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Resumen |  Historia de la Psicología (Cátedra: Pavesi - 2020)  |  Psicología  |  UBA
Historias de la psicología: problemas, funciones y objetivos (Vezzetti)

Introducción
1) ¿Cómo define el autor la “Historia de la Psicología”? En principio, ¿quiénes estarían encargados de establecerla y a quiénes estaría destinada? ¿Cómo se plantea la cuestión de la identidad en esos relatos, generalmente elaborados por profesores? ¿En qué se apoya la institución de filiaciones? ¿Cómo se diferencia el psicoanálisis de la psicología respecto de la cuestión de la paternidad?
“Historia de la Psicología” es hoy sobre todo una asignatura incluida en un marco curricular destinado a la formación de los practicantes de la psicología; es, al mismo tiempo, un espacio de investigación y conocimiento que desborda ese propósito y se incluye en el campo mayor de las historias disciplinares.
Se trata de una historia establecida por, y destinada a, los psicólogos como incipiente comunidad profesional. Sus condiciones no fueron diferentes de las de otras historias disciplinares, particularmente allí donde se reúnen el sustrato científico y el dispositivo profesional: historia de la medicina, de la ingeniería o de la sociología. El primer modelo tiende a continuar y ampliar “introducciones” o el repaso de “antecedentes” históricos usualmente insertados en los comienzos de la enseñanza: una memoria de la psicología, académica o profesional, que todo profesor se siente obligado a incluir, al modo de un ritual que sirve a la vez para establecer una filiación y afirmar una legitimidad.
Un núcleo más o menos explícito en esos relatos es la cuestión de la identidad, que se construye siempre retrospectivamente, desde los comienzos de la disciplina, que bajo el rubro psicología pueden contenerse conceptos y prácticas muy diferentes. Las disciplinas suelen instituir filiaciones apoyadas en pequeños mitos familiares que nombran un padre, Hipócrates y Newton, p.e.
En el caso de los practicantes del psicoanálisis, esa operación se pone en escena de un modo que revela ese pequeño drama identitario: lo usual es instalar y exhibir el retrato del padre del psicoanálisis como un gesto que asegura la continuidad de un linaje. Pero aquí la paternidad es siempre cierta e indisputable, mientras que lo primero que salta a la vista en el caso de la psicología es que se diversifica el elenco de progenitores.

2) ¿En qué consiste la posición del historiador en contraposición con la de profesor? ¿Cómo se concibe la historia de la psicología desde cada una de esas dos posiciones? ¿Cuál es el “doble desafío” que enfrenta el historiador?
Frente a una historia concebida como una crónica de lo mismo, emerge una posición distinta, de historiador antes que de profesor, que busca su autonomía en la distancia que construye respecto de la función celebratoria o la confirmación de las verdades establecidas. Ese trabajo innovador sobre el pasado, indaga las versiones oficiales, señala los “olvidos”, amplia el canon, en fin, explora una dimensión latente y no reconocida del pensamiento de la disciplina.
El historiador de la disciplina, que hoy tiende a concebirse como un especialista, se enfrenta a un doble desafío: por una parte, no puede perder una familiaridad con su objeto, la psicología, cuyo campo busca explorar e iluminar; por otra, cuanto más se afirma en el lugar de historiador, más se extiende necesariamente su espacio de trabajo y de interlocución a las disciplinas históricas, sobre todo los rubros que hoy comunican la historia de las ciencias y de las ideas con la de la cultura y los campos intelectuales.

3) ¿Cuál sería la función más importante de la disciplina histórica? ¿Qué exige esta función, particularmente en el caso de la psicología? ¿Qué se espera del alumno (de psicología) desde esta perspectiva crítica?
La función más importante para la disciplina histórica es la iluminación crítica del presente. En el caso de las ciencias humanas (y de la psicología en particular) exige no solo tomar distancia de cualquier identidad propuesta sino partir de la diversidad de las condiciones, modelos, conceptos y prácticas.
Con intención critica, se tratara que el alumno incorpore, además de información, algunas herramientas de análisis y, sobre todo, cierta sensibilidad para los problemas de la historia y que la reconozca como un saber capaz de iluminar cuestiones presentes de la disciplina.

I. La pluralidad en el objeto: las psicologías
4) ¿Cuál sería el mejor punto de partida para una historia crítica? ¿Qué quiere decir el autor cuando afirma que “la búsqueda de la unidad surge como un ejercicio compensatorio frente a la heterogeneidad de tradiciones científicas, objetos, técnicas, métodos y usos de la psicología”? ¿Por qué dominios se extiende “el territorio de la psicología”? ¿De qué depende la heterogeneidad actual de este campo, es decir “la pluralidad de psicologías”?
Partir de la propia “conciencia de crisis” proporciona un punto de mira preferible al de cualquier definición sobre lo que es (o quiere ser) la psicología. Si la historia busca renovar e interrogar las representaciones establecidas del pasado, encuentra su mejor punto de partida en la incertidumbre y en la perplejidad expresada por esa originaria conciencia de crisis, que tiende a ser acallada por la institucionalización académica de la psicología y que no obstante establece un motivo perdurable e iluminador de su trayectoria ulterior.
La búsqueda de la unidad emerge como un ejercicio compensatorio frente a la heterogeneidad de tradiciones científicas, objetos, técnicas y métodos y usos de la psicología. El abanico de asignaturas en un plan de estudios típico revela esa heterogeneidad que en verdad proyecta un programa de formación de casi imposible cumplimiento. Los posgrados y las especializaciones constituyen los caminos hacia una unificación en una tradición (cognitiva, social, clínica) que se alcanza sobre la base de un olvido retrospectivo de las otras. Algunos han señalado la evidencia de un campo disciplinar estallado y concluyen que debería brindar directamente diplomas en neuropsicología, psicología cognitiva, psicoanálisis, psicología social, etc.
El territorio de la psicología se extiende entre la filosofía y las humanidades, la biología y los estudios del comportamiento, las ciencias neurológicas y cognitivas; con apoyos en las disciplinas formales, matemáticas y estadísticas y lazos con las ciencias sociales, las disciplinas clínicas y el psicoanálisis, que contiene en sí mismo un potencial de diversidad y de conflicto.
La heterogeneidad del campo depende de su proceso de formación. O sea, que esa diversidad no depende de desvíos o retrocesos en una racionalidad prefijada, sino que los espacios y las tramas de esa formación han obedecido a procesos diversos y heterogéneos. La pluralidad de las psicologías solo se ilumina cuando su proceso de formación es situado en una trama disciplinar compleja y móvil.

5) ¿Cuáles son las tres tradiciones que, según Vezzetti, sirven para esquematizar la diversidad en los inicios de la psicología hacia fines del siglo XIX? ¿Cuál es su relación con sus “contextos culturales y de lenguaje”? ¿Qué otra tradición podría agregarse, ya más cerca del siglo XX, teniendo en cuenta el texto de Foucault de 1957?
Hacia el siglo XIX, la diversidad en los comienzos de la psicología puede ser ordenada, en tres tradiciones: la psicofísica y sus derivaciones en las psicologías experimentales; el evolucionismo y sus efectos sobre la psicología comparada y evolutiva; y la psicopatología y sus consecuencias en la clínica de la hipnosis y las formas modernas de la psicoterapia.
En ese agrupamiento se advierte ya que los problemas de la constitución científica de la disciplina no pueden separarse de distintos contextos culturales y de lenguaje, de Inglaterra a Francia y a Alemania, que operan como un suelo ineludible para un análisis histórico. Toda la historia de las disciplinas “psi” puede ser encarada como una historia de las lecturas y las apropiaciones, es decir, según los criterios de los estudios de recepción.
Por otra parte, esas tradiciones generales no agotan la pluralidad de ideas y proyectos en el periodo en que la psicología alcanza un estatuto académico autónomo. Es posible señalar otros ámbitos, como la psicología colectiva y de las masas, que establecen sus temas y sus objetos, en relación con esas tres corrientes principales.

6) ¿Qué significa que la psicología contemporánea “nace como práctica aplicada”? ¿Cómo se diferencia en este punto de las ciencias de la naturaleza? Relacione con el texto de Foucault que aparece citado. ¿Qué implica este desplazamiento hacia “las prácticas y los usos” para un estudio histórico de la psicología?
En la medida en que la psicología nade directamente como practica aplicada (como tecnología), debe incluir, como un tema destacado de la investigación, la dimensión de los usos en la clínica y el diagnostico, la educación, los grupos, las instituciones, el ámbito jurídico y forense, el trabajo y las profesiones, la publicidad y los estudios de mercado, incluyendo nuevas líneas como la psicología transcultural.
Si en su dimensión tecnológica la psicología moderna podría ser comparada con las practicas nacidas de las ciencias de la naturaleza, la diferencia salta a la vista: mientras que en las ciencias naturales responder a dificultades o limites que son temporarios y provisionales, la psicología, dice Foucault, nace en ese punto en el que la práctica del hombre encuentra su propia contradicción. La psicología contemporánea es, en su origen, un análisis de lo anormal, de lo patológico, de lo conflictivo, una reflexión sobre las contradicciones del hombre consigo mismo. Y sí se transformó en una psicología de lo normal, de lo adaptativo, de lo ordenado, es de manera secundaria, como un esfuerzo por dominar esas contradicciones.
Al desplazarse a las prácticas y los usos, un estudio histórico de la psicología deberá incluir no solo la trama de las ciencias humanas y sociales, sino las condiciones sociales y culturales, las nuevas instituciones (en la salud, educación, trabajo), y las racionalidades políticas que enmarcan las figuras y los “malestares” de un homo psicologicus que es edificado conjuntamente con los saberes y las técnicas que le son destinados.

7) ¿Qué supone la afirmación de que “las reconstrucciones del pasado dependen de preguntas o problemas que se conjugan en el presente”? Desarrolle haciendo referencia, a la vez, al “interés presente” y al “carácter diferencial del pasado” entendido como discontinuidad. ¿En qué consisten el “presentismo” y el “exotismo”?
Dos cuestiones merecen ser resaltadas. Por una parte, el interés presente: no solo porque la historia puede iluminar cuestiones actuales y actuantes en la disciplina, sino porque en las preguntas mismas que desencadenan la investigación histórica, si están bien formuladas, se juegan modos de intervención sobre el presente. Por otra parte, aunque puede parecer una contradicción con lo anterior, se debe reconocer el carácter diferencial del pasado, que se busca conocer en sus rasgos propios. Aquí se incluye el tema de la discontinuidad, que no es un método ni un dogma, sino el simple reconocimiento de que los términos y los “objetos” (sea el yo, el instinto o la conciencia) dependen de marcos epistémicos y socioculturales que deben ser indagados en sus condiciones singulares. Pero inmediatamente salta a la vista que estos dos rasgos del pasado histórico (interés presente y carácter diferencial) no pueden ser tomados por separado ni destacados unilateralmente: el énfasis en la actualidad engendra eso que se llama “presentismo” (que es un modo de la ilusión y en anacronismo) mientras que la afirmación de un pasado incomunicado con el presente conlleva el riesgo del “exotismo”. La consecuencia, en cualquier caso, es la clausura de una elucidación histórica capaz de impactar sobre el conocimiento presente.

II. La pluralidad en la construcción: las historias
8) ¿Por qué, considerando su historia, la psicología se presenta como un objeto complejo? ¿Cómo se traduce esa complejidad, esa “condición plural”, en la escritura de la historia?
Vista desde la historia, la psicología se presenta como un objeto complejo, sea que se estudien los comienzos, las formaciones y organizaciones o sus diversos impactos en el pensamiento, en las instituciones y en las prácticas. Esa complejidad y esa pluralidad de impactos no deja de trasladarse a las historias posibles: hay diversas historias en la medida en que los problemas, las preguntas que organizan una investigación histórica pueden ser diferentes. Lo importante es que esa condición plural, que puede parecer una debilidad desde un punto de vista doctrinario, es un desafío y una fuente de interés para el conocimiento, en la medida en que está en la base de cierta cualidad de las formaciones “psi”, que se han mostrado capaces de impactar y permear diferentes expresiones del pensamiento y las practicas científicas y culturales en el mundo contemporáneo.
A. Una historia de los saberes y los conceptos manteniendo una relación de familiaridad y debate con la historia de las ciencias, suele partir de ese carácter intermedio de la psicología, entre las ciencias naturales, las humanidades, las ciencias sociales. Pero en verdad, una exploración de los comienzos de las ciencias del hombre, debe partir de la evidencia de que esas mismas separaciones disciplinares son una construcción retrospectiva. La historia de los saberes no puede limitarse al orden de los conceptos en el interior de un léxico de la disciplina sino a una exploración de los que la psicología recibe y transforma.
Una investigación histórica de los conceptos debería ser capaz de revelar a la vez el suelo común de significados y traspasos culturales y un orden de conceptos y reglas de producción de enunciados que es específico de una tradición científica.

B. Una historia de los usos plantea otro tipo de cuestiones al desplazarse a los ámbitos de aplicación. En su dimensión tecnológica, la disciplina despliega modalidades de construcción e implantación, que a menudo entran en conflicto con los objetivos de la llamada investigación básica o las formas de organización académica. Una historia de las prácticas y las instituciones incluye y a la vez desborda las formas de profesionalización universitaria en la medida en que la inserción de los psicólogos en ámbitos sociales y profesionales constituidos, en la medicina y la psiquiatría, en la educación y en el trabajo, en la familia y los grupos, necesariamente convoca a otro cruce de historias. El sentido y la eficacia de las practicas psicológicas en esos espacios no pueden ser comprendidas partiendo solo de las ideas de los psicólogos sobre lo que creen hacer, sino de lo que efectivamente hacen.

C. Una historia social y cultural se hace posible en la medida en que se trata de un discurso que ha penetrado profundamente en la cultura moderna y proporciona un conjunto de nociones incorporadas a la trama de significaciones de la vida social. Esa dimensión de implantación cultural ha tenido y tiene un peso innegable en la historia contemporánea y la fisonomía actual de la psicología. Si se piensan las prácticas de la psicología, en la relación que establece con un público y un mercado específico, en la interacción con las demandas de “usuarios” diversos, se advierte el impacto sobre una trama de representaciones y creencias sobre la propia vida, la educación y la crianza, la familia y la pareja, la sexualidad, etc. En ese sentido, puede hablarse de una cultura “psi” que ha contribuido notoriamente a reconfigurar nociones y valores del mundo moral. Muchos de los tópicos que en el saber académico se definen en términos de un lenguaje y un corpus conceptual especifico tienen sus raíces en, o se comunican con, el universo de las representaciones y las prácticas sociales.

D. Una historia de la profesión, es decir, de los psicólogos más que de la psicología, se hace posible en el cruce entre la configuración “tecnológica” de las disciplinas psicológicas y la implantación extendida en la cultura y la sociedad. Las formas y los modelos de profesionalización, presentan diferentes perfiles de acuerdo con los ámbitos en los que la psicología ha buscado establecerse. Dado el despliegue de los usos de las psicologías en la sociedad y las instituciones, las variantes en las modalidades profesionales ya no dependen solamente de la comunidad de los especialistas, sino de la historia previa y las características de esos ámbitos de uso de la psicología (los dispositivos de la salud, la educación y el trabajo, los aparatos públicos de las fuerzas de seguridad y el sistema jurídico-penal).

III. Una historia intelectual de la psicología
9) ¿Qué es la historia intelectual? ¿En qué se opone al modelo de la memoria? ¿Qué condición parece necesaria para poder elaborar este tipo de historia?
La historia intelectual es un enfoque y un dominio inclusivo que recibe algo de distintos géneros historiográficos. En principio, se distancia del modelo de la memoria y busca explorar una trama de procesos y acontecimientos, múltiples, heterogéneos, siempre parciales; no busca reconstruir totalidades sino problemas; y no es un reducto de certezas sino que su motor es la curiosidad. Enfrentado a los conceptos, no se trata de juzgar su cientificidad sino de explorar una genealogía y situar los enunciados y los programas en horizontes que siempre exceden los límites establecidos por la propia disciplina.
Una condición de una historia así concebida es la suspensión de todo a priori normativo sobre lo que la disciplina es o debe ser. Y si bien las fuentes científicas son una base indiscutible de la investigación, las preguntas históricas que pueden arrojarse sobre esas fuentes no alcanzan a responderse sin un trabajo analítico que necesariamente las desborda hacia el campo intelectual, institucional o político.
















La Psicología de 1850 a 1950 (Foucault)

1) ¿Qué preocupaciones y qué postulados filosóficos heredó la psicología del siglo XIX de la Aufklägung (es decir, de la Ilustración alemana)? ¿Por qué “toda la historia de la psicología hasta mediados del siglo XX es la historia paradójica de las contradicciones entre ese proyecto [el de ser un conocimiento positivo, riguroso y exacto] y esos postulados”?
La psicología del siglo XIX heredo de la Ilustración alemana la preocupación por alinearse con las ciencias de la naturaleza y por reencontrar en el hombre la prolongación de las leyes que rigen los fenómenos naturales.
El destino de esta psicología, que quiso ser un conocimiento positivo, vino a descansar sobre dos postulados filosóficos: que la verdad del hombre se agotaba en su ser natural y que el camino de todo conocimiento científico debía pasar por la determinación de vínculos cuantitativos, la construcción de hipótesis y la verificación experimental.
Toda la historia de la psicología hasta mediados del siglo XX es la historia paradojal de las contradicciones entre ese proyecto y estos postulados; por perseguir el ideal del rigor y la exactitud de las ciencias de la naturaleza fue llevada a renunciar a sus postulados. Por el cuidado de la fidelidad objetiva, fue llevada a reconocer en la realidad humana algo diferente de un sector de la objetividad natural, y a utilizar para conocerla métodos diferentes de los que las ciencias de la naturaleza podían proporcionar como modelo. La idea de una precisión objetiva y cuasi matemática en el dominio de las ciencias humanas no es aceptable si el hombre mismo no es más del orden de lo natural.

2) ¿Qué debió hacer la psicología ante este obstáculo? ¿Por qué afirma Foucault que “la renovación radical de la psicología como ciencia del hombre […] es aún una tarea incompleta, que queda por cumplir”?
Debió buscarse nuevos principios y develar para sí misma un nuevo proyecto: doble tarea que los psicólogos no siempre han comprendido con rigor, y que intentaron muy a menudo completar con muy poco. Unos, aun comprendiendo la exigencia de proyectos nuevos, permanecieron atados a los antiguos principios del método. Otros no comprendieron que la renovación los métodos implicaba la actualización de los nuevos temas de análisis.
La renovación radical de la psicología como ciencia del hombre no es, por lo tanto, solo un hecho histórico cuyo desarrollo pueda situarse en los últimos cien años; es aún una tarea incompleta que queda por cumplir y, en ese sentido, permanece a la orden del día.

3) ¿Qué nuevas relaciones estableció la psicología con la práctica a lo largo de un siglo? ¿Por qué la psicología “nace en ese punto en el que la práctica del hombre encuentra su propia contradicción? En este sentido, ¿cuál sería el problema de la psicología contemporánea?
La psicología instauro relaciones nuevas con la práctica: educación, medicina mental, organización de los grupos; y se presentó como un fundamento científico racional de esas prácticas.
Las ciencias de la naturaleza no responden más que a los problemas planteados por las dificultades de la práctica, sus fracasos temporarios y las limitaciones provisorias de su experiencia. La psicología, en cambio, nace en ese punto en el que la práctica del hombre encuentra su propia contradicción. Se puede decir que la psicología contemporánea es, en su origen, un análisis de lo anormal, de lo patológico, de lo conflictivo, una reflexión sobre las contradicciones del hombre consigo mismo.
El problema de la psicología contemporánea es el de saber en qué medida es capaz efectivamente de dominar las contradicciones que la hicieron nacer, a partir de ese abandono de la objetividad naturalista que parece ser su otro rasgo destacado.

4) ¿A qué se refiere el autor con el “prejuicio de la naturaleza”? ¿En qué época lo ubica? ¿Cuáles son, muy sintéticamente, los métodos y modelos que lo caracterizan? ¿Cómo influyeron en la constitución de la disciplina psicológica? ¿Cuál es la importancia del evolucionismo para la psicología?
Bajo su diversidad, las psicologías del fin del siglo XIX poseen como rasgo común el tomar prestado de las ciencias de la naturaleza su estilo de objetividad, y el buscar, dentro de sus métodos, su es quema de análisis.
El método físico-químico. Los fenómenos del espíritu tanto como los fenómenos materiales exigen dos formas de investigación: la primera intenta, a partir de los hechos, acceder a leyes más generales según el principio de la universalización newtoniana; la segunda, al igual que el análisis químico para los cuerpos compuestos, reduce los fenómenos complejos a elementos simples.
La psicología tendrá la tarea de reencontrar en los fenómenos más complejos del pensamiento los segmentos elementales que los componen.
El método orgánico (Bain y Fechner-Wundt). El psiquismo, como el organismo, es caracterizado por su espontaneidad, su capacidad de adaptación y sus procesos de regulación interna. El aparato psíquico no funciona como un mecanismo, sino como un conjunto orgánico, en el que las reacciones son originales y, por consecuencia irreductibles a las acciones que las desencadenan.
El modelo evolutivo. La evolución del individuo es descrita así a la vez como un proceso de diferenciación (movimiento horizontal de expansión hacia lo múltiple) y por un movimiento de organización jerárquica (movimiento vertical de integración en la unidad).
La importancia del evolucionismo para la psicología se debe sin duda a que ha sido el primero en mostrar que el hecho psicológico no tiene sentido más que en la relación a un porvenir y a un pasado, que su contenido actual descansa sobre un fondo silencioso de estructuras anteriores que la cargan de toda una historia, pero que implica al mismo tiempo un horizonte abierto hacia lo eventual. El evolucionismo ha demostrado que la vida psicológica tiene una orientación.



5) ¿Cuándo se produjo lo que Foucault denomina “el descubrimiento del sentido”? ¿Qué designa con esa expresión? ¿Qué autores y corrientes psicológicas sitúa dentro de ese rubro? ¿Por qué? Desarrolle.
El descubrimiento del sentido se efectuó al final del siglo XIX. Se trata de dejar de lado las hipótesis demasiado amplias y generales por las cuales se explica al hombre como un sector determinado del mundo natural; y se trata de volver a un examen más riguroso de la realidad humana, es decir, mejor hecho a su medida, más fiel a sus características específicas, más apropiado a todo lo que, en el hombre, escapa a las determinaciones de la naturaleza.
Janet permanece aún muy cerca del evolucionismo y de sus prejuicios. Sin embargo, es llevado a superar este cuadro naturalista en la medida en que considera como tema de la psicología no estructuras reconstituidas ni energías supuestas, sino la conducta real del individuo. Hay conducta cuando se trata de una reacción sometida a una regulación, es decir, que su desarrollo depende en forma constante del resultado que acaba de obtener. Esta regulación puede ser interna y presentarse bajo la forma del sentimiento; o puede ser externa y tomar como punto de referencia la conducta del otro: la conducta es entonces reacción a la reacción de otro y adaptación a su conducta.
Según Dilthey, el hombre no aprende lo que es rumiando sobre sí mismo, lo aprende por la historia. Por tanto, la historia le enseña que no es un elemento segmentario de procesos naturales, sino una actividad espiritual cuyas producciones se fueron depositando sucesivamente en el tiempo, como actos cristalizados, significaciones en adelante silenciosas. No se trata de explicar el espíritu por otra cosa que por sí mismo; pero al colocarse en el interior de su actividad, intentando coincidir con ese movimiento dentro del cual el crea y se crea, es necesario ante todo comprenderlo.
El tema de la comprensión, opuesta a la explicación, fue retomado por la fenomenología que, siguiendo a Husserl, hizo de la descripción rigurosa de lo vivido el proyecto de toda filosofía tomada como ciencia. El tema de la comprensión ha conservado su validez; pero en lugar de fundarla sobre una metafísica del espíritu, como Dilthey, la fenomenología la ha establecido sobre un análisis del sentido inmanente a toda experiencia vivida. Así, Jaspers pudo distinguir en los fenómenos patológicos, los procesos orgánicos que son referidos a la explicación causal, y las reacciones o los desarrollos de la personalidad que envuelven una significación vivida que el psiquiatra debe tratar de comprender.
Pero ninguna forma de psicología dio más importancia a la significación que el psicoanálisis. Sin duda, el psicoanálisis continúa ligado en el pensamiento de Freud a sus orígenes naturalistas y a los prejuicios metafísicos o morales que le han dejado sus marcas.

6) ¿En qué consiste “el gran trastocamiento de la psicología” producido por el pensamiento freudiano? Explique los cuatros rasgos de la significación en Freud: a) coextensión sentido-conducta; b) las significaciones inmanentes de la conducta; c) el sentido actual de la conducta; d) el rol del terapeuta respecto del conflicto.
La importancia de Freud deviene sin duda de la impureza misma de sus conceptos; es en el interior del sistema freudiano que se produce ese gran trastocamiento de la psicología; es en el curso de la reflexión freudiana que el análisis causal se transformó en génesis de significaciones, que la evolución dio lugar a la historia, y que la exigencia de analizar el medio cultural substituyo al recurso de la naturaleza.
A) El análisis psicológico no debe partir, para Freud, de una separación de las conductas entre lo voluntario y lo involuntario, lo intencional y lo automático, la conducta normalmente ordenada y el comportamiento patológico y perturbado.
El sentido es coextensivo a toda conducta. La conciencia y el inconciente no son, dos mundos yuxtapuestos; son más bien dos modalidades de una misma significación.
B) Las significaciones inmanentes a la conducta: son las que la historia individual constituyo y cristalizo en el pasado en torno de acontecimientos importantes: el traumatismo es un trastorno de las significaciones afectivas; y cuando estas significaciones nuevas no sobrepasen y no integran las significaciones antiguas, el individuo queda fijado a ese conflicto del pasado y del presente.
C) Por más que la conducta este habitada por el pasado más lejano, no deja de poseer un sentido actual. El presente mantiene una relación dialéctica con su propio pasado; lo reprime en el inconciente, separa las significaciones ambiguas, proyecta sobre la actualidad del mundo real los fantasmas de la vida anterior, traspone los temas a niveles de expresión reconocidos como valiosos.
D) En la cura psicoanalítica, el rol del terapeuta, por un juego de satisfacción y de frustración, es justamente el de reducir la intensidad del conflicto, aflojar el dominio del “ello” y del “superyó”, ensanchar y fortalecer los mecanismos de defensa; no proclama el proyecto mítico de suprimir el conflicto, sino de transformar la contradicción neurótica en una tensión normal.

7) ¿De qué manera se hizo posible, para Foucault, “un estudio objetivo de las significaciones”? ¿Cuáles son los temas y problemas que incluye dentro del dominio de las “significaciones objetivas”?
Empujando hasta sus límites extremos el análisis del sentido, Freud ha dado su orientación a la psicología moderna. Le dio así por contenido una historia real, o más bien la confrontación de dos historias realidades: la del individuo, en la serie de sus experiencias vividas, y la de la sociedad, en las estructuras por las cuales ella se impone al individuo. En esta medida, es posible rebasar la oposición de lo subjetivo y lo objetivo, del individuo y de la sociedad: un estudio objetivo de las significaciones se hizo posible.
Temas y problemas del estudio de las significaciones objetivas:
a) Elementos y conjuntos. El behaviorismo, inaugurado por Watson, busca el sentido adaptativo de las conductas a partir de las manifestaciones objetivas del comportamiento. Todo comportamiento debe explicarse a partir de una constelación estimulante, sin recurrir a entidades como el instinto, la conciencia, la libertad. El proyecto del behaviorismo es constituir una “psicología científica del meaning”.
Encontramos los mismos problemas dentro de la psicología de la Forma. Wertheimer, Kohler, Koffka muestran que las cualidades estructurales del estímulo motivan, en su alcance general, respuestas como la de la percepción que articula el campo, la inteligencia que lo reestructura, la emoción que mezcla las líneas. Se debe abandonar la hipótesis de una acción inmediata de estímulos locales y definir la relación de la constelación estimulante con la respuesta, por medio de un campo que no implica ni objetividad natural ni proceso causal. El campo dinámico de comportamiento deviene así el objeto mayor de la psicología.
b) Evolución y génesis. Estas estructuras de conjunto y las significaciones que las habitan evolucionan en el curso del devenir individual. Para ciertos psicólogos, la emergencia de las estructuras tiene lugar en la conducta por medio de una maduración sorda de los esquemas fisiológicos. Para otros, tiene lugar por la cohesión progresiva de conductas segmentarias y adquiridas, las cuales, por la fuerza iterativa de la facilitación, se organizan en estereotipos generales de conducta.
Entre estas dos formas extremas de interpretación, la psicología genética, busca tomar en consideración la maduración y la adquisición, el desarrollo necesario y el progreso ligado a las circunstancias. Piaget atribuye la máxima importancia al necesario desarrollo de estructuras que son a la vez biológicas y lógicas; y busca mostrar en el desarrollo de las primeras un proceso que rehace en sentido inverso la marcha de la historia de las ciencias. Wallon otorga, en cambio la máxima importancia al medio, mostrando en la individualidad psicológica no algo dado sino un resultado. El devenir psicológico no es el desarrollo de estructuras ya preparadas, sino que es la preparación afectiva de las estructuras adultas; no se trata ya de evolución espontanea, sino de génesis activa.
c) Performances y aptitudes. Otro problema planteado por la existencia de esas significaciones objetivas es el de sus manifestaciones, sus aspiraciones en el dominio de la observación. Esto se efectúa de acuerdo a dos formas, la performance (realización) y la expresión. La psicología tradicional era una psicología de lo virtual; las facultades no se inscribían sino entre posibilidades abstractas. Ahora es en el nivel mismo de lo real, y en el marco por el definido, que se buscan determinar las consecuencias del comportamiento. De aquí nace el principio del test, definido como un examen estandarizado en el que el resultado es estimado por comparación estadística entre los individuos a los que se les ha aplicado.
d) La expresión y el carácter. En cambio, los psicólogos de la expresión y del carácter se esforzaron por recuperar el contenido de las significaciones bajo la forma de la necesidad individual. Este contenido individual aflora en principio en todos los fenómenos de proyección, y sobre todo en la proyección, a partir de un estímulo poco diferenciado, de interpretaciones que le otorgan un sentido imaginario. Aflora igualmente otros fenómenos de expresión que son los juicios sobre uno mismo, o incluso la imagen de sí. Al igual que el mundo verbal y el universo imaginario, el cuerpo mismo detenta un valor expresivo. Por la vía del análisis simbólico, en el que los signos corporales se leen como un lenguaje, el psicoanálisis ha mostrado el carácter expresivo del cuerpo y ha denunciado el origen psicógeno de ciertos síndromes orgánicos.
e) Conductas e instituciones. Expresadas o silenciosas, las significaciones objetivas de las conductas individuales están unidas por un lazo esencial a la objetividad de las significaciones sociales.
El estudio de las instituciones busca determinar las estructuras de base de una sociedad; aislar las condiciones económicas en su incidencia directa sobre el desarrollo del individuo y sobre las formas pedagógicas en sentido amplio (instituciones primarias); describir la manera en que el individuo reacciona a esas instituciones, en que integra esas experiencias, en que proyecta, en fin, los temas mayores bajo la forma del mito, de la religión, de las conductas tradicionales, de las reglas jurídicas y sociales que son definidas como instituciones secundarias.
El análisis de las opiniones y de las actitudes busca determinar los fenómenos colectivos que operan como el contexto de las conductas afectivas del individuo, así como de sus operaciones intelectuales de percepción, de juicio y de memoria.
El carácter colectivo de esas opiniones y actitudes permite despejar la noción de estereotipo, una suerte de opinión generalizada y cristalizada que provoca, en función de actitudes preestablecidas, reacciones siempre idénticas.

8) ¿Cuáles son las oposiciones en las que se sitúan los análisis de las significaciones objetivas mencionados por Foucault? ¿Cuál debería ser la actitud de la psicología ante esas oposiciones o contradicciones? ¿Hacia dónde apuntan, según Foucault, sus esfuerzos más recientes?
Todos esos análisis de las significaciones objetivas se sitúan entre los dos tiempos de una oposición: totalidad o elemento, génesis inteligible o evolución biológica, performance actual o aptitud permanente e implícita, manifestaciones expresivas momentáneas o constancia de un carácter latente, institución social o conductas individuales: temas contradictorios cuya distancia constituye la dimensión propia de la psicología.
Los esfuerzos más recientes de la psicología van en ese sentido y, a pesar de la diversidad de su inspiración, se puede resumir su significación histórica de esta manera: la psicología no busca ya probar su posibilidad por su existencia, sino fundarla a partir de su esencia, y no busca suprimir, ni tampoco atenuar sus contradicciones, sino justificarlas.

9) ¿Cuáles son los dos modos en que se intentó una “superación de la psicología”? ¿Por qué y de qué forma permanecen, sin poder ser superadas, las contradicciones de la psicología? ¿De qué dependería entonces el porvenir de la psicología?
La cibernética está lejos de un proyecto semejante. Su positividad parece alejarla de toda especulación, y si toma por objeto al conducta humana, es para reencontrar allí reunidos el hecho neurológico de los circuitos del feed back, los fenómenos físicos de la autorregulación y la teoría estadística de la información.
En un sentido bien diferente, la superación de la psicología se efectúa en dirección a una antropología que tiende a un análisis de la existencia humana en sus estructuras fundamentales. La psicología aparece como análisis empírico de la manera en que la existencia humana se ofrece al mundo. Pero debe fundarse sobre el análisis existencial de la manera en que esta realidad se temporaliza, se espacializa y finalmente, proyecta al mundo: de modo que las contradicciones de la psicología, o la ambigüedad de las significaciones que describe, habrán encontrado su razón de ser, su necesidad, y al mismo tiempo su contingencia, en la libertad fundamental de una existencia que escapa, por derecho pleno, a la causalidad psicológica.

Tres tradiciones de las psicologías del siglo XIX (Vezzetti & Talak)

1) Describa las tres tradiciones presentes en los orígenes de la psicología moderna, destacando en qué contexto surgen, cuáles son los autores significativos y de qué campo provienen, cuáles son los problemas que guían la investigación, qué métodos utilizan y cuáles son los modelos científicos utilizados como referentes.
A) El impacto del evolucionismo en la psicología viene a establecer un orden de problemas característicos; la psicología se separa de la matriz del conocimiento y del campo de la conciencia, que eran propios de la tradición empirista. Los problemas giran hacia la conducta, en términos de relación del organismo con el medio vital. Los términos claves son: adaptación, herencia, instinto, lo innato y lo adquirido.
Surge en Inglaterra, ya que tiene su origen a partir de la obra de Darwin. No solo constituye la revolución científica más importante y decisiva del siglo XIX, sino que su impacto va más allá de las ciencias naturales y la psicología para constituirse en modelo de las ciencias sociales y en alimento de la filosofía positivista.
El método fundamental es el genético. La noción de la evolución se aplica tanto a las especies, como a las edades evolutivas y los estadios de civilización.
B) La psicología del “sentido externo”, a partir de la psicofísica de Fechner, se despliega en Alemania y es el fundamento de la psicología sensorial, fundada en los procedimientos experimentales. Aquí nos encontramos con la tradición de una psicología de la conciencia, apegada a las relaciones entre fenómeno físico, proceso fisiológico y representación mental. El marco problemático de la relación de conocimiento, la distinción entre lo “externo” y lo “interno”, el peso del modelo de la física y de la fisiología, caracterizan esta corriente que cierta tradición historiográfica, nacida en los EEUU, ha tendido a considerar como la única psicología científica.
C) La tercera corriente gira alrededor de las cuestiones de la psicopatología y la clínica de la hipnosis; podría decirse, con un término que es posterior, que sus problemas giran en torno del síntoma. Allí nace la hipnosis como primer modelo de sistematización de un procedimiento que es, a la vez, psicoterapéutico y de investigación, y que puede ser válidamente considerado como un modelo igualmente experimental. En su consolidación más pública esta corriente encuentra su lugar en Francia; en realidad el problema es más complejo, porque en rigor, la primera formulación sistemática de la cuestión de la hipnosis se produce en Inglaterra. La denominación misma de “hipnosis” y la iniciativa de definir a la hipnosis como procedimiento médico, terapéutico e investigativo, nace en Inglaterra, a partir de un médico que es fisiólogo y clínico: James Braid; y es previo a la obra de Charchot en Francia.

3) ¿Por qué la tradición psicofísica y la psicología experimental se desarrollaron en Alemania y no en Inglaterra, cuna de la filosofía empirista? Compare la tradición fisiológica inglesa con la tradición de la psicología experimental alemana señalando sus rasgos diferenciales y estableciendo relaciones entre cada uno de los programas de investigación y las formaciones sociales, culturales e institucionales respectivas.
Aparentemente, en Inglaterra estaban, a partir del punto de partida asociacionista, las condiciones para la constitución de una línea preocupada por la experiencia sensorial. Y sin embargo la psicofísica y la psicología fisiológica, como disciplinas de laboratorio, nacen en las universidades alemanas, donde se constituye una tradición experimental que encuentra en el modelo físico y en el ideal de la medición sus condiciones institucionales y al mismo tiempo metodológicas de constitución.
El modelo fundamental en la constitución de la disciplina psicológica como psicofísica o psicología experimental, en Alemania, es la física; esto es explicito, en el programa de Fechner, que viene de una formación física experimental. Aun cuando la psicofísica se desplaza hacia una psicología fisiológica, en realidad lo hace tomando como modelo una fisiología que, en Alemania, no es la misma que la fisiología inglesa. Mientras que la fisiología alemana está fundada en la física, se realiza en Departamentos de Filosofía o de Ciencias y se construye en el laboratorio, la fisiología inglesa responde al modelo de la investigación clínica, en gran medida desarrollada en los consultorios, ligada a las Escuelas de Medicina y apegada a los problemas del tratamiento de trastornos neurológicos y psiquiátricos. De allí que los ingleses se interesen por la hipnosis, procedimiento que, en cambio, los experimentalistas alemanes rechazaban. No solo la tradición filosófica y metodológica son diferentes, sino que la formación social, cultural e institucional son diferentes y esto da como resultado que no estén proyectando la misma disciplina.
Hay, entonces, dos tradiciones de investigación bien diferentes. En el caso de Wundt, no está dispuesto a abandonar el campo de la filosofía y se opone a la constitución de la psicología como un campo profesional autónomo. En la tradición alemana, ese interés filosófico es muy notorio en Fechner que crea la psicofísica en el marco de su preocupación por resolver matemáticamente la relación entre el mundo físico y el mundo espiritual. Un segundo rasgo diferencial de la tradición alemana es que la preocupación metodológica sigue el modelo fisicomatemático; de allí que el problema de la medición cumple un papel fundamental. En cambio, en la tradición fisiológica inglesa no aparece ninguna de estas dos condiciones. Y sin embargo hay una labor de investigación empírica, impulsada en la fisiopatología, que impulsa un desarrollo muy importante de la disciplina.

4) ¿Cuáles son los rasgos particulares que caracterizaron la tradición de la psicopatología y la clínica de la hipnosis que la diferencian de las otras dos tradiciones?
En cuanto a la tradición psicopatológica y de la clínica de la hipnosis, es la más heterogénea, porque, por una parte, responde a una corriente propiamente médica, ligada a la constitución de la neurología y de la medicina mental, en la que tienen también incidencia los desarrollos de una fisiología, sobre todo la inglesa, de inspiración clínica. Pero, la tradición del “magnetismo animal” mantiene su autonomía y sus vías propias de desarrollo y pervivencia, al margen del dispositivo médico. Por otra parte, no puede desconocerse que el modelo de la hipnosis se convierte en una matriz explicativa de los fenómenos de masas y se aplica a la definición de las cuestiones de la autoridad y el liderazgo.

Estructura social de la experimentación en Psicología (Danziger)

1) ¿Qué quiere decir Danziger cuando afirma que la distribución de roles durante el experimento “creaba un tipo particular de sistema social”? Considere los argumentos que expone para afirmar que sería imposible “aislar la situación social del experimento”. ¿Qué consecuencias tiene esta perspectiva para pensar la distribución de los roles de un experimento?
La experimentación psicológica paso a ser un trabajo en equipo que se basaba en la división del trabajo entre individuos que cumplían diferentes funciones en la situación de experimento. Específicamente, se comenzó a observar una distinción primaria entre quienes actuaban como fuente directa de datos psicológicos, o sujetos del experimento, y quienes manejaban las condiciones del experimento, los investigadores propiamente dichos.
Lo que no se tuvo en cuenta en esa época fue que esa distribución creaba un tipo particular de sistema social: el de la experimentación psicológica. La interacción entre los sujetos y los investigadores estaba regulada por un sistema de restricciones sociales que le fijaba límites rigurosos. La comunicación en la situación de experimento estaba regida por los roles que habían asumido los participantes y se veía constreñida por preceptos y prohibiciones que se daban por sentados.
Sin embargo, los rasgos específicos de este sistema social no eran necesariamente fijos. La división del trabajo básica entre investigador y sujeto dejaba amplio margen para las variantes de cada institución. No existía entre los requerimientos prácticos de la experimentación psicológica nada que exigiera una división permanente de los roles de investigador y sujeto.
Uno de los factores que influían en este carácter permanente o no de la división de tareas en situaciones de experimentación fue que los experimentos de psicología no se llevan a cabo en un vacío social. Las personas que toman parte en tales experimentos no están “en blanco” desde una perspectiva social, sino que ingresan a la situación de experimento con una identidad ya constituida. Es imposible aislar la situación social de experimento del resto de la vida social al punto que el estatus social que los partícipes del experimento tienen fuera de él no influya en absoluto en la interacción que se produce en la situación. La decisión de quien asume el rol de conductor del experimento y quien asume el de sujeto puede guardar cierta relación con los roles que esas personas tienen fuera de la situación experimental.
Además, se debe considerar si la distribución de roles en la situación de laboratorio, “cara a cara”, se vincula con otras actividades que son parte necesaria de la práctica social de la investigación.

2) ¿Cómo era la distribución de roles en los experimentos realizados en el laboratorio de Leipzig? Indique por qué, para Danziger, esa distribución permite revisar el modo habitual de pensar los roles en la actualidad.
Una atenta lectura a los informes publicados en la revista institucional de Wundt, nos muestra que el autor de la crónica publicada de un experimento no es necesariamente la persona que lo dirigió. Además, actuar simultáneamente como fuente de datos psicológicos y como fuente de conceptualización teórica eran funciones que se consideraban incompatibles. En las primeras épocas de su laboratorio, Wundt figuraba habitualmente como sujeto o fuente de datos en los experimentos que publicaban sus estudiantes, aunque también era responsable de gran parte de la teoría que sustentaba dichos experimentos. Se consideraba que el rol de fuente de datos psicológicos exigía mayor complejidad psicológica que el rol de investigador.
No había razón para hacer una distinción permanente entre los roles de conductor del experimento y sujeto en la situación de laboratorio. Es más, no era raro que los discípulos de Wundt alternaran entre ellos el rol de encargado de administrar un estímulo y el de actuar como fuente de datos, a veces en el mismo experimento. La diferenciación se consideraba una cuestión de conveniencia en la práctica. Los participantes de esos experimentos percibían claramente que tomaban parte en una empresa común, en la cual todos los participantes se consideraban colaboradores. Quienes participaban en esas situaciones generalmente se conocían como compañeros de estudios, o conocidos de amigos, o como profesor y alumno. La situación experimental no implicaba una interacción entre extraños.

3) ¿Por qué Wundt no ejercía habitualmente el rol de conductor del experimento psicológico y cuál era el estilo de interacción social que se producía en el trabajo en el laboratorio de Leipzig? Reconstruya la caracterización social de los sujetos experimentales de ese laboratorio teniendo en cuenta sus roles dentro del experimento y su identidad social previa.
El laboratorio de Wundt en Leipzig nos presenta un estilo de interacción caracterizado por la colaboración entre los participantes de la situación de experimento, no una situación caracterizada por diferenciales de estatus y roles fijos. (Claro que Wundt ocupaba una posición especial, pero una vez que ingresaba en la situación de experimento en calidad de sujeto, sus respuestas eran tabuladas junto con las demás y no se les asignaba mayor importancia). La mayoría de los individuos que actuaban como sujetos de esos experimentos eran miembros de la comunidad científica. No todos los sujetos que se nombran en los informes del grupo de Leipzig eran estudiosos de psicología, pero parece que aun aquellos que no lo eran tenían interés directo en la materia y contaban con cierta experiencia en la investigación psicológica. En lugar de una estructura social de dos estratos, con clara distinción entre un tipo de interacción social con los sujetos de un experimento y otro con los colegas, existía una situación menos diferenciada en la que, en gran medida, la comunidad científica constituía su propia fuente de datos.

