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Psicología Educacional

Fracaso Escolar: Convertir los Problemas Socioeducativos en Psicopedagógicos

Cátedra: Chardon (ex-Elichiry)

2008

Altillo.com

FRACASO ESCOLAR: ACERCA DE CONVERTIR LOS PROBLEMAS SOCIOEDUCATIVOS EN PSICOPEDAGÓGICOS. 
 

Las prácticas psicológicas en el ámbito educativo se han planteado en términos individuales sin considerar las problemáticas de los conjuntos sociales.  Se ha tendido al etiquetamiento.

Si bien la clasificación puede posibilitar ordenamientos, y planificar planes de investigación estos sistemas no han brindado descripciones que permitan delinear tratamientos psicoeducativos específicos.

Con frecuencia se producen desacuerdos en relación con el diagnostico de niños cuyas conductas aparecen muy diferentes desde la perspectiva de los maestros, padres y pediatras. Más allá de las diferentes perspectivas diagnosticas y teóricas, los tratamientos tienden a homogeneizarse.

Estos enfoques intentan una comprensión en términos de desfase mas que de déficit o de desvíos temporarios por conocimientos que proceden de situaciones mas complejas que las que el sujeto puede procesar.

El encuadre que proponemos en la interfase aprendizaje – cognición enfatiza la naturaleza de los rápidos cambios que se presentan en la organización psicológica de los niños.

Estudios destacan la visión de que el mundo psicosocial es tan importante como su mundo intrapsiquico.  Debido a la influencia de esta perspectiva, hemos comenzado a considerar que el modelo nosologico de diagnostico es insuficiente y con frecuencia suele ser inadecuado. Por lo tanto debería ir más allá de la nosología e incluir el modelo de desarrollo.

Esta perspectiva nos provee nuevas estrategias, diagnosticas y conceptuales que son específicamente relevantes para el diagnostico y la intervención psicoeducativa.  Los conceptos de proceso y cambio son considerados como los más significativos y se desestiman aquellas clasificaciones que, según características conductuales, rotulan al sujeto.  Las categorías diagnosticas etiquetan, no favorecen la investigación, este enfoque sugiere nuevos parámetros y estrategias para orientar las observaciones.

Se esboza un problema, el de la diversidad, en términos de considerar la variabilidad como característica peculiar del desarrollo humano.

Con relación a las prácticas clínicas y educativas, sugerimos descentrar la mirada de las nociones de déficit y de los criterios de normalización para centrarnos en las posibilidades del sujeto educativo.

El sujeto educativo es, y no sobre la base de lo que se estima que debería ser, sin aludir al contexto.  Se trata de mirar las producciones de los sujetos, dando cuenta de lo que estos saben y pueden.

La perspectiva emergente involucra una reconceptualizacion de la teoría psicológica sobre el aprendizaje y el desarrollo humano. 

El fracaso escolar y la repitencia remiten a una problemática común e involucra a los mismos sujetos.  Proponemos que en lugar de la clásica situación – problema que remite al fracaso escolar, o al déficit, orientarnos a describir estrategias que tienen a favorecer u obstaculizar los aprendizajes del sujeto educativo en los contextos complejos y contradictorios en los que se desenvuelve.

Un aspecto registrado, es el que remite a la importancia de la función de “tutores”.  Simultáneamente, se ha documentado que con frecuencia la escuela evalúa aspectos que no enseña.  Vemos así que las instituciones educativas suelen dar por supuesta una función de tutores familiar que nadie explicita, pero de la cual se pide cuenta en las evaluaciones escolares.  Esta exigencia recae en la familia.  Muchas de las funciones no han sido previstas en la programación escolar, no son enseñadas en la escuela y son básicas para la organización y sitematizacion de los conocimientos.

Cuando se les pregunta a los alumnos quien les enseño a estudiar, no señalan la escuela, sino la familia.

En los casos de alumnos que evidenciaron problemas en el rendimiento escolar, se les pregunto como estudiaban, y quedo develado que los llamados fracasadotes, no tenían estrategias de organización para el estudio porque nadie se las había enseñado.

