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Teología I
Unidad I – Introducción a la teología
SENTIDO DE LA PALABRA TEOLOGÍA
La palabra “teología” proviene del griego Θεό [theos] “Dios” y Λογότυπα [logos], “estudio”, “razonamiento”. Podemos decir entonces que es “el estudio de Dios”.
Al ser un término griego, la palabra responde a la mentalidad y cultura de ese pueblo, quienes llamaban “teólogos” a los poetas que narraban las gestas de los dioses y por teología entendían el estudio de las criaturas más excelentes y del ser supremo.
No existe en la Biblia una palabra que se corresponda con aquella voz griega. El pueblo de Israel habla de la Palabra de Dios, de la Ley y su conocimiento, de profecías. La perspectiva es completamente diferente a la griega, porque sus términos designan un conocimiento entregado por Dios a su pueblo.
En el Pueblo Cristiano, que congrega a judíos y gentiles, ambos conceptos son aceptados: el griego (la teología como el decir humano de Dios), y el bíblico (la sabiduría divina comunicada por Yahvé a su pueblo para salvarlo). Por lo tanto, la teología es el estudio racional de Dios. Hay dos características que la definen: el objeto de estudio, el tema, que es Dios y el modo de tratarlo, es decir que incluye la elaboración intelectual.
La teología es la ciencia por la cual, la razón del cristiano se esfuerza, mediante la reflexión, en comprender lo que cree, es decir, los misterios revelados, con sus consecuencias.
La teología cristiana es el fruto del discurso racional sobre las realidades reveladas, fundado en la Palabra de Dios y ejercitado por la razón bajo la luz de la fe.
La teología nace de la fe que busca entender. La fe otorga un verdadero conocimiento de la realidad divina y de otras que Dios ha querido manifestar. Como éste está en armonía con la naturaleza humana, el hombre puede trabajar intelectualmente sobre lo creído. Por eso decimos que es posible hacer un discurso racional sobre Dios inspirado en la fe cristiana.
El trabajo intelectual lo comenzó la Iglesia desde el primer momento. Ya los Apóstoles utilizaron la razón y los conocimientos naturales para exponer la doctrina, defenderla, comprenderla en profundidad, ilustrar sus consecuencias teóricas y prácticas.
El desarrollo de este trabajo asumió en cada época los rasgos que imponían la cultura del momento y del lugar, según las necesidades de la evangelización. Así, en el siglo II, se presenta un carácter apologético, defendiendo la verdad cristiana ante los paganos y las primeras herejías de tinte gnóstico. En el siglo III, comienza a sistematizarse la doctrina, con Clemente de Alejandría y Orígenes, que se valen de las doctrinas de los filósofos. También hay un gran desarrollo de la contemplación mística. En los siglos IV y V, adquieren auge los comentarios a las escrituras y las obras dedicadas a tratar con detalle aspectos concretos del dogma o la moral. En los siglos VIII – XI, sucede una centralización en la exposición de las Escrituras, tomando más tarde nuevamente impulso el aspecto especulativo y sistemático.
OBJETO Y LIMITES DE LA TEOLOGIA
El objeto de la teología son las verdades reveladas por Dios y conocidas a través de la fe. Su interés se centra en Dios y en su actividad salvadora a favor de los hombres; Él se ha ido revelando a lo largo de la historia. Sus afirmaciones están centradas en Dios. A diferencia de la filosofía, que parte de lo que el hombre observa y descubre a su alrededor, la teología parte de la Revelación, su objeto de estudio es Dios tal como Él se fue mostrando a la humanidad.
Sus límites tienen que ver con la finitud de la razón humana, que tiene por objeto a Dios, que es infinito. Dado que en el misterio de Dios nunca puede ser abarcado totalmente por la razón humana, se debe afirmar que la teología es susceptible de un progreso que nunca termina.
Se halla condicionada por los límites de:
● La razón. Consigue captar la realidad divina en alguna medida.
● El lenguaje. Consigue expresarla en palabras humanas, pero tanto la razón como el lenguaje, que son presupuestos de la teología, se quedan siempre cortos cuando se trata de conocer los misterios divinos y hablar de ellos con palabras humanas.
