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Sociedad y Estado |
Resumen sobre Mesyngier |
Cat: Mesyngier |
Sede: Drago | Prof: Cecilia Pitelli | 2º Cuat. de 2013 |
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La transición permanente
Lo permanente de las transiciones políticas en Argentina
Los cortos tiempos de normalidad en un estado de transición permanente muestran
diversos problemas. Uno de ellos es la dirección del proceso. Transición
permanente indica un rumbo errático pero establecido como normalidad
institucional. Además, allí radica una indiferencia de la clase política.
También, se trata de una dinámica especifica de política nacional que es su
estado de normalidad.
Existen dos tipos de transición. Por un lado, el pasaje de un régimen
autoritario a uno de tipo democrático. El otro es el que se refiere a los
sucesivos cambios de gobierno, la alternancia.
La Argentina transitó unas conmociones institucionales provocadas por la
sucesión del ciclo golpe militar – apertura democrática – nuevo golpe. En esto,
radican ciertas ventajas que facilitan las aspiraciones hegemónicas y
facilidades para la gestión.
Otro de los problemas centrales es la ausencia de acuerdos sobre las reglas de
funcionamiento institucional. Los acuerdos deberían fijar las normas a respetar
entre los actores políticos y sociales además de cumplir con las leyes, por mas
ineficientes, hasta poder reformarlas. También, deberían considerar el
desarrollo económico, la inserción geopolítica y las relaciones internacionales,
la consideración y alineamiento de los diversos actores sociales.
El pasaje de una dictadura hacia la democracia se originó en la derrota de la
Guerra de Malvinas y las atrocidades cometidas por la represión. Por su parte,
tres de los cinco traspasos de poder han sido extremadamente traumáticos.
La propensión al consumo y el uso abusivo de las encuestas de opinión demuestran
la carencia de políticas de Estado y una estrategia basada en la satisfacción
inmediata de las cuestiones solo para alcanzar la aprobación popular.
1. La transitoriedad
La cuestión de la transitoriedad: transiciones y alternancias
El gobierno inicial asumió la tarea de reparar las causas que provocaron el
final del modelo autoritario anterior y construir las fortalezas para su propia
gestión y para el sistema en sí.
La transición democrática requiere de convencimientos en la opinión pública de
dirigentes y cuadros políticos. Éstos gozan de la ventaja de construir de cero
las estructuras de la administración pública, el sistema judicial y el proyecto
económico nacional. Se trata de una obligación que puede convertirse en una
oportunidad o una amenaza.
Esta posibilidad ofrece tentaciones fundacionales por la fantasía de una eterna
continuidad. En contrapartida, existe una añoranza que estas posibilidades
fundacionales generaron en las sucesivas alternancias. Esta experiencia es
posible por la falta de acuerdos mínimos y pactos cumplidos.
Esto hizo que cada alternancia entre gobiernos democráticos tendiera a repetir
el mismo esquema de situación crítica para generar modificaciones políticas
estructurales.
El hallazgo de soluciones instrumentales brinda la sensación de proyecto,
confundiendo la herramienta con el modelo. En todos los casos, se tomó como
modelo el shock sobre las estructuras del Estado y los ámbitos políticos. De
esta forma, la sensación de emergencia ha dado lugar a una permanente
transitoriedad de la vida política.
La transitoriedad es el mecanismo de reformulación de los parámetros de
funcionamiento del Estado y de la economía.
La ausencia de tradiciones y/o acuerdos políticos básicos genera la posibilidad
de cambios profundos. Las condiciones para justificar esto se basan en la
sensación de emergencia por los propios fracasos de la dirigencia.
Las causas de los dramatismos van desde la intencionalidad de generar
situaciones críticas a cuestiones atribuíbles al contexto internacional sobre el
que no se puede influenciar.
Los discursos adjudican al anterior gobierno la irresolución de cuestiones y el
acusaciones de que se han dejado trampas y dificultades para el siguiente
gobierno, por lo que es imprescindible cambiar con urgencia el diseño
socioeconómico aun cuando solo fueran necesarios para no mostrarse como
continuidad ante la opinión pública.
Por otra parte, existe intencionalidad en dejarle al próximo gobierno cosas
pendientes, lo que puede condicionar la próxima administración. Cuando las
condiciones internacionales lo permiten y las necesidades locales lo requieren,
los gobiernos tienden a endeudarse; cómo se programen los vencimientos de la
deuda contraída o renegociada son un claro indicador de esta cuestión. Por
ejemplo, el gobierno de la Alianza programó los pagos de la deuda de tal forma
que condicionaron al nuevo presidente.
La transitoriedad es una excusa para la discrecionalidad, para que el Poder
ejecutivo actúe según su propia discreción lejos de los controles republicanos.
El Poder legislativo quedó atrapado entre la apelación a la lealtad partidaria y
el posible descrédito público por la traición a los intereses de la patria.
Globalización y transición política
Durante la Guerra Fría, la URSS y EUA aglutinaban a un conjunto de países bajo
su protección. Su disputa era ideológica ya que tenían dos concepciones
antagónicas del mundo. La solución autoritaria alejaba un avance comunista al
igual que un nuevo imperialismo capitalista. En América Latina, se privilegiaron
las cuestiones de defensa sobre las libertades individuales.
La distensión entre potencias concluyó en la desestructuración del bloque
comunista y el desmembramiento de la Unión Soviética; la revisión del sistema
financiero y de inversiones internacionales tras la crisis de las deudas
externas y la desconfianza en el militarismo.
Por otra parte, la existencia de suficientes capitales existentes por los
petrodólares permitió una progresiva ampliación de los mercados mundiales y el
libre comercio.
Los organismos financieros internacionales adquirieron nuevos roles que les
permitieron supervisar el proceso de redemocratización en América Latina y el de
la organización de las nuevas economías capitalistas de Europa Occidental.
La tercera cuestión es la desconfianza en el militarismo que se originó en los
riesgos que acarreaba la posibilidad de enemistades intra bloque.
Las tres principales cuestiones en el cambio de las relaciones internacionales,
simbolizado por la caída del Muro de Berlín, dieron lugar a una mayor confianza
en la globalización. Los cambios más relevantes fueron la pérdida de confianza
en los regímenes autoritarios militares y la revalorización del libre comercio.
Las alternancias del período 1983-2007 y su dramatismo
Las alternancias han sido traumáticas ya que al implicar dramatismo, generalizan
las características de la transición. Esto llevó a que ningún presidente se
sintiera sucesor del otro. Se generó, entonces, un revanchismo destinado a
destruir la imagen del opositor.
Desde el punto de vista social, la población vivencia incertidumbre individual y
colectiva al igual que la pérdida del horizonte personal y colectivo. Se
intenta, de esta forma, copiar la transición para reproducir las condiciones
fundacionales.
Las transición del PRN a la democracia tiene tres componentes: la guerra
perdida, las atrocidades de la represión y un clima económico poco propicio. La
misma sentó las bases para el efecto fundacional y la ilimitada capacidad para
sostener estructuras políticas, con un ejercicio del poder discrecional debido a
la emergencia de la reconstrucción.
Menem desconoció las obligaciones que había contraído Alfonsín, cortando toda
ayuda financiera externa, resultando en una preventiva reducción del pago de
impuestos y de los aportes al Estado. El adelantamiento de la entrega del poder
al Presidente fue una manera de salvaguardar el sistema.
Para la segunda renovación en 1995, se utilizaron medios de difusión y la
amenaza de forzar tanto a las instituciones como a la Constitución para lograr
la reelección. Frente a la subversión del orden constitucional, el radicalismo
pactó una reforma constitucional, conformando el Pacto de Olivos.
La tercera sucesión en 1999 a Fernando De la Rúa no tuvo tanto dramatismo pero
el peronismo bonaerense estaba latente y expectante de llegar a la presidencia y
sepultar a Menem. De esta manera, Buenos Aires se convirtió en un frente difícil
de satisfacer y con el cual negociar políticamente.
En un clima de convulsión social, concluyó el gobierno de De la Rúa en Diciembre
de 2001 con cacerolazos debido al corralito y la ocupación de la Plaza de Mayo.
La ausencia de directivas políticas generaron un clima de autonomía que se
tradujo en represión indiscriminada.
Producida su renuncia, se sucedieron 5 Jefes de Estado en una semana. El último,
Duhalde, transformó el corralito en corralón y dio por concluida la
convertibilidad al tiempo que vigilaba la marcha de la economía y evitaba
represiones.
Finalmente, el resultado de los nuevos comicios en 2003 empató a Menem con
Kirchner, pero, el primero, no volvió a presentarse para la segunda vuelta,
dejando a Néstor en el poder con solo el 23% de los votos, lo que lo presentaba
en una situación de debilidad.
Las alternancias y reelecciones, de Alfonsín a Menem, la reelección forzada en
el Pacto de Olivos, la ruptura peronista por la sucesión de Menem, el final del
Gobierno de De la Rúa, la semana de los cinco presidentes, el final del
interinato Duhalde, el frustrado ballotage y el interinato de Kirchner, formaron
la dinámica de la transitoriedad.
Estas situaciones contaron con el beneficio del contexto internacional pro
democrático y la inexistencia de las Fuerzas Armadas.
2. Transición y alternancias
Los problemas de la transición y las alternancias
Cuando los militares perdieron la Guerra también perdieron el apoyo civil, lo
que condujo a que llamaran a elecciones obligatoriamente. No obstante, no
propiciaron el traspaso de los asuntos públicos. Cuestiones administrativas
fueron ocultadas, tergiversadas o directamente no recibieron atención durante la
última etapa. La ausencia de registros de detenidos-desaparecidos, de
combatientes de Malvinas y de deudores de obligaciones externas fueron parte de
aquel desorden. También hay que agregar la falta de experiencia de los nuevos
cuadros políticos.
El gobierno radical recibió un Estado desacreditado, desordenado, escaso de
poder efectivo, con cuadros subordinados sumidos en sus propias crisis internas.
Los objetivos eran adquirir el manejo del funcionamiento estatal burocrático y
político, conseguir la estabilidad y atender las herencias que menoscababan las
capacidades del Estado. Las mayores debilidades se encontraban en la pérdida de
capacidades del Estado.
Entre la carencia de recursos y las debilidades, las oportunidades dependían del
tiempo que se dispusiera para llevar adelante políticas concretas.
