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Hist. Ec. y Soc. Gral. La mano visible. La revolución en la dirección de la empresa norteamericana Altillo.com

Definición de empresa moderna
  La empresa moderna se puede definir fácilmente. Posee dos características específicas: consta de muchas unidades de operación distintas y la dirige una jerarquía de ejecutivos asalariados.
  Todas las unidades de esta empresa moderna cuentan con oficinas administrativas propias, dirigidas por un ejecutivo asalariado a tiempo completo. Cada uno lleva su contabilidad y cada una de ellas puede funcionar como una empresa independiente.
  La empresa moderna comenzó a operar en lugares diferentes, llevando a menudo diversos tipos de actividades económicas y comerciando en distintas líneas de bienes y servicios. Así, las actividades de estas unidades y las transacciones entre ellas se internalizaron y fueron los empleados quienes la controlaron y coordinaron en lugar de los mecanismos de mercado.
  La empresa moderna emplea una jerarquía de mandos medios y de altos directivos asalariados para controlar y coordinar el trabajo de las unidades que tienen a su cargo. Esos ejecutivos constituyen una clase de hombres de negocios completamente nueva. Algunas empresas tradicionales con una sola unidad emplearon directivos en actividades similares a las que desempeñan los mandos del nivel más bajo en la empresa moderna. Los propietarios de plantaciones, de fábricas, de talleres y de bancos contrataban empleados para que administraran o para que los ayudaran en la administración de su unidad. A medida que aumentaba el trabajo en las unidades operativas, estos directivos se sirvieron de subordinados -capataces, en cargados y ayudantes- para supervisar la mano de obra.
  Podemos llamar "moderna" a la empresa mutiunitaria dirigida por un conjunto de mandos medios y de altos directivos.
  La empresa multiunitaria moderna produce una competencia imperfecta y una mala asignación de recursos.

Algunas proposiciones generales
  Estas proposiciones nos ofrecen de entrada algunas indicaciones sobre la naturaleza de la empresa moderna, y muestran por qué la mano visible de la dirección sustituye a la mano invisible de los mecanismos del mercado.
  La primera proposición es que la empresa multiunitaria moderna reemplazó a la pequeña empresa tradicional cuando la coordinación administrativa permitió una mayor productividad, unos costos más bajos y unos beneficios más elevados que la coordinación por medio de los mecanismos de mercado.
  Internalizando las actividades que habían sido o podían ser dirigidas por varias unidades, y las transacciones que habían sido o podían ser efectuadas entre ellas.
  Esta internalización supuso muchas ventajas a la empresa ampliada. Al convertir en rutinas las transacciones entre las unidades, se redujeron los costos de las mismas. Al vincular la administración de las unidades de producción con las de compra y las de distribución, disminuyeron los costos de información sobre mercados y fuentes de abastecimiento. Y lo que es más significativo, la internalización de muchas unidades permitió la coordinación administrativa del flujo de mercancías de una unidad a otra.
  La segunda proposición es que las ventajas de internalizar las actividades de muchas unidades en una sola empresa no pudieron hacerse efectivas hasta que se creó una jerarquía administrativa.
  Estas ventajas sólo se pudieron conseguir cuando se reunió a un grupo de directivos para que desempeñaran las funciones realizadas anteriormente por los mecanismos de mercado y de los precios.
  La existencia de una jerarquía administrativa es una característica que define la empresa moderna. Una empresa mutiunitaria sin directivos es poco más que una asociación de departamentos autónomos. Tales asociaciones se constituyeron para controlar la competencia entre las unidades, o para garantizar a la empresa las fuentes de materias primas y los mercados para los bienes y servicios acabados. Los propietarios y los directivos de las unidades autónomas acordaban políticas comunes de compra, precios, producción y comercialización. Donde no existían directivos, eran los medios legislativos y judiciales, y no los administrativos, los que determinaban y hacían respetar estas políticas. Estas asociaciones consiguieron con frecuencia pequeñas reducciones en los costos de información y de transacción, pero no lograron disminuir los costos mediante el incremento de la productividad.
  La tercera proposición es que la empresa moderna surgió por vez primera en la historia cuando el volumen de las actividades económicas alcanzó un nivel que hizo que la coordinación administrativa fuera más eficiente y más rentable que la coordinación del mercado.
  La empresa moderna apareció por vez primera, creció y continuó prosperando en aquellos sectores e industrias caracterizados por una tecnología nueva y avanzada y por mercados en expansión.
  La cuarta proposición es que una vez que se constituyo una jerarquía administrativa, y que ésta llevó a cabo con éxito su función de coordinación, la misma jerarquía se convirtió en una fuente de estabilidad, de poder y de desarrollo continuado.
