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Resumen de "La Revolución Francesa"  |  Teoría del Estado (Cátedra: Scherlis Gabriel - 2019)  |  Derecho  |  UBA
Revolución Francesa
La sublevación de las colonias españolas en América es una consecuencia directa de la invasión napoleónica a España

ETAPAS DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA

1. Período de la Asamblea Constituyente (1789-1791)

Durante la era de la Asamblea Constituyente, continuó la monarquía mientras se elaboraba la
Constitución, que era el objetivo de la constituyente. A esta etapa corresponde la toma de la Bastilla (14 de
Julio de 1789).

2. Período de la Asamblea Legislativa (1791-1792)

Con la Asamblea Legislativa comienza una monarquía constitucional. Dura poco por los intentos del Rey por restablecer su poder y la guerra con Austria. Una sublevación en París logra que se reúna una Convención Nacional.

3. Período de la Convención (1792-1795)

Se emplea por primera vez el sufragio universal en la Convención Nacional, lo que significa la radicalización de la Revolución. Es abolida la monarquía y comienza el proceso al Rey, que terminará con su ejecución por traición a Francia y la Constitución. Las principales potencias europeas se suman a la guerra y estallan levantamientos monárquicos en el interior del país. Los revolucionarios se ven obligados a suspender la Constitución y gobiernan mediante el Terror. Es el momento de los Tribunales Revolucionarios y las ejecuciones en la guillotina. También se modifica el calendario, contándose los años a partir de la proclamación de la República y los meses tienen nombres vinculados a etapas de la naturaleza (Pluvioso, Vedimiario, etc)

4. Período del Directorio (1795-1799)

El directorio señala el retorno de la burguesía. Concluye el Terror y la revolución triunfa sobre sus enemigos interiores y exteriores, pasando a la ofensiva sobre Europa.

5. Período del Consulado (1799-1804)

El Consulado consiste en el comienzo de la carrera política de Napoleón Bonaparte, quien toma el poder mediante un golpe de Estado (el 18 de Brumario del Año VII, 9 de Noviembre de 1799), con el respaldo del ejército y algunos cómplices dentro del Directorio. Poco después Napoleón se convierte en Cónsul vitalicio y luego en Emperador. Es el fin de la Primera República Francesa, proclamada por la Convención de 1792.

6. Período del Imperio (1804-1815)

Desde 1792 a 1815 se da la Primera República y el Primer Imperio, Francia estuvo en guerra periódica con casi toda Europa. A cada conflicto le seguía un período de paz para desembocar en una nueva guerra al poco tiempo. Las alianzas europeas contra Francia se denominaron “coaliciones”, y hubo una en cada fase bélica. La Séptima Coalición coincidió con la caída de Bonaparte y el regreso al trono de la familia real sobreviviente, lo que se llama “La Restauración”, correspondiente al Siglo XIX

I. EL ANTIGUO REGIMEN

1. Características generales

Ancien Régime es el modo en que los franceses se refieren al sistema político caído en 1789. Todo el poder estaba encarnado en el Rey, todo hablaba del Rey y todo iba a parar al Rey. Se trataba de una monarquía absoluta. La expresión se popularizó durante la revolución, el “viejo orden”, decadente y atrasado, había sido reemplazado por uno “nuevo” y superior.

El absolutismo fue una etapa histórica común a los principales países europeos. Desde el final de la Edad Media, el poder del Rey había crecido siguiendo el proceso de centralización similar al que se verificó en España o Inglaterra. Se estaba superando la atomización feudal pero Francia no se había unificado por la simple circunstancia de haberse sometido al poder real.

La burguesía, sector que se desarrollaba desde fines de la Edad Media, tuvo un rol importante, tanto en Francia como en otros países europeos. La centralización enfrentó a Reyes y señores feudales, pero estos estaban también en conflicto con los burgueses, así que se dio una alianza entre monarcas y burgueses. Con

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el triunfo del régimen absolutista se inició una lucha entre el Rey y la burguesía, que reclamaba el reconocimiento político acorde a la importancia social que ahora tenía.

Slèyes en ¿Qué es el Tercer Estado?: “El plan de este escrito es muy sencillo: Nos haremos tres preguntas:

1) ¿Qué es el Tercer Estado? Todo. 2) ¿Qué ha sido hasta el presente en el orden político? Nada. 3) ¿Qué es lo que demanda? Ser algo”.

Este proceso fue común a todos los países europeos desde la Edad Moderna, aunque con matices propios. Francia llegó a fines del siglo XVIII arrastrando varias instituciones anacrónicas, resabios feudales; que no sólo eran obstáculos para el desarrollo económico, sino que puestas frente a una crisis grave condujeron al estallido revolucionario.

La sociedad: Privilegiados y no privilegiados. -La sociedad francesa estaba dividida, en principio, en dos grandes sectores: privilégiés (privilegiados) y non-privilégiés (no privilegiados). Los privilégiés abarcaban los dos primeros órdenes del Estado: el Clero y la Nobleza. Los no privilegiados comprendían el Estado Llano, (burgueses, campesinos, etc.), que en realidad eran la mayoría de la población y debían cargar con la mayoría de los gastos del Rey y la Corte. Además, existían diversos grupos sometidos a regímenes especiales -como los estudiantes y los artesanos-. No todos los nacidos en suelo francés eran iguales ante la ley, que será justamente, uno de los principios invocados por los sectores revolucionarios. Diferencia con reglamentación actual: idea de derechos universales.

Impuestos y cargas. -Los impuestos, cargas y obligaciones eran de varios tipos y recaían sobre el sector no privilegiado; los privilegiados habían logrado quedar exentos. La falta de equidad impositiva y la incoherencia del sistema eran las dos críticas fundamentales. La Corona acostumbraba a arrendar la recaudación de los impuestos indirectos: ciertos funcionarios compraban en derecho a ser recaudadores. El recaudador se desesperaba por recuperar su inversión y ganar más, generando abusos y arbitrariedades. Este sistema perjudicaba al comercio y a las actividades productivas: un comerciante -o agricultor- tenía que atravesar regiones donde se le cobraba “derecho de pago” -el noble local o el párroco- o existían “aduanas interiores”, algunos paquetes tardaban 40 días en llegar y por el camino eran sometidos a unos 40 peajes.

Algunos impuestos: taille (talla), consistía en una contribución de base territorial, pero no abarcaba a todos los terratenientes, ya que la nobleza estaba exenta. Se convirtió en un impuesto personal que afectaba a los burgueses. La capitation (capitación) era un impuesto por cabeza de cada familia, cuyo objeto era proporcionar recursos al Estado durante las guerras, se estableció por primera vez en 1695. No se aplicó a todos los franceses. Vingtieme (vigésima) era el pago de una “veinteava” parte de la riqueza, calculada sobre bienes reales o personales. Finalmente, el más odioso fue el “impuesto de la sal” (gabelle o gabela). El Estado tenía el monopolio de la sal y obligaba a todos los franceses a adquirirla. Se calculaba que a partir de los 7 años se consumía sal, así que a partir de dicha edad tenía que pagar la “sal del deber”, sin importar la pobreza, excepto que se estuviera exento por privilegio.

La Justicia. -El sistema judicial era bastante complejo: había instancias judiciales independientes en las provincias, en el clero, en la nobleza y, superpuestas a ellas, la jurisdicción real (estatal). Al igual que en el caso de los impuestos, la Corona también vendía las facultades judiciales, de modo que los magistrados buscaban resarcir su “inversión” y eran fácilmente comprados por los querellantes. No existían reglas uniformes de procedimiento: Ciertas personas solo podían ser juzgadas por el Parlamento de París, otras estaban sometidas a tribunales de sus pares -en el caso de los nobles-, y el Rey podía intervenir en una causa u ordenar un arresto sin justificación, en el momento que quisiera.

El Parlamento de Paris. -Era una antigua institución de la ciudad con funciones complejas y mezcladas. Como también registraba las leyes, pronto supuso que también podía dictaminar sobre ellas e incluso abogarlas, lo que obviamente le valió conflictos con la Corona. Los Reyes franceses también invadían las prerrogativas parlamentarias, sustrayendo las causas judiciales.

La tortura para obtener confesiones era común y no fue abolida hasta 1780, apenas 9 años antes del estallido revolucionario. No dejó de usarse del todo, ya que se aplicaba a los Condenados, antes de la ejecución. Las penas eran severas y desproporcionadas: Un campesino que se atreviera a cazar en las tierras de un noble podía terminar en las galeras el resto de su vida. No había igualdad ante la ley.

Los jueces interrogaban en secreto a los testigos y se negaba defensores a quienes cometieran ciertos tipos de delitos. El signo más característico del Ancien Régime son las lettres de cachet, órdenes de arresto emitidas por el gobierno y mediante ellas, una persona podía permanecer en prisión por tiempo indefinido,

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ya que no existía proceso judicial. La monarquía francesa inventó los «desaparecidos»: cualquier individuo podía ser conducido a la cárcel sin que su familia o amigos se enteraran de lo que había ocurrido y los motivos del arresto.

Régimen administrativo. -El Absolutismo realizó un proceso de centralización, pero ello no implicaba la unificación nacional. Se advierte en el caos de normas y jurisdicciones superpuestas. En ciertas provincias se aplicaba el derecho romano y en otras regían normas consuetudinarias. La fragmentación jurídica de Francia se debía a los privilegios acordados a las provincias cuando se incorporaron al reino.

En principio, Francia parecía dividirse en provincias, pero paralelamente, también en diócesis (según lo religioso), en gobiernos (desde el punto de vista del Ejército), en generalidades (para las finanzas y el sistema administrativo) y en bailías (para la competencia judicial). Tenía como resultado jurisdicciones superpuestas.

No faltaron algunas mentes lúcidas que percibieron la situación explosiva en que estaba Francia a principios del siglo XVIII, pero sus prevenciones no fueron escuchadas. Pierre le Pesant, Sieur de Boisguillebert, lo predijo, criticando al sistema y proponiendo medidas reformistas a la Corona. Lo condenaron al destierro y su libro fue confiscado y prohibido. Sebastien le Preste, de gran prestigio militar, a sus 74 años, corroboró lo sostenido por Boisguillebert. Obtuvo la antipatía de la Corona y un libro prohibido.

Las Nuevas Ideas del Siglo XVIII. -En Europa en general, la monarquía absoluta del Renacimiento se transformó más adelante en lo que se ha denominado “Despotismo Ilustrado”. Monarcas se rodearon de artistas e intelectuales, fomentando las letras y la cultura. Estos “déspotas ilustrados” continuaban con sus poderes absolutos, pero ahora tenían consejeros reformistas que alentaron cambios -como la humanización de las leyes-. Creció la idea de que el Rey tenía la función primordial de educar a sus súbditos, lo que obviamente, era una nueva justificación para el poder absoluto.

En Francia, la preparación de la Enciclopedia -de conocimiento general- reunió a una gran cantidad de intelectuales y filósofos que escribieron artículos e intercambiaron ideas. A todo este movimiento se lo conoce como “enciclopedismo” o “ilustración”. Entre estos periodistas estaba Jean Jacques Rousseau. Rousseau no atacó directamente a la monarquía, de sus ideas se desprendía la soberanía del pueblo y la necesidad de libertad e igualdad entre los ciudadanos. Voltaire satirizó a la Iglesia, lo que pudo hacer gracias a su condición de noble y el apoyo de sus amigos aristócratas que lo admiraban. Montesquieu presentó la teoría del “equilibrio de poderes”.

Todas estas ideas más o menos “republicanas” y “democráticas”, conjuntamente con la apelación de la racionalidad -en contraposición al dogmatismo- se extendieron entre un minoritario sector de la nobleza francesa y entre la burguesía. El viejo régimen lo tolero.

2. La Monarquía

El Rey y sus allegados vivían en Versalles, un sitio apartado de Paris, donde imperaba el lujo y la corrupción. Todo lo pagaba el pueblo (los no privilegiados).

El poder del Rey había alcanzado su máximo punto en tiempos de Luis XVI (1661-1715), a quien se le atribuye la frase «L’État c’est moi» (El Estado soy yo). El fundamento del poder real era, en principio “de droit divin” (por derecho divino): Designado por Dios, no por el pueblo. La ceremonia de consagración lo investía de plenos poderes. El carácter semidivino del monarca lelgaba al extremo de que, en ciertas ceremonias, ellos enfermos llevados ante Luis XIV se arrodillaban ante él y el monarca, tras hacerle la señal de la cruz en la frente decía «Le roi te toche, Dieu te guerisse», “El Rey te toca, Dios te cure”.

