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del Estado
Resumen de "La Revolución Francesa" | Teoría del Estado
(Cátedra: Scherlis Gabriel - 2019) | Derecho | UBA
Revolución Francesa
La sublevación de las colonias españolas en América es una consecuencia directa
de la invasión napoleónica a España
ETAPAS DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA
1. Período de la Asamblea Constituyente (1789-1791)
Durante la era de la Asamblea Constituyente, continuó la monarquía mientras se
elaboraba la
Constitución, que era el objetivo de la constituyente. A esta etapa corresponde
la toma de la Bastilla (14 de
Julio de 1789).
2. Período de la Asamblea Legislativa (1791-1792)
Con la Asamblea Legislativa comienza una monarquía constitucional. Dura poco por
los intentos del Rey por restablecer su poder y la guerra con Austria. Una
sublevación en París logra que se reúna una Convención Nacional.
3. Período de la Convención (1792-1795)
Se emplea por primera vez el sufragio universal en la Convención Nacional, lo
que significa la radicalización de la Revolución. Es abolida la monarquía y
comienza el proceso al Rey, que terminará con su ejecución por traición a
Francia y la Constitución. Las principales potencias europeas se suman a la
guerra y estallan levantamientos monárquicos en el interior del país. Los
revolucionarios se ven obligados a suspender la Constitución y gobiernan
mediante el Terror. Es el momento de los Tribunales Revolucionarios y las
ejecuciones en la guillotina. También se modifica el calendario, contándose los
años a partir de la proclamación de la República y los meses tienen nombres
vinculados a etapas de la naturaleza (Pluvioso, Vedimiario, etc)
4. Período del Directorio (1795-1799)
El directorio señala el retorno de la burguesía. Concluye el Terror y la
revolución triunfa sobre sus enemigos interiores y exteriores, pasando a la
ofensiva sobre Europa.
5. Período del Consulado (1799-1804)
El Consulado consiste en el comienzo de la carrera política de Napoleón
Bonaparte, quien toma el poder mediante un golpe de Estado (el 18 de Brumario
del Año VII, 9 de Noviembre de 1799), con el respaldo del ejército y algunos
cómplices dentro del Directorio. Poco después Napoleón se convierte en Cónsul
vitalicio y luego en Emperador. Es el fin de la Primera República Francesa,
proclamada por la Convención de 1792.
6. Período del Imperio (1804-1815)
Desde 1792 a 1815 se da la Primera República y el Primer Imperio, Francia estuvo
en guerra periódica con casi toda Europa. A cada conflicto le seguía un período
de paz para desembocar en una nueva guerra al poco tiempo. Las alianzas europeas
contra Francia se denominaron “coaliciones”, y hubo una en cada fase bélica. La
Séptima Coalición coincidió con la caída de Bonaparte y el regreso al trono de
la familia real sobreviviente, lo que se llama “La Restauración”,
correspondiente al Siglo XIX
I. EL ANTIGUO REGIMEN
1. Características generales
Ancien Régime es el modo en que los franceses se refieren al sistema político
caído en 1789. Todo el poder estaba encarnado en el Rey, todo hablaba del Rey y
todo iba a parar al Rey. Se trataba de una monarquía absoluta. La expresión se
popularizó durante la revolución, el “viejo orden”, decadente y atrasado, había
sido reemplazado por uno “nuevo” y superior.
El absolutismo fue una etapa histórica común a los principales países europeos.
Desde el final de la Edad Media, el poder del Rey había crecido siguiendo el
proceso de centralización similar al que se verificó en España o Inglaterra. Se
estaba superando la atomización feudal pero Francia no se había unificado por la
simple circunstancia de haberse sometido al poder real.
La burguesía, sector que se desarrollaba desde fines de la Edad Media, tuvo un
rol importante, tanto en Francia como en otros países europeos. La
centralización enfrentó a Reyes y señores feudales, pero estos estaban también
en conflicto con los burgueses, así que se dio una alianza entre monarcas y
burgueses. Con
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el triunfo del régimen absolutista se inició una lucha entre el Rey y la
burguesía, que reclamaba el reconocimiento político acorde a la importancia
social que ahora tenía.
Slèyes en ¿Qué es el Tercer Estado?: “El plan de este escrito es muy sencillo:
Nos haremos tres preguntas:
1) ¿Qué es el Tercer Estado? Todo. 2) ¿Qué ha sido hasta el presente en el orden
político? Nada. 3) ¿Qué es lo que demanda? Ser algo”.
Este proceso fue común a todos los países europeos desde la Edad Moderna, aunque
con matices propios. Francia llegó a fines del siglo XVIII arrastrando varias
instituciones anacrónicas, resabios feudales; que no sólo eran obstáculos para
el desarrollo económico, sino que puestas frente a una crisis grave condujeron
al estallido revolucionario.
La sociedad: Privilegiados y no privilegiados. -La sociedad francesa estaba
dividida, en principio, en dos grandes sectores: privilégiés (privilegiados) y
non-privilégiés (no privilegiados). Los privilégiés abarcaban los dos primeros
órdenes del Estado: el Clero y la Nobleza. Los no privilegiados comprendían el
Estado Llano, (burgueses, campesinos, etc.), que en realidad eran la mayoría de
la población y debían cargar con la mayoría de los gastos del Rey y la Corte.
Además, existían diversos grupos sometidos a regímenes especiales -como los
estudiantes y los artesanos-. No todos los nacidos en suelo francés eran iguales
ante la ley, que será justamente, uno de los principios invocados por los
sectores revolucionarios. Diferencia con reglamentación actual: idea de derechos
universales.
Impuestos y cargas. -Los impuestos, cargas y obligaciones eran de varios tipos y
recaían sobre el sector no privilegiado; los privilegiados habían logrado quedar
exentos. La falta de equidad impositiva y la incoherencia del sistema eran las
dos críticas fundamentales. La Corona acostumbraba a arrendar la recaudación de
los impuestos indirectos: ciertos funcionarios compraban en derecho a ser
recaudadores. El recaudador se desesperaba por recuperar su inversión y ganar
más, generando abusos y arbitrariedades. Este sistema perjudicaba al comercio y
a las actividades productivas: un comerciante -o agricultor- tenía que atravesar
regiones donde se le cobraba “derecho de pago” -el noble local o el párroco- o
existían “aduanas interiores”, algunos paquetes tardaban 40 días en llegar y por
el camino eran sometidos a unos 40 peajes.
Algunos impuestos: taille (talla), consistía en una contribución de base
territorial, pero no abarcaba a todos los terratenientes, ya que la nobleza
estaba exenta. Se convirtió en un impuesto personal que afectaba a los
burgueses. La capitation (capitación) era un impuesto por cabeza de cada
familia, cuyo objeto era proporcionar recursos al Estado durante las guerras, se
estableció por primera vez en 1695. No se aplicó a todos los franceses.
Vingtieme (vigésima) era el pago de una “veinteava” parte de la riqueza,
calculada sobre bienes reales o personales. Finalmente, el más odioso fue el
“impuesto de la sal” (gabelle o gabela). El Estado tenía el monopolio de la sal
y obligaba a todos los franceses a adquirirla. Se calculaba que a partir de los
7 años se consumía sal, así que a partir de dicha edad tenía que pagar la “sal
del deber”, sin importar la pobreza, excepto que se estuviera exento por
privilegio.
La Justicia. -El sistema judicial era bastante complejo: había instancias
judiciales independientes en las provincias, en el clero, en la nobleza y,
superpuestas a ellas, la jurisdicción real (estatal). Al igual que en el caso de
los impuestos, la Corona también vendía las facultades judiciales, de modo que
los magistrados buscaban resarcir su “inversión” y eran fácilmente comprados por
los querellantes. No existían reglas uniformes de procedimiento: Ciertas
personas solo podían ser juzgadas por el Parlamento de París, otras estaban
sometidas a tribunales de sus pares -en el caso de los nobles-, y el Rey podía
intervenir en una causa u ordenar un arresto sin justificación, en el momento
que quisiera.
El Parlamento de Paris. -Era una antigua institución de la ciudad con funciones
complejas y mezcladas. Como también registraba las leyes, pronto supuso que
también podía dictaminar sobre ellas e incluso abogarlas, lo que obviamente le
valió conflictos con la Corona. Los Reyes franceses también invadían las
prerrogativas parlamentarias, sustrayendo las causas judiciales.
La tortura para obtener confesiones era común y no fue abolida hasta 1780,
apenas 9 años antes del estallido revolucionario. No dejó de usarse del todo, ya
que se aplicaba a los Condenados, antes de la ejecución. Las penas eran severas
y desproporcionadas: Un campesino que se atreviera a cazar en las tierras de un
noble podía terminar en las galeras el resto de su vida. No había igualdad ante
la ley.
Los jueces interrogaban en secreto a los testigos y se negaba defensores a
quienes cometieran ciertos tipos de delitos. El signo más característico del
Ancien Régime son las lettres de cachet, órdenes de arresto emitidas por el
gobierno y mediante ellas, una persona podía permanecer en prisión por tiempo
indefinido,
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ya que no existía proceso judicial. La monarquía francesa inventó los
«desaparecidos»: cualquier individuo podía ser conducido a la cárcel sin que su
familia o amigos se enteraran de lo que había ocurrido y los motivos del
arresto.
Régimen administrativo. -El Absolutismo realizó un proceso de centralización,
pero ello no implicaba la unificación nacional. Se advierte en el caos de normas
y jurisdicciones superpuestas. En ciertas provincias se aplicaba el derecho
romano y en otras regían normas consuetudinarias. La fragmentación jurídica de
Francia se debía a los privilegios acordados a las provincias cuando se
incorporaron al reino.
En principio, Francia parecía dividirse en provincias, pero paralelamente,
también en diócesis (según lo religioso), en gobiernos (desde el punto de vista
del Ejército), en generalidades (para las finanzas y el sistema administrativo)
y en bailías (para la competencia judicial). Tenía como resultado jurisdicciones
superpuestas.
No faltaron algunas mentes lúcidas que percibieron la situación explosiva en que
estaba Francia a principios del siglo XVIII, pero sus prevenciones no fueron
escuchadas. Pierre le Pesant, Sieur de Boisguillebert, lo predijo, criticando al
sistema y proponiendo medidas reformistas a la Corona. Lo condenaron al
destierro y su libro fue confiscado y prohibido. Sebastien le Preste, de gran
prestigio militar, a sus 74 años, corroboró lo sostenido por Boisguillebert.
Obtuvo la antipatía de la Corona y un libro prohibido.
Las Nuevas Ideas del Siglo XVIII. -En Europa en general, la monarquía absoluta
del Renacimiento se transformó más adelante en lo que se ha denominado
“Despotismo Ilustrado”. Monarcas se rodearon de artistas e intelectuales,
fomentando las letras y la cultura. Estos “déspotas ilustrados” continuaban con
sus poderes absolutos, pero ahora tenían consejeros reformistas que alentaron
cambios -como la humanización de las leyes-. Creció la idea de que el Rey tenía
la función primordial de educar a sus súbditos, lo que obviamente, era una nueva
justificación para el poder absoluto.
En Francia, la preparación de la Enciclopedia -de conocimiento general- reunió a
una gran cantidad de intelectuales y filósofos que escribieron artículos e
intercambiaron ideas. A todo este movimiento se lo conoce como “enciclopedismo”
o “ilustración”. Entre estos periodistas estaba Jean Jacques Rousseau. Rousseau
no atacó directamente a la monarquía, de sus ideas se desprendía la soberanía
del pueblo y la necesidad de libertad e igualdad entre los ciudadanos. Voltaire
satirizó a la Iglesia, lo que pudo hacer gracias a su condición de noble y el
apoyo de sus amigos aristócratas que lo admiraban. Montesquieu presentó la
teoría del “equilibrio de poderes”.
Todas estas ideas más o menos “republicanas” y “democráticas”, conjuntamente con
la apelación de la racionalidad -en contraposición al dogmatismo- se extendieron
entre un minoritario sector de la nobleza francesa y entre la burguesía. El
viejo régimen lo tolero.
2. La Monarquía
El Rey y sus allegados vivían en Versalles, un sitio apartado de Paris, donde
imperaba el lujo y la corrupción. Todo lo pagaba el pueblo (los no
privilegiados).
El poder del Rey había alcanzado su máximo punto en tiempos de Luis XVI
(1661-1715), a quien se le atribuye la frase «L’État c’est moi» (El Estado soy
yo). El fundamento del poder real era, en principio “de droit divin” (por
derecho divino): Designado por Dios, no por el pueblo. La ceremonia de
consagración lo investía de plenos poderes. El carácter semidivino del monarca
lelgaba al extremo de que, en ciertas ceremonias, ellos enfermos llevados ante
Luis XIV se arrodillaban ante él y el monarca, tras hacerle la señal de la cruz
en la frente decía «Le roi te toche, Dieu te guerisse», “El Rey te toca, Dios te
cure”.
