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Problemas Antropológicos |
1° Parcial |
Cátedra: Méndez |
2° Cuat. 2007 |
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1)- Vincule las características del mito de Occidente planteados por Mairet con los conceptos que aporta el texto de Lévi-Strauss.
2)- ¿Cómo, por qué y en qué sentido se puede sostener la insistencia de problemas antropológicos en psicología?
3)- ¿Qué relación plantean los autores entre la creación de conceptos y el nacimiento de la democracia?
4)- Realice un trabajo de análisis con las herramientas que proponen Deleuze y Guattari con el concepto de Historia Acumulativa.
Respuestas :
1)- En el texto de Mairet este define “Occidente”, no como un espacio geográfico, sino como el punto en el horizonte donde el Sol se acuesta. La creencia en esta cuestión, permite partir al mundo en dos mitades a partir de una línea – el horizonte – que va a diferenciar la parte del planeta donde en un determinado momento del día es de noche en una mitad y en la otra hay Sol. Por supuesto, se toma la mitad en la que hay Sol como Occidente y la otra mitad (la oscura, llena de sombras, donde todo se confunde) es Oriente. Por lo tanto, se vuelve mito del orden y de la división horizontal del mundo, y “orgánico” porque nutre una historia que saca su fuerza de él mismo: Occidente no va a estar afectado por el tiempo.
El mito da sentido e historia a la vida de los hombres, y no se piensa más en él: se lo asimila como algo dado y existente desde siempre, no como una construcción social. Aquí aparece otro punto importante, un mito organico es fundador; esto hace que pueda identificar el devenir como Historia, estructurarla y apoyarla como tal. Occidente es sobre todo un mito de origen que permite identificar las representaciones que pueblan nuestra historia. Sin embargo, esta Historia es solo un recorte, de una Historia planteada como Universal y que comienza con Asirios y Caldeos, y termina, cuando no, en Europa; no existen la Historia de los demás pueblos de África, América, China, etc. tan ricos en saberes, conocimientos y creencias: estos son “pueblos sin historia” según Lévi-Strauss, pueblos de los que se ha destruido todos sus documentos y testimonios, a los que se ha borrado su historia, pero que esta existió y seguirá haciéndolo por más que sea desconocida.
Es así, que Occidente se separa de Oriente y se atribuye a sí mismo el deber de civilizar, de sacar de las tinieblas, de separarlos – a la fuerza si es necesario – de los misterios profundos y confusos que acechan a la sombra de Oriente. Los demás pueblos y culturas son puestos bajo la lupa de Occidente y comparados con este, evaluándolos de acuerdo a sus propios parámetros; consecuentemente, “todo lo demás” que no era Occidente es visto como inferior, “salvaje”, es repudiado y menospreciado. Este encuentro con el otro produce extrañamiento, extrañamiento frente a la subjetividad de ese otro que choca con la nuestra propia, con nuestras concepciones identitarias. El hombre busca condenar aquellas experiencias que lo hieren afectivamente y negar aquellas diferencias que no comprende intelectualmente. Esto es lo que Lévi-Strauss denomina Etnocentrismo, que consiste precisamente en no aceptar la diversidad cultural y desconocer a las demás culturas, por no estar dentro de la norma bajo la cual se vive.
El mito presupone, tal como lo menciona Mairet, una “evolución” cuyo triunfo se encuentra en darle importancia a esa evolución. Lévi-Strauss lo caracteriza como falso evolucionismo el cual implica proclamar la diversidad cuando en realidad se trata a las diferentes culturas como etapas de un desenvolvimiento único, que partiendo del mismo punto deben llegar a un mismo fin. Por esta razón, se busca suprimir la diversidad cultural, fingiendo que se la reconoce totalmente.
Por todo lo dicho, Occidente es esencialmente una construcción política que tiene que ver con un proyecto de dominación. Es un mito de poder, ya que las ideologías que se apropian de este mito son ideologías de poder. La Cristiandad aparece entonces como el poder en sí mismo, encargado de “clarificar” el oscuro espacio que representa Oriente, y para esto utiliza la fuerza como una forma más de dominación e imposición. Se forma entonces un marco de poder universal, con un Dios único y verdadero. El poder ya no se justifica en si mismo sino que está justificado en un Dios. Occidente toma como su deber imponer “la verdad” a los demás pueblos, imponer la razón, y también imponer su Dios.
