad penetras fronteras y se extiende hacia el
discurso ajeno. Este discurso posee una expresividad doble: la propia y la del
enunciado que acoge el discurso ajeno. Todo puede tener lugar donde el discurso
se cita explícitamente y se pone en relieve. Los cambios de los sujetos se
perciben con claridad. Además podemos descubrir una serie de discursos ajenos
semicultos o implícitos. El enunciado hay que analizarlo en relación con el
autor y en su nexo con otros enunciados relacionados con él (del mismo género).
El objeto del discurso no llega a tal por primera vez en este enunciado, el
hablante no es el primero que lo aborda. El objeto del discurso se encuentra
hablado y valorado de distintas maneras. En la mente del hablante se combinan
dos concepciones cuando se pronuncia, por ejemplo, la sig. Oración: el sol
alumbra. Se justifica y se fundamenta por el contexto de un enunciado completo
que las incluye en una comunicación discursiva. Si son enunciados conclusos
tienen alguna justificación en la situación que las introduce en la cadena de la
comunicación discursiva.
Los enunciados no están dirigidos únicamente a su objeto, sino también a
discursos ajenos sobre este último. La actitud hacia el discurso ajeno difiere
por principio de la actitud hacia el objeto. Pero un enunciado no sólo está
relacionado con eslabones anteriores, sino con los posteriores. El enunciado se
construye desde el principio tomando en cuenta las posibles reacciones de
respuesta. El papel de los otros es sumamente importante. El hablante espera
desde el principio su contestación y comprensión activa.
e) siempre hablamos a alguien:
Un signo importante del enunciado es su orientación, la propiedad de estar
destinado. El enunciado tiene autor y destinatario. El destinatario puede ser un
participante e interlocutor inmediato de un diálogo cotidiano, representar un
grupo especialista o un público homogéneo, opositores, etc. También puede haber
un destinatario indefinido. Todos estos tipos de destinatario se determinan por
la esfera de la praxis humana y la vida cotidiana a la que se refiere el
enunciado. La composición y el estilo dependen de un hecho concreto: a quién
está destinado y cómo el hablante percibe a sus destinatarios. Todo género posee
su propia concepción del destinatario. Éste puede coincidir personalmente o
aquel a quien corresponde el enunciado. Ej: en un diálogo cotidiano, el
destinatario es a quien contesto y de quien espero respuesta. El enunciado de
aquel a quien contesto ya existe, pero su contestación aún no apareció. Al
construir mi enunciado, siempre tomo en cuenta hasta qué punto conoce la
situación, si posee o no conocimientos de la esfera cultural, cuáles son sus
simpatías y antipatías y esto generará una reacción. Este tanteo determinará el
género del enunciado, la selección de estructuración y los recursos lingüísticos
(estilo). Ej: en los textos científicos es fácil distinguir al destinatario y
todo se reduce a la cantidad de sus conocimientos especializados para pensar en
la estructuración. Matices más delicados de estilo se determinan por el grado de
intimidad entre los participantes. Los géneros familiares e íntimos perciben a
su destinatario alejado del marco de las jerarquías sociales, lo cual genera más
sinceridad.
La familiarización de estilos abre camino hacia la literatura a estratos de la
lengua que anteriormente se encontraban bajo prohibición. Los géneros y estilos
íntimos se basan en una máxima proximidad interior entre hablante y
destinatario. El discurso íntimo está compenetrado de confianza y
consentimiento, delicadeza y buena intención. En esta atmósfera el hablante abre
sus profundidades internas. Esto hasta ahora fue poco estudiado. Los estilos
neutrales y objetivos presuponen una especie de identificación entre los
participantes, la unidad de puntos de vista, al precio de un rechazo total de la
expresividad. A diferencia de los enunciados y géneros, las unidades
significantes de la lengua carecen de ese carácter destinado: no pertenecen a
nadie y no están dirigidas a nadie. Si una determinada palabra y oración está
dirigida hacia alguien, estamos frente un enunciado concluso. Una oración
rodeada de contexto adquiere un carácter destinado sólo mediante la totalidad el
enunciado.
Cuando se analiza una oración aislada de su contexto, las huellas del carácter
destinado y la influencia de la respuesta prefigurada, los ecos dialógicos del
cambio de sujetos se borra, se pierde porque es ajeno a la oración como unidad
de la lengua. El análisis estilístico que abarca todas las facetas del estilo es
posible sólo como análisis de la totalidad del enunciado y dentro de aquella
cadena de comunicación discursiva cuyo eslabón inseparable representa el
enunciado.
El aparato formal de la enunciación. (Benveniste).
Todas las descripciones lingüísticas dedican un lugar al empleo de las formas
(conjunto de reglas que fijan condiciones sintácticas en la que deben aparecer
las elecciones). Estas reglas están articuladas con reglas de formación y se
establece cierta correlación entre las variaciones morfológicas y las
combinaciones de los signos. Limitadas las elecciones de una y otra parte se
obtiene un inventario exhaustivo de los empleos y formas. Las condiciones de
empleo de las formas no son idénticas a las condiciendo de empleo de la lengua;
la diferencia implica otra manera de ver las cosa, describirlas e
interpretarlas. El empleo de las formas dio un número de modelos. La diversidad
de ellos es enorme.
Otra cosa es el empleo de la lengua. Este fenómeno es tan trivial que se
confunde con la lengua misma. La enunciación es poner a funcionar la lengua por
un acto individual de utilización; es el acto de producir un enunciado. La
relación entre locutor y lengua determina las características lingüísticas de la
enunciación. El locutor toma la lengua por instrumento y los caracteres
linguísticos que marcan esta relación. Este proceso se puede estudiar de tres
modos:
• El primero es perceptible y directo. Es la realización vocal de la lengua.
Sonidos emitidos y percibidos. Se deben estudiar como proceso de adquisición,
difusión y alteración, proceden siempre de actos individuales. En lo científico,
se procura eliminar los rasgos individuales del enunciado. Pero todo el mundo
sabe que los sonidos nunca son reproducidos exactamente y la noción de identidad
sólo es aproximada. El mecanismo de esta producción es otro problema, la
enunciación supone la conversión individual de la lengua en discurso. Es la
semantización de la lengua lo que ocupa el centro de este aspecto de enunciación
y conduce a la teoría del signo y al análisis de la significancia.
Consideraremos a los procedimientos en los cuales las formas lingüísticas se
diversifican y se engendran. La gramática transformacional ayuda a codificarlos
y formalizarlos a partir de una sintaxis universal.
• Otro enfoque consiste en definir la enunciación en el marco formal de su
realización. Hay que esbozar dentro de la lengua, los caracteres formales de la
enunciación a partir de la manifestación individual que actualiza. Son
necesarios y permanentes, están ligados a la particularidad del idioma elegido.
En la enunciación consideramos el acto mismo, las situaciones donde se realiza,
los instrumentos que la consuman. El acto individual introduce al locutor como
parámetro en las condiciones necesarias para la enunciación. Después de la
enunciación, la lengua se efectúa en una instancia de discurso que emana de un
locutor, forma sonora que espera un auditor y suscita otra enunciación a cambio.
La realización individual es un proceso de apropiación del aparato formal de la
lengua y enuncia su posición de locutor mediante indicios y procedimientos
accesorios. En cuando se declara locutor implanta al otro delante de él, toda
enunciación postula un alocutario. La apropiación de la lengua es la necesidad
de referir por el discurso al mundo.
Estas condiciones van a gobernar el mecanismo de la referencia en el proceso de
enunciación. El acto individual de apropiación introduce al que habla en su
habla. La presencia de él e su enunciación hace que tenga una referencia
interna. Esto se manifestará mediante un juego de formas cuya función es poner
al locutor en relación constante con su enunciación. La emergencia de los
indicios de persona yo denota al individuo de la enunciación, el término tú al
individuo alocutario. Los indicios numerosos de la ostensión (aquí, éste) son
términos que designan al objeto al momento de ser pronunciada la enunciación.
Pronombres personales, demostrativos (individuos lingüísticos) remiten siempre a
individuos en lugares y en momentos. Estos individuos lingüísticos proceden del
hecho de que nacen de una enunciación. Términos aferentes a la enunciación
(paradigma entero) formas temporales que determinan por relación con el ego. Los
tiempos coinciden con el momento de la enunciación. Podría creerse que la
temporalidad es un marco innato. Es producida en realidad en la enunciación y
por ella. De allí procede el término presente, por ende, del tiempo. Es la
presencia en el mundo que sólo el acto de enunciación hace posible. Podría
mostrarse mediante análisis de sistemas temporales en diversas lengas la
posición del presente. El presente formal explicita el presente inherente a la
enunciación que se renueva con cada producción de discurso. Continuidad y
temporalidad se engendran en el presente de la enunciación y se delimitan entre
lo que va a volverse presente y lo que pasó.
