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SENSO MOTOR A PRE-OPERATORIO
Los primeros signos en el sensomotor son semiverbales, comienzan con onomatopeyas que designan objetos que son similares morfológica y lingüísticamente, aunque también pueden ser arbitrarias. Utiliza las mismas onomatopeyas por asimilación directa por cualidades objetivas o repercusión de los objetos sobre acciones de él. “Guau” designa no sólo a un perro que vio por el balcón si no a todo animal cuadrúpedo como también a cualquier objeto que pueda ver desde el balcón.
“Mamá” sin embargo es exclusivo para designar a la madre, aunque posteriormente comienza a aplicarlo a otras señoras u objetos de deseo.
Estas onomatopeyas son esquemas verbales que funcionan como intermediarios entre los esquemas de la inteligencia sensomotora y los esquemas conceptuales, es decir que sirven de puente entre los esquemas verbales sensomotores y los esquemas que permiten una representación mental de lo que verbalizan.
Los preconceptos
se caracterizan por la inexistencia de clasificación y la falta de identidad (Los niños interpretan fotos suyas o reflejos en el espejo como otra persona y no como a sí mismos así como también sucede si se disfrazan. Las “Jaqueline” son nenas grandes y las “Lucías” son nenas chiquitas). Cambian de estado cuando cambian de personaje. Creen que un caracol que ven ahora es el mismo que vieron antes.
El preconcepto es la asimilación a un objeto privilegiado. Interviene como soporte necesario para la asimilación o bien como significador privilegiado y en parte sustituto.
Los niños empiezan a denominar, es decir a enunciar posibles acciones. Así construyen representaciones verbales y juicios de comprobación, no solamente de acción. Aparece el relato (dirigiéndose tanto a sí mismo como a los demás) como medio de reconstrucción y evocación. Con esto, utiliza el lenguaje para reconstruir acciones pasadas y así poder representarlas. El esquema verbal, se desprende del sensorio motor y cumple la función de representación, es decir: las onomatopeyas emitidas únicamente por la existencia de esquemas sensomotores, ahora contiene un significado, una representación. El significante y el significado se unen para formar un signo.
El relato, agrega una especie particular de objetivación de la representación ya que está ligado a la socialización. El lenguaje del niño de esta etapa funciona como puente entre los soliloquios o lenguaje egocéntrico y la comunicación. Siempre se prolonga hasta actualizarse y de esta forma se vuelve representación actual (sirve de comprobación).
Las imágenes imitativas y los símbolos lúdicos son generados por asimilación directa y escenas cualesquiera pueden ser semi-lúdicas y semi-analógicas: Un tallo metido en una hoja tiene por analogía morfológica similitud con unos lentes guardados en una funda. Existen Imagen imitativa que sirve de significador. El símbolo lúdico (El tallo dentro de la hoja) es asimilado a realidades cualesquiera gracias a la imagen imitativa (lentes en funda, imagen susceptible de ser imitada). Si hubiera clases entrarían en una misma clase: “objetos similares morfológicamente que entran dentro de otros”. La imagen imitativa funciona como prototipo de todos los símbolos lúdicos: La lombriz representa a todas las lombrices. El jarabe representa a todos los remedios.
A partir de esto, comienza a haber más articulación gradual del pensamiento intuitivo que permite constituciones parciales ligadas a lo perceptivo y a la imagen pero de forma lógica.
Transducción
Va de lo particular a lo particular: “Si la manzanilla está amarilla entonces la naranja ya está madura para comer”. “Hoy no hay lombrices porque no hay sol”. “Lorenzo tiene dos hermanas y un hermano (Lorenzo)”. “Lo que carga la hormiga no es pesado (porque para ella no es pesado)” Hace inferencias pre-lógicas. Razona por medio de actos, por medio de lo que ve y manipula pero evoca en imágenes y en palabras la meta perseguida. “Si el cuarto de arriba no está frío podré ir a buscar el vestido que no me quieren traer”
No posee encajes reversibles de clases jerárquicas ni relaciones. Son conexiones directas entre esquemas semi-singulares. Es una experiencia mental que prolonga las coordinaciones de esqueas sensorio-motores en el plano de las representaciones que no constituyen conceptos generales si no esquemas de acción evocadas mentalmente.
