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Resumen para el Primer Parcial  |  Psicoanálisis Freud (Cátedra: Laznik - 2024)  | Psicología  |  UBA
Lectura de teóricos:


Sobre el mecanismo psíquico de fenómenos histéricos:
Todos nuestros recientes progresos en la inteligencia Y el discernimiento de la historia se remontan a los trabajos de charcot
Las parálisis traumáticas que aparecen en la histeria son comprensibles a partir de los múltiples trabajos de charcot un individuo Hasta cierto momento sano es sorprendido por un trauma este trauma debe cumplir ciertas condiciones tiene que ser grave de tal índole que a él se conecte la representación de un peligro mortal una amenaza para la existencia empero no debe ir acompañado de una conmoción cerebral ni de una lesión real grave
Si es un caso típico puede suceder que le

sobrevengan unos peculiares ataques que el individuo luego de un aura de pronto se quebrante rabie delire Y si en ese delirio habla de lo que dice se deduce que en su interior se repite la escena del accidente tal vez adornada con diversos fantasmas( tiempo de incubación)
Charcott aclara este proceso reproduciéndolo produciendo artificialmente la parálisis de un enfermo para ello hacen falta un enfermo que ya se encuentre en un estado histérico la condición de la hipnosis y el recurso de la sugestión
Si el trauma de un caso puede ser sustituido en otro por la sugestión verbal ello conduce a suponer que también en la parálisis traumática espontánea una representación semejante fue responsable de su Génesis.
entonces realmente el trauma sería de

todo punto equiparable a la sugestión verbal
A fin de que la representación "el brazo está paralizado" pudiera provocar realmente Una parálisis en el enfermo, sería necesario que este se encontrara en el estado de la hipnosis.
Así la parálisis traumática espontánea queda explicada completamente y es establecida su analogía con la parálisis producida por su gestión la Génesis del síntoma está determinada de manera unívoca por las circunstancias del trauma
Pero su análisis termina con esto no averiguamos cómo se generan otros síntomas ni sobre todo Cómo se producen los síntomas histéricos en la histeria común no traumática
Es preciso poner a los enfermos en estado de hipnosis Y entonces inquirirles por el origen de ciertos síntomas cuando

apareció por primera vez y qué recuerdan a raíz de ello En este estado regresa El recuerdo que no poseen en el estado de vigilia. Tras los fenómenos de la histeria se esconde una vivencia teñida de afecto y que además esa vivencia es de tal índole que permite comprender sin más el síntoma a ella referido. Existe una total analogía entre la parálisis traumática y la histeria común no traumática la única diferencia Es que allí intervino un gran trauma mientras que aquí rara vez se comprueba un solo gran suceso sino que Se asiste a una serie de sucesos plenos de afecto: toda una historia de padecimientos. El cuidado de enfermos es de presencia frecuente en la etiología de la histeria. A menudo uno cuestionamiento solo no alcanza para fijar el síntoma pero sí este mismo síntoma se presenta varias veces con un cierto afecto, luego se fija y

permanece. Uno de los síntomas más frecuentes de la histeria es la anorexia y el vómito. También el síntoma del insomnio y la perturbación del dormir encuentran las más de las veces una exatísima explicación. No en todos los casos es tan transparente la determinación del síntoma por el trauma psíquico. A menudo Ella solo consiste en una referencia simbólica digamos así entre el ocasionamiento y el síntoma histérico.
A tales simbolizaciones han recurrido Muchos pacientes en toda una serie de cedicentes neuralgias y dolores existe por así decir un propósito de expresar el estado psíquico mediante uno corporal para lo cual el uso lingüístico ofrece los puentes. Precisamente para los síntomas histéricos típicos como emminestesia estrechamiento del campo visual convulsiones epileptiformes etcétera no

es posible comprobar un mecanismo psíquico de esta índole. En cambio a menudo lo hemos conseguido en el caso de las zonas histerógenas. Toda histeria puede concebirse como una histeria traumática en el sentido del trauma psíquico y que todo fenómeno está determinado Con arreglo a la índole del trauma.? De Qué índole es el nexo causal entre aquella ocasión que debemos averiguado en la hipnosis y el fenómeno que permanece luego como síntoma histórico duradero? Ese nexo podría ser múltiple.? Acaso del tipo que llamaríamos de" desencadenamiento ".
Existe además otra modalidad de causación y es la directa. Brewer enseña que entre el trauma psíquico y el fenómeno histérico existe un nexo de esta última clase. El momento en el que el médico se entera de la oportunidad en que

ciertos síntomas apareció por primera vez y de aquello Por lo cual estuvo condicionado es también el momento en que este síntoma desaparece. Si por ejemplo un enfermo ofrece un síntoma de unos dolores y en la hipnosis rastreamos de dónde le vienen estos le acudirán una serie de recuerdos. Si se consigue llevar al enfermo hasta un recuerdo bien vivido él verá las cosas ante Sí con su realidad efectiva originaria. Uno nota entonces que el enfermo está totalmente gobernado por un afecto y si se lo constriñe a expresar en palabras ese afecto se verá que al par que él produce un efecto violento vuelve a aparecerle muy acusado aquel fenómeno de los dolores Y desde ese preciso instante el síntoma desaparece como síntoma permanente. Así se averiguó el interesante hecho de que el recuerdo de aquel suceso era mucho muchísimo más

vivo que el de otros y que el afecto en el conectado era tan grande como acaso lo fue al producirse la vivencia real y efectiva. Es preciso suponer que ese trauma psíquico sigue produciendo efectos en el individuo en cuestión da sustento al fenómeno histérico y llega a su término Tan pronto como el paciente se ha declarado sobre él. Acabo de señalar que tras dar con el trauma psíquico mediante nuestro procedimiento de exploración hipnótica uno halla que el recuerdo en cuestión posee una intensidad desacostumbrada y ha conservado su pleno afecto. Se nos plantea ahora saber por qué un suceso ocurrido hace tanto tiempo quizá 10 o 20 años antes sigue exteriorizando de manera continua su imperio sobre el individuo Por qué tales recuerdos no se van disipando por desgaste no sucumben al olvido. Si un ser

humano experimenta una impresión psíquica en su sistema nervioso se acrecienta algo que por el momento llamaremos"la suma de excitación". Ahora bien en todo individuo para la conservación de la salud existe el afán de volver a en pequeñecer esa suma de excitación. El acrecentamiento de la suma de excitación acontece por vías sensoriales su empequeñecimiento por vías motrices. Se puede entonces decir que si a alguien le sobreviene algo reacciona a ello por vía motriz. Y es posible aseverar sin titubeos que de esta reacción depende cuánto restará de la impresión psíquica inicial.
Para levísimos acrecentamientos de excitación quizá basten unas alteraciones del cuerpo propio: llorar insultar rabiar etcétera. Y mientras más intenso el trauma psíquico, tanto más grande la

reacción adecuada. Pero la reacción adecuada es siempre la acción. Junto a la reacción adecuada hay una menos adecuada y si la reacción a un trauma psíquico está totalmente interceptada, el recuerdo de él conserva el afecto que en su origen tuvo. Si un ofendido no puede devolver la afrenta ni dando a su vez una bofetada ni por medio de un insulto se crea la posibilidad de que el recuerdo de ese suceso vuelva a convocarle el mismo efecto que estuvo presente al comienzo. Si la reacción frente al trauma psíquico tuvo que ser interrumpida por alguna razón, aquel conserva su efecto originario y toda vez que el ser humano no puede aligerarse del aumento de estímulo mediante "Abre acción" está dada la posibilidad de que el suceso en cuestión se convierta en un trauma psíquico. El mecanismo psíquico sano tiene Por cierto otros medios para

tramitar el afecto de un trauma psíquico, Por más que le sean denegadas la reacción motriz y la reacción mediante palabras: el procesamiento asociativo, la tramitación por medio de representaciones contrastantes. Si el ofendido no devuelve la bofetada ni insulta, puede sin embargo aminorar el afecto de la ofensa evocando en su interior unas representaciones contrastantes sobre su propia dignidad y la nula valía del ofensor, etcétera. Ahora bien, Ya sea que la persona sana transmite la ofensa de una manera o de la otra, llega siempre al resultado de que el afecto que en el origen estaba intensamente adherido al recuerdo pierda el fin intensidad, y el recuerdo mismo, ahora despojado de afecto, sucumba con el tiempo al olvido, al desgaste. Llegamos a la conclusión de que estos recuerdos devenidos patógenos

ocupan en el histérico una posición excepcional frente al desgaste, y la observación muestra que todas las ocasiones que han devenido causas de fenómenos históricos son unos traumas psíquicos que no fueron abreaccionados por completo, no fueron por completo tramitados. Podemos decir entonces qué "el histérico padece de unos traumas psíquicos y completamente abreaccionados". Hallamos dos grupos de condiciones bajo las cuales ciertos recuerdos de bien en patógenos. En uno de ellos, descubrimos Como contenido de los recuerdos a que los fenómenos históricos se remontan unas representaciones de índole tal que el trauma fue demasiado grande, y tanto que el sistema nervioso no tuvo poder para tramitar lo de ninguna manera, además representaciones frente a las cuales

razones sociales imposibilitaban la reacción, por último, es posible que la persona afectada reduce simplemente la reacción, no quiera reaccionar frente a un trauma psíquico. Pero en otro grupo de casos el motivo de que falte la raíz motriz no reside en el contenido del trauma psíquico, sino en otras circunstancias. Muchas veces descubrimos como contenido y causa de fenómenos históricos unas vivencias que en sí y por sí son del todo ínfimas pero han cobrado una alta significatividad por sobrevenir en momentos particularmente importantes de una predisposición patológicamente acrecentada. En un estado tal,de autohipnosis, el individuo no puede dar trámite asociativo como en el estado Vigil a una representación que le sobrevenga punto el asiduo estudio de estos fenómenos nos ha llevado a considerar

probable que en toda histeria esté en juego un rudimento de la llamada "doble conciencia" y que la inclinación a esta disociación y, con ella, al surgimiento de Estados normales de conciencia, que designaríamos"hipnoides" en el fenómeno fundamental de la histeria. Consideramos ahora el modo en que opera nuestra terapia. Ella solicita uno de los más ardientes deseos de la humanidad, a saber, el deseo de tener permitido hacer algo por segunda vez. Alguien ha experimentado un trauma psíquico sin reaccionar suficientemente frente a él; uno se lo hace vivenciar por segunda vez, pero en la hipnosis, y ahora lo constriñe a completar la reacción. Entonces él se aligera del efecto de la representación, que antes estaba por así decir estrangulado, y con ello se cancela el efecto de la representación. Vale decir que consumada

la reacción no tramitada no curamos la histeria sino síntomas singulares de ella.

Historiales clínicos 1 señorita Ana o
La señorita anaó lee un texto en inglés o alemán y lo traduce al francés al mismo tiempo que lo lees.
Alucinación negativa.
Lo esencial del fenómeno descrito ( la acumulación de condensación de sus ausencias en la autohipnosis del anochecer, la eficacia de los productos fantásticos como estímulos psíquico, y el alivio y eliminación del Estado estimulador mediante su declaración en la hipnosis) permaneció constante a lo largo del medio año de observación que restaba.
Era muy interesante ver los efectos de repercusión que en el primer estado más normal ejercían los estímulos psíquicos revividos del Estado segundo. Y aún solía

patentizarse un efecto anticipador de estos recuerdos emergentes: la perturbación del Estado normal sobrevenía ya, Mientras que el recuerdo solo poco a poco despertaba para la " condición segunda ".
Si la hipnosis de la anochecer ya estaba muy recargada, pues debían apalabrarse solo los fantasmas de producción reciente, sino también las vivencias y los disgustos de 1881 coma la suma de trabajo a realizar por la paciente y el médico aumentada todavía enormemente en virtud de una tercera serie de perturbaciones singulares que era preciso tramitar de igual manera: los sucesos psíquicos de la incubación de la enfermedad, de Julio a diciembre de 1880, que habían producido el conjunto de los fenómenos histéricos y con cuya declaración desaparecieron los síntomas.