• Hay que distinguir las entidades de la lengua que tienen estatuto permanente
de aquellas que existen en la red de individuos y en un ‘aquí-ahora’ del
locutor. La enunciación da las condiciones necesarias para las grandes funciones
sintácticas. El enunciador se sirve de la lengua para influir sobre el
comportamiento del alocutario, dispone un aparato de funciones: interrogación
suscita respuesta; intimación órdenes, imperativos, vocativos implican una
relación inmediata y referencia necesaria del tiempo de la enunciación; aserción
apunta a comunicar una certidumbre, tiene instrumentos propios ‘sí/ no’; los
modos que enuncian actitudes del enunciador hacia lo que anuncia (espera, deseo,
duda) quizá.
Lo que caracteriza la enunciación es la acentuación de la relación discursiva al
interlocutor. Plantea el cuadro figurativo de enunciación: dos figuras en
estructura de diálogo, son alternativamente protagonistas de la enunciación. Hay
casos que no hay diálogo fuera de la enunciación ni enunciación sin diálogo. No
se trata de diálogo ni de enunciación, consiste en proverbios citados. El
competidor que dispone mayor provisión de proverbios sale ganando. El monólogo
procede de la enunciación. Es un diálogo interiorizado formulado en lenguaje
interior entre dos ‘yo’. Estas situaciones pedirán una descripción doble. La
comunión fática es el fenómeno psicosocial de funcionamiento lingüístico.
Malinowski partió del papel que tiene el lenguaje. El discurso funda un aporte
entre los individuos.
El lenguaje empleado en relaciones sociales libres merece una consideración
especial, cuando se charla para descansar de trabajo es claro que estamos ante
otra manera de emplear la lengua. No depende de lo que pasa en el momento, está
privada de contexto, el enunciado no puede ser vinculado al comportamiento del
locutor u oyente. Preguntas sobre el clima son intercambio no para informar ni
para expresar un pensamiento. Es un nuevo tipo de empleo de la lengua (comunión
fática), un discurso en el cual los nexos de unión son creados por un
intercambio de palabras. Desempeñan una función social, pero no son el resultado
de una reflexión intelectual. Es evidente que la situación exterior no
interviene en la técnica de la palabra, consiste en una atmósfera de
sociabilidad y en el hecho de la comunión persona de esa gente. La situación
consiste en acontecimientos lingüísticos, apunta a ligar a los participantes por
medio de un sentimiento. Aquí estamos ante un diálogo, una relación personal
creada por una forma convencional que se satisface con su logro. En este
contexto habría que estudiar los cambios léxicos que la enunciación determina,
distinguirla de la hablada y la escrita, etc.
Enunciación (Filinich)
El acto de apropiación del lenguaje por parte de un yo que apela a un tú permite
detectar las huellas que conforman y evidencian la presencia de un sujeto. Esto
da cuerpo a la imagen del destinatario y se configura a sí mismo al plasmar su
propia imagen en el discurso que produce
CONCEPTOS GENERALES DE LA TEORÍA DE LA ENUNCIACIÓN
Hay dos posibles manera de estudiar al lenguaje. Una consiste en considerarlo
como un sistema de significación cuyos elementos se definen por las relaciones
que entablan entre sí. Otra, consiste en el ejercicio del lenguaje como una
acción cuya significación depende de las relaciones estructurales entre sus
elementos y de los interlocutores implicados en un espacio-tiempo. Adoptar una
perspectiva implica arribar a resultados y partir de presupuestos diferentes:
‘qué bello día’ puede ser analizada por su gramática y correcto uso de la
lingüística o ser considerada un enunciado, una ocurrencia singular de la frase
efectuada en determinadas circunstancias. Privilegiar uno u otro aspecto implica
adoptar diferentes concepciones acerca de la significación y el lugar del
lenguaje en la sociedad.
Austin revela la preocupación por sacar a la luz el poder del lenguaje de
efectuar acciones. Ej: ‘juro decir la verdad’ en un juicio es realizar un
juramento. Decir es hacer y desde el momento que se ha realizado la acción hay
consecuencias jurídicas. Otros ejemplos son prometer, invitar, bautizar,
aconsejar, etc. Estos verbos preformativos pusieron en evidencia las facultades
presentes en todas las emisiones lingüísticas. Poseen un ordenamiento gramatical
aceptable (acto locucionario) toda frase realiza un acto ilocucionario por el
cual afirma, interroga, ordena, etc. Y también hay un acto perlocucionario que
es producir un efecto sobre el interlocutor. Searle completa las obras de
Austin, desarrolló la teoría de actos de habla consiste en realizar actos
conforme a reglas, hablar es la unidad básica de comunicación, Searle distingue
diversos géneros de actos de habla y diversas reglas que los gobiernan.
Reconocerá tres géneros: actos de emisión, actos proposicionales y actos
ilocucionarios. Añade el perlocucionario como correlativo del ilocucionario.
Esto lleva al autor a distinguir entre reglas regulativas y constitutivas que
son las condiciones necesarias para realizar diversos tipos de actos de habla
ilocucionarios. Esta perspectiva fue incorporándose en la lingüística y permitió
focalizar la preocupación por el sujeto hablante, su relación con el lenguaje y
su interlocutor, los efectos de su discurso y empiezan a aparecer como un
problema que obliga una revisión de las bases de la lingüística. Las
incorporaciones de las reflexiones de Austin y Searle se deben a los trabajos de
Benveniste.
Su punto de partido es la crítica a la concepción instrumental del lenguaje:
considerarlo un instrumento es una evidencia de la cual hay que desconfiar. No
es el hombre quien creó el lenguaje como una prolongación exterior a él, es el
lenguaje el que fundó la especificidad de lo humano, gracias a él se estableció
el reconocimiento entre hombre y demás especies, la conciencia de sí y del otro.
Es en y por el lenguaje como el hombre se constituye como sujeto. Pero no es
posible concebir un sujeto hablante sino como un locutor que dirige su discurso
a otro, el yo implica el tú. La polaridad de personas es el primer argumento de
Benveniste para sostener el carácter lingüístico de la subjetividad. Es el acto
de decir el que funda al sujeto y al otro en el discurso, esto conlleva la
instauración de un lugar desde el cual se habla alrededor del cual se organiza
el discurso. Esta relación yo/tu es la relación que subyace a todo enunciado.
Por eso se pueden reconocer dos ‘yo’ en un enunciado. Ej: llegué temprano (el
sujeto explicito que realiza el acto de llegar y el implícito que realiza el
acto de decir. El segundo argumento se basa en el reconocimiento de otros
elementos que poseen el mismo estatuto de pronombres personales, son formas
vacías cuya significación se realiza en el acto del discurso: indicadores de
deixis, demostrativos, adverbios, esto-aquí-ahora. Organizan el espacio y el
tiempo alrededor del centro constituido por el sujeto de la enunciación y
marcado por el ego. El tercer argumento es la expresión de temporalidad. El
presente es el tiempo en el que se habla. Fuera del discurso el tiempo no
existe. Cada acontecimiento enunciativo inaugura un presente en función del cual
se comprenden los variados tiempos del enunciado. Ej: ayer fue feriado marca
anterioridad del suceso con respecto al tiempo presente en la enunciación. De
estos tres argumentos Benveniste dice que el lenguaje es la posibilidad de la
subjetividad por contener las formas lingüísticas apropiadas a su expresión y el
discurso provoca la emergencia de la subjetividad. El sujeto del cual se habla
no preexiste ni se prolonga más allá de su discurso, se constituye en el marco
de su actividad discursiva. Benveniste apunta a incorporar las formas de
expresión de la subjetividad en la lengua misma. Tales formas están previstas
por la lengua y se recurre a ellas para adoptar el papel de sujeto de
enunciación y dejar las huellas en el enunciado.
ENUNCIADO Y ENUNCIACIÓN
En todo enunciado es posible reconocer dos niveles: lo expresado la información
transmitida, la historia (lo enunciado) y la enunciación (enunciativo), el
proceso por el cual lo expresado es atribuible a un yo que apela a un tú. El
enunciado (enuncivo) es la materialidad perceptible realizada con cualquier
sustancia expresiva, verbal oral escrita sonora, etc. El enunciado conlleva a
dos niveles: lo explícito que es objeto del discurso y lo implícito que es la
enunciación presupuesta, proviene de un yo que destina su alocución a un tú.
Lo enunciado puede verse como el objeto manifiesto de toda enunciación. La
enunciación posee la misma estructura que un enunciado, se compone de sujeto,
verbo y objeto. El sujeto es yo-tu, el verbo es el que designa el acto
enunciativo (decir) y el objeto el propio enunciado. Ej: estoy enfermo. Yo te
digo que… subyace a todo enunciado y reconoce el objeto en el ‘estoy enfermo’.
