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Final A | Economía Internacional
(Cátedra: Lorenzo - 2021) | Cs.
Económicas | UBA
La crisis de los chips faltantes
CHAD P. BOWNFOREIGN AFFAIRS
Durante la pandemia, la demanda de microchips se disparó a medida que muchos
trabajos y servicios cruciales se realizaron por Internet y los trabajadores
mejoraron sus oficinas en casa. Esto, combinado con importantes interrupciones
en el suministro, hizo que la escasez de semiconductores empeorara. En mayo, el
tiempo de espera por pedidos de microchips se extendió hasta las 18 semanas,
cuatro semanas más que en el pico anterior.
Las plantas automotrices han parado su producción de coches. Los fabricantes de
microondas, refrigeradores y lavadoras, no han podido cumplir con sus pedidos.
Las inquietudes que tuvieron durante mucho tiempo los expertos sobre las cadenas
de suministro de semiconductores son reales.
Pero el suministro de microchips estaba en riesgo mucho antes de la pandemia, y
el virus es responsable solo en parte. Uno de los mayores culpables fue un
repentino cambio en la política comercial de Estados Unidos. En el 2018,
motivada por preocupaciones de seguridad nacional, la Administración Trump lanzó
una guerra comercial y tecnológica con China que contribuyó a la escasez actual,
perjudicando a las empresas y trabajadores.
En sus primeros cinco meses, la Administración de Biden ha sentado las bases
para una cadena de suministro más resistente. Descartando las políticas
nacionalistas, ha llegado a acuerdos con Japón, Corea del Sur y con la UE para
cooperar en una nueva estrategia de semiconductores.
En enero del 2019, el departamento de Justicia de EE.UU. acusó a Huawei de
fraude financiero, lavado de dinero, conspiración para defraudar, obstrucción de
la Justicia y violación de sanciones. En los papeles, el caso tenía poco que ver
con las preocupaciones acerca de la seguridad y de las redes de 5G, pero no
había dudas de que eran esos intereses los que motivaban a los fiscales. De
manera inusual, la Administración Trump decidió no penalizar a Huawei con
sanciones financieras. En cambio, convirtió el comercio en un arma. Al imponer
controles de exportación, impidió que las empresas pudieran vender suministros a
Huawei desde Estados Unidos, en un intento de privar a Huawei de insumos,
especialmente de microchips. Un enfoque torpe para una cadena de suministro
compleja.
La fabricación moderna de semiconductores es un proceso fragmentado, e incluso
los chips desarrollados por empresas estadounidenses a menudo no se fabrican en
Estados Unidos. Qualcomm y Nvidia diseñan microchips punteros, pero subcontratan
la producción a empresas extranjeras, especialmente Taiwán Semiconductor
Manufacturing
Company (TSMC), el mayor fabricante de chips por contrato del mundo. Debido a
que la ley de Estados Unidos estaba diseñada para frenar las exportaciones desde
EE.UU., la implementación del control de exportaciones no pudo hacer nada sobre
la fabricación de chips en el extranjero, lo que debilitó la efectividad de la
política. Así, los controles estaban destinados a fracasar.
Las empresas fuera de Estados Unidos también fabrican chips de buena calidad, lo
que permitió a Huawei cambiar los semiconductores americanos por otros de Japón,
Corea del Sur, Taiwán, o Europa. Terminó dañando a las empresas estadounidense.
Pero, sin inmutarse, a mediados del 2020 Trump dio un ultimátum a empresas como
TSMC o Samsung: debían dejar de venderle a Huawei o perderían la capacidad de
utilizar herramientas estadounidenses. Lo que hizo que las compañías desistieran
de invertir en equipamiento para producir chips, y volvió a los competidores
como Tokyo Electron, en Japón, o ASML, en Países Bajos, mucho más atractivos.
Además, China invirtió aún más dinero en sus fabricantes de chips, que ya
estaban fuertemente subsidiados, tratando de liberarse del férreo control de las
tecnologías occidentales.
Según los cálculos de la industria estadounidense, el conflicto con China podría
amenazar a un tercio de sus ingresos, requiriendo una nueva fuente de
financiación para estimular la investigación y el desarrollo de chips futuros.
Para cuando el presidente estadounidense, Joe Biden, asumió sus funciones, la
pandemia había puesto al descubierto el alcance de la crisis. Los fabricantes de
automóviles reaccionaron de manera exagerada al impacto inicial del covid-19 y,
a principios del 2020, recortaron los pedidos de chips. Para cuando se dieron
cuenta de su error, los fabricantes de microchips ya estaban al máximo de su
capacidad para abastecer el repentino auge del mercado de productos para el
trabajo desde casa. Y llegó la naturaleza: el clima ártico en Texas, una sequía
en Taiwán y un terremoto e incendio en Japón contribuyeron a frenar la
producción.
La Administración de Trump impuso un arancel del 25 % en los chips importados.
En el 2020, Estados Unidos compraba a China la mitad de los chips que adquiría
antes de la guerra comercial, y las importaciones de otros lugares no
reemplazaron los microchips faltantes.
Para empeorarlo, los compradores chinos, temerosos de los controles
estadounidenses, acumularon chips.
Ahora, Biden ha establecido puntos de cooperación con Japón, Taiwán, Corea del
Sur o la UE para mantener las «cadenas de suministro sensibles, incluyendo los
semiconductores», y necesitará mucha diplomacia: las relaciones entre Tokio y
Seúl siguen siendo tensas, con controles a la exportación de productos químicos
críticos para los productores de semiconductores, y Taiwán produce la mayoría de
los chips mundiales, pero coordinar una política con Taipéi es inevitablemente
antagónica con Pekín, que ve a la isla como una provincia renegada y busca
reunificarla.
Analice cómo impactó el arancel de 25% a chips importados que impuso EEUU bajo
la administración Trump.
China, Japón, Corea del Sur son exportadores netos de microchips. Utilizando el
modelo estándar comente los efectos del shock climático que sufrió la industria
de este bien y comente cómo afecta al bienestar de estos países y el del resto
del mundo (importadores netos de microchips).
La imposibilidad de importar chips desde China reorientó la demanda global hacia
Taiwán y Corea del Sur, imagine que estos países tienen una curva de costo medio
decreciente debido a externalidades. ¿Puede ser que la aplicación del arancel
(proteccionismo) por parte de Estados Unidos mejore el bienestar global? ¿Qué
condiciones se tienen que dar para que ello suceda?
Suponga que se levantan los aranceles y empieza a haber libre comercio entre
China y Estados Unidos. Comente los efectos de la apertura comercial utilizando
el modelo Heckscher-Ohlin. Explicite los supuestos que utilizará respecto a
intensidad factorial y abundancia relativa de recursos. Los bienes con los que
trabaja simplifíquelo a 2: semiconductores y resto de los bienes.
A pesar de los intentos por disminuir la compra de semiconductores, Estados
Unidos siguió comprando a otros proveedores, el déficit de cuenta corriente no
disminuyó y se siguen amplificando los desbalances globales. En base a lo que
ud. leyó, considera que esto es un problema? Cómo se podría solucionar? Podría
asegurar que el desahorro de Estados Unidos es financiado por China?