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Sistema Socio Económico y Estructural Regional de la Argentina  |  Sociedad y Estado (Cátedra: Kogan - García - 2014)  |  CBC  |  UBA

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SISTEMA SOCIO – ECONÓMICO Y ESTRUCTURA REGIONAL ARGENTINA

Alejandro Boris Rofman y Luis Alberto Romero

La producción de bienes primarios exportables (1852-1930) . El crecimiento industrial de los países centrales (EEUU y Europa Occidental) fue tal que abarcó a los países periféricos. De esta forma se desarrolla la División Internacional del Trabajo, en donde los países periféricos se encargaban de vender materia prima a los países centrales; y estos vendían productos manufacturados a los primeros. Durante este periodo Argentina vive un acelerado crecimiento en función de las necesidades de los países centrales, debido a que ya tenía una producción orientada a la actividad agropecuaria. También recibe una gran cantidad de inmigrantes (italianos y españoles) y de capitales (que se usaron para la infraestructura de ferrocarriles y puertos, para el control del sistema de comercialización y para el financiamiento del estado nacional).

El mercado nacional se organiza por el aumento de las importaciones y la red ferroviaria, que acercaron los mercados del Interior a Buenos Aires.

La expansión económica es dirigida por la oligarquía terrateniente, siendo la intermediaria entre los estímulos externos y el sistema nacional. Esta expansión se realizó al ritmo de la progresiva conquista y ocupación de nuevos territorios, que fueron entregados por el estado, a precios muy bajos, a los que ya eran grandes propietarios.

La oligarquía logra la cohesión luego de 3 etapas:
-La victoria de Mitre en Pavón (1862). Con esto el Estado deja de estar dividido en Buenos Aires y la Confederación.
-Entre 1862/1880 se consolida el poder del estado nacional.
-La creación del Partido Autonomista Nacional (PAN), que le permite a Roca articular a los distintos grupos oligárquicos.

La función de la oligarquía en el plano político fue organizar al Estado para que facilitara el proceso expansivo:
-Consolidar la unidad política nacional.
-Consolidar un armazón político – institucional, para el orden interno y para darle una garantía a los inversores extranjeros.
-Utilizar las FFAA (fuerzas armadas) para pacificar al país y lograr la expansión territorial.
-Intermediario de la inversión extranjera.
-Preservación del poder dentro del sector oligárquico.
-Lograr un cierto consenso del conjunto de la población para los valores y objetivos de los grupos dirigentes.

El poder oligárquico se basaba en el control de la producción y en su capacidad para negociar con el exterior.

El crecimiento del sector primario exportador y la inmigración masiva (que se concentraban preferentemente en el Litoral) permitieron el desarrollo de la clase media, a tal punto que, en su condición de marginales, crearon partidos políticos, como la Unión Cívica Radical (UCR), exigiendo, entre otras cosas, el sufragio universal y la vigencia de la Constitución. Luego de varios movimientos revolucionarios, la oligarquía entiende el riesgo de no aceptar la participación política, por lo que se sanciona, en 1912, la Ley Sáenz Peña, que otorgaba el sufragio universal. El radicalismo asume el gobierno sin cambiar los elementos básicos del poder, que permanecieron en manos de los viejos sectores.

En 1930 la oligarquía, a través de un golpe de estado, termina con el periodo de gobiernos radicales para poder adaptarse a la nueva situación del mercado global, originado por la crisis mundial.

La sustitución de importaciones (1930-1952) . La crisis y la Guerra Mundial aflojaron los vínculos de dependencia y elevaron el nivel de la frontera interna, permitiendo a los grupos dominantes locales mayor autonomía en sus decisiones. La nueva organización del mercado mundial impulsó un cambio lento en la producción argentina, volcándose más en el mercado interno. Este cambio, conocido como proceso de sustitución de importaciones (ISI), fue acompañado por cambios en la estructura de poder, integrando al sector industrial dentro de los grupos dominantes. De esta manera se comienza un proceso de expansión y de desarrollo industrial.

La oligarquía, durante el gobierno de Uriburu (‘30/’32) se caracterizó por utilizar el aparato estatal para salvar el sistema económico en su conjunto. Adoptó la política de regular la producción y comercialización de productos agrícolas mediante la creación de la Junta Nacional de Granos y la Ley de Carnes. Otra medida que emplearon fue el Tratado Roca – Runciman que consistía en asegurar un lugar en el mercado de carnes inglés a cambio de un trato preferencial a las inversiones británicas, las cuales fueron a pasar a los invernaderos. De esta manera el sector invernador se ve beneficiado obteniendo la conducción hegemónica. También se implementaron medidas de protección y estímulo a la industria local, enfocando la actividad productiva al mercado interno.

