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Introducción a los Estudios de Género | Monografía: "Aborto: Ni ideología ni moral, un problema en salud" |
Cátedra: Fernández |
2do Cuat. de 2009 |
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ABORTO:
NI IDEOLOGÍA NI MORAL, UN PROBLEMA EN SALUD
1. Introducción
No es poco común escuchar frases dentro del grupo de hombres y mujeres pertenecientes a sectores medios y altos que denotan una diferencia entre lo que significaría realizar una practica abortiva dentro de ese sector, y de lo que representa para ellos que se realicen dentro de los sectores mas desfavorecidos. Una de ellas es la siguiente: “…si lo despenalizan, las negras villeras se van a hacer un aborto todos los meses…”.
Comentarios de este estilo sugirieron en mí la elección del tema de la salud sexual y reproductiva desde una perspectiva de género para realizar esta monografía. Dentro de esta temática, que en principio es compleja, privilegiar como objeto de trabajo a la práctica abortiva en sectores populares. Por otra parte, tratar de entender porqué las mujeres de sectores populares al encontrarse doblemente vulneradas en sus derechos (fragilizadas en el plano subjetivo y en el plano corporal) conforman un problema en salud.
2. Por qué las mujeres en situación de pobreza configuran una población en riesgo
“Desde una perspectiva de equidad, nos percatamos que los problemas femeninos están basados en su mayoría en cuestiones relativas al empoderamiento y carencia de recursos”[1]. Por este motivo, pensamos que en el caso de las prácticas abortivas clandestinas, la diferencia entre los géneros opera como factor de inequidad en el proceso salud-enfermedad-atención. Sin embargo aún dentro del grupo femenino dichas inequidades cobran mayor relevancia dependiendo al sector social al que se pertenezca. Es decir, dentro de una identidad de género, encontramos diferencias en las estrategias biopolíticas por clase social. “…los perfiles de salud-enfermedad-atención expresan las diferencias, desigualdades y discriminaciones en el reparto de los riesgos y recursos protectores. El problema de la mortalidad materna es expresión del lugar de estas mujeres (mujeres en situación de pobreza) en el reparto material y simbólico del bienestar, la pobreza y la alienación”.[2]
Como es sabido, en la Argentina el aborto es una práctica ilegal, salvo algunas excepciones[3]. Esto lleva a que dicha práctica se realice en condiciones de clandestinidad. Dentro de este marco general, dependiendo al sector económico que se pertenezca, estas condiciones varían, desde la realización en un consultorio medico clandestino en condiciones de salubridad o muy por el contrario realizarlo con elementos caseros (yuyos, agujas de tejer) sin ningún tipo de asepsia.
La realización de abortos en pésimas condiciones de salubridad conlleva una alta cifra de mortalidad. “Aunque se carezca de datos fiables, es por demás llamativo que el aborto sea la primer causa de mortalidad materna”.[4]
Por ejemplo, entre las menores de 20 años, la mortalidad materna –cuya primera causa es el aborto- aumentó un 385 por ciento (entre el 2002 y el 2003), según los últimos datos oficiales publicados en el libro Objetivos, metas y estrategias sanitarias 2007-20016, del Ministerio de Salud de la provincia de Tucumán[5].
En América Latina se calcula que el número anual de abortos llega a cuatro millones y 119 abortos de cada 100 mil terminan en la muerte de la mujer. Por el contrario, en los países en los que el aborto es legal, esta cifra es de entre 0,2 y 1,2 por cada 100 mil abortos (De acuerdo al Instituto Alan Guttmacher, Organización estadounidense sin fines de lucro orientada en investigación sobre salud sexual y reproductiva.). La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula en 6 mil el número de muertes en la región por abortos sépticos, o sea, abortos clandestinos mal practicados.[6]
Estas cifras nos llevan a pensar que las mujeres de los sectores populares que no cuentan con los medios para costear un aborto clandestino aséptico deben elegir entre continuar el embarazo, aún sin quererlo o poner en riesgo su vida. Muchas de ellas después de realizarse un aborto en malas condiciones, sufren de hemorragias, infecciones, lesiones traumáticas y reacciones toxicas a productos ingeridos o aplicados. Además por extensión, se suele producir la enfermedad inflamatoria pélvica y peritonitis.
