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Psicología, ética y Derechos Humanos |
2° Parcial Domiciliario, Con Respuestas |
Cátedra: Rovaletti | 1er Cuat. de 2007 |
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1) Cuáles podrían ser las consecuencias de la falta de cumplimiento de
algunos por lo menos dos- de los aspectos fundamentales referidos a:
a- La ética en el inicio del proceso de relación individual entre terapeuta y
paciente.
b- La ética en el transcurso de la relación psicológica.
2) ¿Cómo protegería a una persona o grupos vulnerables psíquicamente en una
etapa previa al proceso de investigación y post-investigación? ¿Qué recaudos
exigiría? Explique y ejemplifique.
3) Explique que tipo de conflicto ético se plantearía si sucediera una situación
semejante a la que a continuación se describe y evalúe la participación de cada
uno de los implicados:
N. T. es psicólogo de una escuela en que planifica la aplicación de los test
para nivel de inteligencia a los niños. Esto se hace en forma rutinaria, sin
solicitar permiso a los padres. Al ser N. T. designado en la Cátedra de Técnicas
de Investigación Psicológica, la Prof. Titular de la misma le solicita permiso
para la utilización de los test administrados a los niños, a fin de
incorporarlos a una investigación que está haciendo la cátedra.
4) ¿Qué reflexión le merece la siguiente frase del pensador Paul Ricoeur?:
“Se entra realmente en la dimensión ética cuando la afirmación de mi propia
libertad se agrega a la voluntad de la libertad del otro, es decir, yo deseo que
tu libertad exista”
(La frase se encuentra al final de un texto escrito por M. L. Rovaletti, de la
unidad 8, que se llama “Reflexiones para una ética del proceso psicoterapéutico”
Pág. 38).
5) ¿En qué consiste la trasgresión de los limites en la relación terapéutica?
Ejemplificar con algún caso y desarrollar.
1)
a)- En el inicio de la relación individual entre terapeuta y paciente, es muy
importante que el paciente entienda realmente lo que está haciendo cuando
consulta a un psicólogo, que pueda dar su consentimiento libremente y que sepa
los riesgos que pueden estar implicados en esta relación. Por tal razón, son
necesarias dos cuestiones fundamentales:
Consentimiento Válido
Es un deber fundamental de todo psicólogo al comenzar la relación con el
paciente, que en la primera entrevista le proporcione al sujeto la suficiente
información para que este pueda consentir voluntariamente sobre el inicio de su
tratamiento. Sin embargo, hay personas que no son capaces (ni legal, ni
intelectual, ni emocionalmente) de dar su consentimiento valido, por lo cual se
necesitará que lo haga su representante legal.
La consecuencia principal de que un psicólogo no adquiera de su paciente este
consentimiento, justificándose en que no se lo permite su marco teórico, será la
adopción de una actitud paternalista de su parte y un no respeto por la
autonomía del paciente. Además, si este le ocultara información sobre el
tratamiento al paciente – siempre que esto no intervenga en la terapia – estaría
actuando de manera deshonesta ya que esta información podría ser de gran
utilidad para el sujeto en el momento de decidir si entabla o no una relación
terapéutica.
Juicio Diagnóstico
El diagnóstico tiene una importante implicancia ética ya que puede beneficiar,
manipular, desacreditar o castigar a los miembros de una sociedad. El
diagnostico va a estar muy influido por la convicción que tiene el psicólogo
sobre la teoría psicopatológica que practica. La principal consecuencia de esta
relatividad en el diagnostico de acuerdo al marco teórico que se esté
utilizando, es que implica un gran riesgo ético; por tal razón, hay que
confrontarlo continuamente con la realidad y con otras disciplinas, para que no
resulte un estigma social para el paciente.
b)- Una vez que comienza la relación terapéutica, se empieza a hacer evidente
que tanto el psicólogo como el paciente, carecen de neutralidad; esto significa
que la relación que se establece entre ellos va a estar impregnada por las
ideologías, valores y actitudes de ambos a la hora de desarrollar la terapia.
