1- Articule este chiste con uno de los significados de la vejez y, además, con
la noción de masculinidad que desarrolla Iacub en su artículo.
2- Articule la siguiente viñeta con la teoría de la Identidad Narrativa y los
conceptos de Refiguración y Configuración:
“La única vez que les presenté (a los hijos) a uno (pareja) fue cuando comencé a
salir con él, pero los dos teníamos 80. Nos llevábamos muy bien. Él era un señor
muy instruido, con muy buena conversación y… si vieras qué entusiasta era en la
cama. Comencé a invitarlo a reuniones familiares. Les caía muy bien a los
chicos.
Pero se enfermó, se deprimió, después de 2 años dejó de llamarme y, lo que
nunca, yo fui a pedirle explicaciones a la casa y lo vi tan entregado y
desalineado. No quiso hablar ni dar explicaciones. Sufrí mucho. No logré
entender ese cambio. Después de eso no quise más. Lo que me tenía a maltraer era
no entender, no saber qué había pasado. Mis hijos me embarullaban, me apuraban
para que estuviera bien, para que aceptara salir con ellos. Eso che, es
terrible. De pronto parece que dejás de tener derecho a resolver hasta tus
cuestiones más íntimas y privadas.
De a poco fui saliendo, aunque me costó, pero lo logré”.
3- Analizar la respuesta al sofisma que señalan Masters y Johnson respecto de la
sexualidad y articular con alguno de los significados de la vejez.
4- Analizar la siguiente viñeta articulando con los contenidos del Modelo
Teórico del Apoyo Social teniendo en cuenta los tipos y fuentes de apoyo.
“Hace poco tuve un accidente, me caí en la calle. Mis hijos viven afuera, en el
extranjero...Por unos días no vine al curso pero todos mis compañeros me
llamaban para ver cómo estaba y venían si necesitaba algo como hacer una compra
o un trámite. Incluso me prestaron plata. Me sentí muy querido” (Antonio, 82
años).
¡Muchos éxitos!
1- Como todo constructo socio histórico cultural, la idea de edad y sobre todo
de vejez, así como los prejuicios y estereotipos anudados a ellos han variado a
lo largo del tiempo. Iacub así lo plantea en su libro “Identidad y
Envejecimiento” diciendo que las concepciones son múltiples y coexisten en cada
sociedad y cultura. Así mismo, de la categoría edad, se desprenden una serie de
funciones y roles asociados a cada una, a la vez que una serie de valoraciones
tanto positivas como negativas.
El rol de la categoría "edad" y la división etaria cobra mucha importancia en
algunas sociedades al punto tal que determina en el diagrama social de un pueblo
los modos en que dicha sociedad considera y habilita posibilidades de trabajo o
de goces, usos de poder y saber, etc. Es así que, en base a lo anterior,
podríamos decir que existen ciertas formas de poder ancladas en conjuntos de
relaciones objetivas que buscan definir al sujeto. Éste último es transformado,
concebido, por un determinado discurso narrativo y como consecuencia se espera
que actúe desde esa posición que se le otorga.
Cuando hablamos específicamente de la vejez la mayoría de las definiciones
suelen apuntar a la biología, generalizándola a otros campos. Tal como plantea
Iacub, las concepciones de vejez “(…) suelen tener un claro tinte ideológico en
tanto plantean un esquema evolutivo-involutivo que lleva a concebir el envejecer
como un proceso que se sintetiza en el deterioro progresivo.”
También propone que “La perspectiva implica reconocer el modo en que se
constituyen los significados a partir del entrecruzamiento entre una referencia
de edad, género, educación, clase social y la de vejez, con todas las
atribuciones, ideas, representaciones y prescripciones sociales con que se las
define.” Dentro de estas perspectivas podremos encontrar la perspectiva de la
edad, de género, de cohortes, de clases sociales, etnias y niveles de educación;
así como también algunas significaciones relacionadas a la vejez como la
enfermedad, la erótica, los significados de la productividad y la autonomía, de
la actividad y del sujeto psicológico en el envejecimiento.