Se considera necesario reflexionar acerca de cuales son los lugares de enseñanza para el desarrollo de estrategias.  Esto alude a la incorporación en el sistema de procedimientos porque es importante saber, pero también saber hacer, es decir, disponer del manejo de conceptos, contenidos y métodos.

Entre las condiciones institucionales que favorecen la retención escolar podemos mencionar la constitución de equipos docentes, la formación profesional en dominios específicos del conocimiento, la actualización en estrategias de enseñanza, y la disponibilidad de espacios de expresión y reflexión.

Se necesita la apertura de nuevos interrogantes acerca de cómo trabajar sobre las potencialidades y posibilidades de los sujetos y no sobre las deficiencias.

Con respecto al funcionamiento institucional, se ha subestimado la importancia de la participación activa de docentes y alumnos, también se subestima la importancia de los efectos negativos de esta no participación sobre el funcionamiento escolar en su conjunto.

Las prácticas institucionales no están aisladas de las prácticas docentes. Cada una de estas prácticas sintetiza aportes de diversa naturaleza que constituyen la trama institucional que encauza la acción de los docentes.

Por otra parte, las prácticas docentes tienen resoluciones como practicas institucionales porque resultan de la elaboración de su historia (como sujetos de aprendizaje) de su experiencia de trabajo y de su formación en la docencia.

Se trata de proponer descentraciones progresivas.

El conocimiento que construye el sujeto educativo es inseparable de sus prácticas cotidianas, la importancia de pensar en las prácticas es porque éstas son las formas del “hacer” adoptadas como adecuadas y posibles.

En el planteo de formas educativas favorecedoras, observamos la incorporación de nuevas modalidades de relación con los padres y con la comunidad.  Sin embargo en el grupo de alumnos pertenecientes a sectores pobres, los directivos y docentes no describen elementos positivos en las familias de esos niños, dado que las configuraciones familiares se apartan del modelo concebido, modelo único de familia “ideal”.  Se ve que el maestro no tiene conciencia que al desvalorizar a la familia, desvaloriza al niño.

De aquí la importancia de profundizar la mirada en las practicas docentes y en la de los equipos de orientación.

Algunas interacciones que propician la construcción del conocimiento y que podrían incluirse en el ámbito escolar son:

 
 

La transferencia de los conocimientos psi al ámbito educativo se ha centrado en los procesos de apropiación del niño, olvidando que el docente también aprende

Pensamos que el aprendizaje de los maestros es un problema del sistema que desafía la capacitación.

Es necesario volver a considerar los modos de aprender del sujeto educativo.  El aprendizaje constituye un proceso por el cual el sujeto pone de manifiesto los diferentes momentos por los que atraviesa.  La superación por medio de contradicciones que le suscita la incorporación y coordinación de los diferentes punto de vista en que se presenta un fenómeno, le permitirá avanzar en sus explicaciones.  El aprendizaje es un proceso, lo cual nos lleva a considerar en todo sujeto que aprende, la importancia de reconocer los esquemas interpretativos (o saberes previos= de los sujetos en situación de aprendizaje.



LA CONSTRUCCION DEL ÉXITO Y DEL FRACASO ESCOLAR      PERRENOUD
 
 

Para los maestros y los padres alcanzar un determinado nivel de excelencia escolar, supone asegurar el éxito, en cambio quedarse más debajo de un nivel mínimo de excelencia, supone correr hacia el fracaso.

En que consiste el juicio de excelencia escolar? Todo depende del carácter obligatorio de la escolarización. 

Lo que aquí proponemos de manifiesto es la dependencia de niños y adolescentes respecto a los adultos en materia de formación.  El hecho de que esta dependencia haya tenido como resultado una escolarización masiva, presenta una inmensa importancia histórica.  Pero la escuela solo tiene una autoridad delegada por la familia, la iglesia o el estado sobre el niño y el adolescente. 

Hacer aprender algo a alguien que carece de deseo o de interés es difícil.  Por eso los docentes consagran un aparte de su tiempo a motivar a sus alumnos, a crear o mantener el deseo de aprender.