A menudo hemos observado que el miedo a un recuerdo, como era el caso aquí, inhibe su afloramiento, que la enferma o el médico se ven precisados a arrancar. El anochecer de la víspera su perturbación de la vista había desaparecido en virtud de una " talking cure " , desde luego que también para la " condición segunda "
Entonces, Al despertar por la noche Se halló en un dormitorio desconocido para ella coma Pues la familia se había mudado de vivienda en la primavera de 1881.
Incubación y patogénesis de esta histeria:
En julio de 1880, hallándose en el campo, el padre de la paciente había contraído un absceso subpleural grave; Ana participó con su madre en los cuidados. Cierta vez hacía vigilancia nocturna con gran angustia por el enfermo, que pa decía alta fiebre, y en estado de tensión porque se esperaba a un cirujano de Viena que

practicaría la operación. La madre se había alejado por un rato, y Ana estaba sentada junto al lecho del enfermo, con el brazo derecho sobre el respaldo de la Silla. Cayó en un estado de sueño despierto y vio Cómo desde la pared una serpiente negra se acercaba al enfermo para morderlo. Quiso espantar al animal, pero estaba como paralizada; el brazo derecho, pendiente sobre el respaldo, se le había dormido, volviéndose Le anestésico y parético coma y cuando lo observó, los dedos se mudaron en pequeñas serpientes rematadas en calaveras. Probablemente hizo intentos por ahuyentar a la serpiente con la mano derecha paralizada, Y por esa vía su anestesia y parálisis entró en asociación con el alucinación de la serpiente. Cuando esta hubo desaparecido, quiso en su angustia rezar pero se le negó toda lengua

no pudo hablar en ninguna, Hasta que por fin dio con un verso infantil en inglés y entonces pudo seguir pensando y orar en esa lengua punto el silbido de la locomotora que traía el médico esperado interrumpió la fantasmagoría. Cuando al día siguiente quiso recoger entre la maleza un aro arrojado ahí en el medio del juego, una rama torcida le convocó otra vez la alucinación de la serpiente y al mismo tiempo el brazo derecho le quedó extendido y rígido punto Y a partir de Entonces esto se le repitió siempre con un objeto más o menos serpentiforme le provocaba la alucinación. Ahora bien, tanto esta como la contractura son la energía en las breves ausencias que desde aquella noche Se le hicieron cada vez más frecuentes. La contractura se volvió estable solo en diciembre, cuando la paciente coma totalmente quebrantada, ya

no pudo abandonar el lecho. A raíz de una ocasión que no halló anotada y de la cual no me acuerdo, a la contractura del brazo se sumó la de la pierna derecha. Así se creó la inclinación a las ausencias autoinóticas. Al día que siguió a la noche aquella, a la espera del cirujano, cayó en un estado de ausencia tal que cuando al fin este entró en la habitación ella no lo oyó llegar. El constante sentimiento de angustia le estorbaba al comer y poco a poco le produjo un asco intenso. Pero en todos los demás casos los diversos síntomas histéricos le sobrevivieron en Estados afectivos. No es del todo claro si en ellos la paciente entraba en una ausencia momentánea total, pero es probable, pues en la vigilia no sabía nada de la trama en su conjunto. Sin embargo, muchos síntomas parecen no haber emergido en estado de ausencia, sino en

estados de afecto durante la vigilia despierta, repitiéndose luego como los otros. Así, el conjunto de perturbaciones de la visión se recondujeron a ocasiones singulares, más o menos claramente determinantes. Una receta en la que sofocamos su respuesta le causó un espasmo de glotis que se repetía a raíz de todo ocasionamiento parecido. El lenguaje se le denegaba: 1 por angustia desde la primera alucinación nocturna ; 2 desde una vez en que volvió a sofocar una exteriorización ( inhibición activa )
3 desde una vez que la reprendieron injustamente; 4 a raíz de todas las ocasiones análogas. La tos le sobrevino por primera vez cuidando ella al enfermo; Le llegaron los sones de una música bailable desde una casa vecina y le creció el deseo de encontrarse ahí, deseo que despertó sus autorreproches. Desde

entonces, y por el tiempo que duró su enfermedad, reaccionaba con tussis nerviosa Frente a cualquier música de ritmo marcado punto cada síntoma desaparecía tras el relato de la primera ocasión. De esta manera llegó a su término la histeria íntegra. El último día reprodujo con el expediente de disponer la habitación como los tubos la de su padre, la alucinación angustiosa antes referida y que había sido la raíz de toda su enfermedad: aquella en que solo pudo pensar y rezar en inglés; inmediatamente Después habló en alemán y quedó libre de las incontables perturbaciones a que antes estuviera expuesta. A partir de ese momento gozó de una salud perfecta. Cómo predisponentes a contraer histeria hallamos en la muchacha todavía completamente sana Dos peculiaridades psíquicas. 1- el excedente de movilidad y

energía psíquicas no empleado en la monótona vida familiar y sin correspondiente en un trabajo espiritual, Sobrante que se aligera en el continuado y progresivo trabajar de la Fantasía, y que produce
2- el soñar despierto habitual, con lo cual se crea el terreno para la disociación de la personalidad mental. Sin embargo, ese soñar permanece todavía dentro de las fronteras de lo normal, el soñante, Como el meditar mientras se realiza una tarea más o menos mecánica, en sí mismos no condicionan ninguna escisión patológica de la conciencia , puesto que cualquier perturbación de ellos, un llamado por ejemplo, restablece la unidad normal de aquella y coma además, no subsiste Amnesia alguna punto pero en Ana O creaba el terreno sobre el cual, de manera descrita, se establecía el afecto de

angustia y de expectativa, después de que este hubiera recreado la ensoñación habitual como ausencia alucinatoria. Es notable Juan acabadamente afloraron ya, en esta primera manifestación de la enfermedad incipiente, los rasgos capitales que luego permanecerían constantes a lo largo de casi dos años: la existencia de un estado de conciencia segunda, que, habiendo emergido primero como ausencia pasajera, se organizaría más tarde como doble conciencia; la inhibición del lenguaje condicionada por el afecto de angustia con el aligeramiento contingente a través de un verso infantil en inglés; luego, parafasia y pérdida de la lengua materna, sustituida por un excelente inglés; por último, la parálisis causal del brazo derecho por opresión, que más tarde se desarrolla en una parecia por contractura y anestesia del lado derecho.

El mecanismo de la Génesis de esta última afección responde por entero a la teoría de charcot sobre la historia traumática: estado hipnótico en el que sobreviene un trauma leve.
Cuando la enferma cayó postrada en cama y su conciencia oscilaba de continuo entre el estado normal y el estado segundo, y en el ejército de síntomas históricos generados separadamente y latentes hasta entonces se manifestó como un conjunto de síntomas permanentes, a este grupo de fenómenos se le reunió otro. Parecían de diverso origen: la parálisis por contractura de las extremidades del lado izquierdo y la parecia del cuello. Los aparto porque, tras desaparecer en cierto momento nunca volvieron a aflorar ni como ataques ni en forma indicativa, ni tampoco en la fase de cierre y de curación que en todos los demás síntomas

revivieron después de un prolongado letargo punto y en consonancia con ello, no se presentaron en los análisis hipnóticos ni fueron reconducidos a ocasiones afectivas o fantaseadas. Por eso me inclinaría a creer que no debieron su existencia al mismo proceso psíquico que los otros síntomas, sino a la prolongación secundaria de aquel estado desconocido que constituye la base somática de los fenómenos históricos. Durante todo el trayecto de la enfermedad subsistieron uno junto al otro los dos estados de conciencia: el primario, en el cual la paciente era por entero normal psíquicamente, y el estado segundo, que bien Podemos comparar con el sueño por Su riqueza en fantasmas y alucinaciones, por las grandes lagunas que presentaba su recuerdo, y por el hecho de que sus ocurrencias carecían de inhibición y de

control. En ese estado segundo la paciente era alienada. El estado psíquico de la enferma dependía por entero de la intrusión de ese estado segundo en el estado normal, y esto, A mi parecer brinda una buena visión sobre la esencia de una variedad al menos, de psicosis histéricas. Es difícil no a Venirse a esta formulación: la enferma estaba fragmentada en dos personalidades una de las cuales era psíquicamente normal, y la otra, enferma mental. Al término de los fenómenos histéricos, la enferma caía en una depresión pasajera, entre otros temores y auto acusaciones infantiles decía que ella no estaba enferma, sino que todo había sido simulado .
Cuando ya transcurrida la enfermedad los dos estados de conciencia vuelven a fusionarse en uno solo, los pacientes, en ojeada retrospectiva, se ven como una

personalidad no dividida que supo de todos los dislates y creen que, con solo quererlo, los habrían impedido; es decir que habrían perpetrado adrede esas locuras. Por lo demás, acaso esa persistencia de un pensar normal en el curso del Estado segundo esté enormemente debilitada desde un punto de vista cuantitativo, y en buena parte ni siquiera haya existido.

Comunicación para eliminar punto noticia histórica sobre los estudios.
Y el análisis de los sueños le permitió, en primer lugar, inteligir el funcionamiento del " proceso primario " de la psique y la forma en que influye en la producción de nuestros pensamientos más accesibles; quedó así en posesión de un nuevo expediente técnico: la "interpretación". Pero, en segundo lugar, el análisis de los

sueños posibilitó su propio autoanálisis y sus consecuentes descubrimientos de la sexualidad infantil y del complejo de Edipo. En las últimas páginas de este libro se había topado con otro obstáculo que se levantaba en el camino del investigador: la transferencia. En el de curso normal, si una vivencia es acompañada por un gran monto de afecto, ese afecto o bien es descargado en una variedad de actos reflejos conscientes, o bien desaparece gradualmente por asociación con otro material psíquico consciente. Pero en el caso de los pacientes histéricos no sucede ni una ni la otra. El afecto permanece estrangulado y el recuerdo de la vivencia a la que está adherido es suprimido de la conciencia. A partir de Entonces el recuerdo afectivo se exterioriza en síntomas histéricos, que pueden considerarse símbolos némicos.

Para explicar esta formación patológica se ofrecen dos razones principales. Una Es que la vivencia original tuvo lugar hallándose el sujeto en un particular estado de disociación mental, que se describe como estado y pinoide; la otra es que el yo del sujeto considerando que esa vivencia era inconciliable con él, debió defenderse de ella. En ambos casos, la eficacia terapéutica del procedimiento catártico se justifica con igual fundamentación: si la vivencia original, junto con su afecto, puede ser traída a la conciencia, el afecto es por ese mismo hecho descargado o Abreaccionado, la fuerza que ha mantenido al síntoma deja de operar y el síntoma desaparece.
El principio de constancia [tal el nombre que recibió la hipótesis] puede definirse en los términos empleados por Freud en " Más allá del principio de placer" : el

aparato anímico se afana por mantener lo más baja posible, o al menos constante, la cantidad de excitación presente en él. Brewer argumenta que los afectos deben su importancia en la etiología de la histeria al hecho de ir acompañados Por la producción de grandes cantidades de excitación, y que estas a su vez exigen ser descargadas de acuerdo con el principio de constancia. análogamente, las vivencias traumáticas deben su fuerza patógena a que producen cantidades de excitación demasiado grandes para ser tramitadas de la manera normal. De este modo la posición teórica esencial que sustenta los estudios Es que la necesidad clínica de abreaccionar el afecto y los resultados patógenos de su estrangulamiento se explican por la tendencia, más general aún[expresada por el principio de constancia] a mantener

constante la cantidad de excitación. La noción misma de conflicto y de represión de representaciones incompatibles se funda expresamente en la ocurrencia de aumentos de excitación displacenteros. Esto nos lleva a señalar como lo hace Freud, que el propio principio de placer está íntimamente ligado al principio de constancia.
El propio Freud declara que la doctrina de la represión es ahora el pilar fundamental sobre el que descansa el edificio del psicoanálisis. Concepciones muy importantes atribuibles a breuer: la idea de que la alucinación consiste en una excitación retrocedente del aparato perceptivo por unas imágenes mnémicas; la tesis de que un mismo aparato no puede cumplir a la vez las funciones de la percepción y la memoria, y por último, lo que más sorprende, el distingo entre la