Se puede definir como el proceso de utilización de los detalles de un acontecimiento para juzgar o anticipar un segundo acontecimiento, es decir, va de lo particular a lo particular, aun no pueden realizar generalizaciones. Por ejemplo, si el niño asocia su postre agradable con el sobre vació de gelatina y una lata de le leche, entonces va a considerar cualquiera de estos indicios como una causa o prueba de que se esta haciendo ese postre tan agradable para él.
Inteligencia
En la inteligencia senso-motora las conexiones sólo enlazan percepciones y movimientos en vez de una representación de conjunto, encuentra su satisfacción en la meta y no en la comprobación/ explicación y trabaja sobre las realidades, indicios perceptivos y motores y no sobre símbolos o signos además de ser individual.
Para pasar de la inteligencia senso-motora a la inteligencia conceptual, es necesario que se de una aceleración general de movimientos, ya que el desarrollo cognoscitivo está vinculado a la motricidad del niño. También debe tomar consciencia del proceso que lo lleva a ciertas conclusiones, es decir, tiene que haber una comprobación y una explicación fundada en clasificaciones jerárquicas de los objetos. Por último, debe tener desarrollado un sistema de signos que permita la construcción de conceptos además de que exista una socialización.
Debe existir, para la comprensión total del concepto una asimilación y acomodación de los datos fuera del campo perceptivo y también del pensamiento de los demás.
LAS OPERACIONES CONRETAS DEL PENSAMIENTO Y LAS RELACIONE INTERINDIVIDUALES.
Obstáculos del niño para pasar de la acción del pre-operatorio a la operación: En primer lugar es necesario reconstruir sus recuerdos motores en un plano representativo, es decir que pueda explicar cómo llegar a determinado lugar sin necesidad de recorrer el camino. También es necesario centrar aquello que siempre estuvo centrado en el cuerpo a objetos y actos universales determinados por la socialización. La descentralización debe recaer sobre un universo interindividual o social. Las operaciones siempre implican la capacidad de intercambio, y para esto se requiere que el niño abandone su punto de vista egocéntrico y que descentralice su yo.
La operación concreta aparece con la reversibilidad, posible a partir del abandono del egocentrismo, ya que ahora puede prestar atención a otras variables. La reversibilidad, es relativa a una invariable, a un esquema de conservación (por ejemplo el objeto permanente). Una invariable, es por ejemplo la cantidad de agua o la plastilina en los experimentos de Piaget. No reconoce esta invariable el pre-operatorio y sólo toma en cuenta una vairable (longitud, altura, etc). La reversibilidad implica que los niños entiendan que una sustancia puede volver a su forma original sin haber cambiado la invariable. Hay dos tipos de reversibilidad:
Operaciones concretas
Son la transición entre acción y estructuras lógicas. Comprenden en entendimiento de clasificaciones, seriaciones, correspondencias entre un punto y otro, agrupamientos, etc. Se trata de encadenamientos progresivos, cosa que el niño es incapaz de hacer en el pre-operatorio, ya que si por ejemplo se extiende el espacio entre las fichas en una fila cree que hay más que en la otra fila en la que hay la misma cantidad de fichas.
Como ahora su satisfacción pasa por la explicación, deja de lado animismo, finalismo, artificialismo y realismo y también entiende el azar.
3 hechos importantes
Al haber descentralización, el niño puede empezar a socializar. Ahora la asimilación supera las coordinaciones generales de la acción.
Juego reglado: Con las instituciones sociales, surge la transmisión de una generación a la siguiente. Puede haber o no intervención de un adulto pero no hay control. El objetivo es distraerse pero con la estimulación de un grupo.
Trabajo en común: Necesita un mínimo de organización, y evoluciona de trabajo solitario a colaboración, momento en el que aparecen ciertos conflictos.
Intercambio verbal: No hay lenguaje socializador, si no monólogos y soliloquios.