En conclusión, podemos decir que el mito de Occidente es una construcción social, a la que no se concibe como tal y que ha permitido la hegemonía Occidental sobre la Oriental, tomándola como la única y verdadera. Es mito en tanto que explica y justifica las creencias de nuestra comunidad y en tanto que funda nuestro origen es organico. Sin embargo, es a la vez contramito, porque se sustrae de la versión del mito y se lo considera única, y además porque no comparte las características esenciales que debe poseer todo mito. Este pensamiento es también pensamiento binario o pensamiento de lo uno ya que prevalece la hegemonía de uno de los polos sobre el otro, en este caso el polo occidental: para occidente lo que no es verdadero es falso (por supuesto lo que ellos predican es siempre la verdadero), por lo que no va a existir la multiplicidad. Este tipo de pensamiento está sesgado por la imposibilidad de aceptar las diferencias, la diversidad cultural.
Ejemplo:
Clarín, Domingo 26 de agosto de 2007
DISCRIMINACION Y RACISMO : INFORME DE LA ORGANIZACION HUMAN RIGHTS FIRST
Europa, alarmada
por la creciente ola de odio racial e intolerancia
Un monitoreo realizado durante 12 años revela que los ataques contra los negros, judíos, inmigrantes, gays, pobres y musulmanes han crecido de modo exponencial en Europa. El fenómeno se evidencia en el fútbol.
Julio Algañaraz ROMA. CORRESPONSAL
[email protected]
En la Europa
que quiere presentarse como modelo de los derechos humanos, en los últimos diez
años ha crecido en forma alarmante la intolerancia contra las minorías.
Homosexuales, musulmanes, judíos, inmigrantes, negros. El fenómeno es todavía
más agudo en la Europa del Este, en los países ex comunistas, donde la
virulencia produce con frecuencia inusitada ataques, destrucción, heridos y
muertos. "La violencia por prejuicios raciales es un serio problema en Europa",
afirmó Maureen Byrnes, directora de la organización norteamericana que estudia
con método lo que está ocurriendo en Europa y Estados Unidos y que se llama
"Derechos Humanos Primero" (DHP).
Human Rights First presentó un informe escalofriante que abarca doce años,
desde 1984, cuando comenzó el monitoreo del crecimiento de la intolerancia,
hasta el año pasado.
La discriminación y las violencias antisemitas, por ejemplo, han
aumentado en 2006 hasta alcanzar el pico más alto en absoluto. En Rusia, Ucrania
y otros países, pero también en Francia, donde las profanaciones de
cementerios, las pintadas y los actos de intolerancia han crecido en un 6,6%.
"El fenómeno es muy complejo", explica el rabino jefe de Roma, profesor Riccardo
Di Segni. Las reacciones violentas se apoyan en una cultura bien radicada de
prejuicios. El famoso padre Luigi Gelmini, fundador de los 238 centros del grupo
Encuentro en 17 países, respondió a las acusaciones de haber cometido abusos
sexuales afirmando que se trataba de infamias promovidas "por el lobby judeo-radical
chic". Poco después se arrepintió afirmando que donde dijo "judíos", que en
realidad amaba, quiso decir "masonería". Pero el daño estaba consumado.
El Papa ha reimplantado la misa tradicional en latín en su versión de 1962,
aprobada por Juan XXIII, que ya no ataca a los "pérfidos judíos", pero que sigue
incluyendo en sus invocaciones a "la conversión de los hebreos". Y hace dos
semanas el Papa recibió en audiencia a las autoridades de la Radio María de
Polonia, famosa por su propaganda antisemita y de ultraderecha xenófoba.
