Altillo.com
> Exámenes > UBA
- Psicología >
Clínica
de Adultos
Resumen para el Segundo Parcial | Clínica de Adultos (Cátedra:
Vázquez - 2022) | Psicología | UBA
Freud - “Más allá del ppio de placer”.
Ppio de placer:
● Se pone en marcha una tensión displacentera y se busca disminuirla, mediante
una evitación de displacer o una producción de placer.
● El displacer corresponde a un incremento de la cantidad de excitación presente
en la vida anímica (y no ligada de ningún modo), y el placer a una reducción de
ella.
● El aparato anímico se afana x mantener lo + baja posible, o al menos
constante, la cantidad de excitación presente en él.
+ allá del ppio de placer:
● F, teniendo en cuenta que la mayoría de nuestros procesos anímicos no van
acompañados de placer ni llevan hacia él, sostiene que es incorrecto hablar de
un imperio de ppio de placer sobre el decurso de los procesos anímicos.
● F toma 3 referentes clínicos para situar este + allá, dado que los mismos no
se pueden explicar x el ppio de placer.
1) Los sueños de las neurosis traumáticas:
2 rasgos de la neurosis traumática:
- El centro de gravedad de la causación parece situarse en el factor de la
sorpresa, en el terror.
- un simultáneo daño físico o herida contrarresta en la mayoría de los casos la
producción de la neurosis.
La vida onírica de la neurosis traumática reconduce al enfermo, una y otra vez,
a la situación de su accidente, de la cual despierta con renovado terror. El
sueño falla en su fx de preservación del sueño y en su fx de cumplimiento de
deseo (x eso + allá del ppio de placer).
Lx enfermx está fijadx psíquicamente al trauma.
Freud plantea que los sueños traumáticos buscan recuperar el dominio sobre el
estímulo por medio de un desarrollo de angustia cuya omisión causó la neurosis
traumática.
2) El juego infantil (for-da):
Juego de un niño que escenifica repetidamente la partida de la madre
(experiencia desagradable).
3) Compulsión de repetición en transferencia:
Pto en que lx px no recuerda. Ocurre un recuerdo en acto (no se despliega como
recuerdo sino como acción escenificada en transferencia). Puesta en acto del icc
reprimido.
El icc no resiste, sino que insiste.
La repetición tiene x contenido experiencias pasadas que no contienen
posibilidad alguna de placer y que tampoco en el momento originario pudieron ser
satisfacciones.
Cambios en la técnica psicoanalítica:
- Antes, el analista no podía tener otra aspiración que la de colegir,
reconstruir y comunicar en el momento oportuno lo icc oculto para el enfermo. El
psa era sobre todo un arte de interpretación.
- Pero como así no se solucionaba la tarea terapéutica, se planteó otro
propósito: instar al enfermo a corroborar la construcción mediante su propio
recuerdo.
el centro de gravedad recayó en las resistencias de aquel; el arte consistía
ahora en descubrirlas a la brevedad, en mostrárselas y, por medio de la
sugestión, moverlo a que las resignase.
- Después, se hizo claro que la meta propuesta (devenir cc lo icc) tampoco podía
alcanzarse plenamente por este camino. El enfermo no puede recordar todo lo
reprimido, acaso justamente lo esencial.
Más bien se ve forzado a repetir lo reprimido como vivencia presente, en vez de
recordarlo como fragmento del pasado.
Cuando en el tratamiento las cosas se han llevado hasta este punto, puede
decirse que la anterior neurosis ha sido sustituida por una nueva, una neurosis
de transferencia.
La resistencia del Yo cc y pcc está al servicio del ppio de placer, ya que
quiere ahorrar el displacer que se excitaría por la liberación de lo reprimido.
Nosotrxs nos empeñamos en conseguir que ese displacer se tolere invocando al
ppio de realidad.
Un suceso como el trauma externo provocará una perturbación enorme en la
economía energética del organismo y pondrá en acción todos los medios de
defensa.
Pero en un primer momento el ppio de placer quedará abolido. Ya no podrá
impedirse que el aparato anímico resulte anegado por grandes volúmenes de
estímulo; entonces, la tarea planteada es dominar el estímulo, ligar.
De todas partes es movilizada la energía de investidura a fin de crear, en el
entorno del punto de intrusión, una investidura energética de nivel
correspondiente. Se produce una enorme «contrainvestidura» en favor de la cual
se empobrecen todos los otros sistemas psíquicos.
Freud - “Recordar, repetir y reelaborar”.
Podemos decir que lx analizadx no recuerda, en general, nada de lo olvidado y
reprimido, sino que lo actúa. No lo reproduce como recuerdo, sino como acción;
lo repite, sin saber, que lo hace. Esa es su manera de recordar.
Mientras mayor sea la resistencia, tanto más será sustituido el recordar por el
actuar (repetir).
Mientras lx px lo vivencia como algo real-objetivo y actual, tenemos nosotrxs
que realizar el trabajo terapéutico, que en buena parte consiste en la
reconducción al pasado.
Nombrar la resistencia no puede producir su cese inmediato. Es preciso dar
tiempo al
px para enfrascarse en la resistencia, no consabida para él; para reelaborarla,
vencerla prosiguiendo el trabajo en desafío a ella y obedeciendo a la regla
analítica fundamental.
La reelaboración es la pieza del trabajo que produce el máximo efecto alterador
sobre lx px y que distingue al tratamiento analítico de todo influjo sugestivo.
Freud - “El Yo y el Ello” - C3 y C5
SY//Ideal del Yo:
- Mantiene un vínculo menos firme con la cc.
- Relacionado con las identificaciones a los progenitores.
- Cuando se resigna un objeto sexual, se mantienen ciertos rasgos a los cuales
el sujeto se identificó. Las identificaciones 1arias configuran las 2darias (el
sujeto “copia” a sus familiares y maestrxs). Esto contribuye a la formación del
Yo.
Yo endeble permite que lx niñx incorpore la identidad que le asignen.
- Se le ofrece al Yo las investiduras de objeto resignadas como punto de
referencia ideal.
Si las identificaciones-objeto del Yo predominan, se vuelven demasiado
numerosas, hiperintensas e inconciliables entre sí, puede sobrevenir una
fragmentación del Yo.
Génesis del ideal del yo→ identificación primaria, la de mayor valencia del
individuo, la identificación con el padre de la prehistoria personal. Es una
identificación directa e inmediata (no mediada) y + temprana que cualquier
investidura de objeto.
Varón→ en época tempranísima desarrolla una investidura de objeto hacia la
madre. Del padre, el niño se apodera por identificación. Ambos vínculos marchan
juntos hasta que, por el refuerzo de los deseos sexuales hacia la madre y por la
percepción de que el padre es un obstáculo para estos deseos, nace el CDE.