FUENTES DE LA TEOLOGIA
Si la teología parte del hecho de que Dios se ha revelado, las fuentes son los lugares donde se haya depositado esa revelación. Las fuentes son numerosas, pero se concentran en:
Las sagradas escrituras
Es la palabra de Dios en cuanta estricta inspiración del Espíritu Santo. Los libros del Antiguo Testamento y Nuevo Testamento ocupan en la Iglesia un lugar de especial preeminencia y veneración. Contienen el mensaje divino de la Salvación, que bajo la inspiración del mismo Espíritu Santo fue redactado por escritores sagrados:
Hagiógrafos. Estos fueron inspirados por el Espíritu Santo a escribir las verdades reveladas por Dios, son verdaderas porque el Espíritu Santo comunica la verdadera existencia de Dios e incentiva la profecía, por lo que, los hagiógrafos al ser inspirados por este, siguen la enseñanza sólidamente, fielmente, manteniendo la verdad que Dios quiso transmitir al hombre.
La sagrada tradición de la iglesia
Tradición, en latín Tradere, que significa: “transmitir”, nos remite aquel proceso vivo por el cual la Iglesia transmite el contenido de la revelación cristiana.
La Sagrada Escritura y Sagrada Tradición son inseparables en la concepción católica. Son como dos caras de una misma moneda. Protegidas y desarrolladas por la Iglesia.
En sentido teológico, la Tradición de la Iglesia debe aceptarse como Palabra de Dios no escrita. Es entendida como la transmisión viva de la Palabra de Dios mediante la interpretación que, bajo la inspiración del Espíritu Santo, hace la Iglesia de la Escritura
Nuestra fe proviene enteramente de la revelación divina, y la revelación nos viene transmitida por la Iglesia.
Dei Verbum – Sagrada Tradición
La predicación apostólica expuesta en los libros inspirados, debía conservarse hasta el fin de los tiempos por una sucesión continua.
Los Apóstoles amonestan a los fieles que conserven las tradiciones que han aprendido o de palabra o por escrito y que combatan por la fe que se les ha dado una vez para siempre. Ahora bien, lo que enseñaron los Apóstoles encierra todo lo necesario para que el Pueblo de Dios viva santamente y aumente su fe, y se transmite a todas las generaciones.
Esta Tradición progresa en la Iglesia con la asistencia del Espíritu Santo: va creciendo en la comprensión de las cosas y de las palabras transmitidas, ya por la contemplación y el estudio de los creyentes, que las meditan en su corazón ya por la percepción íntima.
La Iglesia tiende constantemente a la plenitud de la verdad divina, hasta que en ella se cumplan las palabras de Dios.
Las enseñanzas de los Santos Padres testifican la presencia vivificante de esta Tradición.
Por esta Tradición conoce la Iglesia el Canon íntegro de los libros sagrados, y la misma Sagrada Escritura se va conociendo en ella más a fondo y se hace incesantemente operante; el Espíritu Santo, por quien la voz del Evangelio resuena viva en la Iglesia, y por ella en el mundo, lleva a los creyentes a toda verdad.
Mutua relación entre la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura
La Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura están íntimamente unidas y compenetradas. Porque, procediendo ambas de la misma fuente divina, tienden a un mismo fin. La Sagrada Escritura es la palabra de Dios en cuanto se consigna por escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo, y la Sagrada Tradición transmite íntegramente a los sucesores de los Apóstoles la palabra de Dios a ellos confiada por Cristo Señor y por el Espíritu Santo, para que, a la luz del Espíritu, de la verdad.
MAGISTERIO DE LA IGLESIA
El oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios oral o escrita, ha sido encomendado por solo al Magisterio vivo de la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de Jesucristo.
El Magisterio es el ejercicio de la función docente de la Iglesia. La enseñanza y protección de la fe recibida en la SE es una actividad esencial del Magisterio de la Iglesia.
El Espíritu Santo es quien asiste a los titulares del magisterio, mantiene a la iglesia en la fe verdadera y protege de cualquier desviación.
Dei Verbum – Relación de una y otra con toda la Iglesia y con el Magisterio
Deposito sagrado de la fe . La Sagrada Tradición, pues, y la Sagrada Escritura constituyen un solo depósito sagrado de la palabra de Dios, confiado a la Iglesia. Pero el encargo de interpretar auténticamente la palabra de Dios escrita o transmitida ha sido confiado únicamente al Magisterio vivo de la Iglesia, cuya autoridad se ejerce en nombre de Jesucristo. Este Magisterio no está sobre la palabra de Dios, sino que, enseñando solamente lo que le ha sido confiado, la sirve en cuanto que por mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo la oye con piedad, la guarda con exactitud y la expone con fidelidad.
