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Comunicación Política | Resumen sobre Nathanson | 1º Cuat. de 2010 | Altillo.com |
Nathanson
“El presidente inesperado”
CAPÍTULO I
¿Quién es Kirchner?
Néstor Kirchner nació en 1950, militó en el Peronismo desde jóven, en Río
Gallegos y en La Plata, dónde se recibió de abogado. Durante la dictadura se
dedico a amasar una pequeña fortuna. Su primer cargo público lo ocupó como
intendente de Río Gallegos. La buena administración le permitió presentarse como
candidato a gobernador, elecciones que ganó.
Único gobernador peronista que se opuso frontalmente a Menem.
En 1998 comenzó a trabajar en su candidatura presidencial. Sus planes originales
apuntaban al 2007, pero la crisis de diciembre, el quiebre del PJ y un pacto con
Duhalde aceleraron los tiempos, ubicándolo inesperadamente en la Casa Rosada.
Desde allí K logró convertir el porcentaje mínimo de las elecciones en índices
de popularidad del 80%.
Luis Alberto Quevedo
Experto en el estudio del estilo de conducción de líderes políticos.
El estilo K desde el principio fue tópico favorito de los análisis, es
hegemónico, le pone cuerpo a los problemas, busca controlarlo todo, no delega,
hace. Un presidente desconocido de un día para otro, no era marioneta de nadie,
ideas propias.
¿Cómo caracteriza el estilo de K?
Cree que K fue presidente dos o tres meses después de abril, cuando la sociedad
lo conoció mejor, cuando demostró que no era un títere de Duhalde y que iba a
conectarse con temas que la sociedad exigía.
-Y comenzó a construir poder político: por ejemplo en la Capital Federal, dónde
apoyó a Ibarra y en Misiones apoyando a Carlos Rovira.
La crítica en cuanto a que es un gobierno basado en la opinión pública se fue
modificando por sus jugadas políticas. Lo de Capital fue una jugada en contra
del peronismo y lo de Misiones enfrentó a Duhalde.
El gobierno apoyado en la OP fue al principio, hoy está basado en el liderazgo,
con construcción de territorio y con decisiones. Está demostrado que la economía
crece, el desempleo baja y las políticas sociales contienen. Hay política,
construcción y liderazgo, no es solo OP.
¿Cómo es la relación entre K y la OP?
K se basó en un consenso que se dio en las encuestas y conectó bien con eso. Al
mismo tiempo es alguien que descree del mkt y la comunicación política. Descree
en la publicidad política, no le agrada la publicidad “fashion” de Menem, el
estilo personal K lo hicieron romper con el pasado basado en la experiencia, las
imágenes y la construcción publicitaria.
¿Eso significa que no hay comunicación política?
Significa que no hay publicidad o es diferente, uno puede tener comunicación
política sin publicidad, volvió a formas de comunicación que se habían
abandonado hace tiempo. Ejemplo utilizar cadena nacional. Trató de diferenciarse
y construir otra comunicación. Su estilo es poner el cuerpo, ir a los lugares,
ver a la gente, cuerpo a cuerpo.
¿Cuál es la diferencia con otros presidentes?
Ejemplo Menem que al ppio. tuvo una estrategia de pinzas, la máxima
mediatización y el cara a cara. Pero cuando se retira no lo sostiene más, no
sostiene el vínculo con la gente ni el Menem simpático.
Kirchner apuntó a la simplicidad y autenticidad, con menos artificio y
publicidad.
¿Cómo?
K hizo una campaña muy alineada y centralizada, con una misma estética, con una
marca única. Una comunicación centrada en la presidencia de la nación, lo cual
marca un estilo: no solo toma las decisiones sino que además las firma.
-Algunos dirigentes calificaron el estilo K como hegemónico ¿Qué opina?
K tiene un estilo político que consiste en tomar en sus manos todos los temas.
Trabaja con los ministros, recorre el territorio, muestra su voluntad, toma
decisiones, pero no logra instituir todo eso, por ej. No hace reuniones de
gabinete. Es una izquierda que analiza la política más desde lo global, desde
ppios. más universales, por lo que resulta difícil encontrar un territorio para
operar, ya sea desde la ideología o las propuestas.
Redefinió el espectro político y obligó a redefinir a la oposición.
¿Cuál es el futuro de un partido de centroizquierda no opositor, asociado al PJ?
Cree que K piensa en un sistema con aliados coyunturales, por ej. Ibarra,
construir alianzas, no un partido asociado al PJ ni a formar él otra cosa.
Alianzas lábiles, móviles.
¿Y la oposición de la derecha?
Es un espacio libre, desde el momento que Menem dejó el gobierno. La derecha
está volviendo desde la crítica económica hasta la ideológica o institucional,
tdv está desorganizada y tiene un grave problema, a K le va bien con la
economía.
¿El posmenemismo, los líderes del PJ, pueden construir un polo interno
alternativo?
Lo veo difícil, el liderazgo de Menem está gastado y el otro grán líder,
Duhalde, ha tomado una postura de no obstrucción.
¿El estilo de conducción del presidente le permitirá kirchnerizar el PJ?
No, por ahora suma voluntades, territorios y liderazgos.
¿Definiría a K como un líder personalista?
En esta etapa el personalismo puede vincularse a la necesidad de construir su
territorio y su espacio político, desde este punto no es peligroso. Pero tmb es
cierto que la política no puede pasar por un solo hombre, va a necesitar
aliados, que sean consultados en momentos de crisis y bonanza. Formar equipos,
conservar aliados, sino le va a costar mucho gestionar.
Eduardo Rinesi
Politólogo, docente, escribió libros y ensayos. No logra ni intenta ubicar a NK.
Define con una mirada amplia las características centrales del estilo y gestión
del presidente.
¿Cómo definiría el modo de hacer política de K?
Tiene un lado confrontativo, agonístico, conflictivo, a veces con cierta
entonación épica. Esta dimensión se combina con una fuerte dimensión
institucionalista-estatal, de recuperación de la capacidad del estado para dar
sentido a la vida social, hacerse cargo de ciertas demandas, regenerar lazos
sociales deteriorados.
¿Esta combinación es nueva?
Si, de los dos movimientos más importantes del gran trastocamiento de la escena
política que tuvo lugar en diciembre de 2001 y el final de la presidencia de
Duhalde. El primero fue conflictivista, contestatario, antiestatal y
antipolítico. El segundo, con Duhalde, es la recuperación de la idea de orden y
la regeneración del peronismo como actor político capaz de retomar ese orden, la
recuperación de ciertas capacidades fundamentales del estado.
¿Son principios contradictorios?
Son movimientos que establecen una tensión, y esa tensión es el corazón de la
política, entre cambio y orden, acción e institución. K logra recuperar lo mejor
de esos dos momentos: el 2001 sin su lado más pavote, su antipoliticismo banal y
lo más valioso de 2002, la recuperación de la centralidad del estado, sin apelar
a lo más criticable del duhaldismo.
-Usted sostiene que K recuperó la centralidad de la política. ¿Qué significa eso
exactamente?
Que pone la política en un lugar central en relación a dos cuestiones que le
habían quitado ese lugar en los `90: el discurso de la economía por un lado y el
discurso, la retórica y la estética de los medios en general y la tv en
particular por otro.
En un principio la tv iba a los actos, a filmar la política, en el `87 hay un
desplazamiento, empiezan a ser los políticos los que van a la tv. K como parte
del recentramiento de la política, no va a la tv. La tv va a él, la tv corriendo
atrás del político. K casi no va a la tv, su retórica es menos conmovedora,
emocionante y hábil, pero eficaz.
¿Y la economía?
