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Capítulo 2: IDENTIDAD PSICOLÓGICA EN EL ENVEJECIMIENTO
La Identidad es algo que se desarrolla a través del tiempo, conteniendo aspectos de gran fijeza (rasgos estructurales o de personalidad) que tienden a tener mayor estabilidad y también otros aspectos que son más influenciables por diversos contextos de significación.
Entre estos dos aspectos hay una continuidad, existe una elaboración psicológica que se narra en presente, resignificando aquello que aparece como primario. La identidad es un modo en que el aparato psíquico produce significados que otorgan sentido y continuidad.
La psicología del envejecimiento debe dar cuenta de ambos aspectos: la estabilidad y el cambio, articulando los aspectos estables de la personalidad (conformados tempranamente en la historia vital del sujeto) y los aspectos de orden más procedimental (socioculturales, situacionales y temporales específicos) por medio del cual se produce la identidad, realizando una “edición narrativa”.
Identidad y proceso de envejecimiento
Aunque el PE ocurre a lo largo de toda la vida, adquiere connotaciones más específicas en la mediana edad. Envejecer implica modificaciones de múltiples variables:
-En la lectura que el otro hace sobre el sujeto envejecido.
-En los aspectos físicos, los cuales alteran la relación del sujeto consigo mismo, produciendo variantes en la lectura de sí.
-Las representaciones de sí mismo, las cuales fueron variando según las experiencias y los contextos.
-La relación de cantidad de tiempo vivido y el que queda por vivir, hay más pasado que futuro lo que hace que aparezcan proyectos finitos y una representación de la propia muerte.
-La relación del sujeto frente a ideales sociales altamente valorados, como la carrera laboral.
-Los factores que motivan la creciente desinserción de los marcos sociales habituales.
-El cambio de lugar en las cadenas generacionales.
Crisis: (separación/abismo) eje conceptual que permite describir la percepción de un cambio subjetivo que requiere un trabajo de elaboración psíquica que dé cuenta de las transformaciones sucedidas. En los momentos de crisis se revela ante el ser humano lo que siempre había tenido ante sí y que había desplazado con creencias, roles e ideales sociales: da lugar a una desesperación que se relaciona con la desorientación, perdiendo referentes que guían al sujeto.
Las personas necesitan conducirse con referencias que indiquen rumbos, sentidos y contextos en los que sientan niveles de seguridad. La inminencia de un cambio puede producir inseguridad y pérdida de control que lleve a un sujeto a esa desesperación.
La identidad se construye con relación a límites que forjan un mapa conocido, ya sea por los afectos con los que se relaciona o los contextos en los que se desenvuelve. Así, el límite se convierte en un significado de la identidad, ya que dice lo que se es y lo que no se es. Son los límites los que sitúan los centros y los márgenes, connotados por valores ideales.
La crisis es entonces una experiencia que limita, escinde y margina: la persona puede intentar buscar un retorno a la seguridad ofrecida por el estado anterior, permanecer en una vivencia de tristeza e inadaptación por la pérdida de lugares o explorar nuevas formas identitarias que no generan una sensación de exclusión.
La resolución de una crisis supone la interacción con los múltiples contextos en los que el sujeto se desenvuelve, los que proveerán márgenes de posibilidad y limitación. Ocurre cuando la persona puede hacer una lectura distinta acerca de del modo en que fue construido “su problema”. Modificar esta construcción de su problema podría dar lugar a resultados diversos.
La crisis promueve nuevas representaciones de la identidad, por medio de las cuales se forjará una representación posible del sí mismo, limitando la sensación de exclusión que la experiencia límite de la crisis había producido.
Identidad en la mediana edad
Existe una serie de cambios referidos a la vejez que se condensan en esta etapa. Se pueden analizar mediante dos formas: descriptivo y evaluativo.
-Descriptivo: estudia los significados de la edad cronológica o las opiniones comunes acerca de la posición que ocupa la mediana edad en el curso de la vida. Se define como el período vital entre los 40 a 60/70 años, siendo el punto final de la juventud o temprana adultez y el inicio de la vejez. Unas de las referencias sociales son el declive en la edad de tener hijos y la aparición de la abuelidad en etapas tempranas. También es época en la que aparece como el final de una etapa laboral. Todo esto, ubica al sujeto en una nueva relación frente a los ideales sociales y redefinen sus objetivos personales.