A los adultos les interesa que los niños o adolescentes deseen aprender:

  1. lo que la escuela quiera enseñarles
  2. a la edad y durante el periodo en el que se juzga necesario ese aprendizaje
  3. al precio del trabajo escolar que se considera necesario para garantizar determinado nivel de excelencia
  4. según las modalidades impuestas por los medios de enseñanza, las metodologías, la cantidad de alumnos por clase y las reglas de la organización escolar.
 
 

Padres y maestros se sienten satisfechos cuando los niños hacen suyo el proyecto concebido según los dictados de aquéllos.  En las escuelas primarias existe el deseo de aprender, pero a menudo se trata del deseo de aprender un poco más, bajo el impulso de una curiosidad pasajera más que de un proyecto a largo plazo.  Si no existe este deseo, ello no impedirá que la escolaridad siga su curso. 

La única elección del niño consiste en ir a la escuela de forma regular o de exponerse a una vigilancia más restrictiva a cargo de un psicólogo o trabajador social. 

La preocupación por evitar lo peor basta para explicar que un niño vaya con casi total regularidad a la escuela, se pliegue a la disciplina, trabaje algo y se preste a la evaluación.  El deseo de aprender no es necesario, basta con el de padecer la menor cantidad de sufrimiento. 
 

Al atribuir sistemáticamente el éxito o el fracaso al alumno, cualesquiera que sean sus proyectos y deseo de instruirse, los adultos cometen un tipo de abuso lingüístico, que forma parte de la empresa de convencer al alumno de que se trata de su éxito o su fracaso, y por lo tanto de su proyecto de formación. Este abuso enmascara la naturaleza real del éxito o fracaso escolar a los que no puede sustraerse el alumno. 
 

Las estrategias de los alumnos frente a las exigencias de la escuela:

El éxito o el fracaso se declaran de acuerdo con normas de excelencia sobre las que los alumnos poco tienen que decir. El juicio de la escuela se impone a los alumnos, mal que les pese.  Cuando ha tenido lugar el juicio, y se han agotados las posibilidades de  recurso, la sentencia tiene fuerza de ley.  Siendo menos dramático, el juicio de la escuela no esta menos cargado de consecuencias concretas.  Se acepte o rechace, no es posible evitar las consecuencias, formales o informales de un éxito y mas aun de un fracaso, tal como la escuela los declara. 

Las consecuencias visibles son: la repetición de curso, el envío a una clase de apoyo, la asignación a un grupo de nivel mas bajo.

En una edad en la que la necesidad de aprobación y admiración es aun mas fuerte que en la adulta, es difícil recibir con serenidad una evaluaron negativa aun haciendo abstracción de sus consecuencias prácticas.

Cuales son las estrategias disponibles para hacer un buen papel de evaluación? Que pueden hacer quienes, sin que les interese demasiado la escuela, pretenden evitar los enfrentamientos directos y las humillaciones y temen las consecuencias del fracaso?

Sus estrategias pueden parece cínicas, pero son pragmáticas.  Con frecuencia son poco explicitas, en especial entre los mas jóvenes, pero pueden ponerlas en practica desde los primeros cursos.  A medida que avanza en su vida académica, el alumno comprende mejor cómo se fabrican los juicios de excelencia y aprende el “uso adecuado” de la evaluación.

En este aprendizaje, los alumnos de mas edad y a veces los propios padres, desempeñan un papel nada despreciable.  Facilitan una comprensión más rápida de:

Desde el punto de vista psicopedagógico, la enseñanza suelde identificarse con una acción orientada hacia los aprendizajes.  El papel del maestro  consistiría en suscitar, estimular dirigir los aprendizajes correspondientes al curriculum formal y a evaluar los resultados, para orientar de la mejor manera posible su acción pedagógica.

La acción constante del maestro no se ejerce directamente sobre los aprendizajes, sino sobre el trabajo, la actividad de los alumnos: participación en las lecciones y en los trabajos de grupo, deberes, ejercicios individuales , actividades de reflexión y de investigación.

