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En el problema económico del masoquismo, Freud comienza hablando de que no debería hacerse una identificación tan apresurada entre principio de nirvana y principio de placer- displacer, puesto que no todo incremento de la tensión de estímulo es sentida como displacer y no toda disminución esta cantidad como placer. En este sentido, el principio de nirvana estaría por completo al servicio de las pulsiones de muerte, que tienen como meta conducir la inquietud de la vida a la estabilidad de lo inorgánico. El principio de Nirvana, súbdito de la pulsión de muerte, experimentó una modificación por la cual devino principio de placer. Esta modificación fue la pulsión de vida que se conquistó un lugar junto a la pulsión de muerte en la regulación de los procesos vitales.
El masoquismo se divide en tres figuras: El masoquismo erógeno, el femenino y el masoquismo moral.
Respecto del masoquismo erógeno implica la mezcla pulsional, se trata de una ligadura entre pulsión de vida y pulsión de muerte, ahora bien, el aparato psíquico que es defensivo, guiado por el principio de placer (guardián de la vida) expulsa gran parte de esa pulsión de muerte que se exterioriza como pulsión de destrucción hacia los objetos del mundo exterior. La tarea de la libido es volver inocuo esta pulsión y lo hace desviándola en gran parte como pulsión de destrucción, de apoderamiento, poder, voluntad. Una parte de esta pulsión es puesta directamente al servicio de la actividad sexual, es el sadismo propiamente dicho (por esto el masoquismo es primario) y otro sector no obedece a ese traslado hacia fuera, permanece en el interior del organismo, en ese sector tenemos que discernir el masoquismo erógeno originario. Después que la parte principal de la pulsión de muerte fue trasladada hacia afuera, como residuo de lo que quedo de ella en el interior del organismo, permanece el masoquismo erógeno, que por una parte ha devenido un componente de la libido pero por otra sigue teniendo como objeto al ser propio.
El masoquismo erógeno sostiene una modalidad de satisfacción: la satisfacción en el dolor, el sujeto tiene, en virtud de aquella mescla pulsional que liga la pulsión de vida y la pulsión de muerte (que se expresa como pulsión de destrucción) una satisfacción autoerótica en el dolor. Esta satisfacción n el dolor se expresa de dos maneras, según lo presenta Freud: 1) en el masoquismo femenino, que se relaciona con la segunda fase de pegan a un niño reconstruido como “soy golpeado por el padre”, no es solo para la mujer, sino que implica un modo de satisfacción que pone a la persona en situaciones características de la feminidad, significan ser castrado, ser poseído sexualmente, parir, ser golpeado, azotado, devorado y etc en la infinidad de diferentes guiones que puede tomar para si el sujeto en este modo de satisfacción en el dolor y 2) el masoquismo moral, implica también un tipo de satisfacción en el dolor, pero que se expresa mediante la conciencia de culpa, su instancia es el superyó, el sujeto se siente culpable por sus deseos incestuosos y parricidas, hay una necesidad de castigo y la modalidad de este castigo son sus síntomas, en verdad el sujeto no se siente culpable sino enfermo, pero se siente enfermo y se aferra a sus síntomas, porque en este castigo el sujeto obtiene un modo de satisfacción masoquista, en esto se encuentra la base de la reacción terapéutica negativa que es la resistencia que el superyó le opone a la cura.
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