Se diferencian dentro de esta categoría la temprana edad media y la tardía, ya que la estructura de vida y las características funcionales de cada una se encuentran separadas por una transición lenta o repentina del trabajo al retiro.
Esta etapa vital se organiza según circunstancias sociales altamente cambiantes, tales como la jubilación o la ida de los hijos (que puede generar el “síndrome del nido vacío”).
También existen cambios biológicos propios de la edad, que afectan las capacidades y facultades, interfiriendo en la ejecución de planes y obligaciones, o que conmueven la imagen personal, incidiendo en el reconocimiento del envejecimiento personal.
-Evaluativo: focaliza las percepciones y vivencias de las personas de mediana edad, así como la importancia que le otorgan a los acontecimientos y las experiencias de esta etapa. Existen percepciones de cambio que se relacionan con situaciones de ruptura de un cierto equilibrio anterior que pone en juego un nuevo sentido de la identidad de personal.
Todas estas circunstancias pueden llevar a que se pongan en duda determinados roles y expectativas sobre el sujeto y sobre el sí mismo, por lo que se volverá necesaria la compleja tarea de reconstruir la identidad: volver a establecer un nuevo concepto de sí mismo, redefiniendo objetivos y aspiraciones personales.
à Podemos hacer coincidir la aparición de la mediana edad con una crisis: la conciencia de uno mismo, enfoque sobre el sí mismo y un reconocimiento de la identidad, deberá procesar a través de modelos personales y sociales, la experiencia de envejecimiento para producir un renovado autoconocimiento. Es también un momento paradójico, ya que al tiempo que se produce una estabilización económica y afectiva, se daría una ruptura con ese equilibrio que emerge de las preocupaciones por el sí mismo, entre las que se subrayan los cambios corporales, el rendimiento psicofísico, posicionamiento personal y en relación con los otros.
Roles familiares
El rol familiar puede replantear el rol social del sujeto. El “síndrome del nido vacío” describe la sensación de desamparo que padecen los padres ante la ida de sus hijos del hogar familiar. Hay una tristeza frente a la pérdida, no solo de la cercanía de los hijos sino también de un rol social asociado a su identidad. La elaboración de esta pérdida dependerá del tipo de relación de objeto que se estableció. Puede que no se manifieste afectos relativos a la ida de los hijos pero que otras esferas se vean amenazadas (relación con la pareja, propósito vital, significados de sí mismo). Así también, la introducción de nuevos miembros familiares plantea celos, rivalidades y una sensación de pérdida de lugares afectivos y de poder frente a los hijos. Actualmente, aparece la ida más tardía de los hijos, lo que genera en los padres sensación de cansancio por tener que ocuparse de éstos en edades que se supone ya deberían haberse ido.
La abuelidad suele aparecer como uno de los logros de esta etapa, ya que se puede recuperar una posibilidad de vínculo afectivo intenso, renovar la relación con los hijos y sentir que la vivencia de finitud y de pérdidas físicas se compensa con la continuidad que brindan los más jóvenes. Pero también es posible hallar celos y envidia por perder un espacio sin sentir que los nietos representen una recuperación.
La prolongación de la vida también ha generado que las personas de mediana edad deban ocuparse del cuidado de los propios padres, lo que trae el mayor problema para éstos y constituye la mayor fuente de estrés.
Menopausia
Siempre se utilizaron terminologías que resaltaban los significados negativos de esta etapa. Pero hoy en día hay otras lecturas que, sin dejar de lado los síntomas a nivel biológico y psicológico (sofocos, irritabilidad, sudores nocturnos), ofrecen una nueva perspectiva acerca de cómo se interpreta la menopausia. Sugieren que permitiría nuevas identidades y elecciones, y la entrada a una fase de la vida sin género o con posiciones de género menos estereotipadas.
Se relativiza la noción de límite que tiene la menopausia como experiencia de envejecimiento en relación a la fertilidad: la generación actual de mujeres con menopausia tuvo acceso a píldoras anticonceptivas, lo que permite que la mujer se pueda definir a si misma por fuera del orden biológico reproductivo, así que no debería pensarse la menopausia como el fin de la fertilidad ya que tampoco haría falta esperarla para ello.