El Rey podía emitir un lettre de cachet -a veces llamada Real Cédula o Real
Orden- disponiendo un arresto sin ninguna explicación o proceso previo. París
tenía una cárcel célebre a tal efecto: La Bastilla. Originalmente, la Bastilla
fue una torre o fortaleza que protegía os límites de la ciudad. El acto de
confinar a alguien en la Bastilla creó una nueva palabra: embastiller.
La Corte. -El Rey estaba rodeado de un grupo de nobles que conformaban la Corte
Real. Vivían en Versalles, a pocos kilómetros del país. Además del Rey, su
familia y favoritos, en Versalles habitaban unas dieciocho mil personas, de las
cuales, cerca de las cuatro mil estaban al servicio directo del Rey, en lo que
se denominaba Casa del Rey. Todo este núcleo humano, no sólo vivía a costa de
los no privilegiados, sino, además, se caracterizaba por el despilfarro más
descarado de los fondos del Estado. El Rey gastaba millones de livres (libras)
en mantener a sus caballos, daba pensiones a sus favoritas, hacía regalos; todo
ello a su entero capricho y sin que nadie lo controlara. Luis XIV en particular,
gustaba de hacer reuniones y fiestas y hasta llegó
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a imponer una forma de vestir y normas de comportamiento -la etiqueta- que
debían seguir todos los cortesanos. En consecuencia, Versalles se convirtió en
el eje de la moda europea, y las pelucas blancas, los trajes bordados en oro,
los zapatos con tacones, etc., pronto fueron imitados en otros lugares.
Había funcionarios reales para las tareas más ridículas o increíbles, así, ni el
Rey ni la Reina se vestían por sí mismos, sino mediante una ceremonia
complicada, donde ciertos dignatarios les alcanzaban diversas prendas, y al
hacerlo, era sinónimo de status. Lo mismo sucedía para acostarse. Según algunos
cálculos, sólo la servidumbre de la Reina sumaba unos 500 empleados que costaban
unos 4 millones de livres. El servicio del Rey era muchísimo más numeroso y
costoso, a lo que debemos sumar el servicio de los príncipes y sus esposas, que
integraban la familia real.
En cuanto al gobierno, el Rey solía escoger ministros; personas de cierto
prestigio o conocimientos económicos. Estos ministros podían ser destituidos por
el Rey en cualquier momento; pero mientras tuvieran la confianza del monarca,
eran todopoderosos.
Con Luis XV, sucesor de Luis XIV, la corrupción llegó a su punto más
escandaloso: El Nuevo Rey era perezoso, egoísta, caprichoso y sólo le interesba
llevar una vida llena de placeres. Sus amantes, la marquesa de Pompadour y la
Duquesa Du Barry, hacían y deshacían a su antojo: ministros y funcionarios
subían y bajaban, según la buena o mala voluntad de las favoritas del Rey. Más
aún: hasta tenían influencia en las guerras. Popadour, que ninguna experiencia
militar tenía, escribió una carta al Mariscal D’Estrées llena de indicaciones
sobre dónde debía atacar y dónde defender. En 1750 estalló un levantamiento en
Paris que sólo fue sofocado por el ejército luego de cuatro días. En los últimos
años de su reinado, Luis XV ni siquiera se atrevía a entrar en París por medio a
una reacción popular, y se temía que en cualquier momento una multitud asaltara
e incendiara Versalles.
3. El clero
El “Primer estado” francés no era uniforme: el alto clero formaba parte del
sector privilegiado, pero el bajo clero (curas de las provincias) llevaba una
existencia más sencilla y más próxima al pueblo, con el que se identificaba. La
Iglesia tenía posesiones, una gran autonomía y estaba exenta de impuestos. Sus
contribuciones eran “voluntarias” (don gratuito). En cambio, percibía tributos y
diversos pagos por sus servicios, además de monopolizar la educación. La
libertad de cultos no existía.
Cabe aclarar que se habla del clero católico, religión oficial de Francia y la
única admitida como tal. Todas nuestras ideas contemporáneas sobre libertad de
culto y tolerancia religiosa son posteriores a la Revolución. Por lo tanto, el
clero católico dominaba en la enseñanza -la escuela pública laica es reviente-,
en las costumbres y hasta tenía tribunales propios, que no sólo juzgaban a sus
miembros, sino también a laicos por asuntos de interés para la Iglesia.
Los privilegios económicos del clero eran variados. Una gran parte del suelo
francés le pertenecía a la Iglesia (entre una cuarta o quinta parte), que
cobraba rentas y tributos diversos de los campesinos que trabajaban en ellas.
Además, el clero tenía un beneficio especial, el llamado diezmo que era un
impuesto sobre las tierras agrícolas. También existían ciertos servicios
(matrimonios, bautismos, etc.) que también se cobraban, para irritación de los
campesinos, ya que eran actividades obligatorias y el párroco podía fijar el
precio que se le antojara.
Los bienes del clero eran inalienables y se hallaban exentos de impuestos. El
Estado francés sólo le requería una contribución llamada don gratuit (don
gratuito) que la propia Iglesia determinaba a voluntad.
El clero disponía de gran autonomía: administraba sus finanzas, tenía tribunales
propios y arreglaba sus cuestiones en asambleas que realizaban cada cinco años.
Los nombramientos de los cargos eclesiásticos se hacían por medio del Rey, pero
con la consagración del Papa.
Muchos miembros del clero eran reclutados entre la nobleza y vivían en
Versalles, con el mismo régimen de corrupción, favoritismo y despilfarro que la
Corte. Carecían de verdadera vocación religiosa -alardeaban de su ateísmo-, y
simplemente habían buscado en la Iglesia una forma de disfrutar de ganancias y
una buena posición social. Sin embargo, junto a ese sector, el llamado alto
clero (obispos, arzobispos, abades, etc.) existía otro sector, el bajo clero,
compuesto por curas, vicarios, sacerdotes de provincias, etc., cuya vida era tan
miserable como la del Estado Llano. Estos últimos, que tenían creencias
genuinas, acusaban a los primeros de acaparar todos los recursos, dejándoles
medios de subsistencia mínimos. El bajo clero solía identificarse con
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el pueblo, profesaba algunas ideas democráticas, y por ello, al estallar la
Revolución, se alinearon con los sectores reformistas.
4. La Nobleza
Existían diversos tipos de nobles: el sector más rico y poderoso vivía en la
Corte de Versalles, pero también había una nobleza más culta y con ideas
reformistas. Asimismo, la nobleza urbana se diferenciaba de la nobleza rural.
El segundo estamento privilegiado también estaba dividido, pues; los nobles que
estaban junto al Rey en Versalles (Noblesse de Cour) tenían una mejor posición
económica que los nobles de provincia.
Los nobles, antiguos señores feudales, habían perdido su viejo poder político de
la Edad Media, aunque conservaban ciertos privilegios, a cambio de haberse
vuelto más dependientes de la Corona. Los que residían en Versalles dejaban sus
propiedades abandonadas o mal administradas -no les importaba, ya que tenían
prebendas como cortesanos, viviendo de fondos públicos- y así se ganaron la
furia simultánea de campesinos y burgueses. Los nobles de provincia procuraban
enviar con mucho esfuerzo a sus hijos a Versalles u obtener para ellos un empleo
en el ejército o un beneficio en la Iglesia. Sin embargo, estos nobles se
recostaban en las espaldas de los campesinos a la hora de sobrevivir las
frecuentes crisis económicas.
Una parte de la nobleza era culta e iluminista: Lectores de Rousseau o de
Montesquieu, admiradores del modelo británico o entusiastas del modelo
estadounidense -que inició su independencia a partir de 1776-, asociados a
empresas burguesas; estaban dispuestos a introducir reformas en el Ancien
Régime. Estos nobles “reformistas” no eran mayoritarios y se ubicaban en París u
otros centros urbanos desarrollados -incluso, los había en la misma Corte de
Versalles-.
La nobleza tenía dos graves problemas en Francia: Era parasitaria e inútil para
producir riquezas, pero las controlaba con sus privilegios. Por otro lado, era
impopular y no tanto por sus bienes, sino por la actitud generalizada de orgullo
y altanería. Los nobles se creían superiores a los plebeyos; despreciaban a los
burgueses y no mostraban el menos interés o capacidad en ganarse a los
campesinos. Los prejuicios de clase a veces les jugaban en contra: un noble
caído en la pobreza no podía mejorar su situación dedicándose a actividades
burguesas o trabajando como obrero o campesino.
5. El Estado llano (Tiers État o Tercer Estado)
El “tercer estado” de Francia era un conglomerado compuesto por burgueses,
trabajadores y campesinos. Los unía la circunstancia de no ser privilegiados y
de ser quienes producían la riqueza de Francia. Pero además, sus aspiraciones y
objetivos variaban: la burguesía -que va a encabezar la revolución- pretendía
remover las trabas al comercio y a la industria y reordenar mejor al reino desde
el punto de vista administrativo y político. La clase obrera era poco numerosa y
escasamente desarrollada, salvo en algunas regiones próximas a las grandes
ciudades. Los campesinos -la mayoría de la población- estaban irritados por los
abusos de la nobleza y el sistema tributario, pero también querían ser
propietarios de las tierras que trabajaban.
La composición del Estado llano (también llamado plebe de forma despectiva) no
era uniforme. Debemos distinguir a la burguesía, los trabajadores urbanos y los
campesinos.
Burguesía. -Dentro de la burguesía se diferencia la pequeña burguesía -clase
media- y la alta burguesía. La “petit bourgeoisie” -pequeña burguesía-
comprendía pequeños patrones (que hoy llamaríamos PYMES), los comerciantes al
por menos, abogados, notarios, boticarios y actores -oficio considerado
despreciable por la Iglesia-. En cambio, la “haut bourgeoisie” -alta burguesía-
se integraba con grandes empresarios y financieros, banqueros, importadores y
traficantes establecidos en grande pueblos. Asimismo existía una burguesía
manufacturera: Empresarios innovadores que aplicaban en Francia las técnicas
productivas ya desarrolladas en Inglaterra (como máquinas a vapor y textiles)
¿Qué es lo que enoja tanto a los burgueses con el Ancien Régime? Ciertas
estructuras feudales obstaculizaban un mayor desarrollo industrial y comercial.
La importancia social y económica adquirida por la burguesía no se correspondía
con su inferioridad política. Los nobles trataban despectivamente a los
prósperos burgueses, a pesar de que al mismo tiempo obtenían de ellos todo lo
que necesitaban, desde objetos hasta préstamos.
Trabajadores. -Son los artesanos y obreros. En esta época, la clase obrera
recién comenzaba a desarrollarse -de hecho, en número eran inferiores a los
campesinos-. La mayoría de los trabajadores urbanos estaba agrupada en
corporaciones y sindicatos, que no eran tampoco, como los gremios actuales, sino
una
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especie de talleres donde se aprendía el oficio. Las actividades estaban
reglamentadas, pero no con una protección como la actual, sino con
prohibiciones. A veces se ha hablado de un “cuarto estado” para aludir a este
sector.
Campesinos. -Eran los paysanos (como los denominan los franceses), en realidad,
las nueve décimas partes de la población total. Había diferentes tipos, desde
los simples jornaleros que iban de un lado a otro en busca de trabajo, hasta los
pequeños propietarios rurales. Estos últimos, que aparentemente tenían una mejor
situación, debían pagar derechos feudales como el censo, un impuesto en dinero
sobre las cosechas. Además, los nobles los obligaban a usar sus molinos y
hornos, por los cuales debían pagar otros censos. El sistema impositivo
empobrecía la capacidad de ahorro, de modo que bastaba una mala cosecha para que
el pequeño propietario cayera en la miseria. En los años previos a 1789 la
situación empeoró porque los nobles habían renovado tributos y derechos feudales
caídos en el olvido.
Finalmente, además del campesino libre y el pequeño propietario, el escalafón
más bajo eran los siervos.
A finales del siglo XVIII hubo varias crisis económicas que agravaron las cosas:
“Millares de mendigos hambrientos vagabundeaban por Francia. En París, de 650
mil habitantes, más de 119 mil eran indigentes, un ejército dispuesto a un
motín”.
II. LA REVOLUCIÓN
1. ETAPAS DE LA REVOLUCIÓN- RESUMEN DE SUCESOS
1. Período de la Asamblea Constituyente (1789-1791)
Las presiones populares imponen al Rey una Asamblea Constituyente con el objeto
de reorganizar más democráticamente el Antiguo Régimen. Se pasa de monarquía
absoluta a monarquía constitucional parecida a la británica. El Rey continúa
siendo la cabeza del Estado, pero a su lado hay representantes permanentes del
pueblo que limitan y moderan sus facultades. Se modifica el sistema judicial y
se acaban los privilegios del Ancien Régime. Concluye la labor de la
Constituyente y se llama a elecciones. Se reúne la Asamblea Legislativa, el
nuevo Parlamento en 1791.