energía psíquica ligada y no ligada y el correspondiente distingo entre los procesos psíquicos primarios y secundarios. Desde luego el principio de constancia presupone la representación de que todo el aparato psíquico o una parte de él aporta una carga de energía. La principal divergencia entre ambos corchete Freud y brewer [ sobre la cuál Freud insistió Más adelante se refería al papel cumplido por las pulsiones sexuales en la causación de la histeria. La creencia de Freud en el origen sexual de la histeria puede inferirse con toda Claridad de su capítulo sobre psicoterapia, Pero en ningún lugar Afirma cómo como lo haría luego, que en los casos de histeria hay invariablemente presente una etiología sexual. Por otro lado, en varios puntos, particularmente en el largo pasaje brewer destaca con la mayor fuerza la impotencia

de la sexualidad en las neurosis; dice, verbigracia coma que la pulsión sexual es por cierto la Fuente más poderosa de aumentos de excitación persistentes [ y como tal de neurosis] y asevera que en las mujeres casadas la gran mayoría de las neurosis graves proviene del lecho conyugal. El método catártico es el precursor inmediato del psicoanálisis, y pese a todas las ampliaciones de la experiencia y las modificaciones de la teoría sigue contenido en él como su núcleo.
Sobre la psicoterapia de la histeria:
El método catártico es harto capaz de eliminar cualquier síntoma histérico, mientras que, como fácilmente se averigua es por completo impotente frente a los fenómenos de la neurastenia y solo rara vez, y por unos rodeos, influye sobre las consecuencias psíquicas de la

neurosis de angustia. Hay una segunda Barrera, para la eficacia del método catártico: no influye sobre las condiciones causales de la histeria, y por tanto no puede impedir que en lugar de los síntomas eliminados se generen otros nuevos. El método catártico no pierde valor por ser sintomático y no causal. Es que en verdad una terapia causal no es la más de las veces sino profiláctica, suspende el ulterior desarrollo de la afección, pero no necesariamente elimina con ello los productos que ella ha dado hasta ese momento. Por regla general se requiere de una segunda acción que solucione esta tarea, y para ese fin, y en el caso de la histeria , el método catártico es de una idoneidad insuperable.
Donde las secuelas son solo unos síntomas histéricos como fenómenos residuales, el método catártico es

satisfactorio para todas las indicaciones y alcanza éxitos plenos y duraderos. Toda vez que uno haya tropezado con una histeria aguda, un caso en su periodo de la más viva producción de síntomas histéricos y el consecuente avasallamiento del yo por los productos de la enfermedad [psicosis histérica] el método catártico modificará poco en la impresión y la trayectoria de ese caso clínico. No se puede quebrar la afección, es preciso aguardar a que discurra y, entretanto, esclarecer las condiciones más favorables para el enfermo.
Sin embargo, debe tomarse muy en cuenta que quizás, aún en una histeria aguda, la eliminación de los productos de la enfermedad uno por uno ejerza un influjo curativo al prestar apoyo al yo normal empeñado en la defensa y precaverlo del avasallamiento de la caída en la psicosis,

acaso en la confusión definitiva. Cuando se trata de histerias de trayectoria Crónica, Como en la producción moderada pero incesante de síntomas histéricos, ahí es cuando uno aprende a estimar mejor el valor del procedimiento catártico como terapia sintomática. En efecto, uno se enfrenta a los quebrantos causados por una etiología de persistencia Crónica; lo que más interesa es fortalecer al sistema nervioso del enfermo en su capacidad de resistencia, Y es forzoso decirse que la existencia de un síntoma histérico constituye para ese sistema nervioso un debilitamiento de su resistencia y un factor predisponente a la histeria. Cómo se desprende del mecanismo de la histeria monosintomática, un nuevo síntoma histórico se forma con la máxima facilidad por efecto de arrastre y por analogía con uno preexistente; el lugar ya abatido una

vez constituye un punto débil que lo será la vez siguiente. Eliminar los síntomas preexistentes, las alteraciones psíquicas que están en su base, equivale a devolver al enfermo la plena dimensión de su capacidad de resistencia, con la cual quizás se vuelva capaz de contrarrestar la injerencia del quebranto.
La solución reside en que una parte de estos síntomas no psicógenos se cuentan, Sí, entre los psicógeno, pero no se los puede Designar como padecimiento.
Respecto de otros de esos síntomas, parece cierto que siguiendo algún rodeo son arrastrados por los síntomas psicógenos, tal como quizás también por algún rodeo dependan de una causación psíquica.
Me he acostumbrado a unir la aplicación de la psicoterapia catártica a una cura de reposo, que, si es necesario, ha de

ampliarse hasta una cura plena de sobrealimentación en el sentido de weir mitchell. Obtengo entonces la ventaja de evitar Por una parte la injerencia, tan perturbadora en el curso de una psicoterapia, de nuevas impresiones psíquicas, y por la otra la de excluir El aburrimiento que esta última cura supone, y en la cual no rara vez los enfermos caen en una dañina ensoñación.
Mediante esa combinación entre las terapias de brewer y weir mitchell, uno obtiene toda la mejoría corporal que se espera de esta última, así como un amplio influjo psíquico, Como jamás se lo produciría en la cura de reposo sin psicoterapia.
Freud tropieza con la dificultad de que algunos enfermos no eran hipnotizables, Como la hipnosis le hacía falta para ensanchar la memoria, para hacer los

recuerdos patógenos ausentes en la conciencia ordinaria, era preciso sortear la hipnosis y , a pesar de ello, obtener los recuerdos patógenos. Lo consiguió de la siguiente manera:
Cuando en la primera entrevista preguntaba a mis pacientes si recordaban la ocasión primera de sus síntoma, unos decían no saberla, y otros aportaban alguna cosa que designaban como un recuerdo oscuro, y no podían seguirlo. Y así entonces insistía les aseguraba los enfermos de las dos clases mencionadas que no obstante lo sabían, que ya se acordarían etcétera A los primeros se les ocurría algo y en los otros El Recuerdo conquistaba otra pieza. Entonces yo me volvía más insistente aún, ordenaba los enfermos a acostarse Y cerrar los ojos deliberadamente para concentrarse, lo cual ofrecía al menos ciertas semejanza

con la hipnosis; si de este modo hice la experiencia de que sin mediar hipnosis alguna afloraban nuevos y más remotos recuerdos que con probabilidad eran pertinentes para nuestro tema. Tales experiencias me dejaron la impresión de que un mero esforzar podía hacer salir a la luz las series de representaciones patógenas cuya presencia era indudable, y como ese esforzar costaba empeños y me sugería la interpretación de tener que superar yo una resistencia, traspuse sin más ese estado de cosas a la teoría según la cual mediante mi trabajo psíquico yo tenía que superar en el paciente una fuerza que contrariaba el devenir consciente [recordar ] de las representaciones patógenas. Una inteligencia nueva pareció abrirseme cuando se me ocurrió que esa podría ser la misma fuerza psíquica que cooperó en

la Génesis del síntoma histérico y En aquel momento impidió el devenir consciente de la representación patógena. Me resultó fácil formarme opinión sobre esto disponía ya de algunos análisis completos en los que había tomado noticia de unas representaciones patógenas, olvidadas y llevadas fuera de la conciencia. Y averigüé un carácter general de Tales representaciones; todas ellas eran de naturaleza penosa, aptas para provocar los afectos de la vergüenza, el reproche, el dolor psíquico, la sensación de un menoscabo: Eran todas ellas de tal índole que a uno le gustaría no haberlas vivenciado, preferiría olvidarlas. De ello se desprendía como naturalmente, la idea de la defensa. Ante el yo del enfermo se había propuesto una representación que demostró ser inconciliable que provocó una fuerza de repulsión del lado del yo

cuyo fin era la defensa frente a esa representación inconciliable. Esta defensa prevaleció de hecho, la representación correspondiente fue esforzada afuera de la conciencia y del Recuerdo, y en apariencia era ella imposible pesquisar su huella psíquica. Empero, esa huella Tenía que estar presente. Cuando yo me empeñaba en dirigir la atención hacia ella, sentía como resistencia a la misma fuerza que en la Génesis del síntoma se había mostrado como repulsión punto y la cadena parecía cerrada siempre que yo pudiera tornar verosímil que la representación se había vuelto patógena justamente a consecuencia del expulsión y represión. El no saber de los histéricos era en verdad un no querer saber, más o menos consciente, y la tarea del terapeuta consistía en superar esa resistencia de asociación mediante un trabajo psíquico.

Esta operación se consume en principio mediante un esforzar, un empleo de compulsión psíquica a fin de orientar la atención de los enfermos hacia las huellas de representación buscadas. La resistencia a la asociación en una historia grave posee un poder que el esforzar del Médico extraño y desconocedor de la cosa misma no puede igualar. Con este propósito yo Me sirvo En primer término de un pequeño artificio técnico. Anticipo al enfermo que le aplicará enseguida una presión sobre su frente; le aseguro que, mientras dure esa presión y al cabo de ella, verá antes y un recuerdo en forma de imagen o lo tendré en el pensamiento como ocurrencia, y lo comprometo a comunicarme esa imagen o esa ocurrencia, cualquiera que ella fuere. Nada de crítica ni de reserva, ya provengan del afecto o del menosprecio. Luego presiono

durante unos segundos la frente del enfermo situado ante mí, lo libro de la presión y le pregunto con Tono calmo, como si estuviera descartada cualquier decepción:¿ qué ha visto usted? Qué se le ha ocurrido? Además de enseñarme mucho, este procedimiento me llevó siempre a la meta. Para explicar la eficacia de este artificio yo podría decir, tal vez, que corresponde a una hipnosis momentánea reforzada; no obstante, el mecanismo de la hipnosis me resulta tan enigmático que preferiría no requerirlo para esa elucidación. La representación patógena supuestamente olvidada está aprontada siempre en las cercanías, se lo puede alcanzar mediante unas asociaciones de fácil tránsito; solo se trata de remover algún obstáculo. Ese obstáculo Parece ser, también aquí, la voluntad de la persona, y personas

diferentes hayan diversos grados de dificultad para despojarse de sus propósitos y adoptar una conducta de observación enteramente objetiva de los procesos psíquicos en el interior de ellas. No siempre es un recuerdo olvidado el que aflora bajo la presión de la mano; es rarísimo que los recuerdos genuinamente patógenos se asentan en la superficie. Con mucha mayor frecuencia emerge una representación que dentro de la cadena asociativa es un eslabón entre la representación de partida y la buscada, patógena, o una representación que constituye El Punto de partida de una nueva serie de padecimientos y recuerdos, a cuyo término se sitúa la representación patógena. Entonces la presión no ha puesto en descubierto la representación patógena, Pero ha señalado el camino hacia ella la dirección en que debe avanzar

la búsqueda. En todo análisis complicado uno trabaja repetidas veces con ayuda de este procedimiento [la presión sobre la frente] que ahora enseña, desde el punto en que cesaron las reconducciones del enfermo en la vigilia, el ulterior camino, pasando por unos recuerdos que han permanecido notorios; ahora llama la atención sobre nexos que cayeron en el olvido, luego con boca y enfila recuerdos que desde muchos años atrás estaban sustraídos de la asociación, a pesar de lo cual todavía se los puede discernir como recuerdos, y como operación Suprema de la reproducción hace aflorar pensamientos que el enfermo nunca quiere reconocer como los suyos, que él no recuerda y si bien admite que el contexto los exige imprescindiblemente y, en ese transcurso, se convence de que esas representaciones, y no otras, producen el

