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Cultura, juventud y política en los años del Kirchnerismo. José Natansón
La juventud, en tanto sujeto social, comienza a formarse en un momento histórico preciso, los años dorados de la posguerra. Fueron tres décadas de prosperidad que llevaron a una ampliación de las clases medias, una democratización del consumo y una masificación de las universidades.
En este marco de cambio económico y social acelerado, la extensión de pensiones habilitó la autonomía económica de los jóvenes, la ampliación de los sistemas de bienestar ayudaron a estirar los años de estudio convirtiendo a las universidades en un fenómeno de masas, y las innovaciones en los campos de la medicina, el entretenimiento y la tecnología fortalecieron la autonomía económica de los jóvenes y crearon una nueva subjetividad juvenil.
La idea de juventud surge de este período, durante el cual el capitalismo convierte a una juventud autónoma y con recursos en un nuevo sujeto de consumo.
Una seguidilla de rebeliones a partir de 1968 marcaron el punto más alto de la irrupción juvenil, convirtiéndose así en un actor político con potencia de cambio.
Con la crisis del petróleo en 1973 y el declive del modelo de Estado de bienestar, la juventud en tanto movimiento social desapareció de la escena política. En el caso de Argentina, la recuperación de la democracia marcó un período de repolitización juvenil breve y de un final de desencanto y frustración. Entonces, en los ’80 y ’90 la intensidad política de los jóvenes se fue apagando.
Hoy en día se está produciendo un resurgimiento de la juventud como protagonista de procesos políticos contemporáneos.
La “brecha fundamental” es la distancia entre los conocimientos y habilidades de los jóvenes (sus posibilidades) y la realidad del mundo laboral actual, marcado por el achicamiento, la precarización y el desempleo (las oportunidades reales de los jóvenes).
Esta dicotomía se debe a que los jóvenes tienen mayor acceso al conocimiento, la información, la cultura y los diferentes modos de vida posibilitado por el avance de nuevas tecnologías, de forma más rápida y barata. Pero por otro lado, la globalización, la financierización de la economía, el movimiento acelerado de los flujos de capital, el rol principal del conocimiento y la incorporación de nuevas tecnologías han hecho que el trabajo pierda centralidad. El desempleo estructural, el subempleo creciente y la precarización afectan a los jóvenes.
La precariedad, la desprotección y las tareas de baja calificación.
La brecha explica el fenómeno de desencanto y enojo por parte de los jóvenes, que comienzan a convertir ese estado en una incipiente politización.
En Argentina, la crisis del modelo neoliberal en diciembre de 2001 desató la participación juvenil, junto con el desplome de la convertibilidad y la semana de los cinco presidentes. Esto ocurrió en un contexto de piquetes, cacerolazos y asambleas. Se generó un acercamiento de los jóvenes a la política.
La crisis puso en duda el imaginario de progreso social. A diferencia de las generaciones anteriores, los jóvenes de hoy son la primera generación que corre el riesgo de vivir peor que sus padres.
El impulso repolitizador registra un tiempo largo, cuyo origen está en los focos de protesta por las políticas de ajuste y privatización del menemismo y un primer pico de participación en 2001. Luego, el movimiento juvenil adquirió otras formas, en simultáneo con la normalización institucional, la recuperación de la estabilidad y el crecimiento económico. Surge una nueva hegemonía política, muchos jóvenes militantes se encolumnaron detrás del kirchnerismo apenas Néstor asumió el poder en mayo del 2003.
La “crisis del militante total” consiste en el paso de una militancia totalizante de los años ’60 y ’70, a una nueva militancia de geometría variable.
La militancia total se caracterizaba por ser una ocupación de tiempo completo, exclusiva y excluyente, un estilo de vida que incluía aspectos de índole personal, de tono severo, grave, sacrificial, inspirada en la utopía revolucionaria.
Por otro lado, la nueva militancia no es ni totalizante ni un proyecto de vida, si no que se suma como un tema más a la cotidianeidad. A su vez hay una amplia gama de intensidades de militancia, es amplia y fluida. Los niveles de implicación política cambian según las cuestiones. La identidad juvenil se construye a partir de diversos grupos de pertenencia.
La omnipresencia de tecnologías de la información y la comunicación facilita el intercambio de información y es un flujo acelerado, crean nuevas formas de interacción social y contribuyen a desarrollar nuevas habilidades. El surgimiento de los “nativos digitales” modificó la relación entre jóvenes y adultos, lo que incide en la politización juvenil. La militancia juvenil ya no es una lucha entre generaciones, si no que se llegó a un nuevo pacto familiar.
Por pyro lado, las tecnologías implican nuevos espacios de visibilidad, discusión, debate y confrontación.
Blogs: primavera bloguera del 2008, militantes virtuales, plataformas de expresión individual, vitalidad, reacción más ágil, debate.
Twitter: microblogging, veloz, opinión pública, discusión de argumentos simples, contundentes e ingeniosos, en medios de comunicación
El punto de partida de la militancia macrista fue la crisis del 2001. Las clases medias y medias altas adquirieron una renovada sensibilidad respecto a la política, el país y los asuntos públicos. El PRO incorporó a dirigentes, técnicos y militantes del mundo empresarial y la sociedad civil.
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