2. Período de la Asamblea Legislativa (1791- 1792)
El intento reformista fracasa debido a que el Rey, la Reina y la Corte intentan
por todos los medios reconquistar el poder perdido y no vacilan en entenderse
con las otras monarquías europeas para traer ejércitos extranjeros a Francia y
reprimir la Revolución. Crece la ideología republicana y el Rey termina
destituido y procesado por traición a la Constitución que había jurado y a su
propio país. La Asamblea Legislativa se disuelve y en su lugar es reunida la
Convención Nacional en 1972.
3. Período de la Convención (1792- 1795)
La Asamblea tenía un doble propósito: dictar una nueva Constitución -ahora sí,
republicana y sin ningún monarca- y juzgar a Luis XVI.
▬ Fin del período ascensional de la Revolución▬
4. Período del Directorio (1795-1799)
5. Período del Consulado (1799-1804)
6. La época del Imperio (1804-1815)
2. La crisis del Ancien Régime
Tras la muerte de Luis XV, le sucede Luis XVI en 1774. El nuevo Rey era
indeciso, débil de carácter e inclinado a disimular sus pensamientos. La misma
María Antonieta lo describió como “un pobre hombre”, en sinónimo de
“desgraciado” o “infeliz”. A Luis XVI le interesaba poco el gobierno y prefería
lo cómodo de ser cortesano; dedicarse a la caza o a su pequeño pasatiempo de
componer cerraduras.
A los dieciséis años, Luis XVI había sido casado con la Archiduquesa María
Antonieta, hija de la emperatriz de Autria. “Una cabeza al viento” -es decir,
una loca- a juicio de su propio hermano, José II. Como todos los matrimonios
reales, no era cuestión de amor, sino de alianza política. Se decía que María
Antonieta imponía modas que llevaban a la Corte a comprar en Austria o
Inglaterra, desfavoreciendo a los productores locales.
Al principio, tanto Luis como María Antonieta ostentaban una buena imagen.
Cuando Luis XVI asumió, era joven; parecía ser comprensivo y bondadoso y tenía
una esposa atractiva. Todos sus defectos no habían
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ganado estado público y tratándose de un recambio en el trono, había ciertas
expectativas de ganar al nuevo rey a favor de las nuevas ideas.
Más que escándalos provocados por su galería de amantes, lo decisivo en el odio
popular hacia María Antonieta -que recibió el apodo despectivo de “la
Austriaca”- fue que manipulaba a su antojo a Luis XVI y se oponía a todo intento
de reformas.
La historia de Francia pudo ser muy diferente si Luis XVI hubiera tenido más
carácter y apoyado los planes reformistas de Ministros como Turgot y Necker.
Estos recogieron el programa político de la burguesía -que había logrado el
apoyo de los círculos de noves más cultos- e intentaron rectificar los abusos
del régimen, manteniendo y salvando a la monarquía. Sus esfuerzos chocaron con
la oposición de la Corte y de la Reina. Los intentos reformistas tenían motivos
económicos concretos: Los fondos estatales estaban en déficit continuo, el
Estado llano estaba exprimido al máximo y sin posibilidad de generar más
riqueza, por todas las restricciones y traba. También existían las crisis
económicas donde los privilegiados se apoyaban sobre los no privilegiados. Otro
problema era que no existían nada parecido a una contabilidad ordenada y hasta
estaba prohibido aludir a ello. La censuras y el secreto empeoraban el caos de
las cuentas reales.
Turgot propuso la “libre empresa”, Necker en su primer intentó pedir préstamos,
lo que saldó las deudas inmediatas pero no presenta una verdadera solución.
Durante la gestión de Necker se produce la lucha por la independencia de Estados
Unidos, que aviva las ideas de una nueva sociedad para abolir al Antiguo
Régimen. Necker publicó un “balance” donde se mostraba la tajada de pensiones,
beneficios, etc. Que obtenían los favoritos de la Corte y de la Reina, que
superaba con creces las pensiones de veteranos de guerra o funcionarios. Necker
renunció. Calonne aumentó el gasto llamándolo “inversión productiva”. Cuando
renunció, en agosto de 1786, declaró 100 millones de déficit. Lo sucedió Lomenie
de Brienne, que presentó una serie de reformas que desembocaron en protestas de
los clientes de lo Bancos. Luis XVI despidió a Brienne cuando este quiso
comenzar a cobrar impuestos al Clero. Necker volvió, y dio archa atrás con todas
las medidas de Brienne; restableció el Parlamento y dejó de lado la reforma
administrativa.
Al comenzar 1789, la situación era crítica: No sólo el Tesoro estaba exprimido
con continuos lujos -de hecho, hubo cesación de pagos-, sino además, había
irritación y motines en París y varias provincias. Luis XVI resolvió atender el
pedido casi generalizado de convocar a los États Généraux (Estados Generales),
una reunión de los representantes de las tras clases: Nobleza, Clero y Estado
Llano, la verdadera “Asamblea Nacional” del reino, reunida en ocasiones
especiales, que ningún Rey llamaba desde 1614.
3. Los États Généraux (Estados Generales)
Los representantes en los Estados Generales, principalmente los burgueses del
Tercer Estado, llegaron ante el Rey con un planteo de varias reformas
administrativas y financieras. Hubo discusiones con la Corona. Las cosas se
precipitaron por saber cómo debía votarse, si por orden -un voto por Estado- o
por cabeza. El Tercer Estado prefería la última. Un día que la sala de reuniones
se encontró cerrada, los miembros del Tercer Estado decidieron reunirse en el
lugar del palacio donde se jugaba a la pelota. Se declararon “Asamblea Nacional”
y se juraron permanecer unidos hasta que Francia tuviera una Constitución. Este
episodio es conocido como el “Juramento de la Cancha de Pelota” y marca el
inicio de la Revolución. Al poco tiempo se sumaron representantes del Clero y la
Nobleza y quedó formada la Asamblea Constituyente.
Luis XVI solo esperaba que los Estados Generales aprobaran algunas reformas y le
proporcionaran los recursos financieros. No le agradaba la idea de convocarlos y
solo cedió ante el desborde de la crisis económica y política.
El Tercer Estado era mayoritariamente campesino, pero al reunirse las asambleas
de donde surgirían los representantes que se enviarían al Rey, se designaron
representantes burgueses. Ello se debió a que la burguesía contaba con abogados,
instruidos y acostumbrados al uso de la palabra o bien, con comerciantes
entendidos en finanzas, quienes resultaron los más aptos para ser enviados a
debatir con el Rey. Estos representantes fueron, además, provistos de una serie
de “reclamos” o “peticiones” para ser presentados al monarca en cahiers
-cuadernos-. Coincidían en la necesidad de reformas tributarias y
administrativas pero hablaban respetuosos al Rey, a quien nadie pretendía
destituir en ese momento.
Cantidad de representantes. -La reunión de los Estados generales planteó varios
problemas: el primero era cuántos representantes para cada Orden.
Tradicionalmente se equiparaban los tres estamentos, es decir, 1/3 para cada
uno, pero la burguesía sostenía que esto era contrario a la realidad
poblacional: El Tercer Estado
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excedía claramente la suma de representantes de los otros dos. Por ende, era más
justo que las proporciones fueran 600 (Tercer Estado) y 300-300 (Clero y
Nobleza).
Tras varias discusiones, se logró imponer el desdoblamiento del Tercer Estado
(es decir, el doble de representantes, equiparándose a los otros dos órdenes
juntos). Aunque hubo resistencias, el Rey accedió calculando que esta concesión
sería neutralizada por el segundo problema que quedaba por resolver: ¿Cómo
votarían los États Généraux? ¿Por orden o por cabeza? Previamente, siempre fue
por orden, por lo que poco importaba la cantidad de representantes del Tercer
Estado, igual continuarían siendo 1 sobre 3.
El Serment du Jeu de Paume (Juramento de la Cancha de Pelota o Juramento del
Frontón). -Los États Généraux se reunieron en Versalles a principios de Mayo de
1789, pero pronto estalló la cuestión de cómo debían sesionar los tres
estamentos -de modo conjunto o por separado- y, correlativamente, si el voto
sería por orden o por cabeza. El Tercer Estado alentaba la sesión conjunta y el
voto por cabeza. El Rey intentó resistirse con pretextos. Finalmente el Tercer
Estado perdió la paciencia cuando encontraron clausurada la Sala de sus sesiones
habituales y se dirigieron al sector de Versalles destinado al juego de pelota.
Allí, considerándose ya Asamblea Nacional, juraron permanecer unidos y no
separarse jamás hasta que la Constitución de Francia quedara bien establecida.
Varios representantes del Clero y la Nobleza se sumaron. “Esto ya es una
revolución -dijo Lefebvre- puesto que la constitución de los Estados Generales
no podía ser legalmente modificada más que con el consentimiento de la nobleza y
del Rey”.
Siguieron varios días de presiones y negociaciones: El Rey estaba indignado,
pero los tumultos se extendían por Versalles y París, y si bien disponía de los
Guardias Suizos (mercenarios extranjeros al servicio de la Corona), la lealtad
de las tropas francesas era más que dudosa. Además, el Duque de Orleáns y unos
pocos nobles apoyaban al Estado Llano. Finalmente, Luis XVI resolvió aceptar
momentáneamente la situación. La Asamblea Nacional quedó confirmada y los Nobles
y el Clero se unieron a ella formalmente el 9 de Julio, configurándose la
Assemblée Constituante (Asamblea Constituyente)
4. La Asamblea Constituyente
Al principio, la Asamblea Constituyente parecía estar destinada al fracaso -el
Rey reunió tropas leales extranjeras, con la posible intención de disolverla-
hasta que el pueblo de Paris resolvió movilizarse en su defensa, produciéndose
la toma de la Bastilla el 14 de Julio de 1789, una fortaleza-prisión, símbolo
del Antiguo Régimen. El suceso tuvo consecuencias inmediatas: Los
revolucionarios adoptaron un emblema tricolor (blanco, rojo y azul) y la
Asamblea Constituyente emitió poco después la Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano, primera parte de la Constitución francesa. En otras
partes de Francia también hubo levantamientos y algunos nobles comenzaron a
huir, serían conocidos como los “emigrados”, que representaban sectores más
conservadores y buscaban ayuda en las potencias europeas.
Mientras tanto, la Asamblea Constituyente continuaba su obra de reformas. Un
suceso importante fue la “Marcha de las Mujeres” de Paris sobre Versalles,
causada por la crisis económica y rumores de una contrarrevolución. El pueblo
parisino -por iniciativa de sus mujeres- exigió y obtuvo que tanto el Rey como
la Asamblea Constituyente se mudaran a la capital.
Otro hecho importante fue la fuga del Rey, quien fue capturado cuando estaba a
punto de llegar a la frontera, donde lo aguardaban los “emigrados”. Esto
demostró que Luis XVI había aceptado los hechos contra su voluntad. Pero la
Asamblea Constituyente se comportó con blandura, limitándose a amonestarlo.
Finalmente, se sancionó lo que faltaba de la Constitución Francesa, creándose
una “Asamblea Legislativa” que, a partir de ese momento, sería un órgano
representativo según el modelo parlamentario británico.
El objetivo expreso de la Asamblea Constituyente era dictar una Constitución que
reorganizaría el sistema político francés dejando atrás las instituciones
feudales y adaptándose al modelo burgués más avanzado, que por entonces era
representado en Europa por Inglaterra. Allí el Rey no era un soberano absoluto,
sino que su poder estaba contrapesado por el Parlamento, algo así se pensaba
instaurar en Francia. Pero Luis XVI no terminaba de digerir que los Estados
Generales se hubieran convertido en una Asamblea Constituyente y sus consejeros
más cercanos lo alentaban a imponerse por la fuerza. Como la guarnición de París
no parecía responderle, el Rey apeló a sus mercenarios extranjeros (suizos y
alemanes), que fueron concentrados en Versalles y puestos a las órdenes del
mariscal Conde de Broglie.
La excusa de Luis XVI era la necesidad de enviar una expedición para poner orden
en París donde, además de la agitación política, hubo motines y saqueos. Pero la
Asamblea Constituyente temía que el Rey empleara esta misma fuerza para
disolverla y exigió su retiro. Luis XVI se rehusó, y al día siguiente destituyó
a Necker,
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ordenándole que saliera del reino y lo reemplazó por el barón de Breteuil, un
amigo de la Reina. Todo el gabinete de consejeros del monarca fue depurado de
los adeptos a Necker y llenado por reaccionarios.
Toma de la Bastilla. -La destitución de Necker hizo más fuerte el temor de que
el Rey disolviera la Asamblea y declarara la bancarrota, perjudicando así a los
prestamistas burgueses. La Asamblea volvió a insistir en el retiro de las tropas
y el Rey volvió a negarse.
Entonces, el pueblo de París resolvió ponerse en movimiento por sí mismo: Grupos
de insurrectos recorrieron las calles apropiándose de armas y finalmente, el 14
de Julio de 1789, se encaminaron hacia la Bastilla, que fue tomada por asalto,
tras un intenso combate.
