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13. Más allá del principio de placer: sus antecedentes; pulsión de muerte.
a) Homeostasis, insistencia y compulsión de repetición. b) Neurosis de guerra: terror, sorpresa. c) Juego infantil: repetición en calidad de juego de una vivencia penosa. d)Transferencia: la compulsión de repetición. Referente clínico: el fort-Da y el giro que introduce en la práctica el más allá.
Bibliografía:
Freud, S.: Más allá del principio de placer (cap. II y III), A.E., XVIII, 12-17 y 18-23. Freud, S.: Recordar, repetir, reelaborar, A.E., XII, 145-57.
Freud hace un giro en la práctica, una reformulación de muchos de los conceptos que venimos desarrollando y el inicio de un cambió de pregunta respecto de la cura. Freud deja de lado la pregunta de cómo se constituyen los síntomas y su modo de abordaje, sino¿Cuáles son los obstáculos que impiden la curación analítica? Para esto será necesario la formulación de la segunda tópica freudiana.
Trabajo de articulación
Esta nueva conceptualización freudiana implica ubicar una exterioridad al principio del placer, una ruptura respecto del principio de placer como regulador del aparato psíquico. Para eso, el eje para este recorrido que podría nombrarse del siguiente modo: del principio de constancia, el principio del placer y del principio del placer al más allá. En función de los desarrollos freudianos podría plantearse conceptualmente también este otro modo, del modelo del arco reflejo a un aparato psíquico de representaciones y del aparato psíquico de representaciones a lo no ligado a representaciones. Freud conceptualiza a la pulsión de muerte como estímulos interiores no ligados, exterior al principio de placer.
Inicialmente en el primer núcleo temático, ubicamos el modelo del arco reflejo, que era solidario del principio de constancia, donde la descarga, la abreacción y la homeostasis eran los refrentes de un primer modelo de explicación de los procesos anímicos, un primer modo de abordaje del síntoma.
El método catártico consistía en la descarga del afecto en función del principio de constancia, aquella tendencia del aparato por mantener lo más baja posible o al menos contante, la cantidad presente en él. (Recordar: Si un ser humano experimenta una impresión psíquica en el sistema
nervioso se acrecienta algo, que por el momento se llamó suma de excitación. En todo individuo para la conservación de su salud existe el afán devolver a empequeñecer esa suma de excitación)
Es decir, tiene una tendencia hacia la homeostasis, que de entrada a la aparición del síntoma viene a cuestionar en este primer modelo. La concepción de la cura suponía la catarsis como método para producir la ampliación de la conciencia.
La defensa actúa para evitar el displacer, sostenida en el principio de constancia. Freud decía que existe una tendencia defensiva normal, empequeñecer la cantidad, a guiar la energía psíquica de suerte que genere displacer. El síntoma, en tanto retorno de lo reprimido y con su carácter compulsivo, que trae nuevamente el displacer, testimonia que la descarga es imposible. La defensa y el síntoma no se concilian con la teoría de la abreacción ni con la pretendida homeostasis del principio de constancia.
En esta primera época, el trauma es tan estrecha referencia a la imposible descarga del afecto mediante abreacción, en esta búsqueda del equilibrio homeostático. Sin embargo, el trauma también se articula esa particular temporalidad retroactiva, así se imponía la sobre determinación del síntoma. Entonces, en el trauma no solo se ubica un afecto estrangulado, sino que este incluye un psiquismo dominado por un conflicto entre representaciones. Alude al encuentro problemático del sujeto con las representaciones.
Además, Freud deja señalada la existencia de una fuente independiente de desprendimiento de displacer, que conecta con la sexualidad a pesar de que reconoce carecer de una teoría correcta de la sexualidad. La fuente independiente de desprendimiento de displacer , que actúa más allá de la ley de constancia, nos dice que el modelo para pensarla es la neurosis de angustia. Donde, una cantidad proveniente de la vida sexual causa una perturbación dentro de los psíquico, esto se corresponde con la primera versión de la teoría de la angustia.
Las neurosis actuales, en particular, la neurosis de angustia, se definían en esa época por la ausencia de mecanismo psíquico y sustitución. (Recordar: que esta ausencia de mecanismos psíquicos en las neurosis de angustia, las ubicaba en la etapa inicial por fuera del dispositivo analítico).
Freud nos señala, respecto de la fuente independiente de desprendimiento de placer dos puntualizaciones:
· Un obstáculo al principio regulador del aparato.
En este primer intento explicativo del síntoma, ligado aun a explicaciones neurológicas y físicas en los procesos psíquicos, se infiere que el modelo del arco reflejo y las descargas de las cantidades, con su pretendida homeostasis, no es suficiente para pensar al aparato psíquico ni la dimensión subjetiva. Al contrario, se sostiene en la tensión del deseo, abandono del principio de constancia y delimitación de un nuevo campo donde el principio de placer regula el aparato y supone el conflicto del sujeto con las representaciones, momento inaugurar del psicoanálisis y del método analítico, la asociación libre donde el placer no estará asociado a la descarga.
La experiencia de satisfacción, explica la naturaleza psíquica del desear por un aparato psíquico constituido por huellas mnémicas. El apremio de la vida perturba la función de un aparato psíquico pensado como arco reflejo y regulado por el principio de constancia. Freud dice que, por la mediación del otro de los primeros cuidados, se hace la experiencia de la vivencia de satisfacción, dos huellas que quedan asociadas en la memoria y el enlace así quedan establecido ubica el deseo como moción psíquica que querrá investir la huella mnémica de la percepción. Intenta fallidamente, restablecer la situación de satisfacción primera. La satisfacción de la necesidad se pierde, el objeto configura como perdido y el deseo se realiza alucinatoriamente por medio del camino regrediente. El deseo inconsciente se define como una corriente que arranca del displacer y apunta al placer, y como sólo un deseo es capaz de poner el movimiento el aparato, entonces, el decurso de la excitación dentro de este es regulado automáticamente por las percepciones de displacer y placer (pasaje de la descarga motora y la homeostasis del organismo al placer de desear y la tensión del deseo, del principio de constancia al principio de placer). En este nuevo campo delimitado, el sueño tenía reservada su función, es un cumplimiento alucinatorio de deseo.
A partir del concepto de pulsión parcial, lo cuantitativo toma otro estatuto conceptual y la sexualidad se define por su carácter pulsional. Entonces, articulo la pulsión a un aparato de representaciones previamente formulado y regulado por el principio de placer. La represión primordial como el tiempo lógico que posibilita la inscripción de la pulsión en el aparato psíquico por la vía de su representante y pone en funcionamiento el sistema inconsciente, tiempo lógico de articulación entre inconsciente y pulsión, pasaje del primero al segundo ordenamiento metapsicológico. (…)
La condición para la represión es que el logro de la meta pulsional depare displacer en lugar de placer, pero pulsiones así no existen, ya que es siempre placentera. Por esa razón, la posibilidad de una represión no es fácil de deducir en la teoría, la metapsicología no establece la diferencia entre placer y satisfacción pulsional, esta situación se resuelve dentro del campo del principio de placer. En tanto, la pulsión implicaría placer en un lugar, para un sistema y displacer para otro. Sin embargo, la pregunta clínica insiste, la observación clínica lo constriñe a separar el destino de la representación del destino del monto de afecto. Uno de ellos y el fundamental es transponerse en angustia, no pudiendo impedir la represión que nazcan sensaciones de displacer.
Displacer :
· Que la clínica tal vez, exige separar de la lógica del principio de placer.
· Indica en este destino del factor cuantitativo de la pulsión en la angustia, un posible cuestionamiento al principio de placer.
La angustia, ahora están dentro del campo de lo psíquico e incluido en el dispositivo analítico, a diferencia de la primera teoría de la angustia. Reitero, la represión no logra evitar el displacer, la angustia como uno de los destinos del factor cuantitativo de la pulsión aparece desamarrada de las representaciones, indica anticipadamente una exterioridad al campo de las representaciones y un cuestionamiento al principio del placer.
Siguiendo esta misma línea, en marcado aún en la lógica del principio de placer, el elemento pulsional del síntoma será fundamental para pensar la cura y sus obstáculos. El síntoma repite una modalidad de satisfacción de la temprana infancia y se define por ser una satisfacción pulsional, parcial y sustitutiva. Repetición y síntoma, articulados no solo al desplazamiento de sentido y al retorno de las representaciones reprimidas. Consecuencia necesaria de incluir a la pulsión como fundamento del síntoma, se recorta la satisfacción pulsional que el mismo conlleva, posibilidad de una diferenciación entre placer y satisfacción pulsional, en la medida en que dicha satisfacción es irreconocible para la persona que la siente como un sufrimiento y como tal se queja de ella.
Anticipa un obstáculo y muestra la existencia de fuerzas que cuestionan, que sean la búsqueda del placer la que impera en el psiquismo. La presencia de estas fuerzas explica no solo las dificultades por las que transita un análisis, sino también el extraño pero habitual hecho de que un sujeto se aferre a situaciones que se oponen a su bienestar. Freud conecta dicha satisfacción sentida como un sufrimiento como un extrañamiento del principio de realidad y un retroceso al principio de placer.
Agrega:
“Empero, es también un retroceso a una suerte de autoerotismo de la pulsión”
Otro antecedente en este retroceso para indicar un punto exterior al principio de placer en el núcleo mismo del síntoma.
En el texto Más allá del principio de placer, Freud va a introducir el concepto de pulsión de muerte como estímulos interiores no ligados, alude a lo no ligado a representaciones. Al comienzo Freud retoma y articula, principio de constancia y principio de placer, para cuestionar imperio irrestricto del principio de placer tomará tres referentes clínicos que le permitirá producir una ruptura respecto del principio que regula el aparato y suponer que en la vida anímica existe una compulsión a la repetición que se instaura más allá del principio del placer.
Freud no reemplazar el principio de placer por otro principio se trata de escribir el principio con su más allá. Lo cual, no supone completarlo con aquello siempre excluido, es decir, si bien caerá su hegemonía, este no desaparece como regulador del aparato, sino que hay algo fuera de su dominio y necesario para su demarcación.
Luego, produce una diferenciación entre placer y satisfacción pulsional. La satisfacción pulsional tomara otro estatuto, diferente a las explicaciones que nos encontramos en los textos de la metapsicología. A partir de 1920, con desarrollos posteriores, articulada a la compulsión de repetición y al concepto de masoquismo, la satisfacción pulsional se instaura más allá del principio de placer. Lo que permite salir de la explicación: “lo que es placentero para un sistema es displacentero para el otro”. Cuando la clínica le indicaba a Freud un displacer de otro orden vinculado a la pulsión, a este particular destino del factor cuantitativo diferente de las represiones.
“En la teoría psicoanalítica adoptamos sin reservas el supuesto de que el decurso de los procesos anímicos es regulado automáticamente por el principio de placer. Vale decir: creemos que en todos los casos lo pone en marcha una tensión displacentera, y después adopta tal orientación que su resultado final coincide con una disminución de aquella, esto es, con una evitación de displacer o una producción de placer.”
¿Como la clínica lo lleva a cuestionar este supuesto teórico?
El principio de placer se deriva del principio de constancia; en realidad, el principio de constancia se discernió a partir de los hechos que nos impusieron la hipótesis del principio de placer. Entonces, presenta al principio de placer como una tendencia, existe una fuerte tendencia al principio de placer. Pero nos dice que la experiencia resulta enérgicamente la conclusión de que la mayoría de nuestros procesos anímicos tendría que ir acompañada de placer o llevar a él.
Se pregunta por las circunstancias capaces de impedir que el principio del placer prevalezca. Menciona así, al principio de realidad que ya sabemos desde la interpretación de los sueños que no es más que un rodeo del principio del placer. Luego, ubica otras fuentes de desprendimiento de displacer que la vincula al desarrollo del yo, planteado que ciertas pulsiones se muestran inconciliable con la unidad abarcadora del yo. Se puede articular con el narcisismo respecto del resto de pulsiones autoeróticas que escapan a la síntesis del yo, y podría conducirnos a la posibilidad de indicar así un impedimento a que el principio de placer prevalezca. En resumidas cuentas, no ubica allí un impedimento a que el principio del placer prevalezca. Por último:
“…la reacción anímica frente al peligro exterior puede brindar un nuevo
material y nuevos planteos con relación al problema que nos ocupa.” (Pág. 11)
Freud comienza a interrogar tres referentes, heterogéneos entre sí y comparten la evidencia de algo que se repite activamente, o se padece reiterada y pasivamente. Y que parece rebasar el marco del principio de placer, o al menos conduce un borde entre este y al algo revelaría más allá de él. Ellos ilustran de diferente modo la ruptura del principio de placer, abordará entonces, los sueños de la neurosis traumática, el juego infantil y la compulsión a la repetición en transferencia.
Las neurosis traumáticas
Comienza a producir un giro con sus propias conceptualizaciones, destacan dos rasgos característicos como punto de partida de la reflexión:
· El centro de gravedad de la causación para situarse en el factor sorpresa, en el terror.
· Un daño físico o herida, contrarresta en la mayoría de los casos, la producción de la neurosis.
Allí distingue terror, miedo y angustia, en su relación con el peligro:
1. La angustia designa cierto estado de expectativa frente al peligro y preparación frente a él.
2. El miedo se siente frente a la presencia de un objeto determinado.
3. Se llama terror al estado en que se cae cuando se corre un peligro sin estar preparado, es decir, destaca el factor sorpresa.
Freud va a considerar el estudio del sueño como la vía más confiable para explorar los procesos anímicos. Es por ello que tomará el sueño de la neurosis traumática para indagar su relación al principio del placer.
“Ahora bien, la vida onírica de la neurosis traumática muestra este carácter: reconduce al enfermo, una y otra vez, a la Situación de su accidente, de la cual despierta con renovado terror. (…) El enfermo —se sostiene— está, por así decir, fijado psíquicamente al trauma.” (Pág. 13)
Entonces, destaca el carácter repetitivo, esforzarte se reconoce a la pulsión en este carácter de empuje. Se trata de un exceso que impide al aparato un trabajo constante, se trata de una repetición traumática. Segundo punto, si el sujeto despierta con terror podríamos plantear que sueño, en este caso, no funciona como guardián del dormir.
“El enfermo —se sostiene— está, por así decir, fijado psíquicamente al trauma.”, ahora bien, el trabajo del sueño se caracterizaba por poner en juego el proceso primario y la movilidad de las investiduras, en aquellas operaciones que ubicamos como condensación y desplazamiento. Aquí por el contrario no habla de fijeza psíquica al trauma.
Cuarto punto, aquí viene tal vez lo más interesante del planteó freudiano, dice que en la vigilia no aparece el recuerdo del accidente, por lo tanto, admitir como obvio que el sueño los traslada a la situación patógena, es desconocer la naturaleza del sueño. Ya que, más propio de este es presentar imágenes del tiempo en que se está basando o de la esperada curación.
¿Cuál es la naturaleza del sueño bajo el imperio del principio del placer?
En un aparato regido por el imperio irrestricto del principio de placer, el sueño tenía su función reservada, ser un cumplimiento de deseo.
“Suponiendo que los sueños de estos neuróticos traumáticos no nos disuadan de afirmar que la tendencia del sueño es el cumplimiento de un deseo, tal vez nos quede el expediente de sostener que en este estado la función del sueño, como tantas otras cosas, resultó afectada y desviada de sus propósitos; o bien tendríamos que pensar en las enigmáticas tendencias masoquistas del yo.”
Si la función del sueño bajo el principio de placer es ser un cumplimiento de deseo, pensar en la falla de la función del sueño nos conduciría a ubicar en los sueños traumáticos, una falla del principio de placer como regulador del aparato. Es decir, los sueños traumáticos parecen no estar al servicio del cumplimiento de deseo, cuya producción alucinatoria devino en la función de los sueños, bajo el imperio del principio de placer. Falla el trabajo del sueño, el proceso primario (operaciones de condensación y desplazamiento), la ligadura propia de las representaciones, si en ellos fallan dicha función del sueño, entonces, testimonian de una ruptura del principio de placer, de una exterioridad al principio de placer.
Estos sueños, sin embargo, como ya dijimos testimonian de un trabajo del aparato psíquico. ¿A que responden? ¿Cuál será su función? Dichos sueños se repiten compulsivamente, interrogan respecto a la función del sueño, luego planteara que estos sueños obedecen a la compulsión de repetición. Además, ubican otra dimensión de la repetición, diferente de la repetición de lo reprimido, esa otra dimensión que Freud llamara compulsión a la repetición y que a partir de 1920 se instaura más allá del principio de placer.
Respecto del agregado de 1921, las enigmáticas tendencias masoquistas del yo, allí deja esbozado un operador conceptual que sólo posteriormente va a tener un alcance estructural, el masoquismo, también, anticipa el núcleo inconsciente del yo. Entonces, reiteramos esta idea, si en los sueños traumáticos, la función del sueño se ve afectada, se produce en ellos una falla de la función del sueño, es decir, testimonian una ruptura del principio de placer, de una exterioridad al principio de placer. ¿Se puede permitir una excepción a la tesis de que el sueño es un cumplimiento de deseo?
El juego infantil
Freud plantea que va a estudiar el modo de trabajo del aparato anímico en una de sus prácticas normales más tempranas, es decir, el juego infantil. (Recordar: una de las definiciones del concepto de pulsión medida de la exigencia de trabajo que es impuesta en lo anímico a consecuencia de su trabajo con lo corporal). Entonces, si el juego es una práctica temprana y normal de trabajo del aparato anímico, podemos anticipar que el juego es una forma de procesar la exigencia de la pulsión. Freud aclara que va a priorizar el punto de vista económico, considerando la ganancia de placer.
Entonces el juego infantil fort-da desde tres aspectos esenciales y articulados:
1. La repetición.
2. El punto de vista económico.
3. La constitución del sujeto.
Freud dice que ha aprovechado la oportunidad que se le brindó de esclarecer el primer juego autocreado de un varoncito de un año y medio, se trataba de su nieto, el mismo consistía en una acción enigmática y repentina de continua. Entonces, podemos relacionar el juego y la repetición y nuevamente aparece lo continuo, el esforzar. Este niño exhibía el habito de arrojar lejos de si, a un rincón o abajo de la cama, todos los pequeños objetos que se hallaban a su alcance y al hacerlo profería con expresión de interés y satisfacción, un prolongado “oooooh” que según la lectura de Freud significaba Fort (se fue).
Se trataba de un juego, el niño jugaba a que sus juguetes se iban, la observación que corrobora el punto de vista de Freud es la siguiente: el niño tenía un carretel de madera, atado con un piolín y arrojaba el carretel, al que sostenía por el piolín, tras la baranda de su cuna, pronunciando “oooooh se fue”. Después tirando del piolín volvía a sacar el carretel de la cuna, saludando su aparición con un “da” (acá esta). Este juego completo de desaparecer y volver, sin embargo, aparece algo enigmático, las más de las veces sólo se había podido ver el primer acto, repetido por sí solo, incansablemente en calidad de juego, aunque el placer correspondía al segundo. Entonces, esto indica que es allí donde Freud centrara su interés, en la relación entre la repetición del fort y el principio del placer. Es decir, lo que más repite niño no es placentero, el juego es una práctica normal temprana de trabajo del aparato anímico y parecería no ser el placer lo que lo guía.
En principio, el juego completo o integro, implica la repetición de dos representaciones, dos fonemas (fort-da), oposición de dos términos, paradigma del proceso primario, de la movilidad de las cargas. Allí, nos muestra la posibilidad del niño de apropiarse de lenguaje y hacer uso de él, hacer presente a los objetos ausentes vía el lenguaje. Entonces, escenifica en el juego vía el lenguaje, la partida y el regresar de la madre. El juego completo se corresponde con el principio de placer, el mayor placer correspondía al segundo acto, la aparición del carretel “da”.
La interpretación del juego se entrama con el gran logro cultural, su renuncia pulsional. Renuncia a la satisfacción pulsional (de admitir sin protestas la partida de la madre), renuncia pulsional articulada a la partida de la madre implica que la satisfacción toda esta pérdida para el ser hablante. Es un punto de separación del otro de los primeros cuidados, el niño se pierde como objeto para la madre.
El niño se resarcía en el juego completo escenificado por sí mismo con los objetos, ese desaparecer/regresar, pero el interés de Freud se dirige a otro punto. Es imposible que la partida de la madre le resultara agradable. ¿Cómo se concilia con el principio de placer que repitiese en calidad de juego esta vivencia penosa para él? ¿Acaso jugaba a la partida porque a la condición de la reaparición en el da? Sin embargo, lo contradicen observación de que, en el primer acto, el de partida, era escenificado por sí solo y con mayor frecuencia que el juego integro llevado hasta su final placentero.
Aparece una tentativa de explicación, recibimos la impresión de que el niño convirtió en juego esa vivencia a partir de otro motivo. En la vivencia era pasivo y ahora ocupa un papel activo repitiéndola como juego, a pesar de que fue displacentera. En el juego repite activamente lo que padeció pasivamente en la vivencia. Freud insiste en la pregunta por la relación entre el juego y el principio de placer, se interroga ¿Cómo se concilia con el principio de placer una repetición del fort solo?
“¿Puede el esfuerzo {Drang} de procesar psíquicamente algo impresionante, de apoderarse enteramente de eso, exteriorizarse de manera primaria e independiente del principio de placer? Comoquiera que sea, si en el caso examinado ese esfuerzo repitió en el juego una impresión desagradable, ello se debió únicamente a que la repetición iba conectada a una ganancia de placer de otra índole, pero directa.” (Pág. 16)
Freud se va a valer por repetición por sí sola de esta vivencia penosa (la partida de la madre).
“Esta interpretación fue certificada plenamente después por otra observación. Un día que la madre había estado ausente muchas horas, fue saludada a su regreso con esta comunicación: «¡Bebé o-o-o-o!»; primero esto resultó incomprensible, pero pronto se pudo comprobar que durante esa larga soledad el niño había encontrado un medio para hacerse desaparecer a sí mismo. Descubrió su imagen en el espejo del vestuario, que llegaba casi hasta el suelo, y luego le hurtó el cuerpo de manera tal que la imagen del espejo «se fue».” (Nota al pie, pág. 15)
El niño juega hacerse desaparecer así mismo, se nombra como “bebé oooh” fuera de la madre, se pierde como objeto para la madre y se constituye como sujeto en la repetición del fort que lo representa.
Esa impresión desagradable, lo que aquí aparece como partida de la madre, en verdad nos habla de ese punto de separación, que implica esa renuncia pulsional, que esfuerza en el fort sólo como exigencia de satisfacción, empuja, impulsa, el juego y se exterioriza de manera primaria e independiente del principio de placer.
Se conecta entonces a una ganancia de placer de otra índole, que atestigua dependencia situadas más allá de este. Tendencia que sería más originarias que el principio de placer e independiente de él. En resumen, tenemos el fort sólo se repite incansablemente en calidad de juego, lo que podríamos llamar juego incompleto. Reiterando, el un fort solo, podemos ubicarnos más allá del principio del placer, Freud dice esfuerzo, empuje, ubicamos allí la compulsión a la repetición.
Por último, el juego completo es una forma de procesar la exigencia de la pulsión, entonces el fort- da es un modo de respuesta del psiquismo a la exigencia pulsional, que logra un procesamiento psíquico, un cierto domino procurado, una suerte de elaboración anímica de lo que es en sí mismo displacentero.
En el interior de las representaciones, el fort ubica un lugar de ruptura en el interior de las representaciones. El juego infantil, nos revela en el núcleo mismo del aparato psíquico de representaciones, algo exterior al principio de placer. El aparato psíquico contiene esa exigencia pulsional, ese esfuerzo que da cuenta de tendencias que serían más originarias del principio de placer e independientes de él.
Seminario Unidad 7
VII. Ganancia de la enfermedad.
a) Series complementarias. b) Fantasía, fantasmas primordiales. c) Realidad psíquica, fijación. d) El síntoma como satisfacción sustitutiva.
Referente clínico: la falla de un ceremonial de dormir ("una fuente de ruidos perturbadores").
Bibliografía:
Freud, S.: 23o Conferencia: Los caminos de la formación de síntoma, A.E., XVI, 326-334. Freud, S.: 17° Conferencia: El sentido de los síntomas, A.E., XVI, 241-7.
Freud, S.: 18° Conferencia: La fijación al trauma, lo inconciente, A.E., XVI, 254, 259-60. Freud, S.: 19° Conferencia: Resistencia y represión, A.E., XVI, 273-5.
Ejes centrales: Diferencia entre síntoma y enfermedad. El síntoma como formación sustitutiva y el síntoma como satisfacción sustitutiva. Los conceptos de fijación, pulsión y regresión, están ligados entre sí. Las series complementarias.
Anteriormente, se entiende porque la pulsión, la represión y el síntoma están íntimamente ligados. Incluso, se puede decir que el síntoma es una vicisitud1 de la pulsión, si se articula a la represión es una formación de compromiso discordante. Eso se puede observar en la falla de un ceremonial de dormir.
En principio, “ganancia de la enfermedad” ¿Qué relación podría existir entre ganar y la enfermedad? ¿Se puede ganar algo enfermando? ¿Podríamos enfermar ganando? De hecho, la respuesta es sí. Freud habla de aquellos que fracasan al triunfar, son aquellas personas que empeoran o enferman justamente cuando les va bien. (Se va a ver más en profundidad con el concepto del ello, yo y superyó). Volviendo a la primera pregunta: ¿Se puede ganar algo enfermando? Uno podría suponer que nadie quiere estar enfermo, ni portar una enfermedad. Sin embargo, Freud encuentra una relación particular en ambos conceptos. Por ejemplo, cuando queremos estar enfermos para faltar al colegio, sentir más cariño cuando estas enfermo. Se podría afirmar que, de alguna manera particular, a veces el estar enfermo nos otorga algunos beneficios, bajo un costo. Estos beneficios, se pueden observar en mis tesis, de entrada, Freud encuentra que, si no es tan sencillo el levantamiento del síntoma o modificar la posición que uno tiene en la vida por algo debe ser, por lo tanto, el síntoma debe aportar algo además de sufrimiento.
En la conferencia N°23, Freud aborda cuestiones fundamentalmente en torno a la formación de síntoma y a las neurosis. En primer lugar, marca una diferencia muy importante entre síntoma y enfermedad. Ya que, hay enfermedades sin síntoma, síntomas sin enfermedades, muchas enfermedades son asintomáticas. Anteriormente, Freud aclara (en neuropsicosis de la defensa) el hecho de que alguien presente síntomas de histeria, fobia o neurosis obsesiva, no determina necesariamente que sea una histeria, fobia o neurosis obsesiva. Él deja claro que no es lo mismo el síntoma que el cuadro clínico. Ej.: Caso Emma, el síntoma fóbico (temor a salir a la calle sola), sin embargo, para Freud es una paciente histérica.
Para los legos2, los síntomas constituyen la esencia de la enfermedad y
la curación equivale a la supresión de los síntomas. Aclara que, para
los médicos, el levantamiento de los síntomas no equivale a la curación
de la enfermedad. Para esclarecer más esto que plantea Freud es
necesario
1 Alternativa de sucesos prósperos y adversos.
2 La palabra “lego” es usada por Freud como sinónimo de “no médico”
el concepto de la estructura de la neurosis. Una cosa es la estructura de la neurosis y otra es el síntoma. La estructura de la neurosis son estructuras clínicas, es decir, los diferentes modos de organizar el aparato psíquico, a partir de determinados operadores conceptuales. Por ejemplo, represión primaria, narcisismo, castración… etc. Entonces, una cosa es la estructura y otra el síntoma. Freud con el método hipnótico, al inicio de su práctica, se encuentra que podía levantar los síntomas fácilmente, pero esto no modifica las cosas ya que, el síntoma vuelve a aparecer al poco tiempo. Concluye que, con el método hipnótico es fácil levantar el síntoma, pero no la estructura, por lo tanto, no equivale a la curación de la enfermedad.
Freud plantea que, tras eliminarlos, queda la capacidad de para formar nuevos síntomas. En este sentido, se podría pensar que en esto cosiste la enfermedad, la capacidad de formar nuevos los síntomas.
“Los síntomas —nos ocupamos aquí, desde luego, de síntomas psíquicos (o psicógenos) y de enfermedades psíquicas— son actos perjudiciales o, al menos, inútiles para la vida en su conjunto; a menudo la persona se queja de que los realiza contra su voluntad, y conllevan displacer o sufrimiento para ella.” Pág. 326
Por otra parte, todos estamos enfermos en el sentido de que casi todos somos neuróticos, casi ya que también hay psicóticos y perversos. Entonces, se podría pensar a las estructuras clínicas como neurosis, psicosis y perversión. Asimismo, casi todos reunimos las condiciones para formar síntomas. Teniendo en cuenta que, los síntomas neuróticos están sostenidos en el conflicto psíquico que, se libra entorno de una nueva satisfacción pulsional. También, que el síntoma es una formación de compromiso entre las fuerzas que entran en conflictos, el síntoma está sostenido desde ambos lados.
El sueño al igual que el síntoma, es una formación de compromiso, por lo cual, tanto el inconciente, como el preconciente-consciente, participan de la formación del mismo. Además, ambas partes obtienen ganancias y pagan costos. En el caso del sueño la ganancia del inconciente es que el deseo inconciente se realiza en el sueño y el costo es que tiene que hacerlo de manera desfigurada. Por el lado de preconciente-consciente la ganancia es que el deseo inconciente se cumple, pero de manera irreconocible, no le permite al deseo inconciente manifestarse de manera directa y el costo que paga es que, aunque sea de manera desfigurada, el deseo inconciente termina manifestándose. Lo mismo ocurre en el síntoma.
Freud plantea que una de las partes del conflicto son las pulsiones insatisfechas, que fueron rechazadas por la realidad. Entonces, siempre la meta de la pulsión es la satisfacción, si no lo puede encontrar, por un lado, la buscara en otros caminos. Es decir, la satisfacción la va a obtener de manera directa o indirecta. A partir de esto, nace el concepto regresión.
La regresión funcionando como un medio para la búsqueda de la satisfacción denegada por la realidad. Vale aclarar que no es solo la realidad la que puede denegarle la satisfacción a la pulsión, sino que, hay una cuestión estructural que determina que la satisfacción no sea total. Recordar que, la satisfacción siempre es parcial. Esto está más vinculado a lo estructural que a la realidad. Los síntomas crean un sustituto para la satisfacción estructuralmente denegada. ( Está relacionado con el concepto de satisfacción, el concepto de pulsión y el concepto de objeto, objeto perdido etc.)
Antes de continuar con la regresión, es importante introducir otra dimensión del síntoma, el síntoma como satisfacción sustitutiva. Retomando, el síntoma es una formación sustitutiva pero también, tiene el valor de una satisfacción sustitutiva, está en juego la investidura libidinal del mismo. Justamente, por el hecho de que la pulsión se satisface en y a través de él, esta satisfacción siempre parcial y paradójica. Recuerde (mis tesis): cuando Freud plantea el síntoma como la práctica sexual de los enfermos, es decir, que la pulsión sexual que no se satisface de manera directa, lo hace a través del síntoma que es un sustituto de satisfacción frustrada. Entonces, si se junta la cuestión de la ganancia de la enfermedad y el síntoma como satisfacción sustitutiva, es posible ubicar dos dimensiones:
1. Por un lado, el beneficio secundario del síntoma que sería el provecho que obtiene el yo. (ej.: fingir la enfermedad para ser mimado)
2. Por otro, el beneficio primario del síntoma, la satisfacción pulsional que se obtiene a través de él mismo que, esta satisfacción paradójica de vivida como sufrimiento. El paciente no siente que está obteniendo una satisfacción, sino que siente malestar y sufrimiento. Pero lo que va a plantear es que justamente, eso es lo paradojal del síntoma, que la satisfacción pulsional no se vive como tal, sino como padecimiento. (Esto responde el por qué no es tan sencillo abandonar los síntomas.)
Volviendo a la regresión, Freud plantea que la misma es condición para la formación del sueño y es el mecanismo que explica la animación alucinatoria del mismo. También, una de las cosas que permite diferenciar al arco reflejo del aparato psíquico es justamente, el hecho de que en el aparato psíquico existe la posibilidad de emprender el camino regrediente y no solamente el progrediente, en el arco reflejo es solo el progrediente (estimulo-después). La regresión es una de las peculiaridades psicológicas del proceso onírico, sin embargo, participa en toda función del inconsciente, incluido los síntomas. Si bien la regresión es caracterizada por Freud como un retorno, una etapa previa, es menester pensarla como articulada a lo que de una etapa previa conserva su plena vigencia, actualizándose como si no hubiera pasado. Porque justamente se trata de la temporalidad que rige en lo inconsciente. Recordar: en relación a los sueños es que, por las características propias de la situación al dormir, la excitación tomaba el camino regrediente que llegaba a entonces a reinvestir las imágenes perceptivas, pero agrego que es la escena infantil la figurada visualmente la que, al no poder reditarse tiene que contentarse con retornar como sueño. Entonces, termina funcionando como el polo de atracción para la excitación.
Freud propone, teniendo en cuenta la fase del desarrollo vivido, respecto a cada una de esas aspiraciones parciales de la pulsión (que no desaparece nunca, más allá que se modifiquen sus modos parciales de manifestarse), sucede que parte de ellas no siguen todo el desarrollo y quedan figuradas por una etapa previa. Por lo que propone, llamar fijación a una demora tal, entonces, se puede pensar a la fijación como puntos de detención del movimiento de la pulsión, una inmovilización de un determinado monto de energía libidinosa. Asimismo, tratándose de un desarrollo que procede por etapas, aunque parte de esas aspiraciones hayan alcanzado la meta definitiva, no es extraño pensar que lo que avanzo pueda revertir y esto se llama regresión. Con lo cual, fijación y regresión son términos inseparables ya que, siempre que se reproduce regresión de la libido es a un punto de fijación de vivencias infantiles que funcionan como punto de atracción. Por ejemplo, viaje.
Resumiendo lo dicho hasta ahora, los síntomas se forman a partir de los caminos que toma la libido en busca de satisfacción denegada por la realidad. A estos caminos los emprende por vía de la regresión, para encontrar satisfacción en una de las organizaciones ya superadas o por medio de uno de los objetos que resigno antes. En ese tránsito, la libido es capturada por la fijación que ha dejado tras de sí, en esos lugares de su desarrollo. Fijaciones de las que el yo, en su momento, se había protegido mediante represiones, es decir, la libido vuelve a investir posiciones reprimidas y al sustraerse del yo queda sometida a las leyes del inconsciente. De modo que, se establecen constelaciones semejantes a las formaciones del sueño, Freud agrega que así el síntoma se engendra como un retoño del cumplimiento de deseo libidinoso inconsciente, desfigurado de manera múltiple, ambigüedad escogida ingeniosamente, provista de dos significados que se contradicen entre sí. Pero, a diferencia del sueño donde el propósito preconsciente se agota en presentar el dormir, en el síntoma hay que sostener el compromiso, por lo que la satisfacción libidinal que se obtiene allí donde se logró sortear la represión es una satisfacción restringida y apenas reconocible como tal (no se puede reconocer como satisfacción). Acentuando entonces, la íntima conexión entre inconsciente y libido, por otra parte, yo conciencia y realidad.
“Ahora bien, ¿dónde halla la libido las fijaciones que le hacen falta para quebrantar las represiones? En las prácticas y vivencias de la sexualidad infantil, en los afanes parciales abandonados y en los objetos resignados de la niñez. Hacia ellos, por tanto, revierte la libido. La importancia de este período infantil es doble: por un lado, en él se manifestaron por primera vez las orientaciones pulsionales que el niño traía consigo en su disposición innata ; y, en segundo lugar, en virtud de influencias externas, de vivencias accidentales, se le despertaron y activaron por vez primera otras pulsiones. ” Pág. 329
Aclarando, las orientaciones funcionales son con las que venían al mundo. Por otro lado, las vivencias accidentales que son capaces de dejar como secuela fijaciones de la libido. Entonces, en la infancia se manifiesta lo heredado y lo adquirido. Llega así, a las series complementarias que nos hablan de la necesaria complementariedad de dos tiempos en lo que hace la causación de la neurosis. En relación a la causación de las neurosis en la cual Freud plantea que, en la etiología de las neurosis, la fijación de libidinal es el factor interno predisponente y la frustración es el factor accidental externo, es decir, no alcanza con un solo valor (interno o externo) sino que hay una combinatoria de ambos. Recordad: a partir de las vivencias sexuales infantiles la persona enfermaba, devenía en neurótica. Freud ubicaba la causa de la neurosis a partir de las vivencias sexuales, sin embargo, Freud modifica esta idea.
Entonces no alcanza ni con la vivencia externa, ni con las condiciones internas, sino que se trata una conjugación de ambas cosas determinación y azar. Ej.: Scrabble. En conclusión, la neurosis de cada persona es una combinación de factores internos y factores externos. Esto es lo que Freud va a intentar resumir con un cuadro, llamado series complementarias:
Es posible observar la confluencia de diversos factores cuya combinación determina la neurosis de cada uno. En primer lugar, Freud plantea que la fijación libidinal del adulto, representante del factor constitucional, se va a descomponer en otros dos factores:
Cuando Freud habla de disposición heredada no está hablando de cuestiones genéticas, primeramente, porque no existía la genética en aquella época, sino que la ubica por otros lugares. Por una parte, lo ubica por el lado de la transmisión oral u otros tipos de transmisión imperceptibles pero que funcionan. Uno se inscribe en una historia, luego aparecen cosas de los abuelos, nietos, tíos, sobrinos, etc. Sin que nadie encuentre una explicación obvia de como sucedió eso. Entonces, hay cuestiones que no se transmiten por vía genéticas no bilógica y muchas veces, esto que se transmite es lo no dicho, lo no contado, lo guardado en secreto.
“Las disposiciones constitucionales son, con seguridad, la secuela que dejaron las vivencias de nuestros antepasados; también ellas se adquirieron una vez: sin tal adquisición no habría herencia alguna.” Pág. 329
Es decir, para pensar en las disposiciones heredadas, están por un lado la cuestión de los modos de transmisión no genéticos ni biológicos. Por otro, lo que refiere a la pulsión, se podría pensar en que se despiertan por primera vez, es decir, de las pulsiones parciales que se activan a partir del otro de los primeros cuidados y a los diversos modos de satisfacción singulares de cada uno su relación con este otro primordial.
Entonces, en una de las series esta la constitución sexual (el vivenciar prehistórico) más el bienestar infantil (lo accidental) y en la otra, la predisposición por fijación libidinal más el vivenciar sexual del adulto. En ambas series que corresponden a dos momentos, la infancia y la adultez, se encuentran tanto los factores constitucionales, las predisposiciones y los accidentales/azarosas. Una vez establecida esta “fórmula” de la causación de la neurosis, Freud vuelve a insistir sobre la importancia de las vivencias infantiles, a la libido de los neuróticos queda ligada. Repitiendo, la libido vuelve a ella regresivamente por haber sido expulsada de sus posiciones más tardías. ¿Por qué son tan importantes esas vivencias y por qué son un polo de atracción tan fuerte para las investiduras libidinales? Una de las respuestas que él propone es que vía la regresión estas vivencias reciben una carga extra de investidura. Cuando la libido allí, buscando lograr su meta (es decir, la satisfacción), estas vivencias vuelven a ser investidas, es decir, ven esforzada la investidura libidinal que ya tenían por sí solas (estas vivencias tienen de por sí una investidura), se ven reforzada vía la regresión. Por lo cual, de alguna manera lo que plantea Freud es que estas vivencias son contingentes y es a partir de esta vuelta de la libido sobre las mismas, que adquieren mayor importancia. ( Recordar: manuscrito K, la resignificación. La vivencia sexual prematura no era traumática en sí misma, sino que, a partir de un segundo tiempo era resignificada deviniendo recién entonces en traumática. Del mismo modo, se puede pensar a las series complementarias).
“En segundo lugar, debemos admitir que sería inconcebible que la libido regresase con tanta regularidad a las épocas de la infancia si ahí no hubiera nada que pudiera ejercer una atracción sobre ella.” Pág. 332
Nuevamente, se presenta el doble juego de fuerzas, al igual que en la formación de los sueños, Signorelli, el texto de la represión, algo rechaza en el sistema consciente/preconciente, algo rechaza desde el yo y algo atrae desde lo inconciente. Entonces, siempre se trata de un doble juego de fuerzas.
Un resumen de lo que vimos hasta ahora según Freud:
“El síntoma repite de algún modo aquella modalidad de satisfacción de su temprana infancia, desfigurada por la censura que nace del conflicto, por regla general volcada a una sensación de sufrimiento y mezclada con elementos que provienen de la ocasión que llevó a contraer la enfermedad. La modalidad de satisfacción que el síntoma aporta tiene en sí mucho de extraño. Prescindamos de que es irreconocible para la persona, que siente la presunta satisfacción más bien como un sufrimiento y como tal se queja de ella. Esta mudanza es parte del conflicto psíquico bajo cuya presión debió formarse el síntoma. Lo que antes fue para el individuo una satisfacción está destinado, en verdad, a provocar hoy su resistencia o su repugnancia.” Pág. 333
(Prestar atención a los conceptos de: síntoma, repetición, satisfacción, censura, conflicto y resistencia. Poner en todos en relación).
Siguiendo con otras conferencias, en el cual vamos a encontrar un ejemplo sobre lo trabajado en teóricos. En esa conferencia Freud trae dos casos de neurosis obsesiva, queriendo mostrar allí que, todo ritual o síntoma se apoya en una fantasía que va a tener que ver con el vivenciar sexual.
Menciona un ejemplo
“Una muchacha de 19 años, lozana, bien dotada, hija única, que aventaja a sus padres en materia de cultura y vivacidad intelectual, fue, de niña, salvaje y traviesa; en el curso de los últimos años, sin que mediase influencia exterior visible, se ha convertido en una neurótica. En particular, se muestra muy irritable con su madre (…) esta muchacha ha desarrollado también un ceremonial de dormir que aflige a sus padres. En cierto sentido puede decirse que toda persona normal tiene su ceremonial de dormir: cuida que se establezcan ciertas condiciones cuyo incumplimiento le molesta para dormirse; ha volcado dentro de ciertas formas el tránsito de la vida de vigilia al estado del dormir, y cada noche las repite de la misma manera. Pero todo lo que la persona sana requiere como condición para dormir se deja comprender racionalmente, y cuando las circunstancias exteriores le imponen un cambio, se adecúa a él con facilidad y sin pérdida de tiempo. Nuestra paciente pretexta como motivo de sus precauciones nocturnas que le hace falta silencio para dormir y tiene que eliminar todas las fuentes de ruido. Con este propósito hace dos cosas: El reloj grande de la habitación es detenido, y todos los otros relojes se sacan de ella; ni siquiera tolera sobre la mesa de noche su pequeñito reloj de pulsera. Floreros y vasos son acomodados sobre su escritorio de suerte que por la noche no puedan caerse, romperse y así turbarle él dormir. Ella sabe que el imperativo del silencio sólo puede dar una justificación aparente a estas medidas; el tictac del reloj pequeño no se escucharía por más que lo dejara sobre la mesita de noche, y todos hemos hecho la experiencia de que el rítmico tictac de un reloj de péndulo nunca constituye una perturbación para el dormir; más bien ejerce un efecto adormecedor. Admite también que el temor de que floreros y vasos puedan caerse y hacerse añicos durante la noche si se los deja en su sitio es por completo infundado. El imperativo del silencio no se invoca para otras estipulaciones del ceremonial. Y aun su exigencia de que permanezcan entreabiertas las puertas que comunican su dormitorio con el de sus padres, cuyo cumplimiento se asegura arrimándoles diversos objetos, parece, al contrario, activar una fuente de ruidos perturbadores. Las estipulaciones más importantes se refieren, empero, a la cama misma. La almohada de la cabecera no puede tocar el travesaño. La almohadita más pequeña en que apoya la cabeza no puede situarse sobre aquella si no es formando un rombo; además, ella pone su cabeza exactamente siguiendo la diagonal mayor del rombo. El acolchado, como tiene que ser sacudido antes de que se meta en cama, de manera que quede bien grueso a los pies; pero ella no deja de emparejar de nuevo esta acumulación de plumas aplastándola. (…)
Siempre está presente la inquietud de que no todo se hizo en el orden debido; es preciso reexaminarlo, repetirlo, la duda recae ora sobre uno de los aseguramientos, ora sobre otro, y el resultado es que se tarda de una a dos horas, durante las cuales la muchacha misma no puede dormir y tampoco deja que lo hagan los acobardados padres.
(…) a lo largo de semanas y de meses. Nuestra paciente aprendió poco a poco que si había proscrito al reloj de sus aprontes para la noche fue como símbolo de los genitales femeninos. El reloj, para el cual conocemos también otras interpretaciones simbólicas, alcanza este papel genital por su referencia a procesos periódicos e intervalos idénticos. Una mujer, acaso, puede alabarse de que su menstruación se comporta tan regularmente como un reloj. Ahora bien, la angustia de nuestra paciente se dirigía en particular a la posibilidad de ser turbada en su dormir por el tictac del reloj. El tictac del reloj ha de equipararse con el latir del clítoris en la excitación sexual.” Pág. 241-243
Cabe recordar que, el síntoma es una vicisitud de la pulsión y si se articula con la represión es discordante. Tiene contradicciones ej.: tic tac. Asimismo, también es contradictorio sacar los relojes y permanecer con las puertas abiertas. Sin embargo, del dormitorio de los padres podrían venir sonidos perturbadores. Eso ya de por sí, remite a una cuestión del orden de lo sexual. Concluyendo, Freud quiere hacer reflexionar sobre como estos pensares estrafalarios de estos pacientes que, en general son pacientes muy inteligentes y elevados. Responden a otra cosa, a la inflexibilidad ceremonial, es decir, que puede imponerse a costa de los mayores sacrificios. Por otra parte, el paciente intenta cubrirlo con una fundamentación racional que, muchas veces puede ser escuchada por el lado de una precaución excesiva, pero en realidad se trata de otra cosa. Otra vez contradicen cualquier aplicación racional posible. Por ejemplo, en el caso de la persona obsesiva que necesita chequear muchas veces si dejo la llave de luz o de gas cerrada.
Racionalmente se justifica diciendo que es por una cuestión de seguridad, sin embargo, hay un punto que deja de ser por seguridad y deja de ser esa la razón por la cual realizan esa acción obsesiva, sino que, la acción obsesiva esta sostenida en una compulsión. Existen las otras acciones obsesivas que a simple vista son mucho menos justificables racionalmente ej.: el borde de las baldosas. Allí, se puede ir desplazando la obsesión, pero no suprimir.
Retomando el ejemplo, estos rituales están en relación a su vivenciar sexual infantil, que tiene que ver con su acercamiento edípico hacia el padre, estos tirantes con la madre y el reloj que tiene que ver con cierta regulación femenina y el latir del clítoris. Es decir, suprime todo lo referido a su sexualidad. En el caso de los floreros y vasijas eran elementos relacionados a la mujer, ceremonial de casamiento. Por otra parte, con respecto a que no permite que se cierren las puertas que, ella pretende estorbar las relaciones sexuales entre sus padres y con esto impedir la posibilidad de tener un hermanito/a, remitiendo a la problemática edípica.
