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Filosofía II
Trabajo Práctico | Filosofía II (2017) | UCASAL
Título: SANTO TOMÁS - DEMOSTRACIÓN DE LA EXISTENCIA DE DIOS
LAS CINCO VÍAS
Quizás uno de los datos salientes que marca la diferencia entre la forma
filosófica griega, en especial aristotélica, y el cristianismo, es la
presentación de la divinidad. Para Aristóteles, recordemos, la divinidad es un
“Primer Motor Inmóvil”, es un dios filosófico que se piensa a sí mismo, que todo
lo mueve y no es movido por nada. En cambio el Dios cristiano se define como
Amor, infinita misericordia que salva al mundo, bien diferente a las
intervenciones contingentes de los dioses griegos que actuaban en tal o cual
guerra, en tal o cual circunstancia humana.
El Dios cristiano, contrariando el principio racional que dice que “de la nada,
nada resulta”, afirma que de la nada creó el mundo.
Vista así las cosas, no es difícil percibir que el gran problema a resolver para
el pensamiento cristiano que quería sistematizarse, fue de cómo congeniar la
razón con la fe justamente en los albores de la modernidad. Y la gran pregunta
era ¿cómo es posible incorporar la filosofía griega, racional, a su mundo
espiritual?
¿Puede haber relación entre la razón y la fe? ¿Entre la revelación y el
conocimiento natural? ¿Entre la naturaleza y lo sobrenatural? ¿Entre la teología
y la filosofía?
De cara al problema de la relación entre razón y la fe, se suelen citar 5
posturas posibles, muy conocidas, pero que creo vale la pena recordar:
1. Eliminar la razón: Esta fue la postura de algunos cristianos que pretendían
de esa forma eludir el problema, tal el caso de Tertuliano en el siglo II y III,
o de Lucero que hablaba de “la prostituta razón”.
2. Eliminar la fe: Es justamente la postura igualmente radical y opuesta. Si la
revelación se opone a la razón, entonces no puede ser verdadera. Puesto que para
esta postura, verdadero es sólo lo que es empíricamente verificable. Por citar
algunos nombres: Filón en el siglo I a. de C. o Berengario de Tours en el siglo
XI, también Voltaire en el siglo XVII y XVIII.
3. Separar radicalmente la razón de la fe: Esta es la postura que no niega la
existencia de ninguna de las dos. Pero en órbitas totalmente incomunicables
entre sí, hasta el punto de sostener que algo puede ser falso para la filosofía
pero verdadero para la religión o viceversa. Esta es la doctrina de “la doble
verdad” muy difundida en la Edad Media, a partir del siglo XIII.
4. Tener a la fe como supuesto de la razón: Esto supone que sin contar con la fe
como base, es imposible llegar a la comprensión de las verdades últimas aún
dentro de la finitud humana. Esta es la postura de San Agustín: “creo para
comprender”. Y también la de San Anselmo en el siglo XI: “creo que no puedo
entender sin haber creído antes”.
5. Distinguir a la fe y a la razón, para armonizarlas: Ambas son formas de
acceder al conocimiento, que lejos de contradecirse, se complementan para
conformar la integridad del saber humano.
Esta es la postura de Santo Tomás. Veamos quién fue Santo Tomás de Aquino y cuál
su época.
Como es sabido vivió en el siglo XIII y es quien encarna la forma más elevada de
la filosofía escolástica. Su genio se percibe en parte, al notar su capacidad
constructiva que le permite lograr una extraordinaria síntesis, sirviéndose de
todo el saber precedente, al que estudia con denuedo y reelabora en un sistema
completo.
Según él mismo lo decía, Santo Tomás se consideraba un teólogo, y tomaba a la
filosofía por los servicios que ésta le podía prestar a la fe cristiana, pero
aunque ese fuera su objetivo, la riqueza del pensamiento de Santo Tomás produjo
aportes singularísimos a la filosofía tales como la distinción real entre la
existencia y la esencia; el poder de la inteligencia dentro de sus límites
naturales; el carácter accidental de toda cualidad y toda acción, entre otras
muchas.
De todos modos, nos interesa hoy focalizar su pensamiento en cuanto al problema
específico de las relaciones existentes entre razón y fe que en su época
representaba mucho más que ello, representaba dejar afirmado una tierra firme
donde no se pudiera colar ningún rapto de fundamentalismo que avalara la
eliminación de una contra otra.