Por otro lado, al observar la viñeta otra de las cosas que se nos vienen a la
mente son las palabras vejez y género, específicamente el de masculinidad, en
este caso en particular.
Respecto del concepto de masculinidad, bien sabemos que la sociedad construye
alrededor de este un ideal hegemónico relacionado a poder físico, sexual y
económico; desapego emocional; coraje y dominación, capacidad de protección y
autonomía, etc.
En base a todo lo antes mencionado podemos entender claramente como muchas veces
la relación de la masculinidad con la vejez resulta incompatible ya que, de
cierta manera, se contradicen. Es decir, es difícil poder contemplar una idea
positiva de la vejez en relación a la masculinidad si el único concepto regente
en nuestra sociedad es ese ideal hegemónico antes mencionado.
Para los hombres (más que para las mujeres), uno de los principales momentos de
quiebre respecto de su masculinidad es la jubilación, la cual también trae
sentimientos negativos asociados a ella. La jubilación es vista, muchas veces,
como ese pasaje obligado a la vejez (considerando a esta desde su concepción
negativa antes mencionada), es la caída de esa visión de si mismo como un
proveedor, como el sostén de la casa; se asocia muchas veces a una pérdida de un
rol de autoridad (concebido así por la persona), así como también de un estatus
y poder económico hasta entonces percibido en forma positiva. La jubilación es
considerada muchas veces como una pérdida de autonomía.
En la viñeta otorgada, podemos ver a un hombre que comienza a pensar, en forma
adelantada podríamos decir, sobre su jubilación y como se configurará o se re
configurará su vida a partir de la misma. Vemos claramente los cartelitos de
“crisis” dando vueltas por la viñeta haciéndonos entender que esa persona
estaría entrando en un estado de crisis debido a la idea de su jubilación.
Podríamos, quizás, pensar en este hombre, joven aún por supuesto, como un hombre
marcado por esos conceptos o prejuicios hegemónicos mencionados anteriormente
relacionados al hombre proveedor, con un cierto rol de autoridad y status
económico que entra en crisis cuando ve todo eso “salir por la ventana”,
escapársele en un solo momento: el de la jubilación. Bien sabemos, también, que
en el caso de los hombres, más que en el de las mujeres, la narrativa de su vida
se encuentra mucho mas fuertemente asociada al trabajo por lo cual gran cantidad
de hombres sienten el tener que dejar de trabajar como algo casi imposible de
hacer, algo muy difícil, ya que, muchas veces, han configurado toda su vida
alrededor de la idea del trabajo y cuando se vislumbra en un futuro la
posibilidad de pérdida de este pueden sentirlo como una pérdida de gran parte de
su vida misma que los lleva a tener que armarse una nueva identidad por fuera
del ámbito laboral.
En relación a los significados de la vejez, podríamos pensar que la viñeta se
relaciona claramente con el significado de la productividad y la autonomía. Es
posible imaginarse como el hombre de la viñeta podría claramente sentir que
pierde su valor en cuanto a la idea de productividad, una vez jubilado ya no
será más un miembro productivo de la sociedad. Tal como propone Iacub “La
valoración social del trabajo formal, establecido no solo como medio de
subsistencia, sino como ideal y referente vital, lleva también a que el término
de la vida laboral se asocie con una pérdida de la pertenencia organizacional,
la identidad laboral y las formas de socialización; cambio en la autoimagen,
autoeficacia y autoestima; modificación de metas y objetivos, y de rutinas que
estructuran el uso del tiempo.”
El hombre de la viñeta pasa por una crisis en la cual ve su jubilación como una
pérdida de grandes y fuertes características que los configuraban como “hombre”
y “miembro útil de la sociedad”.
2- Al pensar el concepto de identidad narrativa encontramos variadas
definiciones de diferentes autores, pero podríamos resumirlo como un proceso de
movimiento pendular, dialéctico, de permanente mutabilidad utilizado por las
personas para dar sentido y coherencia al conjunto de la vida.