Sentimientos y juicios morales
Interiorizan la imagen afectiva del padre o de ambos progenitores, que se convierte en fuente de deberes, de modelos restrictivos, de remordimientos y a veces de autocastigo.
El yo de los padres es interiorizado como un “yo ideal”, fuente de modelos constructivos y de conciencia moral.
La intervención de consignas dadas desde el exterior, es decir, órdenes de cumplimiento indeterminado (no mentir, etc) y la aceptación de esas consignas que supone la existencia de un sentimiento de quien recibe la consigna por quien la da forman la génesis del deber. Está el respeto, compuesto de afecto y temor (superior con respecto al inferior, suficiente para acatar consignas).
La heteronomía: El poder de las consignas está inicialmente ligado a la presencia material del que las da: en su ausencia, la ley pierde su acción. Si el padre da una orden pero luego desaparece, el niño no acatará esa orden.
Realismo moral: Las obligaciones y los valores están determinados por la ley o la consigna en sí misma, independientemente del contexto de las intenciones y de las relaciones. Hay una realidad objetiva en la que el acto es valorado en función de su grado de conformidad material con la ley y no en función de las intenciones aviesas de violar la ley o buena intención que, involuntariamente, se halle en conflicto con la ley.
La autonomía: Son relaciones morales nuevas fundadas en el respeto mutuo y que llevan e cierta autonomía. Esto se ve en los juegos reglados: Los más pequeños ven las reglas ya establecidas por los mayores como sagradas, mientras que los niños más grandes la ven como un producto de acuerdo entre iguales y pueden modificarse siempre que todas las partes lo consientan: sentimiento de justicia.
EL INFANTE Y EL NIÑO EN LA CULTURA ACTUAL (GESELL)
2 años
*Control voluntario de esfínteres.
Mueve los ojos con mayor libertad y es sensible a los campos marginales.
Se sostiene firmemente sobre los pies. Todavía no camina erecto aunque hay un progreso postural. Sube y baja escaleras sin alternar los pies. Puede patear una pelota.
Consagrado a la actividad motriz elemental: le gusta correr y triscar, empujar y tirar, con mejor coordinación que antes.
Progresó también su control motor fino: manipula más libremente con una mano y alterna de una a la otra. Rota su codo. Puede imitar groseramente un trazo circular.
*Le gustan los opuestos. Interés por colocar una cosa dentro de otra y por separar y volver a unir cosas.
Golpea, palmea, hurga, muerde y tironea los materiales; lucha con ellos
*Todo el aparato lingüístico pasa por un proceso de rapida organización. Empieza a hilvanar palabras, se presentan las oraciones. Soliloquios. Compulsión por ejercitar sus aptitudes vocales, repite palabras, nombra cosas.
*Prefiere el juego solitario al paralelo. Etapa precooperativa: observa lo que hacen otros antes que participar en ello. No es capaz de compartir.
Le complace presenciar el escenario humano. Genuino interés por la relación madre-bebé.
2 años y medio: Edad de las paradojas
Edad de las paradojas. Varía entre extremos opuestos. Es un período de transición. Debe esforzarse mucho para mediar entre sus impulsos contrarios. Su equilibrio es inestable porque sus mecanismos de inhibición son muy incompletos. Incapacidad para modular su conducta. Súbitos cambios de actividad intensa a quietud pasiva, de exuberancia a timidez, de agudo deseo de posesión de un objeto a indiferencia, de clamor por comida a su rechazo, de chillidos y gritos a susurros monótonos, de la risa al gemido.
Todavía no controla bien sus músculos flexores y extensores, agarra con demasiada fuerza y suelta con sobreextensión de los dedos, no puede aflojar.
Puede que no libere con facilidad los esfínteres que controlan la miccion y que retenga por demasiado tiempo.
Quiere que todo se haga como de costumbre, es ritualista e insiste en que las cosas sean así. Le gusta manejar las situaciones. Puede parecer tiránico, no es posible forzarlo. Epoca de los caprichos.
Se habla mucho a sí mismo.
3 años Edad del Conformismo
Alto grado de autocontrol, de base motriz.
Sus pies son más seguros y ágiles, camina erguido, le gusta bajar y subir escaleras corriendo.
