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ESTADO, CRISIS ECONÓMICA Y PODER MILITAR (1880-1981)
Hugo Quiroga
La Argentina en crisis.
Organización de la hegemonía en la Argentina.
1880-1930. La hegemonía oligárquica.
Se estructura en la Argentina una economía agroexportadora mediante su inserción estable en el mercado mundial como país exportador de carnes y cereales.
Se conforma, de esta manera, una burguesía agraria.
Una vez finalizada en 1880 la conformación del estado nacional, el sector dominante logra un proyecto hegemónico, que se asentará en el modelo de
desarrollo descrito y en la restricción política de la mayoría de la población. Durante la hegemonía oligárquica el país conoció un progreso sorprendente a
través de la inmigración, el capital extranjero y la demanda internacional de materias primas.
En el terreno político, la clase conservadora se apoya entre 1880 y 1912 en un régimen democrático restringido, al mantener un mercado político
semicerrado. En 1912 se sanciona la Ley Sáenz Peña, que establece el sufragio universal, obligatorio y secreto. A partir de 1916 comienza un
periodo de gobiernos radicales que no van a cuestionar el modelo de desarrollo agroexportador.
1930-1943. La crisis de hegemonía de la oligarquía
.
La crisis internacional hace perder a la Argentina la inserción estable que tenía en el mercado mundial. Con el golpe de 1930, el Estado oligárquico
liberal entra en crisis definitivamente. La vieja clase conservadora procurará con el general Agustín P. Justo, en 1932, reorganizar y reacomodar la
economía del país a las nuevas condiciones que imponía el sistema capitalista internacional.
El viejo conservadurismo llega al gobierno con el fraude electoral. La sociedad argentina presenta 4 características: el crecimiento industrial, la
intervención estatal, el crecimiento de la clase obrera y el nacimiento de una nueva fracción de la burguesía industrial.
Con el general Justo entra al gobierno la fracción más poderosa de la burguesía agraria (los invernadores). A su vez se impulsa un proceso de
desarrollo industrial por “sustitución de importaciones”. En esta etapa, no se trata de construir un proyecto industrial integrado que satisficiera
plenamente la demanda y lograra la independencia económica. Entonces, se trata de adaptar el viejo proyecto a las nuevas condiciones, por ello la industria
pasaba a ocupar un lugar más importante en la economía nacional.
A partir de 1935 se verifica un crecimiento de la economía y una acumulación de reivindicaciones sociales y obreras. Será el peronismo encargado de
satisfacer esas reivindicaciones.
En este periodo de 1930-1943 (Década Infame), la oligarquía no logra recomponer en la sociedad su quebrada hegemonía, por lo que tiene que gobernar por
medio de un régimen democrático fraudulento.
Esta crisis de hegemonía se agravará y se extenderá, en 1955, al conjunto de la clase dominante cuando el golpe de estado de ese año destruye el sistema
hegemónico creado por el peronismo, y no pueda surgir otro grupo o fracción que lo recomponga.
1945-1955. La reconstrucción de una nueva hegemonía
.
El gobierno peronista de 1946, expresión de una nueva alianza de clases, logrará organizar un orden político legítimo y estable. Con la aplicación de un
modelo de acumulación basado en la ampliación del mercado interno podrá extender las funciones del estado y modificar el patrón de distribución social.
La burguesía industrial se apodera del aparato del estado. Este sector de la clase dirigente logrará crear un sistema político consensual. El peronismo
podrá fundar así un régimen que tiende a hacer compatible un modelo económico con la elaboración del consenso social.
La especificidad del estado populista consistirá en ampliar la acción económica y financiera del estado y la esfera social. Se trata ahora de un estado
distribucionista que favorecerá la integración económica de amplias capas de la población y la política ideológica.
El golpe militar de 1955 desalojará al peronismo del poder del estado pero no podrá desintegrarlo como movimiento de masas y como dirección de los sectores
populares. Se redefine, entonces, la ecuación Estado y sociedad, por la cual la supremacía de un grupo social ya no se encuentra vehiculizada solamente por
el estado sino que es ejercida también por la sociedad civil a través de la hegemonía.
1955-1981. La crisis de hegemonía del conjunto de la clase dominante.
