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Complementos desde el tiempo primordial. Solución. “Hombre de los Lobos”
Paciente: Perseguía una bella mariposa, grande, veteada de amarillo, cuyas grandes alas terminaban en prolongaciones puntiagudas. De pronto, cuando l mariposa se hubo posado ante sobre una flor, lo sobrecogió una terrible angustia ante el animal, y salió disparado dando gritos. Este recuerdo retornaba de tiempo en tiempo en el análisis. Decía que las mariposas le parecían como unas mujeres o niñas y los escarabajos y orugas como muchachos. Era forzoso que en aquella escena de angustia se hubiera despertado el recuerdo de una persona de sexo femenino.
Muchos meses después, el paciente observó que el abrir y cerrar las alas la mariposa, cuando se posó, le había hecho la impresión de algo ominoso. Habría sido como si una mujer abriera las piernas y entonces estas dibujaran la figura de una V romana (n° 5) que como sabemos era la hora hacia la cual ya en su infancia, pero aún en el presente, solía sobrevenirle un talante sombrío.
Sólo consignaré la fácil conjetura de que las prolongaciones puntiagudas, o en forma de bastón, de las alas de la mariposa pudieran haber tenido un significado como símbolos genitales.
En un momento surgió el recuerdo de una niñera que tenía el mismo nombre de su madre a quien amaba mucho y ella a él. Un primer amor ausente. En otra ocasión corrigió el recuerdo. No puede haberse llamado como la madre; fue un error suyo, desde luego una prueba de que se le había entretejido el recuerdo con la madre. Dice que de pronto se ve precisado a pensar en un galpón de la primera finca donde se guardaba la fruta cosechada, y en una cierta clase de peras de sabor característico, grandes peras veteadas de amarillo en su cáscara. “Pera” se dice en su lengua “grusha”, que también era el nombre de la niñera. Está claro que tras el recuerdo encubridor de la mariposa a que dio caza se ocultaba la memoria de la niñera.
Pronto acudió el recuerdo de una escena, incompleto, pero preciso hasta donde se había conservado. Grusha estaba echada en el suelo, junto a ella un balde y una corta escoba de vergas atadas; él estaba ahí y ella lo embromaba o lo reprendía.
En los primeros meses de la cura él había contado un enamoramiento suyo, que le sobrevino compulsivamente, de una muchacha campesina de quien contrajo a los 18 años lo que le ocasionaría su enfermedad posterior (gonorrea). Y en ese momento se había resistido de manera llamativa a comunicar el nombre de la muchacha. Se trataba de una resistencia totalmente aislada, pero aseveraba que debía avergonzarle mucho pronunciar ese nombre porque era puramente campesino. El nombre era Matrona. Tenía resonancia maternal. Era evidente que la vergüenza se encontraba fuera de lugar.
El paciente también cuenta estar muy conmovido por la historia del teólogo Huss, y su atención quedó adherida particularmente a los haces de leña de su pira; y el paciente mismo relacionó los haces de leña con la escoba (haz de vergas) de la niñera. Este material se copaginaba para llenar lagunas en el recuerdo de la escena con Grusha. Cuando vio a la muchacha fregando en el piso, él orinó en la habitación y acto seguido ella le formuló una amenaza de castración, ciertamente en broma. Cuando vio a la muchacha de bruces sobre el piso, ocupada en fregarlo, arrodillada, las nalgas tendidas hacia adelante, la espalda horizontal, reencontró en ella la posición que había adoptado la madre en la escena del coito. Ella le devino madre; lo arrebató la excitación sexual a consecuencia de la activación de aquella imagen y se comportó virilmente hacia ella como el padre, cuya acción sólo pudo haber comprendido entonces como un orinar. Su acto de orinar en el piso fue en verdad un intento de seducción, y la muchacha le respondió con una amenaza de castración como si lo hubiera comprendido. La condición de amor experimentó una modificación que atestiguaba la influencia de esta segunda escena; se trasfirió de la posición de la mujer a la actividad que realizaba en esa posición. Al instante se enamoró de la lavandera, y con una violencia irresistible, aunque no pudo verle el rostro. Por su pose y su actividad, se le había puesto en el lugar de Grusha.
Otro ataque de enamoramiento, ocurrido unos años antes, muestra de manera todavía más nítida el influjo compulsivo de la escena con Grusha. Una joven muchacha campesina que prestaba servicio en su casa le había gustado desde hacía ya tiempo, peor él había conseguido no aproximársele. Un día la vio en la misma posición que había visto a grushaG
La primera ocurrencia del paciente sobre el problema de la angustia ante la mariposa puede discernirse fácilmente con posterioridad como una remota alusión a la escena primordial (la hora cinco).
Sueño: Sueña con un hombre que la arranca las alas a una “Espe”. Wespe, corrige Freud, avispa (insecto de vientre veteado de amarillo). Espe es él, S.O. (sus iniciales). Espe es una Wespe mutilada. -> Él se venga de Grusha por su amenaza de castración.
La acción del niño de 2 ½ años en la escena con Grusha es el primer efecto de la escena primordial; lo figura como una copia del padre y nos permite discernir una tendencia de desarrollo en la orientación que luego merecerá el nombre de masculina. Por la seducción es esforzado a una pasividad que ciertamente ya estaba preparada por su comportamiento de espectador del comercio entre los padres.