Entonces hay una estructura de sujeto/verbo/objeto del enunciado y una
estructura de sujeto/verbo/objeto de enunciación. Atendiendo a lo dicho
(enuncivo) se pueden identificar marcas sobre el objeto y el sujeto; para borrar
identidad del autor se puede incluir un enunciador colectivo (se pensó…) sería
una opinión general compartida por el Enunciatario. La forma impersonal del
verbo refuerza la aceptación generalizada, el enunciador se muestra partícipe y
distante. Busca mediante un nosotros abrir una brecha en una valorización en la
sociedad para sembrar sospechas e introducir una nueva concepción respecto a
algo.
El enunciador puede constituirse como un no especialista cuya opinión autorizada
podría imponerse sobre la opinión social. Si nos separásemos del yo de la
enunciación no se podría advertir la fuerza de una estrategia discursiva que
consiste en construir un enunciador próximo al Enunciatario que comparte un
saber sobre algo.
La distinción entre ambos niveles se complementa con otros aspectos en los
cuales es posible diferenciar una dimensión enunciva y otra enunciativa: tiempo
y espacio. Tiempo enunciado y tiempo de enunciación. El tiempo enunciado implica
pasado/presente/futuro con relación con los actores que las llevan a cabo. En
cambio, el tiempo de enunciación se define por su relación con el tiempo
enunciado. Aparecerá como simultáneo al del enunciado o como posterior o
anterior a él. Hay que reconocer la diferencia entre la dimensión enunciva del
tiempo que considera la relación entre diversos segmentos temporales del mismo
nivel y la dimensión enunciativa que articula el tiempo de la enunciación y del
enunciado.
Enunciado y enunciación son dos dimensiones siempre presentes en todo discurso,
cada una de ellas comporta sus propios componentes, podemos hablar de actores
tiempo y espacio de cada una. Dimensión enunciativa es siempre implícita,
requiere de un esfuerzo de interpretación. La enunciación no se agota en marcas
observables en enunciados, sino que se proyecta un nivel implícito de la
significación.
NOCIÓN DE DISCURSO
Los usos habituales.
En el habla corriente se dice ‘discurso’ para enunciados o palabras vacías. La
palabra discurso puede ser ambigua porque puede designar a un sistema que
permite producir un conjunto de textos o a este mismo conjunto: el discurso
comunista. También hay una distinción por parte de la lingüística que separa al
discurso del relato, opone a la enunciación anclada en la situación (vendrás
mañana) a otra cortada de la situación (César atacó a los enemigos).
En las ciencias del lenguaje
El término discurso en las ciencias se emplea en plural o singular. Esta noción
es muy utilizada porque es el síntoma de una modificación en nuestra manera de
concebir el lenguaje. Esta modificación resulta de la influencia de diversas
corrientes de ciencias humanas llamadas pragmática. La pragmática constituye
cierta manera de captar la comunicación verbal.
El discurso es una organización más allá de la frase, es decir, moviliza
estructuras de otro orden que las frases. Ej: no fumar. Forma una unidad
completa aunque no esté constituido más que por una frase. Los discursos están
sometidos a reglas de organización según el grupo social determinado.
El discurso está orientado porque está concebido en función de un objetivo que
se desarrolla en el tiempo de manera lineal. Se construye en función de un fin,
aunque puede desviarse a mitad de camino. Este desarrollo se despliega en
condiciones diferentes según el enunciado esté sostenido por un solo enunciador
que lo controla (monologal) o se inscriba en una interacción donde puede ser
interrumpido por el interlocutor (dialogal).
El discurso es una forma de acción sobre el otro. El problema de los ‘actos del
lenguaje’ (actos de habla) mostró que todo enunciado constituye un acto que
apunta a modificar una situación. Estos actos se integran al discurso de un
género determinado que apunta a producir una modificación sobre el destinatario.
El discurso es interactivo, compromete a dos personas marcadas en los enunciados
por los pronombres ‘yo-tú’. La más evidente es la oral. Existen numerosas formas
de oralidad que no parecen muy interactivas, sin embargo. Ej: conferencista,
animador de radio, etc. Esto es más claro en lo escrito donde ni siquiera está
presente el destinatario. Toda enunciación está tomada en una interactividad
constitutiva, es un intercambio explícito o implícito. La conversación se
considera como el discurso por excelencia, sino como uno de los modos de
manifestación de la interactividad fundamental del discurso. Se vuelve difícil
llamar ‘destinatario’ al interlocutor porque así pareciera que la enunciación va
en sentido único, lo reemplazaremos por el término ‘co-enunciador’.
El discurso está contextualizado. Sabemos que no se puede asignar un sentido al
enunciado fuera del contexto. El mismo enunciado en dos lugares distintos
corresponde a dos discursos distintos. El discurso contribuye a definir su
contexto que puede modificar en el curso de la enunciación. Ej: dos personas
pueden conversar de amigo a amigo y luego establecer otras relaciones como la de
médico-paciente.
El discurso es asumido por un sujeto. El ‘yo’ se plantea como fuente e
localizaciones personales, temporales y espaciales e indica qué actitud adopta
respecto de lo que dice y de su co-enunciador. Indica quién es el responsable de
lo que dice. Ej: ‘llueve’ es planteado como verdadero por un enunciador
responsable del dicho. Pero ‘Según Paul, llueve’ es atribuir la responsabilidad
a algún otro.
El discurso es regido por normas. Cada acto del lenguaje implica normas
particulares. Todo acto de enunciación no puede plantearse sin justificar de una
u otra manera su derecho a presentarse como tal.
El discurso está tomado en un interdiscurso. Quiere decir que sólo adquiere
sentido en el interior del conjunto de discursos. Para interpretar el enunciado
hay que ponerlo en relación con otros enunciados. Cada género discursivo tiene
su manera de gestionar la multiplicidad de las relaciones interdiscursivas. El
solo hecho de ubicarlo en el género implica que se lo ponga en relación con
discursos del mismo.
ENUNCIADO Y TEXTO
Los lingüistas no disponen sólo de ‘discursos’, sino también de enunciado y
texto. El enunciado no es enunciación, es el producto al acto de producción, es
la huella verbal de ese acontecimiento de enunciación. Algunos lingüistas
definen el enunciado como la unidad elemental de la comunicación verbal. Ej: qué
chica! Hola Paul. Otros, ponen la frase que está considerada fuera de todo
contexto, a la multitud de enunciados que le corresponden según la variedad de
contextos en los que puede figura esta frase. Ej: ‘no fumar’ es una frase, pero
es un enunciado si está ubicada en un contexto. También se emplea ‘enunciado’
para designar una secuencia verbal que forma una unidad de comunicación completa
que forma parte de un género determinado. El enunciado está referido al objetivo
comunicativo de su género. ‘Enunciado’ posee un valor casi equivalente a
‘texto’, que se emplea sobre todo cuando se trata de captar el enunciado como
constituyendo una totalidad coherente. La lingüística que estudia esa coherencia
se llama ‘lingüística textual’. Se habla de ‘texto’ para producciones verbales
que están estructuradas de manera de ser repetidas, circular lejos de su
contexto original. Se habla más bien de ‘textos literarios’. Un texto se
presenta como distribuido entre varios locutores que pueden estar jerarquizados,
sobre todo cuando hay ‘discurso referido’ (el autor incluye palabras de otro
locutor. Estas distintas voces es la primera forma de heterogeneidad del texto.
Otra es cuando en un mismo texto hay asociación de signos lingüísticos e
icónicos.
Se utilizará ‘enunciado’ con el valor de frase en un contexto particular y
‘texto’ como unidad verbal que forma parte de un género.
SUJETO DE ENUNCIACIÓN
Pensemos en una fotografía: el autor real no contribuye a la comprensión de la
imagen importa poco para realizar una lectura analítica. Sin embargo, hay otras
marcas de la presencia del sujeto que destina esta imagen que no podemos obviar
al ‘leer’ la fotografía. De rápidas observaciones se puede extraer algunas
conclusiones sobre el sujeto. El autor empírico no tiene cabida en el análisis
de la enunciación. El sujeto que estudiamos está implícito, no es exterior a él
y cualquier coincidencia entre sujeto de enunciación y productor de un enunciado
puede determinarse mediante otro tipo de análisis. La riqueza del concepto de
sujeto de la enunciación reside en considerar al sujeto como subyacente a todo
enunciado, trasciende la intención de un individuo para transformarse en una
figura moldeada por su propio enunciado y existe sólo en él. El sujeto de la
enunciación está compuesto por el enunciador y Enunciatario, por eso es
preferible hablar de ‘instancia de la enunciación’ para diferencias a estos dos.
Esta instancia acentúa el hecho de que lo que interesa es la dimensión
discursiva, la plasmación de un sujeto en el discurso. Este también es causa del
enunciado ya que no puede existir sin el acto del que habla, por el cual el
sujeto se instala como locutor, se apropia de la lengua y se dirige a otro. Y es
efecto del enunciado porque no está configurado de ante mano sino que es el
resultado de su propia producción. Enunciador y Enunciatario son dos papeles que
se constituyen recíprocamente en el interior del enunciado.