Persisten también las discriminaciones contra los millones de inmigrantes
musulmanes, por fortuna con una atenuación de las intolerancias respecto al
nivel de 2005, cuando los atentados terroristas en los medios de transporte
causaron en Londres medio centenar de muertos. Pero un análisis demoscópico
realizado para el diario Financial Times indicó que el 38% de los
británicos tienen aún una gran desconfianza de los musulmanes.
En Italia, uno de cada tres ciudadanos estima que la gente islámica representa
"una amenaza para la seguridad nacional" El porcentaje baja al 21% en Francia y
Estados Unidos. En Gran Bretaña, un 52% espera "un gran atentado terrorista" de
matriz islámica antes de fin de año, lo que echa leña al fuego del prejuicio y
la desconfianza. La mayoría estima que los musulmanes tienen "demasiado
poder" en el país. Los italianos están detrás, aunque no se hayan producido
en Italia hechos terroristas de magnitud.
La Liga Norte de Umberto Bossi aliada de la centroderecha del ex primer ministro
Silvio Berlusconi, xenófoba y partidaria durante mucho tiempo de la "liberación"
de las prósperas regiones septentrionales italianas con la creación de otro
Estado, acumula todos los días odiosas posiciones racistas. Sus partidarios han
"marcado" en varias ciudades con orina de cerdo los terrenos donde la comunidad
musulmana quería construir mezquitas. Existe un personaje singular y tremendo de
la Liga Norte que es el jefe municipal de Treviso, la ciudad de la riquísima
familia Benetton. Se llama Giancarlo Gentilini. En varias oportunidades quitó
los bancos públicos donde se sentaban los inmigrantes, puso puntas de metal
en las paredes de las calles donde negros, árabes y asiáticos que se reúnen a
charlar.
Estas barbaridades producen críticas y sonrisas, pero casi nada más, inoculando
el veneno cultural que alimenta prejuicios y reacciones violentas.
La violencia contra los gays es creciente en los países del Este europeo,
aunque también sea inquietante la situación en la rica Europa Occidental. El
obispo de Frascati, ciudad cercana a Roma y el Vaticano, dijo hace unos días que
"los homosexuales no son cristianos". En Rusia una mayor presencia de los
homosexuales ha llevado a un incremento de la retórica homofóbica, que
muchas veces se apoya en la difusión de carteles y logos de matriz nazi, seguida
de una violencia cada vez más dura. La persecución contra los inmigrantes y
minorías son moneda común en la Europa del Este. En Rusia fue difundida hace
poco por Internet la ejecución de dos extranjeros del Tadjikistán por
parte de un grupo de ultraderecha, en nombre de la "pureza rusa".
El informe de DHP destaca que pocos países se han comprometido a monitorear
sistemáticamente los casos de "crímenes de odio". Francia, Alemania y Gran
Bretaña lo están haciendo. Los demás, según la organización, demuestran
hostilidad y "reflejan la indiferencia de muchos gobiernos". El informe dice que
los instrumentos están en manos de los gobiernos y propone que "pongan la
prioridad política en la lucha contra el odio criminal y contra los
atentados racistas".
En el artículo vemos claramente como el encuentro con el otro produce extrañamiento. Este se produce por la ignorancia o el asombro frente las costumbres y saberes de ese otro, lo que termina suscitando repudio y menosprecio por esa manifestaciones sociales diferentes a las propias. Un fenómeno social tan extendido, lamentablemente, hoy en día como la discriminación es un resultado directo del mito de Occidente: tan incorporado, arraigado e inherente en cada uno de nosotros, que nos ubica en una posición de superioridad frente a ese otro que no comparte nuestras mismas costumbres y creencias.
2)- Se puede sostener la presencia de problemas antropológicos en Psicología por el siguiente motivo: la Antropología como disciplina estudia al hombre como ser humano inmerso en una determinada cultura de la que es productor y a la vez producto, a lo largo de toda su evolución. El hombre es una ser altamente complejo, por lo que su estudio será entonces muy complejo también. Por tal razón, integra a la sociedad, la naturaleza y el momento histórico- económico- político, en el que se encuentra el individuo y estudia las relaciones de este con su ambiente y con el resto de los seres sociales con los que interactúa. Esto permite que la Psicología, como ciencia que estudia la mente y la conducta del ser humano, pueda analizar al hombre en la cultura en la que vive y se desarrolla, la cual es única y esencial para determinar sus aspectos subjetivos e intra-psíquicos.