4) ¿Cuál es la hipótesis de Danziger acerca de la conformación del estilo de experimentación y los objetivos de la investigación psicológica del laboratorio de Leipzig? ¿De qué manera se relacionan con la tradición académica alemana?
El estilo de experimentación psicológica del laboratorio de Leipzig parece haber derivado de la concurrencia de una tradición particular de trabajo académico y un tipo especial de objetivo de investigación. La tradición académica de que se trata es la del sistema universitario alemán del siglo XIX; se basaba en vincular la formación de una elite intelectual con la producción sistemática de nuevo conocimiento en el contexto de un emprendimiento mancomunado de investigación.
El objetivo de investigación abarcaba el análisis de procesos generales característicos de la mente humana normal y madura.
Esta nueva práctica de investigación psicológica construyo su propio objeto. Los sujetos de un experimento eran estudiados, no como personas individuales, sino como ejemplos de ciertas características comunes. Por esa razón, cualquier miembro de la comunidad científica podía asumir el rol de sujeto. Se suponía que esos procesos mentales “elementales”, como los llamo Wundt, eran objetos naturales que podían someterse a estudio sin vincularlos a la personalidad como un todo.

5) ¿Cuáles fueron los rasgos distintivos del experimento clínico y cuáles sus diferencias significativas con respecto al modelo de Leipzig? ¿Por qué, según Danziger, el uso del término sujeto se generalizó en este contexto?
El experimento clínico tenia objetivos y un entramado social muy diferente al laboratorio de Leipzig. En el preciso momento en que se organizó el laboratorio de Wundt, un grupo de investigadores franceses se abocaron al uso sistemático de experimentos con hipnosis como herramienta de investigación en psicología.
A diferencia de Leipzig, en los estudios franceses no había un intercambio de roles entre los participantes del experimento, sino una distinción clara y permanente entre investigadores e individuos estudiados. Existía una notable diferencia entre el estatus de los científicos, que eran hombres, y el de sujetos, generalmente mujeres y legas en la ciencia.
El experimento clínico había surgido en un contexto de medicina. Quienes actuaban como sujetos de esos experimentos estaban rotulados con categorías como “histéricas” o “sonámbulos”. En los casos en que se empleaban sujetos normales o “sanos”, se lo hacía con el fin de compararlos con los casos clínicos diagnosticados, los cuales eran el objetivo esencial de la investigación. Los investigadores tenían formación en medicina; antes de comenzar la sesión experimental propiamente dicha, ya existía una relación médico-paciente que vinculaba al conductor del experimento y al sujeto, y los rasgos fundamentales de esa relación simplemente continuaban en la situación experimental. Toda la situación se definía en el marco de la medicina, y un elemento crucial de esa definición era la noción de que los estados y fenómenos psicológicos estudiados eran algo que el sujeto o paciente experimentaba o padecía.
Es en el contexto de los experimentos clínicos donde se encuentra por primera vez un uso sistemático del término “sujeto” en el campo de psicología experimental. Esos investigadores, orientados al ámbito de la medicina, con mucha naturalidad designaban a sus pacientes como “sujetos”, dado que el termino se había empleado durante largo tiempo para designar a un ser vivo que fuera objeto de tratamiento médico o de observación naturalista.

6) Describa las características del tercer modelo de investigación expuesto (el modelo de Galton) y explique qué lo diferencia, en su estructura social, del modelo clínico y del modelo de Leipzig. ¿Por qué en este modelo los datos de cada individuo carecerían de importancia considerados en sí mismos?
En 1884, en el marco de la Exposición Internacional sobre Salud de Londres, Francis Galton dispuso un laboratorio para evaluar las “facultades mentales” de los presentes en el público. Las personas estudiadas no eran estigmatizadas por los médicos, sino que se entendía que eran personas comunes, integrantes del público. Pero decididamente el rol de esos sujetos y el del investigador no eran intercambiables, y se establecía una nítida diferencia de estatus entre los dos. Galton cobraba una suma a toda persona que recurría a los servicios de su laboratorio, y ellos recibían a cambio una ficha con el resultado de las mediciones que se les habían efectuado. Este no se refería a las personas que se presentaban para someterse a las pruebas con el término de “sujetos”, sino como “solicitantes”. Es posible que para el laboratorio antropométrico de Galton, haya servido de modelo social más específico la práctica de la frenología. Durante largo tiempo, los frenólogos habían ofrecido a los particulares el servicio de informarlos acerca de sus propias “facultades mentales”, basándose en mediciones que les practicaban.
La comparación de la estructura social de la práctica de investigación de Galton con la de Leipzig o con la del experimento clínico revela algunos rasgos divergentes. Galton ofrecía un servicio pago, un servicio que en apariencia se consideraba de valor potencial para quienes actuaban como sujetos del experimento. Lo que Galton se obligaba por contrato a proporcionar era información acerca del desempeño relativo de los sujetos en tareas específicas que, presuntamente, reflejaban capacidades importantes.
Desde el punto de vista de Galton, el rédito principal que esperaba de esa inversión a gran escala en “mediciones antropométricas” no era el dinero, sino un corpus de información que en última instancia pudiera ser útil para su programa de eugenesia.
Lo que la evaluación de Galton produjo fue esencialmente un sistema de desempeños individuales, comparables entre sí. El desempeño definía características de individuos independientes, aislados de su contexto social, y a esas características se las denominaba “aptitudes”. Una aptitud era algo que una persona podía desplegar por sí sola, y el objeto de interés era o bien el individuo definido como el conjunto de esas aptitudes, o bien su distribución en una población. Esta última era el principal objeto de Galton; el primero, el de los sujetos de sus experimentos.
El potencial interés práctico del método antropométrico de Galton se apoyaba en tres características. La primera era su individualismo radical, el cual presupone el argumento de que se trataba de atributos del individuo estables e inalterables, que nada debían a las condiciones sociales. En segundo lugar, había un elemento inherente al método, y en parte implícito, de competición entre los individuos. Lo que interesaba no era solamente el desempeño del individuo, sino la posición relativa de ese individuo en comparación con otros.
El enfoque de Galton agrego la multiplicidad de sujetos como un componente intrínseco y necesario del método. Ello guardaba estrecha relación con la tercera característica del interés práctico de este método, a saber, la naturaleza estadística de la información que proporcionaba. Para que la comparación de desempeños individuales tuviera utilidad práctica tenía que ser inequívoca, para así servir de base de decisiones racionales del individuo o de política social. Eso se lograba asignando valores cuantitativos al desempeño, de modo que cada desempeño individual estuviera posicionado con precisión en relación con todos los otros. El sujeto individual era en último término “un dato estadístico”.

7) ¿Con qué objetivos aborda los resultados producidos cada uno de los modelos? ¿Cómo se relacionan esos modelos con el tipo de interacción social y con contexto más amplio dentro del cual se inscribe el experimento? Considerado lo anterior, ¿puede afirmarse que el modelo de Leipzig fue el “origen” de la experimentación en psicología? Argumente.
Que el objeto de investigación se localizara en la interioridad de un individuo considerado aisladamente era un rasgo básico común en todas las modalidades de investigación psicológica.
Wundt no estaba conforme con el método experimental que aislaba al individuo del contexto histórico y social, de manera que limito el alcance de dicho método a los procesos mentales “más simples”. Los conductores de experimentos clínicos franceses estaban interesados en los procesos de sugestión entre individuos, procesos a los que en su mayoría consideraban condición fundamental para la aparición de los estados anormales que intentaban investigar. Pero la antropometría de Galton era muy tajante en la separación conceptual entre el desempeño de un individuo y las circunstancias sociales de ese desempeño. Esa separación se lograba definiendo el desempeño individual como una expresión de factores biológicos innatos, y excluía así toda posibilidad de influencia de lo social.
Mientras que en el estilo de experimentación psicológica de Leipzig solamente se efectuaba la división de trabajo entre los roles de investigador y sujeto, el enfoque de Galton agrego la multiplicidad de sujetos como un componente intrínseco y necesario del método. Esto convertía al sujeto en un objeto de conocimiento de una clase muy diferente de los “casos” de los experimentos clínicos y de los “ejemplares” de mente humana de los experimentos de Leipzig.
Estas diferencias de estatus de objeto de conocimiento se vinculaban a ciertos rasgos de la interacción entre los investigadores y los sujetos humanos. En particular, es pertinente en este caso la influencia de la relación previa entre investigadores y sujetos sobre la estructura social de la interacción sujeto-conductor del experimento. En el estilo de Galton los investigadores y sus sujetos eran extraños que se reunían y acordaban colaborar durante el breve periodo de la experimentación o del test. En el experimento clínico, generalmente los investigadores y los sujetos hacían extensivo a la situación experimental el patrón ya existente de relación médico-paciente. En el laboratorio de Leipzig, los participantes eran colegas investigadores, con intereses comunes y una amistad que a menudo abarcaba varios experimentos.
Es decir, en cada caso había cierta correspondencia entre el tipo de objeto de conocimiento buscado y la naturaleza de la situación experimental que se aplicaba para producir ese objeto.

8) ¿Cuáles son los tres tipos de factores interdependientes que Danziger deriva de su análisis de los modelos de experimentación, que harían de cada investigación “un esquema coherente de teoría y de práctica”? Describa estos factores y la interrelación entre ellos en cada uno de los modelos, considerando las nociones expuestas en la página 1.
Cada uno de los tres tipos de situación de investigación constituye un esquema coherente de teoría y práctica, en el cual se pueden distinguir tres tipos de factores interdependientes.
El primero de estos es la costumbre, que proporciona un conjunto de significados y expectativas compartidos, dados por sentados, sin los cuales la interacción de los partícipes de la situación experimental no tomaría un curso predecible. Diversas costumbres intervinieron en el surgimiento de estilos independientes de investigación psicológica en distintos lugares. Estas fueron las de los institutos de investigación de las universidades alemanas del siglo XIX, las de la investigación médica científica, las de los exámenes académicos competitivos y posiblemente, las de la evaluación de los frenólogos.
Las prácticas de investigación psicológica propiamente dichas, si bien procedían de ciertas prácticas consuetudinarias, no eran idénticas a ellas, y por lo tanto constituyeron el segundo de los factores que se distinguen en los estilos que estaban surgiendo en cada ligar. Un tercer elemento lo conforman los diversos intereses de conocimiento que no coincidían. Desde el comienzo, quienes hacían investigación psicológica tenían metas de conocimiento diferentes y trabajaban en las situaciones de investigación apropiadas para cada meta. Las metas de conocimiento de esos investigadores estaban arraigadas en determinadas tradiciones, como lo estaban las prácticas que adoptaron.

10) Véase la discusión que plantea Danziger sobre el término “artefacto” y qué entiende el autor por “perturbaciones psicosociales no deseadas”. Describa y compare la vulnerabilidad de cada uno de los tres modelos ante estas perturbaciones psicosociales, en particular: a) la disimetría entre los participantes del experimento modelo clínico; b) los intereses contrapuestos entre sujeto experimental y experimentador; c) las convenciones y acuerdos tácitos de los participantes del modelo de Leipzig.
El término “artefacto” puede dar lugar a serios equívocos. Todos los resultados de experimentos psicológicos son artefactos sociales, en el sentido de que son generados por los participantes en ciertas situaciones sociales construidas especialmente. Pero en tanto y en cuanto ese producto se corresponda con las intenciones y planes de quienes están a cargo del experimento, no se los considera como un artefacto. Ese término se suele reservar para los rasgos sociales de la experimentación inevitables y no deseados; por ejemplo, la influencia de sugestión que ejercen las esperanzas y expectativas del investigador, o las inquietudes indebidas del sujeto del experimento.
Con respecto al experimento clínico, la principal fuente de tales perturbaciones debería buscarse en el rígido diferencial de estatus entre investigadores y sujetos. La asimetría de poder era un rasgo esencial de la situación de experimento, porque el papel del sujeto consistía en proporcional material sobre el cual el conductor del experimento podía efectuar sus observaciones y poner a prueba sus hipótesis. Para cumplir con el guion del experimento, el sujeto debía desempeñar el mismo papel que un organismo biológico o un preparado medicinal. Se podría esperar que el sujeto, al encontrarse en una posición de inferioridad, fuera vulnerable a las tensiones y ansiedades que comúnmente se experimentan en tal situación.
En el estilo de investigación de Galton, los intereses contrapuestos que investigadores y sujetos tenían en el resultado de la situación experimental, sumado a lo superficial del contacto entre ello, encerraban un problema en germen. Con seguridad, se trataba de una situación con muchas probabilidades de que surgieran malentendidos, que se presentaban en forma de definiciones contradictorias de la situación de experimento, y por lo tanto de la tarea experimental por parte del investigador y del sujeto.
Los que intervenían en la experimentación psicológica según el modelo de Leipzig estaban mucho más a salvo de esos problemas y tampoco se veía afectado por las consecuencias psicológicas de la extrema desigualdad de estatus. No obstante, tenía efectos secundarios que le eran propios. El más destacable de tales efectos surgía del mismo punto fuerte del modelo, a saber, el estrecho entendimiento mutuo que se daba entre los participantes. Ese entendimiento hacia que para los miembros de un equipo de investigación especifico fuera relativamente fácil referir observaciones que dependían totalmente de las convenciones y acuerdos tácitos entre ellos; pero entonces, esas observaciones resultaban imposibles de verificar por parte de un tercero.

12) Danziger señala que el modelo de experimentación que resultó menos viable en el siglo XX fue el de Leipzig. ¿Cuáles son los argumentos utilizados por el autor para fundamentar esta hipótesis? ¿Qué aspectos epistémicos y sociales caracterizaban a la experimentación de tipo aplicado que se impuso con el cambio se siglo?
El modelo de investigación que resulto menos viable en el siglo XX fue el de Leipzig. Dicho modelo tenía un rasgo especifico, el intercambio de los roles de investigador y sujeto. Este rasgo está claramente ausente en el experimento clínico y en el tipo de investigación de Galton. El hecho de concentrarse en ese rasgo como indicador del predominio relativo del modelo de Leipzig tiene la ventaja practica que ese elemento se encuentra registrado de manera fiable y fácil en los informes publicados. Sin embargo, debe advertirse que esa estadística no proporciona una estimación precisa del predominio absoluto del modelo, ya que se pierden los casos en los que los colegas investigadores intercambian roles en experimentos distintos, no en el mismo experimento. Lo que es más interesante desde el punto de vista histórico es la fluctuación de la difusión relativa del modelo de Leipzig a través de los años, la cual representa una disminución global del intercambio de roles entre investigador y sujeto. Realmente, parece que este tipo de práctica estuvo siempre más difundida en Alemania que en Estados Unidos. En ningún momento posterior a 1890 la disposición de los experimentos psicológicos original de Leipzig predomino en la disciplina. A lo sumo, era un modelo más entre otros. En la psicología norteamericana nunca predomino, y su influencia disminuyo hasta hacerse casi insignificante en el periodo anterior a la Segunda Guerra Mundial.
Lo que la psicología aplicada perseguía era un conocimiento que estuviera prontamente disponible para que las agencias de control social pudieran emplearlo a fin de que su trabajo fuera más eficiente y se pudiera defender más racionalmente. El conocimiento que permitía predecir conductas se adecuaba a esos fines. Thorndike, importante promotor de la nueva psicología aplicada, y otros que compartían sus intereses, buscaban un tipo de conocimiento que se basaba en una asimetría fundamental entre el sujeto y el objeto de conocimiento. Esa asimetría, sin embargo, no era meramente epistémica, sino también social, porque se entendía que debía servir al sujeto para controlar el objeto. Lo que se pretendía era un conocimiento relativo a individuos en calidad de objetos de intervención más que en calidad de sujetos de experiencia.

Filosofía naturalista (Husserl)

1) ¿Cuáles son los supuestos del naturalismo?
El naturalismo es una consecuencia del descubrimiento de la naturaleza considerada como unidad del ser espacio-temporal conforme a leyes naturales exactas.
El naturalista solo ve naturaleza y, ante todo, naturaleza física. Todo lo que existe es físico, y como tal pertenece al complejo unitario de la naturaleza física, o bien, aunque sea psíquico, no es más que una variante que depende de lo físico, a lo sumo un fenómeno concomitante paralelo secundario. Todo ser es de naturaleza psicofísica, es decir, está inequívocamente determinado por una legalidad rígida.
Lo que caracteriza a todas las formas del naturalismo extremo y consecuente es, por un lado, la naturalización de la conciencia; por el otro, la naturalización de las ideas y, por consiguiente, de todo ideal y de toda normal absoluta.

2) ¿En qué reside la distinción entre la ciencia natural de la conciencia y la fenomenología de la conciencia? ¿A qué llama Husserl la conciencia pura, por oposición a la conciencia empírica?
Con esto daremos en una ciencia que, en verdad, es una ciencia de la conciencia y no es, sin embargo, psicología: una fenomenología de la conciencia en oposición a una ciencia natural de la conciencia. Lo que queremos decir es que la psicología se ocupa de la 'conciencia empírica', de la conciencia en la actitud de la experiencia, como existente en el orden de la naturaleza, mientras que la fenomenología se ocupa de la conciencia 'pura', es decir, de la conciencia en la actitud fenomenológica.

3) ¿Cuál debería ser “el primer objeto de investigación” para la psicología y la fenomenología? ¿Qué carácter tiene ese objeto? Desarrolle.
Hay que tener en cuenta que todo lo psíquico, siempre que se lo entienda de un modo plenamente concreto, que debería ser el primer objeto de investigación para la psicología lo mismo que para la fenomenología, tiene el carácter de una “conciencia de” más o menos complejo; que esta “conciencia de” tiene una abundancia desconcertante de formas; que toda expresión que al comienzo de la investigación puede servir para la comprensión y la descripción objetiva, es fluctuante y equivoca, por lo tanto el primer paso no puede ser más que la elucidación de los equívocos más patentes, más burdos.

4) Según Husserl, “los psicólogos creen que deben todo su conocimiento psicológico a la experiencia”. Sin embargo, para él, se trata de una “experiencia ingenua”, cuya descripción nunca puede conducir a una psicología que pretenda ser exacta. ¿Por qué? ¿Qué papel cumplen, respecto de la experiencia, los conceptos utilizados para abordarla?
Los psicólogos creen que deben todo su conocimiento psicológico a la experiencia, es decir, a todos los recuerdos ingenuos o a la proyección endopática en los recuerdos que, en virtud de las artes metódicas del experimento, deben convertirse en fundamentos de las conclusiones experimentales. Sin embargo, la descripción de los datos de la experiencia ingenua, el análisis inmanente y la formulación conceptual que acompañan a esos datos, se hacen por medio de un acervo de conceptos cuyo valor científico es decisivo para todo el progreso metódico ulterior. Todos esos conceptos -basta un poco de reflexión para demostrarlo- de acuerdo a la naturaleza del planteamiento experimental de la cuestión, permanecen intactos en el proceso ulterior y por consiguiente pasan a los resultados finales y hasta a los supuestos juicios científicos de experiencia. Por otra parte, el valor científico de dichos conceptos no puede existir desde un comienzo; tampoco puede provenir de la acumulación de experiencias del sujeto y del experimentador mismo; no puede ser lógicamente adquirido a partir de ninguna comprobación de la experiencia. Y aquí está el lugar del análisis fenomenológico de esencias que, aunque parezca extraño e inaceptable para el psicólogo naturalista, no es -ni remotamente puede ser- un análisis empírico.
No se pueden encontrar derechos fundamentales para la validez del concepto, para su realidad o irrealidad y, como consecuencia ulterior, para su aplicación válida al supuesto caso individual, más que considerando lo que las percepciones o recuerdos reales proporcionan. Mientras no tengamos otros mejores, podemos emplearlos confiando que con ellos podrán designarse las diferencias más patentes que interesan para los fines prácticos de la vida. Pero, una psicología que deja sin fijación científica, sin elaboración metódica los conceptos que determinan sus objetos ¿puede pretender ser 'exacta'? Por cierto que no, como tampoco podría pretenderlo una física que se conformase con los conceptos corrientes de peso, calor, masa, etc. La psicología contemporánea ya no quiere ser la ciencia del 'alma', sino de los fenómenos psíquicos. Si pretende serlo, es menester que pueda describir y determinar dichos fenómenos con rigor conceptual.

5) ¿Cuál sería, para Husserl, “la cuestión metódica cardinal de toda ciencia de la experiencia”? En lo que concierne a esa cuestión, diferencie la situación del “conocimiento de la naturaleza exterior” de “lo que se refiere al conocimiento de lo psíquico”
La cuestión de cómo la experiencia natural 'confusa' puede convertirse en experiencia científica, cómo puede llegar a formular juicios objetivamente válidos de la experiencia, es la cuestión metódica cardinal de toda ciencia de la experiencia.
Para el conocimiento de la naturaleza exterior, se sabe que el tránsito decisivo de la experiencia ingenua a la experiencia científica, de los vagos conceptos corrientes, a los conceptos científicos completamente claros fue dado por primera vez por Galileo. En lo que se refiere al conocimiento de lo psíquico, de la esfera de la conciencia, poseemos, es verdad, la psicología 'experimental exacta', que se considera a sí misma como equivalente en pleno derecho a la ciencia exacta de la naturaleza, y no obstante, aun cuando no lo advierta, en lo característico todavía se encuentra en la misma fase que la ciencia natural antes de Galileo.

6) Explique la afirmación según la cual la psicología empírica había estado desorientada “por el espejismo de un método científico natural inspirado en el modelo físico-químico” (recuerde la descripción foucaultiana de ese modelo). Por oposición a ese “espejismo”, ¿cómo debería ser, para Husserl, “el verdadero método”? (recuerde también las contradicciones que, para Foucault, implicaban los postulados filosóficos en los que se apoyaba el proyecto de una psicología naturalista)
Lo que constantemente ha desorientado a la psicología empírica desde sus comienzos en el siglo XVIII, es el espejismo de un método científico-natural inspirado en el modelo del método fisicoquímico. Se tiene la convicción de que el método de todas las ciencias de la experiencia, considerándolo con universalidad de principio, es el mismo, y por lo tanto el de la psicología el mismo que el de la ciencia de la naturaleza física.
El verdadero método se adapta a la naturaleza de las cosas sometidas a la investigación y no a nuestros prejuicios y preconceptos. De la vaga subjetividad con que las cosas se ofrecen en el fenómeno ingenuo sensible, la ciencia de la naturaleza elabora las cosas objetivas con propiedades objetivas exactas. Del mismo modo, se dice, tiene que proceder la psicología: lo que es vago según la interpretación ingenua tiene que ser llevado a una determinación objetivamente válida y así lo hace el método objetivo, que evidentemente es el mismo método experimental que se ha acreditado brillantemente con innumerables éxitos en la ciencia de la naturaleza.

7) Husserl diferencia “el mundo espacio-temporal de los cuerpos” (naturaleza “en el sentido estricto de la palabra”) del “mundo de lo psíquico” (“una naturaleza en un segundo sentido”), lo cual determina “diferencias fundamentales entre el método de las ciencias de la naturaleza y el método psicológico”. ¿Cómo se experimentan los seres corpóreos y sus relaciones? Por el contrario, ¿qué caracteriza los fenómenos psíquicos y sus relaciones? ¿Cómo “se dan” los fenómenos psíquicos? Preste especial atención a lo que se afirma sobre la vivencia, el recuerdo, y lo que se mantiene idéntico a través de las reiteraciones
Sólo el mundo espacio-temporal de los cuerpos es naturaleza en el sentido estricto de la palabra. Toda otra existencia individual, lo psíquico, es una naturaleza en un segundo sentido, lo cual determina diferencias fundamentales entre el método de las ciencias de la naturaleza y el método psicológico. Por principio, solamente el ser corpóreo es capaz de ser experimentado como individualmente idéntico en una pluralidad de experiencias inmediatas, es decir, de percepciones. Por lo tanto, cuando las percepciones son concebidas como distribuidas entre diversos 'sujetos', el ser corpóreo sólo puede ser percibido como individualmente idéntico por muchos sujetos y descripto como un mismo ser intersubjetivo.
Las relaciones en la esfera de lo psíquico son totalmente distintas de las relaciones en la esfera de lo físico. Lo psíquico se distribuye (hablando en términos metafóricos y no metafísicos) en mónadas que no tienen ventanas y sólo entran en relación por endopatía. El ser psíquico, el ser como 'fenómeno' no es, por principio, una unidad experimentable como individualidad idéntica en varias percepciones separadas, ni siquiera en las percepciones del mismo sujeto. Dicho de otro modo; no existe en el dominio psíquico ninguna diferencia entre fenómeno y ser, y si se considera a la naturaleza como ser que se manifiesta en fenómenos, estos mismos fenómenos (que el psicólogo por cierto hace depender de lo psíquico) no constituyen un ser que aparecería a su vez por medio de fenómenos situados detrás, como lo evidencia toda reflexión sobre la percepción de cualquier fenómeno. Y resulta claro entonces que, propiamente hablando no hay más que una naturaleza, aquélla que se manifiesta en los fenómenos de las cosas. Todo lo que en el sentido más amplio de la psicología llamamos fenómeno psíquico es, considerado en sí mismo, precisamente fenómeno y no naturaleza.
La experiencia no puede decirnos qué 'es' el ser psíquico, en el mismo sentido válido para lo físico. Lo psíquico no se experimenta como aparente; es vivencia y vivencia contemplada en la reflexión; aparece como individualidad por sí mismo, en un fluir absoluto, ora como siendo, ora como 'dejando de ser', volviendo a caer continuamente de modo visible en un haber sido. Lo psíquico también puede ser algo recordado y, de este modo, algo experimentado de manera un poco distinta; y en lo 'recordado' está el 'haber sido percibido'. Puede ser recordado 'reiteradamente' en recuerdos que están reunidos en una conciencia que se apercibe de que los recuerdos mismos son evocados de nuevo o bien todavía retenidos. En esta conexión, y exclusivamente en ella, como lo idéntico de tales repeticiones, el a priori psíquico puede ser 'experimentado' como ente e identificado. Todo lo psíquico así experimentado está, pues, podríamos decir con la misma evidencia, como comprendido en un vasto complejo, en una unidad 'monádica' de la conciencia, unidad que en sí no tiene nada que ver con el espacio, el tiempo, la sustancialidad y la causalidad, sino que tiene sus 'formas' absolutamente exclusivas.

8) Si lo psíquico no es naturaleza en sentido estricto, si no tiene una unidad sustancial, con propiedades reales, ¿cómo puede investigarse su ser de manera racional? En palabras de Husserl, “¿qué habrá en ello que podamos captar, fijar, como unidad objetiva?”
Si lo inmanente psíquico no es en sí naturaleza, sino el correlato de la naturaleza, ¿qué investigamos en ello como su 'ser'? Si no puede ser determinado en su identidad 'objetiva' como unidad sustancial de propiedades reales que hay que captar siempre de nuevo, determinar y confirmar de acuerdo al modo de la ciencia empírica; si no hay que sustraerlo del fluir eterno; si es incapaz de erigirse en objeto de validez intersubjetiva ¿qué habrá en ello que podamos captar, determinar, fijar como unidad objetiva? Todo esto debe ser comprendido de manera que permanezcamos en la pura esfera fenomenológica y hagamos caso omiso de las relaciones con el cuerpo, experimentado como cosa, y con la naturaleza. Y tendremos por respuesta: si los fenómenos no son naturaleza, tienen sin embargo una esencia captable, y adecuadamente captable, en la contemplación inmediata. Todos los enunciados que describen los fenómenos por medio de conceptos directos, lo hacen, cuando son válidos, mediante conceptos de esencia, o sea, por medio de significaciones conceptuales de palabras que pueden hacerse efectivas en la intuición de esencia.


9) Explique la intuición de esencia o intuición pura como fundamento de una psicología verdaderamente científica. ¿Qué es (y qué no es) esa “captación efectiva de la esencia”?
Hasta donde alcance la intuición, el tener conciencia intuitiva, hasta allí alcanza también la posibilidad de la 'ideación' correspondiente o de la 'intuición de esencia'. En la medida en que la intuición es una intuición pura que no toma ninguna co-significación transitiva, en la misma medida la esencia contemplada es una esencia adecuadamente contemplada, absolutamente dada. Por lo tanto, el campo dominado por la intuición pura también abarca la esfera total que se adjudica el psicólogo a título de esfera de los 'fenómenos psíquicos', a condición de que los tome exclusivamente para sí, en una pura inmanencia.
Es de importancia decisiva saber que la intuición de esencia no es 'experiencia' en el sentido de percepción, recuerdo o actos de la misma especie, y también que no es una generalización empírica que en su sentido postula a la vez existencialmente un ser individual a partir de hechos aislados de la experiencia. La contemplación capta la esencia como ser esencial y en ningún modo postula la existencia.

10) ¿Por qué para Husserl la “intuición de esencia” no es experiencia ni conocimiento fáctico (matter of fact) ¿Por qué la fenomenología es una investigación de esencia y de ningún modo una investigación de existencia?
El conocimiento de esencia no es un conocimiento de matter of fact; no contiene ni la más mínima forma de afirmación relativa a una existencia individual (natural, por ejemplo). El fundamento o, mejor dicho, el acto inicial de una intuición de esencia, por ejemplo: de la esencia de percepción, de recuerdo, de juicio, etc., puede ser la percepción de una percepción, de un recuerdo, de un juicio, etc., pero también puede ser una mera fantasía sólo 'clara' que, como tal, no es una experiencia ni capta ninguna existencia. La captación efectiva de la esencia no es afectada por eso; es contempladora en tanto captación de esencia y ello significa justamente ver de otro modo que ver por experiencia. Naturalmente, también las esencias pueden estar vagamente representadas, por ejemplo significativamente y ser puestas erróneamente; en tal caso no son sino esencias presuntas, llenas de contradicciones, como se revela cuando se toma en cuenta la incapacidad de unificarías. Pero también la posición vaga puede confirmarse como válida reconduciéndola a la intuición de lo dado en la esencia.
Mientras se mantenga pura y se abstenga de la posición existencial de la naturaleza, la fenomenología pura considerada como ciencia no puede ser más que una investigación de esencia y de ningún modo una investigación de existencia. Toda introspección y todo juicio que se apoye en tal 'existencia' caen fuera de su esfera. Lo particular en su inmanencia en la medida en que es esa percepción fluyente, ese recuerdo, etc.-, no podría ser postulado ni incluido entre los conceptos rigurosos de esencia derivados de un análisis de esencias. Pues el individuo por cierto no es esencia, sino que tiene una esencia que puede predicarse de él con validez evidente. Pero fijarlo como individuo, darle un lugar en un 'mundo' del existir individual, es cosa que evidentemente esta subsunción pura no puede realizar. Para ella lo singular es eternamente. Ella sólo puede reconocer de un modo objetivamente válido las esencias y las relaciones de esencia, y con ello logra y puede lograr definitivamente lo necesario para una aprehensión aclaradora de todo conocimiento empírico y de todo conocimiento en general: el esclarecimiento del 'origen' de todos los 'principios lógico-formales y lógico-naturales y de otros 'principios normativos' cualesquiera, y de todos los problemas, intrínsecamente relacionados con ellos, de la correlación entre 'ser' (ser natural, ser de valor, etc.) y 'conciencia'.

11) ¿En qué consiste la actitud psicofísica? ¿Por qué sostiene Husserl que este es el dominio de la “psicología como ciencia natural”? ¿Cuál es el lugar que le otorga al cuerpo?
Pasemos ahora a la actitud psicofísica. En esta actitud lo 'psíquico' con su total esencia peculiar, se coordina en ella con un cuerpo y con la unidad de la naturaleza física; lo captado en la percepción inmanente y aceptado como perteneciente a su esencia entra en relación con lo sensiblemente percibido y por lo tanto con la naturaleza. Sólo gracias a esta coordinación adquiere una objetividad natural indirecta, y, de un modo mediato, una posición en el espacio y en el tiempo de la naturaleza, en aquel que se mide con el reloj - Dentro de cierto marco, sin determinación concreta, la 'dependencia' empírica en que se halla lo psíquico respecto de lo físico proporciona un medio para determinar intersubjetivamente lo psíquico como ser individual y al mismo tiempo para explorar progresivamente las relaciones psicofísicas. Este es el dominio de la 'psicología como ciencia natural', que, en su sentido literal, es psicología psicofísica y, por consiguiente, en oposición a la fenomenología, ciencia empírica.
Por cierto, resulta difícil considerar la psicología, la ciencia de lo 'psíquico' únicamente como ciencia de los 'fenómenos psíquicos' y de sus vinculaciones con el cuerpo. De facto siempre está guiada por sus objetivaciones originarias e inevitables, cuyos correlatos son las unidades empíricas hombre y animal, y, por otra parte, alma, personalidad, o bien carácter, disposición de la personalidad. Sin embargo, para nuestros fines no es necesario seguir el análisis de esencia sobre estas formaciones de unidad ni resolver el problema de cómo ellas determinan por sí mismas la misión de la psicología. Porque de inmediato se ve con claridad que esas unidades son, en principio, de una índole muy distinta de las 'cosidades' [facticidad] de la naturaleza que, por su esencia, son datos que se presentan a través de fenómenos parciales, mientras que las unidades en cuestión no lo son en modo alguno. Sólo el fundamento 'cuerpo humano' es una unidad del fenómeno de cosa y no el hombre mismo; y menos que nada su personalidad, su carácter, etc. En efecto, con todas esas unidades nos vemos reducidos a la unidad vital inmanente a lo largo del flujo de la conciencia y a las peculiaridades morfológicas que distinguen esas diversas unidades inmanentes- Por consiguiente, todo conocimiento psicológico, aun en los casos en que tiene que referirse principalmente a las individualidades, caracteres y disposiciones humanas, se remite a esas unidades de la conciencia y, justamente por eso, se remite al estudio de los fenómenos mismos y de sus combinaciones.




12) ¿Por qué todo conocimiento psicológico en sentido ordinario presupone un conocimiento de la esencia de lo psíquico?
Después de todos los argumentos precedentes ya no se necesita ninguna explicación ulterior para comprender claramente y por razones profundas lo que ya se han expuesto más arriba: que todo conocimiento psicológico en el sentido ordinario presupone un conocimiento esencial de lo psíquico. Se ve por lo tanto que se cometería el peor de los errores si se esperara poder escrutar la esencia del recuerdo, del juicio, de la voluntad, etc., por medio de experimentaciones psicofísicas y por percepciones o vivencias interiores no intencionales, para llegar a conceptos rigurosos que son los únicos que pueden dar valor científico a la denominación de lo psíquico en los enunciados psicofísicos y a éstos mismos.

13) Para Husserl, “una ciencia empírica de lo psíquico” […] “sólo podrá regir cuando la psicología se base en una fenomenología sistemática”. Explique esta afirmación
Después de lo expuesto resulta claro que tengo mis razones para esperar que pronto se reconocerá universalmente que una ciencia empírica de lo psíquico, verdaderamente suficiente en cuanto a sus relaciones con la naturaleza, sólo podrá regir cuando la psicología se base en una fenomenología sistemática, es decir, cuando las formas de esencia de la conciencia y las de sus correlatos inmanentes, estudiados y fijados por medio de la pura intuición en complejos sistemáticos, proporcione las normas para el sentido y el contenido científicos de los conceptos de cualquier fenómeno, de los conceptos con los que la psicología empírica expresa lo psíquico mismo en sus juicios psicofísicos. Sólo una fenomenología verdaderamente radical y sistemática que se practique no sólo accesoriamente, en forma de reflexiones aisladas, sino como entrega exclusiva a los muy diversos y complicados problemas de la conciencia, llevada con espíritu completamente libre, no cegado por prejuicios naturalistas, puede darnos la comprensión de lo 'psíquico' en la esfera de la conciencia individual y en la de la comunidad. Sólo entonces y por primera vez la enorme labor experimental de nuestra época, la multitud de hechos empíricos y de reglas en parte muy interesantes ya reunidos darán sus debidos frutos gracias a un examen crítico y a una interpretación psicológica.








Critica de los fundamentos de la psicología (Politzer)

3) ¿Cómo le llegan al psicólogo las matemáticas? ¿Qué sucede con el método experimental? ¿Por qué afirma Politzer que “los psicólogos son científicos de la misma manera que los salvajes evangelizados son cristianos”?
Los psicólogos han recibido las matemáticas de tercera mano: las recibieron de los fisiólogos, quienes a su vez las tomaron de los físicos; estos últimos, solamente fueron quienes las recibieron directamente de manos de los matemáticos.
Hay que tener en cuenta que en cada una de las etapas el nivel del espíritu científico sufre un descenso, y cuando finalmente, las matemáticas llegan a los psicólogos, no pasan de ser “un poco de cobre y cristal” que ellos han tomado “por oro y diamante”. Lo mismo sucede con el método experimental: el físico es quien experimenta su visión seria; el, únicamente, es quien no juega con el método, pues en sus manos es técnica racional, sin que degenere nunca en magia.
A despecho de todas las protestas del psicólogo contra la filosofía, solo ve la ciencia a través de los lugares comunes que ella le ha enseñado sobre el asunto. Y como se le ha dicho que la ciencia está constituida por la paciencia, que las grandes hipótesis se han erigido sobre inquisiciones de detalle, cree que la paciencia es un método en sí misma, y que basta inquirir en detalles ciegamente para atraer al Mesías sintético. Vive entre aparatos; se deja caer en brazos de la fisiología, la química o la biología; amontona los promedios estadísticos y se convence de que, para adquirir ciencia, lo mismo que para adquirir fe, precisa embrutecerse.
Es necesario comprender que los psicólogos son científicos de la misma manera que los salvajes evangelizados son cristianos.

4) ¿Por qué, de acuerdo con Politzer, “la psicología clásica no pasa de ser la elaboración nocional de un mito”? (relacione con la pregunta 2). ¿En qué consistiría ese “mito” o “creencia primitiva”? (ver desarrollo en pp. 28-29). Frente a él, ¿cuál sería la tarea del “movimiento psicológico contemporáneo”? ¿Qué es lo que faltaría en ese estado de situación, ante ese “punto muerto en que se encuentra la psicología”?
El movimiento psicológico contemporáneo no es más que la disolución del mito de la doble naturaleza del hombre.
El establecimiento de la psicología científica supone precisamente esta disolución. Todas las articulaciones introducidas por la elaboración nocional en esta creencia primitiva, deben borrarse una tras otra, y la disolución debe proceder por etapas: pero hoy debiera haber terminado ya.
La esterilidad de la psicología es manifiesta, sus procedimientos constitutivos se han puesto al desnudo, y mientras unos se confinan en una escolástica impresionante por su presentación, pero que nada adelanta, otros se lanzan a desesperadas soluciones. Falta algo: el claro reconocimiento del hecho que la psicología clásica no pasa de ser la elaboración nocional de un mito. No hay que instituir disputa que pueda nuevamente continuar siendo interior en la psicología clásica, cuyo completo beneficio consiste en hacer girar la psicología sobre sí misma. Lo que nos hace falta es una crítica renovadora, critica que rebase el punto muerto en que se encuentra la psicología, liquidando claramente lo que ha sido hasta ahora, creando esta grande evidencia que se trata de comunicar.

5) ¿Cómo evalúa Politzer “la negación radical de la psicología clásica, introspeccionista o experimental, que se encuentra en el behaviorismo de Watson” [behaviorismo es una mala traducción de conductismo]? ¿Qué habría reconocido Watson y cómo se apartaron de él sus continuadores? ¿Cuál sería “la verdad del behaviorismo”?
Watson ha reconocido que la psicología objetiva clásica no es objetiva en el verdadero sentido de la palabra, puesto que ha afirmado, después de 50 años de psicología científica, que ya era hora de que la psicología se convirtiese en ciencia positiva. Los conductistas, han acabado por descubrir que el conductismo consecuente, el de Watson, no tiene salida, y sintiendo añoranza por las ollas de la psicología introspectiva, retornan a nociones francamente introspectivas, o se limitan simplemente a traducir en términos de behavior las nociones de la psicología clásica.
La verdad del behaviorismo está constituida por el reconocimiento del carácter mitológico de la psicología clásica, y la noción de behavior no sirve más que cuando se considera en su esquema general, anteriormente a la interpretación que le dan los watsonianos y los demás.

6) ¿A qué se refiere el autor cuando dice que “no se trata de limpiar y podar ramas, sino de talar el árbol”? Desarrolle
Si se entiende que esta crítica no debe ser resultado de trabajo puramente nocional, tampoco se requiere, para que sea valedera, comenzarla “por abajo”; pues al tronco es a lo que debe dirigirse, a la ideología central de la psicología clásica. No se trata de limpiar y podar ramas, sino de talar el árbol. Tampoco se trata de condenarlo todo en bloque, pues hay hechos que sobrevivirían a la muerte de la psicología clásica, pero únicamente la nueva psicología podrá aportarles su verdadera significación.

7) “Las ciencias de la naturaleza que tratan del hombre no agotan ciertamente cuanto podemos aprender sobre él. El término “vida” designa un hecho “biológico”, al mismo tiempo que la vida propiamente humana, la vida dramática del hombre”. ¿Qué implica esta oposición respecto de la necesidad de la psicología como ciencia? ¿Cómo define Politzer “el drama” en este apartado? Al no encontrar un lugar en la psicología clásica, ¿qué habría ocurrido con la vida dramática?
La psicología clásica no representa ni la falsa forma de una verdadera ciencia, pues es la misma ciencia la que es falsa radicalmente. Las ciencias de la naturaleza que tratan del hombre, no agotan ciertamente todo cuanto podemos aprender sobre él. El término “vida” designa un hecho “biológico”, al mismo tiempo que la vida propiamente humana, la vida dramática del hombre. Esta vida dramática presenta todos los caracteres que hacen posible se estudie su dominio científicamente.
Las reflexiones sobre esta vida dramática no han logrado hallar su lugar sino en la literatura y el teatro, y aunque la psicología clásica afirma la necesidad de estudiar los “documentos literarios”, de hecho no ha habido jamás utilización verdadera, independiente de los fines abstractos de la psicología. Por ello, en vez de poder transmitir a la psicología el tema concreto que en ella se había refugiado, al contrario, ha sido la literatura la que ha acabado por sufrir la influencia de la falsa psicología.

8) “¿A qué se refiere Politzer cuando afirma que “hasta nuestros días no se ha efectuado ningún descubrimiento psicológico digno de este nombre”? En su respuesta, oponga el “trabajo psicológico nocional” (como elaboración de un mito) a la orientación concreta. ¿Qué papel podría haberle cabido a la crítica kantiana?
La psicología oficial debe su origen a inspiraciones radicalmente opuesta a las que únicamente pueden justificar su existencia, y lo que es más grave, se nutre exclusivamente de esas aspiraciones. En efecto, no presenta sino una nocional elaboración de la creencia general en los demonios, es decir, de la mitología del alma, por una parte, y del problema de la percepción tal cual se presenta ante la filosofía antigua, por otra.
Podemos afirmar que hasta nuestros días no se ha efectuado ningún descubrimiento psicológico digno de este nombre: el trabajo psicológico, no ha sido más que nocional, trabajo de elaboración, articulación, en una palabra, la racionalización de un mito, y finalmente, su crítica.
La crítica kantiana de la “psicología racional” debiera haber arruinado definitivamente la psicología. Inmediatamente hubiera podido determinar una orientación hacia lo concreto, hacia la verdadera psicología que bajo la humillante forma de la literatura quedo excluida de la ciencia. Pero la crítica no surtió este efecto. Cierto es que elimino la noción de alma, pero la refutación de la psicología racional, al no ser más que aplicación de la crítica general de las cosas en sí, parece dio por resultado que la psicología tuviera un “realismo empírico”, paralelo al que se impone en la ciencia después de la ruina de la cosa en sí.

