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Psicología y Epistemología Genética |
Resumen de Piaget; Invariantes Funcionales y Lenguaje | Cátedra: Zalazar | 1er Cuat. de 2012 |
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Empezaremos analizando la postura de Jean Piaget sobre el lenguaje, pero para
ello, resulta ineludible la tarea de exponer, en líneas generales, su teoría del
desarrollo cognoscitivo.
Piaget fue un psicólogo Suizo interesado en saber como el sujeto epistémico
logra llegar a un nivel de conocimiento valido, objetivo, descentrado y mayor,
con respecto de otro nivel anterior, egocéntrico y de menor conocimiento. Según
el análisis piagetiano el sujeto avanza sobre esta conquista progresiva mediante
la interacción con los objetos (el mundo que lo rodea). Manifestará, de esta
forma, que “la acción es constitutiva de todo conocimiento” (Ferreiro, E. y
García, R. “Presentación a la edición castellana” en Piaget, J. “Introducción a
la epistemología genética”). El niño, según se entiende, esta compelido a
desentrañar todas aquellas impresiones sensoriales complejas que lo abordan vía,
el accionar sobre ellas. En este primer momento, Piaget nos hace ver que para el
pequeño el mundo “no se compondría de objetos como nosotros podríamos
describirlo, sino que se compondría de cosas chupables, agarrables, mirables,
escuchables, etc.” (Ferreiro, E. y García, R. “Presentación a la edición
castellana” en Piaget, J. “Introducción a la epistemología genética”). En este
sentido, el mundo del recién nacido quedará claramente compuesto por un “todo
sensorial” centrado en la acción propia. Piaget nos dice “El universo inicial en
un mundo sin objetos, que sólo consiste en “cuadros” móviles e inconsistentes,
aparecen y luego se reabsorben por completo, bien para no tornar, bien para
reaparecer en forma modificada o análoga.” (Piaget, J. “Psicología del Niño”),
por lo tanto es un logro del pequeño el ir adquiriendo las nociones de mundo
(espacio y tiempo, causalidad, objeto permanente, función semiótica, operaciones
reversibles e hipotéticas, etc.) tales como las tiene un sujeto adulto.
Sin embargo, Piaget no deja librado al azar el desarrollo de la inteligencia.
Marco pautas claras por sobres las cuales, esta inteligencia, se erige.
Piaget postula una inteligencia basada en la herencia, por lo tanto biológica.
Para él, es gracias a la herencia que la razón y el psiquismo se desarrollan.
Según su análisis existen dos tipos de herencias, una es la “herencia especial
de la especie humana” donde se distinguen razas de niveles intelectuales
diversos, la otra es la “herencia general” donde se alcanza a observar que cada
organismo, independientemente de la experiencia, tiene ya una cuota de
inteligencia. Esta última inteligencia nos dice Piaget, es “un núcleo funcional
de la organización intelectual que procede de la organización biológica” (Piaget
J. “El Nacimiento de la Inteligencia en el Niño”), y como estructura invariante
organizará el posterior desarrollo de la razón vía el contacto con la realidad.
Nos dice “La inteligencia es una adaptación [biológica]. Para entender sus
relaciones con la vida en general, hay que precisar las relaciones que existen
entre el organismo y el medio ambiente. En efecto, la vida es una creación
continua de formas cada vez más complejas y un equilibrio progresivo entre estas
formas y el medio” (Piaget J. “El Nacimiento de la Inteligencia en el Niño”),
por lo tanto “todo es adaptación en el desarrollo intelectual” (Piaget J. “El
Nacimiento de la Inteligencia en el Niño”). Para Piaget la adaptación existe
cuando el organismo se transforma en función del medio produciendo cambios en
los ambos que resultan favorables para la conservación del primero. El organismo
para alcanzar la adaptación se vale del mecanismo de asimilación y el de
acomodación. Con el primero logra datos del medio a la actividad del sujeto, y
el segundo consiste en la modificación de los esquemas asimiladores para la
asimilación de datos nuevos. Resume Piaget que “la adaptación intelectual, como
cualquier otra, es un equilibrio progresivo entre un mecanismo asimilador y una
acomodación complementaria”( Piaget J. “El Nacimiento de la Inteligencia en el
Niño”). Un sujeto se adaptará mentalmente, para Piaget, si logra una
“acomodación perfecta”, o sea, si ningún dato del medio requiera la modificación
de los esquemas del sujeto. Cuando se logre este equilibrio se llegara a un
nuevo estado de “organización” en el cual los esquemas del sujeto logran
permanecer estables. Piaget nos propone pensar, entonces, que la adaptación y la
organización son dos procesos en “interdependencia funcional”, el primero
constituye un aspecto externo mientras que el segundo, el interno. Ambos,
adaptación (asimilación y acomodación) y organización son las invariantes
funcionales que permiten al ser humano, desde su nacimiento, progresar de desde
un estado de egocentrismo respecto de su propio cuerpo y acción hacia nuevos
niveles de decentración donde “el niño acaba por situarse como un objeto entre
otros, en un universo formado por los objetos permanentes, estructurado de
manera espacial-temporal y sede de una causalidad a la vez especializada y
objetivada en las cosas.” (Piaget, J. “Psicología del Niño”).