A partir de 1943 se desarrolló un periodo de nacionalismo popular, impulsado por un grupo militar partidario de la industrialización (nacionalistas). El proceso ISI (Industrialización por Sustitución de Importaciones) se acelera notablemente por las repercusiones de la Guerra Mundial haciendo que se incorporen nuevas actividades relacionadas a las industrias de base (repuestos, mantenimiento, metalurgia, etc.). También favorece a la producción agropecuaria, permitiendo una gran cantidad de divisas y saldos comerciales favorables. Por esto la Argentina se convierte en acreedora de los países centrales.
En este periodo, el movimiento peronista se presenta como una alianza entre los sectores más nuevos de la burguesía industrial y la clase obrera, quien brindaba su apoyo a los sectores hegemónicos. Una de sus políticas iniciales fue:
-La redistribución de ingresos, satisfaciendo a los obreros y expandiendo de a poco el mercado de consumo interno.
-Se enfocó en la industria de bienes de consumo, abandonando el proyecto de industrialización de base del ejército.
-Recurrir a la reserva de divisas, acumuladas durante la guerra, y a la transferencia de ingresos desde el sector rural al industrial para sostener la política distributiva y la acumulación de capital.

El agotamiento de la sustitución de importaciones y de las divisas acumuladas, junto a las limitaciones en la transferencia de ingresos desde el agro, originaron tensiones en el sistema de producción y distribución, que se reflejaron en el nivel político, llevando a una modificación de la política y, luego, a la disgregación del sistema.

El proceso de sustitución de importaciones . La crisis de ‘29/’30 disminuyó la demanda de alimentos y el precio de estos en el mercado mundial. El flujo de capitales externos decrece. Esto, sumado a las medidas empleadas para ahorrar divisas reduciendo las importaciones, hizo que las producciones se enfocaran más en el mercado del consumo interno. Así, se provoca un crecimiento económico y un desarrollo industrial por medio del ISI (Industrialización por Sustitución de Importaciones) que se mantuvo de manera acelerada hasta 1943, siguiendo con menor ritmo hasta 1950 y terminando con la ley de radicación de capitales extranjeros en 1953, siempre enfocada más en las industrias de bienes de consumo.
Este proceso se caracterizó por la coexistencia de grandes empresas monopólicas u oligopólicas con infinidad de pequeñas empresas. El sector agrícola participó de dos modos distintos en la inversión industrial: los que ya estaban ligados al capital financiero y los que fueron forzados a participar debido a las políticas de transferencia de ingresos. Las inversiones estatales, sin embargo, fueron reducidas provocando que, por ej., la falta de infraestructura o de tecnología repercutiera en un futuro, impidiendo la expansión industrial a causa de productos costosos comparados con los del mercado exterior.

Los motivos de que este proceso se terminara fueron:
-La escasez de divisas, debido al estancamiento de la producción agraria. Este estancamiento se debía a la persistencia del latifundio, impidiendo pasar de una producción extensiva a una tecnificada y diversificada.
-El desarrollo enfocado a la industria de bienes de consumos, y no a otros tipos de industrias; y la falta de inversión, en bienes de capital (infraestructura y tecnologías). Esta falta de inversión derivó en una industria de baja productividad y altos costos. La falta de desarrollo de industrias básicas que acompañen el crecimiento con la producción de insumos deriva en una mayor dependencia con el exterior.

La penetración del capital internacional (1952-1970) . Agotado el proceso de sustitución, la industria no pudo soportar más la doble política de acumulación y redistribución de ingresos. Se hicieron frecuentes entonces los enfrentamientos entre el sector obrero y la burguesía industrial. La salida intentada por el gobierno peronista fue abrir las puertas a las inversiones extranjeras con la Ley de Radicación de Capitales Extranjeros y los contratos petroleros. Sin embargo, al tener un poder tan disminuido y contradictorio, estas medidas, más el levantamiento militar (Revolución Libertadora), determinaron la caída de Perón.
La Revolución Libertadora, para hacer frente a la aguda crisis económica originada en el estancamiento industrial, adoptó planes de estabilización monetaria, restricciones salariales y reducción de los gastos públicos. En cuanto al problema político se encargó de reprimir al movimiento popular peronista. Sin embargo, los problemas siempre fueron más grandes que las soluciones.