También sufrió un quiebre en el ´87. Durante los primeros años de democracia el
género del discurso político era central, el discurso técnico-económico se
subordinaba. Durante la segunda mitad del alfonsinismo, esto se trastoca, se
consolida la subordinación del discurso político al económico. Los economistas
no solo fijaban los temas de la agenda, sino que además los políticos hablan con
la jerga y términos de los economistas. Con K eso también cambia, no sólo son
los políticos los que fijan la agenda sino que los economistas, al menos los del
gobierno, hablan con un lenguaje y una lógica política.
-¿La idea es que el discurso de K es un avance respecto a discursos políticos
anteriores?
El discurso de K implica el pasaje por lo mejor de los ciclos políticos del `80
para acá. Su discurso es el del peronismo clásico, pero pasado por la cliva del
discurso de los derechos humanos y por la cliva del pluralismo. Con esto K rompe
con el discurso que predominaba en los ´90.
Hay algo de irresponsabilidad en K, un poco de vértigo. Cosas que formaban parte
de una fe compartida, que no se podían hacer, en realidad se podían: se podía
negociar en términos no humillantes con el Fondo o sacar el retrato de Videla.
-Pero tmb cambió el contexto. No es lo mismo una economía con convertibilidad
que el país postdefault, con una economía devastada pero que sale de la crisis.
Hubo un cambio en el contexto, hay situaciones de mayor fortaleza y debilidad.
Lo interesante de K es que está poniendo temas en la agenda. Ahí radica el
interés de K y su verosimilitud, en el modo en que ha logrado reinstalar,
reinventándola, una centralidad de la política.
Durante los ´90 había un imaginario sobre la agenda constituida, dictada por los
aires de los tiempos, que requería un descifrador. Era una agenda que venía
dada.
Isidoro Cheresky
Sociólogo, profesor, autor de varios libros de análisis políticos. Analiza el
ascenso de Kirchner, su estilo de gestión y sus principales medidas de gobierno,
en el marco de un nuevo tipo de liderazgo, menos atado a las estructuras
partidarias y más pendientes de los estados de ánimo de la sociedad.
-K llegó al gobierno de manera inesperada, con un porcentaje reducido de votos y
pocos recursos institucionales. Pero construyó rápidamente un consenso
importante. Usted lo ha definido como un líder sustentado en la opinión pública
¿Qué significa eso?
El estallido de 2001, evidenció un descontento que no estaba canalizado por los
actores tradicionales. Puso en evidencia la fragilidad del lazo representativo.
Se cristalizó una nueva situación. Por eso lo que sucede con K hay que
analizarlo sobre nuevos modos de pensar. En primer lugar hay que tener en cuenta
que es un presidente accidental, esto tiene un poco que ver con cómo es la vida
política actual. Los liderazgos de personalidad son un hecho. No son líderes
populistas, no tienen estabilidad, son más vulnerables, el lazo de
representación está permanentemente en juego. La identificación política con los
líderes de popularidad desplazado en buena medida la identificación con los
partidos.
¿Y eso es positivo?
El lado positivo es que crea ciertas posibilidades transversales, votan por lo
que representan, obtienen votos independientemente de su origen partidario. Son
elementos que dinamizan y cambian el funcionamiento político, pero los problemas
son la fragilidad, la irresponsabilidad política.
¿K es un ejemplo de estos nuevos liderazgos?
Una vez en el gobierno, K generó una suerte de electorado poselectoral.
Construyo un lazo de legitimación que no existía, un vínculo directo con la
ciudadanía. Construyó su identidad y su perfil a partir de las circunstancias
accidentales que lo llevaron a la presidencia. Eran pocos los que conocían su
programa y su persona. El suyo es un gobierno sustentado en la opinión pública,
que construyó su existencia política y su identidad a partir del espacio
público.
¿Lo hizo a través de la gestión?
Sí, tocó lo que se consideraba que eran las restricciones de la vida política.
Buscó subsanar deudas pendientes con la sociedad respecto a derechos humanos y
más en general con el funcionamiento corporativo de la sociedad, con los
militares, con la corrupción simbolizada en el PAMI. Instaló cierto sentido de
dignidad nacional. Restableció la idea de que era posible reintroducir
consideraciones en términos de valores. Repolitizó la relación de Argentina con
el mundo.
¿Cuáles son los riesgos de un gob. Apoyado en la OP?
La volatilidad de la OP es conocida. En el caso de K, el vínculo de popularidad
ha dado pruebas enérgicas de esa eficiencia.
-Usted habla del gobierno de K como sustentado en la OP, pero tmb se ven otras
cosas: la disputa con Duhalde en Misiones o el apoyo a Ibarra en la Capital,
evidencian un ejemplo de construcción política.
A pesar de todos los cambios, ningún líder político puede gobernar si no tiene
funcionarios y no puede ganar elecciones si no tiene candidatos para los
diferentes niveles y una estructura partidaria que fiscalice las elecciones.
¿Partidos políticos?
Sí, pero sin la pretensión de contención e identificación que tenían los
partidos históricos. Estos partidos pueden reconocerse en ciertas raíces y
cierta identidad. Son partidos problemáticos, pq no responden a los clivajes
tradicionales. La definición del término centroizquierda es ilustrativo, es una
especie de híbrido, pretende recuperar los principios de igualdad y justicia
social pero al mismo tiempo reconoce el grado de indefinición que existe.
¿Cuál es el límite de estos nuevos liderazgos a la hora de gobernar?
En el caso de K una de las debilidades es la fragilidad argumentativa. La OP es
volátil. El gobierno prisionero de la demagogia, de satisfacer esa opinión.
Posibilidad de un espacio público de deliberación y debate.
El gob. Tiene una precariedad de origen que proviene de haber llegado
improvisadamente. Hay ciertas convicciones que han sustentado un cambio de
rumbo, pero quizás no estén suficientemente desarrolladas. La posibilidad que se
estabilice un apoyo ciudadano es que haya una situación más deliberativa.
¿Cómo se concreta este estado deliberativo que acompañe al gobierno?
El estado deliberativo puede tener protagonistas de otra naturaleza, ejemplo
Abuelas de Plaza de Mayo, son escuchados, tienen crédito en los medios, son
ineludibles. Si hay intelectuales, grupos con vocación de acción sobre ciertos
temas, que alimenten el debate, el espacio público se va a enriquecer.
-Desde su punto de vista, K corre el riesgo de quedar demasiado atado a los
cambios de opinión. Usted propone, como modo de evitar los virajes bruscos, el
fortalecimiento del espacio público. ¿el gobierno puede hacer algo para
fortalecer ese espacio?
Buscar cómo hacer que la opinión no sea fútil o quede a la merced de los estados
de ánimo. El gobierno no es el agente que pueda conformar el espacio público,
aunque sus intervenciones cuentan. Quizás sea más conveniente un gobierno que se
reúna, ministros más argumentativos, que se permitan ciertas divisiones. K
invoca la transversalidad, interesante si es pluralista. En muchos aspectos es
voluntarista y decisionista. El riesgo es que se vuelva una estructura
partidaria a un peronismo extendido.
-La crítica por la hegemonía.
En muchos casos alimentada por celos, pq K le sacó el libreto a la centroizq. El
pluralismo se alimenta de la diferenciación política y el problema de quienes
piensan en términos progresistas es q pueden hacer para introducir la
diferenciación.
K está haciendo lo inimaginable desde la centroizq., quitándole libreto a al
centroderecha.
`90 década del pensamiento único, ahora diferenciación política, pensar otros
temas y en otros términos, por eso no puede ser simplemente reclamado al gob.
Luis Alberto Romero
Intenta ubicar al nuevo gob. En perspectiva. Reconoce avances pero tmb advierte
riesgos en su discurso y la gestión de K.
¿Cómo definiría el liderazgo de K?