9) De las dos “inspiraciones radicalmente opuestas” que dieron origen a la psicología oficial, Politzer pone el énfasis en la crítica de “la mitología del alma”. Cuando habla del “culto del alma”, de la “religión de la vida interior” y de “salvarse contemplándose el ombligo”, dice que “su esencia es la misma que la de nuestra civilización”. ¿Cuál es esa esencia y cuál sería su destino? Desarrolle
La teología del alma, una vez constituida en tradición, ha sobrevivido al Cristianismo, y continua viviendo hoy debido al alimento ordinario de todos los escolásticos. El respeto de que ha logrado rodearse, gracias al disfraz científico, le ha permitido vegetar un poco más, logrando sobrevivirse gracias a este artificio.
Falso seria decir que la psicología clásica se alimenta solamente del pasado. Por el contrario, ha logrado unirse a ciertas exigencias modernas: la vida interior, en el sentido “fenomenista” de la palabra, ha logrado convertirse en “valor”.
La ideología de la burguesía no hubiera sido completa de no haber hallado su mística. Después de muchos tanteos parece haberla encontrado actualmente: en la vida interior de la psicología. La vida interior conviene perfectamente a este destino. Su esencia es la misma que la de nuestra civilización, es decir, la abstracción: eso no obsta para que la vida en general, el hombre en general y los “sabios” actuales, se sientan felices al heredar este concepto aristocrático del hombre con un haz de problema de gran flujo.
La religión de la vida interior parece ser el mejor medio de defensa contra los peligros de una verdadera renovación. Por esa razón predican la vida interior todos aquellos que quieren captarse las voluntades de renovación antes de que puedan haberse adherido a su verdadero objeto, para que el ansia por las cualidades reemplace la compresión de la verdad. Por esa razón todos aquellos que se sienten demasiado débiles para mostrarse “difíciles” se agarran al remo que se les ofrece: este ofrecimiento de salvarles contemplándose el ombligo parece verdaderamente irresistible…

10) ¿Cuáles serían las tres tendencias que, contribuyendo a la disolución de la psicología clásica, anuncian la nueva psicología? ¿Cuáles son sus aportes y cuáles los errores que aún encierran?
Contamos con tres tendencias: el psicoanálisis, el conductismo y la Gestalt.
El valor de la Gestalt es importante, sobre todo desde el punto de vista crítico: lleva en si la negación del modo de obrar fundamental de la psicología clásica, consistente en deformar las acciones humanas para intentar después reconstruir la totalidad que es sentido y forma, partiendo de elementos sin significación y amorfos.
El conductismo consecuente, el de Watson, reconoce el fracaso de la psicología objetiva clásica y aporta, con la idea de behavior, fuere cual fuere finalmente su interpretación, una definición concreta del hecho psicológico. Pero la más importante de estas tres tendencias es el psicoanálisis, sin duda alguna. Él es el que nos proporciona la visión verdaderamente clara de los errores de la psicología clásica y nos muestra inmediatamente la psicología nueva tanto en vida como en acción.
Pero al mismo tiempo que la verdad, encierran sus tres tendencias error bajo tres aspectos diferentes.
La Gestalt, en el sentido lato de la palabra se entrega a construcciones teóricas por una parte, y por otra no parece poder librarse de las preocupaciones de la psicología clásica.
El conductismo es estéril o cae de nuevo en la fisiología, la biología, hasta en la introspección más o menos disfrazada, en vez de olvidarlo realmente todo para esperar solamente las sorpresas de la experiencia.
En cuanto al psicoanálisis, se ha visto tan superado por la experiencia, que al consultarlo en ultimo termino, impaciente de hablar, no ha tenido tiempo para darse cuenta de que en su seno oculta la antigua psicología, cuando su misión consiste precisamente en aniquilarla; por otra parte, alimenta con su fuerza un romanticismo sin interés y especulaciones que no resuelven sino problemas anticuados.



11) ¿Por qué afirma Politzer haber “vislumbrado la verdadera psicología reflexionando sobre el psicoanálisis? En la disputa por las continuidades y rupturas que implicaba el psicoanálisis, ¿qué quiere decir Politzer cuando afirma que “no es evolución, sino revolución”? Desarrolle.
Podemos manifestar que hemos vislumbrado la verdadera psicología reflexionando sobre el psicoanálisis. Esto pudiera haberse debido al azar, pero no ha sido así, pues hasta en derecho, únicamente el psicoanálisis puede procurarnos hoy la visión de la verdadera psicología, porque solo él ya es una de sus encarnaciones.
Pero de hecho, lo existente no es evolución, sino revolución; el psicoanálisis, lejos de ser enriquecimiento de la psicología clásica, es precisamente demostración de su derrota. Constituye la primera fase de la ruptura con el ideal tradicional de la psicología, con sus temas y sus fuerzas inspiradoras.

16) En el primer capítulo (histórico) de la Interpretación de los sueños, según Politzer, ¿qué es lo que se propone Freud? ¿Por qué se centra en la teoría del despertar parcial? ¿Cómo interpreta Politzer esa teoría y cómo la contrapone a la de Freud? ¿Por qué “el problema del sueño no podía ser resuelto por la psicología clásica”? ¿En qué medida el problema del sueño funcionaría como una “anomalía” en la historia de las ciencias? ¿Qué consecuencias trajo para la redefinición del objeto de la psicología?
Lo que se propone Freud es dejar sentir que, después de cuanto se ha dicho, quedan cosas aun por decir sobre el sueño; mejor dicho: que lo esencial no se ha dicho todavía, pues hasta hoy se ha tratado esta cuestión con demasiada ligereza. Comparando los diferentes trabajos llega al cuadro de las dificultades, que debe resolver la teoría de los sueños.
La teoría que considera Freud más característica, por expresar la opinión más extendida, es la del despertar parcial, de acuerdo con la cual el sueño es, como dice Herbart “una vigilia parcial matizada y muy anormal al mismo tiempo”. En las palabras de Binz hallamos la traducción fisiológica de este concepto: “Este estado (de rigidez) se disipa poco a poco al llegar el alba. Los productos de la fatiga acumulados en las celular cerebrales se descomponen o son arrastrados por la corriente circulatoria. En un punto y en otro algunos grupos celulares despiertan, mientras a su alrededor queda todo fijo todavía. El trabajo aislado de esos grupos celulares aparece entonces en el seno brumoso de nuestra conciencia, sin que pueda completarlo el esfuerzo de las partes cerebrales que agrupan y asocian. Por este motivo, las imágenes que aparecen son extrañas, reunidas al azar. Por otra parte, se hallan enlazadas con impresiones de un pasado reciente. A medida que el número de células despiertas aumenta, la des-razón del sueño disminuye”.
Esta teoría representa la antítesis de la concepción freudiana. Convierte el sueño en algo puramente orgánico, y en todo caso, en fenómeno puramente negativo, en defecto “que frecuentemente es proceso patológico”, como afirma Binz. Para Freud, al contrario, “el sueño es un hecho psicológico en el lato sentido de la palabra”.
La teoría del despertar parcial considera el sueño sistemáticamente como acontecimiento que no entra en la serie de los procesos psicológicos regulares, que no se quiere atribuir la formación del sueño a ninguno de esos procesos. En ese caso, aparece el sueño no como formación psíquica regular, un pensamiento en el propio sentido de la palabra, sino como fenómeno que, a pesar de su periodicidad regular, representa una excepción en cuanto a su estructura. La teoría clásica, en vez de inclinarse ante la originalidad y complejidad del sueño y buscar los procesos que lo explican, se obstinan en considerarlo como derogación de las reglas del funcionamiento psicológico normal, como fenómeno negativo, por decirlo así. Esa voluntad de negar al sueño la dignidad de hecho psicológico, y ante todo la manera como lo hace la teoría del despertar parcial, no es simple torpeza ni consecuencia natural de la dialéctica de la psicología fisiológica, y si el problema del sueño es tratado por ella de modo tan simplista, es debido a que el dominio del sueño, las categorías de esta última son inutilizables, y la teoría criticada por Freud no es en el fondo más que traducción en lenguaje dogmático de la imposibilidad de abordar el problema del sueño desde el punto de vista y nociones de la psicología clásica. La teoría de Binz nos revela, el hecho que si se define el hecho psicológico a la manera de la psicología clásica, y si nos servimos de las nociones de que ella se sirve, no podemos ver en el sueño hecho psicológico lógico, en el verdadero sentido de la palabra.
Freud parte de la hipótesis según la cual el sueño tiene sentido. El problema del sueño no podía resolverse por la psicología, porque no puede serlo de no aceptar dicha hipótesis. Pero con ella se sale de los límites de la psicología clásica. Un esquema de interpretación clásica choca con una “anomalía” que se revela finalmente como “fermento dialectico” muy potente, y acaba por romper el esquema clásico, para convertirse en punto de partida de una nueva visión. Es cosa visible que debemos hallar en la teoría del sueño una nueva definición de hecho psicológico, irreductible ante aquella a que la teoría clásica nos había habituado.

17) Cuando Politzer compara la teoría (orgánica) del despertar parcial con la teoría freudiana del sueño, ¿Qué elementos critica en la primera y cuáles destaca en la segunda? Desarrolle haciendo hincapié en el punto de vista (abstracto o concreto), en el método (primera o tercera persona) y en la relación (o ausencia de relación) del sueño con el sujeto que lo sueña.
La teoría del despertar parcial considera los elementos del sueño desde el punto de vista abstracto y formal. Desde el punto de vista formal, porque no se presta ninguna atención a la individualidad del sueño dada por el sentido, y por no considerar sus elementos sino en cuanto realizan las nociones de clase, con las que tratan los psicólogos. Y desde el punto de vista abstracto, porque el sueño y sus elementos se consideran en sí mismos, es decir, como si el sueño fuese sencillamente un conjunto de imágenes proyectadas sobre una pantalla. Verdad es que se admite la hipótesis de una pantalla especial: la conciencia o la vida interior. Pero se trata de explicar un conjunto de procesos que, tal cual se producen, representan el fenómeno completo, tratando de explicarlos simplemente en cuanto a procesos, suponiendo causas mecánicas. Al conjunto de este procedimiento llamamos abstracción, la cual elimina al sujeto y asimila los hechos psicológicos a los hechos objetivos, es decir, a los hechos en tercera persona.
De este modo el sueño se convierte en colección de estados en sí, conjunto de estados en tercera persona. Sin relación con el sujeto concreto que lo sueña, el sueño queda suspendido en el vacío. La explicación no puede ser propiamente psicológica, y se intentara llegar hasta el fin por medio de esquemas que no recuerdan en nada el acto del sujeto, de la primera persona.
Por el contrario, lo que caracteriza la manera como Freud aborda el problema del sueño, es que no efectúa abstracción. Al enlazar el sueño con el sujeto que lo sueña, quiere darle su carácter de hecho psicológico. El postulado de toda la teoría del sueño, es decir que el sueño es la realización de un deseo, la técnica de interpretación consistente precisamente en el arte de enlazar el sueño con el sujeto que ha soñado, toda esta teoría, que es el desarrollo, articulación, demostración y sistematización de la tesis fundamental, nos muestran que Freud considera inseparable del “yo” el sueño que, por esencia “modulación” de ese yo, se le une íntimamente y lo expresa.

18) ¿Por qué, para Politzer, la abstracción “constituye el procedimiento fundamental de toda la psicología clásica”? Justifique esta afirmación y desarrolle el ejemplo de la teoría de las facultades del alma. ¿Cuál sería, por el contrario “la inspiración fundamental del psicoanálisis”, incluso más allá de la teoría de los sueños?
La abstracción no solo se encuentra en todas las teorías psicológicas del sueño, sino que constituye el procedimiento fundamental de toda la psicología clásica. En efecto, esta última inquiere procesos “autónomos”, por decirlo así, porque son descritos en términos de mecanismo y no en términos de acciones de primera persona.
La teoría más representativa de esta abstracción es evidentemente la de las facultades del alma. La primera persona queda dividida en facultades, los hechos psicológicos no son ya manifestaciones del yo: provienen de facultades independientes que ni son ni pueden ser más que entidades en tercera persona.
Por otra parte, esa voluntad de enlazar el sueño con el yo es particular, en el psicoanálisis, a la teoría del sueño. Su presencia de deja sentir en todos los dominios en que el psicoanálisis ha sido aplicada, lo mismo que en la teoría de la neurosis y la de los actos fallidos, por no citar las aplicaciones extra médicas. Lo que inquiere en todo el psicoanálisis es la compresión de los hechos psicológicos en función del sujeto. Legítimo es, pues, ver la inspiración fundamental del psicoanálisis.

20) Explique cómo la psicología clásica, al tomar “los hechos de la primera persona en tercera persona”, debe recurrir al realismo, que considera el espíritu como “un género original de materia”. ¿Qué sucede cuando se intenta quitar al hecho psicológico “el sujeto que lo sustenta”, es decir, el yo? ¿A qué conduce esta “ruptura en la continuidad del yo”?
Entre la física, “ciencia de la tercera persona”, y la psicología “ciencia de la primera persona”, no existe lugar para una “tercera ciencia” que estudie los hechos de la primera persona en tercera persona. Lo que acontece es que la psicología quisiera ser esa “tercera ciencia” precisamente. Quiere considerar los hechos psicológicos en tercera persona, y sin embargo, pretende ser ciencia completamente original. Lo que le permite consumar este milagro es su realismo. La psicología ordinaria se inspira mucho más de lo que pudiera creerse, en el viejo espiritualismo para el que la originalidad del espíritu es, hasta cierto punto, química, en el sentido del espíritu, no siendo, como lo es para los materialistas, una de las formas de la materia, está asentado por un acto cuya forma es la misma que la del acto que asienta la materia; y el espíritu se comporta entonces como otro género de materia: ambos en tercera persona.
O hay que renunciar a la psicología, o abandonar el método de la tercera persona cuando se estudia hechos psicológicos, pues estos últimos no pueden soportar la aplicación de esquemas que hacen desaparecer la primera persona y no pueden entrar en ningún proceso impersonal, porque quitar al hecho psicológico su sujeto que lo asienta, equivale a aniquilarlo como psicológico; y concebirlo de manera que el esquema de la concepción implique una ruptura en la continuidad del yo, no puede conducir más que a la mitología.






















La cuestión del sujeto en la fenomenología existencial de Jean Paul Sartre (Álvarez González)

1) Según Álvarez González, ¿cómo se entiende la posición de Sartre sobre la cuestión del sujeto en relación con Husserl?
La posición de Sartre sobre la cuestión del sujeto solo puede entenderse como un desarrollo de la fenomenología de Husserl reinterpretada en términos de la filosofía de la existencia. Ya en los textos que Sartre publica en los años treinta se observa esa presencia continua de la fenomenología, pero sólo con la publicación en esos mismos años de La trascendencia del ego y, sobre todo, con El ser y la nada, ya en los años cuarenta, esa concepción adquiere en su pensamiento una dirección original, que el propio Sartre define en el subtítulo de esta última obra como ontología fenomenológica y que de modo más concreto podemos calificar como fenomenología existencialista.

2) ¿Cuáles serían las dos ideas fundamentales a partir de las cuales Sartre emprende una revisión de la subjetividad moderna?
La reinterpretación sartreana de la fenomenología no entraña una recusación del viejo paradigma del sujeto tal como lo comprende la modernidad, sino una revisión de la subjetividad moderna a partir de dos ideas fundamentales: en primer lugar, el abandono de la noción de ego; y en segundo lugar, la nueva comprensión de la conciencia en la línea de lo que se ha dado en llamar existencialismo.

3) ¿En qué consiste su “concepción no egológica de la conciencia”? ¿En qué texto la plantea? ¿En qué aspecto sigue a Husserl y en qué punto se aparta de él?
La originalidad de su aportación filosófica se presenta ya en un primer momento con su concepción no egológica de la conciencia: el sujeto es conciencia, pero no es un Yo. La trascendencia del ego es un texto que se encamina precisamente a elaborar esa nueva concepción, que luego encontramos más desarrollada en El ser y la nada.
Sartre rechaza la visión habitual, según la cual el ego es un “habitante” de la conciencia; el ego no es ni un principio vacío de unificación de la experiencia o las vivencias, en el sentido de tener una presencia formal en ellas, ni tampoco es un principio con una presencia material en nuestra vida psíquica, en cuanto centro de los deseos y los actos. Concluye que el Yo no está inmanentemente en la conciencia. Husserl, por su parte, que en las Investigaciones lógicas considera al Yo trascendente a la conciencia, vuelve en Ideas a la noción de un Yo de hecho, visto como conciencia trascendental de tipo personal. Pues bien, Sartre, aunque sigue a Husserl en cuanto al método fenomenológico, se aparta de él en este punto y considera que la fenomenología debe ser consecuente y desechar la tesis de un Yo unificador y originario: la epojé prescindirá de él, pues no hay evidencia apodíctica del ego, que de ese modo se revela como trascendente a la conciencia.

4) ¿Qué formas de conciencia diferencia ya en 1936, en “La trascendencia del ego”? Defina cada una de ellas. ¿Cuál sería la fundamental? ¿Qué significan los adjetivos “posicional” o “tético” que se emplean para diferenciar esas formas de conciencia?
Por una parte, está la conciencia del objeto, que es un tipo de conciencia posicional o tética, referida a algo distinto de sí misma. Pero esta va siempre acompañada, en segundo lugar, de un percatarse de sí, de un saber reflejo de sí misma que propiamente no es reflexión, puesto que no se objetiva, ya que el objeto le es exterior. Sartre se refiere a ella como conciencia (de) si, indicando con el paréntesis que no es posicional o tética, sino un mero reflejo: es conciencia refleja pero no reflexiva. Hay además una conciencia de sí misma de tipo reflexivo o conciencia de sí, que es posicional, puesto que el objeto al que se dirige intencionalmente en este caso es ella misma, solo que entraña un cierto fracaso puesto que la conciencia es subjetividad irreductible a objeto alguno.
La conciencia (de) si no es posicional, es decir, no contiene la tesis de un Yo, pero acompaña a la conciencia del objeto exterior: es la “presencia a si” que caracteriza de manera absoluta a la conciencia. Por eso dice Sartre se trata de la forma más fundamental de conciencia, puesto que esa presencia se halla siempre en si en cualquier acto que ella realice.

5) “[…] la conciencia, lejos de ser un poder unificador [como el ego], se caracteriza esencialmente, por el contrario, como un principio que se revela al tiempo que introduce la dualidad o la escisión en todos sus actos”. “En efecto, cuando percibo un objeto, la conciencia de ese objeto es a la vez conciencia de mi conciencia de él”. Explique esta frase haciendo referencia a la conciencia (de) sí, a la conciencia del objeto y a la noción de intencionalidad de Husserl.
La conciencia (de) si, aun siendo absoluta en el sentido señalado antes, no es nada independiente de la conciencia del objeto a la que acompaña. Por su parte, la conciencia de si nunca llega a alcanzarse como objeto, puesto que la conciencia es justamente lo que se distingue de todo objeto a la vez que se dirige intencionalmente a él. Así pues, nunca se alcanza como unidad. Esta es la forma en que Sartre interpreta la concepción de Husserl, según la cual la conciencia es pura intencionalidad orientada a los objetos y, por tanto, radicalmente distinta de cualquier objeto al que su actividad intencional se dirige.

6) ¿Qué es el cogito prerreflexivo? ¿Cómo se relacionan vivencia y conocimiento en esta concepción de Sartre? ¿Cómo se interpreta, desde esta perspectiva, la máxima berkleyana Esse est percipi [ser es ser percibido]?
Para la conciencia, ser y saberse son lo mismo, de acuerdo con esta original reinterpretación fenomenológica del principio de Berkeley Esse est percipi, que es un principio absoluto para la conciencia. Su ser consiste en estar ante sí misma, o en ser para sí, y esta certeza de si, que necesariamente acompaña a toda vivencia, que es previa a la reflexión y que en rigor constituye el ser de la conciencia en su forma más originaria, es lo que en El ser y la nada denomina Sartre el “cogito prerreflexivo”. Esa certeza del cogito, que es absoluta y previa a todo conocimiento, constituye la base de la filosofía sartreana y entraña una modificación esencial respecto de toda la filosofía de la conciencia que le precede, ya que para Sartre “ser conciencia de sí” no implica que se ponga ante sí misma como objeto de conocimiento, pero si entraña siempre la vivencia de estar presente a si en una especie de desdoblamiento o escisión, que ella descubre como su propia sustancia.

7) Si el ego es “el polo de una intuición referida a la totalidad de estados, acciones y cualidades”, ¿por qué razones esa intuición “es un espejismo perpetuamente engañoso” (o, como decía Rimbaud, “yo es otro”)? ¿De qué manera, con esta concepción del yo, Sartre se opone a la filosofía moderna del sujeto?
Con esta tesis Sartre se opone a toda la filosofía moderna del sujeto que tradicionalmente identificaba la conciencia con el Yo activo. Frente a esa posición clásica, Sartre dice que lo único real es la conciencia, la cual proyecta su espontaneidad refleja en el polo u objeto trascendente ego, para luego entenderse a sí misma de manera engañosa como producida por el: el ego constituiría los estados y acciones, y estos a su vez constituirían la conciencia. Pero ocurre, que cuando la conciencia reflexiva trata de contemplarse en su interioridad, se objetiva como un Yo y de ese modo no solo se distorsiona, sino que se desvanece: la conciencia nunca se atrapa a sí misma. Dicho de otro modo, la intuición del ego es un espejismo perpetuamente engañoso. Cuando la conciencia vuelve reflexivamente sobre sus vivencias, la fijación sobre estas la lleva a los estados como objetos trascendentes, de los que supuestamente emanarían las vivencias. Entonces, tras el estado, en el horizonte, aparece el ego, visto por así decirlo “con el rabillo del ojo”. Pero cuando quiero alcanzarlo él se desvanece junto con el acto reflexivo.

8) ¿Cuál sería entonces la “función práctica” del ego? Desarrolle.
El ego tiene sobre todo una función práctica, en tanto refleja una unidad ideal, y su papel esencial acaso sea el de ocultar su propia espontaneidad para evitar así la angustia. La conciencia constituye al ego como una falsa representación de sí misma para huir de la angustia derivada del carácter fatal de nuestra espontaneidad, pero al mismo tiempo ella es la creación continua que escapa sin tregua del Yo que ha creado.

9) ¿Cuál es el punto en el que Sartre más se opone a Hegel en El ser y la nada? Desarrolle.
La diferencia fundamental con el filósofo alemán en lo que respecta a la ontología, que decide el rumbo de la filosofía sartreana, se halla en su posición respecto de la negatividad. Al igual que Hegel, también Sartre concede un lugar central a la nada, solo que rechaza el sentido positivo que Hegel le asigna, cuando afirma que la nada es –o el ser es nada- en cuanto devenir. Por el contrario, la noción de ser-en-si de Sartre esta desde el principio concebida en términos antihegelianos: es pura positividad sin negación, lo cual significa que no se puede determinar de ninguna forma, ni decir nada sobre ello fuera de la afirmación tautológica “el ser es”. Del mismo modo, su idea de la nada es contraria a toda afirmación de ser: no puede afirmarse que la nada sea. La concepción que tiene Sartre del ser es parmenidea y, sin embargo, reconoce un papel central a la nada en su ontología. En efecto, aunque la diferencia entre ser y nada es radical y no admite transición alguna entre ellos, la nada se sostiene en la conciencia, puesto que esta es el poder de nihilizar el ser. Es decir, la conciencia solo puede verse desde el ser y referida a él y, sin embargo, ella es siempre el punto de partida, en cuanto de antemano ya es negación del ser. De acuerdo con la fenomenología, Sartre se plantea no tanto lo que sea el ser, sino el modo en que la conciencia lo experimenta en las cosas, o sea, aquello en lo que ya ha penetrado la nada.

10) ¿En qué consiste el “poder nihilizador” [nadificador] y activo de la conciencia?
Sartre no renuncia a la idea moderna de la actividad del sujeto, que el reinterpreta como la negatividad de la conciencia. No es que el ser se abra para él o que él se encuentre en el claro del ser, sino que el poder nihilizador y activo de la conciencia introduce la escisión en medio de lo real y permite la pregunta por el ser.
La compresión del hombre como Para-si significa, que el hombre es su propia nada y que su realidad se produce como la nihilizacion del ser. Esta tiene lugar en diversas dimensiones: siendo presencia ante sí mismo, temporal izándose y siendo trascendencia.

11) ¿A qué se refiere la “facticidad del para-sí”? ¿Cómo se relaciona con el cuerpo propio (es decir, con el cuerpo-para-sí)? ¿Qué significa, por oposición, el “cuerpo-para-el otro”?
El escaparse del ser por parte del Para-sí adopta la forma de un comprometerse con el mundo. Y ahí arranca toda la reflexión sartreana acerca de la facticidad del Para-sí, que significa su compromiso con una situación. Esa facticidad la comprende Sartre como la necesidad de una contingencia: es una necesidad ontológica que yo sea ahí, comprometido en una situación y con un punto de vista; pero es contingente cuáles sean éstos, e incluso el que yo mismo sea. Y el que el Para-sí esté necesariamente sostenido por esa contingencia que no puede suprimir hace que sea al mismo tiempo totalmente responsable de su ser y totalmente injustificable. Pues bien, esa facticidad justamente es lo que expresa el cuerpo. O, dicho en otros términos, aquella necesidad de la contingencia soy yo en tanto que cuerpo. En efecto, el cuerpo es el hecho de que el Para-sí no es su propio fundamento, sino aquél que necesariamente existe como ser contingente comprometido en una situación. Es necesidad, porque el cuerpo es recuperación continua del Para-sí por el En-sí (no se sostiene, por lo tanto, a sí mismo); pero es contingencia en cuanto a su situación particular y al punto de vista concreto que encarna.
Sartre señala que ese índice de mi facticidad, que es el cuerpo, es al mismo tiempo lo trascendido, "lo preter-ido", el pasado: en cada proyecto, en cada percepción, el cuerpo está ahí como el pasado inmediato, como un punto de vista (en la percepción) y un punto de partida (en la acción) que soy y que trasciendo a la vez hacia lo que he de ser, es decir, el cuerpo es aquello contingente que soy como dado de antemano y que la conciencia necesariamente ya es: el punto de partida que nunca capto, porque todo lo capto desde él; el instrumento que soy y respecto del cual no puedo guardar distancia; aquello por lo que soy siempre ya afectado. En definitiva, es la conciencia misma en tanto está corporeizada.
Pero en este punto es importante considerar la distinción que establece Sartre entre el cuerpo-para-sí y el cuerpo-para-otro. El cuerpo-para-sí es la conciencia en tanto que ya siempre está afectada por el punto de vista y de partida que ella misma es. El cuerpo-para-otro, por el contrario, es el cuerpo en tanto que descubierto por otro y convertido por él en objeto; es también una revelación de su ser, pero el ser que así se me revela es su ser-para-otro.

12) Considerando que el para-sí no sólo es facticidad, sino también acción, ¿cómo explica Álvarez González la relación entre acción, libertad, proyecto y elección originaria?
Las nociones de "acción", "posibilidad", "proyecto" o "libertad" mantienen una estrecha relación, pues todas ellas apuntan al concepto sartreano del Para-sí, pero visto ahora desde la negatividad o la nada que la conciencia es. Es decir, el Para-sí es por sí mismo relación con el mundo, pero lo es en un doble sentido, referido a su facticidad y a su posibilidad: es siempre ya parte de lo que el mundo es en cuanto su pasado que le absorbe y en el cual está siempre hundido de antemano; pero es también la proyección de sí mismo que le arranca de lo que ya es hacia lo que puede ser.

13) ¿En qué consiste el psicoanálisis existencial? ¿Dónde reside su mayor diferencia con el psicoanálisis freudiano? ¿Qué sería la “mala fe”, según Sartre? ¿De qué manera la noción freudiana de inconciente permitiría eludir la mala fe? ¿Cuál es la crítica de Sartre al “determinismo vertical” del psicoanálisis?
Ahora bien, si nuestro ser se identifica con nuestra elección originaria, la conciencia prerreflexiva (de) nosotros mismos no es otra cosa sino la conciencia (de) aquella elección, que no es por lo tanto inconsciente. Pero Sartre no está pensando tampoco en una elección puntual en el tiempo, sino en la continua elección de sí mismo que la conciencia es, en cuanto en cierto modo se anticipa siempre como sujeto. No hay una cosa-conciencia previa a la elección que, luego, elige, sino que la conciencia misma no se diferencia de esa elección: elegir y tener conciencia (de) elegir son lo mismo. Pero se trata de una conciencia no posicional, no-tética. Ahora bien, también puedo volver reflexivamente sobre mí mismo tratando de esclarecer de manera explícita el proyecto fundamental que soy. Pero eso requiere –según Sartre- de un método fenomenológico especial que él denomina "psicoanálisis existencial", el cual se diferencia del psicoanálisis freudiano sobre todo en su consideración de la temporalidad. Ya antes, en los primeros capítulos de El ser y la nada, y a propósito de la discusión sobre la mala fe, encontramos una crítica del psicoanálisis de Freud, porque –según Sartre- es incompatible con su noción de la mala fe, ya que la idea del inconsciente permite sustituir la dualidad engañador-engañado por la dualidad ello-yo, reemplazando así la noción de mala fe por la idea de una mentira sin mentiroso. Si la mala fe es una mentira dirigida a uno mismo y por la cual la conciencia se oculta a sí misma una verdad que ella sabe (es una y la misma conciencia la que miente y la que es engañada), entonces sólo es posible sobre la base de esta fórmula: el hombre es lo que no es y no es lo que es, de modo que la negación que le constituye no está dirigida sólo hacia fuera, sino también hacia sí mismo. Es decir, la mala fe es consustancial al modo de ser humano, pues éste consiste precisamente en rehuir lo que se es.
Según Sartre, Freud sostiene un determinismo vertical que remite necesariamente al pasado del sujeto, de modo que la dimensión del futuro no existe para el psicoanálisis. Pero eso significa una reintroducción del mecanismo causal, incompatible con la teoría sartreana de la acción: "Toda acción es comprensible como proyecto de sí mismo hacia un posible". Frente a la concepción freudiana, Sartre concibe el acto comprensivo como una vuelta del futuro hacia el presente. Pero esta comprensión se basa en su ontología, según la cual la elección original despliega el tiempo y se identifica con la unidad de los tres ék-stasis temporales:
"Elegirnos es nihilizarnos, es decir, hacer que un futuro venga a enunciarnos lo que somos confiriendo un sentido a nuestro pasado". De ese modo, la conciencia, en cuanto nihilización del En-sí, está siempre a la zaga de sí misma; es decir, se temporaliza como proyecto que recupera el pasado en el presente.

14) ¿Qué se produce en el para-sí cuando irrumpe la mirada del prójimo, cuando soy captado como objeto por la mirada del otro? [ejemplo de la vergüenza]. Desarrolle.
El Para-sí es para-otro en tanto se sabe observado o considerado por alguien que le mira. Esa mirada le desplaza del centro en el que se hallaba, de modo que su experiencia de sí se ve penetrada de una manera nueva por la nada: el Para-sí se encuentra ahora separado de sí mismo por el otro que irrumpe en su experiencia y le desplaza del centro de su mundo. Pero nótese que el ser-para-otro es una estructura del Para-sí y no una manera de calificar al prójimo. En efecto, lo que dice Sartre es que la mera existencia del prójimo me revela como ser-para-otro, pero eso significa que ese nuevo modo de ser que descubro en mí no reside en el otro, sino que aparece en mí constituido por el otro.
El prójimo es el Para-sí que no soy yo y se me presenta como aquél que me objetiva, es decir, aquél que me permite tomar distancia conmigo hasta poder considerarme como objeto. En ese sentido, el prójimo es el mediador indispensable entre yo y yo mismo, ya que por su mera aparición estoy en condiciones de formular un juicio sobre mí mismo como lo haría sobre un objeto.
Así pues, ciertas experiencias que nada tienen que ver con el conocimiento tienen el privilegio de provocar en mí una vivencia que se me impone de modo ineluctable: la vivencia de que hay otro yo que me hace ser objeto. Esa vivencia representa –como dice Sartre- mi "caída original" en la naturaleza. La vergüenza, en particular, es el sentimiento original de tener mi ser afuera, de ser un objeto o cuerpo en tanto que ser-para-otro. Por eso, en la concepción sartreana es esencial la idea del otro como amenaza, pues el prójimo se presenta, en cierto sentido, como la negación radical de mi experiencia, en cuanto no sólo me roba el centro que soy de mi propio mundo de experiencias, sino que me aliena el mundo mismo, haciendo que éste se deslice hacia él conmigo dentro, convirtiéndome así en asunto de su propia experiencia. Eso quiere decir que, en tanto soy objeto para él, me descubro como imprevisible e indeterminado, ya que dependo en mí ser de una libertad que me es ajena. Por eso, el hecho del prójimo me hace estar perpetuamente en peligro.

Lo mismo y lo otro (Descombes)

1) ¿Cuál sería el programa de Sartre en El ser y la nada, “su primer libro de filosofía”, de 1943? ¿De quién habría tomado ese programa?
Todo ocurre como si Sartre se hubiera marcado como programa escribir el tratado de ontología dualista señalado por Kojeve.

2) Si la ontología (es decir, la parte de la filosofía que estudia el ser) de Sartre “no es en absoluto una doctrina de la unidad del ser”, ¿qué es lo que afirma?
Afirma la dualidad del ser. La nada no es nada, lo cual significa que es la negación del ser: y la negación es algo y no nada. Ahora bien, la negación no puede engendrar la negación a partir de la plenitud de lo que es. Por eso hay que añadir a la nada (que no es) al ser (que es).

3) ¿Cómo ha sido sustituida la dualidad característica que opone “el ser de la cosa” al “ser del hombre”? ¿Qué problemas plantea este par que constituye los dos sentidos del ser?
La dualidad “ser y nada” se ha sustituido por la dualidad del ser característico de la cosa y del ser característico del hombre. Ambos términos del par ahora constituyen dos sentidos del ser.
Se plantea el problema de la unidad de estos dos sentidos y Sartre lo menciona de pasada: “Aunque el concepto de ser tiene la particularidad de estar escindido en dos regiones incomunicables, hay que explicar que estas dos regiones pueden reunirse en el mismo epígrafe. Esto requerirá el examen de estos dos tipos de ser y es evidente que solo podremos captar verdaderamente el sentido de uno u otro cuando podamos establecer sus verdaderas relaciones con la noción de ser en general, y los lazos que las unen”.

4) Si la nada es la negación del ser, y esta negación presupone un “negador”, ¿cómo llega la nada al mundo? ¿Quién tiene el poder de “anonadar”, es decir, de producir una nada, de introducir una falta? [Sartre usa un neologismo: néantir = nadificar, nihilizar, aniquilar, anonadar, según la traducción]
A diferencia de todos los demás entes, el hombre no puede prescindir de la negación para ser en tanto que hombre. Mientras la cosa para ser solo necesita ser, para el hombre es indispensable no ser para ser. El sentido de esta paradoja estriba en conducir al lector hacia la definición negativa de la libertad: la libertad tiene como esencia la negatividad o, como dice Sartre, el poder de “anonadar”.

5) ¿Cómo traduce Sartre su ontología dualista, siguiendo a Hegel, en dos “regiones” del ser? ¿Cómo se definen esas dos regiones? ¿Cómo se relacionan, si es que hay alguna relación entre ellas?
Las dos regiones se llaman ahora “ser en si” y “ser para sí”. Estas categorías hegelianas hacen referencia: en el caso de la cosa que solo necesita ser para ser, a esta suficiencia considerada como una identidad completa de la cosa consigo misma; y en el caso del hombre, a la diferencia que le impide asimilarse a una cosa, diferencia que proviene del hecho de la conciencia. La conciencia aquí tiene el sentido del examen de conciencia, es decir, que en ese volver sobre si (o reflexión), el hombre no se limita a percibirse a sí mismo, sino que se juzga, aprueba o condena lo que este examen le revela, otorga o no su consentimiento. La mirada de la conciencia llega hasta lo más hondo y no deja escapar nada.
El hombre, que ya es para-el en ese primer sentido de que se percibe, también es para el en el sentido en que solo es lo que es ante sus propios ojos. El ser para sí es, la designación ontológica que conviene a la conciencia. Sartre define “el ser en si” mediante una identidad absoluta. “El ser es lo que es”. El en si esta tan encerrado en sí mismo que no tiene relación con nada, ni siquiera consigo mismo.
Por su parte, “el ser para sí” se describe como la exacta antítesis del en sí. El para sí solo es diferencia y oposición. El ser en si era tan idéntico a si mismo que perdía hasta la relación de identidad, el ser para si será tan negativo que estará perpetuamente en fuga ante sí mismo, incapaz de pararse en ninguna parte.
El en sí y el para sí han sido definidos como las dos regiones del ser. Es necesario, que tengan algo en común, a saber, el ser.
El para si no puede prescindir del en sí, mientras que el en si solo necesita del para sí para aparecer ante él; el en sí, no necesita aparecer. En consecuencia, el mundo no implica al hombre.














El ser y la nada (Sartre)

1) Enumere, en el ejemplo de la vergüenza, los elementos que componen su “estructura primera” (es decir, todas las condiciones necesarias para que la vergüenza aparezca). ¿Qué es y qué no es la vergüenza, según Sartre? ¿Qué me revela el otro? ¿Para qué tengo necesidad del prójimo?
La vergüenza es conciencia no posicional de sí como vergüenza y, como tal, es accesible a la reflexión. Además su estructura es intencional, es aprehensión vergonzosa de alguna cosa, y esa cosa soy yo. Tengo vergüenza de lo que soy. La vergüenza realiza entonces una relación íntima de mí conmigo mismo: he descubierto por la vergüenza un aspecto de mi ser. Y, no obstante, aunque ciertas formas complejas y derivadas de la vergüenza puedan aparecer sobre el plano reflexivo, la vergüenza no es originariamente fenómeno de reflexión. La vergüenza en su estructura primera es siempre vergüenza ante alguien.
Es verdad que mi vergüenza no es reflexiva, ya que la presencia de otro ante mi conciencia, aun en la forma de catalizador, es incompatible con la actitud reflexiva: en el campo de mi reflexión no puedo encontrar nunca nada más que mi conciencia. Pero el otro es el mediador indispensable entre yo y yo mismo: tengo vergüenza de mí, pero tal como aparezco ante el otro. Y, por la aparición misma del otro, me encuentro en situación de expresar un juicio acerca de mí mismo como sobre un objeto, ya que parezco como objeto ante los otros. La vergüenza es, por naturaleza, reconocimiento. Reconozco que soy como otro me ve. Así la vergüenza es vergüenza de uno mismo delante de los otros; esas dos estructuras son inseparables. Pero, al mismo tiempo, tengo necesidad del prójimo para percibir plenamente todas las estructuras de mi ser, el Para-sí remite al Para-otro.

2) ¿Qué es una elección libre? ¿Cómo se entiende esa libertad en el ejemplo de la fatiga? ¿Sartre era realmente libre para continuar la marcha?
Para la opinión corriente, ser libre no solamente significa elegirse. La elección se dice libre si es tal que hubiese podido ser diferente de lo que es. He partido de excursión con otros camaradas. Al término de varias horas de marcha mi fatiga crece, y acaba por hacérseme muy penosa. Resisto al principio, después, de golpe, me dejo llevar, cedo, tiro mi morral al borde del camino y me tiendo a su lado. Se me reprochará mi acto y se entenderá por él que yo era libre; es decir, no solamente que nada ni nadie ha determinado mi acto, sino que habría podido resistir todavía a mi fatiga, hacer como mis compañeros de ruta y terminar la etapa, para reposar. Me defenderé diciendo que estoy demasiado fatigado. No es dudoso que yo hubiese podido hacer otra cosa, pero el problema no reside en ello. Es preciso, más bien, formularlo así: ¿"podría yo haber procedido de otra manera sin modificar sensiblemente la totalidad orgánica de los proyectos que soy?. Yo hubiera podido hacer otra cosa; pero ¿a qué precio?

3) ¿Qué sería, en un principio, la fatiga? ¿Qué ocurre cuando trato de recuperar esa fatiga con el pensamiento, “como cuasiobjeto de mi reflexión”? ¿Quién es, entonces, el que “sufre la fatiga como intolerable”?
La fatiga en sí misma no podría provocar mi decisión. No es, según hemos visto a propósito del dolor físico, más que la manera en que vivo mi cuerpo. No es, en un principio, el objeto de una conciencia posicional, sino la facticidad misma de mi conciencia. Por tanto, si marcho a través del campo, lo que se me revela es el mundo circundante; éste es el objeto de mi conciencia. Objetivamente y en correlación con esa conciencia no-tética, las rutas se revelan como interminables, las pendientes como las más duras, el sol como más ardoroso, etc. Pero no pienso todavía en mi fatiga, no la percibo como cuasiobjeto de mi reflexión. Llega un momento, sin embargo, en que trato de considerarla y de recuperarla. No es percepción contemplativa de mi fatiga pero: sufro mi fatiga. Es decir, que una conciencia reflexiva se dirige sobre mi fatiga para vivirla y conferirle un valor y una relación practica conmigo mismo. Solamente en este plano la fatiga se me presentara como soportable o insoportable. No será jamás nada de eso en sí misma, sino que es el Para-si reflexivo el que, al surgir, sufre la fatiga como intolerable.

4) Para comprender la diferencia con la fatiga de sus amigos, ¿qué elementos conviene utilizar y cuáles no? ¿Cómo se entiende la actitud del amigo que ama su fatiga? ¿Cómo la vive? ¿En qué proyecto se inscribe esa elección que compromete a su cuerpo?
Si quiero comprender en qué condiciones sufro una fatiga como intolerable, no conviene dirigirnos a pretendidos datos de hecho, que revelan ser resultados de una elección, es preciso tratar de examinar esa elección misma y ver si no se explica en las perspectivas de una elección más amplia en la que se integraría como estructura secundaria. Si yo interrogo, en efecto, a uno de esos compañeros, me explicará que está fatiga do, es verdad, pero que ama su fatiga: el sentimiento del esfuerzo es para él el de la fatiga vencida. Pero como su fatiga no es otra cosa que la pasión que él soporta para que la polvareda de los caminos, las quemaduras de sol y la aspereza de las rutas existan al máximo, su esfuerzo, es decir, esa familiaridad dulce con una fatiga que ama, a la cual se abandona y que, sin embargo, dirige, se da como una manera de apropiarse la montaña, de sufrirla hasta el final y de ser vencedor. La fatiga de mi compañero es vivida en un proyecto más vasto de abandono confinante en la naturaleza, de pasión consentida para que exista más fuertemente y, al mismo tiempo, de dominación y de apropiación. Solamente en y por ese proyecto podrá comprenderse aquella fatiga y tendrá para él una significación.
Ese proyecto original de recuperación constituye, pues, cierta elección que el Para-sí hace de sí mismo en presencia del problema del ser. Su proyecto sigue siendo un aniquilamiento, pero esa aniquilación vuelve sobre el en-sí que aniquila y se traduce en una valoración singular de la facticidad. Eso es lo que expresan notablemente las mil conductas llamadas de abandono.

5) Sartre esboza aquí un método. Para entender la fatiga del amigo es necesario “un análisis regresivo que nos conduce hasta un proyecto inicial”. ¿Cuál sería ese proyecto inicial (u originario) en este caso? ¿Qué rol tendría el cuerpo?
La manera en que nuestro compañero sufre su fatiga requiere necesariamente, para ser comprendida, un análisis regresivo que nos conduce hasta un proyecto inicial: su condición es un proyecto inicial de recuperación del cuerpo; es decir, una tentativa de solución del problema del absoluto (del En-sí-para-sí). Esa forma inicial puede limitarse ella misma a una tolerancia profunda de la facticidad: el proyecto de "hacerse cuerpo" significará entonces un abandono gozoso a mil pequeños gustos pasajeros, a mil pequeños deseos, a mil caprichos.
Pero puede ocurrir también —y es el caso de mi compañero— que, por el cuerpo y por su complacencia con el cuerpo, el Para-sí busque recuperar la totalidad de lo no-consciente; es decir, todo el universo en cuanto es el conjunto de las cosas materiales. En ese caso, la síntesis considerada del en-sí con él para-sí será la síntesis cuasi-panteísta de la totalidad del en-sí con el para-sí que lo recupera. El cuerpo es aquí el instrumento de la síntesis: se pierde en la fatiga, por ejemplo, para que ese en-sí exista más intensamente.
Hemos alcanzado, de regresión en regresión, la relación originaria que el para-sí escoge con respecto a su facticidad y al mundo. Pero esa relación originaria no es cosa distinta del ser-en-el-mundo mismo del para-sí, en cuanto ese ser en el mundo es elección. Es decir que hemos alcanzado el tipo original de aniquilación [nadificación] por el cual el para-sí va a ser su propio no ser”
Se trata, en efecto, de desprender las significaciones implícitas en un acto –en todo acto– y de pasar desde allí a las significaciones más ricas y más profundas, hasta que se encuentre la significación que no implique ya ninguna otra significación y que no lleve más que a ella misma. Esa dialéctica ascendente es practicada espontáneamente por la mayor parte de las gentes; se puede incluso comprobar que en el conocimiento de sí-mismo, o en el del otro, se da una comprensión espontánea referente a la jerarquía de las interpretaciones. Pero nadie ha tratado de sacar sistemáticamente las significaciones implicadas por un acto.