El gobierno frondizista, que accedió al poder en 1958, intentó desarrollar las industrias básicas con el apoyo del capital internacional. Sin embargo, lo que en realidad hizo fue: marginar a los sectores industriales salidos del periodo de sustituciones, que tenían menos productividad y tecnificación comparados con las grandes empresas, y depreciar la mano de obra. El flujo de capitales estuvo condicionado por las políticas de estabilización, impidiendo un real desarrollo. Los problemas políticos se agudizaron, el movimiento obrero exigía mejoras salariales, la legalización del peronismo e impulsaba medidas de lucha más intensas; el ejército realizaba varios planteos al gobierno, asumiendo cada vez más el programa de autoritarismo y modernización. Así, en 1962, cayó el gobierno de Frondizi.

La nueva situación argentina:
-Las grandes corporaciones privadas y el Estado reducían la importancia del consumo final y hacía necesario frenar las reivindicaciones salariales de los sectores populares
-El capital monopólico marginaba a los sectores industriales antiguos, a la clase media independiente y al sector agropecuario.

El nuevo orden político debía tener en cuenta estas características y, a su vez, articularse en torno al capitalismo monopólico – internacional. La solución más coherente la ofreció la Revolución Argentina (’66-’73) que instaló a las FFAA en el control del Estado, ejercido y manejado por eficientes tecnócratas asimilados a los intereses del capital monopólico. Este nuevo orden se definió como autoritario y no democrático y asumió la función de organizar políticamente a las distintas fracciones de la burguesía sin pasar por la mediación de los partidos políticos. Mediante un juego combinado de represión y soborno a los sectores más privilegiados del movimiento obrero y a su burocracia, el onganiato pudo lograr cierta “paz”. El “ Cordobazo”, en mayo de 1969, marcaría el límite de ese intento.

La acción de las inversiones extranjeras . Desde 1953 (gob. De Perón) el Estado adoptó sucesivas políticas para estimular y regular la entrada de capitales internacionales. La Ley de Radicación de Capitales de 1953 propició las inversiones externas dirigidas a actividades mineras e industriales, estableciendo restricciones para el rendimiento del capital, al tiempo que sancionaba un régimen de promoción industrial que beneficiaba con exenciones (libre de culpa) a algunas actividades. Las restricciones desaparecieron en 1955 con la eliminación del control de cambios. En 1958 el nuevo régimen (gob. De Frondizi) autorizó la libre transferencia de utilidades y capitales, reiterando las exenciones para la promoción de industrias básicas. Estas medidas se complementaron con las garantías a las inversiones y otros estímulos que buscaban inversores en EEUU o Europa.
Estas inversiones creaban una nueva forma de dependencia frente al sector externo, ya que si bien representaban un aporte positivo, la remesa (envío) de utilidades y la posibilidad de girar capitales libremente, crearon rápidamente serios problemas en la balanza de pagos. Las exportaciones siguieron siendo un factor clave; sin embargo, el agro se vio incapaz de suministrar las divisas necesarias, su producción estaba estancada por razones estructurales, como la tenencia de tierras, la escaza tecnificación y el monopolio de la comercialización. Las exportaciones de productos industriales chocaban con las barreras arancelarias de los países centrales. La dependencia no pasa ahora por el sistema político sino que se instala en la propia estructura productiva, que adopta las pautas de funcionamiento del sistema internacional. La concentración monopólica se afianza en el sector productivo, en la comercialización y en las finanzas. La acción del capital modificó de ese modo la totalidad del síntoma productivo, estableciendo una división entre los sectores modernos y eficientes, unidos o subordinados a él, y los sectores antiguos, que no pueden incorporarse a la modernización. Dentro de esta política se estimuló la liquidación de zonas cuya producción era ineficiente.
En esta situación de dependencia internalizada, el Estado carece de medios para variar el curso de los acontecimientos; puede, en cambio, realizar una serie de reformas que facilitan la conversión de la economía a las nuevas condiciones de eficiencia a través de las cuales se manifiesta la nueva dependencia. El problema central, que ocupa la atención de los sucesivos gobiernos en esta etapa, era el de la inflación, cuyo control era indispensable para la estabilidad del sistema económico. Las medidas más reiteradas en función de esto fueron: el congelamiento de los salarios, la devaluación monetaria y la privatización de empresas estatales.


 

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