Entonces, lo que quiere Freud quiere mostrar es como de alguna manera los pensamientos se van desplazando, pero hay algo compulsivo que se le impone y si no se da de ese modo lo que aparece es la angustia. Resumiendo lo principal es que, los síntomas neuróticos poseen un sentido al igual que las operaciones fallidas y los sueños. Asimismo, están en íntima relación con el vivenciar del paciente y encontró una correspondencia entre el ceremonial y la fantasías que le revela la interpretación, no es una única fantasía la que se le presenta sino toda una serie de ellas. Por otro lado, en el ceremonial se reflejan los deseos sexuales de la paciente ya sean en sentido positivo o negativo. Es decir, pueden ser sustitutos de deseos o una defensa frente a él. Es posible observar como el síntoma está ligado a lo pulsional que emerge y se satisface allí. También, los síntomas tienen un sentido, un sentido desplazado, desfigurado, sustituido por lo que la libido va recorriendo otros caminos, pero es un sentido que por vía del trabajo analítico puede ser descifrado.
Practico Unidad VII
VII. Más allá del principio de placer: pulsión de muerte.
a) Homeostasis, repetición y compulsión de repetición. b) Fort-da: lo que resta. Transferencia: lo olvidado y reprimido. Los sueños traumáticos: el eterno retorno de lo igual. c) Energía libre. Energía ligada. d) La perforación de la protección antiestímulo: el fracaso de la ligazón. e) Una ganancia de placer de otra índole, primaria e independiente del principio de placer. f) El segundo dualismo pulsional. g) El masoquismo erógeno primario.
Referente clínico: sueños traumáticos, Fort-Da y repetición en la transferencia. Referente clínico: sueños traumáticos, Fort-Da y repetición en la transferencia. Bibliografía:
Freud, S.: Más allá del principio de placer (puntos I, II, III, IV, V y VI), A.E., XVIII, 11, 12-17, 18-23, 24-33, 34-6, 42 y 59 n.27.
Freud, S.: 32º Conferencia. Angustia y vida pulsional, A.E., XXII, 98-103.
Freud, S.: 29º Conferencia. Revisión de la doctrina de los sueños, A.E., XXII, 26-8. Freud, S.: El malestar en la cultura (cap. VI), A.E., XXI, 113-115.
Freud, S.: El problema económico del masoquismo, A.E., XIX, 166-171.
Vamos a comenzar hoy esta nueva Unidad, trabajando con un texto clave de la teoría freudiana. “Mas allá del principio de placer”, de 1920. Este texto es clave porque implica una apertura conceptual decisiva para comprender los fenómenos de la clínica, es decir, de las cuestiones que se presentan en los tratamientos psicoanalíticos y que se expresan en términos de obstáculos a la curación, pero que al poder leerlos y comprenderlos gracias a los conceptos construidos, se permite relanzar el proceso de la cura.
Por dicho motivo es tan importante este texto, porque implica un viraje conceptual, y un cambio de pregunta, en relación a las cuestiones que se ponen en juego en un análisis.
Si bien en 1900 Freud se preguntaba sobre cómo se constituyen y se curan los síntomas, y la configuración del primer modelo de aparato psíquico, que establece en La Interpretación de los sueños es un modo de respuesta a dicha pregunta, posibilitando así, una lógica de trabajo psíquico, en un aparato constituido por representaciones, a medida que fue avanzando en sus investigaciones, se encontró con ciertos conceptos que dieron cuenta de cierta dimensión psíquica que es irreductible e imposible de absorberse desde el campo representacional.
Esa dimensión tiene que ver con la pulsión en tanto desasida de la representación y que se expresa como aquello que resiste a ser trabajado terapéuticamente por la vía de la interpretación de las representaciones. Por eso la nueva pregunta que se hace en 1920 está centrada en los obstáculos a la curación, porque habrá que hacer de otro modo, mediante el manejo de la transferencia, con aquello que no es interpretable.
Es decir que una vez conceptualizado al síntoma, las formaciones del inconciente, y el método psicoanalítico como tal, a partir de 1920 se dedicó a pensar en situaciones que se presentan como obstáculos al interior del dispositivo psicoanalítico mismo.
En 1920 Freud introduce el concepto de pulsión de muerte, y veremos cuál es la relación de este, con el Principio de Placer, que hasta ese momento fue pensado como el regulador irrestricto del aparato anímico, sin dejar de tener en cuenta que el mismo principio de placer se instaló en la obra freudiana para fundar la originalidad del psicoanálisis.
Si bien vamos a plantear que el Texto de Mas allá no instala un nuevo principio, sí vamos a afirmar que destrona al principio de placer como el principio regulador irrestricto del aparato anímico, pero tiene que quedar bien claro que no es que se instala un nuevo principio
En cambio, no podemos decir lo mismo acerca del salto que significó el pasaje del principio de constancia al principio de placer. El principio de placer sí va a romper, va a destituir al principio de constancia, del cual se valía Freud, antes de 1900, antes de la Interpretación de los sueños, para pensar la regulación de los procesos anímicos, principio que remitía a la concepción de un organismo homeostático, posible de descargar su tensión a cero.
A modo de repaso, para asentar nuestras bases conceptuales, les propongo hacer el recorrido que hace Freud para establecer el principio de placer como regulador del aparato hasta llegar a tener que afirmar Un más allá de dicho principio.
1. del principio de constancia al principio de placer.
Podemos afirmar que, en los primeros trabajos de Freud, hasta 1900, no contamos con la formalización de un modelo de aparato psíquico. En su primera época Freud se vale del esquema del arco reflejo proveniente del campo de la biología para explicar el decurso de los procesos anímicos.
En Estudios sobre la histeria, año 1895 Freud decía que, si un ser humano experimenta una impresión psíquica, en su sistema nervioso se acrecienta una suma de excitación, y que en todo individuo existe un afán, para conservar su salud, de empequeñecer esa suma de excitación. El principio de Constancia sería una tendencia del aparato psíquico a mantener niveladas las cargas, y el recurso para mantener la homeostasis es la descarga. Decía que, si la descarga no fuera eficaz, algo de esa impresión psíquica quedará en el aparato psíquico y tendrá valor traumático, porque fue algo que ingresó al aparato y no se pudo descargar. A esta altura, los síntomas eran traumas psíquicos incompletamente abreaccionados.
Los modos de descarga que proponía eran tres: La palabra, la reacción motriz o la elaboración psíquica. Por ejemplo, el llanto podría ser un modo de descarga de una emoción intensa, o responder con una ofensa a una agresión recibida.
En esa misma época enunciaba la hipótesis auxiliar: En las funciones psíquicas cabe distinguir algo (monto de afecto, suma de excitación) que tiene todas las propiedades de una cantidad, algo que es susceptible de aumento, desplazamiento, y descarga, y se difunde por las huellas mnémicas de las representaciones como lo haría una carga eléctrica por la superficie de los cuerpos.
Entonces vemos que el método terapéutico solidario de la teoría en ese momento era el método catártico, que se sostenía en la idea de homeostasis, método que posibilitaba la abreacción del afecto estrangulado en el momento de la vivencia efectivamente acontecida.
Decíamos al comienzo que, en 1900, en la Interpretación de los sueños, Freud animado por la pregunta por la producción y curación de los síntomas, por la producción de los sueños y por la lógica que está en juego en las formaciones del inconciente necesita postular un modelo de aparato psíquico y a su vez dar cuenta del principio que lo regula.
Freud afirmaba: Podríamos pensar que el aparato obedeció primero al afán de mantenerse en lo posible exento de estímulos, y por eso en su primera construcción adoptó el esquema del aparato reflejo que le permitía, descargar enseguida, por vías motrices, una excitación sensible que le llegaba desde afuera. Pero el apremio de la vida perturba esta simple función. A él debe el aparato también el envión para su constitución ulterior.
En un principio, antes del apremio de la vida podríamos pensar en el aparato como un arco reflejo
Entonces, desde la perspectiva de la biología teníamos el esquema del arco reflejo. 2 localidades. P M.
El apremio de la vida es el llamado al otro de los cuidados primordiales:
Pero el apremio de las grandes necesidades corporales va a producir en el niño una alteración motriz que va a ser interpretada por otro que lo va a asistir. Por la intervención de este otro se va a realizar la baja de tensión que va a dejar dos huellas. Una asociada a la necesidad o la tensión, y otra al cese de la misma. Esta experiencia va a ser la primera que va a calmar las necesidades del niño. Freud la llamó la vivencia mítica de satisfacción. Una segunda vez que el niño vuelva a necesitar calmarse va a tender a reinvertir la huella mnémica (hm) del objeto que lo calmó por primera vez.
Vimos que las consecuencias de esta vivencia son:
- la búsqueda de la identidad perceptiva, que funda el modo más íntimo de trabajo del aparato psíquico, que Freud va a llamar el proceso primario, sostenido en la tendencia de repetir, reinvertir la huella de la primera percepción de aquel objeto que calmó la primera necesidad,
- la búsqueda de la identidad de pensamiento, es decir el rodeo acorde a fines que el aparato tiene que hacer para no morir alucinando, es decir, lo que funda el proceso secundario, que no es otra cosa que un rodeo para el cumplimiento de deseo
Vimos que los dos modos de trabajo del aparato, el primario y el secundario son el germen de los sistemas icc y precc.
Y al Principio de placer y al deseo lo postulaba en el Pto. E del mismo texto del siguiente modo:
La acumulación de la excitación es percibida como displacer y el aminoramiento de la excitación es sentido como placer. A una corriente de esa índole producida dentro del aparato, que arranca del displacer y apunta al placer la llamamos deseo. Hemos dicho que solo un deseo y ninguna otra cosa es capaz de poner en marcha al aparato. Y que el decurso de la excitación dentro de este es regulado automáticamente por las percepciones de placer y displacer.
Otro modo en el que se pone en evidencia el principio de placer, como regulador del aparato es con los sueños de comodidad.
Si el sueño es el guardián del dormir, podemos ver la preservación del deseo sobre la necesidad y en este sentido la ruptura con el principio de constancia que regularía la satisfacción de la necesidad. Si tenemos sed y soñamos que bebemos agua del lago y no nos despertamos para tomar agua, es decir, para satisfacer la necesidad y descargar el estímulo, es porque el agua aparece como una representación. Queda con esto esclarecido como el aparato funciona con hambre de signos, de representaciones. Lo que se sacia no es la necesidad sino la reaparición de un signo.
Entonces ubicamos la tensión misma del placer de desear como distinta al placer asociado a la descarga del principio de constancia.
El referente clínico en esa época era la sobre determinación del síntoma, que ilustra la imposibilidad de descarga y de la reproducción de la escena última. La sobre determinación es el soporte que permite ubicar la asociación libre, y con este método, la apertura de la cadena inconciente, en su modo de trabajo primario.
Ahora bien, hasta acá, en 1900, tenemos el aparato de la primera tópica freudiana, es decir con sus sistemas Inconciente, preconsciente y consciente . Un aparato de representaciones. Con este aparato, el de la primera tópica, podemos dar cuenta de las formaciones del inconciente y del trabajo del proceso primario, con la condensación y el desplazamiento, y secundario.
20 años después Freud escribe Mas allá del principio de placer.
2. Del Principio de placer al más allá.
Decíamos entonces que el aparato de la primera tópica fue pensado para dar respuesta a las preguntas por la producción y la curación de los síntomas en tanto formaciones sustitutivas
Ahora bien, sabemos que Freud en el texto La represión trabajó los destinos de la dimensión representacional de la pulsión, en sus distintas configuraciones sintomáticas, y por otro lado ubicó que lo que fracasa en el proceso de la represión va a tener que ver con el destino del monto de afecto, que particularmente se transpone en angustia.
Entonces, acá viene nuevas preguntas: ¿Qué lugar de inscripción tiene la angustia en la primera tópica freudiana?
Veremos que esa angustia no tiene inscripción, y que por eso se va a ver llevado a construir luego una segunda tópica, con las instancias Ello, yo y super yo en 1923.
En Más allá del principio de placer, Freud se va a centrar en esa dimensión del monto de afecto de la pulsión, no ligada a representaciones, que se presenta como obstáculo en la clínica.
Podemos encontrar sus antecedentes conceptuales como aquello que no tenía inscripción en la primera tópica en:
En Mas allá del principio de placer, Freud va a trabajar fundamentalmente La compulsión de repetición en tres referentes clínicos, el juego infantil del Fort Da, los sueños traumáticos y la compulsión de repetición en transferencia.
A partir de situar la compulsión de repetición, va a introducir el concepto de pulsión de muerte, que hace referencia justamente a lo no ligado al campo de las representaciones.
En relación al principio de placer, Freud afirma que hay una tarea previa que el aparato tiene que hacer para que el principio de placer pueda operar. Y esa tarea va a ser la de procesar algo psíquicamente desagradable y eso desagradable va a tener que ver lo que Freud llama el peligro exterior, y lo no ligado.
Los referentes clínicos nos ayudaran a entender el funcionamiento del aparato, y los conceptos construidos.
13. Más allá del principio de placer: sus antecedentes; pulsión de muerte.
a) Homeostasis, insistencia y compulsión de repetición. b) Neurosis de guerra: terror, sorpresa. c) Juego infantil: repetición en calidad de juego de una vivencia penosa. d)Transferencia: la compulsión de repetición. Referente clínico: el fort-Da y el giro que introduce en la práctica el más allá.
Bibliografía:
Freud, S.: Más allá del principio de placer (cap. II y III), A.E., XVIII, 12-17 y 18-23. Freud, S.: Recordar, repetir, reelaborar, A.E., XII, 145-57.
Es importante diferenciar en la transferencia la repetición de los reprimido de la compulsión de repetición. En Más allá del principio de placer es posible encontrar un desdoblamiento de lo que se repite, esa otra dimensión que Freud llama compulsión de repetición. Para ello es importante recordar, el pasaje de la descarga motora y la homeostasis del organismo, al placer de desear y la tensión del deseo, del principio de constancia al principio de placer. Luego, una vez introducido el concepto de pulsión (esa exigencia de trabajo para los psíquico), es posible ubicar su articulación al aparato psíquico, al sistema inconsciente, permitiendo su funcionamiento. También, se ubica allí el proceso primario, la movilidad de las investiduras favoreciendo el retorno de lo reprimido, campo de la insistencia de lo reprimido. En este objetivo, de diferenciar la repetición de la compulsión de repetición, Freud distingue la insistencia de lo inconsciente reprimido de la compulsión de repetición. Freud deja de lado la pregunta ¿Cómo se constituyen los síntomas y su modo de abordaje? A una nueva pregunta: ¿Cuáles son los obstáculos que impiden la curación analítica?
La compulsión de repetición en transferencia
Freud nombra la compulsión de repetición, sin embargo, está no tiene el alcance conceptual que adquirirá a partir de 1920. La repetición en transferencia en su vínculo con la resistencia implica límite al recuerdo, pero dicha repetición se juega dentro del campo de las representaciones. En dicho campo se ubica la insistencia de lo reprimido dentro de un aparato de representaciones regulado por el principio de placer.
Es importante recordar que Freud hace advierte de los cambios que ha experimentado las metas de la técnica psicoanalítica. Al iniciar, Freud habla de las profundas alteraciones que la técnica psicoanalítica sufrió desde sus comienzos. Al principio en la fase de la catarsis, recordar y abreaccionar eran las metas que se procuraba alcanzar con ayuda de la hipnosis. Luego, se renuncia a ella y pasó a primer plano la tarea de corregir mediante las ocurrencias libidinales lo que el paciente no podía recordar. Entonces, se pone un juego de resistencia, la cual se pretendía sortear mediante la interpretación y la comunicación de sus resultados al enfermo. Además, se mantenía el enfoque sobre la formación del síntoma, la abreacción era relegada y sustituida por el gasto de trabajo que el analizado tenía que prestar a vencer las críticas a sus ocurrencias.
Luego, plasma a la técnica que consiste en renunciar a enfocar un momento o problema determinado, se escucha lo que analizado presenta cada vez, se trata mediante el arte interpretativo de discernir las resistencias que se recortan en el paciente y hacerlas consientes. Una vez dominadas, ya puestas al descubierto, el paciente narra las situaciones y nexos olvidados. Además, plantea que la meta en ambas técnicas ha permanecido idéntica. En términosdescriptivos llenar las lagunas del recuerdo, en términos dinámicos vencer las resistencias de represión. No obstante, el recordar en la hipnosis cobraba una forma muy simple, el paciente se trasladaba a una situación anterior que, no parecía confundir nunca con la situación presente. Entonces, cuando se aplica la nueva técnica, queda muy poco o nada de aquella situación alentadora. El signo distintivo es que el paciente no recuerda general nada de lo reprimido, sino que lo actúa, no lo reproduce como recuerdo, sino como acción, es decir, lo repite sin saber que lo hace. Muchas veces el paciente comienza la cura con una repetición así, convocado a someterse a la regla fundamental dice que no se le ocurre nada. Plantea que, esta compulsión de repetición como llamó por momento en este texto (Recordar, repetir y relaborar) es su manera de recordar.
Freud dice que, repite lo reprimido, la repetición está articulada al retorno de lo reprimido. Lo reprimido retorna en la transferencia, la repetición le pone límite al recuerdo (a la vía de la rememoración). Surge la resistencia, cierre del inconsciente. La repetición queda aquí articulada al campo de las representaciones, a la represión y por lo tanto a la memoria inconsciente. Insistencia del inconciente dinámico que, en lugar de recordar se actúa.
Entonces, se pregunta por la relación entre repetición herencia y resistencia. Hay que estar preparados para que el analizado se entregue a una repetición así, participa allí la resistencia. Mientras mayor sea esta, tanto más será sustituido el recordar por el actuar (repetir). Si la cura comienza bajo una transferencia positiva, esto permite como en el caso de la hipnosis, una profundización en el recuerdo. Vía desplazamiento del retorno de lo reprimido en las formaciones del inconsciente, se produce el despliegue de la cadena asociativa, transferencia como motor de la cura. Sin embargo, si la transferencia se vuelve hostil o hiperintensa, el recordar deja sitio al actual, se detiene el desplazamiento de la cadena de recuerdos, cierre del inconsciente, momento de detención de las asociaciones. A partir de este momento las resistencias comandan la secuencia de lo que se repetirá, transferencia como obstáculo. El analizado repiten en lugar de recordar, repite bajo las condiciones de la resistencia. ¿Que repite u actúa? Lo reprimido, sus inhibiciones, el pasado olvidado y sus síntomas. Debemos tratar su enfermedad, no como un episodio histórico, sino como poder actual y los síntomas adquieren un nuevo significado transferencial, se consigue sustituir su neurosis ordinaria por una neurosis de transferencia. En este momento la idea de Freud es mudar la repetición en recuerdo a través del manejo de la transferencia, de las acciones de repetición en transferencia al despertar de los recuerdos vencidas las resistencias.
Ahora bien, en algunos momentos Freud usa el término repetición y en otra compulsión de repetición, pero aún no aparece diferenciado. Si bien la idea de repetición como lo que vuelve a pasar por los mismos circuitos está presente casi desde el comienzo, es en relación al concepto de transferencia donde la repetición se recorta como una pieza fundamental de esta, denota su aspecto de resistencias, se verifica en cese de las asociaciones y en el actuar que sustituye al recuerdo. Lo que no se puede recordar esta tarea del análisis vencidas las resistencias otorgarle a lo que se repite en acto, textura de recuerdo.
Freud menciona junto a la transferencia hostil, la transferencia hiperintensa. Ambas funcionan como resistencias, la transferencia hiperintensa se refiere a erótica reprimida. Cuando Freud plantea sobre el amor de transferencia, aquellas personas de un apasionamiento elemental, que no toleran subrogados, nombran ese punto de obstáculo particular que dan cuenta de la emergencia de elementos pulsionales, que en otro tipo de presentaciones quedan más veladas u ocultas. Ejemplificando con los pacientes, se vislumbra el amor de transferencia los vuelve recalcitrantes e indóciles y lo lleva a plantear a la altura de los escritos técnicos, el fracaso de la cura. Es posible leer retroactivamente en esta referencia, un punto de obstáculo de otro orden. Resistencias donde aparecen elementos heterogéneos a las representaciones, un anticipo de la compulsión a la repetición.
Entonces, luego de todo esto, la repetición cobra otra magnitud y un importante papel como obstáculo a la cura. Sin embargo, nada de esto lo lleva a un a pensar por fuera del principio del placer, esa otra dimensión (la compulsión de repetición) será recién en 1920 se ubicará Más allá del principio de placer.
Es en el texto Más allá del principio de placer donde se ubica la compulsión de repetición de transferencia, va a servir como para el desarrollo. (Freud deja de lado la pregunta ¿Cómo se constituyen los síntomas y su modo de abordaje? A una nueva pregunta: ¿Cuáles son los obstáculos que impiden la curación analítica?) . Es decir, inicia el giro a la segunda tópica, son los obstáculos que impiden la curación analítica aquello que ocupara el interés de Freud.
“Veinticinco años de trabajo intenso han hecho que las metas inmediatas de
la técnica psicoanalítica sean hoy por entero diversas que al empezar.” Pág.18
Ubica allí, un primer momento de la cura que define como arte de interpretación. Se trataba de instar al enfermo a corroborar la comunicación del inconsciente mediante su propio recuerdo ya que, la simple comunicación por parte del analista no solucionaba la tarea terapéutica (hacer consciente lo inconsciente, llenar las lagunas del recuerdo). Es decir, se sostiene la teoría del recuerdo, planteo solidario a la concepción de un inconsciente en términos descriptivos.
Empero, la meta propuesta (el devenir consciente de lo inconsciente) tampoco podía alcanzarse por este camino. El enfermo puede no recordar todo lo que hay en él de reprimido más bien, se ve forzado a repetir lo reprimido como vivencia presente en vez de recordarlo. Esta reproducción tiene por contenido un fragmento de la vida sexual infantil, por tanto, del complejo de Edipo y sus ramificaciones y se certifica en el terreno de la transferencia.
“Cuando en el tratamiento las cosas se han llevado hasta este punto, puede decirse que la anterior neurosis ha sido sustituida por una nueva, una neurosis de trasferencia. (…) Por lo general, el médico no puede ahorrar al analizado esta fase de la cura; tiene que dejarle revivenciar cierto fragmento de su vida olvidada, cuidando que al par que lo hace conserve cierto grado de reflexión en virtud del cual esa realidad aparente pueda individualizarse cada vez como reflejo de un pasado olvidado. Con esto se habrá ganado el convencimiento del paciente y el éxito terapéutico que depende de aquel.” Pág. 19
Entonces, se observa un desarrollo similar al de recordar, repetir y reelaborar que nos permitirá ubicar un segundo momento de la cura. Es importante aclarar algunas novedades, por un lado, el paciente se ve forzado a repetir lo reprimido, por el otro aparece la mención ala vida sexual infantil (que involucra a la pulsión) asociada al complejo de Edipo.
Entonces, un segundo momento de la cura que podría llamarse como descubrir las resistencias de represión. En términos dinámicos la meta de la técnica consistía en vencer las resistencias de represión, consideración dinámica de inconciente donde inconsciente = reprimido, se manifiesta la resistencia, repetición en transferencia y se produce en el cierre del inconsciente, se trata de las resistencias de represión, interrogables que vi al manejo de transferencia podrán relanzar la cadena asociativa nuevamente, aparece un límite al recuerdo.
“Para hallar más inteligible esta «compulsión de repetición» que se exterioriza en el curso del tratamiento psicoanalítico de los neuróticos, es preciso ante todo librarse de un error, a saber, que en la lucha contra las resistencias uno se enfrenta con la resistencia de lo «inconciente». Lo inconciente, vale decir, lo «reprimido», no ofrece resistencia alguna a los esfuerzos de la cura; y aun no aspira a otra cosa que a irrumpir hasta la conciencia —a despecho de la presión que lo oprime— o hasta la descarga —por medio de la acción real—.” Pág. 19 (Diferencia entre compulsión de repetición y repetición de la represión)
Es decir, Freud plantea que necesario hallar más inteligible esta compulsión de repetición que se exterioriza en el curso del tratamiento psicoanalítico de los neuróticos. Se reconoce cierta dificultad para ubicar el lugar correcto de esta compulsión de repetición y su relación al principio de placer. Por lo tanto, es necesario hacerla comprensible, para pensar en esta compulsión de repetición Freud empieza introducir lo que en 1923 formalizará en la segunda tópica: el núcleo inconsciente del yo. Asimismo, la pregunta girará en torno de lo que insiste y de lo que resiste, resistencia que comenzará a tomar otro estatuto. También al final de dicha cita plantea el retorno de lo reprimido, del inconsciente reprimido, ya sea bajo la forma de una representación sustitutiva, en el despliegue de la cadena asociativa, o sea bajo la forma de la repetición en acto. En ambos casos se trata de la insistencia de lo reprimido que, Freud no duda en ubicar dentro del imperio del principio del placer. Ahora bien, ¿qué es lo que causa esta repetición? ¿Qué es lo que se resiste en lo que se repite?
¿Freud abandona la idea de la resistencia como aquella fuerza que se opone al devenir consciente de las representaciones reprimidas que, se presentan la repetición que impide el recuerdo, aquella fuerza que mantiene la represión? No, seguirá la resistencia de represión vinculada a lo reprimido inconsciente, pero la pregunta ahora será otra.
Freud ubica que en el interior del yo es mucho lo inconscientemente, justamente lo puede llamarse el núcleo del yo, anticipo de un inconsciente no reprimido, allí parece ubicar lo que resiste. Entonces, desde esta diferenciación en el yo que podemos hallar más inteligible compulsión de repetición. Rectificando, la insistencia del inconsciente reprimido, por un lado, resistencia del núcleo inconsciente del yo por el otro. Vale aclarar nuevamente, Freud no abandona su teorización sobre el concepto resistencia, sino que comenzará a producir una reformulación a partir de 1920, reformulación que tendrá su desarrollo y lo llevará a plantear otra dimensión de las resistencias.
Luego, plantea que la resistencia del yo consciente y preconsciente, no hay duda que están al servicio del principio del placer. En efecto, este trata de ahorrar el displacer que se excitaría por la liberación de lo reprimido, entonces, la pregunta se dirige a este punto: ¿Qué relación guarda con el principio de placer, la compulsión de repetición? (La exteriorización forzosa de lo reprimido.)
El primer intento de respuesta, Freud dice que la compulsión de repetición hacer revivenciar no pude menos que provocar displacer para el yo, puesto que, saca a la luz operaciones de mociones pulsionales reprimidas. No contradice al principio de placer, es displacer para un sistema y al mismo tiempo placer para el otro. Se refiere entonces, a la liberación de lo reprimido inconsciente la pulsión se articula el inconsciente y permite su despliegue, lo que de lo pulsional está ligado a las representaciones, funcionamiento del proceso primario, energía libremente móvil que se desplaza en una representación a otra, movilidad de las cargas dentro del campo de las representaciones y del principio de placer.
A partir de esto, Freud toma otro enfoque respecto a la compulsión de la repetición y la posibilidad de que la misma lo conduzca a suponer que en la vida anímica existe realmente una compulsión de repetición que, se instaura más allá del principio de placer, momento en que se produce un desdoblamiento de lo que se repite. Además, la compulsión de repetición se hará inteligible Entonces, el hecho nuevo y asombroso es que la compulsión de repetición devuelve vivencias pasadas que no contienen posibilidad alguna de placer, una compulsión empuja la repetición en transferencia de lo que nunca fue placentero para ningún sistema (para ninguna de las instancias psíquicas). Asimismo, permite salir de la explicación “lo que es placer para un sistema y displacer para el otro”, anterior modo de respuesta a algunos de los obstáculos que se presentaban en la clínica. También, este hecho lo vincula a que, el florecimiento sexual infantil estaba destinado a sepultarse.
“Ese florecimiento se fue a pique a raíz de las más penosas ocasiones y en medio de sensaciones hondamente dolorosas.” Pág. 20
Freud habla del fracaso, del dolor y de la amada espera de una satisfacción.
“Ahora bien, los neuróticos repiten en la trasferencia todas estas ocasiones indeseadas y estas situaciones afectivas dolorosas, reanimándolas con gran habilidad. Se afanan por interrumpir la cura incompleta, saben procurarse de nuevo la impresión del desaire, fuerzan al médico a dirigirles palabras duras y a conducirse fríamente con ellos, hallan los objetos apropiados para sus celos, sustituyen al hijo tan ansiado del tiempo primordial por el designio o la promesa de un gran regalo, casi siempre tan poco real como aquel.” Pág. 21
Entonces, nada de lo que describe pudo provocar placer, esa experiencia se hizo en vano, se la repite, una compulsión esfuerza a ellos.
Recordar: que al iniciar este capítulo asocia la vida sexual infantil con el complejo de Edipo. Freud planteará en el texto el sepultamiento del complejo de Edipo (texto de seminario), allí dice que el complejo de Edipo se sepulta, se va a pique a raíz de su fracaso, como resultado de su imposibilidad interna. ¿Cómo entender esta imposibilidad interna con los términos que dispuestos hasta ahora? La renuncia pulsional implica que la satisfacción toda no es posible, esta pérdida para el ser hablante. La imposibilidad interna es posible leerla como imposibilidad de satisfacción plena que, tal como plantea Freud, imposibilidad de satisfacción plena resta el esfuerzo, lo que empuja como exigencia de satisfacción. El aparato psíquico contiene esa exigencia pulsional, ese esfuerzo que da cuenta de tendencias que, serían más originarias que el principio de placer e independientes de él. Entonces, fracaso e imposibilidad son términos que permiten rastrear este hecho nuevo y asombroso, para dimensionar estatuto de la compulsión de repetición. Reiterando, el hecho nuevo y asombroso es que nada pudo provocar placer, esta experiencia se hizo en vano, se la repite, una compulsión esfuerza a ello. Se trata de acción de pulsiones que empujan la repetición.
Aquello que aparece en la compulsión de repetición en transferencia, en verdad, está aludiendo a aquello pulsional que no entra en el campo representacional que, no es asimilable por la vía de las representaciones. Desde esta perspectiva, la cuestión de señalar que lo que se repite compulsivamente remite a una perdida estructural y que alude a un fracaso por una imposibilidad interna, un imposible por estructura, imposibilidad de satisfacción plena.
Retomando, el hecho nuevo y asombroso es que la compulsión de repetición en transferencia devuelve vivencias que conllevan una satisfacción pulsional que luego denominara masoquista que no cae bajo el imperito del principio de placer. Luego, dirá que esta compulsión de repetición es para nosotros un estorbo terapéutico, un obstáculo a la cura, nueva dimensión de la resistencia, como resistencia del núcleo inconciente del yo. Se inaugura con la compulsión de repetición el tercer momento de la cura que, incluirá nuevas reformulaciones que la clínica exige.
“Eso mismo que el psicoanálisis revela en los fenómenos de trasferencia de los neuróticos puede reencontrarse también en la vida de personas no neuróticas. En estas hace la impresión de un destino que las persiguiera, de un sesgo demoníaco en su vivenciar; y desde el comienzo el psicoanálisis juzgó que ese destino fatal era autoinducido y estaba determinado por influjos de la temprana infancia. La compulsión que así se exterioriza no es diferente de la compulsión de repetición de los neuróticos, a pesar de que tales personas nunca han presentado los signos de un conflicto neurótico tramitado mediante la formación de síntoma.” Pág. 21
Con la denominación de personas no neuróticas, Freud intenta discernir una modalidad del padecimiento que no se presenta por la vía del síntoma como testimonio del conflicto. Además, ubica el eterno retorno de lo igual y Freud advierte en este sesgo demoniaco también una satisfacción pulsional (que luego denominara masoquista) y que, se instaura más allá del principio de placer.
“En vista de estas observaciones relativas a la conducta durante la trasferencia y al destino fatal de los seres humanos, osaremos suponer que en la vida anímica existe realmente una compulsión de repetición que se instaura más allá del principio de placer. Y ahora nos inclinaremos a referir a ella los sueños de los enfermos de neurosis traumática y la impulsión al juego en el niño.” Pág. 22
El sueño traumático y el juego infantil, ambos cuestionan el supuesto de que el recurso de los procesos anímicos es regulado automáticamente por el principio de placer. Ambos y con sus diferencias testimonian de una ruptura del principio de placer, de una exterioridad al mismo. Respecto del juego infantil, ubica la impulsión al mismo, es decir, el Fort solo que, se repite incansablemente. En el Fort solo, se ubica la compulsión de repetición que se instaura más allá del principio del placer. El sueño traumático es el caso menos dubitable, estos sueños obedecen a la compulsión de repetición que se instaura más allá del principio de placer y las enigmáticas tendencias masoquistas del yo, deja esbozado un operador conceptual que solo posteriormente va a tener un alcance estructural, el masoquismo.
“Lo que resta es bastante para justificar la hipótesis de la compulsión de repetición, y esta nos aparece como más originaria, más elemental, más pulsional que el principio de placer que ella destrona.” Pág. 23
Compulsión de repetición en transferencia, sueños de las neurosis traumáticas e impulsión al juego en el niño revelan en el núcleo mismo del aparato psíquico algo exterior al principio de placer. Atestiguan de tendencias situadas más allá de este, tendencias que serían más originarias que el principio de placer e independientes de él. La compulsión de repetición es más originaria, más elemental y más pulsional que en principio de placer que ya destrono.
Por último, la compulsión de repetición como repetición de lo no ligado se diferencia de la repetición de lo reprimido, del retorno de lo reprimido. Compulsión de repetición es instaura más allá del principio de placer, se pone en juego lo inasimilable, lo exterior al campo de las representaciones, lo que de la pulsión no está ligado a las representaciones, luego lo llevara a postular la pulsión de muerte como estímulos interiores no ligados. Se trata de un nuevo limite imposible de ser ligado, este nuevo límite, requería incluir en el aparato ese elemento exterior a las representaciones.
Seminario Unidad 8 clase 1
VIII. El complejo de Edipo y el complejo de castración.
a) El complejo de Edipo: la madre como la primera seductora del niño. b) La castración en la madre. c) La significación del complejo de castración: el primado del falo. d) El padre como agente de la castración. e) Las equivalencias simbólicas. f) Fantasía, fantasmas primordiales. g) Lo que resta del complejo de castración como secuela: la cicatriz que el complejo de Edipo deja tras su expiración. Referentes clínicos: el pequeño "Hans", “Pegan a un niño”.
Bibliografía:
Freud. S.: Esquema del psicoanálisis, A.E., XXIII, 187-94. Freud, S.: Inhibición, síntoma y angustia, A.E., XX, 123-24. Freud, S.: La organización genital infantil, A.E., XIX, 145-49.
Freud, S.: 23o Conferencia: Los caminos de la formación de síntoma, A.E., XVI, 334-343. Freud, S.: Pegan a un niño, A.E., XVII, 177-200.
Freud, S.: Psicología de las masas y análisis del yo (cap. VII), A.E., XVIII, 99-104. Bibliografía electiva:
Sófocles: Edipo Rey, Tragedias, 145-213, Editorial Edaf, Madrid, 1985.
Freud, S.: Inhibición, síntoma y angustia (cap. XI. Addenda, puntos b y B), A.E., XX, 150-2 y 154 7.
Freud, S.: Tótem y tabú (IV. El retorno del totemismo en la infancia: puntos 5 y 6, A.E., XIII, 142- 148 y 148-152.
Antes que nada, “madre” y “padre” remiten a una función, son lugares simbólicos en la medida que se trata de funcione, es decir, no necesariamente tiene que coincidir con sexo. Por otra parte, las palabras pene y vagina remite específicamente al pene o a la vagina, pero en otras oportunidades y vagina van a referir a tener o no tener, fálico o castrado.
Complejo de Edipo y complejo de castración
¿Qué es un complejo? ¿Complejo es lo mismo complicado? Un sistema complejo está compuesto por varias partes interconectadas o entrelazadas cuyos vínculos crean información adicional no visible ante el observador como resultado de las interacciones entre elementos iguales o similares entre sí. Por otra parte, un problema es complejo porque su nivel de complejidad es alto. Real Academia Española el término complicado está definido a una persona, como alguien difícil de entender y si se trata de una cosa enmarañada o también difícil de entender. También dice que, se compone de elementos diversos y que viene del latín complexus, participio del verbo complecti (abarcar, rodear, enlazar completamente). Entonces, un complejo es un nudo de relaciones del cual participan distintos elementos.
Este relato Freud lo utiliza para evidenciar algo que el ubica en el texto que es una situación por la que todos los niños y niñas están destinados a pasar y que es una vivencia central en el período de la infancia.
“Todos ustedes conocen la saga griega del rey Edipo, condenado por el destino a matar a su padre y a tomar por esposa a su madre; hace todo lo posible por sustraerse de la sentencia del oráculo, y, por último, al enterarse de que sin saberlo ha cometido esos dos crímenes, se castiga cegándose. Espero que muchos de ustedes hayan vivenciado en sí mismos el conmovedor efecto de la tragedia donde Sófocles trata este asunto. La obra del dramaturgo ateniense no hace sino figurar el proceso por el cual el crimen de Edipo, cometido hace tiempo, se revela poco a poco, merced a una indagación diferida con maestría y desplegada mediante nuevos y nuevos indicios; en esa medida, tiene cierto parecido con la marcha de un psicoanálisis. En el curso del diálogo, sucede que la obnubilada madre-esposa Yocasta se resiste a que prosiga la indagación. Invoca el hecho de que a muchos hombres les es deparado cohabitar en sueños con su madre, pero los sueños merecen ser tenidos en poco. Nosotros no los tenemos en poco, al menos a los sueños típicos, aquellos que sobrevienen a muchos hombres, y no dudamos de que el sueño mencionado por Yocasta se relaciona estrechamente con el contenido de la saga, que provoca horror y extrañeza”
Entonces, Edipo sabía que estaba destinado a matar a su padre y a casarse con su madre. Él hizo todo para evitarlo, pero finalmente y a pesar suyo, lo hace si él sin saber que lo estaba haciendo. Las tragedias griegas en general, narran historias fatales de infortunios y desgracias, haga lo que haga el personaje principal para evitar el desenlace fatal no lo logra. Es decir, tome el camino que tome, no puede evitar lo que el destino le depara. O sea que, hay algo que excede a la voluntad e intento de control por parte del sujeto humano, es decir, la tragedia nos introduce manera directa en la dimensión de lo inevitable, a diferencia del drama.
Es posible concluir que el complejo de Edipo es un nudo de relaciones entre la madre/el padre y el hijo. La versión más clásica y tradicional del complejo de Edipo se da de la siguiente manera: El complejo de Edipo seria la ligazón amorosa del niño, con el padre del sexo opuesto y la hostilidad contra el padre del mismo sexo. En esta versión hay tres términos, tres personajes, tres lugares: madre, padre, niño o niña. Además de elementos en un complejo hay relaciones, dado que estos elementos interactúan, entonces ¿En qué está interesado el niño? En la madre, en cometer el incesto ¿En qué está interesado el padre? En lo mismo que el niño, en su mujer ¿En qué está interesada la madre?1
“Destaquemos, para nuestros propósitos, lo siguiente: cuando en la infancia, antes de que advenga el período de latencia, el proceso ha alcanzado un cierto cierre, el objeto hallado resulta ser casi idéntico al primer objeto de la pulsión placentera oral, ganado por apuntalamiento [en la pulsión de nutrición]. Es, si no el pecho materno, al menos la madre. Llamamos a la madre el primer objeto de amor. Pág. 300
1
El varón quiere tener a la madre para el solo, siente molesta la presencia del padre, se enfada cuando la trata con cariño a la madre, se pone contento cuando el padre se va. A menudo expresa con palabras sus sentimientos, promete a la madre casarse con ella, etcétera.
¿Por qué es tan importante este asunto del Edipo? ¿Por qué Freud lo presenta como algo universal, que vale para todo humano? ¿Por qué todos estamos destinados a pasar por ahí? Es por la indefensión, la gran dependencia que tenemos el otro, la gran cantidad de años en la que un viviente depende enteramente de otro, ¿Esto porque se produce? justamente porque carecemos de instinto, el instinto guía a la conducta, los animales saben dónde se come donde se tiene relaciones sexuales. Por otro lado, en el mismo lugar engendra la pulsión y por otro lado después con introducción del narcisismo aparece el nudo del amor, respecto de esa relación del viviente con el otro.
Hablar de complejo de Edipo es referirse a las relaciones más tempranas del niño con la madre (el objeto primordial). A partir de esto, Freud mostro la fuerza de una primera seducción ejercida por la madre, a partir de los primeros cuidados. Es posible pensar al desarrollo de la libido como la consecuencia de la historia de esa relación de amor del niño y la madre, en tanto, es la historia de la sexualización del cuerpo a partir de esta relación que, por cierto, va a ser prohibida por excelencia. A esto se lo puede llamar prohibición del incesto, constitutiva de toda sociedad humana. La prohibición del incesto se posible pensarlo como un corte entre el niño y la madre, llevado a cabo por la función paterna y a eso se lo llamara castración.
1 la madre está interesada en el falo, el falo va a ser un elemento ordenador. ¿Qué significa esto? Complejo de castración
En las famosas teorías sexuales infantiles, la más famosa una premisa universal y sostiene que todos tienen pene, es una premisa que sostiene a las otras dos teorías. (Silogismo 19min). La característica principal de las premisas universales que lo que predican de conjunto vale para cada uno de los miembros de ese conjunto. La premisa siguiente la menor es una premisa particular toma un miembro particular conjunto mencionado en la premisa mayor. Como conclusión se afirma que se miembro en particular tiene la misma característica que todo el conjunto.
En las teorías sexuales infantiles, esas teorías son respuestas a una pregunta, esa pregunta es acerca de los acerca del origen. Inevitablemente el asunto va a recaer en la sexualidad, ya que, no hay forma de que existamos sino es a través de la unión de un óvulo y un espermatozoide.
Entonces, Freud dice que la principal de estas teorías es la premisa universal del falo, la creencia de infantil de la no diferencia entre los sexos.
Bueno, ¿Qué diferencia a un bebé de otro más allá de los rasgos faciales? Todos los bebés que nacen, tienen el mismo cuerpo, son todos muy similares y no se distingue el sexo. La única diferencia entre los cuerpos de los bebes es el pequeño órgano que sale de los varones. No es un órgano cualquiera ya que, tiene una capacidad que no tienen otros, que es la capacidad de erectarse.
En la premisa universal del falo, el pene no es el falo, el falo es mucho más que el pene, el falo simboliza el tener. Tiene un valor simbólico: tener, y el no tener va a ser representado por el concepto de castración, fálico/castrado remiten a la polaridad que se arma en la fase fálica del desarrollo de la libido. Se está toda la vida y en todos los ámbitos de la vida íntima atravesados por esta premisa. No se constituye únicamente en lo sexual sino también, en la lectura del mundo. Vale aclarar que, no es una posición binaria la sexual, sino que, a partir de ciertos binarismos (fálico/castado; tener/no tener) a partir de esa base que, si es una posición binaria, las posiciones en virtud de la sexualidad pueden ser mucho más amplias que ese binarismo del que parte.
Siguiendo con este tema, los niños en determinado momento su desarrollo (en el contexto de la investigación sexual infantil), creen que todos tienen pene y el que no tiene, es porque se lo sacaron. El niño varón portador de pene ve a una niña que no tiene pene, al estar regido por la premisa de que todos tienen, queda muy impactado y en un primer momento piensa que todavía no le creció. Luego, cae presa de miedo, ya piensa como otra posibilidad que lo tenía y se lo cortaron. A esa altura, los niños ya saben que el pene es un órgano que aporta mucho placer, ya que la masturbación comienza desde muy temprano. Entonces, el pene es un órgano muy valioso como proveedor de placer. Por otro lado, a esta altura los chicos ya saben lo que es ser castigados por algo que no hicieron como debían o una macana, en la cual le han quitado como forma de castigó algo que les gusta mucho. Paralelamente, los chicos se encuentran en la problemática Edípica. Entonces, el niño teme que en consecuencia de este deseo por su madre pueda ser castigado por su padre. Entonces, al ver el niño que la niña no lo tiene, va a pensar que se lo quitaron como castigo por haber sentido las mismas cosas que siente él (el deseo a su madre), quitado por su rival, el padre. Esto se llama amenaza de castración.
Freud también va a hablar del primado del falo, va hablar de fases. En el sentido de que sujeto debe irremediable y obligatoriamente a travesar. Además, durante esa fase aparece una estructura de relación novedosa. “Una fase es algo que se secuencia de tiempo de modo obligatorio más la emergencia de una relación nueva con los objetos”
En la investigación sexual infantil, Freud dice:
“En el curso de estas indagaciones el niño llega a descubrir que el pene no es un patrimonio común de todos los seres semejantes a él. (…) Es notoria su reacción frente a las primeras impresiones de la falta del pene. Desconocen esa falta; creen ver un miembro a pesar de todo; cohonestan la contradicción entre observación y prejuicio mediante el subterfugio de que aún sería pequeño y ya va a crecer, y después, poco a poco, llegan a la conclusión, afectivamente sustantiva, de que sin duda estuvo presente y luego fue removido. La falta de pene es entendida como resultado de una castración, y ahora se le plantea al niño la tarea de habérselas con la referencia de la castración a su propia persona. Los desarrollos que sobrevienen son demasiado notorios para que sea necesario repetirlos aquí. Me parece, eso sí, que sólo puede apreciarse rectamente la significatividad del complejo de castración si a la vez se toma en cuenta su génesis en la fase del primado del falo. 2 ” Pág. 147
Resumiendo, la cita, en primer lugar, sólo si el niño está inmerso en la etapa fálica puede experimentar la falta de pene en las niñas como castración y puede sentirse amenazado. La nota al pie aclara con respecto a la amenaza de castración que, en realidad empezamos a perder cosas desde que nacemos. Luego menciona las heces, que no deja de ser parte de un objeto, parte de uno mismo. Complejo de castración, el niño teme perderlo y la niña quiere tenerlo, esto se llama la envidia del pene.
2 Con acierto se ha señalado que el niño adquiere la representación de un daño narcisista por pérdida corporal ya a raíz de la pérdida del pecho materno luego de mamar, de la cotidiana deposición de las heces, y aun de la separación del vientre de la madre al nacer. Empero, sólo cabe hablar de un complejo de castración cuando esa representación de una pérdida se ha enlazado con los genitales masculinos.
VII. Más allá del principio de placer: pulsión de muerte.
a) Homeostasis, repetición y compulsión de repetición. b) Fort-da: lo que resta. Transferencia: lo olvidado y reprimido. Los sueños traumáticos: el eterno retorno de lo igual. c) Energía libre. Energía ligada. d) La perforación de la protección antiestímulo: el fracaso de la ligazón. e) Una ganancia de placer de otra índole, primaria e independiente del principio de placer. f) El segundo dualismo pulsional. g) El masoquismo erógeno primario.
Referente clínico: sueños traumáticos, Fort-Da y repetición en la transferencia. Bibliografía:
Freud, S.: Más allá del principio de placer (puntos I, II, III, IV, V y VI), A.E., XVIII, 11, 12-17, 18-23, 24-33, 34-6, 42 y 59 n.27.
Freud, S.: 32o Conferencia. Angustia y vida pulsional, A.E., XXII, 98-103.
Freud, S.: 29o Conferencia. Revisión de la doctrina de los sueños, A.E., XXII, 26-8. Freud, S.: El malestar en la cultura (cap. VI), A.E., XXI, 113-115.
Freud, S.: El problema económico del masoquismo, A.E., XIX, 166-171.
Mas allá del principio de placer. Capitulo IV
Recordemos que hasta acá lo que Freud viene planteando es cierta intuición de que si bien el aparato se rige por el principio de placer hay un más allá que, vamos a decir, no es otro principio. Sino que en el aparato psíquico existe algo que se escapa de la organización del principio de placer, algo que no obedece a esta tendencia de ganar placer y evitar el displacer.
Para poder dar cuenta de ese algo que está más allá, Freud trabajó tres referentes clínicos: los sueños traumáticos, el fort da y la compulsión de repetición en transferencia. Del estudio de esos tres referentes obtuvo que esto que está más allá del principio de placer responde a tendencias masoquistas del yo (que, vale resaltar, a Freud le resultan enigmáticas) y que son más originarias que el principio de placer más elementales e independientes de él. A estas tendencias Freud las puso en relación con algo que él comienza a ubicar como “lo no ligado”.
Todos estos desarrollos lo llevan a Freud a tener que realizar, entre otras, una reconceptualización del trauma y eso es lo que trabaja en el capítulo 4.
Entonces retomando sobre todo los sueños traumáticos y lo trabajado en relación al peligro y su relación con la angustia, el miedo y el terror, Freud va a intentar ahora dar cuenta del trauma en relación con “lo no ligado”.
Para eso nos propone pensar al aparato psíquico con la metáfora de una vesícula, la máxima simplificación posible de un organismo vivo.
Comienza a preguntarse como ocurre, cómo se construye, en el aparato psíquico la diferencia entre el adentro y el afuera, entre el interior y el exterior. En relación con eso, parte del supuesto de una vesícula indiferenciada de sustancia estimulable. Hay una parte de esta vesícula que, por su posición, puede pensarse como una superficie que funciona como órgano receptor de estímulos. En ese sentido, podríamos decir que la superficie de la vesícula está vuelta hacia el mundo exterior. Lo que Freud ubica igualmente es que esa superficie en sí misma no es la que diferencia el adentro y el afuera sino hasta que se convierte en una corteza. ¿Cómo es esto?
Freud dice que al ser esa superficie de la sustancia viva la que funciona como órgano receptor, llegado un momento, muere volviéndose una corteza. Una vez que hay corteza, hay adentro y afuera.
Lo podemos pensar como un callo en la mano. Una callosidad es aquella parte de la piel que muere en respuesta a un estímulo que puede ser el roce o la fricción excesiva. Esa zona de la vesícula en contacto continuo con estímulos exteriores muere formando una corteza. Esta corteza va a empezar a funcionar entonces como una barrera de protección antiestímulo, va a comenzar a filtrar los estímulos.
Dice Freud en la pág. 27 que esta membrana “hace que ahora las energías del mundo exterior puedan propagarse sólo con una fracción de su intensidad a los estratos contiguos, que permanecieron vivos. Y estos, escudados tras la protección antiestímulo, pueden dedicarse a recibir los volúmenes de estímulo filtrados.” Así agrega que “el estrato externo, al morir, preservó a todos los otros, más profundos, de sufrir igual destino, al menos hasta el momento en que sobrevengan estímulos tan fuertes que perforen la protección antiestímulo.” Por todo esto, termina concluyendo que “Para el organismo vivo, la tarea de protegerse contra los estímulos es casi más importante que la de recibirlos; está dotado de una reserva energética propia, y su principal afán tiene que ser, pues, preservarse del influjo de las energías hipergrandes que laboran fuera.”
Fijémonos así que él dice que el organismo vivo tiene su propia reserva energética, cuestión que en el aparato psíquico podríamos pensar en relación a la pulsión. Entonces, el desafío del aparato psíquico más que recibir estímulos-energías del exterior, es el de preservarse de que esos estímulos hiperpotentes no inunden el aparato. Es entonces con estas ideas que Freud va a reconceptualizar el trauma.
A partir de esta metáfora, el trauma se podría definir a partir de excitaciones externas que poseen la fuerza suficiente para perforar la barrera de protección antiestímulo, produciendo perturbaciones enormes en la economía energética del organismo.
Si esto ocurriese, si hubiese una perforación de la barrera antiestímulo que terminara con una perturbación económica en la energía del aparato entonces, dice Freud, quedaría abolido el principio de placer. Es decir, el trauma, lo traumático suspende el funcionamiento del principio de placer.
¿Qué hace entonces el aparato psíquico que está inundado de energía en estado no ligada? Freud dice que le quedan tres tareas:
El aparato debe dominar el estímulo, ligarlo psíquicamente y conducirlo a su tramitación.
A partir de lo que trabaja en este capítulo, y en relación con lo trabajado en el capítulo 2, podemos decir que dominar el estímulo está en relación con el apronte angustiado.
Recordemos que Freud había observado, trabajando la diferencia entre angustia y terror, que si había angustia no había terror. Freud nos había empezado a adelantar que, si hay angustia, si hay apronte angustiado hay preparación para el peligro y entonces no hay trauma.
¿En qué consiste este apronte angustiado? En sobreinvestir los sistemas recipientes. Es decir, la angustia en tanto estado de alerta, expectativa frente al peligro y preparación frente a él, supone una sobreinvestidura de los sistemas que reciben los estímulos. Supone un “fortalecimiento” de la barrera anti estímulos. Es por eso que Freud nos dice algo que se va a trabajar también en otros espacios de la materia, que es que la angustia es la última trinchera de la barrera antiestímulos. Si es la última es porque antes hay otras: a esas otras las podemos pensar como la inhibición y como el síntoma. Así, inhibición, síntoma y angustia son formas de la barrera anti estímulos que defienden contra el trauma.
Pero una vez que esas barreras “fracasaron” y entonces los estímulos hiperpotentes lograron atravesarlas dando lugar a la abnegación del aparato que leemos como trauma ¿qué hace el aparato? Tiene que ligar psíquicamente esa energía.
¿Qué significa ligar psíquicamente? Freud dice que “transportar desde el estado de libre fluir hasta el estado quiescente”. Es decir, enlazar esa energía a representaciones. Lo que en el sentido común pensamos como “ponerle palabras” a lo que pasó. Fijémonos, entonces, que el trauma supone “lo no ligado”, supone un quantum, una cantidad de energía que inunda al aparato y que no tiene representación, que no está anudado a las representaciones.
Por eso Freud pensó la repetición del sueño traumático como una fijación al trauma que funcionaba como intento de ligadura. Se repite lo displacentero, lo que no supone placer para ningún sistema, con el fin de ligar esa energía a representaciones y entonces poder restaurar el funcionamiento del principio de placer.
Damos un paso más: lo no ligado está en disyunción con lo reprimido. Para que algo pueda ser reprimido tiene que estar ligado, anudado a representaciones. Así puede haber proceso primario y proceso secundario. Lo no ligado no equivale entonces a la energía libre del proceso primario, que permite la condensación y el desplazamiento, sino que supone algo más independiente. Recordemos que en el proceso primario la energía es libre de desplazarse, pero lo hace entre representaciones, lo no ligado, en cambio, refiere a energía que está en el aparato sin haber sido enlazada nunca a representaciones. De allí que produzca una perturbación económica. Y de allí que la tarea del aparato sea la de ligar esa energía psíquicamente. Para ello se va a servir de la compulsión de repetición en tanto intento de ligadura.
Ahora bien, quizás ustedes se están preguntando “ok, todo esto vale para los estímulos externos, pero ¿qué pasa con los estímulos internos?”
Freud dice que para los estímulos internos no existe la barrera antiestímulos ni tampoco es posible la huida. Por eso en la página 31 afirma a que los estímulos internos se los tenderá a tratar como si no proviniesen desde adentro, sino desde afuera a fin de poder aplicarles el medio defensivo de la barrera antiestímulos. Freud nos está diciendo que, frente a los estímulos internos, se va a tender a tratarlos como externos. Eso tiene algo que ver con lo que en el sentido común se formula como “estás proyectando”. Nosotros más bien lo vamos a pensar como una transferencia. Se transfiere, se transpone al exterior, aquellos estímulos internos que no están ligados para ver si tratándolo como exterior se les puede aplicar la barrera antiestímulo.
De esta manera el aparato psíquico podría recuperar el dominio sobre estos estímulos.
Habiendo planteado todas estas cuestiones Freud concluye el capítulo 4, a modo de síntesis,
estableciendo que tenemos que pensar en el aparato psíquico una función que “sin contradecir al principio de placer es empero independiente de él y parece más originaria que el propósito de ganar placer y evitar el displacer”. En esa línea, en la página 32, agrega que “si existe un más allá del principio de placer habrá que admitir que hubo un tiempo anterior también a la tendencia del sueño del cumplimiento de deseo”.
En ese sentido, Freud nos aclara que cuando habla de tendencias más originarias que el principio de placer está pensando en algo anterior a la primera vivencia de satisfacción. Es decir, que, si pensar el más allá nos implica pensar en algo anterior a esa primera vivencia de satisfacción, conviene empezar a pensar la originalidad del trauma. Hay algo traumático que está desde el origen y que tiene un valor estructural.
En base a esto, vamos a concluir este capítulo realizando una pequeña disquisición: vamos a reservar el término “trauma” para referirnos a aquellas vivencias que, por factores accidentales, provenientes del exterior, rompen la barrera antiestímulos. Y vamos a usar “lo traumático” para pensar aquellas cuestiones estructurales en la constitución subjetiva, en la constitución del aparato psíquico en sí mismo.
Capítulos V y VI
Así como en el capítulo IV Freud vuelve sobre los sueños traumáticos, en el capítulo V lo hace sobre el juego infantil y la compulsión de repetición en transferencia. Vamos a ubicar brevemente algunas de estas cuestiones en relación a lo que ya fuimos trabajando en el capítulo anterior.
En la página 35 dice que el niño repite en el juego una vivencia displacentera como una forma de conseguir el dominio sobre la impresión. Por ello pensamos este tipo de juego infantil como una forma de elaboración que consiste en hacer activo lo vivido pasivamente. Está retomando así la idea de la compulsión de repetición como intento de ligadura.
Ahora bien, en la página 36 dice que en el analizado “resulta claro que su compulsión a repetir en la transferencia los episodios del periodo infantil de su vida se sitúa, en todos los sentidos, más allá del principio de placer.”
Pero antes de continuar, retomemos un poco de lo que trabajamos hasta acá.
Habíamos ubicado el proceso primario y el proceso secundario como los modos de funcionamiento del aparato psíquico en términos del imperio del principio de placer. Que haya proceso primario y proceso secundario supone que hay entramado representacional. En ese sentido, podemos pensar a la repetición como el reencuentro con la identidad, en la búsqueda de la ganancia de placer y la tendencia a evitar el displacer, tal cual lo trabajó Freud en La interpretación de los sueños.
Ahora bien, cando se produce en el aparato un fracaso de esta ligazón de la energía a representaciones, entonces estamos frente algo que tiene el carácter de trauma. Freud hace alguna articulación entre el trauma y la compulsión de repetición a partir de lo no ligado.
En ese sentido diferencia la repetición -que funciona respecto al principio de placer- de la compulsión de repetición – que se ubica más allá. Así es que Freud se encuentra preguntándose de qué manera se entrama lo pulsional con la compulsión de repetición.
Para responder, en la página 36 nos hace pensar en el carácter conservador de la pulsión. Dice que “una pulsión sería entonces un esfuerzo de reproducción de un estado anterior que lo vivo debió resignar bajo el influjo de fuerzas externas”. Admite que esto resulta extraño, que nos habíamos habituado a ver en la pulsión el factor que esfuerza en el sentido del cambio y del desarrollo pero que ahora nos vemos obligados a reconocer en ella justamente lo contrario, la expresión de la naturaleza conservadora.
Se entiende entonces que se intente reproducir un estado anterior que está asociado a la ganancia de placer, como sucede con el intento de reproducción de la primera vivencia de satisfacción.
¿Pero qué estado anterior busca reproducir la compulsión de repetición?
Freud dice que la compulsión de repetición devuelve huellas mnémicas de vivencias propias de un periodo primordial, que permanecen en estado no ligado y por ello son insusceptibles del proceso primario. Esto es lo que remitíamos a la originalidad del trauma, a aquellas huellas en estado no ligado que igualmente nos constituyen como sujetos.
¿Por qué se buscaría reproducir ese estado anterior?
Freud concluye que esa tendencia a devolver huellas en estado no ligado responde a un tipo de
pulsión que él va a denominar “pulsión de muerte”.
Así, “trauma” y “compulsión de repetición” con relación a “lo no ligado” responde a lo que Freud conceptualiza como pulsión de muerte y que se opone a otro grupo de pulsiones que esfuerzan en el sentido de la creación y el progreso.
Esto lo lleva en el capítulo VI a plantear un nuevo dualismo pulsional y a nosotros a volver sobre nuestros pasos.
Recordemos que, a partir de 1905, cuando introduce el concepto de pulsión, Freud la piensa siempre en términos de un dualismo.
El primer dualismo consistió en pensar las pulsiones yoicas/de autoconservación en diferencia a las pulsiones sexuales.
A partir de Introducción del narcisismo y de lo desarrollado sobre la perturbación psicógena de la visión, Freud plantea un falso dualismo: libido yoica y libido de objeto.
Ahora, en relación a lo no ligado, Freud va a plantear su segundo dualismo pulsional. Este nuevo dualismo, sin embargo, conserva algo del falso dualismo: supone una acción conjugada y contrapuesta de las pulsiones que nunca aparecen aisladas.
Se trata del dualismo Pulsión de muerte (a la que Freud se refiere con el término Tánatos) y Pulsión de vida (que se corresponde con el término Eros).
Sobre la pulsión de muerte Freud va a sintetizar todo lo que fue trabajando a lo largo de estos capítulos.
La pulsión de muerte tiene un carácter conservador, contraría el afán de ligadura, reconduce a lo inorgánico -es decir a aquel momento de la vida en la que todavía se es un objeto para el otro de los primeros cuidados- y se constituye, además, como una fuente independiente de displacer, lo que también es posible pensar en relación a una ganancia de placer de otra índole. En este punto es donde luego vamos a articular el masoquismo y otro carácter de la pulsión de muerte que es su mudez.
De la pulsión de vida Freud nos recuerda que son aquellas que esfuerzan en el sentido de la creación y el progreso. Dice que tienden a la síntesis, la cohesión por lo que, en ese sentid, la pulsión de vida supone la ligadura a representaciones. Y aunque toda pulsión tiende a repetir un estado anterior, Freud dice que la pulsión de vida lo hace aspirando a la renovación y realización de la vida. Así, la pulsión de vida no queda asociada a la mudez sino al alboroto. El conflicto psíquico por ejemplo implicaría a la pulsión de vida. Es decir, la pulsión de vida recoge lo trabajado en relación a la pulsión sexual y a las pulsiones de autoconservación.
Sin embargo, como ya dijimos, Freud piensa que estas pulsiones no actúan unas separadas de las otras. Siempre se presentan mezcladas.
Por eso dice que los fenómenos de la vida surgen de la acción eficaz, conjugada y contraria de ambas pulsiones. Es imperioso para el aparato que la pulsión de muerte se ponga al servicio de los propósitos del Eros.
Esta mezcla pulsional nos va a servir para pensar, por ejemplo, la ternura y la agresión. El amor y el odio. Pero sobre eso vamos a volver también cuando trabajemos el masoquismo.
Hasta acá, entonces, pensamos el trauma en relación a lo no ligado, a aquellas excitaciones hiperpotentes que vienen desde el exterior, rompen la barrera antiestímulo e inundan el aparato psíquico, produciendo una perturbación económica que implica la abolición del principio de placer. En ese sentido dijimos que lo no ligado es lo no ligado a representaciones y que por ende no puede ser tramitado bajo el proceso primario y secundario.
A partir de eso, situamos la compulsión de repetición como la reproducción de huellas mnémicas que subsisten en el aparato en estado no ligado por estar referidas a vivencias del tiempo primordial. Eso permitió pensar el trauma en su valor original y estructurante. Lo traumático es inherente a la constitución subjetiva.
Por último, reconducimos lo no ligado a la pulsión de muerte, aquella que se opone a la pulsión de vida que pugna en pos del desarrollo y el progreso. Sin embargo, siguiendo a Freud, ubicamos que pulsión de vida y de muerte siempre se presentan mezcladas: actúan de forma eficaz y conjugada, aunque contrapuesta.
Con esa idea de mezcla -y la correspondiente desmezcla- pulsional es que podremos vamos a poder trabajar el problema económico del masoquismo
14. Ruptura del principio de placer: la reacción anímica frente al peligro exterior.
a) Experiencia de satisfacción: el objeto perdido. b) Energía ligada, energía libre. c) Ganancia de placer, perturbación económica. d) Pulsión de muerte: los estímulos interiores no ligados. e) Falla de la función del sueño: una excepción a la tesis del cumplimiento de deseo. f) El segundo dualismo pulsional. g) El masoquismo erógeno primario. Referente clínico: los sueños traumáticos como tope a la significación.
Bibliografía:
Freud, S.: Más allá del principio de placer (cap. IV, V y VI), A.E., XVIII, 24-33, 34-6, 42 y 59 n.27. Freud, S.: 29o Conferencia. Revisión de la doctrina de los sueños, A.E., XXII, 26-8.
Freud, S.: El malestar en la cultura (cap. VI), A.E., XXI, 113-115.
Freud, S.: El problema económico del masoquismo, A.E., XIX, 166-171. Bibliografía electiva:
Freud, S.: La interpretación de los sueños (cap. C y E), A.E., V, 556-60, 587-92. Freud, S.: Proyecto de psicología (Parte I y III), A.E., I, 373, 376-7, 379, 414, 432.
Freud en los capítulos 4, 5 y 6 de más allá del principio de placer dará una condición metapsicológica y una fundamentación a esta a este lugar, dimensión atípica que el ubica en relación a estos referentes como algo que cuestiona que el principio de placer sea el principio que rige los procesos psíquicos. En el capítulo 4, Freud se va apoyar fundamentalmente en la problemática de los sueños traumáticos, en tanto, los sueños/neurosis traumáticas plantean la reacción anímica frente al peligro exterior y supone el punto de ruptura del principio de placer. Freud parte de la premisa de ubicar la diferencia entre miedo, angustia y terror; ubica a los sueños traumáticos en relación al terror, mientras que, la angustia va aparecer como algo que protege contra el terror. Es con señalamiento muy importante, la angustia esencia desagradable y penosa, pero también cumple con la función de proteger ante el terror. Para explicar esto, Freud toma la hipótesis de la protección antiestímulo.
“Nos resta todavía dilucidar algo en esta vesícula viva con su estrato cortical receptor de estímulos. Esta partícula de sustancia viva flota en medio de un mundo exterior cargado con las energías más potentes, y sería aniquilada por la acción de los estímulos que parten de él si no estuviera provista de una protección antiestímulo. La obtiene del siguiente modo: su superficie más externa deja de tener la estructura propia de la materia viva, se vuelve inorgánica, por así decir, y en lo sucesivo opera apartando los estímulos, como un envoltorio especial o membrana; vale decir, hace que ahora las energías del mundo exterior puedan propagarse sólo con una fracción de su intensidad a los estratos contiguos, que permanecieron vivos. Y estos, escudados tras la protección antiestímulo, pueden dedicarse a recibir los volúmenes de estímulo filtrados.” Pág. 27
Aquí ubica la función de la protección antiestímulo que sirve para evitar la inundación del aparato, inundación por parte de estos estímulos exteriores que en el caso de los sueños traumáticos tienen que ver con los estímulos auditivos que, amenazan con inundar el aparato psíquico y producir una abolición al principio del placer. Dicha inundación del aparato psíquico ocurre por los volúmenes de estímulos que, impediría el funcionamiento del principio de placer que supone el desplazamiento de estos volúmenes de estímulos por las representaciones quedaría inundado, en consecuencia, queda abolido el principio de placer.
¿Cuál sería la tarea del aparato? Serían dominar el estímulo y ligar psíquicamente los volúmenes de estímulos para que puedan ser tramitados. Además, lo sitúa como una ligadura psíquica para que pueda circular entre las representaciones y, por ejemplo, producir sueño que se pueda manifestar en principio como cumplimiento de deseo.
A partir de esto, Freud puede definir en qué consisten las excitaciones traumáticas, ¿Cuál es la índole de lo traumático en esas excitaciones? Serian excitaciones exteriores que provienen del exterior, que poseen una fuerza suficiente para perforar la protección antiestímulo. Sí logran perforar esta protección antiestímulo, entonces, producirían una perturbación en la economía energética del organismo, produciría una perturbación en la dinámica de las representaciones, en la dinámica de las magnitudes y volúmenes de estímulo que circulan al aparato psíquico dando pie a las distintas formaciones psíquicas, las formaciones del inconciente… etc.
Vale aclarar que, esta respuesta que Freud plantea respecto a las excitaciones exteriores tiene la peculiaridad de que, es posible cuando provienen del exterior.
“Hacia afuera hay una protección antiestímulo, y las magnitudes de excitación accionarán sólo en escala reducida; hacia adentro, aquella es imposible, y las excitaciones de los estratos más profundos se propagan hasta el sistema de manera directa y en medida no reducida, al par que ciertos caracteres de su decurso producen la serie de las sensaciones de placer y displacer.” Pág. 28
Es decir, Freud toma como punto de partida la cuestión de que la protección antiestímulo es posible para los estímulos exteriores. La cuestión ahora es ¿Cómo se maneja el aparato en relación a los estímulos interiores? En donde no hay esta protección antiestímulo. Asimismo, cuando por medio de estímulos exteriores que perforan la protección antiestímulo, se produce una perturbación en la economía energética del organismo se ponen en marcha, ciertos medios de defensa.
¿Cuál es el medio de defensa que Freud ubica por excelencia? Es una reacción que Freud denomina el apronte angustiado. El apronte angustiado, implica la dimensión de la angustia que, aparece a la angustia como una protección contra el terror.
“¿Y qué clase de reacción de la vida anímica esperaríamos frente a esa intrusión? De todas partes es movilizada la energía de investidura a fin de crear, en el entorno del punto de intrusión, una investidura energética de nivel correspondiente . Se produce una enorme «contrainvestidura» en favor de la cual se empobrecen todos los otros sistemas psíquicos, de suerte que el resultado es una extensa parálisis o rebajamiento de cualquier otra operación psíquica” Pág. 29
Es decir, la contrainvestidura es el apronte angustiado, la angustia, en donde el aparato si espera esa irrupción, esa instrucción, esa ruptura, puede ligar psíquicamente esos volúmenes de estímulos. Entonces, retoma que la angustia es una protección frente al terror.
En los términos metapsicológico se ha logrado ligar la energía, en el punto de la sorpresa, la situación traumática original, la energía es libre. Mientras que, cuando se produce la contrainvestidura, ese apronte angustiado, logra una cierta ligadura de la energía. Freud, a partir de esto plantea una conjetura que, es que la ligazón de la energía que fluye al aparato anímico consiste en un transporte desde el estado de libre fluir (energía libre o no ligada) hasta el estado quiescente (un estado en reposo, ligado), esto permite entender la dimensión de lo que va a constituir una de las instancias del nuevo dualismo pulsional. Donde adquiere una relevancia central la pulsión de muerte que, se va a definir como estímulos interiores no ligados, es decir, lo no ligado va a permitir redefinir la dimensión del trauma y la dimensión de la pulsión, en tanto, traumática.
Entonces, Freud pude explicar a la neurosis traumática como el resultado de una amplia ruptura de la protección antiestímulo. Esa diferencia entre el terror y la angustia, ahora se define como la diferencia entre terror y apronte angustiado, la espera angustiosa. Entonces el terror tiene por condición, la falta del apronte angustiado. ¿De qué modo defiende o previene o preserva el apronte angustiado? Porque el apronte angustiado supone una sobreinvestidura de sistemas que, recibe el primer estimulo, una sobreinvestidura de energía que, si aparece el estímulo entonces van a recibir ese estímulo y facilita el traslado, desde el estado de libre fluir hasta el estado ligado, es decir, va a permitir cierta ligadura, al menos un intento de ligadura.
Mientras que, el terror supone una investidura baja, es decir, hay poca energía de investidura, por lo tanto, poco volumen el estímulo para ligar el estímulo que irrumpe, rompiendo la protección antiestímulo. Entonces, Freud va a plantear que el apronte angustiado es la última trinchera de la protección antiestímulo. Asimismo, Freud ubica que, los sueños traumáticos al reconducir a la situación traumática no es posible plantear que estén al servicio de la realización de deseo o que estén al servicio del principio de placer. Sin embargo, tienen una función, los sueños traumáticos buscan recuperar el dominio sobre el estímulo por medio del desarrollo de angustia. Es decir, la angustia que se genera en el paciente cuando se va a dormir con temor a que aparezca el sueño traumático o de despertarse angustiado, ese desarrollo de angustia es el modo de búsqueda el cual, el aparato psíquico busca recuperar el dominio sobre el estímulo. Es decir, la angustia tiene una función a pesar de lo displacentero que pueda resultar, sin embargo, tiene una función que tiene que ver con la ligadura del estímulo.
Dicha función del aparato psíquico no contradice al principio porque no contradice el principio de placer, ya que, intenta por medio del desarrollo angustia, intenta recuperar el dominio sobre el estímulo. Por lo tanto, no se ubica en el interior del principio de placer, no está al servicio del principio de placer, pero no lo contradice porque es un intento de ligadura que, si se consigue, puede reinstaurarse el principio de placer. Esta función del aparato psíquico que no contradice al principio de placer, sin embargo, es independiente del principio de placer y más originario, es decir, hay un modo de funcionamiento del aparato psíquico que va más allá del principio de placer y un propósito de ganar placer y evitar displacer. Efectivamente, hay desarrollo de angustia, hay una función de ligaduras que, puede producir displacer pero que sin embargo es la función del aparato psíquico, que es independiente del principio de placer y más originario.
Sin embargo, hay un problema, la protección antiestímulo funciona para las excitaciones exteriores, es decir, para los estímulos que provienen del exterior. Sin embargo, no logra la protección para las excitaciones interiores, la solución que plantea Freud es tratarlas como si
fueran exteriores. Esto es relevante ya que, las excitaciones interiores son de las pulsiones, son esas excitaciones que, para las cuales no hay una protección antiestímulo. Por otro lado, participan en la cuestión traumática. Freud se cuestiona que es lo traumático, si es el sonido de la explosión de la bomba, no es el daño físico porque si hay daño físico no hay neurosis traumática. Es porque el trauma libera un quantum pulsional, es decir, una cantidad energética provenientes de las pulsiones. Dicho quantum pulsional, proviene del interior del cuerpo, pero hace sentir al cuerpo como si fuera un cuerpo extraño, es un cuerpo no ligado. Por lo tanto, la solución es tratarla como excitaciones exteriores, entonces poder ligar esa irrupción no ligado que aparece con ese quantum pulsional.
Retomando, los sueños traumáticos reconducen la situación traumática y desde esta perspectiva no están al servicio de la realización de deseo, del cumplimiento de deseo; tampoco están al servicio del principio de placer. Además, los sueños traumáticos no operan como guardianes del dormir. Asimismo, Freud plantea que estos sueños traumáticos, testimonian de un fracaso de la función del sueño, ya que, despierta y entonces el sueño no se revela como un guardián del dormir. Entonces, encuentra una excepción a la tesis que había planteado en interpretación de los sueños, una excepción del sueño como cumplimiento de deseo. No se puede postular que el sueño es un cumplimiento de deseo porque, el cumplimiento de deseo implica el funcionamiento del principio de placer, el desplazamiento de las investiduras que, en estado ligado por las representaciones. Mientras que, los sueños traumáticos testimonian de la inundación del aparato psíquico, de la irrupción de lo no ligado, que con un estímulo rompen con la protección antiestímulo y, por otro lado, despiertan.
Entonces, Freud plantea una excepción a la tesis del sueño como cumplimiento de deseo, se trata de un intento de cumplimiento de deseo. Entonces, es un modo de recuperar el dominio sobre el estímulo por medio del desarrollo de angustia y es una función del aparato psíquico que no contradice al principio de placer, ya que, si se logra la ligadura del estímulo entonces, el principio de placer podrá restaurarse. Por lo tanto, el sueño ya no es cumplimiento sino es un intento de cumplimiento de deseo, es un medio para posibilitar el pasaje de lo no ligado a lo ligado, por lo tanto, el funcionamiento del principio de placer.
Esto, nos indica que la falta de protección antiestímulo es una fuente de perturbaciones económica similares a las neurosis traumáticas. Es decir, cuando falta la protección antiestímulo, nos encontramos con que pueden producirse perturbaciones económicas, perturbaciones energéticas como la neurosis traumática. Por lo otro lado, las pulsiones (estímulos internos) obedecen al proceso no ligado, de un modo análogo, a esas excitaciones exteriores que amenazan con
inundar el aparato psíquico, producir perturbaciones económicas. Entonces, como las pulsiones son universales, es decir, son estructurales e inherentes a la estructura del aparato psíquico, en tanto, obedecen al proceso no ligado, es decir, Freud redefine a las pulsiones. Entonces, su existencia puede producir efectos análogos al fracaso de la ligadura, por lo tanto, producir perturbaciones económicas similares a las de la neurosis traumática.
Freud plantea que no se trata solamente de los sueños traumáticos, hay muchos sueños que sin llegar a ser traumáticos testimonian de algo traumático en la estructura del aparato psíquico del sujeto humano. Esto es posible ubicar en los sueños de nuestros pacientes en análisis que, frecuentemente nos devuelven el recuerdo de los traumas psíquicos de la infancia. Trauma psíquico de la infancia que pueden aparecer los sueños, en los sueños de los niños, pero también de los adultos que, por ejemplo, testimonian en sus análisis esos recuerdos de los traumas psíquicos de la infancia. Entonces, se encuentra algo que es análogo a una neurosis traumática y produce perturbaciones económicas… etc. En ese punto, se asemejan sueño traumático a la compulsión de repetición. Ya que, estos sueños que nos devuelven recuerdo del trauma psíquico de la infancia, obedecen a la compulsión de repetición.
Entonces, cuando se producen estas perturbaciones económicas que responde a la lógica la compulsión de repetición y producen efectos similares a la neurosis traumática, la tarea de los estratos superiores es el ligar, además, de las excitaciones exteriores, la excitación de las pulsiones. En tanto, las pulsiones obedecen al proceso no ligado. Cuando está ligadura se produce, entonces podría lograrse el imperio del principio del placer. Es decir, está ligadura es la condición de posibilidad de funcionamiento del imperio del principio de placer. Hasta ese momento el aparato tendría la tarea previa de dominar o ligar la excitación. Es decir, el más allá del principio de placer implica una tarea previa donde, por ejemplo, esta compulsión de repetición que tiene un carácter pulsional, esta tarea previa consistiría en dominar o ligar de excitación de pulsión, en tanto, elemento no ligado.
El segundo dualismo pulsiona l
Con el más allá del principio de placer, Freud además de esta tarea previa, consigue avanzar en la formalización del dualismo pulsional. El sistema pulsional tiene que ser dualista, ya que es un correlato del conflicto psíquico. Las instancias impugnas (las del conflicto psíquico), en una primera época configura el primer dualismo pulsional que, opone las pulsiones yoicas a las pulsiones sexuales. Luego, constituye un falso dualismo pulsional, donde produce un corrimiento del dualismo y arma una secuencia donde opone la libido yoica a la libido de objeto. La libido de objeto
se trata del objeto de la elección o el objeto de amor, no es el objeto de la pulsión que en realidad se corresponde con las pulsiones sexuales del primer dualismo pulsional. Ahora bien, con el más allá del placer Freud logra formalizar su teoría pulsional inscribiendo ese más allá del principio de placer en el contexto de un segundo dualismo pulsional que opone las pulsiones de vida a las pulsiones de muerte, donde el elemento central es que, con la pulsión de muerte (con carácter conservador, ya que, implica un retorno a lo inanimado y permite entender la compulsión de repetición) se define como estímulo interior no ligado. Además, la pulsión de muerte tiene una tendencia a la fragmentación mientras que, la pulsión de vida apunta a la ligadura, se define por la energía ligada, apunta a la ligadura y a la asimilación, la agregación de un elemento da la ubicación de los distintos elementos psíquicos.
Entonces, se redefine la pulsión de muerte por los estímulos interiores no ligados opuesto a la pulsión de vida. Freud va a modificar la posición que venía teniendo respecto al masoquismo y sadismo. Asimismo, hay una relación entre el masoquismo y la pulsión de muerte, esto lleva a una revisión a la teoría de Freud que, plantea que lo originario era el sadismo, por cierto, carácter sádico en la pulsión sexual. En dicho momento, Freud postula que en realidad el sadismo supone una transposición al exterior de la pulsión de muerte sobre los objetos del mundo exterior.
“La tarea de la libido es volver inocua esta pulsión destructora; la desempeña desviándola en buena parte —y muy pronto con la ayuda de un sistema de órgano particular, la musculatura— hacia afuera, dirigiéndola hacia los objetos del mundo exterior. Recibe entonces el nombre de pulsión de destrucción, pulsión de apoderamiento, voluntad de poder. (...) Otro sector no obedece a este traslado hacia afuera, permanece en el interior del organismo y allí es ligado libidinosamente con ayuda de la coexcitación sexual antes mencionada; en ese sector tenemos que discernir el masoquismo erógeno, originario.” Pág. 169
Es decir, Freud hace un movimiento sustancial, ubicar que lo originario para el aparato psíquico es el masoquismo y el sadismo vendría a ser secundario.
“…puede decirse que la pulsión de muerte actuante en el interior del organismo —el sadismo primordial— es idéntica al masoquismo. Después que su parte principal fue trasladada afuera, sobre los objetos, en el interior permanece, como su residuo, el genuino masoquismo erógeno, que por una
parte ha devenido un componente de la libido, pero por la otra sigue teniendo como objeto al ser propio.” Pág. 170
Freud logra de este modo, con el más allá del principio de placer, no solo explicar la compulsión de repetición, los sueños traumáticos, el juego infantil, sino al mismo tiempo con el nuevo dualismo pulsional, el más allá del principio de placer y la pulsión de muerte, logra poder dar cuenta de eso que parecía como enigmático. Son las enigmáticas tendencias masoquistas del yo que permiten explicar ciertos obstáculos importantes en la clínica, muy significativos y que van a dar pie a que Freud formalice una nueva tópica.
Seminario Unidad 8 clase 2
VIII. El complejo de Edipo y el complejo de castración.
a) El complejo de Edipo: la madre como la primera seductora del niño. b) La castración en la madre. c) La significación del complejo de castración: el primado del falo. d) El padre como agente de la castración. e) Las equivalencias simbólicas. f) Fantasía, fantasmas primordiales. g) Lo que resta del complejo de castración como secuela: la cicatriz que el complejo de Edipo deja tras su expiración. Referentes clínicos: el pequeño "Hans", “Pegan a un niño”.
Bibliografía:
Freud. S.: Esquema del psicoanálisis, A.E., XXIII, 187-94. Freud, S.: Inhibición, síntoma y angustia, A.E., XX, 123-24. Freud, S.: La organización genital infantil, A.E., XIX, 145-49.
Freud, S.: 23o Conferencia: Los caminos de la formación de síntoma, A.E., XVI, 334-343. Freud, S.: Pegan a un niño, A.E., XVII, 177-200.
Freud, S.: Psicología de las masas y análisis del yo (cap. VII), A.E., XVIII, 99-104. Bibliografía electiva:
Sófocles: Edipo Rey, Tragedias, 145-213, Editorial Edaf, Madrid, 1985.
Freud, S.: Inhibición, síntoma y angustia (cap. XI. Addenda, puntos b y B), A.E., XX, 150-2 y 154 7.
Freud, S.: Tótem y tabú (IV. El retorno del totemismo en la infancia: puntos 5 y 6, A.E., XIII, 142- 148 y 148-152.
Continuando con lo anterior, para el niño la cuestión de ser mujer no coincide todavía falta de pene, recuerden que él cree que la castración es producto de un castigo y no de algo biológico. Con lo cual, habrían perdido el pene solamente personas culpables incurrido en las mismas mociones indebidas en que él incurrió (incesto y parricidio). Para el niño, las personas respetables como su madre conservan aún el pene, solo más tarde a partir de otras cuestiones, como cuando aborda la génesis y el nacimiento de los niños, cuando entiende que solamente la madre puede parir, recién ahí la madre perderá el pene.
Para el niño, y no solamente para el niño, la madre no está atravesada por la castración, por así decirlo, la madre es completa. Entonces, lo tiene todo y si no lo da, es porque es mala, no porque no lo tiene. Es más fácil encontrar acusaciones en relación a las madres de este estilo que, escuchar que si una madre hizo tal o cual cosa es porque pudo hacer con lo que tenía, si no hizo algo distinto es porque no pudo. El no poder introduce algo del orden de la castración, el poder y no querer implica permanecer en el terreno de la completud, ya que, si puede, pero no quiere. A veces, se prefiere pensar que es mala y no castrada, porque permite conservar la ilusión de que al menos puede existir un ser completo que, todo lo puede y a quien nada le falta.
La moción freudiana del complejo de castración, sirve para dejar percibir la función de la falta en la constitución sexual del sujeto humano. Además, la constitución del complejo de castración es el efecto del encuentro entre la amenaza de castración y la castración de la madre. Para que la castración pueda jugarse en el niño, esta cuestión del poder perder, del tener y no querer, la perdida de la creencia en la completud (más allá de que se la sigue buscando toda la vida), tiene que jugarse la castración de la madre. ¿Por qué? Si a la madre no le falta algo, tampoco va a poder faltarle al niño, se tiene en cuenta que, la condición del deseo es que algo falte, se observa en la experiencia de satisfacción y el objeto perdido.
Si el niño ocupar para la madre el lugar de falo y la madre se siente completa, que no quiere a otra cosa más que a ese niño. En consecuencia, no le va a dar lugar al niño para su propio deseo, en tanto, la condición de que el niño se constituye como un sujeto deseante es que algo le falte. Incluso, eso primero que le tiene que faltar es la madre y sólo puede faltarle la madre, si a la madre le falta algo. Es importante que la madre tenga un deseo más allá de su hijo/a, es necesario el deseo de la madre, si ese hijo la completa es complicado ya que, no va a desear otra cosa, entonces, el hijo no va a tener la posibilidad de ser un sujeto deseante. Mas allá de que los hijos sean lo más importante de la vida, no puede ser lo único.
Retomando, si la madre no desea otras cosas significa que no está completa, entonces, está castrada. Esto es la castración de la madre, de la posibilidad de desear otras cosas además del hijo. Entonces, a partir de desear otras cosas, darle la posibilidad al hijo de constituirse como un sujeto deseante.
Por otro lado, la función materna es la de recortar un cuerpo erógeno, el cuerpo del viviente. Ella es la que determina en esa función la historia del cuerpo erógeno, esto que Freud llama, la madre como primera seductora. Recordar: en la etiología de la neurosis de las escenas de seducción, y luego de las fantasías de seducción. Dichas fantasías, principalmente las que tenían al padre con protagonista eran una expresión del complejo de Edipo .
Otra fantasía que va a mencionar Freud, son las que tienen a la madre como seductora en la prehistoria Edípica. En relación a ello, Freud va a tomar el camino inverso. Ya no dirá que no cree más en sus histerias, sino que estas fantasías tocan el terreno de la realidad. Vale aclarar, el objeto del psicoanálisis es un sujeto aprensado en un cuerpo erógeno y se constituyen en un mal lugar, un lugar prohibido por excelencia.
Por otro lado, función paterna es la de llevar a cabo la amenaza de castración, hacer un corte entre el niño y la madre, decirle alguna manera al niño que esa mujer es su mujer y que el niño cuando sea más grande podrá tener su propia mujer, es decir, que su pareja no la va a encontrar en su casa parental, sino que va a ser una de afuera.
¿Por qué el niño abandona a la madre más allá de la amenaza? Es efectiva por una reacción narcisista del niño en relación a su pene, es un órgano que le da muchas satisfacciones y no quiere perderlo. La representación de un daño narcisista requiere siempre una perdida que necesariamente remite al cuerpo propio. A diferencia del complejo de castración al que se define en relación con la premisa universal del falo. Asimismo, abandona las fantasías incestuosas y la actividad masturbatoria.
Entonces, para conservar el pene, renuncia a la madre y ahí se produce la salida del complejo de Edipo. El niño sale del complejo de Edipo por el complejo de castración, la amenaza de castración es la forma que tiene el complejo de castración en el varón y es llevada a cabo por la función paterna, la función de corte (corte entre el niño y la madre).
Por otra parte, la función del falo es la de poner en movimiento todo este engranaje, es por la función del falo que la castración se introduce en la estructura del sujeto. Es posible pensar al
complejo de castración como la confrontación de la premisa universal (el falo), con la diferencia entre los sexos.
Freud considera que todos y todas tenemos una constitución bisexual, para poder explicar esto recurre al complejo de Edipo y el complejo de castración. Sin falo no hay movimiento, en este sentido hay cuatro términos en la problemática edípica, madre, padre, hijo y falo.
La sexualidad femenina
¿Qué es lo que sucede con la niña? No tiene ese objeto tan preciado que hace que el niño abandone a la madre, la niña no tiene nada que perder aparentemente. Todas las mujeres están posicionadas en la feminidad en relación a la sexualidad. Es posible distinguir la sexualidad femenina de la sexualidad de las mujeres.
El sepultamiento del complejo de Edipo
La salida del niño por la amenaza de castración no es tan sencilla. La salida del Edipo deja dos consecuencias. El complejo de Edipo sucumbe a la represión, es decir, se reprime el complejo de Edipo con todos sus componentes. Sin embargo, deja un heredero y una cicatriz, el complejo de Edipo es el complejo nuclear de las neurosis. El heredero es el superyó y la cicatriz es una fantasía.
“Todo el episodio —en el que es lícito ver la vivencia central de la infancia, el máximo problema de la edad temprana y la fuente más poderosa de una posterior deficiencia— es olvidado de una manera tan radical que su reconstrucción dentro del trabajo analítico choca con la más decidida incredulidad del adulto. Más aún: el extrañamiento llega hasta acallar toda mención del asunto prohibido y hasta desconocer, con un raro enceguecimiento intelectual, las más evidentes recordaciones de él. (...) cae bajo una represión de extremada energía...” Pág. 191
Anteriormente a este fragmento Freud dice lo siguiente:
“La madre ha comprendido muy bien que la excitación sexual del varoncito se dirige a su propia persona. En algún momento medita entre sí que no es correcto consentirla. Cree hacer lo justo si le prohíbe el quehacer manual con su miembro. (…) Por lo común, cede al padre la ejecución de la amenaza, para hacerla más terrorífica y creíble; se lo dirá al padre y él le cortará el miembro.
Asombrosamente, esta amenaza sólo produce efectos si antes o después se cumple otra condición.” Pág. 189
Esa condición, es la confrontación con la diferencia, la visión de que no todos tienen pene. La actividad masturbatoria
La masturbación va acompañada de fantasías, en el marco del complejo de Edipo los protagonistas de esas fantasías son los padres. Abandona la actividad masturbatoria pero no la actividad fantaseadora que, acompaña a la masturbación. Al ser la única forma de satisfacción sexual que le ha quedado, se incrementa y se transmuda.
“Retoños y productos de trasmudación de estas fantasías onanistas tempranas suelen procurarse el ingreso en su yo posterior y consiguen tomar parte en la formación de su carácter.” Pág. 190
Es importante tener en cuenta que esto tiene relación directa con la cicatriz del Edipo.
“Bien; lo sorprendente reside en que estas escenas infantiles no siempre son verdaderas. Más aún: en la mayoría de los casos no lo son, y en algunos están en oposición directa a la verdad histórica.” Pág. 334
Es decir, en la mayoría de los casos son una mezcla de verdad y falsedad. También, se va a referir a estas fantasías como las que encubren la historia infantil. Retoma en diferenciar la realidad psíquica de la realidad material. Afirma que, en el mundo de las neurosis, la realidad psíquica es la decisiva.
“Entre los acontecimientos que siempre retornan en la historia juvenil de los neuróticos, que no parecen faltar nunca, hay algunos de particular importancia; juzgo que merecen destacarse. Como ejemplos de este género, les enumero: la observación del comercio sexual entre los padres, la seducción por una persona adulta y la amenaza de castración.” Pág. 335
¿De dónde surgen estas fantasías? ¿En que se apuntalan? ¿Cómo se manifiestan? ¿Qué forma adquieren?
En principio, el comercio sexual de los padres, los hijos tienen acceso (visto u oído) en las relaciones sexuales de los padres, pero no es necesario llegar a tanto ya que, viendo perros y gatos, en internet, tienen acceso a la escena sexual. Con respecto a la fantasía de castración también ya saben que no se trata de la pérdida del pene real, sino de la perdida en sí, de la falta.
Por último, con respecto a la fantasía de seducción, de ser seducido por alguien, por un adulto, el niño encubre el pedido autoerótico de su quehacer sexual, es decir, se ahorra avergüenza de la masturbación fantaseando retrospectivamente un objeto anhelado. Esta fantasía de seducción refiere a una escena de seducción del niño por un adulto. Estas fantasías que Freud llama fantasías primordiales o protofantasias pertenecen al patrimonio indispensable de las neurosis, es decir, que están presentes de una manera u otra en todo sujeto neurótico.
El término protofantasias nos remite por un lado a algo viejo en el tiempo, arcaico, pero, por otro lado, quiere significar también algo constitutivo, fundante de la estructura del sujeto . Una vez más aparecen estas cuestiones no aleatorias, sino fundantes y estructurales de la subjetividad. Agrega que, si algo de esto sucedió en la realidad bien y si no sucedió en la realidad material, se los establece a partir de indicios y se los completa mediante la fantasía. Es indistinto si tienen o no anclaje en la realidad material porque tienen la capacidad de causa, tienen poder patógeno, la capacidad de generar síntomas.
¿De dónde proviene la necesidad de crear tales fantasías y el material con que se construyen? Su fuente está en las pulsiones con lo cual mediante estas fantasías el sujeto obtiene satisfacción.Recordar: las fantasías son motorizadas por la insatisfacción pulsional. Por otra parte, produce una ganancia de placer.