Es evidente que la Sagrada Tradición, la Sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia, están entrelazados y unidos de tal forma que no tiene consistencia el uno sin el otro, y que juntos bajo la acción de un único Espíritu Santo, contribuyen eficazmente a la salvación de las almas.
Los dogmas de la fe . El Magisterio de la Iglesia ejerce plenamente la autoridad que tiene de Cristo cuando define formas, es decir, cuando propone, de fe, verdades contenidas en la Revelación divina o también cuando propone de manera definitiva verdades que tienen con ellas un vínculo necesario.
METODO DE LA TEOLOGIA
Objeto de estudio: es todo lo que Dios ha revelado a los hombres a lo largo de la historia.
Método: (Analogía de las fuentes de la Iglesia): busca la comprensión de la revelación a través de dos caminos que se unen en un mismo resultado. Como ciencia de la fe, la teología se organiza positiva y sistemáticamente a la luz de un doble principio metódico: el auditus fidei y el intelectus fidei.
1) Auditus fidei: es el primer momento de la teología. Escucha e investiga el dato revelado formalmente desde las fuentes (la Escritura y la Tradición). Pretende mostrar cómo el dogma creído y enseñado de la Iglesia se encuentra formalmente en la Biblia o en la Tradición.
2) Intelectus fidei: es el segundo momento de la teología. Tiende a una comprensión más orgánica del dato revelado mirándolo desde el conjunto de la Revelación.
O bien, resumido:
a. Conocimiento e interpretación del contenido de la Revelación cristiana.
b. Compresión y síntesis ordenada de ese contenido.
La teología examina el conjunto de datos, afirmaciones y comunicaciones que forman del depósito revelado, para analizarlos con detalle y descubrir el sentido preciso de cada uno; y por otra, se ocupa de comprender los datos y articularlos en un edicto intelectual coherente.
Anexo 1: Juan Pablo II, Fides et. Ratio 64-69.
Dei Filius 4: “Cuando la razón iluminada por la fe busca con cuidado, piedad y moderación, llega, por don de Dios, a una cierta inteligencia fructuosa de los misterios, ya sea por analogía de las cosas que conoce naturalmente (analogía de los entes), ya sea por las conexiones que unen unos misterios con otros (analogía de la fe) y con el fin último del hombre. En todo caso, la teología es el pensar iluminado por la fe y el método teológico propuesto es triple:
- La analogía: la razón iluminada por la fe que llega a penetrar los misterios por semejanza con las realidades naturales. Por ejemplo, la atribución a Dios como Padre, amor, etc.
- Por la conexión recíproca de los misterios entre sí. Por ejemplo, la Trinidad conlleva el misterio de la Encarnación y éste al de Redención.
- Por la relación de algún misterio con el fin último del hombre. Por ejemplo, la inhabitación divina, la unión en el Cuerpo místico de Cristo, etc.
Es importante que la razón no puede dejarse de lado en la teología, ya que nuestra fe es razonable (de acuerdo con la razón), aunque no sea racional (porque agota el misterio en la razón).
LA TEOLOGIA COMO CIENCIA
“La teología es una ciencia porque posee principios propios (la fe), un método propio, y puede ser comunicada.” “La teología es la ciencia que nace de la fe y que se desarrolla en el ámbito de la fe y al servicio de la fe’’.
La Teología es la ciencia que tiene Dios de sí mismo y del mundo creado. Dios tiene como objeto propio de su ciencia a sí mismo; se conoce intuitivamente y conoce a los demás objetos como participaciones suyas, y este conocimiento lo comunica de una forma gratuita a los hombres, de una manera perfecta en la visión beatífica de los santos, de manera imperfecta, pero no por eso menos maravillosa, en la revelación y en la fe. Alcanza a Dios por la palabra y el testimonio de Dios sobre sí mismo, y por la luz de la razón iluminada por la fe.
A cada una de estas formas de Teología le corresponde un conocimiento de Dios cada vez más profundo: por la Teología natural conocemos a Dios como principio y fin del universo; por la Teología propiamente dicha conocemos los misterios de su vida íntima a través de su Palabra; y por la Teología de la patria veremos finalmente el Misterio al descubierto, en una visión cara a cara. La Teología propiamente dicha es la ciencia de Dios, pero de Dios tal como se nos ha dado conocer por la revelación, y en la medida en que esta revelación.
El teólogo se esfuerza, por medio de la reflexión, en llegar a una inteligencia más profunda de los misterios que ya ha aceptado por su fe; pero lo que para un simple fiel es objeto de asentimiento, para el teólogo se convierte en objeto de reflexión, y lo que el simple fiel afirma como verdadero, el teólogo lo considera como objeto de inteligibilidad.
TEOLOGIA Y FILOSOFIA
El trabajo teológico necesita de la filosofía como instrumento intelectual. La filosofía proporciona a la teología el lenguaje preciso que necesita para satisfacer las expectativas legítimas de la razón humana.
Durante los tiempos medievales se acuño la idea de “filosofía, sierva de la teología”. No se quería decir que la filosofía hubiera de subordinarse a la teología. La condición auxiliar de la filosofía quería indicar su gran comportamiento para la teología y un modo de hablar que era propio de una época en la que predominaba la fe cristiana y que consideraba a la teología como reina de las ciencias.
Pero no toda filosofía sirve para la teología. Hace falta en primer lugar una actitud filosófica que acepte la existencia de la Verdad y la capacidad de la razón humana para conocerla y expresarla en el lenguaje. Debe admitirse que los aspectos religiosos de la existencia y las doctrinas de la fe son susceptibles de verdadero conocimiento y no son captados únicamente por el sentimiento y las emociones. Afirme el mundo como algo real y no como producto mental de la razón humana. Estos principios filosóficos son las bases elementales de una filosofía que pueda entrar en relación fecunda con las creencias cristianas y permita un equilibrio entre la razón y fe.
RELACION ENTRE RAZON Y FE (Fides et Ratio)
La fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y, en definitiva, de conocerlo a él para que, conociéndolo y amándolo, pueda alcanzar también la plena verdad sobre sí mismo
La teología es una disciplina en relación de razón y fe.
La fe y la razón no pueden contradecirse. La fe perfecciona a la razón, porque es liberada de la desobediencia del pecado y encuentra la fuerza para elevarse al conocimiento de Dios uno y trino. Es decir, que la fe no rebaja a autonomía de la razón, sino que la ayuda a comprender al hombre que Dios se hace presente, libera a la razón en cuando que le permite acceder al conocimiento del mismo.
En las Sagradas Escrituras se nos presenta esta relación a lo largo de las mismas, debido a que la razón no puede llegar al Conocimiento de Dios por si sola. Ambas se complementan porque permite que nuestro espíritu se eleve hacia la verdad, por consecuencia conocer a Dios; son medio que el hombre dispone para contemplar a la verdad.
La razón busca entender hallando la verdad, en permanente búsqueda, y la fe pretende ofrecer y ayudar a comprender la verdad.
Santo Tomas de Aquino: Razón y Fe .
El sistema tomista se basa en la determinación rigurosa de la relación entre la razón y la revelación. Al hombre cuyo fin último es Dios. Fue necesario que el hombre fuera instruido convenientemente y con mayor certeza por la revelación divina.
La razón natural está subordinada a la fe. La razón no está libre de errores. La verdad misma que la razón puede alcanzar no es alcanzable por todos los hombres. Fue necesaria la revelación para instruir a la razón. Sin embargo, la gracia no elimina la naturaleza, sino que la perfecciona. Esto significa que la revelación no inutiliza la razón. La razón no puede demostrar lo que pertenece a la fe, en este sentido la fe perdería todo sentido. Pero si puede servir de auxiliar a la fe de tres maneras distintas:
1) Demostrando los preámbulos de la fe. Verdades cuya demostración es necesaria a la fe misma. No podemos creen en lo que Dios ha revelado, si no sabemos que Dios existe. La razón natural demuestra que Dios existe, que es uno y que tiene los atributos que pueden inferirse de las cosas que ha creado.
2) La filosofía puede utilizarse para aclarar mediante comparaciones las verdades de la fe.