El Rey podía emitir un lettre de cachet -a veces llamada Real Cédula o Real Orden- disponiendo un arresto sin ninguna explicación o proceso previo. París tenía una cárcel célebre a tal efecto: La Bastilla. Originalmente, la Bastilla fue una torre o fortaleza que protegía os límites de la ciudad. El acto de confinar a alguien en la Bastilla creó una nueva palabra: embastiller.

La Corte. -El Rey estaba rodeado de un grupo de nobles que conformaban la Corte Real. Vivían en Versalles, a pocos kilómetros del país. Además del Rey, su familia y favoritos, en Versalles habitaban unas dieciocho mil personas, de las cuales, cerca de las cuatro mil estaban al servicio directo del Rey, en lo que se denominaba Casa del Rey. Todo este núcleo humano, no sólo vivía a costa de los no privilegiados, sino, además, se caracterizaba por el despilfarro más descarado de los fondos del Estado. El Rey gastaba millones de livres (libras) en mantener a sus caballos, daba pensiones a sus favoritas, hacía regalos; todo ello a su entero capricho y sin que nadie lo controlara. Luis XIV en particular, gustaba de hacer reuniones y fiestas y hasta llegó

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a imponer una forma de vestir y normas de comportamiento -la etiqueta- que debían seguir todos los cortesanos. En consecuencia, Versalles se convirtió en el eje de la moda europea, y las pelucas blancas, los trajes bordados en oro, los zapatos con tacones, etc., pronto fueron imitados en otros lugares.

Había funcionarios reales para las tareas más ridículas o increíbles, así, ni el Rey ni la Reina se vestían por sí mismos, sino mediante una ceremonia complicada, donde ciertos dignatarios les alcanzaban diversas prendas, y al hacerlo, era sinónimo de status. Lo mismo sucedía para acostarse. Según algunos cálculos, sólo la servidumbre de la Reina sumaba unos 500 empleados que costaban unos 4 millones de livres. El servicio del Rey era muchísimo más numeroso y costoso, a lo que debemos sumar el servicio de los príncipes y sus esposas, que integraban la familia real.

En cuanto al gobierno, el Rey solía escoger ministros; personas de cierto prestigio o conocimientos económicos. Estos ministros podían ser destituidos por el Rey en cualquier momento; pero mientras tuvieran la confianza del monarca, eran todopoderosos.

Con Luis XV, sucesor de Luis XIV, la corrupción llegó a su punto más escandaloso: El Nuevo Rey era perezoso, egoísta, caprichoso y sólo le interesba llevar una vida llena de placeres. Sus amantes, la marquesa de Pompadour y la Duquesa Du Barry, hacían y deshacían a su antojo: ministros y funcionarios subían y bajaban, según la buena o mala voluntad de las favoritas del Rey. Más aún: hasta tenían influencia en las guerras. Popadour, que ninguna experiencia militar tenía, escribió una carta al Mariscal D’Estrées llena de indicaciones sobre dónde debía atacar y dónde defender. En 1750 estalló un levantamiento en Paris que sólo fue sofocado por el ejército luego de cuatro días. En los últimos años de su reinado, Luis XV ni siquiera se atrevía a entrar en París por medio a una reacción popular, y se temía que en cualquier momento una multitud asaltara e incendiara Versalles.

3. El clero

El “Primer estado” francés no era uniforme: el alto clero formaba parte del sector privilegiado, pero el bajo clero (curas de las provincias) llevaba una existencia más sencilla y más próxima al pueblo, con el que se identificaba. La Iglesia tenía posesiones, una gran autonomía y estaba exenta de impuestos. Sus contribuciones eran “voluntarias” (don gratuito). En cambio, percibía tributos y diversos pagos por sus servicios, además de monopolizar la educación. La libertad de cultos no existía.

Cabe aclarar que se habla del clero católico, religión oficial de Francia y la única admitida como tal. Todas nuestras ideas contemporáneas sobre libertad de culto y tolerancia religiosa son posteriores a la Revolución. Por lo tanto, el clero católico dominaba en la enseñanza -la escuela pública laica es reviente-, en las costumbres y hasta tenía tribunales propios, que no sólo juzgaban a sus miembros, sino también a laicos por asuntos de interés para la Iglesia.

Los privilegios económicos del clero eran variados. Una gran parte del suelo francés le pertenecía a la Iglesia (entre una cuarta o quinta parte), que cobraba rentas y tributos diversos de los campesinos que trabajaban en ellas. Además, el clero tenía un beneficio especial, el llamado diezmo que era un impuesto sobre las tierras agrícolas. También existían ciertos servicios (matrimonios, bautismos, etc.) que también se cobraban, para irritación de los campesinos, ya que eran actividades obligatorias y el párroco podía fijar el precio que se le antojara.

Los bienes del clero eran inalienables y se hallaban exentos de impuestos. El Estado francés sólo le requería una contribución llamada don gratuit (don gratuito) que la propia Iglesia determinaba a voluntad.

El clero disponía de gran autonomía: administraba sus finanzas, tenía tribunales propios y arreglaba sus cuestiones en asambleas que realizaban cada cinco años. Los nombramientos de los cargos eclesiásticos se hacían por medio del Rey, pero con la consagración del Papa.

Muchos miembros del clero eran reclutados entre la nobleza y vivían en Versalles, con el mismo régimen de corrupción, favoritismo y despilfarro que la Corte. Carecían de verdadera vocación religiosa -alardeaban de su ateísmo-, y simplemente habían buscado en la Iglesia una forma de disfrutar de ganancias y una buena posición social. Sin embargo, junto a ese sector, el llamado alto clero (obispos, arzobispos, abades, etc.) existía otro sector, el bajo clero, compuesto por curas, vicarios, sacerdotes de provincias, etc., cuya vida era tan miserable como la del Estado Llano. Estos últimos, que tenían creencias genuinas, acusaban a los primeros de acaparar todos los recursos, dejándoles medios de subsistencia mínimos. El bajo clero solía identificarse con


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el pueblo, profesaba algunas ideas democráticas, y por ello, al estallar la Revolución, se alinearon con los sectores reformistas.

4. La Nobleza

Existían diversos tipos de nobles: el sector más rico y poderoso vivía en la Corte de Versalles, pero también había una nobleza más culta y con ideas reformistas. Asimismo, la nobleza urbana se diferenciaba de la nobleza rural.

El segundo estamento privilegiado también estaba dividido, pues; los nobles que estaban junto al Rey en Versalles (Noblesse de Cour) tenían una mejor posición económica que los nobles de provincia.

Los nobles, antiguos señores feudales, habían perdido su viejo poder político de la Edad Media, aunque conservaban ciertos privilegios, a cambio de haberse vuelto más dependientes de la Corona. Los que residían en Versalles dejaban sus propiedades abandonadas o mal administradas -no les importaba, ya que tenían prebendas como cortesanos, viviendo de fondos públicos- y así se ganaron la furia simultánea de campesinos y burgueses. Los nobles de provincia procuraban enviar con mucho esfuerzo a sus hijos a Versalles u obtener para ellos un empleo en el ejército o un beneficio en la Iglesia. Sin embargo, estos nobles se recostaban en las espaldas de los campesinos a la hora de sobrevivir las frecuentes crisis económicas.

Una parte de la nobleza era culta e iluminista: Lectores de Rousseau o de Montesquieu, admiradores del modelo británico o entusiastas del modelo estadounidense -que inició su independencia a partir de 1776-, asociados a empresas burguesas; estaban dispuestos a introducir reformas en el Ancien Régime. Estos nobles “reformistas” no eran mayoritarios y se ubicaban en París u otros centros urbanos desarrollados -incluso, los había en la misma Corte de Versalles-.

La nobleza tenía dos graves problemas en Francia: Era parasitaria e inútil para producir riquezas, pero las controlaba con sus privilegios. Por otro lado, era impopular y no tanto por sus bienes, sino por la actitud generalizada de orgullo y altanería. Los nobles se creían superiores a los plebeyos; despreciaban a los burgueses y no mostraban el menos interés o capacidad en ganarse a los campesinos. Los prejuicios de clase a veces les jugaban en contra: un noble caído en la pobreza no podía mejorar su situación dedicándose a actividades burguesas o trabajando como obrero o campesino.

5. El Estado llano (Tiers État o Tercer Estado)

El “tercer estado” de Francia era un conglomerado compuesto por burgueses, trabajadores y campesinos. Los unía la circunstancia de no ser privilegiados y de ser quienes producían la riqueza de Francia. Pero además, sus aspiraciones y objetivos variaban: la burguesía -que va a encabezar la revolución- pretendía remover las trabas al comercio y a la industria y reordenar mejor al reino desde el punto de vista administrativo y político. La clase obrera era poco numerosa y escasamente desarrollada, salvo en algunas regiones próximas a las grandes ciudades. Los campesinos -la mayoría de la población- estaban irritados por los abusos de la nobleza y el sistema tributario, pero también querían ser propietarios de las tierras que trabajaban.

La composición del Estado llano (también llamado plebe de forma despectiva) no era uniforme. Debemos distinguir a la burguesía, los trabajadores urbanos y los campesinos.

Burguesía. -Dentro de la burguesía se diferencia la pequeña burguesía -clase media- y la alta burguesía. La “petit bourgeoisie” -pequeña burguesía- comprendía pequeños patrones (que hoy llamaríamos PYMES), los comerciantes al por menos, abogados, notarios, boticarios y actores -oficio considerado despreciable por la Iglesia-. En cambio, la “haut bourgeoisie” -alta burguesía- se integraba con grandes empresarios y financieros, banqueros, importadores y traficantes establecidos en grande pueblos. Asimismo existía una burguesía manufacturera: Empresarios innovadores que aplicaban en Francia las técnicas productivas ya desarrolladas en Inglaterra (como máquinas a vapor y textiles)

¿Qué es lo que enoja tanto a los burgueses con el Ancien Régime? Ciertas estructuras feudales obstaculizaban un mayor desarrollo industrial y comercial. La importancia social y económica adquirida por la burguesía no se correspondía con su inferioridad política. Los nobles trataban despectivamente a los prósperos burgueses, a pesar de que al mismo tiempo obtenían de ellos todo lo que necesitaban, desde objetos hasta préstamos.

Trabajadores. -Son los artesanos y obreros. En esta época, la clase obrera recién comenzaba a desarrollarse -de hecho, en número eran inferiores a los campesinos-. La mayoría de los trabajadores urbanos estaba agrupada en corporaciones y sindicatos, que no eran tampoco, como los gremios actuales, sino una

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especie de talleres donde se aprendía el oficio. Las actividades estaban reglamentadas, pero no con una protección como la actual, sino con prohibiciones. A veces se ha hablado de un “cuarto estado” para aludir a este sector.

Campesinos. -Eran los paysanos (como los denominan los franceses), en realidad, las nueve décimas partes de la población total. Había diferentes tipos, desde los simples jornaleros que iban de un lado a otro en busca de trabajo, hasta los pequeños propietarios rurales. Estos últimos, que aparentemente tenían una mejor situación, debían pagar derechos feudales como el censo, un impuesto en dinero sobre las cosechas. Además, los nobles los obligaban a usar sus molinos y hornos, por los cuales debían pagar otros censos. El sistema impositivo empobrecía la capacidad de ahorro, de modo que bastaba una mala cosecha para que el pequeño propietario cayera en la miseria. En los años previos a 1789 la situación empeoró porque los nobles habían renovado tributos y derechos feudales caídos en el olvido.

Finalmente, además del campesino libre y el pequeño propietario, el escalafón más bajo eran los siervos.

A finales del siglo XVIII hubo varias crisis económicas que agravaron las cosas: “Millares de mendigos hambrientos vagabundeaban por Francia. En París, de 650 mil habitantes, más de 119 mil eran indigentes, un ejército dispuesto a un motín”.

II. LA REVOLUCIÓN

1. ETAPAS DE LA REVOLUCIÓN- RESUMEN DE SUCESOS

1. Período de la Asamblea Constituyente (1789-1791)

Las presiones populares imponen al Rey una Asamblea Constituyente con el objeto de reorganizar más democráticamente el Antiguo Régimen. Se pasa de monarquía absoluta a monarquía constitucional parecida a la británica. El Rey continúa siendo la cabeza del Estado, pero a su lado hay representantes permanentes del pueblo que limitan y moderan sus facultades. Se modifica el sistema judicial y se acaban los privilegios del Ancien Régime. Concluye la labor de la Constituyente y se llama a elecciones. Se reúne la Asamblea Legislativa, el nuevo Parlamento en 1791.

