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El proyecto pudo concretarse por avances tecnológicos como el telégrafo, el ferrocarril y las transformaciones en la navegación marítima (vapor, bodegas de hierro, hélice) que redujeron el tiempo de los viajes, aumentaron el volumen de mercadería, cambiaron la composición del comercio y disminuyeron el costo de fletes.
A su vez, la situación se caracterizaba por grandes corrientes migratorias conformadas por trabajadores (europeos atlánticos y luego mediterráneos) expulsados por los procesos de modernización, y atraídos por las posibilidades de empleo y ascenso social de países como Argentina, el sur de Brasil o Estados Unidos, cuyas necesidades de mano de obra se resolvieron con esto.
En Europa, el capitalismo entraba en su fase monopólica, caracterizándose por la conformación de empresas industriales que integraban sus producciones y se concentraban ampliamente. El capital financiero se fusionó con el capital industrial, y fue orientado hacia los “países nuevos” con baja densidad de población y grandes recursos naturales como Canadá, Brasil, Argentina, Australia, nueva Zelanda y África del Sur. También otros como Francia, Suiza, Bélgica o Alemania.
En Argentina, la situación hacia mediados del siglo XIX se caracterizaba por una economía ganadera y rudimentaria, desarrollada en un territorio despoblado y con infraestructura precaria, conformada por un conjunto de provincias organizadas autónomamente, gobernadas por caudillos, unidas formalmente en una confederación y enfrentadas en luchas facciosas.
La unidad y la centralización del poder estaba obstaculizada por una desarticulación en las economías regionales, el aislamiento geográfico, la heterogeneidad cultural, y los intereses de los sectores dominantes de Buenos Aires (encarnados en Juan Manuel de Rosas) que se orientaban a mantener en monopolio portuario y de la Aduana porteña.
La creciente integración de Buenos Aires y el litoral al mercado mundial (con la exportación de lanas, cueros y pecuarios), las posibilidades que creaba la apertura al mundo y los nuevos lazos económicos entre regiones crearon consenso sobre las necesidades de la unión.
También fue utilizado contra los indígenas, conquistando y exterminando la mayor parte de la población de las tierras comprendidas en la región del Chaco, la Patagonia y una franja central que contenía el sudoeste de Buenos Aires, la actual La Pampa y el sur de Córdoba y Mendoza.
En 1879 el ejército Nacional emprendió la conquista de estas tierras, y en la década de 1880 fueron sometidos los indígenas de Chaco.
El ejército nacional venció a las Tropas de Buenos Aires, quien tuvo que disolver sus cuerpos militares y aceptar la federalización de su capital: la ciudad de Buenos Aires.
En 1880 el Estado Nacional había adquirido sus atributos fundamentales:
Entre 1860 y 1930 la economía del país se centró en la agroexportación, es decir en la producción de cereales, carnes, lino y lana para el mercado externo (inglés, francés, alemán, europeo occidental en general).
La expansión de la agricultura se relaciona con los cambios en las formas productivas inducidos por las necesidades de expansión de la ganadería. La instalación del frigorífico a fines del siglo XIX permitía la exportación de carnes congeladas, pero, para adaptar el ganado criollo a los requerimientos del mercado externo, hubo que refinarlo a través de la cruza con reproductores importados y asegurarle una buena alimentación todo el año mediante el cultivo de alfalfa.
El sistema de estancia mixta permitió esto, en las grandes explotaciones ubicadas en Buenos Aires, el sur de Santa Fe y el sudoeste de Córdoba.
Una parte de la tierra se reservaba a la agricultura y otra a la ganadería. La parte asignada a la agricultura era arrendada en pequeñas parcelas a chacareros extranjeros por un plazo no mayor a tres años. Cuando finalizaba, el agricultor debía dejar el potrero cultivado con alfalfa y alquilar otro, en la misma estancia o en otra. Las tierras agrícolas pasaban a ser ocupadas por la ganadería y viceversa.
Ventajas:
Los capitalistas ingleses contaban con el monopolio del transporte, parte del aparato financiero y control del comercio exterior.
