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1914: “Recordar, repetir, reelaborar”. En este texto se introduce la noción del agieren, el repetir en acto, lo inconciente reprimido. El paciente no recuerda de forma conciente, sino que lo actúa sin saber que lo hace. Se repite bajo las condiciones de la resistencia, todo cuanto desde las fuentes de su reprimido abre paso hasta su ser manifiesto: inhibiciones y actitudes inviables, rasgos patológicos de carácter, síntomas. La repetición, el enfermo la vivencia como algo real-objetivo y actual, pero mediante trabajo terapéutico, se reconduce esto al pasado. El repetir equivale a convocar un fragmento de vida real sin saber que se está haciendo ello. Repite vivencias satisfactorias del pasado en transferencia.
La participación de la resistencia tiene que ver en que cuanto mayor sea esta, tanto más será sustituido el recordar por el actuar (repetir).
Este repetir de lo inconciente es en transferencia. La transferencia es solo una pieza de la repetición, y la repetición es la transferencia del pasado olvidado, pero no solo sobre la persona del médico sino sobre todos los otros ámbitos de la situación presente. Por esto se habla de compulsión de repetición.
El principal recurso para domeñar la compulsión de repetición y transformarla en motivo para el recordar, reside en el manejo de la transferencia. La transferencia crea un reino intermedio entre la enfermedad y la vida. El nuevo estado asume los caracteres de la enfermedad pero constituye una enfermedad artificial asequible por doquiera a la intervención: neurosis de transferencia. Al mismo tiempo es un fragmento de vivenciar real-objetivo, pero posibilitado por unas condiciones favorables, y que posee la naturaleza de algo provisional. De las reacciones de repetición en transferencia, los caminos consabidos llevan al despertar de los recuerdos, que vencidas las resistencias, reelaboradas, sobrevienen con facilidad.
Esa forma de repetición no se desestima, pero lo que Freud descubre en 1920 a raíz del texto “Más allá del principio del placer”, con los sueños traumáticos y con el fort-da, es que hay algo que se repite que no está reprimido; algo que tiene que ver con lo traumático, con lo que no se puede elaborar. Algo que insiste y trata de ligarse. La compulsión de repetición devuelve vivencias pasadas que no contienen posibilidad alguna de placer, y que tampoco en aquel momento pudieron ser satisfactorias. Repite algo traumático. Vuelve a vivir el pasado traumático. Freud aquí postula un más allá del principio de placer, donde la pulsión de muerte impulsaría repetitivamente a volver a aquellas escenas traumáticas. En el Fort-da por ejemplo el niño juega activamente a aquello que otrora vivió de forma pasiva. Como un modo tardío de dominar la angustia original.
Yendo un poco más lejos en la obra de Freud, desde una mirada retrospectiva de esto pero a través de “El yo y el ello” (1923), quizás podría pensarse que en 1914 Freud estaría hablando de compulsión de repetición en términos de resistencia del yo, en transferencia. Y en 1920, una compulsión de repetición en términos de resistencia del ello, que proviene del mas allá del principio de placer, mas allá de lo reprimido inconciente. Justamente en 1923 el postula que todo lo reprimido es inconciente pero no todo lo inconciente es reprimido. En 1920 esta repetición provendría de aquello inconciente no reprimido.
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