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Filosofía II
Desde la lectura del EJE TEMATICO 3 del módulo de estudio y del artículo propuesto por la cátedra "La Ética: una apuesta por la Persona" de Carmen Cugota, producir un texto argumentativo en el que se incluyan los siguientes conceptos:
Ética, quehacer ético, vida, vocación, autenticidad, acción humana.
Condiciones para la elaboración del texto y que serán considerados parte de los criterios al momento de calificar el examen.
1.- El texto no puede excederse de dos páginas.
2.- El texto es una producción personal por lo cual evitar la copia textual de otros trabajos como autoría personal.
3.- utilizar tipo de letra Times New Román N° 12, interlineado 1,5 con márgenes comunes.
4.- Utilizar comillas si va a citar frases de autores.
5.- Utilizar el material de lectura propuesto por la catedra para este parcial como el manual de estudio.
6.- Se puede utilizar 1(uno) página completa para la elaboración de la caratula y 2 (dos) paginas para la producción del texto argumentativo.
“Ninguna época ha sabido tantas y tan diversas cosas del hombre como la nuestra. Pero en verdad, nunca se ha sabido menos qué es el hombre”
Martin Heidegger
La ética, como rama de la filosofía, está considerada como una ciencia normativa. Es la que se ocupa de las normas de la conducta humana y la que nos enseña a descubrir nuestro yo; la que como su significado etimológico lo expresa, es la morada del hombre. Y no nos referimos en el plano terrenal, sino en el simbólico, el cual cada hombre alberga en su interior. Ética y moral son dos vocablos complementarios que tienen acepciones muy diferentes. La moral conforma el marco base en un nivel práctico del comportamiento personal, influyendo en las normas de conducta de las personas. La ética, es un estudio racional y de reflexión de los valores morales; no es una práctica, sino que se encarga de enmarcar las costumbres y modos de actuar en la sociedad. Aun así, en la realidad y en la práctica cotidiana, el propósito de la moral y la ética es similar, porque ambas construyen la base que será la guía de la conducta humana, determinando su modo de comportamiento en sociedad. Por lo tanto, la ética es el conjunto de normas y preceptos establecidos por el hombre para marcar las pautas con respecto a su propia actuación, y de esta manera, le sirve de reflexión sobre aspectos específicos en cuanto a las experiencias vividas, determinando la práctica de la moral a través del uso de normas sociales aceptadas y cumplidas por la mayoría. Se puede entender, de esta forma, que la ética se refiere a una reflexión sobre la moral, a un proceso humano de elaboración del propio carácter. De este modo, la tarea de la moral no puede ser otra que la de salvar la distancia que separa el que es del que tiene que ser, algo tan necesario en momentos donde la búsqueda incesante del conocimiento nos ha llevado a olvidar las viejas preguntas acerca de cómo habitar el mundo y cómo vivir en él.
La ética de la vida va dirigida a la voluntad de poder vivir, de poder desear la vida; no como simple reafirmación biológica del instinto vital, sino como la voluntad de poder vivir con gusto y amor a la vida en este mundo tan material. Esta idea de vivir de acuerdo con valores éticos está relacionada a la noción de defender el modo de vida de uno mismo, de darle una razón, de justificarlo. Y, por supuesto, esta justificación no puede ser cualquiera: no se centra únicamente en el interés propio, sino que como lo estableció el cristianismo en sus raíces, debemos dar a los intereses de los demás el mismo peso que damos a los propios, y es lo que nos lleva urgente e inexorablemente a reivindicar una vieja noción que enmarca lo hasta acá lo descripto, que es la idea de vocación -que nace en cada instante de nuestra vida y que no es mas que el autentico ser de cada uno-.
El fin es llegar a ser el que se puede ser, y en esa dimensión personal del hombre radica su realidad espiritual, que singulariza a cada ser humano y que en cada acto que realice con cada encuentro, irá desentrañando su propia vida. Toda vocación es un llamamiento interior, un proceso que se desarrolla durante toda la vida, y que se construye de forma permanente. La vocación es, así, aquella convocatoria que la persona percibe o descubre y que le impele a buscar su plena realización humana nutriéndose de ciertos valores superiores, humanizantes. Asimismo, no existe oposición legítima entre nuestra causa y la causa de otros, por lo que una vocación individual que olvidara o pasara por encima de la vocación de los demás hombres en su personificación, sería por completo ilegítima e inmoral: pues un hombre sólo llega a ser persona cuando percibe a los demás hombres como personas y acepta que tienen una dignidad inalienable. Porque, si bien los seres humanos somos personas que no hemos voluntariamente elegido nada, a la vez hemos elegido todo; somos seres a los que se nos han presentado unas circunstancias que no elegimos, pero que tenemos el albedrío para tomar decisiones sobre ellas. Deberíamos darnos cuenta de que somos seres delicados y efímeros, que en realidad no controlamos nada, y así dejaríamos de vivir por los demás: seriamos auténticos, ya no atenderíamos a los que nos exigen y empezaríamos a atendernos a nosotros mismos, a ocuparnos de nosotros. De esta manera, todo lo que realizaríamos, seria por voluntad propia y por lo que deseamos realmente; y este es el drama de nuestro tiempo, donde las personas son acaparadas por relaciones que sólo invitan a la superficialidad y a la dispersión, un mundo donde somos víctimas de la inexistencia de un pensamiento profundo, es decir, de un real pensamiento que nos permita regir nuestras acciones. Estas mismas son las que se dimanan de la libre voluntad del hombre, el cual por su natural complejidad necesita de la justificación de sus actos, ya que la moral no mira si nuestra acción es importante o no, si es eficaz o no. Lo que cuenta para la moral es si las acciones que estamos realizando son buenas o malas, aquellas acciones que realizamos con conciencia y deliberación, y que por lo tanto implican nuestra libertad y responsabilidad. Esta viene a ser la dinámica del hacer humano, porque cada elección contiene una carga existencial que vincula a la persona con todas y cada una de las decisiones que toma. De ahí que la misión principal de toda persona consiste en ir perfilando la propia vida y en ir desvelando su propia vocación.
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