En las ciudades se desarrollaba el comercio y manufacturas precarias. Las que tenían mayor apropiación de riqueza eran los servicios de exportación y los financieros, en manos de empresas de la burguesía pampeana.
El desarrollo industrial se dio con más fuerza en la exportación y los frigoríficos. Fuera de ellas, la industria solo se desarrolló cuando los costos internos eran lo suficientemente bajos como para afrontar la competencia de artículos importados. Tuvieron mayor desarrollo las industrias procesadoras de productos ganaderos, alimentarias, construcción, confección, vestimenta y calzado. Más tarde la actividad textil y algunas metalúrgicas.
Los establecimientos estaban organizados en pequeña escala y ubicados en las urbes del litoral pampeano.
La principal fuente de acumulación fue la renta diferencial de la tierra a escala internacional. Dado que los precios agrícolas se definían por los costos de producción en tierras menos fértiles, la gran fertilidad de la llanura pampeana permitió obtener a la Argentina una gran fuente de ingresos extraordinarios.
Los más beneficiados en la captación de la renta fueron los terratenientes pampeanos.
Desventajas:
Muchas producciones quebraron ante la competencia extranjera, la economía productiva se estancó y el empleo público pasó a transformarse en la principal fuente de subsistencia para sus habitantes, fortaleciendo el clientelismo y las migraciones internas.
La incorporación de la Argentina a la DIT supuso la construcción del Estado nacional, la conquista de tierras indígenas, la atracción de millones de inmigrantes y de abundantes capitales extranjeros.
La llegada de millones de inmigrantes y su instalación sobre todo en el área pampeana trastocó a la sociedad existente.
También estaban los obreros rurales, con menor visibilidad social, ocupados en estancias y establecimientos menores.
En cuanto a la movilidad ascendente, se refiere a la posibilidad de ascenso social que adquirieron las clases populares, una mayor inclusión de las mismas.
Al mismo tiempo, esta sociedad presentaba nuevos conflictos.
Predominaron los sindicatos de oficio, dirigidos por:
Esta diversificación de inversiones (multisectorialidad) se daba porque, dado el capitalismo agrario dependiente, sujeto a riesgos por problemas ambientales, crisis cíclicas del capitalismo y variaciones en los volúmenes y precios en la demanda internacional, la estrategia empresarial se orientaba a maximizar beneficios diversificando riesgos, combinando actividades económicas que hicieran viable el aprovechamiento de toda oportunidad favorable.
Accedían mediante la asignación por parte de los funcionarios salientes, invirtiéndose el concepto republicano de representación política. Las instituciones (presidencia, gobernaciones, municipios y legislativos) producían a sus propios representantes: el pueblo no elegía, elegían los gobiernos.
Las ideas positivistas se expresaron en la supresión de la “política” por la “administración”. Mientras que la política era asociada al caudillismo, enfrentamientos violentos y cuestionamientos, la “administración” era considerada una actividad con rasgos científicos, capaz de encauzar a la sociedad por un progreso indefinido.
Los grupos oligárquicos justificaban el ejercicio monopólico del poder a través de dos principios legitimadores: la historia y la naturaleza.
El principio de naturaleza consiste en justificar el ejercicio del poder a partir de sostener que la naturaleza dota a los hombres (y mujeres) de distintos atributos o potencialidades. Según esta teoría hay personas que nacen con atributos para gobernar y otros para ser gobernados. Es decir, desde esta perspectiva, no nacemos todos iguales.
La naturaleza nos hace distintos, nos determina.
El principio de la historia justifica el ejercicio del poder desde una real o pretendida vinculación con personas que en el pasado han sido prestigiosas, relevantes. Los miembros de esta elite que ejercía el poder en la Argentina de fines del siglo XIX sostenían que ellos eran los herederos de los hombres que habían fundado la nacionalidad. Se decían (lo fueran o no) descendientes de los héroes de Mayo y de la independencia. Por lo tanto, sólo ellos tenían los "pergaminos" para gobernar el país que habían forjado sus antecesores.