A su vez, se distingue el Enunciatario del receptor real. El Enunciatario es un
sujeto discursivo previsto en el interior del enunciado, la imagen de
destinatario que el enunciador forma para construir su enunciado. El enunciado
se ajusta a los rasgos que configuran la imagen de Enunciatario mediante la
utilización de segunda persona, la suposición de las necesidades del lector,
etc. Lo que interesa para el análisis de la significación es la imagen de
destinatario sugerida por el texto, no los receptores reales. Enunciador y
Enunciatario no tienen existencia fuera del enunciado. El enunciado conlleva una
información y pone en escena una situación comunicativa por la cual algo se dice
desde cierta perspectiva y para cierta interpretación. El sujeto de la
enunciación es una instancia lingüística propuesta por la lengua y presente en
el discurso como una representación de la relación dialógica entre un yo y un
tú.
MARCAS DE ENUNCIADOR Y ENUNCIATARIO
Las referencias aparecerían como el yo responsable del decir y el tú previsto
por el enunciador. Con los pronombres en primera y segunda persona, la presencia
de ambas figuras se puede conocer, también por los indicios que dan cuenta de
una perspectiva desde la cual se presentan los hechos y una captación que
pretende obtener. Kerbrat aborda la problemática de la enunciación como el
‘estudio de las huellas de sujeto enunciativo en el enunciado: yo’. Realiza un
análisis detallado de deícticos y subjetivemas. Pero es necesario considerar que
el enunciador no sólo se constituye así mismo sino que construye una imagen de
Enunciatario, por ende también hay huellas de este. Prince retoma el concepto de
‘narratario’ y consigna señales que lo configuran: pasajes del relato en el que
el narrador se refiere al narratario; pasajes que implican al narratario sin
nombrarlo; preguntas que indican el género de la curiosidad del narratario;
formas de negación, contradecir; términos con valor demostrativo que remiten a
otro texto compartido entre los participantes; comparaciones y analogías;
sobrejustificaiones: excusas el narrador por interrumpir el relato. Estos rasgos
pueden darnos un bosquejo de los aspectos discursivos que contribuyen a formar
al destinatario.
DEÍXIS: TIPOS Y FUNCIONES
Las lenguas tienen la capacidad de ‘gramaticalizar’ algunos de los elementos
contextuales a través de la ‘deíxis’. Quienes participan en la comunicación
seleccionan aquellos elementos de la situación que resultan relevantes para los
propósitos de intercambio, los colocan en primer plano formando el fondo de la
comunicación y se sitúan respecto a ellos. Aunque las expresiones indéxicas
pueden ser de muchos tipos, las lenguas poseen elementos que se especializan en
este tipo de funciones: deícticos.
La deíxis se ocupa de investigar cómo las lenguas codifican rasgos del contexto
de enunciación. Los deícticos son piezas relacionados con el contexto, su
significado concreto depende de la situación de enunciación: quién pronuncia, a
quién, cuándo y dónde. Son elementos lingüísticos que señalan algunos elementos
del contexto. Conectan la lengua con la enunciación y se dividen en varias
categorías que no adquieren sentido pleno más que en el contexto en que se
emiten.
La deíxis señala el terreno común, organizan el tiempo y espacio y sitúan a los
participantes. Los términos deícticos pueden usarse en un sentido gestual o
simbólico. Ej: me duele aquí (gestual). Aquí se acostumbra a almorzar a la una
del medio día (simbólico).
• Deíxis personal: señala las personas del discurso. Son los elementos que
forman el sistema pronominal (personales y posesivos) y los morfemas verbales.
Selecciona a los participantes. Quien habla es ‘yo’, pero a través de la segunda
persona podemos seleccionar diferentes interlocutores de forma individual o
colectiva, habrá que tener en cuanta a quién nombramos en la tercera persona.
Quien es ‘tú’ puede pasar a ser ‘ella’ o ‘ellos’. Lo mismo ocurre con la primera
persona del plural que puede equivaler a un ‘yo+tú’ o ‘yo+él’ que puede estar
presente o no en la enunciación. Con la segunda persona del plural se puede
incluir a todos los presentes o ausentes. La tercera persona nombra lo que se
excluye de la interacción.
• Inscripción de las personas en el enunciado: tras las huellas del enunciador
se examina las diferentes estrategias que un hablante toma para elaborar su
actividad verbal. El sistema lingüístico permite que los hablantes pongan en
juego formas de presentación y relación con los demás a través del léxico y los
deícticos.
• Persona ausente: en un texto podemos encontrar una ausencia del locutor. Se
crea un efecto de objetividad y ‘verdad’ debido a que se trata sólo del
referente. Los elementos más claros son la presencia de sintagmas nominales con
referencia léxica y uso de la tercera persona gramatical como indicador de lo
referido, ajeno al locutor. En el enfoque referencial se preferencia la tercera
persona. Según Benveniste sólo la primera y segunda persona gramaticales merecen
este nombre ya que la tercera es ‘no persona’. Basta el ‘yo-tú’ para determinar
la interlocución. Si la tercera es inconsistente gramaticalmente, no existe como
persona en el análisis del lenguaje. Con el uso de la tercera se borran los
protagonistas de la enunciación. Otras marcas que borran la presencia son el uso
de construcciones impersonales o pasivas sin el agente. Hay recursos que
esconden o borran su presencia dando relevancia al universo de la referencia.
Los participantes borrados da relieve al contenido referencial. La elección del
contenido y el nivel de especificidad del léxico dibujan el perfil del posible
autor y destinatario. Se puede objetivar al receptor que aparece nombrado y
estaría presentado como un elemento del universo de la referencia y no como
protagonista. Hay situaciones que exigen la presencia neutra del universo de
referencia. Por eso importa determinar el contexto que se emiten los enunciados.
• Inscripción del yo: existen situaciones que permiten la presencia del locutor
en su texto (expresión de subjetividad del lenguaje). Hay aparición de los
elementos lingüísticos que otorgan expresión propia y desde la perspectiva del
hablante. La enunciación es generada por un yo y un tú. La referencia deíctica a
la persona que habla sirve para mostrar diferentes posiciones con la que se
puede presentar el sujeto hablante. El hablante es un sujeto social que se
presente a los demás de determinada manera. En el proceso de la enunciación y en
el momento que se construye el discurso, también se construye el sujeto. Se
adapta a la situación de comunicación y moldea su posición a lo largo del
discurso tratando de que su interlocutor lo reconozca de tal manera. Hay que
tener en cuenta la diferencia en la presentación de ámbito privado y el público.
La autorreferencia en el privado es relajada en un contexto conocido y
tranquilo. El uso del ‘yo’ en público es comprometido, arriesgado. El locutor
debe responsabilizarse del contenido de lo enunciado. La segunda persona se
puede utilizar para producir un efecto determinado: generalizar, incluir, etc.
El locutor puede hablar de él como ‘uno-una’ que generaliza y se incorpora como
un colectivo indefinido. La primera del plural incorpora al locutor a un grupo.
Es grupo responsabiliza al locutor del enunciado. Este uso es ‘modestia’, que en
lo público es inapropiado porque no se considera como responsable o autoridad.
El plural ‘mayestático’ es el uso para la persona que habla cuando ésta se
inviste de la máxima autoridad (Papa o Rey). Es simbólico. También está el uso
con representantes del gobierno que suelen usar un ‘nosotros’ denominado
‘inclusivo’, incorpora al receptor, puede ser intencionado para acercar las
posiciones de enunciador Enunciatario. También se da en casos como columnas
periodísticas que los escritores buscan la complicidad de los lectores. Los
locutores pueden optar por inscribirse en su texto de variadas maneras.
• Inscripción del tú: el receptor se hace explícito a través de los deícticos de
segunda persona. Además por la deíxis social. Los deícticos de segunda y tercera
diferencian el trato con el interlocutor para acercar o alejar, mostrar poder o
respeto, etc. Estas características pueden mezclarse para lograr el propósito
del locutor al relacionarse en la comunicación. Ej: puede haber mucha confianza
y al mismo tiempo una diferencia de posición social que determina el uso de
‘usted’ (jefe). Los deícticos se adecuan al papel que el locutor le quiere dar
al ‘tú’. Dependen del estatus y posición social. El receptor puede estar
incluido en el grupo o generalizado. La concordancia gramatical en tercera
persona de los deícticos que refieren al interlocutor indican formalidad y
distancia respecto al interlocutor.
• Deíxis espacial: se organiza el lugar en el que se desarrolla la comunicación.