La oposición era necesaria para que existiera juego político pero el peronismo
entró en crisis por su derrota y los demás sectores tardaron en configurarse.
Las alternancias del período tendieron a repetir el esquema inicial de la
transición por tres motivos: la ambición de la discrecionalidad del triunfador,
el legado malicioso del gobernante saliente y la acción opositora de la campaña
electoral.
Restablecimiento de las funciones estatales
Una parte del funcionamiento burocrático de todos los estamentos del aparato
estatal depende de la autoridad política y el otro se deriva de las
reglamentaciones que establecen sus funcionarios. Esto se complejizó aun más por
los avatares históricos, una alta inestabilidad política y un Proceso de
Reorganización Nacional que concluyó en un gran desorden.
Además, asumió más tareas como la operatividad y la conducción de las fuerzas
armadas y policiales y el auxilio organizativo de los poderes legislativo y
judicial.
La burocracia se compone de cuadros históricos categorizados, empleados
contratados por cada gobierno con plazos laborales preestablecidos, jefaturas
dependientes del poder político y secretarios designados.
Dentro de la burocracia de la administración pública, hay una necesidad de
complejización histórica debido a su eficiencia, poco comparable con la del
sector privado, la necesidad política de cada administración alimentó también el
empleo público. Este amortigua el desempleo. Los puestos son elegidos por el
gobierno de turno como una forma de tener un reaseguro de lealtad política y de
perduración cuando el partido fuera desplazado del poder.
Paralelamente, los asuntos de administración se complejizaron al ritmo de nuevas
disposiciones, áreas y asuntos a atender.
Por otra parte, los cambios generan un núcleo resistente difícilmente
modificable que constituye su propio poder. Además, existen pocos expertos ya
que, los que lo son, serían por antigüedad o predisposición personal.
Por estas características, la burocracia muestra cierta dependencia del orden
político para actuar y no estar del todo automatizado. Al mismo tiempo, detenta
un poder propio para acelerar, impedir o modificar políticas. Esto se debe a la
ausencia de continuidad de políticas de Estado.
Además, los empleados contratados permiten salvar la falta de autoridad,
cubriendo puestos con personal leal. Los gobiernos salientes tienden a
efectivizarlo antes de irse como pago por su lealtad y para continuar teniendo
relevancia en la administración; la entrante, en cambio, necesita de aquellos
espacios para ubicar a sus propios partidarios.
Pocos partidos tienen cuadros militantes preparados, con experiencia y que
cuenten con relaciones dentro del aparato burocrático al igual que afinidad con
los gremialistas. Por lo tanto, Alfonsín fundó el Instituto Nacional para la
Administración Pública (INAP), un cuerpo seleccionado por concurso, apartidario,
de profesionales y con cursos de posgrado, que complementan y asesoran a las
estructuras políticas.
Cuanto más critico sea el marco de una alternancia, más parecida será la
oportunidad de modificar estructuras y nombrar funcionarios leales.
Muchas veces, el reparto de los cargos de Secretarios no guarda coherencia con
las designaciones antagónicas entre uno y otro. Por los ministerios
descentralizados, se ha recurrido a la intervención para evitar la normalización
que presupone el origen de los cargos por sus propios estatutos.
Los recursos para la conformación operativa, como la intervención, las
designaciones, la promoción de Direcciones y el contrato, muestran la necesidad
de poner en marcha la administración dejando lugar a la posibilidad de reparto
de favores políticos y la obtención de lealtades.
En el poder judicial, tiende a generar una revisión de la titularidad de los
juzgados y miembros de la Corte Suprema.
Desde la acordada Corte de 1930, se subordinó a la justicia a los vaivenes del
ejecutivo. Por este medio, se legitimaron los golpes militares y el uso de las
modificaciones por renuncia. Además, señaló el rumbo de juzgados que obviaron
los eventuales delitos de los gobernantes. Los gobiernos dependían de contar con
la mayoría en el Senado o de su capacidad de negociación con la oposición, para
lograr el nombramiento de jueces y su remoción.
La conformación original fue modificada por Kirchner, para otorgarle mayor
ejecutividad, cambiando su integración, reduciendo la participación de la
oposición y de las instituciones representativas de los abogados.
Por otra parte, es importante asegurar buenas relaciones con los jueces.
Con Alfonsín, la corte se conformó con 5 miembros elegidos por la oposición
peronista y por el origen político de sus miembros. Con Menem, la oposición
debió resignarse a la ampliación de la cantidad de miembros de la Corte, que
logró incorporar 4 nuevos cargos para alcanzar una mayoría automática. Kirchner,
por su parte, inició su mandato con un mensaje defensivo y a la vez
intimidatorio con el objetivo de provocar renuncias en la Corte Suprema.
En el restablecimiento de las Fuerzas Armadas, quedaron tres temas candentes: la
derrota de Malvinas, la violación a los derechos humanos y los saldos del
proceso económico encarado por Martínez de Hoz.
El orden democrático presupone la subordinación militar al poder político. Hay
dos formas de encararla. Por un lado, como el peronismo, la proposición de un
manto de perdón y olvido y, por el otro, una política condenatoria de las
violaciones, encarada por Alfonsín. No solo los jueces fueron habilitados a
tomar causas por las denuncias de violaciones a los derechos humanos sino que el
mismo gobierno creó una comisión para la investigación, la CONADEP, que fue la
base para el juzgamiento de las primeras Juntas militares.
Las principales cuestiones que inquietaban el panorama militar eran: la ruptura
de la cadena de mandos por la desconfianza instalada, la desresponsabilización
de las cúpulas en la represión, las falencias de la doctrina militar, y las
consecuencias sociales y económicas del PRN.
La transición se dio tratando de preservar a las Fuerzas Armadas, cumplir con
las promesas electorales y atender a los reclamos sociales. Lentamente, el
presupuesto militar se redujo y se abolió el Servicio Militar Obligatorio. De
esta manera, se debilitaron las FFAA.
Las Fuerzas de Seguridad ocuparon casi plenamente la agenda nacional. En una
primera instancia, habían sido utilizadas para la represión, en vez de la
seguridad social. La convivencia con mandos militares llevó a las mismas a una
complicidad con el delito y la corrupción.
El primer intento para resolver esta cuestión fue el de diseminar en la
geografía provincial a los policías que habían actuado contrario a lo esperado,
difundiendo el peligro a zonas que hasta entonces desconocían de tales
prácticas.
En los gobiernos siguientes, se intentó mantener la estadística criminal
constante, sin afectar las relaciones entre delito y complicidad policial.
La solución a los resabios de la dictadura en las policías fueron permanentes
purgas que produjeron descabezamiento de cúpulas, sin erradicar los vicios de
funcionamiento. Pareciera haber una complicidad entre los sectores políticos con
la policía en las practicas corruptas.
Los magistrados tendieron a circunscribir la acción policial a una presencia
disuasoria y a la investigación de los delitos bajo la supervisión judicial. La
política se ciñó a la existencia de estadísticas más benéficas en lugar de
actuar sobre la prevención o la resolución de delitos. A esto se le suman los
medios, que utilizan como extorsión al poder político para conseguir publicidad
oficial u otras prebendas, aprovechando su capacidad para fijar los temas
cotidianos amplificando o ignorando sucesos.
También se repiten los casos de connivencia entre fuerzas de seguridad y
organizaciones delictivas. Otra de las cuestiones es el uso de los servicios de
inteligencia de los que dispone el Estado. Los mismos funcionan de forma
autónoma y esto fue utilizado por los diferentes gobiernos en contra de sus
opositores o para llevar a cabo operaciones políticas. Asegurarse la lealtad del
personal de inteligencia, asegura contar con información y no ser objeto de
operaciones de inteligencia.
Herencias y legados
Cada gobierno lega cuestiones devenidas en serios problemas para el Estado y
condiciona a la nueva administración o mantiene cierto tipo de privilegio o
control sobre la misma. Se intenta lograr una cuota de poder que trascienda en
el ejercicio de su cargo.
Las herencias se realizan para evitar la judicialización de sus actos, dejando
ciertas estructuras y funcionarios que lo sobrevivan en el aparato estatal. No
obstante, no tiene necesariamente un carácter de intencionalidad mientras que
los denominados legados son condicionantes por decisión.
Entonces, las herencias son alternativas que deberá afrontar la nueva
administración por situaciones creadas deliberadamente o la conjunción de
coyunturas locales e internacionales. No son necesariamente negativas: muchas de
las condiciones creadas se estigmatizan por el solo hecho de ser de otra
autoría. Esto se da por al necesidad de darle el tono fundacional que deja por
concluidos los procesos originados previamente. Asimismo, responden al juego de
imágenes que se pretendieron instalar y a las que críticamente se quieren
desechar.
Los legados tienden a ser destructivos. El gobierno saliente puede querer
demostrar su eficiencia para la historia o precaverse de las consecuencias de
sus actos.
El menemismo logró traspasar un gobierno sin una emergencia económica inmediata.
No obstante, condiciones menos visibles fueron legadas al futuro gobierno para
que fuera el responsable de modificar algo que parecía que funcionaba bien.
Buena parte de las acciones de Duhalde se basaron en transmitir los aspectos
negativos de la Convertibilidad. A la vez que Kirchner fundó su política
sepultando la imagen del antecesor.
Destruir toda herencia recibida tiene dos objetivos: derruir la imagen a dejar
en la sociedad por los predecesores y el de cambiar la percepción de los
factores o la decisión del gobierno para mostrarse con autoridad.
La transformación de las condiciones socioeconómicas a mitad de un período
presidencial son vistas como electoralmente inoportunas. Por ello, son
necesarios cambios llevados adelante como situaciones de crisis y de urgencia.
Las herencias y legados pueden ser clasificados en:
- Económicos: relacionados con los niveles de reservas monetarias del Banco
Central, la programación de vencimientos de la deuda externa e interna, los
atrasos del tipo de cambio y cuestiones referidas a organismos financieros
internacionales. Incluye también contratos firmados por el gobierno con empresas
privadas. Éstos pueden paralizar la ejecución de políticas no pensadas para la
resolución de estos problemas. El ejemplo más representativo es la programación
de los vencimientos de la deuda externa por Menem, que iba a afectar las
políticas asumidas por De la Rúa.