Es continuación de los liderazgos populistas típicos de la historia argentina,
forma parte perfectamente de la familia peronista. El peronismo siempre fue un
movimiento de jefe.
-Pero ahora no lo tiene.
Yo creo que el peronismo busca jefe pq sus prácticas políticas están orientadas
a eso. No parece posible q K pueda quedarse con el capital político que han
acumulado otros jefes, ej. Duhalde. Es uno de los conflictos que ve a futuro.
Me gustan muchos cambios en la manera de presentar los problemas, creo q tiene
crédito, pero espero a ver cómo lo va a solucionar.
¿Qué temas?
Ejemplo el PAMI, es como la síntesis de la corrupción del estado argentino y que
es complicado resolver.
Hace referencia a q K tiene un estilo personalista.
¿Eso es necesariamente negativo?
No, la crisis q finalizó en 2002 llegó a un punto de licuación de las
instituciones. Lo q había que hacer, antes que cualquier otra cosa, era
fortalecer el poder presidencial. El tipo de personalismo que tiene K es
perfectamente funcional. Pero hay un momento en que habría que pasar a una
segunda fase, quizás atenuar el personalismo. Pasado el peor momento de la
crisis y este derecho del presidente, el tema fuerte va a pasar por los
principios republicanos. Ese va a ser uno de los puntos del conflicto, que se
vincula a la personalidad del presidente, a su modo de gestionar, a su tipo de
liderazgo.
Hace referencia a ciertos aspectos criticables.
¿Cómo cuáles?
Como el componente nacionalista en su discurso. Los movimientos nacionalistas
existen pq hay una continuidad de sentido común. Y entonces es atractivo y fácil
para los políticos apelar a ello. La agitación de K con las Malvinas forma parte
de eso.
¿Qué importancia tiene el hecho de q K haya construido su carrera política en la
Patagonia a la hora de darle un tono nacionalista a su discurso?
Es importante, el tema de las Malvinas se trata en el Sur casi en los mismos
términos que en el `82. La característica más notable de nuestro nacionalismo es
que es básicamente territorial. No se funda en la lengua pq no puede, ni en la
raza, ni en la cultura. Entonces la identidad es el territorio.
Respecto a Malvinas el tema se ha puesto en un punto que hace imposible
conversar con nadie. Si uno parte de que son esencialmente argentinas ¿Qué
posibilidad de negociación hay?
-Pero el componente nacional es sólo un aspecto del discurso de K.
Por supuesto. Yo señalo la continuidad del nacionalismo en el sustrato profundo
del sentido común. Después las formas políticas que adopta en cada ocasión son
variantes.
¿El nacionalismo es siempre negativo?
El nacionalismo argentino es la combinación de soberbia, de pensar que la
Argentina está llamada a grandes destinos, con un componente paranoico, de
pensar que si no estamos en primer lugar es por culpa de alguien. Ese alguien
siempre se renueva. Preguntarnos el tipo de patriotismo adecuado para la
democracia, en lugar de partir de la homogeneidad, del ser nacional.
James Petras
Analiza el gobierno de K y las transformaciones económicas y sociales producidas
en Argentina luego del estallido de 2001, su visión es la de un marxista
convencido.
-¿Considera el triunfo de K como un avance o un retroceso para la Argentina?
Positivo en el sistema capitalista, un esfuerzo para establecer una estabilidad
e imponer una disciplina de política económica. Y es negativo respecto a las
demandas populares, temas como pobreza, trabajo mal pagado, aumento de la
subcontratación y el trabajo precario.
-¿K es un emergente de la crisis de 2001?
Luego de la crisis tenía que venir un equilibrista, que hiciera compensaciones
sociales, junto con medidas destinadas a pagar la deuda externa al Fondo y dar
grandes estímulos a los agroexportadores. Esta política creó una nueva
correlación de fuerzas. Se fortalece el sector capitalista, agroexp. Y la ind.
Manufacturera, por otro de debilitaron las presiones desde abajo. Siguen
presentes sectores piqueteros.
-¿Cómo definiría a K?
Conservador moderado. Centroizquierda pq en relación a los presidentes
anteriores parece iluminado. Línea actual que se beneficia de los altos precios
de la exportación y absorbe capacidad ociosa, no se puede modificar esta línea.
Si bajan los precios de las exportaciones el modelo va a entrar en crisis.
-¿Es posible modificar todo esto en un año de gobierno?
Sí, pero implica que el gob. no funcione en relación a la estructura del poder
económico. Cuando se fortalece el capital y se neutralizan las movilizaciones,
se fragmenta, se divide y copta al movimiento social. La fuerza ppal es cada vez
más hacia las instituciones del poder económico.
-¿Cómo sería entonces un gob. progresista?
Hacer una política de salario, aumentar el poder de consumo para mejorar el
mercado interno, redistribución de ingresos, recuperar sectores estratégicos de
la economía como REPSOL (actualmente en manos españolas). Capturar más las
divisas hacia inversiones a la economía productiva. Altos precios de las
exportaciones, es algo q ayuda mucho a K. Reinvertir las ganancias en otros
sectores.
En Argentina se ajusta a pagar puntualmente al FMI pq esta en la mira de ser
aceptada en los mercados externos.
Cuba economía mixta, osea un camino diferente, igual que Venezuela con una de
bienestar.
En Argentina actualmente hay mucha expectativa en que la primera fase se
profundice hacia lo social, que mejoren los salarios congelados, que los planes
sociales se conviertan en empleo verdadero. Pero si K aprovecha el hecho de que
no hay movilizaciones en la calle y profundiza la política liberal se va a
generar un minidesgaste en el gobierno. Pasan los meses y ese gran crecimiento y
excedente no genera más empleo.
CAPITULO II
¿Kirchner es peronista?
Néstor nunca rompió con el PJ. No lo hizo en los 70, cuando su partido se
debatía en una virtual guerra civil. Y tampoco en los 90, cuando era un
gobernador olvidado que se enfrentaba a Carlos Menem desde Santa Cruz.
Kirchner trabajo durante años en su candidatura presidencial con el apoyo de un
pequeño grupo de dirigentes, la mayoría de escaso peso interno.
Las cosas cambiaron cuando cerró un acuerdo con Eduardo Duhalde, al que había
apoyado y criticado en diferentes oportunidades. La jugada le garantizó el
respaldo del peronismo bonaerense, la estructura organiza más importante del
país, y fue una de las claves de su llegada al gobierno.
Una vez en la casa rosada, Kirchner respaldo a candidatos extrapartidarios como
Aníbal Ibarra y Carlos Rovira, liquidó políticamente a eventuales rivales
internos como Daniel Scioli, se enfrento a gobernadores poderosos como Juan
Carlos Romero y hasta se dio el lujo de promover a una nueva cúpula partidaria
para descabezarla pocas horas mas tarde. Coqueteó con la construcción de una
fuerza propia, nunca se animo a concretarla.
Ricardo Sidicaro
Sociólogo, profesor de la facultad de Ciencias Sociales e investigador del
CONICET. Estudioso del peronismo.
A pesar de las dificultades, Sidicaro hace un esfuerzo por ubicar a Néstor
Kirchner dentro de la historia del peronismo. Sostiene que hay novedades, como
la capacidad de Kirchner para modernizar el discurso peronista, conectarlo con
una tradición liberal-democrática y adaptarlo a los nuevos tiempos (Noviembre
2003)
Simplificando apenas, en el primer peronismo confluían los sectores populares
recién incluidos con la burguesía nacional; en el de Menem se conjugaron
sectores populares con las clases altas y el capital financiero. ¿Cuál es la
alianza social y económica que sostiene a Kirchner?