cierre del análisis y la cesación de los síntomas. Es signo de una defensa lograda que las representaciones patógenas hayan de aparecer como de tan escasa sustancia en su reafloramiento; de ahí uno puede inferir En qué consistió el proceso de la defensa: en tornar débil la representación fuerte arrancarle el afecto. El Recuerdo patógeno se lo discierne, pues, entre otros rasgos distintivos, por el hecho de que los enfermos lo tildan de inescencial y lo enuncian solo con resistencia. En el retorno de imágenes uno tiene en general menos dificultades que en el de pensamientos; los histéricos que en su mayoría son visuales, no son tan difíciles para el analista como la gente con representaciones obsesivas. Una vez que una imagen afloró desde el recuerdo, es posible que uno le escuche al enfermo decir que se hace jirones y pierden nitidez

en la misma medida en que él Avanza en su descripción. Cuando el trabajo está terminado, el campo visual se muestra otra vez libre coma uno puede sonsacar otra imagen. Pero otras veces la imagen persiste, obstinada, ante la visión interna del enfermo, Por más que este la haya descrito; para mí es un signo de que aún Tiene que decirme algo importante sobre el tema de la imagen. Tan pronto él lo consuma, la imagen desaparece como se apacigua un espíritu redimido.
Puesto que el enfermo solo se libera del síntoma histérico reproduciendo las impresiones patológicas causadoras y declarandolas bajo una exteriorización de afecto, la tarea terapéutica consiste solo en moverlo a ello, y una vez solucionada esa tarea no le resta al médico nada más para corregir ni Cancelar.
Concepción de que la histeria se genera

por la represión, desde la fuerza motriz de la defensa, de una representación inconciliable; de que la representación reprimida pertenece como una huella débil [menos intensa], y el afecto que se le arrancó es empleado para una inervación somática: conversión de la excitación. Entonces, justamente en virtud de su represión, la representación se vuelve causa de síntomas patológicos, vale decir, patógena ella misma. A una histeria que muestra este mecanismo psíquico se le puede adherir la designación de histeria de defensa. Brewer y yo, hemos hablado repetidas veces de otras dos variedades de histeria, para las cuales empleamos las asignaciones de histeria hipnoide e histeria de retención punto de todas fue la histeria hipnoides la primera en introducirse en nuestro campo visual; para una histerinoide de este tipo, brewer ha

indicado un mecanismo psíquico esencialmente diverso de la defensa con conversión a saber dos puntos que una representación de vendrapatógena por el hecho de que ella, concebida en un particular estado psíquico, permanece De antemano fuera del yo. No ha hecho falta entonces ninguna fuerza psíquica para apartarla del yo, y tampoco se despertará resistencia alguna si se le introduce en el yo con auxilio de la actividad mental sonámbula. Froy dice no puedo aventar la sospecha de que la histerinoide y y de defensa coincidan en algún lugar de sus raíces, Y que, en tal caso, la defensa sea lo primario. Igualmente incierto es por ahora mi juicio sobre la histeria de retención, en la cual, de la misma manera, el trabajo terapéutico se lograría sin resistencia. Conjetura por eso, de nuevo con toda la reserva que la ignorancia impone, que

también en la historia de retención ha de hallarse en el fondo una porción de defensa que ha esforzado todo el proceso hacia lo histérico. Las más de las veces no se tiene un síntoma histérico único, sin un conjunto de ellos En parte independientes entre Sí, en parte enlazados. No se debe esperar un único recuerdo traumático y, Como su núcleo, una única representación patógena, sino que es preciso estar preparado para encontrarse con series de traumas parciales y encadenamientos de hilaciones patógenas de pensamiento. El material psíquico de una histeria así se figura como un producto multidimensional de por lo menos triple estratificación. En primer lugar estuvieron presentes un núcleo de recuerdos [recuerdo de vivencias o de hilaciones de pensamiento] en los cuales ha culminado el momento traumático oa yo su plasmación más pura

la idea patógena. En torno de este núcleo hallamos una muchedumbre, a menudo de increíble riqueza, de un material endémico de diversa índole que en su análisis es preciso reelaborar y presenta, Como dijimos, un triple ordenamiento. Primero, es inequívoco un ordenamiento lineal cronológico que tiene lugar dentro de cada tema singular. He designado como formación de un tema ese agrupamiento de recuerdos de la misma variedad en una multiplicidad estratificada en sentido lineal, al modo de un fajo de actas, de un paquete, etcétera. Ahora bien, esos temas muestran una segunda manera de ordenamiento: están estratificados de manera concéntrica en torno del núcleo patógeno. No es difícil señalar que constituye esa estratificación, ni la magnitud creciente o decreciente siguiendo la cual se produce ese

ordenamiento. Son estratos de resistencia, creciente Esta última hacia el núcleo, y con ellos zonas de igual alteración de conciencia dentro de las cuales se extienden los temas singulares. Los estratos más periféricos contienen, de diversos temas, aquellos recuerdos que se rememoran con facilidad y fueron siempre claramente conscientes; Cuanto más hondo se cala, con mayor dificultad se disciernen los recuerdos aflorantes, hasta que, en la proximidad del núcleo, se tropieza con aquellos que el paciente desmiente aún en la reproducción. Es esta peculiaridad de la estratificación concéntrica del material psíquico patógeno la que confiere, como veremos, sus rasgos característicos a la trayectoria de Tales análisis. Nos resta ahora por consignar un tercer tipo de ordenamiento , el más esencial y sobre todo el cual

resulta más difícil formular En un enunciado universal. Es el ordenamiento según el contenido de pensamiento, el enlace por los hilos lógicos que llegan hasta el núcleo, enlace al cual en cada caso puede corresponderle un camino irregular y de múltiples vueltas. Ese ordenamiento posee un carácter Dinámico, por oposición al morfológico de las dos estratificaciones antes mencionadas. Mientras que estas podrían figurarse, en un esquema espacial, mediante unas líneas uniformes, Ya fueran curvas o rectas curva uno tendría que seguir la marcha del encadenamiento lógico con una línea quebrada que por los más Enredados caminos fuera de los estratos superficiales a los profundos, y regresar a los primeros, si bien avanzando en general desde la periferia hasta el núcleo central, viéndose así obligada a tocar todas las

estaciones; semejante, pues, a la línea zigzagueante que describe la solución de un gambito de caballo en el tablero de ajedrez. El nexológico no se corresponde con una línea quebrada en zigzag, sino más bien con un sistema de líneas ramificadas, y muy en particular convergentes. Tiene puntos nodales en los que coinciden dos o más hilos, que desde ahí vuelven a devanarse Unidos y en el núcleo desembocan por regla general varios Hilos de trayectoria separadas o que muestran atrechos conexiones laterales. Para decirlo con otras palabras: es muy notable cuán a menudo un síntoma es de determinismo múltiple, de comando múltiple. Puede ocurrir que en el material patógeno haya en juego más de un núcleo, por ejemplo cuando toca analizar un segundo estallido histérico que tiene su propia etiología, pero se entrama

con un primer estallido de histeria aguda, superado años atrás. Nuestro grupo psíquico patógeno, en cambio, no se puede extirpar limpiamente del yo, pues sus estratos más externos traspasan unilateralmente hacia sectores del yo normal, y en verdad pertenecen a este último no menos que a la organización patógena. La organización patógena no se comporta genuinamente como un cuerpo extraño, sino, mucho más, Como una infiltración. En este símil, debe suponerse que la resistencia es lo que infiltra. La terapia no consiste entonces en extirpar algo, sino en disolver la resistencia y así facilitar a la circulación el camino por un ámbito antes bloqueado.

Es totalmente infructuoso avanzar en forma directa hasta el núcleo de la organización patógena. No tenemos más remedio que mantenernos al comienzo en la periferia del producto psíquico patógeno. Suele moverse en el enfermo un empeño de colaborar. Se le ocurren una multitud de reminiscencias sin que sea preciso hacerle preguntas o proponerle tareas; es que acaba de facilitarse el camino dentro de un estrato interno, en el cual el enfermo dispone ahora espontáneamente del material de igual resistencia. Las cosas que aporta de ese modo parecen a menudo inconexas, pero proporcionan el material que cobrará vida mediante un nexo discernido más tarde . si quisiera yo esquematizar el modo de trabajar, podría decir, tal vez, que uno toma a su cargo la apertura de estratos más internos, al Avance en el sentido radial,

mientras que el enfermo se encarga del ensanchamiento periférico. Ahora bien, si se escruta con ojo crítico la exposición que se ha recibido del enfermo Sin gran trabajo ni resistencia, se descubrirán en ella, infaliblemente, Lagunas y fallas. Ya nos hemos anoticiado de la razón de esa apariencia y sabemos nombrarla como existencia de motivos escondidos, inconscientes. Tenemos derecho, Pues a conjeturar tales motivos secretos donde quiera que se registre uno de aquellos saltos en la trama, o que se transgreda la medida de una motivación justificada normalmente. Para la histeria, la experiencia muestra lo contrario; desobillados los motivos escondidos que a menudo han permanecido inconscientes y tomados ellos en cuenta, nada resta de enigmático ni de contrario a la regla en el enlace histórico de los pensamientos. De

esa manera, pues, por las pistas que ofrecen unas lagunas en la primera exposición del enfermo, a menudo encubiertas por "enlaces falsos" Villa uno cierto tramo del hilo lógico en la periferia Y desde ahí, mediante el procedimiento de la presión, facilita el ulterior camino. Es muy raro que se logre llegar hasta lo interior por ese mismo hilo; las más de las veces este se corta antes, Pues la presión falla, no brinda resultado alguno o lo brinda tal que ni con todo empeño se puede aclarar o proseguir. Superando de continuo resistencias, uno esfuerza el ingreso a estratos internos, obtiene noticia sobre los temas almacenados en ese estrato y sobre los hilos que lo recorren, tienda hasta donde puede avanzar con los medios de que hasta el presente dispone y las noticias cobradas, se Procura una primera familiarización con el contenido

de los estratos vecinos mediante el procedimiento de la presión, abandona los hilos y vuelve a retomarlos, los persigue hasta los puntos nodales, de continuo los enhebra de nuevo y, si sigue la huella de un fascículo de recuerdo, todas las veces alcanza un camino colateral que, al cabo, tiene también su desembocadura. Por último se llega tan lejos que se puede abandonar el trabajo por estratos y avanzar por una vía regia, directamente, hasta el núcleo de la organización patológica. Con ellos se gana la lucha, más no está acabada todavía. Es preciso recoger los otros hilos, agotar el material; pero ahora el enfermo presta enérgico auxilio, su resistencia ya sea quebrantado en su mayor parte. Es imposible instilarle al enfermo nada acerca de las cosas que presuntamente él no sabe o influir sobre los resultados del análisis excitándole

expectativas. Otra observación se refiere a las reproducciones autónomas del enfermo punto se puede aseverar que en el curso de un análisis así no aflora ninguna reminiscencia singular que no posea su significado. Cabe postular una excepción, para aquellos recuerdos que, si bien carecen en sí de importancia, son indispensables para unos elementos de transmisión, puesto que solo a través de ellos pasa la asociación entre los recuerdos de plena pertinencia. El tiempo que un recuerdo permanece en El Paso estrecho ante la conciencia del paciente mantiene una relación directa, Como ya lo dijimos, con su significado. Una imagen que no quiere borrarse pide ser apreciada todavía; un pensamiento que no se deja de desmontar quiere Ser perseguido aún más. Una reminiscencia nunca retorna por segunda vez si ha sido tramitada; una

imagen apalabrada nunca más Se volverá a ver punto y si yo empero acontece, se está plenamente autorizado a esperar que la segunda vez se anuden a la imagen un nuevo contenido de pensamiento, o a la ocurrencia, una nueva consecuencia; vale decir que la tramitación no había sido completa. En cambio, es frecuente un retorno con intensidad diferente: primero como indicación, luego con luminosidad plena. Cuando entre las tareas del Análisis se encuentra la eliminación de un síntoma susceptible de acrecentamiento en su intensidad o de retorno [dolores, síntomas por estímulo como el vómito, sensaciones, contracturas] durante el trabajo Se observa, de este síntoma, el interesante y no indeseado fenómeno de la intromisión. La intensidad del síntoma se incrementa Cuanto más hondo se entre en uno de los recuerdos patógenos pertinentes, alcanza

