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Psicología de la Tercera Edad y Vejez | Resumen de Depinay: Diferencia entre la tercera y la cuarta edad |
Cátedra: Iacub |
2° Cuat. de 2009 |
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Diferencia entre la tercera edad y la cuarta edad.
En el hombre de edad muy avanzada se deben diferenciar dos fases.
Durante la primera fase, para retomar una idea, “se es mayor pero no viejo”, se es diferente de los jóvenes, mas por la condición de jubilado que por el estado biológico o fisiológico, en definitiva se trata de un jubilado sano.
La segunda fase corresponde a la
vejez, entendida como la ultima etapa de la vida humana normal, marcada por la
senectud, el peso de la edad y todas las consecuencias que conlleva.
La edad cronológica como criterio de calificación.
Se identifica la tercera edad como el grupo de 65 a 75 años y la cuarta edad como el grupo de mayores de 75 años.
Recurrir a la cronología para lograr una definición es cómodo y simple la edad cronológica tiene en cuenta un patrón de medida universal. La edad de los seres humanos se conoce y es segura. Esta información es de dominio público y consta en todos los documentos oficiales, por eso es un dato excelente para el análisis demográfico y estadístico basado en el censo de población y otras fuentes documentales oficiales.
Por consiguiente, consideramos la edad cronológica como una variable excelente en cualquier investigación epidemiológica y gerontológica social.
Usar la edad cronológica plantea tres tipos de problemas:
Estos problemas surgen porque la edad cronológica se trata como una variable vacía, el desarrollo del individuo se fija con un indicador externo, este indicador no nos da ninguna explicación.
¿Qué criterio se debe tener en cuenta para circunscribir empíricamente a los ancianos a una población humana concreta?
El criterio dependerá del objetivo que se persiga. Dado que difícilmente se encontrara un indicador más cómodo que la edad cronológica, habrá que tener en cuenta la accesibilidad de la información necesaria para elaborar esta herramienta.
La comodidad del concepto de
edad cronológica y su evidente poder simbólico y el hecho de que solo se
trate de un indicador probable de tendencias generan un efecto perverso
intrínseco a este indicador, que consiste en que la opinión publica etiqueta
a las personas mayores haciendo generalizaciones abusivas. Si se establece
la cuarta edad con el criterio de la edad cronológica y se la distingue de
una tercera edad que seria la de una “nueva vida” o una “segunda juventud”
se produce una representación colectiva a partir de la siguiente serie de
identificaciones:
Cuarta edad (+ de 80) =
enfermedad, dependencia.
Esta ecuación conlleva una
conclusión en apariencia irrefutable y de gran impacto catastrofista: cuarta
edad = población de gran crecimiento demográfico = aumento brutal de los
gastos de sanidad.
Criterio cronológico en la ecuación:
CUARTA EDAD = PERSONAS
ENFERMAS = DEPENDIENTES.
Hasta que punto las personas de + de 80 pueden catalogarse como una población enferma y dependiente?
Resultados de un estudio demostraron que en una población de 60 a 94 años vivía en su propio hogar. La salud física se describió a partir de una lista de trastornos según las partes del cuerpo que afectaban, en cada una de estas categorías se preguntaba al individuo si sufría trastornos y este respondía con una de las siguientes tres posibilidades: SI/NO, UN POCO/SI MUCHO.
La salud moral o psíquica se midió con el índice de síntomas depresivos. Las expresiones que se utilizaron fueron: esta cansado/le cuesta dormir/no tiene hambre/esta triste/tiene crisis de llanto/se siente ansioso/esta irritable/no tiene confianza en si mismo…
La salud funcional se refiere al funcionamiento del individuo y se determina por su capacidad para realizar las actividades de la vida diaria.
Se adopto una clasificación nominal que ordena a los individuos según tres categorías:
Todas estas figuras presentan los resultados según 3 grupos de edad: 60 a 64 / 65 a 79 y de 80 a 94.
La lectura comparativa por grupos de edad muestra claramente que el predominio de personas afectas en cada uno de estos tres aspectos aumenta de forma significativa de un grupo a otro. Esta tendencia es todavía mas considerable en el estado funcional, en el grupo mas joven, casi todas las personas son independientes, en el grupo de edad mas avanzada (4ta edad) ya solo la mitad pertenecen a esta categoría. También es muy acentuada la diferencia en el campo de los trastornos físicos. Esta diferencia se reduce en cuanto al número de síntomas depresivos. En el grupo de población de 60 a 64, 7 de cada 10 no están afectadas por ninguna de las tres dimensiones (independiente – frágil – dependiente) peste ya no es el caso en el grupo de personas de mayor edad (4 de cada 10 personas).
Las desigualdades objetivas de salud no tiene relación con el balance subjetivo realizado por las personas de cada uno de los grupos: se sabe que los síntomas depresivos, por su parte, se asocian menos a la edad que los trastornos físicos y el estado funcional.