  Sin embargo, las jerarquías que dirigían las nuevas empresas multiunitarias tenían una permanencia superior a la de cualquier persona o grupo de personas que trabajara en ellas. Cuando un directivo fallecía, se jubilaba, era ascendido o dejaba un departamento, otro estaba preparado y formado para ocupar su puesto. Los hombres iban y venían. La institución y sus departamentos perduraban.
  La quinta proposición es que las carreras de los directivos asalariados que dirigían estas empresas se volvieron cada vez más técnicas y profesionales.
  Con la aparición de la empresa moderna, el hombre de negocios pudo pensar por vez primera en una profesión para toda la vida, que llevaba consigo el ascenso en una escala jerárquica.
  La sexta proposición es que a medida que la empresa multiunitaria aumentaba su tamaño y se diversificaba, y que sus directivos se profesionalizaban, su dirección se separó de su propiedad.
  La empresa moderna necesitó más ejecutivos que los que podía proporcionar una familia o sus socios. En algunas de ellas, el empresario que las fundó y sus colaboradores más cercanos continuaron poseyendo la mayoría de las acciones. Mantuvieron una relación personal estrecha con sus directivos y conservaron una papel fundamental en las decisiones de alto nivel, en particular en las relacionadas con la política financiera, la asignación de recursos y la selección de altos directivos. Esta empresa puede ser denominada "patronal" o "familiar", y en una economía o los sectores de una economía dominada por empresas de este tipo se pueden considerar como un sistema de capitalismo patronal o familiar.
  Las instituciones financieras que suministraban los fondos colocaban representantes a tiempo parcial en el consejo de administración de la empresa. En este tipo de empresas, los directivos asalariados tenían que compartir las decisiones de alto nivel, en especial las que suponían la consecución y el gasto de grandes sumas de capital, con los representantes de bancos y de otras instituciones financieras. A una economía o un sector de la misma controlado por estas empresas se le ha denominado con frecuencia "sistema de capitalismo financiero".
  A esta empresa controlada por sus directivos se la puede llamar apropiadamente "empresa gerencial", y a la economía dominada por ella, "sistema de capitalismo gerencial".
  La séptima proposición es que, al tomar las decisiones administrativas, los directivos profesionales preferían una política que favoreciera la estabilidad y el desarrollo a largo plazo de sus empresas a las que maximizaban los beneficios corrientes.
  Para los directivos asalariados, la permanencia de sus empresas era fundamental para sus carreras profesionales. Su objetivo primordial era conseguir que un flujo continuado de materias primas llegara a sus instalaciones para garantizar de este modo su utilización ininterrumpida. Esta expansión llevó a la contratación de más trabajadores y a la compra de más equipo. Si los beneficios eran altos, preferían reinvertirlos en la empresa antes que repartir dividendos.
  La octava y última proposición es que a medida que las grandes empresas crecían y controlaban sectores fundamentales de la economía, alteraron la estructura básica de estos mismos sectores y de la economía en su conjunto.
  Las decisiones corrientes relativas a los flujos y las decisiones a largo plazo referentes a la asignación de recursos se basaban en estimaciones de la demanda de mercado a corto y a largo plazo. Lo que las nuevas empresas hicieron fue reemplazar al mercado en la coordinación y en la integración del flujo de bienes y servicios, desde la obtención de materias primas, pasando por los diversos procesos de producción, hasta la venta al consumidor final. Conforme la tecnología se hacía más compleja y los mercados se expandían, la coordinación administrativa sustituyó a la coordinación de mercado en una parte cada vez más importante de la economía. A mediados del siglo XIX, los ejecutivos asalariados de un número relativamente pequeño de grandes empresas coordinaban los flujos de mercancías a través de los procesos de producción y distribución y asignaban los recursos a utilizar en la producción y en la distribución futura en importantes sectores de la economía norteamericana. Para entonces ya se había llevado a cabo la revolución en la dirección de la empresa norteamericana.
  Estas proposiciones básicas se dividen en dos grupos. Las tres primeras contribuyen a explicar la aparición inicial de la empresa moderna: por qué, cuándo, dónde y de qué manera surgió. Las cinco restantes tratan de su desarrollo continuado: dónde, cómo y por qué una empresa una vez establecida continuó creciendo y conservando su posición hegemónica.
  La mano visible de la dirección sustituyó a la mano invisible de las fuerzas de mercado donde y cuando la nueva tecnología y los mercados en expansión permitieron la circulación, sin precedentes históricos de un elevado volumen de mercancías a una gran velocidad a través de los procesos de producción y de distribución. La empresa moderna fue la respuesta institucional al rápido ritmo de la innovación tecnológica y a la creciente demanda de consumo en Estados Unidos durante la segunda mitad del siglo XIX.