la altura máxima poco antes de que estos últimos sean declarados, y desciende de repente tras una declaración completa, o aún desaparece por entero durante un tiempo. Si en virtud de una resistencia el enfermo dilata mucho la declaración, la atención de la sensación se vuelve insoportable Y si uno no puede forzar la declaración, sobreviene realmente el vómito. Así se cobra una impresión plástica de que el vomitar reemplaza a la acción psíquica[aquí la de declarar] tal como lo Afirma para la histeria la teoría de la conversión. Una serie ininterrumpida lleva desde los restos némicos de vivencias y actos de pensamiento en chidos de afecto hasta los síntomas histéricos, sus símbolos némicos. También parece merecer consideración el estado general del enfermo en el curso de un análisis así. El trabajo se vuelve al

comienzo tanto más oscuro y difícil Mientras más profundamente se penetra en los productos psíquicos estratificados que ya hemos descrito. Pero una vez que uno se ha abierto paso hasta el núcleo, se hace la luz y ya no cabe temer ningún empeoramiento intenso en el estado del enfermo. Si el trabajo del Análisis descubre e introduce en el yo un recuerdo patógeno o un nexo patógeno que antes se sustraía al yo conciencia, uno observa, en la personalidad psíquica así enriquecida, diversas maneras de exteriorizarse sobre esa ganancia. En el caso general coman la toma de posición del yo frente a la adquisición nueva depende del estrato del Análisis del cual Esta última provenga. Lo oriundo de los estratos más externos se reconoce sin dificultad; había permanecido dentro del patrimonio del yo, y solo su nexo con los

estratos más profundos del material patógeno era para el yo una novedad. En cuanto a lo que es sacado a luz desde estos estratos más profundos, haya también discernimiento y reconocimiento, pero muy a menudo solo tras prolongadas vacilaciones y dudas. Las representaciones que vienen de la profundidad máxima, las que constituyen el núcleo de la organización patógena, son las que con mayor dificultad reconocen el enfermo como recuerdos. En tales análisis una hilación de pensamiento es perseguida desde lo consciente hasta lo inconsciente [no es discernida como un recuerdo] desde ahí uno la vuelve a llevar un trecho a través de lo consciente, y otra vez puede verla terminar en lo inconsciente, sin que esa alternancia de la iluminación psíquica importe cambio alguno en la aislación misma, en su

consecuencia lógica, es la trabazón de sus partes singulares. Ya he admitido como posible que el procedimiento de la presión fracase, que no promueva reminiscencia alguna Por más que se reasegure y esfuerce al enfermo punto en tal caso, he dicho, caben dos alternativas: la primera, que en el lugar donde uno Investiga no haya realmente nada para recoger; esto lo discierne uno por el gesto de total calma del enfermo; o bien que se haya tropezado con una resistencia que solo más tarde se podrá vencer, que se esté frente a un nuevo estrato en el que aún no se puede penetrar, y también a esto se lo lee en el gesto del enfermo, gesto tenso y que testimonias esfuerzo intelectual. Ahora bien, es posible además un tercer caso que de igual modo significa un obstáculo, pero no de contenido, sino externo. Este caso sobreviene cuando el vínculo del

enfermo con el médico se ve perturbado. Este obstáculo sobreviene en tres casos principales:
1 - el de una enajenación personal, cuando la enferma se cree relegada, menospreciada, afrentada, o ha escuchado cosas desfavorables sobre el médico y el método de tratamiento.
2- cuando la enferma expresa del miedo de acostumbrarse demasiado a la persona del Médico, pierde su autonomía frente a él y hasta caer en dependencia sexual de él. Este caso es más importante porque su condicionamiento es menos individual. La ocasión para este obstáculo esté está contenida en la naturaleza del cuidado terapéutico. La enferma tiene aquí un nuevo motivo de resistencia, que no se exterioriza solo a raíz de una cierta reminiscencia, sino de cualquier ensayo de tratamiento.

3- cuando la enferma se espanta por transferir a la persona del Médico las representaciones penosas que afloran desde el contenido del Análisis. La transferencia sobre el médico acontece por enlace falso.

Cinco conferencias sobre el psicoanálisis:
En todas esas vivencias había estado en juego el afloramiento de una moción de deseo que se encontraba en aguda oposición a los demás deseos del individuo, probando ser inconciliable con las exigencias éticas y estéticas de la personalidad. Había sobrevenido un breve conflicto, y el final de esta lucha interna fue que la representación que aparecía ante la conciencia como la portadora de aquel deseo inconciliable sucumbió a la represión [esfuerzo de desalojo] y fue olvidada y esforzada afuera de la

conciencia junto con los recuerdos relativos a ella. Entonces la inconciliabilidad de esa representación con el yo del enfermo era el motivo [la fuerza impulsadora corchetes de la represión; y las fuerzas represoras eran los reclamos éticos, y otros, del individuo. La aceptación de la moción de deseo inconciliable, o la persistencia del conflicto, habrían provocado un alto grado de displacer; Este displacer era ahorrado por la represión, que de esa manera probaba ser uno de los dispositivos protectores de la personalidad anímica. Ahora ven ustedes en qué radica la diferencia entre nuestra Concepción y la de Janet. No derivamos la extinción psíquica de una insuficiencia innata que la pareto anímico tuviera para la síntesis, sino que la explicamos dinámicamente por el conflicto de fuerzas anímicas en lucha,

discernimos en ella el resultado de una renuencia activa de cada uno de los dos agrupamientos psíquicos respecto del otro.


Señorita Elizabeth Von r. :

La historia de padecimiento de esta muchacha ambiciosa y necesitada de amor. Enconaga con su destino, amargada por el fracaso de todos sus planes de restaurar el brillo de su casa; sus amores, muertos los unos, distantes o enajenados los otros; sin inclinación por refugiarse en el amor de un hombre extraño, vivía desde hace un año y medio ,casi segregada de todo trato social, del cuidado de su madre y de sus dolores.
No iluminaba ni la causación ni la determinación de la histeria ahí existente. Me resolví pues, a plantear, a la conciencia

ensanchada de la enferma, la pregunta directa por la impresión psíquica a que se anudó la Génesis primera de los dolores en las piernas. Cayó largo tiempo y luego confesó por mí es forzada, haber pensado en cierto atardecer en que un joven la acompañó a casa después de una reunión social, los coloquios que hubo Entre ella y él, y las sensaciones con que luego regresó a casa a cuidar a su padre [ la señorita Elizabeth confiesa este secreto gracias al método de la presión en la frente de Freud].
Por el contraste entre la beatitud que se había permitido entonces y la miseria en medio de la cual halló a su padre en casa quedaba planteado un conflicto un caso de inconceabilidad. Como resultado del conflicto, la representación erótica fue reprimida [es forzada al desalojo corchete de la asociación y el efecto a ella adherido

fue aplicado para Elevar o reanimar un dolor corporal presente de manera simultánea. Era pues, el mecanismo de una conversión con el fin de la defensa, tal como lo he tratado en detalle en otro lugar. Junto a la queja por el dolor en las piernas estaba la queja por una martirizadora sensación de frío. Los dolores histéricos son las piernas no estaban presentes todavía en la época del cuidado del enfermo. Creí tener derecho a suponer que aquellos primeros dolores habían sobrevenido realmente sin ocasión psíquica, Como afección reumática leve, y hasta pude averiguar que esa enfermedad orgánica, el arquetipo de la posterior imitación histérica, debía situarse sin duda en un periodo anterior a la escena del acompañamiento. De ahí se engendra un punto oscuro, a saber: que el análisis indica una conversión de excitación

psíquica en dolor corporal en una época en que sin duda ese dolor no se registraba y no era recordado. Donde le dolía era el lugar donde cada mañana descansaba la pierna de su padre Mientras ella renovaba las vendas que envolvían su pierna fuertemente hinchada. Freud utiliza el dolor de la muchacha como brújula en los recuerdos Y así finaliza la confesión. Esto había sucedido cientos y cientos de veces y era curioso que hasta hoy ella nunca hubiera reparado en ese nexo. Así se ofrecía la explicación deseada para la Génesis de una zona heterógena atípica. Además, las piernas doloridas empezaron a entrometerse siempre en nuestros análisis. Me refiero a este notable estado de cosas: la enferma estaba casi siempre libre de dolor cuando nos poníamos a trabajar; en tales condiciones, si yo, mediante una pregunta o una presión

sobre la cabeza, convocaba un recuerdo, se insinúa primero una sensación dolorosa, las más de las veces están viva que la enferma se estremecía y se llevaba la mano al lugar del dolor. Este dolor despertado subsistía mientras el recuerdo gobernaba a la enferma, alcanzaba su apogeo cuando estaba en vías de declarar Lo esencial y decisivo de su comunicación, y desaparecía con las últimas palabras que pronunciaba. El dolor despertado era removido por la palabra. Por lo que respecta a las oscilaciones espontáneas: en verdad no se producía ninguna que no hubiera sido provocada asociativamente por un suceso del día. Como ella nunca presentaba dos veces la misma ocasión de dolor, no parecía injustificada nuestra expectativa de agotar De tal suerte el acopio, y en modo alguno me resistía a que se pusiera en

situaciones aptas para evocar recuerdos nuevos, todavía no llegados a la superficie. Después, obtuve un panorama sobre el modo en que se genera una histeria que cabe Designar como mono sintomática. Le dolía la pierna derecha cuando los recuerdos eran sobre el cuidado del padre; le dolía la pierna izquierda cuando los recuerdos eran sobre la hermana fallecida. Alertado por este comportamiento constante, me puse a indagarlo y obtuve la impresión de que esa especificación era un mayor, como si cada nueva ocasión psíquica de sensaciones dolidas se hubiera enlazado con un diverso lugar del área dolorosa en las piernas. No se estaba frente a un síntoma corporal único que se enlazara con múltiples complejos némicos psíquicos, sino a una multiplicidad de síntomas similares que al abordaje superficial parecían fusionados en un solo

síntoma. Ahora bien presté más amplio interés al modo en que todo el complejo sintomático de la avacia pudo edificarse sobre esas zonas dolorosas. Así por ejemplo, estaba de pie junto a una puerta cuando trajeron a casa al padre tras sufrir un ataque al corazón y en su terror ella quedó de pie como planificada punto a este primer terror estando de pie le seguían otros recuerdos, hasta llegar a la escena terrible en que de nuevo se quedó parada, Como presa de un hechizo, frente al lecho de su hermana muerta. Empero, uno debía tener presente el requisito de que en todas esas oportunidades era preciso que se registrara, además, otro factor que dirigiera la atención y en ulterior consecuencia la conversión, justamente al estar de pie. Y la explicación para este gesto de la atención parecía tener que buscarse en las circunstancias de que

andar, estar de pie y yacer se anuda la operaciones y estados de aquellas partes del cuerpo que eran en este caso las portadoras de las zonas dolorosas, a saber las piernas. De tal suerte en primer lugar, la zona dolida crecía por aposición, pues cada nuevo tema de eficacia patógena investiga una nueva región en las piernas; en segundo lugar, cada una de las escenas impresionantes había dejado atrás sí una huella, pues producía una investidura permanente, que se acumulaba más y más, de las diversas funciones de las piernas, un enlace de estas funciones con las sensaciones de dolor , Pero además, era inequívoco que en la plasmación de la astacia avacia había cooperado un tercer mecanismo. Si la enferma puso fin al relato de toda una serie de episodios con la queja de que ahí se había sentido dolida por su soledad, y

en otra serie, que abarcaba sus infortunados intentos de establecer una vida familiar nueva, no cesaba de repetir que los doliente ahí era el sentimiento de su desvalimiento, la sensación de no avanzar un paso, yo no podía menos que atribuir a sus reflexiones un influjo sobre la plasmación de la avacia; me había llevado a suponer que ella directamente buscaba una expresión simbólica para sus pensamientos de tinte dolido, y lo había hallado en el refuerzo de su padecer. Ya en nuestra "comunicación preliminar" sustituimos que mediante una simbolización Así pueden generarse síntomas somáticos de la histeria; en la epicrisis que agrego a este historial clínico detallaré algunos ejemplos que lo prueban de Elizabeth Von r el mecanismo psíquico de la simbolización no se situaba en primera línea, él no había creado la avacia