La identidad narrativa permite así la integración de versiones del sí mismo y
ofrece un sentido de unidad al sujeto como un todo coherente articulando
presente pasado y futuro.
La identidad narrativa comprende otros dos conceptos: la narrativa y su
resultado directo, el relato, y el pensamiento narrativo. La narrativa es el
proceso que permite dar forma a una narración y crear así un relato que va a ser
el producto del procesamiento de lo que acontece a la persona y va a dar lugar a
las historias que la gente se cuenta a sí misma y a otros a través del
pensamiento narrativo.
Este proceso de construcción de la identidad narrativa da lugar a las nociones
de figuración, re figuración y configuración como partes del mismo. Podemos
pensar la figuración como la representación del sí mismo, es decir, el yo en el
momento presente, el quien soy ahora. Mientras que la refiguración es concebido
como un proceso que se pone en marcha cuando algo disruptivo acontece, cuando
algo produce un quiebre en la narrativa presente. En el centro de este proceso
podemos encontrar la pregunta “¿Quién soy?” como motor del mismo. Y finalmente
la configuración es el proceso por el cuál las personas pueden volver a dar
sentido, coherencia, a lo que le sucede y rearmar su identidad, logrando
narrarse a sí mismos desde otra perspectiva.
En relación a todo lo comentado anteriormente podemos analizar la viñeta
ofrecida en esta consigna en la cual se observa como esta señora mayor relata un
momento de crisis que se le presentó en su vida, un tiempo atrás, generado por
una ruptura amorosa y la consecuente intrusión de los hijos en su vida, tal como
ella lo describe. Se encontraba allí en un momento que podríamos denominar de
refiguración en el cual se encontró cuestionándose su vida: porque había sucedió
el hecho, como pudo pasar, hasta el punto de cuestionarse ella misma; por ese
entonces llegó a desconocerse, lo que nos deja entre ver cuando dice “(…), lo
que nunca, yo fui a pedirle explicaciones a la casa”, alcanzando ese punto de
preguntarse ¿Quién soy?. Su identidad narrativa se vio quebrada, se encontró
frente a una situación y una imagen de si misma que desconocía y que no
correspondía con el relato que hasta antes de dicho hecho ella había creado de
sí misma. Sin embargo, finalmente por lo que nos cuenta, pudo salir de ese
momento de crisis y avanzar hacia lo que podríamos llamar un momento de
configuración, pudiéndole dar un nuevo sentido a su vida, reconstruyendo su
propia identidad. Si bien la señora de la viñeta no da muchos datos sobre esto,
mas allá de que le fue difícil llegar a este punto, podríamos suponer que, o
bien aún se encuentra trabajando en su configuración o bien la ha alcanzado
exitosamente por lo cual podría encontrarse ingresando nuevamente en una etapa
de figuración que sería aquella que representa el yo del presente, el quien es
ahora.
3- Masters (1915-2001) y Johnson (1925), ubican, al referirse al tema de la
vejez, un sofisma de gran difusión en su época que decía lo siguiente: “la
incompetencia sexual es in componente natural del proceso de envejecimiento”.
Frente a esto, ambos investigadores responden que es falso y proponen como
necesidad fundamental la educación, es decir, promueven educar a la población en
temáticas de vejez para evitar que se generen falso dichos como el antes
mencionado.
Estos autores propusieron, en base a sus investigaciones y como respuesta a este
sofisma, que se producen una gran cantidad de modificaciones relacionadas a la
sexualidad como producto del envejecimiento y describieron una serie de procesos
que permitirían una mejor organización y comprensión de los cambios antes
mencionados. Entre los cambios que se producen con el envejecimiento plantearon
como principales de su investigación, los siguientes: 1- Que el envejecimiento
puede enlentecer la respuesta sexual humana, pero no terminar con ella. 2- El
mejor predictor del nivel de la sexualidad humana es el nivel de actividad
sexual en los años tempranos.