La identificación-padre cobra ahora una tonalidad hostil, se vuelve deseo de
sustituirlo. A partir de ahí, la relación con el padre es ambivalente. La
aspiración de objeto hacia la madre continúa siendo exclusivamente tierna.
Con la demolición del CDE tiene que ser resignada la investidura de objeto de la
madre. Puede tener 2 reemplazos: o bien una identificación con la madre, o bien
un refuerzo de la identificación-padre, siendo este último el más normal.
Análogamente, la actitud edípica de la niña puede desembocar en un refuerzo de
su identificación-madre (o en el establecimiento de esa identificación), que
afirme su carácter femenino.
Estas identificaciones no introducen en el Yo al objeto resignado. En cambio, si
la niña, después de verse obligada a renunciar al padre como objeto de amor,
retoma y destaca su masculinidad y no se identifica con la madre, sino con el
padre, sí introduciría en su Yo al objeto perdido.
Todo esto sería el CDE simple, positivo.
Existe también un CDE completo, duplicado, positivo y negativo, que depende de
la bisexualidad originaria del niño. Actitud ambivalente (tierna y hostil) hacia
el padre y hacia la madre.
Con el sepultamiento del CDE, la identificación-padre retendrá el objeto madre
(del complejo positivo) y el objeto padre (del complejo invertido). Lo mismo
sucede con la identificación-madre.
El resultado es entonces una sedimentación en el Yo que consiste en el
establecimiento de estas 2 identificaciones, unificadas de alguna manera entre
sí.
Esta alteración del Yo recibe su posición especial: se enfrenta al otro
contenido del Yo como Ideal del Yo o SY.
Sin embargo, el SY no es simplemente un residuo de las primeras elecciones de
objeto del Ello, sino que tiene el valor de una enérgica formación reactiva
frente a ellas.
(El SY le dice al Yo “así (como el padre) debes ser” y al mismo tiempo “no
puedes hacer todo lo que él hace, muchas cosas le están reservadas”).
El Yo infantil se fortalece para reprimir el CDE mediante la erección dentro de
sí de ese padre que discernió como obstáculo. Toma prestada del padre la fuerza
para lograrlo.
Esto trae como consecuencia que el SY conserve el carácter del padre. Cuanto +
intenso fue el CDE y + rápido se produjo su represión (por el influjo de la
autoridad, la doctrina religiosa, etc.), tanto + riguroso devendrá después el
imperio del SY como cc moral, quizás también como sentimiento icc de culpa,
sobre el Yo.
Así, el SY es el resultado de 2 factores biológicos de suma importancia: el
desvalimiento y la dependencia del ser humano durante su prolongada infancia, y
el hecho de su CDE.
“Cuando niños pequeños, esas entidades superiores nos eran notorias y
familiares, las admirábamos y temíamos; más tarde, las acogimos en el interior
de nosotros mismos”.
El ideal del yo es, por lo tanto, la herencia del CDE y, así, expresión de las +
potentes mociones y los más importantes destinos libidinales del Ello.
En resúmen:
● El Yo se forma en buena parte desde identificaciones que toman el relevo de
investiduras del Ello, resignadas.
● Las 1eras de estas identificaciones se contraponen al Yo como SY.
● Es el monumento recordatorio de la endeblez y dependencia en que el Yo se
encontró en el pasado, y mantiene su imperio aun sobre el Yo maduro.
Hay personas que no soportan elogio ni reconocimiento alguno, y que reaccionan
de manera trastornada frente a los progresos de la cura. Empeoran en el curso
del
tratamiento, en vez de mejorar. Presentan la llamada reacción terapéutica
negativa.
Algo en estas personas se opone a la curación, cuya inminencia es temida como un
peligro. No prevalece la voluntad de curación, sino la necesidad de estar
enfermas. Este es el + poderoso obstáculo para el restablecimiento. Aferramiento
a la ganancia de la enfermedad.
Hay un sentimiento de culpa que halla su satisfacción en la enfermedad y no
quiere renunciar al castigo del padecer. Pero el px no se siente culpable, sino
enfermx. Sólo se exterioriza en una resistencia a la curación difícil de
reducir.
El sentimiento de culpa normal, cc (cc moral) no ofrece dificultades a la
interpretación. Es la expresión de una condena del Yo por su instancia crítica.
En 2 afecciones el sentimiento de culpa es cc, notorio de manera hiperintensa:
la N.O y la melancolía. El Ideal del Yo muestra en ellas una particular
severidad y se abate sobre el Yo con una furia cruel.
N. O. → sentimiento de culpa hiperexpreso, pero no puede justificarse ante el
Yo. X eso, demanda a lx médicx que le ratifique su desautorización de esos
sentimientos de culpa. De nada serviría hacer eso.
Melancolía→ aquí el Yo no interpone ningún veto, se confiesa culpable y se
somete al castigo. El obj a quien se dirige la cólera del SY ha sido acogido en
el Yo x identificación.
Histeria→ en ella, el sentimiento de culpa permanece icc. El Yo histérico se
defiende de la percepción penosa con que lo amenaza la crítica de su SY de la
misma manera como se defendería de una investidura de objeto insoportable:
mediante un acto de represión.
El Yo sólo consigue mantener lejos el material a que se refiere el sentimiento
de culpa (no hay formación reactiva).
Sentimiento de culpa = percepción que corresponde en el Yo a la crítica del SY.
Sadismo→ el componente destructivo se deposita en el SY y se vuelve hacia el Yo.
Lo que ahora gobierna en el SY es como un cultivo puro de la pulsión de muerte.
Esto puede suceder en la melancolía. (riesgo de suicidio)
El N. O. no llega al suicidio. Está mejor protegido, es la conservación del
objeto lo que garantiza la seguridad del Yo.
En la N.O., una regresión a la org pregenital hace posible que los impulsos de
amor se traspongan en impulsos de agresión hacia el objeto. A raíz de esto, la
pulsión de destrucción queda liberada y quiere aniquilar al objeto. El Yo no
acoge estas tendencias, se revuelve contra ellas con formaciones reactivas y
medidas persecutorias. Permanecen entonces en el Ello.
Pero el SY se comporta como si el Yo fuera responsable de ellas. Desvalido hacia
ambos costados, el Yo se defiende en vano de las insinuaciones del Ello asesino
y de los reproches de la cc moral castigadora. El restultado es un automartirio
interminable y una martirización sistemática del objeto.
F dice que mientras + limita su agresión hacia afuera una persona, tanto +
aumentará la inclinación de su Ideal a agredir a su Yo.
F dice que el psa es un instrumento destinado a posibilitar al Yo la conquista
progresiva del Ello.
