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Resumen para el Segundo Parcial  |  Semiología (Cátedra: Di Stefano - 2019)  |  CBC  |  UBA

Semiología – Segundo Parcial

Primer apunte

Sujeto e Ideología

La concepción cartesiana entiende al sujeto como un individuo concreto. Los sujetos son libres y autónomos ya que solo responden a su conciencia. Para entender esta concepción debemos centrarla en el tiempo y ver que surge en los siglos 17 y 18, al mismo tiempo del ascenso de una nueva clase, la burguesía.

Este concepto es difícil de ser entendido en los siglos posteriores y menos de ser postulado en la realidad donde los sujetos están determinados, por lo tanto no son autoconscientes ni individuales sino que se rigen por la ideología: el complejo de significaciones que vincula a los sujetos con el poder, o como propone Karl Marx, el conjunto de discursos y prácticas que buscan garantizar las condiciones materiales de la existencia a favor de la clase dominante. De distintas maneras, a través de la religión, de costumbres, de la acentuación ideológica de las palabras y muchos más aspectos, los sectores dominantes pueden distorsionar para su conveniencia, las representaciones que la conciencia tiene de la realidad material. Según una rama del Marxismo, la ideología es positiva porque refuerza el papel de cada individuo según lo impuesto, formativa ya que da forma a la conciencia de los sujetos y activa debido a que las acciones de los sujetos son en base a su ideología. Otro defensor de esta teoría, es el italiano Antonio Gramsci que él propone que las clases dominantes para hacer válido su dominio lo logran haciéndole creer a los dominados que puede existir entre ambos una comunidad de intereses. Por otra parte, para Althusser la ideología es inconsciente ya que se impone en el sujeto que la acepta y la soporta sin pasar por su consciencia. Esta relación entre ideología e inconsciente no es pasiva ni negativa, sino que refuerza la dominación a un sector sobre otro.

Entre el yo y el sujetamiento

Según otros autores como Pecheux, el sujeto para producir un discurso necesita olvidar que lo dicho no es por libre voluntad sino que está atravesando por distintas voces y discursos ajenos, y también por otras condiciones materiales que lo hagan adherir a tales ideales, de lo contrario preferiría no efectuarlo.

Podemos definir a las formaciones ideológicas como conjuntos complejos de actitudes y de representaciones, de prácticas, que se vinculan con las posiciones que responden a una u otra de las clases sociales en conflicto en una sociedad. Por otra parte, las formaciones discursivas pueden ser vistas como las formaciones ideológicas respectivas al lenguaje: el componente de las formaciones ideológicas que determinan lo que puede y debe ser dicho.

Para Authier, la heterogeneidad discursiva, la tensión entre discurso “propio” y discurso “ajeno" en una misma secuencia discursiva puede ser distinguida en “heterogeneidad constitutiva” y “heterogeneidad mostrada”, la primera es una propiedad, una característica Inherente que remite al proceso de las relaciones entre los mecanismos del inconsciente y de la ideología mientras que la segunda refiere a las formas lingüísticas que ponen de manifiesto voces ajenas mediante mecanismos textuales.

Hegemonía y Discurso Social

El concepto teórico de discurso social va a ser considerado desde el punto de vista de la hegemonía: el discurso social es hegemónico. Los ideologemas son las constantes ideológicas que en cierto período circulan por la clase dominante, instalando representaciones; son la unidad significante ideológica. Se asocian con la doxa (opinión) en tanto constituyen opiniones e ideas aceptadas por la mayoría y que no se someten a discusión.

Segundo apunte

El Narrador

El narrador es la voz que relata, o sea la fuente de enunciación de la historia. Por otro lado está el autor, quien escribe y toma las decisiones sobre qué narrador es más conveniente para relatar qué serie de acontecimientos. Por eso, el escritor crea distintos narradores dependiendo de lo que quiera contar.

Se señalan dos aspectos vinculados a la presencia de un narrador. El punto de vista, es decir quien percibe los acontecimientos que se narran, y la voz, refiriéndonos a quién habla cuando los relata. La teoría literaria distingue por lo tanto entre el narrador que relata los hechos y la mirada del personaje o personajes desde cuya perspectiva los hechos son percibidos o focalizados. Esta distinción es válida para las narrativas ficcionales y no ficcionales.

Estructura del Relato

Se dice que un relato se construye ya que hay una historia que narrar y un narrador que será el encargado de asumir una voz y una perspectiva para relatar esa historia. Pero también, hay otras decisiones que afectan la manera en que serán presentados los hechos, los personajes, el escenario.