2. Período de la Asamblea Legislativa (1791- 1792)

El intento reformista fracasa debido a que el Rey, la Reina y la Corte intentan por todos los medios reconquistar el poder perdido y no vacilan en entenderse con las otras monarquías europeas para traer ejércitos extranjeros a Francia y reprimir la Revolución. Crece la ideología republicana y el Rey termina destituido y procesado por traición a la Constitución que había jurado y a su propio país. La Asamblea Legislativa se disuelve y en su lugar es reunida la Convención Nacional en 1972.

3. Período de la Convención (1792- 1795)

La Asamblea tenía un doble propósito: dictar una nueva Constitución -ahora sí, republicana y sin ningún monarca- y juzgar a Luis XVI.

▬ Fin del período ascensional de la Revolución▬

4. Período del Directorio (1795-1799)
5. Período del Consulado (1799-1804)
6. La época del Imperio (1804-1815)

2. La crisis del Ancien Régime

Tras la muerte de Luis XV, le sucede Luis XVI en 1774. El nuevo Rey era indeciso, débil de carácter e inclinado a disimular sus pensamientos. La misma María Antonieta lo describió como “un pobre hombre”, en sinónimo de “desgraciado” o “infeliz”. A Luis XVI le interesaba poco el gobierno y prefería lo cómodo de ser cortesano; dedicarse a la caza o a su pequeño pasatiempo de componer cerraduras.

A los dieciséis años, Luis XVI había sido casado con la Archiduquesa María Antonieta, hija de la emperatriz de Autria. “Una cabeza al viento” -es decir, una loca- a juicio de su propio hermano, José II. Como todos los matrimonios reales, no era cuestión de amor, sino de alianza política. Se decía que María Antonieta imponía modas que llevaban a la Corte a comprar en Austria o Inglaterra, desfavoreciendo a los productores locales.

Al principio, tanto Luis como María Antonieta ostentaban una buena imagen. Cuando Luis XVI asumió, era joven; parecía ser comprensivo y bondadoso y tenía una esposa atractiva. Todos sus defectos no habían

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ganado estado público y tratándose de un recambio en el trono, había ciertas expectativas de ganar al nuevo rey a favor de las nuevas ideas.

Más que escándalos provocados por su galería de amantes, lo decisivo en el odio popular hacia María Antonieta -que recibió el apodo despectivo de “la Austriaca”- fue que manipulaba a su antojo a Luis XVI y se oponía a todo intento de reformas.

La historia de Francia pudo ser muy diferente si Luis XVI hubiera tenido más carácter y apoyado los planes reformistas de Ministros como Turgot y Necker. Estos recogieron el programa político de la burguesía -que había logrado el apoyo de los círculos de noves más cultos- e intentaron rectificar los abusos del régimen, manteniendo y salvando a la monarquía. Sus esfuerzos chocaron con la oposición de la Corte y de la Reina. Los intentos reformistas tenían motivos económicos concretos: Los fondos estatales estaban en déficit continuo, el Estado llano estaba exprimido al máximo y sin posibilidad de generar más riqueza, por todas las restricciones y traba. También existían las crisis económicas donde los privilegiados se apoyaban sobre los no privilegiados. Otro problema era que no existían nada parecido a una contabilidad ordenada y hasta estaba prohibido aludir a ello. La censuras y el secreto empeoraban el caos de las cuentas reales.

Turgot propuso la “libre empresa”, Necker en su primer intentó pedir préstamos, lo que saldó las deudas inmediatas pero no presenta una verdadera solución. Durante la gestión de Necker se produce la lucha por la independencia de Estados Unidos, que aviva las ideas de una nueva sociedad para abolir al Antiguo Régimen. Necker publicó un “balance” donde se mostraba la tajada de pensiones, beneficios, etc. Que obtenían los favoritos de la Corte y de la Reina, que superaba con creces las pensiones de veteranos de guerra o funcionarios. Necker renunció. Calonne aumentó el gasto llamándolo “inversión productiva”. Cuando renunció, en agosto de 1786, declaró 100 millones de déficit. Lo sucedió Lomenie de Brienne, que presentó una serie de reformas que desembocaron en protestas de los clientes de lo Bancos. Luis XVI despidió a Brienne cuando este quiso comenzar a cobrar impuestos al Clero. Necker volvió, y dio archa atrás con todas las medidas de Brienne; restableció el Parlamento y dejó de lado la reforma administrativa.

Al comenzar 1789, la situación era crítica: No sólo el Tesoro estaba exprimido con continuos lujos -de hecho, hubo cesación de pagos-, sino además, había irritación y motines en París y varias provincias. Luis XVI resolvió atender el pedido casi generalizado de convocar a los États Généraux (Estados Generales), una reunión de los representantes de las tras clases: Nobleza, Clero y Estado Llano, la verdadera “Asamblea Nacional” del reino, reunida en ocasiones especiales, que ningún Rey llamaba desde 1614.

3. Los États Généraux (Estados Generales)

Los representantes en los Estados Generales, principalmente los burgueses del Tercer Estado, llegaron ante el Rey con un planteo de varias reformas administrativas y financieras. Hubo discusiones con la Corona. Las cosas se precipitaron por saber cómo debía votarse, si por orden -un voto por Estado- o por cabeza. El Tercer Estado prefería la última. Un día que la sala de reuniones se encontró cerrada, los miembros del Tercer Estado decidieron reunirse en el lugar del palacio donde se jugaba a la pelota. Se declararon “Asamblea Nacional” y se juraron permanecer unidos hasta que Francia tuviera una Constitución. Este episodio es conocido como el “Juramento de la Cancha de Pelota” y marca el inicio de la Revolución. Al poco tiempo se sumaron representantes del Clero y la Nobleza y quedó formada la Asamblea Constituyente.

Luis XVI solo esperaba que los Estados Generales aprobaran algunas reformas y le proporcionaran los recursos financieros. No le agradaba la idea de convocarlos y solo cedió ante el desborde de la crisis económica y política.

El Tercer Estado era mayoritariamente campesino, pero al reunirse las asambleas de donde surgirían los representantes que se enviarían al Rey, se designaron representantes burgueses. Ello se debió a que la burguesía contaba con abogados, instruidos y acostumbrados al uso de la palabra o bien, con comerciantes entendidos en finanzas, quienes resultaron los más aptos para ser enviados a debatir con el Rey. Estos representantes fueron, además, provistos de una serie de “reclamos” o “peticiones” para ser presentados al monarca en cahiers -cuadernos-. Coincidían en la necesidad de reformas tributarias y administrativas pero hablaban respetuosos al Rey, a quien nadie pretendía destituir en ese momento.

Cantidad de representantes. -La reunión de los Estados generales planteó varios problemas: el primero era cuántos representantes para cada Orden. Tradicionalmente se equiparaban los tres estamentos, es decir, 1/3 para cada uno, pero la burguesía sostenía que esto era contrario a la realidad poblacional: El Tercer Estado

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excedía claramente la suma de representantes de los otros dos. Por ende, era más justo que las proporciones fueran 600 (Tercer Estado) y 300-300 (Clero y Nobleza).

Tras varias discusiones, se logró imponer el desdoblamiento del Tercer Estado (es decir, el doble de representantes, equiparándose a los otros dos órdenes juntos). Aunque hubo resistencias, el Rey accedió calculando que esta concesión sería neutralizada por el segundo problema que quedaba por resolver: ¿Cómo votarían los États Généraux? ¿Por orden o por cabeza? Previamente, siempre fue por orden, por lo que poco importaba la cantidad de representantes del Tercer Estado, igual continuarían siendo 1 sobre 3.

El Serment du Jeu de Paume (Juramento de la Cancha de Pelota o Juramento del Frontón). -Los États Généraux se reunieron en Versalles a principios de Mayo de 1789, pero pronto estalló la cuestión de cómo debían sesionar los tres estamentos -de modo conjunto o por separado- y, correlativamente, si el voto sería por orden o por cabeza. El Tercer Estado alentaba la sesión conjunta y el voto por cabeza. El Rey intentó resistirse con pretextos. Finalmente el Tercer Estado perdió la paciencia cuando encontraron clausurada la Sala de sus sesiones habituales y se dirigieron al sector de Versalles destinado al juego de pelota. Allí, considerándose ya Asamblea Nacional, juraron permanecer unidos y no separarse jamás hasta que la Constitución de Francia quedara bien establecida. Varios representantes del Clero y la Nobleza se sumaron. “Esto ya es una revolución -dijo Lefebvre- puesto que la constitución de los Estados Generales no podía ser legalmente modificada más que con el consentimiento de la nobleza y del Rey”.

Siguieron varios días de presiones y negociaciones: El Rey estaba indignado, pero los tumultos se extendían por Versalles y París, y si bien disponía de los Guardias Suizos (mercenarios extranjeros al servicio de la Corona), la lealtad de las tropas francesas era más que dudosa. Además, el Duque de Orleáns y unos pocos nobles apoyaban al Estado Llano. Finalmente, Luis XVI resolvió aceptar momentáneamente la situación. La Asamblea Nacional quedó confirmada y los Nobles y el Clero se unieron a ella formalmente el 9 de Julio, configurándose la Assemblée Constituante (Asamblea Constituyente)

4. La Asamblea Constituyente

Al principio, la Asamblea Constituyente parecía estar destinada al fracaso -el Rey reunió tropas leales extranjeras, con la posible intención de disolverla- hasta que el pueblo de Paris resolvió movilizarse en su defensa, produciéndose la toma de la Bastilla el 14 de Julio de 1789, una fortaleza-prisión, símbolo del Antiguo Régimen. El suceso tuvo consecuencias inmediatas: Los revolucionarios adoptaron un emblema tricolor (blanco, rojo y azul) y la Asamblea Constituyente emitió poco después la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, primera parte de la Constitución francesa. En otras partes de Francia también hubo levantamientos y algunos nobles comenzaron a huir, serían conocidos como los “emigrados”, que representaban sectores más conservadores y buscaban ayuda en las potencias europeas.

Mientras tanto, la Asamblea Constituyente continuaba su obra de reformas. Un suceso importante fue la “Marcha de las Mujeres” de Paris sobre Versalles, causada por la crisis económica y rumores de una contrarrevolución. El pueblo parisino -por iniciativa de sus mujeres- exigió y obtuvo que tanto el Rey como la Asamblea Constituyente se mudaran a la capital.

Otro hecho importante fue la fuga del Rey, quien fue capturado cuando estaba a punto de llegar a la frontera, donde lo aguardaban los “emigrados”. Esto demostró que Luis XVI había aceptado los hechos contra su voluntad. Pero la Asamblea Constituyente se comportó con blandura, limitándose a amonestarlo. Finalmente, se sancionó lo que faltaba de la Constitución Francesa, creándose una “Asamblea Legislativa” que, a partir de ese momento, sería un órgano representativo según el modelo parlamentario británico.

El objetivo expreso de la Asamblea Constituyente era dictar una Constitución que reorganizaría el sistema político francés dejando atrás las instituciones feudales y adaptándose al modelo burgués más avanzado, que por entonces era representado en Europa por Inglaterra. Allí el Rey no era un soberano absoluto, sino que su poder estaba contrapesado por el Parlamento, algo así se pensaba instaurar en Francia. Pero Luis XVI no terminaba de digerir que los Estados Generales se hubieran convertido en una Asamblea Constituyente y sus consejeros más cercanos lo alentaban a imponerse por la fuerza. Como la guarnición de París no parecía responderle, el Rey apeló a sus mercenarios extranjeros (suizos y alemanes), que fueron concentrados en Versalles y puestos a las órdenes del mariscal Conde de Broglie.

La excusa de Luis XVI era la necesidad de enviar una expedición para poner orden en París donde, además de la agitación política, hubo motines y saqueos. Pero la Asamblea Constituyente temía que el Rey empleara esta misma fuerza para disolverla y exigió su retiro. Luis XVI se rehusó, y al día siguiente destituyó a Necker,

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ordenándole que saliera del reino y lo reemplazó por el barón de Breteuil, un amigo de la Reina. Todo el gabinete de consejeros del monarca fue depurado de los adeptos a Necker y llenado por reaccionarios.

Toma de la Bastilla. -La destitución de Necker hizo más fuerte el temor de que el Rey disolviera la Asamblea y declarara la bancarrota, perjudicando así a los prestamistas burgueses. La Asamblea volvió a insistir en el retiro de las tropas y el Rey volvió a negarse.

Entonces, el pueblo de París resolvió ponerse en movimiento por sí mismo: Grupos de insurrectos recorrieron las calles apropiándose de armas y finalmente, el 14 de Julio de 1789, se encaminaron hacia la Bastilla, que fue tomada por asalto, tras un intenso combate.