Se incorpora en relaciones con actores que ya no son los del 2001, cuando
amenazaban con eliminar los préstamos y con que se caiga la convertibilidad. Si
consolida una alianza con grandes sectores económicos que podrían beneficiarse
con obras de infraestructura, con cierta reactivación de los mercados internos,
aunque sin encontrarse con una utópica burguesía floreciente, podría crear
algunas convergencias interesantes.
¿Cuál seria el sustento ideológico de esta alianza?
Kirchner propone un discurso moderno. La gran novedad de Kirchner es que ha
conseguido hacer una política de la época de los individuos. Oferta cuestiones
que tienen que ver con valores distintos: a uno les oferta justicia, a otros
planes de ayuda, a otras ciertas ideas sobre un futuro progreso. Se ha adaptado,
saliéndose de la tradición populista, a una sociedad mucho más fragmentada y
construida en términos de individuos. Eso es lo nuevo, es una ruptura con el
discurso peronista. Hay elementos de la cultura peronista que están ahí, pero
también incorpora una serie de temas diferentes. Tiene que ver con reconciliar
el liberalismo democrático con la tradición peronista.
¿La de Kirchner es una cuarta etapa del peronismo?
Están los peronistas en el gobierno, pero no hay condiciones socio históricas
para hacer nada que se parezca al primer o al segundo peronismo. Tampoco se
puede tener un proyecto tan trasgresor como el de Menem, en términos de aliarse
con los enemigos históricos del peronismo.
¿Kirchner es peronista? O en todo caso: ¿Qué tiene Kirchner de peronista?
Comparte un tipo cultura política, e la cual el poder se ejercita, una cierta
idea de que el presidente organiza y manda, sin tener que consultar a un partido
o a una convención. Eso es algo que los peronistas hicieron siempre. El
peronismo hizo una conversión extraordinario del neoliberalismo a un discurso
complejo, con fragmentos de los 60, fragmentos de ideología keynesiana, una
cierta idea de reparación contra la represión de la dictadura. En el plano
discursivo Kirchner es una construcción novedosa.
¿Kirchner puede construir una hegemonía interna como la de Menem?
Hoy es mas difícil que en otras épocas, porque Kirchner cuenta con menos
recursos. Tiene que gobernar con un Estado en crisis y relacionarse con una
sociedad muy desintegrada.
Su percepción es que Menem y Kirchner no generan consensos ideológicos sino que
construyen acuerdos pragmáticos.
Si, mientras ganen elecciones. Con Menem, ganar elecciones, asegurarle
elecciones a gobernadores, intendentes, diputados, fue lo fundamental. Kirchner
se define como lo otro de Menem y consigue adjudicar solo a Menem la
responsabilidad del menemismo. El radicalismo, por ejemplo, no ha conseguido
condenar a De la Rúa y hoy lo sigue pagando.
¿Por qué el peronismo puede regenerarse y despegarse del fracaso con tanta
rapidez?
El peronismo tiene una raíz ideológica de tipo romántico-populista que construye
el mito del pueblo. Y la interlocución del jefe con el pueblo es mucho más libre
que la de un liberal-democrático, que relaciona con un supuesto ciudadano. El
pueblo es mas etéreo, controla menos y hace más libres a sus jefes.
¿Eso hace que el peronismo esté más cerca de los vaivenes del humor social?
Tiene más capacidad para dar soluciones pragmáticas. En este sentido, una
historia menos ligada a la institucionalidad democrática lo favorece para llevar
adelante las iniciativas. Eso hace a esa manera particular en la que el
peronismo se vincula con la sociedad. El caso es interesante porque no hay otra
fuerza política latinoamericana que haya resistido estos 60 años.
En la crisis de diciembre del 2001 uno de los pocos espacios orgánicos y
estructurados de poder político que quedaba en pie, el PJ bonaerense, asumió el
gobierno a través de Duhalde. ¿Sigue siendo tan poderoso el PJ de la provincia?
El poder es una relación. En la medida en que se hicieron migajas las otras
fuerzas, el peronismo bonaerense apareció como más importante. Pero eso no
significa que una suma de municipios pueda crear una fuera política importante.
Sin embargo, también tienen la capacidad de contener el conflicto social.
Es cierto. Contienen, integran. Quienes los conocen dicen que tienen una
habilidad política extraordinaria y una familiaridad con la sociedad que no se
encuentra en otras formas políticas mas institucionalizadas. Pero tienen
horizontes limitados, la provincia, sus presupuestos ajustados y como proyecto
político, en el mejor de los casos, perpetuarse. Fue la desintegración social lo
que le dio importancia: la sala de primeros auxilios, el dispensario, el comedor
escolar. Hacer política desde ahí es una tradición que no existe desde tiempos
de los conservadores.
En el primer peronismo, con la fuerza del sindicalismo y la movilización, la
distribución la hacia la economía funcionando bien y la integración la resolvía
el Estado.
¿Y los gobernadores?
Es diferente. En el primer peronismo, entre el ´46 y el `55, hay una gran
cantidad de conflictos entre el gobierno central y los gobernadores. Tienen que
disciplinarse a un Estado que con las leyes sociales y los sindicatos consigue
tener prolongaciones en todas las provincias. Pero ahora tienen mas poder.
¿Más que antes?
Como nunca. Durante mucho tiempo tuvieron que competir con los jefes sindicales
y los 62 Organizaciones. Cada vez que se abría el juego tenían que incluir en
las listas un 33% de sindicalistas. Cuando en el ´73 los peronistas vuelven al
gobierno, en general ponen de gobernador a un político y de vice a un
sindicalista, y ahí empiezan los sindicalistas a echar a los políticos.
¿Cómo es la articulación del peronismo con el nuevo sujeto social, los
excluidos, que no existía hasta los ´90 y que tiene en los piqueteros su cara
más visible?
Es compleja. La movilización piquetera se produce porque mucha de la gente más
dinámica del mundo popular, que antes estaba en el peronismo, ahora está en
estas movilizaciones. Pero a la hora de votar, votan por el peronismo, como le
quedó claro a Luís D´Elía, que se presentó sin éxito como candidato e las
elecciones de la provincia de Buenos Aires. El peronismo ha dejado cierta idea
de que el voto es útil. Si bien se ha debilitado en su intensidad emocional, no
tiene hoy la competencia de otras fuerzas políticas. En una Argentina
fragmentada en el plano electoral los sectores excluidos son peronistas, y en el
plano de los reclamos sociales excluidos son peronistas, y en el plano de los
reclamos sociales pueden identificarse con los piqueteros. La diferencia es que
hoy hay una sensibilidad que permite hacer política con el mundo popular. Los
peronistas creen en el reclamo, incluso si está en contradicción con el
Gobierno. El reclamo es algo legítimo en la cultura peronista.
Juan Carlos Portantiero
Sociólogo, profesor de la UBA, ex asesor de Raúl Alfonsín.
¿Cómo definiría al gobierno de Kirchner? ¿Es u gobierno de centroizquierda? ¿De
centro? ¿Es peronista?
Es un gobierno con un contenido de centroizquierda, pero a la vez es un gobierno
peronista. El peronismo no es una esencia, hace 60 años que asume las formas más
variadas: el primer Perón, José López Rega, Carlos Menem, y ahora Kirchner.
Kirchner cambio el contenido social de los apoyos. Es más popular en las clases
medias urbanas que en lo que constituye el cuerpo tradicional del peronismo.
Estos sectores no están en contra, pero tiene una actitud más pasiva. Son estos
sectores medios los que se entusiasman con la renovación de la Corte y la
política de derechos humanos. El menemismo produjo una apertura a sectores no
peronistas, pero con un discurso de derecha.
Usted sostiene que el peronismo asumió diversas formas a lo largo de la
historia. ¿Qué es lo que permanece?
No hay una sola respuesta. El peronismo, en el imaginario popular, se sustenta
en que fue la forma histórica que encontró la Argentina para crear una sociedad
mas justa. El primer gobierno de Perón produjo una verdadera revolución social.