Las producciones de las fantasías más conocidas son los sueños diurnos, es decir, satisfacciones imaginadas de deseos eróticos, ambición y grandeza; obviamente aporta una ganancia de placer. El sueño diurno al igual que el sueño y el síntoma, son modos de figuración de fantasías inconscientes. Sin embargo, las fantasías de las que trataba en el creador literario, están más cercanas al sueño diurno que a estas protofantasias. Estas últimas, son fantasías inconscientes.
Freud aborda la fantasía desde una perspectiva que hace de la misma uno de los ejes fundamentales en la orientación de la cura, tan central que hace de la fantasía el organizador del sueño, los síntomas, las formas de elección del objeto de amor y el eje del trabajo analítico. Freud plantea distintos tipos de fantasías, las de los sueños diurnos, las fantasías masturbatorias todo esto tiene como resorte a la fantasía inconciente. Las fantasías inconscientes están armadas con el residuo de la infancia que tiene como trasfondo esas protofantasías de las que hablamos. Freud agrega, que una situación presente detona algo que paso y se proyecta al futuro (repasar el creador literario) . ¿Cuáles son las condiciones para el armado de estas fantasías? Allí va a despegar distintos tiempos en los que se va armando.
La cicatriz del complejo de Edipo consiste en una fantasía. La fantasía de paliza es la que Freud va a ubicar, pero lo importante de esta fantasía es como se va armando una fantasía inconciente. Esa fantasía inconciente, desconocida para el sujeto, es la que sostiene a todas las otras fantasías, en sueños, sueños diurnos, etc. Es ese residuo que subyace bajo todas las otras fantasías, sueños y síntomas.
Pegan a un niño
Freud plantea la fantasía de ser azotado, ser golpeado. En esa época era frecuente los golpes en los chicos tanto en las escuelas como en las casas. Esto no salió de la nada, sino que, eran cosas que salían de la realidad. En las producciones literarias se observa mucho esto y a los espectadores les atrae.
Los caracteres, modalidades y fases por donde se presentan las fantasías son iguales en todas; en cuanto articula la estructura de una lógica y la forma de ser abordada. Freud ubica como esta fantasía se arma con los residuos de la infancia y remite a lo que eso decanta, a esa fantasía inconciente. También dice que los pacientes cuando cuentan esos gustos sexuales sienten culpa o vergüenza. Estas primeras fantasías se cultivaron muy temprano, las personas que tenían estas fantasías, no les genera placer ver a un niño golpeado en una realidad material. Aquí, muestra una diferencia entre realidad psíquica y realidad material.
Entonces, esta fantasía tiene una estructura muy particular, que está compuesta por tres fases. De entrada, la fantasía se encuentra en un consultorio de una forma paradojal, si bien, ya se anudan sentimientos placenteros, que pueden abrir una satisfacción masturbatoria, la confesión de esta fantasía sólo sobreviene con titubeos; el recuerdo de su primera aparición es inseguro, una inequívoca resistencia sale al paso de su tratamiento analítico, y la vergüenza y el sentimiento de culpa quizá se movilizan con mayor vigor en este caso que a raíz de parecidas comunicaciones sobre los comienzos recordados de la vida sexual. Esto marca un límite, ya que, no es lo mismo jugar mentalmente de las fantasías que hablar de ellas. En el relato de estas fantasías tres personajes que son:
1. El agente del castigo
2. El otro que padece la acción
3. El sujeto del relato que la cuenta
En el momento de la “confesión” se sitúa la entrada en función de otro radical, más allá de la
escena que, no está dentro de la escena fantaseada, es decir, el analista.
La fase uno: Corresponde a la más temprana de la infancia, cuando por primera vez la libido es despertada por las vivencias y es a su vez, ligada por ciertos complejos. Es posible observar cómo se articula la pulsión a las fantasías. Las fantasías de paliza solo aparecen al finalizar el periodo o después de él, es por ello que, Freud las ubica como cicatriz. Estas fantasías tienen una relación evolutiva nada simple, en su transcurso cambia su mayor parte más de una vez. Su vínculo con la persona fantaseadora, su objeto contenido y significado.
“La primera fase de la fantasía de paliza se formula entonces acabadamente mediante el enunciado: «El padre pega al niño». Dejo traslucir mucho del contenido que luego pesquisaremos si digo, en lugar de ello: «El padre pega al niño que yo odio».” Pág. 182
¿Quién podría ser en la temprana infancia el niño que yo odio? Los hermanos porque con ellos tenemos que compartir el amor de nuestros padres. Entonces, la relación entre hermanos es compleja. Vale aclarar que, la persona que pega nunca es el niño sino el adulto, primero es indeterminado, más tarde es el padre. Es una fantasía consciente, que satisface los celos del niño. Su contenido y significado son los siguientes, el padre no ama a ese niño, me ama solo a mí, esto es una fantasía sádica pero no del todo. Por momentos Freud habla de fantasías y por otros se refiere a restos de oído y visto, que serían como retrasos, fragmentos de deseos, con lo cual no serían ni tan sádicas ni tan sexuales.
Fase dos: Entre esa fase y la siguiente se consumen trasmudaciones. En la segunda fase, la persona que pega sigue siendo el padre. Pero ahora el niño azotado es otro, es el niño fantaseador. La fantasía se ha teñido de placer en alto grado, entonces, su texto es ahora: «Yo soy azotado por el padre». Tiene un indudable carácter masoquista. Esta segunda fase es, de todas, la más importante y grávida en consecuencias; pero en cierto sentido puede decirse de ella que nunca ha tenido una existencia real. En ningún caso es recordada, nunca ha llegado a devenir consciente. Se trata de una construcción del análisis, pero no por ello es menos necesaria. En esta fase hay culpa y satisfacción. Culpa por haber deseado que golpeen al hermano y satisfacción por represión y regresión del deseo incestuoso de ser amado por el padre.
Fase tres: Por último, esta fase es consciente, se aproxima a la primera fase, nunca es el padre quien pega y no sale a la luz la persona del niño fantaseador. Es portadora de una excitación sexual intensa y como tal, procura la satisfacción masturbatoria. Tiene una formulación sádica pero la satisfacción que produce es masoquista.
Del padre le pega a un niño que yo odio y mi padre me quiere solo a mi (fase uno). Luego, pasa a mi padre me pega en la fase dos, donde confluye la esencia del masoquismo como castigo por la referencia genital prohibida del amor del padre y el sujeto del relato como sustituto regresivo del que es pegado. En este límite se ha operado una sustitución esencial, el niño azotado es devenido otro, por lo regular es el niño fantaseador mismo. En la primera época aparece situada en el marco del complejo de Edipo, esta anudada a quien cumple la función paterna, el agente de la castración. Esta anudada a la relación incestuosa del padre, el ser golpeado en esta fase, nos habla de la destitución del amor y la humillación del niño golpeado que, representa el hermanito, es decir, una competencia. (Se relaciona con contenido y significado). Luego, el complejo de Edipo, todos sus componentes, sucumben a la represión, con lo cual la fantasía también lo hace. Finalmente, por efecto de la represión y regresión, la fantasía sufre mudanzas y el niño en el marco del complejo de Edipo traviesa la etapa fálica, en la cual la satisfacción genital tiene primacía. Pero al sucumbir a la represión y regresión, por una parte, la fantasía sufre una desfiguración y por la otra la libido que en ella se satisface vía la regresión, obtiene una satisfacción en el marco de una figuración anal. Entonces, a raíz de la regresión, el ser amado es sustituido el ser golpeado. Por ello en la fase dos el niño es protagonista siendo golpeado y amado por el padre. El ser golpeado en parte es un castigo que alivia la culpa por haber disfrutado en la fase uno de que se le pegue al hermano, por otra, está la satisfacción sexual vía la regresión. Esta es la fase que nunca deviene consciente y traspasa a la fase tres. Se filtra esta modalidad masoquista de satisfacción, que se conserva en la fase tres, pero desfigurándose nuevamente su texto. Ya el niño fantaseador, en la fase tres, tampoco el padre como el agente del castigo. Presenta una formulación sádica, porque pegan a un niño, pero la satisfacción que se obtiene es masoquista, ya que proviene de la fase dos. Esta última formulación, de la fase tres es la que nos encontramos en pacientes.
Todo esto viene de la cicatriz del complejo de Edipo, esa una marca de una lesión. Al ser consecuencia del sepultamiento por el complejo de castración, esto es lo que queda como marca de todo lo que se atraviesa en el complejo de Edipo.
Practico
VIII. Inconsciente: descriptivo, dinámico, estructural.
a) Todo reprimido es icc, pero no todo Icc es reprimido. b) Las pulsiones mudas: el ello. c) Las resistencias estructurales. d) La ganancia primaria, la necesidad de castigo, la reacción terapéutica negativa: la resistencia del superyó. e) La función de síntesis del yo sucumbe: escisión, satisfacciones masoquistas. f) Las resistencias de la alteración del yo: una “resistencia” a la puesta
en descubierto de las resistencias. g) El factor cuantitativo de la intensidad pulsional: la fijación de la libido. h) La neurosis de transferencia: el analista como objeto. Referente clínico: obstáculos en la curación y atolladero en el final de análisis.
Bibliografía:
Freud, S.: El yo y el ello (cap. I, II, III y V), A.E., XIX, 15-22, 21-9, 33-37 y 49-59.
Freud, S.: El problema económico del masoquismo, A.E., XIX, 171-2.
Freud, S.: Inhibición, síntoma y angustia (cap. V y XI. Addenda, punto A: a. Resistencia y contrainvestidura), A.E., XX, 106-13 y 147-50.
Freud, S.: La escisión del yo en el proceso defensivo, A.E., XXIII, 275-6.
Freud, S.: Análisis terminable e interminable (puntos III, V y VIII), A.E., XXIII, 227-33, 236-42 y 251-54.
Freud, S.: 28o Conferencia. La terapia analítica, A.E., XVI, 411-6. Bibliografía electiva:
Freud, S.: Esquema del psicoanálisis, A.E., XXIII, 205-6. Freud, S.: Análisis terminable e interminable, A.E., XXIII, 224.
Freud, S.: El malestar en la cultura (cap. VII y VIII), A.E., XXI, 124-9 y 134.
Freud, S.: ¿Pueden los legos ejercer el psicoanálisis? Diálogos con un juez imparcial (cap. V), A.E., XX, 208-9.
El yo y el ello
Vamos a comenzar con el Yo y el ello, texto donde Freud formula su segunda tópica, su segundo modelo de aparato psíquico, constituido por tres instancias, ello, yo y superyó.
Vimos que el primer modelo de aparato psíquico, organizado por tres sistemas, inconciente, preconciente, y consciente, constituido por representaciones, le permitió a Freud responder a la pregunta inicial del recorrido de sus investigaciones. La pregunta era acerca de cómo se producen y se curan los síntomas.
Luego, en 1920, vimos que introduce la formulación del concepto de pulsión de muerte, que da cuenta de eso que fundamenta al aparato psíquico en términos de aquellos estímulos no ligados por representaciones. Dicho concepto nos permite abordar lo que se presenta como obstáculos a la curación, como por ejemplo la compulsión de repetición en transferencia.
Freud dirá que la compulsión de repetición en transferencia es un fenómeno que responde al intento de ligadura, bajo trasferencia, de aquellas vivencias del pasado que le despertaron angustia, y que en su repetición el paciente vuelve a encontrarse con ese afecto que se ubica más allá del principio de placer, porque aún en el presente irrumpe a modo de repetición como lo no ligado a representaciones. Ese afecto no ligado, que se ubica más allá del principio de placer, es decir, más allá de la cadena de representaciones, no tiene inscripción en la primera tópica. Por eso, Freud, en 1923 formula un modelo de aparato que le permite inscribir, situar este afecto no ligado a la cadena de representaciones. Ese será el lugar del Ello., la sede de lo no ligado.
Veremos entonces que el ello será la sede de las pulsiones no ligadas a representaciones, y que el Yo, dirá, es una organización coherente de los procesos anímicos, es decir, una masa de representaciones que en su fundamento está agujereado por el Ello. Y veremos también, que el superyó será la instancia que liga a los estímulos auditivos del ello.
En el primer capítulo Freud nos va a presentar al Yo como una instancia que participa de este aparato psíquico, aparato que se constituye a partir del ello en su origen. Nos hablara de la relación del yo con el ello, siendo el yo una continuidad del ello y al mismo tiempo encontrándose escindido por este en su fundamento.
Y en el capítulo 2 nos va a hablar más detenidamente del ello.
Luego en el capítulo 5, nos hablara de la relación del yo con el superyó
En el capítulo I, Freud nos cuenta sobre el recorrido lógico que lo llevó a establecer la concepción del Ello como el Inconciente estructural, en el sentido de pensarlo como un inconciente no reprimido. La idea de inconsciente no reprimido se entiende si la refieren a los estímulos no ligados a representaciones. Es decir que lo reprimido e inconciente para el aparato será lo ligado a representaciones, y aquello que no fue ligado al campo representacional, quedará del lado de lo inconciente insusceptible de conciencia, que Freud llamara el inconsciente estructural, el Ello, o el inconsciente no reprimido. Por eso Freud va a afirmar que todo lo reprimido es inconsciente pero no todo lo inconciente, por serlo, es reprimido. Los estímulos pulsionales que no se ligaron a representaciones tendrán el estatuto de lo inconsciente no reprimido.
Freud nos decía que, en la compulsión de repetición en trasferencia, nos encontramos con lo no ligado, que ahora lo va a ubicar en el Ello.
En la página 19 Freud se va acercando al problema de las resistencias inconscientes, que se presentan como resistencias al recurso de la interpretación y de la asociación. Las va a ubicar en este sentido como resistencias que parten del ello, de este modo. Dice así:
“del Yo parten las represiones, y en el análisis se plantea la tarea de cancelar las resistencias que el yo exterioriza a ocuparse de lo reprimido. Pero sabemos que el paciente no puede seguir asociando cuando le planteamos la tarea de aproximarse a eso reprimido. Le podemos decir que se encuentra bajo el influjo de las resistencias, pero él no sabe nada de eso.” (Piénsenlo en el sentido de lo que sucede cuando el paciente se encuentra bajo la compulsión de repetición, tal vez pueda saber que está repitiendo un mismo patrón de conducta, que le resuena con otras veces, pero que sin embargo no sabe por qué le pasa o como revertirlo, o dice que cuando llega a ese punto, no tiene nada más que decir, y que por eso consulta, para que lo ayudemos)
“Y puesto que esta resistencia parte de su yo y es el resorte de este (vean que interesante, dice que dentro del yo hay algo que se resiste por estructura a poder expresarse en palabras), enfrentamos una situación imprevista. Hemos hallado en el yo mismo algo que es también inconsciente, que se comporta como lo reprimido, vale decir, exterioriza efectos intensos, sin devenir a su vez consciente y se necesita a su vez un trabajo particular para hacerlo consciente. he aquí la consecuencia que esto tiene para la práctica analítica, caeríamos en infinitas imprecisiones y dificultades si pretendiéramos atenernos a nuestro modo de trabajo habitual, y, por ejemplo, recondujéramos la neurosis a un conflicto entre lo consciente y lo inconsciente. Nuestra intelección de las constelaciones de la vida anímica nos obliga a sustituir esa oposición por otra; la oposición entre yo coherente y lo reprimido escindido de él.
Pero luego avanza, y para no confundir con la terminología vieja, nos aclara:
“Pero más sustantivas aun, son las consecuencias para nuestra concepción de lo inconsciente. A la concepción dinámica se le agrega la concepción estructural del inconsciente. Discernimos que lo Icc no coincide con lo reprimido, sigue siendo correcto que todo reprimido es inconciente, pero no todo lo Icc por serlo es reprimido. También una parte del yo, Dios sabe cuán importante, puede ser Icc. Entonces, nosvemos llevados a estatuir un tercer Icc, no reprimido.
Cap. II. El yo y el ello
Desde que sabemos que también el yo puede ser inconsciente en el sentido genuino, (ahora sí, ya se está refiriendo al ello) querríamos averiguar más acerca de él.
Entonces se pregunta:
¿Qué quiere decir que algo se hace consciente? En las páginas 21 a 24 hace un largo recorrido para concluir que lo que se hace consciente es por su conexión con la correspondiente representación palabra. Es decir que la parte del yo que reconocemos como consciente, como masa de representaciones con las que nos identificamos está hecha de palabras que ligaron los estímulos no ligados, es decir, que pudieron ligarese puro ello que fuimos en un principio para el otro de los primeros cuidados.
Nuestra representación del yo la podemos armar entonces como un sistema que parte desde el sistema p como de su núcleo, (es decir que parte primero de los estímulos perceptivos no ligados),
Nos va a decir en este sentido que, si al principio somos puro ello, El yo, esa instancia coherente que parece gobernar nuestro acceso a la motilidad se comporta de manera pasiva. Y por eso somos vividos por poderes ignotos (desconocidos, los poderes del ello).
Nos afirma siguiendo esta lógica que, el yo es la esencia que parte del sistema p y que es primero precc y el ello es lo que se comporta como inconciente.
Un individuo es un ello psíquico no conocido, e inconciente, sobre el cual como una superficie se asienta el yo, desarrollado desde el sistema p como si fuera su núcleo. (Piensen que cuando un bebe llega al mundo es pura masa de estímulos interiores y exteriores no ligados, es decir, puro ello)
A medida que el niñe vaya creciendo e incorporando la función de la palabra para ligar sus estímulos, se va a ir desarrollando su yo. Por eso Freud dice lo siguiente: El yo no envuelve al ello por completo. Es decir que va a haber un ello que al no ser ligado por palabras quedara por fuera del yo, será esa parte que agujerea al yo, que se resiste a su ligadura, y que se nombra el ello.
La importancia funcional del yo se expresa en el hecho de que normalmente le es asignado el gobierno sobre los accesos a la motilidad, pero:
Así, como en relación al ello, el yo se parece al jinete que debe enfrentar la fuerza superior del caballo, con la diferencia de que el jinete lo intenta con sus propias fuerzas, mientras que el yo lo hace con fuerzas prestadas. Así como el jinete si quiere permanecer sobre el caballo, a menudo,
no le queda otro remedio que conducirlo adonde este quiere ir, también el yo suele trasponer en acción la voluntad del ello como si fuera la suya propia.
Me parece importante comentarles antes de concluir hoy, que es clave para la clínica psicoanalítica comprender que el yo responde a las fuerzas del ello, que es la sede de las pulsiones. Es la clave que diferencia a la clínica psicoanalítica de otras terapias del yo. Considerar al ello en el funcionamiento del aparato es tener en cuenta que no pasa por el convencimiento o por la voluntad del paciente el que pueda estar mejor y aliviarse de sus síntomas. Justamente nos permite pensar que los síntomas que parten del yo están enraizados en el ello, por eso es clave el manejo de la trasferencia, que va más allá de la interpretación. Veremos luego como la herramienta de la interpretación no alcanza para revelar aquello que se sitúa en el aparato como restos de lo no ligado, en el ello
16. Todo lo reprimido es inconsciente, aunque no todo lo inconsciente coincide con lo reprimido.
a) La segunda tópica: una reformulación del aparato psíquico que no remplaza a la primera. b) El ello: un tercer inconciente no reprimido. c) El yo y sus vasallajes. d) El superyó: heredero del complejo de Edipo y representante del ello. e) Las resistencias estructurales. f) El sentimiento inconciente de culpa, la reacción terapéutica negativa. e) La paradoja del superyó. Referente clínico: los obstáculos que impiden la curación analítica.
Bibliografía:
Freud, S.: Más allá del principio de placer (cap. III), A.E., XVIII, 18-20.
Freud, S.: El yo y el ello (cap. I, II, III y V), A.E., XIX, 15-20, 21-29, 33-37 y 49-57.
Freud, S.: Inhibición, síntoma y angustia (cap. XI Addenda: a. Resistencia y contrainvestidura) A.E., XX, 147-50.
Freud, S.: El problema económico del masoquismo, A.E., XIX, 171-2. Bibliografía electiva:
Freud, S.: Construcciones en el análisis, A.E., XXIII, 267-8.
Freud, S.: El malestar en la cultura (cap. VII y VIII), A.E., XXI, 124-9 y 134. Freud, S.: Análisis terminable e interminable, A.E., XXIII, 224.
Freud, S.: ¿Pueden los legos ejercer el psicoanálisis? Diálogos con un juez imparcial (cap.), A.E., XX, 208-9.
La primera tópica.
En el texto la interpretación de los sueños por el año 1900, Freud producía el primer ordenamiento metapsicológico, se encontraba con un aparato de representaciones que, se inaugura a partir de la vivencia de satisfacción. Además, se encuentra regulado por el principio del placer. En este momento de la obra freudiana, está tópica respondía a las preguntas: ¿Cómo se producían los síntomas? ¿Cómo se curaban estos síntomas? Si bien, la primera tópica resultaba amigable para contestar estas dos preguntas, se tenía diferentes elementos, con los cuales Freud se encuentra en la clínica. Eran diferentes elementos que no tenían representación, no tenían correlato, no tenían inscripción en esta primera tópica. Es decir, estos elementos no podrían ubicarse en el
campo representacional. Finalmente, Freud arma la segunda tópica para poder ubicar a estos elementos, vamos a ir enumerando cuáles fueron estos elementos, se ubicará seis en principio, que fueron ellos los que condujeron a Freud para la formulación de esta segunda tópica.
Él situaba que estos obstáculos en la clínica, habían conducido a Freud a la formalización de una nueva tópica. Dichos seis elementos, no tienen representación en una tópica que era un sistema de representaciones.
1. Primer elemento: La fuente independiente de desprendimiento de displacer Freud situaba en el manuscrito K.
“Mi opinión es que dentro de la vida sexual tiene que existir una fuente independiente de desprendimiento de displacer; presente ella, puede dar vida a las percepciones de asco, prestar fuerza a la moral, etc.” Pág. 262
Esta fuente es independiente de las representaciones.
2. Segundo elemento: Una tensión sexual somática que se encontraba acumulada y se transforma en angustia, por fuera de todo mecanismo psíquico. Entonces, esta angustia no tenía representación.
3. Tercer elemento: Los destinos pulsionales anteriores a la represión que eran el trastorno hacia lo contrario y la vuelta hacia la propia persona.
¿Qué sería anterior a la represión en la primera tópica, anterior a la represión primaria? La represión primaria tenía un valor fundante, ir un momento mítico e inaugural de este aparato psíquico. Entonces, ¿Cómo ubicamos algo anterior a esta fundación? Bueno, es posible pasar al cuarto elemento.
4. Cuarto elemento: Se sabe que luego de la represión secundaria habrá diferentes destinos para la representación y para el monto de afecto (algo desasido de la representación). El problema sería de un estatuto similar a los anteriores, dónde podemos inscribir este monto de afecto porque no está cernido a una orden representacional. En introducción del narcisismo, se plantea una reversibilidad de la libido. La libido iba del yo a los objetos y viceversa, había un movimiento de la libido, una libido desplazable. Esto lo podemos ejemplificar por la vía del enamoramiento, el enamoramiento es el desborde de la libido yoica sobre el objeto. El enamorado llega a veces, hasta la humillación, la idealización del otro, queda casi a merced ser del otro. En ese en ese estado de enamoramiento disminuye la libido yoica a la par de la idealización del otro, entonces, Freud dice que cuanto más se
gasta una libido, tanto más se empobrece la otra (la libido yoica). El enamoramiento hay un empobrecimiento de la libido del yo, en beneficio de la libido de objeto. Es decir, se plantea una libido desplazable, reversible, algo de esta libido que se deposita sobre el objeto de amor podrá recuperarse si este objeto “me ama”, esta cuestión del ida y vuelta. Está reversibilidad tiene un tope que se llamara resto autoerótico, es aquello que está a nivel del propio yo y no pasa a los objetos, es algo que no se cede. Esté resto autoerótico no tiene representación, entonces si no tiene representación no es posible ubicarlo en la primera tópica. O sea que, fundamentalmente este estímulo interior no ligado conduce a Freud hacia la reformulación del ordenamiento del aparato psíquico.
La segunda tópica de 1923 es en parte consecuencia de la introducción a la teoría de la pulsión de muerte, este estímulo interior no ligado.
Retomando, la primera tópica se ordenaba en relación a dos preguntas que tenían que ver con la formación de los síntomas y la curación de los síntomas, pero para la segunda tópica la pregunta ordenadora tiene que ver con los impedimentos de la curación, se preguntará¿Cuáles son los obstáculos para la curación? La segunda tópica no reemplaza a la primera, sino que, la complementa, ambas tópicas coexisten. O sea que, esta segunda no es superada ni invalida la primera y estará destinada a explicar ciertos obstáculos que se van presentando en el tratamiento psicoanalítico. Apunta entonces, a poder dar cuenta a aquellos elementos que no tenían inscripción en la primera tópica, quedan entonces incluidos en una nueva construcción del aparato psíquico.
Las instancias de la segunda tópica freudiana
Recordar que la primera tópica es el sistema inconsciente, preconsciente y consciente .
1. Ello: Freud también lo llama tercer inconciente. Retoma el texto “nota sobre el concepto del inconsciente”. Allí, aparecen dos dimensiones del inconciente, hay un uso descriptivo, un inconsciente descriptivo que coincidía con lo latente, con el preconsciente.
“Una representación —o cualquier otro elemento psíquico— puede estar ahora presente en mi conciencia, y un momento después desaparecer de ella; puede reaflorar intacta después de un intervalo, y hacerlo, como decimos nosotros, desde el recuerdo, no como consecuencia de una nueva percepción sensorial.” Pág. 271
Entonces, es posible pensar que, si le prestamos cierta atención, ubicamos con un foco de luz, hacia determinar presentaciones preconscientes aparecen sin dificultad en la conciencia. Por ejemplo, supóngase que ustedes ahora están prestando mucha atención esta clase. solamente están pensando en la segunda tópica freudiana y de repente yo le yo les preguntó.
¿Dónde estuvieron en enero? en ese momento ustedes traen una representación preconsciente a la conciencia sin ninguna dificultad. Es decir, que esta representación preconciente no ha quedado fuera de la conciencia a causa de la represión, simplemente es momentáneamente inconsciente. O sea que, no es que es inconsciente por estar deprimida, es decir, no tiene ningún con la represión.
Luego, aparece el inconsciente dinámico, inconsciente dinámico equivale al inconsciente reprimido, es el inconsciente reprimido de la primera tópica. Retornan todas las formaciones del inconsciente, sueños, síntomas, actos fallidos… etc. Retorna traspuesto
¿Qué es lo que podemos reprimir? Solamente se pueden reprimir las representaciones origen. Los sentimientos circulan, pero no se pueden reprimir. Cuando se habla de la represión, siempre estamos involucrando a representaciones.
Así pues, se obtenía un primer inconsciente que era sinónimo de lo preconsciente, un segundo inconsciente que coincidía con lo reprimido. Ahora bien, Freud sitúa un tercer inconsciente, sería el ello, también se lo puede llamar como inconsciente estructural. Es una instancia nueva, es un inconsciente que no es latente y tampoco es reprimido, por ello se lo nombra como no reprimido, no es posible de reprimir. Es un inconsciente que irrumpe.
“Discernimos que lo Icc no coincide con lo reprimido; sigue siendo correcto que todo reprimido es icc, pero no todo Icc es, por serlo, reprimido. Lo inconsciente no coincide con lo reprimido, puesto que nos vemos así constreñidos a estatuir un tercer Icc, no reprimido…” Pág. 19
Entonces, el ello es inconciente que no está reprimido, (Recordar que el inconsciente dinámico era idéntico al reprimido) . Ahora tenemos el ello que es inconsciente pero no reprimido, por lo tanto, esta sería la novedad. Ahora bien, ¿Cómo es que esto no ligado alcanza la conciencia? ¿Como es que se manifiesta lo no ligado? Antes de responder es importante aclarar algo que dice Freud:
“Por tanto, la pregunta «¿Cómo algo deviene consciente?» se formularía más
adecuadamente así: «¿Cómo algo deviene preconciente?». Y la respuesta
sería: «Por conexión con las correspondientes representaciones- palabra» ” Pág. 22
Si se piensa esto a la inversa la represión podría ser figurada como la denegación de la traducción en palabras como cuando nosotros le quitamos la representación palabra. Entonces esto no ligado, también llamado como otro cualitativo-cuantitativo accede a la conciencia directamente, no por conexión de representaciones-palabras.
Entonces Freud plantea que lo no ligado no puede ser reducido a la palabra, esto es en el inconsciente no reprimido. El ello irrumpe en la conciencia directamente, sin representación palabra.
¿Cómo es que esto no ligado se manifiesta? Esto se manifiesta directamente como angustia, como compulsión, como algo traumático. Es algo que no puede simbolizarse, por ejemplo, un despertar sobresaltado y sin palabras, es decir, que el sujeto se queda sin palabras. Por esto decimos que el ello eso no se manifiesta por las expresiones de las formaciones del inconsciente, será algo invariable inmodificable y es por esto que, lo vinculan con el eterno retorno del igual.
Por último, el ello es una instancia primordial, sin representaciones. El ello es la sede de las pulsiones mudas, de los estímulos interiores no ligados, asimismo, el ello se encuentra Más allá del principio del placer.
2. Yo: Retomando lo anterior visto, en principio, nos transportan a las neuropsicosis de defensa 1894, donde hablaba de un yo como una masa homogénea de representaciones. Entonces, frente a esta masa homogénea aparecía una representación heterogénea, de tipo sexual. Allí, se ponía en marcha la defensa. Es decir, este yo defensor queda escindido a partir de una representación, que más tarde va a integrar el segundo psíquico; estamos aquí en una dimensión representacional. Es un yo escindido por la defensa habrá algo que esté yo desconoce.
En introducción del narcisismo, se pregunta por la constitución del yo. Freud ubica al yo como una instancia unificada, como reservorio de libido desde dónde parten los pseudópodos de la ameba, esto seudópodos, que a modo de ejemplo no sirven para pensar la libido de objeto. Entonces este yo como unidad se va a diferenciar de la parcialidad del autoerotismo. Es posible afirmar que el objeto duplica en lugar del yo, no hay una oposición objeto y yo. Por ejemplo, el objeto amor puede ser el propio yo. Está unidad a la que denominamos yo se construye comparándose e identificándose con el semejante, el objeto es semejante al yo. El yo se miran los objetos como si estuviera frente a un espejo, entonces puedo verme en otro
tal como soy he sido, a como quisiera ser. Así decimos que la libido pasa del yo a los objetos y de los objetos al yo. Este yo permite una unificación, uno se ve en un espejo y generalmente se reconoce, a nivel discursivo uno dice “Yo soy Sofia, a mí me gusta…”. Pero esta unificación sabemos que es ilusoria imaginaria, pues tenemos al resto autoerótico que ponía un tope a esta reversibilidad de la libido, hay algo de la libido que no pasa a los objetos. Este resto autoerótico podemos afirmar que, en este momento de la obra freudiana se resignifica y funciona como un antecedente de lo no ligado, de lo traumático. Hay algo del cuerpo propio que no pasa al objeto, se podría ejemplificar como alguna sensación erógena que al sujeto le resulta extraña, como algo de un cuerpo propio, pero no simbolizado, es decir que, termina siendo ajeno, a esto también se le llama núcleo inconsciente del yo.
En esta segunda tópica, esté yo intentara unificar, por ejemplo, una instancia con otra. Tiene que ver con la pulsión de vida, con una libido que circula, que permite unificar, es decir que la pulsión de vida tiene asiento en el yo. Pero, en el interior del yo hay un resto autoerótico, algo no ligado que, hace que su función de síntesis fracase.
¿Cuál es la relación del yo con el ello?
“Es fácil inteligir que el yo es la parte del ello alterada por la influencia directa del mundo exterior, con mediación de P-CC: por así decir, es una continuación de la diferenciación de superficies. (…) Para el yo, la percepción cumple el papel que en el ello corresponde a la pulsión. (…) La importancia funcional del yo se expresa en el hecho de que normalmente le es asignado el gobierno sobre los accesos a la motilidad. Así, con relación al ello, se parece al jinete que debe enfrenar la fuerza superior del caballo, con la diferencia de que el jinete lo intenta con sus propias fuerzas, mientras que el yo lo hace con fuerzas prestadas. Así como al jinete, si quiere permanecer sobre el caballo, a menudo no le queda otro remedio que conducirlo adonde este quiere ir, también el yo suele trasponer en acción la voluntad del ello como si fuera la suya propia.” Pág. 27
Es decir, que el ello es primordial respecto al yo. La percepción es al yo como la pulsión es al ello.
Los vasajalles del yo
“Nuestras representaciones sobre el yo comienzan a aclararse, y a ganar nitidez sus diferentes nexos. Ahora vemos al yo en su potencia y en su endeblez .” Pág. 55
Es decir, hay dos vías para pensar al yo (potencia y endeblez). Por la vía de la potencia, este parece ser amo y señor por eso Freud señala sus importantes funciones, por ejemplo, el nexo con el sistema de la percepción, se ocupa del ordenamiento temporal de los procesos anímicos y también le adjudica el examen de la realidad. Por otro lado, gracias a los procesos de pensamiento el yo consigue aplazar las descargas motrices y además gobierna los accesos a la motilidad. Pero luego Freud afirma:
“El gobierno del yo, por otra parte, más formal que fáctico; con respecto a la acción, el yo tiene una posición parecida a la de un monarca constitucional sin cuya sanción nada puede convertirse en ley, pero que lo piensa mucho antes de interponer su veto a una propuesta del Parlamento.”
La vía del endebles la encontramos cuando se trata de un monarca con un gobierno mucho más formal que fáctico o al modo de un jinete que conducido por su caballo.
Otra cuestión que agrega Freud es la denominación del yo como una pobre cosa porque termina siendo un vasallo, sirviente o servidor. Es decir que el yo se encuentra tironeado, exhibido, amenazado desde tres clases de peligros:
· El primero sería el mundo exterior, ya que, este mundo exterior le impone al yo ciertas limitaciones y el yo no domina al mundo exterior.
· Otro peligro es el ello, respecto a la irrupción de este ello, el yo no sabe de qué se trata, exige al yo, es decir, el ello plantea exigencias que el yo no tiene registro, registro de lo no ligado del ello.
· Finalmente, también el yo está exigido, tironeado, es un sirviente del superyó. El superyó se le impone ciertas exigencias puede muchas veces volverse hiperexigente con el yo.
Así, el yo es un vasallo del mundo exterior, del ello y el superyó. Otro modo que tiene Freud para definir al yo es ubicándolo comenzar fronterizo por intentar mediar entre estos tres poderes, intenta mediar entre el mundo y el ello, queriendo que el ello obedezca al mundo, pero también que el mundo obedezca al ello. Respecto al ello, el yo quiere mantenerse avenido, o sea, en buenos términos, en armonía con ello y también recubre las órdenes este último con racionalizaciones.
Por otro lado, disimula conflictos del ello con la realidad y el superyó. Además, el yo es adulador oportunista, mentiroso y que intenta ganarse siempre a la opinión pública.
Resumiendo, el yo como una pobre cosa, como un vasallo, tironeado desde tres poderes distintos, intentando mediar entre los tres poderes y como adulador, oportunista, mentiroso y simulador. Además, relaciona al yo con la angustia, porque dice que el yo es el genuino almácigo de la angustia, es sede de la angustia. Es decir que además de ser una pobre cosa, el yo también se angustia. Bueno la angustia, algo que debe estar sentida por el yo. Las tres variedades de angustia corresponden a estos tres peligros. Por ejemplo, la angustia frente al superyó que plantea Freud es angustia de la conciencia moral que finalmente se deriva en angustia de castración.
Por último, el ello se supone estímulos interiores no ligados e indica un Más allá del principio del placer, el ello es la sede de la pulsión de muerte. En cambio, implica la ligadura o el intento, el yo es sede, la cuna, el asiento, de la pulsión de vida. Cuando hablamos de la pulsión de vida, hablamos de esta libido desplazable reversible, así el yo tendrá una función de síntesis aspirando a la unificación y estando al servicio del principio del placer. Pero, el yo normal aquel que logra la síntesis será una ficción ideal, el yo no podrá sintetizar lo no ligado, o sea, reducirlo a palabras. Si vienen el yo implica cierta ligadura, sostenemos que fracasara frente a la pulsión de muerte. Es decir, el yo no es quien domina la escena de la segunda tópica es un vasallo de lo no ligado y se defiende de los peligros que emanan de este, por todo esto concluimos que el yo no puede sintetizar a lo no al ligado.
Seminario Unidad 9 clase 1
IX. La sexualidad femenina.
a) La ligazón-madre preedípica. b) La ecuación hijo=falo. c) Un dark continent: "¿qué quiere una mujer?". d) El representante del sexo femenino falta: "la expresión libido femenina carece de todo justificativo". e) El impasse sexual. Referente clínico: "Hombre de los Lobos".
Bibliografía:
Freud, S.: Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos, A.E., XIX, 270-5.
Freud, S.: 33o Conferencia. La feminidad, A.E., XXII, 104-25.
Freud, S.: El sepultamiento del complejo de Edipo, A.E., XIX, 181-87. Bibliografía electiva:
Freud, S.: Sobre la sexualidad femenina, A.E., XXI, 232-241.
Freud, S.: De la historia de una neurosis infantil (cap. IV), A.E., XVII, 29-46.
Freud, S.: Sobre las trasposiciones de la pulsión, en particular del erotismo anal, A.E., XVII, 113- 123.
Recordar articular con: Las pulsiones parciales, las teorías sexuales infantiles, la premisa universal con su correlato de desconocimiento de la vagina y la cuestión de la elección de objeto .
El complejo de Edipo y el complejo de castración en la niña
Lo femenino para Freud ocupa un lugar de enigma, él lo llama “el continente oscuro”. No tiene que ver con el género ni con la cuestión del pene o vagina, sino como es esto leído desde un lugar de la falta. A partir de la vivencia de satisfacción, es posible afirmar que en el aparato psíquico el deseo se arma a partir de una falta, al igual que la zona erógena y la pulsión, a partir del pasaje por el otro y el encuentro con una perdida, con algo que se constituye como perdida.
Entonces, el complejo de Edipo y el complejo de castración vienen a darle una resignificación a esas pérdidas. El niño perdió el pecho materno, perdió las heces, puede perder el pene. Sin embargo, el pene no es el pene, sino que tiene que ver con el ordenador por excelencia para los sexos que no son ni el pene, ni la vagina, sino que es el falo.
Retomando el complejo de Edipo en el varón y en el complejo de castración hace que el niño retire su investidura libidinal sobre la madre por un replegamiento narcisista para resguardarse y salga del Edipo sustituyendo más tarde esto por otros objetos, por otras mujeres. No quiere decir que necesariamente tiene que ir a buscar una pareja mujer, puede ser una pareja homosexual, es decir, otro varón ubicado en este lugar para él. De modo tal que, se trata de funciones y de posiciones, no género, se habla de posiciones sexuales en el aparato psíquico en donde el ordenador va a seguir siendo el falo.
Ahora bien, se parte de una constitución bisexual, tanto en la oral como en la anal. Es decir que la niña y el niño se comportan de igual manera y el órgano rector de la niña es clítoris que es homólogo al pene.
“Los dos sexos parecen recorrer de igual modo las primeras fases del desarrollo libidinal. Habría podido esperarse que ya en la fase sádico-anal se exteriorizara en la niña pequeña un rezago de la agresión, pero no es así. El análisis del juego infantil ha mostrado a nuestras analistas mujeres que los
impulsos agresivos de las niñas no dejan nada que desear en materia de diversidad y violencia. Con el ingreso en la fase fálica, las diferencias entre los sexos retroceden en toda la línea ante las concordancias. Ahora tenemos que admitir que la niña pequeña es como un pequeño varón.” Pág. 109
Entonces, en la etapa oral, niño y niña toma la teta de igual manera, perciben el mundo a través de su boca, todo lo conocen a través del chupeteo. Al igual que en la etapa anal, las heces se comportan de igual manera para niña y el niño, el adulto le demanda que controla sus esfínteres de igual manera. Sin embargo, en la etapa fálica comienzan las diferencias. Vale aclara que, en la fase fálica, cuando se llega a dicha fase, no es que alguien de alguna manera fue el falo de su madre y supo que lo era allí; sino en lo que en verdad se arrima es a la castración en la madre, a la incompletud y al deseo de otra cosa que no es el niño, allí esa madre se constituye como fálica.Algo se constituye a partir de la pérdida.
Cuando el niño deja de ser el falo de la madre, pasa a tenerlo. No tiene que ver con el pene en si sino con el cachito de completud que cree que lo haría al completo o a la madre completa. Dicho chachito de completud, que es motivante, motor, lo ayuda a seguir adelante con lo que iba a hacer. Pero que nunca es eso que metonímico, que se corre, se va desplazando.
Entonces, la ley afecta al padre porque el padre también está atravesado la misma ley, el padre se ubica del lado del portador, le dice a la madre “no reintegraras tu producto” y al niño “está no es tu mujer”, aparece la ley exogámica, la salida de lo familiar. Él retira por amor sus genitales para que funcionen en otro lugar, para que lo ponga donde quiera, pero no allí. El varón en la fase fálica sale el complejo de Edipo por complejo de castración. Pasa de ser un hoy falo a tener uno, es decir que, queda preso de la amenaza de castración. La madre promete, pero no cumple, erogeniza al bebé, pero esa erogenización va a ser utilizada en otro lado. Ella promete que con su con cuidado algo nos sexualiza. Falo y castrado no son un par de opuestos.
Fase fálica en la niña
Fase anal y oral igual que los niños.
“También en el campo de la vida sexual humana notarán enseguida cuan insuficiente es hacer corresponder conducta masculina con actividad, y femenina con pasividad.” Pág. 107
La etapa anal no es suficiente con el rol pasivo y el activo, no alcanza para dar cuenta de lo femenino y el masculino. La niña deviene mujer, no nace mujer. En la fase fálica se percata que
la madre no tiene pene, que la madre está incompleta. Desde el clítoris parten de situaciones análogas a las del pene, a su vez, tiene tejidos similares a los del pene, en términos de placer y zona mucosa. La niña sabe que no es un pene, por tanto, se ubica como la que no lo tiene, pero ve que la madre tampoco lo tiene. Entonces, allí aparece un cierto enojó con la madre, como si la madre no se lo hubiera dado, en consecuencia, le pide y reclama.
Ahora bien, a la niña y al niño anatómicamente no les falta nada, sino que es en el orden de cómo nos ubicamos en relación a la sexualidad, a partir de esta diferencia falo-castado. No falta anatómicamente nada, sino que resignificamos las perdidas, a partir de esta falta y hay un reclamo articulado a la premisa universal, es decir, la niña va a quedar presa de la envidia del pene, va a sentir que no lo tiene y el varón que lo puede perder (amenaza de castración).
Mientras que hace todos estos reclamos a la madre, comienza a reforzar su identificación con el padre ahí transfiere el amor maternal al paterno, es decir, si pasa de la madre al padre, por tanto, el amor al padre es un amor de segunda, la niña cambia de objeto y de zona. ¿Cuándo pasa al padre? cuando se percata de que no lo quiere, abandona ese objeto de amor y este reclamo la lleva a buscar a quien sí se lo pueda dar. Es decir, ella pasa al padre por ese interés, hace un giro. Para hacer este giro es necesario que arribe al complejo de castración, la castración en la madre, a que ella no lo tiene, la madre tampoco y dirigirse a quien pueda dárselo. Finalmente, hace un cambio de objeto, de la madre al padre y de zona, del clítoris a la vagina.
Resumiendo, la niña pasa por la castración, se separa de la madre, muestra sus celos y se va al padre y allí aparece la promesa de un hijo. La niña empieza a elaborar la ecuación simbólica, no puedo tener el pene, pero puedo tener un hijo. A su vez, ya estando en el complejo de Edipo, ya se ha enamoro del padre, sin embargo, comienza a incomodarle la presencia y comienza a tenerle horror al incesto. Luego, va a hacer el pasaje, la salida exogámica, de este padre a otro hombre/mujer que, ocupara el lugar de esa promesa. Por otro lado, vale aclarar que la amenaza de castración, toma la modalidad de la amenaza de perder el amor del otro; por tanto, Freud plantea que la mujer se le juega el deseo de ser amada y el temor a la pérdida de ese amor.
Freud sitúa que una de las salidas posibles para la mujer esecuación simbólica (no puedo tener el pene, pero puedo tener hijo). Un hijo no quiere decir embarazarse, el hijo también se desplaza. Ej.: escritora y sus libros. A parte de la salida por la ecuación simbólica, Freud propone dos salidas más del complejo de Edipo para la niña. Uno podría ser la inhibición sexual o neurosis, se rehúsa a ser tomada como objeto, “si no lo puedo tener, no quiero tener relación a ello”. Por otro lado, está el complejo de masculinidad, es decir una segunda salida, retornar a una fase anterior a la
fase preedipica y entonces entra a un complejo de masculinidad. Esta fase pre-edipica es muy importante para la mujer, ya que, es la ligazón a esa madre, asimismo Freud plantea que muchas veces las peleas de las mujeres con sus parejas reemplazan a esta pelea, estas reivindicaciones y reclamos hacia la madre, es decir, el reclamo a su pareja es homologo a los reclamos que antes le hacía a su madre.
Entonces, en estas tres salidas, la inhibición sexual o neurosis allí el tener un síntoma en el lugar de la falta, es decir, en vez de una falta hay un síntoma e inhibición sexual. En el caso del complejo de masculinidad, se podría decir, volver a querer tenerlo. En la tercera salida, la ecuación simbólica que es tener un hijo en el lugar de la falta. Las tres se posicionan en el lugar de la falta, un síntoma en el lugar de la falta, volver a la fase anterior y ser la falta misma, es decir ser el falo y tener un hijo en el lugar de la falta. Para Freud entender que la sexualidad tiene que ver en algo del orden de lo simbólico, se inscribe en el aparato psíquico como sexual a partir del ordenador del falo.
¿Una mujer agota su deseo en un hijo? Es posible pensar que la anatomía nos tocó en suerte al nacer, es el destino. Sin embargo, ese destino en el cual te toco nacer vos tendrías que hacer algo con eso, va haber una posición y una dirección que se toma en relación a ese destino. El destino como corte, estamos destinados a un orden simbólico, que desnaturaliza la sexualidad a la medida del falo. Dicho falo, no es el pito tanto que, se puede ser una madre fálica.
El hombre de los lobos
A los 5 años tiene una pequeña alucinación visual, estaba paseando con su niñera jardín y con una navaja cortaba la corteza de los árboles jugando. De repente, con espanto, ve como se cortó el dedo meñique y este dedo le permanece unido a la mano por un trozo de piel. Él cuenta que no tuvo dolor en más mínimo, pero sí, sintió muchísimo miedo. En ese momento no se atrevió a decirle nada a la niñera y tampoco se animaba a mirarse el dedo. En el historial del hombre de los lobos, es historia de la neurosis infantil.