Se selecciona lo que interesa destacar y se sitúa fuera de foco lo que no
interesa. Señala los elementos del lugar en relación con el espacio que ‘crea’
el yo. Son los adverbios o perífrasis de lugar: aquí, cerca, izquierda, etc. Los
demostrativos: esta, ese, aquel. Locuciones: delante de, cerca de. Verbos de
movimiento: ir, venir, acercarse, bajar. Se puede jugar y mover los elementos
del espacio según nuestros propósitos. Su sentido tendrá que interpretarse de
forma local, con lo que designamos como ‘aquí’ y teniendo en cuanta los factores
del contexto. Ej: elementos no verbales. La deíxis espacial tiene la función de
marcar lo público y lo privado y señalar la imagen y distancia de las relaciones
sociales.
• Deíxis temporal: son los elementos temporales que toman como referencia el
‘ahora’ del yo. Son adverbios, locuciones, morfemas verbales, preposiciones
(antes de, a partir de) y algunos adjetivos (actual, antiguo, moderno, próximo).
Marcan las fronteras temporales del ‘ahora’ y su antes y después. Pueden
referirse a una secuencia particular dentro del evento. Por ello el sentido de
los deícticos de tiempo también tiene que interpretarse localmente.
- Presente: base del discurso por coincidencia con el momento de enunciación. Es
polivalente, posee un valor deíctico que lo opone a otros tiempos y valor
no-temporal. Es susceptible de integrar enunciados que expresan pasado o futuro.
EJ: mañana viajo.
- Presente genérico: forma a-temporal, son textos teóricos, jurídicos. Permite
construir un universo de definiciones, propiedad y relaciones extrañas a la
temporalidad.
- Presente histórico: empleado en relato. El locutor narra como si comentara. Su
inconveniente es que puede explorar la alternancia ‘indefinido’ y achata al
texto.
- Futuro: La combinación de la primera persona y el futuro es un acto de
‘promesa’. El locutor informa su intención de hacer algo y asume la obligación
de hacerlo. La segunda y el futuro es comprendida como orden o predicción. La
posibilidad de decir a alguien ‘harás tal cosa’ remite a un poder o saber de
predicción. La tercera y el futuro se interpreta como necesidad, corresponde
según los casos a una predicción u orden (la decisión se tomará aquí). También
como posibilidad, no tiene valor deíctico sino de un presente (estará haciendo
lo mismo ahora). Puede ser expresada por el futura (aparecerá muchas veces este
mes y luego no se la verá por un tiempo).
• Mundo narrado- mundo comentado: Weinrich estudia el uso de los tiempos en los
textos desde la perspectiva comunicacional. Defiende el estatuto subjetivo del
tiempo en la lengua. Distingue el tiempo lingüístico del físico (lineal,
irreversible, unidireccional). Y el Tiempo cronológico (acontecimientos hacia
pasado y futuro). El lingüístico no coincide con el cronológico: tiene al
hablante como centro deíctico para que éste implante una perspectiva por medio
de la deíxis temporal. El verbo implica el tiempo en su forma misma y lo explica
por casos temporales. Se presenta como un sistema de representaciones
temporales. Para él, el verbo tiene valor de poder ser usado para la predicación
ya que proporciona pistas de los modos de representar la realidad. Divide en dos
grupos los tiempos simples y compuestos del indicativo: uno para referirse al
narrado y otro al comentado. Establece un origen (tiempo 0) que se usa para
mostrar al destinatario la posición que toma el hablante.
Para el mundo narrado hay dos T0: pretérito e indefinido. El comentado tiene un
T0: el presente. El resto de los tiempos se sitúan con respecto al origen de
forma retrospectiva o prospectiva. La simetría entre los dos grupos se da porque
el lenguaje pone a disposición del mundo del relato más tiempos porque es más
difícil situarse en el mundo narrado que el comentado. El hablante selecciona un
origen y se adecua a los tiempos que concuerdan con este origen. La aparición
recurrente de un grupo de tiempos en un texto funciona como una ‘llamada’ a la
conciencia del oyente para que considere aquello que se representa a través del
discurso como algo que le implica (mundo comentado) o como algo que le libera
del límite de la situación y le ubica en un escenario distinto (mundo narrado).
La combinación de adverbios con el sistema de los tiempos es importante en la
creación de coherencia textual.
- Mundo comentado: habrá cantado; cantará; va a cantar; canta T0; ha cantado;
acaba de cantar; está cantando.
- Mundo narrado: habría cantado; cantaría; iba a cantar; cantaba cantó T0; había
cantado; hubo cantado; acababa de cantar; estaba cantando.
A las dos dimensiones hay que agregar una tercera: puesta en relieve. Da cuenta
de la función que a veces los tiempos cumplen, proyectan un primer plano de
algunos contenidos y empujan los demás hacia atrás. El imperfecto es el tiempo
del segundo plano. Los tiempos verbales tienen un valor simbólico estructurador
de los diferentes tipos de discurso. La narración es el espacio de los juegos de
los tiempos pasados. En la explicación tiende a dominar un presente. Para la
argumentación el condicional y el futuro son los más apropiados. La alternancia
de tiempos y su ocurrencia en contextos no esperados les confiere otras
funciones. Esas funciones ‘secundarias’ permiten a los deícticos tener un papel
en la modelización. Que haya cambios de un grupo a otro en un mismo texto
permite estudiar la función fundamental que éstos cumplen. Weinrich justifica la
aparición de tiempos no concordantes por la metáfora que sólo adquiere valor en
el contexto. Estas limitan el efecto de validez del discurso comentado. Por el
contrario, la aparición de tiempos del grupo del comentario en la narración
constituyen metáforas que intensifican la validez, dan matices de tensión,
dramatismo y compromiso. Las metáforas temporales se colocan bajo el concepto de
‘como si’: se comenta como si narrase, se narra como si se comentase. De ahí
derivan los valores de cortesía. Ej: venía a ver si me prestaba una silla.
• Apelativos: nombres propios, pronombres personales, sustantivos comunes,
títulos (mi general), término de relación (alumno), términos de parentesco
(hermano), términos que designan a un ser humano (joven), términos usados
metafóricamente (mi tortura), adjetivos (mi dulce). Se usan para designar
locutor, alocutario y delocutario (persona de quien se habla).
Permiten la identificación de un referente, por eso son deícticos en caso de los
locutivos y alocutivos. Dicen algo de una persona y manifiestan relaciones
sociales. Vocativo: llama la atención del alocutario por la mención de un
término que lo designa. El locutor indica qué relación tiene con él. La palabra
constituye un juicio acerca del alocutario. Muestra una relación social.
• Modalidades: términos cargados de interpretaciones remiten a realidades
lingüísticas variadas. Son tomados de la lógica y gramática tradicional. Es la
forma lingüística de un juicio intelectual o afectivo. Hay dos elementos que se
deben identificar: dictum y modalidad. El dictum corresponde al contenido
representado, a la función de comunicación de la lengua. La modalidad remite a
la operación psíquica que tiene por objeto el dictum. La relación entre estos
elementos no es constante. Dictum ejemplos: yo creo que está allí (con sujeto
modal); es preciso que se vaya (sin sujeto modal); llegará probablemente
(advervio modal); quiero que te vayas (modo gramatical- imperativo). La
modalidad está siempre presente. Se pueden distinguir en particular tres clases:
de enunciación, de enunciado y de mensaje.
• De enunciación: indican una relación impersonal entre los participantes en una
situación.
- Aseverativa: consiste en expresar un enunciado con el cual un ‘yo’ se
compromete. Este compromiso no implica que lo dicho sea verdadero, sino que es
lo que el hablante considera verdadero. Incluye afirmación o negación. Ej:
cumpliremos con lo acordado. No cumpliremos con lo acordado.
- Interrogativa: se ve más claramente la relación entro los participantes.
Formular una pregunta significa querer una respuesta. Pero también existen las
preguntas retóricas. Ej: terminamos esta discusión?
- Imperativa: Cuando un enunciado emite una orden es porque se espera que algo
se lleve a cabo. Las órdenes o ruegos expresan el deseo de querer que algo sea
así. El modo es el imperativo. ‘Hay que, tiene que, es necesario’. El contexto
ayuda a identificar si es una orden, un ruego o un pedido amable. Implica
relación jerárquica. Ej: debemos salir. Retiren los papeles.
• De enunciado: Indica la relación entre el locutor y lo que dice. Sitúa al
enunciado en relación la verdad, la falsedad, la probabilidad.
- Apreciativa o valorativa: juicio positivo o negativo. Ej: felizmente salió
todo bien. Erróneamente creyeron en él. (por desgracia, por suerte,
lamentablemente)
- Lógica: criterios lógicos que requieren esfuerzo. Ej: sin duda las causas son
muchas. (Posiblemente, en verdad, evidentemente, realmente, quizá, por cierto).
Además de los adverbios se pueden emplear otros recursos: se sabe, se confirmó,
se comprobó, se lamentó, se verificó. Y tiempos verbales como el condicional o
modos verbales que indiquen posibilidad. Ej: llegarían más tarde. Hubieran
podido llegar.