Del ser superior que devino ideal del yo, pendió una vez la amenaza de
castración, y esta angustia de castración es probablemente el núcleo en torno
del cual se depositó la posterior angustia de la cc moral.
La angustia de muerte de la melancolía admite una sola explicación, a saber, que
el Yo se resigna a sí mismo porque se siente odiado y perseguido por el SY.
Freud - “El malestar en la cultura”.
Hay una influencia ajena que determina lo que es bueno y malo. El motivo por el
que el Yo se somete al influjo ajeno es su desvalimiento y dependencia de otrxs.
Angustia frente a la pérdida de amor. Angustia social.
Si pierde el amor del otro, de quien depende, queda también desprotegido frente
a diversas clases de peligros, y sobre todo frente al peligro de que este ser
hiperpotente le muestre su superioridad en la forma del castigo.
X consiguiente, lo malo es, en un comienzo, aquello por lo cual uno es amenazado
con la pérdida de amor; y es preciso evitarlo x la angustia frente a esa
pérdida.
Esto sucede tanto en niñxs como en adultxs. La diferencia es que en lxs adultxs
la comunidad humana global reemplaza en ellxs al padre o a ambos progenitores.
X eso se permiten habitualmente ejecutar lo malo que les promete cosas
agradables cuando están seguros de que la autoridad no se enterará o no podrá
hacerles nada, y su angustia se dirige sólo a la posibilidad de ser
descubiertos.
2 diversos orígenes del sentimiento de culpa:
➢ la angustia frente a la autoridad
➢ y, más tarde, la angustia frente al SY.
La 1era compele a renunciar a satisfacciones pulsionales; la 2da esfuerza,
además, a la punición, puesto que no se puede ocultar ante el SY la persistencia
de los deseos prohibidos.
El reclamo de la cc moral, simplemente, es continuación de la severidad de
la autoridad externa, relevada y en parte sustituida por ella.
Originariamente, la renuncia de lo pulsional es la consecuencia de la angustia
frente a la autoridad externa. Se renuncia a satisfacciones para no perder su
amor. Pero la renuncia de lo pulsional no es suficiente, pues el deseo persiste
y no puede esconderse ante el SY. X lo tanto, pese a la renuncia consumada
sobrevendrá un sentimiento de culpa.
Ahora la renuncia de lo pulsional ya no tiene un efecto satisfactorio pleno, ya
no es recompensada con amor.
Una desdicha que amenazaba desde afuera (pérdida de amor y castigo de parte de
la autoridad externa) se ha transformado en una desdicha interior permanente, la
tensión de la cc de culpa.
1) Renuncia de lo pulsional como resultado de la angustia frente a la agresión
de la autoridad externa (pues esto desemboca la angustia frente a la pérdida del
amor).
2) Instauración de la autoridad interna, renuncia de lo pulsional a consecuencia
de la angustia frente a ella, angustia de la cc moral. Hay igualación entre mala
acción y propósito malo, de ahí la necesidad de castigo. La agresión de la cc
moral conserva la agresión de la autoridad
La renuncia de lo pulsional (impuesta a nosotros desde afuera) crea la CC moral,
que después reclama + y + renuncias.
Cada fragmento de agresión de cuya satisfacción nos abstenemos es asumido por el
SY y acrecienta su agresión (contra el yo).
Forzosamente, el niño debió renunciar a la satisfacción de la agresión vengativa
del CDE. Salva esta difícil situación económica de esta manera: acoge dentro de
sí x identificación esa autoridad inatacable, que ahora deviene el SY y entra en
posesión de toda la agresión.
SY→ instancia descubierta por el psa.
CC moral→ ejerce una act censora. Fx de vigilar y enjuiciar las acciones y los
propósitos del Yo.
Sentimiento de culpa→ dureza del SY. Es lo mismo que la severidad de la cc
moral. Es la percepción, deparada al Yo, de ser vigilado de esa manera, la
apreciación de la tensión entre sus aspiraciones y los reclamos del SY.
Necesidad de castigo→ es la angustia frente a esa instancia crítica. Es una
exteriorización pulsional del Yo que ha devenido masoquista bajo el influjo del
SY sádico, es decir, que emplea un fragmento de la pulsión de destrucción
interior, preexistente en él, en una ligazón erótica con el SY.
El arrepentimiento es la reacción tras la ejecución efectiva de la agresión.
Los síntomas de las neurosis son esencialmente satisfacciones sustitutivas de
deseos sexuales incumplidos.
Toda neurosis esconde un monto de necesidad de castigo.
Entonces, cuando una aspiración pulsional sucumbe a la represión, sus
componentes libidinosos son traspuestos en síntomas, y sus componentes
agresivos, en sentimiento de culpa (ICC).
Tanto el SY de la cultura como el SY del ind plantean severas exigencias ideales
cuyo incumplimiento es castigado mediante una angustia de la cc moral.
Freud - Conferencia 19
Le aseguramos al px que el resultado del tx, sobre todo su duración, dependen de
la escrupulosidad con que obedezca a la regla técnica fundamental del análisis
(contar todo, aunque parezca sin sentido, poco importante, desagradable o
disparatado).
Cuando fijamos esta regla, lo 1ero que conseguimos es que se convierta en el
blanco de ataque de la resistencia (asevera que no se le ocurre nada, o que es
tanto lo que le acude que no puede apresar nada).
Cuando se logra arrancarle a la resistencia cierta cuota de obediencia a la
regla fundamental, esta se vuelca en otro ámbito.
Aparece como resistencia intelectual, lucha con argumentos, descree del psa.
F dice que crítica no es una fx autónoma, que debiera respetarse como tal, sino
que es la auxiliar de sus actitudes afectivas y está dirigida x su resistencia.
Las resistencias intelectuales no son las peores; siempre se vencen.
Entre las + difíciles de vencer, se encuentran las resistencias en las que el
px, en lugar de recordar, repite unas actitudes y mociones afectivas de su vida
que, por medio de la transferencia, pueden emplearse para resistirse al médico y
a la cura.
Si lx analista sabe utilizar estas resistencias, pueden convertirse en los
mejores soportes del análisis.
A esto se suma el hecho de que lx px explota todo suceso externo que pueda
distraer de la tarea, convirtiéndolos en obstáculos para el análisis.
Las fuerzas poderosas que se oponen a un cambio de estado tienen que ser las
mismas que en su tiempo lo impusieron. El proceso patógeno que la resistencia
nos revela es la represión.
Lxs neuróticxs enferman a causa de una frustración, cuando la realidad les
escatima la satisfacción de sus deseos sexuales.
Los síntomas neuróticos tienen el propósito de obtener una satisfacción sexual o
bien de defenderse de ella (medidas de defensa contra recuerdos y
tentacionessexuales).