Por esta razón, debemos tener en cuenta las siguientes características en el
transcurso de la relación psicológica:
Objetivos terapéuticos e implicación ética
Hay tres grandes metas u objetivos psicológicos que pertenecen a distintas
teorías psicológicas:
El primero de estos modelos es practicado por aquellos psicólogos que buscan
favorecer la autonomía del ser humano en tanto individuo. El objetivo aquí es
satisfacer el mejor interés del individuo, cuya concepción es la de un sujeto
narcisista e individualista. El riesgo principal de este tipo de terapia es que
puede volverse muy narcisista, dejando de lado los aspectos de convivencia
social.
El segundo modelo teórico, incluye a aquellos psicólogos que buscan como
objetivo primordial de la terapia, ayudar al paciente a ajustarse a los valores
del ambiente y a estar en armonía con ellos de forma que su convivencia sea
satisfactoria para sí y para los demás miembros de la sociedad. Sin embargo,
este enfoque deja de lado la interioridad del individuo y se ocupa de la
adaptación social, lo cual puede resultar masificante y despersonalizante para
el paciente.
El tercer modelo busca la perfección de la naturaleza humana pretendiendo que el
paciente no se acomode a los intereses y conductas de una sociedad sino que
conduzca su vida de acuerdo a sus propios intereses y valores. El riesgo de este
modelo es que el psicólogo adopta una actitud paternalista, ya que ellos son los
que saben qué es lo normal y lo sano, y son el paciente y la sociedad los que
deben seguir sus directrices.
Derecho a la intimidad y confidencialidad de los datos
El derecho a la confidencialidad se refiere al uso de la información que
concierne a una persona y que es única de ella. Se debe mantener en
confidencialidad el hecho de informar que una persona es o no paciente de
determinado terapeuta, la información transmitida por el paciente en la relación
psicológica y la información relativa al diagnostico. La difusión de alguno de
estos datos psicológicos tiene como consecuencia graves perjuicios sociales y
emocionales para los implicados.
Manipulación de la dependencia y la cotransferencia
En la relación terapéutica, el paciente y el psicólogo no están exentos de
experimentar sentimientos el uno por el otro. Esto es lo que se llama
cotransferencia, y el problema ético no está en sentir este tipo de emociones,
ya que es inevitable por ser seres humanos, sino en que no puedan ser manejados
por el terapeuta y afecten la terapia. Las principales consecuencias de esto
sería que el psicoterapeuta distorsione su percepción de la realidad del
paciente, evitando algunos temas o haciendo mucho hincapié en otros. Puede
ocurrir también que el terapeuta lleve a cabo los deseos eróticos o afectivos
que lo unen al paciente, lo cual podría provocar en el sujeto la perdida de
confianza en el terapeuta, en la psicoterapia, experimentar angustia, depresión
y tener la sensación de haber sido explotadas; este tipo de conductas está
terminantemente proscripta por la Asociación Americana de psicólogos. Otra
cuestión puede suscitarse en la actitud de protección que puede llegar a
mantener el psicólogo con su paciente, lo que llevaría a este último a depender
continuamente de su terapeuta.
Neutralidad ante los valores éticos del paciente
El psicólogo debe respetar los valores e ideologías del paciente, sin tratar de
imponer los suyos propios basándose en el derecho de igualdad. Sin embargo, el
psicólogo no debe permanecer indiferente ante cuestiones que violen los derechos
de terceras personas (abusos sexuales, robo, asesinato, etc.) y debe plantearle
el repudio que merecen tales acciones, de otra manera el terapeuta se
convertiría en cómplice.
2) El respeto por las personas reconoce la capacidad y los derechos de todas las
personas de tomar sus propias decisiones. Se refiere al respeto de la autonomía
de los seres humanos por medio del reconocimiento de su dignidad y libertad.
Uno de los componentes importantes de este principio es la necesidad de dar
protección especial a las personas vulnerables. Es necesario prestar cuidadosa
atención para proteger a los grupos vulnerables cuando sean objeto de
investigaciones.