También es importante el futuro:
Primera persona + futuro = promesa. Rechazaré la propuesta.
Segunda persona + futuro = orden o predicción. Terminarás mal, deberás regresar.
Tercera persona + futuro = predicción, orden, probabilidad, posibilidad. Tendrán
éxito. Durará una hora. Estará pensando en lo mismo.
Hay tres tipos de modalidad de enunciado lógica:
ASERCIÓN (estás equivocado), SUSPENCIÓN DE ASERCIÓN (puede ser que estés
equivocado), REFUERZO DE ASERCIÓN (es claro que estás equivocado).
• De mensaje: se tiene en cuenta la construcción sintáctica de un enunciado y el
valor semántico de los términos. Ej: Los científicos recrean el mundo La
recreación del mundo la hacen los científicos.
El orden permite que se prioricen o ‘los científicos’ o ‘la recreación’. Esto
demuestra una ideología de los mensajes.
En la voz pasiva el rema pasa a ser tema. Ej: Una parte de responsabilidad es
dada por el comandante. La suspensión del complemento agente puede deberse a que
es desconocido, no se lo quiere mencionar, etc. Cuando se escribe a veces es
porque se lo quiere resaltar.
POLIFONÍA
Las variadas formas que adopta la intención de voces dentro de una secuencia
discursiva o de un enunciado. Está presente lo ya dicho, los otros textos y las
diversas voces sociales con sus registros.
Ruptura estilística: (isotopía estilística). Es la pertinencia de un discurso a
la lengua, estilo y género, quebrada por la irrupción de fragmentos que remiten
a variedades distintas. Genera contraste entre diversos efectos de sentido y
pone en manifiesto los juicios de valor asociados a las variedades en juego. Ej:
la presencia de términos en ingles en un texto en castellano. Los efectos de
estas rupturas dependerán del funcionamiento global del texto en el que
aparecen. En algunos apuntará a caracterizar a un personaje, otros una situación
y en otros funcionará como símbolo de prestigio o índice de pertenencia
cultural. El contraste revela, a partir del juego connotativo, que se instaura
la aprehensión ideológica de una y otra lengua. En muchos casos, se debe a la
presencia de unidades que remiten distintos estados de la lengua, sincronías
diferentes. En otros, estos desajustes evocan a grupos diferenciados
geográficamente (dialectos, sociolectos, cronolectos, etc.). La norma textual no
coincide con la norma social. El contraste puede darse entre registros
situacionales diferentes. Ej: lo oral en un discurso escrito. La presencia de
géneros intercalados se nota más en la novela, donde se estilizan o se parodian
géneros primarios y extraliterarios. En algunos textos la integración de otros
tipos de discursos se realiza conservado la materialidad que les es propia: las
crónicas aparecen en forma de recortes con lo que se refuerza el valor que el
narrador les adjudica.
Intertextualidad: la relación que se establece entre dos textos a partir de la
inclusión de uno en otro en forma de cita o alusión. Apela a la competencia
cultural e ideológica de los receptores. Su decodificación es más fácil cuanto
más estereotipado y universal es el enunciado aludido o citado. En los casos en
que la alusión remite a universos culturales más restringidos, la recuperación
del enunciado puede ser dificultosa, e incluso puede llegar a no percibir la
alusión como tal. Sólo puede ser percibido por un lector más o menos informado
acerca del tema. En algunas obras estas dificultades se resuelven con la
aparición del enunciado aludido en otro momento del texto.
OTRAS FORMAS DE ‘DAR LA PALABRA’
Locutor/enunciador y alocutario/destinatario son necesarios para dar cuenta de
la permanente posibilidad que ofrece el lenguaje de dar la palabra a personas
externas. Ej: locutor (a) dirige a alocutario (b) un enunciado (e). Enunciador
es la persona a la que ‘a’ le atribuye la responsabilidad de lo que dice en ‘e’
y destinatario es a quien se dice ‘e’. El enunciador es el locutor y el
destinatario el alocutario. En cambio, cuando se cita lo que se dice, el
enunciador puede ser a veces el alocutario o un tercero y el destinatario es
mismo locutor o un tercero.
Puede ocurrir que un locutor formule él mismo las preguntas a las que tiene
ganas o se cree obligado a responder. Ej: los niños hacen como si los padres les
pidieran que relataran algo. ‘qué hacía yo recién, ma? Me lavaba las manos’. La
madre es el alocutario y el niño es el locutor; pero hace como si su madre le
hubiese preguntado ‘qué hacías?’ lo que la convierte en enunciador y al niño en
destinatario. El locutor de la pregunta es su destinatario y el alocutario es el
enunciador. El doble sentido de la palabra ‘cuestión’ es significativo, se
considera como tema del discurso, pero se la formula considerándola una
interrogación.
La negación es otro ejemplo de este fenómeno. Comprendemos muchos enunciados
negativos como si fueran refutaciones de los enunciados afirmativos
correspondientes, que se atribuyen a un enunciador ficticio. Las condiciones de
empleo, para usarlas, tenemos que imaginar que alguien habría afirmado lo que
nosotros negamos. Un enunciador diferente del locutor afirma algo y un segundo
enunciador lo contradice y corrige. La relación de contrarios se da con la
afirmación que se niega en el primero y que conserva una especie de presencia a
pesar de ser la negación de que es objeto. En este caso obtenemos una
explicación de los hechos como si describimos el enunciado negativo conteniendo
a la vez una afirmación, cuyo enunciador es a veces el alocutario o un tercero.
La negación no-a sigue un desarrollo que podría llegar a la conclusión a. La
afirmación es lo verdadero, la negación una formalidad impuesta por la censura
para que la afirmación pueda hacerse.
La posibilidad de hacer hablar a otro dentro de nuestro discurso desborda el
campo de lo que se llama ‘discurso referido’. Otras formas son la apelación a la
autoridad, la ironía y concesión. Un recurso a la autoridad intercalado en la
exposición de un argumento, deduce una conclusión de ese argumento sin demostrar
su verdad. La ironía opera del mismo modo pero inverso. Para demostrar que una
tesis es falsa se utilizan a favor de ella argumentos absurdos, que se atribuyen
a los defensores de esta tesis de modo que lo absurdo termina por revelar la
absurdidad de la tesis. La concesión se integra en el mismo esquema. Es a menudo
el de un adversario al que le damos la palabra y permitimos que argumente en
dirección opuesta. Es así que podemos presentar el derecho a la palabra como
refuerzo de la conclusión que nos va a oponer a él.
Estas relaciones pueden realizarse en la actividad lingüística porque la
enunciación no se confunde con la emisión de palabras, ya que el locutor puede
ceder el lugar de enunciador al alocutario o un tercero y ocupar el lugar de
destinatario.
Empleo de refranes: enunciar un refrán es un discurso referido por excelencia.
No se retoman las palabras de otro sino de la ‘impersonalidad’. La aserción de
un refrán se atribuye a un personaje distinto del locutor, en ella se
entremezcla la voz del locutor con todas las voces que lo han dicho antes que
él.
El locutor del refrán es su enunciador, pero lo hace borrándose con la
impersonalidad. La interpretación depende de factores lingüísticos y
extralingüísticos, porque el refrán pertenece a un stock de enunciados conocidos
por los hablantes de una lengua y porque posee propiedades específicas: estatuto
genérico, cambios temporales, referencia de las clases de los individuos, etc.
El refrán mantiene relaciones estrechas con la función poética de Jackobson, es
la necesidad de estabilizar y memorizar el enunciado.
El desvío es un procedimiento que consisten en producir un enunciado que posee
las marcas lingüísticas de la enunciación de los refranes, pero que no pertenece
a los conocidos. Tiende a otorgar autoridad a un enunciado o a invalidar la del
refrán por distintos motivos. Puede afectar a las condiciones de la enunciación
de los refranes (condiciones formales, de empleo) y peude afectar un refrán
conocido. En algunos casos el significante no se modifica pero el contexto
propone otra isotopía.
La polifonía (Maingueneau)
Un locutor no se contenta con expresar sus propias opiniones, deja oír otras
voces más o menos identificadas. La responsabilidad de su enunciación es
atribuida a otra instancia, cuya función es marcar que el fragmento al que
remite es validado. Uno percibe que el locutor deja oír otra voz y puede
refutarla, por ejemplo. Son voces puestas en escena en el habla propia. Se puede
establecer una frontera más o menos clara entre la enunciación del locutor que
cita los dichos y la del locutor citado. La responsabilidad por las palabras y
los pensamientos expresados, no es solamente atribuible al locutor. El texto
cambia constantemente de plano de enunciación. A veces el autor no quiere asumir
una posición respecto al tema, entonces pone en escena un conjunto de voces de
las que se distancia o con las que se solidariza más o menos directamente.