Todos ellos cuestionaban la impericia del gobierno en términos económicos, su legitimidad de origen y su vinculación con corruptelas. Se centraban en un cambio ético y político- la finalización del fraude y la corrupción-, que se canalizaron mediante la organización de clubes políticos, actos cívicos y finalmente, a través de una insurrección cívico-militar, la Revolución del Parque en 1890, con el objetivo de destituir el gobierno de Juárez Celman y reemplazarlo por otro, provisorio, que llamaría a elecciones limpias.
En ella, finalmente, los mitristas no dieron batalla y pactaron con Roca para debilitar a Juárez Celman y desprestigiar a Leandro N Alem. La revolución fue sofocada, pero el gobierno salió debilitado y el presidente tuvo que renunciar.
El mejoramiento institucional, un gobierno representativo, parecía lo más adecuado. La ampliación de la participación política permitiría canalizar las demandas de los nuevos grupos sociales y alejar la posibilidad de una revuelta armada.
La sanción de la Ley Sáenz Peña en 1912 dio respuesta a esto. Estableció el voto secreto y obligatorio para todos los varones natíos mayores de dieciocho años, la utilización del padrón militar y la representación de las minorías, aunque no permitió el voto de extranjeros ni mujeres.
Todos ellos se habían visto beneficiados por las oportunidades laborales y la posibilidad de ascenso social abiertas por la economía agroexportadora. Por lo tanto, no cuestionaban el predominio económico de la clase dominante ni el modelo de acumulación vigente, pero sí su economía política.
Esto se enlazaba con las proposiciones de la UCR, que no pretendía cambios profundos, sino reformas en el esquema vigente. Sus propuestas carecían de definiciones en las esferas económica y social y se limitaban a la puesta en vigencia de la Constitución de 1853. Valores de la Causa (honradez administrativa, moralidad, democracia).
La UCR superaba el rol de un simple partido político, transformándose en un movimiento nacional encaminado al logro de la equidad y solidaridad nacional. La doctrina radical pregonaba la defensa del bienestar general y la búsqueda de la unidad nacional.
Comenzaba a pensar el rol del Estado como armonizador de los distintos intereses en juego. También incorporaba la idea de un Estado intervencionista en lo económico.
En 1917 se produce una reactivación de la economía producto de la restricción de importaciones. Entre los trabajadores cobraba fuerza una línea sindical más reformista y negociadora: la corriente sindicalista.
El aumento del nivel de empleo y la nueva actitud del gobierno de Yrigoyen –protectora y paternalista- alentó las luchas obreras por el mejoramiento de los salarios.
El paternalismo de Yrigoyen condujo a un acercamiento entre el gobierno y la FORA. El gobierno permitía a los dirigentes sindicales un acceso y comunicación preferenciales con el Ejecutivo nacional, muy por el contrario a las huelgas anarquistas y socialistas, a las que reaccionaba de forma hostil. También favorecía a los conflictos obreros que estallaban en empresas extranjeras y no en empresas de capital nacional.
Las huelgas protagonizadas por los trabajadores entre 1917-1919 provocaron la reacción de los sectores empresariales, que temían una revolución social. Entre ellas:
En enero de 1919, en la semana trágica, los choques entre policías y trabajadores, sumados a la acción de bandas paramilitares de los sectores altos (que focalizaron sus acciones contra judíos y catalanes por ser “promotores de la revolución social”) hicieron que el gobierno de Yrigoyen perdiera el control de la situación.
Logró restablecer el orden, aunque mediante severas medidas represivas contra los huelguistas.
Desde entonces, para evitar un golpe de estado y mantener el poder, el gobierno adoptó duras medidas para sofocar las luchas obreras, a las que ahora caracterizaba como conspiración revolucionaria. Al mismo tiempo, encargó al Ejército un rol político, al encargarle la represión del conflicto social antes confiada a la policía.
Mientras Yrigoyen perdía el apoyo de los trabajadores, abandonó paulatinamente los aspectos progresistas de su política, y recurrió cada vez más a prácticas tradicionales como el patronazgo (otorgar cargos públicos con fines electorales) y las intervenciones federales para asegurar gobiernos adictos en las provincias.