Pero si medimos la eficacia de las políticas redistributivas y de bienestar
implementada por Perón, el ciclo terminó en los años ´50. Esa efectiva
revolución social que duró 5 años se extendió por 60 años, hasta hoy, gracias al
sentido del ejercicio del poder. A eso se le agrega que el radicalismo nunca
pudo constituirse efectivamente como una alternativa, y que cuando aparecieron
terceras fuerzas fueron disgregadas.
Kirchner logró un consenso amplio en las clases medias con cambios profundos en
cuestiones institucionales, en la política de derechos humanos. ¿Es en esos
temas en los que juega la suerte del gobierno?
Mi impresión es que no. Desde mi punto de vista, el desafío económico del
desarrollo sustentable y el desafío social de una redistribución mas justa de la
riqueza van a ser las piedras de toque del éxito o del fracaso del gobierno,
mucho mas que los aspectos de ética pública, republicanos, que son importantes
pero que no son los que finalmente van a inclinar la balanza. Esos son los temas
que van a definir la suerte del gobierno.
¿Por qué?
Porque estamos saliendo de un verdadero colapso, salida de la convertibilidad,
la catástrofe social, el default, los muertos, etc. Estamos en una etapa que
debe ser necesariamente de refundación. El gobierno va a ser medido por la
capacidad que tenga de redundar después del colapso. Ciertas orientaciones
generales son dignas de apoyo, aunque también tengo algunos reparos. Por
ejemplo, lo que menos me seduce de este gobierno es el estilo K: sobreactúa
muchas cosas, toma apuestas que quizás no pueda sostener.
¿Cómo en el caso de la deuda?
Hay que negociar desde una posición soberana, pero también desde la conciencia
de que somos un país mendicante, con la deuda en default más grande de la
historia del capitalismo, más incluso que la rusa. Eso obliga a negociar, pero
sabiendo que estamos en una posición de debilidad.
¿Cuál es la relación entre esta retórica y las condiciones de asenso de
Kirchner, que llegó sin un apoyo partidario sólido por parte del peronismo?
Kirchner necesita generar una base interna, necesita generar una base interna,
necesita una relación directa con la gente porque el PJ no le responde. Entonces
exaspera su discurso. Tiene que robustecer la autoridad desde un piso bajo, y
entonces tiene que obrar con prudencia aristotélica.
Beatriz Sarlo
Tiene una mirada profunda y original sobre el peronismo de Néstor Kirchner. Lo
compararon los intentos fallidos Chacho Alvarez, un camino muy diferente al del
presidente, y lo vincula con un peronismo en particular, el de la militancia de
los ´70.
Chacho Alvarez se propuso llevar adelante una agenda que incluía muchos de los
temas que ha encarado este gobierno. Lo hizo desde afuera del peronismo, y
evidentemente fallo. Kirchner, en cambio, nunca rompió con el PJ, se apoyó en
una parte de la estructura partidaria y logró producir la transformación. ¿Cómo
analiza ese camino?
En términos personales tengo que aceptar una falta de inteligencia para ver
cuales eran los limotes e ciertos políticos. En términos generales, lo que uno
se ve obligado a reconocer es que el peronismo sigue conservando el poder de
transformar la realidad argentina, de marcar el campo político. Kirchner es un
presidente del que puedo sentirme políticamente próxima, pero no me siento
culturalmente próxima.
¿Y cuál es la diferencia?
Esta en las formas del discurso, los énfasis que se ponen en un tema, los tonos
más nacionalistas y más populistas.
¿Pero por dónde pasa la diferencia?
Alvarez tuvo una ruptura franca con el peronismo. Uno no podria decir que éste
sea el caso de Kirchner. Fue un gobernador no menemista, pero no rompo con el
partido y se siente incluido en ese espacio, que hoy pareciera ser el único en
el que las transformaciones son posibles.
Sin embargo, el desdén por los límites institucionales que se atribuyen
usualmente al peronismo se comprueba en el caso de Kirchner, que hasta el
momento se manejo dentro de esos límites.
Es que no hay lugar para que alguien se mueva por fuera de ellos. Kirchner no ha
podido modificar por el momento el sistema de alianzas que lo sostiene. Es un
sistema de alianzas que tiene su columna vertebral en el peronismo de la
provincia de Buenos Aires, como antes la tenía en el sindicalismo.
¿Kirchner puede transformarlos?
Justamente se va a probar si es un líder político fuerte y con futuro si puede
transformar su partido.
Kirchner sintonizó con algunas consignas de diciembre de 2001, pero también se
apoyó en liderazgos, especialmente dentro del peronismo, que fueron cuestionados
en esas mismas jornadas. ¿Cuál es la relación de Kirchner con la furia de
diciembre?
El supo traducir lo que en diciembre del 2001 fue no un programa político sino
un síntoma. “Que se vayan todos” fue un síntoma, no un programa. El supo
interpretar e hizo lo que tiene que hacer todo un buen político: construir una
estrategia para ciertas necesidades que sabe captar. La ciudadanía expresa
necesidades, pero no las construye como políticas. Deben ser escuchadas e
imaginar las políticas que respondan ellas.
¿Cómo analiza el camino de Kirchner, que llegó con menos expectativas que el
resto de los presidentes elegidos desde 1983 y sin embargo logró construir
rápidamente un alto consenso?
Menem tuvo una expectativa relativamente alta y logró una popularidad
impresionante. Fue hipnótica la relación con la sociedad y la elección del ´95
fue una verdadera victoria.
Afonsín: la popularidad lo rodeó, pero al mismo tiempo lo desbordaba: era la
democracia que llegaba.
De la Rúa: no estoy convencía que las expectativas hayan sido tantas. Para
muchos significaba el repudio el menemismo.
Lo interesante es lo que sucede con Kirchner: construye rápidamente una
expectativa que no tenía: no era el candidato favorito de Duhalde, que lo había
elegido casi por descarte. Kirchner sin duda sintoniza con aquella zona de la
Argentina que todavía se interesa por la política en términos
ideológicos-culturales. Las medidas de Kirchner son para esos sectores, que
tienen un tiempo que no está gobernado por la necesidad. Kirchner da la
impresión de ser aquello que representa ser. Por eso conquista esas capas
medias, que tienen recursos culturales para hacerse activas y visibles, como
sucedió durante los cacerolazos y las asambleas.
CAPITULO III
“Kirchner, los derechos humanos y los ‘70”
Kirchner comenzó a militar en los ’70. No es un setentista en sentido estricto,
no hay soberbia nostálgica en su discurso. Sin embargo, carga con algunas marcas
de la época: la pasión por el cambio y una estimación quizás excesiva de su
propia capacidad de transformación. Su llegada al gobierno es la llegada de una
militancia derrotada, que quiso y no pudo cambiar la historia.
Kirchner derogo el decreto que impedía las extradiciones de represores, impulsó
a la nualidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, inauguró el Museo
de la memoria en la ESMA.
Los derechos humanos fueron el único tema que Kirchner abrió sin que
prácticamente nadie se lo exigiera, de manera firme y obstinada, quizás porque
nunca estuvo cerrado del todo.
Nicolas Casullo
Tiene una interpretación propia sobre la identificación de K con el peronismo
revolucionario. Para Casullo, el presidente elige deliberadamente recuperar los
aspectos menos trágicos de la experiencia de los ’70.
¿Cómo interpreta la identificación de K con los ’70?
K repone algo que era difícil de reponer: los 70 como la búsqueda de un bien
social, la fraternidad con el otro, una idea nacional. Kirchner habla de unos 70
que son vida, de política, de intención de cambio, de éticas y de morales. Los
vincula con la lucha por los derechos humanos, como parte de una política activa
desde el Estado, de recuperaron de una memoria en este tema.