8) ¿En qué coincide “la escuela freudiana” con el análisis regresivo? ¿En qué difiere de él? Desarrolle. ¿A qué se refiere Sartre con la necesidad de aplicar el método del psicoanálisis “en sentido inverso”? ¿Por qué no se puede comprender la fatiga a partir del “complejo de inferioridad” teorizado por Adler? ¿Qué implicaría en realidad esa supuesta inferioridad?
Una sola escuela ha partido de la misma evidencia original que nosotros: la escuela freudiana. Para Freud, como para nosotros, un acto no podría limitarse a sí mismo: conduce inmediatamente a estructuras más profundas. Y el psicoanálisis es el método que permite hacer explícitas esas estructuras. Freud se pregunta, como nosotros, ¿en qué condiciones es posible que tal persona haya realizado tal acción particular? Y se niega, como nosotros, a interpretar la acción por el momento antecedente; es decir, a concebir un determinismo psíquico horizontal. El acto le parece simbólico, es decir, que le parece revelar un deseo más profundo, que no podría interpretarse sino partiendo de una determinación inicial de la libido del sujeto. Sólo que Freud se orienta en tal forma a constituir un determinismo vertical. Además, su concepción va necesariamente, por ese camino oblicuo, a encaminarnos al pasado del sujeto. La afectividad, para él, es la base del acto en forma de tendencia psicofisiológica.
También debemos limitarnos a inspirarnos en el método psicoanalítico, es decir, que debemos intentar desprender las significaciones de un acto partiendo del principio de que toda acción, por insignificante que sea, no es el simple efecto de un estado psíquico anterior y no conduce a un determinismo lineal, sino que se integra, al contrario, como estructura secundaria en estructuras globales; y, finalmente, en la totalidad que soy. Pero si aceptamos el método del psicoanálisis debemos aplicarlo en sentido inverso. Concebimos, en efecto, todo acto como fenómeno comprensible y no admitimos, al igual que Freud, el "azar" determinista. Pero en lugar de comprender los fenómenos considerados partiendo del pasado, concebimos el acto comprensivo como un retorno del futuro hacia el presente. La manera en que sufro mi fatiga no es en modo alguno dependiente del azar de la pendiente que escalo o de la noche más o menos agitada que he pasado: esos factores pueden contribuir a constituir mi fatiga misma, no la manera en que la sufro. Pero nos negamos a ver en ella, con un discípulo de Adler, una expresión del complejo de inferioridad, por ejemplo, en el sentido de considerar ese complejo como formación anterior.
No desconocemos que cierta manera rabiosa o resistente de luchar contra la fatiga pueda expresar lo que se llama complejo de inferioridad. Pero el complejo de inferioridad mismo es un proyecto de mi propio para-sí en el mundo en presencia del Otro. Como tal, es siempre trascendencia; y, asimismo como tal, manera de elegirse. Esa inferioridad contra la cual lucho, y que sin embargo reconozco, la he elegido desde un principio; sin duda es significada por mis diversas "conductas de fracaso", pero precisamente no es otra cosa que la totalidad organizada de mis conductas de fracaso, como plan proyectado, como presupuesto general de mi ser; y cada conducta de fracaso es en ella-misma trascendente, puesto que supero en cada momento lo real hacia mis posibilidades: ceder a la fatiga, por ejemplo, es trascender el camino a recorrer constituyéndole el sentido de "camino muy difícil de recorrer". Es imposible considerar seriamente el sentimiento de inferioridad sin determinarlo partiendo del futuro y de mis posibilidades.
Así, el complejo de inferioridad es proyecto libre y global de mí mismo, elijo asumir mi ser-para-otro como inferior delante del otro, solución libre que doy a la existencia del otro, ese escándalo insalvable.

9) ¿Cómo opone, finalmente, la comprensión analítica a la comprensión existencial? ¿En qué sentidos inversos y por qué medios debe operar la comprensión existencial?
Así es preciso comprender mis reacciones de inferioridad y mis conductas de fracaso partiendo de un libre esbozo de mí inferioridad como elección de mí mismo en el mundo. Concedemos al psicoanálisis que toda reacción humana es, a priori, comprensible. Pero le reprochamos haber desconocido justamente esa "comprensibilidad" inicial tratando de explicar la reacción considerada por una reacción anterior, lo que vuelve e introduce el mecanismo causal: la comprensión debe definirse de otra manera. Es comprensible toda acción como proyecto de sí mismo hacia un posible. Es comprensible primeramente en cuanto ofrece un contenido racional inmediatamente perceptible —pongo mi morral en el suelo para reposar un momento—; es decir, mientras que percibimos inmediatamente lo posible que ella proyecta y el fin que tiene a la vista. Es comprensible además en cuanto lo posible lleva a otros posibles, estos a otros, y así sucesivamente hasta la última posibilidad que soy. Y la comprensión se hace en dos sentidos inversos: por un psicoanálisis regresivo, nos remontamos del acto considerado hasta mi posibilidad última; por una progresión sintética, de esta posibilidad última descendemos hasta el acto considerado y se descubre su integración en la forma total.

El existencialismo es un humanismo (Sartre)

3) Cuando se concibe la relación entre un Dios creador y un hombre creado por él, ¿qué es lo que implica respecto de la relación entre esencia y existencia? ¿Qué sucedió cuando los filósofos ateos del siglo XVIII suprimieron la noción de Dios? Desarrolle
Al concebir un Dios creador, este Dios se asimila la mayoría de las veces a un artesano superior; y cualquiera que sea la doctrina que consideremos, trátese de una doctrina como la de Descartes o como la de Leibniz, admitimos siempre que la voluntad sigue más o menos al entendimiento, o por lo menos lo acompaña, y que Dios, cuando crea, sabe con precisión lo que crea. Así el concepto de hombre, en el espíritu de Dios, es asimilable al concepto de cortapapel en el espíritu del industrial; y Dios produce al hombre siguiendo técnicas y una concepción, exactamente como el artesano fabrica un cortapapel siguiendo una definición y una técnica. Así, el hombre individual realiza cierto concepto que está en el entendimiento divino. En el siglo XVIII, en el ateísmo de los filósofos, la noción de Dios es suprimida, pero no pasa lo mismo con la idea de que la esencia precede a la existencia. Esta idea la encontramos un poco en todas partes: la encontramos en Diderot, en Voltaire y aun en Kant. El hombre es poseedor de una naturaleza humana; esta naturaleza humana, que es el concepto humano, se encuentra en todos los hombres, lo que significa que cada hombre es un ejemplo particular de un concepto universal, el hombre; en Kant resulta de esta universalidad que tanto el hombre de los bosques, el hombre de la naturaleza, como el burgués, están sujetos a la misma definición y poseen las mismas cualidades básicas. Así pues, aquí también la esencia del hombre precede a esa existencia histórica que encontramos en la naturaleza.

5) ¿Por qué, en la perspectiva existencialista, el hombre no es definible? ¿Por qué no habría “naturaleza humana”? ¿Cuál sería entonces el “primer principio” del existencialismo?
El hombre es el único que no sólo es tal como él se concibe, sino tal como él se quiere, y como se concibe después de la existencia, como se quiere después de este impulso hacia la existencia; el hombre no es otra cosa que lo que él se hace. Este es el primer principio del existencialismo.

6) ¿Por qué el hombre tendría “una dignidad mayor que una piedra o una mesa”? ¿Por qué sería ante todo “un proyecto que se vive subjetivamente”? ¿Cuál sería la diferencia entre querer ser y proyectar ser, entre voluntad y elección original?
¿Qué queremos decir con esto sino que el hombre tiene una dignidad mayor que la piedra o la mesa? Pues queremos decir que el hombre empieza por existir, es decir, que empieza por ser algo que se lanza hacia un porvenir, y que es consciente de proyectarse hacia el porvenir. El hombre es ante todo un proyecto que se vive subjetivamente, en lugar de ser un musgo, una podredumbre o una coliflor; nada existe previamente a este proyecto; nada hay en el cielo inteligible, y el hombre será, ante todo, lo que habrá proyectado ser. No lo que querrá ser. Pues lo que entendemos ordinariamente por querer es una decisión consciente, que para la mayoría de nosotros es posterior a lo que el hombre ha hecho de sí mismo.

7) ¿Cuál sería la consecuencia moral fundamental de que la existencia preceda a la esencia? ¿Cuál sería entonces el primer paso del existencialismo en ese plano?
Si verdaderamente la existencia precede a la esencia, el hombre es responsable de lo que es. Así, el primer paso del existencialismo es poner a todo hombre en posesión de lo que es, y asentar sobre él la responsabilidad total de su existencia.

8) ¿Qué significa la frase “no queremos decir que el hombre es responsable de su estricta individualidad, sino que es responsable de todos los hombres”? Relacione con la pregunta “¿qué sucedería si todo el mundo hiciera lo mismo?”
Y cuando decimos que el hombre es responsable de sí mismo, no queremos decir que el hombre es responsable de su estricta individualidad, sino que es responsable de todos los hombres. Hay dos sentidos de la palabra subjetivismo, y nuestros adversarios juegan con los dos sentidos. Subjetivismo, por una parte, quiere decir elección del sujeto individual por sí mismo, y por otra, imposibilidad para el hombre de sobrepasar la subjetividad humana. El segundo sentido es el sentido profundo del existencialismo. Cuando decimos que el hombre se elige, entendemos que cada uno de nosotros se elige, pero también queremos decir con esto que, al elegirse, elige a todos los hombres. En efecto, no hay ninguno de nuestros actos que, al crear al hombre que queremos ser, no cree al mismo tiempo una imagen del hombre tal como consideramos que debe ser.

9) ¿Cómo se comprenden la angustia, el desamparo y la desesperación? ¿Qué sería la mala fe? Comente el ejemplo de Abraham
Esto permite comprender lo que se oculta bajo palabras un tanto grandilocuentes como angustia, desamparo, desesperación. Como verán ustedes, es sumamente sencillo. Ante todo, ¿qué se entiende por angustia? El existencialista suele declarar que el hombre es angustia. Esto significa que el hombre que se compromete y que se da cuenta de que es no sólo el que elige ser, sino también un legislador, que elige al mismo tiempo que a sí mismo a la humanidad entera, no puede escapar al sentimiento de su total y profunda responsabilidad. Ciertamente hay muchos que no están angustiados; pero nosotros pretendemos que se enmascaran su propia angustia, que la huyen; en verdad, muchos creen al obrar que sólo se comprometen a sí mismos, y cuando se les dice: pero ¿si todo el mundo procediera así? se encogen de hombros y contestan: no todo el mundo procede así. Pero en verdad hay que preguntarse siempre: ¿que sucedería si todo el mundo hiciera lo mismo? Y no se escapa uno de este pensamiento inquietante sino por una especie de mala fe. El que miente y se excusa declarando: todo el mundo no procede así, es alguien que no está bien con su conciencia, porque el hecho de mentir implica un valor universal atribuido a la mentira. Incluso cuando la angustia se enmascara, aparece. Es esta angustia la que Kierkegaard llamaba la angustia de Abraham. Conocen ustedes la historia: un ángel ha ordenado a Abraham sacrificar a su hijo; todo anda bien si es verdaderamente un ángel el que ha venido y le ha dicho: tú eres Abraham, sacrificarás a tu hijo. Pero cada cual puede preguntarse; ante todo, ¿es en verdad un ángel, y yo soy en verdad Abraham? ¿Quién me lo prueba?

10) Relacione angustia, responsabilidad, elección y acción utilizando el ejemplo del jefe militar
Todo ocurre como si, para todo hombre, toda la humanidad tuviera los ojos fijos en lo que hace y se ajustara a lo que hace. Y cada hombre debe decirse: ¿soy yo quien tiene derecho de obrar de tal manera que la humanidad se ajuste a mis actos? Y si no se dice esto es porque se enmascara su angustia. No se trata aquí de una angustia que conduzca al quietismo, a la inacción. Se trata de una simple angustia, que conocen todos los que han tenido responsabilidades. Cuando, por ejemplo, un jefe militar toma la responsabilidad de un ataque y envía cierto número de hombres a la muerte, elige hacerlo y elige él solo. Sin duda hay órdenes superiores, pero son demasiado amplias y se impone una interpretación que proviene de él, y de esta interpretación depende la vida de catorce o veinte hombres. No se puede dejar de tener, en la decisión que toma, cierta angustia. Todos los jefes conocen esta angustia. Esto no les impide obrar: al contrario, es la condición misma de su acción; porque esto supone que enfrentan una pluralidad de posibilidades, y cuando eligen una, se dan cuenta que sólo tiene valor porque ha sido la elegida. Y esta especie de angustia que es la que describe el existencialismo, veremos que se explica además por una responsabilidad directa frente a los otros hombres que compromete.

11) ¿Qué implicaría “sacar las últimas consecuencias” de la no existencia de Dios? Desarrolle. Haga alusión al desamparo del que hablaba Heidegger.
No es una cortina que nos separa de la acción, sino que forma parte de la acción misma. Y cuando se habla de desamparo, expresión cara a Heidegger, queremos decir solamente que Dios no existe, y que de esto hay que sacar las últimas consecuencias. El existencialismo se opone decididamente a cierto tipo de moral laica que quisiera suprimir a Dios con el menor gasto posible.
nada se cambiará aunque Dios no exista; encontraremos las mismas normas de honradez, de progreso, de humanismo, y habremos hecho de Dios una hipótesis superada que morirá tranquilamente y por sí misma. El existencialista, por el contrario, piensa que es muy incómodo que Dios no exista, porque con él desaparece toda posibilidad de encontrar valores en un cielo inteligible; ya no se puede tener el bien a priori, porque no hay más conciencia infinita y perfecta para pensarlo; no está escrito en ninguna parte que el bien exista, que haya que ser honrado, que no haya que mentir; puesto que precisamente estamos en un plano donde solamente hay hombres.

12) ¿Por qué la frase de Dostoievski “Si Dios no existiera, todo estaría permitido” sería “el punto de partida del existencialismo”? ¿Cuáles serían sus consecuencias?
Dostoievski escribe: Si Dios no existiera, todo estaría permitido. Este es el punto de partida del existencialismo. En efecto, todo está permitido si Dios no existe y, en consecuencia, el hombre está abandonado, porque no encuentra ni en sí ni fuera de sí una posibilidad de aferrarse. No encuentra ante todo excusas.

13) ¿Qué significa que “el hombre está condenado a ser libre”? ¿Qué relación habría entre los actos, por un lado, y las pasiones o los signos, por el otro?
Condenado, porque no se ha creado a sí mismo, y sin embargo, por otro lado, libre, porque una vez arrojado al mundo es responsable de todo lo que hace. El existencialista no cree en el poder de la pasión. No pensará nunca que una bella pasión es un torrente devastador que conduce fatalmente al hombre a ciertos actos y que por consecuencia es una excusa; piensa que el hombre es responsable de su pasión. El existencialista tampoco pensará que el hombre puede encontrar socorro en un signo dado sobre la tierra que lo oriente; porque piensa que el hombre descifra por sí mismo el signo como prefiere. Piensa, pues, que el hombre, sin ningún apoyo ni socorro, está condenado a cada instante a inventar al hombre. Ponge ha dicho, en un artículo muy hermoso: el hombre es el porvenir del hombre. Es perfectamente exacto. Sólo que si se entiende por esto que ese porvenir está inscrito en el cielo, que Dios lo ve, entonces es falso, pues ya no sería ni siquiera un porvenir. Si se entiende que, sea cual fuere el hombre que aparece, hay un porvenir por hacer, un porvenir virgen que lo espera, entonces es exacto.

UNIDAD III

PSICOLOGÍA, PSIQUIATRIA Y SALUD MENTAL (DAGFAL, VEZZETTI)

1) ¿Cuáles fueron los orígenes del movimiento de la higiene mental? Describa las condiciones que hicieron posible su emergencia, sus objetivos y su visión sobre la institucionalización de la locura.
Para examinar el pasaje de la higiene mental a la salud mental, es necesario comenzar por una breve introducción que nos sitúe en Estados Unidos a principios del siglo XX. En 1900, más precisamente, Clifford Beers, un joven empresario graduado en la universidad de Yale, sufrió una crisis aguda, desencadenada por la muerte de su hermano. Luego de un intento de suicidio, fue internado en una clínica privada del estado de Connecticut. Allí fue sometido a tratamientos degradantes y humillantes. Beers pasó varios años internado en diversos establecimientos, el peor de los cuales resultó ser un hospital público. En su autobiografía, contaba en detalle los padecimientos que había sufrido, concitando la atención de un público muy amplio sobre la necesidad de reformas radicales en el sistema de salud. Ese mismo año, Beers fundó la Sociedad de Higiene Mental de Connecticut, para crear, al año siguiente, el National Committee for Mental Hygiene, desde el cual instó a la comunidad internacional a crear una red mundial de sociedades de higiene mental. En 1919, el International Committee for Mental Hygiene (ICMH) se hizo realidad, gracias al apoyo de personalidades como William James y de Adolf Meyer. En 1930, el ICMH organizó en Washington el “Primer Congreso Internacional de Higiene Mental”. En 1937, un segundo congreso fue organizado en París, con un éxito similar, lo cual marcó una verdadera internacionalización de un movimiento que no se limitó a los Estados Unidos. Luego, de ambos lados del Atlántico, la guerra interrumpió este impulso transformador, que recién iba a continuar en la posguerra.
Es importante destacar que el movimiento de la higiene mental se situaba en el cruce de las antiguas tradiciones de la higiene pública, la medicina mental y la medicina social, preocupándose por las condiciones ambientales de la enfermedad. Erosionado el paradigma heredo-degenerativo, las causas de la patología mental comenzaban a situarse del lado del medio, al igual que en las enfermedades infecciosas. De este modo, para evitar la aparición de enfermedades mentales, era necesario apelar a medidas profilácticas de tipo inespecífico, prestando atención a las condiciones de habitación y a la alimentación, además de promover el ejercicio físico y el deporte, entre otras indicaciones que buscaban contribuir a una “vida saludable”.
Respecto de la locura, el higienismo mental no cuestionaba la existencia del asilo; sólo limitaba sus indicaciones terapéuticas y abogaba por mejores condiciones de internación. Si la alienación era una enfermedad “mental”, vinculada con un medio determinado, y ya no “cerebral”, esto implicaba que no debía entenderse siguiendo una lógica de “todo o nada”. La enfermedad mental admitía entonces diferencias de grado más o menos importantes, dentro de un continuo que iba desde la salud hasta la locura, lo cual hacía que las afecciones menos importantes pudieran ser tratadas en forma ambulatoria.

2) ¿Cuál era la concepción prevalente sobre la enfermedad mental que caracterizó al movimiento de la higiene mental? ¿Cómo se relacionan estas ideas con las prácticas de la eugenesia?
Si bien la higiene mental rompía en gran parte con las teorías hereditarias propias del siglo XIX, no por ello dejaba de tener una concepción naturalista de la enfermedad, orientando su acción por premisas adaptativas que equiparaban el funcionamiento de la sociedad a la relación de un organismo con su medio. A menudo, en su afán de intervenir sobre el cuerpo social a partir de los saberes extraídos de las ciencias de la vida, el higienismo se emparentaba con la eugenesia y con otras formas de darwinismo social. Así, las estrategias no coercitivas para el “mejoramiento de la raza”, como por ejemplo aquéllas vinculadas con ciertas formas de profilaxis reproductiva, no dejaban de estar presentes en su horizonte instrumental.

4) ¿Qué efectos tuvo la Segunda Guerra Mundial sobre las prácticas en salud mental? Considere en su respuesta el documento publicado en 1948 por la Federación Mundial para la Salud Mental.
Luego de la segunda guerra mundial, el pasaje de la higiene mental al movimiento de la salud mental implicó toda una serie de condiciones, que iremos desplegando progresivamente. En primer lugar, en el nivel institucional, sería difícil marcar una ruptura neta entre ambos, toda vez que las continuidades resultan manifiestas. Sin embargo, después del nazismo y la “solución final”, entre otros acontecimientos históricos, es evidente que las intervenciones sobre la sociedad ya no podían autorizarse en el mismo tipo de saberes que habían orientado el programa eugénico de principios de siglo. Al mismo tiempo, la declinación del positivismo y el florecimiento de las ciencias sociales aportaban un nuevo zócalo epistemológico, alejado del naturalismo, para toda disciplina que pretendiera ocuparse de la sociedad. En ese marco, el psicoanálisis, proveía una matriz teórica que permitía articular los avatares de la historia individual con un modelo de causación más propiamente social. En todo caso, la nueva época era reacia a las explicaciones monocausales, de tipo lineal, y el freudismo, que había contribuido a la declinación de antiguos modelos explicativos, se aprestaba ahora a reemplazarlos.
Apenas terminada la guerra, en 1945, la Association for Mental Health of England and Wales encargó a John Rawlings Rees la organización del “Tercer Congreso Internacional de Higiene Mental”. El congreso tuvo lugar en Londres, en agosto de 1948. Un mes antes, se había reunido allí una comisión internacional, con el fin de redactar el acta de fundación de la Federación Mundial para la Salud Mental. El documento producido, llamado “Salud mental y ciudadanía mundial”, fue aprobado en ese mismo congreso de Londres. En la parte que justificaba el nacimiento de la nueva disciplina, podía leerse el siguiente pasaje: “Los estudios sobre el desarrollo humano indican que el comportamiento es modificable a lo largo de la vida, especialmente durante la infancia y la adolescencia, por el contacto humano. El examen de las instituciones sociales de muchos países muestra que éstas también pueden ser modificadas. Estas posibilidades recientemente reconocidas proporcionan fundamentos para mejorar las relaciones humanas, para liberar potencialidades humanas constructivas y para modificar las instituciones sociales en aras del bien común.”

5) ¿En qué contexto sitúan los autores el texto de William Menninger sobre “El papel de la psiquiatría en el mundo actual”? Desarrolle.
El texto de Menninger sobre “El papel de la psiquiatría en el mundo actual”, de 1947, debe ser situado en el contexto más amplio de todos estos debates. Para una disciplina triunfante en una potencia triunfante, no puede dejar de observarse el carácter programático y la voluntad fundadora de esta alocución. La psiquiatría se había atribuido el rol de liderar la reconstrucción moral de Estados Unidos, pero a partir de una visión universalista. Para prevenir guerras futuras, había que liberar el mundo de nacionalismos, comunitarismos y creencias religiosas estériles, que dividían a los seres humanos y generaban conflictos. La paz sólo podía ser preservada a partir de la difusión de un humanismo laico, universalista y esclarecido, que estos psiquiatras, sin embargo, defendían de manera cuasi-religiosa.
En este marco, el texto de Menninger pone varias cuestiones de manifiesto:
1) En primer lugar, muestra en qué medida la guerra implicó para la psiquiatría una preocupación por aspectos sociales que antes no consideraba como propios. El psiquiatra, otrora recluido en consultorios privados o en servicios hospitalarios, debió hacer frente a nuevos desafíos y áreas de aplicación (selección, clasificación y ubicación del personal militar, además de prevención, readaptación y tratamiento). Estas tareas lo pusieron en contacto con una dimensión pública que antes le había sido ajena, y de la cual ya no podría desligarse.
2) La guerra, interpretada como fenómeno patológico colectivo, había puesto en evidencia que la sociedad misma no estaba “sana”. Este diagnóstico venía a cuestionar el carácter “natural” del concepto de adaptación, que comenzaba a ser problemático. En todo caso adaptarse a una sociedad patógena era un signo de enfermedad y no de salud. Antes de pensar en el tratamiento de los individuos, era necesario entonces tratar las “neurosis sociales”.
3) Si el mismo lazo social era fuente de enfermedad, había que “aprender” a vivir en comunidad de otra manera, corrigiendo los “malos aprendizajes” que habían desembocado en la catástrofe de la guerra y en la situación actual. Lo que la guerra había enseñado sobre la salud mental de los combatientes podía aplicarse, en tiempos de paz, “a la familia, al grupo, a la comunidad y a la nación”.
4) Este programa de reformas implicaba una clara dimensión moral, que apelaba a la responsabilidad colectiva. Al mismo tiempo, pretendía apoyarse en conocimientos especializados, de los cuales no era más que una consecuencia lógica. Por ello, para Menninger, la psiquiatría tenía ante esta situación una enorme responsabilidad, que compartía con el resto de la medicina, la psicología clínica y los trabajadores sociales. En consecuencia, los psiquiatras debían reflexionar e investigar, junto con los psicólogos clínicos y los trabajadores sociales, sobre los problemas relativos a la prevención y el tratamiento de la enfermedad mental.
5) En ese contexto, el tratamiento de la enfermedad mental exigía una dimensión psicoterapéutica interdisciplinaria, en la que una psiquiatría parcialmente “desmedicalizada” terminó confluyendo con una psicología que se tornaba cada vez más clínica.
6) Hay que destacar la dimensión política de este programa, que era explícita y que traía aparejada una organización progresiva de los grupos imbuidos de estos nuevos ideales, que muy poco tiempo después se traduciría en la creación de la Federación Mundial para la Salud Mental (1948).

6) Explique el contexto de la conferencia de Jacques Lacan “La psiquiatría inglesa y la guerra”, pronunciada en 1946 y publicada en 1947.
En primer lugar, la recepción francesa de estos discursos implicaba una cierta dosis de admiración por un conjunto de disciplinas que habían sabido ganarse un lugar de privilegio justamente en aquellos países que habían “liberado” a Francia. Los franceses se veían como un pueblo débil, que casi no había opuesto resistencia al invasor alemán y que, más aún, jamás hubiera podido liberarse de él sin ayuda externa. De ahí que Lacan subrayara continuamente el valor ejemplar de las experiencias inglesas y que las analizara en términos de moral, valor, virilidad, etc. En esa época, además, comenzaba a implementarse el plan Marshall, con lo que los artífices de la liberación militar (Estados Unidos e Inglaterra) eran en parte los mismos responsables de la reconstrucción económica. En ese marco, aunque más no fuera por un período muy breve, los intelectuales franceses fueron muy receptivos a las ideas que venían del otro lado del Atlántico o del otro lado de La Mancha. Durante la guerra, según hemos visto, la psicología clínica y la psicología aplicada en general se habían ganado un lugar de privilegio como herramientas de máxima eficacia. Lacan se asombraba entonces de las novedades técnicas incorporadas por la psiquiatría inglesa; y se complacía en mostrar a sus colegas psiquiatras hasta qué punto la utilización de “una ciencia psicológica aún muy joven” había servido para “constituir desde la nada un ejército de escala nacional”. Esta “ciencia psicológica” había contribuido, entre otras cosas, a la selección e instrucción de los soldados y oficiales, a la democratización de las relaciones jerárquicas, a la instauración de un nuevo tipo de disciplina y, finalmente, a la reinserción de los prisioneros de guerra y los combatientes de ultramar en la vida civil.

7) Señale cuáles son los ejes principales que organizan el texto de Nikolas Rose y cuáles son las relaciones que pueden establecerse entre las preocupaciones de Rose y las investigaciones de Michel Foucault.
Rose presenta el interés de aportar un enfoque foucaulteano de la historia de la psicología, que aborda una etapa que el autor francés no consideró: el siglo XX, que es el de la definitiva expansión e implantación de la psicología profesional. A su vez, busca prolongar la genealogía del sujeto occidental encarada por M. Foucault (que se remonta al mundo griego, romano y cristiano) en una exploración del mundo contemporáneo. Siguiendo esa inspiración, incorpora en su estudio histórico sobre el dispositivo psi, algunos de los rasgos de la investigación foucaulteana sobre las disciplinas, en particular:
a) Queda destacada la dimensión tecnológica de un dispositivo que integra saberes y formas de intervención y de poder.
b) El “gobierno” se refiere siempre a algo que es del orden de lo “privado” pero de un modo que no se separa del interés o el resultado en el orden “público”.
c) El examen (que es para Foucault la matriz técnica y epistemológica de las “ciencias clínicas”) proporciona un modelo para un dominio experto que requiere de “inscripciones” y registros (el “caso”), y busca hacer del sujeto una entidad calculable. El propósito de Rose es pasar de la “población”, calculable en términos de estadísticas, a la subjetividad, que requiere de otras nociones y técnicas. En particular, le interesa analizar las formas del autogobierno, autoinspección y confesión (las “técnicas del yo”), que se articulan con las tecnologías aplicadas a la subjetividad.
d) Finalmente, hay que tener en cuenta que el marco de los análisis de Rose son las sociedades occidentales centrales (y los Estados correspondientes) en el período dominado por las políticas liberales, en particular en la segunda posguerra (1945 -1950).

8) ¿Cuáles fueron, según Rose, los “nuevos problemas y exigencias” que plantearon las dos guerras mundiales a la psicología y a la psiquiatría? En su respuesta, destaque las diferencias entre las enseñanzas aportadas por cada guerra.
Las guerras mundiales proporcionaron la ocasión para una experiencia extraordinaria, en gran escala, y plantearon nuevos problemas y exigencias a la psiquiatría y la psicología.
La primera guerra mundial (1914-1918) fue la ocasión de una amplia utilización, por los Estados Unidos, de tests de inteligencia y aptitudes con fines de selección y clasificación de soldados y oficiales. También sirvió para plantear un primer sistema de personal que se proponía un ajuste entre los requerimientos de las tareas y las capacidades de los individuos. Un área destacada en la primera guerra fue el de las “neurosis de combate” (shell-shock) y sus efectos sobre la psiquiatría. Sobre todo:
a) convalida una concepción “dinámica” (Freud, Janet) de los trastornos;
b) pone de relieve su significación social, en una dirección que converge con el movimiento de la higiene mental, que se orienta hacia la consideración de la dimensión colectiva.
Rose destaca dos grandes áreas, nacidas de la experiencia de la segunda guerra mundial: las relaciones humanas y el grupo. Señala las innovaciones tecnológicas y su impacto sobre ámbitos de acción del dispositivo “psi” en la familia, el trabajo y la sociedad en general. La segunda guerra va a significar, para Rose, la entrada de la subjetividad bajo otras formas, sobre todo, la “personalidad” y “los grupos”.

9) ¿Qué implicó, para Rose, que en la Segunda Guerra Mundial la subjetividad empezara a considerarse desde el punto de vista de la “personalidad” y de “los grupos? Señale las diferencias entre la experiencia inglesa y la norteamericana.
1) Por una parte, se mantienen y se hacen más eficaces los procedimientos “administrativos” en el reclutamiento, selección y distribución de soldados y oficiales. Asimismo, surgen proyectos de capacitación y crece el trabajo de los psiquiatras. El empleo de los tests se orienta a “metas positivas”: ajustar las capacidades del individuo a las exigencias del puesto.
2) Por otra, hay un desplazamiento del individuo a la organización y a la “psicología social”. Un tema destacado es el de las actitudes, que definen una “relación subjetiva” del sujeto con la situación y que buscan ser examinadas, medidas y “calculadas” a través de diversos procedimientos: escalas, cuestionarios.
3) El grupo es “descubierto” en las experiencias de la guerra como una clave de la moral y la eficiencia; es el nexo entre el individuo y la “organización”. Una dimensión asociada al nuevo modelo intersubjetivo es la cuestión del liderazgo que exige cualidades personales y una capacitación especial de los oficiales. A partir de esas enseñanzas puede consolidarse el proyecto de una psicología social como “ciencia de la administración” y un nuevo papel para la psiquiatría.
4) Rose señala las diferencias entre las experiencias en Estados Unidos (que desarrollan procedimientos cuantificables) y en Inglaterra donde en verdad se consolidan las orientaciones de una psiquiatría social basada en los vínculos intersubjetivos:
a) El modelo del “espíritu de grupo” es aplicado a la rehabilitación de las neurosis y los trastornos de carácter.
b) Surgen nuevos criterios de cura que conducen a las experiencias de la comunidad terapéutica; y cambios en el papel del terapeuta que se orienta ahora a “interpretar” más que a dirigir.
c) La psicoterapia de grupos nace de esos grupos de discusión que ahora se focalizan sobre una patología que se considera social.
d) Ese nuevo paradigma social se extiende a distintos grupos de afectados y “desviados”, en la sociedad y en tiempos de paz.



EL PAPEL DE LA PSIQUIATRIA EN EL MUNDO ACTUAL (MENNINGER)

¿Por qué el texto de W. Menninger “El papel de la psiquiatría en la actualidad” puede ser considerado un texto programático? Desarrolle
Menninger: Mi concepción del papel de la psiquiatría, incluso en nuestro mundo inmediato, el continente norteamericano, implica un inmenso programa. El mero intento de definirlo es inquietante debido a la responsabilidad que implica para cada uno de nosotros. Mi impresión es que muchos psiquiatras podrían verse alterados al considerar nuestras responsabilidades potenciales sobre esas extensas áreas que nos son menos conocidas o familiares. Casi todos nosotros ya estamos agobiados por una pesada carga. Cualquier carga adicional es una amenaza a nuestro equilibrio personal, más aún si esa carga requiere cambios o innovaciones. Para muchos de nosotros, es más cómodo permanecer aislados en nuestros claustros o en nuestras torres de marfil, donde podemos continuar tratando a una parte del creciente número de pacientes que se nos acercan. Pero una comparación del papel actual con el papel potencial de la psiquiatría debiera impulsarnos a reconsiderar nuestras prioridades para la inversión de nuestras muy limitadas fuerzas humanas.
Dagfal & Vezzetti: Respuesta 5

Comente la siguiente frase de Menninger: “la psiquiatría es una ciencia médica, pero también es, por necesidad, una ciencia social”
La psiquiatría es una ciencia médica, pero también es, por necesidad, una ciencia social. El psiquiatra, más que el profesional de cualquier otra disciplina médica, debe preocuparse por la situación social de sus pacientes. En ninguna otra especialidad existe la necesidad rutinaria de considerar los antecedentes ambientales, la modificación de ese medioambiente y de las relaciones personales involucradas. El psiquiatra debe entonces, necesariamente, interesarse en nuestras unidades sociales - la familia, la comunidad, el estado.
Por otra parte, por necesidad y sin opción, la psiquiatría en el ejército tuvo que actuar, literalmente, en el campo, más que limitarse al tratamiento en el hospital o el consultorio. La situación demandó nuestros servicios en la selección, la clasificación y la asignación de personas; requirió nuestra preocupación por la moral y la toma de medidas preventivas, así como también exigió nuestro trabajo en instituciones correccionales y en criminología, tanto como en el tratamiento.
(Respuesta 5 Dagfal & Vezzetti)

Según Menninger, ¿cuáles serían las lecciones que la guerra habría dado a los psiquiatras? A partir de esto, ¿cuáles serían las propuestas de Menninger respecto del papel de la psiquiatría en el mundo actual?
A pesar de las lecciones aprendidas en la Primera Guerra Mundial y el gran incremento de conocimientos en los siguientes 25 años, estábamos tan poco preparados a comienzos de la Segunda Guerra Mundial, como lo habíamos estado en 1917. La psiquiatría se encontraba lejos de ser totalmente aceptada por las autoridades militares e incluso por muchos de nuestros colegas médicos. No sólo carecíamos de presencia, sino que también nos faltaban planes. Sufrimos, junto con toda la medicina, el no tener voz en las altas esferas. No teníamos la capacidad política necesaria para formular políticas médicas. Aún más, carecíamos de un conocimiento verificado sobre métodos de selección, de asignación, tratamientos y, por sobre todo, de prevención. Finalmente, la psiquiatría carecía completamente de aceptación y comprensión por parte del público general. Durante gran parte de la guerra luchamos en todos los frentes, contra la ignorancia, los prejuicios y las ideas erróneas.
Adentrándonos en la inspección de nuestro propio dominio, deberíamos clarificar nuestros conceptos sobre las entidades psiquiátricas clínicas para contar así con una mejor comprensión de nuestra nomenclatura diagnóstica. No debiéramos ilusionarnos con que nuestra propia confusión no es sentida y capitalizada por nuestros colegas médicos. Todo esto contribuye al malentendido sobre nuestro campo. La incapacidad para acordar sobre varios conceptos no es tan importante como el hecho de que no tenemos un conocimiento suficiente sobre el que llegar a un acuerdo.

Menninger afirma que “la institución familiar debe ser tomada seriamente como objeto de estudio por parte de aquellos que se dicen interesados en la salud mental” Desarrolle las razones de esta afirmación.
Si se acerca el microscopio al mundo cercano al hogar encontramos evidencias de diferentes formas de inadaptación humana. Empecemos por la familia. Es evidente que grandes cambios están teniendo lugar en su organización y en su estructura.
El estado actual de la familia ha sido descrito como en crisis, y a menos que la tendencia se revierta, se ha pronosticado que la familia, tal como la conocemos, se desintegrará para el fin de siglo.
Habría total acuerdo entre los psiquiatras en afirmar que el desarrollo saludable del niño depende de que las tempranas experiencias familiares provean afecto, buenos ejemplos y seguridad. Los hogares, cada vez más, no logran proveer tales condiciones. La institución familiar debe ser tomada seriamente como objeto de estudio por parte de aquellos que se dicen interesados en la salud mental.

¿Qué debería hacer la psiquiatría para dar respuesta a los problemas sociales que generan consultas? ¿Cuáles serían, para Menninger, las principales “neurosis sociales”? ¿Por qué las enfermedades sociales serían de incumbencia psiquiátrica?
En teoría, los psiquiatras pueden limitarse al diagnóstico y tratamiento de pacientes en consultorios y hospitales, aislados de la vida de la comunidad. Pueden -y algunos lo hacen- ignorar los problemas sociales que llevan a los pacientes a consultarlos. Probablemente estos problemas se pueden resolver y, formando un frente unido, la psiquiatría podría estudiar y ofrecer algunas soluciones constructivas. Éstas podrían no ser efectivas, podría suceder incluso que no sean aceptadas. Sin embargo, algunos de nosotros sentiríamos que por fin habríamos aceptado la responsabilidad de atacar activamente las llamadas neurosis sociales que son una verdadera amenaza para nuestros pacientes, nuestras familias y para nosotros mismos.
Actualmente, en EEUU, el primer lugar entre todas las neurosis sociales lo ocupa el fenómeno muy extendido de los prejuicios y la discriminación hacia las personas por su color o por su religión. El fanatismo y la intolerancia, la tesis de la "supremacía blanca”, los prejuicios antisemitas, las prácticas discriminatorias y las actitudes hostiles entre católicos y protestantes, están presentes en diversos grados en todos los sectores de EEUU. Como psiquiatras no sólo somos conscientes de estos prejuicios y resentimientos, en tantos los vemos en nuestros pacientes, sino que tenemos además la oportunidad de aprender mucho acerca de su dinámica y por lo tanto de su significación.
Como grupo de científicos expertos que se interesan y preocupan por la manera en que los hombres piensan, sienten y se comportan, es lógico suponer que estas enfermedades sociales deberían hallarse entre nuestras principales preocupaciones.

Partiendo de su diagnóstico de la situación actual, ¿qué propuestas hace Menninger sobre el papel de la psiquiatría en el futuro? En su respuesta, no olvide mencionar la formación de recursos humanos, el conocimiento de lo psíquico, las formas de tratamiento de la enfermedad mental, la enseñanza de la psiquiatría y la organización profesional.
Cuando analizamos la situación de la psiquiatría en la actualidad encontramos una marcada carencia de personal capacitado. Se carece de conocimiento verificado y se ha prestado mínima atención y estudio a los problemas sociales o sus soluciones posibles. Por la fuerza de las circunstancias, los psiquiatras han estado tan ocupados intentando atender pacientes, en algunas instancias meramente cuidándolos, que han tenido poco tiempo para la consideración de medidas preventivas.
Nuestra necesidad mayor e inmediata es la de personal entrenado- psiquiatras, psicólogos clínicos, trabajadores sociales psiquiátricos y enfermeros psiquiátricos.
Próxima a la de personal, hay una necesidad primordial de una profunda ampliación de nuestro cuerpo de conocimientos verificados. Conocemos muy poco sobre la personalidad “normal”, acerca de por qué es o no es normal. No podemos definir adecuadamente una psiconeurosis. Tenemos datos mínimos sobre por qué un conjunto de órganos es preferentemente escogido sobre otro en el desarrollo de una reacción neurótica. Tenemos sólo un conocimiento vago de la causa de la esquizofrenia. Si nos vamos a dedicar a los problemas sociales, cada una de las avenidas que conduzca a cualquiera de ellos debería ser considerada como una investigación.
Los psiquiatras tendrán siempre la mayor responsabilidad en el tratamiento de la enfermedad mental. Existen varias áreas en este campo que necesitan ser considerablemente perfeccionadas mediante el desarrollo de métodos de tratamiento más cortos y más efectivos.
Como un paso adelante para satisfacer la gran necesidad de tratamiento, debemos priorizar la integración de la psiquiatría con el resto de la medicina, particularmente en la currícula de la escuela de medicina. Es nuestra entera responsabilidad recomendar y dirigir cómo debe ser enseñada la psiquiatría. También es nuestra responsabilidad que los principios psiquiátricos impregnen la enseñanza de toda la medicina y que un cuerpo útil de conocimiento esté a disposición de todos los médicos. Nuestra Asociación [se refiere a la Asociación Psiquiátrica Americana, APA] necesita ser organizada de manera que permita y estimule a cada miembro a contribuir para la solución de los problemas que enfrenta hoy en día la psiquiatría.
Uno de los papeles esenciales de la psiquiatría debe descansar en el campo de la prevención de la enfermedad mental. Si continuamos confinándonos sólo al tratamiento, es inconcebible que podamos alguna vez cumplir con esa obligación.

¿Cómo podría relacionar las propuestas de Menninger respecto del rol de la psiquiatría con las ideas que signaron el nacimiento del movimiento de la salud mental? Desarrolle
Menninger era el hijo menor de una familia de médicos. En 1925, junto con su padre Charles (un homeópata de origen berlinés) y con su hermano mayor, Karl, fundaron en Topeka (Kansas) una clínica psiquiátrica que se convertiría en el prototipo de la implantación del psicoanálisis en el seno de la psiquiatría norteamericana. Contra los antiguos métodos manicomiales, la clínica Menninger proponía un tratamiento llamado “ambiental” que, si bien no eliminaba la internación, pretendía abordar al paciente con un enfoque multidisciplinario cercano al que luego adoptaría la psiquiatría comunitaria.
Junto con otros analistas nacidos en Estados Unidos, se opuso entonces activamente a la separación entre psicoanálisis y psiquiatría que reclamaban los analistas más ortodoxos, de origen europeo, que a su vez defendían el análisis profano. Menninger, por el contrario, abogó durante su mandato por un psicoanálisis “a la americana”, medicalizado y de difusión masiva.

En el programa esbozado por Menninger, ¿qué rol le cabe a la prevención? ¿Qué relación establece entre los pares tratamiento-prevención y tiempo de guerra-tiempo de paz? ¿Qué “factores capitales en el mantenimiento de la salud mental” se destacaron en la “psiquiatría preventiva” como consecuencia de la guerra?
Uno de los papeles esenciales de la psiquiatría debe descansar en el campo de la prevención de la enfermedad mental. Si continuamos confinándonos sólo al tratamiento, es inconcebible que podamos alguna vez cumplir con esa obligación. Hasta que no hayamos aprendido efectivamente a prevenir la enfermedad mental no podemos empezar a cumplir con nuestra responsabilidad.
Las lecciones extraídas de la psiquiatría preventiva en el ejército enfatizaron tres factores capitales en el mantenimiento de la salud mental. El primero, y el más importante, fue que la calidad del liderazgo era una causa de, o prevenía, la enfermedad mental. Aprendimos que el desarrollo de actitudes racionales positivas hacia el trabajo a ser realizado, es decir la motivación consciente, podía ser de gran ayuda en el trabajo. Sin lugar a dudas, una “buena” motivación era un factor importante para el mantenimiento de la salud mental y una motivación “pobre” era seguida de un incremento del número de bajas psiquiátricas. El desarrollo de una identificación con un grupo, que provocaba un sentimiento de orgullo y proporcionaba seguridad, satisfacción y una unidad de propósitos, era extremadamente importante para la salud mental. Era evidente que estas lecciones elementales que se aplicaban al mantenimiento de la salud mental individual en el ejército podían aplicarse a la familia, al grupo, a la comunidad y a la nación

¿En qué consiste, para Menninger, la “educación para padres y líderes”? Recuerde las ideas de Brock Chisholm al respecto.
Uno de los propósitos principales de la psiquiatría preventiva debería ser el constante intento de educar a los padres y a todos los líderes sobre la importancia de desarrollar personas maduras.
La psiquiatría ya no podía limitarse a tratar individuos, sino que, trasladado el énfasis a las tareas preventivas, debía trabajar para “producir una generación de ciudadanos maduros”
Los esfuerzos debían orientarse a la reeducación de los educadores, los maestros, las asociaciones de padres, los grupos juveniles, las escuelas y las iglesias.
Según su concepción, la raíz de los problemas residiría en la familia y en la posición de autoridad indiscutida de los padres, que los ponía en situación de “imponer sus puntos de vista, sus mentiras, miedos, supersticiones, prejuicios, odios o creencias a niños indefensos”. La edificación de “ciudadanos de la democracia” debía comenzar en el hogar y en la escuela, de modo que el tema de la crianza y la primera educación debía considerarse como un problema de interés público.