Los grupos especialmente vulnerables como sujetos, en una investigación son: las
embarazadas y lactantes, los niños, los presos, los débiles mentales y los
subordinados a la autoridad. Las personas con poca educación, los pobres o los
que tienen acceso limitado a los servicios de asistencia médica son también
ejemplos de grupos vulnerables. Las mujeres también pueden considerarse como
grupo vulnerable. En ciertas culturas las mujeres deben atenerse a la voluntad
de los hombres en el proceso de toma de decisiones, lo cual dificulta el
verdadero consentimiento voluntario. Estas condiciones pueden comprometer la
capacidad de las personas de negarse a participar.
Una manera de proteger a estos grupos en una etapa previa al proceso de
investigación es teniendo en cuenta dos cuestiones fundamentales: la primera es
que este grupo de sujetos vulnerables no debe ser incorporado a la investigación
si esta puede realizarse con un grupo no vulnerable y obtenerse los mismos
resultados. En segundo lugar, se debe pedir el consentimiento de un familiar o
de su representante legal, en el caso de aquellos sujetos que no son competentes
para darlos por si mismos.
Durante la investigación, el investigador debe distribuir por igual los riesgos
y beneficios de la participación en el estudio de investigación: el
reclutamiento y la selección de los participantes debe hacerse de manera
equitativa. El principio de justicia prohíbe poner a un grupo de personas en
situación de riesgo para beneficiar únicamente a otro. Por ejemplo, la justicia
no permite que grupos vulnerables, tales como menores, pobres o prisioneros,
participen en una investigación para el beneficio exclusivo de grupos más
privilegiados. Las investigaciones realizadas principalmente entre los pobres
para beneficiar a las personas acomodadas es un ejemplo de injusticia. Un caso
que recibió mucha publicidad en los Estados Unidos tuvo que ver con la
investigación de la sífilis realizada entre 1932 y 1972 con hombres afro
estadounidenses desfavorecidos. A los agricultores de Alabama sólo se les dijo
que eran objeto de un estudio de «mala sangre». Los investigadores permitieron
que algunos participantes pasaran años sin recibir tratamiento contra la
sífilis, después de que ya existía un tratamiento eficaz, para estudiar los
efectos de la enfermedad a largo plazo.1 En 1997, el Presidente Clinton, en
nombre del Gobierno de los Estados Unidos, pidió disculpas a los participantes
que habían sobrevivido y a sus familiares.
Por último, luego de la investigación. Los investigadores están obligados a
presentar sus hallazgos en forma completa y exacta – incluidos los resultados
que sirvan de argumento en contra de la hipótesis del estudio – para proteger a
los participantes del estudio, a las personas que se ofrezcan voluntariamente a
participar en investigaciones futuras relativas al mismo tema y también al
público en general cuyo acceso a los productos o servicios pueda verse afectado
por los resultados de la investigación.
3)- En una situación semejante a la descripta, se plantearían conflictos éticos
por las siguientes cuestiones: El psicólogo no solicitó autorización de los
padres para la administración de los tests y va a realizar una manipulación de
los resultados de los mismos al incorporarlos a una investigación que esta
haciendo su cátedra.
En el caso de investigación con niños o con adolescentes menores de edad en el
ámbito educativo, es un deber ineludible el pedir el consentimiento positivo de
parte de sus padres o representantes legales para la realización de la misma.
Ellos deben ser informados de los objetivos de la investigación, y pueden
negarse en el caso de que no les parezca conveniente. Cuando ellos confían a sus
hijos a una determinada institución educativa, lo hacen delegando en ella la
autorización de realizar aquellos procedimientos que consideren necesarios para
la educación de sus hijos; sin embargo, la investigación psicológica (los tests
utilizados para medir la inteligencia de los niños por N.T) no implica
necesariamente un beneficio educativo directo, de manera que la implementación
de la misma no entra dentro de las desiciones que puede tomar la dirección
institucional.