Se tuvo la impresión de que con el dominio de la escena de Grusha, de la primera vivencia que efectivamente pudo recordar y recordó sin mi ayuda y sin mi conjetura, quedaba resuelta la tarea de la cura. A partir de ahí ya no hubo resistencias, sólo hizo falta reunir y componer.
Resultó que la angustia a la mariposa era en un todo análoga a la angustia al lobo: en los dos casos, angustia ante la castración; en el primero, referida a la persona que había formulado inicialmente la amenaza de castración y, en el segundo, trasladada a la otra persona que por fuerza hallaría adherencia siguiendo el arquetipo filogenético. La escena con Grusha ocurrió a los 2 ½ años; la vivencia de angustia con la mariposa amarilla fue luego de ese sueño angustioso. Fue el posterior acto de entender la posibilidad de la castración el que desarrolló la angustia con efecto retardado desde la escena con Grusha.
El acto de orinar el niño de pie atestiguaría el influjo de una vivencia anterior que tanto podría ser el hecho efectivo de la escena primordial como una observación de animales anterior a los 2 ½ años. O fue todo casualidad y la escena se sexualizó en el recuerdo. No lo sabe.
El supuesto de su realidad objetiva se concilia también por entero con el influjo incitante de las observaciones de animales a que apuntan los perros ovejeros de la imagen onírica.
Las escenas de observación del comercio sexual entre los padres, de seducción en la infancia y de amenaza de castración son indudablemente un patrimonio heredado, herencia filogenética, pero también pueden ser adquisición del vivenciar individual. En mi paciente, la seducción por su hermana mayor fue una realidad objetiva indiscutible.
Entre la escena primordial y seducción (1 ½ - 3 ¼ años) se intercala el aguatero mudo, sustituto de su padre. El niño pasa por alto las diferencias sociales, que todavía significan poco para él, y sitúa a personas de inferior condición en la misma serie de sus progenitores con tal que pueda establecer con ellos una parecida correspondencia de amor. No se puede hablar de tendencia a degradar aquí.
A esa misma época pertenece también un oscuro conocimiento de una fase en que no quería comer nada que no fuera golosinas. Lograron causarle angustia con la historia de un tío que se murió por eso, y volvió a comer; y en años posteriores de su infancia hasta exageró esa obligación como para protegerse dela muerte con que lo amenazaban. La angustia de morir reapareció luego cuando la madre hizo advertencias sobre la disentería que desembocó en neurosis obsesiva.
Perturbación en el comer à primera neurosis. Lobo à fobia. Beatería à obsesiva. } Predisposición al quebrantamiento neurótico de los años posteriores a la pubertad.
El paciente decía que el mundo se le escondía tras un velo. El velo se desgarraba sólo en una situación: cuando a consecuencia de una lavativa el bolo fecal atravesaba el ano. Entonces se sentía de nuevo bien y por un breve lapso veía el mundo claro. La interpretación de este “velo” avanc´con pareja dificultad a la de la angustia de la mariposa.
Apenas un poco antes de la separación de la cura se acordó de que había escuchado que él vino al mundo con una cofia fetal à Velo que lo oculta del mundo y le oculta el mundo. Su queja es en verdad una fantasía de deseo cumplida (se creía afortunado porque nada malo podía pasarle), ella lo muestra de regreso en el seno materno; ciertamente, es la fantasía de deseo de la huida del mundo: Soy tan desdichado en la vida que debo regresar al seno materno.
Cuando desgarra el velo del nacimiento, ve el mundo y renace. (Bolo fecal: hijo). La condición de renacimiento es que sea un hombre quien le administre la enema (sólo después se vio forzado a sustituir él mismo a ese hombre). Esto sólo puede significar la identificación con su madre, el hombre hace el papel del padre, la enema repite el acto de la cópula, como fruto de la cual nace el hijo-caca. La fantasía de renacimiento se enlaza de manera estrecha con la condición de la satisfacción sexual por el varón. Su enfermedad sólo lo abandona cuando le es permitido sustituir a la madre para hacerse satisfacer por el padre y parirle un hijo. La fantasía de renacimiento era reflejo censurado, mutilado, de la fantasía de deseo homosexual.
Él desea regresar el seno materno, pero no simplemente para renacer, sino para ser alcanzado ahí por el padre en el coito, para recibir de él la satisfacción, para parirle un hijo. Haber nacido del padre, ser satisfecho sexualmente por él, parirle un hijo y hacerlo renunciando a su masculinidad y en el lenguaje del erotismo anal: he ahí los deseos que cierran el círculo de la fijación al padre; con ello la sexualidad ha hallado su expresión suprema y más íntima.
Desea estar en el vientre de la madre para sustituirla en el coito, para ocupar su lugar frente al padre. En cuanto a la fantasía de renacimiento, es probable que regularmente sea una versión moderada de la fantasía del comercio incestuoso con la madre, una abreviatura anagógica de esto último. Desea retroceder a la situación en que se encontraba dentro de los genitales de la madre, para lo cual el hombre se identifica con su pene, se hace subrogar por él. Esas dos fantasías se revelan como correlativas: según sea masculina o femenina la actitud de la persona en cuestión expresan el deseo de comercio sexual con el padre o la madre.
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