LA PSIQUIATRIA INGLESA Y LA GUERRA (LACAN)

Lacan afirma que “hay que centrar el campo de lo que han realizado los psiquiatras en Inglaterra, por la guerra y para ella” y hace mención al libro del Gral. Rees The Shaping of Psychiatry by War (1945). ¿Qué cuestiones destaca en ese libro? ¿Cuál es su opinión sobre la utilidad de los “conceptos y de las modalidades operatorias del psicoanálisis”? ¿Qué dice sobre la psicología de grupos?
Hay que centrar el campo de lo que han realizado los psiquiatras en Inglaterra, por la guerra y para ella, del uso que han hecho de su ciencia en singular y de sus técnicas en plural y de lo que, tanto la una como las otras, han recibido de esta experiencia. Tal es, en efecto, el sentido del título del libro del brigadier general Rees, al que nos referiremos sin cesar: The Shaping of Psychiatry by the War.
En primer lugar, se refería al libro de John Rawling Rees, The Shaping of Psychiatry by War, publicado en Nueva York, en 1945, que remitía a su experiencia como consultor del ejército británico. Pero Rees había llegado a ese puesto como resultado de su participación en la famosa Clínica Tavistock, de la que había sido director. Esa clínica, fundada en 1920, ya había tenido un importante papel en la investigación de las neurosis de guerra luego de la primera confrontación mundial. Además de publicar la revista Human Relations, en ese instituto se darían cita numerosos psicoanalistas, como Elliot Jacques y Wilfred Bion, quienes contribuirían a la conformación de una cierta psicología social de inspiración psicoanalítica, aplicable al nuevo ámbito de las “relaciones humanas”.
Aquí encuentran su ámbito de cooperación diversas disciplinas que, por más teóricas que las consideremos algunos de nosotros, será necesario que todos se informen. Pues, de hecho, se debe a esta condición el que nosotros podamos y debamos justificar la preeminencia que nos viene del uso a escala colectiva de las ciencias psicológicas. Si los psiquiatras ingleses, en efecto, lo han hecho reconocer, con un éxito sobre el que deberé volver, durante la experiencia de la guerra, todo esto es debido, como veremos, no sólo al gran número de psicoanalistas entre ellos, sino al hecho de que todos han sido penetrados por la difusión de los conceptos y de las modalidades operatorias del psicoanálisis. Por otro lado, está el hecho de que disciplinas apenas aparecidas en nuestro horizonte, como psicología llamada de grupo, han llegado en el mundo anglosajón a una elaboración suficiente para expresarse, en la obra de Kurt Lewin, nada menos que en el nivel matemático del análisis vectorial.

Según Lacan, ¿cuál fue la importancia de la ciencia psicológica en la tarea de “constituir en su totalidad –durante la guerra– un ejército a escala nacional” en un país como Inglaterra?
Muy otro era el problema que se planteaba: constituir en su totalidad un ejército a escala nacional, del tipo de los ejércitos continentales, en un país que sólo tenía un pequeño ejército profesional, por haberse opuesto obstinadamente al reclutamiento hasta la víspera del conflicto. Es preciso considerar en toda su relevancia el hecho de que se recurriera, para producir lo que se puede llamar la creación sintética de un ejército, a una ciencia psicológica todavía joven, cuando esta ciencia apenas acababa de poner al día, a la luz del pensamiento racional, la noción de tal cuerpo como grupo social con una estructura original. En efecto, es en los escritos de Freud donde los problemas del mando y el problema de la moral acababan de ser formulados, por primera vez, en los términos científicos de la relación de identificación, es decir todo ese encantamiento destinado a reabsorber totalmente las angustias y los miedos de cada uno en una solidaridad del grupo en la vida y en la muerte, cuyo monopolio lo tenían hasta entonces los practicantes del arte militar.

¿Cómo presenta Lacan la tarea de “selección” llevada a cabo por los psiquiatras ingleses para la conformación del ejército de su país? Desarrolle
El sistema que se adoptará es el llamado PULHEMS, ya experimentado en el ejército canadiense, en el cual una escala graduada de 1 a 5 está referida a cada una de las siete letras simbólicas que representan respectivamente a la capacidad física general, a las funciones de los miembros superiores, inferiores, a la audición, a la vista, a la capacidad mental (es decir, a la inteligencia), en fin, a la estabilidad afectiva, de los que dos grados de siete son de orden psicológico. Se hace una primera selección sobre los reclutas, que separa el decil inferior. Esta selección, subrayémoslo, no apunta a las cualidades críticas y técnicas que requiere la prevalencia de las funciones de transmisión en la guerra moderna, no menos que la subordinación del grupo de combate al servicio de las armas que no son ya instrumentos, sino máquinas. Lo que se trata de obtener en la tropa es una cierta homogeneidad, considerada como factor esencial de su moral. En efecto, todo déficit físico o intelectual asume para el sujeto dentro del grupo un alcance afectivo en función del proceso de identificación horizontal que el trabajo de Freud, antes evocado, quizás sugiere, pero que descuida en provecho, si se puede decir así, de la identificación vertical con el jefe. Los sujetos afectados por un déficit demasiado grande tienen que ser aislados como dullards (lerdos).
Después de todo, esos sujetos, por el hecho de ser agrupados entre sí, se muestran de inmediato infinitamente más eficaces, por una liberación de su buena voluntad, correlativa de una sociabilidad así reforzada. Las unidades así depuradas de sus elementos inferiores, vieron descender, en una proporción que se puede decir geométrica, los fenómenos de shock y de neurosis, los efectos de claudicación colectiva.
La mayor prueba de selección para los oficiales era la primera y también más amplia; como preliminar a toda instrucción especial, tenía lugar durante un curso de tres días en un centro en el que los candidatos eran albergados y, en las relaciones familiares de una vida en común con los miembros de su jurado, se ofrecían tanto mejor a su observación. Durante estos tres días, tenían que someterse a una serie de exámenes que tendían a obtener no tanto sus capacidades técnicas, sus cocientes de inteligencia, ni más precisamente lo que el análisis de Spearman nos ha enseñado a aislar con el famoso factor g como pivote de la función intelectual, sino más bien su personalidad, o sea especialmente ese equilibrio de las relaciones con otros que gobierna la misma disposición de las capacidades, su tasa utilizable en el papel de jefe y en las condiciones de combate. Cada prueba estaba pues centrada en la detención de los factores de la personalidad.
En primer lugar, las pruebas escritas, que comportan un cuestionario sobre los antecedentes personales y familiares del candidato—los tests de asociación verbal que se ordenan por el examinador en un cierto número de series que define su orden emocional,—los tests llamados de "apercepción temática" de Murray, que versan sobre la significación que el sujeto atribuye a las imágenes que evocan de modo ambiguo un escenario y temas de elevada tensión afectiva (hacemos circular estas imágenes, por lo demás bastante expresivas de rasgos específicos de la psicología americana, más aun que de la inglesa), finalmente, la redacción de dos retratos del sujeto tal como podrían ser concebidos respectivamente por un amigo y por un crítico severo. Después, una serie de pruebas donde el sujeto es colocado en situaciones casi reales, cuyos obstáculos y dificultades varían en relación al espíritu inventivo de los examinadores y que revelan las actitudes fundamentales del sujeto cuando se encuentra en presencia de las cosas y de los hombres.

Según Lacan, ¿cuál es la dificultad de la que parte Bion y cuál la innovación metodológica que introduce para superarla? Explique con detenimiento el dispositivo terapéutico instaurado por Bion durante la guerra
Las impertinencias anárquicas de sus necesidades ocasionales: requerimientos de autorizaciones excepcionales, irregularidades crónicas de su situación, van a parecerle enseguida como destinadas a paralizar su trabajo sustrayéndole horas, ya aritméticamente insuficientes, para resolver el problema de fondo que plantea cada uno de estos casos, si se los toma uno por uno. Bion parte de esta dificultad para franquear el Rubicón de una innovación metodológica.
Ahora bien, en un teatro de guerra ¿qué hay que hacer para que de este agregado irreductible llamado "compañía de disciplina", surja una tropa en marcha? Dos elementos: la presencia del enemigo que suelde al grupo frente a una amenaza común, —y un jefe al que el conocimiento de los hombres permita fijar, con la mayor proximidad, el margen a dar a sus debilidades, y que pueda mantener el límite con su autoridad, es decir, que cada uno sepa que una vez asumida una responsabilidad no se "desinfla". El autor es un jefe tal en el que el respeto por el hombre es consciencia de sí mismo, y es capaz de sostener a cualquiera donde sea que él esté. Y es aquí donde interviene el espíritu del psicoanalista que va a tratar la suma de los obstáculos que se oponen a esta toma de conciencia como esta resistencia, o este desconocimiento sistemático, cuya maniobra aprendió de la cura de los individuos neuróticos. Sin embargo, aquí él va a tratarla a nivel del grupo. En la situación prescrita, Bion tiene más dominio sobre el grupo que el psicoanalista sobre el individuo, ya que, por lo menos de derecho y como jefe, él forma parte del grupo. Pero, justamente, eso es de lo que el grupo no se da cuenta. Así el médico deberá pasar por la aparente inercia del psicoanalista, y apoyarse en el único apoyo que de hecho le es dado, el de tener al grupo al alcance de su palabra.
He aquí pues, en resumen, el reglamento que promulga en un mitin inaugural de todos los hombres: se formarán un determinado número de grupos que se definirán cada uno por un objeto del que ocuparse, pero ellos serán enteramente remitidos a la iniciativa de los hombres, es decir, que cada uno no sólo se incorporará a su gusto, sino que podrá promover uno nuevo según su idea, con la única limitación de que el objeto mismo sea nuevo, dicho de otro modo, que no haga un doble uso con el de otro grupo. Se entiende que a cada uno le está permitido, en todo momento, volver a descansar en la habitación ad hoc, sin que de ello resulte otra obligación que la de declarárselo al jefe-supervisor.
Todos los días, a las doce menos diez del mediodía, una reunión general que durará una media hora examinará la marcha de las cosas así establecidas. El artículo nos hace seguir, en un progreso cautivante, la primera oscilación de los hombres ante el anuncio de aquellas medidas que, en relación a los hábitos reinantes en ese lugar, generan el vértigo luego las primeras formaciones blandas que se presentan más bien como una puesta a prueba de la buena fe del médico; pronto los hombres se prestan al juego y se constituyen un taller de carpintería, un curso preparatorio para oficiales de enlace, un curso de práctica cartográfica, un taller de mantenimiento de coches e inclusive un grupo que se consagra a la tarea de mantener al día un diagrama claro de las actividades en curso y de la participación de cada uno, —recíprocamente el médico, tomando a los hombres por sus obras como ellos mismos lo han tomado por su palabra, pronto tiene la ocasión de denunciarles esa ineficacia en sus actos, de la que escucha que ellos mismos se lamentan respecto al funcionamiento del ejército,—y de repente la cristalización se produce con una autocrítica en el grupo, marcada, entre otras cosas, por la aparición de un servicio voluntario que, de un día para otro, cambia el aspecto de las salas, a partir de entonces barridas y limpias por los primeros llamados a la autoridad, la protesta colectiva contra los que se escaquean y se aprovechan del esfuerzo de los otros, ¡y cuál no fue la indignación del grupo leso (este episodio no está en el artículo), el día en que las tijeras para coser desaparecieron! Pero, cada vez que se pide su intervención, Bion, con la firme paciencia del psicoanalista, devuelve la pelota a los interesados: nada de castigos, nada de reemplazar las tijeras. Los que se escaquean son un problema propuesto a la reflexión del grupo, no menos que la salvaguarda de las tijeras de trabajo; a falta de poder resolverlos, los más activos continuarán trabajando para los otros y la adquisición de nuevas tijeras se hará con el gasto de todos. Estando las cosas así, Bion no carece ciertamente de "estómago" y, cuando un listo propone instituir un curso de baile, lejos de responder con un llamado a la buena educación, que el mismo promotor de la idea cree provocar, él sabe dar confianza a una motivación más secreta que advierte en el sentimiento de inferioridad propio de todo hombre apartado del honor del combate: y pasando por alto los riesgos de la crítica o del escándalo, se sirve de esa propuesta para una estimulación social, decidiendo que los cursos serán impartidos por la tarde, después del servicio, por las graduadas ATS del hospital (tales iniciales, en Inglaterra, designan a las mujeres movilizadas) y que estarán reservados a aquéllos que ignoren la danza y deban aún aprenderla. El curso que, de hecho, se desarrolla en presencia del oficial que desempeña la función de director del hospital, representa para estos hombres una iniciación a un estilo de comportamiento que, por su prestigio, restablece en ellos el sentimiento de su dignidad. Después de algunas semanas, el servicio llamado de reeducación se había convertido en la sede de un espíritu nuevo que los mismos oficiales reconocían en los hombres en el momento de las manifestaciones colectivas, de carácter musical, por ejemplo, durante las cuales entraban en una relación más familiar: espíritu de cuerpo propio del servicio, que se imponía a los recién llegados, a medida que partían aquellos que habían sido marcados por su beneficio. El sentimiento de las condiciones propias de la existencia del grupo, mantenido por la acción constante del médico animador, constituía su fundamento. Aquí reside el principio de una cura de grupo, fundada sobre la prueba y la toma de consciencia de los factores necesarios para un buen espíritu de grupo.
Esta experiencia, a partir de un enfoque psicoanalítico, ponía el acento en la psicoterapia de grupos y en las virtudes terapéuticas de la vida comunitaria, subrayando las ventajas –para mejorar la moral de la tropa y fomentar el espíritu de grupo– del manejo concienzudo, por parte del animador, de las “identificaciones horizontales y verticales” y de las transferencias grupales. Por otra parte, y Lacan lo destacaba, quedaban de manifiesto los efectos de responsabilización que sólo podían producirse en un contexto no coercitivo, incluso con aquellos que, según los métodos tradicionales, habían sido considerados como ineptos.

Comente la siguiente frase de Lacan: “Así la psiquiatría ha servido para forjar el instrumento con el que Inglaterra ha ganado la guerra. Inversamente, la guerra ha transformado la psiquiatría en Inglaterra”
Así la psiquiatría ha servido para forjar el instrumento con el que Inglaterra ha ganado la guerra. Inversamente, la guerra ha transformado la psiquiatría en Inglaterra. En esto como en otros campos, la guerra se vio dando luz al progreso, en la dialéctica esencialmente conflictiva que caracteriza a nuestra civilización.
En ningún momento de las realizaciones que proponemos como ejemplo, hemos podido olvidar la alta tradición moral de la que ellas han permanecido aquí impregnadas. En todas presidió un espíritu de simpatía por las personas, que no está de hecho ausente de esta segregación de los dullards, donde no aparece ninguna caída del respeto debido a todos los hombres. Baste con recordar que, a través de las más estrictas exigencias de una guerra vital para la colectividad, y el desarrollo mismo de un aparato de intervención psicológica que ahora ya es una tentación de poder, en Gran Bretaña se mantuvo el principio del respeto por la objeción de conciencia. A decir verdad, los riesgos que tal respeto comporta para los intereses colectivos, se vieron reducidas a proporciones ínfimas, y pienso que esta guerra ha demostrado suficientemente que no es de una indocilidad demasiado grande de los individuos de donde vendrán los peligros del porvenir humano. Está claro desde entonces, que los obscuros poderes del superyó se coaligan con los más cobardes abandonos de la conciencia para llevar a los hombres a una muerte aceptada por las causas menos humanas, y que todo lo que se presenta como sacrificio no por ello mismo es heroico. Al contrario, el creciente desarrollo, en este siglo, de los medios para actuar sobre el psiquismo, una manipulación concertada de las imágenes y de las pasiones, de las que ya se ha hecho uso con éxito contra nuestro juicio, nuestra firmeza y nuestra unidad moral, darán lugar a nuevos abusos de poder. Nos parecería digno de la psiquiatría francesa que, a través de las mismas tareas que un país desmoralizado le propone, sepa formular sus deberes en los términos que salvaguarden los principios de la verdad.



PSIQUIATRIA, PSA Y CULTURA COMUNISTA (VEZZETTI)

¿Cómo es la transformación de la psiquiatría al integrar psicólogos y psicoanalistas? ¿Y qué tensión se establece entre “psiquiatras somáticos” e “higienistas”?
En un plazo relativamente breve, de los veinte a los cuarenta, el papel de la herencia va a quedar relegado, se destacara la importancia de la educación temprana y se promoverá un esfuerzo preventivo que comenzara por reunir a los psiquiatras con otros profesionales no médicos, psicólogos sobre todo, así como con maestros y trabajadores sociales. En verdad, era la psiquiatría misma como disciplina y como campo la que quedaba transformada con un enfoque que buscaba integrar psicólogos y psicoanalistas en una tarea que se desplazaba de la institución hospitalaria al centro de la vida social y abordaba temas como la educación diferencial, la orientación familiar y escolar y las relaciones humanas en la empresa.
Ese programa establecía desde el comienzo relaciones conflictivas con la psiquiatría tradicional. Lo que estaba en juego en verdad, era la relación del movimiento con el campo médico. Durante años, los psiquiatras habían defendido una perspectiva estrictamente médica y habían procurado mantener el hospital como el espacio institucional fundamental en el tratamiento de los pacientes y en la formación de los especialistas. Promovían la investigación en estrecha relación con la disciplina neurológica, los tratamientos con medicamentos y, hacia los 40, las prácticas novedosas de la neurocirugía. Los higienistas mentales, se reorientaban hacia los temas de la prevención, la salud pública, los tratamientos precoces y la asistencia social, focalizados en los grupos “en riesgo” en particular en la infancia y la adolescencia.

¿Quiénes son tres de las figuras más representativas del congreso y por cuáles motivos?
El presidente del Congreso fue John R. Rees, psiquiatra británico, miembro de la Tavistock Clinic y oficial del ejército británico durante la guerra, se convirtió en el primer presidente de la Federación Mundial para la Salud Mental. La otra figura importante era el canadiense George Brock Chisholm. Nacido en 1896 y veterano de la Primera Guerra, fue director general de los servicios médicos del ejercito de su país durante la Segunda Guerra Mundial con el grado de general. En 1944 fue nombrado Ministro de Salud en su país, pero decidió abandonar el cargo por sus posiciones críticas sobre la religión y la educación. Ese mismo año era designado secretario ejecutivo de la comisión interina para la creación de la OMS y fue su primer director en 1946. A él se debe la ambiciosa definición de salud, como un “estado de completo bienestar físico, mental y social”. El círculo de las figuras más influyentes en la nueva configuración de la salud mental se completaba con el psiquiatra y psicoanalista norteamericano Harry Stack Sullivan, quien, como Chisholm y Rees, formaba parte de los psiquiatras que se habían desplazado fuera de los hospitales y consultorios a causa de la guerra. Había actuado en el Comité de Movilización Militar de la American Psychiatric Society y fue consultor del Servicio de Selección del Ejército.

¿Cuál era el propósito general del nuevo movimiento de salud mental y de qué modo se vinculaba con las “relaciones humanas”?
Predominó en el nuevo movimiento de la salud mental un propósito general que se proyectaba más allá de la asistencia y la prevención, hacía un programa de transformación de la vida social que incluía a la familia, la educación y el trabajo y soñaba con intervenir en la política en el plano de las relaciones internacionales. Las “relaciones humanas” eran más que un nuevo objeto disciplinar y se constituían en el suelo de un orden, una configuración psicosocial, que debía abarcar la totalidad de los grupos y las instituciones, afirmado en la materialidad de las actitudes y las motivaciones.

¿Qué relaciones se establecían entre el discurso de la salud mental y la familia?
En el discurso de la salud mental y en su proyecto de intervención sobre la familia convivían diversas concepciones y promesas. Considerada la célula primaria de la sociedad, la familia se había constituido en objeto de visiones encontradas y a menudo mezcladas, entre las ilusiones imposibles de restauración de los viejos vínculos de la autoridad paterna sobre la esposa, los hijos y diversos proyectos de transformación; dicho brevemente, entre los vínculos de sangre y la asociación afectiva y contractual. En el tiempo corto de la posguerra y en los temas abarcados por un discurso de la salud mental ampliado al conjunto de la vida humana y social se conjugaban diversas tradiciones, historias cruzadas, diferencias en los conceptos y los modelos clínicos. Esa complejidad atravesada por discrepancias y malentendidos, no podría resumirse, como sancionaban los comunistas, a una expresión ideológica homogénea.

¿Qué cambios consolidó la psiquiatría de guerra en las prácticas psiquiátricas? ¿Cuál fue la doble transformación que conllevó en el campo de la medicina mental?
La psiquiatría de guerra consolidó los cambios en el patrón de las prácticas psiquiátricas en la medida en que respondía a la exigencia de intervenir sobre los trastornos allí donde se originaban, es decir, fuera del asilo y el hospital. A partir de ello se hizo posible una doble transformación en el campo de la medicina mental. Por una parte, la insistencia en la patología como reacción a situaciones ambientales intolerables descubría la importancia de los vínculos y de la protección del grupo y la institución. Por otra, los trastornos en general confirmaban la tesis del psicoanálisis sobre la importancia de los conflictos inconscientes implantados en la propia historia personal, sobretodo infantil. En las proposiciones de los especialistas involucrados en esta etapa surgió la idea novedosa de una disciplina que debía situarse en un espacio intermedio entre la medicina y las ciencias sociales.

¿Qué desajustes se mencionan respecto al “mundo social” que tenían efectos sobre la salud mental? ¿De qué modo impacta en una redefinición radical de la psiquiatría?
Los desajustes que se mencionan son: cambios en la estructura y la dinámica de la familia, situaciones de crisis y desintegración familiar, desajustes en la crianza y la educación infantil, crecimiento de la violencia y la criminalidad, alcoholismo y trastornos asociados con la sexualidad, incluyendo las altas tasas de divorcio y el crecimiento de las relaciones extramaritales, prejuicios y actitudes de discriminación, en fin, desempleo y déficit habitacional.
Todo entraba en el catálogo de ítems sociales que tenían efectos sobre la salud mental. Y ante ese fresco de los males sociales y la infelicidad subjetiva frente a un mundo que pondría a los integrantes de una sociedad ante tantas situaciones críticas se preguntaba “¿qué es una reacción normal?” Ese solo razonamiento estaba en la base de una redefinición radical de la psiquiatría.

¿Qué nuevas relaciones se instauraban entre la psiquiatría y el psicoanálisis?
El psicoanálisis, entonces, entraba en la nueva psiquiatría no sólo por el tópico de la infancia, la importancia de las primeras experiencias y de atención a la historia familiar temprana del paciente, sino por las nociones que se aplicaban a la psicología de los grupos y las organizaciones.

¿Por qué H. Vezzetti plantea que hay una “prédica reiterada de una nueva pastoral familiar-social en clave psicológica”?
Después del Freudismo, la promoción de una familia moderna y racional debía admitir la pervivencia de emociones y anhelos primarios, de seguridad y dependencia, en la subjetividad adulta. Las prevenciones y las críticas frente a la situación contemporánea tenían un motivo explícito: la guerra había exigido “la obediencia al Estado” y a sus representantes civiles y militares, había justificado incluso una suerte de “infantilización “de un individuo descargado de sus responsabilidades. Allí afincaban los riesgos que se señalan en el Estado providencial, los temores de un excesivo dominio estatal y el fantasma político de la disolución del individuo en la masa anónima. La peor amenaza afectaba la familia. Un régimen de masiva participación del Estado podría “erosionar “las funciones de la familia, “la única institución capaz de moralizar al individuo con éxito”.



¿Cómo era abordada la cuestión de la “ciudadanía mundial” en el congreso?
El tema de la “ciudadanía mundial” en los propósitos del Congreso, aludía a una idea de las relaciones humanas que en parte se separaba de los vínculos primarios y movilizaba otras referencias emparentadas con la política como actividad asociativa y con el programa de una acción directa sobre la sociedad.

¿Qué implicaba el término “madurez” en la conferencia de G. Chisholm? ¿Cuáles eran sus ideas principales?
El térmico clave, psíquico y moral, era, “madurez”, que se conjugaba en una serie abierta: perseverancia, independencia, determinación, flexibilidad, tolerancia, adaptabilidad, compromiso. El ideal del sujeto autónomo exigía un equilibrio difícil entre la adaptación y una dosis de inconformismo que habilitara la expresión de una agresividad constructiva y compatible con el compromiso social.
Chisholm comenzaba por el individuo, en una exploración de las tendencias que impulsaban la guerra, síntomas de un patrón de conducta irracional que resultaba de un desarrollo fallido que habría impedido la madurez emocional. La única fuerza capaz de producir estas distorsiones, en la escala de las civilizaciones, afirmaba, es la moral.
La psiquiatría yo no podía limitarse a tratar individuos, sino que, trasladado el énfasis a las tareas preventivas, debía trabajar para “producir una generación de ciudadanos maduros”.

¿Según H. Vezzetti por qué la conferencia de Chisholm amerita un mayor análisis? ¿Qué significa la idea de una “ciudadanía mundial” y qué escenario plantea desde los años cincuenta?
Si me detuve en un análisis más extenso de la primera conferencia de Chisholm, es porque en la radicalidad de la denuncia de las tradiciones morales cristianas, es decir, de los cimientos de la civilización occidental, dejaba ver lo que era menos visible en otras intervenciones más moderadas. La catástrofe de la guerra, retratada en una escala subjetiva de la familia y la crianza, movilizaba un fantasma de salvación y de reconversión moral a nivel planetario. Allí nacía la idea de una “ciudadanía mundial” basada en condiciones que debían edificarse en la mente y el comportamiento de los sujetos, antes que en las instituciones políticas y económicas del nuevo orden internacional.

¿Qué relaciones se establecían entre salud mental y Guerra Fría?
El objetivo de la preservación de la paz requería una solidaridad que iba más allá de la colaboración internacional en la medida en que convocaba a formar “una comunidad mundial edificada sobre el respeto por las diferencias individuales y culturales”. El problema mayor, era que ya en 1948, los sentidos de la “paz” estaban sometidos a enconadas disputas en el plano internacional. Desatada la Guerra Fría, para los Estados Unidos la paz significaba consolidar el nuevo orden, expandir su idea de la democracia y prevenir el fascismo y sobre todo el comunismo, que se consolidaba como el enemigo principal. Para la URSS, se trataba de prevenir la amenaza de un ataque contra las posiciones soviéticas, sobre todo en Europa, y de impulsar la lucha antiimperialista. El discurso de la salud mental proponía otro sentido de la paz, una utopía humanista, de reforma subjetiva. Dependía de condiciones psicosociales que se construían en la familia y la educación inicial para ampliarse hacia el trabajo y la vida social y política. La paz quedaba asociada a una edificación de hábitos, valores y actitudes contrarias al autoritarismo. La disputa concernía a la idea misma de la democracia.
El discurso de la salud mental ampliaba el elenco de problemas respecto de los temas tradicionales de la higiene mental y consiguientemente convocaba a las ciencias sociales y políticas.

¿Cómo se articula la idea de una “nueva modernidad” y las disciplinas psi?
El discurso de la salud mental insistía en la “modificabilidad” y la “plasticidad” de comportamiento y de las instituciones humanas. Otra contribución se orientaba a un diagnóstico de los “obstáculos” (prejuicios, hostilidad o nacionalismo excesivo) que se opondrían a un desarrollo óptimo de la personalidad, afincados en las relaciones tempranas, en la familia y en las instituciones básicas del aprendizaje social, como la escuela. Nacía un nuevo vocabulario para las disciplinas psi, impregnado de un clima progresista: derrotados los fascismos, el espíritu de los tiempos parecía asegurar una era de cambios en las costumbres e instituciones. Y la idea de una nueva modernidad, que dejaría atrás los patrones tradicionales de comportamiento, se trasladaba al discurso de las disciplinas sociales y el psicoanálisis.

¿Cómo se plantea el concepto de “ciudadanía mundial”?
La “ciudadanía mundial” era presentada como un objetivo que empezaba a realizarse en los cambios atribuidos a la victoria sobre los fascismos. Definida en el documento como “lealtad al conjunto de la humanidad”, nacería de un movimiento que abarcaría y superaría las lealtades tradicionales, la familia, la comunidad y la nación.
La “salud mental” conformaba un núcleo de ideas y una visión hacia el futuro, que apuntaba a un programa de acción política sobre la sociedad y los grupos y una nueva sociedad planetaria. El suelo de esos cambios, dependía de un sustrato subjetivo, edificado en individuos, grupos e instituciones. La idea del desarrollo adquiría un sentido más allá de los modelos evolutivos del individuo, hacia un ideal de progresiva ampliación asociativa, hacia el grupo y la comunidad. Y en el desenvolvimiento de las potencialidades humanas la mira estaba puesta en el salto que conduciría de la comunidad nacional al mundo: “Los principios de la salud mental no se pueden promover con éxito en las sociedades a menos que exista una progresiva aceptación del concepto de ciudadanía mundial. Y la ciudadanía mundial puede ser ampliamente extendida entre los pueblos a través de la aplicación de los principios de la salud mental”.

¿Cuál era el horizonte de la salud mental planteado en el informe del congreso?
El horizonte de la salud mental llevaba fuera de los hospitales, hacia la sociedad, la infancia, la familia; y desembocaba en propuestas educativas en un sentido amplio: la paz, los valores y actitudes de solidaridad y entendimiento debían inculcarse de modo temprano en el niño. Un término clave era la “plasticidad” del sujeto humano, que justificaba el proyecto de formar y guiar el desarrollo desde la infancia y debía prolongarse en instituciones sociales igualmente flexibles.

Sintetice las ideas condensadas en el término “ciudadanía”
En el término “ciudadanía”, el discurso de la salud mental condensaba un núcleo de ideas y valores que adquiría un sentido distinto, cercano al que la sociología y sobre todo la antropología había conceptualizado como una “personalidad” colectiva de base, proyectada a nivel global. La construcción de la paz, el dialogo, de la resolución pacífica de los conflictos, debía cimentarse en el terreno de las actitudes y los valores. El alcance ambicioso y dramático de la propuesta sobre la ciudadanía mundial era directamente proporcional a la enormidad de la amenaza sobre la paz. Ciudadanía mundial equivalía en el documento a una “humanidad común”.

Extracte las ideas presentadas en el término “humanidad”
Humanidad es un término clave en ese discurso que ha nacido, en gran medida, de las ruinas y los muertos. Adquiría un sentido concreto, asociado a condiciones históricas, que se encarnaba a una idea de ciudadanía que excedía el sentido político para abarcar las relaciones humanas y sociales en su conjunto, extendidas hasta las relaciones entre las naciones y los pueblos. Asociada inmediatamente a la paz, humanidad, al igual que ciudadanía mundial, abría un horizonte de esperanza frente a la tragedia, los muertos y los mutilados, las ciudades destruidas, los sufrimientos de muchos veteranos que retornaban a una sociedad que no sabía muy bien qué hacer con ellos.


UNIDAD IV

SEGURIDAD, TERRITORIO, POBLACION (FOUCAULT)

1) Según Foucault, el problema del “gobierno”, en un sentido filosófico-político, se plantea en el siglo XVI, como “artes de gobernar”, al mismo tiempo que se tematiza el gobierno de otros objetos o asuntos. ¿Cuáles fueron esas otras formas de gobierno que vemos florecer en el siglo XVI?
En términos generales, el problema del “gobierno” estalla en el siglo XVI, de manera simultánea, acerca de muchas cuestiones diferentes y con múltiples aspectos. El problema, por ejemplo, del gobierno de sí mismo. El retorno al estoicismo gira, alrededor de esta reactualización del problema: como gobernarse a sí mismo. El problema, igualmente, del gobierno de las almas y las conductas, que fue, todo el problema de la pastoral católica y protestante. El problema del gobierno de los niños, y aquí está la gran problemática de la pedagogía tal como aparece y se desarrolla en el siglo XVI. Y por último, tal vez, el gobierno de los Estados por los príncipes.

2) Entre los siglos XVI y XVIII, ¿qué función cumplió el libro El Príncipe, de Maquiavelo (1513), dentro de la literatura sobre el gobierno en su forma política?
Me gustaría identificar simplemente los puntos concernientes a la definición misma de lo que se entiende por gobierno del Estado, lo que llamaríamos, para decirlo de alguna manera, el gobierno en su forma política. Para tratar de discernir algunos de esos puntos notables en cuanto a la definición del gobierno del Estado, creo que lo más sencillo sería sin duda oponer esa masa de literatura sobre el gobierno a un texto que, del siglo XVI al XVIII, no dejo de constituir, para esa literatura, una especie de punto de repulsión, explícito o implícito. Ese punto de repulsión con respecto al cual, por oposición y por el rechazo cual se sitúa la literatura del gobierno, ese texto abominable, es desde luego El Príncipe de Maquiavelo.

3) Foucault sólo se refiere a la “doctrina del príncipe” (teoría jurídica del soberano) de Maquiavelo a partir de la reconstrucción realizada por la literatura antimaquiaveliana, que a su vez proponía “artes de gobernar”. ¿Cómo se diferenciaban esas “artes de gobernar” de la “doctrina del príncipe”? En su respuesta, tenga en cuenta al menos tres de los siguientes elementos: la relación entre el gobierno y la sociedad, la relación entre las formas del poder, el blanco (u objeto) del gobierno, sus fines y métodos y el lugar de la familia.
A grandes rasgos, digamos que El Príncipe de Maquiavelo, es en esencia un tratado de la habilidad del príncipe para conservar su principado. Y bien, creo que la literatura antimaquiaveliana quiere sustituir ese tratado de la habilidad del príncipe, de su saber practico, por algo distinto y, con respecto a ello, novedoso, que es un arte de gobernar: ser hábil para conservar su principado no es en absoluto poseer el arte de gobernar. El arte de gobernar es otra cosa.
Uno de los primeros textos de literatura antimaquiaveliana, fue el de Guillaume de La Perriere que data de 1555. ¿Qué entiende La Perriere por “gobernar” y “gobernante”? Dice: “puede llamarse gobernante a todo monarca, emperador, rey, príncipe, señor, magistrado, prelado, juez y similares. Se habla gobernar una casa, almas, niños, una provincia, un convento, una orden religiosa, una familia.
El príncipe, es por definición único en su principado y está en una posición de exterioridad y trascendencia con respecto a él. Mientras que, en lo referido al gobernador, la gente que gobierna, la práctica del gobierno, se ve por una parte que son prácticas múltiples, pues muchas personas gobiernan: el padre de familia, el superior de un convento, el pedagogo, el maestro sobre el niño o el discípulo; hay en consecuencia muchos gobiernos entre los cuales el del príncipe que gobierna su estado sólo es una modalidad entre otros. Y por otra parte todos esos gobiernos son interiores a la sociedad misma o al Estado. El padre de familia gobernara a su familia dentro del Estado y lo mismo para el superior en su convento, etc. Hay entonces, a la vez, pluralidad de formas de gobierno e inmanencia de las prácticas de gobierno con respecto al Estado, multiplicidad e inmanencia de esta actividad, que la oponen de manera radical a la singularidad trascendente del príncipe de Maquiavelo.

4) ¿Qué significa que el príncipe tiene una relación de exterioridad con su principado? ¿Cuál sería el objeto y cuáles los objetivos primordiales de ese príncipe?
Para Maquiavelo, el príncipe mantiene una relación de singularidad y exterioridad, de trascendencia con su principado. El príncipe de Maquiavelo recibe su principado, sea por herencia, sea por adquisición, sea por conquista; de todos modos, no forma parte de él, es exterior a él. El lazo que lo une a su principado es un lazo de violencia o de tradición, e incluso un lazo que ha sido establecido por el arreglo de tratados y la complicidad o el acuerdo de los otros príncipes. Es un lazo puramente sintético: no hay pertenencia fundamental, esencial, natural y jurídica entre el príncipe y su principado. Exterioridad, trascendencia del príncipe: tal es el principio. Y su corolario, claro: al ser de exterioridad, la relación es frágil y no va a dejar de estar amenazada. Amenazada desde fuera por los enemigos del príncipe que quieren tomar o recuperar su principado; y también desde adentro, pues no hay razón en sí, a priori o inmediata para que los súbditos acepten el principado del príncipe. Tercero, del principio y su corolario se deduce un imperativo: el objetivo del ejercicio del poder va a ser, sin duda, mantener, fortalecer y proteger el principado. Lo que debe protegerse es ese principado como relación del príncipe con sus súbditos y su territorio, y no directa, inmediata, fundamental o primeramente el territorio y sus habitantes. El arte de gobernar, el arte de ser príncipe presentada por Maquiavelo, debe tener como objetivo ese lazo frágil del príncipe con su principado.

5) Según el texto de La Mothe Le Vayer (1653), ¿de qué ciencias diferentes dependen el gobierno de sí mismo, el gobierno de la familia y el gobierno del Estado?
La Mothe Le Vayer menciona tres tipos de gobierno, cada uno de los cuales depende de una forma de ciencia o reflexión especifica: el gobierno de sí mismo, que depende de la moral; el arte de gobernar una familia como se debe, que depende de la economía; y por último, la “ciencia de gobernar bien” el Estado, que depende de la política.

6) ¿Qué significa el término “economía” en los textos del arte de gobernar, y por qué razón ese problema adquiere profunda relevancia?
El termino economía significa la manera de manejar como es debido a los individuos, los bienes, las riquezas, tal como puede hacerse dentro de una familia, como puede hacerlo un buen padre de familia que sabe dirigir a su mujer, a sus hijos, a sus domésticos, que sabe hacer prosperar la fortuna de su familia, que sabe concerrar en su beneficio las alianzas más convenientes.
El arte de gobierno debe responder esencialmente a esta pregunta: ¿Cómo introducir la economía, como introducir esa atención, esa meticulosidad, ese tipo de relación del padre de familia con los suyos, dentro de la gestión de un Estado? La introducción de la economía dentro del ejercicio político será, creo, la apuesta esencial del gobierno.

7) ¿Qué características de las artes de gobernar ilustran las metáforas de la nave y del “rey de las abejas”? Desarrolle
¿Qué es gobernar un navío? Es hacerse cargo, desde luego, de los marineros, pero al mismo tiempo de la nave y su cargamento; gobernar un navío es también tener en cuenta los vientos, los escollos, las tempestades, las inclemencias del tiempo. Y esta puesta en relación con los marineros con el barco que es preciso salvar, con el cargamento que hay que llevar al puerto, y sus vínculos con todos esos sucesos que son los vientos, los escollos, las tempestades, es lo que caracteriza el gobierno de una nave.
Toda esta gestión general caracteriza el gobierno, y con respecto a ella, el problema de la propiedad de tierras para la familia o la conquista de la soberanía sobre un territorio para el príncipe no son, en definitiva, sino elementos relativamente secundarios. Lo esencial, es el complejo de hombres y cosas; ese es el elemento principal, y el territorio y la propiedad solo son, en cierto modo, una de sus variables.
El rey de las abejas: el abejorro reina sobre la colmena y lo hace sin necesitar un aguijón. Con ello, Dios quiso mostrar de una manera “mística” que el verdadero gobernante no debe necesitar un aguijón, es decir, un instrumento para matar, una espada, para ejercer su gobierno. Debe tener paciencia y no ira; además, lo esencial en su personaje no debe ser el derecho de matar, el derecho de hacer valer la fuerza. ¿Qué contenido positivo dar a esa falta de aguijón? La sabiduría y la diligencia. La sabiduría es el conocimiento de las leyes humanas y divinas, el conocimiento de la justicia y la equidad; antes bien, la sabiduría que se requerirá de quien gobierna es justamente el conocimiento de las cosas, de los objetivos susceptibles a alcanzarse si se actúa como se debe para alcanzarlos, aunado a la “disposición” que se pone en juego para llegar a ellos. Ese conocimiento va a constituir la sabiduría del soberano. En cuanto a si diligencia, es lo que hace que el soberano o, mejor dicho, quien gobierna, solo deba gobernar en la medida en que considere y actúe como si estuviera al servicio de los gobernados.

8) ¿Cómo y por qué se produjo, según Foucault, el desbloqueo de las artes de gobernar en el siglo XVIII? ¿Qué papel le cupo a la estadística en ese proceso?
Al igual que el bloqueo, es preciso reinscribir ese desbloqueo en unos cuantos procesos generales: la expansión demográfica del siglo XVIII, ligada a la abundancia monetaria, vinculada a su vez al aumento de la producción agrícola. Se puede decir de una manera más precisa que el desbloqueo del arte de gobernar estuvo ligado al surgimiento del problema de la población. Gracias al desarrollo de la ciencia del gobierno, la economía pudo recentrarse en determinado nivel de realidad que hoy caracterizamos como económico, y en virtud de ese mismo desarrollo se pudo recortar el problema específico de la población. Pero podríamos decir igualmente que, gracias a la percepción de los problemas específicos de la población y el discernimiento de ese nivel de realidad que recibe el nombre de economía, el problema de gobierno pudo por fin pensarse, meditarse y calcularse fuera del marco jurídico de la soberanía. Y la misma estadística, llegaría a ser el factor técnico principal o uno de los factores técnicos principales del desbloqueo mencionado. Esta descubre y muestra poco a poco que la población tiene sus propias regularidades: su número de muertos, su cantidad de enfermos, la regularidad de sus accidentes. La estadística muestra asimismo que la población entraña efectos propios de su agregación y que esos fenómenos son irreductibles a los de la familia: se trata de las grandes epidemias, las expansiones endémicas, la espiral del trabajo y la riqueza. Además muestra que, por sus desplazamientos, sus maneras de obrar, su actividad, la población tiene efectos económicos específicos. Al permitir cuantificar los fenómenos propios de la población, la estadística pone de relieve la especificidad de esta, irreductible al pequeño marco de la familia. Salvo unos cuantos temas residuales, que bien pueden ser de carácter moral y religioso, la familia desaparecerá como modelo de gobierno.

9) Diferencie a la población como “sujeto de necesidades” y como “objeto en manos del gobierno”.
La población aparecerá como meta ultima por excelencia del gobierno, pues, en el fondo, ¿Cuál puede ser la meta de este? Sin duda no gobernar, sino mejorar la suerte de las poblaciones, aumentar sus riquezas, la duración de la vida, su salud. Y el instrumento que el gobierno va a darse para obtener esos fines que son, de algún modo, inmanentes al campo de la población, será la población misma, sobre la cual actuara de manera directa a través de campañas o de manera indirecta mediante técnicas que van a permitir, por ejemplo, estimular, sin que la gente lo advierta demasiado, el índice de natalidad, o dirigir hacia tal o cual región o actividad los flujos poblacionales. La población se manifiesta entonces, más que el poderío del soberano, como el fin y el instrumento del gobierno: sujeto de necesidades, de aspiraciones, pero también objeto en manos de gobierno. Parece conciente, frente al gobierno, de lo que quiere, pero inconciente de lo que se le hace hacer.

10) ¿Qué entiende Foucault por “gubernamentalidad”, como conjunto, como tendencia y como proceso? ¿De qué manera aplica Nikolas estas ideas al análisis del yo contemporáneo?
Con “gubernamentalidad”, aludo a tres cosas. Entiendo el conjunto constituido por las instituciones, los procedimientos, análisis y reflexiones, los cálculos y las tácticas que permiten ejercer esa forma bien específica, aunque muy compleja, de poder que tiene por blanco principal la población, por forma mayor del saber la economía política y por instrumento técnico esencial los dispositivos de seguridad.
Segundo, por “gubernamentalidad” entiendo la tendencia, la línea de fuerza que, en todo Occidente, no dejo de conducir, y desde hace mucho, hacia la preeminencia del tipo de poder que podemos llamar “gobierno” sobre todos los demás: soberanía, disciplina, y que indujo, por un lado, el desarrollo de toda una serie de saberes.
Por último, creo que habría que entender la “gubernamentalidad” como el proceso o, mejor, el resultado del proceso en virtud del cual el Estado de justicia de la Edad Media, convertido en Estado administrativo durante los siglos XV y XVI, se “gubernamentalizó” poco a poco.

11) Explique por qué la genealogía (como método historiográfico) se escribe “por fuera” de las instituciones; b) de la función; c) de los objetos ¿Cuál es el motivo por el cual Foucault aborda el problema del gobierno y la gubernamentalidad?
La mención de las disciplinas, con referencia al ejército, los hospitales, las escuelas, las prisiones, obedecía, en el fondo, a la intención de llevar a cabo un triple desplazamiento: pasar, si se quiere, al exterior, y de tres maneras. En primer lugar, pasar al exterior de la institución, descentrarse con respecto a la problemática de esta, a lo que podríamos llamar “institucionalocentrismo”. Un método como este consiste en buscar detrás de la institución para tratar de encontrar, no solo detrás de ella sino en términos más globales, lo que podemos denominar una tecnología de poder. Por eso mismo, este análisis permite sustituir el análisis genético por filiación por un análisis genealógico que reconstituye toda una red de alianzas, comunicaciones, puntos de apoyo.
En segundo lugar, segundo desfase, segundo paso al exterior, con respecto a la función. Tomemos, por ejemplo, el caso de la prisión. Es posible, por supuesto, analizarla a partir de las funciones descontadas, las funciones que fueron definidas como las ideales de la prisión, la manera óptima de ejercerlas, y luego, a partir de allí, ver cuáles fueron las funciones realmente desempeñadas por aquella y establecer desde una perspectiva histórica un balance funcional de los más o menos, en todo caso, de las aspiraciones y los logros concretos. Pero al estudiarla por intermedio de las disciplinas, la cuestión pasaba por saltear, o mejor, pasar el exterior con respecto a ese punto de vista funcional y resituar la prisión en una economía global de poder. Y entonces, de resultas, se advierte que la historia real de la prisión no está, sin duda, gobernada por los éxitos y los fracasos de su funcionalidad, sino que se inscribe, de hecho, en estrategias y tácticas que se apoyan incluso en sus propios déficits funcionales.
Por último, tercer descentramiento, tercer paso al exterior, el que se da con respecto al objeto. Tomar el punto de vista de las disciplinas significa negarse a aceptar un objeto prefabricado. Era negarse a medir las instituciones, las prácticas y los saberes con la vara y la norma de ese objeto dado de antemano. La tarea consistía en captar el movimiento por el cual se constituía, a través de esas tecnologías móviles, un campo de verdad con objetos de saber.
El punto de vista adoptado en todos esos estudios consistía en tratar de extraer las relaciones de poder de la institución, para analizarlas desde la perspectiva de las tecnologías, extraerlas también de la función para retomarlas en un análisis estratégico y liberarlas del privilegio del objeto para intentar resituarlas desde el punto de vista de la constitución de los campos, dominios y objetos del saber.
El objetivo fue así como para examinar las relaciones entre razón y la locura en el Occidente moderno se trató de interrogar los procedimientos generales de integración y segregación, situándose de ese modo detrás del asilo, el hospital, las terapéuticas, las clasificaciones, y así como en el caso de la prisión se intentó situarse detrás de las instituciones penitenciarias propiamente dichas, para procurar encontrar la economía general de poder.