Lo curioso es que lo hace desde el peronismo, protagonista de los ’70 pero
también del menemismo de los ’90, que en muchos sentidos se planteó como la
contracara de aquella experiencia.
Es cierto, pero este es un peronismo después del peronismo. Es un peronismo que
se abre a otra cosa, y no es nuevo, porque el peronismo ya desde la época de
Evita aparece abriéndose a otra cosa, a algo que lo supera. Los 70 fueron eso,
abrirse al socialismo, y Menem también, al liberalismo. Ahora estamos viviendo
un nuevo acto de un movimiento que tiene en su forma de ser esta idea de abrirse
a otra cosa.
Se abre y cambia, pero se sigue llamando peronismo, ¿Qué es lo que permanece?
En términos estratégicos, el peronismo se recompone como antes: logra una
figura, y abajo hay un estado de la cultura, de la opinión y de la confianza,
sin nada en el medio. En este sentido Kirchner es leal a la historia del
peronismo. Una figura y unas bases con las cuales se relaciona casi física,
emocionalmente.
El cambio se genera básicamente desde la voluntad personal de un hombre,
Kirchner, que en este caso llego al poder de forma bastante inesperada. El
peronismo después del peronismo de Kirchner está trabajando sobre el colapso de
la estructura política.
A pesar de todo, el peronismo sobrevivió, pero es otro peronismo. La estructura
política se ha desplomado, y solo aparece un elenco con esta permanente relación
con la opinión pública. El peronismo sigue vigente porque vuelve a constituir
algo nuevo: un enunciador frente a la sociedad que reclama, protesta o espera,
en un momento en el que el campo político e intelectual ha quedado muy golpeado.
Kirchner esta en un momento histórico lo suficientemente fuerte como para
generar convocatorias y planteos culturales mas importantes. Es el presidente el
que está haciendo la política cultural del gobierno, con un estilo que forma
parte de la herencia peronista. Creo que hay una política cultural, un debate,
un planteo de las ideas que es necesario hacer. Y es momento propicio, incluso
más que en los 70 porque el campo intelectual era mas protagónico, pero con un
debate menos rico que hoy. Era un debate más bíblico, había menos riquezas en la
discusión y más seguridad.
El planteo es llamativo, porque los 70 suelen reivindicarse como un momento
cultural mucho más rico que el actual
No hay dudas de que en términos culturales, teatrales, de experiencias
estético-políticas, se dieron cosas fuertes, que hoy ya forman parte de la
tradición modernista. Pero no había un gran debate de ideas, de recreación de
época. Los 70 fueron en gran medida una renuncia a la reflexión. Había que hacer
el amor, había que usar la violencia. Hoy la mirada es distinta. Esta entre
época que estamos viviendo tiene una menor capacidad de acción, pero es mas rica
y mas densa. Sin embargo, en términos de analizar en profundidad, de crítica a
la crítica, es una época mucho más rica. Por eso creo que Kirchner debería
aprovechar este momento para hacer una convocatoria, un planteo, una política
cultural que hoy no se está haciendo.
Hugo Quiroga
Es abogado, doctor en filosofía, investigador y profesor en la Universidad
Nacional de Rosario.
Sostiene que la política de derechos humanos de Néstor Kirchner implica la
posibilidad de reabrir un ciclo, clausurado de manera provisoria con la sanción
de las leyes Obediencia Debida y Punto Final y el decreto de los indultos. Para
Quiroga, los cambios no constituyen un fenómeno aislado, aparecido de la nada.
La dictadura dejo una enseñanza en la sociedad, que permite que se haya
legitimado el principio democrático. Las sociedades no aprenden leyendo, sino a
través de la experiencia.
¿Cómo lo hace Kirchner?
Kirchner ofrece la posibilidad de reconstituir las investigaciones, de que la
verdad de la justicia vuelva a imponer. Con la política de derechos humanos de
Kirchner, el principio de poder acceder al pasado vuelve a tener vigencia.
¿La sociedad argentina aprendió de sus errores?
Las sociedades aprenden de la experiencia, y la sociedad argentina aprendió que
las Fuerzas Armadas no sirven para gobernar. Esto permite que Kirchner reabra
este ciclo de las investigaciones. Pero lo central es que está en condiciones de
abrirlo porque la sociedad está en condiciones de asumirlo y porque las Fuerzas
Armadas no se van a amotinar. El tema estaba latente, pero la decisión de
Kirchner de reabrirlo, como muchas decisiones, fue inesperado. Los problemas
candentes tenían que ver con la cuestión social, no con los derechos humanos.
Hay una maduración de la sociedad y de las Fuerzas Armadas. Kirchner supo leer
eso. Lo hizo también con algún interés político, porque necesitaba construir
consenso. Pero lo hizo.
Carlos Altamirano
Altamirano comenzó a militar a mediados de los 70. es licenciado en letras,
profesor de la UBA y de la Universidad de Quilmes, e investigador del CONICET.
Pasó del sueño revolucionario a un progresismo moderado.
Altamirano analizó la impronta que le dejó a Kirchner la experiencia de los 70.
Su visión es la de un maoísta convertido al reformismo, que analiza de manera
esperanzada, la impronta que dejó en el presidente la experiencia de los 70.
-¿Cuál es la relación de Kirchner con los 70?
- Kirchner se inscribe en el peronismo de izquierda y su idea es, al igual que
Jauretche, que el modo en que se habían distribuido las fuerzas políticas no
había sido bueno. Esta idea siempre apareció en el interior de la izquierda
peronista.
En el comienzo de la gestión de Kirchner se vieron pasos que tenían el sentido
de recomponer o estimular otro modo de distribución de fuerzas.
-¿La idea es producir un reagrupamiento?
-Sí. En Argentina, la izquierda reformista tiene dos alas: una socialdemócrata
(con base en los socialismos o en sectores intelectuales o de clases medias más
o menos independientes), y una nacional-popular, con estribación en el
peronismo.
Parece que Kirchner busca la comunicación con ese otro sector de la izquierda,
centroizquierda o progresismo, que no procede de las filas peronistas ni de la
cultura nacional popular. Puede verse esto en la alianza que hizo con Aníbal
Ibarra en la Capital Federal.
-¿En los 70 se produjo esa articulación?
- Sí, pero en torno a un pensamiento y una estrategia asociadas a la teoría y la
práctica del partido armado.
-La apelación Kirchnerista a los 70 se explicita y se da también en la
incorporación de figuras con protagonismo en aquella época, como Eduardo Luis
Duhalde, Rafael Bielsa o Miguel Bonasso. ¿Esa apelación es consecuencia de este
reagrupamiento social o tiene un sentido simbólico extra?
-Esta versión de los 70 es una corriente que se conecta con su pasado. Está
destinada a constituir una identidad y tiene por lo tanto un valor simbólico
importante. Se conecta con un clivaje de orden generacional. Bielsa, Bonasso,
todos tienen más o menos la misma edad. Es el peronismo que se retiró de la
Plaza de Mayo el primero de mayo de 1974. La identidad en torno a la cual se
funda este peronismo neocampista se funda en la idea de que el verdadero
peronismo era el portado por los jóvenes de los 70, y que el elemento armado fue
contingente y en general un error.
-Con la llegada de Kirchner algunos dirigentes progresistas se encontraron con
que el peronismo ocupa el espacio que supuestamente ellos deberían representar.
En los 70 la izquierda, o una parte importante de ella, aceptó esa realidad y
jugó dentro del peronismo, ¿Está sucediendo lo mismo ahora?
-Sí, con una diferencia: este gobierno no solicita la identificación peronista
de sus simpatizantes. La iconografía peronista no ocupó ni ocupa un lugar
relevante.
