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El Estado como problema y solución Peter Evans
Las teorías sobre el desarrollo posteriores a la segunda guerra mundial,
surgidas en los ’50 y ’60 partieron de la premisa de que el aparato del
Estado podría emplearse para fomentar el cambio estructural. Suponían que el
Estado tenía como responsabilidad la industrialización, modernizar la
agricultura y suministrar una infraestructura para la urbanización. En las
décadas siguientes se lo vio al Estado como un agente del cambio, generando
por contrapartida otra imagen que el Estado aparecía como principal
obstáculo fundamental del desarrollismo.
Esta imagen del Estado como problema fue en parte consecuencia de su fracaso
en cumplir las funciones que le habían fijado los planes de acción
anteriores, pero esta no fue la única razón. El giro negativo que adopto el
comercio internacional en los ’70, junto al aumento de tasas de interés
reales a fines de esa década y reducción de préstamos, obligaron a los
países en desarrollo a ajustarse otra vez a las restricciones impuestas en
el ambiente.
De ahí entonces, se vuelve a poner en duda el rol del Estado. Volvieron a
cobrar vidas las teorías minimalistas que decían que la única función del
Estado era su acción al establecimiento y mantenimiento de las relaciones de
propiedad privada. El mercado hace lo demás.
Evans por su parte, critica este tipo de idea minimalista. La esencia del
Estado radica en el intercambio (=el desarrollo; sistema de producción). El
mercado por sí solo no puede sostener el intercambio. Sin el Estado, no se
sostiene la confianza ni las redes sociales.
Los funcionarios deben contar con incentivos suficientes si no se quiere
que desplacen su apoyo a otros potenciales ocupantes del Estado. Deben
distribuir directamente los recursos entre sus partidos a través de
subsidios, préstamos, empleos, contrataciones o provisión de servicios,
crear rentas públicas destinadas a grupos favorecidos, limitando la
capacidad de maniobra de las fuerzas del mercado.
El buen funcionamiento del intercambio exige un medio más denso y
profundamente desarrollado, que es el de la confianza mutua y los
entendimientos culturales compartidos.
Para Evans, es malo el mercado puro, como el Estado puro. Para que se lleve
a cabo este intercambio se necesitan algunas condiciones.
Entonces, va a juntar las ideas de diversos autores, con el fin de crear una
especie de “Estado Neodesarrollista”: Todas estas ideas si van
complementando una con la otra.
1. Visión de WEBER: para que exista un tipo de orden, es necesario
proporcionar un moderno Estado Burocrático. En un aparato burocrático, los
individuos solo se preocupan por cumplir sus tareas y contribuir a alcanzar
los objetivos del aparato en su conjunto. El Estado le será muy útil a
quienes operen en mercados porque el proceder de los funcionarios obedecía
una lógica muy distinta que la del intercambio minimalista. Para apoya los
mercados y haya acumulación capitalista es necesario una burocracia
coherente, y que los individuos vean las metas corporativas como una manera
de promover su interés personal.
Es necesaria también la concentración de expertos, a través de un
reclutamiento basado en el mérito y oportunidades ofrecidas para obtener
promociones. La construcción de un marco de autoridad es necesario para el
funcionamiento de los mercados.
2. Visión de GERSCHENKRON: no solo bastaba con instrumentar reglas. El
Estado en algún punto tiene que tomar un rol más activo, y consecuentemente
trabajar como un empresario sustituto.
Los países de industrialización tardía que enfrentaron tecnologías
productivas cuyos requerimientos en materia de capital excedían lo que eran
capaces de reunir los mercados privados se vieron forzados a confiar en el
poder del Estado para movilizar recursos necesarios. El Estado era ahora un
organizador activo de un aspecto vital del mercado.
Visión de HIRSCHMAN: retoma con más detalle el énfasis anterior en el
papel empresarial del Estado como elemento para el desarrollo. No hay solo
que ser un sustituto, sino hay que generar una mano de incentivos a los
privados. El rol del Estado implica un alto frado de sensibilidad ante el
capital privado. El Estado debe ofrecer incentivos desequilibrantes para
instar a los capitalistas privados a invertir, y al mismo tiempo debe estar
cuando se generen desincentivos para la inversión.
Los Estados que logren las tareas mencionadas recién pueden llamarse
legítimamente “desarrollistas”. Atraen excedentes, pero también ofrecen
bienes colectivos. Fomentan perspectivas empresariales de largo plazo en las
élites privadas, aumentando incentivos a participar en inversiones
transformadoras y disminuyendo los riesgos propios de tales inversiones.