También disfruta de pasatiempos sedentarios que hacen intervenir su coordinación motriz fina. Puede imitar el dibujo de una cruz. Puede desabrocharse los botones.
Tiene familiaridad con las 3 formas básicas: círculo, triángulo y cuadrado.
Le gusta trabar conocimiento con nuevas palabras. Utiliza palabras con mayor confianza e inflexión inteligente. Emprende soliloquios y dramatizaciones en que combina acciones y palabras para practicar el lenguaje.
Interés por las personas. Observa las expresiones faciales para averiguar qué significan. Es capaz de simpatía. Crecen tanto la inteligencia como la emoción. Es capaz de esperar su turno, se puede negociar con él. El ritual es menos rígido. Más confiado en sí mismo, le gusta ayudar a otros. Espíritu cooperativo incipiente. Le gusta agradar y conformarse. Obediente y tranquilo.
Su sentido del tiempo es escaso, pero dentro de sus limitaciones bien definido, distingue entre noche y día.
3 años y medio: Negativista
Negativa a obedecer. Encuentra placer en rehusar y en insistir en que las cosas se hagan a su manera. El debe ser quien de todas las órdenes, le gusta mandar.
Teme a las alturas, frecuentes caídas y traspiés, pide al adulto que lo tenga de la mano.
4 años
Muy polifacético.
Tiende a ir más allá de los límites, tanto con los músculos como con la mente.
Impulso motor poderoso. Controla mejor su equipo motor, incluso la voz. Manos, piernas, brazos y pies comienzan a emanciparse del conjunto postural general. Puede lanzar un objeto voleado por lo alto, cortar con tijera a lo largo de una linea, atarse los zapatos, pararse en un solo pie.
Es un gran hablador. Es su propio comentarista y a menudo su propio auditorio. Le gusta utilizar nuevas palabras y probar con ellas. Quiere dominar conjunciones y adverbios. Es adepto a tomar frases de su cultura. Preguntas incesantes: por qué y cómo. Imita las inflexiones de los adultos.
Le gusta hacer muecas.
Mente vivaz. Organización mental fluida, imaginería siempre en movimiento. Exagerado y gran fabulador. Le gusta el juego dramático.
En vez de asentir, afirma. Se torna desafiante. Se elogia a sí mismo mediante la jactancia.
Tiene escasa apreciación de la decepción y las emociones personales de otros.
Periodo de rapida aculturación. Quiere actuar como un adulto.
En la vida de grupo de manifiestan fragmentos e indicios de sociedad tribal: se organizan por sí solos en grupos de 3 o 4, con frecuente segregación entre varones y mujeres; se dictan mandamientos y se excluyen intrusos. La madre es el tribunal de última instancia y su autoridad se cita con frecuencia.
4 años y medio
Insiste en diferenciar lo real de lo ficticio. Ya no se extravía en su ilusión.
Su automotiva un poco más, emprende una tarea y se mantiene en ella mucho mejor.
Gran discutidor.
Más capaz de aceptar el fracaso.
Mejor control fino, dibuja por largo tiempo. Incipiente interés en letras y números.
5 años
Perfección y economía de movimientos consumada.
Gran conversador, ha superado toda articulación infantil. Es capaz de exagerar, anque no tiende a inventar con demasiada fantasía. Sus juegos dramáticos tienen mucho diálogo práctico.
Es calmo, confiado, comunicativo y dependiente.
Quiere hacer lo correcto, le gusta pedir permiso y que se lo elogie por hacer las cosas cómo se debe. Le gusta asumir pequeñas responsabilidades.
Le gusta apegarse a la casa, a lo que conoce y sobre todo a su madre. No siente al parecer necesidad de hundirse en lo desconocido o intentar cosas difíciles, puesto que sólo intenta hacer lo que puede tiene éxito, lo cual resulta en mayor complacencia y confianza en sí mismo.
Tiene un buen ajuste interno y confianza en otros. Sus ansiedades y temores son temporarios y concretos. Muchos niños tienen arranques de miedo de que su madre los abandone. Suelen tener pesadillas.