12) ¿Cuáles son los sentidos (materiales y morales) del término gobierno antes que asuma su sentido político?
Durante los siglos XIV y XV la palabra “gobernar” abarca en realidad una masa considerable de significaciones diversas. En primer lugar, encontramos el sentido puramente material, físico, espacial de dirigir, hacer avanzar e incluso de avanzar uno mismo por un camino, una ruta. “Gobernar” es seguir o hacer seguir una tarea. La palabra tiene también el sentido material, pero mucho más amplio, de alimentar proporcionando vituallas. “Gobernar” tiene también el sentido vecino, pero un poco diferente, de subsistir con algo.
Veamos ahora las significaciones de orden moral. “Gobernar” puede significar “conducir a alguien”, sea en el sentido propiamente espiritual del gobierno de las almas, sea de una manera levemente desviada con respecto a la primera, cuando quiere decir “imponer un régimen”.
“Gobernar” o “gobierno” pueden referirse entonces a la conducta en el sentido propiamente moral del término: una muchacha que ha sido de “mal gobierno”, es decir, de mala conducta. “Gobernar” puede aludir, además, a una relación entre individuos capaz de adoptar varias formas, entre ellas la de mando y dominio: dirigir a alguien, tratarlo. O bien tener una relación con alguien, una relación verbal: “gobernar a alguien” puede querer decir “hablar con él”, “entretenerlo”, en el sentido de mantener una conversación. La palabra también puede referirse a un comercio sexual.

13) Sintetice los sentidos no políticos del término gobierno y la conclusión que Foucault extrae de ellos.
La palabra “gobernar”, antes de adoptar su significación propiamente política a partir del siglo XVI, abarca un dominio semántico muy amplio que se refiere al desplazamiento en el espacio, al movimiento, que se refiere a la subsistencia material, la alimentación, que se refiere a los cuidados que pueden proporcionarse a un individuo y la salvación que se le puede asegurar, que se refiere asimismo al ejercicio de un mando, de una actividad prescriptiva, a la vez incesante, afanosa, activa y siempre benévola. Alude al dominio que se puede ejercer sobre uno mismo y los otros y sobre el cuerpo, pero también sobre el alma y la manera de obrar. Y por último, remite a un comercio, a un proceso circular o un proceso de intercambio que pasa de un individuo a otro.
A través de todos estos sentidos hay algo que se deja ver con claridad: nunca de gobierna a un Estado, nunca se gobierna un territorio, nunca se gobierna una estructura política. Los gobernados son gente, hombres, individuos, colectividades. Cuando se habla de la ciudad que se gobierna, y que se gobierna sobre la basa de la pañería, se da a entender que la gente obtiene su sustento, su alimentación, sus recursos y su riqueza de la industria de los paños. No es entonces la ciudad como estructura política, sino la gente, individuos o colectividad. Aquellos a quienes se gobierna son los hombres.

14) Ejemplifique la diferencia entre la idea griega de poder y la noción moderna de gobierno a través de la antigua metáfora del timonel.
La idea de que a los hombres se los gobierna no es por cierto una idea griega y tampoco una idea romana. Es innegable que, por lo menos en la literatura griega, encontramos con bastante regularidad la metáfora del gobernalle, el timonel, el piloto, quien lleva el timón de la nave, para designar la actividad de la persona situada a la cabeza de la ciudad y que tiene una serie de cargas y responsabilidades con respecto a ella. Pero en toda esta serie de metáforas en las que el rey se asimila a un timonel y la ciudad a un navío, debe señalarse que lo gobernado, lo que la metáfora designa como objeto del gobierno, es la ciudad misma, que es como una nave entre los escollos o en medio de las tempestades, una nave obligada a bordear para eludir a los piratas, los enemigos; un navío que es preciso llevar a buen puerto. El objeto del gobierno, el elemento preciso sobre el cual recae el acto de gobernar, no son los individuos. El capitán o el piloto de la embarcación no gobiernan a los marineros, gobiernan la nave. Del mismo modo, el rey gobierna la ciudad, pero no a los hombres de la ciudad. Esta, en su realidad sustancial, en su unidad y con su supervivencia posible o su desaparición eventual, es el objeto, el blanco del gobierno. Los hombres solo son gobernados de manera indirecta, en cuanto también ellos están embarcados en la nave. Y son gobernados en virtud, por intermedio de su situación de embarcados en ella. Pero quien está a la cabeza de la ciudad no los gobierna directamente.

15) ¿Cuáles son los tres rasgos que definen el poder pastoral? Detalle a) respecto del primero, la diferencia entre el Dios hebreo y los dioses griegos; b) respecto del segundo, las exigencias que impone al pastor; c) respecto del tercero, la doble paradoja del sacrificio. ¿Por qué el poder pastoral, a diferencia del poder soberano, es individualizador? Explique el sintagma omnes et singulatim
a) El poder del pastor es un poder que no se ejerce sobre un territorio; por definición, se ejerce sobre un rebaño y, más exactamente, sobre el rebaño en desplazamiento, el movimiento que lo hace ir de un punto a otro. El poder del pastor se ejerce esencialmente sobre una multiplicidad en movimiento. El dios griego es un dios territorial, un dios intramuros, y tiene un lugar privilegiado, sea su ciudad o su templo. El dios hebreo, por el contrario, es desde luego el Dios que camina, el Dios que se desplaza, el Dios que vagabundea. La presencia de ese Dios hebreo nunca es más intensa, más visible que cuando su pueblo, justamente, se desplaza y cuando en esa marcha, ese desplazamiento, ese movimiento que lo lleva a abandonar la ciudad, los prados y las pasturas, él se pone a la cabeza y muestra la dirección que es preciso seguir. El dios griego se presenta, antes bien, sobre las murallas para defender a su ciudad. El dios hebreo aparece precisamente cuando se abandona la ciudad, a la salida de las murallas, y se comienza a seguir el camino a través de las praderas.
b) En segundo lugar, el poder pastoral es en lo fundamental un poder benévolo. No tiene otra razón de ser que hacer el bien, y para hacerlo. En efecto, lo esencial del objetivo, para el poder pastoral, es sin duda la salvación del rebaño. Ante todo, la salvación es esencialmente la subsistencia. La provisión de la subsistencia, el alimento asegurado, son las buenas pasturas. El pastor es quien alimenta y lo hace de mano en mano o, en todo caso, quien alimenta, por una parte, al conducir hasta las buenas praderas y, por otra, al asegurarse que los animales, efectivamente, coman y se alimenten como es debido. El poder pastoral es un poder de cuidados. Cuida el rebaño, cuida a los individuos del rebaño, vela por que las ovejas no sufran, va a buscar a las extraviadas, cura a las heridas. El poder del pastor se manifiesta, por lo tanto, en un deber, una misión de sustento, de manera que la forma adoptada por él no es ante todo la manifestación clamorosa de su poderío y su superioridad. El poder pastoral se manifiesta inicialmente por su celo, su dedicación, su aplicación indefinida. El pastor es el que vela. “Vela” en el sentido de vigilancia del mal que puede hacerse, pero sobre todo de las desventuras que pueden sobrevenir. El pastor velara por el rebaño y apartara el infortunio que pueda amenazar al más mínimo de sus animales. Velara por que las cosas sean lo mejor posible para cada uno de los integrantes del rebaño.
c) El último rasgo: la idea de que el poder pastoral es un poder individualizador. Es cierto que el pastor dirige todo el rebaño, pero solo puede hacerlo bien con la condición de que ni una sola de las ovejas se le escape. Hace todo por el conjunto del rebaño, pero también lo hace por cada uno de sus integrantes. Y entonces llegamos a la famosa paradoja del pastor que adopta dos formas. Por una parte, el pastor debe tener los ojos puestos sobre todos y sobre cada uno, omnes et singulatim, que va a ser precisamente el gran problema de las técnicas de poder en el pastorado cristiano y de las técnicas de poder modernas, tal como se disponen en las tecnologías de la población. Y por otra, de una manera aún más intensa en el problema del sacrificio del pastor por su rebaño, sacrificio de sí mismo por la totalidad de su rebaño, sacrificio de la totalidad del rebaño por cada una de las ovejas. El pastor debe a todo al rebaño, a punto tal de aceptar sacrificarse por su salvación.




EL GOBIERNO DEL ALMA (ROSE)

1) ¿A qué se refiere Nikolas Rose cuando señala que el “yo contemporáneo” es un elemento sometido al gobierno y al poder?
Nuestras personalidades, subjetividades y “relaciones” no son cuestiones privadas, si por ello entendemos que no son objetos del poder. Por el contrario, están intensamente gobernadas. Quizás siempre lo estuvieron. Las convenciones sociales, el escrutinio de la comunidad, las formas legales, las obligaciones familiares y los mandatos religiosos han ejercido un intenso poder sobre el alma humana en tiempos pasados y en distintas culturas. La conducta, el habla y la emoción han sido examinados y evaluados a partir de los estados internos que ellos manifiestan, y se ha intentado alterar lo visible de la persona actuando sobre su mundo interior invisible. Los pensamientos, sentimientos y acciones pueden parecer el tejido mismo que constituye el yo íntimo, pero están socialmente organizados y administrados hasta en sus más pequeños detalles.
Sin embargo, la gestión del yo contemporáneo se distingue, al menos, en tres cuestiones. Primero, las capacidades personales y subjetivas de los ciudadanos han sido incorporadas al ámbito y las aspiraciones de los poderes públicos. En segundo lugar, la administración de la subjetividad se ha convertido en una tarea central para la organización moderna. En tercer lugar, hemos presenciado el nacimiento de una nueva forma de saber experto, un saber experto sobre la subjetividad.

2) Al momento en que Rose muestra que el yo y la subjetividad no son algo meramente íntimo, sino que se encuentran constantemente bajo la órbita del gobierno, dice que “La vida de las organizaciones (...) ha asumido una tendencia psicológica”. Explique el sentido de esa frase
Las organizaciones han venido a llenar el espacio entre la vida “privada” de los ciudadanos y las preocupaciones “publicas” de los gobernantes. Oficinas, fábricas, aerolíneas, colegios, hospitales, prisiones, ejércitos y escuelas, todas implican una administración calculada de las fuerzas y poderes humanos para alcanzar los objetivos de la institución. Muchos ingredientes claramente se incluyen en la gestión de la vida de las organizaciones. Pero en menor o mayor extensión, jefes, comandantes militares, educadores y otros ahora están obligados a ocuparse de la subjetividad del empleado, del soldado o del alumno para alcanzar sus objetivos. Cuando el ejército, por ejemplo, busca minimizar la indisciplina y el derrumbe en las tropas y aumentar la eficacia en el combate, por la vía de la ubicación racional de los individuos en las actividades en función del conocimiento de su inteligencia, personalidad o aptitudes, la subjetividad humana se ha convertido en un elemento clave para el poder militar. Es cuando los industriales buscan incrementar su productividad y la armonía a través de la adaptación de las prácticas de trabajo, a la luz de las consideraciones sobre la dinámica de grupo, que la intersubjetividad se ha vuelto central para la autoridad gerencial. La vida de las organizaciones, puede decirse, ha asumido una tendencia psicológica.

3) Según la perspectiva de Rose, la relación entre subjetividad y poder no está caracterizada por el problema de la represión, sino, por ejemplo, por el modo en que ciertos saberes actúan en la “estimulación de la subjetividad”. Explique el sentido de esa afirmación oponiéndola al paradigma de la “socio-crítica”
La socio-crítica implica que este conocimiento de la vida subjetiva es, en un sentido significativo, falso o deficiente; incluso, afirma que quizás es debido a su falsedad que puede tener un rol en los sistemas de dominación. El conocimiento, en otras palabras, es evaluado en términos epistemológicos. La socio-crítica implica que las ciencias psicológicas y sus practicantes son socialmente efectivos en tanto participan en la dominación de la subjetividad de los individuos. La subjetividad aquí aparece como un dato esencial; las sociedades deberán ser evaluadas según el grado en que se la reprime o se la respeta. Me gustaría formular la pregunta inversa: ¿Cómo es que la subjetividad misma se ha transformado, en sus diferentes apariencias y concepciones, a la medida de los sistemas políticos y las relaciones de poder? Las relaciones entre poder y subjetividad, desde esta perspectiva, no están confinadas a las de constricción o represión de la libertad del individuo. De hecho, las características distintivas del conocimiento y del saber experto modernos sobre la psiquis tienen que ver con su rol en la estimulación de la subjetividad, promoviendo la auto-inspección y la conciencia de uno mismo, formando deseos, buscando maximizar las capacidades intelectuales. Todo esto resulta fundamental para la producción de individuos “libres para elegir”, cuyas vidas se vuelven valiosas en la medida en que están imbuidas de sentimientos subjetivos de un placer significativo.

4) ¿Por qué Rose prefiere hablar en términos de “gobierno” y no de “Estado” a la hora de abordar la relación entre subjetividad y poder? ¿De qué manera explica la oposición que esboza Foucault entre “la estatización de la sociedad” y la “gubernamentalización del Estado”?
En lugar de hablar en términos de Estado, prefiero hablar en términos de “gobierno”. El gobierno, en el sentido en el que uso este término, no se refiere a las acciones de un sujeto político calculador, ni a las operaciones de los mecanismos burocráticos y la gestión del personal. Describe, más bien, una forma del intento de alcanzar fines sociales y políticos actuando de forma calculada sobre las fuerzas, actividades y relaciones de los individuos que constituyen una población.
La gubernamentalidad, como Michel Foucault la denominó, se ha convertido en el suelo común de todas las formas de racionalidad política modernas, ya que interpreta las tareas de los gobernantes en términos de una supervisión calculada y una maximización de las fuerzas de la sociedad. La gubernamentalidad es el “conjunto constituido por las instituciones, los procedimientos, análisis y reflexiones, los cálculos y las tácticas que permiten ejercer esta forma tan específica y compleja de poder, que tiene como meta principal la población”. Más que el Estado extendiendo su dominio en la sociedad a través de la extensión de su aparato de control, necesitamos pensar en términos de la “gubernamentalización del Estado” – una transformación de las racionalidades y las tecnologías para el ejercicio de la dominación política.

5) Rose afirma que “el nacimiento y la historia de los conocimientos de la subjetividad e intersubjetividad están ligados intrínsecamente con los programas que descubrieron que para gobernar sujetos necesitaban conocerlos”. Relacione esta cita con lo que dice Foucault sobre el “desbloqueo” de las artes de gobernar y el surgimiento de la estadística.
Con la entrada de la población en el pensamiento político, el gobierno toma como sus objetos fenómenos como el número se sujetos, sus edades, su longevidad, sus enfermedades y tipos de muerte, sus hábitos y vicios, sus tasas de reproducción. Las acciones y los cálculos de las autoridades están dirigidas a nuevas tareas: cómo maximizar las fuerzas de la población y de cada uno de sus individuos, como minimizar sus problemas, como organizarlos de la forma más eficiente. El nacimiento y la historia de los conocimientos de la subjetividad e intersubjetividad están ligados intrínsecamente con los programas que descubrieron que para gobernar sujetos necesitaban conocerlos.

6) Para Rose, las preguntas que planteó la gubernamentalidad “marcaron el territorio en el que vendrían a jugar un rol clave las ciencias psicológicas”. ¿Qué elementos aportaron estas ciencias al gobierno para hacer posible “una gestión experta de las profundidades del alma humana”?
Las preguntas que plantea la gubernamentalidad marcaron el territorio en el que vendrían a jugar un rol clave las ciencias psicológicas, con sus sistemas conceptuales, innovaciones técnicas, modos de explicación y formas de las prácticas del experto.
Dos aspectos del gobierno son particularmente significativos para entender el rol que estas ciencias han jugado en la vinculación de la vida subjetiva e intersubjetiva con los sistemas de poder político. El primero es que el gobierno depende del conocimiento. Por un lado, para gobernar una población es necesario aislar un sector de la realidad e identificar ciertas características y procesos propios, para hacerlos notorios, decibles, pasibles de escritura, para dar cuenta de ellas según ciertos esquemas explicativos. El gobierno, entonces, depende de la producción, circulación, organización y autorización de verdades que encarnan lo que lo que debe ser gobernado, que lo hacen pensable, calculable y practicable. Por otro lado, gobernar una población requiere un tipo distinto de conocimiento. Para hacer ciertos cálculos sobre una población es necesario resaltar algunas de sus características como material en bruto de cálculo, y se requiere información sobre ella. El conocimiento adquiere aquí una forma física; se requiere la transcripción de ciertos fenómenos en un material sobre el cual pueda trabajar el cálculo político. El cálculo, en otras palabras, depende de procesos de “inscripción” que traducen el mundo en registros materiales: reportes escritos, dibujos, mapas, cartas y, sobre todo, números.
La dependencia del gobierno respecto del conocimiento, en estos dos sentidos, nos permite apreciar el rol que la psicología, la psiquiatría y las demás ciencias “psi” desempeñaron dentro de los sistemas de poder en los cuales los sujetos humanos han estado inmersos. El sistema conceptual ideado dentro de las ciencias “humanas”, los lenguajes de análisis y explicación que fueron inventados, las formas de hablar sobre la conducta humana que constituyeron, proveyeron los medios gracias a los cuales la subjetividad y la intersubjetividad pudieron entrar en los cálculos de las autoridades. Los nuevos vocabularios provistos por las ciencias de la psiquis permiten la articulación de las aspiraciones de gobierno en términos de una gestión experta de las profundidades del alma humana.

7) Según Rose, “el gobierno contemporáneo opera a través de una infiltración delicada y minuciosa de las ambiciones de regulación en el interior mismo de nuestra existencia”. Dicho en otros términos, en las sociedades democráticas liberales, se busca que los sujetos se regulen a sí mismos, y no solamente por temor a poderes coercitivos. Desarrolle esa hipótesis, y explique qué función cumple la psicología, según el autor, en ese proceso
Los ciudadanos de la democracia liberal han de regularse a sí mismos; los mecanismos de gobierno los conciben como participantes activos en sus vidas. Ya no se piensa que el sujeto político esté motivado por el mero cálculo de los placeres y dolores. El individuo ya no es, en lo que concierne a las autoridades, el mero poseedor de capacidades físicas que deban ser organizadas y dominadas a través de la implantación de parámetros morales y hábitos de conducta. Sea en el hogar, en el ejército o en una fábrica, los ciudadanos piensan activamente, desean, sienten y hacen, se relacionan con otros en términos de estas fuerzas psicológicas, y son afectados por las relaciones que otros tienen con ellos. Tal sujeto-ciudadano no debe ser dominado para satisfacer los intereses del poder, sino que debe ser educado e incitado a una especie de alianza entre los objetivos y ambiciones personales y los logros o actividades socialmente o institucionalmente valorados. Los ciudadanos modelan sus vidas a través de las elecciones que hacen sobre la vida familiar, el trabajo, el ocio, el estilo de vida, la personalidad y sus modos de expresión. El gobierno trabaja “a distancia” sobre estas elecciones, forjando una simetría entre los intentos de los individuos de hacer una vida provechosa para sí mismos, y los valores políticos de consumo, beneficio, eficiencia y orden social. Es decir que el gobierno contemporáneo opera a través de una infiltración delicada y minuciosa de las ambiciones de regulación en el interior mismo de nuestra existencia y de nuestra experiencia como sujetos.

¿Cuál era el propósito del “Proyecto Columbia”, basado en el estudio de veinte millones de personas durante la posguerra? ¿Cuáles fueron sus conclusiones en términos de “política organizacional?
Alrededor de veinte millones de hombres fueron examinados en cuanto a su idoneidad para el servicio militar, de los que catorce millones fueron enlistados, y hubo registros no sólo de los resultados de sus evaluaciones, sino también detalles de su desempeño en la vida militar y algunas indicaciones sobre cómo se desempeñaban en la vida civil antes del enrolamiento y luego del rechazo. El proyecto Columbia se proponía hacer un análisis de estos registros del personal de guerra como una base para la planificación hacia el futuro, no sólo de las fuerzas armadas, sino de la nación en su conjunto. El proyecto, dirigido por el profesor Eli Ginzberg, publicó estudios basados en estos análisis. Sus conclusiones fueron que las fuerzas armadas pagaron un alto precio por su falta de conocimiento de las características del conjunto del potencial humano, de sus futuros requerimientos, del potencial de los reclutas, y de la capacidad de aquellos que muestran deficiencias para llevar a cabo adecuadamente ciertas tareas particulares o mediante una asistencia especifica. En particular, la selección era inadecuada si no estaba acompañada de un entrenamiento y una asignación apropiada para adecuar al individuo a la organización, de forma tal que pueda actuar eficientemente. Esto había sido insuficientemente reconocido. El resultado había sido para el ejército la pérdida de dos millones y medio de hombres, el equivalente de cincuenta divisiones. La lección era clara: una política organizacional podía mejorar el desempeño de las grandes organizaciones en la medida en que tomara en cuenta la personalidad y la motivación. El uso pleno de los recursos de la nación requería, entonces, de parte del gobierno, de una política de recursos humanos concebida y organizada en términos psicológicos.

Según los estudios de Shils y Dicks, realizados después de la Segunda Guerra Mundial, ¿cuál era el valor del grupo primario para los soldados? ¿Qué consecuencias tuvo este descubrimiento para la psicología social?
Con el descubrimiento del grupo primario como el elemento clave en las relaciones entre el individuo y la organización, los científicos sociales norteamericanos, en la guerra, reforzaron las tesis que los psicólogos industriales norteamericanos habían elaborado en la década del 30: la gestión en el ejército, como en la fábrica, se lograba actuando sobre los lazos del grupo primario y alineando a los individuos por medio de este mecanismo con los objetivos de la organización. La psicología social podía convertirse en una ciencia de la administración.

¿Cómo se diferenció el uso de situaciones reales para la evaluación de capacidades, en Gran Bretaña, de los métodos utilizados en EEUU? Desarrolle el ejemplo de la técnica del “grupo sin líder” de Bion. En la exportación de estas técnicas a EEUU, ¿qué se detectó como “crucial” para el “espíritu de una unidad de combate”?
Mientras los EE.UU. proveían las técnicas para la estandarización de la personalidad, Gran Bretaña innovó en el uso de situaciones reales para la evaluación de la capacidad –la observación de los candidatos mientras hacían las variadas tareas asignadas–. La racionalidad psicológica de este proceder se apoyó en parte en la influencia de los enfoques de la teoría del campo de los psicólogos sociales norteamericanos, en particular Lewin y Moreno. Parecía ser que las características que todos los oficiales exitosos poseían no eran cualidades constantes del individuo, y que éstas no eran independientes del contexto. El liderazgo no era una cualidad inherente al individuo, que podía ser demostrada tanto por los tests como por la vida real. La personalidad estaba organizada como un todo, un sistema de tensiones o necesidades que interactuaban dinámicamente entre las demandas variables de las diferentes situaciones. La “cualidad de oficial” debía, por ende, ser analizada y evaluada en términos de los principales roles que los futuros oficiales estarían llamados a ocupar: el más crucial era el liderazgo en pequeños grupos, la capacidad de darle una dirección al grupo y de mantener su cohesión y su solidaridad contra las fuerzas disruptivas internas y externas. Esta forma de razonar llevó a Wilfred Bion a inventar su famoso test del “grupo sin líder”. El propio relato de Bion merece ser citado en extenso: “La esencia de la técnica que fue desarrollada, que se ha convertido en la base de las técnicas de selección en muchos campos, fue proveer un marco de trabajo en el que los oficiales seleccionadores, incluyendo a los psiquiatras, podían observar la capacidad de un hombre para mantener relaciones personales en una situación de presión que lo tentaba a relegar los intereses de sus compañeros para defender los suyos propios. La situación tenía que ser tomada de la vida real. La situación de presión y la tentación de dar rienda suelta a sus ambiciones ya estaba ahí (...) El problema era capitalizar el campo emocional existente en función de probar la calidad de las relaciones del hombre con sus compañeros (...) La tarea efectiva del test permanecía bajo un manto de invisibilidad para los oficiales evaluadores que estaban presentes (...) No era un test artificial, sino una situación de la vida real que debía ser observada – esto es, la forma en la cual las capacidades de un hombre para las relaciones personales se sostiene bajo la presión del miedo al fracaso o de los deseos de éxito personal, tanto propias como de los otros”.
En la exportación de estas técnicas a EEUU lo que era crucial eran los lazos psicológicos y las relaciones entre sus miembros; la solidaridad del grupo. No se trataba de la disciplina externa, de obedecer órdenes y seguir reglas. Se trataba de la disciplina interna, del orgullo de cada individuo respecto de su grupo, de su sentimiento de valía y pertenencia, y del valor y el significado de sus propias contribuciones a la vida del grupo. La eficiencia del conjunto fue interpretada en términos de las relaciones psicológicas de sus miembros

¿Por qué razón Rose afirma que la “invención del grupo” fue la “lección psicológica y psiquiátrica más consistente de la experiencia de la guerra? Desarrolle
El concepto de grupo se transformaría en el principio organizador del pensamiento psicológico y psiquiátrico con respecto a la conducta individual. Desde los años de la guerra en adelante, la vida social e institucional fue concebida cada vez más como un conjunto de relaciones emocionales intersubjetivas, el interjuego entre solidaridades sociales y dinámicas individuales de personalidad. Lo que estaba en cuestión no eran los rasgos estáticos del carácter, sino las formas en las que los individuos resolvían los conflictos personales en el contexto de las decisiones, las direcciones y la cohesión del grupo. La invención del “grupo”, la concepción de las relaciones “sociales” o “humanas” como determinantes clave de la conducta fue la lección psicológica y psiquiátrica más consistente de la experiencia de la guerra.

¿Cuál habría sido, según Rose, la experiencia que marcó el nacimiento de la psicoterapia de grupo, en 1942? ¿En qué presupuestos sobre la patología y sobre la cura se basaba dicha experiencia?
En 1942, Pat Wood, un cardiólogo, y Maxwell Jones, un psiquiatra, se convirtieron en directores conjuntos de una unidad de cien camas para el tratamiento del “síndrome de esfuerzo”. La unidad de neurosis Mill Hill fue uno de los dos establecimientos para el tratamiento de las neurosis de guerra organizado por el Ministerio de Salud con personal proveniente del hospital Maudsley. Mientras las otras unidades utilizaban tratamientos de corto plazo como la insulina modificada, la abreacción mediante el uso de éter, la narcosis continua y el narco-análisis, en Mill Hill se ponía énfasis en la aplicación de concepciones psicológicas y sociológicas de tratamiento. Los investigadores concluyeron, luego de un examen cardiológico detallado, que el síndrome de esfuerzo – falta de aliento, palpitaciones, dolor en el lado izquierdo del pecho, vértigo postural, ocasionales ataques de desmayo y fatiga - no estaba relacionado con una enfermedad cardiaca. Por el contrario, fue considerada como una dolencia psicosomática. Se desarrolló todo un trabajo de discusión, que involucraba a los enfermeros, para explicar a los pacientes los mecanismos fisiológicos que producían sus síntomas, en la búsqueda de aliviar la ansiedad que exacerbaba el problema y de cambiar las actitudes de los pacientes hacia sus síntomas. Estos grupos de discusión pronto se expandieron y comenzaron a tratar temas surgidos de la vida en el pabellón y en cualquier otro lugar; tomaron la forma de discusiones grupales y, frecuentemente, se hicieron dramatizaciones de los problemas. Había nacido la psicoterapia de grupo. Estas nociones de la patología como un fenómeno grupal y la cura como un asunto de rehabilitación de individuos asocializados fueron luego desarrolladas en las unidades que se establecieron para los prisioneros de guerra que regresaban.

UNIDAD V

BREVE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA EN LA ARGENTINA (DAGFAL)

1) ¿Qué problemas plantea la elaboración de una “breve historia de la psicología en la Argentina”? ¿Qué es una periodización? ¿Para qué sirve?
Pretender elaborar una “breve historia de la psicología en la Argentina” plantea al menos dos grandes problemas. En primer lugar, la brevedad es un obstáculo para la profundidad del análisis (que, en un espacio tan reducido, deberá ser muy esquemático, dejando de lado matices y precisiones importantes). En segundo lugar, hablar de “una historia” (y no de varias) presupone una unidad que no es tal, sobre todo si se consideran las cuestiones metodológicas que ya se han abordado en la primera unidad respecto de la “historia crítica”. En ese sentido, entonces, el relato que sigue no tiene pretensiones totalizadoras, sino que tan solo se ofrece como una versión entre muchas posibles.
Con el fin de acotar el objeto de análisis, se propone una periodización de la “historia psi” en la Argentina (es decir, una segmentación temporal del período abordado), que como toda periodización es tan arbitraria como necesaria.
Las periodizaciones son útiles para ordenar el tiempo histórico, a la vez que, por su carácter necesariamente esquemático, al poner el énfasis en los puntos de ruptura, son susceptibles de ocultar ciertas continuidades, quizás menos notorias, entre las diversas etapas.

2) ¿Qué periodización de la historia de la psicología en la Argentina puede establecerse si se privilegia la historia de la psicología como profesión? Desarrolle
Si se privilegiara la historia de la psicología como profesión, cabría destacar dos grandes subperíodos. El primero sería un momento pre-profesional, que comenzaría con el siglo XX (o incluso a fines del siglo XIX, con la creación de las primeras cátedras universitarias de psicología) y se extendería hasta fines de los años ’50 (con la creación de las primeras carreras de psicología). Se trataría de una “psicología sin psicólogos”, entendida sobre todo como disciplina de conocimiento, que se enseñaba en el marco de otras especialidades, que ya implicaba publicaciones y congresos, pero que aún no contaba con un profesional específico que se autorizara en ella.
El segundo subperíodo, que se inicia a mediados del siglo XX y llega hasta la actualidad, se caracterizaría por la emergencia del psicólogo como nuevo profesional. Esto pone de relieve varios problemas, como el de su formación universitaria, sus competencias específicas, sus preferencias teóricas, sus modelos de práctica, su relación con otros especialistas (como el psiquiatra o el psicoanalista), su habilitación por parte del Estado, su reconocimiento social, su organización gremial, su identidad profesional, etc. No obstante, esta división de la historia en dos tiempos no implica que antes de la profesionalización no haya habido prácticas psicológicas. De hecho, ya a fines del siglo XIX, en nuestro país, la psicología había servido, por un lado, para interpretar la realidad social y política, y, por el otro, como un saber aplicado, que pretendía resolver problemas de orden público. Del mismo modo, después de la creación de las carreras, además de convertirse en profesión, la psicología tampoco dejó de existir como disciplina de conocimiento.

3) ¿Qué periodización establece el autor a partir de una “suma de criterios” (epistemológicos, disciplinares, sociales, políticos y culturales)? ¿Qué subperíodos identifica?
La periodización que proponemos aquí, igualmente imperfecta, se basa en una suma de criterios (epistemológicos, disciplinares, sociales, políticos y culturales), privilegiando el tipo de psicología producido en cada momento histórico. Dicho de otro modo, se tratará de dar cuenta, en cada etapa, de cuáles fueron los objetos de la psicología y cómo se definieron, dando por sentado que esos objetos estaban en relación con problemáticas más generales y con formas de ver el mundo (cosmovisiones) propias de cada época. Así, entre 1896 y 1976, identificamos cinco grandes subperíodos, a saber:
1. El nacimiento de la psicología en la Argentina: positivismo y nación (1896-1925)
2. La reacción antipositivista: psicología y filosofía (1925-1943)
3. Las psicologías aplicadas: psicotecnia y orientación profesional (1943-1955)
4. La “invención” del psicólogo: psicología y psicoanálisis (1955-1966)
5. El psicólogo como psicoanalista. La recepción del lacanismo (1966-1976)

4) ¿Cómo pueden articularse los diferentes segmentos que se incluyen en esta “breve historia” con los contenidos del resto del programa de la asignatura? Responda haciendo referencia al menos a dos unidades.
Los diferentes segmentos que se incluyen en esta “breve historia”, a su vez, pueden articularse con los contenidos del resto del programa de la asignatura. Por ejemplo, en el pasaje del primer al segundo subperíodo puede reencontrarse en Argentina, más tardíamente, el mismo pasaje entre ciencia natural y disciplina del sentido que Foucault sitúa en Europa entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX (Foucault, 1957). En efecto, según veremos, en nuestro país, ese cambio de referencias (entre una psicología guiada por una cosmovisión positivista y una disciplina que más bien recusaba los fundamentos de ese modelo de ciencia para privilegiar otro tipo de métodos) recién se produjo dos o tres décadas más tarde. Otro ejemplo sería el cuarto subperíodo, en el que la obra de José Bleger muestra el impacto simultáneo de autores como Politzer y Sartre (unidad 2) y del movimiento de la salud mental (unidad 3).

5) ¿Por qué la noción de recepción parece fundamental para pensar una historia de la psicología en la Argentina? Dé un ejemplo de recepción en nuestro país.
En principio, no es lo mismo la historia que parte del “descubrimiento” o de la “fundación” (sea de la psicología experimental, del psicoanálisis o de la psicología genética) que la que debe hacerse cargo de las lecturas, las traducciones o los desplazamientos. Este es el nudo de la historia de la recepción, en la que el acento se desplaza de los grandes autores y los textos fundadores a la historia las lecturas más eficaces, los contextos de apropiación, las funciones de mediación e implantación de una disciplina. Por otra parte, esto es no sólo relevante sino indispensable en una tradición cultural y de pensamiento como la argentina, dominada por la inmigración y la recepción de ideas, lenguajes y costumbres.
Por ejemplo, la recepción argentina de la teoría general de la conducta de Daniel Lagache incorporó una dimensión que no existía en absoluto en la obra de ese autor, que postulaba la unidad de la psicología en torno de un único objeto. En nuestras tierras, en los años ’60, esa concepción del psiquiatra y psicoanalista francés debió articularse a su vez con una concepción inglesa del inconsciente, derivada de las ideas de Melanie Klein. Al mismo tiempo, se dejaban de lado las referencias a Anna Freud (la gran rival de Melanie Klein), de quien Lagache era amigo y admirador, pero que en el Río de la Plata no tenía tantos adeptos.

6) ¿En qué sentido “positivismo” y “Nación” constituyen términos privilegiados para pensar los primeros desarrollos de la psicología en la Argentina? Desarrolle.
El nacimiento de la psicología en nuestro país puede situarse a fines del siglo XIX, en un contexto estrechamente ligado al proyecto de la generación del ’80 y a la fundación de la Argentina como estado moderno y nación unificada. En ese marco, dos rasgos distinguen a esta primera psicología vernácula: su definición como ciencia natural, a partir de una cosmovisión positivista, y su filiación privilegiada con el pensamiento francés. El positivismo implicaba una forma de ver el mundo que se apoyaba en una fe casi ilimitada en el progreso y en una confianza extendida en los métodos de las ciencias naturales (particularmente la observación y la experimentación).
Por otra parte, el positivismo no solo implicaba una forma de ver el mundo, sino también una decidida voluntad de transformarlo a partir de una concepción secular (es decir, no religiosa) de los problemas sociales e institucionales. Por esa vía, configuraba todo un programa de acción que involucraba al Estado y a sus políticas. En ese contexto, las diversas psicologías desarrolladas en esa época debieron hacerse cargo de problemas muy concretos, ligados a una circunstancia histórica particular, tales como la locura y las neurosis (psicopatología), la “cruzada civilizatoria” (psicología educacional), el delito (psicología criminológica), las masas (psicología social), la creación de una identidad nacional en los inmigrantes (psicología política), etc.

7) ¿Cuáles son los rasgos más importantes del subperíodo “La reacción antipositivista: psicología y filosofía (1925-1943)”?
Luego del período positivista, caracterizado por un naturalismo muy marcado, tuvo lugar en Argentina una “reacción antipositivista”, que se ocupó de señalar en qué medida el hombre no podía ser reducido a su dimensión natural. Varios factores preanunciaban este cambio en el clima de ideas. Por un lado, las tres visitas del renombrado filósofo español José Ortega y Gasset (quien llegó por primera vez a la Argentina en 1916) sirvieron para difundir la obra de intelectuales que se situaban en las antípodas de los que habían primado en la etapa anterior. Así, a la par que anunciaba sin ambages la muerte del positivismo, Ortega promovía la lectura de autores como Franz Brentano, Wilhelm Dilthey, Edmund Husserl y Max Scheler, emparentados con el neokantismo y la fenomenología (Biagini, 1985). De un modo u otro, estos autores rehabilitaban el lugar de la conciencia y de la experiencia subjetiva como fundamento de una cientificidad diferente de aquella de las ciencias naturales. Donde antes se hablaba de observación y experimentación, ahora debía atenderse a la comprensión y a la interpretación, poniendo de relieve el problema del sentido.
El horror causado por los millones de muertes provocadas por la Primera Guerra Mundial también había contribuido a minar la fe en la ciencia y el progreso. Y en el plano local, la creación del Colegio Novecentista, en 1917, y la Reforma Universitaria de 1918 habían traído nuevos aires, renovando tanto el ideario en boga como la conformación de los planteles universitarios. En definitiva, la generación del Centenario, caracterizada por cierta recuperación del idealismo y el espiritualismo de la generación del ’37, había tomado la posta de la generación del ’80. Uno de los principales autores de referencia de esta nueva generación fue el filósofo francés Henri Bergson (premio Nobel de literatura en 1927), quien había asestado un duro golpe a los fundamentos de la psicología experimental. Bergson había argumentando que la medición y las matemáticas, pilares de los enfoques experimentales, sólo podían aplicarse a los fenómenos psíquicos en la medida en que se los despojara de su característica más esencial: la de ser cualidad y no cantidad.
Bergson fue un referente fundamental de algunas figuras destacadas que se ocuparon de la psicología en la Argentina en este período, como Alejandro Korn (psiquiatra, filósofo y político), Coriolano Alberini (profesor de filosofía) y Enrique Mouchet (psiquiatra graduado en filosofía). Alejandro Korn, después de graduarse como médico en 1882 (con una tesis sobre Locura y crimen) dirigió el hospital psiquiátrico de Melchor Romero durante casi dos décadas. Por otra parte, Alberini y Mouchet tuvieron a su cargo los dos cursos de psicología de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA durante cerca de dos décadas.
Cabe señalar que, luego de la “reacción antipositivista”, las psicologías llamadas científicas, de corte objetivista, nunca tuvieron en la Argentina el desarrollo que sí alcanzaron en el resto del mundo, donde imperan aún hoy en día. En nuestro país, por el contrario, siempre primaron las psicologías centradas en la subjetividad, probablemente en virtud de la fuerte influencia del pensamiento filosófico francés (Alberini, 1926), que también llega hasta la actualidad, y que ha funcionado como barrera a la implantación de otro tipo de concepciones más vinculadas a la tradición anglosajona.

8) ¿Cuáles son los rasgos más importantes del subperíodo “Las psicologías aplicadas: psicotecnia y orientación profesional (1943-1955)”?
Durante los años ’40, se produjo en la Argentina un proceso de industrialización que favoreció el éxodo de la población rural hacia las ciudades, que a su vez se sumó a la última ola de aluvión migratorio europeo. Se constituyó así una nueva clase obrera urbana que encontró en el peronismo una vía de acceso a la representación política. Del mismo modo en que, a fines del siglo XIX, la educación había sido un instrumento fundamental para la construcción de una nación liberal, promediando el siglo XX, sería indispensable para formar las nuevas generaciones en el espíritu de esa época, atravesada por ideales de justicia social. Con ese fin, la educación necesitaba incorporar la utilización de técnicas innovadoras, basadas particularmente en la psicología aplicada. Mientras se generalizaba la educación primaria y se duplicaba el número de estudiantes secundarios, la escuela se transformaba en una herramienta crucial para lograr una mejor distribución de las oportunidades sociales y para asegurar la continuidad de la adhesión popular. A diferencia de la universidad, que era un foco opositor, la escuela parecía ser mucho más permeable a las estrategias del poder central. Lo cual la hacía apta para la implementación de esas nuevas técnicas de intervención psicológica. Sin embargo, estos abordajes novedosos debían coexistir con elementos conservadores, ligados a valores espirituales, a la vida familiar y al respeto al líder (aspectos que los críticos del peronismo se han encargado de destacar). En todo caso, justo sería reconocer que en esa época la escuela también constituyó un instrumento de modernización social, particularmente por su articulación con el mundo del trabajo. Las industrias incipientes tenían necesidad de un nuevo tipo de mano de obra, mejor formada y más motivada. De tal modo, la elección de una profesión u ocupación ya no podía resultar de una decisión improvisada, sino que tenía que ser el fruto de un proceso tan científico como fuera posible.
En 1948, se creaba un Instituto de Orientación Profesional en la esfera de la Dirección General de Escuelas de la provincia de Buenos Aires. Frente a la doble incapacidad supuesta a los alumnos y a sus padres, el Estado asumía una función tutelar, ya no en virtud de principios religiosos o espirituales, sino con el fin de mejorar la productividad y evitar el derroche de recursos personales.
En ese marco, por primera vez en la Argentina los docentes de muchas escuelas se formaron para administrar –y administraron– a gran escala pruebas psicométricas y cuestionarios psicológicos. Y diversas formas de la psicología aplicada fueron utilizadas en las instituciones más variadas, desde el Ministerio de Defensa y la Marina hasta las universidades más periféricas, afines a los proyectos del gobierno. Al mismo tiempo, en las universidades más importantes, en las que muchos de los antiguos profesores reformistas habían sido reemplazados, la psicología seguía ligada a preocupaciones teóricas, a partir de posiciones filosóficas más tradicionales. Lo cierto es que esta difusión extendida de las prácticas psicológicas condujo a la organización del Primer Congreso Argentino de Psicología, realizado en 1954 en San Miguel de Tucumán. También se forjaron los acuerdos conducentes a la creación de la carrera de psicología, que sólo pudieron plasmarse en ese período en la creación de la primera carrera en la ciudad de Rosario, el 6 de abril de 1955. Sin embargo, el golpe de Estado del mes de septiembre hizo que esta carrera fuese cerrada, para reabrirse recién en 1956, bajo condiciones muy diferentes.

9) ¿Cuáles son los rasgos más importantes del subperíodo “La “invención” del psicólogo: psicología y psicoanálisis (1955-1966)”?
En esta franja temporal situada entre dos golpes de Estado, tuvo lugar una asombrosa renovación social y cultural, en el seno de la cual las universidades se democratizaron, incorporaron nuevos profesores y modernizaron sus planes de estudios. Así, en sólo dos años (entre 1957 y 1959), se crearon carreras de psicología en cinco universidades nacionales: Buenos Aires (1957), La Plata, Córdoba y San Luis (1958) y Tucumán (1959). Comenzó entonces en nuestro país la historia de la psicología como profesión, que vino a sumarse a la historia de la psicología como disciplina. Al mismo tiempo, el psicoanálisis (cuya primera asociación oficial había sido creada en 1942) dejaba de ser patrimonio exclusivo de algunos médicos vinculados con las élites porteñas, para insertarse en ámbitos diversos, desde los hospitales públicos hasta las carreras de psicología. A su vez, la psicología se nutría de ciertas formas del psicoanálisis, proyectándolo a la escena pública, más allá de los consultorios privados y de la asociación oficial. En esta época, figuras como Enrique Pichon-Rivière y su discípulo José Bleger alcanzaron su máxima popularidad, simbolizando este espíritu de convergencia teórica y disciplinar. Se trataba de psicoanalistas que se dedicaban también a la psicología, sin por ello dejar de ser psiquiatras.
Cabe destacar que, en estos años, se instauró en nuestro país la orientación clínica de la mayoría de los psicólogos, en general, y la predilección por el psicoanálisis, en particular. Lo curioso de este proceso de “clinicización psicoanalítica” es que, por un lado, se produjo en contra de la voluntad explícita de los profesores que habían participado en la creación de las carreras, a pesar de la férrea oposición de los psiquiatras. Por otro lado, el ejercicio de las psicoterapias por parte de los psicólogos no contaba con ningún sustento legal ya que, según la legislación vigente, constituía un caso de “ejercicio ilegal de la medicina”.
En ese proceso, generalmente se ha subestimado el rol desempeñado por algunos personajes como Enrique Butelman, Jaime Bernstein y Gino Germani. A partir de sus múltiples actividades como intelectuales, docentes y editores, jugaron un rol decisivo en la construcción de un público ampliado para la “nueva psicología”. Las múltiples actividades de esos tres actores fueron determinantes en la conformación de muchos de los rasgos que han caracterizado al psicólogo argentino a lo largo de sus cinco décadas de vida.
De manera muy sintética, podría afirmarse entonces que la identidad profesional de los psicólogos fue forjándose de manera proactiva, en relación con los modelos que les brindaban algunos psiquiatras reformistas, ciertos psicoanalistas y algunos profesores, que les reconocían competencias específicas para trabajar en el ámbito clínico, ya sea en grupo o de manera individual. No obstante, al mismo tiempo, esa identidad profesional se constituyó de manera reactiva, en rechazo de los roles subalternos propuestos por los fundadores de las carreras, los analistas más tradicionales y los psiquiatras asilares, quienes esperaban que el psicólogo se desempeñara como auxiliar del psiquiatra, como testista, como psicotécnico o como consejero.
En lo que respecta específicamente al ámbito de la UBA, los primeros psicólogos que se graduaron en la carrera de psicología terminaron fundando, en 1962, la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires.
Se iniciaba así una tradición según la cual los psicólogos argentinos iban a combinar actividades institucionales más o menos precarias, más o menos mal remuneradas, y una práctica privada cada vez más reconocida, que se mantenía al abrigo de la regulación estatal y de los vaivenes de la vida política del país.