Los acontecimientos se suelen organizar teniendo en cuenta alguna estructura prevista. Un escritor dispone de una serie de recursos para generar intriga o suspenso, para provocar interés, para acelerar o desacelerar la narración. Los recursos son innumerables.

La tarea de un lector crítico es tratar de desmontar esa estructura para ver cómo esta hecha.

Orden y duración:

Todo relato es una operación sobre el tiempo. Éste es relativo, se pueden escribir muchas páginas de un instante o en una sola frase resumir años de historia.

Para Genette el relato se divide en tres partes:

Relato o discurso narrativo: El enunciado, oral o escrito, que relata un acontecimiento o serie de acontecimientos. O sea, el relato materializa la historia.

Historia o diégesis: La sucesión de acontecimientos que el relato narra.

Narración: El acto de narrar, el hecho o acción verbal productora de relatos que convierte a la historia en relato.

A si mismo, Genette describe el tiempo basándose en una doble articulación: el tiempo de la historia y el tiempo de relato. El orden es esa confrontación que se hace entre el orden de los acontecimientos en la historia y el orden en que se narran en el relato. Cuando historia y relato concuerdan, estamos ante lo que se denomina grado 0. Habitualmente el narrador elige por cuestiones estilísticas o para generar mayor o menor intriga alterar la secuencia cronológica de la historia produciendo distorsiones de orden.

Hay dos tipos de distorsiones entre el tiempo del relato y de la historia: analepsis y prolepsis.

La analepsis se produce cuando se evoca un acontecimiento anterior al momento en que se encuentra el relato. Esta retrospección puede ser realizada por el narrador o por algún personaje.

La prolepsis es una alteración en el orden temporal del relato pero, a diferencia de la anterior, supone un adelanto, una anticipación de sucesos.

Estos dos procedimientos no son exclusivos de la literatura sino que podemos encontrarlos en cualquier narración: discurso histórico, crónica periodística, narración de historias personales, anécdotas, etc.

El ritmo de la narración (velocidad)

El narrador elige la velocidad con la que los hechos serán narrados. Así podemos destacar cuatro distintas velocidades para narrar un hecho: elipsis, resumen, escena y pausa descriptiva.

En primer lugar, el narrador puede detenerse más o menos en los acontecimientos. La sensación de mayor minuciosidad viene producida por el uso de la pausa descriptiva (o descripción de lugares, personajes) o de cierta pausa descriptiva de carácter evaluativo que se acerca al comentario (el narrador evalúa determinadas situaciones o personajes utilizando el tiempo presente). Por su parte, la sensación de rapidez proviene del uso del resumen (contar en pocas líneas lo que sucede en mucho tiempo) y la elipsis (eliminar fragmentos de la historia). Como forma intermedia estaría la escena que, al reproducir las palabras de los personajes, el tiempo narrativo se ajusta más o menos al tiempo real: su lectura dura lo que en teoría duraría ese diálogo en la realidad.

La elipsis supone que se ha eliminado una parte muy grande de la historia. El tiempo del relato es mucho menor que el tiempo de la historia.

El diario y sus relatos

La crónica como relato

Una crónica periodística constituye un relato en la medida en que narra un acontecimiento pasado y puede ser encuadrada como un texto referencial con “temporalidad representada”. Se caracteriza por un encadenamiento de secuencias que produce el efecto de despliegue temporal.

El orden de la historia y el orden del relato son operadores que permiten borrar huellas de la “actividad narrativa” en la crónica periodística. 

Otro efecto es el de causalidad: basta con dos segmentos estén ubicados en posición de sucesión cronológica para que se produzca el apoyo de uno en otro, de tal manera que aparecen asociados no solo temporalmente sino causalmente.

Tres tipos básicos de frecuencia:

En el relato singulativo ocurre un hecho en la historia y se explica una sola vez en el relato o discurso narrativo.

En el relato repetitivo ocurre un hecho en la historia pero se lo explica varias veces en el relato o discurso narrativo.

En el relato iterativo un hecho ocurre varias veces en la historia pero sólo se narra una vez en el relato o discurso narrativo.

Segmentos

A lo largo de la crónica pueden desplegarse cuatro tipos de segmentos: narrativos, descriptivos, comentativos y escenas.

Desde el punto de vista de la enunciación, los segmentos narrativos se caracterizan por el empleo de los tiempos de la narración, pretérito perfecto simple y pretérito imperfecto combinados o con índices temporales.

