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Problemas Antropológicos

2° Parcial Domiciliario

Cátedra: Méndez

1° Cuat. de 2010

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Consigna:

1)     Elija una categoría conceptual de la modernidad, desarrollada en clase, y articule las consideraciones críticas hacia ellas en los autores de la ruptura, de la Unidad II de la materia.

 

 

1)          “Hacia la deconstrucción del mito de occidente: Marx, Nietzsche y Freud”[1], este es el título con el que se da inicio a la segunda Unidad en el programa de la materia. Los tres autores antes mencionados, nos dan un punto de ruptura, ¿ruptura a qué? Sencillamente ruptura a las categorías establecidas en la modernidad, categorías como sujeto, conciencia, voluntad, poder, entre otras son tomadas por estos autores y sometidas a una consideración crítica por parte de los mismos, desde diferentes posturas cada uno.

  Conciencia, desde el diccionario de la Real Academia Española se define como:

1. f. Propiedad del espíritu humano de reconocerse en sus atributos esenciales y en todas las modificaciones que en sí mismo experimenta. 2. f. Conocimiento interior del bien y del mal. 3. f. Conocimiento reflexivo de las cosas. 4. f. Actividad mental a la que solo puede tener acceso el propio sujeto.

 

  Marx, Nietzsche y Freud, nos brindaran un desarrollo muy amplio con respecto a esta categoría de conciencia, aportes que son de por más valiosos para la práctica y teoría psicológica.

  Comenzaré por Karl Marx, este autor nacido el 5 de mayo de 1818, en Tréveris (ciudad de la Prusia renana[2]), se formó en la Universidad de Bonn[3] y luego en la de Berlín, estudiando Derecho, Historia y Filosofía, integrante en su juventud del círculo de los “hegelianos de izquierda”. Se dirá que “(…) Marx es el continuador de las tres corrientes ideológicas principales del siglo XIX que tuvieron por cuna a los tres países más avanzados de la humanidad: la filosofía clásica alemana, la economía política clásica inglesa y el socialismo francés (…)”[4]; sintéticamente se pude decir de cada una de estas tres fuentes del

 Marxismo lo siguiente: por un lado, lo principal de la filosofía alemana, que Marx toma, sobre todo del sistema de Hegel, es la dialéctica, esa doctrina que nos habla de la relatividad del conocimiento humano, de la materia en constante cambio y desarrollo, que Marx profundiza y desarrolla como materialismo histórico. La economía inglesa, con Adam Smith y David Ricardo, Marx pudo proseguir la obra de estos autores, y llegar a elaborar conceptos como la plusvalía[5]. Y finalmente, el socialismo francés; es ese socialismo utópico que aparece luego de la caída del régimen feudal, y que si bien soñaba con la destrucción del capitalismo, no tenían en cuenta las condiciones materiales y prescindían de la historia; y es en ese punto que Marx señalará entonces que, la base de todo desarrollo, de la historia universal en sí, es la lucha de clases. Marx dirá, ya en el Manifiesto Comunista, que “La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases”[6], entonces la conciencia estaría determinada, materialmente, por esta lucha de clases y por la posición y el lugar que el sujeto ocupa en ella, es decir la conciencia no será algo abstracto, inherente al sujeto, sino todo lo contrario, las ideas no engendraran lo real, más aun Marx nos dirá que Hegel caía en un error al creer que lo real era el resultado del pensamiento, que se profundiza en sí mismo, que se mueve por sí mismo.