La Bastilla ya era poco útil y el costo de su mantenimiento dio lugar a que se
pensara en clausurarla. La imaginación popular le adjudicaba mas prisioneros que
los que en verdad tenía ese momento -se sospechaba que el célebre hombre de la
máscara de hierro permaneció allí y de hecho algunos vencedores creyeron
reconocer sus restos. Había 7 prisioneros en la Bastilla, 4 acusados de
falsificación, dos “lunáticos” y el Conde de Solages, víctima de las lettres de
cachet. La Bastilla disponía de 13.600 kilos de pólvora. Se ha discutido si la
fortaleza podía resistir el ataque.
El mediodía del 14 de Julio de 1789, una multitud invadió el patio externo de la
fortaleza, comenzando un tiroteo, aunque no se sabe de dónde partió el fuego. El
combate se extendió durante un par de horas. A la mitad de la tarde llegaron 61
guardias franceses que empezaron a bombardear la bastilla. El gobernador Lunay
de la Bastilla se dio cuenta de que era imposible seguir resistiendo, y el
pueblo tomó la Bastilla, liberó a los prisioneros y capturó a Lunay y sus
hombres para trasladarlos al Ayuntamiento de París. A mitad del trayecto, Lunay
fue apuñalado y su cabeza cortada para clavarla en una pica.
En los años siguientes, el haber tomado parte en el asalto a la Bastilla
significó prestigio y un signo inequívoco de ser patriota -como se denominaría
después a los revolucionarios-. La Bastilla fue demolida y el 14 de Julio de
1790 se celebró la “Fiesta de la Federación” en el terreno liso donde antes
estaba la fortaleza.
Consecuencias. -La Toma de la Bastilla tuvo varios efectos: El pueblo de Paris
conquistó autonomía. Se organizó la Comuna de la ciudad y se configuró una
Guardia Nacional (Garde Nationale), la verdadera milicia popular.
La Fayette y la Garde Nationale. -Al frente de la nueva fuerza quedó el Marqués
de Lafayatte, que integraba los États généraux por la nobleza de Auvergne y era
liberal. Era políticamente correcto: impulsaba la liberación de esclavos en las
colonias francesas, era partidario de abolir las lettres de cachet, como así
también modificar toda la legislación penal. Resultó natural que la Guardia
Nacional quedara a su cargo, incluso, por manifiesto deseo de los mismos
ciudadanos que la configuraron. Lafayatte fue uno de esos personajes que se
suben al caballo por la izquierda y bajan por la derecha. A medida que la
Revolución se fue dando a la democracia popular, Lafayette confrontó con ella.
Defendió y protegió al Rey, por creer que una monarquía constitucional era
suficiente para Francia.
Los revolucionarios adoptaron como estandarte un cocarde (escarapela) con tres
colores: blanco, azul y rojo, los dos últimos eran los colores tradicionales de
París y el primero representaba a la monarquía. Nacía la famosa tricolor
francesa, que se convertiría en el símbolo de la Revolución -junto con la
Marsellesa.
Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. -Los sucesos de París
repercutieron pronto en provincias francesas. Los funcionarios reales fueron
destituidos y se crearon más comunas y milicias populares, a imitación de la
parisina. Los campesinos asaltaron los castillos señoriales y quemaron los
registros que enumeraban los derechos y privilegios de los nobles. Estos
registros eran particularmente odiosos, puesto que en años recientes, los nobles
los habían reescrito, volviendo a imponer hasta servidumbres muy viejas, ya
caídas en desuso.
Entre el 4 y el 11 de Agosto, la Asamblea Constituyente recogió el clamor
popular: Los privilegios feudales fueron declarados abolidos, junto con los
diezmos, tributos y justicias señoriales. A ello siguió la proclamación de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano el 26 de Agosto de 1789. Se trataba de la
primera parte de la constitución, que establecía la igualdad para todos los
franceses ante la ley y garantizaba una serie de derechos considerados
inalienables, como el de propiedad, seguridad, libertad de opinión, libertad
religiosa y resistencia a la opresión. Parecía ser el fin del Ancien Régime.
Marcha de las Mujeres sobre Versalles. El Rey va a Paris. -A pesar del
entusiasmo de algunos sectores reformistas, todavía operaban fuerzas
conservadoras dentro de la Asamblea Constituyente, que procuraban
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frenar los cambios. Así, los privilegios no fueron disueltos inmediatamente,
sino que se formó una Comisión que se encargaría de estudiar el modo en que se
llevaría a cabo. Esta Comisión entregó su informe 8 meses después y acabo por
abolirse sólo una parte de los privilegios. A continuación, hubo largos debates
respecto de la parte orgánica de la Constitución, esto es, cuáles serian los
poderes del Rey y sus vínculos con el Parlamento a crearse.
Mientras tanto, Luis XVI continuaba sin aprobar la Declaración de Derechos del
Hombre y del Ciudadano, -como lo requería la Asamblea Constituyente, y el
encarecimiento o falta de pan en París seguía afectando a las clases bajas.
Bastaba un detonante cualquiera y éste llegó cuando se difundió la noticia de
que los guardias reales, durante un banquete en Versalles, arrancaron y
pisotearon las escarapelas tricolores.
Las mujeres de los barrios pobres -donde se sentía la escasez del pan- fueron
quienes tomaron la iniciativa, pronto seguidas por hombres armados. “¡A
Versalles!” fue la consigna que se propagó el 5 de Octubre de 1789. En pocas
horas, la multitud invadió el Palacio, llegando incluso a los aposentos del
monarca. Tras varias horas de tensión, la multitud se tranquilizó al conseguir
que l Rey no sólo prometiera ratificar la Declaración de los Derechos del Hombre
y del Ciudadano, sino también, que estaba dispuesto a trasladarse a París para
compartir las vicisitudes del pueblo.
Consecuencias de las jornadas del 5 y 6 de Octubre. -Luis XVI y su familia se
mudaron a la capital y poco después la Asamblea Constituyente -que estableció su
decisión de no separarse del Rey- también se estableció en París. El resultado
concreto fue que ahora las máximas autoridades de Francia convivían con las
masas. Versalles había sido una creación para apartar a la monarquía del pueblo,
a fin de que la Corte pudiera llevar una vida relajada y entretenida sin ver
miseria o soportar propuestas. Ahora, no sólo Luis XVI estaba expuesto a los
reclamos populares, también lo estaba la misma Constituyente, cuyo recinto
comenzó a poblarse con el público, que manifestaba aprobación o desagrado a sus
acciones. La familia real se estableció en las Tullerias.
Agrupamientos internos de la Constituyente: Izquierda, Centro y Derecha. Los
Clubs. -Dos legados importantes de la Revolución Francesa son el vocabulario
político y los partidos. Los Estados Generales era una representación de la
estructura corporativa medieval con sus tres órdenes. Al fusionarse con la
Asamblea Nacional, desaparece la representación estamental y surge la
representación nacional. Los diputados ya no pertenecen al Clero, la Nobleza,
etc., sino expresan a la Nación como conjunto. Pero unidad no significa
uniformidad: Los representantes tenían personalidades diferentes e ideas
diferentes respecto a qué medidas eran mejores para la Nación. Y ello no tardó
en evidenciarse en los lugares donde se sentaban. A la derecha de la presidencia
se ubicaron aquellos que defendían el antiguo régimen o pretendían
modificaciones mínimas. A la izquierda estaban los que sostenían todo lo
contrario. Había un centro de indecisos, que a veces opinaba igual que la
izquierda y otras, igual que la derecha. De aquí surge el lenguaje político
contemporáneo.
Aquellos representantes tenían idénticas opiniones, comenzaron a reunirse fuera
de la Asamblea y así surgieron clubs -en la terminología británica- o
sociedades. Al convocarse ellos Estados generales, los representantes recién
electos no se conocían entre sí y la mayoría no tenía experiencia parlamentaria,
salvo excepciones como Marat que había vivido en Inglaterra. Los clubs sirvieron
entonces como cohesión ideológica y permitieron definir estrategias comunes.
Nuestros partidos políticos actuales derivan de aquí.
Los dos sectores más famosos de la Revolución fueron los jacobinos y los
girondinos, aunque sus diferencias ideológicas son bastante discutibles y
relativas. Ambos abarcaban la clase media, aunque los jacobinos luego atrajeron
a la alta burguesía y los girondinos a la clase baja, desatándose un conflicto
entre ambos.
Los jacobinos recibieron su nombre por haberse instalado en un convento que
perteneció a unos monjes llamados “jacobinos”. Remplazaron a los girondinos en
la izquierda.
Los girondinos no empleaban esa palabra, porque proviene de Giron; un
departamento de Francia, del cual eran originarios sus principaees líderes. Al
inicio, eran la “izquierda” aunque luego fueron remplazados por los jacobinos.
Luego estaban los fuldenses, que reunieron a la burguesía moderada y los
cordeleros, que reunieron a los sectores humildes. Uno de los fundadores
cordeleros fue el abogado Georges Danton, y luego perteneció el médico y
periodista Jean Paul Marat.
Estos Clubs eran sumamente flexibles en sus inicios, por eso es muy común ver en
los registros históricos a cordeleros tomando la palabra en el Club Jacobino o
leer los nombres de fuldenses o girondinos también firmando sus actas.
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Periódicos. -Las nuevas libertades concedidas por la Asamblea Constituyente
favorecieron la multiplicación de periódicos. El diario más famoso fue sin duda
L’ Ami du Peuple (El Amigo del Pueblo) del médico Marat. En 1789, Marat tenía 46
años, siento “viejo” para los parámetros de la época, pero aún así se convirtió
en un ídolo para la generación revolucionaria.
L’ Ami du Peuple y Le Pere Duchésne (Papá Duschésne) de Hébert eran los más
leído entre los sectores populares. Le Patriote Francais de Brissot y Les
Revolutions de France et de Brabant de Desmoulins resultaban preferidos por las
clases medias. El estilo de la época no era de ningún modo “imparcial”. La mayor
parte de los diarios consistían en editoriales apasionados, tomas de posición a
favor o en contra del Rey o de los representantes de la Constituyente, sin que
faltaran chimentos, difamaciones, etc.
Conflicto con el Clero. Huida del Rey. -La Asamblea Constituyente era
mayoritariamente monárquica y moderada -aún en el sector de izquierda-. Pero las
presiones populares y la situación económica la condujo, a menudo, mucho más
allá de las intenciones de la burguesía dominante. Así sucedió, por ejemplo, con
el conflicto con el Clero. Ya desde la Declaración de los Derechos del Hombre y
del Ciudadano se tomaron las primeras medidas que eliminaban los abusivos
privilegios económicos de la Iglesia. Eran pedidos solicitados en varios de los
cahiers y, además, contaban con el apoyo de importantes sectores del bajo Clero.
El proceso culminó a principios de 1790, con la sanción de la Constitución Civil
del Clero.
La Constitución Civil del Clero era parte de la reorganización territorial de
Francia y la democratización del sistema: Las 134 diócesis del Ancien Régime
fueron reducidas a 83 y los sacerdotes debían ser elegidos por sus comunidades
locales. Esto significaba que el Papa dejaba de dar la investidura, por lo que
el Vaticano condenó el año siguiente la Constitución Civil del Clero.
La Iglesia francesa quedó dividida: Los sacerdotes juramentados o
constitucionalistas aceptaron la Constitución Civil, los sacerdotes refractarios
la rechazaron. Los refractarios se sumaron pronto a las filas
contrarrevolucionarias.
El Rey tuvo que ratificar las decisiones de la Constituyente, pero el 20 de
Junio de 1791 abandonó sigilosamente París junto a su familia dirigiéndose hacia
la frontera alemana. Desde que la Asamblea abolió los privilegios feudales,
muchos nobles habían emigrado estableciéndose en la ciudad alemana de Coblenza.
Allí se estaba formando un núcleo conspirador contra las reformas: Si el Rey se
unía a ellos, podían pedir auxilio a otros monarcas europeos y restablecer el
Antiguo Régimen. El hijo de un maestro de postas reconoció a Luis XVI cuando el
carruaje pasó por Santie Menehould y dio aviso. En la siguiente localidad el Rey
fue interceptado y devuelto a París con la escolta de una multitud indignada.
La Asamblea Constituyente suspendió provisionalmente los poderes del Rey y le
asignó una custodia permanente en el Palacio de las Tullerias. Otra consecuencia
fue el crecimiento de las ideas republicanas: No sólo era evidente que Luis XVI
estaba dispuesto a hacer cualquier cosa, hasta hacer invadir Francia por tropas
extranjeras para recobrar su poder; sino además, el nuevo sistema no necesitaba
del Rey en absoluto, como lo probó le hecho de que las autoridades -nacionales y
locales- continuaron funcionando en condiciones normales durante los cinco días
de fuga real.
La Fusillade du Champ-de-Mars. -Después de la fuga, se dio en la constituyente
un discurso exaltado de los cordeleros, que impulsaron una gran petición para
destituir y castigar a Luis XVI. Se dispuso convocar al pueblo para el 17 de
Julio de 1791 en el Campo de Marte, donde se realizó la fiesta de la Federación.
Lafayette fue enviado con sus guardias, pero encontró una multitud hostil.