La oligarquía sigue conservando una significativa importancia en la vida política y económica del país. Los golpes de 1966 y 1976 apuntaron a estabilizar
institucionalmente y de manera estable a los sectores más concentrados de la burguesía en el poder del estado y en la sociedad.
La caída del régimen peronista en el ’55 suscita (promueve) una crisis de hegemonía en el interior de la clase dominante.
A la situación de emergencia nacional se le une la coyuntura internacional de posguerra, lo que repercute en el balance de pagos del país. Decae la
inversión privada y se estanca relativamente el crecimiento del PBI, por lo que el régimen peronista actúa reduciendo la acción social del “Estado
benefactor”, contiene el aumento de salarios, busca la inversión de capitales extranjeros para preservar la caída de la tasa de ganancia y continuar,
simultáneamente, financiando el desarrollo del sector industrial.
De la crisis de 1952/53, durante el gobierno de Perón, nacerá la política desarrollista en Argentina, la que dará origen a un nuevo modelo de acumulación
implementado en 1958 por Arturo Frondizi. En esa crisis se muestra el tope del régimen populista cuando se le hace cada vez más difícil armonizar
las necesidades de acumulación del capitalismo argentino con la distribución social. En el ’55 la oligarquía dirige un golpe de estado. Un golpe que
ratifica la crisis del sistema hegemónico estructurado alrededor del sistema de representación de partidos. De aquí en adelante ningún partido político y
ningún régimen militar podrán lograr lo que logro el peronismo, el consenso de la sociedad.
La base material.
La crisis de hegemonía en el interior de la clase dominante encuentra su raíz en la estructura económica, cuyos conflictos formaron la base material de
dicha crisis. De esto, nacerá la especificidad del desarrollo capitalista argentino, con sus limitaciones y distorsiones.
La industria argentina, desde su nacimiento, ha estado vinculada al crecimiento de las exportaciones agrarias. Esto hace que la industria principal sea la
frigorífica, dependiente de la demanda externa. Luego, a partir de 1935, la industria toma un lugar importante en la economía; su expansión y crecimiento
dependerán de la capacidad de importar del país. Es decir que las necesidades creciente de la industria (insumos, equipos, tecnología, etc.) solo pueden
ser adquiridos con las divisas provenientes de las exportaciones agrícolas. Por lo tanto, el déficit de la balanza de pagos, provocada por la disminución
de la capacidad de exportar, va a limitar el desarrollo industrial. Así es como el estancamiento de las exportaciones agrarias (debido a la concentración
territorial, a las técnicas de explotación extensivas, a la escasa tecnología incorporada y a la importancia de la renta del suelo) frena las posibilidades
de expansión industrial, lo que limita la reproducción ampliada del capital.
La crisis económica.
Las estructuras agraria e industrial en la economía argentina.
A fines del siglo XIX y hasta la crisis de 1930, el sector agroexportador es el elemento dinámico de la expansión económica. Un sector que, por sus
exportaciones, es el único que provee de divisas al país, las cuales servirán para el desarrollo de la actividad manufacturera. Por eso, la disminución de
la capacidad de exportación del país provoca serios déficit en la balanza de pagos.
Otro aspecto sobre el cual incide la actividad agrícola es el salario. Según Flichman, “...las condiciones de la producción agraria desempeñan un
papel fundamental en la determinación interna de los salarios y de su poder adquisitivo. Esto es, en otras palabras, que existe una importancia doblemente
estratégica de “lo agrario” para el desarrollo económico nacional: una, por el comercio exterior; otra, por el valor de la fuerza de trabajo en el mercado
interno”.
El sector industrial ha estado desde el siglo pasado ligado al sector agrario, como la frigorífica. El desarrollo industrial que nace en 1946, está basado
en una política económica que incluye una importante participación del Estado, una redistribución del ingreso del agro a la industria, la aplicación de
aranceles protectores a esta actividad, créditos baratos, etc.
Otras características:
-El sector agrario produce para el mercado interno y externo, la industria solo para el interno.
-Las exportaciones provienen de la actividad agrícola.
-Esta actividad no requiere insumos importados, la industria, por su parte, no solo requiere insumos importados sino también bienes de capital.