3) La razón puede rebatir las objeciones contra la fe, demostrando que son falsas o al menos que no tienen fuerza demostrativa.
La razón natural en cuanto creada por Dios no puede contradecir la verdad revelada.
La razón cuenta con principios intrínsecos que fueron infundidos por Dios. Cuando aparecen verdades que contradicen la revelación no es porque sean verdades sino falsas conclusiones. La verdad de razón nunca puede ser opuesta a la verdad revelada. La fe es la regla del recto proceder de la razón.
Suma Teológica: Es imposible que por la razón natural se llegue al conocimiento de la trinidad de las personas divinas. Ya se demostró que por la razón natural el hombre no puede llegar al conocimiento de Dios más que partiendo de las criaturas. Así pues, con la razón natural solo se puede conocer de Dios lo siguiente: que le corresponde necesariamente ser principio de todo lo existente. (…) por razón natural se puede llegar a tener conocimiento de lo que pertenece a la unidad de la esencia, no lo que pertenece a la distinción de Personas.
La razón humana puede elevarse hasta Dios. Las criaturas conducen al conocimiento de Dios, como el efecto lleva a la causa. Por consiguiente, gracias a la razón natural, solo podemos llegar a conocer de Dios lo que le corresponde necesariamente por ser el principio de todas las cosas que existen.
De las dos demostraciones que puede lograr la razón: la A Priori y la A Posteriori, solo la segunda puede ser utilizada para conocer a Dios. Porque de acuerdo con el principio aristotélico conocemos a partir de las cosas sensibles.
Los verdaderos artículos de la fe que la razón puede aclarar y defender, pero no demostrar. Mientras que la existencia de Dios y otras cosas acerca de Dios, que la razón con sus propias fuerzas puede llegar a demostrar son los preámbulos de la fe.
Santo Tomas define el acto de fe como “creer, como un pensar con sentimiento, entendido por pensar la consideración investigadora del intelecto y consentimiento de la voluntad. Incluye la adhesión firme del creyente”.
LA TEOLOGIA Y LAS DEMAS CIENCIAS
Inicios del siglo XX, eran numerosos los autores que, al describir el desarrollo de la ciencia moderna, hablaban de su enfrentamiento con la tecnología y la visión religiosa del mundo.
Nueva relación entre la fe y la ciencia. Son dos caminos para conocer, los que no pueden ignorarse mutuamente, y que se ayudan y complementan. La ciencia puede purificar la religión de posibles errores y supersticiones, mientras que la religión puede liberar a la ciencia nuevas idolatrías.
Juan Pablo II: entre la ciencia y la fe no pueden existir contradicción verdadera, toda realidad procede en última instancia de Dios Creador.
La ciencia hace posible que el hombre pueda llevar una vida más humana y digna. Pero la técnica no es neutral. Tiene un carácter conflictivo/confuso y encierra una triste capacidad destructiva del hombre al que debe servir. Puede ponerse al servicio de causas y vincularse en exceso al ejercicio del poder y a las peores ambiciones humanas.
La humanidad no ha logrado aun suficientemente desarrollar una conciencia ética que sea proporcionada al impresionante nivel técnico adquirido durante los últimos decenios.
La teología debe y puede contribuir a que los cultivadores de la ciencia vivan y desarrollen su trabajo como acción moral que verdaderamente ayude a elevar las condiciones de vida de la humanidad.
GRADOS DE CERTEZA TELOGICA
La teología es una ciencia, que procede por razonamiento. A lo largo de la historia de la Iglesia, se han arribado a conclusiones erróneas. La tarea del magisterio sea precisamente velar por la fidelidad a esa Revelación, de modo que las conclusiones de la teología no contradigan la verdad de la fe.
Enunciados de Fe:
- Dogma. Es el enunciado de una verdad contenida en las Sagradas Escrituras, que la Iglesia específica para que sea creída como divinamente revelada. Tienen el supremo grado de certeza las verdades reveladas inmediatamente. El ascenso de la fe que en ellas se presta, radica en la misma autoridad del Dios revelador. Cuando son propuestas por medio de una decisión solemne del Papa o de un Concilio Universal, entonces son verdades de fe definida.
- Verdades católicas. Sobre las que ha fallado de forma definitiva hay que admitirlas como verdades de fe que se apoyan en la autoridad de la Iglesia.