  Tan claramente lo deja expresado al decir que no es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino que será el ser social lo que en él determinara su conciencia; sin querer decir con esto que la conciencia es un simple reflejo del mundo exterior. Así lo determinante en el papel del individuo, es a qué intereses de clase responde; es decir por ejemplo, siempre será una abstracción hablar de población si se omiten las clases de que está compuesta, y a su vez esta también lo será si se hace a un lado los elementos sobre las cuales se basan (trabajo asalariado, división del trabajo, etc.). Es en este punto que me parece interesante establecer una relación con otro concepto que Marx trabaja, el Fetichismo. Suponer a la conciencia como algo a priori en el sujeto, alejada de todo lo hasta aquí planteado por el autor, es decir como una abstracción, como un, si se quiere “primero pienso, luego existo”, como si fuese ella la que determina la realidad, y no la realidad, o el ser social, la que la determina, es ,considero, darle un rol que en sí misma no tendría, y con esto darle, podría decirse, un carácter de fetiche, es fetichizarla, si tenemos en cuenta que cuando Marx nos habla de la “fetichización” de la mercancía, lo que nos dice es que esta consiste en que justamente se le da un carácter propio a algo que de por si no lo tiene, es decir la forma mercancía y la relación de valor de los productos del trabajo en que ella cobra cuerpo, no tienen nada que ver con su carácter físico; y para explicarlo con mayor claridad, el autor nos da una analogía con la religión, donde se le da a Dios un carácter propio, es él, el que actúa sobre los hombres, el que les concederá favores o los castigará por sus pecados, es decir se le da a algo que el hombre creo, a algo que es producto de la mente humana, una vida propia, y una existencia independiente. Así, en su rasgo de fetiche, aunque en otro plano, la conciencia aparece como “con vida propia”, como si fuese ella la que determina el ser del sujeto (tal como Dios en su carácter de creador), como si ella siempre hubiese estado en la mente del sujeto, y no, que lo determinante en la formación de esa conciencia, y si se quiere de la personalidad del sujeto en sí, es la sociedad en la que se vive, es lo reitero su ser social.

  Tomando esto último, podemos introducir y comenzar a hablar de Frederich Nietzsche, ya que en el Tratado primero, de La genealogía de la moral, él nos dice lo siguiente: cuando el pueblo separa el rayo de su resplandor, concibiendo al segundo como la acción del primero, poniendo al mismo efecto como causa y efecto, y dándole al rayo un “hacer”, que en si no le corresponde, es esto, ¿por qué  no?, podríamos decir, también una forma de “fetichización”, donde se le otorga en este caso, al fenómeno rayo, una categoría de sujeto que realiza la acción del posterior resplandor, que no le pertenece, que no le es propia.            Nietzsche continua diciendo, que de la misma forma que con el rayo, el pueblo separa la fortaleza de las exteriorizaciones de ella, como si detrás de ella hubiese un sustrato que es el que exterioriza o no esa fortaleza, siendo que, lo que este autor nos trae, es la idea de que no hay ningún “ser” detrás del “hacer”, sino que el hacer más bien es todo; centrándonos en la analogía del rayo, no hay un ser, no es el rayo el que produce el resplandor, sino que el resplandor esta, es ese “hacer es todo” del que el autor nos habla.

  Nietzsche, nace el 15 de octubre de 1844 en Röcken, un pequeño pueblo en la provincia prusiana de Sajonia, cerca de Leipzig. Estudia teología y filología, en las Universidades de Bonn y Leipzig. Él interpretará como la cultura interpreta los valores morales, más aun va repensar el rol del filósofo, donde éste pasará a ser un interpretador-médico-fisiólogo y un evaluador-poeta, ya que interpreta los síntomas que aparecen en la cultura; debiendo jerarquizar esos sentidos, evaluarlos y constatarlos, pero evitando caer en una totalidad, es decir el filósofo no debe darse por satisfecho aceptando los conceptos que le vienen dados, sino que por el contrario deben fabricarlos, crearlos, y convencer al resto de los hombres a que recurran a ellos.

  Adentrándome, ya en lo que respecta a sus consideraciones acerca de la conciencia, en el Tratado segundo de La genealogía de la moral, nos dirá que la conciencia es aquello que domina el instinto de la razón, es aquello que permite obedecer a la distancia de la memoria. Así el hombre termina llamando conciencia a la responsabilidad convertida en instinto, responsabilidad que nos habla de esa libertad que tiene el hombre , de ese poder sobre sí y sobre su destino, que se graba tan profundamente que adquiere el carácter de instinto, y el nombre que el sujeto le da a ese instinto es justamente conciencia.

