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Semiología | 2° Parcial | Cátedra: Arnoux | Sede San Miguel | 1° Cuat. de 2013 | Altillo.com |
1) Definir actos de habla según John Austin y la división entre enunciados
realizativos y constatativos. Ejemplificar con el texto.
2) Desarrollar brevemente las partes de la dispositio, según Aristóteles.
3) Explicar los conceptos de ethos y pathos, y relacionarlos con las vías de
argumentación. Ejemplificar con el texto.
4) Leer el texto y hacer un análisis que demuestre la tesis planteada por el
autor, los argumentos que ultiliza (y clasificarlos: argumentos cuasilógicos,
disociación de nociones, argumentos basados en la estructura de lo real,
argumentos que fundan la estructura de lo real), reconocer tres bases de
acuerdo, y establecer qué busca el autor en base a los elementos encontrados.
TEXTO:
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"No es una guerra de Dios" por Genaro Lozano (El Universal)
MEXICO, D.F. ( El Universal. GDA). - La Argentina se convirtió esta semana en el
primer país de América latina, y tras Canadá, el segundo en el continente
americano, en reconocer en todo su territorio a los matrimonios formados por
parejas del mismo sexo y en garantizarles los mismos derechos que a las parejas
heterosexuales. Con ello, el continente hace literalmente un sándwich en sus
extremos norte y sur en el avance al reconocimiento jurídico de las parejas del
mismo sexo.
La presidenta Cristina Fernández impulsó valientemente la reforma para permitir
el matrimonio entre personas del mismo sexo frente a la reacción del arzobispo
de Buenos Aires, cardenal Bergoglio, quien escribió una carta a unas monjas
carmelitas en la que decía que el tema del matrimonio gay era una "envidia del
demonio" y que por ello era una "guerra de Dios".
En el terreno de los hombres y las mujeres, y como afirma el doctor Mario
Pecheny, profesor de la Universidad de Buenos Aires, el matrimonio gay en la
Argentina ha sido el resultado de un trabajo intenso del activismo LGBT
(lésbico-gay-bisexual-transgénero) que ha logrado posicionar a través de los
años los temas de la diversidad sexual entre la sociedad y los distintos
partidos políticos argentinos.
Antes de la ley del matrimonio, cuatro jurisdicciones argentinas tenían ya
uniones civiles para parejas del mismo sexo (Buenos Aires, Villa Carlos Paz, Río
Cuarto y Río Negro). Esta trayectoria institucional fue fundamental para que en
la madrugada del 15 de julio, luego de un debate de más de 14 horas, 33
senadores votaran a favor del matrimonio para parejas del mismo sexo en todo el
país.
A diferencia de México, donde el movimiento de la diversidad sexual está
fragmentado, en la Argentina las distintas organizaciones de la diversidad
sexual se unieron en una estrategia que abarcó desde el cabildeo con
legislaturas hasta recursos de demandas judiciales cuando parejas del mismo sexo
acudían a solicitar una licencia de matrimonio ante un juez civil, como ocurrió
con Alex Freyre y José María di Bello.
En otras palabras, el movimiento LGBT argentino ha sabido utilizar y combinar
bien unidad con recursos de movilización, oportunidades políticas y los procesos
de enmarque que fortalecen a los movimientos sociales y que se traducen en
políticas públicas.
En el fondo de todos los debates que se han suscitado en la Argentina, como en
México, los opositores afinan sus argumentos y los desvían hacia un falso
dilema: el tema de la adopción de menores. Falso dilema porque tanto en México
como en la Argentina las personas LGBT ya podían adoptar menores desde antes de
las reformas al matrimonio civil. Por ello, ni la reforma al Código Civil en la
Argentina, ni la reforma al Código Civil del DF tocan los artículos referentes a
la adopción. También, falso dilema porque una pléyade de estudios científicos
concluye que no hay diferencias en el desarrollo de niños criados por parejas
heterosexuales y homosexuales.
El matrimonio entre parejas del mismo sexo ha dinamizado a la sociedad civil en
ambos países. Tanto entre los que apoyan la medida y la vemos como una cuestión
de profundización democrática y de reconocimiento a la dignidad humana, como
para quienes se oponen a este reconocimiento.
Al igual que la Argentina, México no es ajeno a la tendencia global de reconocer
jurídicamente a las parejas del mismo sexo. La ciudad de México y el Estado de
Coahuila fueron pioneros en ese reconocimiento con la Ley de Sociedades de
Convivencia, de 2006, y la de los Pactos Civiles de Solidaridad, en 2007. En
noviembre del 2009, la ciudad de México se puso de nuevo a la vanguardia en
América latina al aprobar el matrimonio para las personas del mismo sexo.
Una acción de inconstitucionalidad de la Procuraduría General de la República de
México, impulsada desde la Presidencia, metió a la Suprema Corte de Justicia al
tema. Los ministros de la Corte se pronunciarán sobre la constitucionalidad de
las reformas al Código Civil del Distrito Federal durante la primera semana de
agosto.
En México, las organizaciones Idheas, Litigio Estratégico en Derechos Humanos
así como Asistencia Legal por los Derechos Humanos presentaron ante la Suprema
Corte de Justicia en junio pasado dos documentos, o Amicus Curiae, que apoyan
los matrimonios entre parejas del mismo sexo con argumentos jurídicos.
Estos ejercicios son prueba de que el tema del llamado matrimonio gay activa a
la sociedad civil, fortaleciendo a la democracia. Desde la Argentina llega un
avance más, que sin duda impulsará una ola de reformas en el continente, la
llamada revolución arcoiris que poco a poco entra en el terreno de lo humano. El
mensaje está claro para los legisladores de toda América latina. Todos somos
humanos y todos necesitamos los mismos derechos. Es una cuestión de democracia,
no una guerra de Dios.