pero todo indicaba que la base preexistente había experimentado un refuerzo sustancial por ese camino. De acuerdo con ello, está avacia, en el estadio de desarrollo en que yo la encontré, no era equiparable solo a una parálisis funcional asociativa psíquica, sino también a una parálisis funcional simbólica. En el curso de todo este análisis me valide el método de convocar mediante presión sobre la cabeza imágenes y ocurrencias. En el curso de este difícil trabajo empecé a atribuir una significación más profunda a las resistencias que la enferma mostraba a reproducir sus recuerdos, y a compilar con cuidado las ocasiones a la raíz de las cuales aquellas se denunciaba de un modo particularmente llamativo. El pensamiento inconciliable de Elizabeth era "ahora él está de nuevo libre, y yo puedo convertirme en su esposa". El empeño del

analista era recompensado abundantemente: la idea de la defensa frente a una representación inconciliable; de la Génesis de síntomas histéricos por conversión de una excitación psíquica a lo corporal; de la formación de un grupo psíquico separado por el acto de voluntad que lleva a la defensa: todo eso me fue puesto en aquel momento ante los ojos de un modo visible. Había conseguido ahorrarse la dolorosa certidumbre de que amaba al marido de su hermana creándose A cambio unos dolores corporales, y en los momentos en que esa certidumbre pretendía imponérsela habían sido generados aquellos dolores por una lograda conversión a los somático. La resistencia que ella repetidas veces había contrapuesto a la reproducción de escenas de eficacia traumática correspondía realmente a la energía con la

cual la representación inconciliable había sido esforzada afuera de la asociación. Epicrisis: Hay buenas razones para que el cuidado de un enfermo desempeñe tan significativo papel en la Prehistoria de la histeria. Una serie de los factores eficientes en ese sentido Es evidente: la perturbación del Estado corporal por dormir a saltos, el descuido del propio cuerpo, el efecto del rechazo que sobre las funciones vegetativas ejerce una preocupación que a uno lo carcome; sin embargo, yo estimo que lo esencial se encuentra en otra parte. Quién tiene la mente ocupada por la infinidad de tareas que supone el cuidado de un enfermo, tareas que se suceden en interminables secuencia a lo largo de semanas y de meses, Por una parte se habitúa a sofocar todos los signos de su propia emoción y, por la otra, distrae pronto la atención de

sus propias impresiones porque le faltan el tiempo y las fuerzas para hacerles justicia. Así, el cuidador de un enfermo almacena en su interior una plétora de impresiones susceptibles de afecto; apenas si se las Ha percibido con Claridad, y menos todavía pudieron ser debilitadas por Abre acción. Así se crea el material para una histeria de retención. Mientras cuidaba a su padre Se generó en ella por primera vez un síntoma histérico; era un dolor en una parte definida del muslo derecho. El mecanismo de este síntoma se puede iluminar suficientemente sobre la base del Análisis. Hubo un momento en que el círculo de representación es de sus deberes hacia el padre enfermo entró en conflicto con el contenido que en aquella época tenía su ansiar erótico. Según la concepción que parece convenir a la teoría de la histeria como conversión, cabría

exponer el proceso del siguiente modo: ella reprimió [desalojó] la representación erótica de su conciencia y transmutó su magnitud de afecto a una sensación de dolor somático. Debo arriesgar, en efecto, la tesis de que en aquella época la enferma no era claramente consciente de la inclinación hacia su cuñado, por intensa que ella fuera, salvo en rarísimas ocasiones y aún en estas coma por contados momentos. El amor por su cuñado estaba presente en su conciencia al modo de un cuerpo extraño, sin que hubiera entrado en vinculaciones con el resto de su representar. Había preexistido ese singular estado de saber y al mismo tiempo no saber con respecto a esa inclinación, el estado del grupo psíquico divorciado. Esto no refiere una cualidad inferior y un grado más bajo de conciencia, sin un divorcio del libre comercio de

pensamiento asociativo con los restantes contenidos de representación. En general, con la magnitud de afecto de una representación aumenta también su papel en la asociación. Los dolores histéricos se generaron al mismo tiempo que se formó aquel grupo psíquico separado, y que la enferma oponía una gran resistencia al intento de establecer la asociación entre el grupo psíquico separado y sus restantes contenidos de conciencia, y cuando esa reunión a pesar de todo se consumó, sintió un gran dolor psíquico. Nuestra concepción de la histeria conjuga ambos factores con el hecho de la extinción de conciencia, afirmando: el punto 2 contiene la referencia al motivo de la escisión de conciencia, y el punto 1 a su mecanismo. El motivo era el de la defensa, la revuelta del yo todo a conciliarse con ese grupo de representación; el mecanismo era el de la

conversión, vale decir, en lugar de los dolores anímicos que ella se había ahorrado emergieron los corporales; así se introdujo una transmutación de la que resultó, Como ganancia, que la enferma se había sustraído de un estado psíquico insoportable, Es cierto que al costo de una anomalía psíquica [la extinción de conciencia consentida] y de un padecer corporal [los dolores sobre los cuales se edificó una astasia-abacia].
¿ qué se muda aquí en dolor corporal? La causa respuesta rezará: algo desde lo cual habría podido y debido devenir dolor anímico. Puede atribuir al complejo de representación de esta inclinación que ha permanecido inconsciente un cierto monto de afecto, y Designar Esta última cantidad como la convertida. Consumada la reunificación asociativa, los enfermos aseveran que desde la Génesis del

síntoma histérico nunca más se ocuparon en su pensamiento de la representación inconciliable. Pues bien, opino que en su supuesto de una "histeria de defensa" ya está contenida la exigencia de que haya ocurrido al menos uno de Tales momentos. Antes de él la conciencia no sabe cuándo se instalará una representación inconciliable; esta, que luego será excluida junto con su séquito para la formación de un grupo psíquico separado, tiene que ser inicialmente admitida en el comercio de pensamiento, pues de lo contrario no se habría producido el conflicto que llevó a su exclusión. Justamente a esos momentos, pues cabe Designar traumáticos punto y coma en ellos ha sobrevenido la conversión cuyos resultados son la extinción de conciencia y el síntoma histórico. Las escenas de La caminata, la

meditación matinal, el baño, ante el lecho de la hermana, es esta multiplicidad de momentos traumáticos es la que posibilita por el hecho de que una vivencia semejante a la que a la que introdujo por primera vez la representación inconciliable aporta excitación nueva al grupo psíquico divorciado, y así Cancela provisionalmente el éxito de la conversión. El yo se ve precisado a ocuparse de esta representación reforzada que surge como súbito Relámpago y a restablecer el estado anterior mediante una nueva conversión. Sobre la base del Análisis supuse que en la enferma sobrevino una primera conversión mientras cuidaba a su padre, y ello en el momento en que sus deberes como cuidadora entraron en querella con su ansiedad erótico. La época del cuidado de su padre y el lapso que siguió lo he designado como "primer

periodo" no sufrió dolores ni debilidad al caminar. Creo poder solucionar la contradicción suponiendo que los dolores[el producto de la conversión] no se generaron mientras la enferma vivenciaba las impresiones del primer período, sino con efecto retardado, vale decir, en el segundo periodo, cuando la enferma reprodujo esas impresiones en sus pensamientos. La conversión no habría seguido a las impresiones frescas, sino al recuerdo de ellas. Si se Reflexiona sobre el tema con más atención, se deberá admitir que un proceso Así ha de ser calificado de regla, más que decepción, en la Génesis de síntomas histéricos. Casi todas las veces que investigué un determinismo de esos estados, no descubrí una ocasión única, sino un grupo de ocasiones traumáticas semejantes. En muchos de esos casos se pudo comprobar que el

síntoma respectivo ya había parecido por breve lapso tras el primer trauma, para retirarse luego, hasta que un siguiente trauma lo volvió a convocar y lo estabilizó. El hecho innegable de la sumación de los traumas y la latencia previa de los síntomas quiere decir que puede producirse tanto la conversión de un aspecto fresco como la de uno recordado, y este supuesto esclarece por entero la contradicción en que parecen encontrarse el historial clínico y el análisis de la señorita Von r. No cabe duda de que las personas sanas toleran en considerable medida la permanencia, en el interior de su conciencia, de representaciones con afecto no tramitado. La tesis que acabo de sostener no hace más que aproximar la conducta de los histéricos a la de las personas normales. Aquí lo que importa es, evidentemente, un factor cuantitativo, a

saber, la cuantía de esa atención de afecto conciliable con una organización. También el histérico podrá mantenerla no tramitada en cierta medida; pero si esta última crece, por sumación de ocasiones semejantes, Más allá de la capacidad de tolerancia del individuo se ha dado el empuje hacia la conversión. Por eso no constituye un raro enunciado, sino casi un postulado, que la formación de síntomas histéricos puede producirse también expensas de un afecto recordado. Ya me he ocupado, pues, de los motivos y los mecanismos de este caso de histeria; resta todavía el lucidar el determinismo del síntoma histérico. Las circunstancias que rodearon el caso indican que ese dolor somático no fue creado por una neurosis, sino solo aprovechado por ella, aumentado y conservado punto y agregaré que algo semejante ocurría en la enorme mayoría

de las algias histéricas que pude llegar a inteligir. Siempre había preexistido al comienzo un dolor real y afectivo, de base orgánica. Son los dolores más comunes y difundidos de la humanidad los que con mayor frecuencia parecen llamados a desempeñar un papel en la histeria; sobre todo, los periósticos y neurálgicos a raíz de enfermedades de los dientes, la cefaleas debidas a Fuentes tan diversas, y en medida no menor los dolores reumáticos de los músculos, tan a menudo desconocidos como tales. Ahora bien, este dolor originalmente reumático pasó a ser en la enferma un símbolo endémico de sus excitaciones psíquicas dolientes, y ello, hasta donde yo puedo verlo, por más de una razón. Sin embargo, decisiva, sin más, para el rumbo que tomó la conversión debió de ser la otra modalidad del enlace asociativo: la

circunstancia de que durante una larga serie de días una de sus piernas doloridas entraba en contacto con la pierna hinchada del padre a raíz del cambio del vendaje. El lugar de la pierna derecha marcado por ese contacto permaneció desde entonces como el foco y Punto de partida de los dolores, una zona hidrógena artificial cuya Génesis pude penetrar con Claridad en este caso punto de no mediar tan profuso enlace, no se forma síntoma histérico alguno, y la conversión no haya un camino. Ya lucidé en el historial clínico Cómo la astacia avacia de nuestra enferma se edificó sobre esos dolores una vez que a la conversión se le abrió un camino determinado. Pero allí sustente También la tesis de que la enferma creó o acrecentó la perturbación funcional por vía de simbolización, vale decir, halló en la astacia avacia una expresión somática de

su falta de autonomía, de su impotencia para cambiar en algo las circunstancias; y de que los giros lingüísticos "no avanzar un paso", "no tener apoyo", etcétera. Constituyeron los puentes para ese nuevo acto de conversión. Me empeñaré en sustentar esta concepción mediante otros ejemplos. La conversión por simbolización parece requerir un alto grado de modificación histérica.