En los países de Europa industrial cayeron las ventas y los precios de los bienes en los mercados locales e internacionales, y la acumulación de stock resultante generó una recesión industrial, el estancamiento de la producción agrícola y una abrupta disminución de niveles de ingreso y de empleo. Ej.: Alemania, Inglaterra y Francia.
La movilización obrera y partidos políticos de base proletaria se fortalecieron al canalizar la protesta de los perjudicados por la crisis. También crecieron las luchas de pobres contra pobres y la tensión racial en países con conflictos étnicos.
Medidas:
La situación de catástrofe llevó a los países industriales a impulsar medidas autárquicas.
Cada país trató de desarrollar dentro de su frontera la mayor parte de producciones que necesitaban.
Ante la carencia de divisas, se aplicó el proteccionismo y sustitución de importaciones primarias. La producción local permitía generar nuevas fuentes de empleo y reactivar la economía interna. Con esto, cayeron las demandas y los precios de los principales bienes de los países agroexportadores.
Abandono de las relaciones comerciales multilaterales. Firma de acuerdos bilaterales y formación de bloques comerciales entre potencias y sus colonias o ex- colonias.
El paradigma liberal dominante fue muy cuestionado, debido a que limitaba al Estado al cumplimiento de la legislación vigente y al libre juego de la oferta y demanda.
Luego de la crisis los países industrializados tomaron medidas que intentaban proteger su economía como:
Sin embargo, estas medidas se revelaron insuficientes, y la situación requería una postura plenamente intervencionista, como la creación de un conjunto de instituciones que permitieron una progresión de los salarios y la capacidad de compra de los trabajadores. Los instrumentos utilizados fueron la generalización de la negociación colectiva, la expansión del crédito y el desarrollo de organismos de expansión social.
Los años 30 pueden caracterizarse como años de transición desde el capitalismo liberal hacia uno caracterizado por la intervención del Estado en la economía y en la sociedad.
Al mismo tiempo, ante el aumento de la organización y de las luchas obreras que habían estimulado la revolución soviética y la construcción del primer Estado socialista, las clases dominantes comenzaron a dudar de las bondades de los regímenes políticos liberales.
Durante los años 30, el autoritarismo recibió un nuevo impulso. Para muchos, las instituciones políticas del liberalismo (partidos, parlamento) no eran las herramientas más idóneas para la negociación política y la toma rápida de decisiones. En su lugar promovían regímenes corporativistas, en los que las corporaciones (sindicatos, empresarios o Fuerzas Armadas) y no los partidos políticos, fueran las encargadas de canalizar las demandas sociales.
En la esfera política, esto provocó un golpe de Estado y la quiebra del sistema institucional.
Uriburu, junto a un pequeño grupo de oficiales del Ejército y civiles de la derecha nacionalista, con la aprobación de una mayoría dentro del ejército que respondía a Justo, aprovecharon el malestar social para dar un golpe de Estado contra el gobierno constitucional de Hipólito Yrigoyen, creyéndolo incapaz para enfrentar la crisis, e innecesario para defender sus intereses.
El golpe implicó la instauración de una dictadura que cesanteó a empleados públicos, implantó el Estado de sitio y la ley marcial, disolvió el Congreso , intervino las provincias y universidades, y persiguió a militantes radicales, y a sindicalistas comunistas y anarquistas.
El nuevo gobierno se proponía la implantación de un régimen corporativista: una sociedad ordenada y jerárquica, donde los partidos políticos fueran reemplazaos por otro sistema de representación basado en las corporaciones.
Propusieron una reforma constitucional que derogara la Ley Sáenz Peña a favor del voto calificado, pero el proyecto de
Uriburu no contó con la mayoría del ejército ni de sectores dominantes.
Durante las elecciones de gobernadores en Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, el inesperado triunfo del candidato radical provocó una crisis ministerial, la muerte política de Uriburu y su proyecto corporativista.
Dado que en elecciones libres era imposible vencer al radicalismo, en lo siguiente fueron anulados los resultados de los comicios en Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, y vetada la candidatura de Marcelo Torcuato de Alvear para las elecciones presidenciales. Esto último originó el abstencionismo electoral de la UCR.