En la histeria prevalece el carácter positivo, de cumplimiento de deseo, y en la
N.O. el negativo, de defensa.
En la histeria, la mayoría de las veces, se alcanza la coincidencia de los 2
propósitos en el mismo síntoma. En la N.O., las 2 partes a menudo se separan
(síntoma en 2 tiempos, acciones que se cancelan entre sí).
Freud - “ISA C11”.
Resistencia y contrainvestidura reclaman un gasto permanente al Yo. Sin este, la
moción reprimida quedaría despojada de su éxito o debería repetirse
indefinidamente.
La defensa contra la percepción peligrosa es una tarea universal de las
neurosis.
La resistencia es operada x el Yo, y se afirma en sus contrainvestiduras.
Es difícil para el Yo dirigir su atención a percepciones y representaciones de
cuya evitación había hecho hasta entonces un precepto.
Nuestro combate con las resistencias se basa en hacerlas ccs. Cuando deviene cc,
le contraponemos argumentos lógicos, y prometemos al Yo ventajas y premios si
abandona la resistencia.
Reelaboración→ es la fase de trabajoso empeño que sigue a hacer cc las
resistencias. Tras cancelar la resistencia yoica, es preciso superar todavía el
poder de la compulsión de repetición.
F dice que debemos librar combate contra 5 clases de resistencias que provienen
de 3 lados (del Yo, del Ello y del SY).
Resistencias yoicas:
1) Resistencia de represión.
El sujeto rechaza o mantiene icc representaciones ligadas a la pulsión. La
represión se va a producir cuando la satisfacción de una pulsión genere
displacer para otra instancia. La represión funciona como contrainvestidura
permanente.
2) Resistencia de transferencia.
Consigue establecer un vínculo con la situación analítica o con la persona del
analista y, así, reanimar como si fuera fresca una represión que meramente debía
ser recordada.
3) Ganancia de la enfermedad
Beneficio secundario de la enfermedad. Se basa en la integración del síntoma en
el Yo. Corresponde a la renuencia a renunciar a una satisfacción o a un
aligeramiento.
4) Resistencia del Ello (compulsión de repetición).
(responsable de la necesidad de la reelaboración).
5) Resistencia del SY
(parece brotar de la cc de culpa o necesidad de castigo. Se opone a todo éxito
y, x lo tanto, también a la curación mediante el análisis).
Defensa→ todas las técnicas de las que el Yo se vale en sus conflictos que
eventualmente llevan a la neurosis. Le sirven para protegerse frente a
exigencias pulsionales.
Represión→ es 1 de los métodos de defensa en particular.
(hay otros métodos como el aislamiento y la anulación de lo acontecido).
Peligro realista es uno del que tomamos noticia, y angustia realista es la que
sentimos frente a un peligro notorio de esa clase.
La angustia neurótica lo es ante un peligro del que no tenemos noticia. Por
tanto, es preciso buscar primero el peligro neurótico; el análisis nos ha
enseñado que es un peligro pulsional.
Tan pronto como llevamos a la cc este peligro desconocido para el Yo, borramos
la diferencia entre angustia realista y angustia neurótica, y podemos tratar a
esta como a aquella.
En el peligro realista desarrollamos 2 reacciones: la afectiva, el estallido de
angustia, y la acción protectora. Lo mismo ocurrirá con el peligro pulsional.
Hay casos en que el peligro es notorio y real, pero la angustia ante él es
desmedida, + grande de lo que tendría derecho a ser a juicio nuestro. En este
«plus» se delata el elemento neurótico.
El análisis muestra que al peligro realista notorio se anuda un peligro
pulsional no discernido.
Llámese situación de peligro a aquella en que se contiene la condición de
expectativa; en ella se da la señal de angustia.
Esto quiere decir: yo tengo la expectativa de que se produzca una situación de
desvalimiento, o la situación presente me recuerda a una de las vivencias
traumáticas que antes experimenté.
La angustia es entonces, por una parte, expectativa del trauma, y por la otra,
una repetición amenguada de él.
La angustia es la reacción originaria frente al desvalimiento en el trauma, que
más tarde es reproducida como señal de socorro en la situación de peligro.
El Yo, que ha vivenciado pasivamente el trauma, repite ahora de manera activa
una reproducción morigerada de este, con la esperanza de poder guiar de manera
autónoma su decurso.
Diferencia: el peligro realista amenaza desde un objeto externo, el peligro
neurótico desde una exigencia pulsional.
El Yo se defiende, con auxilio de la reacción de angustia, del peligro pulsional
del mismo modo que del peligro realista externo, pero esta orientación de la
actividad defensiva desemboca en la neurosis a consecuencia de una imperfección
del aparato anímico.
La exigencia pulsional a menudo sólo se convierte en un peligro (interno) porque
su satisfacción conllevaría un peligro externo.
Y, por otra parte, también el peligro exterior (realista) tiene que haber
encontrado una interiorización si es que ha de volverse significativo para el
Yo.
Freud - “El problema económico del masoquismo”.
El masoquismo es incomprensible si el ppio de placer gobierna los procesos
anímicos de modo tal que su meta inmediata sea la evitación de displacer y la
ganancia de placer.
F distingue:
● Masoquismo femenino
Es el menos enigmático. El masoquista quiere ser tratado como un niño pequeño,
desvalido y dependiente. Ponen a la persona en una situación característica de
la feminidad, vale decir, significan ser castrado, ser poseído sexualmente o
parir, aunque muchísimos de sus elementos apuntan a la vida infantil.
En el contenido manifiesto de las fantasías masoquistas se expresa también un
sentimiento de culpa cuando se supone que la persona afectada ha infringido algo
que debe expiarse mediante todos esos procedimientos dolorosos y martirizadores.
Esto aparece como una racionalización superficial de los contenidos masoquistas,
pero detrás se esconde el nexo con la masturbación infantil.
El masoquismo femenino que acabamos de describir se basa enteramente en el
masoquismo primario, erógeno, el placer de recibir dolor.
● Masoquismo erógeno
Placer de recibir dolor.
Se producen una mezcla y una combinación muy vastas, y de proporciones
variables, entre las dos clases de pulsión; así, no debemos contar con una
pulsión de muerte y una de vida puras, sino sólo con contaminaciones de ellas.
Por efecto de ciertos factores, a una mezcla de pulsiones puede corresponderle
una desmezcla.
La tarea de la libido es volver inocua esta pulsión de muerte; para eso, la
desvía en buena parte hacia afuera, dirigiéndola hacia los objetos del mundo
exterior.
En el interior permanece, como su residuo, el genuino masoquismo erógeno, que
por una parte ha devenido un componente de la libido, pero por la otra sigue
teniendo como objeto al ser propio.