Por otro lado, N.T intentaba utilizar los resultados obtenidos de los tests
aplicados en el ámbito escolar, a una investigación de la cátedra de la que es
miembro. Esto implica una grave falta ética, ya que intentaba manipular los
resultados con fines ajenos a los objetivos que se había planteado al
administrarlos. Los resultados de un psicodiagnostico no pueden ser trasladados
de una investigación ya que además de invalidar cuestiones metodológicas,
estarían violando normas éticas de confiabilidad y confidencialidad. La
utilización de técnicas proyectivas y psicométricas, implica acceder a aspectos
de los sujetos que ellos no pueden mostrar, dado su naturaleza inconciente o por
pudor o vergüenza. Esto significa que no pueden ser utilizados o revelados en
circunstancias en que puedan ser identificados u obtener datos, sin el permiso
del evaluado; en este caso, al tratarse de niños el consentimiento debe ser dado
por sus padres o representantes legales.
4) La frase nos hace reflexionar acerca de la importancia de la libertad del
paciente en la relación psicoterapéutica, del reconocimiento por parte del
terapeuta de la existencia de esa libertad, y viceversa. Al reconocer la
libertad de la otra persona, se afirma la propia libertad de uno mismo, y de
esta manera el otro no puede ser manipulado, ni objetivado. Implica reconocer
los límites de la propia libertad, para así poder respetar la libertad de la
otra persona. En la relación terapeuta - paciente hay responsabilidades tanto
para uno como para otro, para poder así delimitar esa libertad inherente a todo
ser humano. Es responsabilidad del terapeuta como profesional, velar porque se
cumplan tanto los derechos
1 National Commission for the Protection of Human Subjects of Research, 6
que atañen al paciente como los que atañen a sí mismo. De esta manera el
paciente podrá tomar conciencia de sus derechos y superar el mito que coloca al
profesional en un pedestal, lejos de cualquier cuestionamiento posible. Los
derechos del paciente en toda relación psicoterapéutica son:
a) A recibir un tratamiento en caso de urgencia, por el derecho que tiene toda
persona a la salud, sin discriminar por raza, sexo, religión, ideología,
situación económica, etc.
b) A que el tratamiento le sea ofrecido por una persona competente, lo que
implica una formación académica continua por parte del terapeuta y la derivación
de aquellos casos que desborden los limites de su competencia.
c) A un arreglo financiero razonable sobre la base del derecho a la salud, el
derecho a los honorarios por parte del terapeuta y de la realidad social del
contexto.
d) A que un tratamiento tenga termino, es decir, que no se prolongue por más del
tiempo debido a causas personales y/ o económicas del terapeuta. Para esto deben
fijarse fechas probables de culminación, las cuales deben revisarse
periódicamente.
e) A recibir el tratamiento más apto para su problemática, para lo cual es
necesario que reciba información adecuada que le permita dar un consentimiento
valido antes de comenzar el tratamiento.
f) A que se lleve un registro preciso del proceso terapéutico, respetando la
confidencialidad de los datos del paciente.
g) A la reserva y confidencialidad por parte del terapeuta
A los deberes del terapeuta le corresponden otros tantos de parte del paciente:
a) Lealtad para declarar todo lo que concierne a un determinado problema
b) Confianza en el quehacer profesional del terapeuta
c) Distancia para evitar una transferencia “viciosa” que pueda poner en peligro
la relación terapéutica
d) La confidencialidad por parte del paciente en el material elaborado en la
sesión.
5)-
Los limites profesionales, son el filo o la frontera de la conducta que se
considera adecuada dentro de la relación terapéutica. Se deben considerar los
aspectos básicos de la relación profesional – frente a los de índole personal –
para poder crear una atmósfera de seguridad y capacidad de predicción para que
facilite la posibilidad de que el paciente se beneficie con el tratamiento.
Las transgresiones de los limites incluyen aquellas conductas que sean
potencialmente perjudiciales o que abusen del paciente. Se debe hacer hincapié
en el daño a futuro ya que no siempre se percibe inmediatamente si se ha
producido un daño. Puede haber de dos tipos, los que son de índole sexual y los
que son de índole no sexual.
Las transgresiones de los limites sexuales implican, un contacto oral o genital,
caricias en los pechos o en los genitales, o besos sensuales. Todos los
profesionales tienen el riesgo de transgredir los limites, sobre todo ante
ciertas formas de estrés vital (divorcio, fallecimiento de un ser querido, mala
praxis, etc.). Involucra también los distintos tipos de personalidad de los
terapeutas:
Puede padecer algún trastorno psicótico, por ejemplo un terapeuta padecía un
episodio maniaco a raíz del cual comenzó a creer que era capaz de curar
pacientes a través del coito.