Si pensamos esto en relación a las perspectivas y significados de la vejez, tal
como los plantea Iacub en su libro “Identidad y Envejecimiento”, nos es fácil
pensar en como el sofisma presentado anteriormente da cuenta de un prejuicio, un
estereotipo que actúa como una marca social sobre las personas imprimiendo un
sesgo identificador que se podría leer como: todos los viejos son incompetentes
sexuales o bien, al arribar a la vejez se acaban las relaciones sexuales debido
a que todos son impotentes/incompetentes físicamente.
Por ejemplo, uno de los significados mas comunes asociados a la vejez y con el
que podríamos relacionar el sofisma es el significado de la enfermedad en la
vejez. Es decir, el pensar que la incompetencia sexual es algo “común” en una
persona vieja, verlo como algo “natural” es también naturalizar que los viejos
son enfermos o siempre enferman y la sexualidad por supuesto es una de las áreas
impactadas por esta enfermedad que pareciera ser la vejez misma. Los
significados de la enfermedad en la vejez adscriben a un modelo biomédico,
hegemónico, por el cual se interpreta la vejez como un problema médico y se la
define como un proceso de enfermedad progresiva caracterizada por una multitud
de cambios fisiológicos.
4-A través del Modelo Teórico del Apoyo Social, Claudia Arias, nos propone que
el apoyo social, pensado como “la ayuda ya sea emocional, instrumental o de otra
índole que se deriva de un determinado entramado social” (Fernández Ballesteros,
Izal, Montorio, González & Diaz Veiga, 1992, p. 177), cumple un rol muy
importante en la vida de las personas ya que ayuda y permite dar sentido a sus
vidas, a la vez que propicia actividades asociadas positivamente a la sobrevida
orientadas al cuidado y promoción de la salud, así como también permite a las
personas una retroalimentación sobre las desviaciones de la salud.
El modelo del Apoyo social va a plantear que, quizás, lo mas importante respecto
del apoyo social que reciben las personas es la sensación, es decir, la
percepción subjetiva, de que son o pueden ser cuidados, amados, valorados, etc.
Podríamos decir, con nuestras palabras, que les permite sentir a las personas
que tienen una red de seguridad, que hay alguien ahí para ellos.
“El modelo del apoyo social sostiene que la participación activa en los espacios
sociales y la integración familiar y comunitaria incrementan el bienestar y
elevan la calidad de vida.”
Claudia Arias distingue, dentro de las fuentes de apoyo social que puede tener
una persona, las formales y las informales. Entendiendo por formales, aquellas
que pueden venir del ámbito público o privado relacionadas a subsidios,
programas de prestación de servicios, planes del gobierno, etc. Mientras que las
fuentes informales están mas relacionadas a los vínculos, ya sean familiares o
no: amigos, hijos, compañeros de alguna actividad que realicen. Claudia propone
también que ambos son igualmente importantes y que la falta o escasez de una en
relación ala otra puede ser insuficiente y traer resultados negativos.
En base a esto, entonces, podemos decir que la red de apoyo social podrá estar
conformada por un conjunto restringido de relaciones familiares y no familiares
que podrán estar presentes ante un momento de necesidad de una persona, y que
podrán estar preparadas para actuar y ayudar ante momentos de crisis, o
cualquier conflicto o problema que se presente.
En relación a todo lo desarrollado mas arriba, es sencillo observar en, la
viñeta otorgada, como Antonio relata muy alegremente su percepción respecto de
su propia red de apoyo social. Antonio, si bien no cuenta con sus familiares
directos dado que no están en el mismo país, ha creado una red de apoyo, que
podríamos nombrar del tipo informal, conformada por sus compañeros de curso
quienes actuaron inmediatamente cuando él se encontró en una situación de
necesidad. Si bien podríamos quizás pensar que el tamaño de su red de apoyo no
es muy grande o bien que la misma es bastante homogénea respecto del tipo de
personas que la conforman, la misma está presente y funcionó perfectamente en el
momento de necesidad.