- Verdades próximas a la fe. Es una doctrina considerada casi universalmente por los teólogos como verdad revelada.
- Sentencia cierta. Doctrina sobre la cual no ha hecho todavía manifestaciones definitivas el magisterio, pero cuya verdad está garantizada por su conexión íntima con la doctrina revelada.
- Sentencia común. Es la doctrina que todavía cae dentro del campo de la libre discusión, es sostenida generalmente por todos los teólogos.
- Sentencias probables. Opiniones teológicas de inferior grado. Por sus débiles fundamentos son simplemente toleradas por la Iglesia, ya que no producen ningún daño a la fe.
- Herejía. Es una doctrina que se opone a lo que está declarado como perteneciente a la fe.
- Error. Se opone a una verdad tenida por el conjunto de los teólogos como conecta con lo revelado.
- Doctrina temeraria. Contradice una opinión común sin razones suficientes.
Guía de clase
Existen diferentes grados de certeza en las proposiciones teológicas:
- De fe divina: están contenidas en la Revelación divina, en las Sagradas Escrituras o la Tradición. Ejemplo, “El Verbo se hizo carne”.
- De fe divina y católica: además de ser fe divina, la Iglesia la propone como revelada por Dios y como algo que debe ser creído. Ejemplo, los dogmas de la fe (dados ex cathedra), o el magisterio ordinario de los obispos.
- Conclusiones teológicas o verdad teológicamente cierta: cuando se deducen de una premisa revelada o de la fe y de otra premisa de la filosofía o de la razón humana. Ejemplo, Hay que seguir las indicaciones de la liturgia.
- Proposiciones de doctrina católica: aunque no haya una definición ex cathedra, debe ser aceptado por todos los fieles. Se encuentran presentes en documentos del Concilio o pontificios. Se requiere asentimiento religioso e intelectual.
Fides et Ratio – Juan Pablo II
Introducción.
Un camino que ha llevado a la humanidad a encontrarse progresivamente con la verdad y a confrontarse con ella.
La Iglesia, en el misterio pascual, ha recibido como don la verdad última sobre la vida del hombre se ha hecho peregrina por los caminos del mundo para anunciar que Jesucristo es “camino, la verdad, la vida”. La diaconía de la verdad. Esta misión hace participe, a la comunidad creyente, del esfuerzo común que la humanidad lleva a cabo para alcanzar la verdad. El hombre tiene muchos medios para progresar en el conocimiento de la verdad, de modo que puede hacer cada vez más humana la propia existencia.
Se destaca la filosofía: contribuye directamente a formular la pregunta sobre el sentido de la vida y a trazar la respuesta, se desarrolló desde el momento en que el hombre comenzó a interrogarse sobre el porqué de las cosas y su finalidad.
Movido por el deseo de descubrir la verdad última sobre la existencia, el hombre trata de adquirir los conocimientos universales que le permiten comprenderse mejor y progresar en la realización de sí mismo.
La Iglesia aprecia el esfuerzo de la razón por alcanzar objetivos que hagan cada vez más digna la existencia personal. Ella ve en la filosofía el camino para conocer verdades fundamentales relativas a la existencia del hombre. Considera a filosofía como una ayuda indispensable para profundizar la inteligencia de la fe y comunicar la verdad del Evangelio a cuantos aun no la conocen.
Cap. I. Revelación de la Sabiduría de Dios.
El Concilio Vaticano I enseña que la verdad alcanzada a través de la reflexión filosófica y la verdad que proviene de la revelación no se confunden ni una hace superflua la otra: “Hay un doble orden de conocimiento, distinto no solo por su principio, sino también por su objeto; uno conocemos por medio de la razón natural, y en otro la fe divina; por su objeto, también porque, aparte aquellas cosas que la razón natural puede alcanzar, se nos proponen para creer misterios escondidos en Dios los que no podía tener noticia”
La fe pertenece efectivamente a un orden diverso del conocimiento filosófico.
La filosofía y las ciencias tienen su puesto en el orden de la razón humana, mientras que la fe, iluminada y guiada por el Espíritu, reconoce en el mensaje de la salvación la plenitud de gracia y de verdad que Dios ha querido revelar en la historia y de modo definitivo por medio de su Hijo Jesucristo.