Nuevas puntualizaciones sobre la neuropsicosis de defensa:
He reunido la histeria, las representaciones obsesivas, así como ciertos casos de confusión alucinatoria aguda, bajo el título de"neuropsicosis de defensa", porque se había obtenido para estas afecciones un punto de vista común, a saber: ellas nacían mediante un

mecanismo psíquico de la defensa [inconsciente], es decir, a raíz del intento de reprimir una representación inconciliable que había entrado en penosa oposición con el yo del enfermo. La defensa es el punto nuclear dentro del mecanismo psíquico de las neurosis mencionadas.
La etiología "específica" de la histeria: que los síntomas de la histeria solo se vuelven inteligibles reproduciéndolos a unas vivencias de eficiencia traumática, y que estos traumas psíquicos se refieren a la vida sexual. Es preciso que estos traumas sexuales corresponden a la niñez temprana[el periodo de la vida anterior a la pubertad], y Su contenido tiene que consistir en una efectiva irritación de los genitales [procesos semejante al coito]. No son las vivencias mismas las que poseen efecto traumático, sino solo su

reanimación como recuerdo, después de que el individuo ha ingresado en la madurez sexual. De la lista de nocividades sexuales de la niñez temprana patógenas para la histeria, es preciso excluir una masturbación activa. Todas las vivencias y excitaciones que preparan u ocasionan el estallido de la historia en el período de la vida posterior a la pubertad solo ejercen su efecto, comprobadamente, por despertar la huella anémica de esos traumas de la infancia, huella que no deviene Entonces consciente, sino que conduce al desprendimiento de afecto y a la represión. Tal predisposición histérica indeterminada puede reemplazarse enteramente o en parte por el efecto póstumo del trauma infantil sexual. Solo consigue "reprimir" el recuerdo de una vivencia sexual penosa de la edad madura aquellas personas en quién es esa

vivencia es capaz de poner en vigor la huella anémica de un trauma infantil. Las representaciones obsesivas tienen de igual modo por premisa una vivencia sexual infantil [pero de otra naturaleza que en nisteria]. La etiología de las dos neuropsicosis de defensa presenta el siguiente nexo con la etiología de las dos neurosis simples, la neurastenia y la neurosis de angustia. Estas dos últimas son efectos inmediatos de las noxas sexuales mismas, según lo expuse en 1895 en un ensayo sobre la neurosis de angustia; y las dos neurosis de defensa son consecuencias inmediatas de influjos nocivosexuales que sobrevivieron antes del ingreso en la madurez sexual, o sea, consecuencias de las huellas némicas psíquicas de estas noxas. Las causas actuales productoras de neurastenia y neurosis de angustia desempeñan a

menudo, simultáneamente, el papel de causas suscitadoras de las neurosis de defensa; por otro lado las causas específicas de la neurosis de defensa, los traumas infantiles, establecen al mismo tiempo el fundamento para la neurastenia que se desarrollará luego. Por último tampoco es raro el caso de que una neurastenia o una neurosis de angustia no se han mantenidas por influjos nocivos sexuales actuales, si no solo por el continuado recuerdo de traumas infantiles.
Aclaración: noxa significa situación, evento o estímulo que puede resultar perjudicial para la salud mental de una persona. Neurasttenia: trastorno neurático. Cansancio inexplicable que aparece después de realizar un esfuerzo mental o físico. Es una enfermedad funcional Crónica del sistema nervioso.

Naturaleza y mecanismo de la neurosis obsesiva: en la teología de la neurosis obsesiva, unas vivencias sexuales de la primera infancia poseen la misma significatividad que en la histeria; empero, Ya no se trata aquí de una pasividad sexual, sino de unas agresiones ejecutadas con placer y de una participación, que se sintió placentera, en actos sexuales; vale decir, se trata de una actividad sexual. A esta diferencia en las constelaciones etiológicas se debe que la neurosis obsesiva parezca preferir al sexo masculino. En todos mis casos de neurosis obsesiva he hallado un trastorno de síntomas histéricos que se dejan reconducir a una escena de pasividad sexual anterior a la acción placentera. La decisión de que sobre la base de los traumas de la infancia se genere una histeria o una neurosis obsesiva parece

entramada con las constelaciones temporales del desarrollo del alivio. Las representaciones obsesivas son siempre Reproches mudados, que retornan de la represión [desalojo] y están referidos siempre a una acción de la infancia, una acción sexual realizada con placer. Trayectoria típica de una neurosis obsesiva: en un primer periodo [periodo de la inmoralidad infantil corchete, ocurren los sucesos que contienen el germen de la neurosis posterior. Ante todo, en la más temprana infancia, las vivencias de seducción sexual que luego posibilitan la represión; y después las acciones de agresión sexual contra el otro sexo, que más tarde aparecen bajo la forma de acciones reproche. Pone término este periodo el ingreso [a menudo anticipado] en la maduración sexual. Ahora, el recuerdo de aquellas acciones placenteras

se anuda un reproche, y el nexo con la vivencia inicial de pasividad posibilita [con frecuencia solo tras un empeño consciente y recordado [ reprimir ese reproche y sustituirlo por un síntoma defensivo primario. Escrúpulos de la conciencia moral, vergüenza, desconfianza de sí mismo, son esos síntomas, con los cuales empieza el tercer periodo, de la salud aparente, pero, en verdad, de la defensa lograda. El período siguiente, el de la enfermedad, se singulariza por el retorno de los recuerdos reprimidos, vale decir, por el fracaso de la defensa. Ahora bien, los recuerdos reanimados y los Reproches formados desde Ellos nunca ingresan inalterados en la conciencia; lo que deviene consciente como representación y afecto obsesivos, sustituyendo al recuerdo patógeno en el vivir consciente, son unas formaciones de

compromiso entre las representaciones reprimidas y las represoras. Existen dos formas de neurosis obsesiva, según que se conquiste el ingreso a la conciencia solo el contenido anémico de la acción reproche, o también el afecto reproche a ella anudado. El primer caso es el de las representaciones obsesivas típicas, en que el contenido atrae sobre sí la atención del enfermo y como afecto se siente solo un displacer impreciso, en tanto que el contenido de la representación obsesiva solo convendría el afecto del reproche. El contenido de la representación obsesiva está doblemente desfigurado respecto del que tuvo la acción obsesiva en la infancia: en primer lugar, Porque algo actual reemplaza a lo pasado, y coma en segundo lugar, porque lo sexual está sustituido por un análogo no sexual. Estas dos modificaciones son el efecto de la

inclinación represiva que continúa vigente, y que atribuiremos al yo. El influjo del Recuerdo patógeno reanimado se muestra en que el contenido de la representación obsesiva sigue siendo fragmentariamente idéntico a lo reprimido o se deriva de esto por medio de una correcta secuencia de pensamiento. La Génesis de cada representación obsesiva: desde una impresión actual han sido incitadas dos diversas ilaciones de pensamiento; de ellas, la que ha pasado por el recuerdo reprimido demuestra estar formada tan correctamente desde el punto de vista lógico como la otra, no obstante ser insuceptible de conciencia e incorregible. Si los resultados de las dos operaciones psíquicas no concuerdan, en la conciencia entra coma junto al resultado del pensar normal, y como un compromiso entre la resistencia y el resultado del pensar

patológico, una representación obsesiva que parece Absurda punto y si las dos acciones de pensamiento llevan a la misma conclusión, se refuerzan entre Sí, de suerte que un resultado del pensar adquirido por vía normal se comporta ahora, psicológicamente, Como una representación obsesiva. Toda vez que una obsesión neurótica aparece en lo psíquico, ella proviene de una represión. Las representaciones obsesivas no tienen, por así decir, cursos psíquicos forzoso a causa de su valor intrínseco, sino por el de la Fuente de que provienen o que ha contribuido a su vigencia.

Aclaración: hay dos formas de neurosis obsesiva, puede ser por afecto o por contenido anémico, contenido anémico da lugar a las formas de neurosis obsesiva típicas que son de doble desfiguración

Esta desfiguración es el efecto de la represión, la representación obsesiva es en parte idéntica a lo reprimido o se deriva de esto. Ilaciones de pensamiento: si no concuerdan las hilaciones de pensamiento entra en la conciencia una representación que parece Absurda [formación de compromiso corchete, en cambio Si concuerdan se refuerzan entre sí y se comportan como una representación obsesiva.
Una segunda plasmación de la neurosis obsesiva se produce si lo que se conquista una subrogación en la vida psíquica consciente es el reproche, reprimido Igualmente. El efecto de reproche puede mudarse, en virtud de un agregado psíquico, en un afecto displacentero de cualquier otra índole; acontecido esto, el devenir consciente del afecto sustituyente ya no encuentra obstáculos en su camino.

El contenido anémico de la acción reproche puede estar subrogado también en la conciencia o ser relegado por completo, lo cual dificulta en sumo grado el discernimiento diagnóstico. Junto a estos síntomas de compromiso, Qué significan el retorno de lo reprimido y, con él, el fracaso de la defensa originariamente lograda, la neurosis obsesiva forma una serie de otros síntomas de origen por entero diversos punto y es que el yo Procura defenderse de aquellos retoños del Recuerdo inicialmente reprimido, y en esta lucha defensiva crea unos síntomas que se podrían agrupar bajo el título de " defensa secundaria ".
Todos estos síntomas constituyen "medidas protectoras" que han prestado muy buenos servicios para combatir las representaciones y afectos obsesivos. Si

estos auxilios para la lucha defensiva consiguen efectivamente volver a reprimir los síntomas del retorno corchetes de lo reprimido [impuestos al yo, la convulsión se transfiere sobre las medidas protectoras mismas, y así se crea una tercera plasmación de la " neurosis obsesiva ": las acciones obsesivas. Acerca de ellas, el análisis psíquico demuestra que en todos los casos se esclarecen plenamente reconduciéndolas al recuerdo obsesivo que ellas combaten. La defensa secundaria frente a las representaciones obsesivas puede tener éxito mediante un violento desvío hacia otros pensamientos. La defensa secundaria frente a los afectos obsesivos da por resultado una serie todavía mayor de medidas protectoras que son susceptibles de mudarse en acciones obsesivas. Entre estas acciones e impulsos obsesivos comas las fobias

desempeñan el máximo papel como limitaciones existenciales del enfermo. Los casos graves de esta afección culminan en la fijación de acciones ceremoniales, o en una Manía de duda universal, o en una existencia estrafalaria condicionada por fobias.

Manuscrito K las neurosis de defensa:
Existen cuatro tipos y muchas formas de neurosis de defensa. Solo puedo establecer una comparación entre histeria neurosis obsesiva y una forma de la paranoia. Tienen diversas cosas en común punto Son aberraciones patológicas de Estados afectivos psíquicos normales: del conflicto [histeria], del reproche [neurosis obsesiva], de la mortificación [paranoia], del Duelo [amentia alucinatoria aguda]. Se distinguen de estos afectos por no llevar a tramitación alguna, sino al daño

permanente del yo. Sobrevienen con las mismas ocasiones que sus efectos modelo, toda vez que la ocasión cumpla además dos condiciones: que sea de índole sexual y suceda en el período anterior a la madurez sexual [condiciones de sexualidad y de infantilismo]. En general diría que la herencia es una condición adicional que facilita y acrecienta el afecto patológico. Existe una tendencia defensiva normal, o sea, la repugnancia a guiar la energía psíquica de suerte que genere displacer. Esta tendencia, no puede ser vuelta contra percepciones. Solo cuenta contra recuerdo y representaciones de pensar. Es invoco inocua toda vez que se trate de representaciones que en su tiempo estuvieron enlazadas con displacer, pero son incapaces de cobrar un displacer actual. En cambio, la inclinación de

defensa se vuelve nociva cuando se dirige contra representaciones que pueden desprender un displacer nuevo también siendo recuerdos, Como en el caso de las representaciones sexuales. Es que aquí se realiza la única posibilidad de que coma efecto retardado, un recuerdo produzca un desprendimiento más intenso que a su turno la vivencia correspondiente. Para ello solo hace falta una cosa dos puntos que entre la vivencia y su repetición en el recuerdo se interpone la pubertad, que tanto acrecienta el efecto del despertar [ de aquella [.
Aclaración: neurosis: se soluciona el conflicto vía patológico.
La experiencia cotidiana enseña que con un nivel de libido suficientemente alto, no se siente asco y la moral es superada, y yo creo que la Génesis de vergüenza se enlaza con la vivencia sexual mediante un

nexo más profundo. Mi opinión es que dentro de la vida sexual tiene que existir una fuente independiente de desprendimiento de displacer. La trayectoria de la enfermedad en las neurosis de represión es en general siempre la misma: primero la vivencia sexual o la serie de ellas prematura, traumática, qué ha de reprimirse. En segundo lugar, su represión a raíz de una ocasión posterior que despierta su recuerdo, y así lleva a la formación de un síntoma primario. En tercer lugar, un estadio de defensa lograda, que se asemeja a la salud salvo en la existencia del síntoma primario. Por último, el estadio en que las representaciones reprimidas retornan y en la lucha entre estas y el yo forman síntomas nuevos, los de la enfermedad propiamente dicha; o sea, un estadio de nivelación, de abarrayamiento o

de curación deforme.
Aclaración:

1. Vivencia sexual + asco
2. Ocasión posterior que reprime recuerdo[síntoma primario]
3. Defensa lograda + síntoma primario
4. Representaciones reprimidas retornan + lucha con el Yo = síntomas nuevos.