Cuando los intimó a disolver la reunión recibió una lluvia de piedras, y luego
le dispararon, sin consecuencias. Ordenó responder con fuego y hubo 50 muertos.
Quedó en la historia como “Fusilería (o matanza) del Campo de Marte”
La mayoría de la Asamblea Constituyente seguía siendo monárquica: En contra de
expresos pedidos populares, la Constitución fue sancionada en Septiembre de
1791, volviendo a depositar el control del Poder Ejecutivo en manos de Luis XVI,
cuya persona fue declarada “inviolable” a pesar de las críticas y protestas de
los jacobinos. A su lado funcionaría una Asamblea Legislativa que se ocuparía de
la sanción de leyes. Por último, se organizaba un Poder Judicial autónomo, con
jurados designados por el pueblo. Con esto la Asamblea Constituyente dio por
concluida su labor y se disolvió el 30 de Septiembre de 1791. En vez de una
transición pacífica y ordenada, la Asamblea Constituyente se vio presionada de
un lado y de otro; por los nobles reaccionarios y la acción espontánea del
pueblo y terminó sin satisfacer a ninguno.
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5. La Asamblea Legislativa
La historia de la Asamblea Legislativa se puede resumir en dos grandes sucesos:
1) El estallido de la guerra con Europa, que durará 23 años más, aunque con
breves treguas. 2) Las grandes movilizaciones populares, incontenibles y
exigentes que culminarían con la caída de la monarquía y la disolución de la
Asamblea misma, desplazada por otro órgano: La Convención Nacional.
El 14 de Septiembre Luis XVI juró respetar la Constitución y el 1 de Octubre de
1971 se reunieron los primeros diputados de la flamante Asamblea Legislativa.
Siguiendo una iniciativa de Roberpierre, se acordó que ninguno de los miembros
de la Constituyente se presentaría como candidato a la Legislativa. De este
modo, el nuevo órgano quedó en manos de hombres nuevos y jóvenes. Los
representantes repitieron la costumbre de la constituyente de izquierda, derecha
y centro.
El nuevo gobierno tenía poderosos enemigos dentro y fuera: En el interior, el
Rey y la Corte, mas los sacerdotes refractarios. En el exterior, los émigrés y
las monarquías europeas, principalmente la de Austria, a cuya familia pertenecía
la Reina. Además, la Asamblea Legislativa pronto se vio inmersa en una crisis
económica -el abastecimiento de las grandes ciudades era precario y comenzaron
algunos saqueos.
Conflicto externo. Europa. Los émigrés. -Ya después de la fuga del Rey, el
Emperador Leopoldo II de Austria y el Rey de Prusia habían emitido la
Declaración de Pillnitz invitando a una intervención militar conjunta de todas
las monarquías europeas.
La expropiación de las tierras y la confiscación de bienes de la Iglesia ya
habían generado protestas de príncipes alemanes, tanto laicos como
eclesiásticos, que disponían de señoríos en Alsacia. Estos nobles fueron con sus
reclamos a las autoridades de sus países. Aunque el gobierno francés ofreció
indemnizarlos, sus propuestas fueron rechazadas por Austria y Prusia. España
retiró a su embajador, luego de la fuga del Rey a Varennes. En Inglaterra se
empezó a ver con recelo la Revolución Francesa, aunque más por temor al
crecimiento de una potencia rival.
El detonante de la guerra fueron las actividades de los émigrés al otro lado de
la frontera, principalmente en la ciudad de Coblenza -otros se hallaban en
Milán-; emitían proclamas, amenazas, presiones a los gobiernos europeos e
incluso se habían puesto a formar un “ejército contrarrevolucionario”. La
Asamblea Legislativa votó por decreto que intimaba a los emigrados a regresar a
Francia, bajo pena de confiscarles sus bienes y tratarlos como enemigos, pero
Luis XVI usó su poder de veto para suspenderlo. La Legislativa insistió hasta
que finalmente se dirigió una nota al elector alemán de Tréveris, exigiéndole
poner fin a las actividades de los emigrados. También se elevaron notas
similares al príncipe de Maguncia y el Emperador de Austria.
Hubo un par de notas más y negociaciones. Austria pactó con Prusia, lo que
implicaba que si la primera entraba en guerra con Francia, lo haría también la
segunda. Finalmente, ante la falta de respuesta a los reclamos, se desembocó en
la declaración de guerra. A esta situación se llegó por la rara convergencia de
intereses sumamente distintos: Luis XVI, La Corte y la Reina confiaban en que
una victoria de la contrarrevolución lo restablecería en el trono; los patriotas
-izquierda en general- creían que la “exaltación nacional” los unificaría y la
burguesía, habiendo advertido que el nuevo gobierno no había solucionado los
problemas de déficit y continuaba temiendo una bancarrota, esperaba que una
victoria militar permitiría algún botín. Solo algunos jacobinos se opusieron a
la guerra: Robespierre (“el incorruptible” y Marat, desde las páginas de Amigo
del Pueblo.
Las primeras batallas -en Bélgica- resultaron desfavorables para los franceses y
rápidamente la cólera popular se concentró en la figura del Rey -que hacía uso
de su poder de veto para seguir frenando decisiones de la Asamblea Legislativa
-y la Reina- de quien se decía que pasaba información al enemigo.
Terminología. Símbolos. -Por esta época se difundió la palabra sans-culottes.
Estos eran los pobladores más humildes de París, que usaban un pantalón largo
rústico en lugar del culotte (calzón) corto característico de los nobles del
Ancien Régime. Sans-culotte adquirió la categoría política de “proletario”
-término posterior, pero con idéntica carca ideológica.
También en ese momento surge la Marsellesa. Fue una marcha que entonaron los
voluntarios Marsella que llegaron a París para formar el “Ejército del Rin” -es
decir, el que iba a combatir en ese frente-. Resultó ser pegadiza y se convirtió
en el himno revolucionario, no sólo en Francia, sino internacionalmente.
Finalmente, esta enumeración de símbolos revolucionarios, hay que mencionar a
los bonetes rojos -el gorro frigio del escudo nacional de Argentina-.
Originalmente se trataba de una prenda para presidiarios, pero
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al ser éstos identificados como opositores o víctimas del Viejo Régimen,
adquirió el sentido de emblema popular o revolucionario.
Manifiesto del Duque de Brunswick. Objetivo declarado: “Arrasar París”. –
Francia no sólo tenía que hacer frente a ejércitos austriacos (unos 29 mil
soldados) sino también a las tropas prusianas (40 mil hombres) que avanzaban
conducidas por el Duque de Brunswick, a quien se añadió un ejército de 5 mil
emigrados.
El 11 de Julio la Legislativa proclamó “la patrie en danger” (la patria en
peligro), fórmula que se invocaba para la conscripción obligatoria. Pocos días
más tarde París conoció el llamado Manifiesto de Brunswick, que amenazba con las
más terribles represalias sobre la población civil si el Rey o la Reina sufrían
cualquier ultraje. Detrás del manifiesto se escondía la rabia de los emigrados y
la pluma de María Antonieta.
Caída de la Monarquía. La Jornada del 10 de Agosto. El 3 de Agosto, todas las
secciones de París menos una (47/48) exigieron la destitución del Rey, pero la
Legislativa se negó a contestar y a partir de ese momento, terminó rebasada por
la acción del pueblo. En la noche del 9 al 10 de Agosto se formo en París una
Comuna Insurrecta, que por la mañana, organizó a los voluntarios patriotas
llegados de las provincias y avanzó hacia el Palacio de las Tullerias.
Tras varias discusiones y dudas, Luis XVI decide refugiarse en el interior de la
Legislativa con su familia - sólo tenía que atravesar un patio, porque la
Asamblea Legislativa sesionaba en el otro extremo del mismo palacio-. Mientras
tanto hubo un inútil combate sangriento, que terminó con la toma de las
Tullerias por el pueblo.
La Asamblea Legislativa recibió bien al Rey, pero era obvio que la situación se
le escapaba de las manos. Al confirmarse la toma de las Tullerias, se votó la
suspensión, no destitución de Luis XVI. Correlativamente, la Asamblea
Legislativa decretó la convocatoria a una Convención Nacional a efectos de
definir el régimen constitucional, es decir, si persistiría la monarquía o se
declararía la república. Esta convención, dada por la victoria popular, sería
electa por sufragio universal.
Nuevo Gobierno: Danton, Ministro de Justicia. -La Comuna Insurrecta del 10 de
Agosto, lejos de disolverse una vez cumplido su propósito, consolidó su poder e
impuso sus exigencias a la Asamblea Legislativa. Se designó un Consejo de
Ministros compuesto por miembros de la Asamblea misma, con predominio girondino,
entre los que destacaba Roland. La figura ascendente fue Danton, de los
cordeleros, aunque también popular entre los jacobinos, uno de los protagonistas
del levantamiento, a quien se le confió el Ministerio de Justicia.
Traición de Lafayette. -La guerra continuaba mal cuando Lafayette desertó. Se
había indignado al conocer los sucesos del 10 de Agosto y la suspensión del Rey.
Ya se mostraba más del lado de la monarquía que del pueblo. Antes del 10 de
Agosto, había hecho llegar mensajes a la pareja real, ofreciéndoles auxilio para
trasladarse a Normandía, donde había un núcleo de partidarios de Luis XVI; la
ayuda fue negada por María Antonieta, que lo consideraba uno de los responsables
de la Revolución. Después del 10 de Agosto, Lafayette intentó sublevar a sus
soldados contra la Asamblea, y habiendo fracasado, huyó a Bélgica.
En el interior del país estallaron revueltas realistas. Desde las páginas de L’
Ai du Peuple, Marat clamaba contra los “traidores” y “conspiradores” que estaban
entregando Francia a os enemigos
6. La Convención
La Convención comenzó proclamando la República y a continuación, sometió a
proceso a Luis XVI, condenándolo a muerte. La guerra se extendió prácticamente a
toda Europa y simultáneamente estallaron insurrecciones realistas en el interior
de Francia. La crisis política llevó a los revolucionarios a tomar medidas
drásticas para aplastar a sus enemigos interiores y exteriores. A tal efecto se
crearon organismos especiales, como el Comité de Salud Pública y el Tribunal
Revolucionario. Fue la época de las ejecuciones masivas en la guillotina. Pronto
los mismos dirigentes de la Revolución comenzaron a aniquilarse entre sí: los
girondinos, que habían tratado de salvar la vida de Luis XVI, fueron arrestados
y ejecutados, lo que dejó a la Convención bajo dominio jacobino, pero también
entre estos estallaron diferencias.
Dividiremos la historia de la Convención en tres etapas:
1. Convención girondina: Des del inicio de sus sesiones hasta la caída de los
girondinos
2. Convención jacobina: Predominio jacobino
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3. Convención termidoriana: Caída de Robespierre hasta el reemplazo de la
Convención por el Directorio.
La Convención Girondina
Características de la Convención. Composición. -En la Convention Nationale -como
se llamaba oficialmente- se diferenciaron tres grandes sectores: A la derecha,
los girondinos; a la izquierda, los jacobinos; en el “centro”, que era
mayoritario, los indecisos que se volcaban de un lado o del otro según las
circunstancias. De esta época proviene la denominación montagnardes (montañeses)
aplicada usualmente a los jacobinos (o la Montaña) a causa de que los asientos
de la izquierda se encontraban algo más altos que el resto -esto también incluía
a los cordeleros, porque los jacobinos eran el partido más importante de
izquierda, pero no el único-. También los vacilantes del “centro” -el “partido
de expectación y silencio”- recibieron el apodo de plaine o marais (“llanura” o
“pantano”).
La ciudad de París había votado mayoritariamente montañeses, así como algunos
importantes centros urbanos del interior. Los departamentos -antiguas
“provincias”- designaron representantes moderados o girondinos. La diputación de
París comprendía 24 representantes, entre los que se destacaron Robespierre (el
incorruptible), Danton y Marat (el amigo del pueblo), todos alineados a la
izquierda.
La Gironda sabía que las secciones de París le eran hostiles, de modo que pronto
comenzó una larga lucha tendiente a disminuir el poder de la Commune de la
ciudad, cuyos dirigentes eran montañeses. Correlativamente, los girondinos
buscaron respaldo en los departamentos, mitad por razones obvias y mitad por
convicciones, porque admiraban el modelo federal norteamericano.
La República. -A pesar de sus diferencias, montañeses y girondinos habían votado
en contra del Rey. La monarquía había recibido una especie de “voto castigo”. En
su primera sesión, se aprobó el texto “La Convención Nacional decreta que la
monarquía queda abolida en Francia y que todos los documentos públicos llevaran
el encabezamiento fechado como año I de la República”.
Situación militar: Victorias francesas. -Al mismo tiempo que la Convención se
reunía, las tropas francesas del norte lograban su primera victoria. A
continuación, las tropas francesas tomaron la ofensiva, avanzando sobre Bélgica
(N), Magnuncia (Este) y Saboya y Niza (S). Fue la “cruzada de la libertad”: En
todas parte, los franceses se presentaban como “amigos y hermanos” contra el
despotismo monárquico y eran recibidos con banderas tricolores y la Marsellesa.