Consecuentemente, el individuo no va a aparecer artificialmente como un ser aislado (lo cual no existe en la realidad, ya que la condición inherente al ser humano, es ser un ser social) sino que va a poder ser estudiado por un lado en su interacción con el ambiente, con las normas, costumbres y creencias de la cultura en la que se desarrolla, y por otro con los demás seres sociales o grupos con los que se relaciona. Las normas, costumbres y creencias de un determinado individuo serán estudiadas por la Antropología y permitirán luego a la Psicología, el estudio del sujeto en forma individual, pero como totalidad de una comunidad determinada.
Los problemas antropológicos surgen en Psicología con motivo de la diversidad de la que da cuenta la primera: todas las culturas no son idénticas en sí mismas, lo que trae como consecuencia que se genere rechazo o indeferencia hacia aquellas conductas que no son similares al sistema de referencia propio. Por tal razón, la psicología se encargará de determinar las conductas, los valores, las representaciones sociales, las significaciones, las relaciones, etc. que se producen en los individuos y en los grupos sociales en los que se encuentra inmersos por efectos de esta cuestión.
Podemos pensar los problemas que surgen como un descontrucción e indagación de fenómenos sociales y culturales – como lo son los conceptos, las ideologías, etc. – que los seres humanos construyen a lo largo de su evolución, pero que no son percibidos como tales. Ambas disciplinas deben trabajar en forma conjunta, para poder lograr que los individuos adopten una instancia critica respecto de los mitos y discursos existentes, respecto de quienes lo crean y por qué, y con qué objetivo lo hacen.
Ejemplo:
Clarín, jueves 1 de Marzo de 2007
Opinión
TRIBUNA
Homoparentalidad:
otra forma posible de armar una familia
La familia no deja de hacer transformaciones revolucionarias. Quizá la última sea la convivencia de parejas homosexuales que desean criar hijos
Anne Chemin. Ensayista francesa, columnista de "Le Monde"
Los
historiadores algún día dirán que la homoparentalidad nació en Europa
occidental y en América del Norte a fines del siglo XX.
"He comparado los sistemas de parentesco existentes en 186 sociedades de todos
los continentes y en ninguna parte encontré familias homoparentales", subrayaba
el antropólogo Maurice Godelier durante un debate científico y político
organizado el 3 de febrero por la Asociación de Padres Gays y Lesbianas (APGL).
"La homoparentalidad es una novedad histórica ligada a dos
transformaciones fundamentales de la cultura occidental: el hecho de que,
desde el siglo XIX, el hijo está cargado de valores nuevos que modificaron
profundamente el deseo masculino y femenino de un hijo, y el hecho de que, en el
campo científico, la homosexualidad ya no es considerada una patología por la
medicina ni una perversión por la psicología."
La homoparentalidad es una idea nueva, pero las ciencias sociales rápidamente se
adueñaron de ella: Francia, que no contaba con una sola investigación sobre este
tema en 1997, exhibe hoy una bibliografía que incluye más de 300 estudios de
derecho, sociología, psicología y antropología. Es un signo de los tiempos que
el término homoparentalidad, acuñado en 1997 por la APGL, haya sido incorporado
al diccionario Le Robert en 2001.
El desarrollo de los niños criados en familias homoparentales, que a menudo
constituye uno de los interrogantes fundamentales del debate, ya no es una
incógnita. Durante el debate organizado en la Escuela de Altos Estudios en
Ciencias Sociales, Olivier Vécho, profesor de psicología de la Universidad
París-X, analizó las cuarenta y cuatro investigaciones realizadas en el mundo
sobre este tema.
Una mitad se había hecho en Europa y la otra, en los Estados Unidos o Canadá.