Aumenta el empleo del humor: acciones ridículas, lenguaje tonto e incongruente.
Es realista, por lo que si tenía un compañero imaginario ya no tiene interés.
Hay pocas rabietas, no es revoltoso.
Compare el comienzo y el final del complejo de Edipo en el varón y la niña. Describa el tipo de angustia preponderante en cada caso.
En un primer lugar, es necesario saber que ambos niño y niña tienen a la madre como primer objeto de amor. La diferencia, es que el niño lo conserva, y la niña lo resigna y lo cambia por el padre. Esto sucede al darse cuenta que los niños tienen falo. Al principio lo compara con su clítoris, pero luego se da cuenta que no lo tiene que está castrada. De ahí surge la envidia al pene y por esto la responsabiliza a la madre. Elige al padre como nuevo objeto de amor y desea darle un hijo varón. Esto sucede a partir de una ecuación simbólica hijo-pene. Y reemplaza el deseo de tener un pene por el de tener un hijo.
Al mismo tiempo, cuando el niño descubre que la niña no tiene pene, cae en una angustia de castración, el miedo de que su miembro sea castrado, entiende que es algo removible; no sólo porque la niña no lo tiene, si no por la previa pérdida del seno materno cuando fue lactante y de la pérdida de sus heces en la fase sádico anal. El niño, ante el complejo de castración, entiende que la madre no puede seguir siendo su objeto de amor y lo resigna para no perder su miembro. Logra identificarse con el objeto e incorporarlo al yo, y esta identificación permite que se instaure el super yo. Por eso se dice que el super yo es el heredero del complejo de Edipo.
En la niña, el complejo de Edipo es una formación secundaria mientras que el complejo de castración es primario.
La pérdida del objeto madre se muda en angustia a consecuencia de la represión y en la expresión sintomática se encuentra anudada al sustituto padre.
La angustia en el niño, es una angustia neurótica en un principio ya que las mociones pulsionales de deseo hacia la madre son inaplicables, y esto genera en él una angustia interna. Al mismo tiempo, existe el peligro externo de la castración ante el padre, lo cual al ser un peligro externo podría describirse como una angustia realista. La angustia neurótica se muda en angustia realista, ya que representa una amenaza para nuestra vida anímica ya que contiene un factor traumático.
¿Qué relación puede establecer entre sexualidad infantil y aprendizaje escolar?
En un primer lugar, es necesario decir que el sujeto se construye a sí mismo en la medida en la que construye su objeto. Todo término implicado en el aprendizaje como por ejemplo la motivación y los obstáculos ponen en juego el afecto, el cual debe ser descargado. La naturaleza del proceso de aprender, es indudablemente libidinal, la pulsión de ver y de saber. No se pueden dejar de lado las relaciones afectivas cuando hablamos de aprendizaje ya que uno es fundado a partir de la identificación con otro (en la fase oral se nutre de la madre e incorpora acciones específicas, cualifica cantidades, discrimina, atribuye valor a los estímulos, etc: dominio del yo)
Que exista esta necesidad en el niño, sería desarticulante si no existiera un aprendizaje de cómo manejar las cantidades de excitación por medio de la identificación. Una madre suficientemente estable para sostener al yo, ayuda a que este pase de la identidad de percepción a la identidad de pensamiento.
El movimiento también es importante, ya que la capacidad de aprender, está también definida por la capacidad de interiorizar acciones que fueron registradas anteriormente ya que ayudan en el dominio del mundo externo por medio de acciones específicas: Junto con la pulsión de dominio, comienza a aparecer la pulsión de ver.
La adquisición del lenguaje, caracterizado por la capacidad de pensar en palabras en un plano preconsciente permite cierto nivel de descarga, posibilitando el intercambio con otros.
Todo esto instaura la pulsión epistemofílica que es sensible a la relación del niño con el otro.
La caída del complejo de Edipo resignifica el deseo de aprender, ya que al haber resignado el objeto amado, toda la libido se descarga de forma sublimada dependiendo de lo que exija ahora el super yo. Al comenzar su vida institucional, los vínculos ambivalentes con el padre son desplazados a figuras de maestros y compañeros.
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