“Tenemos entonces derecho a suponer que esta alucinación cayó en la época en que se decidió a reconocer la realidad objetiva de la castración, y acaso estuvo destinada a marcar precisamente ese paso.” Pág. 72
Entonces, la castración no tiene que ver necesariamente este corte y está amenaza con algo del orden de perder el pene. Nada tienen que ver con eso, de hecho, él tiene una alucinación visual no es que si le pasa y siente ese corte. Se podía pensar que es el paisaje de la falta a perdida, el
complejo de castración se puede leer como el modo en que el aparato vuelve a leer y a resignificar las pérdidas. Parte de este complejo nuclear de las neurosis, la lectura es desde el complejo de castración.
Practico
VIII. Inconsciente: descriptivo, dinámico, estructural.
a) Todo reprimido es icc, pero no todo Icc es reprimido. b) Las pulsiones mudas: el ello. c) Las resistencias estructurales. d) La ganancia primaria, la necesidad de castigo, la reacción terapéutica negativa: la resistencia del superyó. e) La función de síntesis del yo sucumbe: escisión, satisfacciones masoquistas. f) Las resistencias de la alteración del yo: una “resistencia” a la puesta en descubierto de las resistencias. g) El factor cuantitativo de la intensidad pulsional: la fijación de la libido. h) La neurosis de transferencia: el analista como objeto. Referente clínico: obstáculos en la curación y atolladero en el final de análisis.
Bibliografía:
Freud, S.: El yo y el ello (cap. I, II, III y V), A.E., XIX, 15-22, 21-9, 33-37 y 49-59.
Freud, S.: El problema económico del masoquismo, A.E., XIX, 171-2.
Freud, S.: Inhibición, síntoma y angustia (cap. V y XI. Addenda, punto A: a. Resistencia y contrainvestidura), A.E., XX, 106-13 y 147-50.
Freud, S.: La escisión del yo en el proceso defensivo, A.E., XXIII, 275-6.
Freud, S.: Análisis terminable e interminable (puntos III, V y VIII), A.E., XXIII, 227-33, 236-42 y 251-54.
Freud, S.: 28o Conferencia. La terapia analítica, A.E., XVI, 411-6. Bibliografía electiva:
Freud, S.: Esquema del psicoanálisis, A.E., XXIII, 205-6. Freud, S.: Análisis terminable e interminable, A.E., XXIII, 224.
Freud, S.: El malestar en la cultura (cap. VII y VIII), A.E., XXI, 124-9 y 134.
Freud, S.: ¿Pueden los legos ejercer el psicoanálisis? Diálogos con un juez imparcial (cap. V), A.E., XX, 208-9.
El problema económico del masoquismo porque es un texto que nos permite comprender el lugar que tiene en la economía del aparato psíquico lo que Freud nombra como masoquismo.
Arribamos a este texto luego de trabajar más allá del principio de placer, donde ubicamos la relación de los estímulos no ligados como aquello que se ubica más allá del principio de placer, y que es necesario ligar para que dicho principio pueda comenzar a operar. Recuerden que Freud no decía que es necesario que el aparato realice una tarea previa y más originaria para que el principio de placer pueda operar. Dicha tarea cosiste en la ligadura de los estímulos perceptivos a la cadena de representaciones. A dichos estímulos los refirió a esas enigmáticas tendencias masoquistas del yo.
El masoquismo (lo que llamó las pulsiones de destrucción en más allá, ahora las nombra como el masoquismo erógeno)
Freud dice: Desde el punto de vista económico la existencia de la aspiración masoquista en la vida pulsional de los seres humanos es enigmática. El masoquismo se nos aparece como un gran peligro, lo cual no ocurre lo mismo con el sadismo, su contraparte.
Hay que indagar la relación del principio de placer con la vida pulsional.
El masoquismo se ofrece a nuestra observación en tres figuras: Como una condición de excitación sexual, como una expresión de la naturaleza femenina, y como norma de la conducta en la vida: Masoquismo erógeno, femenino y moral. El 1°, el placer de recibir dolor, se encuentra en el fundamento de los otros dos.
Veamos la relación con el sadismo:
En el ser vivo la libido se enfrenta con la pulsión de destrucción, de muerte, que quiere desagregarlo, y llevar al ser vivo a la condición de la estabilidad inorgánica. La terea de la libido es volver inocua a la pulsión de destrucción: Lo desempeña desviándola al exterior, hacia afuera, el mundo exterior a partir de la musculatura, de la pulsión de apoderamiento. Un sector de esta pulsión es puesto al servicio de la función sexual, donde tiene a su cargo una importante operación: El sadismo. Otro sector no obedece a este traslado hacia afuera, permanece en el interior del organismo y allí es ligado libidinosamente. En este sector tenemos que discernir el masoquismo erógeno originario.
Entonces puede decirse que la pulsión de muerte actuante en el organismo es idéntica al masoquismo. Después que su parte principal fue trasladada hacia afuera, sobre los objetos, en el interior permanece como su residuo el genuino masoquismo erógeno.
Veamos entonces como el masoquismo entonces da cuenta de la estructuración del campo pulsional, da cuenta de la primera versión de existencia del sujeto en tanto objeto para el otro, de ese autoerotismo no trasladado al exterior.
En mas allá de principio de placer Freud se preguntó por las enigmáticas tendencias masoquistas del yo en relación a lo no ligado y a la compulsión de repetición que le devuelve al sujeto situaciones displacenteras y que nunca fueron placenteras, del pasado olvidado. Vimos que lo no ligado irrumpe en el juego del fort da, en los sueños traumáticos, y en la compulsión de repetición en transferencia.
Freud se pregunta porque el sujeto se queda fijado psíquicamente al trauma, y desde esa pregunta va a indagar sobre las cuestiones que aborda en el texto que trabajaremos hoy. La fijación psíquica al trauma, a lo no ligado da cuenta del masoquismo en el aparato, y de su relación a la economía psíquica. Veremos que se trata de un problema fundante, porque como dijimos la vez pasada, al principio el sujeto es puro ello. Podríamos decir que, al principio, cuando el niñe, el recién nacide llega al mundo, es un puro cumulo de estímulos perceptivos no ligados a representaciones, y que a medida que vaya incorporando el lenguaje va a ir contando con representaciones para ligar eso que en un inicio se le presenta como puro estimulo no ligado. En ese sentido, el masoquismo, como eso que da cuenta de la fijación a lo no ligado, tiene que ver con cierta fijeza a lo que se presenta como el origen de aparato.
También, a la luz de pensar lo no ligado con el entramado pulsional, de la pulsión de vida y la pulsión de muerte, lo llevan a plantear la mezcla pulsional. Esta mezcla implica, para Freud, una forma de que la libido domeñe, someta, ligue a la pulsión de muerte.
En ese sentido, en la página 169 de “ El problema económico del masoquismo” dice que “la tarea de la libido es volver inocua esta pulsión destructora ”. Y agrega que la manera de lograr esta tarea es “ desviando (a la pulsión de muerte) en buena parte hacia afuera, dirigiéndola hacia los objetos del mundo exterior.”
Podríamos afirmar que: “al principio era la pulsión de muerte (los estímulos no ligados)”. Y para domeñarla, para someter a esa pulsión destructora, lo que el aparato va a hacer es desviarla hacia afuera, hacia los objetos. recordemos que al principio el lugar del bebe es el lugar de objeto para
sus otros de los primeros cuidados. Otros que en esos cuidados lo libidinizan, pero sin que haya todavía un yo constituido. Ese lugar de objeto para el otro es el que la pulsión de muerte quiere recuperar.
Pero la constitución del yo y la constitución del sujeto del inconciente requieren separarse de ese lugar de objeto original. Para que eso sea posible es necesario entonces desviar la pulsión de muerte hacia afuera, trasladarla hacia los objetos, ponerla al servicio de la función sexual. Trasladar la pulsión de muerte hacia los objetos es una forma de ligadura, implica constituir los objetos de amor por fuera de sí mismo. Que haya objetos de amor, significa que el objeto no es uno. En ese sentido, la pulsión de muerte trasladada hacia afuera implica al erotismo, al eros, a la pulsión de vida.
A esa porción de la pulsión de muerte que se trasladó hacia los objetos Freud la ubica en términos de sadismo. Es más, dice: “Un sector de esta pulsión (de muerte) es puesto directamente al servicio de la función sexual, donde tiene a su cargo una importante operación. Es el sadismo propiamente dicho.”
Pero también dice que “Otro sector no obedece a este traslado hacia afuera, permanece en el interior del organismo y allí es ligado libidinosamente… en ese sector tenemosque discernir el masoquismo erógeno, originario."
Él venía suponiendo que primero estaba el sadismo (En tres ensayos se refiera al Sadismo o a la pulsión de apoderamiento como primaria) y que una vez que ese sadismo volvía sobre sí mismo entonces había masoquismo. Pero ahora lo piensa lógicamente a la inversa. Al principio hay pulsión de muerte y para ligarla se la desvía hacia afuera, se la traslada hacia los objetos. Así surge el sadismo. Pero una porción de la pulsión de muerte que no es trasladada hacia afuera permanece adentro, dando lugar al masoquismo erógeno primario.
Es decir que está el masoquismo erógeno primario y como una forma de defenderse de ese masoquismo primario se estructura el sadismo: trasladando la pulsión de muerte hacia los objetos. El sadismo es así secundario al masoquismo erógeno primario.
A este masoquismo erógeno primario Freud se refiere como un residuo de la pulsión de muerte que subsiste en el interior del yo y que sería testigo y un relicto de aquella fase de formación en que aconteció la liga, tan importante para la vida, entre Eros y pulsión de muerte.
En ese sentido, avanza un poquito más y dice: “No nos asombrará enterarnos de que el sadismo
proyectado, vuelto hacia afuera, o pulsión de destrucción, puede bajo ciertas constelaciones ser
introyectado de nuevo, vuelto hacia adentro, regresando así a su situación anterior. En tal caso da
por resultado el masoquismo secundario, que viene a añadirse al originario.”
Pero antes de seguir, ordenemos:
Al principio era pulsión de muerte. Un sector de esa pulsión de muerte se trasladó hacía afuera conformando al sadismo. La otra porción de la pulsión de muerte quedó como residuo en el interior, conformando el Masoquismo Erógeno Primario. Lo que Freud nos agrega ahora es que ese sadismo puede ser introyectado, volverse hacía uno mismo, dando lugar al masoquismo secundario.
Entonces tenemos: Masoquismo Erógeno Primario – Sadismo- Masoquismo Secundario. Así, el masoquismo erógeno primario en tanto residuo de la pulsión de muerte sirve como soporte, como fundamento del sadismo y de las dos formas de masoquismo secundario que Freud ubica.
A estos masoquismos secundarios Freud los va a llamar “masoquismo femenino” y “masoquismo moral”.
Con masoquismo femenino Freud se refiere a una fantasía que escucha en muchos casos de pacientes, la fantasía de quedar situados como objeto de goce del otro.
Respecto del masoquismo moral, por ahora, lo que vamos a situar es que, a diferencia del masoquismo femenino, implica un aflojamiento en el vínculo con lo sexual. Es decir, el masoquismo moral implica una desexualización de la pulsión. Esto nos hace pensar que está más cerca de la pulsión de muerte que de la pulsión de vida. En ese sentido, Freud dice que el masoquismo moral implica que la pulsión de muerte se abata con furia sobre el sí mismo, sobre el yo. Que tome al sí mismo como su objeto. El masoquismo moral no requiere de otro y por eso tampoco implica el armado de una escena. Freud dice que el masoquismo moral implica una forma de padecimiento por el padecimiento mismo. ¿Cómo explica esto? A partir del sentimiento icc de culpa, cuestión que nosotros vamos a retomar y trabajar en mayor
De esta forma el Masoquismo Erógeno Primario se constituye como fundamento y soporte del sadismo y también del sadismo introyectado, es decir, de aquel sadismo que vuelve sobre sí mismo y da por resultado a los masoquismos secundarios: el masoquismo femenino, que aparece articulado a fantasías y puesto al servicio de la satisfacción en el marco del principio de placer y al masoquismo moral, que implica una desexualización (desligadura)de las pulsiones y entonces es pensado por Freud como la pulsión de muerte que se abate sobre el sí mismo.
16. Todo lo reprimido es inconsciente, aunque no todo lo inconsciente coincide con lo reprimido.
a) La segunda tópica: una reformulación del aparato psíquico que no remplaza a la primera. b) El ello: un tercer inconciente no reprimido. c) El yo y sus vasallajes. d) El superyóyó: heredero del complejo de Edipo y representante del ello. e) Las resistencias estructurales. f) El sentimiento inconciente de culpa, la reacción terapéutica negativa. e) La paradoja del superyóyó. Referente clínico: los obstáculos que impiden la curación analítica.
Bibliografía:
Freud, S.: Más allá del principio de placer (cap. III), A.E., XVIII, 18-20.
Freud, S.: El yo y el ello (cap. I, II, III y V), A.E., XIX, 15-20, 21-29, 33-37 y 49-57.
Freud, S.: Inhibición, síntoma y angustia (cap. XI Addenda: a. Resistencia y contrainvestidura) A.E., XX, 147-50.
Freud, S.: El problema económico del masoquismo, A.E., XIX, 171-2. Bibliografía electiva:
Freud, S.: Construcciones en el análisis, A.E., XXIII, 267-8.
Freud, S.: El malestar en la cultura (cap. VII y VIII), A.E., XXI, 124-9 y 134. Freud, S.: Análisis terminable e interminable, A.E., XXIII, 224.
Freud, S.: ¿Pueden los legos ejercer el psicoanálisis? Diálogos con un juez imparcial (cap.V), A.E., XX, 208-9.
Las instancias de la segunda tópica freudiana
3. Superyó: Es importante ubicar dos antecedentes, por un lado, los diques pulsionales de tres ensayos (el asco, la vergüenza y la moral). Por el otro lado, en el texto introducción del narcisismo, en el cual Freud denomina a la conciencia moral como la encargada de vigilar el cumplimiento del ideal del yo que, indica si me acerco o me alejo de este ideal. También, en la conferencia 26 sobre la teoría de la libido y narcisismo, Freud ubica en la conciencia moral sería como una instancia de observación de si. Entonces, los dos antecedentes son los diques pulsionales y la conciencia moral.
Como se ha dicho anteriormente, el superyó era uno de tres los amos del yo, los otros dos eran el mundo exterior y el ello. Ahora bien, terminó superyó, este súper hace alusión a que está por sobre el yo, súper como si fuera “supra” o por encima del yo. Otra cuestión es que en Freud muchas veces se superpone el yo con el ideal del yo.
Dos dimensiones del superyó: La primera tiene que ver con que el superyó es producto de identificaciones iniciales. Y en segundo lugar decimos que el superyó es el heredero del complejo de Edipo, así estaría en relación con identificaciones más tardías. Estas dos dimensiones el superyó quedan explicitadas a continuación:
“El superyó debe su posición particular dentro del yo o respecto de él a un factor que se ha de apreciar desde dos lados. El primero: es la identificación inicial, ocurrida cuando el yo era todavía endeble; y el segundo: es el heredero del complejo de Edipo, y por tanto introdujo en el yo los objetos más grandiosos.” Pág. 49
Entonces, la primera: el superyó producto de las identificaciones iniciales. Son identificaciones tempranas y que tienen que ver con el modo en que el niño entra al mundo. ¿Cómo entrar al mundo? En una posición pasiva, pasiva respecto del otro. ¿Por qué? Porque el niño es objeto de las caricias de la madre, cuando uno es bebé lo bañan, lo acuestan. Es decir, hay una dependencia inicial respecto de otro, hay un desamparo de este yo que depende del otro. Es un yo frágil e endeble. (Recordar: el yo debe constituirse, desarrollarse). Dicha dependencia, respecto de otro, es posible ejemplificar por la vía del nombre propio, es nuestra familia quién los nombra aún antes de nuestro nacimiento. Luego, uno se identifica a ese nombre que le han puesto, es decir, que en algún momento el niño dice “Yo soy Sofia” identificándose con ese nombre propio. Entonces el nombre se recibe del otro y también el lenguaje. Estas identificaciones iniciales, que se podrían ubicarse como el nombre propio, lenguaje, conforman al superyó, se sobreponen al yo y lo someten. Entonces, el yo se somete a una marca que deja el otro, se mete al lenguaje. Estas identificaciones iniciales, bueno que de algún modo someten al yo, muestran una posición pasiva y masoquista de este. Es posible afirmar que, habría un cierto sadismo ejercido desde estas identificaciones que, van construyendo al superyó. Vale aclarar que, el sadismo y el masoquismo del superyó, pero no con una connotación sexual sino en relación a posiciones subjetivas. El sadismo del superyó, no significa que el superyó es malo, sádico, sino que, es una posición estructural por la que sujeto debe transitar para constituirse como tal. Por esto, algo del sadismo y masoquismo esta en la constitución misma del sujeto.
La segunda dimensión, el heredero del complejo de Edipo . Esto tendrá que ver no con identificaciones iniciales, sino con identificaciones más tardías. Luego del sepultamiento del complejo de Edipo, aparece el superyó. ¿Cómo logra el niño separarse de la madre (la madre como función)? Lo logra gracias a ciertos ideales que portal padre (la función del padre), por ejemplo, “debe ser ordenado, debes portarte bien, debe ser limpio…”. Son todos mandados que vienen de un otro y que constituirán las identificaciones tardías del superyó, provienen de lo oído, de los mandatos que los otros nos han transmitido. Con esto, el niño puede abandonar esta relación simbiótica y se logra realizar un corte sobre lo incestuoso. Todas estás identificaciones que quedan luego sepultamiento del complejo de Edipo, portal un sentido normativizaste, es decir, sólo una cara reguladora y protectora tal como lo hacían los padres. Ellas introducen cierta legalidad por la vía de la prohibición. Continuando la cita:
“El superyó proveniente del complejo paterno: tendrá la facultad de contraponerse al yo y dominarlo. Es el monumento recordatorio de la endeblez y dependencia en que el yo se encontró en el pasado, y mantiene su imperio aun sobre el yo maduro. Así como el niño estaba compelido a obedecer a sus progenitores, de la misma manera el yo se somete al imperativo categórico de su superyó.”
La reacción terapéutica negativa
La reacción terapéutica negativa es el obstáculo más poderoso para el restablecimiento del paciente. Para explicar esta resistencia, es importante ubicar ¿Qué es la pulsión de muerte?, el masoquismo erógeno primario y el masoquismo moral.
Respecto de la pulsión de muerte, Freud decía que se trataba de un estímulo interior no ligado, aquello que se sustraía al principio del placer y que no tenía inscripción, no podía ser puesto en palabras. La pulsión de muerte no tenía representación en el aparato psíquico y además esto no ligado no podía reprimirse por no ser una representación. Sin embargo, la pulsión de muerte queda equiparada con el odio, con el sadismo, con agresión, es decir, le otorgar el valor de la pulsión de destrucción. En este momento (1920), Freud suponía al sadismo como originario, pero en realidad el estatuto conceptual de la pulsión de muerte termina de configurarse en el texto “El problema económico del masoquismo” (1923-5). Anteriormente, situamos al masoquismo erógeno primario en términos de un residuo interior de la pulsión de muerte que no se transponía hacia el exterior. Entonces, este masoquismo erógeno primario, era previo al sadismo, la tarea de la libido sería
volver inocua a esta pulsión de muerte, enviando hacia afuera como pulsión de destrucción o apoderamiento. Pero el sector que no obedece a este traslado, es el masoquismo erógeno primario, ese resto de la pulsión de muerte que se encuentra en el interior y no se traslada hacia afuera. Ahora, se denomina sadismo a la pulsión de muerte dirigida hacia el exterior.
El masoquismo moral . Este masoquismo tiene como fundamento al masoquismo erógeno primario, su característica más importante es haber aflojado el vínculo con la sexualidad. Es decir, que el masoquista moral no busca que el padecimiento parta desde de la persona amada, sino que, lo único que interesa es el padecer, sin importarle quién lo produzca. ¿Cómo se manifiesta en la clínica? ¿Cómo se manifiesta en un tratamiento? El masoquismo moral se manifiesta como reacción terapéutica negativa. Freud plantea que hay pacientes que se comportan de manera muy extraña, muy peculiar. Si le señalamos alguna mejora, luego empeoran marcadamente. ¿Qué es lo que sucede? Parece ser que se trata de personas que no soportan elogios, ni reconocimientos, Freud dice que, se perturban con los progresos. Entonces, si el analista les comenta, por ejemplo, “Noto que ha mejorado su relación con sus compañeros de trabajo”, inmediatamente esta relación empeora. Entonces, se trata de sujetos empeoran frente a los avances, es posible afirmar que no quieren abandonar su condición de enfermo, se aferran de algún modo a la enfermedad y presentan una reacción terapéutica negativa. La cercanía del cura es temida como un peligro. Pareciera que en ellos encontramos una necesidad de estar enfermo, Freud advierte que hay una necesidad del castigo que, encuentra una satisfacción en el padecimiento, entonces, si me curó no padezco. También, comenta que aquí, un sentimiento inconsciente de culpa encuentra su satisfacción en la enfermedad y por eso no quiere renunciar al castigo del padecer.
Vale aclarar que, en realidad en el problema económico del masoquismo, Freud dice preferir hablar de sentimiento inconsciente de culpa, de necesidad de castigo ¿Por qué? Porqué la denominación sentimiento inconsciente de culpa no termina del todo correcta, no correspondería llamar inconsciente a los sentimientos, pues los sentimientos deben ser sentidos por el yo, la conciencia debe tener noticias de los sentimientos. En realidad, no hay sentimientos inconscientes sí representaciones inconscientes y respecto de este sentimiento de culpa, Freud también aclara que este sujeto no se siente culpable, sino que se siente enfermo. No iría por la vía de sentirse en falta en relación a un ideal. Entonces, este sentimiento inconciente de culpa o necesidad de castigo, es una exteriorización del masoquismo del yo y en la clínica aparece como reacción terapéutica negativa vinculado con el superyó. Freud plantea como curioso que muchas veces una neurosis que había mostrado bastante resistente al análisis, casi mágicamente el padecimiento por el cual el paciente había consultado desaparece y uno ahí se pregunta: ¿Será gracias al trabajo del
análisis? No, porque aparece un nuevo padecimiento externo. Aparece una nueva forma de padecer que ha sustituido a la antigua, lo único que buscaba finalmente el sujeto era retener algún padecimiento. Esta búsqueda de padecimiento no es consciente, es muy valioso para la tendencia masoquista. Cuando se ubica esta reacción terapéutica negativa, se dice en estos sujetos aparece la búsqueda de aquello que les ocasiona daño. Todo esto estaría más allá del principio del placer.
Freud dice que hay afecciones donde el superyó es particularmente cruel y descargar su furia sobre el pobre yo. Son afecciones donde el sentimiento inconsciente de culpa o una necesidad de castigo, alcanzaron una intensidad extraordinaria. Estas afecciones son la melancolía y la neurosis obsesiva con algunas diferencias entre ambas. En la melancolía, señala Freud que la necesidad de castigo alcanza intensidades extraordinarias, el superyó descarga su furia despiadada contra el yo como si se hubiera apoderado de todo el sadismo disponible en el individuo. El componente destructivo se depositó en el superyó y luego se volcó sobre el yo. Este superyó, es un puro cultivo de la pulsión de muerte que, a veces logra empujar al yo hacia la muerte. El objeto, a quien se dirigiría la furia de este sujeto, se produjo en el yo por identificación. Entonces, la destrucción en vez de dirigirse hacia el objeto termina dirigiéndose hacia sí mismo, de algún modo “para matar al objeto se sacrifica a sí mismo”.
Por otro lado, tenemos a la neurosis obsesiva, en el cual se encuentra reproches martirizados, pero nunca llega a darse muerte. Freud plantea que, el neurótico obsesivo es inmune al suicidio por haber conservado al objeto. Al objeto al quien puede martirizar, es decir, que el yo alberga a todas las pulsiones de muerte, algunas las dirige hacia el objeto martirizándolo. Por ejemplo, un sujeto que martiriza sus compañeros de trabajo con exigencias extremas, pero también este tormento lo dirige hacia su propia persona, martiriza los demás, pero también automartiniza. Como el yo no acoge todas las tendencias de destrucción, entonces, la pulsión de muerte se transpone hacia el exterior y el yo así puede preservarse, se preserva del suicidio.
Es importante señalar que, esta necesidad de castigo en realidad interviene en toda neurosis. Es decir, que no se trata solamente aquello que ocurre en algunos pacientes, sin embargo, en la melancolía y la neurosis obsesiva esto se intensifica más.
Por último, respeto al superyó:
“Las peligrosas pulsiones de muerte son tratadas de diversa manera en el individuo: en parte se las torna inofensivas por mezcla con componentes eróticos, en parte se desvían hacia afuera como agresión, pero en buena parte prosiguen su trabajo interior sin ser obstaculizadas.” Pág. 54
Entonces, como sucede que en la melancolía, el superyó es puro cultivo de la pulsión de muerte y se vuelve tan cruel como solamente puede ser el ello.
Sí podría contestar esto por la vía de la paradoja del superyó. Esto es, cuanto más un sujeto limita su agresión hacia fuera, tanto más agresivo se vuelve su superyó; a mayor renuncia pulsional más exigencia. Cada fragmento de agresión, de cuya satisfacción nos abstenemos, es asumido por el superyó y este acrecienta su agresión. Entonces, la paradoja de superyó seria que a cada renuncia le corresponde un aumento de severidad e intolerancia del superyó . Aquí estamos hablando de mandatos irracionales.
Para concluir, la reacción terapéutica negativa, se vincula con la necesidad de castigo, con una búsqueda de padecimientos y con un superyó hipersevero que da prueba de tus íntimos vínculos con ello.
Las resistencias
Es posible ubicar tres resistencias previas a la segunda tópica, que son las resistencias yoicas:
1. La resistencia de represión: Se observa en psicoterapia de histeria, las resistencias de asociación. También en el texto sobre los sueños, donde se plantea la censura de la resistencia, pero fundamentalmente la resistencia de represión tendrá que ver con lo reprimido inconsciente, esto se encuentra en el la represión. De todos modos, no se trata de una resistencia muy significativa, pues lo reprimido insiste, más que nada, quiere ser escuchado, por eso lo inconsciente no resiste, insiste.
2. La resistencia de transferencia: Se encuentran en los textos de transferencia. La transferencia como resistencia desde las impulsos hostiles y eróticos. Entonces, la transferencia erótica dentro de las transferencias positivas y las transferencias hostiles dentro de las transferencias negativas.
3. El beneficio secundario de la enfermedad: Una vez que el síntoma se presenta, luego de un lapso de tiempo, el neurótico le va a extraer alguna ventaja, no de manera consciente. El yo en si, quisiera librarse del síntoma, pero no de la ganancia que este conlleva. El síntoma en un principio es un huésped muy mal recibid, pero con el tiempo y secundariamente se le extrae alguna utilidad. Es posible pensar que un neurótico, en nombre de su enfermedad, reclama cierta comprensión cierta compasión.“Como padezco a causa de una neurosis, quiero ser recompensado”
Ahora bien, hay dos resistencias estructurales que tienen relación con la segunda tópica, son resistencias mucho más complejas:
1. La resistencia del ello: Es una resistencia que requiere de reelaboración, según el texto, estas resistencias tomaran diferentes variantes, puede ser solidaria con el eterno retorno del igual, con la inercia psíquica, éxtasis libidinal o viscosidad de la libido, viscosidad que tiende a pensar si como algo pegajoso que no suelta al objeto y que podría estar en relación a la fijación de la libido. También verán en el texto análisis terminable e interminable ciertos mecanismos de defensa que se fijan en el interior del yo. En resumidas cuentas, se habla de un cierto monto inmovilizable, de algo que no se puede modificar.
2. La resistencia del superyó: Es la reacción terapéutica negativa, señala esta necesidad de castigo presente en los sujetos que, encuentra cierta satisfacción en el padecer.
Entonces, las resistencias yoicas son mucho más sencillas de sortear a las resistencias estructurales que presentan mayor complejidad para el tratamiento.
Seminario Unidad 9 clase 2
IX. La sexualidad femenina.
a) La ligazón-madre preedípica. b) La ecuación hijo=falo. c) Un dark continent: "¿qué quiere una mujer?". d) El representante del sexo femenino falta: "la expresión libido femenina carece de todo justificativo". e) El impasse sexual. Referente clínico: "Hombre de los Lobos".
Bibliografía:
Freud, S.: Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos, A.E., XIX, 270-5.
Freud, S.: 33o Conferencia. La feminidad, A.E., XXII, 104-25.
Freud, S.: El sepultamiento del complejo de Edipo, A.E., XIX, 181-87. Bibliografía electiva:
Freud, S.: Sobre la sexualidad femenina, A.E., XXI, 232-241.
Freud, S.: De la historia de una neurosis infantil (cap. IV), A.E., XVII, 29-46.
Freud, S.: Sobre las trasposiciones de la pulsión, en particular del erotismo anal, A.E., XVII, 113- 123.
Conceptualizaciones de la sexualidad femenina
La pasividad y la actividad no resuelven la diferencia entre lo masculino y lo femenino, si bien, Freud dice que la actividad queda más asociada a lo masculino y la pasividad a lo femenino, encuentra pasividad en algunas posiciones del varón y actividad en la mujer. A la vez, conjuga ambas y dice que se necesita de la actividad para completar la meta pasiva.
La pulsión siempre se activa, insiste, es una fuerza constante. Hace falta aún actividad para la meta pasiva, la libido es siempre activa y la meta es siempre la satisfacción (satisfacción que nunca es total). La pulsión parte de una constitución bisexual, ¿Por qué algunos somos mujeres y otros varones más allá de la anatomía, si la pulsión no distingue entre ambos? Freud aclara que su interés no está puesto en “¿Qué es una mujer?”, sino ¿Cómo se deviene una mujer? ¿Como partir de una no inscripción anatómica de esa diferencia en lo psíquico? Es decir, ¿Como la bisexualidad inicial genera el devenir de una mujer? Ambos sexos se estrellan de manera distinta, hay una disimetría en el cuento de la niña y el varón con este complejo.
Freud plantea que la vida sexual de la mujer tiene dos zonas rectoras, la descompone en dos fases. En la primera, el clítoris , análogo al pene, donde se comportaba como un pequeño varoncito y su órgano rector de infancia. Luego, se va a sumar la vagina que con inicio es desconocida. En ese momento no hay representante psíquico de la vagina, si falta representante psíquico para el órgano sexual femenino: ¿Qué se inscribe como diferencia? Lo que se inscribe es falo castrado.
¿Cómo pasa la niña de la madre al padre, si para ambos sexos el primer objeto de amor es la madre? La madre, quien aparece como la primera seductora, tanto como para la niña o el niño, cuando la madre erogeniza el cuerpo de su bebé, le habla, lo acaricia, lo baña, provoca en él una ganancia de placer. La sexualidad entra en el niño y en la niña por la vía materna, cuando llega a la fase fálica, no puede abordar a la madre por la vía genital y ahí aparece la pregunta de tener o no el falo. Vale aclarar que, esto no quiere decir el niño quiera un comercio sexual con ella, sino que se anoticia que no puede tener satisfacción de ese vínculo, deberá buscar en otro lugar esa satisfacción. Esas caricias que antes lo calmaban se le vuelven incestuosas y se le juega la prohibición del incesto, se inscribe la ley en el aparato.
Retomando, la castración en la madre funciona desde la estructura, que es el inicio, ella ubica a ese hijo en el lugar del falo, de lo que la completa. Pero esto, también se desarma para ella por suerte porque, en el mejor de los casos sucede que esto se desarme, le permite a ella desear otra
cosa, mirar para otro lado y así el niño puede hacerse la pregunta, puede subjetivarse y comenzar su propia búsqueda.
Si bien esto está desde el inicio, ellos lo leen recién en la fase fálica, el niño y la niña previo al arribo a esta fase fálica eran todo para la madre, la completaban y ahora no. En esta fase, se resignifican las pérdidas perdidas antes hay perdidas, pero, no hay conciencia de pérdida. El niño pierde el pecho, las heces y en la fase fálica resignifica estas pérdidas y las ponen serie. Sólo se desarma que fueron todo para la madre cuando caen de ese lugar, antes no, por tanto, es la posibilidad de pérdida la que recubre ese valor. Si la madre no lo tiene ellos también puedo perderlo, en el caso de la niña desearlo o buscarlo en otro lado. Esa pérdida es sumamente clínica, se escuchan los pacientes, por ejemplo, temor a perder la pareja, a perder el reconocimiento del grupo de amigos, a perder dinero, trabajo. Es el temor a la castración, a nadie le cortan nada es el miedo a perder lo que se tiene o lo que no se tiene y se quiere tener.
Vale aclarar que siempre se habla de funciones perfectamente, se podría ubicar en este esquema una pareja homoparental. Ahora bien, en el varón la pérdida puede jugarse por premisa o por castigo. Por premisa, sería que se quede con el padre como objeto de amor y quede sumiso al padre, imposición pasiva. Por castigo sería por quedarse con la madre.
Respecto de la niña, planteo la ligazón madre preedípica, esta fase deja fijaciones y preposiciones. Freud plantea que no se puede entender a la mujer si no se pone la ligazón madre preedípica. Esta fase es el momento del enojo a la madre de la niña y el reclamo por lo que la madre no le da, prefiere enojarse y pensar que no se lo da por capricho, a que no lo tiene imposibilitada, está incompleta y en falta. Es decir, le resulta más angustiante a la niña pensar que la madre no lo tiene por estructura a que no se lo da por capricho porque, ahí sostiene alguna completud (Lo tiene pero no me lo quiere dar). Por lo tanto, pasa al padre y aparecen las tres salidas posibles en este recorrido:
ü Abandona la masturbación, no quiere tener relación a eso que no puede tener, algo se reniega en esa satisfacción.
ü Una segunda salida es con el complejo de masculinidad “Si no puedo tener el falo lo soy”
y regresa la fase anterior.
ü Por último, la ecuación simbólica donde aparece la posibilidad de ubicar un hijo en el lugar de la falta.
Freud ubica aquí:
“No se nos escapa que la niña había deseado un hijo ya antes, en la fase fálica no perturbada; ese era, sin duda alguna, el sentido de su juego con muñecas. Pero ese juego no era propiamente la expresión de su feminidad; servía a la identificación-madre en el propósito de sustituir la pasividad por actividad. Jugaba a la madre, y la muñeca era ella misma; entonces podía hacer con el hijo todo lo que la madre solía hacer con ella. Sólo con aquel punto de arribo del deseo del pene, el hijo-muñeca deviene un hijo del padre y, desde ese momento, la más intensa meta de deseo femenina.” Pág. 119
Lo estrictamente femenino en términos de sexualidad femenina
En principio, ella no es la sexualidad de la mujer en tanto género, sexualidad femenina y sexualidad de la mujer no coinciden; no es la sexualidad de la madre en tanto resultado de la ecuación simbólica, lo materno y la sexualidad femenina no concuerdan.
Freud no dice cuál va a ser la práctica sexualidad de la niña, sino, cuál van a ser sus posibles posiciones sexuadas, la sexualidad femenina para Freud es un enigma. Retomando, la identificación es ese punto donde toma particularidades del otro, deconstruye en parte ese yo del narcisismo, dentro del campo del psicoanálisis no hay identidad, hay identificaciones y con ella construyó el ser sexuado. Para el psicoanálisis, son las identificaciones a través de las cuales el sujeto se nombra, eso es independiente del genital que le haya tocado.
El desconocimiento de la vagina en la infancia
De pequeña, la niña experimenta excitaciones que vienen del clítoris, se entorna muy difícil que tenga conocimiento de su vagina, más allá de que la nombre desde que aprende hablar, no plantea el conocimiento desde lo cognitivo sino desde la vivencia en el cuerpo. En la mujer no hay una evidencia visual en el orgasmo, es un enigma, más allá de que eso lo experimente o no, para ambos sexos es un enigma, incluso para la mujer. ¿La menstruación y las mamás en la mujer terminan de definirla como mujer? No, en todo caso esas dos condiciones la habilitan a ser madre, pero no mujer, una mujer se agota en una madre. La sexualidad masculina se da a ver desde el inicio, es el órgano rector para el varón, está a la vista. Algo de lo femenino es enigmático para ambos sexos.
Aparecen dos funciones y cuestiones importantes que Freud señala, el horror a lo femenino y el menosprecio a lo femenino para ambos sexos. El horror a lo femenino es observable, por ejemplo, por la vía de la idealización, alguien que siente amar tanto una mujer, la ves tan perfecta que no
sabe porque no puede abordarla sexualmente, no se anima, no puede. La enaltece tanto que su potencia sexual se torna insostenible y no puede consumar el acto, con las otras sí puede y con ella. Eso esconde el horror, la idealiza tanto que no la puede abordar, todo esto se da a espaldas del yo. Por otro lado, el menosprecio a lo femenino, es el clásico machismo. Estas dos cuestiones también se pueden encontrar en mujeres.
Entonces, la vagina no se inscribe psíquicamente, no hay representante el inconsciente y lo femenino ocupa para Freud el “dark-continent”, el continente oscuro, se dibuja en los límites de la palabra, algo inexplorado porque algo de eso no se puede decir, no se puede producir un saber sobre ello, dejar testimonio.
En las tres salidas de la mujer, queda ubicada ella en relación a la falta, es decir, la mujer queda en el lado fálico, en la lógica binaria, falo castrado al igual que el varón. En el punto donde se ubica una de estas salidas, salda sus reclamos con la madre y adviene la vagina como nueva zona erógena, que se suma al placer.
Entonces, habría dos campos el más conocido ordenado por el falo, en el cual se juega el tener y el no tener, si tengo quedó amenazado, si no lo tengo estoy castrado. La histeria es un paradigma muy claro para mostrar la insatisfacción, el deseo de tener aquello que nunca llega o la queja constante por ello.
El otro campo, es una falta en tanto no se inscribe psíquicamente. Importante: no lo confundir con anatómico. La vagina no tiene inscripción en lo psíquico y ese sería el continente oscuro, eso sería lo inexplorado. Es por eso que, hay una gran variedad de identificaciones, si el genital femenino se inscribiera, no habría variedad de identificaciones sexuales seria inequívocamente macho o hembra. Y en vez de deseo habría apareamiento, estaría todo predeterminado. La diversidad sexual es fruto del lenguaje y que, la inscripción física y la biológica son distintas a cada uno les toca un trabajo de interpretación, lectura entre lo biológico y lo psicológico, es decir, que la sexualidad es una construcción.
Por último, para ambos sexos lo femenino es el otro campo, todos estamos bajo el manto de la castración, atravesados por la significación fálica, ordenados en esa lógica. No existe estrictamente en términos psicológicos ni la sexualidad femenina, ni la sexualidad masculina, en términos género. Lo que si hay son posiciones femeninas/masculinas de la sexualidad de un mismo sujeto. Ninguna de las tres salidas resuelve la sexualidad femenina son tres salidas del lado del falo, posiciones respecto a esta falta. La niña sale del Edipo por sucesivas desilusiones y
la vagina como zona erógena cobra valor, pero no sé inscribe como diferencia sexual. El enigma femenino habita en los dos sexos.
Si el deseo es el deseo de falo, ¿Habrá algún deseo que no sea de completud? Esto sería el otro campo, esto sería el lado de lo inexplorado. Cuando Freud se pregunta: “Que quiere una mujer?” no se refiere al género, por eso, vale la pregunta también para el hombre, sería ¿Que quiere lo humano más allá del falo? ¿Hay algún deseo que no sea sólo por la ilusión de completud? Freud no lo termina de resolver.
Practico
VIII. Inconsciente: descriptivo, dinámico, estructural.
a) Todo reprimido es icc, pero no todo Icc es reprimido. b) Las pulsiones mudas: el ello. c) Las resistencias estructurales. d) La ganancia primaria, la necesidad de castigo, la reacción terapéutica negativa: la resistencia del superyóyó. e) La función de síntesis del yo sucumbe: escisión, satisfacciones masoquistas. f) Las resistencias de la alteración del yo: una “resistencia” a la puesta en descubierto de las resistencias. g) El factor cuantitativo de la intensidad pulsional: la fijación de la libido. h) La neurosis de transferencia: el analista como objeto. Referente clínico: obstáculos en la curación y atolladero en el final de análisis.
Bibliografía:
Freud, S.: El yo y el ello (cap. I, II, III y V), A.E., XIX, 15-22, 21-9, 33-37 y 49-59.
Freud, S.: El problema económico del masoquismo, A.E., XIX, 171-2.
Freud, S.: Inhibición, síntoma y angustia (cap. V y XI. Addenda, punto A: a. Resistencia y contrainvestidura), A.E., XX, 106-13 y 147-50.
Freud, S.: La escisión del yo en el proceso defensivo, A.E., XXIII, 275-6.
Freud, S.: Análisis terminable e interminable (puntos III, V y VIII), A.E., XXIII, 227-33, 236-42 y 251-54.
Freud, S.: 28o Conferencia. La terapia analítica, A.E., XVI, 411-6. Bibliografía electiva:
Freud, S.: Esquema del psicoanálisis, A.E., XXIII, 205-6. Freud, S.: Análisis terminable e interminable, A.E., XXIII, 224.
Freud, S.: El malestar en la cultura (cap. VII y VIII), A.E., XXI, 124-9 y 134.
Freud, S.: ¿Pueden los legos ejercer el psicoanálisis? Diálogos con un juez imparcial (cap. V), A.E., XX, 208-9.
iLOS VASALLAJES DEL YO
Fíjense en este esquema. Allí tenemos al yo ocupando el centro y tres instancias a las que se ve sometido. Freud los va a llamar vasallajes del yo.
Por un lado el yo intenta ligar lo que proviene del ello, aquellos estímulos internos no ligados. Este proceso es lo que llamamos síntesis del yo, y sabemos es un proceso imperfecto e inacabado. No todo el ello puede transmudarse en energía ligada, debido a la desmezcla y a la incesante pulsión de muerte y su afán de desagregar.
Freud va a definir al yo como una pobre cosa sometida a tres servidumbres, y en consecuencia sufre las amenazas de tres clases de peligros:
. por parte del mundo exterior
. por parte de la libido del ello
. por parte de la severidad del Superyó.
Tres variedades de angustia corresponden a estos tres peligros diferentes, pues la angustia es la expresión de una retirada frente al peligro.
El yo quiere mediar entre el mundo exterior y el ello. Y quiere hacer que el ello obedezca al mundo, las reglas que el mundo exterior impone.
Entre los vasallajes del yo es el más interesante, pero también el más difícil de entender es aquel en el que el yo se somete al súper Syó.
El yo el genuino almácigo de la angustia, amenazado por tres clases de peligros. Desarrolla entonces un reflejo de huida retirando su propia investidura de la percepción amenazadora y emitiendo angustia.
Continuaremos ahora con el texto ”Inhibición, síntoma y angustia” nosotros vamos a trabajar el capítulo V y el capítulo XI como apoyatura para una nueva sistematización de las resistencias a la luz de la segunda tópica.
En este texto de 1925 Freud ya tiene desarrollada la noción de lo no ligado y su inscripción en el aparato a partir de la segunda tópica.
El complejo de castración es ahora el motor de la defensa que recae sobre las aspiraciones edípicas. En este punto vale decir que defensa ya no equivale punto por punto a represión. La represión es uno de los mecanismos de defensa, pero no el único: también está la regresión, las formaciones reactivas, la negación, la proyección y otros que iremos trabajando luego.
Entonces, indagando sobre todo en la neurosis obsesiva, Freud se pregunta por qué el yo se defiende. Ubica así una inclinación del yo por la síntesis. La voluntad del yo aparece paralizada
respecto al conflicto entre el ello y el yo. De esta forma, es como si el yo prefiriera identificarse a los síntomas, hacerlos parte del propio carácter, antes que enfrentarse al ello y al superyó para desarmarlos.
En esta Addenda, es decir, en este agregado al capítulo XI, Freud va a trabajar las resistencias al análisis en términos de contrainvestidura.
La va a definir como una formación reactiva dentro del yo por refuerzo de la actitud opuesta a la orientación pulsional. Es decir, la resistencia funciona como contrainvestidura en tanto formación reactiva, se revuelve contra la pulsión, hace que ésta permanezca reprimida.
De ahí que en la página 149 afirme que las resistencias son operadas por el yo que se afirma en estas contrainvestiduras (recordemos que el yo tiende a la síntesis, por ello se afirma en todos los mecanismos que le permiten conservar esa ilusión de completud). Sin embargo, Freud se percata de que no todas las resistencias pueden ser explicadas con relación al yo, también lo icc se resiste.
Los invito ahora a hacer un repaso de como Freud ordena las resistencias en su primera tópica. Volvamos por unos minutos al texto “Psicoterapia de la histeria”.
Allí las resistencias quedan clasificadas como:
Resistencia de asociación: El trabajo psíquico del analista era superar la fuerza (despertar con plena luminosidad el afecto estrangulado) que contraría en el paciente el devenir conciente de las representaciones patógenas; misma fuerza que cooperó en la génesis del síntoma y que en aquel momento impidió el mismo devenir.
y por otro lado la Resistencia radial: Articulada al núcleo patógeno, ya que cuanto más cercano a éste nos encontremos, mayor resistencia presentará y cuando más nos alejemos menor resistencia se evidenciará.
Vamos a hacer un recorrido que permita comprender cómo el concepto de resistencia comienza a delimitarse y a precisarse, desde el giro conceptual producido en 1920.
En” Más allá del principio del placer” se complejiza el estatuto de la pulsión al introducir la pulsión
de muerte en tanto estímulos internos no ligados al campo del principio de placer, de las
representaciones, del proceso primario. Así Freud puede empezar a recortar el obstáculo en relación a las resistencias. Estímulos internos no ligados, en cuya fuente ubica pulsiones que resisten a la ligadura.
En el Yo y el Ello Freud empieza a ubicar el problema a partir de pensar en la relación entre resistencia e inconsciente, pero vacila aún en darles a las resistencias un anclaje estructural, porque sigue planteando que las represiones parten del yo, las articula con lo reprimido. Sin embargo trabaja muy minuciosamente la resistencia del superyó que es responsables de la Reacción Terapéutica Negativa, el peor de los obstáculos a la cura.
Hacia 1925 en el texto“ Inhibición, síntoma y angustia” las resistencias quedan articuladas en la segunda tópica: las resistencias del yo, del ello y del superyó.
Cita de Freud: “Es cuestionable que la resistencia del yo cubra ella sola el estado de cosas que nos sale al paso en el análisis. Tras superar la resistencia yoica, es preciso superar todavía el poder de la compulsión de repetición, la atracción de los arquetipos inconcientes sobre el proceso pulsional reprimido. Hay un resto a lo reprimido, inconciente, no ligable, que se presenta como resistencia del ello. Esta “resistencia de lo inconciente” (no reprimido, ello) es la responsable de la reelaboración.”
La reformulación del concepto de Icc en la segundo tópica le permite a Freud plantear otra resistencia que se presenta luego de vencer las resistencias yoicas (un resto no ligable) ahora provenientes del ello
Así quedan presentadas cinco clases de resistencias.
Resistencias yoicas
1- La resistencia de represión: Aquella fuerza que llevó a la represión y que no sale a la luz como tal. Es la resistencia de asociación.