10) ¿Cuáles son los rasgos más importantes del subperíodo “El psicólogo como psicoanalista. La recepción del lacanismo (1966-1976)”?
En esta nueva etapa, a partir de la segunda mitad de los años ’60, la recepción del estructuralismo francés planteó una disyunción excluyente entre psicoanálisis y psicología. En efecto, al apropiarse de las enseñanzas de Jacques Lacan, muchos psicólogos, además de utilizar el psicoanálisis como referencia teórica privilegiada, lo adoptaron también como matriz identitaria.
Para ilustrar este pasaje (entre una “psicología analítica” de filiación existencial y un estructuralismo francés que pretendía reemplazar la psicología por el psicoanálisis) hemos elegido centrarnos en la figura del joven Oscar Masotta, un filósofo autodidacta que, promediando los años ’60, encarnaba mejor que nadie las oposiciones y articulaciones entre “conciencia y estructura”, marxismo y psicoanálisis. En ese momento de cambios y vacilaciones, Masotta comenzaba a interesarse en Lacan y el estructuralismo, sin renunciar del todo, aún, al existencialismo de Sartre y Merleau-Ponty. A fines de los ’60, se convertiría en uno de los referentes de los numerosos psicólogos que iban a poblar sus grupos de estudio. Para ese entonces, Masotta ya habría hecho su elección, convirtiéndose en lacaniano.
Se configuraba así un nuevo rol profesional que, en gran medida, sigue vigente hoy en día: el del psicólogo-psicoanalista de filiación lacaniana.
Al mismo tiempo, en este período de radicalización política, los discursos sobre la “subversión del sujeto”, propios de los lacanianos, se mezclaban con los discursos sobre la revolución social, sin que las fronteras entre unos y otros fuera del todo claras. En ese marco, en el que el monopolio de la Asociación Psicoanalítica Argentina había sido fuertemente cuestionado por los centenares de psicólogos que ejercían el “análisis profano”, a fines de 1971 se produjeron las primeras grandes escisiones, con el desprendimiento de los grupos “Plataforma” y “Documento”, que implicaron para la institución la pérdida de casi un tercio de sus analistas didactas, además de muchos de sus miembros adherentes y candidatos. Los analistas renunciantes cuestionaban la organización jerárquica y la supuesta neutralidad de la APA respecto de una escena social cada vez más conflictiva.
Paralelamente, el lacanismo adoptaba nuevas formas organizativas, de tal suerte que, en 1974, se creó la Escuela Freudiana de Buenos Aires, la primera institución lacaniana en el Río de la Plata. Y es difícil saber qué hubiera sucedido con este circuito alternativo a la universidad en el que comenzaban a involucrarse los psicólogos, ya que, en 1976, el golpe de estado interrumpió violentamente este proceso.

11) ¿Cómo cambia la relación entre psicología y psicoanálisis con la irrupción del lacanismo? Utilice las nociones de “alianza” y “disyunción excluyente”.
Podría decirse que la etapa anterior, marcada por el auge de proyectos como los de Pichon-Rivière y Bleger, implicó una alianza entre psicología y psicoanálisis, en el marco de una síntesis más amplia. Así, a partir de una matriz filosófica laxamente ligada a la fenomenología existencial (básicamente Sartre y Merleau-Ponty), los discursos de la salud mental (que incluían el pensamiento social norteamericano y su impacto en la psiquiatría de posguerra) convivían con el psicoanálisis inglés (Melanie Klein) y con una forma de entender el objeto de la psicología marcada por la tradición francesa (sobre todo Daniel Lagache, pero también Georges Politzer). En esta nueva etapa, no obstante, a partir de la segunda mitad de los años ’60, la recepción del estructuralismo francés planteó una disyunción excluyente entre psicoanálisis y psicología. En efecto, al apropiarse de las enseñanzas de Jacques Lacan, muchos psicólogos, además de utilizar el psicoanálisis como referencia teórica privilegiada, lo adoptaron también como matriz identitaria. Así, se identificaron como psicoanalistas y, en mayor o menor medida, debieron renunciar a su identidad profesional como psicólogos.

12) ¿Qué implicancias tuvo el golpe del ’76 en el “campo psi” argentino? ¿Qué implicancias tuvo la reapertura democrática?
El corte abrupto de la vida democrática que trajo aparejado el golpe de 1976 implicó el cierre (o la suspensión de la inscripción) en muchas de las carreras de psicología en universidades públicas, así como el desmantelamiento de muchas instituciones de los circuitos considerados “progresistas”. En un contexto signado por la persecución política y una represión sin precedentes, numerosos docentes se exiliaron o fueron cesanteados, con la consecuente desintegración de sus equipos de trabajo.
En este marco, es comprensible que toda práctica de tipo grupal o colectivo pasara a ser sospechosa (y, por ende, peligrosa) mientras que el consultorio privado se constituía en una suerte de refugio. Se reforzó así el rol del psicólogo como profesional liberal, que atiende pacientes de manera individual, en detrimento de otro tipo de experiencias que sólo habían sido posibles en contextos más propicios. La reapertura democrática, a fines de 1983, implicó un renovado auge de los estudios psicológicos en la Argentina. A partir de la normalización de las universidades y la reapertura plena de las carreras de psicología, el fenómeno de la masividad fue acompañado por la adopción del lacanismo como marco teórico de la mayor parte de las cátedras clínicas (al menos en las universidades públicas).
En cuanto a la implantación de la psicología en la sociedad, la mayoría de los testimonios coinciden en señalar que fue una época en la que los consultorios “rebozaban de pacientes” (lo cual no hizo más que reforzar la homología entre psicología y psicoanálisis, tan presente en el imaginario social). También en este período se promulgaron leyes regulatorias del ejercicio profesional de la psicología en varias provincias y se establecieron las incumbencias del título a nivel nacional.

13) ¿Cómo describe el autor la situación del “campo psi” en lo que va del siglo XXI?
Ya en el siglo XXI, la situación descripta viene cambiando aceleradamente. Por un lado, en la universidad, las disyunciones excluyentes del pasado tienden a relativizarse. Las carreras públicas, en su gran mayoría, fueron adquiriendo el estatuto de facultades autónomas, mientras diversificaron su oferta de grado y posgrado. No obstante, la masividad de los estudios de psicología sigue constituyendo un desafío, en la medida en que las condiciones del mercado laboral ya no son las mismas. En el plano de la clínica, esto significa que el boom de demandas de atención psicoterapéutica de los años ’80 ya no es tal. Por otra parte, actualmente, la demanda de atención tiende a ser mediada por las obras sociales y las prepagas, lo cual redunda en bajos honorarios. En otras áreas de competencia, los psicólogos están encontrando nuevos horizontes profesionales, hasta ahora relativamente poco explorados. Del mismo modo, sigue habiendo una gran predilección por el ámbito de la clínica, mientras que otras áreas de incumbencia profesional son menos codiciadas. De todos modos, en gran medida, continúa vigente el rol profesional del psicólogo que, tal como a fines de los ’60, alterna el trabajo en instituciones de carácter diverso (lo cual le da cierta estabilidad laboral) con la atención de pacientes en consultorio privado (desde una perspectiva más o menos psicoanalítica).

DRAMATICA Y DINAMICA EN LA PSICOLOGÍA DE LOS INSTINTOS (PICHON-RIVIERE, BLEGER)

Desarrolle la relación entre mito y abstracción dinámica. A partir de ello, caracterice cuál es el ‘camino de salida’ del mito que el propio Freud marca.
La conducta humana en cualquier nivel que se exprese puede traducirse en términos de dramática cuando es descripta y comprendida en función del o de los sujetos que la realizan o vivencian. La conducta involucra una dinámica que, teóricamente, se expresa como resultado de la trasposición de la dramática a vectores de fuerza o a resumidos términos de referencia, descriptivos de relaciones. El mito tiene lugar cuando se adjudica vida autónoma a los vectores de fuerza y cuando las correlaciones entre estas fuerzas son comprendidas como causas básicas y únicas de la conducta. Sintéticamente, se puede decir que la abstracción dinámica conduce a la creación de un mito cuando: a) se aísla la dinámica del contexto dramático; b) se le concede autonomía, y c) la dinámica se ubica al comienzo, como causa generatriz de la dramática y la conducta toda.
Y esto es lo que aconteció con la teoría de los instintos en el psicoanálisis. Pero, fue el mismo Freud quien señaló el camino de salida: cuando reconoció en el instinto cuatro caracteres (fuentes, fin, carga y objeto), mostrando la independencia del objeto con respecto al impulso, inicia el conocimiento de las relaciones objetales y da con ello -a nuestro entender- el camino para la sistematización teórica de la dramática y dinámica de la conducta, que no desemboque en la utilización de mitos.


FREUD: PUNTO DE PARTIDA PARA LA PSICOLOGÍA SOCIAL (PICHON-RIVIERE)

¿Cuál es el problema que aparece en la visión freudiana de la interrelación hombre-sociedad? ¿Qué es lo que dicho problema impide ver respecto de la psicología misma?
Freud señala claramente su postura frente al problema de la relación entre psicología individual y psicología social o colectiva. La psicología individual se concreta, ciertamente, al hombre aislado e investiga los caminos por los que el mismo intenta alcanzar la satisfacción de sus instintos, pero sólo muy pocas veces y bajo determinadas condiciones excepcionales, le es dado prescindir de las relaciones del individuo con sus semejantes. En la vida anímica individual, integrado siempre, efectivamente, “ el otro“, como modelo, objeto, auxiliar o adversario y de este modo la psicología individual es al mismo tiempo y desde el principio psicología social, en un sentido amplio, pero plenamente justificado.
Se refiere luego Freud a las relaciones del individuo con sus padres, con sus hermanos, con la persona objeto de amor y con su médico.
Podemos observar, de acuerdo con los soportes del escuela de Melanie Klein, que se trata de relaciones sociales externas que han sido internalizadas, relaciones que denominamos vínculos internos, y que reproducen en el ámbito de yo relaciones grupales o ecológicas.
Este conjunto de relaciones internalizadas en permanente interacción y sufriendo en la actividad de mecanismos o técnicas defensivas constituye el grupo interno, con sus relaciones, contenido de la fantasía inconsciente.
El análisis de estos párrafos nos muerta que Freud alcanzo por momentos una visión integral del problema de la interrelación hombre-sociedad, sin poder desprenderse, sin embargo, de una concepción antropocéntrica, que le impide desarrollar un enfoque dialéctico.
Pese a percibir la falacia de la oposición de dilemática entre psicología individual y psicología colectiva, su apego a la “mitología” del psicoanálisis, la teoría instintivista, y el desconocimiento de la dimensión ecológica, impidieron formularse lo vislumbrado, esto es, que toda psicología, en un sentido estricto, es social.


PICHON-RIVIERE: EL VÍNCULO Y LA GESTALT (VEZZETTI)

¿A qué se refiere Vezzetti cuando estipula que el concepto de vínculo ha de comprenderse como ‘red de vínculos’? ¿Cuáles son los diversos elementos teóricos desde los cuales Pichon Rivière compone dicho concepto? Desarrolle.
El problema del vínculo propone, en la enseñanza de Pichon, no tanto un concepto como un enfoque; es un punto de mira en el abordaje en ciertos temas de la clínica, y a la vez, la delimitación de un campo de indagación en un espacio de superposiciones del psicoanálisis, la psiquiatría y la psicología social.
En ese sentido, el vínculo es, de entrada, “red de vínculos”, y se destaca en una clínica que sitúa el paciente y a la patología en un lugar de intersecciones.
La puerta entrada, la superficie emergencia, podría decirse, de la cuestión del vínculo, parece situarse, en el plexo de relaciones entre patología individual y grupo familiar, el cual como un objeto múltiple, se presta a los análisis diversos, de la psicosocial a lo socio dinámico y lo institucional.
A la matriz del concepto kleiniano se agregaba, como un componente teórico mayor, el pensamiento de la Gestalt, es decir, la incorporación de una dimensión estructural de la patología que se refería a la “forma” o más propiamente, al “campo” en el sentido de lewiniano.
Pichon retoma nociones psicosociales, en particular el postulado del grupo como objeto irreductible al individuo y la noción de rol, que asimilaba el comportamiento al modelo del teatro o del juego organizado. Su esquema conceptual incorpora igualmente la noción de una interacción, lenguaje y comunicación de roles mutuamente referidos, recíprocos o complementarios.
Otro componente era la teoría de los roles, que se proponía como una vuelta de tuerca sobre el vínculo mirado desde el inter juego y la red de vínculos, es decir situado entre lo psicosocial y lo sociodinámico.
Por otra parte, la dimensión del rol parecía corresponder al plano manifiesto del vínculo, sostenido en una formación latente: varios roles, decía, pueden sostenerse en una misma estructura.

¿Cuál es el agregado fundamental que la teoría de roles presenta respecto a la ‘relación de objeto’ kleiniana? ¿En qué consiste la doble duplicación efectuada por Pichon Rivière entre mundo interno/externo y objeto bueno/malo? Relacione.
La incorporación de la teoría de los roles destacaba la dimensión manifiesta y descriptible del vínculo y con eso introducía un enfoque ajeno a la matriz conceptual kleiniana para quien la noción de “relación de objeto” era inseparable de la de “mundo interno “.
Pichon reformulaba la noción del “mundo interno” y lo hacía más dependiente de las experiencias reales de la intensidad de los instintos.
Una segunda complicación se situaban del lado del objeto bueno o malo, que abría una doble vía vincular: la que se dirigía a la relaciones con el objeto “malo” sufría las alternativas de la ansiedad paranoide, y lo que conforma la relaciones con el objeto “bueno” estaba dominada por la ansiedad depresiva. De modo que la “red de vínculos” pichoniana se complejizaba por esa doble duplicación, entre mundo externo/interno y objeto bueno/malo.
Se trataría, entonces, de una red de diferentes tramas y planos superpuestos, que no era representable con el modelo funcional del juego de roles.

¿Cuáles son los elementos kleinianos y gestálticos que forman parte del concepto de familia de Rivière? ¿Cómo opera dicho concepto sobre las lecturas de Freud y Klein respecto a la relación psicología social/psicología individual?
La familia era la puerta entrada a su pensamiento del vínculo y los roles.
La familia era a la vez el protogrupo social, un espacio interacciones y juego de roles, en la línea de K. Lewin y George Mead y era un núcleo de relaciones primarias, sólo abordable con el esquema de las experiencias tempranas de Melanie Klein. En el primer trabajo de la serie que constituiría su obra sobre los grupos quedaba claro que el punto de partida era la relación entre locura y grupo familiar. El grupo como objeto en el horizonte pichoniano ya no era el resultado una construcción compleja. En el comienzo, estaba en lo “siniestro” de la “familia primaria” que nadie supo explorar mejor que Melanie Klein. Si arrancaba con esa dimensión “siniestra”, lo característico de la operación pichoniana radicaba en una inauguración que integraba el modelo funcional de una estructura grupal comunicada, integrada, dinámica, abierta, dispuesta al cambio: un autopía micropolítica proyectada sobre grupo familiar ideal.
En ese sentido operaban las lecturas que proponía de Freud y de Melanie Klein, siempre en una dirección sostenida en la voluntad de superar las oposiciones y restauran lo disociado: no hay verdadera oposición entre la psicología individual y social ni tampoco hoy fenómenos narcisisticos primarios.
Todo narcisismo es secundario por cuanto, de acuerdo con Klein, el objeto ha sido previamente introyectado: es decir siempre hay vínculo. En la lectura que ofrece de Melanie Klein, una relación de objeto es una relación social internalizada y los vínculos internos reproducen en el ámbito de sus relaciones grupales o ecológicas que nacen de experiencias precocisimas. Y, por lo tanto, la experiencia reemplazaba al instinto. Y la fantasía inconsciente se correspondería con las interacciones en el grupo interno en permanente interrelación dialéctica con los objetos del mundo exterior.

¿Qué significa que Freud fue incapaz de desarrollar un ‘enfoque dialéctico’? Desarrolle
Aunque situaba a Freud en el punto de partida no deja de señalar que el padre del psicoanálisis había sido incapaz de desplegar una visión integral del problema de la interrelación hombre- sociedad, en la medida en que fue incapaz de desarrollar un enfoque dialéctico. Freud no habría superado del todo la oposición entre psicología social y colectiva por su apego a la mitología del psicoanálisis.
Lo que distingue a la operación pichoniana era esa voluntad de superposición del grupo primario y el secundario, es decir, el esfuerzo por introducir el modelo del grupo voluntario y auto fundado en el universo de vínculos nacidos de la familia primaria. Y con eso venía a proponer un desarrollo más o menos directo entre las experiencias de los primeros vínculos y de incorporación al grupo social.

Desarrolle la problemática del conocimiento y la comunicación desde la perspectiva de Rivière. ¿Cuál es el lugar de la comunicación en la cura psicoanalítica? Relacione.
Lo más original, era el deslizamiento hacia la problemática del conocimiento y la comunicación, que permitía conectar esa dinamización del kleinismo con las tesis extraídas de la psicología social del aprendizaje. En efecto, el cuerpo de la madre, su “interior y sus contenidos” sería el objeto de un instinto epistemofilico y prefiguraría todo objeto posible de conocimiento; más aún constituiría la fantasía básica presente en toda investigación.
Si la discriminación era la vía de una relación con el objeto que evitaba tanto la separación como el encierro, Pichon introducía allí su dialéctica para extraer una teoría del conocimiento como la espiral del aprendizaje, un proceso indefinido de aperturas y cierres. Puede decirse que la fórmula dialéctica se subordinaba a la idea de la continuidad genética que estaba presente en sus proposiciones psicopatológicas tanto como las psicosociales y, en ese sentido, estaba más cerca de una idea de desarrollo que de la tradición hegeliano-marxista.
Finalmente, los parámetros de la comunicación en la cura psicoanalítica quedaban igualmente situados en los marcos de esa teoría básica del conocimiento. Si la relación del analista con su paciente tenía como matriz la relación madre- hijo, no se trataba de lo ya sabido sino de concebir en su conjunto la operación psicoanalítica, una investigación que reencontraban los obstáculos de esa relación primaria; y el ideal de la operación era, entonces, el de un aprendizaje que discriminara e incrementara la comunicación. A tal punto que Pichon proponía una clave del progreso en análisis: el aumento progresivo de la capacidad de hacer llegar los mensajes a un mayor número de personas.






PSICOHIGIENE Y PSICO INSTITUCIONAL (BLEGER)

¿Cuáles son las características generales de la situación de emergencia en lo que concierne al problema de la salud y la enfermedad mental? ¿Cuáles son las necesidades y limitaciones que este problema permite apreciar y qué consideraciones plantea Bleger frente a la consigna de formar más psiquiatras y psicoterapeutas? Relacionar con las reflexiones posteriores respecto del psicoanálisis operativo.
Nos hallamos en la actualidad ante lo que podría denominarse -sin exageración- una verdadera situación de emergencia en lo que concierne al problema de la salud y la enfermedad mental, y frente a la necesidad de elaborar y aplicar planes de vasto alcance social (en extensión y en profundidad) en el terreno de la higiene mental y la salud pública; la cantidad y variedad de sucesos y fenómenos que tendríamos que enfrentar y resolver son de una magnitud incalculable, ya que debemos tomar en cuenta no solo los enfermos mentales (en el sentido riguroso de esta denominación), sino también las conductas antisociales y las perturbaciones conflictivas de todo tipo, y esto tampoco solamente desde el punto de vista de la terapia, sino fundamentalmente desde el enfoque de la profilaxis. Sumariamente, los hechos son, en la actualidad los siguientes:
1) Necesidad de mejorar y difundir la asistencia a los enfermos mentales,
2) Atender los requerimientos del diagnóstico precoz y la rehabilitación.
3) Necesidad de actuar en situaciones que -sin ser enfermedades mentales- se beneficiarían con la ayuda profesional del psicoanalista, psicólogo o psiquiatra.
4) Gran limitación social de 1nuchos procedimientos que son, en primer lugar, de índole terapéutica y no preventivos.
5) Gran limitación de muchos procedimientos por ser, además, de índole individual (a lo sumo grupal), pero con los que sólo podemos atender a una pequeña proporción de individuos.
6) Por la índole de las afecciones mentales, la gran mayoría de ellas requieren, en la profilaxis, atender o evitar no causas específicas, sino una compleja constelación multifactorial de índole social (educación, relación madre-niño, trabajo, alimentación, vivienda, etc.), con lo cual el problema a enfrentar se hace sumamente complejo.
7) En síntesis: el problema es social y nuestros instrumentos son individuales (o grupales -cuanto más-) ; enfocamos en primer lugar la enfermedad y lo que se requiere es la profilaxis y la promoción de bienestar y salud.
La tarea es abrumadora; y frente a ella se ha extendido una cierta premura o exigencia que en forma de consigna es simple: formar más psiquiatras y más psicoterapeutas; y este apuro se nos ha contagiado implícitamente en cierta medida como una urgencia por formar más psicoanalistas. En síntesis: la filosofía que subyace a este planteo, o el supuesto fundamental del mismo, reside en querer enfrentar el incremento de las enfermedades mentales con un incremento de la cantidad de psiquiatras y psicoterapeutas.

¿Cómo define al psicoanálisis y por qué afirma que su valor social como terapia es limitado “en tanto no puede, de ninguna manera, resolver por sí mismo el problema, de la salud mental”? ¿Por qué le otorga trascendencia social como método de investigación?
El psicoanálisis se define por constituir al mismo tiempo una terapia, una teoría y una investigación: tres aspectos que son estrechamente solidarios e inseparables. Sin embargo, debemos reconocer que el valor social del psicoanálisis en cuanto terapia es bastante limitado. Me refiero exclusivamente al hecho de que es utópico pretender formar tantos psicoanalistas como para que toda la población sea sometida a tratamiento psicoanalítico. El psicoanálisis es la terapia psicológica más racional, profunda y exitosa, pero no podemos pretender que pueda constituir un procedimiento eficaz para resolver los problemas de la enfermedad y de la salud mental en la escala y extensión social en que ello es ahora necesario.
La trascendencia social del psicoanálisis reside fundamentalmente en su capacidad de ser un método de investigación de los fenómenos psicológicos que, como tal, aporta conocimientos valiosos sobre las leyes psicológicas que rigen la dinámica, tanto de la salud como de la enfermedad, y nos permite también comprender y valorar los efectos de determinados sucesos sobre la formación y evolución de la personalidad. No quiero decir que se pueda proceder a una investigación sin el objetivo terapéutico, pero quiero decir, sí, que los resultados de dicha investigación son los de mayor trascendencia social, en mucha mayor proporción que la cantidad de personas que pueden curar cada uno o todos los psicoanalistas. El psicoanálisis clínico no puede, de ninguna manera, resolver por sí mismo el problema, de la salud mental, en la amplitud y extensión en que ello se hace necesario en el presente; por lo tanto, la consigna de formar urgentemente más psicoanalistas para enfrentar el problema de la enfermedad y la salud mental es totalmente insostenible, falsa e inconsistente.
Pero la investigación del psicoanálisis clínico a porta resultados y conocimientos de gran valor, que son los que sí pueden y deben emplearse en vasta escala y con gran provecho en los programas de higiene mental.

¿Por qué, según Bleger, el psicoanálisis clínico puede ser considerado un método experimental y qué tipo de aportes pueden hacer a la salud pública en el orden administrativo y en las relaciones interpersonales?
El psicoanálisis clínico es, a mi entender, un método de laboratorio, cuya enorme eficacia como procedimiento de investigación reside en la exigencia de una rigurosa sistematización de la técnica. No tiene objeto en este momento estudiar su relación y diferencias con el método experimental, pero solamente señalaré que de este último tiene el psicoanálisis clínico la condición fundamental de una reducción de variables que se obtiene por medio de la construcción de una situación artificial en la cual logramos una observación rigurosa de una situación simplificada. El psicoanálisis clínico pertenece, sin embargo, y en rigor, a una variante del método clínico. En rigor, en tanto la investigación psicoanalítica se mantiene como investigación en el campo de la transferencia, tanto más participa de características del método experimental.
Al psicoanálisis clínico no se le puede exigir de ninguna manera que resuelva el problema de la enfermedad o de la salud mental. Su valor y su trascendencia social residen en el hecho de que aporta conocimientos relativos a la materia que investiga, en las condiciones en que lo hace. Sus aportes pueden ser utilizados en dos estrategias de la salud pública: en el orden administrativo y en el de la relación interpersonal. El primero se refiere al hecho de intervenir por intermedio de una acción gubernamental u otra acción administrativa, influyendo leyes, status, regulaciones, costumbres, con miras a ayudar a resolver o impedir tensiones de diferente tipo, a través de cambios culturales.
La acción administrativa interviene con el objetivo de reducir la incidencia de situaciones traumáticas, o con el de producir un incremento de satisfacción de necesidades psicológicas. En el nivel de la relación interpersonal, los conocimientos de la investigación psicoanalítica pueden ser empleados con mucho provecho de manera diversa: en técnicas psicoterápicas más breves, o en técnicas grupales, y especialmente en una nueva posibilidad, sumamente promisoria y en pleno desarrollo, a través de lo que se denomina la psicología institucional, psicología de la comunidad y psicología de los períodos de crisis.

¿Cuáles son las características propias del psicoanálisis aplicado y en qué aspectos se asemeja al psicoanálisis clínico?
Debemos también hacer mención del psicoanálisis aplicado, cuyo origen y desarrollo se remonta al mismo Freud. La denominación "psicoanálisis aplicado" no es totalmente correcta, ya que no se trata únicamente de la aplicación del psicoanálisis, sino de un verdadero procedimiento de investigación.
El psicoanálisis aplicado reduce también la complejidad de los fenómenos, como también lo hace el psicoanálisis clínico, pero en una dirección muy definida: en la amortiguación del impacto directo de la relación transferencial-contratransferencial, que hace que algunos problemas ( como los de la psicosis) puedan haber sido primero investigados más profundamente con el procedimiento del psicoanálisis aplicado. El psicoanálisis aplicado no es independiente, de ninguna manera, del psicoanálisis clínico, y es de desear que la interacción y el enriquecimiento recíproco que se ha dado hasta• el presente siga sin quebrarse. Los resultados del psicoanálisis aplicado tienen los mismos beneficios y las mismas limitaciones sociales que los resultados del psicoanálisis clínico: no podemos basar directamente en ellos un beneficio inmediato y directo sobre la salud mental de una comunidad entera, pero sus aportes pueden ser vehiculizados, de la misma manera como lo hemos señalado para el caso de los del psicoanálisis clínico.

A luz de lo planteado respecto del psicoanálisis clínico y el psicoanálisis aplicado, ¿cuáles son las características propias del psicoanálisis operativo? ¿Cuáles son sus usos, su objeto de indagación y el tipo de intervenciones que le permiten “la utilización del psicoanálisis en una escala de verdadera trascendencia social”?
El psicoanálisis operativo se caracteriza por ser un psicoanálisis aplicado, es decir, se realiza fuera del contexto en el que se lleva a cabo el psicoanálisis clínico, pero tiene algunas características especiales que lo diferencian del psicoanálisis aplicado y que quiero ahora señalar:
a) Se utiliza en situaciones humanas de la vida corriente, en cualquier actividad o quehacer o en toda institución en la que intervienen seres humanos, es decir, en la realidad y la situación viva y concreta y en situaciones de crisis normales por las que necesariamente pasa el ser humano, además de crisis normales del desarrollo.
b) Se indaga los dinamismos y las motivaciones psicológicas inconscientes, pero se utiliza dicha indagación para lograr modificaciones a través de la comprensión de lo que está ocurriendo, cómo y por qué.
e) Esta intervención (operación) se realiza a través de múltiples procedimientos para lograr una modificación de las situaciones, la organización o las relaciones interpersonales, en función de la indagación realizada y de las conclusiones obtenidas. Al introducir la modificación o la interpretación, ello se hace a título de hipótesis. No consiste en una operación única, sino en una reiteración enriquecedora del mismo circuito formado por la observación-intervención-observación. El desiderátum es el de un proto-aprendizaje, es decir, el logro de que los seres humanos puedan reconocer y reflexionar sobre lo que ocurre en un momento dado, reconocer las motivaciones, actuar de acuerdo con ese conocimiento, sin sucumbir de inmediato a la ansiedad y recurrir a mecanismos de defensa perturbadores.
El psicoanálisis operativo abre perspectivas sumamente importantes en el campo de la higiene mental y en el de la psicoprofilaxis, en el hecho de posibilitar una utilización del psicoanálisis en una escala de verdadera trascendencia social.

¿Qué cuestiones señala Bleger respecto de la formación de los psicoanalistas (número, programas de estudio e inserción institucional) y de qué modo plantea la cuestión del “mercado negro” del psicoanálisis y los psicoanalistas silvestres en relación con las perspectivas sociales del trabajo profesional y la función de los psicólogos?
a) No admitir ninguna urgencia (exterior ni interior) por formar más y más psicoanalistas con el supuesto de que los necesitamos urgentemente para resolver el problema social de la salud y la enfermedad mental, ni tampoco recurrir a nada que signifique un proselitismo en este sentido.
b) Debemos revisar nuestros programas de estudio, de tal manera que no estemos orientados a formar profesionales del psicoanálisis, sino investigadores del psicoanálisis. Significa también extremar los criterios de selección de candidatos a psicoanalistas, y orientar los criterios de selección hacia ese objetivo de formar investigadores.
e) Debemos remarcar que el único organismo encargado y habilitado para formar psicoanalistas es el Instituto de Psicoanálisis, y ser, por lo tanto, inflexibles en todo lo que desvirtúe este propósito y en todo lo que pueda tender de manera explícita o implícita a formar psicoanalistas silvestres.
El eje fundamental es la formación del psicoanalista clínico en cuanto científico y técnico de un método de investigación. A ello debemos agregar el conocimiento de la valoración y trascendencia social de su tarea.
En nuestro país, como ya se sabe, los psicólogos no pueden ingresar en el lnstituto de Psicoanálisis y, por lo tanto no pueden ser psicoanalistas. Se dice con cierta frecuencia que ya existe un “mercado negro" del psicoanálisis; ello es un hecho que no podemos negar y que en todo caso - lo mejor institucionalizar la formación de los psicoanalistas silvestres, dando con ello las mejores garantías posibles para su formación. Mi opinión es terminante en el sentido de que eso no debe ser hecho, inclusive que debe ser combatido.
La esencia del problema reside en que se tome conciencia cabal de que el problema de la salud y la enfermedad mental no se puede resolver formando más psicoanalistas, ni tampoco improvisando de alguna manera psicoterapeutas semi psicoanalistas; y tampoco se ve con claridad que la función de los psicólogos no es la terapia, sino la psicohigiene.

¿Qué consideraciones postula Bleger respecto de las distinciones entre psicología experimental y psicología clínica, y entre psicología pura y psicología aplicada? ¿Por qué los psicólogos no deberían tomar la actividad médica como modelos de trabajo profesional? ¿De qué modo debe incorporarse el psicoanálisis a su formación profesional? ¿Cómo debería posicionarse la APA ante esta situación?
La psicología se divide tradicionalmente en experimental y clínica, y estos dos aspectos se presentan con mucha frecuencia como contradictorios y excluyentes. Es mi opinión que la psicología experimental y la psicología clínica constituyen una sola psicología, y que el trabajo con el método clínico es una parte fundamental de la psicología, dentro del cual el método experimental constituye un momento de la totalidad de la investigación con el método clínico. Quiero aclarar también que la división que se realiza entre psicología pura y psicología aplicada es también inconducente y además errónea, porque la psicología llamada aplicada es la psicología, es una praxis con dos momentos, uno teórico y otro práctico, pero que son entre sí inseparables.
Los psicólogos se orientan, en general, a tomar para sus condiciones de trabajo profesional el modelo del trabajo profesional de la actividad médica. Y a esto es a lo que nos debemos oponer en forma decidida, ya que, justamente, desde todo punto de vista, la organización de la medicina como tarea profesional de carácter individual y fundamentalmente orientada a la curación (asistencial), y no a la prevención o a la higiene es el punto crítico que debe ser reformado en la medicina actual, por lo menos en nuestro país y seguramente en muchos otros. El psicólogo no debe ser alentado a ser terapeuta, y pienso que si las carreras de psicología se dan, como misión fundamental, la formación de psicoterapeutas, en ese caso y desde el punto de vista social, las carreras de psicología constituyen un fracaso; los psicólogos tienen que ser orientados profesionalmente al campo de la psicohigiene.
La preparación de los psicólogos como auxiliares de la medicina es totalmente errónea por su limitación. El campo fecundo de la actividad profesional del psicólogo está principalmente fuera de la medicina y fuera de la enfermedad.
Lo que venimos exponiendo no significa de ninguna manera que no debe enseñarse psicoanálisis a los psicólogos. Todo lo contrario. Lo que sí significa es que no debemos transformar a los psicólogos en psicoanalistas silvestres. Lo que se hace necesario es que enseñemos el psicoanálisis de tal manera que incorporen el pensamiento psicoanalítico.
Deben incorporar el manejo del psicoanálisis aplicado de la manera y en el concepto que hemos designado más arriba como psicoanálisis operativo. A todo ello debe agregarse una información correcta y profunda de los conocimientos que aporta el psicoanálisis clínico sobre todo lo referente al comportamiento humano, para que puedan utilizarlo en su trabajo profesional específico, que es el de la psicohigiene.
En este sentido, con toda seguridad, debemos contemplar la necesidad de que la Asociación Psicoanalítica pueda organizar un instituto donde se imparta esta enseñanza a los psicólogos; enseñanza fundamentalmente centrada en la teoría psicoanalítica y en la adquisición de un pensamiento dinámico.

EL PSICOLOGO Y EL PSICOANALISIS (DANIS)

Señale de qué manera introduce Danis la noción de cambio y cómo se relaciona esta con su descripción del tratamiento psicoanalítico.
Ahí va lo que considero el núcleo del sentido de trabajo de los psicólogos: para estar en todos los lugares donde se necesite del especialista que sabe asistir los momentos de cambio. Digo: “asistir”. El psicólogo asiste los cambios que se dan constantemente, en todos los niveles, en todos los ámbitos, en todo momento; cambios cómo manifestación de la vida misma, en la sociedad, en el grupo familiar, en la persona. Cambio implica duelo y duelo implica dolor. El psicólogo debe ayudar a que los cambios, constantes y naturales, se den con menos dolor, con menos ansiedad, con más comprensión del proceso mismo. Así que el psicólogo no crea los cambios, ni los promueve (lo que muchas veces se ha afirmado, según mi criterio, erróneamente), sino que los asiste. Esta comprensión le ayuda en el conflicto que libra en la adquisición de su identidad. Le da una dirección interna a sus objetivos y protege su autoestima tambaleante por ser tan joven socialmente, tan inseguro de la confianza de los demás, tan confundido en cuanto a lo que es su dimensión.
Cuando el Psicoanálisis empieza a tomar forma, a ser un trabajo circunscripto y determinado por un encuadre especial, su objeto, el ser humano en tratamiento, empieza a bifurcarse en dos aspectos: uno es la curación de su enfermedad psíquica, el otro es la investigación del sentido, inconsciente para él, de sus conductas. La hipótesis, según la cual si se hace consciente lo que es inconsciente, el hombre enfermo se transforma en sano, no se ha verificado. Lo que sí podemos postular como resultado de esta hipótesis de trabajo es que el hombre que investiga con ayuda de un psicoanalista lo que le es inconsciente, amplía su horizonte, y al hacerlo, este hombre cambia. El cambio en él puede estar diametralmente opuesto a lo que fue la idea de cura en quien participó en el proceso.

Describa las principales características, según la mirada de Danis, de los tres grupos profesionales que “coinciden en un corte transversal en el tiempo” e identifique cuál es su propuesta para el grupo de los psicólogos.
Al mismo tiempo que el pequeño grupo de psicoanalistas echa cimientos cada vez más seguros en su investigación del mundo interno de las personas, los psiquiatras – que forman el más viejo de los grupos afines en el estudio de las personas perturbadas– empiezan a utilizar servicios de un grupo nuevo: los psicólogos que como especie de ayudantes de psiquiatras ayudan, por medio de instrumentos nuevos, los tests, a averiguar rasgos de las personas enfermas y sus vínculos conscientes e inconscientes. Coinciden entonces, en un corte transversal del tiempo, las tres profesiones con núcleos de diferenciación en sus respectivas tareas.
Los psicoanalistas se ven llevados a desplazar el foco de interés desde el polo paciente (sus síntomas, sus recuerdos, sus sueños), al doble polo el otro y yo (y lo que sucede entre nosotros) lo que lleva técnicamente a la exclusividad del trabajo transferencial en el análisis. Los psiquiatras no pueden quedarse más con sus viejos conocimientos de psiquiatría descriptiva e incorporan descubrimientos de otras ciencias entre las que el psicoanálisis ocupa su lugar. Y los psicólogos, hasta aquí meros ayudantes, especialistas en tests, asumen su nuevo rol de investigadores, de consultores, de terapeutas, de psicopedagogos, etc., en diferentes ámbitos de la comunidad.

¿Cómo describe Danis la “nueva identidad profesional” del psicólogo y su “nueva identidad social”? ¿Cómo la diferencia del trabajo psicoanalítico y cómo se articula esta propuesta con la de José Bleger en Psicohigiene y psicología institucional?
El psicólogo de hoy, en todo el mundo, ha dejado de ser el “testista”. Está adquiriendo y no sin tremendos dolores de parto, una nueva identidad profesional que tiene una nueva utilidad social. En cuanto método, preferencias personales, capacidades personales, etc., puede naturalmente seguir dedicándose a tests, a la investigación psiquiátrica o al psicoanálisis.
Se sobreentiende que el psicólogo que quiera trabajar con la técnica psicoanalítica necesita tener una formación exhaustiva, consistente en estudios sobre psicoanálisis (y no basta “un cronológico”, de Freud), estudios prácticos de psicoanálisis a través de controles con un psicoanalista y estudios básicos de psicoanálisis a través de su propio y largo análisis. Entonces no estará menos capacitado que un psicoanalista en el ejercicio de esta técnica. Pero la tolerancia frente a la variación en el trabajo y la consideración de “talentos” personales, no debe entenderse a una no diferenciación de las dos profesiones en cuanto a su sentido.
El psicólogo que ha entendido que además de su identidad personal tiene una identidad profesional como ser social, se dará cuenta perfectamente en qué se diferencia de sus colegas de otras profesiones. Las graves perturbaciones de la personalidad, que forman el campo de trabajo de los psiquiatras, con probabilidad no lo atraerán especialmente. Tampoco las excluirá de su esfera de interés ya que no puede quedar indiferente frente a las manifestaciones tan importantes de su sociedad que se expresan en forma de enfermedades psicóticas.
La investigación de lo inconsciente, aun cuando su tentación sea muy grande, no será reconocida como su principal misión. No pretenderá “curar” a las personas ya que esto implica considerarlas enfermas, aun cuando esté plenamente consciente de que en el curso de su actividad se curarán múltiples conductas deformadas.
¿Pero en qué se manifiesta concretamente la pretendida diferencia en el sentido profesional? El psicoanalista también está interesado en los cambios igual que el psiquiatra. Éste quizás no basta para diferenciar sus trabajos. Yo contestaría que si la idea es clara, la acción que le corresponde demostrará la diferencia, sutil en muchos casos, evidente en otros.

¿Cómo interpreta la siguiente afirmación de Danis “la profesión del psicólogo es… ser partero de cambios en la comunidad en la que vive” y cómo articula esta afirmación con una de las frases finales del artículo “el psicólogo trabaja en la trinchera del afuera”?
Tal como el psicoanalista no debería abandonar el encuadre fijo que le impone su especialidad, no debería atender a una persona dos veces por semana en lugar de cuatro o cinco veces, no debería eternizar un tratamiento cuando se hayan disuelto los síntomas, no debería incluir a los familiares en momentos críticos, etc.; El psicólogo puede y debe hacer todas estas cosas (excepto en los casos donde el contrato lo comprometa como psicoanalista), y no porque necesite de dinero o porque pueda trabajar con menos rigor o porque es un profesional de menos categoría, sino porque ha comprendido que su profesión es intrínsecamente, en su cualidad más psicológica, ser partero de los cambios en la comunidad en la que vive. Y como tal, necesariamente su encuadre va a ser más elástico, más amplio, más colorido que el de su colega psicoanalista.
Todos sabemos de nuestra praxis que existe lo que llamamos “actuación”. La elasticidad de un psicólogo no debe coincidir con una tendencia a la actuación. Junto con sus decisiones rápidas y variadas, tal como las necesita tomar un partero para acelerar o lentificar el proceso del parto, el psicólogo tiene que controlar la situación en la que trabaja con su conciencia pulida al máximo posible ; guardar distancia de quien requiere de sus servicios el máximo posible, aumentando la cercanía empática al máximo posible.
Mientras más sepa de psicoanálisis y de sí mismo a través de su propio análisis, y menos se confunda con el psicoanalista, mayor va a ser su eficacia.
El psicólogo, en sus diversos campos de trabajo, con sus diversos métodos y técnicas, tiene entre su bagaje instrumental los conocimientos psicoanalíticos, para ser aplicados y conocidos por todos. Han perdido quizás en sus manos algo de su estado de pureza pero están suficientemente elaborados para aguantar la amalgama con la realidad social. Él trabaja en la trinchera del afuera, su ángulo de trabajo lo acerca a los del sociólogo, a los del antropólogo y tiene que descubrir lo suyo a la par de verificar en la vida de todos los días lo que otros descubren en la semioscuridad del hombre “abierto a sus secretos”.



EL PSICOANALISIS Y LA PROFESIONALIZACION DEL PSICOLOGO (HARARI)

¿Cuál es el problema que presenta, según Harari, el título del artículo de Danis y cuál es la “confusión lógico-conceptual” que señala como punto de partida de la posición que discute?
Abordemos entonces al título que nombra el artículo de Danis. Se trata de vincular y relacionar al psicólogo, por un lado, y al psicoanálisis, por el otro: así lo indica la conjunción “y”. El psicólogo es, sin duda, un profesional, un trabajador en el campo de la salud y de la enfermedad mental. Por su parte el psicoanálisis, tal como lo puntualiza iterativamente Freud a lo largo de su obra, es: a) una teoría psicológica; b) una terapia de las neurosis, y c) un método de investigación del psiquismo.
Psicoanálisis es, en consecuencia, un significante que no denota “per se” profesión alguna. Y para manifestarlo con palabras del propio creador del psicoanálisis, éste “es una parte de la psicología, ni siquiera de la psicología de los procesos mórbidos, sino simplemente de la psicología a secas. No representa, por cierto, la totalidad de la psicología, sino su infraestructura, quizá aún todo su fundamento. Deducimos, por tanto, que el campo semántico que barren los significantes “psicólogo” y “psicoanálisis” no son ni con mucho superponibles.
El psicoanálisis es, en primer lugar, una ciencia –como tal, teoría– con su objeto de estudio específico: el inconsciente. Y como bien apunta Danis (aunque lo escribe entre paréntesis): “(no hay que confundir ciencia con profesión)”. Por ende, pese a sus buenas intenciones de no confundir ciencia con profesión, Danis cae en un presuroso y fragmentarizante reduccionismo por el que se homologan, como términos intercambiables, psicoanálisis y psicoanalista. Así, todo el trabajo traza su trama a partir de esta confusión lógico-conceptual, quizás porque la matriz comparativa “de profesión a profesión” resulte menos engorrosa para el método del empirismo ingenuo que nimba el artículo comentado.

