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Semiología Resumen: La retórica aristotélica (Marafioti) Altillo.com

La retórica aristotélica

en "La argumentación : lo mismo y lo nuevo" de "Temas de Argumentación" de Marafioti, Roberto (compilador), Editorial Biblos, Buenos Aires, 1995, pág. 19. Adaptación de la cátedra.

Aristóteles define la retórica como una disciplina argumentativa. "Entendamos por retórica la facultad de conocer en cada caso aquello que puede persuadir. Éste no es el objeto de ningún arte; pues cada uno de los demás enseña y persuade respecto de sus propias materias como la medicina que trata de lo que sirve para sanar y de lo que daña a la salud...Pero la retórica, por así decirlo, parece que puede conocer, respecto de un asunto propuesto, aquello que es apto para persuadir".(Aristóteles: Retórica I,1355b, citado en Jordi Berrio: ob.cit.,p.24.)

Aristóteles escribió dos libros referidos específicamente a los fenómenos discursivos: uno es la Poética y otro es El arte de la retórica. El primero se refiere con fenómenos estilísticos y estéticos. La poética es un arte imitativo y según sea la imitación igual, mejor o peor que lo que se da en la realidad se tendrá la tragedia, la épica, la comedia. El arte de la retórica se refiere a los fenómenos de la comunicación cotidiana, del discurso público.
Aristóteles combate la idea de la retórica como un mero arte empírico y rutinario. El ejercicio retórico debe apoyarse en el conocimiento de la verdad pero no se puede considerar sólo como un pasaje de ella. En la transmisión pura y simple de la verdad no se presta atención a la persona a la que se comunica; en la persuasión de lo verdadero por medio de la retórica la personalidad del oyente es crucial.
El orador, el que tiene que emplear un discurso y persuadir al auditorio, tiene que ver qué dice pero además cómo lo dice. Porque el discurso se conforma de tres elementos, del que habla (hoy diríamos el argumentador), de aquello acerca de lo cual se habla (el tema) y de aquél a quien se dirige, el o lo oyente/s (el auditorio o el argumentatario)

La retórica genera en el discurso los siguientes tipos de operaciones:

1.- Inventio. El establecimiento de las pruebas o razones. La acción de encontrar qué decir.
A partir de la inventio se orientan dos líneas: Una lógica: convencer y Otra sicológica: conmover.
La primera se maneja con un aparato lógico que ofrece pruebas que fundamentan la argumentación. La segunda, para emocionar, lleva a pensar la estrategia argumentativa desde aquel que debe recibir el mensaje, empleando recursos morales o subjetivos.
Aristóteles dice: "... Se persuade por medio del carácter moral cuando se pronuncia el discurso de tal manera que haga al orador digno de ser creído, porque a las personas buenas les creemos más y con mayor rapidez, en general, en todos los asuntos pero principalmente en aquello en que no hay evidencia sino una opinión dudosa. Pero conviene también que esto suceda por medio del discurso y no porque la opinión haya anticipado este juicio respecto del orador... Se persuade por medio de la disposición de los oyentes cuando fueren conmovidos por el discurso... Se persuade a los oyentes por medio del discurso cuando demostramos lo verdadero o lo verosímil sobre la base de lo que en cada caso es apto para persuadir." Los componentes de la inventio son fragmentos de lenguaje que deben insertarse en otro orden que es el discurso. Aquí ya existe una puesta en palabras.

2.- Dispositio. La ubicación de esas pruebas a lo largo del discurso de acuerdo con un orden.
La dispositio debe ser entendida como las grandes partes que conforman el discurso y, a pesar de las diferencias de clasificación que los retóricos han dado a esta porción, existen coincidencias en cuanto a los segmentos que pueden ser reconocidos. Esas partes son:
a) Exordio: sólo se inicia en el momento en que se descubre el objeto y la finalidad del discurso. En él se busca capturar la atención y la complicidad del auditorio y se enumeran las divisiones que se harán y provoca la distensión al hacérsele conocer al oyente aquello que puede esperar.
b) Exposición o narratio: es el relato de los hechos que conforman la causa pero este relato está compuesto sólo desde el punto de vista de la prueba. No es un relato en el sentido literario sino una estructura argumentativa. Cumple la función de preparar para el despliegue argumentativo. Incluye dos componentes: los hechos y las descripciones.

c) Demostración, prueba o confirmatio: es la exposición de los argumentos.
d) Peroración o epílogo: es la parte final. Brinda el impulso final para que el auditorio se vuelque a favor o en contra de lo que se le ha presentado. Aristóteles reconoce cuatro componentes.
- disponer bien al oyente respecto de aquello que se está argumentando y mal respecto de aquello que se está contraargumentando o respecto al otro orador a quien nos enfrentamos;
- amplificar o atenuar los argumentos que damos nosotros o nuestro contrincante;
- exaltar las pasiones en el oyente para lograr algun tipo de acción, y
- traer nuevamente las cosas a la memoria.
Debe componerse de una parte panegírica y una parte didáctica: debe conmover las pasiones y ganar la adhesión de los oyentes del nuestro discurso.

3.- Elocutio. La composición verbal de los argumentos, introducción de los adornos (tropos) y las figuras.
Dice Aristóteles que no basta tener qué decir, además es necesario decirlo como conviene y esto es fundamental si se orienta a que el discurso aparezca dotado de características peculiares para convencer al auditorio. Barthes propone traducir elocutio por "enunciación" con toda la carga que tiene este último vocablo para dar cuenta de la presencia del sujeto en el acto de poner un discurso argumentativo en funcionamiento.
Dentro de la elocutio se debe considerar la elección de las palabras apropiadas y la reunión de ellas en un discurso.

4.- Actio. La puesta en escena del discurso desde el punto de vista del orador, del destinatario y del mensaje mismo.

5.- Memoria. El recurso a la memoria de otros textos que operan como estereotipos.
Las dos últimas operaciones fueron rápidamente dejadas de lado por la tradición retórica posaristotélica ya que se trata de mecanismos extratextuales o que remiten al uso que el orador hace con aquello que dice. Sin embargo, sería importante volver sobre ellas en la medida en que en los medios masivos se le da una importancia fundamental a la escenificación de los discursos. Allí no vale tanto qué se dice como la espectacularidad generada por el discurso y por aquel que lo presenta.
La finalidad de este trabajo es revisar los conceptos aristotélicos por la vigencia que ellos mantienen. Sin embargo, será necesario desde el punto de vista del análisis del discurso tener presente que otras perspectivas más vinculadas a los aportes que realiza la lingüística o la semiología conforman un conjunto de instrumentos que nos permite tener una mayor precisión en la labor de desmontar los mecanismos de constitución de los textos, de producción de sentido, los efectos que ellos y sus organizadores se plantean con vistas a ganar la voluntad del auditorio.