El cometido del maestro no consiste pues, solo en proponer actividades susceptibles de generar aprendizajes.  Su esfuerzo constante ha de dirigirse a conseguir de sus alumnos un compromiso activo en su tarea.  Las actividades propuestas no siempre son fáciles y agradables.  Redactar, resolver un problema, todas estas tareas exigen concentración, esfuerzo, curiosidad, cualidades cuya adquisición no se produce de forma constante ni por todos los alumnos.

Por eso el maestro ejerce, una presión más o menos fuerte sobre sus alumnos para comprometerlos con las tareas propuestas y evitar que dispersen su atención o inviertan su energía en actividades ajenas al trabajo escolar.. 
 

Para los docentes imponer actividades y exigir un trabajo constituyen rutinas.  No ven como hacerlo de otro modo.  Algunos están convencidos de que la coacción es educativa, de que solo puede aprenderse trabajando, que mas tarde se les agradecerá su severidad.

Oros se encuentran menos a gusto con su papel y preferirían que los alumnos trabajaran de manera espontánea y escogiendo con libertad lo que habrían de hacer de todas maneras.  Pero la necesidad crea la ley: para sobrevive en la institución, es preciso cumplimentar un contrato, progresar en el plan de estudios, facilitar que los alumnos hagan un buen papel e imponerles exigencias y esperar que cada uno lleve a cabo su trabajo con suficiente seriedad y constancia para asegurar el buen funcionamiento del grupo de clase, el orden material y moral, el progreso en el plan de estudios, etc.

Por eso, para los alumnos, la escuela es en primer término, un lugar de trabajo. 
 

La excelencia consiste en la calidad de una práctica.  Cuando esta última se ejerce bajo cierta coacción, la falta de excelencia siempre es ambigua: puede poner de manifiesto una falta de competencia como una falta de buena voluntad.

Hay conductas que muestran signos de mala voluntad: “podría ir muy bien, pero no se preocupa-… no reflexiona…. No se lo toma en serio…. Va a lo fácil...”esto es lo que puede oírse respecto a un alumno que transgredí una norma de conducta, que llega tarde, que masca chicle en clase,

Pero las mismas frases se pronuncian cuando un alumno de 10 años no hace bien una suma, se olvida de poner su nombre en la hoja, sus trabajos están repletos de evidentes faltas de atención.

A pesar de su gran diversidad, estas conductas comparten la característica de que parecen evitables con la condición de poner suficiente buena voluntad.  Por lo tanto se hacen reprensibles.

Sin duda algunas conductas ponen de manifiesto la incapacidad, con independencia de los sujetos que la realizan y de la situación.  Otras manifiestan a menudo mala voluntad, como un rechazo a un trabajo.  Pero la mayor parte de los comportamientos puede referirse a uno u otro registro. (Referidas al trabajo y los resultados obtenidos en lengua, matemática  o referidas a la disciplina, atención, participación, orden, limpieza). 
 

El carácter peculiar del trabajo escolar produce una variedad muy especial de doble interpretación.  La conducta actual del alumno manifiesta una incapacidad real, se diría que no puede, que no sabe hacer lo que se le pide.  Pero, sino sabe, si ahora no puede, es porque no ha querido aprenderlo cuando tenia tiempo para ello. 

El ejemplo es el del estudio, los ejercicios, los repasos y en general, el trabajo que en clase o en casa, ha de garantizar el dominio de determinados conocimientos,  si en el día de hoy un alumno no sabe conjugar explicar un texto, es porque ayer no ha hecho nada, no ha escuchado, no hizo los deberes, “los malos resultados de hoy sancionan la negligencia o la pereza de ayer!

Las conductas pueden tener doble interpretación:

  1. respuesta represiva, la cual provoca una reacción agresiva o negativa del alumno, la desaprobación del maestro afecta a su amor propio y a sus intereses.  El niño se enfrenta a varios desafíos: a conservar una imagen positiva de si mismo, no perder su categoría ante el maestro o sus compañeros, evitar sanciones, no provocar el endurecimiento de la norma.  Esto no quiere decir que admita su culpa y acepte con serenidad el juicio del maestro.  A veces en cambio, conservara un sentimiento de humillación o de rabia impotente, o sea, de injusticia o persecución.      Cuando el alumno entra en conflicto abierto con el alumno, rehúsa a cambiar a excusarse, a reparar el daño causado y acumula otras desviaciones.
  2. respuesta educativa, supone una relación de ayuda, una cooperación, intereses comunes:” tu haces todo lo posible, yo te ayudare a hacerlo mejor, trabajando a tu lado, explicándote de nuevo las cosas, proponiéndote ejercicios mas fáciles, explicándote lo que no entiendas”  la relación es asimétrica, el maestro detenta el poder de imponer al alumno un trabajo suplementario, un ritmo mas vivo, una reflexión más sostenida.  Todo ello puede desembocar, si el alumno “no sigue el jugo” no se hace cargo, no hace un esfuerzo, en la desaprobación de su conducta,.  Asi se convierte en “responsable” de su falta de excelencia, ya que no hace nada para superarse, a pesar de la mano que le tiende el maestro.  De este modo se pasa al primer caso.  Y eso es lo que pasa cuando las lagunas y dificultades escolares de un alumno son tales que necesitaría  hacer un inmenso esfuerzo para progresar.

Las conductas desviadas y las dificultades escolares se complementan mutuamente sin que sepamos muy bien como se desencadena la situación.  A la larga las dificultades escolares y las conductas habituales desviadas, se convierten en dos facetas inseparables y el alumno se encuentra encerrado en esta doble imagen de flojo e indisciplinado. 
 

En el juicio de excelencia, encontramos que los juicios del maestro se extiende a lo largo de meses o años, no son sino movimientos entre muchos otros, en una partida entablada que continua. 


 

EL ARBOL Y EL BOSQUE: UNA VUELTA MAS SOBRE FRACASO ESCOLAR. 
 

Las explicaciones del fracaso escolar se buscaron en carencias o deficiencias de los sujetos, de índole orgánica primero, intelectuales y/o afectivas mas tarde.

Posteriormente la sociología buscaba en el medio familiar y social del alumno las explicaciones al fracaso escolar.

Siguió siendo un modelo individual que homologaba carencia económica con carencia intelectual y atribuía las dificultades de aprendizaje a la falta de inteligencia.

El argumento de la deficiencia sociocultural transfiere la responsabilidad por el fracaso escolar: el culpable ya no es el niño sino su familia.

Esto dio origen a las pedagogías compensatorias, que emparejaría el rendimiento de los alumnos con problemas con el resto del grupo y lograría mayor democratización en el sistema.  Pero estas se convirtieron en ejercitaciones artificiales, que al ser parciales y descontextualizadas se hallaban vacías de contenido e impedían que el sujeto tomara protagonismo en el aprendizaje, por otro lado, acentuaron aun mas la diferenciación y por lo tanto la segregación.

Mas tarde, se asistió a la aparición de una corriente critica de la estructura escolar que explico las desigualdades que se daban en ella en término de clases (hegemónicas y subalternas).  Esta mirada se centro en la escuela como institución social y aparato de transmisión y de selección cultural que transformaría las diferencias iniciales en desigualdades sociales y que tendría a su vez un efecto de legitimación.

Perrenoud expresa que: los esquemas que organizan el pensamiento de una época no pueden comprenderse por referencia al sistema escolar, el único capaz de consagrarlos y constituirlos, mediante el ejercicio como hábitos de pensamiento comunes a toda una generación.               La escuela provee a quienes están sometidos a su influencia, no tanto de esquemas de pensamiento particulares sino de esta disposición general, creadora de esquemas particulares susceptibles de aplicarse en campos diferentes del pensamiento y de la acción, que podemos denominar habito cultivado.

Esta mirada puso en evidencia los mecanismos a través de los cuales la escuela efectúa la selección social.

Elichiry advierte que se analiza la escuela como si fuera una caja negra.  Se discute que entra y que sale pero se pierden los procesos que ocurren durante la escolarización.

En otro nivel de análisis se trata de miradas que enfocan hacia adentro de la escuela.

Otra investigación advierte que el fracaso escolar es un fenómeno masivo, en niños de sectores populares.  Considera que el papel del investigador en el resultado de las pruebas no es neutro y se plantea nuevos interrogantes que dan lugar a nuevas investigaciones del grupo.   
 