A mediados de Noviembre la Convención declaró que la Nación Francesa acordará
fraternidad y socorro a todos los pueblos que quisieran recobrar la libertad y
enmendar el poder ejecutivo.
“Guerra a los castillos, paz para las chozas” fue el emblema político del
momento. Un mes después, en Diciembre, la Convención aprobó un decreto por el
que se abolían todos los derechos feudales y privilegios nobiliarios en los
territorios ocupados por Francia.
Las coronas europeas observaron la situación con inquietud creciente, ya que
para ellos se estaba realizando la vieja ambición de Richelieu: Una Francia con
fronteras naturales -los Pirineos, los Alpes y el Rin-lo que significaba una
potencia demasiado fuerte en el concierto europeo, que modificaba el equilibrio
de fuerzas del momento.
Proceso a Luis Capeto. -La razón de ser de la Convención era dictar una nueva
Constitución y resolver la situación del Rey, momentáneamente suspendido y
arrestado. Mientras un Comité examinaba los documentos secuestrados del asalto
al Palacio de las Tullerias del 10 de Agosto, los jacobinos impulsaban una
sanción expedita contra el monarca. Los girondinos vacilaban, de un lado, no
querían ceder la iniciativa a los montañeses, pero del otro, se daban cuenta de
que sus rivales políticos expresaban los ánimos populares. Finalmente, se
resolvió que la propia Convención, convertida en Alta Corte de Justicia,
procesaría a Luis XVI.
En medio de los debates, un día se presentó Roland, el Ministro de Interior en
la Convención y entregó a la Presidencia un grupo de documentos que acababan de
ser descubiertos en el Palacio de las Tullerias por un operario. Se hallaban
bien ocultos deliberadamente -aclaró el Ministro- en un hueco de la pared,
dentro de una caja de hierro. Esos papeles comprometían gravemente a la Corona:
figuraban en ellos planes contrarrevolucionarios y sobornos a diversos
representantes de la Constituyente y la Legislativa para realizarlos. La
indignación que estalló enseguida, definió la suerte del Rey: Se aprobó su
juzgamiento, iniciándose de inmediato la instrucción y redacción de los cargos.
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Luis XVI fue citado antes la Convención y tuvo la oportunidad de defenderse
-hasta pudo elegir tres abogados-, pero era obvio que gozaba de poca simpatía
entre los convencionalistas. “No tenemos una sentencia que dictar, sino una
medida de salvación pública que tomar” se decía. Finalmente, el citoyen Luis
Capeto fue declarado culpable de “conspiración contra la libertad pública y la
seguridad general del Estado” y sentenciado a muerte, pena que se ejecutó en la
Plaza Pública utilizando la guillotina, en Enero de 1793.
El proceso a Luis XVI acentuó las diferencias entre jacobinos y girondinos, ya
que estos últimos trataron de evitar la aplicación de la pena de muerte,
temerosos de las consecuencias.
La Primera Coalición contra Francia. –“Inglaterra comenzó a interesarse por la
suerte de Luis XVI el día que los franceses entraron en Amberes. Europa,
asustada por la teoría de las fronteras naturales y por la guerra de propaganda,
se valió de este “crimen” (la muerte del Rey) como pretexto para coaligarse
contra Francia”.
Luego de la ejecución de Luis XVI, los aliados originales ya en guerra (Austria
y Prusia) se sumaron varios países más, incluyendo Inglaterra. “Con excepción de
Suiza, Turquía y los Estados escandinavos, Francia se hallo en conflicto con
Europa entera”. Las victorias francesas alteraban el sistema de equilibrio
imperialista. En Inglaterra particularmente, les preocupaba tener franceses en
los puertos belgas, frente a sus costas. Por eso Inglaterra fue el eje principal
de la coalición contra Francia, papel que continuó los próximos 23 años. La
marina inglesa superaba ampliamente a la francesa.
Descalabros franceses. Traición de Dumoriez. Levantamiento de la Vendée. -La
suerte de la fuera volvió a ponerse contra Francia, cuyo gobierno, además de
enfrentar a los enemigos exteriores, tuvo que reprimir rebeliones interiores. El
general Dumoriez, conductor de las tropas francesas en el frente norte, que
había logrado las victorias de Valmy y Jemmapes, decidió pasarse al enemigo.
Esto enfureció al pueblo, pero ya se sospechaba de él: se lo había visto
indignado por el 10 de Agosto y el proceso a Luis XVI. Su posición política
estaba próxima a los girondinos, pero también era ambicioso y lo tentó la
posibilidad de convertirse en dictador de Francia, liberar a María Antonieta y
al Delfin y continuar ejerciendo el poder en nombre de este último. Intentó
conducir a sus soldados a París, pero como estos se negaron, huyó hacia las
filas austriacas acompañado por su ayudante de campo, hijo del Duque de Orleáns.
Luego la historia lo conocerá como Luis Felipe I.
A esto se le sumó el levantamiento de la Vendée, una región francesa poblada
mayoritariamente por campesinos. Allí los realistas aprovecharon el descontento
causado por una crisis agrícola y la resistencia al reclutamiento en masa
promovido por la Convención. La Vendée se alzó contra el gobierno y fue el foco
principal de la contrarrevolución en los siguientes años.
Los Comités. El Comité de Seguridad General y el Comité de Salud Pública. -La
Convención creó comités con el propósito de analizar y resolver situaciones
urgentes, delegándoles poderes especiales y exigiendo que rindieran cuentas. Uno
fue el Comité de Seguridad Nacional, encargado de la policía política y dotado
de funciones ejecutivas, legislativas y judiciales. Pero la magnitud de
problemas creados por el estallido de focos contrarrevolucionarios determinó que
fuera necesario un organismo más con facultades extraordinarias, dando origen al
Comité de Salud Pública, que rápidamente se transformaría en el verdadero poder
de Francia.
Conflictos entre la Gironda y la Montaña. El primer Terror. Caída de los
girondinos. -Las noticias alarmantes que llegaban a París exacerbaron las
discusiones en la Convención, ya que girondinos y jacobinos se echaban
mutuamente culpas. Al mismo tiempo, el pueblo, movilizado por la Commune, exigía
medidas drásticas. Así, la Convención votó el destierro perpetuo para todos los
emigrados, la confiscación de sus bienes y la pena de muerte para cada apresado.
El cumplimiento de estas medidas se confirió a Comités de Vigilancia que se
establecerían en cada comuna. También se aprobó la creación de un Tribunal
révolutionnaire (Tribunal Revolucionario). La Convención despachó representantes
del pueblo en misión a las provincias para reclutar a los soldados que
necesitaba el frente y proceder a los castigos decretados contra los enemigos de
la Revolución. Fue el primer Terror.
La traición de Dumoriez, “el hombre de la Gironda”, resultó un gran golpe para
los girondinos. Ya desde Marzo hubo un intento de excluirlos de la Convención,
que no prosperó, pero se votó el establecimiento del Tribunal Revolucionario. El
Centro se había corrido hacia los jacobinos, que ahora dominaban el Comité de
Salud Pública.
Los girondinos cometieron un error: Atacar a Marat. Lo acusaron ante el Tribunal
Revolucionario, pero
Marat salió absuelto. El precedente sentado era grave: a partir de ese momento,
cualquier convencional
podía ser sometido a proceso. En el interior la situación se siguió complicando:
la burguesía de las provincias
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rechazaba las medidas de los representantes de la Convención. De esta forma, los
girondinos venían recibiendo los peores apoyos: burgueses enriquecidos que no
querían hacer el menor sacrificio o relistas encubiertos, que enarbolando la
bandera del federalismo sólo pretendían terminar con la Revolución. Un incidente
en Lyon desencadenó la caída de la Gironda: El gobierno municipal de Lyon estaba
en manos de los jacobinos, la burguesía se rebeló y la Guardia local tomó la
municipalidad, arrestando a los jacobinos lyoneses. Como en el movimiento
también habían tomado parte los girondinos locales, apenas se supo en París, la
Communa, que controlaba las fuerzas armadas de la ciudad, hizo rodear la
Convención exigiendo la detención inmediata de la Gironda.
Tras unas largas y dramáticas discusiones, la Convención misma dispuso que 29
representantes girondinos fueran excluidos de su seno.
Convención Jacobina (Julio 1793- Julio 1794)
La caída de los girondinos mutiló la Convención y dejó una secuela de odios
-poco después la girondina Carlota Corday asesinó a Marat- pero, por otro lado,
terminó con los debates interminables y unificó al gobierno para hacer frente a
los enemigos de Francia, que se habían multiplicado después de la ejecución del
Rey.
La Constitución del Año I. -Ahora que los jacobinos controlaban la Convención,
pudo finalmente sancionarse una nueva Constitución republicana. Previamente el
debate venía estancado por dos proyectos de Declaración de Derechos, uno
presentado por el girondino Condorcet y otro por Robespierre. Ambos proyectos
eran democráticos, diferenciándose por algunos matices como los rasgos más
“socialistas” del proyecto de Robespierre.
La nueva Constitución, presentada por Hérault, retomó el proyecto de
Robespierre, aunque sin ignorar las propuestas de Condorcet, dando como
resultado una normativa muy avanzada, que no se limitaba a los derechos
individuales de la Constitución de 1789 (libertad, igualdad, propiedad, defensa
en juicio, etc.), en realidad, ahora se los ampliaba con derechos económicos y
sociales (derecho a la vida, al trabajo, etc.) Complementariamente, la
Convención tomó medidas tendientes a un activo intervencionismo estatal a favor
de los sectores más débiles -como mecanismos asistenciales para viudas y
ancianos (28/6/1793). Francia contaba así con una legislación que superaba
cualquiera de las de su época y no volvería a verse sino hasta el siglo XX, al
llegar el Estado Social de Derecho o Estado de Bienestar.
Esta Constitución “progresista” fue ratificada, pero no tuvo oportunidad de
aplicarse.
La insurrección federalista. Ciudades entregadas a los ingleses. La Vendée.
Asesinato de Marat. -En los departamentos crecían las resistencias al gobierno
revolucionario. Al clero y los nobles se les sumaba el descontento burgués -la
nueva “aristocracia mercantil”-. La detención de la Gironda agregó un motivo
más: En setenta departamentos estallaron levantamientos.
Los realistas aprovecharon los particularismos y celos regionales para hacer su
propio juego: el Conde de Précy resultó el principal dirigente de la sublevación
de Lyon y al triunfar el movimiento, llamó a la escuadra inglesa, quienes
ocuparon la ciudad. Lo mismo sucedió en Marsella y en Tolon. Y por si fuera
poco, también en las colonias hubo problemas. La Convención abolió la esclavitud
-en realidad, estaba abolida en territorio francés, pero ahora se extendió
también a territorios de ultramar- generando un levantamiento de los
propietarios de esclavos en Santo Domingo. Al mismo tiempo, proseguía la
rebelión de La Vendée: La alianza de nobles y campesinos derrotaba con facilidad
a las tropas “azules” -así les llamaban a los leales a la Convención- enviadas
por París.
También Julio fue el mes de los descalabros militares en la lucha contra los
invasores. Otro suceso ocurrió el 13 de Julio, una joven llamada Charlotte
Corday, se presentó en el N°30 de la calle de los Cordeleros, casa de Marat, que
en ese momento tomaba uno de sus prolongados baños -por la enfermedad que
padecía en la piel-. Corday dijo tener información confidencial urgente para
suministrar a Marat a solas, y como era usual que El Amigo del Pueblo recibiera
este tipo de información, fue admitida. Marat se hallaba sumergido hasta el
pecho en una tina, con una toalla empapada en vinagre sobre su cabeza y un
tablón en el que se apoyaba para escribir. Charlotte Corday extrajo un puñal e
hirió de muerte a Marat. De este modo, esta muchacha de una familia provinciana
noble vengó a los girondinos, partido al que había adherido.
Pero en realidad, creó un mártir de la revolución, y aportó otro elemento para
el Terror.
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El Terror. -Dictada la Constitución del Año I (1793), la labor de la Convención
había concluido, y no quedaba más que disolverse para poner en funcionamiento la
nueva normativa. Sin embargo, todos los conflictos determinaron que la
Convención resolviera postergar la aplicación de la nueva Constitución y en su
lugar implantara un “régimen provisional” para aterrorizar a los enemigos
internos y externos. Ya en los mismos departamentos que refrendaron la
Constitución se remitieron pedidos a París pidiendo la postergación de su
aplicación. El 10 de Octubre de 1793 la Convención sancionó un decreto que
establecía “el gobierno de Francia será revolucionario hasta la paz”.
El mismo día se reforzaron las facultades del Comité de Salud Pública y comenzó
el concepto de dictadura revolucionaria, que luego se vuelve a encontrar en el
marxismo. La fuente teórica de los jacobinos provenía de la República romana,
uno de los modelos que procuraba imitar. Allí existía una dictadura provisoria
para situaciones excepcionales. Bajo las órdenes del Comité de Salut Public,
todos los sospechosos fueron arrestados y se ampliaron los poderes del Tribunal
révolutionnaire.