No debe confundirse el locutor con el productor del enunciado. El productor es
aquel que elabora materialmente el enunciado, pero el locutor es quien realiza
la enunciación. El locutor acumula varios roles: construye la enunciación, tiene
referencias en el texto, es responsable de sus puntos de vista. Puede poner en
escena de su habla otras voces. Cuando un locutor evoca un punto de vista en su
enunciación, no está obligado a estar de acuerdo con él. Ej: con condicionales.
El locutor se plantea como no-responsable y permanece neutro; también puede
plantearse de acuerdo con un punto de vista o refutarlo.
FENÓMENOS DE LA POLIFONÍA
No todas las negaciones son polifónicas, solo las polémicas. Las descriptivas se
contentan con describir un estado de las cosas, no se opone a otro punto de
vista.
El discurso referido directo es polifonía, ya que el locutor da la palabra otro
locutor. No se plantea como el responsable de esas palabras. Es un fenómeno
polifónico, pero tiene un estatus particular, el locutor no se contenta con
evocar las palabras citadas, sino que imita fielmente al locutor citado.
En la concesión el punto de vista distinto está integrado en el habla del
locutor, no está presentado como autónomo. Puede mostrarse ‘por cierto’ un punto
de vista que coincide con lo citado, seguido de un ‘pero’ que refuta o agrega
algo más a esto. Puede el locutor juntar su voz con la voz colectiva para borrar
marcas de subjetividad clara. El tipo de polifonía concesiva donde el locutor se
muestra de acuerdo con otro punto de vista lo encontramos por ejemplo con
conectores como ‘puesto que/ aunque’. La suposición también es polifonía, ya que
es un contenido implícito que es vehiculizado por un enunciado de modo tal que
es sustraído a toda discusión posible. Permanece incambiado aunque la frase sea
puesta en interrogación o negativamente. Diferente es el admitido que es lo que
afirma explícitamente el locutor y su alocutario puede refutar. Para analizar la
suposición se considera que el contenido es asumido por un se anónimo y
colectivo con el cual el locutor muestra que está de acuerdo. La notable
eficacia de la suposición viene del hecho de que crea dos niveles en el sentido
del enunciado: lo admitido, son explícitos y refutables; lo supuesto,
presentados como evidentes y válidos sin capacidad de refutación. Así, el
locutor está tentado de hacer pasar en forma de supuesto lo que es problemático,
lo que puede impugnar el alocutario. La suposición es un elemento normal para
hacer funcionar las argumentaciones. El supuesto permite validar lo admitido que
es responsabilidad del locutor.
EL RESPONSABLE DEL TEXTO
Con el texto se excede el universo de la lengua, se está obligado a tener en
cuenta el estatus que le concede la cultura donde circula. Esta problemática del
autor (la autoridad) incumbe a todos los géneros discursivos. A muchos textos no
se les puede acreditar la imagen que comúnmente uno se hace del autor como un
individuo bien identificado que elabora un texto cuyo único responsable sería
él. Puede ocurrir también que un texto tenga varios autores que lo firman en
forma conjunta. Hay pluralidad de autores, se presentan como una instancia unida
por una misma convicción. También ocurre que la pluralidad de los autores este
oculta por un nombre ficticio, un seudónimo. Debe establecerse una distinción
útil entre las instancias autoriales jerarquizadas y las que no lo son. Un
artículo es atribuido a un autor, pero es dominado por una instancia autorial
superior: el diario, la redacción. Puede decirse que es de tal periodista o de
tal diario. Existen muchos fenómenos de jerarquización. De los fragmentos que
pueden escogerse de divesos autores se deslindan dos niveles: el autor que
colecciona y presenta los textos y el de los diferentes autores de esos textos.
Esto posibilita los grados de autoridad. Pueden oponerse los textos
autorialmente homogéneos y heterogéneos. La heterogeneidad no tiene nada
insólito, basta pensar en el estatus de la publicidad en un periódico. No se
atribuye a los diarios la responsabilidad del contenido de las publicidades que
contienen. Hay dos autoridades. La primera autoridad, por ejemplo, en una
crónica suponía dos niveles de autoridad: el de la crónica y el del diario donde
figura. En la autoridad derivada la crónica es un fragmento de libro atribuido a
un autor, en el caso que alguien publique muchas crónicas antiguas en un libro.
La autoridad no está vinculada definitivamente en el texto, depende de la manera
en que el texto circula y es vuelto a utilizar. La derivada puede complicarse,
un historiador vuelve a publicar ese libro con un prefacio y notas, va a
instaurarse una jerarquía entre tres niveles: el del libro, el del periodista y
el diario; cada uno corresponde a distintos públicos.
METAENUNCIADOR, INTERENUNCIADOR, ARCHIENUNCIADOR
Por ejemplo, en el caso de periodismo. Por la relación que se establece entre el
autor de un artículo de diario ese diario como nivel superior, se dirá que el
diario es el metaenunciador de sus artículos que se complementan para formar un
todo. Es a quien se le pueden atribuir uno ‘ethos’ específico. Se habla de
interenunciador para los textos que son atribuidos a una instancia única (el
nombre de un grupo) pero que son el resultado de una negociación entre diversas
posiciones. El autor es una entidad colectiva que presenta un texto que se
esfuerza por borrar las marcas de discordancia de los miembros. No coincide de
hecho con opiniones de ningún miembro del grupo de redactores, emerge de la
colaboración de posiciones más o menos diferentes. El contraste entre los dos
planos esta marcado lingüísticamente por el pasaje de un texto enunciado con yo
a un texto de expertos donde yo-tú está metódicamente ausente.
El archienunciador proviene del estudio de la enunciación teatral. Caracteriza
la relación entre el dramaturgo, el autor de una obra y los diferentes locutores
que son los personajes. El dramaturgo no habla en su obra, pero habla a través
de la interacción de sus personajes. Aparece también, por ejemplo, en el caso de
dos locutores que son dominados por un archienunciador periodístico invisible
que seleccionó sus dos cartas, corrigió y ordenó los textos sobre la página,
etc. El archienunciador no se contenta con escoger y disponer los dichos de
otros enunciadores, sino que los comenta. Este fenómeno es favorecido por una
evolución en el conjunto de la prensa escrita contemporánea.
Así se explica la multiplicación de las hiperestructuras y de multitextos que
agrupan artículos complementarios de géneros diferentes. Equivale a desarrollar
un nivel intermedio entre diario y artículo.
EL DISCURSO DIRECTO
Es una enunciación sobre otra enunciación, una citante y otra citada.
LA MODALIZACIÓN EN UN DISCURSO SECUNDARIO
Un medio simple para el locutor de indicar que él no es el responsable de un
enunciado, es afirmar algo señalando con ayuda de un marcador especializado,
expresado por un punto de vista diferente al suyo. Esto es modalización en
discurso secundario. El locutor se puede contentar con restituir el punto de
vista del citado con ayuda del marcador ‘para x persona…’, también puede
utilizar el ‘se dice’ o el condicional. El locutor que cita entre comillas puede
autentificar ese discurso o refutarlo.
LOS MODALIZADORES
Gracias a los cuales el enunciador, a lo largo del discurso, puede comentar su
propia habla. Tienen otras funciones que la de remitir al discurso del otro: tal
vez, probablemente, al parecer, felizmente, son algunos ejemplos.
DOS SITUACIONES DE ENUNCIACIÓN
El discurso directo no se contenta con deslindar la responsabilidad del
enunciador, pretende restituir las palabras citadas. Se disocia las dos
situaciones de enunciación, la del citante y la del citado. Hay dos sistemas de
referencia distintos para los señaladores, el habla del citante y del citado.
Siendo identificado el referente, en cuanto se cambia de entorno los señaladores
de un habla referida al discurso directo son interpretables sin la ayuda del
discurso citante.
LA FIDELIDAD DEL DISCURSO DIRECTO
La cita puede ser la restitución de las palabras exactas del enunciado citado.
El discurso ni siquiera está obligado a referir palabras efectivamente dichas,
puede ser futuro o algo deseado. Aunque el directo refiera a palabras que
supuestamente se dijeron, puede tratarse de una puesta en escena. Siendo
reconstituida la situación de enunciación por el informado, es esta descripción
subjetiva la que da su marco a la interpretación el discurso citado, no puede
ser objetivo. El discurso directo es un fragmento de texto dominado por el
enunciador del discurso citante que dispone de múltiples medios para darle una
iluminación personal.
La elección del discurso directo está ligada al género discursivo involucrado a
las estrategias de cada género. El autor citante puede: parecer autentico, poner
distancia, mostrarse objetivo. Es el examen del contexto lo que permiten
analizar lo que lleva a recurrir al estilo directo. No es ni una puesta en
escena de un dicho atribuido a otra fuente de enunciación ni la copia de un
dicho real. El discurso citante debe satisfacer dos exigencias del lector:
indicar que hubo un acto de hablar, marcar su frontera con el discurso citante.
En el escrito se usan los dos puntos, el guión, comillas, bastardilla, etc.