La inteligencia de los sujetos y de que sus estilos cognitivos están en total sintonía con la historia y la cultura de sus comunidades de origen les permite sobrevivir en ese medio tan hostil.

Lus, afirma que el fracaso escolar comienza con la escolaridad obligatoria, cuando se crea la noción de “retardo mental leve” que rotula a todos aquellos niños que no pueden cumplir en tiempo y forma con las expectativas de la escuela.  Este fenómeno esta encubriendo, que “todos los chicos no llegan a la escuela en las mismas condiciones ni todos reciben lo mismo de ella”.  La autora desmitifica que la obligatoriedad de la escuela primaria haya brindado a todos los niños, automáticamente, la oportunidad de educarse, lejos de ello, condeno a un gran numero a ser estigmatizado como “ no inteligente” y se ubica en el origen del problema la creencia de la igualdad de oportunidades, que se convierte en realidad en un igualitarismo formal” y trae como consecuencia la homogenización de los grupos con su carga de segregación, rotulación y patologización, al interpretar las diferencias como deficiencias.

Otro autor, hace referencia a que el fracaso escolar aparece como un producto de la escuela por no evaluar la real capacidad de los niños, desconocer los procesos naturales que los llevaba a adquirir el conocimiento y se incapaz de acortar las distancias entre el conocimiento escolar y el cotidiano.

Otra corriente considera en las respuestas de los niños a situaciones problemáticas dos tipos de estrategias: las que traen como procedimientos de la calle y las que la escuela les enseña, solicita y valora.  Los niños exitosos, pueden utilizar adecuadamente en la escuela ambos tipo s de conocimiento y los fracasados, no usan en el aula el conocimiento cotidiano y utilizan el conocimiento escolar, pero errando los procedimientos.  Ambos grupos usan exitosamente los procedimientos del conocimiento de la calle.  Es decir que los niños rotulados como fracasados, tienen una dificultad para vincular ambos tipos de conocimiento. 
 
 

El fracaso escolar es el no cumplimiento por parte del alumno de las expectativas impuestas unilateralmente por el sistema educativo, podríamos describirlo por sus efectos: repetir de grado, terminar la escolaridad con sobriedad por no haber adquirido los contenidos mínimos establecidos o no terminar y desertar o terminar creyendo que es un alumno medio, que se ha aprendido todo lo necesario para ingresar en el nivel siguiente y encontrarse con la sensación de haber sido estafado con la acreditación de unos saberes que no alcanzan ni para iniciar la nueva etapa. 
 

Si pasamos este límite, deberemos describirlo como un fenómeno masivo, que tiene una multiplicidad de causas.  Si los que fracasan son los que se salen de la norma, aquellos a los que las evaluaciones de los docentes, con su carga de subjetividad, consideran malos alumnos o mediocres, que pasa con los torso? Hacen lo que la institución espera de ellos, aprenden los contenidos estipulados? Aprenden en tiempo y forma? Según el punto de vista en que nos posicionemos serán exitosos o fracasados?

Una segunda cuestión, se refiere al peligro de caer en pecado de negación o inacción frente al fenómeno de la diversidad,  acordemos con el acierto de interpretar las diferencias en términos de diversidad, respetando y valorando la identidad individual como construcción en un medio histórico – cultural determinado, pero no caigamos en la negación de las desigualdades y su necesidad de superación.

La ignorancia es entendida como el fantasma que circula en la escuela, como algo estereotipado, no como la posibilidad de aprender.  En la escuela no se puede decir “no se” entonces, alguien se tiene que hacer cargo de este fantasma, ya que si hay un numero de alumnos “fracasados” los otros no lo son, por contraste y los maestros no lo son porque tienen alumnos exitosos.

Por el contrario, si cambiamos la mirada, todos podrían aprender.

No separemos los alumnos exitosos y los fracasados, todos podrán lograr desarrollos cognitivos, afectivos y sociales por su inserción en la escuela.  Pero no podemos considerar esta propuesta sin tener en cuenta al docente como sujeto de aprendizaje, por lo que deberemos hablar de la dupla docente – alumno, identificándolos como sujeto educativo.