Por otra parte, existe la preocupación de que ciertos valores queden positivos.
Publicidad oficial mediante y con la complicidad de algunos medios de difusión,
los índices se toman de forma que los resultados muestren el éxito de la
gestión; todo lo que alguien pueda mostrar que hizo para dejar su impronta en la
historia del país y que el sucesor tratará de destruir.
- Judiciales: el caso más tradicional es la autoamnistía, propio de regímenes
autoritarios, donde los militares salientes dejan establecida la imposibilidad
de ser juzgados por diversos delitos. Las posibilidades democráticas de
anularlas requieren de un largo camino jurídico y legislativo. Un situación de
este tipo es la introducción de reglas por parte de Pinochet.
Otra de las formas es el cierre de causas, aprovechando la influencia que aun
conservan sobre los jueces. Lo atestiguan los casos de Cavallo, Menem, María
Julia Alzogaray y Fernando De la Rúa. Estas causas cobran más o menos impulso si
son útiles para reinterpretar la historia contra el silenciamiento o a la
inversa, acallar lo que se venía dando.
- Administración pública: empleados contratados, temporarios, que son pasados a
Planta Permanente por el gobierno saliente. Otro caso es el desorden
administrativo, que tuvo su máxima expresión en la transición a la democracia y
la ley del presupuesto nacional, que debe ser promulgada antes del traspaso de
poder, condicionando el primer año del gobierno próximo.
- Expectativas: la oposición acciona siempre en la dirección de instalar en la
opinión pública sensaciones de nuevas penurias por venir. Las expectativas
generales pueden ser independientes del nivel de aprobación de una gestión. El
discurso opositor se centró en cada acción u omisión del oficialismo.
A lo largo del período se hizo notorio que el grado de satisfacción de la
población pareciera ser determinante de los resultados electorales. Ejemplos de
esto serían los casos en los que triunfó el voto cuota o el voto protesta. Menem
logró su reelección por la estabilidad económica alcanzada. A la inversa, años
después, el voto castigó la inacción de los sectores políticos.
Poder influir sobre los ánimos de la población fue un mandato primordial de
dirigentes políticos. A más altas expectativas generadas al inaugurar su
mandato, su posibilidad de sostener el apoyo popular cae más rápidamente que
cuando una gestión se inicia con un descreimiento más pronunciado.
Alfonsín, al decir “con democracia se come, se cura y se educa”, aumentaba las
expectativas por decir lo que la gente quería escuchar. En cambio, cuando Menem
prometía salariazo, hacia una descripción crítica de la situación, bajando las
expectativas populares.
La reiteración de la transición en las alternancias
Se ha reiterado en cada alternancia la necesidad de los nuevos gobiernos de
restablecer el funcionamiento estatal sin gozar del beneficio de lo hecho por la
anterior administración.
La última salida democrática tuvo a su favor la inexistencia de un poder militar
condicionante. La transición otorgaba los espacios para repartir cargos
políticos, retribuir adhesiones y sostener lealtades. En el diseño de las
políticas se ve la necesidad de presentar permanentes logros mediáticos.
El conflicto se centra en las cuestiones críticas a través de la instalación por
los medios con fuerte difusión en la opinión pública
3. La búsqueda de la estabilidad política
La búsqueda de la estabilidad en la transición y las alternancias
La mayor necesidad fue la de alcanzar las condiciones de estabilidad para su
mandato en particular y el sistema en general. Los gobiernos le dieron diferente
relevancia a la estabilidad a largo plazo.
En términos generales, las áreas de atención eran: construir fortalezas para su
propia perduración en el poder, comprometer a la opinión pública en un consenso
de respeto al orden democrático, e influir en el contexto internacional para
crear condiciones favorables a la democracia. No obstante, cada gobierno fijó
sus propias prioridades.
La gobernabilidad
La gobernabilidad tiene dos aspectos. Por un lado, tiene como objetivo
comprometer a la opinión pública al respeto del orden democrático. Lo habitual
del período fue el discurso injurioso contra la oposición por no apoyar a ciegas
los proyectos del oficialismo o la asunción de posiciones autoritarias
contradictoriamente en defensa del juego democrático. También es cierto que
muchas veces la oposición dificultó el desarrollo de la política, restando
quórum al parlamento.
Por otro lado, se debe entender a la gobernabilidad como la generación de
condiciones y de recursos de poder para llevar a cabo políticas, minimizando
acechanzas de la oposición. Todos los gobiernos elaboraron planes para
sostenerse en el poder más allá del período y con más instrumentos de política.
Todos buscaron la reelección para asegurarse la gobernabilidad. Alfonsín marcó
el tiempo en un gobierno de seis años.
El manejo discrecional de los fondos para atender a provincias y municipios
permiten asegurar lealtades que duran tanto como el tiempo que se mantengan en
el poder. Por ello, retrasar elecciones para poco tiempo antes de finalizado el
mandato reasegura que todos los estamentos sigan reconociendo la autoridad del
Ejecutivo.
En general, se utilizan formas espurias para comprometer la opinión pública pues
no surgen de un convencimiento ideológico sino de la ventaja temporal y
material. Los discursos y su reiteración prueban la credibilidad del candidato,
lo que va combinado con una política de medios de difusión que establezca los
logros del mismo. Asimismo, el convencimiento a la hora de conseguir votos gira
en torno a instalar la idea de una necesidad nacional o al espurio de la
prebenda o la coima.
El Ejecutivo necesita del Legislativo para que le sancione las leyes, por lo que
gran parte del total de las prebendas entregadas por la política van hacia los
legisladores en la búsqueda de gobernabilidad, poder mostrar a la opinión
pública cierta ejecutividad y posibilidades de llevar adelante sus políticas.
Además, la obra pública y las concesiones logran adhesión del empresariado y del
sindicalismo. Tienen efecto sobre la opinión pública por la validez de las obras
que se encaren, la ocupación de mano de obra reduciendo el desempleo.
Asimismo, se utilizan normativas favorables para los negocios, al igual que
prebendas, para obtener lealtades, recursos y capital político.
La discrecionalidad en el uso de fondos públicos ha servido para disciplinar
actores sociales diversos bajo la pretensión de alcanzar la gobernabilidad del
sistema político y el orden social.
La gobernabilidad cree asegurarse con la ocupación de la vía pública y la
realización de actos donde la masividad es extremadamente importante.
En resumen, para mantener la gobernabilidad se recurrió a los recursos del poder
parlamentario y judicial, gobernaciones e intendencias, medios de difusión y
control sobre los grupos para llenar la vía pública. Al mismo tiempo, se
aseguraron que estos recursos estuvieran disponibles y fueran leales hasta lo
más cerca posible del traspaso democrático del mando.
La búsqueda de la reelección y mantener la expectativa lo más prolongada posible
son estrategias para impedir la disolución del poder. Por lo tanto, aseguran la
gobernabilidad que las gobernaciones pertenezcan a la misma orientación
política, la existencia de mayorías favorables en las Cámaras de Diputados y
Senadores, la dependencia de las intendencias de las principales ciudades y la
disponibilidad del presupuesto.
La crisis de los partidos se debe a la desconfianza en estructuras debido al
apartamiento de los lideres de sus lineamientos históricos. Además, la
perduración requiere de las Fuerzas Armadas disciplinadas que no pongan en
riesgo la autoridad y que no muestren la falta de autoridad en la opinión
pública.
Similar preocupación despierta el sindicalismo, que incluye paros y
desabastecimientos con efecto sobre la opinión pública en contra de un gobierno.
Una tercera cuestión que influye sobre la gobernabilidad es la capacidad para
influir sobre el contexto internacional para crear condiciones favorables a la
democracia en la región y al propio gobierno. Cada refinanciación de deuda o
cada instrumentación de un nuevo plan económico requirieron la anuencia de estos
actores globalizados.
También las cuestiones comerciales favorecen o perjudican la capacidad de
gobierno argentino y las interrelaciones entre gobiernos requieren de un alto
grado de complementariedad política.
En suma, la gobernabilidad se apoya en el compromiso y convencimiento sobre la
opinión pública, la acción sobre los actores sociales con capacidad de decisión
y las fortalezas que se adquieran en las relaciones exteriores.
La estabilidad sistémica
La estabilidad sistémica se basa en la propagación de la idea de que la
democracia es un bien a preservar. Algunas situaciones demuestran la voluntad
presidencial pero también la opositora de mantener este régimen. Por ejemplo,
frente al levantamiento carapintada de la Semana Santa de 1985, la presencia de
Cafiero junto a Alfonsín, ambos dando su respaldo a la democracia, es una
actitud superadora de los intereses particulares o circunstanciales. Asimismo,
el Pacto de Olivos sirvió para evitar una ruptura constitucional por parte de la
Corte Suprema por lo que merece ser considerado con una visión más amplia y
sistémica.
De esta misma manera, frente a diferentes situaciones tanto la Iglesia y la ONU
como los vecinos e, inclusive, los militares continuaron demostrando su
preferencia por la democracia.
Todos los presidentes intentaron la adhesión tanto a su gobierno como al
sistema, confundiendo ambas cosas. Las disidencias son presentadas como amenazas
al sistema, por lo que apoyar la democracia es apoyar al oficialismo.
Los mecanismos de información para la adopción de decisiones se han sofisticado
notablemente y se introdujeron las encuestas de opinión, lo que resulta en que
los gobiernos no tomen decisiones sin la certeza de tener la aprobación popular.
Expectativas sociales a tener en cuenta para decidir y encuestas por las que la
opinión pública se entera de qué piensa la mayoría.
Las acciones sobre el contexto internacional
Ha habido un contexto internacional que validó el sistema democrático, a través
de decisiones asumidas por las grandes potencias que fijaron condiciones
democráticas para acceder a los beneficios del comercio y del financiamiento.
Las características del sistema soviético y la desconfianza hacia los
autoritarismos latinoamericanos alejaron las posibilidades de instauración de
gobiernos autoritarios.
Alfonsín tuvo la intención de dotar al sistema internacional de conciencia
respecto a lo que luego seria la proliferación de las Jóvenes Democracias. Se
encararon tres iniciativas de política.
Por un lado, la concreción de acuerdos comerciales, de inversiones, políticos y
culturales, generando el MERCOSUR, establece como condición ineludible ser un
gobierno democrático, copiando el modelo de la Unión Europea.