2- Resistencia de transferencia: Aquí la transferencia se vuelve como obstáculo: llega una instancia en donde el paciente argumenta que ya no se le ocurre nada. Esto es un reflejo de la presencia de la resistencia (cierre del Icc). Es este momento la transferencia se constituye obstáculo, se muda en el medio más potente de la resistencia; produciendo que algo de la persona del analista se haga presente en el lugar que se espera que el paciente asocie libremente. Es decir que sentimientos del paciente se transfieren sobre la persona del médico. Desde aquí, la transferencia podrá ser negativa (sentimientos hostiles) o positiva pero de mociones eróticas Icc (dentro de la transferencia positiva también se encuentran los sentimientos tiernos utilizados para la transferencia como motor)
La transferencia negativa el paciente se muestra hostil e indócil, demuestra desinterés por el tratamiento.
3. Ganancia (secundaria) de la enfermedad:
El tercer tipo de resistencia yoica es la ganancia secundaria de la enfermedad. Es la resistencia a renunciar a una satisfacción o a un aligeramiento del síntoma, pero fundamentalmente al beneficio que se puede obtener del síntoma.
Acá podemos ubicar la rigidez del narcisismo o la inclinación del yo a la síntesis, que integra al síntoma, lo hace parte de él. En el afán del yo por incorporar al síntoma termina fijándose en él, lo vuelve un rasgo de carácter: como si en vez de decir “esto que hago, que me pasa, me molesta, me trae problemas” dijera “y bueno, yo soy así”.
Pero la novedad aquí son estas resistencias mayores o estructurales.
4. Resistencia del ello: En este texto queda nombrada como Necesidad de reelaboración, pero no profundizada : Tras cancelar las resistencias yoicas hay un resto no ligable designado como resistencia del ello. Tiene relación con la mudez de la pulsión. Es la resistencia del Icc estructural.
Para pensar la insistencia de lo displacentero, la relación de la compulsión de la repetición con el más allá Freud conceptualiza el masoquismo como primario.Se aborda la posición masoquista original y esto incide en las resistencias mayores o estructurales.
El obstáculo a atravesar es la resistencia al levantamiento de las resistencias.
En ese sentido podemos preguntarnos: ¿Qué es reelaborar? Es una pieza de trabajo que produce el máximo efecto alternador, aunque supone otra tarea que excede el arte de hacer consciente lo inconsciente.
La necesidad de elaboración va a marcar un tope a la rememoración.
El beneficio primario del síntoma excede la satisfacción sustitutiva, y se comporta como el eterno retorno de lo mismo en el punto en el que dolor y displacer son metas.
A partir de acá, esta resistencia va a tener distintos nombres y desarrollos a lo largo de la obra, donde Freud intenta precisar esta resistencia. Hacia 1937 con “Análisis terminable e interminable” Freud profundiza lo enigmático de la resistencia del ello y lo trabaja en tres vertientes: la estasis libidinal, la inercia psíquica y la viscosidad de la libido.
5. Resistencia del superyó
Se presenta en pacientes que manifiestan la siguiente situación. Toda solución parcial que debería ser una mejoría en su análisis o una suspensión temporal del síntoma les provoca un refuerzo momentáneo de su padecer, empeoran en el curso del tratamiento en vez de mejorar, se manifiesta un empeoramiento de su estado.
Aquí la cura es vivida como un peligro, prevalece la necesidad de estar enfermos y no la voluntad de curación. Satisfacción en el padecimiento ( masoquismo).
Freud nos dice que es el más poderoso obstáculo para la cura y que en la mayoría de los casos responde a un sentimiento inconsciente de culpa (mudo) que halla su satisfacción en la enfermedad y no quiere renunciar al castigo del padecer. ¿Qué quiere decir que es mudo? Que el
paciente no se siente culpable, esta culpabilidad es absolutamente Icc e imposible de articular, entonces el paciente se siente enfermo.
Se comporta como un fragmento de la Cc moral (una continuación de la misma en lo Icc) y corresponde a una porción de agresión interiorizada y asumida por el Syó.
Son tomadas como punto de partida para orientarse hacia los obstáculos que la práctica analítica encuentra.
La redefinición en relación al peligro del cual se tiene que defender el Yo, es el peligro que lo no ligado, angustia ante la inminencia de un peligro. En estos casos la cura misma es sentida como un peligro, ya que intenta quitar el padecer que la neurosis conlleva. Así se presenta la Reacción Terapéutica negativa, de tan mal pronóstico.
17. La dirección de la práctica: la escisión y la alteración del yo.
a) Análisis: indeterminado y terminado. b) Dos operaciones: interpretación y construcción. c) La resistencia a la puesta en descubierto de las resistencias: el factor cuantitativo de la intensidad pulsional y la alteración del yo. d) La cicatriz del complejo de Edipo. e) El malestar en la cultura: el superyó. f) El desasimiento de la libido. Referente clínico: el impasse freudiano en el final de análisis.
Bibliografía:
Freud, S.: Análisis terminable e interminable, (cap. II, III, V y VIII), A.E., XXIII, 222-4, 227-33, 236- 42, 251-54.
Freud, S.: La escisión del yo en el proceso defensivo, A.E., XXIII, 275-6. Freud, S.: Esquema del psicoanálisis, A.E., XXIII, 205-6.
Freud, S.: 28o Conferencia. La terapia analítica, A.E., XVI, 411-6. Bibliografía electiva:
Freud, S.: Nuevos caminos de la terapia analítica, A.E., XVII, 155-163. Freud, S.: "Pegan a un niño" (cap. V), A.E., XVII, 188-192.
Freud, S.: El malestar en la cultura (cap. VII y VIII), A.E., XXI, 119-129 y 130-140.
Esta unidad parte de una premisa: “El psicoanálisis es la teoría de una praxis para abordar el sufrimiento humano” por ello hay una solidaridad entre los conceptos y la clínica. Freud inicia planteando que la histeria era efecto de la defensa frente a un conflicto psíquico, habilitaba un lugar para el padecimiento que, para este momento era rechazado por el saber médico. Asimismo, en psicoterapia de la histeria, Freud diferencia los límites del obstáculo. En relación a los límites sitúa que, no puede aplicar a las neurosis actuales y que no puede incidir en las causas de la histeria. A final de dicho texto, ubica un obstáculo externo, cuando la relación entre el paciente y el médico aparece en un primer plano, perturba, el falso enlace, eso fue un anticipo de un concepto fundamental, la transferencia. En ese escrito Freud postula un problema ético y metodológico juntos, aquellos pacientes que no podían o querían ser hipnotizados, técnica que utilizaba para ensanchar la conciencia decía Freud y así recuperar los recuerdos patógenos que estaban obstaculizados de emerger en la vigilia.
El psicoanálisis comienza con su prehistoria, en el momento en que abandona la hipnosis. Esto es que las resistencias han ocupado desde el origen y hasta el final de las teorizaciones que Freud realiza, el lugar de causa, de pregunta, relanzando cada vez la teoría.
Por otro lado, las neurosis actuales, que se relaciona a la primera versión de la teoría de la angustia al no atribuirle un mecanismo psíquico como fundamento de las mismas. Sin embargo, los desarrollos teóricos, le permitieron a Freud hacer un giro, situar a la angustia vía el complejo de castración en el núcleo de la neurosis.
En un segundo momento, las neurosis narcisistas incluían una diversidad, las que quedaban por fuera del alcance de la aplicación psicoanálisis por no ser aptas a la transferencia. Pero, esa demarcación no evitaba que surjan cada vez al interior del campo de la practica obstáculos. Por ejemplo, el amor de transferencia, la angustia, la compulsión del síntoma, entre otros. Entonces, los obstáculos que Freud recorta, es posible leerlos como efecto de la teoría de la practica donde, no se tratara de problemas que una técnica le va a salvar, así los obstáculos hacen a la práctica analítica y no se tratara de solucionarlos, sino de ponerlos a trabajar. El psicoanálisis es una práctica del obstáculo.
Análisis terminable e interminable
Freud retoma desarrollos que se iniciaron en 1920, el giro implica un cambio de pregunta ya no es “¿Cómo se produce la cura?” sino por los obstáculos obstan a la terminación de un análisis. Anteriormente, Freud formaliza las resistencias en segunda tópica, sin embargo, ese planteo resultó insuficiente a la luz de los obstáculos clínicos. En este texto toma el relevo de ese ordenamiento. Vale aclara que, Freud trabajo en la época de la metapsicología, las condiciones para el inicio de un tratamiento psicoanalítico en lo que se conoce como los escritos técnicos dentro de ellos, se encuentra el texto sobre la dinámica de la transferencia. Es decir, Freud pudo situar ciertas coordenadas para el inicio de un análisis, así como para su finalización.
Freud se pregunta por las posibilidades de un análisis, así como de su finalización. Vuelve a interrogar el tema ya que, planteaba una solidaridad entre la práctica clínica y la teoría. Entonces, los puntos centrales son, más allá del principio del placer, que introduce un funcionamiento otro el psiquismo (plantearlo no solo como un aparato de representaciones), la pulsión de muerte con sus estímulos internos no ligados (una nueva formación de lo traumático), la formalización de la segunda tópica en las instancias psíquicas, la formulación el masoquismo erógeno primario (dándole una tópica a la pulsión de muerte, con ello un anclaje nuevo al dualismo pulsional, al mismo tiempo propone el complejo de castración como complejo nuclear de la neurosis), lo externo
y lo interno a partir de esta época se reformula. El ejemplo más claro es la pulsión de muerte con el rasgo de no ligado, ubicando punto de exterioridad al campo de la ligadura, de las presentaciones, pero por supuesto interno, nuevo estatuto para la pulsión. Esto tiene consecuencias en la dirección de la cura ya que, las coordenadas de límites y obstáculos que sirvieron de referencia en la primera tópica se modifican. Por lo tanto, se hace necesario a la luz de estas nuevas conceptualizaciones pensar la dirección de la práctica, su eficacia y la finalización del análisis, que va a ser solidario de la configuración de la neurosis.
Freud se pregunta: ¿Existe un término natural para cada análisis? ¿Es posible llevar un análisis a un término tal? ¿Qué quiere decir que un análisis no fue terminado o no fue analizado hasta el final?
“Primero hay que ponerse de acuerdo sobre lo que se mienta con el multívoco giro «final o término de un análisis». En la práctica es fácil decirlo. El análisis ha terminado cuando analista y paciente ya no se encuentran en la sesión de trabajo analítico. Y esto ocurrirá cuando estén aproximadamente cumplidas dos condiciones: la primera, que el paciente ya no padezca a causa de sus síntomas y haya superado sus angustias, así como sus inhibiciones, y la segunda, que el analista juzgue haber hecho consciente en el enfermo tanto de lo reprimido, esclarecido tanto de lo incomprensible, eliminado tanto de la resistencia interior, que ya no quepa temer que se repitan los procesos patológicos en cuestión. Y si se está impedido de alcanzar esta meta por dificultades externas , mejor se hablará de un análisis imperfecto más que de uno no terminado.” Pág. 222
¿Podría ser de otro modo?
Freud da una pista al diferenciar un análisis interrumpido, no terminado de un análisis imperfecto. También, dice que el paciente no padezca a causa de sus síntomas, no que no los tenga. Recordar: la posibilidad de producir síntomas es algo propio de la estructura, así como otras formaciones del inconsciente. Vale aclarar que, las dificultades externas que Freud plantea no deben desorientar, ya que, cuando se observen las dificultades internas, también se encontrara un análisis imperfecto.
Continuando, con el texto:
“El otro significado de «término» de un análisis es mucho más ambicioso. En nombre de él se inquiere si se ha promovido el influjo sobre el paciente hasta un punto en que la continuación del análisis no prometería ninguna ulterior alteración. Vale decir, la pregunta es si mediante el análisis se podría alcanzar un nivel de normalidad psíquica absoluta, al cual pudiera atribuirse además la capacidad para mantenerse estable —p. ej., si se hubiera logrado resolver todas las represiones sobrevenidas y llenar todas las lagunas del recuerdo—. Primero examinaremos la experiencia para ver si tal cosa ocurre, y luego la teoría, para saber si ello es en general posible.” Pág. 222-3
Freud va a sortear los obstáculos a partir de ubicar: tres factores decisivos para las posibilidades de la terapia analítica, estos son:
1. El influjo de traumas temprano que Freud asocia a un factor accidental.
2. La intensidad constitucional de las pulsiones.
3. La alteración del yo
Ambos últimos, asociados a un factor constitucional. Luego, va a plantear como tope estructural a la cura, límite de la tarea analítica, diferenciándolo de los otros sectores nombrados, lo que va a llamar la roca de base en relación a la castración.
“Es que la etiología de todas las perturbaciones neuróticas es mixta; o se trata de pulsiones hiperintensas, esto es, refractarias a su domeñamiento por el yo, o del efecto de unos traumas tempranos, prematuros, de los que un yo inmaduro no pudo enseñorearse.” Pág. 223
Entonces, con mixta se refiere a una combinación de lo constitucional y lo accidental.
“Mientras más intenso sea el primero, tanto más un trauma llevará a la fijación y dejará como secuela una perturbación del desarrollo; y cuanto más intenso el trauma, tanto más seguramente exteriorizará su perjuicio, aun bajo constelaciones pulsionales normales. No hay ninguna duda de que la etiología traumática ofrece al análisis, con mucho, la oportunidad más favorable. 1 Sólo en el caso con predominio traumático conseguirá el análisis aquello de que es magistralmente capaz: merced al fortalecimiento del yo, sustituir la decisión
1 Vale aclarar, que no desarrolla en este escrito a que se refiere con traumas tempranos, lo hace en textos contemporáneos.
deficiente que viene de la edad temprana por una tramitación correcta.” Pág.
223
Entonces, la neurosis devendrá de la conjugación de lo traumático, la intensidad pulsional y la alteración del yo. Ahora bien, respecto a la intensidad constitucional de las pulsiones y la alteración del yo, los va pensar como factores desfavorables para el efecto del análisis y capaces de prolongar su duración hasta lo inconcluible. Así planteado, este factor muestra un anudamiento entre obstáculo y limite, es decir, un obstáculo que se presenta en el análisis y al mismo tiempo daría cuenta de su límite. Vale aclarar que, estas constelaciones recién ahora resultan de interés de los analistas, por lo tanto, no estamos suficientemente familiarizados.
“En vez de indagar cómo se produce la curación por el análisis, cosa que yo considero suficientemente esclarecida, el planteo del problema debería referirse a los impedimentos que obstan a la curación analítica.” Pág. 224
Freud propone abrir la discusión, pero deja planteadas algunas cuestiones éticas, ya que, a la cura se le dirigen demandas acrecentadas, no hay manera de prever el destino anterior de una curación, por ejemplo, de calcular sus efectos, tampoco se puede tratar de manera definitiva un conflicto pulsional ni puede prestar un tratamiento profiláctico frente a posibles conflictos.
Capitulo III
Aquí, pone a trabajar uno de los factores, la intensidad pulsional. Lo primero que hace es modificar la denominación constitucional, ya que advierte que no solo influye el factor constitucional, la particular manera en que para cada quien se ha inscripto la pulsión, sino que, es esperable que a lo largo de la vida otros refuerzos pulsionales produzcan los mismos efectos. Freud se pregunta:
¿Es posible tramitar de manera duradera y definitiva mediante el análisis, el conflicto de la pulsión con el yo? Aclara que si por duradero y definitivo entendemos “hacerla desaparecer” esto sería imposible, el intento seria lograr el domino de la pulsión.
Freud da pistas acerca de cómo leer el dominamiento de la pulsión, acudir a la bruja de la metapsicología en un punto de apoyo, el proceso primario y secundario. Relacionar con el cap. III y IV de más allá del principio de placer, y la nueva tarea del aparato psíquico (ligar la excitación de las pulsiones que entran en operación en proceso primario)
Tomando ese punto de apoyo, Freud señala que la tramitación de un conflicto entre el yo y la pulsión, vale para un determinado campo de relaciones. (Recordar que este yo es el de la segunda tópica). Entonces, puede suceder que, la investidura, la robustez del yo, se vea afectada, rebajada,
por alguna enfermedad, por agotamiento. Entonces, la pulsión vuelve a mostrar sus títulos, una prueba de ello es el sueño. Por el lado de la intensidad pulsional, puede producirse refuerzos, en virtud de nuevos traumas, por ejemplo, en la pubertad.
En definitiva, el resultado (entre el conflicto de la intensidad pulsional y el yo) es siempre el mismo y confirma el poder incontrastable del factor cuantitativo en la causación de la enfermedad. El desenlace va a depender de este factor cuantitativo.
Freud se reprocha haber omitido tomar en cuenta en sus representaciones teóricas, el punto de vista económico en la misma medida que el dinámico y el tópico. Entonces, plantea este aspecto determinante en relación a la etiología de las neurosis (el factor cuantitativo), Freud se pregunta por el efecto de un análisis ¿Qué puede hacer un análisis respecto al factor cuantitativo? ¿Acaso el análisis no produciría un estado que nunca preexistió de manera espontánea en el interior del yo? ¿Justamente eso sería la diferencia entre el hombre analizado y no analizado?
Un análisis permitiría revisar las represiones infantiles, las que el yo endeble en constitución se fue defendiendo primitivamente para gobernar las pulsiones. La teoría supone que contando ahora con un yo constituido se podrá, rectificar el proceso represivo originario para responder de otra manera el influjo del refuerzo pulsional y poner terminó al hiperpoder del factor cuantitativo. Entonces, esta sería la operación genuina de la terapia analítica, pero, en la experiencia el análisis lograría esta tarea solo de una manera inconstante, imperfecta.
En principio, el termino originario (rectificar el proceso represivo originario) no refiere a la represión primaria, sino que, a las series complementarias, que ubico para explicar la causación de la neurosis, situando la relación lógica entre fijación, represión y regresión para configurar la temporalidad retroactiva en el camino de formación de síntomas. Entonces, represiones infantiles, primeras represiones, un yo endeble en constitución (no el yo del narcisismo), remiten a ese tiempo lógico que dejará la predisposición por fijación libidinal, condición necesaria, pero no suficiente para el estallido de la neurosis adulta. Entonces, se refiere a la neurosis infantil que se lee retroactivamente en un análisis, la novedad es la intensidad pulsional, el factor cuantitativo.
Rectificación del proceso represivo, un análisis permitiría revisar esas marcas, en las que cada sujeto constituyo una particularidad manera de recuperar una satisfacción, pero la experiencia muestra que esa tarea es imperfecta ya que, se encuentra con fenómenos residuales fragmentos de la organización anterior, restos de fijaciones libidinales, con sectores de mecanismo antiguo que el trabajo analítico no pudo tocar. Entonces, Freud insiste en la importancia del factor cuantitativo, ya queda daba una determinada cantidad hipertrófica se servirá de esas fijaciones,
por lo tanto, el gobierno sobre lo pulsional es justo en la teoría, pero no siempre lo es en la práctica. No siempre se consigue asegurar en medida suficiente el gobierno sobre lo pulsional, con mover la economía libidinal de un sujeto no será sin esos restos sin residuos. El factor cuantitativo está ligado a la etiología, a la causación de la enfermedad y también está articulado al final, es el mismo factor que le pone un límite eficacia del análisis, más precisamente a la constancia de sus efectos.
Otro factor que Freud considera decisivo para el desenlace del análisis, la alteración del yo.
“Si nos volvemos hacia él, recibimos como primera impresión que hay aquí mucho por preguntar y por responder, y lo que tenemos para decir demostrará ser asaz insuficiente.” Pág. 237
Sin embargo, esto no es tan así, recordar que Freud formaliza la segunda tópica y caracteriza las instancias psíquicas. Aquí lo retoma en cierto sentido, plantea:
“Como es sabido, la situación analítica consiste en aliarnos nosotros con el yo de la persona objeto a fin de someter sectores no gobernados de su ello, o sea, de integrarlos en la síntesis del yo (ello, yo y superyó). El hecho de que una cooperación así fracase comúnmente con el psicótico ofrece un punto firme para nuestro juicio. El yo, para que podamos concertar con él un pacto así, tiene que ser un yo normal. Pero ese yo normal, como la normalidad en general, es una ficción ideal.” Pág. 237
El yo fracasa en este ideal de unificación y de síntesis al que, por otro lado, esta exigido. Lo que distancia de este yo normal (que es una ficción ideal) son distintos grados y modalidades de la alteración del yo. Esta alteración del yo es adquirida, se produce tempranamente, contra la exigencia pulsional del ello. El yo advierte que la satisfacción pulsional del ello es un peligro porque llevaría a peligros con el mundo exterior, así el yo traslada la lucha de afuera hacia dentro, dominar un peligro interior antes de que haya devenido un peligro exterior.
“Durante esta lucha en dos frentes (Es decir el mundo exterior y el ello) —más tarde se agregará un tercer frente—, •''' el yo se vale de diversos procedimientos para cumplir su tarea, que, dicho en términos generales, consiste en evitar el peligro, la angustia, el displacer. Llamamos «mecanismos de defensa» a estos procedimientos.” Pág. 238
Durante esa lucha en dos frentes (Es decir el mundo exterior y el ello), es la forma en la que se va constituyendo el yo, luego se le va a sumar el superyó, el yo se vale de diversos mecanismos
de defensa, la represión es uno de ellos. (Diferencia represión de defensa) Recordar en pulsiones y destinos de pulsión Freud plantea que los destinos pueden ser modos de defensa frente a la pulsión. Estos otros destinos, además de la represión y la sublimación, son el trastorno hacia lo contrario, la vuelta hacia una persona propia que, más bien tan cuenta en realidad de las vicisitudes de la pulsión y que son correlativos al inconsciente no reprimido (al ello).
“Los mecanismos de defensa sirven al propósito de apartar peligros. (Ya que, el aparato psíquico no tolera el displacer, tiene que defenderse a cualquier precio) Es incuestionable que lo consiguen; es dudoso que el yo, durante su desarrollo, pueda renunciar por completo a ellos, pero es también seguro que ellos mismos pueden convertirse en peligros. Muchas veces el resultado es que el yo ha pagado un precio demasiado alto por los servicios que ellos le prestan. El gasto dinámico que se requiere para solventarlos, así como las limitaciones del yo que conllevan casi regularmente, demuestran ser unos pesados lastres para la economía psíquica. Convirtiéndose ellos mismos en un peligro” Pág. 239
Recordar que, defenderse de los estímulos para el aparato psíquico es casi más importante que recibirlo. Entonces, los mecanismos de defensa se fijan en el interior del yo y alteran su estructura devienen modos regulares de reacción del carácter, que se repiten durante toda la vida tan pronto como retorno a una situación parecida al originaria.
Entonces, esta alteración del yo es adquirida tempranamente en el curso del desarrollo, es una alteración permanente que evoca los procesos defensivos más originarios, implementados por el yo en su lucha contra el ello. Vale agregar que hacen a la constitución del yo, son estructurales.
Freud se pregunta ¿Como estos mecanismos de defensa influyen en el trabajo analítico? Responde:
“Lo esencial respecto de esto es que el analizado repite tales modos de reacción aun durante el trabajo analítico, los muestra a nuestros ojos, por así decir; en verdad, sólo por esa vía tomamos noticia de ellos.” Pág. 240
Continua, el hecho decisivo es que los mecanismos de defensa frente antiguos peligros retornan en la cura como resistencias al restablecimiento, la cura misma es tratada por yo como un peligro nuevo, se defiende un nuevo peligro utilizando una antigua defensa. Esta alteración del yo, cuyo sentido estructural remite a la necesaria diferenciación (yo/ello) y a los peligros que permitió la
organización del mismo yo, aparece en el curso de la cura como un obstáculo. El proceso analítico que intentara conmover la economía pulsional del sujeto, se presenta como un peligro, así el yo se ampara para refugiarse utilizando un recurso que, no va a ser exclusivamente la represión.
Si la dirección de la cura es hacer consciente lo inconsciente mediante el trabajo de interpretación con sus límites, las resistencias articuladas al yo lo obstaculizan. Vale aclarar que, no son las resistencias yoicas, estas resistencias, aunque pertenecen al yo son inconscientes. En cierto sentido, están segregadas dentro del yo, están en relación a su núcleo inconciente. Existe realmente una resistencia a la puesta en descubierto de las resistencias, así las resistencias no son sólo contra el hacer consciente lo inconsciente, sino contra el análisis en general, contra la curación, se ubica acá el fundamento estructural de las resistencias. Tal efecto que, en el interior del yo tiene el defender lo designa como alteración del yo.
Con la segunda tópica, se trata del núcleo del yo donde se fijan los mecanismos de defensa que, adquieren el estatuto de resistencias de la alteración del yo. El desenlace de la cura, depende de la intensidad y profundidad de arraigo de esas resistencias de la alteración del yo, de nuevo muestra la significatividad del factor cuantitativo y como esto fue tramitado. Freud aclara que esto que ubico, no imposibilita el análisis, pero si ubica un punto de no analizable.
Capítulo VI
Allí, aborda la resistencia del ello, resistencia que fue anticipado en mas allá, no en términos del ello porque aún había formalizado la segunda tópica sino, como su antecedente, ese núcleo inconsciente al cual asociaba a la resistencia inconciente, y luego lo retoma asociada a la compulsión de repetición y a la necesidad de reelaboración.
A la altura de estos desarrollos y habiendo planteado la alteración del yo como adquirida, Freud suma ahora la vertiente heredada de su constitución, nos remite a no descuidar que originariamente yo y ello son uno, y que ese origen va a establecer para el yo determinadas orientaciones del desarrollo. Entonces, el ello en tanto, esa herencia, en tanto lo que no va a quedar tomado por el proceso primario ese punto que hace a la estructura como condición para el sujeto.
Freud avanza en su investigación, pero con ciertos reparos:
“Sólo puedo ofrecer algunas muestras de ese género, pues todo este campo
es todavía ajeno y enmarañado, no está bien explorado.” Pág. 243
Para explicarlo, propone dos referencias clínicas:
“Por ejemplo, uno encuentra personas a quienes atribuiría una particular
«viscosidad de la libido». Los procesos que la cura inicia en ellas trascurren mucho más lentamente que en otras, porque, según parece, no pueden decidirse a desasir investiduras libidinales de un objeto y desplazarlas a uno nuevo, aunque no se encuentren particulares razones para tal fidelidad a las investiduras. También uno se topa con el tipo contrapuesto, en que la libido aparece dotada de una especial movilidad, entra con rapidez en las investiduras nuevas propuestas por el análisis y resigna a cambio las anteriores. Es un distingo como el que podría registrar el artista plástico según trabaje con piedra dura o con blanda arcilla. Por desdicha, los resultados analíticos en este segundo tipo suelen ser muy lábiles: las investiduras nuevas se abandonan muy pronto, y uno recibe la impresión, no de haber trabajado con arcilla, sino de haber escrito en el agua. Vale aquí la admonición: «Lo que pronto se gana, más rápido se pierde».”
Por otro lado:
“En otro grupo de casos, uno es sorprendido por una conducta que no puede referir sino a un agotamiento de la plasticidad, de la capacidad para variar y para seguir desarrollándose, que de ordinario se espera. Sin duda que en el análisis estamos preparados para hallar cierto grado de inercia psíquica; cuando el trabajo analítico ha abierto caminos nuevos a la moción pulsional, se observa casi siempre que no se los emprende sin una nítida vacilación. A esta conducta la hemos designado, de manera quizá no del todo correcta,
«resistencia del ello». Pero en los casos que ahora consideramos, todos los decursos, vínculos y distribuciones de fuerza prueban ser inmutables, fijos, petrificados.”
Entonces, se remarca la detención de movimiento, no funciona el desplazamiento, pero Freud complejiza aún más la cuestión, y dice:
“…el distingo tópico entre yo y ello ha perdido mucho de su valor para nuestra indagación.”
Ya que, lo que le interesa no es tanto tópico, lugares o instancias, sino lo económico. Y en este sentido la experiencia y las resistencias ya no la pueden localizar, es decir, tópicas.
“Un paso ulterior en nuestra experiencia analítica nos lleva a resistencias de otra índole, que ya no podemos localizar y que parecen depender de constelaciones fundamentales dentro del aparato anímico.”
Los casos que él explora, remiten a una resistencia de otra índole.
“Acaso provengan de una base diversa, más honda aún, las diferencias yoicas a las cuales, en un grupo más amplio de casos, cabe inculpar como fuentes de la resistencia a la cura analítica e impedimentos del éxito terapéutico.”
Aquí nos remite a las pulsiones primordiales al dualismo pulsional. Cuyo análisis, no debe limitarse a una sola instancia del aparato psíquico. Esa base, es el masoquismo primario, entonces ya se traté de las resistencias del ello, superyó o la alteración del yo (asociado al rasgo de carácter) tratan de resistencias estructurales que, solo pueden fundamentarse a partir de masoquismo erógeno primario, llamado aquí inmanentes, es decir, algo que es inherente, inseparable, es posible decir que es algo propio de la estructura.
No se trata una teoría optimista o pesimista de la vida, sino lo que hace a la estructura que se constituye teniendo en el fundamento el masoquismo erógeno.
“Provisionalmente nos inclinamos frente al hiperpoder de las potencias ante
las cuales vemos naufragar nuestros empeños.”
Es donde se sitúa las resistencias al levantamiento de las resistencias, las resistencias estructurales, que dan cuenta de lo que no puede ser ligado, el factor cuantitativo de la intensidad pulsional.
Retomando el inicio, Freud formula la eficacia, el desenlace de un análisis, su terminación, fórmula como causación de la neurosis el factor hiperintenso de la pulsión, los traumas tempranos y la alteración del yo. Cuanto más intenso sea una, mayor efecto perturbador del otro en su desarrollo. Entonces, pensar la causa le permite a Freud pensar en los obstáculos que obstan a la curación, a la eficacia del análisis y a su terminación.
La conferencia 28
Es considera hasta 1937, la descripción más precisa que Freud hace acerca del funcionamiento del análisis. Se inscribe en lo que ubicamos como segunda ordenación metapsicológica, los referentes teóricos son: el inconciente dinámico, reprimido que articula pulsión y represión; la teoría de la libido con el falso dualismo (libido yoica, libido de objeto). Si bien, se incluye al interior
de la pregunta de la primera tópica que es ¿Cómo se produce la cura? También, plantea una idea en relación a su desenlace.
“Para la finalización de una cura analítica, la trasferencia misma tiene que ser desmontada; y si entonces sobreviene o se mantiene el éxito, no se basa en la sugestión, sino en la superación de resistencias ejecutada con su ayuda y en la trasformación interior promovida en el enfermo.” Pág. 412
En la conferencia anterior en la misma línea, hace coincidir el domiñamiento de esta nueva neurosis artificial (la neurosis de transferencia) con la finiquitacion de la enfermedad que se trajo a la cura con la solución de nuestra tarea terapéutica.
¿Cómo fundamenta Freud está idea? Con la teoría de la libido, el neurótico es incapaz de gozar y de producir, está expresión que parece un tanto descriptiva, encuentra su fundamento en la teoría de la libido. Es sabido que la libido del neurótico está en sus síntomas que le procuran una satisfacción sustitutiva.
¿Cómo sería el mecanismo de la curación? Freud propone dos fases, consiste en que la libido pase de los síntomas, a la transferencia, al analista que esta colocado en un lugar privilegiado, como objeto en el centro del dispositivo, que se apodere de los síntomas, ser renueva el conflicto del cual nacieron, se despliega, se libra batalla, todo el trabajo de análisis y se lleva a otro desenlace.
“La pieza decisiva del trabajo se ejecuta cuando en la relación con el médico, en la «trasferencia», se crean versiones nuevas de aquel viejo conflicto , versiones en las que el enfermo querría comportarse como lo hizo en su tiempo, mientras que uno, reuniendo todas las fuerzas anímicas disponibles [del paciente], lo obliga a tomar otra decisión.”
Esto tiene consecuencia, que la libido se libera de este nuevo objeto (la transferencia), y queda disponible para el yo. Esto es solidario de plantear que:
“El cambio decisivo para el buen desenlace consiste en que se elimine el circuito de la represión en este conflicto así renovado, de suerte que la libido no pueda sustraerse nuevamente al yo mediante la huida al inconciente.” Pág. 414
Es decir, una revisión del proceso represivo de suerte que la libido no puede sustraerse nuevamente al yo, mediante la huida del inconciente. En este momento Freud sostiene que, si se levanta el circuito de represión, ceden los síntomas y el yo se modifica. ( recordar que habla del yo del narcisismo) vuelve entonces, a disponer de una libido que le había sido extraída y así, investir nuevos objetos, nuevos caminos para su satisfacción. ( Cuidado: no es la alteración del yo, acá se trata de un yo modificado por efectos del análisis con una libido disponible para investir nuevos objetos.)
Freud dice que es una descripción ideal, lo ideal es suponer que el conflicto entre el yo y la libido toque a su fin y que de esa manera toque la libido queda disponible para el yo. Hay dos cuestiones para objetar, por un lado ¿Cómo vamos a suprimir en un análisis el circuito de la represión? Cuando Freud establece en este momento que lo inconciente es igual a lo reprimido. Por tanto, constituido el inconciente ya hay una libido que no está disponible definitivamente para el yo, esa libido que permite la sustitución de una representación por otra, por ejemplo, el mecanismo de la represión secundaria. De hecho, Freud afirma en la misma conferencia que lo que diferencia un análisis de un tratamiento sugestivo es la firme convicción de la existencia del inconciente. Por lo tanto, ya hay una modificación y en ese punto no puede lograrse que el yo disponga de esa libido.
Por otro lado, esto tiene relación con la libido reversible, pero hay una libido que no está disponible, en tanto ese resto autoerótico, lo que hace límite a la reversibilidad de la libido, luego se ubica como una fuente fundamental para la pulsión de muerte.
Simplificando, la meta del análisis es descubrir las resistencias, inconciente dinámico, llenar las lagunas del recuerdo. Una vez establecida la asociación libre opera ese movimiento que va de una representación sustitutiva a una reprimida, la represión propiamente dicha, produciendo cierto desciframiento y con ello cierto valor de verdad para el sujeto. El límite en este texto es que solo conceptualizo el inconsciente dinámico, el inconciente reprimido. Entonces, en este momento el análisis encuentra sus límites en la falta de movilidad de la libido, revisa abandonar sus objetos y en la rigidez del narcisismo. Este límite, marca lo que queda excluido al campo de aplicación del psicoanálisis, las neurosis narcisistas. Sin embargo, producida esta delimitación es posible ubicar el obstáculo que Freud recorta en relación a las neurosis de transferencias, el amor de transferencia, en ese anudamiento que ubica el fundamento pulsional del amor, lo recalcitrante e indócil que no cede.
Seminario Unidad 10 clase 1
X. La 3o versión de la teoría de la angustia.
a) La reacción frente a la situación de peligro. b) La perturbación económica como núcleo genuino del peligro. c) La angustia traumática. d) La señal de angustia. e) El desvalimiento psíquico. f) El complejo de castración: núcleo de la neurosis, motor de la defensa y referente del síntoma. Referente clínico: “el pequeño Hans”.
Bibliografía:
Freud, S.: Inhibición, síntoma y angustia (cap. IV, VII, VIII y XI, punto B ‘complemento sobre la
angustia’), A.E., XX, 97-105, 118-24, 125-135 y 154-157.
Freud, S.: 32o Conferencia: Angustia y vida pulsional, A.E., XXII, 75-88. Bibliografía electiva :
Freud, S.: Análisis de la fobia de un niño de cinco años, A.E., X, 7-32.
Tercera versión de la teoría de la angustia
Para esta elaboración es importante articularla con otras conceptualizaciones de esta época. Retomando, en más allá del principio de placer, hay un giro en la teoría y práctica del psicoanálisis, dicho giro va a redefinir los límites y los alcances de la terapia psicoanalítica. Un aspecto fundamental es el estudio de las resistencias, es decir, el análisis de los obstáculos de la curación. A medida que Freud avanza su conocimiento de las neurosis, las resistencias adquieren un estatuto diferente, su complejidad resulta mayor, hay que repensarlas teóricamente. A partir de esto, se desarrolla la segunda tópica. En el artículo el yo y el ello, se continua en el texto el problema económico del masoquismo.
Con estos artículos Freud emprende una profunda revisión de su doctrina y reformula el esquema metapsicológico que le proporcionaba su primara tópica. Esta etapa va a configurar un tercer ordenamiento metapsicológico que, incide de manera decisiva en como Freud concibe a la angustia.
En inhibición, síntoma y angustia, Freud reúne sus nuevas concepciones y las organiza en función de una formulación, el complejo de castración. En el cual, este complejo funciona como un articulador conceptual que, no solo reordena la manera de pensar el complejo de Edipo, sino, la clínica psicoanalítica en su conjunto.
En principio, lo que se conoce como la tercera versión de la teoría de la angustia es principalmente una revisión y reformulación de los desarrollos que Freud ya había producido. Esta revisión, Freud la va a presentar a la luz de la segunda tópica.
De la metapsicología del 1915 al describir tanto la producción del síntoma como la irrupción de la angustia, Freud había prestado atención a los procesos tópicos y dinámicos del proceso, aunque su consideración recae en el punto de vista económico. Esta perspectiva, referida a la importancia del factor cuantitativo, se va a ir incrementando en cuanto su significación y va a llevar a que Freud revise sus formulaciones. ¿Qué lugar tiene la angustia en esta reelaboración?
Del segundo ordenamiento metapsicológico se destaca la articulación que Freud propone entre la angustia y el mecanismo psíquico (la represión), la angustia es incluida en el campo de las neurosis de transferencias y al igual que el síntoma, la angustia responde a un mecanismo psíquico que es la represión, en el sentido de que, el desarrollo de ese afecto displacentero expresaría un proceso represivo fallido. La cuestión del factor cuantitativo en esta formulación se va a conectar con el problema de la libido.
En principio la libido designaría la energía de la pulsión sexual, en la medida en que Freud, como resultado de la introducción del concepto de narcisismo trabaja con la hipótesis de que la libido podría unificar ese registro corporal, fragmentario, que es propio de la organización o fase autoerótica de la libido o del desarrollo sexual.
En 1915, en el texto la represión, introduce la noción de representante psíquico de pulsión, porque, en ese momento con la concepción dinámica del inconciente, Freud enfatiza en la importancia que tienen los mecanismos psíquicos que estructuran el aparato. En ese momento Freud modifica la concepción que tiene de la represión, la represión deja de ser un estado de las representaciones y se transforma en un proceso que requiere de fases. En función de estas fases, piensa la dinámica del aparato psíquico, es decir, como funciona; y su estructuración. La represión primaria va a ser formulada en términos de una represión supuesta, que ya estaría operando como condición una vez que el aparato este en funcionamiento y uno puede observar clínicamente como funciona ese aparato.
La angustia tiene un lugar importante en estas articulaciones, ya que, la angustia va a ser la traducción subjetiva, traducción psíquica, que va a tener el componente cuantitativo del representante psíquico de pulsión una vez que, la represión haya operado fallidamente, ya que el objetivo de la represión es evitar el desarrollo del displacer. Allí, es donde el displacer aparece y el yo toma noticia de la aparición del displacer e ubica una falla en el mecanismo de la represión y esto lo lleva a ubicar dos mecanismos en relación con la represión:
1. Sustracción de la investidura preconciente.
2. La formación de contrainvestidura.
La represión es proceso un muy complejo que, no siempre es exitosos y en definitiva apunta a ejercer algún tipo de regulación, tramitación, de ese factor cuantitativo que para Freud es tan importante. Ese factor cuantitativo en el marco de este aparato de representaciones, en el cual, la sexualidad se inscribe vía represión, aparece tematizado en relación a ese componente cuantitativo del representante psíquico. La representación siempre es reprimida, es decir, pierde su conexión con la trama asociativa de la conciencia o del yo. Sin embargo, el afecto va a tener otros destinos, uno de ellos va a ser la angustia, los otros destinos que Freud considera son la supresión y la irrupción como afecto coloreado, que es la manera en que aborda la relación angustia y síntoma. Es decir, por mas que el síntoma se constituya, se acompaña de sensaciones de displacer.
Además de la sustracción de la investidura preconciente, ubica el termino y se asocia a la noción de contrainvestidura. La contrainvestidura aparece como ese elemento que el sistema preconciente/consciente o el yo le tiene que ofrecer a la investidura inconciente que intenta acceder a la conciencia para que, no logre ese acceso. Freud asocia a la contrainvestidura tanto a la represión primaria como a la secundaria. En el caso de la represión secundaria va a tener que ver o con la formación sustitutiva o con la formación de síntoma, es decir, con esa operación de desplazamiento del afecto que cristaliza en una representación que viene del lugar que permanece reprimida. A nivel de la represión primaria, en cuyo caso, la contrainvestidura sería el único mecanismo, es posible pensar que se trate de la función de sustitución inherente al lenguaje, es muy difícil poder representar a este punto originario de inscripción en el aparato, punto de inscripción de la pulsión, punto de inscripción del lenguaje el aparato. Es un aparato que se va a constituir a partir del lenguaje sino es a partir de sus efectos, es decir, que la apreciación que uno puede hacer de ese momento estructural es en una retrospectiva.
Sin embargo, lo importante para Freud es que, una vez que el lenguaje se ha inscripto, operación que involucra la constitución del campo pulsional a nivel psíquico, es decir, esta articulación entre lo somático y lo anímico. Una vez que eso se ha producido tiene que estar en alguna medida posibilitada la operación de sustitución (propia del lenguaje) y el desplazamiento de las cantidades de excitación.
El problema que la angustia le plantea al aparato psíquico de alguna manera interroga a Freud respecto de los alcances de la represión. La solución que encuentra, sostiene que la represión es un mecanismo destinado a evitar el displacer y la angustia es displacentera, es decir, que en definitiva se trata de que la represión intentó ejercer algún gobierno respecto al factor cuantitativo pero no lo consiguió. Pero, Freud sostiene la idea de que eso es posible, no obstante, lo cual hay
dos situaciones clínicas que van a tener mucha importancia y que retoman inquietud del Freud de la primera época.
Una primera situación clínica va a ser el fenómeno compulsivo, asociado a los síntomas de la neurosis obsesiva, donde Freud observa una intensidad y en el afecto que recae sobre estas representaciones que, precipita al paciente o el enfermo en una lucha defensiva interminable como si el síntoma no terminara de resolver el problema que le plantea el afecto.
La otra situación clínica es la angustia, la va a ubicar en relación a la histeria de angustia. Allí, él va a identificar tres momentos en relación al proceso represivo, justamente, para trabajar la ineficacia inicial de la represión y “cierta eficacia posterior”, una vez que se ha logrado establecer alguna formación sustitutiva que, permite anudar la angustia que aparece. En el primer paso lo que él plantear es el ingreso de la angustia, en tanto, a efectos sin representación donde, el sistema de la conciencia (el yo) le deniega el enlace o la investidura preconsciente, ese afecto aparece sin ninguna articulación a ninguna representación. El yo toma noticia de que hay en alguna medida, cierta presencia de lo inconsciente, desconoce de qué se trata ese conflicto, porque, el componente activo permanece reprimido, es la represión la actúa sobre la representación, es decir, si se entera de la investidura.
En un segundo momento, a esa cantidad se le va a ofrecer una primera contra investidura que va a constituir el objeto temido. Luego, lo que se produce es una repetición, en escala ampliada del proceso, es decir, que a ese primero elemento se van a asociar otros en calidad de contra investiduras para constituir el parapeto fóbico. Es decir, todos los representantes psíquicos capaces de por asociación remitirlo a su punto de angustia, de alguna manera, anticipan la posibilidad de que se ataque y el fóbico lo evita. El fóbico, a través de la forma que adoptan en la represión, hace un tratamiento muy particular del factor cuantitativo porque, proyecta en un exterior un peligro que en realidad es interior, dicho peligro es pulsional. Cabe destacar, la relación de la angustia a la represión y el problema de la libido, esta libido que en alguna medida en el punto de la angustia se le contrapone al yo, ya que, la líbido sino encuentra un anudamiento o una articulación adecuada se va a mudar en angustia.
Conferencia 32
“A la angustia consagré ya una de las lecciones de la serie anterior, la número veinticinco. Debo resumir aquí su contenido. Dijimos que la angustia era un estado afectivo, o sea, una reunión de determinadas sensaciones de la serie placer-displacer con las correspondientes inervaciones de descarga y su
percepción, pero, probablemente, el precipitado de cierto evento significativo, incorporado por vía hereditaria, y entonces comparable al ataque histérico adquirido por el individuo.” Pág. 75
La angustia es el precipitado filogenético, va a conectar el origen de la angustia con el acto del nacimiento. La idea de Freud es que esa experiencia fundamental va a sellar la relación entre el cuerpo y el afecto, ahí retoma Freud una pregunta antigua que es sobre la etiología de la angustia.
En el acto del nacimiento, hay es una separación real de la madre, es decir, que la madre de alguna manera en el acto de parir a sus hijos lo que está haciendo es producir de su propio cuerpo otro cuerpo. En la tercera teorización de la angustia, Freud toma esta idea de separación y la va a conectar con el concepto de castración. Asimismo, incluye en la definición la categoría de peligro, el peligro como algo que representa una amenaza para la autoconservación, en el caso del acto del nacimiento el peligro va a ser el medio aéreo y ubica un primer ataque de angustia fundamental que, tendría en su consideración cierto valor defensivo, porque, va a permitir la activación del sistema cardiorrespiratorio. Entonces, esa respuesta primaria que el niño va a dar es reaccionar corporalmente, es decir, que él ubica una primera respuesta que es la angustia, ese primer ataque fundamental. Por otro lado, Freud va a valerse de esta noción, la idea de que hay algo que amenace la autoconservación para diferenciar dos formas de presentación de la angustia, la angustia realista y la angustia neurótica.
La angustia realista va a tener que ver con un peligro exterior, es decir, un peligro que es percibido por los sentidos. Además, el yo va a tener que definir algún curso de acción, justamente, en función del desarrollo de afecto que se produzca. Allí, plantea, por un lado, la noción de apronte angustiado, en el cual, hay un desarrollo acotado de angustia, esta formulación se conecta con trabajado en “Más allá del principio de placer”. A partir de ese desarrollo acotado de angustia, es un displacer controlado por el yo, se puede establecer es una respuesta acorde, protectora, con valor defensivo, tenga valor adaptativo y que sustraiga al yo de ese peligro (podría ser el huir o atacar, según la magnitud).
La otra posibilidad es que, el desarrollo de angustia no se detenga y haya un desarrollo masivo de angustia, en consecuencia, una respuesta desacorde, la respuesta sería en la parálisis subjetiva con lo cual la autoconservación estaría en peligro.
Freud va a conectar este desarrollo masivo de angustia y este peligro para la autoconservación con la toxicidad de la angustia, ya que, en relación a el acto del nacimiento ubica lo que hace a
ese primer ataque originario, una angustia tóxica, una angustia masiva que después va a conectar con la angustia traumática. Esto, es una redefinición que va a ser en esta tercera teorización.