Sin embargo no concurren al hospital o centro de salud por miedo a ser denunciadas. En relación a esto seria importante rescatar que desde la implementación del Protocolo de Atención Post Aborto, del Ministerio de Salud de la Nación, los médicos fueron capacitados y asesorados jurídicamente sobre el secreto profesional. A partir de esto no es necesario que denuncien a una paciente. Por este motivo resulta necesario que las mujeres vayan al hospital y que sean bien atendidas[7].
Por último, en relación al tema legal que enmarca a esta problemática el Dr. Eugenio Zaffaroni en una entrevista realizada opina lo siguiente: “…Quiere decir que la punición no funciona, que el problema del aborto no se soluciona con el Código Penal. Frente a la estimación de que el aborto alcanza más o menos al 20 por ciento de los nacimientos, evidentemente es necesario tutelar la vida desde la concepción, pero tutelarla en serio, no tener un pedacito de papel que para lo único que sirve es para que no haya más escándalo porque la clase media puede abortar en condiciones de sanidad y las clases más carenciadas abortan con técnicas terroríficas que terminan en asesinatos”[8].
3. Cuando la autonomía se encuentra vulnerada…
Los diferentes modos de significar a una mujer que se encuentra en situación de embarazo no deseado (de acuerdo a su condición social) colaboran en establecer, legitimar y/o propiciar algunos de los argumentos desde los cuales se vulnerabiliza en la autonomía de decidir. “Si cuando hablamos de aborto nos referimos a la necesidad de garantizar la posibilidad de elección, tendremos que considerar, en que medida las mujeres de nuestra sociedad construyen o no su propia posibilidad de autonomía”[9]. En primera instancia, no podríamos hablar de autonomía si decidir interrumpir un embarazo, en los sectores vulnerables, arrastraría el temor a la pérdida de la vida propia. Por otra parte, elegir cómo, cuándo y con quién tener un hijo, implica una educación para decidir, tener acceso a anticonceptivos para no abortar y por último, aborto dentro de un marco legal para evitar las muertes por abortos clandestinos.[10] “La autonomía implica la capacidad de instituir proyectos propios y la producción de acciones deliberadas para lograrlos, es decir subjetivarse como sujetos de ciudadanía”[11].
Por otro lado, otro de los factores que actúa en detrimento de la autonomía, cuando la vida se desarrolla en la carencia, es lo que se conoce como lógica del instante[12], que impide estructurar una lógica de la anticipación, es decir poder planificar, decidir o sostener acciones en el mediano y corto plazo. En este sentido, si hablamos de autonomía psíquica, es imposible dejar de lado unos de los mitos fundadores de la subjetividad sexuada como femenina, nos referimos al mito Mujer=Madre[13]. Así como también la idea naturalizada del supuesto instinto maternal. Es decir que, a la hora de tomar en cuenta el grado de autonomía psíquica que puede tener una mujer, hay que visualizar primero como estos mitos instituyen modos de pensarse y de actuar como mujer (siempre desde una óptica masculina y patriarcal).
El daño ocasionado por el control, la tutela, la sujeción y la culpabilización de las mujeres, está agravado en cada nuevo tiempo por las desigualdades que afectan en todos los aspectos la vida humana. Podrimos pensar entonces que “…mientras que en los sectores mas favorecidos los dispositivos del poder actúan sobre las subjetividades, en el caso de las mujeres pobres actúa sobre las subjetividades y el cuerpo”[14].
En este sentido, el marco de ilegalidad en que se desarrolla una practica abortiva, es un mecanismo fragilizador que opera produciendo miedos, reproches y culpas, en todas las clases sociales. Pero en los sectores populares esta situación se agudiza aun mas, ya que al malestar emocional que produce la interrupción de un embarazo (No la practica en si, si no la significación moral que recae sobre la misma) se le agrega el miedo a morir y el desamparo social, en términos de acceso a una practica segura.
4. Si a la vida… a la vida en igualdad y libertad de elegir
Como es sabido, ante una situación de embarazo no buscado, encontramos diferencias en torno a las significaciones y representaciones sociales que se tienen cuando esto le ocurre a una mujer de bajos recursos, que a una mujer de clase media o alta.