Tendencia a la disminución de la participación del agro en la actividad económica
.
Hasta 1930, Argentina era un país productor y exportador de bienes primarios. La crisis mundial afecta la división internacional del trabajo, modificándose
el comercio de los productos agropecuarios, originando una tendencia a la disminución de exportaciones.
Desde la gran depresión, la contracción de la demanda mundial de productos agropecuarios ligados a las políticas proteccionistas de los países centrales,
llevan a disminuir la capacidad de importación de la economía argentina.
El lento crecimiento de la actividad agropecuaria tiene que ver con la evolución económica de la región de la pampa húmeda, que se encuentran vinculadas
con las técnicas de explotación utilizadas (cultivo extensivo y poca mecanización de las tareas). La crisis de esta región influye directamente en el nivel
de exportaciones.
Desde 1974, la exportación se ha visto afectada por el Mercado Común Europeo, que restringe la importación de carne llegado de países no
pertenecientes a la Comunidad.
Causas del estancamiento agropecuario
.
-Contracción del mercado externo. La crisis de 1929, la política proteccionista de los países centrales y la competencia con países de alto saldo
exportable como EEUU, Canadá y Australia.
-El estancamiento de la producción pampeana. Provocado por el régimen de tenencia de la tierra, la explotación extensiva y la escasa tecnología
incorporada, que disminuyen los excedentes exportables.
-El aumento de la demanda interna. Desde el ’30, provocado por el crecimiento de la población por inmigración y por el proceso acelerado de
urbanización.
-Diversificación de la producción agropecuaria. Como consecuencia de la demanda interna.
-Régimen de tenencia de la tierra y la técnica de explotación. Grandes explotaciones (latifundios) y el sistema de arrendamiento.
En la primera etapa la economía se mantiene en crecimiento, gracias a la incorporación de nuevas tierras en el cultivo, hasta que no se puede agregar más,
luego disminuye.
El aumento de los rendimientos por hectárea exige la realización de inversiones fijas que al arrendatario no le interesaban hacer por ser un ocupante
temporal, esas mejoras quedarían en el campo del propietario.
La causa de fondo del problema, según el autor, es el estancamiento del agro. Esta no reside en la incorrección de las políticas agrarias aplicadas o en el
alza de salarios que determina el aumento de los costos agrícolas, sino en la propia estructura económica argentina, es decir, en el tipo de relaciones
sociales de producción que existe en el agro.
Desde una visión “capitalista progresista” el problema será la organización de la propiedad de la tierra en grandes extensiones (latifundios) y las
técnicas de explotación (cultivo extensivo, escasa tecnología incorporada). Esto sería aceptable si la liquidación de esa forma de propiedad trajera
modificaciones evidentes en la tasa de crecimiento del agro y de la economía en su conjunto, además de una transformación en la estructura social del agro.
Sin embargo ello no significaría ningún cambio radical en el tipo de relación social de producción existente en el campo. Es una tarea democrática
fundamental que no se ha podido llevar a cabo en la Argentina.
Para concluir, la estructura agraria argentina basada en el latifundio constituye uno de los límites principales que traban el desarrollo del capitalismo dependiente. Por un lado, la existencia de latifundios en manos de pocos propietarios determina el estancamiento de la producción agropecuaria, y por otro lado, porque esa alta concentración de las mejores tierras determina que adquiera una importancia fundamental la renta del suelo, lo cual es otra traba para el crecimiento económico global. Entonces se puede afirmar que el estancamiento agrario de la pampa y la importancia de la renta del suelo siguen siendo un límite a la acumulación interna de capital
Etapas de la industrialización
.
1º Etapa
(’30-’45)
. Etapa fácil de ISI. Esta primera etapa es el resultado de la crisis mundial de los años ’30, y por ende, de la modificación de la división
internacional del trabajo. La disminución de la capacidad de importar de la Argentina obliga a la clase dirigente iniciar un proceso de industrialización
llamado de “sustitución de importaciones” que atendía a la industria liviana. También participó el capital extranjero que, luego, permitió el desarrollo de
nuevas ramas industriales a partir de 1933 (metalúrgicas, textiles). En definitiva, el carácter de la industrialización es limitado, ya que no se buscaba
un desarrollo de todas las ramas de la industria, sino de aquellas que no podían importarse. Se procuraba evitar el déficit en la balanza comercial por la
contracción del mercado externo.
2º Etapa (’45-’58). Etapa compleja de ISI.
Con la llegada del peronismo en 1946 se fomenta la producción de bienes de consumo masivo. En esta etapa el Estado juega un rol fundamental. Por un lado,
están las inversiones que realiza el ente estatal, y por el otro, el régimen populista define una clara política industrialista que comprende un tipo de
cambio favorable a los requerimientos de importación de la industria, créditos orientados a impulsar esta actividad, una política proteccionista a través
del aumento de los aranceles aduaneros, la creación del IAPI, etc. La industria metalúrgica, en esta etapa, lidera la actividad industrial. Se trataba
todavía de del desarrollo de una industria liviana, que incorporaba tecnología poco compleja.
En definitiva, el crecimiento industrial de este periodo se apoya en la ampliación del mercado interno mediante la distribución del ingreso, la
incorporación progresiva de mano de obra, el desarrollo de la industria liviana, el fortalecimiento del capital nacional y la mayor participación del
Estado en la economía.
En la década del ’40 la etapa fácil de industrialización, basada en la industria liviana, tocaba fondo. Perón comprendiendo el problema, empieza una
política “desarrollista” luego de la crisis nacional de 1952. Por un lado, había que reducir la acción social del “Estado benefactor” y por otro reducir la
participación de los asalariados en el ingreso nacional.
La continuidad de la expansión industrial estaba condicionada por la transformación de la estructura industrial. Había que pasar para ello a una nueva fase
del desarrollo industrial, la etapa compleja de la sustitución de importaciones. Se implementó la “Ley de inversiones extranjeras”.
Sin embargo, la penetración masiva de capitales y la instalación de firmas multinacionales se realizará a partir de 1958 durante el gobierno de Frondizi.
En conclusión, la siguiente etapa de industrialización estará a cargo del capital extranjero.
3º Etapa (`58-’76). Desarrollo industrial asociado.
Frondizi, con su ley de inversiones extranjera de 1958, abre las puertas al capital extranjero. El hecho de que el capital extranjero invierta en este
periodo directamente en la producción, no es más que la expresión de un modelo de acumulación definido por el capital internacional. Se trata de la
internacionalización de las grandes firmas multinacionales, o sea, de la localización de sus actividades industriales en la periferia del sistema.
La penetración del capital internacional se da en el marco de un proceso de asociación con el capital local, consolidándose finalmente un modelo de
“desarrollo asociado” o de desarrollo industrial asociado.
Otro aspecto fundamental en esta etapa es la concentración. “Las empresas extranjeras actúan en mercados en los que operan un pequeño número de
empresas, en los que predomina un alto nivel de concentración y en los que en general la participación de las empresas locales es secundaria”. Este proceso
se caracteriza, entonces, por tender a reforzar la concentración del ingreso, de la misma manera que provoca la concentración de capital en las industrias
que van a satisfacer esas demandas.
La crisis del capitalismo argentino en 1952 demandaba el inicio de un profundo proceso de “sustitución de trabajo por capital en la industria”. Por eso, la
nueva estrategia aplicada a partir de 1955 consistió en una débil incorporación de mano de obra, en una redistribución regresiva del ingreso, y en el
desarrollo de una industria de bienes de consumo durable y en menor medida de bienes de capital e intermedio con sectores dinámicos.
En otra palabras, a mediados del ’50, se requiere cada vez más de una creciente importación de bienes intermedios y de capital. Pero este crecimiento se
verá limitado por el estrangulamiento del sector externo. El único camino que le quedaba al gobierno peronista después de la crisis del ‘52/’53 era la
apertura, aunque tímida, de la economía. Por eso la ley de inversiones extranjeras y el ingreso de este capital.
En definitiva, podemos decir que en la Argentina el sector industrial encuentra un conjunto de límites a su expansión: el carácter atrasado de la estructura industrial, la estrechez del mercado argentino (que produce casi exclusivamente para el mercado interno) y la dependencia de la industria de la capacidad de importar del país (bienes intermedios y capitales).
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