En la concepción gerschenkroniana/hirschmariana la relación entre la
capacidad del Estado y el aislamiento (o autonomía) es un término ambiguo,
por lo que no queda del todo claro.
A continuación, el autor realiza un análisis en diversos países para ver en
qué caso hablamos de un país desarrollista.
ZAIRE: Mobuto Sese Seko tomó el poder de Zaire en 1965. Él y un pequeño
círculo de allegado controlaban todo el aparato estatal, haciendo una gran
fortuna a partir de los ingresos generados por las exportaciones de gran
riqueza minera del país. En los años siguientes, el PBI disminuyó a una tasa
anual del 2% levando al país a la miseria y dejando a su gente devastada.
Este es el ejemplo de un Estado predatorio, en el cual la clase política se
apropiaba de las rentas públicas y convirtió a su sociedad en la víctima.
El control del Estado estaba en manos de un pequeño grupo de individuos que
mantenían conexiones entre sí.
Vemos entonces que no hay ordenamiento jurídico, no hay acumulación del
capital y no existe ningún tipo de inversión. Por otro lado, la burocracia
queda sumamente aislada, ya que no responde a ninguna demanda social por la
falta de inversión.
Con el ejemplo de Zaire vemos que no es la burocracia lo que impide el
desarrollo, sino la ausencia de un aparato burocrático coherente. Este
Estado no provee siquiera los medios más elementales para el funcionamiento
de una economía moderna.
Lo único que se cumple es lo dicho por Weber de que hay una “burocracia”,
pero ni las visiones de Gerschenkron ni las de Hirschman se hallaban
representadas.
JAPÓN: “Autonomía Enraizada”
El análisis de este país brinda un buen punto de partida para entender al
Estado desarrollista. Luego de la segunda guerra mundial, el Estado japonés
actuó como sustituto de los mercados de capital pobremente desarrollados, a
la par que inducía a tomar decisiones innovadoras. Varias de estas
decisiones constituyeron en un gran capital de inversión para la industria.
A su vez creó el MITI, el cual adquirió una función básica en la política
industrial. Éste era el encargado de aprobar los préstamos para inversión
del Banco de Desarrollo, adjudicaciones de divisas con fines industriales y
de licencias para importar tecnología extranjera, establecer concesiones
impositivas y de articular “carteles de orientación administrativa” con el
fin de regular la competencia intraindustrial.
Los organismos oficiales atraían a los más talentosos graduados de las
mejores universidades.
El estado desarrollista japonés presenta todas las luces de un aspecto
weberiano. Los funcionarios gozan de un status que según Weber era esencial
para una autentica burocracia. Todas las descripciones del Estado japonés
destacan los indispensable que son las redes informales, externas e
internas, para el funcionamiento del Estado.
• Las redes internas, sobre todo los funcionarios, son decisivas para la
coherencia de la burocracia. Le brinda identidad corporativa que la
meritocracia no podría darle.
En español: red interna entre lo privado (universidades) y lo público
(Estado). Reclutamiento de un sistema de “ex-condiscípulos”
• Las redes externas conectan al sector público con el sector privado. La
política industrial de Japón dependía básicamente de los lazos que unen al
MITI con los principales industriales. Estos vínculos son reforzados por el
generalizado papel de lo ex condiscípulos del MITI, quienes a través del
“amakudari” terminan ocupando posiciones claves no solo en las empresas sino
también en las asociaciones industriales y entidades semioficiales.
En español: los trabajadores pasaban del sector público (MITI) al privado
(empresas), ya teniendo una idea de cómo encarar las cosas.
Entonces, vemos claramente un estado desarrollista donde al analizarlo
encontramos los tres conceptos que los autores mencionan. Tienen redes
internas y las cierra con redes externas. (Coherencia interna con redes
externas).
Concepto de “Autonomía Enraizada”
Esta deriva de los casos exitosos, como el de Japón.
1. Hay escases y no exceso de burocracia, por lo que no es un Estado grande
(relacionado con la Meritocracia)
2. El crecimiento de las capacidades es lento. Es decir, no hacer todo como
Estado, sino tomar funciones a medida que se vayan necesitando. Hay que
realizar una “selectividad” con el fin de recaudar recursos.
3. AUTONOMIA: no hay presiones políticas. Hay decisiones en base a lo
técnico, sin haber estas presiones políticas.
4. ENRAIZAMIENTO: complementa a la autonomía. Relación:
privada-público-privada
Esta autonomía depende de la combinación de un aislamiento burocrático
weberiano con una intensa inmersión en la estructura social circulante. El
logro de esta combinación depende del carácter histórico del aparato estatal
y de la índole de la estructura social en la que se inserta.
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