El sadismo proyectado, vuelto hacia afuera, o pulsión de destrucción, puede bajo
ciertas constelaciones ser introyectado de nuevo, vuelto hacia adentro,
regresando así a su situación anterior. En tal caso da por resultado el
masoquismo secundario, que viene a añadirse al originario.
El masoquismo erógeno acompaña a la libido en todas sus fases de desarrollo. La
angustia de ser devorado por el animal totémico (padre) proviene de la
organización oral, primitiva; el deseo de ser golpeado por el padre, de la fase
sádico-anal, que sigue a aquella; la castración, si bien desmentida más tarde,
interviene en el contenido de las fantasías masoquistas como sedimento del
estadio fálico de organización; y, desde luego, las situaciones de ser poseído
sexualmente y de parir, características de la feminidad, derivan de la
organización genital definitiva.
● Masoquismo moral
Sentimiento de culpa, generalmente icc.
El padecer como tal es lo que importa; no interesa que lo inflija la persona
amada o una indiferente.
Se reconoce a las personas con sentimientos de culpa iccs por la reacción
terapéutica negativa. La satisfacción de este sentimiento icc de culpa es el
rubro + fuerte de la ganancia de la enfermedad, y el que + contribuye a la
resultante de fuerzas que se revuelven contra la curación y no quieren resignar
la condición de enfermx.
Si a la persona le ocurre algo muy malo (x ej perder su fortuna o contraer una
enfermedad orgánica), una forma de padecer es relevada x otra, la neurosis puede
desaparecer.
F cambia “sentimiento icc de culpa” x “necesidad de castigo” (necesidad de ser
castigado por un poder parental).
Atribuimos al SY la fx de la cc moral y reconocemos en el sentimiento de culpa
la expresión de una tensión entre el Yo y el SY (el yo reacciona con
sentimientos de culpa (angustia de la cc moral) ante la percepción de que no
está a la altura de los reclamos que le dirige su ideal, su SY).
El SY debe su génesis a que los primeros objetos de las mociones libidinosas del
Ello, la pareja parental, fueron introyectados en el Yo, a raíz de lo cual el
vínculo con ellos fue desexualizado, experimentó un desvío de las metas sexuales
directas. Sólo de esta manera se posibilitó la superación del CDE.
El SY conservó caracteres esenciales de las personas introyectadas: su poder, su
severidad, su inclinación a la vigilancia y el castigo. La severidad resulta
acrecentada x la desmezcla de pulsiones que acompaña a esa introducción en el
Yo. Ahora el SY, la cc moral eficaz dentro de él, puede volverse duro, cruel,
despiadado hacia el Yo a quien tutela.
En el masoquismo moral, el acento recae sobre el genuino masoquismo del Yo,
quien pide castigo, sea de parte del SY, sea de los poderes parentales de
afuera.
El sadismo del SY deviene cc casi siempre con estridencia, mientras que el afán
masoquista del Yo permanece en general oculto para la persona y se lo debe
descubrir x su conducta (condición de icc del masoquismo moral).
La cc moral y la moral misma nacieron por la superación, la desexualización, del
CDE; mediante el masoquismo moral, la moral es resexualizada, el CDE es
reanimado, se abre la vía para una regresión de la moral al CDE.
Para provocar el castigo, el masoquista se ve obligado a hacer cosas
inapropiadas, a trabajar en contra de su propio beneficio, destruir las
perspectivas que se le abren en el mundo real y, eventualmente, aniquilar su
propia existencia real.
La cc moral se vuelve tanto + severa y susceptible cuanto + se abstenga la
persona de agredir a lxs demás.
El sadismo del SY y el masoquismo del Yo se complementan uno al otro y se aúnan
para provocar las mismas consecuencias.
Así, el masoquismo moral pasa a ser el testimonio clásico de la existencia de la
mezcla de pulsiones. Su peligrosidad se debe a que desciende de la pulsión de
muerte, corresponde a aquel sector de ella que se ha sustraído a su vuelta hacia
afuera como pulsión de destrucción. Pero como, por otra parte, tiene el valor
psíquico de un componente erótico, ni aun la autodestrucción de la persona puede
producirse sin satisfacción libidinosa.
Rubistein - “La práctica del psa en el hospital”.
El psa en los hospitales es afectado de diversas maneras x el marco propio de la
salud pública.
Por otro lado los parámetros de rendimiento, que intentan objetivarse según
número de consultas por día, tiempo de internación o duración del tratamiento,
exigen adecuarse a criterios de economía y productividad, y desconocen la
dimensión subjetiva, que no se ajusta a tales criterios.
Lx analista toma su lugar, proponiendo una cura que rompe con los criterios de
salud para los cuales es llamado, ofreciendo una alternativa para el sujeto, la
alternativa del deseo.
La extensión del psa requiere poder situar sus límites. Un psicoanalista en el
hospital debe soportar la coexistencia de discursos y mantener allí su
especificidad cuando ésta puede tener lugar.
El psa surge en el límite de la medicina, no en su reemplazo y es un hecho en
los hospitales que lxs médicxs llaman, en su límite, al analista. También lx
analista llama en su límite al médicx o al psiquiatra.
Si algo caracteriza las demandas hospitalarias, es su enorme variabilidad y el
acceso de una población a veces muy alejada de los principios del psa. Esto
obliga al analista, + que en otras situaciones, a privilegiar el tiempo de
entrevistas para clarificar las demandas y decidir el tipo de intervención
posible en cada caso.
Lx analista ofrece, entonces, a quien consulta la posibilidad de hablar de su
sufrimiento. Su acto está en juego desde el momento en que da al sujeto la
palabra y coloca el saber de su lado. Esta oferta podrá convertirse en
entrevistas preliminares y en algunos casos las mismas conducirán a un trabajo
analítico.
Existen urgencias subjetivas, en las que lx analista puede y debe recurrrir a su
investidura de gran Otro, ofrecerse como pto fijo, invariable al psicótico,
oponerse a un pasaje al acto de suicidio histérico, recurrir a la obediencia
inducida x la palabra en la obsesión.
Pero su empleo no puede constituirse en una regla, ni modificar los principios
ni los fundamentos del método.
El sujeto no demanda realizar el trabajo analizante, consiente a él como rta al
acto del analista en tanto su demanda se instala en transferencia.
Puede ser necesario que el analista intente una reformulación de la demanda pero
esto no debe confundirse con rechazar al sujeto. En algunos casos, podrá
decidirse que no vale la pena continuar, pero estamos ante una cuestión ética y
habrá que dar para ello razones precisas.
Muchas veces la prisa por hacer surgir la implicación subjetiva puede impedir al
analista seguir paso a paso las condiciones singulares del caso e impedir u
obstaculizar la instalación de la transferencia.