Características del yo y de la etapa vital
-Yo existencial: percepción emergente del sí mismo con una existencia temporal y dependiente del propio cuerpo. Estos aspectos físicos y temporales de la identidad van creciendo en su significación personal. Existe una personalización de la muerte: en la mujer, esta personificación surge en una representación prospectiva de viudez y en el varón, en la amenaza de la enfermedad.
-Yo físico: tarea de adaptación a la edad biológica. Se destaca la manera en la que la persona representa los periodos de la vida y el paso del tiempo a través del cuerpo. Y también se relaciona con las observaciones acerca de cómo la edad física incide en las posibilidades y la apariencia del cuerpo. En la temprana ME el temor a las enfermedades y las características del funcionamiento psicológico son fuertes y van aumentando hacia el final de esta etapa. En la segunda mitad de la ME, el significado del cuerpo es totalmente diferente de lo que es para los jóvenes adultos. El sexo y los eventos románticos son de gran importancia en la joven adultez pero menos mencionados en la ME y la vejez.
-Yo temporal: incremento de referencia temporales para dar cuenta de la propia identidad. Hay un aumento en las expresiones lingüísticas sobre referencias temporales y declaraciones acerca del pasado, y de anticipaciones futuras del yo y de la vida. La memoria anuda el pasado personal con una perspectiva de futuro. La identidad temporal se conecta con la experiencia del movimiento a través del curso de la vida y del saber acerca de la mayor proximidad a la fragilidad y la muerte. Hay también un cambio en la percepción del tiempo, se piensa más en el tiempo que queda por vivir.
-Memorias autobiográficas y reminiscencias: pensamientos relacionados con lo vivido de una persona. El pasado es largo y una considerable parte de la vida se ha materializado. Referencias espontáneas a lo ya vivido se van incrementando. También surge una mirada introspectiva frente a alguna limitación personal subjetivamente vivida, balance acerca de lo que uno fue. Aparece la reminiscencia como un trabajo psíquico para mantener la economía mental en un estado de equilibrio: a través del acto de pensar sobre, relatar eventos o el recuento de experiencias pasadas, especialmente las más significativas de la vida personal.
-Yo laboral: la vida laboral resulta contradictoria. Aparece una mayor satisfacción laboral, motivación positiva, experiencia social y profesional. Pero también un sentimiento de incremento de la presión laboral o de un modo igualmente preocupante surgen el hastío o aburrimiento. La identidad laboral puede verse amenazada por la mayor comprensión en las limitaciones de los objetivos, afectando la autoestima y satisfacción vital. La expectativa de retiro laboral puede afectar por diversas vías: impone límites a la proyección del sujeto, que puede verse como un trabajado envejecido aun en plena ME. Y a pesar de que a veces la jubilación puede ser anhelada, la cuestión económica puede resultar muy compleja, con una notoria disminución de ingresos.
-Yo psicológico: una mayor conciencia de sí, selectividad, control del entorno, dominio, competencia y una amplia gama de estrategias cognitivas. Surge un nivel intersistémico de integraciónen el cual se produce un gradual alejamiento de los valores ideales hacia un mayor contextualismo, o sea que las formas de comprender y comportarse se ajustan a las circunstancias, lo que supone que la reflexividad y el conocimiento del sí mismo se incrementen. Hay también un pensamiento posformal como un mecanismo de adaptación para solucionar problemas, que se desarrolla en la experiencia social y que no suele surgir antes de la adultez madura. Este pensamiento se relaciona con la búsqueda de un significado de la vida y de las relaciones con los otros, la creación de una verdad personal y la necesidad de realizar balances.
Teorías y perspectivas sobre la identidad en la vejez
Teoría de la Actividad
Surge de una propuesta la cual sostiene que la realización exitosa de actividades u ocupaciones en el desarrollo de la vida brindaría felicidad, y el fracaso de éstas produciría infelicidad y reprobación social. Posee dos hipótesis centrales:
-Las personas viejas y activas se encuentran más satisfechas y mejor adaptadas que aquellas que son pasivas.
-Las personas viejas pueden sustituir las pérdidas de roles por otros nuevos,para mantener su lugar en la sociedad.