El uso de estos tiempos verbales también funcionan como descriptivos.  Éstos tienen marcas verbales específicas: verbos de estado (ser, estar, encontrarse) y de percepción (observar, escuchar) por sobre los de acción.

A su vez, en ciertas crónicas aparecen segmentos descriptivos que se acercan a los comentarios. Los segmentos comentativos pueden estar marcados por rupturas temporales (en general, paso al presente de la enunciación) y asociados a formas variadas de la presencia del sujeto de la enunciación: “se puede señalar”, “hay que decirlo claramente”, “curiosamente”.

El último tipo de segmentos es la escena. Las típicas escenas dialogadas son poco numerosas en una crónica, pero es muy común la inclusión de las palabras de los otros, que son referidas en estilo directo o indirecto.

Crónica y selección léxica

Las correspondencias así como los desajustes del relato respecto del acontecimiento narrado se pueden evidenciar en la selección y combinación léxica mediante el análisis de campos semánticos y léxicos.

Se llama campo semántico a un grupo de unidades léxicas de la misma categoría gramatical que tienen en común ciertas características que identifican y diferencian a la vez los elementos de ese grupo de los demás.

El campo léxico se define como el conjunto de lexemas de diferente categoría gramatical (sustantivos, adjetivos y verbos) que se relacionan entre sí porque tienen un elemento de significado común o están relacionados con un mismo tema.

En relación con estos términos, es interesante observar de qué manera en la crónica periodística, muchas veces a partir del relato de un mismo hecho y bajo la pretensión de “objetividad”, se utilizan predominantemente determinados campos semánticos y cómo en la construcción de campos léxicos se evidencian relaciones de complementariedad mediante el uso de reiteraciones y sinonimias, y de oposición mediante la antonimia.

El discurso argumentativo en la antigüedad grecolatina

El modelo o el conjunto de reglas y principios que enseñaba a diseñar, construir y producir discursos argumentativos para ámbitos institucionales fue denominado Tejné Rethoriké, en griego y Ars Rethorica en latín. La traducción más usual es arte retórica.

El modelo retórico se transmitió como un conjunto articulado de principios. Así, fueron apareciendo textos didácticos y expositivos que fijaban y explicitaban las pautas a seguir. El más completo e importante fue el de Aristóteles, donde encontraremos la clasificación de los distintos géneros argumentativos y de los argumentos que se pueden utilizar, descripciones y explicaciones de las partes del discurso, modos de organización de la introducción, y otro tipo de principios relativos a los discursos argumentativos.

El arte, según la concepción de la antigüedad clásica es un medio, una técnica para que el artífice logre la producción de su obra. Para la retórica, la obra es el discurso argumentativo y el artífice, el retor, esto es, el orador. Por ende, el arte retórico es un modelo que articula un conjunto de pautas, normas y modalidades de organización del discurso destinadas al orador, es decir, a aquel que realiza y lleva a cabo los discursos argumentativos públicos. La retórica es un lenguaje que tiene como objeto de estudio y de reflexión otro lenguaje, en este caso, los discursos argumentativos.

Respecto a la lógica, se puede señalar que el discurso retórico se sostiene sobre lo verosímil para el auditorio antes que en la dicotomía entre verdad y falsedad, criterio que rige en la aplicación lógica aristotélica.

El discurso retórico consta de tres componentes: el que habla, de qué se habla y a quién se le habla.

Componentes de la persuasión:

Pathos

Es el conjunto de pasiones o emociones. Aristoteles las enumera y caracteriza varias de ellas: la ira, la calma, el amor, el odio, el temor, la indignación, entre otras.

Ethos

Es el conjunto de cualidades morales que el orador presenta y sobre las cuales fundamenta su autoridad. El orador debe ser ejemplar, un modelo para el auditorio. La fuerza persuasiva del ethos se sostiene a partir de la siguiente premisa: cuanto más ejemplar se presenta el orador, más creíble y más legítima será su postura.

Logos

Remite a la idea de que el discurso, además de convincente, debe ser bello, entretenido y agradable para el auditorio.

La inventio

El significado de inventio en latín significa “hallar”, “encontrar”.

La tesis consiste en la postura del orador frente a la problemática que origina el debate o la contienda judicial. La definición de la tesis y la búsqueda de los argumentos con los cuales sostenerla y convencer al auditorio de su aceptabilidad es la tarea que hace el inventio, primera parte del proceso de producción de un discurso retórico.