Si el analista toma al psa como un ideal, aplicable de un modo universal y
estandarizado, no podrá escuchar el decir del sujeto. En ese caso no es el deseo
del analista el que se pone en juego, sino el intento de sostenerse como
analista por la vía de la identificación.
Rubinstein piensa que el límite de tiempo definido x los criterios
institucionales introduce un real, anticipa un efecto de castración, un tope con
el cual vérselas, que si es adecuadamente trabajado puede operar analíticamente.
Es necesario diferenciar el pago como cesión de goce, condición necesaria de un
análisis, de la materialización de ese pago necesariamente en dinero. Si el
analizante debe pagar con algo es con su goce. Es cierto que el dinero es un
significante privilegiado en tanto se articula estrechamente con la economía de
goce, pero el modo en que esto se produce debe ser tomado en la singularidad de
cada caso, en cada momento y no puede considerarse una imposibilidad a priori.
Gamsie - “La interconsulta: una práctica del malestar”.
En la interconsulta se nos considera "especialistas” capaces de resolver
situaciones complejas, como hacer por ejemplo un diagnóstico diferencial, o
ayudar a constituir o completar un diagnóstico ahí donde el dx médico no cierra,
es dudoso o falta.
El pedido médico es el de que ayudemos a precisar si un fenómeno es de orden
conversivo u orgánico, si pertenece a su competencia, o si, de lo contrario,
debe abandonar el caso y remitírnoslo a nosotros.
En tanto psicoanalistas, lo que primero hacemos es escuchar quién, qué y para
quién demanda.
Debe ser formulado de manera tal que implique de parte de quien se dirige a
nosotros, cierta interrogación sobre ese malestar.
El camino parece allanarse cuando percibimos desde el inicio que el médico
mediatiza en realidad un pedido de lx px. Son los casos menos frecuentes, en los
que se trata más de una consulta que de una interconsulta.
Situamos algunos aspectos de la transferencia del lado de los pxs y otros del
lado de lxs médicxs.
Lxs pxs que llegan al hospital aquejados de una afección, tienen algún tipo de
transferencia con la institución, a la que le atribuyen presumiblemente un saber
sobre la enfermedad.
Esta transferencia es masiva e indiferenciada (aplica a cualquiera con un
delantal blanco x ej).
Tenemos x otro lado a lxs médicxs, en transferencia en primer lugar con el
discurso médico y con el saber que éste supone. En segundo lugar, es evidente
una transferencia con el hospital. esto lo instituye como soporte de un ideal y
garantía del propio accionar, capaz de brindarles los conocimientos y los medios
adecuados para ejercer aquello para lo que fueron preparados.
Es necesario partir de la negativa a resolver aquellas situaciones que escapan a
nuestras posibilidades, y reconocer que aceptarlas llevaría necesariamente al
fracaso y a la frustración.
Si en lugar de interrogar el malestar que motiva la demanda a interconsulta,
aceptamos su transferencia, el no poder darle una respuesta mínimamente
satisfactoria, nos hará pasibles de una probable acusación de ineficacia. Ya que
al pretender hacernos cargo de la imposibilidad, correremos más bien el riesgo
de ser identificados a la impotencia.
Indart - “Los síntomas fuera de transferencia”.
F plantea que:
a) No debe sorprender que el sujeto halle en su síntoma refugio y ganancia, pues
desde el inicio la formación del síntoma ha sido siempre el modo más económico
de tramitar una satisfacción traumática de origen sexual.
b) Se añade a esa satisfacción la que procura el síntoma como solución de
exigencias sociales.
c) Exactamente ese refugio y esa ganancia en dos vertientes, constituyen el
mayor obstáculo para el desciframiento transferencial y para la cura.
Para F, la satisfacción secundaria es satisfacción inherente al síntoma como tal
(en todas las neurosis).
Los síntomas fuera de transferencia por la vertiente de la ganancia secundaria
motivan a Freud consideraciones éticas importantes para un psicoanalista:
“Hay casos en que el propio médico tiene que admitir que el desenlace de un
conflicto en la neurosis es la solución más inofensiva y la más llevadera desde
el punto de vista social ... Si pudo decirse que el neurótico en todos los casos
se refugia en la enfermedad frente a un conflicto, es preciso conceder que
muchas veces esa huida está plenamente justificada, y el médico, habiendo
reconocido ese estado de cosas, se retirará en silencio, lleno de compasión”.
(F)
2 ejemplos de síntoma fuera de la transferencia (que merecerían ser elevados a
paradigma según F):
Insatisfacción familiar
Mujer maltratada y explotada por su marido que encuentra una salida
transformando el síntoma en un arma, por razones de una cierta cobardía más un
apego sexual al opresor.
El hecho es que el síntoma satisface porque permite defenderse, vengarse,
quejarse de la enfermedad y no del matrimonio, encontrar un auxiliar en el
médico, obligar al marido a compadecerla y gastar por ella, permitirle períodos
de ausencia de la casa, etc.
«Si esa ganancia de la enfermedad —dice Freud— externa o accidental, es muy
cuantiosa y no puede hallar un sustituto real, desconfíen ustedes de la
posibilidad de influir sobre la neurosis mediante su terapia.»
Desempleo
Todo lo que contribuye a la ganancia de la enfermedad reforzará la resistencia
de la represión y aumentará la dificultad terapéutica.
Ahora bien, a la parte de ganancia de la enfermedad que, por así decir, es
intrínseca al síntoma, tenemos que agregarle todavía otra, que se obtiene más
tarde. Cuando una organización psíquica cómo la de la enfermedad ha subsistido
por largo tiempo, al final se comporta como un ser autónomo; manifiesta algo así
como una pulsión de autoconservación
Obrero inválido por accidente de trabajo que aprende a sacar partido de su
mutilación como mendigo, obteniendo una satisfacción al no volver a las filas...
del trabajo. Rechazará la cura.
Estos 2 ejemplos nos sitúan en el aspecto social del síntoma, no x su sentido,
sino x su satisfacción.
los mismos atañen a los dos vínculos sociales fundamentales, el familiar y el
laboral.
Freud - “Construcciones en el análisis”.
El propósito del trabajo analítico es mover al px para que vuelva a cancelar las
represiones de su desarrollo temprano y las sustituya por unas reacciones como
las que corresponderían a un estado de madurez psíquica.
A tal fin debe volver a recordar ciertas vivencias, así como las mociones de
afecto por ellas provocadas.
El analista no ha vivenciado ni reprimido nada de lo que interesa; su tarea no
puede ser recordar algo.
Su tarea consiste en colegir lo olvidado desde los indicios que esto ha dejado
tras sí; mejor dicho: tiene que construirlo.