Pueden ser personas con trastorno antisocial de la personalidad y con graves
trastornos narcisistas de la enfermedad. Estos terapeutas ven a sus pacientes
como “victimas fáciles” a las que pueden manipular por su posición de poder;
frecuentemente manifiestan una conducta agresiva sexual en su vida personal y
carecen de empatía, por lo cual utilizan a los otros como meros objetos de
satisfacción.
Pueden padecer un enamoramiento patológico. El terapeuta se enamora locamente de
su paciente sin poder apreciar que algo del pasado del paciente, del terapeuta o
de ambos se está repitiendo en el presente. Incluyen una necesidad desesperada
de ser valorado, amado, idealizado por el paciente como medio de satisfacer la
autoestima del propio medico.
Pueden sentir la necesidad y un especial orgullo en tratar a pacientes
“difíciles” o “imposibles”. En esta relación se repite una relación del pasado
en la cual se dejaron intimidar y controlar por un objeto atormentador y
exigente, como puede ser el progenitor. Por esta razón, no pueden poner limites
a sus pacientes, por ejemplo, dejan de cobrarles la sesión porque el paciente
dice que es mucho gasto, permiten que los llamen a cualquier hora a su casa para
evitar el suicidio y finalmente permiten que los abracen, y puede llegar a un
contacto sexual franco. En esta representa la fantasía de que podrá ser amado
por sus padres con suficiente sumisión.
Todos los profesionales coinciden en que los contactos sexuales con pacientes
son contrarios a la ética por diferentes cuestiones: el terapeuta es considerado
en la transferencia como el progenitor y por lo tanto la relación es
simbólicamente incestuosa, es un abuso de poder debido a que el terapeuta
percibe honorarios por ayudar al paciente, se trata de una autentica explotación
en el sentido de que las necesidades del profesional se sitúan por delante de
las del paciente y porque es un fracaso en la provisión del servicio para el que
ah sido contratado.
Las transgresiones de los limites de índole no sexual pueden extenderse
ampliamente, desde la utilización de la paciente como niñera de los hijos del
terapeuta hasta la inversión de papeles en la psicoterapia para que el terapeuta
hable de sus problemas personales. Sin embargo, el contexto es esencial a tener
en cuenta a la hora de determinar si se ha transgredido algún limite. Por
ejemplo, que un terapeuta lleve a su paciente a su casa en su coche, puede
resultar sospechoso; pero esto cambia, si el terapeuta aclara que la razón era
que su paciente no tenía coche y había paro general del transporte publico.
También puede ser de utilidad el consejo de algún colega cuando empiezan a
aparecer dificultades con los limites. Pueden desarrollarse pautas acerca de
limites en temas específicos, tales como:
Tiempo: Los limites de la sesión de la terapia deben definirse con claridad
desde el comienzo del tratamiento. La prolongación habitual de las sesiones,
debe hacer pensar el terapeuta en posibles problemas de contransferencia; puede
resultar sospechoso también si se programan sesiones para ultima hora de la
tarde cuando todo el personal del hospital se ha retirado y el edificio esta mas
o menos vacío, a excepción del terapeuta y el paciente.
Lugar de encuentro: la mayor parte de los encuentros deben tener lugar en un
servicio hospitalario o en el despacho de un profesional. La programación de la
sesión en un lugar diferente del habitual puede plantear dudas acerca de su
finalidad. En caso de que sea imprescindible, visitar el domicilio del paciente
o citarlo en otro lugar, debe documentarse y/o concurrir con un colega.
Honorarios y regalos: el hecho de que el paciente deba abonar al profesional sus
honorarios implica que el tratamiento psiquiátrico constituye un trabajo. El
paciente puede llegar a pensar que no puede expresar su enojo o las situaciones
que no le gustan, si las sesiones son gratis o a un precio tan bajo que se
sienta culpable por eso. Los regalos también pueden presentar problemas, porque
una gran cantidad de dinero o un objeto muy costoso pueden ser interpretados
como un soborno inconciente.