Concilio Vaticano II. El plan de la revelación se realiza por medio de obras y de palabras intrínsecamente ligadas; las obras que Dios realiza en la historia de la salvación manifiestan y confirman la doctrina y las realidades que las palabras significan. La verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación.
Dei Verbum “Dios hablo a nuestros padres en muchas ocasiones y de diversas maneras por los profetas. Ahora en este tiempo final nos ha hablado por el Hijo. Pues envió a su Hijo, la Palabra eterna, que ilumina a todo hombre, para que habitara entre los hombres y les contara la intimidad de Dios. Jesucristo, Palabra hecha carne, hombre enviado a los hombres, habla las palabras de Dios y realiza la obra de la salvación que el Padre le encargo.
La historia es para el pueblo de Dios un camino que hay que recorrer por entero. Dei Verbum manifiesta que “la Iglesia camina a través de los siglos hacía la plenitud de la verdad, hasta que se cumplan en ella plenamente las palabras de Dios.”
El Concilio enseña que “cuando Dios revela, el hombre tiene que someterse con la fe”. La fe es la respuesta de obediencia a Dios. Ello conlleva reconocerlo en su divinidad, trascendencia y libertad suprema. Desde la fe, el hombre da su asentimiento a ese testimonio divino, reconoce plena e integralmente la verdad de lo revelado.
En la fe, la libertad no solo está presente, sino que es necesaria. La fe es la que permite a cada uno expresar mejor la propia libertad. La libertad alcanza la certeza de la verdad y decide vivir en la misma.
La revelación introduce en nuestra historia verdad universal y ultima que induce a la mente del hombre a no pararse nunca; más bien la empuja a ampliar continuamente el campo del propio saber. La verdad de la revelación cristiana que se manifiesta en Jesús, permite a todos acoger el misterio de la propia vida. Como verdad suprema, a la vez que respeta la autonomía de la criatura y su libertad, la obliga a abrirse a la trascendencia. Aquí la relación entre libertad y verdad llega al máximo y se comprende en su totalidad la palabra del Señor: Conocerán la verdad y la verdad los hará libres.
Cap. II. Creo para entender.
La sabiduría lo sabe y comprende todo (Sab 9, 11)
La Sagrada Escritura presenta el vínculo entre el conocimiento de la fe y el de la razón. Una profunda e inseparable unidad entre el conocimiento de la razón y el de la fe.
La fe agudiza la mirada interior abriendo la mente para que descubra, en el sucederse de los acontecimientos la presencia operante de la providencia.
El hombre con la luz de la razón sabe reconocer su camino, pero solo lo puede recorrer de forma libre, sin obstáculos y hasta el final, si con un ánimo sincero fija su búsqueda en el horizonte de la fe. La razón y fe no se pueden separar sin que se reduzca la posibilidad del hombre de conocer de modo adecuado a sí mismo, al mundo y a Dios.
En definitiva, el hombre, con la razón, alcanza la verdad porque, iluminado por la fe, descubre el sentido profundo de cada cosa y, en particular, de la propia existencia. Por lo tanto, con razón, el autor sagrado fundamenta el verdadero conocimiento precisamente en el temor de Dios: “El temor del Señor es el comienzo de la sabiduría”.
Adquiere la sabiduría, adquiere la inteligencia (Prov.4, 5)
El hombre bíblico ha descubierto que no puede comprenderse sino como “ser en relación”: consigo mismo, con el mundo y con Dios. Esta apertura al misterio, que le viene de la revelación, ha sido al final para él la fuente de un verdadero conocimiento.
San Pablo: a través de la creación, los ojos de la inteligencia pueden llegar a conocer a Dios.
Se reconoce a la razón del hombre una capacidad que parece superar casi sus mismos limites naturales: no está limitada al conocimiento sensorial, sino que puede incluso alcanzar la causa que da lugar a toda realidad sensible.
Según el Apóstol, la razón tenía la capacidad de superar fácilmente el dato sensible para alcanzar el origen mismo de todo: el Creador. Debido a la desobediencia con la cual el hombre eligió situarse en plena y absoluta autonomía respecto a aquel que lo había creado, quedo mermada esta facilidad de acceso a Dios creador.
En el NT, hay un dato que sobresale con mucha claridad: la contraposición entre la sabiduría de este mundo y la de Dios, revelada en Jesucristo. La profundidad de la sabiduría revelada rompe nuestros esquemas habituales de reflexión.