Lo que busca no es simplemente conciliar accidentalmente a la fe con la razón,
sino reconstruir la filosofía de modo que su acuerdo con la teología es el
resultado necesario de las exigencias de la razón misma.
Históricamente, su planteo está contextualizado en una época donde está
circulando la doctrina de la “doble verdad” que antes mencionamos: aquella
doctrina que sostenía que Razón y Fe existían pero en órbitas totalmente
incomunicables entre sí.
Frente a ello Santo Tomás va a demostrar que, aunque la fe y el conocimiento
racional son diferentes, no sólo no son opuestos, sino que existen en perfecta
armonía.
¿Cuál es su argumento? Que es imposible que se contradigan por las siguientes
razones:
1. Que si la razón y la revelación proceden de Dios, que es la Verdad misma, es
imposible que se contradigan:
2. Que Dios es el objeto tanto de la filosofía como de la teología: en efecto,
la filosofía se ocupa de Dios considerado como causa primera de todo ente y
estudiado por la razón; la teología se ocupa de Dios como el fin hacia el que se
orienta la salvación del hombre, estudiado mediante la luz de la Revelación.
3. Y que la filosofía (cuando habla de filosofía, o de “el filósofo” está
hablando de Aristóteles) pudo alcanzar verdades coincidente con las verdades de
la fe, lo que muestra el indiscutible poder de la razón.
De modo que, en contra de lo que ha planteado la corriente de los averroistas,
(los filósofos que seguían a Averroes) Razón y Fe no son dos ámbitos estancos e
incomunicables, pero además, la metafísica y la física aristotélica le dan a
Santa Tomás los principios racionales que permiten construir una explicación de
la realidad, totalmente coherente y abierta a la fe.
En cuanto a las verdades que la fe enseña, también pueden alcanzarse por la
razón. Por ejemplo: que Dios existe; que Dios no tiene cuerpo; que Dios es uno
solo. En efecto la razón por sí sola podría descubrirlas, pero, dice Santo
Tomás, como son necesarias esas verdades para nuestra salvación y con el
conocimiento intelectual podría ser difícil alcanzarla, o en todo caso, sólo la
alcanzarían algunos pocos, es bueno que le hombre alcance esas mismas verdades
por la Revelación, así lo hará más rápido y sin tropezar con tantos errores.
Pero, advierte Santo Tomás, hay algunos conocimiento que exceden totalmente a la
razón humana, no porque sean antirracionales sino porque son suprarracionales.
Es a estos a los que llama misterios. Entre ellos la infinitud de Dios. ¿Y por
qué es misterio? Porque la mente, que es finita, no puede comprender lo
infinito. También la cuestión de la Trinidad, o la resurrección de la carne.
Todos ellos, necesariamente, son materia de fe.
De modo que Santo Tomás reconoce que si bien el conocimiento racional parece más
claro que el de la fe para las cosas que a él le atañen, el conocimiento por la
fe excede absolutamente el objeto accesible a la razón.
Entonces queda demostrado que las contradicciones entre razón y fe son sólo
aparentes, y en la Sabiduría divina nos existe ninguna incompatibilidad entre
razón y fe. Todas aquellas cosas que la fe conoce por revelación divina, pues,
no pueden ser contrarias al conocimiento natural”.
Siendo Santo Tomás un filósofo, pero antes que ello, un teólogo, el lugar
central de su pensamiento es Dios. Por eso en la Summa Teológica se estudia a
Dios en sí, a Dios como creador de todo el universo, y a Dios como fin último de
toda criatura racional.
Pero en relación a Dios mismo con la razón se le plantean dos problemas: el
problema de su existencia y el problema de su naturaleza o esencia.
Para demostrar su existencia, propone el método de “las 5 vías”. Una vez
demostrada entonces, de esa misma demostración, surgen cuáles deben ser sus
atributos o lo que constituye la esencia.
Creo entonces que es de fundamental importancia comprender cómo es que sucede
esta demostración.
El método de “las 5 vías” parte de los efectos para llegar a las causas, y en
todos los casos, la causa a la que arriba es Dios, con lo que es prueba de su
existencia.
Las 5 vías tienen, como su nombre lo indica, son 5 caminos distintos, cinco vías
pero cada una de ella, tiene la misma estructura que contempla:
- un punto de partida que está en el mundo sensible, que es en realidad un
efecto de una causa.
- la causa a su vez, supone que habrá una causa primera, puesto que la serie de
causas no puede seguirse al infinito.
- esa causa primera es Dios, que, por definición, es causa de todo lo creado.
Veamos cómo en esta estructura general, Santo Tomás está tomando los conceptos
aristotélicos de “causa” –ya que estamos las mencionamos: la causa material, la
formal, la eficiente y la final- y el concepto de “movimiento”, entendido como
pasaje de la potencia al acto, tal como Aristóteles lo explica.
Veamos entonces como procede esa estructura general en cada una de las 5 vías:
- LA PRIMER VIA, donde el punto de partida es el movimiento, o dicho de otro
modo, el hecho cierto del que parte es la existencia del movimiento:
- Dice Santo Tomás que todos tenemos la experiencia del movimiento, del cambio.
En efecto, me doy cuenta que se mueve un río, que se mueve un vehículo, que se
mueven mis propios pensamientos puesto que hoy puedo pensar de un modo y mañana
de otro. A todo aquello que cambia, lo llamamos móvil.
- Pero si algo se mueve, es porque es movido por otro, hay una causa para que se
produzca el efecto de que algo se mueva. Por ejemplo, cuando un automóvil se
mueve, es porque hay un motor que lo hace mover; cuando pienso es porque hay una
actividad intelectual que produce el pensamiento; cuando un árbol mueve su copa,
entendemos que hay una brisa que lo provoca. Esto sucede, en términos
filosóficos, porque nada puede ser acto y potencia al mismo tiempo (recordemos
que así lo decía Aristóteles). Entonces, es preciso que algo sea movido por otra
cosa.
- Entonces, también podemos decir que aquello que mueve a algo que se nos
muestra en movimiento, es, a su vez, movido por otra causa. Si seguimos con el
ejemplo del viento sobre la copa del árbol, debemos entender que el viento no se
mueve por sí mismo, sino que es producido por otro fenómeno. Y así, habrá una
cadena causal que en algún lado debe encontrar su momento final. Fíjense que si
esa cadena quedara sin final, no explicaría nada. Si no hubiera un “primer
motor” (utilizando la expresión aristotélica), no podrían existir ninguna de las
otras causas. En consecuencia es necesario afirmar que existe algo que mueve sin
ser movido por nada.
- Siendo así, esta primera causa que no es causada por nada, es lo que
entendemos que es Dios. Entonces, Dios existe. Por lo tanto, así se da esta
primer prueba de Dios, a través de la elaboración racional del movimiento.
SEGUNDA VIA: el punto de partida es la causa eficiente. Recordemos que causa es
eficiente.
- Dice Santo Tomás que hay una ordenación de causas eficiente en las cosas
sensibles. Si el campo está mojado, su causa es que cayó lluvia, si cayó lluvia
es porque hubo desprendimiento de las nubes, y esto es porque primero se evaporó
el agua por acción del sol, y así sucesivamente. Recordemos siempre que la causa
es anterior al efecto. Pero, como ya hemos dicho, no puede constituirse una
serie indefinida donde se pudiera establecer un efecto sin causa. Entonces es
preciso admitir que la causa eficiente primera es lo que todos llaman Dios.
- Entonces, así como en la primera VIA, se puede decir DIOS EXISTE porque la
razón lo advirtió a través del movimiento. En la SEGUNDA VIA, se puede afirmar
que DIOS EXISTE porque la serie de causas nos lleva, con la razón, a encontrar a
una primera causa eficiente.
TERCERA VIA: acá el punto de partida es la prueba de la contingencia. Es bueno
que aclaremos que lo “contingente” es lo que puede o no puede ser. ¿Un ejemplo?
Puede ser que nazca este perro, pero puede ser que no nazca. Dicho de otro modo,
es lo que “podría” ser y también “podría no ser”. Todo aquello que es
contingente, no puede ser “necesario”, porque lo “necesario” es lo que siempre
ES.
Presten ahora atención: siguiendo con ese pensamiento, lo que puede NO SER,
quiere decir que alguna vez NO FUE.
Si el Universo entero fuera contingente, entonces quiere decir que en un tiempo
no era nada, no era más que una nada absoluta. Pero esto no es posible, lo
rechaza la razón. Porque de la nada absoluta, nada podría comenzar a ser.
Para que algo exista, debe existir algo que sea existente siempre. Entonces es
evidente que existe algo que es antes que el Universo entero. Es preciso
entonces admitir algo necesario para explicar el hecho de la existencia de los
entes contingentes que nos muestra la experiencia.