Problemas personales del terapeuta: el terapeuta debe evitar cargar al paciente
con sus propios problemas, aunque en ciertas ocasiones puede ser útil alguna
información sobre la vida de este para desarrollar una alianza terapéutica con
el paciente.
Contacto físico no sexual: en la psicoterapia el contacto físico debe limitarse
a un simple apretón de manos. Serán pocas las situaciones en las que el
terapeuta deba iniciar una brazo debido al riesgo de que el paciente no
interprete el hecho adecuadamente, puede representar para ellos una intrusión o
una agresión.
Ejemplo:
Una terapeuta divorciada de 45 años estaba tratando a un paciente de 42 años que
manifestaba estar enamorado de ella. Poco antes del final de la hora de la
terapia, se inclinó y le tomó la mano. Dijo que estimaba mucho su valiosa ayuda.
La terapeuta le tendió la otra mano estrechándosela entre las dos. El paciente
conmovido por su gesto, le dijo: “Te amo”. Tras marcharse, la terapeuta se dio
cuenta de que estaba implicándose en exceso con este hombre debido a sus propias
necesidades. Entonces telefoneo a un compañero, utilizándole como asesor. Le
explicó que estaba divorciada y que no tenia a nadie al llegar a casa por la
noche. Dijo que tener a un hombre que le dijera “te amo” e hacia sentirse
maravillosa. También se daba cuenta de que no era convincente fomentar
sutilmente sus actos o sentimientos hacia ella en la terapia en lugar de hablar
sobre ellos. El asesor la animó a comentar el incidente como tema inicial en la
siguiente sesión.
Cuando llegó el paciente, la terapeuta le dijo que consideraba una buena idea
comentar lo que había sucedido al final de la ultima sesión. Hablando del
incidente, el paciente comentó su preocupación por si la terapeuta pudiera estar
perdiendo el control al estrecharle la mano de esa forma. Ella le animó a
continuar explorando su preocupación. El le dijo que esto le recordaba como su
madre acudía mas a el que a su padre cuando tenia problemas emocionales, y
sentía que entre el y la terapeuta se estaba repitiendo algo semejante. Esta
reconoció que probablemente no era buena idea que se estrecharan las manos
debido a que suponía llevar a la practica algo que había que analizar e
interpretar conjuntamente. Un análisis posterior condujo a tomar conciencia de
otras formas en las cuales la relación del paciente con su madre se estaba
repitiendo dentro de las dimensiones de la transferencia – contratransfernecia
del tratamiento.
La terapeuta en este caso se sorprendió a si misma transgrediendo los limites
éticos y buscó consejo en un colega para ver qué estaba pasando; también lo
habló con su paciente y lo vinculó a la terapia. En este caso se puede ver la
importancia que tiene buscar el consejo de un colega cuando comienzan a aparecer
dificultades con los limites: el episodio involucraba cuestiones de la vida
personal de la terapeuta, y al comentarlo en la terapia se descubrió que también
involucraba una antigua relación objetal en el pasado del paciente. Las
actuaciones contransferenciales, pueden de este modo, considerarse como una
creación conjunta que implica tanto los conflictos del terapeuta como la
evocación de ciertas respuestas en este que reflejan el mundo objetal interno
del paciente.
Bibliografía Consultada
França- Tarragó, O. : Ética para Psicólogos, Bilbao, Desclée De Brouwer, 1996,
pp. 63-110 y 126-152.
Gabbard, G. “Transgresiones de los límites” en Bloch, S. Chodoff, P. Green, S.
(eds.): La ética en psiquiatría Madrid, Triacastela, 2001, pp. 143-160;
Leibovich de Duarte, Adela S: “La dimensión ética en la investigación
psicológica”, Investi-gaciones en Psicología, Vol. 5, Nº 1, 2000 p. 41-61
Rovaletti, M. L. “Reflexiones para una ética del proceso psicoterapéutico” pp.
31-44 en Rovaletti, M. L. (ed.) Ética y psicoterapia Bs. As. , Biblos, 1995.