F compara el trabajo del analista al del arqueólogo, pero: en el analisis, todo
lo esencial se ha conservado, aun lo que parece olvidado por completo; está
todavía presente de algún modo y en alguna parte, sólo que soterrado,
inasequible al individuo.
La ppal diferencia entre los 2 reside en que para la arqueología la
reconstrucción es la meta y el término del empeño, mientras que para el análisis
la construcción es sólo una labor preliminar.
El analista da cima a una pieza de construcción y la comunica al analizado para
que ejerza efecto sobre él; luego construye otra pieza a partir del nuevo
material que afluye, procede con ella de la misma manera, y en esta alternancia
sigue hasta el final.
«Interpretación» se refiere a lo que uno emprende con un elemento singular del
material: una ocurrencia, una operación fallida, etc. Es «construcción», en
cambio, que al analizado se le presente una pieza de su prehistoria olvidada.
no produce daño alguno equivocarnos en alguna oportunidad y presentar al px una
construcción incorrecta como la verdad histórica probable.
Lo que en tal caso sucede es, más bien, que lx px queda como no tocado, no
reacciona a ello ni por sí ni por no. En ese caso, estamos autorizados a inferir
que nos hemos equivocado, y en la ocasión apropiada se lo confesaremos al px.
El SI del px frente a la construcción sólo posee valor cuando es seguido por
corroboraciones indirectas (un sueño o un recuerdo hiper nítido).
La construcción hecha en análisis aporta representaciones, significantes, arma
una escena.
Esta construcción requiere la convicción del px de que eso posee realidad.
Cuando el análisis está bajo la presión de factores intensos que arrancan una
reacción terapéutica negativa, si la construcción es correcta, el px reacciona
frente a ella con un inequívoco empeoramiento de sus síntomas y de su estado
general.
“Las formaciones delirantes de los enfermos me aparecen como unos equivalentes
de las construcciones que nosotros edificamos en los tratamientos analíticos,
unos intentos de explicar y de restaurar.
(...) Así como nuestra construcción produce su efecto por restituir un fragmento
de biografía del pasado, así también el delirio debe su fuerza de convicción a
la parte de verdad histórico-vivencial que pone en el lugar de la realidad
rechazada”.
Ulloa - “La novela clínica psicoanalítica”.
Cultura de la mortificación:
Un cansancio sostenido parece haberse instalado en muchos cuerpos en este fin de
milenio.
Una vez que se instala la mortificación, el sujeto se encuentra coartado, al
borde de la supresión como individuo pensante.
En estas condiciones disminuye y aun desaparece el accionar crítico y mucho más
el de la autocrítica. En su lugar se instala una queja que nunca asume la
categoría de protesta.
Quienes se encuentran en estas condiciones culturales, tienden a esperar
soluciones imaginarias a sus problemas, sin que éstas dependan de su propio
esfuerzo. Inercia.
Esto los hace, con frecuencia, propensos a elegir conductores políticos entre
quienes mejor y de hecho, más "mentirosamente", se ajusten a este ideario
imaginativo. El fácil engaño es común en la mortificación.
Institución de la ternura:
La ternura es el escenario mayor donde se da el rotundo pasaje del sujeto
-nacido cachorro animal y con un precario paquete instintivo- a la condición
pulsional humana. Es motor primerísimo de la cultura, y en sus gestos y
suministros habrá de comenzar a forjarse el sujeto ético.
La ternura funciona como escudo protector ante las violencias inevitables del
vivir. Tratamiento como “tratar bien”.
La locura promueve con frecuencia reacciones de maltrato -y el maltrato
incrementa el sufrimiento de la locura, incluso la psicosis.
En la estandarización del dx, que anula la singularidad clínica de cada sujeto,
puede fácilmente deslizarse el maltrato.
Si no se sabe qué decir diagnósticamente, también es difícil saber qué hacer
desde el punto de vista del pronóstico. Entonces aparecen los tratamientos que
cortan por lo sano,
El encierro comienza por ser diagnóstico y pronóstico y termina manicomial.
Ningún espacio para la simbolización.
La mortificación, bajo su aspecto manicomial terminal o en las formas más leves
que lo preceden, es el paradigma opuesto a la ternura.
Manicomio como producción “artística” de la cultura de la mortificación.
Lo manicomial como la forma clínica terminal del maltrato.
Existe una violentación legítimamente acordada en la institución que permite
establecer las normas indispensables para el funcionamiento de la misma.
Cuando esta violentación se hace arbitraria, se configura el Síndrome de
Violentación Institucional.
Síntomas del SVI:
● Tendencia a la fragmentación en el entendimiento entre la gente de la
comunidad mortificada. Oídos sordos. Esta fragmentación conspira contra la
posibilidad de un acompañamiento solidario. Cada unx parece refugiadx
aisladamente en su quehacer (sin que esto suponga más concentración en su act.).
● Renegación: mecanismo que implica un repudio que impide advertir las
condiciones contextuales en las que se vive (x ej clima de hostilidad
intimidatoria). Este repudio se refuerza al negar que se está negando.
Constituye una amputación del pensamiento, de efectos idiotizantes.
En esta comunidad de individuos cada vez más aislados de la realidad contextual
y con un enajenamiento paulatinamente mayor, reina el empobrecimiento propio de
la alienación.
● A la fragmentación y la alienación enajenante se agrega un tercer síntoma, que
completa el síndrome. Un desadueñamiento corporal tanto para el placer como para
la acción. Abarca variadas formas de desgano y cansancio, propio de la
mortificación.
En estas condiciones es difícil que alguien a cargo de unx px pueda considerar
la singularidad personal y particular situación de quien lo demanda sufriente,
cuestión fundamental para ofrecer un buen trato a éste.
Debe entenderse por encerrona trágica toda situación donde alguien para vivir,
trabajar, recuperar la salud, incluso pretender tener una muerte asistida,
depende de algo o alguien que lo maltrata o que lo destrata, sin tomar en cuenta
su situación de invalidez.
El afecto específico de toda encerrona trágica es lo siniestro. No hay 3ero de
apelación. Se presenta como una situación sin salida, en tanto no se rompa el
cerco de los dos lugares por el accionar de un tercero que habrá de representar
lo justo.
Zuberman - “Psa y hospital”.
El psa, aceptado a veces en el Hospital xq trae rtas a aquello con que la
medicina no puede, es rechazado otras tantas veces por interrogar el discurso
médico.
Para la medicina, el síntoma sería aquella manifestación que se aleja de la
norma y, cuanto + alejada, + patológica.
Para el psa, el síntoma implica una frase reprimida que tiene un efecto en lo
Real que interroga al sujeto.
Pero no todos los pacientes que vienen al Hospital llegan con una pregunta.
Aparecen inhibiciones, problemas de carácter, adicciones, etc., que llegan con
un padecer que no les hace pregunta.