Según Aristóteles, existen dos tipos de pruebas:

El entinema es un tipo de razonamiento deductivo. El método deductivo implica extraer una conclusión a partir de premisas, enunciados que constituyen el punto de partida del razonamiento. Hay una premisa mayor, una menor y una conclusión. En la premisa mayor se pueden incluir definiciones. En todos los casos se tratan de enunciados ya aceptados como probables por el auditorio y verosímiles. Esto es lo principal que diferencia al etinema (razonamiento deductivo de la retórica) del silogismo (razonamiento deductivo de la lógica). Para la lógica, las premisas de un silogismo se evalúan en términos de verdad o falsedad. Para la retórica, en cambio, la selección de premisas de un entinema depende del grado de aceptación que se estima que tendrá el auditorio.

El exemplum es un caso particular que se presenta para fundamentar la tesis. Tiende a argumentar mediante ejemplos. Este tipo de pruebas refiere a un mecanismo argumentativo inductivo, que llega a la conclusión mediante la presentación de casos particulares. El exemplum puede ser histórico o ficticio. Aristóteles se apoya más en el primer tipo de exemplum ya que dice que el pasado opera como experiencia de la cual se puede aprender pero afirma que también se puede recurrir a ejemplos ficticios. Las fábulas u otro tipo de narraciones de las cuales se extraen moralejas construyen conclusiones a partir de ejemplos.

Tópoi (griego)

La tópica es el conjunto de lugares a los cuales el orador puede recurrir para construir las premisas de sus razonamientos, es decir el conjunto de ideas que operan como puntos de partida de los argumentos. La tópica está compuesta por lugares específicos y comunes.

Los lugares comunes son las ideas en las cuales basarse para formar un argumento.

Los lugares específicos son enunciados argumentativos aceptables en un marco teórico institucional pero no en otros.

Estos enunciados forman parte de la doxa la cual es el conjunto de ideas y valores morales que constituye una opinión legitimada socialmente.

Dispositio

El Dispositio (disposición) es la estructura de organización del discurso y las partes que la componen. Implica la puesta en discurso de todo lo que se ha planificado en la primera etapa.

Aristóteles menciona dos dimensiones persuasivas que emergen en las distintas partes del discurso: conmover y convencer.

El discurso está formado por cuatro partes: el exordio (apertura del discurso, conmueve), el narratio (convence), el confirmatio (convence) y el epilogo (conmueve).

El exordio

Es la inauguración del discurso. Consta de dos partes: la captatio benevolentiae y la partitita. La primera es la seducción y la atracción de atención del auditorio y la segunda anuncia el plan que se seguirá en el discursio.

En el caso de los discursos epidícticos el exordio presenta la orientación del discurso. En los discursos judiciales, el exordio muestra un adelanto del discurso. En cambio, en los discursos políticos se inscriben en un debate específico sobre un tema en particular.

La narratio

Es la exposición de la serie de acontecimientos en la narración o presentación a partir de los cuales se llegaron a la situación de debate. Es decir, se relatan los hechos que conforman la causa. Puede incluir descripciones

La confirmatio

Es la parte probatoria del discurso.  Se introducen los argumentos y las pruebas discursivas (exempla o entinema). Se compone por el propositio: definición sintetizada de la causa y presentación de la tesis, la argumentatio: exposición de las razones probatorias, y la altercatio: diálogo con el oponente, desacredita los contraargumentos.

En esta parte se realizan dos movimientos, por un lado el refutatio que es refutar los argumentos del oponente y el probatio que es presentar las pruebas propias.

Epílogo

El epílogo suele ser caracterizado con cuatro funciones: inclinar al auditorio a favor de la tesis propuesta y en contra de la del adversario, amplificar y minimizar, excitar las pasiones del auditorio y hacer que recuerde, mediante la reiteración, los puntos principales sobre los cuales se ha centrado el discurso (recapitulatio)

Elocutio

La instancia en la cual se seleccionan las formas de expresión adecuadas al discurso se denomina elocutio y presenta dos grandes aspectos: la elección de palabras y la construcción de frases. Se trata de incorporar al discurso modos de expresión que sean agradables y bellos.

La elocutio tiene relación con aquello que en la escuela media se suele enseñar como retóricas o recursos estilísticos o recursos retóricos y se identifica generalmente con la poesía y el análisis literario. También se orienta a deleitar al auditorio y despertar su interés mediante un discurso entretenido, conmovedor y llevadero.


 

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