Una segunda área de acción fue la reinstalación de relaciones con los Estados
Unidos pero con claros signos de independencia de criterios y fomento al
comercio bilateral.
En tercer lugar, se conformó el Grupo de los Seis para crear conciencia sobre la
necesidad de un desarme nuclear, contra la carrera armamentista y sobre el
problema del endeudamiento, es decir, el respeto hacia los derechos humanos.
El punto fundamental es que le dieron origen al MERCOSUR. Ciertos
acontecimientos políticos que pudieron derivar en intervenciones militares o
autoritarias fueron frenadas por los beneficios que representaban para sus
integrantes la pertenencia a dicha unión aduanera.
Hasta la presidencia de Kirchner, la búsqueda de condiciones que favorecieran la
estabilidad se centraba en el apoyo norteamericano a las políticas económicas
ensayadas, buscando la intervención directa o su voto decisivo en organismos
financieros internacionales.
El convencimiento democrático de la opinión pública no ha sido siempre
homogéneo. Ante cada situación critica, la posición en que circunstancialmente
se encuentre la sociedad será el espejo en que se miren quienes puedan intentar
forzar o violar el orden constitucional.
Por ello, la importancia del equilibrio a cumplir el rol de estadista y mantener
la posición del político que requiere el respaldo electoral.
Los 100 días
Desde que Roosevelt pidió 100 días sin cuestionamientos para realizar todo lo
que creía conveniente, se transformó en una tradición de los parlamentos hacia
el nuevo jefe de gobierno. Esa gracia recibida del legislativo es la respuesta a
las expectativas, las cuales actúan condicionando las primeras acciones del
Gobierno.
Por ello, es más notoria en las etapas previas a la asunción de un gobierno y la
falta de políticas. Las campañas privilegian las imágenes y los slogans
publicitarios. La condición de la Joven Democracia facilita la manipulación del
electorado o la posibilidad de disimular discrecionalidades y corrupción.
4. Las jóvenes democracias
La cuestión de las Jóvenes Democracias
La conjunción de la desconfianza hacia los militares por la derrota de Malvinas
y la caída del Muro de Berlín, con la desarticulación de los regímenes
comunistas, condujo a la formación de Jóvenes Democracias. Si bien en Argentina
existía la democracia desde el siglo XIX, su restauración se asimila a la de las
demás JD.
En términos generales, las JD vienen de regímenes autoritarios o con partidos
únicos. Se organizaron en las décadas del 80 y 90 como republicas con división
de poderes. Esto fue posible gracias al fin de la Guerra Fría.
Aquellas que provenían del bloque comunista, debieron reorganizar la propiedad
privada, al igual que en América, donde se tuvo la oportunidad de revisar la
posesión de empresas por parte del Estado.
Al mismo tiempo, se generó un clima favorable de negocios a nivel internacional,
por lo que las JD se transformaron en receptores de inversiones con su fuerte
apertura a capitales extranjeros
Por otra parte, tuvieron estabilidad sistémica en la opinión pública devenida
del recuerdo de atrocidades y de un periodismo más libre que fomentó el valor
democrático, entusiasmados con la explosión del capitalismo y el libre comercio.
Alimentaron, a su vez, la discrecionalidad de los dirigentes, concentrando el
poder de decisión en el Poder Ejecutivo. La misma se centró en la posibilidad de
recrear sus sistemas políticos y en la elección de los protagonistas de las
actividades productivas.
Las características de las Jóvenes Democracias
La forma de organización fue la república, con una división de poderes donde se
controlaban unos a otros. En la práctica, se plantearon dos formas de ésta:
mayorías parlamentarias que actuaron con disciplina partidaria sin espíritu
crítico y la posibilidad de rever todos los nombramientos del régimen anterior y
designar jueces.
La concepción democrática se trató de la convocatoria a los comicios al igual
que de defender las garantías y derechos humanos de todos los habitantes.
Por su parte, el capitalismo se estableció como el modelo económico fundamental,
ligado al liberalismo y a la defensa de la propiedad privada. El consenso de
Washington resume las ideas que se propagaban al respecto, sobre la inversión
externa y el libre comercio.
El principio de incertidumbre, la transferencia del control político, económico
y social a actores no estatales, la obtención de capacidades legislativas o
judiciales delegadas en el ejecutivo y la posibilidad de redistribuir el capital
se desarrollaron como características distintivas de Argentina con respecto a
las demás JD.
El principio de incertidumbre
La incertidumbre se generaba frente a los cambios de gobierno ya que resultaba
impredecible el rumbo a tomar por la nueva administración. Introducir una
modificación de personas introduce una distorsión en las políticas.
La posición de los procesos económicos, sociales y políticos variarán sin seguir
ningún patrón determinado en cada cambio de gobierno o, incluso, dentro de un
mismo período presidencial.
Esta incertidumbre se manifiesta como un temor al futuro y la necesidad de
asegurar la inmediatez de cualquier ciudadano frente a un orden laboral. El
hecho de que toda norma o disposición se encuentre en un estado experimental
refleja la sensación de anomia por parte de la población. De cualquier modo, la
sociedad percibe este “experimento” como lo normal. Entonces, la distorsión de
aquella normalidad trae aparejada la incertidumbre.
Se produce un sentimiento de desprotección de cada habitante debido a las
modificaciones, que trae nuevos derrotados y triunfadores. Esto sucede porque se
cree en los gobernantes, quienes aseguran el bienestar, como un “páter” que
sostiene, provee y transforma. Tanta creencia en la capacidad individual y no en
el sistema político y de garantías jurídicas, atenta contra el sistema en un
círculo perverso. Estas expectativas legitiman el ciclo crisis – dramatismo –
emergencia – discrecionalidad – nueva estabilidad.
No obstante, estas crisis son intencionadas por los gobernantes ya que les
proporcionan ciertas ventajas, como la de obtener la misión de remontar una
crisis. Comenzando la presidencia sobre el dramatismo, las expectativas son
bajas y fácilmente satisfechas.
También termina acreditando al “salvador providencial”, prestando aval a la
cultura de la transgresión. Al no existir acuerdos previos entre la dirigencia
política, no hay posibilidades políticas de Estado que se continúen en el
tiempo. La aspiración fundacional de cada presidente quedaría diluida porque el
compromiso compartido centraría el registro en dicho acuerdo y no en las
personas.
Esta incertidumbre además se siente en la economía respecto a los modelos
adoptados para el desarrollo.
Las elecciones pasan a ser pruebas para la población que es puesta frente a la
disyuntiva entre continuidad y cambio electoral.
Por ejemplo, la transición del gobierno de Menem fue dramática por la presencia
de los gobernadores peronistas y las ambiciones de Duhalde. También, la renuncia
de Chacho Álvarez, el voto cuota de 1995, la instauración del corralito y las
hiperinflaciones son generadores de incertidumbre en la sociedad.
No es posible tener confianza en el sistema bancario ni en el tipo de cambio,
tampoco en los funcionarios intermedios sobre su continuidad, los empleados
contratados y el poder legislativo.
La transferencia del control político, económico y social
Desde 1970, se generó un consenso sobre la necesidad de comenzar a retrotraer
funciones que los estados nacionales habían incorporado. Esto se hizo bajo el
hecho de que la crisis demostró que el inversor más constante debía ser el
Estado y el manejo de la administración de áreas de la economía consideradas
estratégicas.
No obstante, con Martínez de Hoz se comenzó la nueva implementación, que
prosiguió durante el gobierno menemista. Se generaron algunas transferencias en
la toma de decisiones, incluso en los de seguridad nacional. Se descentralizó
administrativamente el sistema educativo, el sanitario, la red de caminos y la
fijación de salarios. Por su parte, se privatizaron empresas como las
telefónicas, de electricidad y el sistema jubilatorio. Se enajenaron compañías
como YPF y Aerolíneas Argentinas.
En todos los casos hubo una transferencia de roles responsabilidades del Estado
a actores privados. A pesar de ser complementadas con la creación de nuevos
organismos estatales controladores, el poder de decisión se traspasó.
El poder de decisión social incrementó el rol de los medios sobre la opinión
pública. Con la presencia permanente de las comunicaciones, los factores de la
toma de decisiones quedaron subordinados, al igual que algunas funciones, como
la de seguridad y prevención.
La atención a los sectores más desprotegidos se había dado por parte del Estado,
sobre todo con Eva Perón, lo cual había sido motivo de conflicto con la Iglesia
y las obras de caridad que realizaba. Luego del PRN, el Estado organizó
diferentes formas de ayuda y transfirió su adjudicación y reparto a sectores
sociales y políticos partidistas, como el Plan Trabajar y los subsidios.
Como complemento, en los presupuestos nacionales se incluyeron los Adelantos del
Tesoro Nacional, por el cual el Estado puede asistir a necesidades
extraordinarias. Esto estuvo signado por la discrecionalidad del ejecutivo en
función de su relación con gobernadores y el logro de su apoyo político.
Además de las desgravaciones impositivas para la radicación de industrias, Menem
creó el Fondo de reparación histórica del conurbano bonaerense para darle a
Duhalde capacidad adicional para gobernar la provincia.
Otros conceptos sobre los que se traspasó poder fueron: la fijación de tarifas,
las prioridades de inversión, el sostenimiento de la igualdad salarial y de
derechos, el fomento a zonas de desarrollo y la cantidad de circulante
monetario.
Hubo una fuerte pérdida de la necesaria discrecionalidad en el comercio
internacional por la interdependencia con el Mercosur o la adscripción a la
Organización Mundial de Comercio.
Además, los gobiernos contaron con la posibilidad y la capacidad de la
redistribución del ingreso y de generar empresarios exitosos a través de
contratos y obra pública.
El período mostró un debilitamiento de las capacidades estatales para generar
consensos, imponer políticas o ser artífice de un rumbo determinado y sostenido
a largo plazo. Los medios tuvieron un rol muy importante en la fijación de los
temas centrales y en la complicidad política.
Capacidades delegadas
Como contrapartida, la transitoriedad procuró la obtención de discrecionalidad
del ejecutivo, expresada, fundamentalmente, en ciertas tradiciones.