Se entiende que en cuanta más actividad, mayor satisfacción. Hay tres tipos de actividades:
-Informal: amigos y vecinos
-Formal: grupos voluntarios y socio-recreativos
-Solitaria: se realiza de forma independiente, como cuidar la casa o el ocio.
(Crítica: las actividades formales también pueden hacerse con amigos o vecinos, por lo que la separación entre formales e informales no existiría realmente)
Las informales serían las más fortalecedoras y contribuirían a una mayor satisfacción de vida que las solitarias, porque permitirían reafirmar los roles y restablecer miradas positivas sobre el sí mismo.
Sostiene que gran parte del retraimiento tiene que ver con los prejuicios existentes y que la continuidad de la actividad depende de motivaciones personales y del ajuste de las actividades a las posibilidades y los deseos. No es la actividad misma la que es provechosa sino lo que para el individuo tiene sentido de realización y disfrute.
Crítica: la noción de actividad se convierte en una suerte de demanda generalizada y poco específica.
Teoría de la Desvinculación
Existe una retirada gradual y natural de los contactos sociales, parte de un proceso lógico y universal de adaptación a las nuevas circunstancias vitales y a sus mermadas capacidades sensorio-motrices. Este proceso sería entonces deseado y normal. Es un distanciamiento o desvinculación recíproca entre las personas que envejecen y el sistema social al que pertenecen. Esta retirada está acompañada de una preocupación creciente por el yo y por una disminución en la inversión emocional en las personas y los objetos del ambiente. Posee tres factores fundamentales:
-La pérdida de roles al cambiar la posición del individuo en la sociedad.
-El aumento de la conciencia de que el futuro es limitado y que la muerte no sólo es inevitable, sino que está cerca. Así, el viejo se centra más en sí mismo y lo que es importante para él.
-La pérdida de las capacidades sensorio-motrices no permitiría mantener determinado nivel de actividades.
Esta retirada tiene fines adaptativos, individual y socialmente, ya que permitiría el recambio generacional a nivel socioeconómico. Es considerada funcional, prevé el alejamiento de la persona vieja del mundo productivo, permitiéndole prepararse para la muerte y así facilitaría la apertura de espacios para los más jóvenes eficientes, logrando el mejor fin social.
Crítica: propone la segregación del grupo poblacional de viejos. Además, las desvinculaciones resultan ser más un resultado de demandas sociales y políticas que algo natural.
Modelo SOC
Se presenta como un ejemplo de adaptación, ya que a medida que envejecemos es fundamental optimizar la utilización de los recursos disponibles, sabiéndolos limitados como los temporales, los naturales y los personales. El curso de la vida implica multidimensionaldad y multidireccionalidad, y también selectividad (S), optimización (O) y compensación (C). Estos procesos funcionan de manera activa y pasiva, consciente e inconsciente, individual y colectiva.
-Selectividad: darse cuenta de oportunidades y restricciones específicas en los distintos dominios de funcionamiento y actuar en consecuencia, diseñando metas alcanzables (selección centrada en las ganancias) o cambiándolas y acomodándose a pautas distintas (selección centrada en las pérdidas).
-Optimización: identificar procesos generales que se encuentran involucrados en la adquisición, la aplicación y el refinamiento de los medios para el logro de metas relevantes, previniendo resultados indeseables.
-Compensación: producción de respuestas funcionales frente a la posibilidad de que ocurran pérdidas sin necesidad de cambiar las metas. Son nuevos medios y recursos, dirigidos a la producción de objetivos, que compensan la pérdida de medios y recursos disponibles.
Teoría de la Selectividad Socioemocional
La gente considera el tiempo que tiene por delante y fija sus metas de acuerdo a éste. Cuando el tiempo se percibe como algo abierto, son más importantes las metas relacionadas con el futuro y la información. Cuando se percibe como más limitado, las metas emocionales se vuelven más importantes y las personas prefieren interactuar con quienes mantienen relaciones más estrechas.
Existen tres motivos sociales primarios: la regulación emocional, el desarrollo y mantenimiento del autoconcepto y la búsqueda de información. Los objetivos se centran en adquirir satisfacción emocional en el contexto de relaciones interpersonales gratificantes, manteniendo una vida emocional positivamente equilibrada y una óptima regulación emocional. Esto explicaría la reducción de la red social, como el resultado de un cambio motivacional en las metas sociales. No hay tiempo que perder con personas distintas a las allegadas. Hay una necesidad de mantener cercanía emocional con otros significativos, conduciendo a interacciones más selectivas.