"Las conclusiones de estos trabajos distan de ser alarmistas", destacó Olivier
Vécho, quien en 2005 presentó una tesis sobre el desarrollo socio-afectivo de
estos niños. "No les va ni mejor ni peor que a los demás", certificó.
En la mayoría de los casos, estos estudios se realizaron en niños, pero algunos
también se ocupan de los adolescentes, e incluso de los adultos. Ellos muestran
que estos niños no se convierten en homosexuales con más frecuencia que los
otros, que su identidad sexual es tan sólida como la de los otros y que
sus comportamientos sexuales son semejantes a los de los otros. Olivier Vécho
registra una sola diferencia: cuatro de estos trabajos llegan a conclusión de
que los niños criados en familias homoparentales tienen cierta preocupación
por la mirada ajena.
Tanto en Europa como en América del Norte, otras revoluciones familiares
prepararon el camino para la homoparentalidad. La primera atañe a la
disociación entre la sexualidad y la procreación: gracias a la legalización
de la anticoncepción y el aborto, las parejas ahora pueden vivir su sexualidad
sin temor a la procreación.
Pero desde el nacimiento del primer bebé de probeta en 1982, los fabulosos
avances de la medicina reproductiva abrieron el camino a otra revolución: con
la fecundación asistida, la medicina hoy puede "fabricar" bebés sin la
intervención de la sexualidad e incluso convertir en padres a hombres y
mujeres que no tienen ningún vínculo genético con sus hijos.
Es el caso, por ejemplo, de los padres cuyos hijos vinieron al mundo gracias a
la inseminación artificial con semen de donante o de las madres que recibieron
una donación de ovocitos para una fecundación in vitro.
En estas familias, las cartas tradicionales de la filiación se han barajado
parcialmente de nuevo: desde un punto biológico, estos niños están —en
parte— en la misma situación que los niños adoptados puesto que no han
heredado el patrimonio genético de sus dos padres, pero, desde un punto de
vista jurídico, afectivo y social, son semejantes a los demás niños en tanto
han sido traídos al mundo por una pareja que los deseó y esperó. Por lo
tanto, con la fecundación asistida, filiación biológica, afectiva, social y
jurídica ya no coinciden.
La segunda revolución tiene que ver con los modelos familiares. Desde la
década de 1970, el matrimonio ya no es el paso obligado a la constitución de una
familia, y las familias ensambladas dieron origen a nuevas constelaciones
parentales: la sociedad aprende a vivir con padrastros, madrastras, medio
hermanos y "cuasi" hermanos.
Para los sociólogos, se trata de la entrada a la era de la "pluriparentalidad".
Se observa entonces una disociación entre la sexualidad y la procreación, entre
la alianza y la filiación, entre el parentesco biológico y el parentesco social.
Las parejas homosexuales llevaron el conjunto de estas lógicas al extremo.
Recurriendo a inseminaciones artificiales con donante realizadas en Bélgica y
los Países Bajos, intentando la aventura —ilegal en Francia— de las madres
portadoras en el extranjero, instaurando "coparentalidades" entre una pareja de
hombres y una pareja de mujeres, los homosexuales inventan, día a día, formas
de parentalidad que plantean la pregunta de cuál es el status del "copadre":
¿qué lugar se le debe asignar a un adulto que no tiene ningún lazo genético con
un niño, pero que lo ha criado junto a su padre biológico y jurídico?
Si la homoparentalidad suscita tantas preguntas es porque rompe el triángulo
tradicional padre-madre-hijo que constituye el modelo familiar de nuestras
sociedades occidentales. Pero, aunque rara vez se aborde el tema, también se
debe a que prolonga los debates que suscitan la fecundación asistida y la "pluriparentalidad"
al invitarnos a reflexionar sobre nuevas concepciones de la filiación.
¿Podemos imaginar un sistema en el cual los padres ya no coincidan con los
progenitores? ¿Se puede contemplar la existencia de más de dos padres? ¿Cómo
reconocer los vínculos jurídicos y sociales entre un niño y padres que no tienen
lazos de sangre? Si la alianza es electiva, ¿la filiación puede también llegar a
serlo?