También hay verbos que indican enunciación: se ponen antes ‘aclara’, son incisos
en el interior ‘-contaba mientras…-‘ o al final ‘cuenta’. Muchos de ellos no
designan un acto de habla. Pueden servir de introductores igual ‘acusar’.
GRUPOS PREPOSICIONALES, pueden ser introductores del discurso directo, no son
neutros, ofrecen el punto subjetivo ‘confesar’. Los verbos en inciso ‘insistir’
presentan citas. Los introductores se pueden suprimir para acortar el discurso,
o por el hecho de que lo citado se hace desde el punto de vista del referente
del que se está hablando.
El DISCURSO DIRECTO SIN COMILLAS
Se trata de una reformulación que conserva el sentido general del mensaje
citado, restituye el contenido, no su literalidad.
ENUNCIADOR GENÉRICO
Es el enunciador representante de un conjunto de locutores. Para que sea una
cita directa debe estar atribuido a alguien. Recurrir a las comillas es la
voluntad de poner las palabras mismas de una enunciación particular, aunque sea
anónima.
EL DISCURSO DIRECTO LIBRE
No hay verbo de habla, comillas ni bastardillas. Nada la distingue como una
frase asumida por el enunciador. Pero el lector familiarizado con el referente
va a percibir que es discurso referido. No tiene ninguna señalización. Se puede
atribuir la responsabilidad a un enunciador prototípico; así se forma el
enunciador genérico.
EL DISCURSO INDIRECTO.
Discurso directo e indirecto son dos modos de cita independientes uno de otro.
En el indirecto hay muchas maneras para el enunciador citante de traducir los
dichos citados, porque no citamos las palabras, sino el contenido del discurso.
Los dichos se presentan en forma de subordinada de objeto directo introducida
por un verbo de habla (sólo del habla: no es lo mismo paul dice que llueve/paul
sabe que llueve). El segundo no es discurso referido. La elección del verbo
introductor esta cargada de sentido porque condiciona la interpretación del
discurso citado.
UNA SOLA SITUACIÓN DE ENUNCIACIÓN
Las personas y los indicadores especio temporales del discurso citado se
localizan respecto de la situación de enunciación del discurso citante. Son las
designaciones y las evaluaciones las que se vuelven las del discurso citante.
Ej: paul me dijo que ese imbécil de Jules había llegado. La responsabilidad se
atribuye al otro, pero la comparte.
FORMAS HÍBRIDAS
LOS ISLOTES TEXTUALES
EJ: el presidente afirmó que esto podría tener ‘consecuencias’ en los soldados.
El enunciador aisló con comillas un fragmento que utiliza, menciona, emplea y
cita. Esta forma es hibrida: es un discurso indirecto que contiene palabras
atribuidas al enunciador. Se llama ‘islote textual’. La tipografía permite ver
que no está asumido por el informador.
DISCURSO DIRECTO CON ‘QUE’
Los señaladores están localizados respecto del discurso citado. Existe gracias a
una evolución de los medios. Los periodistas suelen estar obligados a poner
distancia a los individuos de quienes hablan, pero tratando de ‘pegarse’ a su
lenguaje. Pretende restituir la perspectiva y la palabra de los actores.
EL DISCURSO INDIRECTO LIBRE
Tipo de hibridación más clásica. No tiene marcas propias y fuera de contexto no
puede ser identificado como tal. No son dos voces claramente distinguidas, ni la
absorción de una voz a otra. Es una mezcla de dos voces. No es posible decir qué
palabras corresponden al citante o al citado. No se lo distingue, solo se
percibe una discordancia de la manera de hablar del locutor. Tiene la ventaja de
poder remitir a unidades superiores de la frase. Es poco usado en la prensa.
RESUMEN CON CITAS
Es señalado por bastardillas y comillas. Sin las comillas nada distinguiría las
palabras del texto original y las del periodista, porque los fragmentos citados
están integrados al discurso citante. Se contenta con indicar al comienzo o
final que el punto de vista dado es del enunciador citado. Condensa el sentido
de los dichos referidos y restituye las palabras empleadas por el locutor. Es la
intervención de un locutor. Mediante tipografía distingue las palabras citadas.
Pretende borrarse detrás del punto de vista de la palabra citada. Esta reservado
para el periodismo. Es ético, objetivo, hace discreta la voz del citante.
RESTITUIR EL PUNTO DE VISTA DE LOS ACTORES
El locutor puede atribuir ciertos pensamientos o percepciones a un personaje en
tercera persona sin que se trate de un discurso referido. En el punto de vista
de los actores, se trata de pensamientos ligados a la percepción de cierto
estado de las cosas; el lector se da cuenta que esta descripción esta hecha
desde el punto de vista de los personajes. El punto de vista es expresado sin
marcas que lo indican con claridad. También se puede indicar el punto de vista
diferente distanciándose de su forma de hablar o colocando comillas. El lector
lo puede percibirlo como interferencia: tiene la impresión de leer un enunciado
que es asumido por alguien, pero que adopta el punto de vista del personaje.
Suele confundirse con discurso indirecto libre. Es
frecuente en la prensa.
MODALIZACION AUTONÍMICA: COMILLAS BASTARDILLAS
LA AUTONIMIA
Al colocar comillas en ambos extremos del enunciado, el enunciador indica que
hace mención de otro enunciado, que designa la palabra y no la realidad a través
de la palabra. También se usan cuando se menciona una palabra aislada. Ej:
‘gato’ es un sustantivo masculino. Designar el singo linguistico donde se remite
al lenguaje mismo se llama autonímico. El empleo usual, estándar, es cuando
remitimos a realidades exteriores al lenguaje. En los autonímicos no se puede
remplazar por sinónimos las palabras entre comillas.
MODALIZACIÓN AUTONÍMICA
Se extiende al conjunto de los procedimientos por los cuales el enunciador
desdobla alguna manera su discurso. Habla mientras comenta su hala en vías de
hacerse. El enunciador produce un ‘bucle’ en su enunciación. Por ejemplo: decir
‘de alguna manera’ muestra el verbo como parcialmente inadecuado. ‘discúlpeme la
expresión’ es otro ejemplo.
TIPOS DE MODALIZACIONES AUTONÍMICAS
Estos comentarios del enunciador sobre su propia enunciación (no coincidencias
del decir’) se dividen en categorías:
- La no coincidencia en la interlocución, indica distancia entre coenunciadores.
Ej: si used quiere, lo que quiero decir, como dice usted.
- La no coincidencia del discurso consigo mismo. El enunciador representa un
discurso distinto en su propio discurso. Ej: como dice x, para retomar sus
palabras.
- La no coincidencia entre palabras y cosas, se trata de indicar que las
palabras empleadas no corresponden exactamente con la realidad. Ej: se podría
decir, iba a decir, si hay que poner un nombre.
- La no coincidencia de las palabras consigo mismas, el enunciador se confronta
al hecho de que el sentido de las palabras es equivoco. Ej: literalmente, nunca
mejor empleado.
PUESTA ENTRE COMILLAS
En el escrito la modalizacion autonimica es la mas discreta y frecuente.
Mientras que ‘uhm, discúlpeme la expresión’ no indican claramente a qué
elementos remiten. Las comillas enmarcan los elementos a los que remiten. Con
las comillas se sabe exactamente a qué remite la modalizacion. Pero le falta al
lector comprender el valor de esas comillas. El enunciador le marca la palabra
pero le deja la tarea de comprender por qué llama su atención. A menudo, poner
comillas puede remitir la responsabilidad a otro. Estas comillas se acumulan con
un modalizador que explicita lo que motiva su empleo.
INTERPRETAR COMILLAS
Las comillas de modalizaición autonímicas no son obligatorias. El enunciador
indica que su discurso no coincide consigo mismo. Para interpretarla el lector
debe ver el contexto y el género discursivo. Para que las comillas se
interpreten correctamente es necesaria una connivencia entre enunciador y
enunciatario. El desciframiento, a su vez, va a reforzar la connivencia. El
enunciador debe construirse cierta representación de sus lectores para anticipar
el desciframiento. Y el lector debe construir la representación ideología del
enunciador para lograr el desciframiento. Exponer ideas es hacer que el lector
sea capaz de descifrar las comillas del texto que presentan esas ideas.
PAPEL DEL CONTEXTO
Desempeña un papel importante cuando se trata de interpretar comillas. El empleo
de comillas es característica de una enunciación que busca un termino medio
entre acercamiento y puesta a distancia.
BASTARDILLA
Se emplea para la autonimia y para la modalización autonímica. Diferencias con
las comillas:
- Las comillas se agregan al enunciado, la bastardilla esta incorporada.
- En modalizacion la bastardilla se emplea de manera preferencial para palabras
extranjeras. Las comillas convienen más cuando se trata de una reserva del
enunciador.
Se puede usar bastardillas para insistir y destacar un fragmento de la lengua
extranjera.