La paradoja del bienestar
Expresa la contradictoria relación entre indicadores sociales negativos relacionados con el envejecimiento y una gran mayoría de adultos que expresan sentirse bastante felices. La gente se volvería menos preocupada y ansiosa a medida que avanza la edad. Las personas mayores utilizan estrategias más centradas en la emoción, dando diversos significados al problema, permitiendo comprenderlo de manera más positiva. Se adaptarían mejor a las circunstancias que los rodean a través de una estrategia que brinda un mejor manejo de la situación.
Capítulo 3: EL ENVEJECIMIENTO DESDE LA IDENTIDAD NARRATIVA
Identidad Narrativa
Identidad es una dimensión que enfatiza la incidencia del presente como categoría de análisis, ya que la integración de la experiencia solo toma lugar a través de los cuadros actuales de comprensión. La identidad narrativa aparece como un movimiento pendular y dialéctico entre lo discordantes y lo concordante, lo incoherente y lo coherente. Un momento dentro de una dinámica de permanente mutabilidad con la función de organizar y dar mayor coherencia al conjunto de la vida, que de otro modo se presentaría fragmentada y difusa.
La integración de significados ofrece un sentido de unidad que posibilita ver a sujeto como un todo coherente en el espacio y el tiempo y con un propósito, donde se articula el presente como una progresión lógica desde el pasado y orientada hacia el futuro.
El sujeto lee su vida como si fuera otro, al mismo tiempo que la escribe, y en ese movimiento de lectura y escritura se produce una transformación de la representación que tiene de sí.
Hay una polifonía de voces, muchos sí mismos, que generan “momentos de integración”, y en el cambio y la dinámica entre voces hay una continua conversación entre ellos. Las historias se construyen en relación con determinadas audiencias, así como ciertas situaciones llaman a determinados tipos de relatos.
Existe un pensamiento narrativo como el medio por el cual el sujeto se cuenta historias a sí mismo y a los otros, implica una construcción de significado que otorga sentido a la experiencia.
La figuración o representación del sí mismo dan cuenta de los modos en que un sujeto se concibe, se ve y se comprende como tal, tanto por sí mismo como por el otro.
Fragilidad Identitaria: El sujeto edifica su identidad a partir del reconocimiento del otro, de los otros y de lo otro, que de alguna manera lo constituyen, lo que le brinda niveles de seguridad haciendo posible el manejo de un entorno que sino podría resultar incierto y atemorizante.
Las variaciones en la identidad, promueven experiencias de fragilización de las figuraciones identitarias, lo que puede producir una “ruptura biográfica” ya que el sujeto siente que su nueva identidad es desconocida, negativa o estigmatizada. Estos cambios producen evaluaciones de las diversas representaciones del sí mismo intentando promover resoluciones positivas. Se puede calificar también a estas evaluaciones como “reflexiones vitales” que surgen en situaciones en las que se requiere elaborar lo novedoso, promoviendo nuevos posicionamientos ante un nuevo contexto vital. Son necesarios los procesos reflexivos que organicen el sí mismo y le brinden un nuevo sentido de identidad que dé unidad y propósito.
Refiguración: alude al cambio en la figuración a través de nuevas categorías narrativas desde la que se pensaba el sujeto. Ponen en cuestión el quién o el autor de la acción o del relato. Es allí donde el sujeto se siente interpelado por el nuevo contexto de significación o circunstancia vital y requiere una reelaboración Identitaria. El “síndrome del nido vacío” o la jubilación pueden ser experiencias que modifican la figuración que se tenía de sí mismo, de los roles y posiciones que habían ocupado hasta ese momento y una demanda de un ¿quién soy ahora? o ¿qué debería ser?
El cuerpo es uno de los contextos donde se producen los cambios más resonantes: el cuerpo viejo marca discordancias con el cuerpo de la juventud, significados unos como cuerpos negativizados y los otros como idealizados socialmente. Además, se produce un cambio biológico en los movimientos, las sensaciones, las capacidades que modifican los tiempos y los recursos para enfrentar la vida cotidiana y dar forma al sí mismo. La dificultad de organizar una identidad como viejo se expresa en una escisión de sí. También hay una dificultad del reconocimiento personal: el quien aparece escindido entre el que puede y no puede, entre el mismo y el otro. Esta dificultad puede promover un sentimiento de inconsistencia y de vacío.
Configuración: aprehender como un todo y darle un sentido que vuelva seguible y comprensible un conjunto de actos, hechos o sucesos a través de un orden de causalidades estructurados en base a la orientación relativa a un fin prometido. La función de la narrativa es restaurar esos acontecimientos azarosos con sentidos que den al presente recordando un curso de vida coherente e integrado, y generar de esta manera un incremento en el sentido del bienestar.
Aparece como la respuesta de cierre a la refiguración: se encuentra la misma escisión, aunque organizada a través de un sentido de identidad personal, que parece centralizar el quién, lo que de otra manera aparecía difuso y escindido. El sujeto puede verse o concebirse con una representación más clara y objetiva de sí, más allá de la escisión que sostiene o que emerge en confrontación con la misma.
Algunas configuraciones requieren una dependencia con algún relato que brinde significado al ser y que permita la representación, así como contar con otro. El relato y el otro se vuelven soportes de la identidad y solo allí el sujeto puede sentirse con una figuración de si más clara y estable.
Este proceso requerirá de diversos modos de elaboración que permitan a las personas darse continuidad, coherencia y posibiliten restablecer un sentido ante ciertos límites que se presenten como disruptivos o discrepantes a medida que avanza el envejecimiento.
La función narrativa tendrá como objetivo cohesionar una representación del sí mismo a lo largo de la vida, a través de volver coherente lo que era discordante y volver continuo lo que resultaba discontinuo. Así, el relato tiene dos funciones: brindar una continuidad narrativa a la dimensión temporal de la vida y encadenar historias discontinuas de la propia vida que dificultarían reconocer un sentido de identidad. La narración no es un orden serial o sucesivo sino una estructuración que los transforma en un todo inteligible. El sujeto se convierte en narrador de su propia vida sin ser totalmente el autor.
Así la identidad narrativa sería el producto inestable de la intersección y el entrecruzamiento entre la historia y la ficción. El sujeto requerirá de un relato que sostenga dicha necesidad, para lo que se realizarán múltiples interpretaciones de la historia, lo cual redundará en una historia ficcionada. La ficción no implica verdad o falsedad, sino versiones diversas de un mismo hecho o historia de vida.
A través del relato se configura la identidad del sujeto a lo largo del tiempo, lo que implica una construcción que requiere una historia contada, encontrándose entre la permanencia y el cambio, mediando entre las concordancias y discordancias.
La concordancia es la posibilidad de dar coherencia a la propia narrativa, lo cual implica cierto grado de consistencia entre los elementos que componen el relato, nexos de continuidad y causalidad. Y el conocimiento de sí consiste en una interpretación mediante la cual el sujeto se apropia del personaje, de sí mismo.
El envejecimiento y la vejez requieren un significativo trabajo de configuración que facilite la integridad de la identidad personal.
Variantes configurativas de la identidad
Identidad Retrospectiva
Implica un ángulo de mirada del pasado desde el momento del presente. Resulta central ya que plantea un examen, una revisión, otra mirada, reconsideración, reevaluación, suponiendo una retroacción. La reminiscencia y la revisión de la vida son las dos que pueden producirse en la vejez.
-Revisión de la vida: reorganización de las experiencias pasadas, lo revisado es reflejado sobre el sí mismo. No es un proceso ordenado, puede aparecer como pensamientos olvidados e insignificantes acerca de uno mismo y sobre la historia personal. Solo en la vejez se tiene el sentido del ciclo de la vida entero, que implica mayor conciencia de la muerte y el comienzo del proceso de revisión. Puede dar resultados positivos (serenidad, sabiduría o expiación de la culpa) o negativos (desórdenes depresivos).