Para algunos la rta era fácil y expulsiva: inanalizabilidad y derivación a quien
los medique.
Para otros era oportunidad de investigar qué demandaba, qué buscaba quien pedía
hablar y no traía una pregunta explícita sobre su padecer.
Un psicoanálisis es la cura que conduce un analista, en las condiciones que le
es posible. La resistencia del analista llevó a declarar inviable la cura de
quien no se adaptaba a su esquema teórico.
Ayer, era declarada intransitable la relación del psicoanálisis con el Hospital
porque no se podía sostener el encuadre. Hoy se amparan otros en similares
argumentos sostenidos en frases tomadas de otros discursos. Un analista no se
define por una técnica sino por poder ocupar un lugar que permite interrogar el
saber del Otro, causando su palabra.
El psicoanálisis es una práctica que permite creatividad e invención cuando el
analista se deja interrogar por lo nuevo que le llega.
Freud - “El uso de la interpretación de los sueños en el psa”.
Uno se conforma cada vez con los resultados interpretativos que pueda obtener en
una sesión, y si no alcanzó a discernir por completo el contenido del sueño, no
anota esto como una deuda.
A la sesión siguiente no se prosigue el trabajo interpretativo sin pensarlo más,
sino sólo si se nota que entretanto ninguna otra cosa se ha esforzado en lx px
hacia el primer plano.
No se hace excepción a la regla de tomar siempre lo primero que a lx px se le
pase por la mente, aun a costa de interrumpir la interpretación de un sueño.
En general, hay que guardarse de mostrar un interés muy especial por la
interpretación de los sueños y de despertar en lx px la creencia de que el
trabajo se quedará por fuerza detenido si él no aporta sueños. De lo contrario,
se corre el riesgo de guiar la resistencia hacia la producción onírica y
provocar una derrota de los sueños.
Hay que educar al analizadx más bien en la convicción de que el análisis en
cualquier caso
hallará material para continuar.
Cada moción de deseo que hoy se procura un sueño retornará en otro mientras no
sea entendida ni se sustraiga del imperio de lo icc.
Así, el mejor camino para completar la interpretación de un sueño consistirá en
dejarlo para consagrarse al nuevo sueño, que retoma el mismo material en una
forma quizá más accesible.
Existen los sueños confirmatorios. Estos sólo pueden presentarse en una cura
psicoanalítica. Son fáciles de interpretar, su traducción no arroja + que
aquello que la cura había inferido del material de las ocurrencias diurnas en
las últimas sesiones.
Freud - “Conferencia 6”.
El psa sigue la técnica de hacerse decir x lxs mismxs pxs la solución de sus
enigmas. Lx propix soñante debe decirnos lo que su sueño significa.
Pero lx soñante dice siempre que no sabe nada. F dice que no sabe que sí sabe.
En el olvido de nombres, sin vacilar reconozco al sustituto como el no genuino,
mientras que en el caso del elemento onírico sólo trabajosamente obtenemos esta
concepción.
Lo que es posible en el caso del olvido de nombres tiene que poder lograrse
también en la interpretación de los sueños, a saber: volver accesible lo genuino
retenido, mediante asociaciones anudadas a partir de un sustituto.
Nuestra técnica radica en hacer que emerjan, por asociación libre sobre estos
elementos, otras formaciones sustitutivas desde las que podamos colegir lo
oculto.
Freud - “Conferencia 7”.
El sueño como un todo es el sustituto desfigurado de algo diverso, de algo icc,
y la tarea de la interpretación del sueño consiste en hallar eso icc.
3 reglas en la interpretación de los sueños:
1) No hay que hacer caso a lo que el sueño parece querer decir, pues nunca será
eso lo icc que buscamos.
2) Hay que limitar el trabajo a evocar, para cada elemento, las representaciones
sustitutivas sin averiguar si son pertinentes, sin importar cuán lejos nos
lleven del elemento onírico.
3) Hay que esperar hasta que lo icc oculto se instale x sí solo.
El sueño recordado no es lo genuino, sino su sustituto desfigurado.
Si nuestro recuerdo es infiel, simplemente ha introducido en ese sustituto una
desfiguración más, que, por otra parte, tampoco puede ser inmotivada.
Llamaremos contenido manifiesto del sueño a lo que el sueño cuenta, y
pensamientos latentes del sueño a aquello oculto a lo cual debemos llegar
persiguiendo las ocurrencias.
Paulucci - “La interpretación y el saber en psa”.
Cuando la regla fundamental es enunciada, se intenta instalar al sujeto en el
camino de la asociación libre, lo cual implica que aquello que diga va a ser
escuchado de forma distinta de lo que quiso decir. Esto conlleva una promesa de
significación y una suposición de saber encarnado en el analista que posibilita
la constitución del síntoma en el sentido analítico.
Es decir, para que la interpretación sea eficaz es condición necesaria el
establecimiento de la transferencia analítica.
Lograr implicación subjetiva en el malestar del px es condición necesaria para
el establecimiento de la transferencia.
Si no se logra, podría derivar en un tratamiento por encargo donde el analista
quede convocado a interpretar desde un saber propio, desde la teoría y la
contratransferencia, sin que la transferencia analítica esté establecida.
Laplanche y Pontalis definen la interpretación como ““la deducción por medio de
la investigación analítica, del sentido latente existente en las manifestaciones
verbales y de comportamiento de un sujeto”.
La interpretación en la cura es definida como la “comunicación hecha al sujeto
con miras a
hacerle accesible este sentido latente”.
cuando el saber queda del lado del analista, se corren múltiples riesgos en el
devenir del proceso analítico: la fascinación y el adoctrinamiento consecuentes
ante el saber del Otro, el acting-out y la reacción terapéutica negativa como
resultado de la falta de escucha del decir del analizante ligado a su deseo icc.
Interpretación:
- entendida como una decodificación relacionada con el saber referencial teórico
o contratransferencial del analista.
- o entendida como un efecto a advenir. Saber ubicado del lado del px.
Este efecto de producción de una verdad analítica como algo nuevo puede inducir
un cambio en la posición subjetiva, acotando el goce repetitivo del síntoma.
El efecto de la interpretación no está garantizado x el modo de decir del
analista. Sus palabras sólo quedarán elevadas a la categoría de interpretación
en tanto produzcan una transmutación en la posición subjetiva que únicamente
puede ser leída a posteriori.
En esta dirección, en vez de pensar la interpretación ligada a un aumento del
conocimiento en el plano del Yo, la ubicamos como un efecto (palabra
interpretativa mediante) ligado a un movimiento posible en las fijaciones del
sujeto a los anclajes de su fantasía icc. Lugar donde anidan las fuentes de su
padecer que reflejan la inercia y la viscosidad libidinal.