Esto es así porque en la Argentina los actores políticos no se constituyen a
partir de los clivajes de clases sino que dan lugar a movimientos
interclasistas.
-La idea es que ni el peronismo ni el radicalismo respetan los clivajes de
clases: ¿Kirchner forma parte de esta tradición?
-Claro. En Kirchner lo novedoso está en el papel de las clases medias. Son las
que fueron ganadas en primer término por el discurso y la acción del gobierno.
Kirchner no fue a la CGT y su agenda de temas fueron la Corte, los derechos
humanos, la lucha contra la corrupción, es el repertorio de las clases medias
urbanas.
-Kirchner interpela a las clases medias urbanas, al votante progresista. Sin
embargo, también consiguió –y se preocupa por cuidar- el apoyo del peronismo
tradicional.
-Kirchner estaba obligado a buscar su consolidación como presidente reconocido
por el peronismo, eso queda claro en su alianza clave con Duhalde. Era
inevitable que se moviera en esta dirección, dado el modo en que accede a la
presidencia.
Es un presidente que procede del peronismo pero no actúa como peronista.
Estamos frente a un gobierno muy activo, que produce acciones permanentemente y
que obliga a toda fuerza política a definirse frente a las disyuntivas que crea.
Capítulo V: “La oposición y la transversalidad en tiempos de Kirchner”
Marcos Novaro
Sociólogo, doctor en filosofía e investigador del CONICET, es profesor de teoría
política de la UBA y de FLACSO.
-¿Tiene futuro la transversalidad? ¿Es posible generar un espacio alternativo al
peronismo, pero que articule políticamente con el gobierno?
-Visto desde el peronismo, el problema de la transversalidad es el problema de
representar a sectores dinámicos de la opinión, que no están comprendidos dentro
del voto estable del peronismo y que son necesarios no para formar mayorías sino
para sostener una opinión favorable.
Kirchner ha sido muy hábil en articular los recursos electorales e
institucionales del peronismo con esos sectores de opinión.
-¿El PJ se mueve con independencia de la opinión pública?
-Es el sistema electoral el que se mueve con independencia de la opinión
pública. Hay una estructura partidaria, el peronismo, que parece inmune a los
cambios de opinión, y es así porque no hay otros partidos que puedan ganar
elecciones. Es un problema del sistema de partidos. Eso explica la utilidad y la
eficacia de la estrategia transversal de Kirchner, la idea de unir lo mejor de
dos mundos. Esa transversalidad existe mientras el sistema de partidos no
encuentre un reequilibrio, no aparezca un sector capaz de captar más fielmente
aquel electorado o sector de la opinión que no se identifica con el peronismo, y
que apoyó a Kirchner un poco porque no había otra cosa.
-Está clara la utilidad de la estrategia transversal para el peronismo. ¿Cuál es
su ventaja para el no peronismo?
-El problema de estos grupos de centro izquierda pensaron que la crisis de
partidos iba a darles una oportunidad, cosa que no sucedió. Es el caso de Elisa
Carrió, la más perjudicada por la estrategia transversal de Kirchner.
-¿Qué pasa con los que no ingresaron al gobierno pero se mantienen políticamente
cerca, como Aníbal Ibarra?
-Los que han quedado en la periferia o fuera del gobierno se ven frente al
dilema de terminar siendo el instrumento no peronista de un gobierno peronista,
o acompañantes críticos, cosa que tampoco les resulta fácil.
La transversalidad no es nueva, es una idea que viene discutiéndose desde hace
tiempo y que tiene que ver con que el sistema de partidos no ha cuajado en una
estructura estable, sino que ha ido basculando entre el bipartidismo, el
pluripartidismo o hegemonismos que no terminan de definirse.
-¿El problema es que el peronismo ocupa todo el espacio?
-Para la transversalidad progresista, para la izquierda en general, no es un
tema nuevo. Es el viejo problema del peronismo ocupando un lugar amplio y
expresando a sectores que, por su discurso y voluntad, la izquierda debería
expresar.
-Cambió la orientación ideológica del gobierno
-Kirchner ha cristalizado el discurso antimenemista en una línea de salida de la
crisis, que se presenta en gran medida como un regreso a las fuentes del
peronismo, al populismo y como una crítica a los 90.
Se lo critica a Menem que era neoliberal, que adoptó acríticamente el Consenso
de Washington.
-¿Cuáles son a su criterio las diferencias entre las políticas menemistas y las
de Kirchner?
-Hay un mejoramiento, una corrección de las estrategias económicas que se han
venido intentando desde mucho tiempo atrás para tratar de proveer a la economía
una vía de salida a los problemas de inflación y estancamiento.
-Pero esa reorganización implica cambios: la revisión de las privatizaciones y
la reestatización de algunas empresas, la renegociación con quita de la deuda,
la postura más firme con los organismos internacionales.
-Hay una necesidad de diferenciarse del pasado, que es más clara y más
provechosa en el terreno institucional. En cuanto a la política económica, creo
que las diferencias se ven claramente en dónde se asientan las cargas de los
costos de la crisis. Se están poniendo más cargas en sectores como las empresas
privatizadas, que han perdido parte de sus rentas, o en algunos de los
inversores especulativos, que han quedado atrapados en el default.
Hay una intención de reequilibrar la balanza a favor de los sectores excluidos y
los sectores productivos, para quienes la salida de la convertibilidad y la
devaluación han generado una situación muy desfavorable.
El gobierno sabe que no puede dar aumentos masivos de salarios, que superen la
compensación inflacionaria, pero tiene que dar la idea que en algún momento los
va a dar. Tiene que producir esa idea y tiene que hacerlo con un discurso. Y uno
no le puede pedir a Kirchner que recurra al discurso socialdemócrata. Carece de
vínculos con ese discurso.
El problema es que sectores de la sociedad le reclamen al gobierno aquello que
en el discurso es funcional a una estrategia, pero que son promesas que quizás
después no se puedan llevar adelante.
Emilio De Ipola
De Ipola es profesor de sociología en la UBA, integra el CONICET y forma parte
de la Sociedad Argentina de Análisis Político.
Asegura que el consenso generado por Kirchner, apoyado fundamentalmente en los
sectores medios urbanos, quizás clausure las posibilidades de la oposición
progresista, pero deja abierto un espacio amplio para la construcción de un polo
que le discute el poder desde el propio peronismo.
-Kirchner asumió muchos de los puntos de la agenda del progresismo. ¿Cuál es el
espacio para la oposición de centroizquierda frente al nuevo gobierno?
-Elisa Carrió adoptó una postura de oposición, diciendo que no va a anular la
distancia crítica con el Gobierno. Carrió configura una oposición de izquierda.
-Existe un partido de centroderecha que nunca se concreta.
-¿Entonces no hay espacio para la oposición?
-El Kirchnerismo está más amenazado por el ala conservadora-popular dentro del
peronismo.
El consenso que tiene Kirchner plantea una cuestión de oposición interna, en
cuya resolución parece residir lo que va a pasar después con la Argentina. Es
una oposición muy fuerte. El consenso de Kirchner no está basado en los apoyos
tradicionales que ha tenido el peronismo (el Conurbano, la clase obrera).
El apoyo reside sobre todo en las clases medias, lo cual es raro.
-¿Kirchner es el primer líder peronista que se apoya en la clase media?
-En algún momento Perón también tuvo apoyo de la clase media, pero se agregaban
a un núcleo duro que era la clase obrera. Ahora es al revés: puede ser que se
agreguen algunos sectores obreros, pero el liderazgo de Kirchner surgió de la
clase obrera.
La política de derechos humanos, ciertas actitudes agresivas respecto de los
organismos internacionales, algunos desplantes que caen bien. El peronismo que
apoya a Kirchner es un peronismo ideológico.
-¿Por qué?