Para empezar, la de los primeros 100 días de gobierno, a través del cual el
legislativo le facilita la aprobación de leyes tendientes a establecer los
lineamientos de su gobierno o a manejar una emergencia preexistente. Asimismo,
la delegación de poderes federales a Rosas impuesta como condición para la
pacificación del país. Ambas transforman cada alternancia en una emergencia en
la que se requiere de delegación de poderes legislativos al ejecutivo para
salvar la situación critica.
Frente a la opinión pública, el Legislativo se encuentra desprestigiado porque
le permite la extorsión al Ejecutivo. La inacción gubernamental puede ser
atribuida, a través de los medios, al Congreso. Además, si se siguen viviendo
situaciones criticas, el Ejecutivo podría actuar más como un sistema autoritario
y menos republicano. Se notó en los mecanismos de decisión y, así, surgieron las
leyes de emergencias y de excepcionalidad, la suspensión de vigencia de leyes y
la delegación de privilegios parlamentarios. De esta misma forma, hubo un abuso
de los Decretos de Necesidad y Urgencia, mediante los cuales se reemplazan el
trámite parlamentario para la obtención de leyes, con absoluta discrecionalidad.
Incluso en el orden internacional, se llegó a poner en emergencia a Organismos
Financieros Internacionales, obligándolos a préstamos y refinanciaciones. La
delegación de facultades se convirtió en la herramienta discrecional de la
transitoriedad.
Las posibilidades para la redistribución del capital
Dos procesos históricos generaron la aparición de la propiedad privada y el
impulso del nuevo liberalismo, sobre las estructuras del Estado que se reservó
la gestión de los servicios públicos y de áreas militarmente estratégicas.
A esa coyuntura, se sumó la capacidad el Estado de establecer políticas
tendientes a privilegiar alguna actividad particular, beneficiando a sectores
socioeconómicos. Ello deviene de la posibilidad de definir las orientaciones de
comercio internacional, de política monetaria, desgravaciones impositivas,
desarrollo de infraestructura y obra pública en general.
Perón utilizó esos recursos para reforzar la industrialización y generar una
burguesía industrial nacional. Por su parte, el PRN favoreció o eliminó empresas
más que actividades específicas. En conjunto, el Estado conservó una alta
capacidad distributiva para favorecer a los sectores más concentrados y más
relativa para atender a los sectores asalariados.
En la relación entre la dirigencia política y la burguesía se conjuga el sueño
fundacional, correspondiente al deseo de asegurar un orden que lo sobreviva, y
la gobernabilidad, que requiere de una especial captación de los sectores
empresarios. De ambos, surge la pretensión política de contar con una burguesía
nacional.
Por lo tanto, dieron lugar para una acción tendiente a favorecer a parte del
empresariado y para crear nuevos actores en la burguesía. El objetivo fue el de
contar con una prensa benévola, con financiamiento para las campañas
electorales, acordar una política de precios.
Entre las postrimerías de la dictadura y el inicio de la democracia
Las sucesivas devaluaciones del tipo de cambio dificultaban a las empresas
endeudadas en moneda extranjera, entre las que se encontraban todas las
gestionadas por el Estado.
Uno de los mecanismos para transferir recursos estatales al sector privado fue
el establecimiento de un seguro de cambio, para luego proceder a la estatización
de las deudas. El Estado se convirtió en acreedor en pesos devaluados de las
empresas y en el deudor de los bancos y organismos internacionales que habían
financiado.
Luego, tuvieron lugar unas refinanciaciones de las obligaciones financieras que,
sumadas al desorden administrativo, convirtieron la Deuda Externa en un tema
permanente. Las empresas sobrevivientes al PRN salieron fortalecidas, habiéndose
modernizado y operado con costos a cargo del Estado nacional.
Con el lanzamiento del Plan Austral
Los individuos sufren el alza de los precios, pues con su ingreso percibido
regularmente una vez al mes, no pueden costear el encarecimiento de los
productos. Por su parte, los impuestos se perciben con retraso y valores ya
superados.
Concluido el mandato de Grinspun, el nuevo equipo intentó frenar la inflación,
quitando el componente de ajuste de los contratos.
La capacidad redistributiva se puso en juego porque algún actor quedó mejor
parado según el nivel de precios en que quedara congelado.
En las hiperinflaciones
Sin el respaldo de ingresos genuinos ni de reservas, el Estado debió atender sus
obligaciones mediante una expansión de la emisión monetaria. Esto induce a la
puja inflacionaria. Los tradicionales sindicatos fuertes sufrieron el proceso
desindustrializador del PRN y ya no estaban en su mejor situación de
negociación. Por su parte, el negocio financiero gozó de un auge en términos de
redistribución del ingreso.
Al sancionarse la Ley de Convertibilidad
La convertibilidad implicó quitar el componente inflacionario, que dirimió las
pujas en el mercado con una perspectiva favorable para los grupos más
concentrados. También condujo a un lento crecimiento de la capacidad de consumo.
Como contrapartida, se dio el reemplazo de la producción nacional. Al mismo
tiempo, se renovó el acceso al crédito internacional, se procuró aumentar el
nivel de inversión y se modernizó buena parte de la estructura productiva.
A lo largo de todo el proceso de privatizaciones
Las privatizaciones se desarrollaron con un carácter de urgencia que quitó
posibilidades de un tramite parlamentario y medir correctamente el consenso
social respecto al tema.
Los pasos previos fueron la intervención de las empresas para su saneamiento
financiero y un ordenamiento del personal; la obtención de las leyes respectivas
del Congreso; la organización de concursos para la presentación de las ofertas y
el establecimiento de los organismos encargados de controlar las actividades.
Se reformó, a su vez, el sistema de jubilaciones y pensiones, mediante compañías
privadas para administras fondos específicos y quitarle a los gobiernos la
tentación de echar mano en los mismos. Por otra parte, se creó un mercado de
capitales capaz de financiar los niveles de inversión de la economía.
Los organismos jubilatorios, al actuar como privados, maximizarían los
beneficios. Sin embargo, los gobiernos obligaron a las AFJP a transgredir la ley
comprando más bonos de deuda estatal que los permitidos.
Todo el período de privatizaciones fue el de mayor capacidad redistributiva. A
mayor velocidad en un proceso de enajenación de funciones del Estado hacia
actores privados, las posibilidades de sobreprecios, coimas y dádivas al poder
político aumentarían exponencialmente.
Con el retraso cambiario
Entre 1997 y 2002 tuvo lugar una gran recesión, produciendo desocupación, altos
niveles de indigencia y quiebre o cierre forzoso de empresas. Haber sostenido el
esquema cambiario provocó una transferencia de recursos de los sectores más
bajos hacia los más altos y de empresas productivas hacia las de servicios y
financieras.
.A través de la devaluación
La salida de la convertibilidad cristalizó más pobreza e indigencia al tiempo
que le dio la potestad al Estado de privilegiar algunas actividades productivas
por sobre otras. No obstante, la forma de mercado libre impuesta por el FMI,
dejó al Estado incapacitado para intervenir en un mercado de cambios.
Con un 200% de devaluación, se vieron beneficiados el sector exportador y el
sustitutivo de importaciones.
.Al establecerse la pesificación asimétrica
El gobierno de Duhalde estableció la conversión de las deudas en dólares a
pesos: las obligaciones de los privados se considerarían uno a uno y las de los
bancos con particulares de un dólar a 1.40 pesos. De esta forma, se generaba una
diferencia que cubriría el erario público. El Estado intentaba proteger a los
endeudados, es decir, la clase media urbana.
.Al constituirse las retenciones a las exportaciones
Frente a la desproporción de los precios medidos en divisas extranjeras para la
exportación, la tendencia fue la de trasladar a los precios internos dichos
incrementos, afectando el poder de compra de los individuos.
Los gobiernos de Duhalde y Kirchner acordaron tácitamente con los exportadores
para sostener la oferta interna, aprovechar las oportunidades exportadoras y
lograr ingresos adicionales. Se establecieron retenciones sobre los valores
exportados, por lo que parte del precio obtenido iba hacia las cuentas públicas,
incrementando los ingresos fiscales.
Con el objetivo de sostener los precios, Kirchner recurrió a medidas de carácter
redistributivo. Junto a ellas, el crecimiento de la obra pública en
infraestructura forjó nuevos actores con poder económico.
El Estado nacional pasó a manejar presupuestos crecientes pero sin empresas, sin
tarifas políticas que pagar, sin escuelas y con pocos hospitales.
La adecuación a las condiciones externas
Concluida la Guerra Fría, se forjó una Globalización idealizada, en el que la
seguridad dejó su lugar a la única potencia sobreviviente que prefería los
acuerdos y los consensos.
Luego del ataque a las Torres Gemelas, se configuró una Globalización
condicionada por la emergencia del terrorismo golpeando símbolos del poder
capitalista; se produjeron cambios hacia las decisiones unilaterales y un nuevo
impulso a la cuestión de la seguridad. El nuevo siglo trajo nuevas desconfianzas
e imposibilidades.
Como JD, la Argentina estuvo sujeta a las recomendaciones o consensos
internacionales. Por lo tanto, se buscó una adecuación a las tendencias
internacionales ya que la inserción internacional de esta economía queda
comprometida a la adopción de un entero modelo de desarrollo.
5. La Argentina como Joven Democracia
Las transformaciones socioeconómicas
Martínez de Hoz realizó cambios en la estructura de la economía, la distribución
del ingreso, el endeudamiento público y privado, la descentralización de las
funciones estatales y la privatización de empresas nacionales.
Este proceso puso fin a la dicotomía entre los actores sociales nucleados
alrededor de la producción y las exportaciones agropecuarias y los tributarios
de la sustitución de importaciones por industrialización forzada.
Ello dio lugar a un empate hegemónico que trabó la posibilidad de un desarrollo
sostenido y el origen de la inestabilidad política.
Hasta la última dictadura, la economía mostró un rumbo errático, con fuertes
etapas de modernización y momentos de estancamiento.
Ciertas políticas del PRN dieron lugar a la subordinación de las provincias al
Estado nacional. En este aspecto, lo más importante es la distribución de
ingresos. Existen diferentes impuestos, tasas y derechos que se abonan
jurisdiccionalmente. La mayor recaudación la obtiene el Estado a través del
consumo, las ganancias, importaciones, exportaciones y las retenciones. Esto
genera una alta dependencia con el mismo.