Los girondinos, que habían tomado parte en la insurrección federalista, fueron
las primeras víctimas de las represalias: el 30 de Octubre, ese los condenó a
muerte.
La guillotina empezó a funcionar aceleradamente por ella pasaron Madame Roland,
María Antonieta, Bailly (el primer alcalde de Paris), Barnave e incluso algunos
generales. En los departamentos, los Comités de Vigilancia también aplicaron el
Terror.
El objetivo del Terror no era sólo asegurar la fuerza del Estado, sino también
el bienestar del pueblo. Por ello existió un “terror económico” complementario,
es decir, toda una serie de medidas para asegurar la subsistencia. Como los
precios de los alimentos se habían disparado, en París se estableció un tope que
primero se aplicó al grano, para extenderse a todo producto de primera necesidad
(carne, madera, carbón). Los comerciantes que se negaban a vender en tasaciones
fijadas eran considerados “traidores” y podían terminar en la guillotina.
También hubo requisas y confiscaciones.
El Calendario Revolucionario. -En su primera sesión la Convención proclamó la
República y dispuso que a partir de ese momento se fecharan los documentos
oficiales como “Año I”. El conflicto en el clero y la condena del Papa
profundizaron las tendencias anticristianas, adoptándose un nuevo calendario,
cuyos meses recibieron nombres basándose en estados de la naturaleza o
actividades agrícolas. El 22 de Septiembre de 1793, aniversario de la República,
se convirtió en el 21 de Vedimiario del Año II de la Libertad”.
Situación militar: De la defensa Nacional a la ofensiva. -Después de la traición
de Dumoriez, los ejércitos extranjeros recuperaron la iniciativa: Maguncia
volvió a caer en manos de los prusianos y lo mismo sucedió con Bélgica. El
enemigo ingresó nuevamente en territorio francés y la ruta hacia París quedó
abierta. En el frente sur, los franceses estaban ocupados asediando Lyon y
Tolon, que habían sido entregadas a los ingleses e incluso tropas españolas
atravesaron los Pirineos, batiendo a los defensores.
El Comité de Salud Pública declaró que no iba a negociar nada con los invasores
de Francia y no admitiría otra diplomacia que la de los cañones y la victoria.
El pueblo de París no sólo lo apoyaba, sino que exigía la guerra. Se ordenó la
leva en masa, es decir, el reclutamiento de todos los varones capaces de
combatir. También se aprobó la amalgama, es decir, la fusión de los regimientos
veteranos con los voluntarios y los reclutados, reuniendo así la experiencia con
el entusiasmo patriótico.
Con estas medidas y una intensa acción moral, la invasión fue detenida hacia
fines de 1793 y para comienzos de 1794, las tropas francesas volvían a avanzar,
recuperando las “fronteras naturales”.
División de la Montaña: “rabiosos” e “indulgentes”. Lucha y exterminio de las
facciones. La reacción de Termidor. -Los montañeses representaban a la clase
media aliada con la clase baja de París, por ello, si bien los unían ciertas
ideas comunes (democratismo, populismo, etc.), en verdad existían diferencias
que pronto estallaron.
Había un sector más radical, con fuerte apoyo en los sans-culottes y en la
comuna de París, que aspiraban a una república completamente igualitaria,
alentando medidas contra los ricos. Su principal representante era Hébert, que
ocupaba un importante cargo en la Commune de París y publicaba el periódico Pére
Duchsene, vocero fundamental del sansculottismo. Por ello son conocidos como
“Hébertistas”, aunque también se los ha llamado “extremistas” o “rabiosos”. En
general, eran anticlericales, anti nobiliarios y antimonárquicos, partidarios de
continuar la guerra con Europa hasta derrotar a todos los enemigos de Francia.
También deseaban mantener el Terror como herramienta para alcanzar sus objetivos
políticos. Algunas de sus ideas anticipaban los principios socialistas. Los
bolcheviques tomaron mucho de ellos.
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Otro sector de los jacobinos se agrupaba en torno al liderazgo de Danton. A
diferencia de los exagérés, los “dantonistas” pensaban que había llegado el
momento de terminar con el Terror y procurar negociar con Europa, para terminar
con la guerra. Por ello se los llamó “indulgentes” o “moderados” (modérés).
Entre ambos grupos existía un tercer alineamiento conducido por Robespierre. El
Incorruptible se unió a Danton para neutralizar a los “rabiosos” que terminaron
en la guillotina (4 de Germinal del Año II- 24 de Marzo de 1794). A
continuación, estallaron diferencias entre Robespierre y los modérés, dando por
resultado la ejecución de Danton y sus partidarios.
Todas estas purgas diezmaron a los jacobinos y posibilitaron la reacción del
viejo centro de la Convención, el “pantano” de indecisos, que primero osciló
entre girondinos y jacobinos, para volcarse a los jacobinos, y luego sobrevivió
durante el Terror. El detonante fue cuando Robespierre pronunció un discurso el
26 de Julio de 1794, que fue interpretado como la amenaza de una nueva
depuración que iba a afectar a miembros importantes de la Convención. Todos los
anti robespierristas se juntaron -jacobinos disidentes “dantonistas” y
girondinos que habían conseguido salvarse de la guillotina mediante un prudente
anonimato, mas burgueses moderados del centro- y al día siguiente, el
Incorruptible fue recibido en la Convención con una silbatina y un escándalo que
le impidió hablar. Se aprobó de inmediato su arreglo y el de sus partidarios,
que fueron guillotinados sin proceso alguno un par de días después.
La convención termidoriana (Julio de 1794 a Octubre de 1795)
El término reacción termidoriana ha quedado en la historia como sinónimo de un
movimiento contrarrevolucionario que se produce en el seno de la propia
revolución. La mescolanza de posturas políticas incompatibles entre sí, excepto
para aglutinarse contra un mismo enemigo, habían derribado a Robespierre,
concluyeron el período del Terror y condujeron a una “derechización”: La
persecución iniciada contra los cómplices de Robespierre, rápidamente se
extendió a los jacobinos en general. El club fue clausurado a finales de 1794,
tras ser apedreado.
La moda y las costumbres evidenciaron el giro a la derecha: Los jóvenes, hijos
de burgueses enriquecidos, ahora empilchaban bien -aunque con cierta exageración
ridícula-, despilfarraban ostentosamente, se divertían en los salones y andaban
buscando jacobinos para golpear con sus palos. Todo era reacción contra la
austeridad de la Convención Jacobina: Desaparecía el culto a las virtudes, el
sacrificio, la exaltación patriótica y demás características dominantes en el
Año II (1793-94).
Inicialmente los termidorianos querían una “reconciliación nacional”: Llamaron a
los girondinos sobrevivientes -que recuperaron sus asientos en la Convención-,
liberaron a los curas refractarios, se mostraron dispuestos a tratar con los
emigrados, pero al mayoría de las buenas señales fueron contestadas con una
cachetada. La reacción se envalentonó: los émigrés hablaron de reponer al Ancien
Régime por completo y ejecutar a los “terroristas”. La República continuó en pie
con su calendario, Tribunal Revolucionario, Comité de Salud Pública, etc.
A las dificultades en las provincias se agregó el descalabro económico en París.
Los termidorianos, que inicialmente mantuvieron el máximum, terminaron por
levantarlo el 24 de Diciembre de 1794 (con la caída de Robespierre, ya nadie lo
respetaba). Todo el intervencionismo y dirigismo jacobino se extinguió, lo que
era una locura sin haber terminado la guerra ni pacificado el país. Los precios
subieron inmediatamente y estalló una especulación desenfrenada cuyas víctimas
directas fueron las clases bajas.
La situación desembocó en un levantamiento popular, donde los jacobinos se
jugaron por última vez a todo o nada. Perdieron: estaban desorganizados y los
sans-culottes carecían de fuerza, desde la purga de los “hérbetistas2, que los
desarticuló ya durante Robespierre.
En París una comisión militar condenó a muerte a 6 jacobinos y hubo arrestos y
deportaciones en masa. En el interior, las cosas fueron peores: Los realistas
aprovecharon para desquitarse, iniciando una cacería y masacre de jacobinos. El
“Terror blanco” del Año III (1794-95) replicaba al “Terror Rojo” del Año II
(1793-94). Lo que antes clamaron horrorizados por las Masacres de Septiembre,
como un atentado a los prisioneros, ahora hacían exactamente lo mismo: tomar las
cárceles para ajusticiar a los jacobinos.
Acuerdos de paz. -Los termidorianos se beneficiaron con el viento de cola del
esfuerzo bélico del Año II (1793-94): Los ejércitos franceses entraron en
Holanda y volvieron a llegar a la orilla del Rin. Pero al levantar las medidas
del Terror (que incluían el envío privilegiado de recursos al frente), los
soldados experimentaron las mismas privaciones que los pobres de París. Se
produjeron muchas deserciones, aunque para fortuna de
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la Convención termidoriana, ello coincidió con nuevas perspectivas políticas en
Europa. La coalición se dislocaba y así algunas potencias aceptaron negociar la
paz. Primero fueron Prusia y España, luego Portugal e Italia. Al promediar 1795,
solo Austria e Inglaterra continuaban en guerra con Francia.
La Constitución del Año III. -La Convención termidoriana no estaba de acuerdo
con la Constitución del Año I (1793), así que en su lugar, se aprobó una nueva
normativa, conocida como la Constitución del Año III (1794-95). En ella se
eliminaban los principios de legislación social de los jacobinos, para retomar
el individualismo de la primitiva constitución de 1789. El sufragio universal se
suprimía, reemplazándose por un régimen de censo donde sólo votan los
“contribuyentes”.
Los termidorianos también se propusieron órganos de gobierno que fueran la
antítesis de la Convención jacobina. Para ello crearon un Ejecutivo reducido de
5 miembros (El Directorio), bien separado del Legislativo, que fue subdividido
en dos Cámaras (Diputados y Senadores). Los termidorianos, conscientes de su
baja popularidad, tomaron una medida complementaria para asegurarse la
continuidad: Dos tercios de los futuros legisladores debían ser elegidos entre
los convencionales. Los realistas, que esperaban ganar las elecciones, se
enfurecieron.
Vedimiario: Levantamiento realista. -El 13 de Vedimiario del Año IV (5 de
Octubre de 1795) los realistas intentaron una sublevación en París que fracasó.
Los termidorianos apelaron a los jacobinos, sacándolos de las cárceles y
usándolos como fuerza de choque. Los viejos montañeses no se negaron: sabían que
una victoria realista los masacraría enseguida junto con los termidorianos.
Barras, un termidoriano corrupto, tuvo la intuición de confíar el mando de las
tropas encargadas de la represión a un joven general que deambulaba
miserablemente por París. Era Napoleón Bonaparte. De poco le había valido el
mérito de haber conquistado Tolon e incluso, hasta se lo miraba con malos ojos,
ya que había tenido cierta simpatía con el hermano menor de Robespierre.
Bonaparte aceptó, e hizo bien: Vedimiario resultó un peldaño más hacia el poder
político. Más aún, consiguió esposa, una ex amante de Barras, viuda del Vizconde
de Beauharnais, guillotinado durante el Terror.
7. Transición hacia el bonapartismo: El Directorio
La fase del Directorio es una reacción contra la Convención en muchos sentidos:
mientras esta fue un régimen de Asamblea, donde el Ejecutivo estaba subordinado
al Legislativo. En el Directorio, los 5 directores del Ejecutivo tenían completa
autonomía. Mientras la Convención implantó el terror, exaltó las virtudes
patrióticas y el sacrificio; con el Directorio continua el “jouir de vivre”
(alegría de vivir) que caracterizó la era termidoriana. La Convención representó
un gran giro a la izquierda: democratismo extremo, precios máximos, requisas y
confiscaciones. El Directorio fue una vuelta de tuerca hacia la derecha:
restricción del voto a los sectores pudientes, completa libertad de empresa y
nula intervención del Estado a favor de las clases bajas.
La historia francesa ha juzgado muy duramente al Directorio, considerado un
régimen inmoral e impotente, la antesala de Napoleón Bonaparte, a quien no pudo
detener. El Directorio tuvo que hacer frente a conspiraciones realistas, como
jacobinas en el plano interno, y en lo exterior, logró consolidar los avances
franceses sobre territorios vecinos y traer una cierta etapa de paz. Pero buena
parte de los triunfos militares y diplomáticos se debieron a Napoleón, que los
aprovechó para sus propias ambiciones políticas. Finalmente, Napoleón decide
derrocar al Directorio, apoyándose en su prestigio, el respaldo del ejército y
la complicidad de algunos funcionarios del mismo régimen. El Golpe ocurrió en 18
de Brumario del Año VII, y el Consulado sucedió al Directorio.
Características institucionales. -El nuevo gobierno tenía un Poder Legislativo
dual, es decir, con dos Cámaras y un Ejecutivo de 5 miembros; los directores.
La elección de todos los funcionarios se basaba en el voto restringido: sólo
varones adultos, que supieran leer y escribir y fueran contribuyentes podían
participar en el acto eleccionario. Además, tampoco seleccionaban a los
representantes directamente, sino por mecanismos intermedios -como cuerpos de
electores-. Por ello, se ha calificado al sistema directorial como una
“república de burgueses y propietarios”.
Características sociales. -El Directorio no tuvo respaldo popular: Cosechaba
indiferencia en la mayoría o bien, directamente oposición a la derecha y a la
izquierda, esto es, de un lado realistas y del otro, jacobinos.
Fue un momento de apogeo burgués: La política permitía hacer buenos negocios
para proveedores del ejército, traficantes de bienes nacionales o grandes
comerciantes. El director Barras o el Ministro Talleyrand constituían ejemplos
concretos de los nuevos poderosos que mezclaban poder político y lucro.
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Las costumbres termidorianas continuaron en el Directorio. La sociedad seguía
reaccionando a la dureza del Terror con un movimiento de búsqueda de placeres.
Los jóvenes miraban con escepticismo la política y trataban de disfrutar de la
vida egoístamente, abandonando grandes ideales.
Situación económica y militar. -El Directorio tuvo que enfrentar devaluaciones
de la moneda y bancarrotas del Estado. También inestabilidad institucional:
Algunos levantamientos se mezclaban con “golpes de Estado”, es decir, intentos
dentro de los mismos órganos gubernamentales para desplazar ciertos
funcionarios. Finalmente, una ola de delitos asolaba Francia: se habían formado
bandas armadas dedicadas a robar o secuestrar personas para obtener dinero.
La situación militar estaba mucho mejor. Particularmente importante fue la
campaña de Napoleón Bonaparte en el norte de Italia, quien desatendiendo las
órdenes del Directorio, avanzó en dirección a Austria, logrando que el país
negociara. De regreso en París, Bonaparte aprovechó las intrigas que
permanentemente se tejían en torno al Directorio, ingresando en una conjura
planificada por dos d ellos mismos Directores. El prestigio de Napoleón, la
fidelidad de las tropas y el apoyo de políticos dentro del mismo régimen,
facilitaron un golpe de Estado. Un Consulado desplazó al Directorio.
8. La era de Napoleón Bonaparte (el Consulado y el Imperio)
A partir del golpe de Estado del 18 de Brumario del Año VIII, el resto de la
historia francesa hasta 1815 transcurre bajo el dominio de Napoleón Bonaparte.
Primero vino el Consulado (1799-1804) y luego el Imperio (1804-1815). El
Consulado era un ejecutivo tripartito, pero de hecho el Primer Cónsul (Napoleón)
tenía preponderancia sobre los restantes. Por ello no demoró mucho en
convertirse en “Cónsul vitalicio” en 1802 y finalmente en “Emperador” en 1804.
Desde el punto de vista político, tanto el Consulado como el Imperio constituyen
un retroceso a las formas autoritarias: Napoleón restableció una monarquía
hereditaria y una aristocracia similares al Antiguo Régimen, bien que más
ordenado y eficiente. Al mismo tiempo, Francia se convirtió en la primera
potencia de Europa, sometiendo a las demás (excepto Inglaterra) lo que
contribuyó a sofocar las disidencias internas. Sin embargo, de 1799 a 1815 hubo
breves períodos de paz: Napoleón subestimó el orgullo nacional de los pueblos
sometidos a los franceses y fracasó en su duelo contra Inglaterra -que incluyó
medidas como el “bloqueo continental” (cierre de los puertos europeos a
productos ingleses) y un intento de invasión que se frustró por el dominio
inglés en los mares-, que así se convirtió en foco permanente de las nuevas
coaliciones contra Francia.
Desde el punto de vista institucional, el régimen bonapartista plasmó los
principios burgueses de la Revolución mediante la codificación, principalmente,
el nuevo Código Civil (1804), llamado a veces “Código Napoleón” -aunque fue
producto de varios juristas reunidos por el Emperador-. Este Código Civil, a
pesar de sus muchos efectos, tuvo una gran influencia en las futuras
codificaciones, incluyendo la argentina.
Finalmente, las continuas guerras con Europa; los tributos para solventarlas y
el creciente despotismo, agotaron a los franceses. Bastaron algunas derrotas
importantes -el fracaso a la invasión de Rusia; levantamiento de España; etc.-
para que el deseo de terminar con Napoleón condujera a negociar el retorno de
los Borbones -parientes sobrevivientes del ejecutado Luis XVI-.
8.1. El Consulado
Características institucionales. -Sièyes preparó un proyecto de la nueva
Constitución que reemplazaría al régimen dictatorial. Napoleón no estuvo
conforme y la rehízo: “Es necesario que sea una Constitución corta… y oscura”.
La Constitución del Año VIII estableció un poder ejecutivo tripartito en manos
de cónsules (como los de la República Romana) que duraban 10 años en sus
funciones. Pero el Premier Consul (Primer Cónsul), es decir, Napoleón, tenía
mayores facultades que los otros dos -fungían de consejeros o asesores-.
Plebiscitos. -Un rasgo del sistema napoleónico fue el uso de plebiscitos. La
Constitución del Año VIII fue sometida a votación popular (por sí o por no),
como así también el establecimiento del Imperio y otras medidas. Fuera de estas
consultas puntuales, el régimen no apeló directamente al pueblo en el
nombramiento de funcionarios, que se hacía mediante un complejo sistema de
designación de listes de notabilité (“listas de notables”) -es decir, personas
“idóneas”- y colegios electorales en tres grados sucesivos.
De ese modo, tras pasar por una depuración que eliminara representantes
indeseables o peligrosos, todo terminaba en el ejecutivo, quien nombraba a los
funcionarios.
A pesar de que la República se mantuvo en las formas, el sistema fue, de hecho,
un restablecimiento de la Monarquía: Las fiestas de la Revolución fueron
abolidas (excepto el 14 de Julio y la fundación de la
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República). La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano
desapareció -por el contrario, los primeros artículos de la nueva Constitución
se encargaban de definir quién era ciudadano francés y muy especialmente, bajo
que condiciones se perdía o suspendía dicha ciudadanía. La libertad de reunión y
de expresión sufrió limitaciones bajo la excusa de combatir la “inseguridad” o
por el pretexto del estado de guerra-, y la policía podía efectuar “arrestos
preventivos”.
En materia financiera, el sistema volvió al “secreto” del Antiguo Régimen y
además, a causa de las guerras, se establecieron impuestos directos e
indirectos, llamados droits reunis (derechos reunidos).
El Concordato con Roma. -Napoleón no se caracterizaba por su fe religiosa, pero
llegó a la conclusión de que era necesario contar con la Iglesia. Por un lado,
como sostén ideológico del régimen. Por otro lado, para restarles a los
realistas su principal aliado. La ocasión para negociar con la Iglesia romana
vino por la muerte de Pio VI y su reemplazo por Pio VII, sumada a la victoria
francesa en la batalla de Marengo (1800) en el norte de Italia, que desmanteló
la Segunda Coalición. El resultado fue la firma de un Concordato que regulaba
las relaciones entre la Iglesia y Francia. El Papa reconocía al gobierno francés
y éste aceptaba al catolicismo como “religión mayoritaria” del pueblo, además el
Premier Consul se declaraba católico. Éste designaba obispos y el Papa les daba
la institución canónica. El Estado proveería los salarios de los sacerdotes y la
Iglesia romana aceptaba los hechos consumados del pasado (confiscación de
bienes). Con esto Napoleón restableció las relaciones con la Iglesia y el culto
público: Los obispos volvieron a ocupar un sitio entre las autoridades civiles
-tal como el Antiguo Régimen.
Al mismo tiempo, para calmar la oposición republicana interior, Napoleón preparó
un Reglamento de Policía de Cultos, por fuera del Concordato -es decir, no
sometido a aprobación del Papa- que subordinó el matrimonio religioso al civil,
disolvió el clero regular, etc. Osea, confirmó las conquistas revolucionarias.
El objetivo de Napoleón fue poner a la Iglesia a favor del Estado, usándola como
elemento de cohesión social y estabilización, en lo que tuvo momentáneo éxito.
8.2. El Imperio
No es difícil gobernar un país que se impone militarmente sobre sus vecinos y
que extrae de ellos bienes suficientes como para que la burguesía disfrute
prosperidad. Mientras Napoleón fue capaz de mantener esa situación, la oposición
quedó reducida a sectores marginales a la derecha (los realistas recalcitrantes)
y a la izquierda (jacobinos y republicanos).
En 1800 Francia logró victorias militares decisivas (Marengo en Italia) que
pusieron fin a la Segunda Coalición. La euforia por la paz lograda, fue
inmediatamente aprovechada por Napoleón para lograr transformarse en monarca
vitalicio de hecho, mediante un plebiscito (1802) que lo convirtió en cónsul de
por vida.
Características institucionales y sociales. -El Imperio fue un retorno a la
monarquía: La Constitución del Año XII consagraba a Napoleón como Emperador de
los franceses “Por la Gracia de Dios y de las Constituciones de la República”.
De hecho, Napoleón preparó una verdadera coronación medieval, trayendo al Papa
Pio VII a París. En los años siguientes, los últimos vestigios de la República
desaparecieron. En 1806 se abolió el calendario revolucionario. En 1809, las
monedas que decían “República Francesa, Napoleón Emperador” sólo conservaron las
dos últimas palabras.
El nuevo régimen también tuvo su aristocracia: Ya desde 1802 Napoleón había
creado una condecoración especial, la legión de honor y desde 1804 se estableció
una verdadera Corte, resucitando los títulos de príncipe, Duque, Conde, barón,
etc. La diferencia con el Ancien Régime consistía en que los rangos estaban
minuciosamente ordenados y la mayoría de los nuevos nobles se los había ganado
gracias a la Revolución. A partir de 1806 se impuso un carácter hereditario.
Por debajo de la Corte, el siguiente sector en el que se apoyaba el bonapartismo
era la burguesía; únicos con derechos electorales, ya que los funcionarios eran
designados entre los contribuyentes más ricos.
En el último escalón se hallaba el pueblo: Napoleón obligó a los trabajadores a
usar un carnet -lo que permitía vigilancia policíaca-. Por esta época se
introdujeron a Francia las primeras máquinas, desplazando al obrero manual, lo
que generó propuestas que fueron reprimidas.
Final del bonapartismo. -Napoleón no era un doctrinario (hablaba con cierto
desprecio de los que él llamaba “ideólogos”) y se dejaba llevar por su ambición.
El Teniente Bonaparte, egresado de la Real Escuela Militar, lyó a Rousseau y
sufrió la doble marginación de ser corso -Francia ocupó la isla, cuyos
habitantes eran
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italianos por idioma y costumbres, poco antes del nacimiento de Napoleón- y
pobre; lo que debió empujarlo a mirar con simpatía a los sectores reformistas.
La ola revolucionaria lo arrastró en un principio, permitiéndole ganar un lugar
al que difícilmente lograría acceder por sus orígenes y a partir de allí, sus
innegables cualidades militares y su intuición política lo llevaron a aprovechas
las oportuncidades.
Para 1814, el Imperio ya no funcionaba. Los pueblos se sublevaban, la invasión a
Rusia de 1812 había fracasado e Inglaterra había resistido todos los intentos de
doblegarla. En el plano interno, la burguesía, al principio beneficiada con las
conquistas y el autoritarismo del régimen -que frenaba cualquier movimiento de
masas -asegurando estabilidad para los negocios, ya no estaba complacida con las
continuas guerras.
Tras la batalla de Leipzig en 1813 en Alemania, donde las fuerzas francesas en
retirada tras la derrota en Rusia, fueron vencidas por una alianza de prusianos,
austriacos, rusos, suecos y varios principados germánicos, Francia fue invadida
nuevamente, algo que no ocurría desde 1792. Napoleón continuó mostrando su
habilidad militar en la defensa del país, pero su entorno quería terminar con
esa situación. Empezaron negociaciones secretas con los aliados -por entonces,
la Sexta Coalición contra Francia- y los mismos generales napoleónidas
presionaron a su jefe para que abdicara. El arreglo final intentó conciliar
intereses opuestos: Los emigrrados retornarían a Francia, con Luis XVIII
(hermano mayor de Luis XVI) convertido en Rey, pero, a cambio, éste debía
aceptar una Constitución y reconocer las conquistas de la Revolución
(principalmente, la confiscación de tierras). Francia retornaría a sus fronteras
de 1792 -al inicio de la Primera Coalición- y Napoleón quedaría confinado a la
isla de Elba, donde mantendría su séquito, amigos, familiares, etc.
El Congreso de Viena, reunión de las potencias vencedoras en dicha ciudad,
reconstruyó el mapa europeo. Pero las cosas no se arreglaron tan fácilmente. La
mayoría de los emigrados retornaba con sed de venganza. “No habían aprendido
nada, ni olvidado nada”.
La Restauración de los Borbones en el trono sólo serviría para potenciar una
nueva revolución.