  El hombre se constituye, dirá Nietzsche como un animal al que le es lícito hacer promesas, para ello es preciso hacerlo (al hombre) necesario, uniforme, ajustado a la regla; la cultura hace, a este hombre al que le es licito hacer promesas, y usa la conciencia para ese fin. De la mano de este “hacer promesas”, de la capacidad que va a tener el hombre de responder de sí mismo, y que más aun le sea licito decir sí a sí mismo, nos trae aparejado otra categoría de por más elemental, la memoria. ¿Cómo hacerle una memoria al animal-hombre? Es lo que Nietzsche se pregunta, y ante esto nos da una repuesta tomada de un axioma de psicología  más antigua “Para que algo permanezca en la memoria se lo graba a fuego, sólo lo que no cesa de doler permanece en la memoria”[7], continua diciendo que, cada vez que el hombre necesitó hacerse una memoria, jamás pudo prescindir de la sangre, los martirios, los sacrificios, o incluso las torturas, ya que se supo adivinar que en el dolor se encuentra el medio, la herramienta más eficaz para la mnemónica[8], así “(…)cuanto peor ha estado de memoria la humanidad, tanto más horroroso es siempre el aspecto que ofrecen sus usos(…)”[9], ambas frases transcriptas anteriormente, tienen, considero, una implicancia tan clara con nuestra realidad actual, con nosotros como sociedad, sino, qué otra forma encontraron los genocidas de la última dictadura militar, para intentar grabar en la memoria del pueblo, que hay cosas que no se hablan, que reclamar y pensar diferente, sencillamente está mal, si no fue a través de las torturas y más aun de la muerte, generaron una memoria, sí, pero quizás totalmente diferente de lo que pretendían, lejos de grabar ese miedo a pensar, dieron lugar al “Nunca Más”, hicieron que permanezca esa memoria, para no querer volver a vivir esos oscuros años de nuestra historia, ya que, como también Nietzsche nos dice, si peor es el estado de memoria del hombre, de la humanidad, mas horroroso será el uso que se puede llegar a ser de ella. O ¿no se intento frenar toda una lucha docente matando a Fuentealba? Y más aun, con eso, querer nuevamente, grabar con sangre y  martirio, en la memoria de todos los luchadores, que las fuerzas represivas están ahí para hacer lo único que les han enseñado hacer, reprimir, reprimir a quienes luchan por sus derechos, por un mundo diferente, por una mayor igualdad, reprimir a los docentes que educan a sus hijos, considero que hay miles de ejemplos, de quizás tristísimos ejemplos como estos, donde con el dolor, con ese “grabar a fuego” se intenta generar una memoria en el pueblo, de que reclamar un vida más digna, y luchar por un mundo diferente, es lo incorrecto. Sin embargo también cada uno de esos ejemplos, y espero que el nombrarlos como meros ejemplos no se minimice su importancia, han servido sí para dar lugar a una memoria, una memoria que un pueblo no puede, ni debe olvidar, porque si lo hace, quizás el uso que luego se haga de ella, tal como el autor nos indica, sea más horrorosa aun.

  Continuando, aparece de la mano de la conciencia, la culpa, en cuanto conciencia de culpa, aquello que Nietzsche denominará mala conciencia. El sentimiento de culpa, aquel que hace referencia a la obligación personal, ha tenido su origen, para este autor en el material concepto de “tener deudas”, como aquella relación personal más antigua y originaria, aquella que implica a compradores y vendedores, acreedores y deudores; ya que justamente es en este tipo de relaciones donde por primera vez se enfrentó la persona a la persona, donde por primera vez las personas se midieron entre sí. De la mano de este comprar-vender, de este sentimiento de intercambio, se llega a la idea de que “todo puede ser pagado”, siendo entonces el tipo fundamental de relación que se da en las comunidades, donde, por ejemplo, en un delincuente, lo que está realmente en juego, aquello que adquiere un alto grado de importancia, y que justamente lo transforma en ese delincuente, podría decirse es, que con su acto de delincuencia, de infringir el daño, ha roto, a quebrado la relación de deudor-acreedor, se vuelve, dice Nietzsche, un deudor, que además de no devolver aquello que se le dio, mas aun atenta contra su acreedor, generando la inmensa cólera de este, como de la comunidad en general; es entonces en este punto que aparece la pena, como una reacción frente a un enemigo odiado, el cual ha perdido todo derecho y protección. La pena tiene, por un lado algo duradero, que es su carácter de drama, pero por otro lado, tiene su rasgo mas bien fluido, aquel donde se han de alojar todos los diversos sentidos que la pena puede tener, es decir la pena, ya no presenta un sentido único, sino que todo lo contrario, aparecen en ella toda una seria de sentidos, de los cuales uno de los más arraigados, es aquel que sostiene a la pena como aquello que puede despertar en el culpable el sentimiento de culpa, aparece como el instrumento de la, ya mencionada, mala conciencia. Sencillamente lo que con la pena se puede lograr, nos dice Nietzsche, tanto en el hombre como con el animal, es aumentar el temor, intensificando la inteligencia, “la pena domestica al hombre, pero no lo hace mejor”[10]. Pareciese entonces que con la pena, se vuelve a la idea de que para que algo se grabe en la memoria, es necesario se marque a fuego, es decir es necesario que se le dé una pena a ese delincuente que ha atentando contra su acreedor, y que con esto se intente domesticarlo, pero sin que se logre hacerlo un mejor hombre, ¿por qué? Quizás porque no es la pena el método para llegar a eso, o quizás si, nos retraemos a lo ya planteado por Marx, hay intereses de clases que el sujeto defenderá, justamente por la clase a la que pertenece. La pena, finalmente aparece como la herramienta con la que se intentara proteger, desde la organización estatal, de los instintos de libertad propios del hombre salvaje, generando, a su vez, que esos instintos, se vuelvan contra la propia persona, la enemistad, la crueldad, la agresión, se vuelve contra el hombre mismo, dando lugar a aquello de lo que el hombre no ha podido separarse jamás, y es el sufrimiento del hombre por sí mismo, a la manera quizás de ese martirizante “auto-castigo” que nos invade, cuando sabemos, o nos hacen saber, o hilando más fino aún, cuando nos hacen creer, que hemos estado en falta con algo, o por decirlo de alguna forma, siguiendo el dictamen religioso, que hemos “obrado mal” y que recibiremos una pena por ello. Todo esto es la mala conciencia, en sencillas palabras, el instinto de libertad, que reprimido (termino caro si lo hay en la rama psicológica), llevado al interior de sí mismo, solo encuentra una forma de descargarse, solo una forma de desahogarse, y que no es nada mas, ni nada menos, que contra sí mismo, es decir contra uno mismo.