Algunos de los ingresos impositivos tienen establecida su distribución entre
porcentajes correspondientes a las provincias, denominados “coparticipables”.
Frente a las crisis, se aumentaron las tasas a pagar mediante los impuestos o la
creación de nuevos tributos. Fue mayor la recaudación por impuestos no
coparticipables. Además, la reticencia a la coparticipación se origina en el
riesgo de abrir un debate parlamentario inmanejable y de resolución incierta.
Diputados y senadores deberían resolver conforme a sus bases electorales y no
atender a las necesidades del Ejecutivo. Además, el debate corre el riesgo de
cristalizar una nueva ley de coparticipación federal de impuesto que le quite
poder discrecional al ejecutivo.
La estrategia de generar situaciones de crisis redundó en el aumento del
presupuesto disponible. Además, la descentralización educativa y sanitaria junto
con el proceso de privatización aligeraron las erogaciones del Ejecutivo
nacional en detrimento de las provincias.
A pesar de ello, el endeudamiento externo no ha dejado de crecer y el principal
promotor de la deuda ha sido el Ejecutivo.
Sintéticamente, el proceso de acrecentamiento de la deuda tiene los siguientes
componentes: un empuje inicial por la búsqueda de financiación para la tabla
cambiaria de Martínez de Hoz, la nacionalización de la deuda privada, los nuevos
préstamos, las emisiones de deuda absorbidas por individuos y financistas del
exterior, bonos y permanentes endeudamientos para sostener la regulación
monetaria.
Por su parte, al bajar la efectividad de la Convertibilidad, las provincias
buscaron financiamiento para su déficit en la creación de cuasimonedas.
El proceso político
La reinstauración de la democracia tuvo que atender los problemas derivados de
la propia Constitución, un presidencialismo extremo y un sistema federal
problemático.
La necesidad de reducir los mandatos de 6 a 4 años y agregar la posibilidad de
la reelección fue retomada en el Pacto de Olivos, con el que se lograba que la
sociedad diera su aprobación y no quitara apoyo parlamentario al desarrollo de
una presidencia. Otras modificaciones planteadas en este pacto intentan agilizar
la tarea parlamentaria de designación de jueces y darle a la presidencia una
mayor protección, ejecutividad y relación más fluida con el Congreso.
Siempre existió un miedo a la oposición de abrir reformas en que una mayoría
pudiera imponer reformas no pactadas. Ejemplo de esto serían las provincias que
sancionaron la reelección indefinida, solidificando relaciones feudales.
Otra cuestión irresuelta es el mínimo de electores necesarios para que un
diputado lo haga en nombre de menos electores que otro de una provincia más
poblada.
El presidencialismo se halla inscripto en la tradición monárquica española que
dio lugar al caudillismo y en las fuentes de derecho norteamericano.
Por su parte, el sistema federal fosilizó las principales problemáticas, como la
distribución de impuestos y los resabios de relaciones sociales feudales en
ciertas provincias.
Aun sin resolver la mayoría de las cuestiones, se ha logrado sostener la
renovación periódica y electoral de los gobernantes. La democracia argentina fue
puesta a prueba en diversas ocasiones, que, en otros momentos, hubieran
provocado movimientos cívico-militares, bajo el argumento de la incapacidad de
la dirigencia política para resolver cuestiones de interés nacional.
La Joven Democracia puesta a prueba
La sinuosidad del período mostró dos grandes cuestiones: qué tipo de decisiones
del poder político fueron capaces en otro contexto histórico de generar
inestabilidad política y cómo el nuevo marco internacional y local le permitió
al sistema político rehacerse una y otra vez.
La anulación de la autoamnistía militar
Alfonsín tomó la decisión de anular la auto amnistía dictada por el gobierno
militar, donde se exculpaba a los que participaron en violaciones a los derechos
humanos. En esta decisión influyó el activismo previo de los Organismos de los
Derechos Humanos que habían presentado muchas denuncias. En ninguno de los
países limítrofes se pudo hacer lo mismo.
El juicio a las Juntas
Se realizó el juicio a las primeras tres Juntas, acusadas de ordenar y realizar
secuestros, torturas y asesinatos. Fue una demostración de poder político que
contó con el apoyo internacional. Este tipo de juicio tuvo escasos antecedentes
porque se realizó dentro del país y por impulso de las propias autoridades. En
cambio, la determinación de las responsabilidades sobre la Guerra de Malvinas se
hizo dentro de las Fuerzas Armadas.
La fallida Ley Mucci
La ley laboral para recortar el poder sindical no logró el apoyo del Congreso.
Al ser vivida como una derrota oficialista y demostración del poder intacto del
peronismo, significó el tempranero inicio del debacle de la gobernabilidad para
el primer gobierno.
La sucesión de conflictos gremiales
La Confederación General del Trabajo peronista realizó trece paros de gremios y
huelgas, interfiriendo en la vida cotidiana y económica del país.
Los levantamientos militares
Los levantamientos carapintadas fueron motivados por un pedido de reivindicación
de la lucha en Malvinas y reclamos del cese de los juicios a oficiales de las
FFAA. La falta de liderazgos claros tras la caída del PRN aventó las
posibilidades de golpes contra el orden constitucional pero estos episodios
tuvieron en la población una alta dosis de hartazgo.
La renovación legislativa adversa I
El triunfo peronista en la Cámara de Diputados en 1983 concluyó con las
posibilidades del partido radical de obtener apoyo. Situaciones como esta fueron
la justificación de la instalación de dictaduras militares o de presiones para
obtener renuncias presidenciales.
Las elecciones presidenciales de 1989
La oposición triunfó en las presidenciales de 1989, desatando anticipación,
incertidumbre e hiperinflación, generando un alto grado de tensión.
La hiperinflación I
La primera hiperinflación, con saqueos a supermercados y habitantes armados,
expresaba una situación de impotencia frente a lo que estaba sucediendo. Sin
embargo, el consenso social y periodístico no se apartó de la resolución
republicana y primó el respeto constitucional.
El interinato presidencial I
El adelantamiento de la asunción de Menem demostró la madurez de la sociedad. El
período previo le permitió obtener ventajas en cuanto a imagen pública y a
prerrogativas de discrecionalidad otorgadas por el Congreso.
La hiperinflación II
La segunda hiperinflación produjo una crisis bancaria y en la emisión de bonos.
Sin una alternancia a la vista, ya que se produjo a poco de iniciado el mandato
menemista, hubo una primera incautación de ahorros.
Las privatizaciones
La enajenación de la propiedad estatal fue motivada por la urgencia, transmitida
por el discurso oficial, para lograr consenso social y presionar a los
mecanismos parlamentarios, dando lugar a cuestionamientos y resignación.
La reelección
Menem intentó lograr la reelección, vedada por la Constitución, basándose en la
estabilidad alcanzada con la Convertibilidad, por lo que procedió a amenazar con
la utilización de la mayoría automática en la Corte Suprema para que la
resolución fuera aceptada en el Congreso. El Pacto de Olivos, desde el punto de
vista radical, fue la forma de evitar males mayores para la continuidad
democrática, y desde el punto de vista peronista, la posibilidad de concreción y
sostenimiento de liderazgos a largo plazo.
Las recurrentes crisis de la Deuda Externa
Se sucedieron diferentes crisis externas por las necesidades de financiamiento
estatal o por la imposibilidad de afrontar vencimientos. Las visiones más
positivas eran alimentadas por el empresariado que adjudicaban a las
recomendaciones de política económica de los OFI todas las posibilidades de
futuro venturoso. Los intentos para encarrilar a la economía debieron gozar de
la aprobación de los organismos financieros internacionales y las potencias
mundiales.
La segunda alternancia entre partidos
En 1999, con la derrota del oficialismo, la población eligió una continuidad en
términos socioeconómicos, ya que tanto Duhalde como De la Rúa significaban un
profundo cambio en las condiciones de vida democráticas y republicanas.
El impuesto Machinea
Un fuerte aumento de impuestos a la clase media fue decretado para sostener la
convertibilidad y darle transparencia a la política, afectando su propia base
electoral y restringiendo el consumo.
Una nueva reforma laboral
Se intentó una sanción de una reforma de las relaciones laborales (Ley banelco)
como parte de las demandas del FMI, acrecentando la incertidumbre.
La renuncia del Vicepresidente
La renuncia de Carlos Álvarez, como consecuencia del escándalo de las coimas
desatado por la ley de relaciones laborales, quiebra la unión entre frepasistas
y radicales.
La renovación legislativa adversa II
Los restos de la Alianza fueron derrotados en el 2001, en el contexto de la
depresión, como consecuencia del voto protesta.
El Corralito
En Diciembre del 2001 se instauró el corralito. Frente a las obligaciones
externas, la baja recaudación, las cuasimonedas en las provincias y el
estancamiento general, la medida implicó la restricción del circulante,
sacudiendo a toda la población.
Los Cacerolazos
Una nueva forma de expresión surgió en el marco de la crisis económica y la
disgregación política de la Alianza, tendiente a restringir el circulante
monetario y bancarizar la economía. Convergieron grupos organizados hacia la
Plaza de Mayo, formando una protesta inmanejable para el gobierno. La represión
descontrolada produjo escenas de violencia y asesinatos, amplificando la
indignación popular.
Producida la renuncia presidencial, bajo el lema “que se vayan todos”, la
respuesta social fue la conformación de asambleas barriales y mercados de
trueque.
La presidencia de Rodríguez Saá
Los cinco días de gobierno de Rodríguez Saá se resume en la decisión anunciada
en el Congreso de cesar el pago de parte de la deuda externa (default).
Corralón y devaluación
En Enero de 2002, se instauró el corralón y se hizo una maxi devaluación.
Duhalde, guiado por lineamientos muy vagos y la presión internacional del FMI,
produjo una devaluación con mercado libre. El corralón y una estampida del dólar
no lograron encauzar la crisis y sí consiguieron sumar angustia.
El mercado de cambio fuera de control
Concluida la convertibilidad y con mercado libre para la compra de divisa
extranjera, la depreciación del peso, acosado por las cuasi monedas, parecía no
tener un horizonte.
Los asesinatos del Puente Pueyrredón
Los intentos de evitar la represión física alentaban la continuidad de las
protestas de diferentes signos políticos, manteniendo una alta ocupación de las
calles. El asesinato de algunos piqueteros emparentó la situación con la del
2001 y Duhalde anticipó las elecciones para descomprimir su propia situación
política.