Entonces es preciso establecer que hay algo que es por sí mismo y que no tenga
la causa de necesidad fuera de sí.
Tal ente necesario, que existe por su propia naturaleza es lo que llamamos Dios.
Entonces, Dios existe.
CUARTA VIA: el punto de partida son los grados de perfección.
Aparece acá en Santo Tomás una línea ya desarrollada por Platón en relación a su
“teoría de las ideas”, donde muestra que las cosas mejores nos ofrecen la visión
de que hay un sistema de perfección que apunta a lo perfecto en absoluto.
O para decirlo en palabras simples: hay cosas mejores que otras, y esto es una
sistema de grados de perfección.
Y cada cosa tiene su mayor o menor perfección. Por ejemplo si pensamos en la
manifestación de la bondad, veremos que hay grados de mejor o peor. Pues bien,
en algún punto de la escala deberemos encontrarnos con el sumun de la bondad, o
de la perfección de cualquier cosa.
Ese sumun de bondad o perfección, es lo que llamamos Dios. Por lo tanto, por vía
de los grados de perfección también se prueba que Dios existe.
QUINTA VIA, por último, el punto de partida es el orden o gobierno del mundo. Y
esto es lo que se conoce como prueba “teleológica”, porque está basada en la
finalidad que es evidente en la naturaleza. Es para Santo Tomás la prueba más
corriente, de mayor sentido común (y es también lo que sostenía Aristóteles
aunque, desde luego, sin establecer como sí lo hace Santo Tomás el punto de
trascendencia en Dios).
Dice Santo Tomás, que observando la naturaleza y su finalidad, se nota que
algunas cosas carecen de conocimiento, por ejemplo los cuerpos naturales. Estos
obran por causa de un fin. En efecto la raíz de una planta se orienta hacia la
tierra como si la “buscara” pero no es consciente de que la busca. Sin embargo,
esto no ocurre por azar, sino que ocurre para conseguir lo que es óptimo para el
desarrollo de su potencia, y esto que ocurre tiene a este óptimo como meta.
Pero si algo que no tiene conciencia, se orienta hacia una meta, es evidente que
es algo que está siendo dirigido, mientras permanece pasivo. Entonces debe haber
algo consciente que lo dirija. Esa era la famosa figura que mencionaba
Aristóteles cuando decía que el bien lo lograríamos si nos comportáramos como
“el arquero, que es quien toma el arco y logra que la flecha dé en el banco”.
Es decir que si hay un orden, es porque hay una causa final que es activa en el
hecho de ordenar.
Entonces, se puede afirmar que hay algo consciente que ordena las cosas
naturales hacia su fin, y, para no caer nuevamente en el error de construir
cadenas infinitas, es necesario concluir que hay una Inteligencia suprema.
A esa Inteligencia suprema es a la que llamamos Dios. Entonces, Dios existe.
Finalmente recordemos que, a partir de esta demostración de la EXISTENCIA de
Dios, es dable establecer su naturaleza, que se define por los atributos que se
desprenden como correlato de las cinco vías. Estos atributos son los elementos
que determinan su naturaleza. Mencionemos los principales:
- Dios es absolutamente necesario,
- Es ente perfecto
- Es inteligencia suprema ordenadora del mundo
- Dios es la causa primera
Y entonces Santo Tomás quiere otra vez demostrar esa naturaleza, y la realiza en
base a dos modos de conocer:
- una es LA VIA DE LA NEGACIÓN, esto consiste en ver qué ocurriría si se
eliminara de Dios todo lo que le fuera incompatible. Se llegaría así, a la
conclusión que Dios no es como sus criaturas. Pongamos como ejemplo de esta vía
de la negación la cuestión de la perfección. Conceptualmente, lo que es potencia
siempre, por definición, es imperfecto. Pero como Dios es puro acto y nada de
potencia, es en conclusión siempre PERFECTO.
- La otra vía de la demostración de la naturaleza de Dios es LA VIA DE LA
EMINENCIA. Brevemente esta consiste en que las perfecciones que se encuentran en
cada una de las criaturas, debe, como consecuencia de todo lo demostrado en las
cinco vías, existir en Dios, en forma eminente, suprema y total e imposible de
comprender desde la finitud de nuestros pensamientos.
Santo Tomás ha llegado así a la demostración de la existencia de Dios por medio
de las 5 vías y a mostrar cuál es su naturaleza, su esencia, y todo ello por
medio del uso de la razón.