Las diferencias principales entre las diversas neurosis se muestran en el modo en que las representaciones reprimidas retornan; otras se muestran en el modo de la formación del síntoma y del de curso. El carácter específico de las neurosis reside, en pero, en Cómo es llevada a cabo la represión.
Neurosis obsesiva:
Aquí la vivencia primaria estuvo dotada de placer; fue activa[varón] o pasiva[niña].

Esta vivencia, recordada después, da ocasión al desprendimiento de displacer; al comienzo se genera un reproche que es consciente. Y aún parece que en ese momento el complejo psíquico íntegro[recuerdo y reproche] fuera consciente. Luego, ambos son reprimidos y a cambio Se forman en la conciencia un síntoma contrario, algún Matiz de escrupulosidad en la conciencia moral. En todos mis casos de neurosis obsesiva se descubrió a una edad muy temprana, años antes de la vivencia de placer, una vivencia puramente pasiva y es difícil que ellos sea casual.
Aclaración:
1. Vivencia pasiva
2. Ocurre hecho placentero
3. Recuerdo + reproche
4. Se reprime reproche y recuerdo = síntoma contrario


La posterior conjugación de esta vivencia pasiva con la vivencia placentera es lo que agrega el displacer al recuerdo de placer y posibilita la represión. Entonces, sería condición clínica de la neurosis obsesiva que la vivencia pasiva cayera en época tan temprana que fuera incapaz de estorbar la Génesis espontánea de la vivencia de placer. La fórmula sería, pues:
displacer-placer-represión.
Lo decisivo son las constelaciones temporales recíprocas entre ambos vivencias, y entre ellas y el punto temporal de la madurez sexual. En el estadio del retorno de los reprimidos se verifica que el reproche retorna inalterado. Aparece como una conciencia de culpa pura carente de contenido. La representación es, Por consiguiente, el producto de un compromiso, correcto en lo tocante a

afecto y categoría, falso por desplazamiento [descentramiento] Temporal y sustitución analógica. El afecto-reproche puede, por diversos estados psíquicos, mudarse en otros afectos que luego entran en la conciencia con más nitidez que el mismo; así, en angustia[ante las consecuencias de la acción y un reproche], hipocondría [miedo las consecuencias corporales], delirio de persecución [miedo a sus consecuencias sociales], vergüenza [miedo al saber de los otros sobre la acción y un reproche], etcétera. El yo consiente se contrapone a la representación obsesiva como algo ajeno: según parece, Le deniega creencia con ayuda de la representación contraria. El estadio de la enfermedad es ocupado por la lucha defensiva del yo contra las representación obsesiva, lucha que crea incluso síntomas nuevos, los de la defensa

secundaria. Síntomas secundarios pueden ser dos puntos el acrecentamiento en la escrupulosidad de la conciencia moral, compulsión de examinar y de guardar, otros síntomas secundarios se generan cuando la compulsión se transfiere sobre impulsos motores contra la representación obsesiva , por ejemplo sobre el cavilar, el beber, algún ceremonial protector, etcétera. Así se llega aquí a la formación de tres clases de síntomas:
1. El síntoma primario de la defensa: escrupulosidad de la conciencia moral.
2. Los síntomas de compromiso de la enfermedad: representaciones obsesivas o afectos obsesivos.
3. Los síntomas secundarios de la defensa: obsesión caviladora, obsesión de guardar, dipsomanía, obsesión ceremonial.
Aquellos casos en los que no deviene susceptible de conciencia el contenido

némico por sustitución, sino el aspecto de reproche por mudanza, impresionan Como si en ellos se hubiera producido un desplazamiento a lo largo de una cadena de razonamiento. Me hago un reproche por causa de un suceso[Temo que otros estén al tanto] por eso me avergüenzo ante otros. Toda vez que el primer miembro de esta cadena está reprimido, la obsesión se arroja sobre el segundo o el tercero y da por resultado dos formas de delirio de ser notado, que pertenecen en verdad a la neurosis obsesiva. El desenlace de la lucha defensiva acontece mediante una Manía general de duda o mediante la plasmación de una existencia extravagante con innumerables síntomas de la defensa secundaria. Parece que son estados de libido actual insatisfecha los que aplican su fuerza de displacer para despertar el reproche reprimido.

Acontecido este despertar, y generar un síntoma por la injerencia de lo reprimido sobre el yo, la masa de representaciones reprimidas sigue trabajando de manera Autónoma, pero en la solicilaciones de su espesor cuantitativo permanece siempre dependiente del monto de la atención libidinosa en cada caso punto y coma una atención sexual que no tiene tiempo para devenir displacer porque satisfecha permanece inocua. Los neuróticos obsesivos son personas que están en peligro de que toda la atención sexual cotidianamente producida se les mude en reproche o en los síntomas que son sus consecuencias. La curación de la neurosis obsesiva se obtiene deshaciendo las sustituciones y las mudanzas de afecto halladas, Hasta que el reproche primario y su vivencia queden despojados y puedan serles presentados al yo a fin de que los

aprecie de nuevo.
La conjetura de que la moral como poder represor era solo un pretexto se corrobora por la experiencia de que en el trabajo terapéutico la resistencia se vale de todos los motivos de defensa posibles.


Lectura de prácticos:


La neuropsicosis de defensa [ensayo de una teoría psicológica de la histeria adquirida, de muchas fobias y representación obsesivas, Y de cierta psicosis alucinatorias] 1894. Según la doctrina de Janet, la decisión de conciencia Es un rasgo primario de la alteración histérica. Tiene por base una endeblecinnata de la aptitud para la síntesis psíquica, un estrechamiento del

campo de conciencia, que como estigma psíquico testimonia la degeneración de los individuos histéricos. Según brewer , " base y condición "de la histeria es el advenimiento de unos estados de conciencia peculiarmente oníricos, con una actitud limitada para la asociación, a los que propone denominar estado civinoides. Decisión de conciencia es, pues, secundaria, adquirida; se producen virtud de que las representaciones que afloran el estado sinoides están segregadas del comercio asociativo con el restante contenido de conciencia. Para la primera de estas formas consigue demostrar repetidas veces que la extinción del contenido de conciencia es la consecuencia de un acto voluntario del enfermo, vale decir, es introducida por un empeño voluntario cuyo motivo es posible indicar. Desde luego, no son no sostengo

que el enfermo se proponga producir una incisión de su conciencia; su propósito es otro, pero él no alcanza su meta, sino que genera una excepción de conciencia. En la tercera forma de histeria, que hemos comprobado mediante el análisis psíquico de enfermos inteligentes, decisión de conciencia desempeña un papel mínimo, quizás ninguno punto son aquellos casos en que meramente se interceptó la reacción frente al estímulo traumático, y que luego serán tramitados y curados por Abre acción: las historias de retención puras.
Aclaración: tipos de histeria: hipnoide, defensa, retención.
Esos pacientes por mí analizados gozaron de salud psíquica hasta el momento en que sobrevive un caso de inconsividad en su vida de representaciones. En personas del sexo femenino tales representaciones

inconciliables nacen las más de las veces sobre el suelo del vivenciar y el sentir sexuales.
Aclaración:abreacción: proceso de Descargar la atención psíquica generada por una experiencia traumática, reviviéndola mediante su verbalización o a través de actos, en general en presencia del terapeuta.
Solo sé que en los pacientes por mí analizados ese olvido no se logró, sino que llevó a diversas reacciones patológicas que provocaron una histeria, o una representación obsesiva, o una psicosis alucinatoria. En la aptitud para provocar mediante aquel empeño voluntario uno de estos estados, todos los cuales se conectan con una decisión de conciencia, ha de verse la expresión de una predisposición patológica, qué, empero, No necesariamente es idéntica a una

degeneración personal o hereditaria. Todo esto en el afán de olvidar algo sucedido.
La tarea que el yo defensor se impone, tratar como no acontecida la representación inconciliable, es directamente insoluble para el punto y, una vez que la huella anémica y su efecto adherido a la representación están ahí, Ya no se los puede extirpar. Por eso equivale a una solución aproximada de esta tarea lograr convertir esta representación intensa en una débil, arrancarle el afecto, la suma de excitación que sobre ella gravita. Entonces esa representación débil dejará de plantear totalmente exigencias al trabajo asociativo; empero, la suma de excitación diversidad de ella tiene que ser aplicada a otro empleo. Hasta aquí son iguales los procesos en la histeria y en las fobias y representaciones obsesivas; desde este punto, los caminos se separan.

En la histeria, el modo de volver inocua la representación inconciliable es trasponer a lo corporal la suma de excitación, para lo cual yo propondría el nombre de conversión. La conversión puede ser total o parcial, y sobrevendrá en aquella inervación motriz o sensorial que mantenga un nexo, más íntimo o más laxo, con la vivencia traumática. El yo Ha conseguido así quedar exento de contradicción, pero, a cambio, ha echado sobre Sí el lastre de un símbolo anémico que habita la conciencia al modo de un parásito, sea como una inervación motriz irresoluble o como una sensación alucinatoria que de continuo retorna y que permanecerá ahí hasta que sobrevenga una conversión en la dirección inversa. En tales condiciones la huella anémica de la representación reprimida [esforzada al desalojo] no ha sido sepultada, sino qué

forma en lo sucesivo el núcleo de un grupo psíquico segundo.
Una vez formado en un " momento traumático " ese núcleo para una escisión histérica, su engrosamiento se produce en otros momentos que se podrían llamar "traumáticos auxiliares" toda vez que una impresión de la misma clase, recién advenida consiga perforar la Barrera Qué es la voluntad había establecido, aportar nuevo efecto a la representación debilitada e imponer por un momento el enlace asociativo de ambos grupos psíquicos, hasta que una nueva conversión ofrezca defensa. En la histeria, el estado se ha alcanzado con respecto a la distribución de la excitación prueba luego, la más de las veces, ser lábil; la excitación es forzada por una vía falsa[hacia la inervación corporal] consigue de tiempo en tiempo volver hasta la representación

de la que fue desacida, Y entonces constriñe a la persona a su procesamiento asociativo o a su trámite en ataques histéricos, Como lo demuestra la notoria posición entre los ataques y los síntomas permanentes. El efecto del método catártico de brewer consiste en volver a guiar la excitación, la conciencia de la meta, de lo corporal a lo psíquico, para forzar luego a reequilibrar la contradicción mediante un trabajo de pensamiento y a descargar la excitación por medio del habla.
Aclaración: el factor característico de la histeria es su actitud para la conversión.
Tenemos noticia de una propiedad de todos los estados semejantes al dormir, Y es que ellos cancelan aquella distribución de la excitación sobre la que descansa la voluntad de la personalidad consciente. Según lo expuesto no discernimos el

factor característico de la histeria en una escisión de conciencia sino en la actitud para la conversión; y tenemos derecho a citar como una pieza importante de la predisposición histérica, que por otra parte nos es desconocida, la capacidad psicofísica para trasladar a la inervación corporal una sumas tan grandes de excitación. En sí y por Sí, esta capacidad no excluye la salud psíquica, y luego lleva a la histeria en el caso de una inconceabilidad psíquica o de un almacenamiento de la excitación. Teoría de la representación obsesiva y fobia: si en una persona predispuesta [a la neurosis] no está presente la capacidad convertidora y, no obstante, para defenderse de una representación inconciliable se emprende el divorcio Entre ella y su afecto, es fuerza que ese afecto permanezca en el ámbito psíquico.


 

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