El ballotage que no fue
Menem y Kirchner quedaron en situación de disputar una segunda vuelta pero el
primero se bajó, dejándole el puesto a Kirchner con tan solo el 23% de los
votos.
El interinato presidencial II
Néstor fue autorizado a completar el mandato de De la Rúa.
La extorsión de la Corte Suprema y la respuesta de Kirchner
Kirchner emitió un discurso por cadena nacional, mostrándose firme, para lograr
la renovación de la Corte y fijar su autoridad, apelando a renuncias.
La disputa por los punteros del Gran Buenos Aires
Kirchner buscó la disolución del aparato duhaldista para coptarlo para su propia
organización política. Apuntando a la renovación presidencial del 2007, utilizó
el aparato estatal para forzar cambios de liderazgo con la intención de
construir un nuevo movimiento fundacional.
La Reforma del Consejo de la Magistratura
Acomodar los órganos de contralor de la función pública a las conveniencias del
oficialismo le permite discrecionalidad al gobierno.
El Presupuesto con poderes especiales
El Jefe de Gabinete obtuvo poderes especiales para reorientar partidas del
Presupuesto Nacional.
Si bien se sometió repetidas veces a la población al dramatismo, se aprendió a
hacerlo en términos democráticos. Por ello, las tentaciones del poder se
imbrican con los puestos ejecutivos y la decisión sobre los fondos
deliberativos.
6. El sistema político
La cuestión de la representación y la participación políticas
El Frepaso y la Unión Cívica Radical se disolvían mientras el peronismo se
desarticulaba.
Los partidos políticos son el resultado intermediado de representación política,
con una estructura piramidal sustentada en una amplia base de punteros y su
representación constituida por figuras mediáticas. Tienen superestructuras
flexibles de poco apego a líneas programáticas, más proclives a la utilidad de
la conveniencia circunstancial.
Las agrupaciones tienen estructuras celulares que se agrupan dentro de
corrientes internas que pueden variar ante cada disputa, pudiendo mudar de
agrupación si otro liderazgo resulta más conveniente materialmente.
Tienen un alto costo de mantenimiento por lo que se utilizan los recursos del
Estado para solventar la estructura y mantener lealtades. La oposición es más
formal que efectiva.
Los políticos de base buscan la cercanía con el Estado, por eso es una
organización política volátil. Existe un mercado de punteros que manejan los
votos de su circunscripción y la mecánica comicial al tiempo que son capaces de
instalar un cierto clima social con propensión a la protesta.
El puntero es un dirigente barrial de contacto cotidiano con la población que ha
cumplido una doble función histórica: ha sido la base de la estructura de los
partidos como el ultimo eslabón en la ayuda estatal.
Por su parte, el retorno de la lealtad y la afiliación se hacía a través de un
conjunto de prebendas pero, en su origen, parte del problema del rol del Estado.
A fines del siglo XIX, la ayuda más efectiva llegaba de Evita, liderando un
modelo asistencialista, provocando una disputa con los curas católicos. Allí se
gesta lo que transforma al dirigente político en un ida y vuelta entre ser el
organizador y aglutinador de las bases políticas y el administrador de
asistencias y prebendas donde el Estado no llega.
Desde la década de 1990, aparecieron grandes grupos de desocupados, que
comenzaron a organizarse y a utilizar los cortes de rutas para hacer notar su
protesta. Fueron los primeros en recibir los planes asistenciales, denominados
Plan Trabajar.
Algunas de las nuevas formas de organización social quedaron fuera del alcance
de los partidos, como las asambleas políticas y los clubes de trueque.
El sistema federal y el sistema de partidos
Ha habido una diferencia en el grado de modernización según las regiones del
país, entre sistemas feudales y zonas con aparatos políticos más modernos
dependientes del convencimiento popular.
En los grandes conglomerados urbanos, la imagen ha suplantado cualquier debate.
El sistema de organización de los partidos estuvo consustanciado con la
representación política fragmentada, asimilable a la confederación de partidos.
Frente a la denuncia de De la Rúa, en ausencia de conducciones nacionales de los
partidos políticos por el desprestigio de la dirigencia, parte de la resolución
de la emergencia quedó en manos de la Liga de Gobernadores peronistas.
A su vez, en las provincias más pobladas y modernas, la organización recayó en
confederaciones de intendentes, dueños de las afiliaciones. La estructura de los
partidos explica la facilidad con la que se instaló la transversalidad. Los
cambios de lealtades se reiteraron frente al poder de quien pueda ocupar el
Estado.
Esta dinámica política se vio favorecida por la existencia de una gran cantidad
de agrupaciones que solo son sellos burocráticos para cualquier política
electoral y que reciben financiamiento del Estado.
Los candidatos llegaron a un cargo electivo por un sello electoral para luego
actuar con lealtad al partido de pertenencia, estableciendo lo efímero de las
lealtades. Tienen preponderancia las figuras mediáticas políticamente correctas.
Las sentencias de los políticos son contradictorias porque sus temas son
determinados por los medios y no por convicciones. Los mensajes se planifican
para un spot publicitario y se trata de opiniones atadas a las encuestas de
opinión. Se presentan solidarios con los desposeídos y tienen tolerancia cero
con el delito.
En su afán por mostrar que el problema es de eficiencia administrativa, cobra
relevancia el caso circunstancial. Los mensajes desconocen la existencia de
procedimientos legales.
Las figuras mediáticas conforman estructuras nuevas sobre los partidos sellos
pre existentes, que captan políticos, conforman listas electorales, imponen
legisladores por los votos obtenidos y luego asisten a la disgregación de sus
bancas; buscan la difusión de su figura.
Los partidos políticos siguen siendo escuelas de práctica política y referentes
ideológicos para la multitud de los sectores políticos intermedios y bajos de la
estructura.
En todo caso, lo que se perdió es la disciplina de disputar elecciones al
interior de la agrupación para, luego, acompañar al triunfador en la elección
como bloque.
Los partidos conforman coaliciones con nombres para la ocasión y alientan para
los cargos más expuestos a colaterales de la política con cualidades del
“políticamente correcto”.
Buena parte de las criticas a estas maniobras de compra de votos y lealtades es
que no son convenidas entre cúpulas. Otras maniobras hacen dirimir a la
población los matices internos de un partido y la presentación de un mismo
candidato en distintas listas.
Además, se acomodan los calendarios electorales según las expectativas que
transmiten las encuestas. Puede convenirles juntar en la misma fecha ambos
comicios para que la figura nacional arrastre los votos locales o separar ambas.
El sistema de partidos se puede beneficiar tanto de la alta participación
política como de la baja, dependiendo de la situación. No caben dudas acerca del
declive de la participación pero la consulta periódica para renovar gobernantes
y legisladores ha tenido un menor interés aun.
La transitoriedad asegura la consolidación de los grupos económicos más
concentrados y del surgimiento de nuevos actores bajo un manto de complicidad
con el poder político. Aun con la cíclica sucesión de auges económicos y
profundas depresiones, los cimientos del régimen se sostienen.
El atractivo político de conducir el Estado
El objetivo de un partido es alcanzar el poder para llevar adelante su
plataforma, en ello está implícito el rol de sostener sus ideales y valores
haciéndolos presente en cada momento histórico. No ser gobierno debería ser
circunstancial, el objetivo del poder no debería ser el único.
Sin embargo, en este período, las derrotas son vivenciadas como catástrofes,
poniendo en juego la continuidad del partido.
El Estado argentino ha sido objeto de un doble juego empresarial: los
empresarios sostuvieron un capitalismo prebendario, favoreciendo a los
capitalistas a favor del Estado mínimo. El Estado aporta el equilibrio de
poderes pero el caudillismo y el presidencialismo hicieron que el Congreso y la
Corte quedaran subordinadas al Ejecutivo, dejando también sin espacio para la
discusión a la oposición.
El Estado puede permitirle a sus dirigentes disponer discrecionalmente de fondos
provenientes de la coparticipación de impuestos nacionales, los Adelantos del
Tesoro o subsidios, en fin, de financiamiento de la política.
Todo intento fundacional ha intentado incorporar a una parte del movimiento
obrero. Sin embargo, los interlocutores siguen siendo los dirigentes que se
formaron en la tradición burocrática del sindicalismo peronista.
El Estado procuró una especial relación con el empresariado nacional por la
influencia en la determinación de los lineamientos macroeconómicos y por el
tratamiento particular y directo que pudieran brindarles: negocios financiados
por el Estado. En contrapartida, las empresas aportaron al financiamiento de las
campañas electorales. Cada liderazgo político ha intentado generar su propia
burguesía.
El interés de la historia lo despierta alguna figura que se ha logrado
trascender por legar un modelo de país que ha perdurado más allá de su tiempo.
De allí, la intención de ser fundador de una nueva república. El manejo del
Estado permite la instrumentalización de herramientas de política económica que
dejan a la población identificarse con lo que parecería ser un modelo de
organización social original.
Un líder político a cargo de la Presidencia puede lograr un funcionamiento
aceptable de la economía y de la cultura de una sociedad, haciendo una buena
administración. El estadista actúa mirando al futuro. En este período, hubo un
mayor apego por el reconocimiento inmediato y la construcción política que dura
lo que cada mandato.
Aun así, la compulsión por crear crisis ha dificultado la confluencia de
intereses bajo un manto republicano y el sostenimiento de los mínimos acuerdos y
coincidencias.
Politización, despolitización y marketing electoral
En los inicios de la transición, la participación política tuvo altos niveles al
igual que el interés demostrado a partir de la afiliación a partidos políticos y
la concurrencia a los comicios. A lo largo de los años, la participación en los
comicios decayó en las elecciones de renovación parlamentaria y vuelve a mostrar
interés en las presidenciales.
La ritualización fue, en el contexto de la obligatoriedad, el proceso normal de
asentamiento del sistema democrático; el deber cívico se convirtió en una
situación rutinaria.
El imperio del mercado y del marketing vaciaron de contenido, de ideas y
propuestas a las contiendas. El voto cuota se originó en los triunfos del
oficialismo explicados por la necesidad individual de mantener el esquema
económico debido al endeudamiento de las clases medias.