En un mundo donde las reglas tradicionales de la filiación se han visto
fuertemente trastrocadas, ¿qué lugar se le debe asignar a lo biológico, lo
social, lo afectivo y lo jurídico?
Copyright Clarín y Le Monde, 2007. Traducción de Elisa Carnelli.
En el artículo podemos ver como una institución como la familia fue creada consensuadamente a lo largo de la evolución, y transmitida de generación en generación. Sin embargo, esta construcción social, ha cambiado sus principales valores y objetivos hoy en día: ya no es necesaria una relación triangular (madre-padre-hijo), sino que podemos concebir una relación plural, donde entran en escena sujetos que ya no son únicamente los padres biológicos, sino que pueden serlo también una pareja homosexual, la madre biológica, el hijo, etc. El concepto de familia como una institución y por tal, arraigada y naturalizada en nuestro ser, muta constantemente y es tarea de los psicólogos y antropólogos trabajar conjuntamente y determinar el contexto y la cultura donde se sitúa este fenómeno, y como tal la multiplicidad de otros fenómenos que abarca.
3)- En el texto “La invención de la razón” François Chatelet conversa con Emile Noel, justamente sobre la invención de la razón en Occidente. Los autores la consideran una construcción, una invención social, producto de un momento histórico y cultural determinado.
Los autores vinculan la invención de la razón con el nacimiento de la democracia en Atenas en el siglo V. En ese momento, es definida como la igualdad ante la ley: todos tienen el mismo derecho de intervenir ante los tribunales y en las asambleas. Con la democracia, la palabra pasa a cobrar suma importancia y va a determinar que quien es dominador y quien dominado. Surgen las artes y las técnicas: la palabra griega tejné implica un saber-hacer, pero también la invención, la creación de una producción original. Esto lleva a que surjan instructores que puedan enseñar sobre esa tejné, sobre todo el arte de lo que después será la “retórica”. Estos instructores de la democracia son los sofistas, los cuales abren escuelas de elocuencia que sobre todo lo serán de política. Es entonces que surge Sócrates como el personaje que irá contra los sofistas, criticándolos por lucrar con sus escuelas y por creer que saben todo sobre la realidad cuando en realidad no saben nada. A su vez va a ser el creador de lo que veinticuatro siglos después llamaremos “concepto”. Este concepto será planteado por Sócrates de la siguiente manera: se cuestiona diferentes situaciones cotidianas, mediante un juego de preguntas y respuestas (lo que después será la dialéctica); sin embargo para responder a una pregunta es necesario saber la idea que contiene la misma y elaborar su representación. Sólo así, se construye el concepto.
Posteriormente Platón construye sus diálogos esencialmente en contra de los sofistas, a su parecer, los enemigos de Atenas. El arte del dialogo que empleará Platón será la dialéctica y se opondrá a la retórica utilizada por los Sofistas. Sin embargo, al igual que los sofistas hace uso de la palabra para luchar contra el discurso “engañoso” de los maestros de la democracia y refuta sistemicamente su pensamiento. Enfatiza el hecho de que la mayoría no posee la verdad: no siempre la mayor cantidad de voces tienen la razón. Entonces se propone construir un discurso juez de todos los demás discursos y de todas las demás conductas. Este discurso parte de cuestiones cotidianas – empíricas – y se construirá una argumentación que permita responder, no desde la simple opinión, sino desde el nivel del concepto. El Logos, la palabra, o la razón, cambia rápidamente: pasa de significar la palabra dotada de sentido solamente, a ser después el conjunto que tiene un sentido de palabras dotadas de sentido. Luego surge el tercer significado de Logos: aquellos que nos posibilita brindarle sentido a distintas frases y poder llegar a una demostración de conjunto que tenga un sentido. Por último, la significación de Logos es el concepto mismo, que según Chatelet, no es otra cosa que la misma estructura mental que acompaña el desarrollo del discurso, prueba por la cual el hecho se somete y adviene la verdad. La verdad es otro concepto, otra categoría que sostiene el discurso del filósofo como real: este discurso filosófico será real por el mero hecho de ser universal.
Platón entonces reflexionará sobre las experiencias de los filósofos y concluirá que no hay hechos, sino una simple experiencia singular de un determinado individuo en una situación particular. Esto se traduce en la concepción de los filósofos platónicos sobre la asamblea, donde cada persona ve las cosas desde su propia realidad, desde sus propios intereses. Entonces el dialogo permitirá preguntarse sobre la significación de esos hechos y de verificar la validez de esa significación que ha sido establecida. Por consiguiente, como resultado de la totalidad de los acuerdos existentes en un dialogo se establece la universalidad, como categoría de la filosofía, el primer concepto que la va a definir en si misma. Es entonces en la construcción de un discurso de todos los discursos, que pueda ser juez de todas las prácticas y conductas, donde vamos a encontrar la universalidad. El hecho va a someterse a una prueba de significación, y esto determinará la construcción del concepto: el logos o la razón se constituye como forma de construir sabiduría, producto del discurso filosófico que tiene valor universal y por eso responde a la realidad, apoyándose en una doctrina del Ser, de las Ideas, inventando la palabra y diciendo lo que significa el ser. Esta sabiduría incluye formas de vida, de conducta, y de saber, y este camino hacia la verdad sería exclusivo de la filosofía.
De la misma forma, lo sostienen Deleuze y Guattari. Consideran que solamente es deber de la filosofía la construcción de conceptos nuevos: es el objeto de la misma. Sostienen que:
“…corresponda únicamente a la filosofía la creación de conceptos en sentido estricto. Los conceptos no nos están esperando hechos y acabados, como cuerpos celestes. No hay firmamento para los conceptos. Hay que inventarlos, fabricarlos, o más bien crearlos, y nada serían sin la firma de quienes los crean.”[1]
Con esta frase los autores nos dicen que los conceptos no son algo dado de ante mano, sino que es tarea de los filósofos crearlos a partir de situaciones cotidianas, frente a las cuales estos “amigos de la sabiduría”, buscan obtener resultados. Toda creación es singular, no universal a la manera platónica, y así lo será la formación de conceptos. Critican a Platón, ya que este sostenía que había que contemplar las Ideas, pero para hacerlo, se tuvo que crear primero el concepto de Idea. De esta manera, los filósofos no deben darse por satisfechos y aceptar los conceptos que se les dan, reformularlos, “arreglarlos”: deben desconfiar de los conceptos que no hayan creado ellos mismos y crear nuevos que convenzan a la gente para que puedan recurrir a ellos. Estos conceptos creados van a tener diferentes características:
Concluyendo, la democracia tiene su origen en Grecia e instituye el poder de la palabra como medio para alcanzar un fin determinado. Los encargados de instruir sobre el arte de la palabra son los Sofistas, los cuales van a generar una profunda oposición por parte de una incipiente figura social: Sócrates. Este “amigo de la sabiduría” es el primer creador de conceptos, los cuales van a surgir como resultados del planteamiento de problemas cotidianos. Posteriormente, Platón a través de su dialéctica, construye un discurso juez de todos los demás discursos, y axial también de las demás conductas. Entonces aparece el primer concepto creado: la universalidad. El discurso del filósofo es universal, semejante a la realidad, y por tal razón es también verdadero. Por otra parte Deleuze y Guattari, consideran también que es deber únicamente del filósofo la creación de nuevos conceptos en sentido estricto: todo filósofo desconfiar de todo concepto que no haya sido creado por él. El concepto, a su vez no debe ser universal, sino singular (ya que toda creación es en sí misma singular), relativo y absoluto a la vez, y autorreferencial.
4) - Deluze y Guattari en el primer capitulo de su libro “¿Qué es la Filosofía?” plantean la creación de conceptos como el objetivo primordial de la filosofía. Es tarea del filósofo, por lo tanto, desconfiar de aquellos conceptos que están dados y de incorporarlos como tal: deben construirlos en su singularidad. Sin embargo, los conceptos no son simples: están formados por componentes y se definen a partir de estos. Remite a otros conceptos, en su historia y en su devenir actual, no pueden partir de la nada. La historia del concepto hace referencia a los conceptos de los cuales proviene y el devenir a los demás conceptos con los cuales se relaciona y que se sitúan en su mismo plano. Esta relación entre conceptos es transversal: los conceptos se solapan, se superponen, se bifurcan en otros conceptos.