  Finalmente, es en este punto que me parece oportuno incluir al último de los autores de ruptura, Sigmund Freud; quien dando lugar a conceptos, como la represión, el inconsciente, el yo, el ello, el superyó, entre tantos otros, nos dirá que hay un campo para lo interpretativo, hay en sencillas palabras una manifestación a descifrar, pero que resiste permanentemente al saber.

  Nacido en Austria el 6 de mayo de 1856, se educó en la Universidad de Viena, estudió medicina, y se especializó en neurología. Freud nos va a hablar en su primera tópica que existen tres “divisiones” del aparato psíquico, preconsciente-consciente-inconsciente. En pocas palabras, y quizás de una forma de por más escaza, podríamos decir que el preconsciente, es esa instancia donde se encuentran ciertas representaciones que no son directamente asequibles a la conciencia, pero que pueden llegar a devenir conscientes. El consciente, donde estarán las representaciones a las que el sujeto puede acceder. Y por último el inconsciente, donde se hallarán las representaciones que por ser inconciliables con la vida del sujeto, han sido reprimidas, y que pujaran por retornar a la conciencia, lográndolo sólo de manera desfigurada, es decir a través de lapsus, fallidos, sueños, entre otras cosas.

   En  El porvenir de una ilusión, Freud nos dirá que “(…) cuanto menos sepa uno sobre el pasado y el presente, tato más incierto será el juicio que pronuncie sobre el porvenir(…)”[11], es decir si el sujeto, y yendo más lejos todavía, la sociedad en sí, no conoce su pasado, no le será nunca licito tener un juicio optimo en su porvenir; aproximándonos quizás a eso que ya con Nietzsche había mencionado, donde la memoria, que puede ser entendida como ese pasado, y como el presente que ha de devenir pasado posteriormente, es necesario que se conozca, que se sepa, para que no se haga con ella de lo contrario un mal uso, para dar lugar, a un porvenir menos incierto.

  La cultura, para Freud será todo aquello en la vida humana, que se ha elevado por encima de las condiciones animales, distinguiéndola de esa de vida animal; y que le permite gobernar las fuerzas de la naturaleza, arrancándole bienes que le sirvan para satisfacer sus necesidades, a través del saber y del poder-hacer; y más aun por otro lado, lo que la cultura comprende, son las normas que van a regular los vínculos entre los hombre, normas de por mas necesarias. Podríamos llegar a la idea de que, lo que según Marx era establecido por la clase a la que perteneciera el sujeto, qué intereses de clase defendiera, y con esto decir que lo que mueve la historia es la lucha de clase, constituyéndose esta como el marco de las relaciones entre la personas, o lo que Nietzsche nos decía, cuando hablaba de que la relación entre personas, remite a las antigua forma de intercambio, esa relación de deudor-acreedor, en Freud se presenta como dada por la cultura, la que genera las normas de estas relaciones recíprocas entre los hombres.