Se tendió a la despolitización de los Actores Sociales hasta la irrupción de la
crisis de 2001, el detonante de la cual fue la renuncia de Chacho Álvarez debido
a la denuncia de la compra de votos en el Senado. Los cacerolazos hacían
hincapié en la representación política y en los vicios de la conducción del
sistema republicano.
La normalización del sistema político vino de la mano de frentes electorales y
partidos nuevos. Por más que se utilicen figuras bien instaladas en los medios
de comunicación, de supuesto progresismo, las viejas adscripciones siguen
funcionando. Se agrega la tendencia de querer confundir al electorado con la
labilidad de los calendarios electorales.
En contrapartida, existe un convencimiento ciudadano acerca de los valores
democráticos, expresados en los cacerolazos tendientes a profundizar este
régimen y defender las garantías ciudadanas. Por ello, se manifiesta la
contradicción entre el aparente y real desinterés del electorado.
Pactos, acuerdos, respeto constitucional
La ausencia de concertación, acuerdo o compromiso entre los principales partidos
estableció las características del sistema de representación. Entre el
peronismo, que se creía invencible, y el radicalismo, sorprendido por su propio
éxito, quedaron postergadas las posibilidades de alcanzar mínimos compromisos.
El acuerdo mínimo debió ser el respeto a la Constitución. Sin embargo, la
dinámica de la transición imposibilitó la confluencia de intereses y el
sostenimiento del compromiso en la búsqueda de un orden menos agresivo y
confrontativo. La misma se basó en la puja (Pacto de Olivos) y la imposición
(modificación del Consejo de la Magistratura), más que en la negociación o el
cumplimiento.
La transversalidad de las lealtades, la ausencia de acuerdos mínimos, el
movimientismo y el síndrome fundacional, se contrapusieron a una opinión pública
independiente que le dio estabilidad sistémica a la JD, la cual se superpuso a
la debilidad del régimen y el proceso de despolitización.
La aparición de sectores sociales nuevos alimentó en apariencia a las corrientes
ideológicas propulsoras de que todo esté peor. La omnipotencia de la presidencia
parecía alentar cada crisis o la oportunidad de una refundación.
7. La refundación permanente
El síndrome fundacional
El síndrome fundacional es la compulsión presente en la política por la que
aquellos que alcanzan el poder político, creen poder inaugurar una nueva era
histórica. Nada de lo que les viene dado les parece útil y encuentran necesario
denigrar el pasado y reinventar la historia. Esto lo hacen generando nuevos
símbolos y estableciendo lealtades para fundar lo nuevo.
La intención parece ser la de generar un orden social, un modelo de desarrollo
económico y una cultura que se extienda más allá de su propia persona. Por ello,
la necesidad de alargar los períodos presidenciales y la fundación de
movimientos políticos.
La discontinuidad de las políticas implementadas entorpeció las posibilidades de
la consolidación democrática. Al estar extremadamente pendientes de la imagen
electoral, las herramientas económicas, que providencialmente evitaran
situaciones de disolución, fueron confundidas con la obtención del gran Plan.
Al haber alcanzado situaciones macroeconómicas de estabilidad y de crecimiento
mediante las soluciones circunstanciales para el déficit, la inflación, la falta
de inversión, fue tomada como si constituyeran un sofisticado plan de desarrollo
económico. Confundir la herramienta con una maquinaria puesta en marcha mediante
acuerdos políticos a largo plazo alimentó la sensación fundacional.
Las personalidades y el liderazgo
Tanto el oficialismo como la oposición entienden el juego político desde la
confrontación, tendiente a la aniquilación en busca de un pensamiento único.
Destruyendo al enemigo, se promueve borrar vestigios de los demás para fundar un
nuevo orden. Las comparaciones han sido evitadas. Nadie quiere ser asociado ni
siquiera con los próceres.
Kirchner creó su propia emergencia en las elecciones de renovación legislativa
de 2005, recién a partir de allí pudo mostrarse como un nuevo fundador.
El halago colectivo se basa en llenar la Plaza de Mayo y todos han intentado que
la gente les transmita su calor en una plaza llena. Al menos en un buen trato
con la prensa. No hay posibilidades en esta democracia republicana de establecer
una censura pública pero sí existen otros mecanismos: ausencia de información,
escasez de contacto con la prensa, presentación de datos estadísticos recortados
de la realidad, entre otros. Además, Telam, Canal 7 y Radio Nacional se han
convertido en organismos gubernamentales y no en instrumentos republicanos más
independientes.
Otra cuestión relacionada con el oportunismo político es la conformación de las
fórmulas presidenciales. La búsqueda de Vicepresidentes se orienta a que
representen jurisdicciones diferentes a las del postulante principal, que sean
aceptables para diferentes franjas del electorado, que aporten sus propios votos
y no opaquen al Presidente.
Movimientismo y mercado político
La estrategia dependió de los recursos disponibles del Estado y en lograr apoyos
para concretar los proyectos imaginados por cada uno.
Se creyó que siempre hubo masas capaces de mutar tras liderazgos que asuman
características específicas y la existencia de punteros políticos en
disponibilidad.
La crisis del 2001/2002 dio la impresión de que las masas realmente no estaban
dirigidas por lo que estaban disponibles para nuevos movimientos. La tendencia
al movimientismo incluyó el intento por crear nuevas liturgias abandonando las
existentes. Por ello, la cuestión del manejo de la imagen a través de los medios
de comunicación se hizo una permanente cuestión de Estado.
El movimientismo es asumido como un modo de asegurar la gobernabilidad, por lo
que se ha intentado construir alianzas implícitas en base a las corporaciones.
El mismo requirió bases gremiales y apoyo empresarial. Sus entendimientos con
los gobiernos solo se han sostenido cuando el beneficio para sus cúpulas fue
superado.
Reelecciones
Todos los presidentes ensayaron alguna forma de reelección, prolongación o
perpetuación en el poder. Algunas provincias reformaron sus constituciones para
permitir al reelección indefinida de sus gobernadores. No obstante, las promesas
de renovación solo refuerzan los vicios y las falencias preexistentes. La
justificación de éstos se expresa en relación a la necesidad de continuar la
obra iniciada, de no interrumpir lo que se comenzó a construir.
Planes fundacionales
La inflación influye negativamente en el humor poblacional y en la conformación
de la opinión pública. Por lo tanto, estabilizar las variables macroeconómicas
son preocupaciones cotidianas.
Los planes iniciales dan lugar a la ilusión cortoplacista de resolver los
problemas. La sorpresa de los resultados obtenidos ha llevado a encantarse con
los mismos y a no avanzar en otras reformas de la economía. Eso los habilita a
no requerir de acuerdos con la oposición política, abandonando la sensación
fundacional.
El plan nacional (Grinspun 1983): la intención fundacional, adoptando un modelo
nacional favorecedor de la burguesía local y la clase obrera, fracasó por
incomprensión de la situación real de la economía, dando lugar al desencanto y
la urgencia por encarrilar la economía.
El plan heterodoxo (Sourruille - 1985): implementación de un plan que permitiría
reducir la inflación para dar un clima social más propenso a la inversión. El
Plan Austral contó con el apoyo del FMI y USA. Pero sus primeros éxitos llevaron
a confundir una serie de instrumentos que tenían un fin macroeconómico preciso
con un completo de desarrollo para el largo plazo.
El plan nacional (Bunge y Born - 1989): basado en una confusión respecto a la
composición del capital, Menem le dio protagonismo a la burguesía nacional.
Presentado como una alianza entre grandes empresas nacionales y la clase obrera,
convocó a dirigentes de Bunge y Born. Un rápido fracaso llevó a la segunda
hiperinflación y la incautación de depósitos bancarios transformados en bonos a
largo plazo.
El plan ortodoxo: la Convertibilidad (Cavallo - 1991): es una herramienta
instrumental que logró frenar la inflación mediante la convertibilidad del peso
y el dólar. Junto con las privatizaciones, la prosperidad permitió la
modernización de algunos sectores. Frente a la imposibilidad de una segunda
reelección, el gobierno desatendió las señales que mostraba la economía
preanunciando el agotamiento. Problemas fiscales, pérdida de competitividad y
una programación de la deuda externa con fuertes vencimientos para los años
inmediatos fueron su legado.
Los ajustes (Machinea – 1999) y el abrupto final de la Convertibilidad: el
gobierno de la Alianza no pudo encontrar solución a la necesidad de ajuste
fiscal ni en los intentos por reprogramar los vencimientos de la deuda.
Adolfo Rodríguez Saá y otra “nueva” Argentina (2001): en solo 5 días, dio
indicios de proyectos fundacionales con nuevas simbologías, interlocutores y
tradiciones. Declaró la cesación de pagos de una parte de la deuda externa,
anunció su solución para la proliferación de las cuasi monedas mediante una
nueva moneda nacional, prometió la abundancia de crédito para reabrir las
industrias y atender a los requerimientos de ajustes salariales. Sus soluciones
eran impracticables.
La transitoriedad es una dinámica tendiente a lograr los beneficios de un primer
gobierno de transición, que recurre a situaciones extremas en los cambios de
gobierno pautados constitucionalmente o que fuerza alternancias desde la
oposición. Es útil en la obtención de altos niveles de discrecionalidad
devenidos de la emergencia.
Además, la estructura de representación y participación política y el sistema de
partidos son proclives al movimientismo o transversalidad.
A su vez, los sectores políticos han desactivado la fuerte politización inicial,
procurando un proceso de desapego a la democracia, despolitizando a las grandes
masas y constituyendo redes sustentadas en punteros y dirigentes. Acompañándose
del marketing político procuran la instalación de figuras políticamente
correctas.
Las condiciones para establecer esto parten de la imposibilidad de establecer
mínimos pactos y dirigir el proceso. El hallazgo circunstancial de herramientas
se confunde rápidamente con la existencia de un plan fundacional. De tal forma,
el largo plazo del país queda relegado.
Los sucesivos gobiernos se preocuparon más por la estabilidad de corto plazo, la
gobernabilidad, relegando la estabilidad sistémica a la confianza en la
inexistencia de actores que pudieran cambiar el sistema y a las condiciones
internacionales; los gobiernos debieron resolver la estabilidad que alejara los
riesgos sobre su continuidad como administración y les diera capacidad ejecutiva
y el alejamiento de los riesgos que podían llegar a afectar al sistema
democrático.