La Bastilla ya era poco útil y el costo de su mantenimiento dio lugar a que se pensara en clausurarla. La imaginación popular le adjudicaba mas prisioneros que los que en verdad tenía ese momento -se sospechaba que el célebre hombre de la máscara de hierro permaneció allí y de hecho algunos vencedores creyeron reconocer sus restos. Había 7 prisioneros en la Bastilla, 4 acusados de falsificación, dos “lunáticos” y el Conde de Solages, víctima de las lettres de cachet. La Bastilla disponía de 13.600 kilos de pólvora. Se ha discutido si la fortaleza podía resistir el ataque.

El mediodía del 14 de Julio de 1789, una multitud invadió el patio externo de la fortaleza, comenzando un tiroteo, aunque no se sabe de dónde partió el fuego. El combate se extendió durante un par de horas. A la mitad de la tarde llegaron 61 guardias franceses que empezaron a bombardear la bastilla. El gobernador Lunay de la Bastilla se dio cuenta de que era imposible seguir resistiendo, y el pueblo tomó la Bastilla, liberó a los prisioneros y capturó a Lunay y sus hombres para trasladarlos al Ayuntamiento de París. A mitad del trayecto, Lunay fue apuñalado y su cabeza cortada para clavarla en una pica.

En los años siguientes, el haber tomado parte en el asalto a la Bastilla significó prestigio y un signo inequívoco de ser patriota -como se denominaría después a los revolucionarios-. La Bastilla fue demolida y el 14 de Julio de 1790 se celebró la “Fiesta de la Federación” en el terreno liso donde antes estaba la fortaleza.

Consecuencias. -La Toma de la Bastilla tuvo varios efectos: El pueblo de Paris conquistó autonomía. Se organizó la Comuna de la ciudad y se configuró una Guardia Nacional (Garde Nationale), la verdadera milicia popular.

La Fayette y la Garde Nationale. -Al frente de la nueva fuerza quedó el Marqués de Lafayatte, que integraba los États généraux por la nobleza de Auvergne y era liberal. Era políticamente correcto: impulsaba la liberación de esclavos en las colonias francesas, era partidario de abolir las lettres de cachet, como así también modificar toda la legislación penal. Resultó natural que la Guardia Nacional quedara a su cargo, incluso, por manifiesto deseo de los mismos ciudadanos que la configuraron. Lafayatte fue uno de esos personajes que se suben al caballo por la izquierda y bajan por la derecha. A medida que la Revolución se fue dando a la democracia popular, Lafayette confrontó con ella. Defendió y protegió al Rey, por creer que una monarquía constitucional era suficiente para Francia.

Los revolucionarios adoptaron como estandarte un cocarde (escarapela) con tres colores: blanco, azul y rojo, los dos últimos eran los colores tradicionales de París y el primero representaba a la monarquía. Nacía la famosa tricolor francesa, que se convertiría en el símbolo de la Revolución -junto con la Marsellesa.

Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. -Los sucesos de París repercutieron pronto en provincias francesas. Los funcionarios reales fueron destituidos y se crearon más comunas y milicias populares, a imitación de la parisina. Los campesinos asaltaron los castillos señoriales y quemaron los registros que enumeraban los derechos y privilegios de los nobles. Estos registros eran particularmente odiosos, puesto que en años recientes, los nobles los habían reescrito, volviendo a imponer hasta servidumbres muy viejas, ya caídas en desuso.

Entre el 4 y el 11 de Agosto, la Asamblea Constituyente recogió el clamor popular: Los privilegios feudales fueron declarados abolidos, junto con los diezmos, tributos y justicias señoriales. A ello siguió la proclamación de los Derechos del Hombre y del Ciudadano el 26 de Agosto de 1789. Se trataba de la primera parte de la constitución, que establecía la igualdad para todos los franceses ante la ley y garantizaba una serie de derechos considerados inalienables, como el de propiedad, seguridad, libertad de opinión, libertad religiosa y resistencia a la opresión. Parecía ser el fin del Ancien Régime.

Marcha de las Mujeres sobre Versalles. El Rey va a Paris. -A pesar del entusiasmo de algunos sectores reformistas, todavía operaban fuerzas conservadoras dentro de la Asamblea Constituyente, que procuraban

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frenar los cambios. Así, los privilegios no fueron disueltos inmediatamente, sino que se formó una Comisión que se encargaría de estudiar el modo en que se llevaría a cabo. Esta Comisión entregó su informe 8 meses después y acabo por abolirse sólo una parte de los privilegios. A continuación, hubo largos debates respecto de la parte orgánica de la Constitución, esto es, cuáles serian los poderes del Rey y sus vínculos con el Parlamento a crearse.

Mientras tanto, Luis XVI continuaba sin aprobar la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano, -como lo requería la Asamblea Constituyente, y el encarecimiento o falta de pan en París seguía afectando a las clases bajas. Bastaba un detonante cualquiera y éste llegó cuando se difundió la noticia de que los guardias reales, durante un banquete en Versalles, arrancaron y pisotearon las escarapelas tricolores.

Las mujeres de los barrios pobres -donde se sentía la escasez del pan- fueron quienes tomaron la iniciativa, pronto seguidas por hombres armados. “¡A Versalles!” fue la consigna que se propagó el 5 de Octubre de 1789. En pocas horas, la multitud invadió el Palacio, llegando incluso a los aposentos del monarca. Tras varias horas de tensión, la multitud se tranquilizó al conseguir que l Rey no sólo prometiera ratificar la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, sino también, que estaba dispuesto a trasladarse a París para compartir las vicisitudes del pueblo.

Consecuencias de las jornadas del 5 y 6 de Octubre. -Luis XVI y su familia se mudaron a la capital y poco después la Asamblea Constituyente -que estableció su decisión de no separarse del Rey- también se estableció en París. El resultado concreto fue que ahora las máximas autoridades de Francia convivían con las masas. Versalles había sido una creación para apartar a la monarquía del pueblo, a fin de que la Corte pudiera llevar una vida relajada y entretenida sin ver miseria o soportar propuestas. Ahora, no sólo Luis XVI estaba expuesto a los reclamos populares, también lo estaba la misma Constituyente, cuyo recinto comenzó a poblarse con el público, que manifestaba aprobación o desagrado a sus acciones. La familia real se estableció en las Tullerias.

Agrupamientos internos de la Constituyente: Izquierda, Centro y Derecha. Los Clubs. -Dos legados importantes de la Revolución Francesa son el vocabulario político y los partidos. Los Estados Generales era una representación de la estructura corporativa medieval con sus tres órdenes. Al fusionarse con la Asamblea Nacional, desaparece la representación estamental y surge la representación nacional. Los diputados ya no pertenecen al Clero, la Nobleza, etc., sino expresan a la Nación como conjunto. Pero unidad no significa uniformidad: Los representantes tenían personalidades diferentes e ideas diferentes respecto a qué medidas eran mejores para la Nación. Y ello no tardó en evidenciarse en los lugares donde se sentaban. A la derecha de la presidencia se ubicaron aquellos que defendían el antiguo régimen o pretendían modificaciones mínimas. A la izquierda estaban los que sostenían todo lo contrario. Había un centro de indecisos, que a veces opinaba igual que la izquierda y otras, igual que la derecha. De aquí surge el lenguaje político contemporáneo.

Aquellos representantes tenían idénticas opiniones, comenzaron a reunirse fuera de la Asamblea y así surgieron clubs -en la terminología británica- o sociedades. Al convocarse ellos Estados generales, los representantes recién electos no se conocían entre sí y la mayoría no tenía experiencia parlamentaria, salvo excepciones como Marat que había vivido en Inglaterra. Los clubs sirvieron entonces como cohesión ideológica y permitieron definir estrategias comunes. Nuestros partidos políticos actuales derivan de aquí.

Los dos sectores más famosos de la Revolución fueron los jacobinos y los girondinos, aunque sus diferencias ideológicas son bastante discutibles y relativas. Ambos abarcaban la clase media, aunque los jacobinos luego atrajeron a la alta burguesía y los girondinos a la clase baja, desatándose un conflicto entre ambos.

Los jacobinos recibieron su nombre por haberse instalado en un convento que perteneció a unos monjes llamados “jacobinos”. Remplazaron a los girondinos en la izquierda.

Los girondinos no empleaban esa palabra, porque proviene de Giron; un departamento de Francia, del cual eran originarios sus principaees líderes. Al inicio, eran la “izquierda” aunque luego fueron remplazados por los jacobinos.

Luego estaban los fuldenses, que reunieron a la burguesía moderada y los cordeleros, que reunieron a los sectores humildes. Uno de los fundadores cordeleros fue el abogado Georges Danton, y luego perteneció el médico y periodista Jean Paul Marat.

Estos Clubs eran sumamente flexibles en sus inicios, por eso es muy común ver en los registros históricos a cordeleros tomando la palabra en el Club Jacobino o leer los nombres de fuldenses o girondinos también firmando sus actas.

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Periódicos. -Las nuevas libertades concedidas por la Asamblea Constituyente favorecieron la multiplicación de periódicos. El diario más famoso fue sin duda L’ Ami du Peuple (El Amigo del Pueblo) del médico Marat. En 1789, Marat tenía 46 años, siento “viejo” para los parámetros de la época, pero aún así se convirtió en un ídolo para la generación revolucionaria.

L’ Ami du Peuple y Le Pere Duchésne (Papá Duschésne) de Hébert eran los más leído entre los sectores populares. Le Patriote Francais de Brissot y Les Revolutions de France et de Brabant de Desmoulins resultaban preferidos por las clases medias. El estilo de la época no era de ningún modo “imparcial”. La mayor parte de los diarios consistían en editoriales apasionados, tomas de posición a favor o en contra del Rey o de los representantes de la Constituyente, sin que faltaran chimentos, difamaciones, etc.

Conflicto con el Clero. Huida del Rey. -La Asamblea Constituyente era mayoritariamente monárquica y moderada -aún en el sector de izquierda-. Pero las presiones populares y la situación económica la condujo, a menudo, mucho más allá de las intenciones de la burguesía dominante. Así sucedió, por ejemplo, con el conflicto con el Clero. Ya desde la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano se tomaron las primeras medidas que eliminaban los abusivos privilegios económicos de la Iglesia. Eran pedidos solicitados en varios de los cahiers y, además, contaban con el apoyo de importantes sectores del bajo Clero. El proceso culminó a principios de 1790, con la sanción de la Constitución Civil del Clero.

La Constitución Civil del Clero era parte de la reorganización territorial de Francia y la democratización del sistema: Las 134 diócesis del Ancien Régime fueron reducidas a 83 y los sacerdotes debían ser elegidos por sus comunidades locales. Esto significaba que el Papa dejaba de dar la investidura, por lo que el Vaticano condenó el año siguiente la Constitución Civil del Clero.

La Iglesia francesa quedó dividida: Los sacerdotes juramentados o constitucionalistas aceptaron la Constitución Civil, los sacerdotes refractarios la rechazaron. Los refractarios se sumaron pronto a las filas contrarrevolucionarias.

El Rey tuvo que ratificar las decisiones de la Constituyente, pero el 20 de Junio de 1791 abandonó sigilosamente París junto a su familia dirigiéndose hacia la frontera alemana. Desde que la Asamblea abolió los privilegios feudales, muchos nobles habían emigrado estableciéndose en la ciudad alemana de Coblenza. Allí se estaba formando un núcleo conspirador contra las reformas: Si el Rey se unía a ellos, podían pedir auxilio a otros monarcas europeos y restablecer el Antiguo Régimen. El hijo de un maestro de postas reconoció a Luis XVI cuando el carruaje pasó por Santie Menehould y dio aviso. En la siguiente localidad el Rey fue interceptado y devuelto a París con la escolta de una multitud indignada.

La Asamblea Constituyente suspendió provisionalmente los poderes del Rey y le asignó una custodia permanente en el Palacio de las Tullerias. Otra consecuencia fue el crecimiento de las ideas republicanas: No sólo era evidente que Luis XVI estaba dispuesto a hacer cualquier cosa, hasta hacer invadir Francia por tropas extranjeras para recobrar su poder; sino además, el nuevo sistema no necesitaba del Rey en absoluto, como lo probó le hecho de que las autoridades -nacionales y locales- continuaron funcionando en condiciones normales durante los cinco días de fuga real.