En cierto sentido, la angustia realista sería una angustia que “se puede comprender”, es decir, que ahí el peligro es claramente identificable. El problema se presenta cuando Freud analiza la angustia neurótica.
En principio se pregunta ¿A qué le teme el neurótico? (ya que, la angustia es importante la neurosis) ¿ Qué estatuto tiene el peligro ahí? ¿Qué relación tiene la angustia neurótica con un peligro exterior? En principio, ese interior peligroso Freud lo va a conectar con la pulsión, con la actividad de la pulsión, es decir, con estos estímulos vinculados a lo corporal que requieren en su traducción subjetiva (el afecto), alguna tramitación.
Dentro del campo la angustia neurótica, Freud va a diferenciar tres modalidades clínicas, con esto él retoma los dos primeros desarrollos respecto de la angustia. Por un lado, un estado libremente flotante, allí ubica un estado angustioso expectante, propio de la neurosis de angustia (es clara la falta de ligadura del afecto, un afecto sin representación.). Luego, va a ubicar en situaciones en las cuales la angustia aparece vinculada a contenidos de representación específicos, es decir, el cuadro fóbico que es propio de la histeria de la angustia, al objeto temido queda asociado el elemento cuantitativo. Freud introduce una distinción entre el miedo, la angustia y el terror, en los tres casos está en juego el afecto, pero, de distinta forma según el recurso ideativo que el yo haya podido ofrecer.
El caso de la angustia, Freud ubica la falta de representación, pero, destaca la actitud de disposición afectiva para el encuentro con el peligro (la idea de que la angustia en alguna medida protege). En el caso del miedo, el desarrollo de angustia se va a asociar respecto de la fobia a un contenido de representación específico. Mientras que, en el caso del terror, Freud observa no hay apronte, no hay preparación.
La otra forma de angustia que va a encontrar en la clínica, va a estar dada por la asociación la conexión que Freud observa entre la angustia y los síntomas neuróticos. Es decir, la histeria y la neurosis obsesiva fundamentalmente. Respecto de la etiología de la angustia neurótica, ubica la cuestión de estos estímulos que requieren tramitación, estímulos de carácter sexual, asociados a lo corporal. Según el momento, van a una referencia somática o una referencia libidinal (pulsional), en el sentido de su teoría sexual.
Hasta ahora, Freud considera que la angustia es el resultado de un montón de libido que no ha sido aplicado adecuadamente, un monto de libido inaplicado, ahí se produciría una transmutación, una traducción a lo consciente, del monto de afecto como angustia. Freud se interroga por el problema de la angustia en los niños, lo va a llevar ciertas elaboraciones porque, así como la angustia tiene un lugar muy importante en la clínica de las neurosis, también tiene un lugar muy importante en la primera infancia. Esta capacidad que tiene el niño de manifestar la angustia, por eso Freud va a decir que, en la infancia la angustia es el estado neurótico por excelencia. Asimismo dice que, la angustia del niño no es una angustia realista porque, no es una angustia que está referida a peligros reales (peligros que tengan que ver con la realidad exterior). A esas manifestaciones de angustia hay que conectarlas con la añoranza frente a la ausencia del objeto materno.
Independientemente de los niños o adultos, la idea que Freud sigue sosteniendo es que, lo que se ha producido es una mudanza de la libido en angustia ahí donde la represión ha fracasado o bien la angustia aparece a donde también hay participación de procesos somáticos que no han encontrado un anudamiento psíquico exitoso o definido.
Los ejes fundamentales de su teorización
En principio, retoma ideas de “más allá del principio de placer”, “el yo y el ello” y “inhibición, síntoma y angustia”. Hay tres ejes en cómo se estructura esta tercera versión:
· Un primer eje esta dado por la revisión del dualismo pulsional que, va a llevar a la formulación de la pulsión de muerte.
· Un segundo eje en relación a la segunda tópica, allí el elemento interesante es la articulación que propone de la escisión del yo a partir de la defensa.
· El ultimo eje tiene que ver con el concepto de castración que, va a ser pensado distintos niveles, donde en una situación masiva de angustia lo que aparece es la posición originaria de desvalimiento y de indefensión en el que la dependencia coloca a todo ser humano, a punto de partida.
Lo más importante de estos tres ejes es que, en relación a la revisión del dualismo pulsional Freud hace una reconsideración de la división entre pulsiones yoicas y sexuales, cuestión que también está vinculada a la revisión de la idea de que el aparato de representaciones está comandado por una fuerza deseante y regulado por el principio del placer. Él va a destacar el elemento repetitivo y compulsivo, los referentes son los sueños de las neurosis traumáticas, el juego infantil y la
repetición en transferencia. A partir de estos referentes, va a poder establecer la diferencia entre lo ligado y lo no ligado, esto influye en la manera de pensar la angustia en este momento.
A la luz del concepto de pulsión de muerte, definido por Freud como estímulos interiores no ligados, las categorías del interior y del exterior (categorías que lo utilizaba para pensar la angustia realista y la angustia neurótica) . También van a ser revisadas, una interioridad y una exterioridad para la propia subjetividad, es decir, la referencia para pensar lo interior y lo exterior no va a tener que ver con la realidad material sino con la estructura misma del aparato psíquico y con el soporte que puede o no prestar la representación.
Cabe añadir, es muy importante el término contrainvestidura, es decir, que la contrainvestidura y la función de sustitución y de ligadura que se atribuye en este momento, va a pasar muy a primer plano. El principio del placer de encontrar su límite, igualmente va a tener un lugar de importancia en la formulación por su tendencia ligadora, porque el principio de placer va a intentar producir la mezcla de la pulsión de muerte con la de vida. Es una manera de abordar lo ligado y no ligado.
En esta tercera teorización acerca del problema de la angustia, su función va a estar referida no solo a la dinámica (al funcionamiento de un aparato que ya está constituido), sino a las condiciones mismas de estructuración del aparato. Entonces, la angustia es un factor condición para la constitución de la subjetividad, la angustia va a resultar un elemento fundamental en el proceso de constitución del aparato, importancia que podemos recuperar y valorar retrospectivamente una vez que el aparato se ha constituido. Es decir, a partir de la operatoria que introduce la represión primaria.
Aunque el aparato psíquico sea un aparato de representaciones de palabras (esta es la idea que Freud sostiene) con su inconsciente dinámico, un aparato que es efecto del lenguaje, su funcionamiento necesariamente conlleva la participación de ese factor cuantitativo.
El afecto no es del orden de la representación y requiere de alguna regulación mediante procesos de inscripción primarios y fundantes, en función de esto, la clínica va a permitir recuperar el punto de constitución del aparato y el grado de presencia de la angustia va a indicar el nivel de recursos defensivos con los cuales se han afrontado los estímulos traumáticos. Recordar: la represión es un mecanismo destinado a evitarle al yo el displacer, dicho displacer aparece donde se produce un incremento de las cantidades, está es una orientación que el aparato tiene que adoptar en el proceso de su constitución, no está garantizada de entrada.
El síntoma, en la conferencia 32, va a funcionar como un elemento que va a permitir ligar las cantidades, en principio va a funcionar como una respuesta ante la angustia. La angustia va a ser objeto que Freud va a considerar especialmente en los capítulos 2 y 4 de “más allá del principio de placer”. En el capítulo 2, Freud articula la cuestión de la angustia a lo traumático, a la compulsión de repetición, esto en especial en los sueños de las neurosis traumáticas y también lo va a articular al ejercicio de la función repetitiva en el juego infantil. En el caso del juego infantil, el lugar de la madre, digamos un adulto en una posición asimétrica respecto del niño que, va teniendo como distintas formas de presentación en la teoría, hay adultos que ejerce la acción específica en relación con la experiencia de la vivencia de satisfacción, está el otro que apuntala en relación con la pulsión y el narcisismo y está el otro seductor asociado al complejo de Edipo. Lo que Freud va a destacar en relación con la cuestión cuantitativa, va a ser esta cuestión de la seducción.
En relación con los sueños de la neurosis de guerra, Freud redefinine la función del sueño, la angustia tiene un lugar muy importante porque, plantea es que si la angustia intentaría funcionar como ese desarrollo de afecto que no se produjo en ocasión de la situación traumática. Acá aparece la idea de que la angustia tiene una función protectora y defensiva, funciona como última trinchera de la protección antiestímulo.
En el capítulo IV, Freud hace una analogía entre la angustia y el dolor, en el caso del dolor ubica el término contrainvestidura, pero, en cierto sentido hay una analogía en el sentido de que la angustia aparece como un recurso que le permite poner alguna medida a la irrupción del factor económico o cuantitativo. Eso que irrumpe, aparece como ese exterior al campo de la representación que, amenaza con perturbar el funcionamiento del aparato. También ubica la existencia de tendencias que son más originarias que el principio de placer y que están referidas a una dimensión masoquista del yo que, requiere ser tramitada antes que el mecanismo de la represión logre el dominio de lo pulsional.
El juego infantil, también se relaciona con la angustia porque ubica el punto de constitución del aparato, en un sentido muy primario, es decir, ahí aparece el niño pequeño en vías de constituirse, enfrentado a la ausencia no solamente de la madre sino a cierta ausencia que tiene que ver con el mismo. Lo coloca en un borde complicado relación esta irrupción económica que, a través del juego de la simbolización va a intentar tramitar, en esa articulación fonemática, sobre lleva la angustia frente al encuentro con estas cantidades ligadas. Freud podría ubicar ahí que la barrera protectora contra los estímulos se establecen, esta formulación del niño confrontado con las cantidades a una medida se va a articular con el complejo de castración.
El segundo eje, la formulación de la segunda tópica va a ser muy importante, Freud abandona la diferencia tópica que había manejado anteriormente entre el consciente e inconsciente, esa y no es la oposición. Enfatiza la importancia de un tercer inconsciente, no reprimido y propone una nueva organización para el aparato psíquico, sustituyendo de los términos con los cuales designaba las instancias comprometidas en el conflicto.
No es simplemente un cambio la nomenclatura, el tema económico tiene mucha importancia y la angustia también en el punto delimitación de cada una de las instancias. Sobre todo, lo que hace a el origen y el funcionamiento del yo. Las instancias son el ello, yo y superyó, Freud enfatiza es la fragmentación de la personalidad psíquica y la imposibilidad de plena unificación.
La cuestión de la escisión psíquica, no es nueva se remonta a la época de la defensa, se vincula con la formulación del concepto mismo de inconsciente, pero, a partir de esta época va adquirir un estatuto distinto. Es decir, Freud lo va a estudiar en términos de la escisión del yo. En el marco de la segunda tópica, el yo es un sector de la actividad anímica sobre el que recaen variadas e importantes funciones. Un aspecto central es que con la constitución del yo y con la constitución del sentimiento de mismidad, queda delimitado y diferenciado, una dentro y una fuera, lo que es la propia experiencia subjetiva.
A pesar de que Freud, ubica esta cuestión como fundamental (el pasaje del autoerotismo narcisismo), lo que ahora va a destacar es la situación de sometimiento del yo respecto del ello, superyó y de la realidad exterior. Esto va a explicar la ubicación tópica de la angustia del aparato y la relación íntima que va a haber entre la angustia y el yo, porque él va a resignar al yo como el verdadero almácigo o reservorio de la angustia. Esta cuestión, vuelve a traer la cuestión del factor cuantitativo y conecta con la noción de contrainvestidura.
La angustia como contrainvestiduras y como un desarrollo de afecto que va a permitir que, el yo desarrollen recursos para poder protegerse de las cantidades. La angustia va a funcionar como un indicador de la endeblez o de la debilidad del yo, ante los requerimientos de cada una de las otras instancias . En este sentido y en la medida en que es percibida en el cuerpo, la angustia vale como una referencia teórica y clínica que, interroga respecto de esa relación con nosotros mismos. Esta cuestión del sí mismo, por un lado va a tener que ver con el yo, es decir, lo sexual, lo autoconservativo, la tendencia al ligadora, el recurso de la representación que, permite ligar las cantidades de excitación que recorre en el aparato. (esto sintoniza con el yo de introducción del narcisismo)
La libido en esta perspectiva tendría que ver con ese sí mismo que, es en relación al objeto, importa y el vínculo afectivo o libidinal con el objeto. Asimismo, permite por otro lado, unificar las pulsiones autoeróticas.
A partir de la segunda tópica aparece otro aspecto de esta cuestión que, complejiza el estatuto de la libido y del yo, en el sentido que nos hace pensar que hay un aspecto del propio cuerpo que parece resistir a la unificación que proporciona las representaciones de la esfera del yo.
En función de esta consideración, Freud abandona la hipótesis de la mudanza de la libido en angustia, es decir, que lo que hay acá es el predominio de esa energética que él asocia a la experiencia del lenguaje y que, las investiduras libidinales de objeto no van a lograr integrar totalmente.
La idea que Freud tiene del yo, por un lado, tiene que ver con esta cuestión de que el yo se somete a los vasallajes, pero, también que yo está conectado en tanto, se cede la libido con el ello, porque, ese yo que figuraría cierto aspecto del aparato anímico, es decir, el recurso de la representación, tiene su asiento en el propio cuerpo, entonces, el cuerpo opera como una fuente de estímulos permanentes. Recordar: que para Freud la realidad corporal resulta un dato primario y esto justifica el carácter fundamental del concepto de pulsión.
El otro vasallaje, el superyó, esta va a ser una de las mayores fuentes de angustia para el yo porque la instancia superyoica es compleja, sus representaciones palabra (que no son impulsos pulsionales en el sentido del ello sino que, son frases, imperativos), lo que hacen es combinar ese texto imperativo con la intensidad de los estímulos que provienen del ello. Entonces al yo se va a oponer frases, reproches, mandatos, que tienen que obedecer cosa que, de no suceder, lo precipita la angustia.
Freud dice que, lo que se evidencia ahí es el automatismo del lenguaje, que nos recuerda la endeblez y la dependencia iniciales del yo. Es posible decir que, las distintas instancias de la segunda tópica constituyen formas de presencia del lenguaje en nosotros e indican a partir de la angustia, cuál es el grado de articulación que hay entre ellas y en qué medida uno puede recuperar el punto de constitución del aparato psíquico.
En “el yo y el ello” Freud trabaja también para pensar la angustia el carácter exterior que originariamente tuvieron las palabras y reaparece en esta angustia del yo ante las otras instancias. En este sentido, va a ser muy importante la función de la contrainvestidura, en relación con los
procesos represivos porque le permite al yo delimitar su propio territorio y adquirir cierta autonomía respecto de los estímulos.
Por último, el concepto de castración le permite a Freud reordenar su manera de pensar la clínica y redefine en su metapsicología. Respecto a la angustia, formular relación con el término distintos niveles de teorización porque, él va a pensar ahí el proceso de constitución del aparato psíquico, es decir, va a pensar el lugar cumple la angustia en la relación que se establece entre un adulto y un niño, en el punto de producción del aparato psíquico.
Por un lado, va a articular el término castración al complejo de Edipo, entonces, ahí lo que él trabaja es de qué manera el niño perverso polimorfo, de naturaleza bisexual, va a asumir determinada posición tanto respecto de la sexualidad como del amor. Este concepto le va a permitir Freud pensar cuáles son las condiciones en función de las cuales, el aparato logra o no suscribir al mecanismo de la represión. Ya que, en este sentido el Edipo articulado la castración, va a tener una función normativizaste por eso, la castración puede ser definida como el complejo nuclear de las neurosis y el motor de la defensa.
El complejo de castración en relación con el Edipo, se va a referir a un anudamiento psíquico que permite darle significación a aquello que no tiene significación, pero requiere de cierta inscripción a través de la represión. En términos de la segunda tópica lo que no tiene significación son esas investigadas incestuosas del ello, es decir, esa exigencia de satisfacción de la pulsión, a las que el niño debe poder renunciar para poder reordenar su economía libidinal. De alguna medida, la angustia indica este exceso libidinal, vinculado a las exigencias incestuosas del Edipo. El elemento importante también, va a ser el falo que va a ser alguna manera el representante en función del cual se va a constituir el complejo de castración.
En relación con él concepto de castración, va a ser la castración pensada en términos de perturbación económica como núcleo genuino del peligro, esto se va a articular a la posición originaria de desvalimiento. Es decir que, va a conectar este desarrollo, no la castración en el sentido del complejo sino, la castración en el sentido de la irrupción económica, es decir, la irrupción de lo no ligado. Entonces, aparece es esta idea de una separación fundamental que, produce una profunda irrupción económica que, es el acto del nacimiento. Además, va a funcionar como una referencia para poder pensar la angustia de castración, es decir, la angustia que el niño tiene que poder atravesar y elaborar ahí donde se separa de su madre, se separa de esa configuración incestuosa que, lo que determina para poder constituirse como sujeto.
En ambas situaciones, quizás con matices, la posición del yo va a ser masoquista porque se va a confrontar con este exceso pulsional que, va a hacerlo al niño objeto de una forma de satisfacción, para la cual los recursos en muchas ocasiones se muestran limitados, esto va a forzar al aparato a un trabajo de la elaboración. En definitiva, en la formulación de la castración pensada como perturbación económica, como articulada el complejo de castración.
Practico
VIII. Inconsciente: descriptivo, dinámico, estructural.
a) Todo reprimido es icc, pero no todo Icc es reprimido. b) Las pulsiones mudas: el ello. c) Las resistencias estructurales. d) La ganancia primaria, la necesidad de castigo, la reacción terapéutica negativa: la resistencia del superyó. e) La función de síntesis del yo sucumbe: escisión, satisfacciones masoquistas. f) Las resistencias de la alteración del yo: una “resistencia” a la puesta en descubierto de las resistencias. g) El factor cuantitativo de la intensidad pulsional: la fijación de la libido. h) La neurosis de transferencia: el analista como objeto. Referente clínico: obstáculos en la curación y atolladero en el final de análisis.
Bibliografía:
Freud, S.: El yo y el ello (cap. I, II, III y V), A.E., XIX, 15-22, 21-9, 33-37 y 49-59.
Freud, S.: El problema económico del masoquismo, A.E., XIX, 171-2.
Freud, S.: Inhibición, síntoma y angustia (cap. V y XI. Addenda, punto A: a. Resistencia y contrainvestidura), A.E., XX, 106-13 y 147-50.
Freud, S.: La escisión del yo en el proceso defensivo, A.E., XXIII, 275-6.
Freud, S.: Análisis terminable e interminable (puntos III, V y VIII), A.E., XXIII, 227-33, 236-42 y 251-54.
Freud, S.: 28o Conferencia. La terapia analítica, A.E., XVI, 411-6. Bibliografía electiva:
Freud, S.: Esquema del psicoanálisis, A.E., XXIII, 205-6. Freud, S.: Análisis terminable e interminable, A.E., XXIII, 224.
Freud, S.: El malestar en la cultura (cap. VII y VIII), A.E., XXI, 124-9 y 134.
Freud, S.: ¿Pueden los legos ejercer el psicoanálisis? Diálogos con un juez imparcial (cap. V), A.E., XX, 208-9.
El eje de este último módulo de la cursada es la pulsión de muerte como concepto que da cuenta de los estímulos no ligados y exteriores a la cadena de representaciones que hacen trabajar al aparato, y así mismo son su fundamento, pero también dan cuenta de los obstáculos a la curación.
En Mas allá del principio de placer ubica que el aparato tiene que hacer una tarea previa y mas originaria para que el principio de placer pueda operar, esa tarea es la de ligar los estímulos no ligados.
El trabajo del intento de ligadura se expresa con los tres referentes clínicos de “Mas allá …“ Los
sueños traumáticos, el Fort Da y la compulsión de repetición en transferencia.
Luego, en el Yo y el ello ubicamos al ello como la sede de lo no ligado, y la 2 da tópica permite ubicar lo no ligado en el aparato y su relación con las otras dos instancias, el yo y el superyó.
Vimos que el yo es un vasallo, un esclavo. Que ya no es dueño de su voluntad, sino que se debe al gobierno que tienen sobre él, el ello y el superyó.
Hoy vamos a trabajar el superyó, que es la instancia que se presenta como cruel, cuando hablábamos de su cara cruel. También sabemos que el superyó, como proviene del complejo paterno, es la instancia que representa la incorporación de la ley y que funciona como protectora.
Punteo del texto. Los vasallajes del yo.
El yo se forma desde identificaciones que toman el relevo de investiduras del ello, resignadas.
Las primeras de estas investiduras se comportan como una instancia particular dentro del yo. Se contraponen al yo como superyó.
El superyó debe su posición particular dentro del yo o respecto de el a un factor que se ha de apreciar desde dos lados. El primero es que es la identificación inicial, ocurrida cuando el yo era todavía endeble, y el segundo, es el heredero del complejo de Edipo, y por tanto introduce en el yo los objetos más grandiosos, a los padres.
Conserva a lo largo de la vida su carácter de origen, proveniente del complejo paterno. La facultad de contraponerse al yo y dominarlo. Es el monumento recordatorio de la endeblez y dependencia en el que el yo se encontró en el pasado, y mantiene su imperio aun sobre el yo maduro. Así como
el niño estaba compelido a obedecer a los padres, de la misma manera el yo se somete al imperativo categórico del superyó.
Descender de las primeras investidura del ello y por tanto del complejo de Edipo, significa para e superyó que mantienen duraderas afinidades con el ello, y puede subrogarlo frente al yo. Se sumerge profundamente en el ello en razón de lo cual esta distanciado más de la conciencia que el yo.
Las reacción terapeuta negativa (RTN) da cuenta de una resistencia a la curación en personas donde el superyó se abate con su furia cruel frente al yo. La RTN se articula con el MASOQUISMO MORAL
Da cuenta del aferramiento a la enfermedad, de los que empeoran al mejorar. La curación es temida como un peligro. Lo que prima en estos casos una satisfacción en la enfermedad, por un sentimiento inconciente de culpa (este sentimiento es mudo para el yo, el enfermo nada sabe de eso, no se siente culpable, sino enfermo) que no quiere renunciar al castigo de padecer.
El yo se siente culpable ante el superyó como lo fue el niño ante sus padres.
En la neurosis obsesiva el sentimiento de culpa es hiperexpreso, pero no puede justificarse ante el yo. El análisis muestra que el superyó está influido por procesos de que el yo no se ha percatado. Pueden descubrirse efectivos y operantes los impulsos reprimidos que son el fundamento del sentimiento de culpa.
En el caso de la Melancolía es más fuerte la impresión de que el superyó ha arrastrado hacia si a la conciencia. Pero aquí el yo no se interpone, se confiesa culpable y se somete al castigo. El objeto a quien se dirige la cólera del superyó ha sido acogido en el yo por identificación.
En la histeria el sentimiento inconciente de culpa permanece reprimido.
Gran parte del sentimiento inconciente de culpa tiene que ser normalmente inconciente, porque la génesis moral se enlaza de manera íntima con el complejo de Edipo, que pertenece al inconciente. El hombre común no solo es mucho más inmoral de lo que cree, sino, mucho más moral de lo que sabe.
Podemos afirmar entonces que el superyó da pruebas de su independencia del yo conciente y de sus íntimos vínculos con el ello inconciente.
El superyó proviene de lo oído, permanece accesible a la conciencia desde esas representaciones palabra, pero la energía de investidura proviene de las fuentes del ello.
El superyó se exterioriza como critica cruel y despliega su dureza y severidad tan extraordinaria, como en la melancolía, se abate sobre el yo como si se hubiera apoderado de todo el contenido del sadismo disponible en el individuo. El componente destructivo se ha depositado en el superyó y se ha vuelto hacia el yo. Lo que ahora gobierna en el superyó es un cultivo puro de pulsion de muerte. , que puede empujar al yo hacia la muerte, cuando este no puede defenderse ante el tirano mediante el vuelco a la manía.
17. La dirección de la práctica: la escisión y la alteración del yo.
a) Análisis: indeterminado y terminado. b) Dos operaciones: interpretación y construcción. c) La resistencia a la puesta en descubierto de las resistencias: el factor cuantitativo de la intensidad pulsional y la alteración del yo. d) La cicatriz del complejo de Edipo. e) El malestar en la cultura: el superyó. f) El desasimiento de la libido. Referente clínico: el impasse freudiano en el final de análisis.
Bibliografía:
Freud, S.: Análisis terminable e interminable, (cap. II, III, V y VIII), A.E., XXIII, 222-4, 227-33, 236- 42, 251-54.
Freud, S.: La escisión del yo en el proceso defensivo, A.E., XXIII, 275-6. Freud, S.: Esquema del psicoanálisis, A.E., XXIII, 205-6.
Freud, S.: 28o Conferencia. La terapia analítica, A.E., XVI, 411-6. Bibliografía electiva:
Freud, S.: Nuevos caminos de la terapia analítica, A.E., XVII, 155-163. Freud, S.: "Pegan a un niño" (cap. V), A.E., XVII, 188-192.
Freud, S.: El malestar en la cultura (cap. VII y VIII), A.E., XXI, 119-129 y 130-140.
Retomando, “el distingo entre instancias pierde su valor”, la dimensión tópica. Porque está ubicando las resistencias en su alcance estructural, resistencias al levantamiento de las resistencias, por primera vez las pueden nombrar a sí que, están conectadas con el masoquismo.
Por supuesto que, lo tópico lo económico y lo dinámico son solidarios de hecho, lo económico va a ir armando una tópica. Recordar: el yo se constituye como una instancia diferenciada del ello, a partir de ciertos mecanismos de defensa frente a la exigencia pulsional y por el contacto con el mundo exterior. Lo mismo con la constitución del superyó ese doble origen que también se articula con lo pulsional es decir lo económico .
Lo económico, va dejando marcas, cicatrices, secuelas, alteraciones, fijaciones, en la constitución del aparato psíquico, esto hace que el análisis también se vaya topando con ellas.
“Mientras más intensa sea la intensidad pulsional, esto es refractaria a su dominio miento por el yo, tanto más un trauma llevar a la fijación y dejará como secuela una perturbación del desarrollo” Pág. 223
No es difícil que el aparato antes de la separación tajante entre yo y ello, antes de la conformación del superyó, ejerza métodos de defensa distintos de los que emplea luego de alcanzados esos grados de organización. Cabe aclarar, que las resistencias estructurales tomarán diversas formas en relación a las distintas instancias (articulamos lo económico y lo tópico).
La resistencia del superyó asociada a la necesidad de castigo, la resistencia del ello articulada a la viscosidad de la libido esa pesantez, esa inercia psíquica y la resistencia de la alteración del yo (no son las resistencias yoicas) Freud la vincula a lo que se fija en el interior del yo como defensa, asociada al rasgo de carácter que se repite. Es decir, el yo se parapeta en un rasgo de carácter, que tiene una fijeza algo que no se dialectiza, a la manera de una contrainvestidura.
“El más duro reclamo para el yo es probablemente sofrenar las exigencias pulsionales del ello, para lo cual tiene que solventar grandes gastos de contrainvestiduras.” Pág. 173
Ahora bien, ¿Que comparten estas resistencias asociadas a las distintas instancias? Lo que comparten es la base, es decir, el masoquismo primario.
En relación a la conferencia 28 vale agregar que, allí se encuentran términos “solución” “éxito” “cambio” “decisivo”, al plantear Freud el mecanismo de curación en dos fases o movimientos libidinales, dejando como resultado un yo modificado por el efecto del análisis al contar con la libido que fue liberada de sus síntomas. Vale aclarar, que no es la misma idea que tiene ahora en relación a la alteración del yo por efecto de la defensa, a un yo modificado por efecto del análisis. Otra diferencia central, es que el yo de la primera tópica, no es el yo de la segunda.
En “análisis terminable e interminable” Freud, no formula la dirección de la práctica en esos términos (solución, éxito, cambio decisivo), más bien dice que, hay restos transferenciales que van tomando distintos nombres, en él se introduce la función de la resistencia y su fundamento estructural que imposibilita el trabajo de interpretación. Esto lleva a Freud a formalizar otro tipo de intervención.
En la primera tópica, la interpretación y el manejo de la transferencia eran las intervenciones solidarias de la práctica orientada a hacer consciente lo inconsciente venciendo las resistencias, el paradigma es la interpretación de los sueños. En un segundo momento, se sitúa el trabajo con las resistencias que, hasta 1920 eran las resistencias de asociación, así como las resistencias de transferencia articuladas a la repetición. Pero, a partir de la formulación de la segunda tópica con un inconsciente no reprimido y la pregunta por los obstáculos, las resistencias encuentran su lugar estructural a partir de 1937, esto lleva a formalizar una nueva forma de intervención, la construcción. La construcción para poder abordar diversidades de lo psíquico que, no coinciden con lo reprimido.
En “más allá del principio del placer”, para situar ese exterior al campo de la ligadura, plantea huellas de mnémicas de un tiempo primordial que no subsisten en estado ligada, es decir, que no son tomadas por el proceso primario, por el inconsciente dinámico, lo que escapa al principio del placer. Es decir, no se trataría de la memoria inconsciente igual a los reprimidos sino, lo que escapa a ello, lo no ligado. Por lo tanto, no solo se encuentra con que hay un tope al recuerdo sino, que hay un tope a la significación misma, hay un tope en el sentido de que algo no retorna incluso, como repetición. Esas marcas inconscientes, pero en un punto de exterioridad respecto del inconsciente reprimido dinámico, van a encontrar su lugar estructural en las últimas teorizaciones de Freud.
Un nombre para lo traumático seria, lo que no tiene escena, lo no ligado en el corazón de la estructura misma, se trata de lo que de ella no retorna a la manera del cifrado de inconsciente, pero, que va a incidir respecto del padecimiento. La manera en que incide tiene varios nombres, alteración del yo, fijaciones, reacción terapéutica negativa, intensidad pulsional, viscosidad de la libido. Él propone entonces, la construcción como una forma de intervención analítica donde, se construye un entramado a eso traumático, lo que no tiene escena a lo inasimilable al campo de las representaciones.
Así el analista tiene que construir lo que no puede ser recordado, a partir de indicios y con el trabajo con el material que produce el trabajo de análisis, es una conjetura que debe tener cierta verosimilitud, como una pieza de verdad prehistórica probable para el sujeto. Se le presenta esa pieza de su prehistoria que, va a permitir relanzar el trabajo de análisis, en especial en esos momentos donde despuntan las resistencias estructurales.
Ahora bien, Freud plantea junto a los tres factores que, la roca de base de la castración, otro elemento a tener en cuenta para pensar el desenlace de la curación. Freud advierte que, en todo análisis hay dos temas que se destacan en particular y dan guerra a la analista en medida desacostumbrada, estos temas son de recíproca correspondencia y están ligados a la diferencia de los sexos. Se trata de la envidia de pene en la mujer, querer alcanzar la posición del genital masculino y en el hombre, la revuelta contra su posición pasiva o femenina hacia todo hacia otro hombre, junto con la angustia castración.
Lo común es una desautorización de la feminidad que, Freud dice es un fragmento asombroso de la vida psíquica de los seres humanos. Además, articula este factor con las formulaciones teóricas anteriores, aclarando que, si bien es algo común, la manera en que se articula en ambos sexos es diferente. En el varón la actitud pasiva que presupone la castración ha sido fuertemente reprimida, en la mujer de querer alcanzar la masculinidad propia de la fase fálica, sucumbe a la represión y de su desenlace dependen los destinos de la feminidad.
“Pero con insólita frecuencia hallaremos que el deseo de masculinidad se ha conservado en lo inconciente y despliega desde la represión sus efectos perturbadores.” Pág. 252
Entonces, la desautorización de la feminidad es una pieza del enigma de la sexualidad que, indica la falta de inscripción de la diferencia de los sexos, no hay representante psíquico de la mujer en lo inconsciente, la diferencia sexual se inscribe, falo, castración.
¿En qué sentido la desautorización de la feminidad influye en el desenlace de la cura? Freud sostiene que funciona como tope, como límite, ya no se produce el cambio alguno en relación a estos temas, es predicar en el vacío y agrega: “Uno tiene la impresión de haber atravesado todos los extractos psicológicos y llegado con el deseo de pene en la mujer y con la protesta masculina en el varón a la roca de base y de este modo al término de su actividad, es decir, del análisis. Para lo psíquico, lo biológico desempeña el papel de basamento rocoso subyacente”
La expresión “roca de base” es un oxímoron, es una figura de la retórica que consiste en complementar una palabra con otra que tiene un significado contradictorio u opuesto. El oxímoron marca un imposible, la inscripción de la diferencia, no hay representante del sexo femenino en lo inconsciente, el falo indica ese punto de falta. También dice, basamento rocoso de lo psíquico es la constitución bisexual, eso biológico.
¿Como se inscribe ese punto de partida radical? Lo que Freud ubica como límite del análisis, no es la castración en sí misma, sino como sea subjetivado. Lo ubica en “inhibición síntoma y angustia”, como el complejo nuclear de las neurosis, esas investiduras incestuosas del ello, esa sexualidad infantil perversa y polimorfa con su basamento bisexual. Lo que resta de él como secuela, constituye la predisposición del adulto a contraer más tarde una neurosis.
A través de la cicatriz, en consecuencia del complejo de Edipo y la instancia nueva, el superyó, a partir de ambas, se pueden recuperar diversos mecanismos o modos de defensa.
En cuanto a la fantasía de paliza, son unos precipitados del complejo de Edipo, cicatrices que restan como secuelas, marcas inconscientes, fijación al objeto, que figuran vía fantasía la restitución sustitutiva de una satisfacción perdida e imposible. Es una suerte de arquetipo que va a proveer el marco a toda la fantasía y a la formación de síntomas. En definitiva, será una suerte de escena que permita habitar el mundo, una realidad psíquica, sosteniendo en ella una satisfacción posible.
¿Cómo se subjetivista la castración? El complejo de castración tiene función de nudo en la estructuración de las neurosis y, va a inscribir la castración en términos fálicos, le otorga la cadena de representaciones una significación fálica, una medida fálica. La neurosis será un modo de tratar esta falta radical, en otras estructuras clínicas el tratamiento que tenga será diferente.
Luego, para cada sujeto si habitará de manera singular ese modo de inscripción de la castración, la posición subjetiva frente a ella, es decir, como cada quien se ubicará en relación a la falta y teniendo ahí a la angustia ya funcionando como motor de la defensa. El neurótico, trabaja mucho para no toparse con ese punto irreductible, en definitiva, el recurso de la neurosis es velar la castración.
Es posible decir que, esta es una dimensión del complejo de castración, su dimensión simbólica, la otra es ubicar lo que resta del sepultamiento del Edipo, la cicatriz que va a sostener como marca un modo particular de satisfacción.
Para Freud, la posición frente a la castración define el impase de fin de análisis, un impase es un callejón sin salida que, anudado al enigma de la sexualidad de la feminidad, este dark continente, es el encuentro con un límite al que, por otro lado, el análisis convoca y del que sólo podemos anoticiarnos a partir de lo que el sujeto hace con él. Entonces, ¿Qué es lo que sí permitirá un análisis?
“Difícil es decir si en una cura analítica hemos logrado dominar este factor, y cuándo lo hemos logrado. Nos consolamos con la seguridad de haber ofrecido al analizado toda la incitación posible para reexaminar y variar su actitud frente a él.” Pág. 254
Entonces, la experiencia del análisis vuelve a poner en juego la elección de la neurosis, el sujeto va a estar advertido del modo particular en que se posiciona así como de la satisfacción que obtiene de su neurosis. Es la posición que el sujeto toma en respuesta a la castración y sobre la que tendría que ceder, el análisis es una cita con la castración, se hacen esfuerzos para dar cuenta de eso imposible, conduce al sujeto a una nueva encrucijada donde le toca elegir, decidir, si va a variar se actitud frente a él.
El análisis sería una ocasión para revisar las represiones y las defensas frente a la castración, pero eso no será sin restos, sin fijaciones, sin restos transferenciales. También Freud en el inicio del texto afirma que, no se trata de que no haya síntomas para terminar un análisis (Recordar: el síntoma se relaciona con la capacidad que tiene la neurosis de tramitar un conflicto). Entonces, los síntomas no van a desaparecer, se tratará en todo caso de atenuar el costo de esas soluciones, pero advertidos que también los síntomas restituyen en una singularidad que a veces se desoye.
Por último, Freud ubica como límite (no es obstáculo) a la roca viva de la castración, esto es la angustia de castración como causa. Por otro lado, ubica los obstáculos a partir de los tres factores, remarca que lo decisivo es la intensidad pulsional, ahí en relación a la eficacia del análisis hay una imposibilidad que es dominar en su totalidad de la pulsión, la pulsión no se agota y deja un resto. Ese resto va a tomar distintos nombres, indica entonces que, va a haber puntos de la estructura que el análisis no va a poder de dialectizar.
“Puede que se abran para la terapia otras insospechadas posibilidades; por ahora no poseemos nada mejor que la técnica, psicoanalítica, razón por la cual no se debería despreciarla a pesar de sus limitaciones.” Pág. 182
La escisión del yo en el proceso defensivo
El término escisión, aparece tempranamente en la obra de Freud, escisión de la conciencia efecto de la defensa, era el anticipo conceptual del inconsciente. La segunda tópica que reordena el psiquismo en términos de instancia, Freud dice en el esquema que, no se las debe pensar como separadas por una frontera tajante entre ellas, es decir, hay una fragmentación por defecto de los procesos defensivos que orientan su organización y desarrollo. El término yo, agrega cuestiones interesantes, sabemos que el yo de la segunda tópica no es un yo observable, como el yo del narcisismo que se duplica en el objeto de la elección de objeto. El yo de la segunda tópica es estructuralmente distinto si por qué porque alberga en su núcleo el ello, el núcleo de nuestro ser.
Ahora bien, Freud se pregunta, “¿Qué novedad aporta este texto?”. Este texto en particular es un escrito inconcluso es 1938. De alguna manera, pone en acto lo inacabado, inconcluso de su obra, en tanto preguntas, nudos problemáticos… etc.
Vuelve nuevamente a pensar la relación entre el yo y la defensa, pero en relación a la castración. Dice: “El yo del niño se enfrenta a un conflicto, este conflicto es en relación a la elección forzada que implica la castración, esto es la exigencia de la pulsión o la satisfacción pulsional que se juega el complejo y el veto de la realidad objetiva, el peligro de castración”
Se responde al conflicto con dos reacciones contrarias y ambas válidas, al modo de una disyunción inclusiva. Por un lado, rechaza la realidad objetiva con ayuda de cierto mecanismo, la desmiente (desmiente la percepción) y al mismo tiempo reconoce el peligro de la realidad objetiva, asume la angustia. Así la pulsión tiene permitido retener la satisfacción y a la realidad objetiva se le ha tributado el debido respeto, se renuncia por angustia de castración, es decir, busca defenderse del peligro. El resultado se alcanza a expensas de una desgarradura en el yo que nunca se reparará, ambas reacciones contrapuestas del conflicto subsistirán como núcleo de la escisión del yo, se trata de dos sus posiciones contrarias que subsisten sin afectarse mutuamente en el interior de yo.
Por lo tanto, esta escisión es el efecto de la particular respuesta frente a la castración, tiene un estatuto diferente a aquella escisión de la conciencia. Agrega Freud en el esquema el psicoanálisis, no interesa que emprenda el yo en su afán defensivo, sea que quiera desmentir un fragmento del mundo exterior o rechazar una exigencia pulsional del mundo interior, el resultado nunca es perfecto sin residuos. Entonces, la formulación del yo de la segunda tópica, posibilita situar mecanismos de defensa diversos a la represión, la desmentida frente a la percepción y al rechazo (represión) respecto de esta exigencia pulsional del ello.
Si bien Freud va a pensar algunas cuestiones en relación a la perversión, plantea que este mecanismo de desmentida hacia la constitución del sujeto es un rasgo universal de la neurosis. La desmentida es un mecanismo el que Freud reparo tempranamente, son unas medidas que se tomaron a medias, unos intentos incompletos de deshacerse de la realidad objetiva. En definitiva, el yo está dañado en su organización, es un yo escindido en el interior de sí, expuesto a lo inasimilable y heterogéneo de sí mismo. También, se ratifica el valor fundacional e irresoluble del conflicto psíquico que, ahora será entre el yo y el ello por las continuas exigencias e inversiones de él.
A partir de mi 1920, Freud le adjudica yo una función estructurante, la tarea de organización de unificación y de síntesis, tarea fallida por estructura, ficción ideal. Con lo cual, la función sintética del yo sucumbe a toda una serie de perturbaciones. Freud la ubica la escisión del yo en la dimensión constitutiva del yo, un yo escindido como respuesta al encuentro con la castración del otro materno, desgarradura que no se reparará. La alteración del yo es una manera de suturar fallidamente, esa desgarradora, es decir, da cuenta de una respuesta, una defensa que se fija en el yo y que hace a las resistencias estructurales, otro modo podemos de no saber de la castración.
Seminario Unidad 10 clase 2
X. La 3o versión de la teoría de la angustia.
a) La reacción frente a la situación de peligro. b) La perturbación económica como núcleo genuino del peligro. c) La angustia traumática. d) La señal de angustia. e) El desvalimiento psíquico. f) El complejo de castración: núcleo de la neurosis, motor de la defensa y referente del síntoma. Referente clínico: “el pequeño Hans”.
Bibliografía:
Freud, S.: Inhibición, síntoma y angustia (cap. IV, VII, VIII y XI, punto B ‘complemento sobre la angustia’), A.E., XX, 97-105, 118-24, 125-135 y 154-157.
Freud, S.: 32o Conferencia: Angustia y vida pulsional, A.E., XXII, 75-88. Bibliografía electiva :
Freud, S.: Análisis de la fobia de un niño de cinco años, A.E., X, 7-32.
¿Cuáles son los problemas que la angustia le plantea a Freud en función de las ideas que él sostiene en ese momento? Por un lado, la angustia va a interrogar la eficacia del mecanismo de la represión, en cuanto a evitar el displacer pulsional y también la angustia interroga el alcance que la libido yoica tiene, en cuanto aportar una percepción narcisista e integrada del propio cuerpo. Respecto de la represión, es un mecanismo que se sitúa en la frontera entre lo consciente y lo inconsciente que, su alcance es cuestionado porque en las situaciones clínicas en las que haya angustia, la cantidad de excitación accede a la conciencia, es decir, que la represión claramente fracasa. El quantum pulsional no sólo logra prevalecer, sino que, en muchos casos se presenta sin estar asociado a ninguna representación sustitutiva, esto significa que si bien el aparato se sostiene la represión en ocasiones la pulsión logra poner en cuestión la eficacia del mecanismo psíquico. De todas formas, Freud va a destacar la importancia que tiene la contra investidura noción que, él va a articular tanto la represión primaria como, la secundaria.
Respecto a la libido, la angustia pone en cuestión la idea de una libido capaz de integrar psíquicamente la realidad corporal pulsional, en sintonía con la idea de un yo narcisista. La experiencia de la angustia es displacentera, el cuerpo se vuelve algo extraño para el propio yo, por ese motivo y teniendo en cuenta que la libido yoica, la explicación que Freud encuentra es que, la libido parece haberse contrapuesto al yo mismo porque se ha transformado en angustia.
Esta explicación, conjetura la posibilidad de un cambio en la naturaleza de las energías anímicas, ya no se trataría de la no traducción de lo somático a lo psíquico que, era una teoría que fue sostenía en su primera época, aunque, tampoco termina de descartar totalmente esa posibilidad.
De todos modos, si bien señala esta dificultad en la relación del yo con la libido, Freud también va a destacar la función que al yo le cabe en el proceso represivo, en la medida en que tiene una participación muy importante en la formación de síntomas, como una manera de evitar la angustia.
De la metapsicología del 15, se pregunta por la relación entre la angustia y la represión, también la pregunta por la relación entre la angustia y la libido. Hay una tercera cuestión, es el interrogante que le suscita la angustia en los niños. Freud considera que la angustia de los niños es al igual que la angustia neurótica en el adulto, la reacción efectiva ante un peligro. Freud va a sostener que la angustia es la forma de padecimiento neurótico en la infancia por eso, habla de las neurosis de la infancia.
En esos casos, la disposición a la angustia es enorme, los niños tienden a manifestar su insatisfacción con ataques de angustia, estos serían los típicos berrinches de los niños que, tienen un gran compromiso corporal y que por lo general suelen ser un problema para los padres. Concluye que, los niños no se angustian ante un peligro realista porque, no tienen conciencia de los peligros. Asimismo, va a relacionar en un intento de explicar estos ataques de angustia en los niños, frente a la añoranza por la madre, como si la angustia fuera la expresión de una libido insatisfecha. También, va a plantear que en ocasiones ni la presencia de la madre, ni la posibilidad de satisfacer al niño con el objeto que anhela, logran calmarlo o tranquilizarlo, es decir, la angustia pereciste.
Este interrogante, lo lleva a Freud a realizar la función de la angustia y es por eso que en su tercera teorización, va a establecer una relación fundamental entre la angustia y el proceso de constitución del aparato psíquico. Por ese motivo, en “inhibición, síntoma y angustia”, el referente clínico fundamental va a ser Hans, es decir, un niño que está en proceso de constituirse subjetivamente.
En relación al primer eje que, consideraba la revisión del dualismo pulsional que va a llevar a la formulación de la pulsión de muerte, esta revisión implica reconsiderar en qué términos concebir el conflicto psíquico que produce la neurosis. En este primer eje, la angustia funciona como una señal que advierte al yo de la amenaza que representa la inminencia de la pulsión de muerte. La pulsión de muerte, pensada no como un concepto biológico, sino como expresión en lo psíquico de un quantum de excitación que, responde a lo no ligado y no solamente al afecto desasido de un representante de pulsión, sobre el que ha recaído la represión. Ahora, el énfasis va a estar puesto en la amenaza que representa lo no ligado. La angustia anticiparía, en su función de señal, la posibilidad de ruptura de la membrana protectora contra los estímulos, en este sentido, ejercería un papel defensivo análogo al que desempeña la contrainvestidura.
Respecto al segundo eje, el pasaje de la primera la segunda tópica, a partir de este pasaje Freud abandona la oposición tópica clásica, entre consciente e inconsciente como eje de su concepción del aparato. La formulación de las nuevas instancias que él plantea, más que la unidad narcisista, acentúa la fragmentación psíquica y los límites entre estas instancias se van a complejizar, el yo que funciona como un punto de referencia subjetivo está escindido y es el que desarrolla el efecto de angustia, en tanto, señal ante el peligro.
En relación con este segundo eje, otro aspecto de la función fundamental que cumple la angustia. Está en la primera línea, es decir, establece o delimita una frontera entre cierto interior y cierto exterior. A esa interioridad subjetiva, se podría pensar en relación con el yo del narcisismo y en relación con el campo el principio de placer. Mientras que, en ese exterior en el cual predominan las cantidades hipertróficas, es posible pensarlo en términos de esos estímulos interiores no ligados, de los cuales la angustia al servicio del yo, es decir, la angustia en tanto señal, es también su representante.