¿Con qué fin introduce Harari la referencia a Georges Politzer en su argumentación?
¿Qué era, qué hacía, qué podía un psicólogo con anterioridad al advenimiento del psicoanálisis? Politzer nos lo dice con su elocuencia habitual: “si le preguntáis (al psicólogo) en qué consiste su ocupación, os hablará de la vida interior... pero guardaos de expresar el deseo de ’penetrar más adentro en el conocimiento del hombre’, pues para curaros de parecidas esperanzas románticas, os enviará a un laboratorio de psicología experimental para que concibáis una idea de la ciencia ’tal cual debe ser’ ... el psicólogo no sabe nada y no puede nada... el psicólogo se conduce tan burdamente ante el hombre como el último de los ignorantes, y, lo que es curioso, su ciencia no le sirve cuando se enfrenta con el objeto de su ciencia, sino exclusivamente cuando se halla entre sus ’cofrades’ ...su ciencia no pasa de ser ciencia de discusión, critica”.
El grito de guerra “objetivista” del conductismo pareció insuflar un hálito renovador y revolucionario al agonizante cuerpo doctrinario y nocional de la psicología clásica, modificando presuntamente y de consuno, el saber y el poder del psicólogo. Al poco de andar del conductismo, se revelaron sus falencias y aporías y, especialmente, el inesperado parentesco de sangre que guardaba con la psicología subjetivista tradicional, según lo destacara Politzer. Es que tanto unos como otros partían de la noción implícita de que “el hecho psicológico debe ser un hecho perceptivo. Entonces nos vemos forzados a elegir entre la alternativa clásica de la percepción interna o de la percepción externa, o recurrir a ambas al mismo tiempo”.
Si la “objetividad” del dato perceptivo no pasa de ser más que una ilusión, ya que a tan desafortunados resultados conduce, preciso es reconocer que se debe “situar en la base de la ciencia psicológica, un acto de conocimiento de estructura más elevada que la simple percepción... [y que consiste en] la percepción complicada por una comprensión... consiguientemente, el hecho psicológico no es un dato simple : como objeto de conocimiento, es esencialmente construido”. Párrafo de Politzer a nuestro entender decisivo, que grafica la profunda conmoción ontológica y epistemológica que significó el nacimiento del psicoanálisis. Este es, en efecto, el que al hacer del inconsciente su objeto de estudio, funda en psicología el proceder descripto: el dato no es un dato simple, “objetivo”, sino que es construido por el psicólogo.
¿Cuál es según Harari el “aporte revolucionario” de Freud y cómo se relaciona esta lectura de Freud con Marx y con la función de las ciencias humanas? Articule con las tres citas del comienzo.
Nuestro interés en la interpretación no se remite, entonces, a discurrir acerca de su eficacia en cuanto proceder técnico. Centrarse en este nivel de intelección de la interpretación implicaría tanto un nuevo descenso al nivel del empirismo ingenuo como la denigración de un aporte revolucionario de Freud. Este aporte ha puesto sobre sus pies la comprensión del verdadero funcionamiento de la capacidad signalizadora del hombre. En efecto, en tanto el ser humano tiene la capacidad de representarse al mundo, y a sí mismo, es que “Freud no interpretaba signos sino interpretaciones. Freud no puede sino interpretar en el mismo lenguaje de sus pacientes lo que sus propios pacientes le ofrecen como síntomas; su interpretación, es la interpretación de una interpretación en los términos en que esta interpretación está dada”. Tal es la senda que transitan hoy por hoy las ciencias humanas: interpretar los sistemas latentes que otorgan coherencia inteligible a lo anárquico manifiesto. La omisión de este hecho cuando se habla de psicología obnubila al psicólogo, quien no puede comprender acabadamente que su “misión” consiste en leer la interpretación que el signo del sujeto transforma en jeroglífico.

Señale cuál es la argumentación que desarrolla Harari al afirmar que los psicólogos que se dedican a investigar la conducta animal “han dejado de ser psicólogos”
El psicólogo es un científico humano que en su condición de tal se ocupa de humanos.
Esta estrecha definición puede resultar hasta tautológica, ¿cuál es su fundamento? Es dable hallarlo en la hipótesis de los niveles de integración, concepto vapuleado y discutido en nuestro medio, pero cuya utilidad hermenéutica es indudable. Goldmann distinguía que “si hay que reconocer, en el universo, la existencia de tres maneras de ser cualitativamente diferentes, la manera inerte, la viva y la consciente, debe haber también diferencias cualitativas entre los métodos respectivos de las ciencias físico-químicas, biológicas y humanas”. Al investigar la manera “viva” (orgánica) se está investigando y construyendo cualitativamente otro objeto que aquel que se investiga, construye y modifica operativamente al ocuparse de la “manera consciente”.
Si el psicólogo accede al nivel humano, si su objeto se encuentra al nivel de la palabra-signo de interpretaciones inconscientes de la lucha entre el deseo y la regla, no hay la menor posibilidad de conceder que en un animal se estudian procesos simplificados, aislados, hipertrofiados, etc., de cómo se dan en los hombres. O de suponer que la diferencia es cuantitativa. No. Simplemente, no hay extrapolación posible: constitutivamente pertenecen a órdenes cuyas posiciones no son intercambiables. El psicoanálisis, en cambio, no hesita y ofrece al psicólogo su objeto instalado en el nivel de especificidad ontológicamente correcto, incitándole a tratar con personas en su quehacer profesional.

Explique la siguiente frase de Harari: “el psicólogo puede, desde ya, trabajar como psicoanalista conveniente y suficientemente capacitado”.
El psicólogo puede, desde ya, trabajar como psicoanalista, conveniente y suficientemente capacitado. Pero puede –y como dice Danis: debería– trabajar en todas y cada una de las situaciones cotidianas donde conviven e interaccionan seres humanos, esclareciendo los conflictos inconscientes habidos y/o por haber. Esas situaciones sólo podrán ser indagadas, previa sectorización y jerarquización de objetivos, a través y por medio de la teoría psicoanalítica, que es la que facultará al psicólogo tanto para la construcción del dato encuadrado en función de los objetivos, como para la consolidación de una acción técnica concorde a los mismos. De aquí surge la eficacia real del psicólogo para poder abordar y operar correctoramente sobre su objeto en campos planificados especiales: psicopedagogía clínica, orientación vocacional y profesional, entrenamiento en el rol, traslados habitacionales comunitarios, selección de personal, grupos operativos de diversa índole, etc.

¿Cómo interpreta críticamente Harari la distinción profesional que propone Danis entre el grupo de los psicólogos y el de los psicoanalistas? Incluya en su respuesta referencias al “prejuicio mentalista” y al psicoanálisis como “quehacer intelectual totalizador”.
Danis considera que el psicólogo lleva hacia “los muchos”, las “verdades, peligrosas y valiosas” que en forma de “descubrimientos valiosísimos” los psicoanalistas obtienen en su tarea bicorporal (cura) y que en manos de los psicólogos esas verdades “han perdido quizás algo de su estado de pureza pero están suficientemente elaboradas para aguantar la amalgama con la realidad social”.
Según la autora, los psicoanalistas piensan y los psicólogos accionan. El grupo privilegiado –psicoanalistas– resigna sus conocimientos “puros” en sus delegados en la “realidad social”, quienes los contaminan –o corren el riesgo de hacerlo– al instrumentarlos fuera de su prístino marco de procedencia. Por si no fuese bastante el análisis de clase de estas ideas, por las cuales se condena gratuitamente al psicólogo –”durante cierto tiempo”– a una pretendida proletarización intelectual por parte de los psicoanalistas, es preciso agregarle el prejuicio mentalista que dimana. Así, en la condición de sumisión y espera en que Danis procura situar al psicólogo (acción) en relación al psicoanálisis (pensamiento), olvida que Wallon demostró hace años que los seres humanos circulamos del acto al pensamiento no menos que del pensamiento al acto. Como lo puntualiza Sartre, “no situamos los orígenes de la acción en la toma de conciencia, no vemos en ella un momento necesario de la acción: la acción se da sus propias luces cuando se va cumpliendo.
El psicoanálisis, en fin, constituye un quehacer intelectual totalizador que enfrenta y está en pugna con los intereses creados por el “establishment” para sostener una psicología academicista, conciencialista o de ratoneras, desde la cual se piense acerca de ideas o del hombre puro, o acerca de animales, pero no acerca de hombres con retos que se desconocen concretamente y que, al conocerse pueden ser un “peligro” potencial.


CUATRO POLEMICAS (BORINSKY)

¿A qué se refiere la autora con el título del primer apartado “Auxiliares de la psiquiatría”?
La Revista Argentina de Psicología (RAP) se presentó en sociedad en el año 1969. La revista participó del proceso de politización creciente que caracterizó a una parte importante de los intelectuales de nuestro país en ese período. Como ya ha sido señalado por otras investigaciones relativas a la época estudiada, la política se convirtió en el instrumento privilegiado para interpretar la realidad, actuar sobre ella e intentar transformarla. La RAP no fue ajena a este movimiento y lo reflejó con intensidad en sus páginas. En tal sentido, el debate por la profesionalización se desplazó al terreno de la política y puso en primer plano una interrogación por las posiciones ideológicas de los actores.
En este contexto, pasada más de una década desde el establecimiento académico de las carreras de psicología, este nuevo grupo profesional - que luchaba por la apropiación de un lugar específico en la distribución de los saberes- decidió emprender un proyecto editorial orientado a afirmar la eficacia de sus prácticas. Estas prácticas se habían visto seriamente conmovidas por la sanción de la Ley 17.132 de Ejercicio de la Medicina de enero de 1967, que encuadró la tarea de los psicólogos en la categoría de "auxiliares de la psiquiatría". Desde el punto de vista legal, las funciones permitidas al psicólogo -aplicación de test, investigación, rehabilitación entre otras- requerían de la supervisión de un médico al tiempo que se les prohibía expresamente el ejercicio de la psicoterapia y el psicoanálisis.
Estos jóvenes profesionales se comprometerían en la búsqueda de un reconocimiento social en distintos frentes: académicos, laborales y legales.

¿Por qué señala la autora que en la polémica entre Danis y Harari lo que no se discute es el lugar del psicoanálisis como proveedor de legitimidad profesional para los psicólogos? ¿Cómo relaciona esta hipótesis con las reflexiones finales del artículo?
¿Qué discutieron Juana Danis y Roberto Harari en 1969? Fundamentalmente, la relación que se establece entre psicología y psicoanálisis desde el punto de vista de las competencias profesionales. Esto es, cuál es el ámbito de intervención propio de “ellos” y de “nosotros”. ¿Qué no discutieron? Al psicoanálisis como corpus proveedor de legitimación profesional. Se trate ya de distinguir entre distintos niveles de abordaje -marco teórico/conceptual, técnica terapéutica, método de investigación-, o de priorizar en algunos casos la práctica clínica y en otros la investigación, el problema es de un orden distinto. Es la relación fundacional con el psicoanálisis la que va a otorgar su sello diferencial a la historia de la profesionalización de la psicología en la Argentina.

¿Qué aportan las diferentes polémicas analizadas para entender la discusión entre Danis y Harari?
La discusión por la profesionalización no se dirige a lo concreto de las prácticas y a un debate por las competencias técnicas específicas sino que asume un estilo claramente ideológico y político. Las discusiones se ordenan alrededor de dos núcleos de significación densos y adquieren una alta connotación doctrinaria. Por un lado, el psicoanálisis entra en escena como el protagonista central de esta historia. Marco de referencia teórico, ideal profesional, emblema de prestigio, instrumento para entender la sociedad en la que viven, el psicoanálisis determinó el campo en el que se circunscribe la discusión a la vez que fija el deber ser de esta nueva profesión en la Argentina.


LA INCIDENCIA DEL ESTRUCTURALISMO FRANCES EN LA PSICOLOGÍA ARG (GARCIA)

1) ¿Cuáles son los postulados compartidos que permiten precisar y acotar la fórmula estructuralismo francés? ¿Por qué ésta sería de todas formas poco precisa?
La fórmula “estructuralismo francés” es poco precisa dado que agrupa una serie de autores muy disimiles en sus perspectivas y disciplinas de origen, sobre todo porque varios de ellos buscaron desmarcarse de esa referencia durante y después sus años de apogeo. Más que una corriente intelectual definida, fue un marco de pensamiento general propuesto para disciplinas disímiles, y por eso tiene muchos matices y excepciones.
Con todo, hay algunos criterios que permiten acotar la dispersión de dicha fórmula. Por una parte, el geográfico y temporal. El estructuralismo francés como forma de pensamiento científico surgió y tuvo su principal desarrollo en el país galo, con un recorrido preciso en su desarrollo, auge y declive, de 1949 a 1968. Este período comprendió, entre otras cosas, la organización de un Estado de bienestar, una reestructuración del sistema educativo francés, el auge de las izquierdas, en particular el comunismo, en la vida política, y los conflictos y debates derivados de los procesos de descolonización en África y Asia.

2) ¿Que se propuso el estructuralismo frente a la distinción entre ciencias naturales y ciencias sociales y humanidades? ¿Qué rol le dio al lenguaje?
Es posible hallar una serie de orientaciones básicas y postulados compartidos para circunscribir el marco de pensamiento estructuralista. En primer lugar, la pretensión de hacer de las ciencias sociales y las humanidades saberes tan confiables y precisos como las ciencias naturales. Frente a la tradicional distinción, entre ciencias nomotéticas (orientadas al estudio de la naturaleza en términos de procesos causales invariantes y formalizables) e ideográficas (orientadas al estudio de lo humano, y por ellos históricas, particularistas y dependientes de interpretación), el estructuralismo propuso un programa de formalización de las últimas. Sin dejar de reconocer las propiedades específicas del mundo humano frente al natural, el estructuralismo propuso que las ciencias sociales y las humanidades pueden ser tan rigurosas y metódicas como las naturales, ya que en ellas también es posible detectar regularidades sistemáticas en los procesos de variación social e histórica mediante la formalización de sus proposiciones y teorías. Lo que cambiaba era la disciplina modelo para la formalización; mientras que las ciencias naturales se basaban en la lógica y las matemáticas, el estructuralismo propuso a la lingüística para esa tarea. Se ubicó entonces al estudio del lenguaje como el nuevo suelo de pensamiento sobre los fenómenos del mundo humano, y se buscó abordarlos en términos de las reglas y posibilidades combinatorias de los elementos lingüísticos. Así, desde las acciones individuales a la conformación de culturas y comunidades, los hechos humanos se redefinían y reducían al lenguaje, al tiempo que los aspectos lingüísticos se presentaban como autónomos y precedentes a la cognición y la cultura.

3) ¿A qué corrientes filosóficas y epistemológicas se opuso el estructuralismo? ¿Cuáles fueron las razones para ello? ¿Qué lugar tenía la teoría dentro del marco estructuralista?
El estructuralismo se opuso fuertemente a la figura de un sujeto cognoscente como productor del saber. Si son las estructuras las que determinan a los individuos y comunidades, la consciencia, la libertad y la agencia no pueden ser un fundamento para el conocimiento de las primeras. En este punto, se oponía tanto al empirismo como a la fenomenología y el existencialismo, que compartían la figura de un sujeto consciente como punto de partida para la producción de conocimiento.
El estructuralismo compartía con las ciencias naturales la asunción de que los fundamentos últimos del mundo están ordenados, organizados e interconectados de un modo no inmediatamente evidente, y pueden ser accedidos por una racionalidad que se ajuste a esas propiedades. Sin embargo, al contrario de las ciencias naturales para las cuales la evidencia empírica es necesaria para la aceptación o rechazo de las hipótesis y teorías, para el estructuralismo la formalización teórica primaba por sobre procedimientos de obtención de evidencia. La teoría era la instancia primera, autocontenida y garante de la cientificidad; esto se debía a que para el estructuralismo, la formalización no implicaba la cuantificación, admisible para el estudio de la naturaleza, sino conformar una topología relacional, donde las posiciones y relaciones posibles de los elementos lingüísticos determinan los fenómenos y procesos humanos. El trabajo de elucidación teórica era para los estructuralistas más importante que la discusión sobre los procedimientos metodológicos o la obtención y análisis de evidencia empírica.

4) ¿Qué relación proponían Lacan y Lévi-Strauss entre la psicología y las matemáticas? ¿Por qué es posible una formalización no cualitativa?
El antropólogo Claude Lévi-Strauss fue sin duda la figura central esta corriente: “Lo que se puede reprochar a los psicólogos experimentales de comienzos de siglo, a los economistas y a los demógrafos tradicionales, no es por cierto que utilizaran demasiado las matemáticas, sino que las utilizaran demasiado poco; que se limitaran a adoptar sus métodos cuantitativos, los cuales incluso en las matemáticas, tienen un carácter tradicional y en gran medida anticuado; y que no advirtieran el nacimiento de las nuevas matemáticas, en plena expansión actualmente, y a las que casi podría llamarse ‘cualitativas’, por paradojal que parezca este término, ya que ahora las matemáticas independizan la noción de rigor de la de medida (…). En el pasado la gran dificultad provenía del carácter cualitativo de nuestros estudios. Para darles un carácter cuantitativo había que hacerles trampa, o empobrecerlos sin remedio. Pero actualmente hay numerosas ramas de las matemáticas (teorías de los conjuntos, teoría de los grupos, topología etc.) que tienen por objeto establecer relaciones rigurosas entre clases de individuos separadas unas de otras por valores discontinuos; la discontinuidad es precisamente una de las propiedades esenciales de los conjuntos cualitativos en su relación recíproca, y en ello residía su carácter presuntamente ‘inconmensurable’, ‘inefable’, etc.”
El psiquiatra y psicoanalista Jacques Lacan se mantuvo en línea con las ideas de Lévi-Strauss: “Este es el problema de los fundamentos que deben asegurar a nuestra disciplina su lugar en las ciencias: problema de formalización, en verdad muy mal abordado. (…) Se ve por ejemplo, cómo la formalización matemática que inspiró la lógica de Boole, y aún la teoría de los conjuntos puede aportar a la ciencia de la acción humana esa estructura del tiempo intersubjetivo que la conjetura psicoanalítica necesita para asegurarse en su rigor”.

5) ¿Contra qué posiciones intelectuales busco polemizar Althusser?
Otro autor insigne del marco estructuralista fue Louis Althusser, cuya interpretación estructuralista de las ideas de Marx le permitieron discutir tanto en términos políticos como científicos y filosóficos. Uno de sus principales objetivos fue cuestionar el humanismo que había primado en la intelectualidad francesa hasta entonces. Ponía a Marx como un opositor a la idea de que los fenómenos y la mismidad individual podían ser analizados de modo puro por la consciencia y servir como fundamentos de la filosofía. A partir de ello criticó tanto al humanismo existencialista de Jean-Paul Sartre y la fenomenología, como al marxismo humanista de los filósofos oficiales del PCF. La oposición de Althusser al voluntarismo, el pragmatismo y el empirismo significaba poner en discusión ideas caras a la tradición comunista, como las de consciencia de clase, praxis y el materialismo histórico y dialéctico. Este rechazo al humanismo fue, por otro lado, compartido con varios otros autores abonados al estructuralismo y significó una impugnación a la noción de sentido.

6) ¿Cómo entiende Althusser la noción de ideología? ¿Cómo la relaciona con la idea de ciencia? Explique el materialismo aleatorio de Althusser. Deténgase en la crítica al humanismo, la reformulación de la noción de ideología y su relación con la ciencia, entendida como práctica revolucionaria.
Althusser propuso la idea de un materialismo “aleatorio”, con la pretensión de liberar a la historia de cualquier determinación que no sea su estructuración fundamental, que es anónima y sin fines propios. Rechazó toda forma de historicismo y de sujeto histórico, tanto el individuo liberal como el proletariado socialista. Este antihumanismo daba paso a una temporalidad sin actores, un transcurrir de eventos dependiente de condiciones estructurales, no de la agencia de figuras específicas.
Según Althusser el humanismo era básicamente una ideología, la cual, dentro de su pensamiento, estaba enfrentada a la idea de ciencia. Para él, la ideología era un sistema de representaciones históricamente determinado, que define, de modo inconsciente, cómo las personas experimentan el mundo y actúan sobre él. Es decir, una estructura, entendida como totalidad articulada de modos de producción, propaganda política, instituciones y regímenes sociales, que se impone como condición de posibilidad de la acción colectiva e individual por fuera del registro de la consciencia. La ideología sería esencialmente pragmática, orientada por una empiria que se presenta a la consciencia como autoevidente.
Para Althusser, la ciencia era una actividad fundamentalmente teórica, desprendida de las exigencias prácticas, cuyo fin era producir conocimiento y revelar esas estructuras, para así desmontar las ilusiones que ellas generan, sean idealistas o empiristas. Afirmó que toda ciencia se define mediante un único objeto propio y exclusivo, que no es dado por la realidad sino producto de una teorización deliberada, y que su actividad central es producir conocimiento –que él homologaba al término “Teoría” – a partir de definir ese objeto. Sólo mediante tal ciencia podría entenderse la ideología heredada de tiempos aristocráticos y burgueses, y fundar una nueva ideología que cambie el modo en que las personas se relacionan entre ellas y el mundo.

7) ¿De qué modo Althusser retomó las ideas de Lacan? ¿Por qué considera que el psicoanálisis es una “ciencia modelo”?
Althusser tuvo a Lacan como uno de sus referentes intelectuales y promovió que el psicoanálisis sea considerado una ciencia.
En su modelo epistemológico, el establecimiento de un objeto científico particular y novedoso, el inconsciente en este caso, no puede ser homologado o “transaccionado” con los objetos de otras disciplinas, ya que eso lo transformaría en ideología. El ideal de pureza disciplinar basada en la demarcación de objetos de estudio sería la piedra de toque, única y suficiente, para evitar que el psicoanálisis devenga una ideología al servicio de la opresión cultural. En sus términos:
“La teoría psicoanalítica puede darnos, de este modo, aquello que hace de toda ciencia una ciencia y no pura especulación: la definición de la esencia formal de su objeto, condición de posibilidad de toda aplicación práctica, técnica, sobre sus mismos objetos concretos. (…) Lacan no piensa otra cosa que los conceptos de Freud, dándoles la forma de nuestra cientificidad, la única cientificidad que hay”.
Este modo de presentar al psicoanálisis suponía ubicarlo como la disciplina modelo de la refundación epistemológica que el estructuralismo se proponía: lo que hizo Lacan con el psicoanálisis es lo que cabría hacerse en el resto de las disciplinas, en particular la primacía de la formalización teórica por sobre los procedimientos metodológicos y de aplicación de saberes.

8) ¿A qué factores es posible atribuir la caída del proyecto estructuralista? ¿Cuáles fueron sus principales limitaciones?
A partir de la segunda mitad de la década de 1960 el estructuralismo comenzó a perder terreno y muchos de los que fueron sus representantes modificaron su pensamiento. El humanismo, marxista y no marxista, volvió ocupar espacios en la política y la intelectualidad francesa; el pensamiento posestructuralista y posmoderno irrumpió en la escena y rechazó cualquier sistema filosófico o epistemológico centrado en un criterio de verdad; las movilizaciones obreras y estudiantiles que eclosionaron en mayo de 1968 mostraron que la autonomía, la voluntad y la agencia política no podían ser adecuadamente pensadas por el estructuralismo, lo que conllevó un fuerte descrédito a esa corriente y una crítica abierta a sus referentes, para entonces representantes de los elitismos académicos.
El estructuralismo no logró fundar una epistemología definitiva para las ciencias humanas por problemas en el proyecto mismo. Hubo demasiados desacuerdos sobre aspectos filosóficos básicos y muchas diferencias entre los problemas de cada disciplina; para empezar la definición misma de estructura, de la cual nunca quedó claro cuál era su estatuto metodológico, dado que era considerada a la vez un presupuesto de partida y un objeto a indagar. El estructuralismo, como otras epistemologías previas y contemporáneas, no logró delimitar cabalmente objetos, métodos y sujetos, y con ello no supero una serie de problemas epistémicos. En primer lugar, al igual que el positivismo lógico, nunca logró una formalización lingüística cabal, y tuvo problemas para considerar qué evidencia las sustentaban más allá de la elucidación teórica. el estructuralismo como proyecto general para las ciencias del hombre cayó por el propio peso de sus pretensiones y fue una de las últimas epistemologías que se propuso como un marco totalizador y universalista para el conjunto de las ciencias humanas.

9) ¿Qué consideraciones son importantes a la hora de analizar la creación de una carrera de psicología? Relacione su respuesta con los desarrollos de Dagfal en Breve historia de la psicología en la Argentina.
La creación de una nueva carrera universitaria siempre está acompañada de una serie de decisiones institucionales y epistémicas, ninguna de ellas exentas de problemas, especialmente respecto de la psicología. Sin pretender exhaustividad, y a riesgo de cierto esquematismo, cabe enumerar las siguientes: en primer lugar, qué contenido se enseñará, cuestión que no es fácil de definir en una disciplina tan variada y dispar como la psicología; segundo, quién enseñará esos contenidos, dado que no hay un profesional preexistente, no es esperable que en cada contexto se encuentren representantes bien formados de cada una de las variadas corrientes de psicología, y usualmente los docentes provendrán de otras profesiones y disciplinas, lo que supone que hay ciertos temas y autores en los que no están formados; tercero, qué rol profesional se espera del graduado de la nueva carrera, algo nuevamente difícil de definir para la psicología, y se vuelve más problemático cuando los docentes deben ofrecer un rol profesional diferente al de sus profesiones de origen; cuarto, los aspectos legales de la nueva profesión, cómo los saberes y prácticas psicológicos se van a ajustar a los marcos legales e institucionales locales, y qué tipos de derechos y obligaciones tienen tanto los nuevos profesionales como los diversos usuarios de sus servicios; y quinto, cómo las discusiones políticas de un contexto determinado van a modular los objetivos y propósitos del nuevo profesional, lo que define la agenda de problemas y las posibles articulaciones entre una disciplina y la comunidad donde actuará. En otros términos, el problema que se plantea es cómo esos profesionales pueden devenir actores relevantes para la población, tanto para los sectores con necesidades específicas como para aquellos con poder de decisión.

10) ¿Qué tipo de tensiones surgieron en la creación de la carrera de psicología de la UBA respecto del rol profesional de los psicólogos? Relacione con lo propuesto por Dagfal para el análisis del subperíodo “La invención del psicólogo…” en Breve historia de la psicología en la Argentina.
Al momento de crear las carreras de psicología en la Argentina, buena parte del plantel docente provino de la medicina y la filosofía, las disciplinas que habían trabajado sobre la psicología localmente desde el siglo XIX. En particular, el psicoanálisis y varios miembros más renovadores de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), como Enrique Pichón Rivière y José Bleger, tuvieron una presencia importante en las carreras y su saber fue parte central de las tensiones entre los médicos y los futuros psicólogos. La situación era fuertemente paradójica ya que el psicoanálisis se presentaba como un saber importante en la formación de los psicólogos, pero la única institución que acreditaba la formación en ese saber era privada y limitada a los médicos. Sumado a esto, parte importante del sector médico-psiquiátrico se opuso a que los futuros psicólogos realicen psicoterapia debido a que su falta de formación médica les impedía realizar diagnósticos diferenciales y establecer adecuadamente etiologías y pronósticos. El principal rol profesional que se presentaba a los psicólogos era, o bien el de filósofo, que devenía superfluo dado que ya existía una carrera para esa profesión, o bien el de clínico, brindado por los médicos, aunque les estaba vedado legalmente. En esta situación el rol ofrecido por la formación universitaria era un híbrido, el del médico intelectual o clínica filosófica, que por una parte rápidamente constriñó a los psicólogos a los saberes y prácticas del ámbito de la salud, y por otra los puso en una situación de precariedad laboral, ya que sin habilitación legal no tenían garantías básicas para ejercer – ni podían dar garantías o tener responsabilidades legales hacia sus pacientes.

11) ¿Qué libros publicó Bleger entre 1958 y 1966? Analice de qué modo cada uno de estos libros buscó responder a los desafíos de la creación de la carrera de psicología y a la búsqueda de un perfil profesional.
Tres de los libros que Bleger publicó pueden ser vistos como una respuesta a los desafíos de la organización de la carrera de psicología. Su libro Psicoanálisis y dialéctica materialista fue publicado en 1958 y buscaba dialogar principalmente con sus colegas de la APA y el PCA. Allí Bleger buscó mostrar, recuperando el proyecto del joven Politzer, que el psicoanálisis y el marxismo comunista eran compatibles, lo que permitiría pensar políticamente al psicoanálisis y complementar la teoría marxista con un plano psicológico. Ese libro ofrecía un modelo de articulación del pensamiento político con la actividad disciplinar y profesional.
El libro siguiente de Bleger fue Psicología de la conducta, publicado en 1963, donde ofreció una selección de conocimientos psicológicos básicos, una suerte de curso general, donde establecía la agenda de saberes pertinentes para la psicología local: psicoanálisis, psicología de la Gestalt y conductismo, primordialmente, pero también neurofisiología y psicología infantil, sumado a bases filosóficas marxistas, fenomenológicas y existencialistas.
En 1966 publicó Psicohigiene y psicología institucional. Allí ofreció un rol profesional que parecía solucionar la encerrona en que se encontraban los estudiantes. Bleger proponía que los psicólogos no debían dedicarse a la clínica, sino a la prevención de enfermedades mentales; en lugar de intentar recuperar a los individuos con psicopatologías, debían intervenirse grupos y comunidades para que no las adquieran. Bleger propuso que los psicólogos, bajo este rol, no debían formarse en el psicoanálisis tradicional, sino en un psicoanálisis “operativo”, articulado con otras formas de psicología.

12) ¿Cuál era la posición de Bleger frente a la posibilidad de que los psicólogos hicieran psicoterapia? ¿En qué sentido su trabajo se distinguía del realizado por la psiquiatría? Complemente esta respuesta con las nociones de psicoprofilaxis y su visión sobre el estado coyuntural de la salud y la enfermedad mental en Psicohigiene y psicología institucional.
Bleger distinguía entre el trabajo de los psiquiatras y los psicólogos, donde los segundos, al ser un grupo profesional mucho más amplio, podían dirigir sus esfuerzos a la modificación de un sistema de salud mental a nivel nacional el cual, constituido por un grupo relativamente escaso de psiquiatras, se presentaba como insuficiente al atender caso por caso patologías muchas veces irrecuperables. Bleger, aunque consideraba que debía permitirse legalmente que los psicólogos ejerzan la psicoterapia, fue taxativo respecto de lo ocioso de que los psicólogos reprodujesen el modelo clínico habitual:
“El psicólogo no debe ser alentado a ser terapeuta, y pienso que si las carreras de psicología se dan, como misión fundamental, la formación de psicoterapeutas, en ese caso y desde el punto de vista social, las carreras de psicología constituyen un fracaso. Los psicólogos deben ser orientados profesionalmente al campo de la psicohigiene, se les debe munir [sic] de los conocimientos e instrumentos necesarios para actuar antes de que la gente enferme, dentro de actividades grupales, institucionales y de trabajo en la comunidad”.

13) ¿Qué aspectos teóricos compartían Bleger, Itzigsohn y Caparrós?
En términos de ideas y obras, Itzigsohn y Caparrós mantenían, como Bleger, una postura heterodoxa frente a la psicología, aunque mantenían su distancia con el psicoanálisis.
Algunos de los puntos que vinculaban a Bleger, Itzigsohn y Caparrós eran la necesidad de pensar la psicología desde un marxismo comunista no ortodoxo, así como la idea de que la psicología estaba compuesta de saberes muy diversos y que era necesario un modelo que los articule en “niveles de integración”, ya que cada corriente psicológica era fuerte al analizar planos específicos de la realidad psíquica, pero cada una insuficiente como modelo general de la psiquis, y por ende resultaba necesario hallar las relaciones entre esos planos para obtener una concepción total del ser humano.

14) ¿Qué posiciones tomaron Bleger y Caparrós frente a la articulación entre psicología y activismo político?
Sin embargo, tenían diferencias en el modo en que concebían la articulación del activismo político con la práctica profesional, especialmente entre Bleger y Caparrós.
Bleger sostuvo que los psicólogos se “automutilan” si subordinan sus saberes específicos a una agenda política, para lo cual remitió a Politzer, quien al afiliarse al PCF inmediatamente rechazó el psicoanálisis, a pesar de que poco antes lo había considerado un saber importante para la psicología. Para evitar eso, los psicólogos debían considerar a sus ideologías como un instrumento entre otros para guiar su práctica. En otros términos, la ciencia no debía perder su autonomía frente a las agendas políticas, algo que para él había sucedido con la psiquiatría comunista. Caparrós se posicionó en la vereda de enfrente; rechazó toda postura “profesionalista” y afirmó que, si la psicología quería ser parte de cualquier tipo de proceso liberador, la ideología debía ser el punto de partida de sus saberes y prácticas.

15) ¿A qué apunta la fórmula “cultura de doble formación” del psicólogo?
Luego de 1966 se profundizó una cultura de doble formación paralela entre los estudiantes de psicología. A pesar de su amplia implantación en las carreras de psicología en la Argentina, la enseñanza del psicoanálisis nunca tuvo una relación fluida con la educación universitaria y se desdobló entre una formación formal y otra informal, siendo la segunda la que contaba con legitimidad política y epistémica, entre otras cosas porque la universidad no contaba con una genuina autonomía.5 Ello hizo que la carrera en sí devenga progresivamente un requisito para obtener un título, mientras que el conocimiento valioso quedaba descentralizado en grupos de estudio, seminarios e instituciones privadas.

16) Señale algunos de los actores y ámbitos implicados en la recepción argentina del estructuralismo francés. Articule su respuesta con el análisis que realiza Dagfal sobre la recepción del lacanismo en las carreras de psicología en Breve historia de la psicología en la Argentina.
Sin terminar su carrera de filosofía, Oscar Masotta devino una figura reconocida por su participación en revistas culturales y políticas, como Contorno, movimientos vanguardistas de arte, y sucesivos grupos de estudio sobre los autores relevantes del momento. Esa ubicación como outsider de la academia y la vida partidaria lo hacía una figura atractiva para los psicólogos que desconfiaban de una universidad intervenida y de la militancia orgánica. Para la segunda mitad de la década de 1960 devino un divulgador activo de la obra de Lacan y en 1974 fundó la Escuela Freudiana de Buenos Aires, la que se sumó a un creciente número de instituciones privadas donde se obtenía formación psicoanalítica. Si se lo suma a Sciarreta, Verón y Sazbón, queda claro que el estructuralismo francés en general, y Lacan en particular, fue principalmente promovido por filósofos, sin formación en la APA ni vínculos con la psiquiatría.

17) ¿Cuál era el principal reparo de Harari frente a la propuesta que Danis retomó de Bleger para definir el rol del psicólogo? ¿De qué dependía la autonomía del psicólogo en su perspectiva?
Articule su respuesta con el análisis que realiza Borinsky de este debate en Cuatro polémicas en la constitución de la psicología como profesión.
Harari se propuso responder con contundencia al texto de Danis. El texto inmediatamente abría con referencias al estructuralismo francés y dejaba en claro que la psicología era fundamentalmente una ciencia humana porque lo inconsciente daba cuenta de un “pasaje de la Naturaleza a la Cultura –a la Ley del Orden de Lacan, a la Ley de Cultura de Althusser” (Harari, 1970, p. 154). Esta demarcación de las ciencias naturales implicaba diferenciarse de los psiquiatras pavlovianos y su “‘psicología’ de los perros salivadores”. Ubicaba al estudio de lo inconsciente y al “método clínico” psicoanalítico como el punto de partida “para el quehacer del psicólogo como científico humano”, y en este punto es donde Harari difería con Danis y su apelación al modelo profesional propuesto por Bleger. Ambos coincidían en que el psicólogo puede perfectamente trabajar como psicoanalista, pero mientras que para Danis esto podía ser complementario, para Harari era necesario, dado que la teoría psicoanalítica era “la que facultará al psicólogo tanto para la construcción del dato encuadrado en función de los objetivos, como para la consolidación de una acción técnica concorde a los mismos”.
Sin embargo, Harari buscó destacar no tanto las aplicaciones múltiples, que no estaban cuestionadas, sino la facultad del psicólogo de producir teoría psicoanalítica con igual o mayor validez que los médicos.
Harari dejaba en evidencia que la propuesta de Bleger mantenía el monopolio de la producción y legitimación de saberes psicoanalíticos para la APA, y por tanto a los psicólogos sólo les quedaba el lugar de técnicos, el cual se percibía como una nueva subordinación a la medicina. La autonomía de los psicólogos pasaba por producir ellos mismos los saberes y prácticas que consideraban necesarias, dado que la construcción misma de los conocimientos brindaba legitimidad y determinaba las subsecuentes aplicaciones.

18) ¿Por qué afirma García que Harari no ofrecía “alternativas prácticas” de ejercicio profesional diferente a la de los médicos y psicoanalistas tradicionales?
Harari cuestionó entonces la jerarquía epistémica de los psiquiatras y miembros de la APA respecto del psicoanálisis. La clínica individual era la modalidad prototípica de trabajo, dadora de identidad profesional y legitimidad epistémica, al tiempo que la intervención colectiva en salud mental devenía secundaria o prescindible. Harari no ofrecía entonces alternativas prácticas a las de los médicos y psiquiatras psicoanalistas tradicionales, sino que buscó desplazar a la APA como un centro de acreditación, dado que representaban un psicoanálisis anglosajón que, a la luz del estructuralismo althusseriano, era visto como una ideologización de las ideas de Freud. No se trataba de que el psicólogo tenga un rol diferente, sino disputar la clínica individual a la psiquiatría mediante la postulación de un psicoanálisis superador al de la APA.

19) ¿De qué maneras intervienen las diferencias políticas en las críticas al psicoanálisis? Describa los argumentos de Caparrós sobre el psicoanálisis y cuáles eran las diferencias con Harari?
A la tensión sobre quién definía la cientificidad de la psicología y el psicoanálisis, se cruzaban también las diferencias políticas, que cobraban peso conforme se desarrollaba la década de 1970. Caparrós comenzó a pronunciarse fuertemente en contra del psicoanálisis, por una parte porque no consideraba que tuviese un estatuto científico sostenible, y por otra porque era esencialmente “contrarrevolucionario” por su base ideológica, ya que era parte del colonialismo cultural del imperialismo occidental. Para Caparrós, todo psicoanálisis, sea el heterodoxo de izquierda o el ortodoxo apolítico, “pese a algunos aciertos parciales está constituido y ligado indisolublemente sobre la base de (…) premisas ideológicas falsas” y por ello “el psicoanálisis y su práctica no son, ni pueden ser nunca una actividad antiimperialista”. Frente a esto, Caparrós proponía una psicología “popular y nacional”, cuyas bases ideológicas “correctas” suplanten al psicoanálisis y toda otra psicología funcionales al imperialismo.
Harari, desde la perspectiva althusseriana, desestimó las ideas de Caparrós como un “economicismo grosero” guiado por “un sentido común precientífico, intuitivo y empirista”, que no era otra cosa que un “pseudomarxismo”. Acorde al filósofo comunista francés, sostuvo que un cuerpo de conocimientos científicos “está desprovisto de ideología, si es que es científico”, y por tanto “[e]s improcedente pensar en ideologías falsas o verdaderas (…) son por definición falsas”. Reivindicó la cientificidad del psicoanálisis, dado que éste cuenta con un “concepto formal y abstracto del inconsciente”.

20) ¿Qué posiciones tomaron los psicoanalistas disidentes de la APA frente al estructuralismo?
algunos de los psicoanalistas de izquierda que rompieron con la APA, aunque encontraban interesantes ciertas ideas de Althusser y Lacan, también fueron reticentes ante la crítica de los psicólogos que impulsaban un psicoanálisis estructuralista. En el volumen Cuestionamos, editado por Marie Langer y que contenía los argumentos críticos contra las instituciones psicoanalíticas, se republicó el artículo de Bleger “Psicoanálisis y marxismo” de 1962 –en sí un claro apoyo a su modo de pensar la relación psicoterapia/sociedad. En otro texto, Juan Gervasio Paz y Emiliano Galende, dos psiquiatras que no pertenecieron a la APA pero eran cercanos a Langer, cuestionaron la noción de ideología usada por los psicoanalistas estructuralistas, a la que consideraban “una desviación teoricista o cientificista alimentada por el propio Althusser y enriquecida por algunos seguidores nacionales”.

24) ¿Qué efecto podría decirse que tuvo la obra de Althusser en la psicología argentina para 1974?
Althusser les brindó a psicólogos y psicoanalistas locales un modo de fundamentarse como una ciencia marxista, y por tanto prescindieron de la psicología que los psiquiatras comunistas ofrecieron. Éstos no sólo quedaron desacreditados frente a los psicólogos, sino que por diversos motivos quedaron fuera del campo local. La última dictadura argentina desmanteló las iniciativas de los psiquiatras, psicólogos y psicoanalistas de izquierda, y con ello cerró el debate sobre el vínculo entre marxismo y psicoanálisis y las referencias a Althusser. Pero en términos de identidad profesional el proceso ya se había solidificado, el psicoanálisis estructuralista, con Lacan como referente casi excluyente, se impuso como un baluarte de los psicólogos, y los habilitó a apropiarse del modelo clínico como metodología fundamental para producir conocimientos y la psicoterapia como tecnología y ámbito de trabajo primordial. Esto, y la correspondiente impugnación a las psicologías que no se subordinasen a un psicoanálisis erigido ya en fundamento de toda noción de psiquis, tuvieron efectos en el campo “psi” argentino que aún perduran.

25) ¿Por qué podría afirmarse que la recepción de la obra de Althusser precedió y preparó el terreno para la recepción de la obra de Lacan en la Argentina? Articule las ideas de García con las de Dagfal en Breve historia de la psicología en la Argentina.
Fue mediante Althusser que Lacan ganó un espacio en la psicología argentina, aunque el encumbramiento de Lacan se produjo algunos años más tarde, cuando la obra de Althusser quedó desacreditada, tanto por su recorrido intelectual y personal, como por los avatares políticos en la Argentina. Para la década de 1980, Lacan apareció como el autor central de la psicología local, pero el estructuralismo que lo introdujo –y que sigue en la base de buena parte de su obra– quedó desplazado como movimiento intelectual, y en una Argentina donde las izquierdas perdieron su peso en la política y en la academia. En este sentido, el althusserianismo fue la condición de posibilidad del lacanismo en la psicología Argentina, si bien el segundo no quedó agotado o subsumido al primero.

26) ¿Cuáles fueron las consecuencias que tuvo para la psicología argentina del período, el recurso al estructuralismo como “única base para definir toda psicología posible?
Frente a las ortodoxias comunistas y psicoanalíticas, Bleger, Itzigsohn y Caparrós buscaron promover una psicología heterodoxa, que se proponía amplia y a la vez introducía una serie de problemas clásicos de la psicología a la hora de buscar articulaciones entre saberes muy diversos. Este intento fue impugnado por una nueva ortodoxia, esta vez proveniente de un nuevo profesional, que buscó en el estructuralismo una única base con la cual definir toda psicología posible, y con eso ganar la autonomía de decidir por ellos mismos qué saberes son propios de su disciplina y cuáles no.
El estructuralismo que se gestó localmente enfatizó la separación entre ciencias de la naturaleza y del hombre, aun cuando muchos referentes franceses creían en la posibilidad de encontrar lenguajes y conceptos comunes. Es decir, el psicólogo argentino emuló las tareas del psiquiatra con una filosofía antinaturalista y una clínica desbiologizada. Este conflicto de identidades profesionales y ámbitos de incumbencia definió fuertemente la psicología local, al punto que aún hoy esas matrices identitarias y conflictos de intereses siguen activos.


27) Justifique porqué, desde un punto de vista histórico, la circulación e implantación de un saber particular no depende sólo del contenido de los mismos ni de la autoridad de quienes lo produjeron.
Desde el punto de vista de la historia de las ciencias y los intelectuales, el proceso de recepción del estructuralismo deja en claro que la productividad y legitimidad de un marco de pensamiento y de saberes específicos depende no sólo de sus virtudes epistémicas, que no siempre son el aspecto primordial, sino del cruce de actores, instituciones y momentos históricos que, sin ser específicos a un campos disciplinario, lo determinan y constituyen. Son las coyunturas las que definen qué saberes devienen relevantes y qué se hace con ellos, incluso a pesar de que en su origen un saber haya perdido legitimidad.
Las diferencias sistemáticas entre los contextos de producción y recepción no invalidan necesariamente los saberes en circulación, pero su validación tiene que darse nuevamente en el segundo, y usualmente implica problemas y actores no considerados en el primero.
Todo saber tiene una historia de producción, circulación y recepción, y eso es lo que brinda la clave para comprender por qué ciertos saberes han ganado visibilidad y crédito y porqué otros no. Dicho de otro modo, la implantación de un saber nunca resulta sólo de las “verdades” intrínsecas a éste o de la importancia de una figura canónica, por más bien justificadas que estén, sino que también depende del accionar de actores locales, que lo apropian en función de sus objetivos, de los medios disponibles, de las disputas con otros saberes y actores, y según qué capacidad tengan para dar cuenta de su propia ubicación en su contexto.

 

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