La Fusillade du Champ-de-Mars. -Después de la fuga, se dio en la constituyente un discurso exaltado de los cordeleros, que impulsaron una gran petición para destituir y castigar a Luis XVI. Se dispuso convocar al pueblo para el 17 de Julio de 1791 en el Campo de Marte, donde se realizó la fiesta de la Federación. Lafayette fue enviado con sus guardias, pero encontró una multitud hostil. Cuando los intimó a disolver la reunión recibió una lluvia de piedras, y luego le dispararon, sin consecuencias. Ordenó responder con fuego y hubo 50 muertos. Quedó en la historia como “Fusilería (o matanza) del Campo de Marte”

La mayoría de la Asamblea Constituyente seguía siendo monárquica: En contra de expresos pedidos populares, la Constitución fue sancionada en Septiembre de 1791, volviendo a depositar el control del Poder Ejecutivo en manos de Luis XVI, cuya persona fue declarada “inviolable” a pesar de las críticas y protestas de los jacobinos. A su lado funcionaría una Asamblea Legislativa que se ocuparía de la sanción de leyes. Por último, se organizaba un Poder Judicial autónomo, con jurados designados por el pueblo. Con esto la Asamblea Constituyente dio por concluida su labor y se disolvió el 30 de Septiembre de 1791. En vez de una transición pacífica y ordenada, la Asamblea Constituyente se vio presionada de un lado y de otro; por los nobles reaccionarios y la acción espontánea del pueblo y terminó sin satisfacer a ninguno.



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5. La Asamblea Legislativa

La historia de la Asamblea Legislativa se puede resumir en dos grandes sucesos: 1) El estallido de la guerra con Europa, que durará 23 años más, aunque con breves treguas. 2) Las grandes movilizaciones populares, incontenibles y exigentes que culminarían con la caída de la monarquía y la disolución de la Asamblea misma, desplazada por otro órgano: La Convención Nacional.

El 14 de Septiembre Luis XVI juró respetar la Constitución y el 1 de Octubre de 1971 se reunieron los primeros diputados de la flamante Asamblea Legislativa. Siguiendo una iniciativa de Roberpierre, se acordó que ninguno de los miembros de la Constituyente se presentaría como candidato a la Legislativa. De este modo, el nuevo órgano quedó en manos de hombres nuevos y jóvenes. Los representantes repitieron la costumbre de la constituyente de izquierda, derecha y centro.

El nuevo gobierno tenía poderosos enemigos dentro y fuera: En el interior, el Rey y la Corte, mas los sacerdotes refractarios. En el exterior, los émigrés y las monarquías europeas, principalmente la de Austria, a cuya familia pertenecía la Reina. Además, la Asamblea Legislativa pronto se vio inmersa en una crisis económica -el abastecimiento de las grandes ciudades era precario y comenzaron algunos saqueos.

Conflicto externo. Europa. Los émigrés. -Ya después de la fuga del Rey, el Emperador Leopoldo II de Austria y el Rey de Prusia habían emitido la Declaración de Pillnitz invitando a una intervención militar conjunta de todas las monarquías europeas.

La expropiación de las tierras y la confiscación de bienes de la Iglesia ya habían generado protestas de príncipes alemanes, tanto laicos como eclesiásticos, que disponían de señoríos en Alsacia. Estos nobles fueron con sus reclamos a las autoridades de sus países. Aunque el gobierno francés ofreció indemnizarlos, sus propuestas fueron rechazadas por Austria y Prusia. España retiró a su embajador, luego de la fuga del Rey a Varennes. En Inglaterra se empezó a ver con recelo la Revolución Francesa, aunque más por temor al crecimiento de una potencia rival.

El detonante de la guerra fueron las actividades de los émigrés al otro lado de la frontera, principalmente en la ciudad de Coblenza -otros se hallaban en Milán-; emitían proclamas, amenazas, presiones a los gobiernos europeos e incluso se habían puesto a formar un “ejército contrarrevolucionario”. La Asamblea Legislativa votó por decreto que intimaba a los emigrados a regresar a Francia, bajo pena de confiscarles sus bienes y tratarlos como enemigos, pero Luis XVI usó su poder de veto para suspenderlo. La Legislativa insistió hasta que finalmente se dirigió una nota al elector alemán de Tréveris, exigiéndole poner fin a las actividades de los emigrados. También se elevaron notas similares al príncipe de Maguncia y el Emperador de Austria.

Hubo un par de notas más y negociaciones. Austria pactó con Prusia, lo que implicaba que si la primera entraba en guerra con Francia, lo haría también la segunda. Finalmente, ante la falta de respuesta a los reclamos, se desembocó en la declaración de guerra. A esta situación se llegó por la rara convergencia de intereses sumamente distintos: Luis XVI, La Corte y la Reina confiaban en que una victoria de la contrarrevolución lo restablecería en el trono; los patriotas -izquierda en general- creían que la “exaltación nacional” los unificaría y la burguesía, habiendo advertido que el nuevo gobierno no había solucionado los problemas de déficit y continuaba temiendo una bancarrota, esperaba que una victoria militar permitiría algún botín. Solo algunos jacobinos se opusieron a la guerra: Robespierre (“el incorruptible” y Marat, desde las páginas de Amigo del Pueblo.

Las primeras batallas -en Bélgica- resultaron desfavorables para los franceses y rápidamente la cólera popular se concentró en la figura del Rey -que hacía uso de su poder de veto para seguir frenando decisiones de la Asamblea Legislativa -y la Reina- de quien se decía que pasaba información al enemigo.

Terminología. Símbolos. -Por esta época se difundió la palabra sans-culottes. Estos eran los pobladores más humildes de París, que usaban un pantalón largo rústico en lugar del culotte (calzón) corto característico de los nobles del Ancien Régime. Sans-culotte adquirió la categoría política de “proletario” -término posterior, pero con idéntica carca ideológica.

También en ese momento surge la Marsellesa. Fue una marcha que entonaron los voluntarios Marsella que llegaron a París para formar el “Ejército del Rin” -es decir, el que iba a combatir en ese frente-. Resultó ser pegadiza y se convirtió en el himno revolucionario, no sólo en Francia, sino internacionalmente.

Finalmente, esta enumeración de símbolos revolucionarios, hay que mencionar a los bonetes rojos -el gorro frigio del escudo nacional de Argentina-. Originalmente se trataba de una prenda para presidiarios, pero

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al ser éstos identificados como opositores o víctimas del Viejo Régimen, adquirió el sentido de emblema popular o revolucionario.

Manifiesto del Duque de Brunswick. Objetivo declarado: “Arrasar París”. – Francia no sólo tenía que hacer frente a ejércitos austriacos (unos 29 mil soldados) sino también a las tropas prusianas (40 mil hombres) que avanzaban conducidas por el Duque de Brunswick, a quien se añadió un ejército de 5 mil emigrados.

El 11 de Julio la Legislativa proclamó “la patrie en danger” (la patria en peligro), fórmula que se invocaba para la conscripción obligatoria. Pocos días más tarde París conoció el llamado Manifiesto de Brunswick, que amenazba con las más terribles represalias sobre la población civil si el Rey o la Reina sufrían cualquier ultraje. Detrás del manifiesto se escondía la rabia de los emigrados y la pluma de María Antonieta.

Caída de la Monarquía. La Jornada del 10 de Agosto. El 3 de Agosto, todas las secciones de París menos una (47/48) exigieron la destitución del Rey, pero la Legislativa se negó a contestar y a partir de ese momento, terminó rebasada por la acción del pueblo. En la noche del 9 al 10 de Agosto se formo en París una Comuna Insurrecta, que por la mañana, organizó a los voluntarios patriotas llegados de las provincias y avanzó hacia el Palacio de las Tullerias.

Tras varias discusiones y dudas, Luis XVI decide refugiarse en el interior de la Legislativa con su familia - sólo tenía que atravesar un patio, porque la Asamblea Legislativa sesionaba en el otro extremo del mismo palacio-. Mientras tanto hubo un inútil combate sangriento, que terminó con la toma de las Tullerias por el pueblo.

La Asamblea Legislativa recibió bien al Rey, pero era obvio que la situación se le escapaba de las manos. Al confirmarse la toma de las Tullerias, se votó la suspensión, no destitución de Luis XVI. Correlativamente, la Asamblea Legislativa decretó la convocatoria a una Convención Nacional a efectos de definir el régimen constitucional, es decir, si persistiría la monarquía o se declararía la república. Esta convención, dada por la victoria popular, sería electa por sufragio universal.

Nuevo Gobierno: Danton, Ministro de Justicia. -La Comuna Insurrecta del 10 de Agosto, lejos de disolverse una vez cumplido su propósito, consolidó su poder e impuso sus exigencias a la Asamblea Legislativa. Se designó un Consejo de Ministros compuesto por miembros de la Asamblea misma, con predominio girondino, entre los que destacaba Roland. La figura ascendente fue Danton, de los cordeleros, aunque también popular entre los jacobinos, uno de los protagonistas del levantamiento, a quien se le confió el Ministerio de Justicia.

Traición de Lafayette. -La guerra continuaba mal cuando Lafayette desertó. Se había indignado al conocer los sucesos del 10 de Agosto y la suspensión del Rey. Ya se mostraba más del lado de la monarquía que del pueblo. Antes del 10 de Agosto, había hecho llegar mensajes a la pareja real, ofreciéndoles auxilio para trasladarse a Normandía, donde había un núcleo de partidarios de Luis XVI; la ayuda fue negada por María Antonieta, que lo consideraba uno de los responsables de la Revolución. Después del 10 de Agosto, Lafayette intentó sublevar a sus soldados contra la Asamblea, y habiendo fracasado, huyó a Bélgica.

En el interior del país estallaron revueltas realistas. Desde las páginas de L’ Ai du Peuple, Marat clamaba contra los “traidores” y “conspiradores” que estaban entregando Francia a os enemigos

6. La Convención

La Convención comenzó proclamando la República y a continuación, sometió a proceso a Luis XVI, condenándolo a muerte. La guerra se extendió prácticamente a toda Europa y simultáneamente estallaron insurrecciones realistas en el interior de Francia. La crisis política llevó a los revolucionarios a tomar medidas drásticas para aplastar a sus enemigos interiores y exteriores. A tal efecto se crearon organismos especiales, como el Comité de Salud Pública y el Tribunal Revolucionario. Fue la época de las ejecuciones masivas en la guillotina. Pronto los mismos dirigentes de la Revolución comenzaron a aniquilarse entre sí: los girondinos, que habían tratado de salvar la vida de Luis XVI, fueron arrestados y ejecutados, lo que dejó a la Convención bajo dominio jacobino, pero también entre estos estallaron diferencias.

Dividiremos la historia de la Convención en tres etapas:

1. Convención girondina: Des del inicio de sus sesiones hasta la caída de los girondinos

2. Convención jacobina: Predominio jacobino


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3. Convención termidoriana: Caída de Robespierre hasta el reemplazo de la Convención por el Directorio.

La Convención Girondina

Características de la Convención. Composición. -En la Convention Nationale -como se llamaba oficialmente- se diferenciaron tres grandes sectores: A la derecha, los girondinos; a la izquierda, los jacobinos; en el “centro”, que era mayoritario, los indecisos que se volcaban de un lado o del otro según las circunstancias. De esta época proviene la denominación montagnardes (montañeses) aplicada usualmente a los jacobinos (o la Montaña) a causa de que los asientos de la izquierda se encontraban algo más altos que el resto -esto también incluía a los cordeleros, porque los jacobinos eran el partido más importante de izquierda, pero no el único-. También los vacilantes del “centro” -el “partido de expectación y silencio”- recibieron el apodo de plaine o marais (“llanura” o “pantano”).

La ciudad de París había votado mayoritariamente montañeses, así como algunos importantes centros urbanos del interior. Los departamentos -antiguas “provincias”- designaron representantes moderados o girondinos. La diputación de París comprendía 24 representantes, entre los que se destacaron Robespierre (el incorruptible), Danton y Marat (el amigo del pueblo), todos alineados a la izquierda.

La Gironda sabía que las secciones de París le eran hostiles, de modo que pronto comenzó una larga lucha tendiente a disminuir el poder de la Commune de la ciudad, cuyos dirigentes eran montañeses. Correlativamente, los girondinos buscaron respaldo en los departamentos, mitad por razones obvias y mitad por convicciones, porque admiraban el modelo federal norteamericano.

La República. -A pesar de sus diferencias, montañeses y girondinos habían votado en contra del Rey. La monarquía había recibido una especie de “voto castigo”. En su primera sesión, se aprobó el texto “La Convención Nacional decreta que la monarquía queda abolida en Francia y que todos los documentos públicos llevaran el encabezamiento fechado como año I de la República”.

Situación militar: Victorias francesas. -Al mismo tiempo que la Convención se reunía, las tropas francesas del norte lograban su primera victoria. A continuación, las tropas francesas tomaron la ofensiva, avanzando sobre Bélgica (N), Magnuncia (Este) y Saboya y Niza (S). Fue la “cruzada de la libertad”: En todas parte, los franceses se presentaban como “amigos y hermanos” contra el despotismo monárquico y eran recibidos con banderas tricolores y la Marsellesa. A mediados de Noviembre la Convención declaró que la Nación Francesa acordará fraternidad y socorro a todos los pueblos que quisieran recobrar la libertad y enmendar el poder ejecutivo.