La mitad de las personas de esta famosa cuarta edad no presenta ningún trastorno importante, mientras no padezca síntomas depresivos. 4 de cada 10 personas gozan en apariencia de buena salud y una proporción todavía mayor (5 de 10) cree realmente gozar de buena salud.
La edad cronológica es seguramente un buen indicador de tendencias, de probabilidades, sin embargo, es una herramienta muy pobre cuando se trata de determinar con precisión el conjunto de personas que tienen en común uno u otro déficit de salud.
Para la elaboración y puesta en marcha de una política de salud adaptada a la población de edad avanzada, la edad cronológica es un criterio demasiado basto (segunda tesis).
Por otra parte, si se utiliza
este criterio, la necesidad de encontrar definiciones simples y generales que
caracteriza a los medios de comunicación y a la opinión publica conduce a
transformar las expresiones que describen una tendencia (cuanto mayor es la
población, mas…) en definiciones enunciativas (las personas de la cuarta edad
son…)
ETAPAS DE LA VEJEZ Y SALUD
FUNCIONAL
Existen tres métodos que se diferencian de edad cronológica en el hecho de que no se refieren a un calculo externo sino a propiedades intrínsecas del individuo: a edad biológica que se refiere al desarrollo del individuo en un momento dado en relación con su vida biológica potencial, la edad psicológica indexada mediante aptitudes especificas y por ultimo la edad social, definida a partir de los papeles y comportamientos establecidos socialmente. La principal dificultad es la elección de indicadores operativos y cómodos.
Retomaremos la idea de la edad social basándonos en la teoría del recorrido vital. El recorrido vital define el principal modelo o los principales modelos socioculturales que organizan el desarrollo de la vida humana en una sociedad determinada y en un periodo histórico determinado. Este modelo incluye un conjunto de reglas que definen las etapas y los periodos de transición que establecen las condiciones para pasar de una etapa a otra. Este modelo se expresa en una representación colectiva que relaciona los símbolos que la cultura asocia al desarrollo de la vida humana y que transmite a los individuos.
El eje central del recorrido vital, por los menos hasta la jubilación, se organiza alrededor de dos campos interconectados: el de la educación – profesión y el familiar.
Con la aparición de la jubilación surge una nueva etapa de la vida que cada vez es mas larga.
Esta fase de la vida se caracteriza por el relajamiento de las imposiciones sociales que hasta ese momento organizaban el recorrido vital.
El ser humano que llega a esta fase se ve liberado, de la obligación de trabajar y de reproducirse. Este trabajo de la segunda mitad de la vida se organiza alrededor de dos conceptos: el de autonomía y el de salud.
Hasta la jubilación, la norma que domina el recorrido vital es la capacidad de trabajar y de integrarse en el mercado de trabajo.
Después de la jubilación, estando en principio cubiertas las condiciones de supervivencia material y de satisfacción de las necesidades, la norma que organiza la vida es, poner en practica la independencia personal, en definitiva la autonomía.
La norma de autonomía se ha
definido como el NGM el nuevo gran mandamiento organizador de la vida de los
jubilados. A partir de este momento, la salud se convierte en un objetivo
central. Una enfermedad o una deficiencia afectan su autonomía de acción, a
partir de este momento, para imponer su opinión o tomar una decisión tendrá que
recurrir, de forma nueva para el, a un tercero lo que, a fin de cuentas
significa depender del criterio arbitrario de este tercero.
Este criterio deriva de la noción del estado funcional que se ha hecho operativo con varias baterías de indicadores de actividades de la vida diaria (AVD), físicas o instrumentales que se remontan a los trabajos de Katz. El estado funcional por si mismo por si mismo no indica ni la edad biológica ni la psicológica ni la edad social de un individuo, pero esta relacionado con cada uno de estos aspectos. En nuestras sociedades, después de la jubilación, el estado funcional es el indicador adecuado de la edad social de un individuo: de su estado funcional se deduce tanto lo que su entorno y la sociedad esperan de el, como lo que el mismo tiene derecho a esperar de su entorno y la sociedad.
Los resultados de la batería de
AVD se analizan en una escala nominal, lo cual permite distinguir entre las
personas independientes, las frágiles y las denominadas dependientes y al mismo
tiempo, establecer la clasificación de los jubilados en las etapas II a IV.
Todos los individuos tienen
en común una característica que los une y los diferencia del resto de la
población: la jubilación, por el contrario, se diferencian entre si por la salud
funcional, que los ordena en función de su aptitud para asumir las tareas
básicas de la vida diaria y por lo tanto, su capacidad para disfrutar de su
autonomía, en consecuencia, no se trata de características probables sino de
conjuntos nominales, reales.
CONCLUSIONES: