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Psicología de la Tercera Edad y Vejez Resumen Sobre Revolución Sexual en la Vejez

Cátedra: Iacub

2° Cuat. de 2009

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¿Revolución sexual en la vejez? 
 

En el discurso habitual surge la referencia a la discapacidad fáctica para lo sexual, discapacidad que se inserta dentro de una lógica que piensa al viejo en asociación con la enfermedad y cuya sexualidad puede ser causante de un daño físico.

Otra de las manifestaciones descalificatorias se relaciona con la representación tierna, infantilizada y por ello desensualizada del anciano, el cual constituye un modelo de viejo aun más fuerte que el del depravado o perverso de la ideología victoriana.

Uno de los argumento paradigmáticos de la actualidad que ha ido modelando los discursos sobre la sexualidad en la vejes es la critica contra la discriminación. Es una retórica que predomina en el discurso gerontológico y convierte al de los viejos uno de los tantos grupos descalificados socialmente, donde la sexualidad resulta tan desconsiderada como otros aspectos de la vida.

Una forma de discriminación contra la vejez se la denomino “ageism” o “viejísimo” o “ edaismo”.  Este termino expresaba el conjunto de prejuicios similares a los adjudicados a la raza, religión o etnia, encarnados en la forma de un rechazo por envejecer al relacionar este periodo de la vida con la enfermedad, la discapacidad y la pérdida de poder e incluso la idea de muerte. Este modo de discriminación se manifestaba en una serie de estereotipos que ayudaban a sostener la sinonimia entre vejez y cansancio, desinterés sexual, lentitud intelectual.  Ello generaba actitudes negativas que afectaban la autoestima de al persona mayor, así como sus sentimientos de seguridad que podrían conducir a la depresión.

En las últimas décadas se ha producido una modificación hacia un enfoque más optimista, al demostrar que la salud y la sexualidad pueden ser consideradas desde una visión mas positiva.

La sexualidad de los viejos se ha convertido en un estandarte y esto ha contribuido a profundizar la critica a la ideología del “viejísimo”, asociada a nociones de asexualidad, regresión e incluso perversión.  El nuevo modelo gerontológico denuncia como mito el modelo anterior de concebir a la vejez.

Este nuevo discurso halla que la imposibilidad, la violencia y destructividad son rasgos que se encuentran en el exterior del viejo y no en su interior, están asociados al mito y al prejuicio social.  Por ello las limitaciones a la sexualidad cambian de espacio y encuentran en la sociedad aquellas argumentaciones que la impiden o la posibilitan. 
 

Las edades de la sociedad posmodernidad, edad y erotismo.

El surgimiento de nuevos discursos sociales fueron generando la relativización de una serie de presupuestos y valores que antes jerarquizaban ciertos roles, tanto de genero como de edad y que demarcaban divisiones.  A partir de este cambio el orden etario fue perdiendo peso, con lo cual se produjeron modificaciones en el plano de las identidades y de las experiencias corporales.

La posmoderminad creo nuevos modelos, donde la discontinuidad y la fragmentación son constantes.  Las edades se diversifican y se multiplican y explotan.  El curso de la vida posmoderno es una extensión de la adultez en dos direcciones: hacia atrás (desaparición de la infancia) y hacia delante (la desaparición de la tercera edad), lo que lleva al hombre a vivir como adulto joven, edad que sintetiza las ideas de responsabilidad, autonomía y consumo diversificado.

Esta nueva lógica de la edad produce un cambio en la posición de los viejos, quienes se oponen a perder derechos y privilegios.  La actual flexibilización de los limites también provoca una creciente similitud en los modos de presentación de los actores sociales: los gestos y las posturas, las modas y las formas de búsquedas de placer son similares para padres e hijos y se observa una tendencia hacia un estilo mas informal y uni – age.

El concepto de “curso de vida posmoderno” caracteriza una serie de cambios asociados a una borrosa delimitación de los periodos de vida.

Hoy al separar al viejo en grupos de pares y asociarlo a una vejez sin marcos rígidos que presupongan estereotipos de conducta, es una forma de incluirlo en el dispositivo social. Y al presuponer que tiene los mismos deseos que el resto de las personas se lo inserta dentro de las demandas generales.

Observamos una destitución progresiva de los marcadores sociales por edad, uno de los rasgos que influyen en la pluralización de los mundos de la vida al hacer que la organización social se diversifique y se conforme una subcultura referida a los viejos. 
 

la etica de la ocupacion

La idea de la actividad hallo un espacio no solo en el campo gerontológico, sino también en la comunidad, que encontró en la ocupación una continuidad con el proyecto vital del trabajo y la percibió como saludable en si misma en la vejez.  Es decir que frente al fantasma de la dependencia, la enfermedad y la soledad senil, se constituyó un fuerte consenso social sobre la idea de la actividad como un polo positivo. 
 

envejecimiento exitoso

Uno de los fenómenos más llamativos de las últimas décadas es la agrupación de los mayores en espacios específicos asociados a la recreación, el turismo y la educación.  Estos “micromundos comunitarios” posibilitan un tipo de sociabilidad que incluye al erotismo y suponen estilos de vida definidos por una ideología denominada del “envejecimiento exitoso, activo o positivo”.

Este enfoque considera a la vejez a partir de las demandas actuales impuestas a todo sujeto, mas allá de que esos espacios estén signados por la diferencia eraria.  Su objetivo es la integración y la equiparación de oportunidades para los mayores.

En estos espacios, se facilita una estética del amor en la vejez, que permite recrear un escenario en el cual el envejecimiento no resulte un estorbo, sino un rasgo conducente al encuentro.  La propia ideología que los sustenta tiende a confrontar las inhibiciones sociales y a buscar la semejanza con las otras edades.  Por ultimo, habilitan la readecuación de los deseos asociados a la juventud, de modo que sean admisibles en la vejez.  Es decir que estos modos de asociación han abierto el horizonte subjetivo de los mayores y les han permitido desestructurar muchas de las limitaciones a su erotismo. 
 

el cuerpo como proyecto.

En las sociedades posmodernas, el modo de gobierno del cuerpo se ha modificado: se lo regula con el objetivo de buscar placer, se hace dieta con el fin de mejorar su aspecto como si fuera un sistema de simbolismo sexual.

El proyecto del cuerpo carga con una serie de significaciones asociadas al ideal de la juventud,  el parecer bello o joven toman un sentido común, así como el parecer viejo se asocia con lo feo.

El estilo uni – age enseña que el cuerpo idealizado de la juventud es posible a cualquier edad si se realizan los esfuerzos adecuados.  Vuelve a aparecer así, la noción de envejecimiento como mascara o disfraz disociados.  A esta mascara de la vejes se la considera patológica ya que el si mismo interior se mantiene dentro o debajo, como normal. 
 
 

los aportes de masters y johnson.  ¿demasiado viejo para cambiar?

Al referirse al tema de la vejez Masters y Johnson señalaron un sofisma según el cual “la incompetencia sexual es un componente natural del proceso de envejecimiento.  Frente a esto sostenían que la comprensión de los procesos psicofisiologicos intervinientes en la sexualidad servia para evitar un destino signado por el malentendido.

Los autores consideraban que la metodología educativa era el mecanismo que promovía la modificación del sofisma.

Ambos consideraban verdaderamente relevante la cuestión pedagógica ya que aseguraban que una educación prejuiciosa y represiva inhibía el acceso a la sexualidad en las personas de edad.  Los casos presentados revelaban la incidencia negativa de médicos, psicólogos, curas o rabinos, que aconsejaban mal a esta población y la condenaban a la carencia sexual.

Se volvía a remitir a la idea de historia clínica para mostrar las variables biológicas, personales y sociales puestas en juego en los problemas sexuales.

Con respecto a las modificaciones en la sexualidad como producto del envejecimiento, consideraban que su conocimiento resultaba central, ya que permitirían al sujeto aprender a manejarse sexualmente de otra manera, por ello describieron una serie de procesos que si bien no fueron investigados en su totalidad, posibilitaron organizar la lectura de tales cambios y darles un enfoque pedagógico. 

Las conclusiones más importantes fueron que:

Entre los factores más relevantes de la sexualidad masculina en la vejez s encontraban con mayor cantidad de tiempo que requería la erección y la dificultad con la que esta alcanzaba su plenitud.

En contraposición, el periodo de la fase de meseta era de mayor duración que en el joven, lo que implicaba la ventaja de que el acto sexual se prolongase.

Las modificaciones fisiológicas en el hombre mayor no parecían disminuir su experiencia orgásmica, tampoco las disminuciones en la presión y el volumen eyaculatorios alteraban el placer que experimentaban.  Los autores también sostenían que la creencia en la educación llevaba a que , además de las terapias de reemplazo hormonal, pudieran ser aplicados tratamientos sexuales a los mayores, con lo que desafiaban el mito que afirmaba que eran demasiados viejos para cambiar.

Con respecto a la mujer, utilizaron el mismo esquema que señalaba que las mujeres menopausicas carecían de deseo sexual y que los cambios fisiológicos propios de esa edad significaban el término de su vida sexual.  La menor producción de secreción vaginal, los efectos de la involución ovárica que ocasiona el adelgazamiento de las paredes vaginales, y las contracciones espasmódicas son algunos cambios que s describieron como parte del proceso del envejecimiento femenino.  Frente a ellos, recomendaban seguir manteniendo relaciones, ya que consideraban que la vagina es un espacio potencial y no actual, es decir que de no haber una adecuada y afectiva estimulación sexual, las paredes colapsarían.

El estudio daba cuenta de que las mujeres mayores que llevaban una actividad sexual regular iban a mantener una mayor capacidad para desarrollar el acto sexual que las que no la tenían,  es decir que, para los autores, la psique desempeñaba un papel importante en un desbalanceado sistema endocrino de la mujer posmenopáusicas.