Cada concepto vuelve a sus componentes inseparables dentro de él y esto es lo que define su endoconsistencia: cada componente distinto representa un solapamiento parcial, una zona de proximidad con otro componente. Pero también posee una exoconsistencia con otros conceptos, cuando su creación implica la construcción de un puente hacia otro concepto sobre un mismo plano.
Tomemos como ejemplo el concepto de Historia Acumulativa planteado por Lévi-Strauss. Este autor la define como la clase de historia que se desenvuelve de manera similar a la nuestra, y por tal su desarrollo tiene significación para nosotros. Este concepto va a estar integrado por varios componentes: movilidad aparente, sistema de referencia, significación e información. Estos componentes van a relacionarse, solaparse y situarse en un mismo plano. El orden que tienen estos componentes dentro de ese plano está dado por zonas de proximidad entre ellos: una zona entre movilidad aparente y sistema de referencia (de acuerdo a la velocidad en que nos parece que se desplaza una determinada cultura nos parece estacionaria comparándola con nuestro sistema de referencias), otra zona se encuentra entre sistema de referencia y significación (a partir de nuestro propio sistema de referencias le otorgaremos significado a culturas que no son las propias) y otra zona entre significación e información (la significación que le otorgamos a una determinada está dada por la cantidad de información que tenemos respecto de ella: si se mueve paralelamente a la nuestra y a la misma velocidad, se podrá acumular mucha mas información). La endoconsistencia de este concepto está dada por la inseparabilidad de los componentes mencionados organizados en zonas de proximidad.
Por otro lado, la exoconsistencia, al estar caracterizada por los puentes que se establecen entre conceptos en un mismo plano, se verá reflejada en el concepto de historia acumulativa con la idea de progreso, sostenida por Lévi-Strauss.
Deleuze y Guattari sostienen también que todo concepto es entonces, el punto de coincidencia, de acumulación de sus propios componentes. Es el punto nodal donde fluyen todos los conceptos que a su vez lo componen, y que lo recorren subiendo y bajando dentro de ellos. Este recorrido por un punto de sobrevuelo absoluto, a velocidad infinita, sobre los componentes inseparables que forman un concepto, es lo que lo va a definir como tal. Si tomamos como referencia el ejemplo ya mencionado de Historia Acumulativa, es por este concepto el punto por donde transitan los componentes que lo integran, y lo que determina su definición como tal.
Por tal razón, el concepto es absoluto como totalidad, por el lugar que ocupa sobre el plano y es a la vez relativo, respecto de sus propios componentes, del plano en el que está inmerso y de los problemas que debe resolver. Tal como lo mencionan los autores:
“Es infinito por su sobrevuelo o su velocidad, pero finito por su movimiento que delimita el perímetro de los componentes”[2]
Otra característica del concepto es que es autorreferencial, se plantea a sí mismo y plantea a su objeto en el mismo instante en el que es creado.
Por ultimo, podemos decir que el concepto no es discursivo, ya que no enlaza proposiciones: por eso los autores sostienen que no existen conceptos científicos, ya que las proposiciones carecen de intención.
Concluyendo, podemos decir que la Historia Acumulativa permite ser entendida desde nuestro propio sistema de referencias, por lo que nos parecerán deformadas y confusas, aquellas culturas que no se muevan aparentemente en el mismo sentido que la nuestra. Nos parecerán estacionarias, aunque no lo son de hecho, ya que toda Historia es acumulativa con diferencias de grado; la humanidad no evoluciona en un único sentido: lo que se nos aparece como estacionario o regresivo desde un punto de vista, puede que desde otro punto de vista signifique un gran avance o transformación. El progreso siempre es subjetivo.