No es posible establecer la cantidad exacta de los abortos que se realizan en la Argentina, debido a su condición de ilegalidad, pero es sabido que es una práctica que sucede a menudo en todos los sectores sociales[15]. Sin embargo, algunos sectores de clase media y alta, amparados en el discurso religioso[16] y moralista, desestiman la posibilidad de una legalización del aborto y hasta participan activamente en contra de esta práctica, embanderados bajo el lema “si a la vida”. Pero resulta curioso que desde la sociedad (y el Estado, a través de sus instituciones) se culpabilice a las mujeres de clase baja “…por parir muchos hijos, por no cuidar, alimentar y proteger, por no cuidarse de las enfermedades de transmisión sexual, por dar en adopción o vender a sus hijos e hijas, por no darlos, por permitir que sus hijos e hijas sean abusados, por mandarlos a pedir…”[17]. Se conforma de este modo una singular paradoja: una sociedad como la Argentina que prohíbe legalmente y sanciona moralmente las prácticas abortivas (“matar una vida”) por otro lado juzga ferozmente las situaciones antes mencionadas. De igual manera es necesario poner de manifiesto como la diferencia entre los géneros, sigue viviendo en el trasfondo de esta problemática, ya que generalmente “…los varones, protagonistas necesarios y no contingentes de este proceso, rara vez son incluidos en el juicio”[18].
Podríamos reflexionar acerca de estas posturas suponiendo que aquellos que pueden acceder a una práctica segura en términos de salubridad, están menos preocupados en las consecuencias desfavorables, para la subjetividad y para el cuerpo, que produce una práctica ilegal e insegura. También podríamos pensar que nunca han hecho ni harían una práctica de este estilo, por mandamientos morales y/o religiosos. Pero en primera instancia nos resulta imposible abordar este tema desde lo moral o desde las convicciones personales, cuando la vida de miles de mujeres se encuentra en riesgo por abortos clandestinos.
En relación a este enfoque, en una entrevista para Página 12, Gabriela Luchetti[19], ante la pregunta sobre los grupos religiosos que se oponen al aborto, opina lo siguiente: “Es el pensamiento cristiano dominante de poner la culpa por todos lados. Las mujeres no tendríamos por qué tener culpa por no desear nuestros embarazos. Mientras que los valores –así sean cristianos no tendrían que contaminar la práctica médica. Nosotros tenemos que abstenernos de juzgar a los pacientes por lo que hacen y atenderlos por lo que padecen. Ese es uno de los valores de la profesión: no juzgar, independientemente de los valores personales y familiares”.
Por otro lado, es sabido que las resistencias ideológicas estuvieron siempre alrededor de temas polémicos, obstaculizando las luchas por los derechos y la igualdad. Por ejemplo en una entrevista a Nelly Minyersky, defensora de los derechos humanos[20], ella comenta algo al respecto: “…En aquel momento fue una batalla aprobar el divorcio…Pero la hipocresía y las resistencias en algún modo son las mismas. La falta de divorcio vincular afectaba fundamentalmente a sectores de la clase media. En el caso del aborto, las más afectadas son las mujeres de sectores vulnerables, que tienen menos posibilidad de prevenir un embarazo no deseado, menos posibilidades de acceder a información, a los anticonceptivos y a un aborto seguro...”.
5. Conclusiones y reflexiones finales
Después de este breve recorrido por algunos de los factores que ayudan a conformar al aborto -específicamente en los sectores marginales- como un problema en salud, resulta altamente hipócrita prohibir legalmente y sancionar moralmente a mujeres que se las ha privado de sus derechos, y hasta de la propia vida.
Una manera posible de defender los Derechos Humanos se encuentra en la promoción de la salud. Incluyendo estrategias que promuevan la apropiación y valorización del propio cuerpo de las mujeres, con la plena libertad de decidir sobre él mismo.
Por otro lado, elegir y decidir sobre el propio cuerpo implica reconocerse en prácticas públicas y no solamente en el ámbito privado. Ya que, la verdadera autonomía se construye en una articulación del mundo privado y del mundo público. De modo que se hace necesaria la integración de políticas de género y políticas comunitarias que favorezcan la conciencia de las mujeres en lo que a salud reproductiva se refiere.
Desde mi punto de vista, hay un horizonte a corto plazo y es resolver el problema de las mujeres que mueren a causa de abortos clandestinos, mal practicados y de la no atención post-aborto. Después habrá tiempo para discutir las cuestiones morales, religiosas y las convicciones personales de los sectores que se resisten a la legalización del aborto. Quizás este sea el núcleo más duro, ya que desde estos sectores se refuerzan las prácticas discriminatorias y la vulnerabilización de derechos de la mujer -en especial las mujeres en condición de pobreza-. De este modo debemos suponer un largo recorrido hasta poder construir un nuevo universo de significaciones en cuanto al aborto, para que él mismo no represente la muerte de una vida, si no la vida en libertad e igualdad de oportunidades y decisiones.