“Guerra a los castillos, paz para las chozas” fue el emblema político del momento. Un mes después, en Diciembre, la Convención aprobó un decreto por el que se abolían todos los derechos feudales y privilegios nobiliarios en los territorios ocupados por Francia.

Las coronas europeas observaron la situación con inquietud creciente, ya que para ellos se estaba realizando la vieja ambición de Richelieu: Una Francia con fronteras naturales -los Pirineos, los Alpes y el Rin-lo que significaba una potencia demasiado fuerte en el concierto europeo, que modificaba el equilibrio de fuerzas del momento.

Proceso a Luis Capeto. -La razón de ser de la Convención era dictar una nueva Constitución y resolver la situación del Rey, momentáneamente suspendido y arrestado. Mientras un Comité examinaba los documentos secuestrados del asalto al Palacio de las Tullerias del 10 de Agosto, los jacobinos impulsaban una sanción expedita contra el monarca. Los girondinos vacilaban, de un lado, no querían ceder la iniciativa a los montañeses, pero del otro, se daban cuenta de que sus rivales políticos expresaban los ánimos populares. Finalmente, se resolvió que la propia Convención, convertida en Alta Corte de Justicia, procesaría a Luis XVI.

En medio de los debates, un día se presentó Roland, el Ministro de Interior en la Convención y entregó a la Presidencia un grupo de documentos que acababan de ser descubiertos en el Palacio de las Tullerias por un operario. Se hallaban bien ocultos deliberadamente -aclaró el Ministro- en un hueco de la pared, dentro de una caja de hierro. Esos papeles comprometían gravemente a la Corona: figuraban en ellos planes contrarrevolucionarios y sobornos a diversos representantes de la Constituyente y la Legislativa para realizarlos. La indignación que estalló enseguida, definió la suerte del Rey: Se aprobó su juzgamiento, iniciándose de inmediato la instrucción y redacción de los cargos.


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Luis XVI fue citado antes la Convención y tuvo la oportunidad de defenderse -hasta pudo elegir tres abogados-, pero era obvio que gozaba de poca simpatía entre los convencionalistas. “No tenemos una sentencia que dictar, sino una medida de salvación pública que tomar” se decía. Finalmente, el citoyen Luis

Capeto fue declarado culpable de “conspiración contra la libertad pública y la seguridad general del Estado” y sentenciado a muerte, pena que se ejecutó en la Plaza Pública utilizando la guillotina, en Enero de 1793.

El proceso a Luis XVI acentuó las diferencias entre jacobinos y girondinos, ya que estos últimos trataron de evitar la aplicación de la pena de muerte, temerosos de las consecuencias.

La Primera Coalición contra Francia. –“Inglaterra comenzó a interesarse por la suerte de Luis XVI el día que los franceses entraron en Amberes. Europa, asustada por la teoría de las fronteras naturales y por la guerra de propaganda, se valió de este “crimen” (la muerte del Rey) como pretexto para coaligarse contra Francia”.

Luego de la ejecución de Luis XVI, los aliados originales ya en guerra (Austria y Prusia) se sumaron varios países más, incluyendo Inglaterra. “Con excepción de Suiza, Turquía y los Estados escandinavos, Francia se hallo en conflicto con Europa entera”. Las victorias francesas alteraban el sistema de equilibrio imperialista. En Inglaterra particularmente, les preocupaba tener franceses en los puertos belgas, frente a sus costas. Por eso Inglaterra fue el eje principal de la coalición contra Francia, papel que continuó los próximos 23 años. La marina inglesa superaba ampliamente a la francesa.

Descalabros franceses. Traición de Dumoriez. Levantamiento de la Vendée. -La suerte de la fuera volvió a ponerse contra Francia, cuyo gobierno, además de enfrentar a los enemigos exteriores, tuvo que reprimir rebeliones interiores. El general Dumoriez, conductor de las tropas francesas en el frente norte, que había logrado las victorias de Valmy y Jemmapes, decidió pasarse al enemigo. Esto enfureció al pueblo, pero ya se sospechaba de él: se lo había visto indignado por el 10 de Agosto y el proceso a Luis XVI. Su posición política estaba próxima a los girondinos, pero también era ambicioso y lo tentó la posibilidad de convertirse en dictador de Francia, liberar a María Antonieta y al Delfin y continuar ejerciendo el poder en nombre de este último. Intentó conducir a sus soldados a París, pero como estos se negaron, huyó hacia las filas austriacas acompañado por su ayudante de campo, hijo del Duque de Orleáns. Luego la historia lo conocerá como Luis Felipe I.

A esto se le sumó el levantamiento de la Vendée, una región francesa poblada mayoritariamente por campesinos. Allí los realistas aprovecharon el descontento causado por una crisis agrícola y la resistencia al reclutamiento en masa promovido por la Convención. La Vendée se alzó contra el gobierno y fue el foco principal de la contrarrevolución en los siguientes años.

Los Comités. El Comité de Seguridad General y el Comité de Salud Pública. -La Convención creó comités con el propósito de analizar y resolver situaciones urgentes, delegándoles poderes especiales y exigiendo que rindieran cuentas. Uno fue el Comité de Seguridad Nacional, encargado de la policía política y dotado de funciones ejecutivas, legislativas y judiciales. Pero la magnitud de problemas creados por el estallido de focos contrarrevolucionarios determinó que fuera necesario un organismo más con facultades extraordinarias, dando origen al Comité de Salud Pública, que rápidamente se transformaría en el verdadero poder de Francia.

Conflictos entre la Gironda y la Montaña. El primer Terror. Caída de los girondinos. -Las noticias alarmantes que llegaban a París exacerbaron las discusiones en la Convención, ya que girondinos y jacobinos se echaban mutuamente culpas. Al mismo tiempo, el pueblo, movilizado por la Commune, exigía medidas drásticas. Así, la Convención votó el destierro perpetuo para todos los emigrados, la confiscación de sus bienes y la pena de muerte para cada apresado. El cumplimiento de estas medidas se confirió a Comités de Vigilancia que se establecerían en cada comuna. También se aprobó la creación de un Tribunal révolutionnaire (Tribunal Revolucionario). La Convención despachó representantes del pueblo en misión a las provincias para reclutar a los soldados que necesitaba el frente y proceder a los castigos decretados contra los enemigos de la Revolución. Fue el primer Terror.

La traición de Dumoriez, “el hombre de la Gironda”, resultó un gran golpe para los girondinos. Ya desde Marzo hubo un intento de excluirlos de la Convención, que no prosperó, pero se votó el establecimiento del Tribunal Revolucionario. El Centro se había corrido hacia los jacobinos, que ahora dominaban el Comité de Salud Pública.

Los girondinos cometieron un error: Atacar a Marat. Lo acusaron ante el Tribunal Revolucionario, pero
Marat salió absuelto. El precedente sentado era grave: a partir de ese momento, cualquier convencional
podía ser sometido a proceso. En el interior la situación se siguió complicando: la burguesía de las provincias

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rechazaba las medidas de los representantes de la Convención. De esta forma, los girondinos venían recibiendo los peores apoyos: burgueses enriquecidos que no querían hacer el menor sacrificio o relistas encubiertos, que enarbolando la bandera del federalismo sólo pretendían terminar con la Revolución. Un incidente en Lyon desencadenó la caída de la Gironda: El gobierno municipal de Lyon estaba en manos de los jacobinos, la burguesía se rebeló y la Guardia local tomó la municipalidad, arrestando a los jacobinos lyoneses. Como en el movimiento también habían tomado parte los girondinos locales, apenas se supo en París, la Communa, que controlaba las fuerzas armadas de la ciudad, hizo rodear la Convención exigiendo la detención inmediata de la Gironda.

Tras unas largas y dramáticas discusiones, la Convención misma dispuso que 29 representantes girondinos fueran excluidos de su seno.

Convención Jacobina (Julio 1793- Julio 1794)

La caída de los girondinos mutiló la Convención y dejó una secuela de odios -poco después la girondina Carlota Corday asesinó a Marat- pero, por otro lado, terminó con los debates interminables y unificó al gobierno para hacer frente a los enemigos de Francia, que se habían multiplicado después de la ejecución del Rey.

La Constitución del Año I. -Ahora que los jacobinos controlaban la Convención, pudo finalmente sancionarse una nueva Constitución republicana. Previamente el debate venía estancado por dos proyectos de Declaración de Derechos, uno presentado por el girondino Condorcet y otro por Robespierre. Ambos proyectos eran democráticos, diferenciándose por algunos matices como los rasgos más “socialistas” del proyecto de Robespierre.

La nueva Constitución, presentada por Hérault, retomó el proyecto de Robespierre, aunque sin ignorar las propuestas de Condorcet, dando como resultado una normativa muy avanzada, que no se limitaba a los derechos individuales de la Constitución de 1789 (libertad, igualdad, propiedad, defensa en juicio, etc.), en realidad, ahora se los ampliaba con derechos económicos y sociales (derecho a la vida, al trabajo, etc.) Complementariamente, la Convención tomó medidas tendientes a un activo intervencionismo estatal a favor de los sectores más débiles -como mecanismos asistenciales para viudas y ancianos (28/6/1793). Francia contaba así con una legislación que superaba cualquiera de las de su época y no volvería a verse sino hasta el siglo XX, al llegar el Estado Social de Derecho o Estado de Bienestar.

Esta Constitución “progresista” fue ratificada, pero no tuvo oportunidad de aplicarse.

La insurrección federalista. Ciudades entregadas a los ingleses. La Vendée. Asesinato de Marat. -En los departamentos crecían las resistencias al gobierno revolucionario. Al clero y los nobles se les sumaba el descontento burgués -la nueva “aristocracia mercantil”-. La detención de la Gironda agregó un motivo más: En setenta departamentos estallaron levantamientos.

Los realistas aprovecharon los particularismos y celos regionales para hacer su propio juego: el Conde de Précy resultó el principal dirigente de la sublevación de Lyon y al triunfar el movimiento, llamó a la escuadra inglesa, quienes ocuparon la ciudad. Lo mismo sucedió en Marsella y en Tolon. Y por si fuera poco, también en las colonias hubo problemas. La Convención abolió la esclavitud -en realidad, estaba abolida en territorio francés, pero ahora se extendió también a territorios de ultramar- generando un levantamiento de los propietarios de esclavos en Santo Domingo. Al mismo tiempo, proseguía la rebelión de La Vendée: La alianza de nobles y campesinos derrotaba con facilidad a las tropas “azules” -así les llamaban a los leales a la Convención- enviadas por París.

También Julio fue el mes de los descalabros militares en la lucha contra los invasores. Otro suceso ocurrió el 13 de Julio, una joven llamada Charlotte Corday, se presentó en el N°30 de la calle de los Cordeleros, casa de Marat, que en ese momento tomaba uno de sus prolongados baños -por la enfermedad que padecía en la piel-. Corday dijo tener información confidencial urgente para suministrar a Marat a solas, y como era usual que El Amigo del Pueblo recibiera este tipo de información, fue admitida. Marat se hallaba sumergido hasta el pecho en una tina, con una toalla empapada en vinagre sobre su cabeza y un tablón en el que se apoyaba para escribir. Charlotte Corday extrajo un puñal e hirió de muerte a Marat. De este modo, esta muchacha de una familia provinciana noble vengó a los girondinos, partido al que había adherido.

Pero en realidad, creó un mártir de la revolución, y aportó otro elemento para el Terror.


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El Terror. -Dictada la Constitución del Año I (1793), la labor de la Convención había concluido, y no quedaba más que disolverse para poner en funcionamiento la nueva normativa. Sin embargo, todos los conflictos determinaron que la Convención resolviera postergar la aplicación de la nueva Constitución y en su lugar implantara un “régimen provisional” para aterrorizar a los enemigos internos y externos. Ya en los mismos departamentos que refrendaron la Constitución se remitieron pedidos a París pidiendo la postergación de su aplicación. El 10 de Octubre de 1793 la Convención sancionó un decreto que establecía “el gobierno de Francia será revolucionario hasta la paz”.

El mismo día se reforzaron las facultades del Comité de Salud Pública y comenzó el concepto de dictadura revolucionaria, que luego se vuelve a encontrar en el marxismo. La fuente teórica de los jacobinos provenía de la República romana, uno de los modelos que procuraba imitar. Allí existía una dictadura provisoria para situaciones excepcionales. Bajo las órdenes del Comité de Salut Public, todos los sospechosos fueron arrestados y se ampliaron los poderes del Tribunal révolutionnaire.

Los girondinos, que habían tomado parte en la insurrección federalista, fueron las primeras víctimas de las represalias: el 30 de Octubre, ese los condenó a muerte.

La guillotina empezó a funcionar aceleradamente por ella pasaron Madame Roland, María Antonieta, Bailly (el primer alcalde de Paris), Barnave e incluso algunos generales. En los departamentos, los Comités de Vigilancia también aplicaron el Terror.

El objetivo del Terror no era sólo asegurar la fuerza del Estado, sino también el bienestar del pueblo. Por ello existió un “terror económico” complementario, es decir, toda una serie de medidas para asegurar la subsistencia. Como los precios de los alimentos se habían disparado, en París se estableció un tope que primero se aplicó al grano, para extenderse a todo producto de primera necesidad (carne, madera, carbón). Los comerciantes que se negaban a vender en tasaciones fijadas eran considerados “traidores” y podían terminar en la guillotina. También hubo requisas y confiscaciones.

El Calendario Revolucionario. -En su primera sesión la Convención proclamó la República y dispuso que a partir de ese momento se fecharan los documentos oficiales como “Año I”. El conflicto en el clero y la condena del Papa profundizaron las tendencias anticristianas, adoptándose un nuevo calendario, cuyos meses recibieron nombres basándose en estados de la naturaleza o actividades agrícolas. El 22 de Septiembre de 1793, aniversario de la República, se convirtió en el 21 de Vedimiario del Año II de la Libertad”.

Situación militar: De la defensa Nacional a la ofensiva. -Después de la traición de Dumoriez, los ejércitos extranjeros recuperaron la iniciativa: Maguncia volvió a caer en manos de los prusianos y lo mismo sucedió con Bélgica. El enemigo ingresó nuevamente en territorio francés y la ruta hacia París quedó abierta. En el frente sur, los franceses estaban ocupados asediando Lyon y Tolon, que habían sido entregadas a los ingleses e incluso tropas españolas atravesaron los Pirineos, batiendo a los defensores.

El Comité de Salud Pública declaró que no iba a negociar nada con los invasores de Francia y no admitiría otra diplomacia que la de los cañones y la victoria. El pueblo de París no sólo lo apoyaba, sino que exigía la guerra. Se ordenó la leva en masa, es decir, el reclutamiento de todos los varones capaces de combatir. También se aprobó la amalgama, es decir, la fusión de los regimientos veteranos con los voluntarios y los reclutados, reuniendo así la experiencia con el entusiasmo patriótico.

Con estas medidas y una intensa acción moral, la invasión fue detenida hacia fines de 1793 y para comienzos de 1794, las tropas francesas volvían a avanzar, recuperando las “fronteras naturales”.

División de la Montaña: “rabiosos” e “indulgentes”. Lucha y exterminio de las facciones. La reacción de Termidor. -Los montañeses representaban a la clase media aliada con la clase baja de París, por ello, si bien los unían ciertas ideas comunes (democratismo, populismo, etc.), en verdad existían diferencias que pronto estallaron.

Había un sector más radical, con fuerte apoyo en los sans-culottes y en la comuna de París, que aspiraban a una república completamente igualitaria, alentando medidas contra los ricos. Su principal representante era Hébert, que ocupaba un importante cargo en la Commune de París y publicaba el periódico Pére Duchsene, vocero fundamental del sansculottismo. Por ello son conocidos como “Hébertistas”, aunque también se los ha llamado “extremistas” o “rabiosos”. En general, eran anticlericales, anti nobiliarios y antimonárquicos, partidarios de continuar la guerra con Europa hasta derrotar a todos los enemigos de Francia. También deseaban mantener el Terror como herramienta para alcanzar sus objetivos políticos. Algunas de sus ideas anticipaban los principios socialistas. Los bolcheviques tomaron mucho de ellos.

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Otro sector de los jacobinos se agrupaba en torno al liderazgo de Danton. A diferencia de los exagérés, los “dantonistas” pensaban que había llegado el momento de terminar con el Terror y procurar negociar con Europa, para terminar con la guerra. Por ello se los llamó “indulgentes” o “moderados” (modérés).

Entre ambos grupos existía un tercer alineamiento conducido por Robespierre. El Incorruptible se unió a Danton para neutralizar a los “rabiosos” que terminaron en la guillotina (4 de Germinal del Año II- 24 de Marzo de 1794). A continuación, estallaron diferencias entre Robespierre y los modérés, dando por resultado la ejecución de Danton y sus partidarios.

Todas estas purgas diezmaron a los jacobinos y posibilitaron la reacción del viejo centro de la Convención, el “pantano” de indecisos, que primero osciló entre girondinos y jacobinos, para volcarse a los jacobinos, y luego sobrevivió durante el Terror. El detonante fue cuando Robespierre pronunció un discurso el 26 de Julio de 1794, que fue interpretado como la amenaza de una nueva depuración que iba a afectar a miembros importantes de la Convención. Todos los anti robespierristas se juntaron -jacobinos disidentes “dantonistas” y girondinos que habían conseguido salvarse de la guillotina mediante un prudente anonimato, mas burgueses moderados del centro- y al día siguiente, el Incorruptible fue recibido en la Convención con una silbatina y un escándalo que le impidió hablar. Se aprobó de inmediato su arreglo y el de sus partidarios, que fueron guillotinados sin proceso alguno un par de días después.

La convención termidoriana (Julio de 1794 a Octubre de 1795)

El término reacción termidoriana ha quedado en la historia como sinónimo de un movimiento contrarrevolucionario que se produce en el seno de la propia revolución. La mescolanza de posturas políticas incompatibles entre sí, excepto para aglutinarse contra un mismo enemigo, habían derribado a Robespierre, concluyeron el período del Terror y condujeron a una “derechización”: La persecución iniciada contra los cómplices de Robespierre, rápidamente se extendió a los jacobinos en general. El club fue clausurado a finales de 1794, tras ser apedreado.

La moda y las costumbres evidenciaron el giro a la derecha: Los jóvenes, hijos de burgueses enriquecidos, ahora empilchaban bien -aunque con cierta exageración ridícula-, despilfarraban ostentosamente, se divertían en los salones y andaban buscando jacobinos para golpear con sus palos. Todo era reacción contra la austeridad de la Convención Jacobina: Desaparecía el culto a las virtudes, el sacrificio, la exaltación patriótica y demás características dominantes en el Año II (1793-94).

Inicialmente los termidorianos querían una “reconciliación nacional”: Llamaron a los girondinos sobrevivientes -que recuperaron sus asientos en la Convención-, liberaron a los curas refractarios, se mostraron dispuestos a tratar con los emigrados, pero al mayoría de las buenas señales fueron contestadas con una cachetada. La reacción se envalentonó: los émigrés hablaron de reponer al Ancien Régime por completo y ejecutar a los “terroristas”. La República continuó en pie con su calendario, Tribunal Revolucionario, Comité de Salud Pública, etc.

A las dificultades en las provincias se agregó el descalabro económico en París. Los termidorianos, que inicialmente mantuvieron el máximum, terminaron por levantarlo el 24 de Diciembre de 1794 (con la caída de Robespierre, ya nadie lo respetaba). Todo el intervencionismo y dirigismo jacobino se extinguió, lo que era una locura sin haber terminado la guerra ni pacificado el país. Los precios subieron inmediatamente y estalló una especulación desenfrenada cuyas víctimas directas fueron las clases bajas.

La situación desembocó en un levantamiento popular, donde los jacobinos se jugaron por última vez a todo o nada. Perdieron: estaban desorganizados y los sans-culottes carecían de fuerza, desde la purga de los “hérbetistas2, que los desarticuló ya durante Robespierre.

En París una comisión militar condenó a muerte a 6 jacobinos y hubo arrestos y deportaciones en masa. En el interior, las cosas fueron peores: Los realistas aprovecharon para desquitarse, iniciando una cacería y masacre de jacobinos. El “Terror blanco” del Año III (1794-95) replicaba al “Terror Rojo” del Año II (1793-94). Lo que antes clamaron horrorizados por las Masacres de Septiembre, como un atentado a los prisioneros, ahora hacían exactamente lo mismo: tomar las cárceles para ajusticiar a los jacobinos.

Acuerdos de paz. -Los termidorianos se beneficiaron con el viento de cola del esfuerzo bélico del Año II (1793-94): Los ejércitos franceses entraron en Holanda y volvieron a llegar a la orilla del Rin. Pero al levantar las medidas del Terror (que incluían el envío privilegiado de recursos al frente), los soldados experimentaron las mismas privaciones que los pobres de París. Se produjeron muchas deserciones, aunque para fortuna de

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la Convención termidoriana, ello coincidió con nuevas perspectivas políticas en Europa. La coalición se dislocaba y así algunas potencias aceptaron negociar la paz. Primero fueron Prusia y España, luego Portugal e Italia. Al promediar 1795, solo Austria e Inglaterra continuaban en guerra con Francia.

La Constitución del Año III. -La Convención termidoriana no estaba de acuerdo con la Constitución del Año I (1793), así que en su lugar, se aprobó una nueva normativa, conocida como la Constitución del Año III (1794-95). En ella se eliminaban los principios de legislación social de los jacobinos, para retomar el individualismo de la primitiva constitución de 1789. El sufragio universal se suprimía, reemplazándose por un régimen de censo donde sólo votan los “contribuyentes”.

Los termidorianos también se propusieron órganos de gobierno que fueran la antítesis de la Convención jacobina. Para ello crearon un Ejecutivo reducido de 5 miembros (El Directorio), bien separado del Legislativo, que fue subdividido en dos Cámaras (Diputados y Senadores). Los termidorianos, conscientes de su baja popularidad, tomaron una medida complementaria para asegurarse la continuidad: Dos tercios de los futuros legisladores debían ser elegidos entre los convencionales. Los realistas, que esperaban ganar las elecciones, se enfurecieron.

Vedimiario: Levantamiento realista. -El 13 de Vedimiario del Año IV (5 de Octubre de 1795) los realistas intentaron una sublevación en París que fracasó. Los termidorianos apelaron a los jacobinos, sacándolos de las cárceles y usándolos como fuerza de choque. Los viejos montañeses no se negaron: sabían que una victoria realista los masacraría enseguida junto con los termidorianos.

Barras, un termidoriano corrupto, tuvo la intuición de confíar el mando de las tropas encargadas de la represión a un joven general que deambulaba miserablemente por París. Era Napoleón Bonaparte. De poco le había valido el mérito de haber conquistado Tolon e incluso, hasta se lo miraba con malos ojos, ya que había tenido cierta simpatía con el hermano menor de Robespierre. Bonaparte aceptó, e hizo bien: Vedimiario resultó un peldaño más hacia el poder político. Más aún, consiguió esposa, una ex amante de Barras, viuda del Vizconde de Beauharnais, guillotinado durante el Terror.

7. Transición hacia el bonapartismo: El Directorio

La fase del Directorio es una reacción contra la Convención en muchos sentidos: mientras esta fue un régimen de Asamblea, donde el Ejecutivo estaba subordinado al Legislativo. En el Directorio, los 5 directores del Ejecutivo tenían completa autonomía. Mientras la Convención implantó el terror, exaltó las virtudes patrióticas y el sacrificio; con el Directorio continua el “jouir de vivre” (alegría de vivir) que caracterizó la era termidoriana. La Convención representó un gran giro a la izquierda: democratismo extremo, precios máximos, requisas y confiscaciones. El Directorio fue una vuelta de tuerca hacia la derecha: restricción del voto a los sectores pudientes, completa libertad de empresa y nula intervención del Estado a favor de las clases bajas.

La historia francesa ha juzgado muy duramente al Directorio, considerado un régimen inmoral e impotente, la antesala de Napoleón Bonaparte, a quien no pudo detener. El Directorio tuvo que hacer frente a conspiraciones realistas, como jacobinas en el plano interno, y en lo exterior, logró consolidar los avances franceses sobre territorios vecinos y traer una cierta etapa de paz. Pero buena parte de los triunfos militares y diplomáticos se debieron a Napoleón, que los aprovechó para sus propias ambiciones políticas. Finalmente, Napoleón decide derrocar al Directorio, apoyándose en su prestigio, el respaldo del ejército y la complicidad de algunos funcionarios del mismo régimen. El Golpe ocurrió en 18 de Brumario del Año VII, y el Consulado sucedió al Directorio.

Características institucionales. -El nuevo gobierno tenía un Poder Legislativo dual, es decir, con dos Cámaras y un Ejecutivo de 5 miembros; los directores.