El Gral. Justo, líder y candidato de la Concordancia, una alianza entre conservadores, radicales antipersonalistas y el Partido Socialista independiente, se impuso en las elecciones presidenciales de 1932 mediante el fraude. Muchos de los votos radicales se volcaron a la Alianza Civil, una coalición formada por los partidos Socialista y Demócrata-progresista, que votaron a favor de Justo.
El ejército avaló los resultados surgidos de la aplicación del fraude y de la abstención del radicalismo. Suplía con su presencia coercitiva la falta de consenso, y los sectores dominantes podían imponer sus candidatos.
De ahí en más y hasta 1943, la Concordancia rigió los destinos del país.
El fraude permitió mantener una “legalidad democrática”, pero la política se transformó en el modo de garantizar la restauración oligárquica: supremacía y los privilegios de un reducido grupo de la sociedad frente a una mayoría excluida de la política y de los beneficios de la recuperación económica.
La exclusión política de las mayorías se justificó con una concepción de fraude “patriótico”: el pueblo vivía en una suerte de minoría de edad que no le permitía discernir, y era fácilmente arrastrado por demagogos inescrupulosos como Hipólito Yrigoyen.
En la esfera económica, desde 1930
EEUU quería la explotación del petróleo y el desarrollo de la industria automotriz. Si Argentina alentaba esto, obtendría ganancias y un bien exportable como valor de cambio para las importaciones con Estados Unidos.
Pero la sustitución del carbón inglés por el petróleo local provocaría el desequilibrio comercial de productos agropecuarios con Inglaterra.
Uriburu intentó equilibrar las finanzas y cumplir con el pago de obligaciones externas a través de la disminución del gasto público y el aumento de los recursos del fisco. Esto fue mediante la reducción de obras públicas, rebaja de salarios y planteles estatales, el incremento de impuestos, la elevación de las tarifas aduaneras y la creación de un sistema de control de cambios.
Sin embargo, esto no compensó la caída de la actividad interna por la disminución en las exportaciones agropecuarias.
Como el resultado de la caída de las actividades agrarias e industriales, aumentó el desempleo y la emergencia.
Recién durante el mandato de Justo comenzó un nuevo esquema de crecimiento económico, luego de la firma del Pacto Roca-Runciman con Inglaterra, debido a la disminución de exportación ganadera hacia esas regiones, el temor de estancieros pampeanos y las presiones británicas para proteger sus capitales de Norteamérica.
Este pacto garantizaba para invernadores y frigoríficos una cuota estable de exportación, y cláusulas favorables para los ingleses como
Solo desde 1933, se puso en marcha un plan de reestructuración económica, profundizando el intervencionismo estatal en la economía, mediante:
Además, un mercado libre de cambios que operaba con divisas de exportaciones no tradicionales y otras transferencias de capital, en el cual el Estado podía intervenir comprando o vendiendo divisas para regular la tasa cambiaria.
El margen de cambios permitió moderar efectos negativos sobre productores primarios y el desempleo.
Así, el Estado, regulando y premiando con subsidios a los productores primarios, impidió que una excesiva oferta y baja demanda hiciera descender los precios.
El desarrollo industrial fue esencialmente limitado y su resultado fue una industria no integrada, sin propio crecimiento.
Se desarrollaron industrias livianas, con segura rentabilidad y escaso riesgo, ya que atendían una demanda previa insatisfecha y requerían poca inversión del capital.
El desarrollo industrial provocó la concentración en Buenos Aires, Gran Buenos Aires y el Litoral, lo que permitió el acceso al crédito y la atención de las autoridades para un grupo reducido de grandes industriales.
Así, la industrialización fue llevada a cabo por empresas oligopólicas que tomaron el control del mercado interno, generando distorsiones en la formación de precios: los precios internos se desconectaban de los internacionales y se basaban más en la exclusividad de la oferta que en el costo-beneficio.
Asimismo, los grandes empresarios repitieron el modelo del empresario multisectorial del período agroexportador: cuando la demanda de ciertos productos se satisfacían y bajaba la rentabilidad, abandonaban esa actividad para desplazarse a una nueva, que proporcionara mayores ganancias.
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