-En sus orígenes, el peronismo carece de ideología, es anterior a su propia
ideología. Cuando se constituye, el peronismo es un pacto entre el líder
carismático y las masas, que adquieren categoría de ciudadanos populares. Recién
en el año 50 Perón se da cuenta de que necesita algún tipo de doctrina para
presentar y fabrica las “20 verdades”. Le da un encuadramiento
político-ideológico casi al estilo militar.
Luego de la caída de Perón aparecen intentos de reapropiación de su figura y de
darle una ideología de izquierda. O, como ahora, progresista. A eso yo llamo
peronismo ideológico, a un peronismo pensado. Y el otro es un peronismo
antipredicativo, anterior a todo discurso, antideológico. Ese es el peronismo
obrero, del Conurbano, del subproletariado.
Hoy conviven ambos peronismos.
-¿Pero usted ve un choque?
-Veo una oposición del peronismo conservador popular, con centro en la provincia
y especialmente en el Conurbano. Por el momento no hay enfrentamiento, pero allí
va.
-¿Es inevitable?
-En política no hay nada inevitable. No me asombraría que hubiera una forma de
acuerdo, entre Kirchner y Duhalde, para repartir el poder. Lo que pasa es que no
me parecen actitudes a las que sean propensos ni Kirchner ni Duhalde.
-¿Coincide con la idea de que Kirchner es el primer líder que conjuga la
tradición peronista con el liberalismo democrático?
-Kirchner tiene elementos del discurso novedosos, que introduce elementos
liberales. Pero no creo que sea algo totalmente nuevo.
Ya existían desde la vuelta de Perón, ya había una idea de respetar al
adversario, al pluralismo.
-¿Cómo caracterizaría el liderazgo de Kirchner?
-No es un líder carismático al estilo de Perón o incluso Menem. Kirchner asume
su no carisma. Pero lo más importante es que Kirchner cambió algo central: se
propone ampliar límites, dice que no es fundamental obedecer tanto, que no va a
perder el apoyo social para darle recursos a los organismos internacionales. Se
juega algo impredecible y eso dificulta las posibilidades de la oposición.
-¿Es correcto usar el concepto de hegemonía, como hizo Elisa Carrió, para
definir la actitud de Kirchner?
-La palabra tiene dos significados. El primero es cuando alguien domina sobre
otro. Y el otro, más gramsciano, se refiere al liderazgo moral e intelectual de
un grupo. Se puede ser hegemónico y eso no quiere decir que no le dé derecho a
las minorías. Yo no utilizaría ese concepto. En realidad el temor que está
detrás de esta palabra es que no exista nada más allá del peronismo.
Lo que diría no es que Kirchner es hegemónico sino que está en una posición
ofensiva.
Lucas Rubinich
Es profesor de sociología de la cultura en la UBA. Fue elegido titular de la
carrera de sociología en la Facultad de Ciencias Sociales.
Rubinich sostiene que es posible generar una oposición de centroizquierda,
siempre y cuando no se caiga en los errores del Frepaso, menemizado en su forma
de pensar la política. Por eso rescata a Kirchner, al que le atribuye la
capacidad de reubicar la política en el centro de su acción, rompiendo un poco
los moldes y generando una serie de cambios a los que la oposición aún no se ha
acomodado.
-¿Cuál es el espacio para una fuerza transversal, de perfil progresista, que se
mantenga cerca del gobierno?
-Siempre hay espacio, lo que ocurre es que la experiencia anterior de los
espacios alternativos, la tercera fuerza con características progresistas, como
fue el Frepaso, tuvo resultados poco satisfactorios.
Ciertos sectores intelectuales y políticos incorporaron una mirada que andaba
dando vueltas por el clima internacional, que tenía que ver con una especie de
eficientismo democrático, muy pegado a una idea desproblematizadora de la
desigualdad social, que ponía el acento exclusivo en la corrupción y la
eficiencia de las instituciones.
Ahora el clima ha cambiado, Kirchner volvió a revalorizar la política. La idea
de un administrador, que sólo está dispuesto a hacer lo posible, sin
problematizar ciertas relaciones, aparece, al menos en términos simbólicos,
dejado de lado. Eso es rescatable.
-¿Qué significa esto en concreto?
-Que la política no es sólo administración sino también invención. No digo que
Kirchner sea un utopista, sino que en un contexto de tanta degradación retoma
ciertos elementos de productividad y de invención.
-¿Qué es lo novedoso del discurso de Kirchner?
-Lo primero es la revalorización de la política, la idea de que la política
puede servir para algo. Las consecuencias de la antipolítica, ese discurso que
circula por las ONGs, por los analistas neoliberales, pensaba a la política como
un espacio de pura administración, de alta gestión, de la cosa dada. Y, por otro
lado esta revalorización de la idea de nación, que es importante para esa noción
cultural de pertenencia a un espacio común.
La revalorización de una historia, de una tradición, permite una construcción
política exitosa. Kirchner lo hizo en una clave que podía haber sido utilizada
por cualquiera de los dos grandes partidos, que tuvieron en algún momento unba
mirada que reivindicaba la soberanía nacional. Por otro lado, creo que no es
contradictoria esta mirada con las corrientes de integración. La integración al
MERCOSUR y la identidad nacional no son contradictorias.
-Kirchner apela a la idea de nación, pero lo hace desde el peronismo, el mismo
partido que durante los 90 aplicó un programa opuesto al suyo, ¿Cómo analiza
esta relación?
-Con ciertos fundamentos, los analistas, tanto los neoliberales como los
provenientes de la tradición progresista, miraron siempre con desconfianza un
fenómeno como el peronismo, que no se adecuaba a las formas ideales. Las nuevas
formas de la política no pueden dejar de lado tradiciones significativas de los
grandes partidos. Y el peronismo, igual que el radicalismo, tiene esas
tradiciones. Es un partido nacional donde confluyen perspectivas ideológicas
diferentes. Entonces no me parece raro que en un partido nacional y complejo
aparezca una mirada contradictoria con la anterior. Se desprenden de la misma
tradición.
Lo que está ocurriendo es que los dos grandes partidos están en crisis y se
están recomponiendo. Lo hacen de manera diferencial, expresando de manera
diferente a distintos sectores de la población. Eso también contiene una
perspectiva democrática, por más que aparezca todo dentro del peronismo.
-Algunos dirigentes opositores cuestionan justamente la voluntad hegemónica del
presidente. ¿No cree que esto es un riesgo?
-Hay una necesidad coyuntural de pensar más hegemónicamente por parte de
Kirchner. Necesita construir un espacio propio, que pueda diferenciarse
formalmente del PJ o no, con esta idea de transversalidad. Las luchas internas
de los partidos tienen que ver con ciertas formas de democracia. Y que los
partidos no funcionen de manera abiertamente democrática no habilita para
censurar esas formas, que por más que estén en crisis, posibilitaron entre otras
cosas, la llegada a la política de personas de diferentes niveles culturales y
sociales.
-¿La posibilidad de que el PJ ocupe la totalidad del espacio político no es
peligroso?
-Quizás sí. Hubo, por ejemplo, un deterioro fuerte del progresismo de
centroizquierda, y la posibilidad de cooptación por parte de Kirchner existe.
Hay espacios que se mantienen, como el ARI o el Partido Socialista, y es lógico
que sea así. Pero en las sociedades contemporáneas los partidos engloban,
incluyen diferentes miradas. Con el peronismo hay que abandonar ciertos
prejuicios para el análisis, fue un actor relevante de un periodo complejo y
como tal tuvo dioses y demonios.
Lo que rescato de Kirchner es esa capacidad de la política de salir de esa
medición casi milimétrica de las consecuencias que podría tener decir algo fuera
del sentido común hegemónico. Es saludable que se salga del sentido común
hegemónico.