Entonces, si bien la angustia ejerce una función protectora, el origen y la naturaleza de la angustia corresponden a ese exterior que ahora delimita. Es como si ese afecto que es la angustia, fuera en cierto sentido en parte de interior, en parte exterior. Por esa razón, es posible a ubicar a la angustia en un borde tópico que, es diferente al que Freud planteaba en la metapsicología del 15. Esa época el acento estaba colocada a la ubicación tópica de la represión, la propuesta de Freud permite entender que, si la señal de angustia no se produce como en el caso de las neurosis traumáticas o si no se logra anticipar adecuadamente ese exterior peligroso, se produce un ataque de angustia, como forma de manifestación de lo traumático, es decir, si no hay cierto desarrollo de ese afecto señal, fracasa de alguna manera el mecanismo psíquico defensivo que, para Freud es la represión.
En el tercer eje, está dado por la formulación del concepto de castración, este concepto reconoce, en función del desarrollo que Freud propone, una doble articulación. Por una parte, la castración se articula al complejo de castración, por lo tanto, a la angustia como señal, en este sentido hablamos de angustia de castración. Por otra parte, la castración se articula al trauma del nacimiento, en ese nivel de formulación que Freud plantea, se va a articular a la angustia automática, entendida en términos de irrupción económica.
Son dos perspectivas de estudio respecto de la angustia, en ambos casos, en relación con ambas articulaciones, el término castración connota una experiencia de separación del niño respecto de su madre, esa separación desde el punto de vista psicológico es vivida como una pérdida, su carácter es traumático. En este sentido, esa separación produce un incremento de la excitación anímica que, para la economía del aparato representa una profunda perturbación. La intensidad de esas excitaciones, involucra un proceso que amenaza o que directamente perfora la membrana protectora contra los estímulos. A esa perforación, hay que aplicarle la protección contra los estímulos, es decir, una contrainvestidura capaz de promover alguna forma de ligadura.
Vale agregar que, estos procesos de excitación, están referidos a estímulos pulsionales que provienen del propio cuerpo, pero, que por su intensidad son tratados por el aparato como si proviniesen desde un exterior. Se trata de un exterior, respecto del campo de la representación y no de una investidura pulsional proveniente de lo reprimido inconsciente.
En el caso de la angustia de castración la separación es psíquica y está referida al proceso que determina, que tanto el niño como la niña, tengan que separarse de la madre fálica. La madre, entendida como el objeto libidinal que centraliza la actividad sexual y afectiva del niño, sin distinguir si se trata de un niño o de una niña. El niño tiene que poder perder a la madre, en tanto, objeto libidinal y este es un proceso que se tiene consumar en lo psíquico. También, el niño tiene que poder perderse de cierto lugar en que el complejo de castración se va a constituir a partir de la eficacia de la premisa fálica.
La respuesta defensiva frente a lo traumático de las excitaciones vinculadas a la castración, cumple la función de ligar esos estímulos, a fin de que, el niño tolere ese proceso de pérdida. La formación de una contrainvestidura posibilita de que, a partir del complejo de castración, la castración se inscriba de modo permanente y duradero en lo inconsciente.
Vale aclarar que, este es un proceso que se produce hacia el final de la primera infancia, es decir, que ahí ya se tiene un yo constituido y un aparato que está en proceso de constitución. Entonces, se obtiene una primera articulación importante que Freud plantea en torno del concepto de castración, en su relación con la angustia.
La otra articulación que propone, en relación con el trauma del nacimiento, en ese caso la castración entendida como separación es real, se trata de una separación real. Aunque no es vivida como tal por el neonato, no cuenta con un aparato psíquico constituido, para lo cual se requiere de alguna operación que, permita un primer esbozo de diferenciación entre lo interior y lo exterior, este es un proceso que va a ser paulatino.
En este caso la angustia automática que es la forma de angustia Freud ubica en relación con esa experiencia de separación, se va a presentar como la reacción inmediata y masiva del neonato ante lo hipertrófico de las cantidades de excitación que suscita la experiencia del nacimiento. Se podrá decir que, bajo una modalidad refleja, esas cantidades se procuran una vía de derivación a través de las innovaciones del cuerpo. En este nivel, se podría ubicar los movimientos corporales involuntarios que realiza el bebé, así como el llanto que también, funciona como una descarga motriz primaria. Lo interesante es que el llanto asume en la formulación de Freud, una función secundaria que para Freud va a resultar decisiva. Se transforma en una vía de comunicación que convoca a la madre a un trabajo de traducción, es decir, la madre tiene que interpretar ese primer grito del niño.
En la intervención materna, en la respuesta que la madre proporciona, a partir de lo que escuche se prefigura la orientación que va a tomar el proceso en su conjunto, esto significa que esa respuesta comenzará a constituir por sus efectos en el niño, la primera forma de delimitación de una dentro respecto de una afuera. La madre, con sus intervenciones, palabras, presencia, forma de proceder respecto del cuerpo del niño, la que le va aportando elementos para ir estableciendo alguna forma de protección contra los estímulos. Vale aclarar qué, en relación con la experiencia del nacimiento, si hay alguien en condiciones de poder experimentar esa experiencia como una separación traumática es la madre y solamente ella.
Capítulo IV de “Inhibición, síntoma y angustia”
En principio, Freud estudia la relación que existe entre el síntoma, la angustia y la represión, para poder explicar está articulación Freud va a tomar como eje fundamental, el complejo de castración. En este caso, el término castración, entendido como una pérdida se va a asociar a la formulación del complejo, es decir, esto requiere de una organización psíquica particular y de un periodo vital, como es la primera infancia.
En este capítulo, Freud plantea una primera articulación importante entre el afecto de angustia y el complejo de castración, a partir de trabajar una de las dimensiones de la angustia que es la angustia como señal. La angustia señal se relacionaba con la noción de apronte angustiado en el sentido de funcionar como un desarrollo de afecto controlado por el ello y anticipatorio de un peligro. (Freud toma con mucha insistencia la noción de peligro, es decir, el peligro como una amenaza para la autoconservación para el yo, como una referencia para poder ir pensando su concepción acerca de la angustia)
Toma el referente clínico de Juanito, un niño de 5 años que va a trabajar en forma comparativa con otro referente clínico, el hombre de los lobos. Un niño de 5 años que desarrolla una zoofobia.
El objeto temido por Hans es el caballo mientras que, las medidas precautorias que protegen al yo de la angustia están dadas por no salir a la calle, a fin de evitar encontrarse con el objeto temido o salir acompañado por un adulto de la familia. Freud utiliza el término inhibición para referirse a esta incapacidad para andar solo por la calle, se plantea una limitación funcional del yo, la inhibición supone una reducción o un impedimento de la función yoica normal.
En relación con el objeto caballo, Freud específica un aspecto fundamental de la fobia de Hans que es el temor a su mordedura, es decir, la fobia de Hans es ante la mordedura del caballo. Allí, Freud ubica el segundo término importante que es la angustia del niño que, es ante ese objeto. Si bien la fobia no puede ser considerada del mismo modo que, un síntoma histérico u obsesivo y esto por el grado de importancia que tiene la angustia en el cuadro fóbico. Lo que Freud va a destacar es la operación de sustitución que conlleva el proceso de formación de la fobia, la hipótesis de Freud es que el temor de Hans al caballo, es en realidad, el temor ante otro objeto que permanece inconsciente.
Ese objeto que ha sido sustituido por la representación caballo, es el objeto padre, en este sentido Freud se refiere a la fobia de Hans en términos de síntomas y siguiendo el modelo de las formaciones del inconsciente, destaca la operación de sustitución que ha operado. Es decir que, ubica en la formación de las fobias, cierto tratamiento del afecto y en ese sentido habiendo operado de la represión, ubica las operaciones de sustitución, representaciones y de desplazamiento del afecto.
Esa sustitución ha sido provocada por la represión, a fin de poder solucionar un conflicto psíquico, para poder ubicar cuál es la fuente de este conflicto que, ha determinado la formación de la fobia en Hans, Freud propone que prestemos atención a su situación psicológica. Dice que, el niño se encuentra cursando su complejo de Edipo, al hablar de complejo nos referimos a una estructura que va a funcionar organizando y direccionando la actividad psíquica del sujeto.
El complejo de Edipo es una estructura, no solamente afectiva sino fundamentalmente simbólica, a partir de la cual, todo niño se va a situar psicológicamente respecto de sus progenitores, en el marco de la experiencia de crianza. Esto implica que entre los participantes de esa estructura, se establece en intercambios afectivos, el lugar del cuerpo es sumamente importante, pero también lo va a hacer de la palabra, en tanto, recurso que permita establecer alguna regulación a esos intercambios. En este aspecto, destaca la función normativizante del complejo de Edipo, la medida en que es la estructura, la cultura aporta para garantizar la inscripción de la prohibición del incesto. Por razones estructurales, el niño establece con sus padres y fundamentalmente con su madre, un vínculo de dependencia psicológica que es el correlato de la dependencia biológica originaria.
Esta estructura inicial, le plantea lo psíquico condiciones de satisfacción sexual, tanto en el plano pulsional como en el plano narcisista y esto vale tanto para el niño como para su madre, ambos participan desde lugares diferentes de esa configuración afectiva que tiene tanto un componente sexual fundamental, como un carácter incestuoso. Freud señala que para ambos sexos y por condiciones estructurales la madre es el primer objeto sexual, a partir de ese primer objeto vía apuntalamiento se producen las fases libidinales, esto es las distintas formas de organización de lo corporal el anímico. Cada una de estas fases pone en juego, cierto modo de relación del niño tanto con su propio cuerpo como con el cuerpo del semejante.
El narcisismo en la primera infancia, finalmente converge en la fase fálica de la libido, caracterizada por un ordenamiento psíquico muy particular que, resulta de las condiciones que han estructurado el vínculo de la madre con su hijo. La fase fálica es el punto culminante de la organización narcisista que gobierna ese vínculo, en la medida en que la madre a partir de su propia libido ha producido ese objeto libidinal que su hijo investido con un valor muy particular. Como resultado del amor que recibe, el niño se identifica a ese valor representado por el falo, en cierto sentido lo asume en su propio yo. En este sentido, el término falo se refiere a un atributo valioso que puede encarnar se en diversos objetos y que es capaz de organizar y vectorizar la actividad psíquica, en función de esa identificación al falo el niño sostiene la ilusión omnipotente de que él o ella esto aplica también a una niña, ha venido al mundo para garantizar no sólo la aspiración narcisista de su madre sino también su satisfacción.
La fase fálica, expresa un orden de representación, es decir, una lógica en función de la cual el niño organiza sus propias investiduras de objeto, es decir, su forma de representarse la realidad. Esto significa que la organización fálica de la libido, le da sentido no solo al vínculo con su madre o con sus otros objetos afectivos, de ahí la universalidad de la premisa sino que, el niño sostiene su existencia. Entonces, la lógica en juego es narcisista y está justificada porque el niño ha dependido de esa libido materna, de la cual ha sido el objeto fundamental para poder existir. Freud se refiere a los efectos que la seducción materna produce en el niño, efectos que son observables tanto en su quehacer autoerótico incestuoso, como en su actividad fantaseadora y también en el desarrollo de teorías sexuales infantiles.
En sintonía con la libido narcisista en juego, lo que se va a establecer es una pauta asimétrica a partir de la cual el niño organiza la realidad. Sobre la base de esa configuración, se organiza el complejo de castración, cuya función fundamental es favorecer la separación del niño respecto de la madre fálica, poniendo fin a esa organización libidinal narcisista. Se trata de la introducción de una lógica diferente, que viene a romper la consistencia propia de la fase fálica. El complejo aparece allí donde el niño percibe que algo podría llegar a perturbar el grado de satisfacción que se juega en el vínculo en incestuoso con su madre. La situación de separación produce manifestaciones angustiosas porque el niño no puede representarse a sí mismo existiendo en relación a una lógica que no sea la fálica. No pude concebirse a sí mismo no siendo ese objeto que satisface a la madre. Tampoco puede concebir a la madre como alguien capaz de investir literalmente a un objeto que no sea él o ella. En relación al lugar digamos que la madre ocupa en este sistema narcisista la posición del niño y niña es equivalente.
Es posible considerar que esta nueva lógica que la castración introduce, produce un inevitable efecto traumático, sin mirar a la perforación de la membrana protectora contra los estímulos. Instalado el complejo, resultan típicos los temores ante una posible mutilación corporal o bien ante la posibilidad de la muerte, estos temores estas angustias pueden derivar en una situación fóbica más o menos estable. Son todos indicadores del trabajo de elaboración que, el aparato psíquico del niño está llevando adelante ya que, el aparato psíquico tiene que intentar darle representación a algo que no lo tiene.
A partir del complejo, tanto el niño como su madre deberán aceptar que el cuerpo tiene un límite y que ninguno de los dos puede responder por la satisfacción del otro. Entonces, la eficacia del complejo de castración, se anuda a la función normativizante del padre. En la formulación de Freud, el padre es el agente de la castración, es decir, ese es el elemento tercero que interviene en el vínculo madre-hijo estableciendo la prohibición del incesto y con ella la acción del mecanismo de la represión que permite el corte y la separación. En el caso del varón, la fase fálica coincide con el complejo de Edipo, en el caso de Hans, el niño se encuentra atravesando el complejo de Edipo en términos positivos esto es, ubicar allí la triangularidad propia del complejo de Edipo en el varón.
En consecuencia, la madre vale para Hans como objeto sexual mientras que, como efecto de esa triangularidad, el padre funciona como rival. Ahora bien, una particularidad del complejo de Edipo de Hans es la ambivalencia afectiva respecto de su padre, en la medida en que el objeto padre vale como un objeto odiado, pero también amado simultáneamente. En ese contexto surge la fobia en Hans a partir de la cual se produce el desarrollo de angustia, la hipótesis de Freud es que esa fobia es la expresión particular que en este caso adopta el complejo de castración. La angustia frente a la mordida del caballo está referida en realidad a una angustia frente a la castración encarnada por la amenaza que, representaría el padre.
El padre juega el rol de perturbar el vínculo madre-hijo en la formulación de Freud es el encargado de ejecutar de alguna manera la amenaza de castración, o al menos de encarnarla. En Hans se ha operado un proceso de sustitución y de desplazamiento a partir del proceso represivo. Considerando el elemento de la ambivalencia, Freud hace una interpretación del complejo de castración que, de alguna manera se articula a la particularidad que toma en Juanito, el análisis y las ideas que propone respecto de Hans se van a volver paradigmáticas para comprender la angustia en la primera infancia.
La reacción afectiva del yo, en esta atención que se genera es la angustia. La angustia es no solamente sentida sino desarrollada por el propio yo, se va a tratar de las cantidades de afecto que todo este proceso involucra y que requiere en tramitación. La tramitación de implicar la puesta en marcha de los mecanismos defensivos del yo, básicamente de la represión. El yo se va a defender del ello porque, si admite las exigencias de satisfacción que ello le plantea se enfrenta a un peligro, la castración.
El yo emite una señal de angustia frente al peligro de la castración, acá aparece la angustia como un desarrollo acotado, desarrollo que de alguna manera responde al gobierno del yo. Las exigencias libidinosas del Edipo, por efecto de la sanción paterna, es decir, por efecto de esta castración peligrosa proveniente del lugar del padre, se van a volver un peligro para el yo. En principio, el peligro exterior sería la amenaza de castración, pero, en función de la amenaza las exigencias libidinosas que hasta ese momento uno podría decir constituían lo fundamental de la fase fálica y del Edipo y que eran consentidas y alentadas, se vuelven un peligro.
¿Cómo va a actuar la represión? La relación es inversa, en realidad la represión es desencadenada por la señal de angustia que emite el yo, la represión lo que voy a intentar es evitar un desarrollo mayor de angustia, va a tratar de proteger a ello del niño de un estado de angustia masiva, traumática. La represión va a procurar entonces controlar el desarrollo de afectos operando desplazamientos y sustituciones. Entonces, en este punto de tensión que se arma entre las exigencias del ello y los reclamos del superyó, es decir, entre las demandas pulsionales vinculadas al Edipo y la obediencia a la ley del padre encarnada a la amenaza de castración, el yo emite una señal de angustia, esta señal convoca invita a la represión para promover un dominio psíquico de los estímulos afectivos. Por último, la represión a partir de operar un movimiento de representaciones, es decir, de sustitución y un desplazamiento del afecto, lo que va a hacer es operar un cambio en relación al objeto temido, es decir, de temerle al padre Juanito pasa a temerle al caballo.
Lo importante, es que el lugar del objeto padre que, es familiar, interior es cercano, aparece un objeto exterior, lejano, el caballo. En lugar de ser castrado por el padre, aparece ser mordido por el caballo. La angustia ya no es ante el padre sino, ante un objeto que lo sustituye con lo cual, de alguna manera en esta ambivalencia afectiva que había en la relación con el padre, se resuelve ese conflicto, es decir, Juanito puede mantener el vínculo con el padre, con el que por otra parte si la sustitución no es caprichosa jugaba el caballito así que, alguna manera el padre encuentra el caballo un sustituto que está facilitado.
Entonces, resuelve el conflicto de ambivalencia y sepulta el Edipo, con lo cual el niño se enajena de las exigencias libidinosas del ello y resuelve de alguna manera este este punto de tensión que le planteaban sus vasallajes. La formación de la fobia cumple varias funciones importantes, protege al yo del desarrollo de angustia, sólo emerge en presencia de los objetos, transforma un peligro interior (un peligro de ello) en un peligro exterior. El peligro que para el yo representa el ello, se va a conectar con otro el peligro que es el peligro de la castración, el peligro frente al cual se emite la señal de angustia es la castración y en la fobia el conflicto es entre el yo y el ello.
Recapitulando:
· La fobia expresaría la conflictiva edípica de Hans y también la forma que toma en él el complejo de castración.
· La fobia es el resultado de la represión, el proceso represivo Hans compromete prácticamente a todos los componentes del complejo de Edipo, no sólo resuelve la ambivalencia de sentimientos respecto del padre sino que, también se enajena de la madre.
· El proceso de sustitución en Hans ha operado una transformación, es decir, el temor frente algo exterior, la angustia realista frente a la amenaza que el padre representa en tanto agente de la castración se localiza en un objeto sustituto, también exterior.
· La angustia es sentida y desarrollada por el yo, quien recurre al mecanismo de la represión para defenderse. La angustia de castración produce la represión, es el motor del proceso represivo y no a la inversa, como lo venía sosteniendo a partir de la metapsicología del 15.
La angustia va a articular dos cuestiones importantes, la relación entre el ello y la castración, va a conectar las exigencias pulsionales del ello con la amenaza de castración, ahí es donde el niño se confronta con la exigencia de satisfacción pulsional que es propia del Edipo. También se va a confrontar con aquello que en tanto sanción paterna se le vuelve una amenaza exterior que, es el complejo de castración. Si bien la organización fálica la libido, desmiente la castración pensemos que lo que ha hecho posible que el niño sea ese objeto tan valioso para la madre, es ni más ni menos que un punto de carencia. El complejo de castración va a funcionar como un referente inconsciente para todas las situaciones de pérdida y de separación que el sujeto afronte y para va a ser complejo nuclear de las neurosis. La formación sustitutiva propia de la fobia tiene dos ventajas importantes, va a esquivar un conflicto ambivalencia y por otro lado, le va a permitir a ellos suspender el desarrollo de angustia, el niño solamente se va a angustiar cuando perciba el objeto.
Capítulo VII
Retoma la línea de pensamiento respecto de las fobias, pero, va a agregar otros dos referentes clínicos, va a trabajar la neurosis obsesiva y las neurosis traumáticas. Con esto, va a ampliar la mirada respecto de los vasallajes del yo. En el caso de la neurosis obsesiva, el énfasis va a estar puesto en el conflicto entre el yo y el superyó, entonces, va a tratar de ubicar esquemáticamente qué lugar tiene la angustia en cada una de estas situaciones clínicas.
En relación con la angustia en la neurosis obsesiva, va a plantear la angustia es ante la hostilidad del superyó, es decir, el peligro del cual el yo va a buscar sustraerse es el castigo del superyó y el superyó en tanto representante de la ley paterna, encarna un castigo que es un eco del castigo de castración. Él dice que el yo, en el caso de las neurosis obsesivas, frente a esta angustia que el superyó le despierta va y generar síntomas a través de la represión que van a expresar la obediencia del yo ante el superyó, es decir, el yo del obsesivo tiene que obedecer a su superyo para no angustiarse. También, Freud se plantea una situación similar a la del niño pequeño que se somete a una ley que no comprende, pero que debe aceptar para no ser castigado, es decir, él ubica ahí una posición infantil.
Para poder terminar de responder la relación entre angustia y represión, Freud va a proponer una articulación entre el cuadro de las neurosis traumáticas y ese otro nivel de la castración, ya no a nivel del complejo de Edipo sino a nivel del trauma del nacimiento. Él va a decir que en el caso de las neurosis traumáticas, el padecimiento psíquico es un padecimiento que no pondría en juego un conflicto psíquico, al estilo de lo que sucede en la fobia o la neurosis obsesiva, donde hay participación del yo y sus vasallajes. En este caso de lo que se trata de la confrontación del yo con lo traumático, él dice que la neurosis traumática es un cuadro clínico resultado de la amenaza que para la vida implica un peligro real, mortal, sin participación de los procesos inconscientes.
Asimismo, dice que la muerte es una experiencia que no tiene representación en lo psíquico, no obstante, el aparato va a tener que intentar producir alguna forma de inscripción de esto que no tiene representación ¿Cómo puede producir esa inscripción? la idea que propone es que si nosotros concebimos a la castración como una experiencia de pérdida, va a ser precisamente la castración la vía para poder inscribir de alguna manera esa experiencia de pérdida absoluta que sería la muerte.
Freud va a plantear que para el niño, la castración solo puede volverse representable, es decir, esta separación que él tiene que aceptar y asumir respecto a ese objeto libidinal, de alguna manera esa castración se vuelve representable por las pérdidas que el niño ya ha experimentado previamente a lo largo de su primera infancia, pérdidas corporales, fundamentalmente el pecho materno y a partir del control esfinteriano la pérdida de los excrementos.
Entonces el apoyo que el niño va a encontrar para poder elaborar el proceso de separación que, se produce en la fase fálica, son estas pérdidas vinculadas a los puntos de contacto corporal con la madre. Para el caso de la muerte se puede establecer una analogía con la angustia de castración, la situación frente a la cual el yo reacciona es el desvalimiento o el desamparo, es decir, una vivencia de abandono respecto de la figura del superyó su protector, quedando expuesto el yo a los peligros que amenazan la existencia.
Freud equipara el peligro de muerte con la castración, es decir, que el común denominador en esta formulación es el desvalimiento del yo. ¿Qué va a representar la experiencia de la castración en términos económicos? Freud retoma las neurosis traumáticas, allí se produce la ruptura de la membrana protectora contra los estímulos exteriores, el aparato es invadido por grandes volúmenes de excitación, se posible pensar la angustia no solamente puede presentarse como un efecto señal, sino que, la angustia puede presentarse como algo nuevo para el yo, algo para lo cual yo no tiene gobierno referido a las condiciones económicas de la vivencia traumática. En este
punto Freud va a articular el término castración a la experiencia del nacimiento, en la medida en que esa experiencia objetivamente, es decir, una separación real, supone una separación del niño respecto de su madre. Si bien esta experiencia no es vivencia da subjetivamente por el neonato, podría pensarse como la primera situación de angustia precursora y referente de todas las situaciones de angustia posteriores. Freud va a decir que hay otras experiencias de separación, por ejemplo, el duelo, el dolor, son procesos donde se juega una perdida y sin embargo la reacción afectiva no compromete el cuerpo como si sucede en el caso de la angustia.
Capitulo VIII
Va a articular la angustia al trauma del nacimiento, al trauma el nacimiento lo va a concebir al modo de un referente que le permite articular también el valor traumático de la castración en relación con la perturbación económica que, es lo que de alguna manera se va a actualizar en relación con el complejo de castración. Freud va a destacar la profunda perturbación económica que va a producir la vivencia del nacimiento en el niño y como esa primera vivencia va a funcionar como una impronta o una marca que, se va a rearticular en relación con ese segundo momento vital que es el complejo de castración.
En principio, va a caracterizar a la angustia, teniendo en cuenta que ese estado efectivo supone por una parte, un carácter del placentero específico por otro lado, acciones de descarga, es decir derivaciones corporales y por otro lado, la percepción de estas acciones de descarga. Freud dice que las exteriorizaciones motrices no participan ni del duelo y del dolor.
Para comprender esta asociación, ¿Porque la angustia es en el cuerpo? Freud propone investigar las filogénesis de la angustia. Esta vivencia ya no va a ser el acto del nacimiento, sino el trauma del nacimiento. Desde el punto de vista objetivo, la vivencia del nacimiento representa un peligro porque hay un cambio en la condición biológica del niño, hay un pasaje del medio intrauterino al medio aéreo. En cierto sentido, ese primer ataque de angustia que es provocado por el acto mismo de nacer, va a cumplir una función adaptativa porque va a poner en marcha el funcionamiento de los sistemas que, le van a permitir al cuerpo adaptarse al medio aéreo. Pero, desde el punto de vista psicológico, todavía no hay psiquismo, Freud ubica una ruptura de la situación homeostática intrauterina y una profunda perturbación en la economía o en la distribución de las energías.
Para el feto la experiencia carece de contenido psicológico, no tiene conciencia porque no hay un aparato psíquico constituido ¿Que registro puede tener y puede conservar el neonato acerca del trauma del nacimiento? va ubicar esta cuestión de la perturbación económica, la va a definir como un exceso de excitación vivida en el cuerpo, es una experiencia corporal que es inherente al
nacimiento, es decir, como se ubicará la cuestión del nacimiento en relación a la angustia casi como términos equivalentes.
Se va a preguntar ¿Que pasa a lo largo de la primera infancia? El niño se le reconoce una disposición importante para la angustia. La angustia de la primera infancia es la expresión infantil del estado de añoranza que genera la ausencia de la madre, ubica la ausencia de objeto
¿Que representa a la madre para el niño, desde el punto de vista psicológico? La madre, primero como presencia real y luego como objeto en lo psíquico. Este objeto se va a asociar a la cancelación del estado de tensión que, el niño no puede resolver por el mismo así. La madre le evoca la cancelación de la tensión, la disminución de la tensión. El peligro del cual el niño pequeño procura sustraerse es el aumento de la tensión de necesidad, frente a la cual, resulta desvalido, sin recursos. Lo traumático está en relación a este aumento de la cantidad de excitación, con el cual se confronta un yo infantil, yo inacabado.
Por un lado, va a ubicar la cuestión de la angustia en relación con la primera infancia, las magnitudes de excitación alcanzan un nivel tan displacentero que se dificulta su tramitación psíquica, ahí aparecen los berrinches del niño, el cuerpo no alcanza a contener el nivel de excitación que están experimentando. Por otro lado, el otro polo de la equivalencia está dado por la vivencia del nacimiento, es decir, por las cantidades hipertróficas de excitación derivadas corporalmente a punto de partida, el trauma del nacimiento y va a ubicar el llanto del bebé, frente al exceso de excitación la respuesta fuera corporal.
El punto de articulación entre estos dos niveles, es el factor económico como núcleo genuino del peligro. Durante la primera infancia y durante la fase fálica, el aparato psíquico del niño va a desplazar el contenido del peligro de la situación económica originaria y ubica el exceso de cantidad asociado al trauma del nacimiento, de la angustia automática, va a desplazar ese contenido del peligro a una situación que podría activar ese exceso cuantitativo y esa situación tiene que ver con la ausencia de la madre, es decir, con poder perder a la madre. En ese nivel, la angustia es señal no es automática.
Freud dice que durante la infancia, el aparato psíquico del niño debe poder lograr el dominio del estímulo cuantitativo, tiene que poder anticiparse a lo traumático mediante un desarrollo controlado de angustia (la angustia señal), el objetivo es evitar la angustia traumática, porque, una vez que el aparato ya alcanzó cierta configuración está en condiciones de emitir la señal de angustia que permite poner en marcha los mecanismos defensivos que, van a habilitar la ligadura, es decir, ligar lo no ligado, es decir, ligar la pulsión de muerte.
Conferencia 32
En ese punto cero del aparato psíquico, donde lo que predomina es las cantidades hiperintensas y traumáticas, se van a establecer también las primeras represiones, es como si aparecieran los primeros recursos que le van a permitir al niño empezar a defenderse de estas sumas de excitaciones excesivas.
Ahí él ubica la cuestión de la contrainvestidura como recursos vinculados a la función de la contrainvestidura, relativa a la represión primaria. Para poder defenderse de estos estímulos excesivos, el aparato tuviera que incorporar el recurso de la sustitución que, después va a ser retomado la luz de la represión secundaria.
Lo que a ubicar como marca de la represión primaria va a ser el rasgo de carácter. El rasgo de carácter va a aparecer como una formación psíquica que aparece muy ligada a la estructura del yo, pero, por otro lado, es profundamente inconsciente. Como si en ese rasgo de carácter hubiera una marca muy originaria de este proceso de contrainvestidura original que permitió inscribir las cantidades.
En definitiva, la angustia está en directa relación con la situación originaria y estructural del ser humano, es el desvalimiento que Freud asocia al acto de nacimiento. El núcleo genuino del peligro va a estar dado por la pulsión de muerte que, aparece como un exceso de cantidad que, funciona como estímulo interior no ligado. Lo traumático está en relación con el desvalimiento frente a las excitaciones derivadas, aparte de las necesidades del propio cuerpo. Esta actividad corporal es en parte, producto de la relación de la madre con el niño. La madre lo estimula, procede respecto de su cuerpo, pero también en la medida en que le habla, el lenguaje va a ser un estímulo fundamental y un estímulo que al principio va a tener un carácter traumático.
La madre seduce, estimula, pero también es ella quien tiene que poder cumplir una función esencial que, es brindarle al niño los recursos psíquicos para lograr tramitar lo traumático, porque la medida en que la madre aporte estos recursos va a poder concretarse el proceso de simbolización que, lleva a la estructuración del aparato psíquico. Por eso la función de la angustia va a ser tan importante porque, en principio, en un nivel muy primario la angustia va a ser la forma de traducción, es decir, más cercana a los psíquicos que va a tener la pulsión de muerte, el factor cuantitativo. En esta lucha defensiva que él va a establecer frente a las cantidades, la angustia va a ser el motor del proceso de simbolización.
La primera infancia la madre actúa por presencia porque en la continuidad de esa presencia, va a poder producirse la identificación que va a llevar a la formación de yo. Pero, esa presencia no tiene que ser absoluta, tiene que haber una alternancia que, es lo que Freud trabaja en relación con el juego infantil del fort-da, la medida que la madre no está todo el tiempo favorece el proceso de simbolización. En la medida que eso se produce le transmite al niño recursos que tienen que ver con la función ligadora, porque asistirlo lo importante para Freud es que, la madre misma, en tanto, encarna el lenguaje, encarna la función de la ligadura es ella la que le tiene que aportar al niño la posibilidad de tramitar lo traumático.
En conclusión, queda rectificada la hipótesis de la mudanza de investidura pulsional en angustia por obra de la represión. Si bien habla de una represión primaria lo que, ubica como es el motor del proceso de simbolización y de constitución del aparato es la pulsión de muerte o las cantidades hipertróficas. Esto va a motorizar la producción de contrainvestiduras y la aparición del mecanismo psíquico, una vez que el aparato se ha constituido la angustia empieza a funcionar como señal que, le va a avisar al yo de la amenaza que representen y los excesos de cantidad, a fin de poder provocar el trabajo de ligadura. Con este trabajo de ligadura, se evita la perturbación económica y por lo tanto la angustia traumática.
La otra idea importante es que el yo es la sede de la angustia, es el genuino almácigo o reservorio de la angustia, por el lugar que le cabe en la organización y la estructura del aparato. Ni el ello, ni el superyó, se angustian todo lo contrario, angustian al yo. Otra idea importante, es que habría distintas situaciones de peligro para el psiquismo, a partir del arquetipo del nacimiento. En el periodo de inmadurez del yo, el peligro es el desvalimiento psíquico. En la primera infancia el peligro va a ser la pérdida de objeto, en la fase fálica el peligro va a ser el peligro de castración y en la latencia la angustia frente al superyó.
La última observación que Freud hace tiene que ver con la angustia de castración, va a decir que la angustia de castración resulta el único motor de los procesos defensivos que llevan a la neurosis y se va a expresar así en las distintas neurosis, es decir, en la histeria como angustia frente a la pérdida de amor, en la fobia como una castración fallida y en la neurosis obsesiva como la angustia del superyó.
Practico
VIII. Inconsciente: descriptivo, dinámico, estructural.
a) Todo reprimido es icc, pero no todo Icc es reprimido. b) Las pulsiones mudas: el ello. c) Las resistencias estructurales. d) La ganancia primaria, la necesidad de castigo, la reacción terapéutica negativa: la resistencia del superyó. e) La función de síntesis del yo sucumbe: escisión, satisfacciones masoquistas. f) Las resistencias de la alteración del yo: una “resistencia” a la puesta en descubierto de las resistencias. g) El factor cuantitativo de la intensidad pulsional: la fijación de la libido. h) La neurosis de transferencia: el analista como objeto. Referente clínico: obstáculos en la curación y atolladero en el final de análisis.
Bibliografía:
Freud, S.: El yo y el ello (cap. I, II, III y V), A.E., XIX, 15-22, 21-9, 33-37 y 49-59.
Freud, S.: El problema económico del masoquismo, A.E., XIX, 171-2.
Freud, S.: Inhibición, síntoma y angustia (cap. V y XI. Addenda, punto A: a. Resistencia y contrainvestidura), A.E., XX, 106-13 y 147-50.
Freud, S.: La escisión del yo en el proceso defensivo, A.E., XXIII, 275-6.
Freud, S.: Análisis terminable e interminable (puntos III, V y VIII), A.E., XXIII, 227-33, 236-42 y 251-54.
Freud, S.: 28o Conferencia. La terapia analítica, A.E., XVI, 411-6. Bibliografía electiva:
Freud, S.: Esquema del psicoanálisis, A.E., XXIII, 205-6. Freud, S.: Análisis terminable e interminable, A.E., XXIII, 224.
Freud, S.: El malestar en la cultura (cap. VII y VIII), A.E., XXI, 124-9 y 134.
Freud, S.: ¿Pueden los legos ejercer el psicoanálisis? Diálogos con un juez imparcial (cap. V), A.E., XX, 208-9.
Hoy trabajaremos un artículo que Freud escribe en el año 1937, un año antes de exiliarse, y dos
antes de morir. Se trata del texto “Análisis terminable e interminable ”.
Comenzaremos por el capítulo que se titula intensidad constitucional de las pulsiones.
Teniendo en cuenta el giro que a partir de Más allá se comienza a producir y que va a dar lugar a la segunda tópica, asimismo como la redefinición en torno al peligro del cual se tiene que defender
el yo, que es el peligro de no ligado, Freud va a profundizar en este texto lo enigmático de la resistencia del ello. En este sentido nos indicará el modo en que la misma se presenta en el transcurso de la cura analítica. Las trabajaremos del siguiente modo: estasis libidinal, inercia psíquica y viscosidad de la libido.
En este capítulo Freud destaca la existencia de tres factores para las posibilidades de la terapia analítica: influjo de traumas, intensidad constitucional de las pulsiones, alteración del yo . Interroga el segundo y afirma que la solución de un conflicto entre el yo y la pulsión vale solo para una determinada intensidad de la pulsión. Nos vuelve a indicar que en lugar de indagar cómo se produce la curación en un análisis, cosa que ya tenemos bastante sabida, tenemos que detenernos en profundizar cuáles son los obstáculos que impiden la cura.
Freud intenta abordar una respuesta por la duración de los análisis y también una respuesta respecto de la cura completa. En este sentido sostiene que la operación genuina de la terapia analítica es que el yo, fortalecido y maduro, emprenda la rectificación de las represiones (de la primera infancia) y ponga término al hiperpoder del factor cuantitativo.
Va a aclarar qué es lo que se entiende por “tramitación duradera de una exigencia pulsional”, y es allí donde nos dice que la pulsión claramente no desaparece,( que eso tampoco sería deseable ), pero que sí podemos domeñarlas si es admitida dentro de la armonía del yo.
De todos modos el éxito en este desenlace dependerá de la intensidad pulsional..
Continúa entonces y nos habla de que el análisis produce un estado nuevo que nunca preexistió, es decir una neo creación de un estado en el interior del yo que implica una rectificación del proceso defensivo primario. Esta neo creación es lo que diferencia al sujeto analizado del que no.
Es necesario plantear la idea de que este factor cuantitativo, que se había contrapuesto en un primer momento a los intentos defensivos del yo y por lo cual se recurrió a la terapia, ahora ese mismo pone un límite a la eficacia de dicho trabajo analítico. Es decir que el gobierno sobre lo pulsional tiene eficacia, pero el trabajo es incompleto.
El Capítulo V es donde Freud va a desarrollar el segundo de los tres factores al que llamará la alteración del yo. Sostiene que la situación analítica consiste en aliarnos con el yo de la persona a fin de integrar en la síntesis del yo sectores no gobernados de su ello. Este pacto sería posible con un yo normal pero ese yo normal es una ficción ideal. Su distanciamiento de la normalidad se debe a la “alteración del yo”. Esta alteración del yo la podemos pensar de la siguiente manera:
el yo, en su constitución misma tiene un núcleo, que como ya señaláramos en otros desarrollos, es lo más ajeno, siendo paradójicamente, lo más íntimo. Nos referimos al ello. El ello no puede ser simbolizado en su totalidad por el yo. En ese sentido no existe la posibilidad de un yo normal.
En este texto Freud va a profundizar la idea de resistencia del ello, que en la addenda de inhibición, síntoma y angustia había quedado nombrada como “necesidad de reelaboración” Freud ubica la dificultad en el ello de “reelaborar”. En este punto, entonces, vamos a incluir lo que Freud trabajó sobre la viscosidad de la libido y la estasis libidinal , la inercia psíquica.
Sobre la viscosidad de la libido vamos a decir que es la dificultad de desasir las investiduras libidinales de un objeto para desplazarlas a uno nuevo. Es la dificultad en -como se dice ahora- soltar. Esto implica una dificultad para el análisis en tanto la transferencia no se puede apropiar de esa libido para reelaborar los conflictos en torno al analista como un nuevo objeto, lo que luego permitiría que la libido puesta en la enfermedad quede liberada para amar y trabajar.
Por otra parte, a la inercia psíquica Freud la piensa en relación con la entropía. A un agotamiento de la plasticidad, de la capacidad para cambiar y seguir desarrollándose. Sucede, por ejemplo, en personas adultas que dicen “tengo tantos años, mirá si voy a ponerme a revisar y cambiar cosas ahora”. Eso da cuenta de una estasis a nivel libidinal, de una detención del movimiento libidinal que sale al paso como resistencia en el análisis.
Ambas -viscosidad de la libido e inercia psíquica- podemos pensarlas en relación a la tendencia conservadora de la pulsión de muerte.
Por último, nos queda sistematizar la resistencia del superyó, lo que ya ubicamos como necesidad de castigo. Freud ubica que esta necesidad de castigo se opone a la curación, en tanto en la enfermedad se halla una satisfacción, por lo que no se quiere renunciar al castigo de padecer. Se trata de una ganancia primaria de la enfermedad: la satisfacción de la pulsión de muerte, de las tendencias masoquistas. En este punto pensamos la Reacción Terapéutica Negativa: aquellos pacientes que cuando están mejorando, empeoran.
El yo debe mediar con el ello y el mundo exterior y debe precaver al ello de los peligros del mundo. Si en el curso de esta tarea el yo aprende a adoptar una actitud defensiva también frente al ello y a tratar sus exigencias pulsionales como peligros externos, es porque comprende que la satisfacción pulsional llevaría a conflictos con el mundo exterior. Desde el comienzo el yo tiene que mediar entre las exigencias del ello y el mundo exterior. Muy pronto el yo se acostumbra a trasladar el escenario de la lucha de afuera hacia adentro, a dominar el peligro interior de modo tal que se configure en un peligro exterior. También vimos como, más tarde, se agrega el supeyó como exigencia para el yo, constituyéndose los tres vasallajes.
Los mecanismos de defensa se enquistan y se fijan en la tarea en la que han sido creados; evitar el peligro, la angustia, el displacer. De este modo se han fijado como respuesta a lo largo de la vida e inexorablemente retornan en el la cura como resistencias al restablecimiento. Entonces la
curación es tratada como un peligro nuevo. Esta situación ya la hemos precisado como uno de los obstáculos más difíciles a atravesar en el transcurso de un análisis.
Por influjo de las mociones de displacer dadas por la reescenificación de las vivencias reprimidas cobra fuerza la transferencia negativa. En esta instancia cuando el analista intenta demostrar algo de aquello reprimido, el paciente haya esto irrazonable e inaccesible. Es decir que el yo ofrece, en forma inconciente, una resistencia al descubrimiento de las resistencias. A esas resistencias las llamamos resistencias mayores o estructurales. Esas resistencias que se vuelven contra el análisis y la curación.
En este sentido el Yo del adulto sigue defendiéndose de unos peligros que ya no existen en la realidad objetiva y aún se ve esforzado a rebuscar aquellas situaciones de la realidad que puedan servir como sustitutos aproximados del peligro originario a fin de justificar su aferramiento a los modos habituales de reacción.
Llegamos así al Capítulo VIII: donde Freud nos transmite dos temas ligados a la diferencia de los sexos que son un límite a la tarea analítica: al menos para él en estos últimos años de una vida dedicada al psicoanálisis y la investigación. Un punto de tope con el que Freud se encontraba en los análisis que dirigía.
Para la mujer: la envidia del pene. Ya sabemos que aquí no se trata literalmente de un pene, sino siguiendo la ecuación simbólica, todo lo que tenga valor fálico para ella.
Para el hombre: la revuelta contra la actitud pasiva o femenina hacia otro hombre (la “desautorización de la feminidad”, también llamada como protesta masculina. Tiene relación con la angustia de castración).
La promesa o la espera en relación al falo y la protesta masculina son pensados como “roca de base” del término del análisis. Es decir que la roca de base da cuenta de que existe una falta estructural que subjetivamente se traduce en desamparo. Aquel desamparo original que posiciona al sujeto, en tanto se defiende de este punto.
Por último, Freud va a ubicar al psicoanálisis dentro de las tres profesiones imposibles, junto con gobernar y educar. Imposibles en un sentido completo, o en el sentido de un ideal más o menos acabado de perfección. Teniendo en cuenta la falta estructural, ese punto de desamparo del que hablábamos hace un momento.
En este punto podemos pensar quienes estarían en condiciones de ejercer el psicoanálisis. Claramente no se trata de superhombres quienes pueden convertirse en analistas. Solo alcanza, nos advierte Freud, con una condición imprescindible que es el propio análisis, que el analista tenga una relación a la castración (la falta) lo suficientemente trabajada en su análisis. Nos aclara que el analista debe volver a su análisis cada cierto tiempo, sin sentir vergüenza por ello. Podría agregar al análisis propio, la formación y la supervisión como tres elementos éticamente necesarios para ejercer esta profesión imposible.
Pasemos a puntuar la Conferencia 28. La misma es del año 1916 -es decir, anterior a la segunda tópica- llamada “La terapia analítica”
En esta conferencia Freud, repasando la historia de la construcción del método analítico, diferencia la sugestión hipnótica de la terapia analítica.
Dice que la sugestión hipnótica supone de alguna forma prohibir los síntomas: refuerza la represión
-pugna por que el síntoma no se exprese- pero deja intactos todos los procesos por los cuales el síntoma se formó. Correlativamente, la sugestión hipnótica ignora o deja intacta -sin trabajar- la transferencia.
La terapia analítica, en cambio, trabaja sobre la transferencia y la vuelve a ella misma objeto de análisis. En ese sentido, la terapia analítica busca no suprimir el síntoma sino eliminar las resistencias.
Esto le permite a Freud pensar la cura como la restitución de la capacidad de gozar y producir en el paciente. La capacidad de amar y trabajar. Amar y trabajar suponen que la persona tenga disponible cierto margen de libido que ahora está puesto en el sostenimiento de los síntomas. De lo que se trataría en análisis, entonces, es de operar sobre la economía libidinal: liberar la libido puesta en el síntoma para que el paciente pueda disponer de ella y así restituir su capacidad de gozar y producir.
Para que esto ocurra, nos dice Freud, es preciso que el análisis se apodere de los síntomas del neurótico y así se inicie una revisión del proceso defensivo. Para ello, toda la libido es forzada a pasar del síntoma a la transferencia de forma tal que la batalla se libre en torno al nuevo objeto y así emprender la reelaboración. Una vez realizado este trabajo en torno al nuevo objeto que es el analista. En ese sentido dice Freud que, para la finalización de una cura analítica, la transferencia misma tiene que ser desmontada; lo cual permitiría que la libido regrese de la transferencia hacia la persona y le quede disponible para investir nuevos objetos o producir, crear nuevos lazos.
Sin embargo, ya en 1916, Freud da cuenta de que este trabajo se encuentra con ciertos límites que él nombra como “repugnancia del yo hacia ciertas orientaciones de la libido” y que ubica como causa de la inclinación del yo a reprimir. En relación con eso dice que los límites con los que se encuentra en análisis implican cierta viscosidad de la libido (que no quiere abandonar los objetos que una vez invistió) y cierta rigidez del narcisismo.
Por último recortaremos algunas cuestiones que Freud plantea en el texto “La escisión del yo en
el proceso defensivo”
Freud retoma aquí el problema de la desmentida y de la escisión del yo. La desmentida es un mecanismo psíquico en el que Freud repara tempranamente tanto en lasNuevas puntualizaciones sobre las Neuropsicosis de defensa como en los artículos sobre la organización genital infantil y el complejo de Edipo. Es un mecanismo de defensa frente a la angustia de Castración y apunta a la percepción de la realidad externa. La desmentida no implica la pérdida de la percepción, sino que implica el rechazo a las consecuencias que dicha percepción provoca sobre una creencia previa que se quiere mantener.
El yo del niño se encuentra al servicio de una exigencia pulsional (investir como objeto de amor a la madre) que está habituado a satisfacer, pero si el niño luego es aterrorizado con el peligro de castración (peligro real objetivo) debe decidirse por:
1. reconocer el peligro real, inclinarse ante él y renunciar a la satisfacción pulsional
2. instalarse la creencia de que no hay razón para tener miedo preservando así su satisfacción
Es decir que en el niño surge un conflicto entre la exigencia pulsional y el peligro real.
El niño no hace ninguna de estas dos cosas. o, mejor dicho, hace las dos simultáneamente, que equivale a lo mismo: Por un lado, rechaza la realidad objetiva y no se deja prohibir nada, mientras que por otro lado reconoce el peligro real, asume la angustia ante él como un síntoma del padecer y luego busca defenderse de él. De esta forma ambas partes reciben lo suyo.
Ahora bien. Esta situación se alcanza pagando un precio alto, esta es la desgarradura del yo que nunca se reparará. Es decir que las dos reacciones contrapuestas frente al conflicto subsisten como núcleo de una escisión del yo. Esto muestra entonces que la función sintética del yo falla. Es una ficción ideal
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