Ulloa postula como figura clínica paradigmática de las instituciones a la “Encerrona Trágica”, que expresa el desamparo cruel, el síntoma de la resignación, una situación de dos lugares sin tercero de apelación, sin ley, donde la víctima, para dejar de sufrir  o no morir, depende de alguien a quien rechaza totalmente y por quien es totalmente rechazado.

Esta figura se enmarca en la “cultura de la mortificación”, como matiz del sufrimiento social contemporáneo. Donde la figura máxima de la mortificación es la manicomialización, donde esta encerrona trágica se visualiza en la rueda que se produce entre la locura y el maltrato (la locura conlleva al maltrato y el maltrato a la locura, sin salida, sin un tercero que apele).

La cultura de la mortificación es el malestar hecho cultura. No hay valentía, ni inteligencia, el cuerpo se desdueña. La mortificación no solo como muerte sino de mortecino. El sujeto esta coartado, la queja nunca deviene en protesta y se produce un acostumbramiento a la mortificación entonces nunca se produce una transgresión fundadora sino eventuales infracciones.

La cultura de la mortificación puede vislumbrarse en una figura de la psicopatología institucional: el síndrome de violentación institucional. Este síndrome puede verse no solo en sujetos comunes sino también en quienes trabajan en las instituciones como funcionarios sintomáticos. En ellos se producen los síntomas de tendencia a la fragmentación, renegación y desdueñamiento de lo corporal.

La cultura de la mortificación habla de un padecimiento colectivo. Una cultura que provoca encerronas trágicas y se vislumbra en el síndrome de violentación institucional. Ya que las instituciones reproducen la cultura de la mortificación. Es una cultura donde se convive familiarmente con lo infamiliar (siniestro), se normaliza lo cruel.

Lo único que se opone a la mortificación y su única salida, sería  la institución de la ternura, fundada en matrices de la infancia. A partir del miramiento hacia el otro, del resguardo del semejante, como un tercero que resguarde y rompa con la encerrona trágica.