Bibliografía
Nota: El chiste utilizado en la carátula, corresponde al suplemento de humor Sátira 12, del Diario Página 12, del día Sábado 24 de Octubre de 2009
- Fernández, A.M. (2004): “Adolescencias y embarazos. Primera parte: Hacia la ciudadanía de las niñas” en Revista del Instituto de Investigaciones de la Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires, n° 3, año 9, Buenos Aires.
- Fernández, A. M. (2005): “Adolescencias y embarazos. Segunda parte: Abusos y diferencias de clases”. Revista del Instituto de Investigaciones de la Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires, n° 3, año 10, Buenos Aires.
- Fernández, A. M. (1993): “La mujer de la Ilusión” Cáp. 7. Ed. Paidós.
- Fernández AM, Tajer D.: Cáp. 1 \"Los Abortos y sus significaciones imaginarias: dispositivos políticos sobre los cuerpos de las mujeres" En “Entre el Derecho y la Necesidad: Realidades y Coyunturas del Aborto”.Checa Susana (comp.) Edit Paidós (en prensa)
- Pauluzzi, Liliana: “Degradación de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres pobres: abortar y parir” En “Entre el Derecho y la Necesidad: Realidades y Coyunturas del Aborto”.Checa Susana (comp.) Edit Paidós (en prensa).
- Pérez Chávez, Kattya. “Prevención en salud reproductiva. Epidemiología y poder”. Ficha de cátedra. Psicología Preventiva. 2006.
- Tajer D. "Construyendo una agenda de género en las políticas publicas en salud" en “Políticas Públicas, Mujer y Salud” Edic. Universidad Nacional del Cauca y RSMLAC, Popayán Colombia, 2004, 27-39
PAGINAS WEB VISITADAS
www.elargentino.com/nota-60323
[2] Pérez Chávez, Kattya. “Prevención en salud reproductiva. Epidemiología y poder”. Ficha de cátedra. Psicología Preventiva. 2006. pág. 2
[3] Aborto terapéutico (inciso 1º del art. 86 del código penal) y Aborto eugenésico (inciso 2º del mismo articulo).
[4]Pérez Chávez, Kattya. “Prevención en salud reproductiva. Epidemiología y poder”. Ficha de cátedra. Psicología Preventiva. 2006. Pág 9.
[5] “Mujeres en Riesgo”. Suplemento “Las 12”. Diario Página 12 del día 16/10/2009
[6] “Conquistar nuestros cuerpos, decidir sobre nuestras vidas” www.panyrosas.org.ar
[7] Datos recogidos de: “Diez preguntas a Gabriela Luchetti.” Suplemento “Las 12”. Diario Página 12 del día 23/10/2009
[8] “El problema del aborto no se soluciona con el Código Penal” www.elargentino.com/nota-60323.
[9] Fernández AM, Tajer D "Los Abortos y sus significaciones imaginarias: dispositivos políticos sobre los cuerpos de las mujeres". Pág. 36
[10] “Educación para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir” fue la consigna de la campaña por el derecho al aborto, Vinculada con los Encuentros Nacionales de Mujeres. Rosario 200º y Mendoza 2004
[11] Fernández, A.M. (2004): “Adolescencias y embarazos. Primera parte: Hacia la ciudadanía de las niñas”. Pág. 9
[12] Idem. Pág. 10
[13] El mito Mujer=Madre es desarrollado por Ana M. Fernández en La mujer de la Ilusión Cáp. 7
[14] Fernández AM, Tajer D "Los Abortos y sus significaciones imaginarias: dispositivos políticos sobre los cuerpos de las mujeres".Pág.37
[15] Se estiman 500.000 abortos al año. (Pauluzzi, Liliana: “Degradación de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres pobres: abortar y parir” Pág. 59)
[16] …"Es amarga la ironía de aquellos que promueven el aborto entre las curas para la salud materna y creen que la eliminación de la vida es un asunto de salud reproductiva…" Declaraciones de Benedicto XVI en una gira por África. Clarín, sección El Mundo sábado 21, Marzo 2009.
[17] Pauluzzi, Liliana: “Degradación de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres pobres: abortar y parir” Pág. 49
[18] Idem. Pág. 50
[19] Ginecóloga, jefa del Servicio de Ginecología del Hospital Provincial de Neuquén Dr. Eduardo Castro Rendón, que gano el premio Buenas Practicas en Salud Sexual y Reproductivas, del Observatorio de Salud Sexual y Derechos Humanos del Instituto de Genero, Derechos y Desarrollo.