Ya delineada la teoría del desarrollo cognoscitivo piagetiana, podemos emprender
la tarea de exponer como es que el lenguaje tiene lugar en el desarrollo del
pequeño.
Para Piaget el lenguaje o “evocación verbal” es una de las cinco conductas que
la aparición de la “función semiótica” permite. Esta última consiste en la
capacidad de poder representar evocativamente un recorte del mundo real
(objetos, acontecimientos, etc,) mediante un significante diferenciado único, y
se surge entre el año y medio y los dos años. Gracias a este, el sujeto podrá
referirse a cosas no perceptibles (actuales) tanto como a los que si se
perciben. Esta conducta, como las otras, se adquiere gracias al carácter
imitativo de los significantes. Esto quiere decir que los niños al son capases,
al apoderarse de la función semiótica, de “imitar ciertas palabras y atribuirles
una significación global” (Piaget J. “Psicología de la inteligencia”). Una vez
llegado hasta acá, Piaget hace el distingo entre símbolos y signos,
presentándolos como dos clases de instrumentos nuevos para el chico. Uno de
ellos son los símbolos, que se crean solo por un individuo sin necesidad de un
medio social en interacción (motivados por mociones de deseo), aunque pueden ser
socializados como un “signo colectivo” (quedan a mitad entre símbolo y el
signo), y si bien existe distinción entre significado/significante mantienen
relación de semejanza entre sus características. Y el otro son los signos, que,
en cambio, requieren de vida social para constituirse y fin es la comunicación
interpersonal (son convencionales y arbitrarios). Los primeros que el chico
domina son los símbolos, esto ocurre porque se presentan ante él como la única
forma de asimilar lo real a los propios intereses. Señalan también su proximidad
a la formación del concepto en el punto de que están dirigidos a un tercero,
pero adolecen en que, si bien son volcados a fonemas, no designan a un solo
objetos sino a un número cada vez más numeroso (son generalizables). Ejemplos de
Piaget en este punto son los siguientes;
“J. está en brazos de su madre y dice “papá” a un señor; después, “mamá” a una
señora cualquiera; “papá” es generalizado durante algunas semanas a toda clase
de hombre, mientras que “mamá” es de un empleo más explusivo, aunque todavía
aplicado dos o tres veces a señoras que no acompañan niños” (Piaget J. De lo
Sensorio-Motor a lo Conceptual”).
“La palabra “papeu” [papé] significa “parti” [ido] y se aplica a alguien que
sale del cuarto, a un vehículo que se aleja, a un cerillo que se apaga y hasta
al hecho de meter la lengua después de haberla sacado.”(Ídem anterior).
Los signos, a diferencia de los símbolos, no son construidos, sino aprendidos.
Ellos tienen que aprenderse por imitación de modelos exteriores (sistema
colectivos de signos), siendo la interacción social la única manera de
vehiculizar su aprendizaje. Son usados por el niño más tarde que el símbolo,
porque el signo es más difícil de dominar por él. “Cuanto más pequeño es el
niño, más insuficiente le resultará el sistema de esos signos colectivos hechos,
porque, en parte inaccesibles y rebeldes a su dominio, tales signos verbales
serán por mucho tiempo ineptos para expresar lo individual; sobre lo que el
sujeto permanece centrado” (Piaget J. “Psicología de la Inteligencia”). También
Piaget nos expone que, una vez adquirido el signo, el recorrido que se hará ser
desde un leguaje egocéntrico, o sea, solo referido a acciones hechas o cosas
referidas a su propio cuerpo, a uno descentralizado, donde las operaciones
reversibles empezarán a ganar terreno.
Es importante, para el posterior análisis del objetivo del trabajo, identificar
el distingo que hace Piaget entre el sordomudo y el sujeto normal. Se observa
que en los primeros la adquisición del lenguaje articulado llega en un momento
muy posterior del desarrollo en comparación a sujetos sin alteraciones. En
palabras de Piaget, este hecho “parece indicar su carácter genético derivado, ya
que su transmición social o educativa [del lenguaje articulado] supone, sin
duda, la constitución previa a esas formas individuales de semiosis; por el
contrario, esa constitución, como lo prueba el casa de la sordomudez, es
independiente del lenguaje” (Piajet J. “Psicología del Niño”).