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2º Parcial C | Semiología (Cátedra:
Di Stefano - 2017) | CBC | UBA
1) RESPONDA DOS DE LAS SIGUIENTES CONSIGNAS:
a) Diferencie "dictum" de "modus" y desarrolle los distintos tipos de
modalidades. Explique en qué casos se habla de modalidad explícita o implícita.
b) Explique las diferencias entre sujeto hablante y locutor. Desarrolle el
carácter polifónico o heterogéneo de las siguientes estrategias: discurso
referido directo e indirecto, y palabras entre comillas.
c)¿Por qué Barthes habla de "máquina retórica" y cuáles son las cinco partes de
la tekhné?
2)ANÁLISIS DE TEXTO ADJUNTO:
a) Explique la modalidad de enunciación y enunciado (justifique).
b) Analice todas las marcas polifónicas que encuentre (justifique).
c) Analice el ethos y las marcas enunciativas: deícticos, apelativos y
subjetivemas (clasifique).
En este caso el texto fue:
Bipartidísimos caducos. Por Enrique Pinti
Hace bastante tiempo que los bipartidismos políticos no funcionan ni dan
respuestas concretas a las necesidades de los pueblos. El constante movimiento
pendular entre populismo y ortodoxia neoliberal con derroches y ajustes que
siempre terminan pagando los sectores más vulnerables han hartado a las mayorías
que buscan en otras opciones la solución a sus problemas. Estas opciones también
oscilan entre extremos radicales y continuismos moderados que no dejan de ser
parches de dudosa eficacia. Por otra parte, el axioma aparentemente inapelable
de salvar el sistema bancario prioritariamente dejando en segundo plano a la
gente con sus ahorros esfumados, mermados o congelados, no contribuye al
bienestar social indispensable para controlar, entre otros males, la violencia
que la perpetua frustración provoca.
Los períodos de relativa calma y mediana estabilidad son cada vez más breves y
se esfuman como por arte de magia por causa de malas praxis y excesos
especulativos, sin olvidar las demagogias y los niveles de corrupción
intolerables que indignan y agitan los ánimos de los postergados.
Cada país o grupo de países tiene problemas diferentes y de distinta índole,
pero más allá de las diferencias y características locales el común denominador
es el desgaste de ideas que requieren una profunda revisión sin encapricharse en
procesos que han demostrado su poca o ninguna eficacia real.
Nosotros, los ignorantes, no somos especialistas ni hemos estudiado economía
pero sí sabemos y sufrimos en mayor o menor grado los resultados de estas
políticas que han marcado la historia de los últimos dos siglos. Algunos hemos
podido adaptarnos y logramos capear las tormentas y temporales, otros han
sucumbido en guerras y enfrentamientos debido en gran parte a las desigualdades
sociales y las batallas políticas jugadas con las peores armas. El mundo
perfecto nunca existió, pero uno, desde el llano, no ve intenciones reales y
honestas de encontrar algún camino de redención para los grandes males
provenientes de la falta de consideración hacia el género humano como común
denominador de todos los que habitamos este planeta.
El poder y sus representantes elegidos por sus pueblos o llegados a ese lugar
por la fuerza de las armas se creen pertenecientes a otra raza, a una casta que
no está sujeta a las mismas leyes naturales o elaboradas desde las cúpulas de
sus cenáculos alfombrados. Debe ser por eso que hablan de prioridades que no
tienen que ver con las necesidades reales de la gente sino con las
superestructuras todopoderosas que sostienen sus sistemas.
Así, desde las religiones, los dogmas de toda índole y las conveniencias de esas
minorías se dictan reglas que favorecen a unos sectores y hunden a otros.
Ante semejantes complejidades seguimos pendulando entre populismo y ajuste,
demagogia y monetarismo puro y duro, progreso y retroceso, prejuicios y
desmadres, fanatismo y descreimiento, peronistas, radicales, liberales,
comunistas, republicanos, demócratas, populares de derecha, socialistas de
centro, izquierdas y derechas más nominales que efectivas, van perdiendo
capacidad de respuesta para los que queremos vivir con paz, trabajo, libertad,
salud física y mental y educación al alcance de todos. Ya se sabe, es mucho
pedir, pero “el que no llora no mama” y mi querido Discepolín agregaba “y el que
no afana es un gil”. Así, con sencillez tanguera el poeta popular algo pesimista
pero con los pies en la tierra definía la cuestión con el “dale que va, que allá
en el horno nos vamos a encontrar”.