  La cultura se separa de aquel estado animal primordial, a partir de las diversas prohibiciones que le dan su origen, aparecen deseos pulsionales que no pueden ser satisfechos, que están ”frustrados”, tales el incesto, el canibalismo, y el gusto de matar, que sin embargo en modo alguno, en cuanto conducta cultural, es siempre la misma. Finalmente el sujeto se vuelve portador de la cultura, cuando la instancia anímica del superyó se consuma en ellos, ya que justamente esta instancia es un patrimonio psicológico de la cultura, que le dará su “marco” para lo moral y lo social.

  Para finalizar, considero oportuno, incluir, la expresión que hace el antropólogo y filósofo francés Paul Ricoeur (1913-2005) de estos tres autores como maestros de la sospecha, ya que los tres, aunque desde posturas diferentes, pusieron en tela de juicio, esa idea de conciencia arraigada desde Descartes, donde éste consideraba que la conciencia era tal en sí misma, única y verdadera. Sin embargo Marx sostuvo que hay una falsa conciencia o más bien una conciencia que se falsea por intereses económicos; Freud que hay algo que es reprimido de la conciencia, y que se encuentra en el plano del inconsciente, a lo que sujeto nunca puede acceder de forma directa, y por último Nietzsche, que la conciencia se falsea, por el resentimiento del débil. Los tres nos dieron así, diferentes formas de interpretar un sentido, los tres intentaron encontrar otro sentido a lo que se considera conciencia, más aun, denunciaron las ilusiones, y la falsa percepción de la realidad, todo eso es lo que nos dirá Ricoeur.

  Así, Marx, Nietzsche y Freud, tal como lo dije al inicio, van a ser el camino para la deconstrucción de las categorías de la modernidad, dándonos con esto todo un nuevo y riquísimo campo conceptual, y de allí su inmensa importancia en la historia de la humanidad.

 

 

 

Bibliografía:

 

Freud, Sigmund, El porvenir de una Ilusión, Tomo 17, pp. 2961-2992. Biblioteca Nueva. Buenos Aires, 1988.

 

Lenin, V. I. Las tres fuentes y las tres partes integrantes del marxismo. Ed. Progreso, 1979.

 

Lefebvre Henri. El Marxismo. Ed. EUDEBA. Buenos Aires, Argentina, 1969.

 

Marx, Karl, El Capital, Tomo I, secc 1, pto 4: “El fetichismo de la mercancía y su secreto”, pp. 36-47. Fondo de Cultura Económica. México, 1968.

 

Marx, Karl, Introducción a la Crítica de la Economía Política, pp. 21-51. Ediciones Carabela. Buenos Aires, 1980.

 

Microsoft Encarta 2007. Biblioteca Premium

 

Nietzsche, Friedrich. Genealogía de la moral. Tratados 1 y 2. Alianza Madrid, 1987.

 

Vigotsky, Liev. La genialidad y otros textos inéditos. Ed. Almagesta. Buenos Aires, Aregentina.

 

Wikipedia, Enciclopedia Libre. http://es.wikipedia.org


 

[1] Programa 2010; Problemas Antropológicos en Psicología. Código 89, Cátedra I Montañez, Fernando Gabriel.

[2] Prusia renana: antiguo reino centroeuropeo, que desde mediados del siglo XIX se convirtió en el núcleo fundamental del proceso de la primera unificación alemana que en 1871 originó el II Imperio Alemán

[3] Bonn: ciudad situada en el oeste de Alemania, a orillas del río Rin.

[4] V. Lenin. Las tres fuentes y las tres partes integrantes del marxismo, p. 18. Ed. Progreso, 1979

[5] Plusvalía: será la fuente de ganancia de la riqueza capitalista. Cuando el obrero asalariado vende su fuerza de trabajo, emplea parte de la jornada para cubrir sus propios gastos y durante la otra parte trabaja “gratis”, ese extra en su jornada de trabajo, es lo que Marx nos da entender como plusvalía.

[6] Karl Marx; Friedrich Engels. Manifiesto Comunista.

[7] Friedrich Nietzsche. La genealogía de la moral. Tratado segundo; p 69; parágrafo 3.

[8] Mnemónica: perteneciente o relativo a la memoria.

[9] Friedrich Nietzsche. La genealogía de la moral. Tratado segundo; p 70; parágrafo 3.

[10] Friedrich Nietzsche. La genealogía de la moral. Tratado segundo. P 95; parágrafo 15.

[11] Sigmund Freud. El porvenir de una ilusión. p 5.