-Reminiscencia: retrospección espontánea o motivada del sí mismo en el pasado, proceso reflexivo a través del cual el individuo es capaz de definirse o redefinirse introspectivamente. Permite la confrontación rememorativa entre el que fui y el que he llegado a ser. Otorga claridad subjetiva al sujeto, que posibilita hallar nuevas correspondencias de identidad entre el sí mismo pasado y el actual. Este orden y significado permite hallar un sentido, entendido “hacia dónde” o un “para qué”. La nostalgia es un modo de reminiscencia, supone un recuerdo doloroso y aparece una sensación de vulnerabilidad por no haber alcanzado los objetivos esperados y la sensación de que ya no hay tiempo para realizarlos.
Funciones de la reminiscencia
*Narrativa: descripción de hechos del pasado con el propósito de transmitir información o brindar datos biográficos. Es un recuento de anécdotas, datos y hechos del pasado sin hacer hincapié en los juicios valorativos.
*Transmisiva: transferir conocimientos adquiridos a lo largo de la vida. Incluyen valores éticos y morales y la herencia cultural.
*Instrumental: recordar metas y objetivos del pasado y el modo en que se llevaron acabo, reconocer sus dificultades y sus soluciones para aplicarlas a situaciones problemáticas del presente.
*Integrativa: el individuo intenta encarar los eventos negativos del pasado. Resuelve conflictos, articula discrepancias entre lo real y lo ideal, identifica patrones de continuidad entre el pasado y el presente, encuentra significado y valor a la vida vivida para lograr significado y conciliación con el pasado. Conlleva el proceso de acoger el pasado como significativo y valioso, aceptar experiencias negativas e integrarlas con el presente y así alcanzar un sentido de coherencia entre el presente y el pasado.
Efectos de la reminiscencia
Produce una mayor capacidad de adaptación, mejora la solución de problemas actuales, posibilita la preparación a la muerte y refuerza el sentimiento de coherencia de sí. Puede dar una evaluaciónpositiva del sí mismo, integración de las vivencias positivas y negativas del pasado y del presente, responsabilidad por lo realizado y un bajo nivel de victimización. La negativa produce ansiedad, culpa, desesperación y depresión, aislamiento social y síntomas de inadecuación.
Identidad Prospectiva
Alude al futuro, al análisis y estudios sobre las condiciones de la realidad futura, con el fin de anticiparse a ello en el presente. Permite anticipar la dimensión de la futuridad de un sujeto, destacándose la construcción de una proyección a través de un sentido o propósito de vida, la trascendencia y la transmisión. El ser humano es autotélico, requiere y genera sus propios objetivos e ideales que le permiten dotarse de un sentido que organice su vida a futuro. El proyecto, la trascendencia y la transmisión son formas de dar continuidad al ser, lo sostienen en la ficción de permanencia.
*Proyecto: deseos, necesidades, valores o intereses que logran una determinada planificación con el fin de lograr un objetivo vital que permite dotar de sentido la expectativa presente de futuro. Es una vía que vincula al sujeto y a las condiciones de posibilidad que se produzcan en ese entorno, afirma un sentido aun en su contingencia y variabilidad. Se relaciona con un “fuerte sentido de un propósito en la vida” generando mejorpercepción de la salud, estado de ánimo positivo, sensación de crecimiento, desarrollo permanente, mayor aceptación personal del propio envejecimiento.
*Trascendencia: metáfora espacial en tanto implica pasar de un ámbito a otro, atravesando el límite que los separa. Es la continuidad de sí mismo en el recuerdo de los otros, aparece una cierta búsqueda de la finitud.
*Transmisión: impronta cultural, se transmite de una generación a otra y tiene forma de un legado. Implica un grado de compromiso con la comunidad más fuerte que la trascendencia. Alude al cuidado y a la transmisión para nuevas generaciones, no sólo respecto los hijos propios.
CONCLUSIÓN
La identidad narrativa aparece como un recurso teórico de gran potencial para explicar situaciones de cambio o crisis vitales, que ponen en juego los quiebres de significados-refiguraciones- y sus resoluciones -configuraciones-.
Cada una de las formas de configuración ofrece posibilidades de superar la inconsistencia y el vacío que promueven las refiguraciones, otorgando nuevas modalidades de sentido. También ofrecen modos de narración de la identidad que inciden efectivamente en los modos de ser y representarse como adultos mayores.
El envejecimiento requiere de teorías que permitan argumentar los cambios y las pérdidas, al tiempo que evidencien el potencial configurativo que puede dar lugar a integraciones y producciones de sentido.
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