La elección de todos los funcionarios se basaba en el voto restringido: sólo varones adultos, que supieran leer y escribir y fueran contribuyentes podían participar en el acto eleccionario. Además, tampoco seleccionaban a los representantes directamente, sino por mecanismos intermedios -como cuerpos de electores-. Por ello, se ha calificado al sistema directorial como una “república de burgueses y propietarios”.

Características sociales. -El Directorio no tuvo respaldo popular: Cosechaba indiferencia en la mayoría o bien, directamente oposición a la derecha y a la izquierda, esto es, de un lado realistas y del otro, jacobinos.

Fue un momento de apogeo burgués: La política permitía hacer buenos negocios para proveedores del ejército, traficantes de bienes nacionales o grandes comerciantes. El director Barras o el Ministro Talleyrand constituían ejemplos concretos de los nuevos poderosos que mezclaban poder político y lucro.

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Las costumbres termidorianas continuaron en el Directorio. La sociedad seguía reaccionando a la dureza del Terror con un movimiento de búsqueda de placeres. Los jóvenes miraban con escepticismo la política y trataban de disfrutar de la vida egoístamente, abandonando grandes ideales.

Situación económica y militar. -El Directorio tuvo que enfrentar devaluaciones de la moneda y bancarrotas del Estado. También inestabilidad institucional: Algunos levantamientos se mezclaban con “golpes de Estado”, es decir, intentos dentro de los mismos órganos gubernamentales para desplazar ciertos funcionarios. Finalmente, una ola de delitos asolaba Francia: se habían formado bandas armadas dedicadas a robar o secuestrar personas para obtener dinero.

La situación militar estaba mucho mejor. Particularmente importante fue la campaña de Napoleón Bonaparte en el norte de Italia, quien desatendiendo las órdenes del Directorio, avanzó en dirección a Austria, logrando que el país negociara. De regreso en París, Bonaparte aprovechó las intrigas que permanentemente se tejían en torno al Directorio, ingresando en una conjura planificada por dos d ellos mismos Directores. El prestigio de Napoleón, la fidelidad de las tropas y el apoyo de políticos dentro del mismo régimen, facilitaron un golpe de Estado. Un Consulado desplazó al Directorio.

8. La era de Napoleón Bonaparte (el Consulado y el Imperio)

A partir del golpe de Estado del 18 de Brumario del Año VIII, el resto de la historia francesa hasta 1815 transcurre bajo el dominio de Napoleón Bonaparte. Primero vino el Consulado (1799-1804) y luego el Imperio (1804-1815). El Consulado era un ejecutivo tripartito, pero de hecho el Primer Cónsul (Napoleón) tenía preponderancia sobre los restantes. Por ello no demoró mucho en convertirse en “Cónsul vitalicio” en 1802 y finalmente en “Emperador” en 1804.

Desde el punto de vista político, tanto el Consulado como el Imperio constituyen un retroceso a las formas autoritarias: Napoleón restableció una monarquía hereditaria y una aristocracia similares al Antiguo Régimen, bien que más ordenado y eficiente. Al mismo tiempo, Francia se convirtió en la primera potencia de Europa, sometiendo a las demás (excepto Inglaterra) lo que contribuyó a sofocar las disidencias internas. Sin embargo, de 1799 a 1815 hubo breves períodos de paz: Napoleón subestimó el orgullo nacional de los pueblos sometidos a los franceses y fracasó en su duelo contra Inglaterra -que incluyó medidas como el “bloqueo continental” (cierre de los puertos europeos a productos ingleses) y un intento de invasión que se frustró por el dominio inglés en los mares-, que así se convirtió en foco permanente de las nuevas coaliciones contra Francia.

Desde el punto de vista institucional, el régimen bonapartista plasmó los principios burgueses de la Revolución mediante la codificación, principalmente, el nuevo Código Civil (1804), llamado a veces “Código Napoleón” -aunque fue producto de varios juristas reunidos por el Emperador-. Este Código Civil, a pesar de sus muchos efectos, tuvo una gran influencia en las futuras codificaciones, incluyendo la argentina.

Finalmente, las continuas guerras con Europa; los tributos para solventarlas y el creciente despotismo, agotaron a los franceses. Bastaron algunas derrotas importantes -el fracaso a la invasión de Rusia; levantamiento de España; etc.- para que el deseo de terminar con Napoleón condujera a negociar el retorno de los Borbones -parientes sobrevivientes del ejecutado Luis XVI-.

8.1. El Consulado

Características institucionales. -Sièyes preparó un proyecto de la nueva Constitución que reemplazaría al régimen dictatorial. Napoleón no estuvo conforme y la rehízo: “Es necesario que sea una Constitución corta… y oscura”. La Constitución del Año VIII estableció un poder ejecutivo tripartito en manos de cónsules (como los de la República Romana) que duraban 10 años en sus funciones. Pero el Premier Consul (Primer Cónsul), es decir, Napoleón, tenía mayores facultades que los otros dos -fungían de consejeros o asesores-.

Plebiscitos. -Un rasgo del sistema napoleónico fue el uso de plebiscitos. La Constitución del Año VIII fue sometida a votación popular (por sí o por no), como así también el establecimiento del Imperio y otras medidas. Fuera de estas consultas puntuales, el régimen no apeló directamente al pueblo en el nombramiento de funcionarios, que se hacía mediante un complejo sistema de designación de listes de notabilité (“listas de notables”) -es decir, personas “idóneas”- y colegios electorales en tres grados sucesivos.

De ese modo, tras pasar por una depuración que eliminara representantes indeseables o peligrosos, todo terminaba en el ejecutivo, quien nombraba a los funcionarios.

A pesar de que la República se mantuvo en las formas, el sistema fue, de hecho, un restablecimiento de la Monarquía: Las fiestas de la Revolución fueron abolidas (excepto el 14 de Julio y la fundación de la

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República). La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano desapareció -por el contrario, los primeros artículos de la nueva Constitución se encargaban de definir quién era ciudadano francés y muy especialmente, bajo que condiciones se perdía o suspendía dicha ciudadanía. La libertad de reunión y de expresión sufrió limitaciones bajo la excusa de combatir la “inseguridad” o por el pretexto del estado de guerra-, y la policía podía efectuar “arrestos preventivos”.

En materia financiera, el sistema volvió al “secreto” del Antiguo Régimen y además, a causa de las guerras, se establecieron impuestos directos e indirectos, llamados droits reunis (derechos reunidos).

El Concordato con Roma. -Napoleón no se caracterizaba por su fe religiosa, pero llegó a la conclusión de que era necesario contar con la Iglesia. Por un lado, como sostén ideológico del régimen. Por otro lado, para restarles a los realistas su principal aliado. La ocasión para negociar con la Iglesia romana vino por la muerte de Pio VI y su reemplazo por Pio VII, sumada a la victoria francesa en la batalla de Marengo (1800) en el norte de Italia, que desmanteló la Segunda Coalición. El resultado fue la firma de un Concordato que regulaba las relaciones entre la Iglesia y Francia. El Papa reconocía al gobierno francés y éste aceptaba al catolicismo como “religión mayoritaria” del pueblo, además el Premier Consul se declaraba católico. Éste designaba obispos y el Papa les daba la institución canónica. El Estado proveería los salarios de los sacerdotes y la Iglesia romana aceptaba los hechos consumados del pasado (confiscación de bienes). Con esto Napoleón restableció las relaciones con la Iglesia y el culto público: Los obispos volvieron a ocupar un sitio entre las autoridades civiles -tal como el Antiguo Régimen.

Al mismo tiempo, para calmar la oposición republicana interior, Napoleón preparó un Reglamento de Policía de Cultos, por fuera del Concordato -es decir, no sometido a aprobación del Papa- que subordinó el matrimonio religioso al civil, disolvió el clero regular, etc. Osea, confirmó las conquistas revolucionarias.

El objetivo de Napoleón fue poner a la Iglesia a favor del Estado, usándola como elemento de cohesión social y estabilización, en lo que tuvo momentáneo éxito.

8.2. El Imperio

No es difícil gobernar un país que se impone militarmente sobre sus vecinos y que extrae de ellos bienes suficientes como para que la burguesía disfrute prosperidad. Mientras Napoleón fue capaz de mantener esa situación, la oposición quedó reducida a sectores marginales a la derecha (los realistas recalcitrantes) y a la izquierda (jacobinos y republicanos).

En 1800 Francia logró victorias militares decisivas (Marengo en Italia) que pusieron fin a la Segunda Coalición. La euforia por la paz lograda, fue inmediatamente aprovechada por Napoleón para lograr transformarse en monarca vitalicio de hecho, mediante un plebiscito (1802) que lo convirtió en cónsul de por vida.

Características institucionales y sociales. -El Imperio fue un retorno a la monarquía: La Constitución del Año XII consagraba a Napoleón como Emperador de los franceses “Por la Gracia de Dios y de las Constituciones de la República”. De hecho, Napoleón preparó una verdadera coronación medieval, trayendo al Papa Pio VII a París. En los años siguientes, los últimos vestigios de la República desaparecieron. En 1806 se abolió el calendario revolucionario. En 1809, las monedas que decían “República Francesa, Napoleón Emperador” sólo conservaron las dos últimas palabras.

El nuevo régimen también tuvo su aristocracia: Ya desde 1802 Napoleón había creado una condecoración especial, la legión de honor y desde 1804 se estableció una verdadera Corte, resucitando los títulos de príncipe, Duque, Conde, barón, etc. La diferencia con el Ancien Régime consistía en que los rangos estaban minuciosamente ordenados y la mayoría de los nuevos nobles se los había ganado gracias a la Revolución. A partir de 1806 se impuso un carácter hereditario.

Por debajo de la Corte, el siguiente sector en el que se apoyaba el bonapartismo era la burguesía; únicos con derechos electorales, ya que los funcionarios eran designados entre los contribuyentes más ricos.

En el último escalón se hallaba el pueblo: Napoleón obligó a los trabajadores a usar un carnet -lo que permitía vigilancia policíaca-. Por esta época se introdujeron a Francia las primeras máquinas, desplazando al obrero manual, lo que generó propuestas que fueron reprimidas.

Final del bonapartismo. -Napoleón no era un doctrinario (hablaba con cierto desprecio de los que él llamaba “ideólogos”) y se dejaba llevar por su ambición. El Teniente Bonaparte, egresado de la Real Escuela Militar, lyó a Rousseau y sufrió la doble marginación de ser corso -Francia ocupó la isla, cuyos habitantes eran

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italianos por idioma y costumbres, poco antes del nacimiento de Napoleón- y pobre; lo que debió empujarlo a mirar con simpatía a los sectores reformistas. La ola revolucionaria lo arrastró en un principio, permitiéndole ganar un lugar al que difícilmente lograría acceder por sus orígenes y a partir de allí, sus innegables cualidades militares y su intuición política lo llevaron a aprovechas las oportuncidades.

Para 1814, el Imperio ya no funcionaba. Los pueblos se sublevaban, la invasión a Rusia de 1812 había fracasado e Inglaterra había resistido todos los intentos de doblegarla. En el plano interno, la burguesía, al principio beneficiada con las conquistas y el autoritarismo del régimen -que frenaba cualquier movimiento de masas -asegurando estabilidad para los negocios, ya no estaba complacida con las continuas guerras.

Tras la batalla de Leipzig en 1813 en Alemania, donde las fuerzas francesas en retirada tras la derrota en Rusia, fueron vencidas por una alianza de prusianos, austriacos, rusos, suecos y varios principados germánicos, Francia fue invadida nuevamente, algo que no ocurría desde 1792. Napoleón continuó mostrando su habilidad militar en la defensa del país, pero su entorno quería terminar con esa situación. Empezaron negociaciones secretas con los aliados -por entonces, la Sexta Coalición contra Francia- y los mismos generales napoleónidas presionaron a su jefe para que abdicara. El arreglo final intentó conciliar intereses opuestos: Los emigrrados retornarían a Francia, con Luis XVIII (hermano mayor de Luis XVI) convertido en Rey, pero, a cambio, éste debía aceptar una Constitución y reconocer las conquistas de la Revolución (principalmente, la confiscación de tierras). Francia retornaría a sus fronteras de 1792 -al inicio de la Primera Coalición- y Napoleón quedaría confinado a la isla de Elba, donde mantendría su séquito, amigos, familiares, etc.

El Congreso de Viena, reunión de las potencias vencedoras en dicha ciudad, reconstruyó el mapa europeo. Pero las cosas no se arreglaron tan fácilmente. La mayoría de los emigrados retornaba con sed de venganza. “No habían aprendido nada, ni olvidado nada”.

La Restauración de los Borbones en el trono sólo serviría para potenciar una nueva revolución.

 

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