El Hijo de Dios crucificado es el acontecimiento histórico contra el cual se estrella todo intento de la mente de construir, sobre argumentaciones solamente humanas una justificación suficiente del sentido de la existencia.
El verdadero punto central, que desafía toda filosofía, es la muerte de Jesucristo en la cruz.
La razón no puede vaciar el misterio de amor que la cruz representa, mientras que esta puede dar a la razón la respuesta última que busca. No es la sabiduría de las palabras, sino la Palabra de la Sabiduría lo que San Pablo pone como criterio de verdad y a la vez, de salvación.
Cap. III. Entiendo para creer
Camino en busca de la verdad.
San Pablo pone de relieve una verdad que la Iglesia ha conservado siempre: en lo más profundo del corazón del hombre está el deseo y la nostalgia de Dios.
Todos los hombres desean saber y la verdad es el objeto propio de este deseo. El hombre es el único ser, en toda la creación visible, que no solo es capaz de saber, sino que sabe también que sabe y, por eso, se interesa por la verdad real de lo que se le presenta.
Encíclica Veritatis splendor: “no existe moral sin libertad. Si bien existe el derecho de ser respetados en el propio camino de búsqueda de la verdad, aun antes existe la obligación mora, grave para cada uno, de buscar la verdad y seguirla una vez conocida”
Es necesario que los valores elegidos y que se persiguen con la propia vida sean verdaderos, perfeccionan a la persona realizando su naturaleza. El hombre encuentra esta verdad de los valores no encerrándose en si mismo, sino abriéndose para acogerla incluso en las dimensiones que lo transcienden. Esta es una condición necesaria para que cada uno llegue a ser el mismo y crezca como persona adulta y madura.
Si es posible o no alcanzar una verdad universal y absoluta. De por si, toda verdad, incluso parcial, si es realmente verdad, se presenta como universal. Lo que es verdad, debe ser verdad para todos y siempre. Además de esta universalidad, el hombre busca un absoluto que sea capaz de dar respuesta y sentido a toda su búsqueda. Algo que sea lo último y el fundamento de todo lo demás. Busca una explicación definitiva, un valor supremo, más allá del cual no haya ni pueda haber interrogantes o instancias posteriores.
Diversas facetas de la verdad en el hombre.
Siempre es la verdad la que influencia su existencia.
Cuando un científico, siguiendo una intuición suya, se pone a la búsqueda de la explicación lógica y verificable, confía desde el principio que encontrara una respuesta y no se detiene ante los fracasos. Esto también es válido para la investigación de la verdad en el ámbito de las cuestiones últimas.
Las verdades religiosas, en cierta medida, hunden sus raíces también en la filosofía. Estas están contenidas en las respuestas que las diversas religiones ofrecen en sus tradiciones a las cuestiones últimas.
Las verdades filosóficas, hay que precisar que no se limitan a las meras doctrinas. Cada hombre es, en cierto modo, filósofo y posee concepciones filosóficas propias con las cuales orienta su vida.
Desde el nacimiento, el hombre está inmerso en varias tradiciones, de las cuales recibe no solo el lenguaje y la formación cultural, sino también muchas verdades en las que, casi instintivamente cree. En la vida del hombre, las verdades simplemente creídas son mucho más numerosas que las adquiridas mediante la constatación personal.
El hombre, ser que busca la verdad, es pues también aquel que vive de creencias. Cada uno, al creer, confía en los conocimientos adquiridos por otras personas. El conocimiento a través de una creencia parece una forma imperfecta de conocimiento, que debe perfeccionarse progresivamente mediante la evidencia lograda personalmente; por otra, la creencia, con frecuencia, resulta más rica desde el punto de vista humano, incluye una relación interpersonal.
La perfección del hombre no esa en la mera adquisición del conocimiento abstracto de la verdad, sino que consiste también en una relación vida, de entrega y fidelidad hacia el otro.
El hombre por su naturaleza busca la verdad. Su búsqueda tiende hacia una verdad ulterior que pueda explicar el sentido de la vida; por eso, es una búsqueda que no puede encontrar solución si no es en el absoluto. Esta verdad se logra no solo por la vida racional, sino también mediante el abandono confiado en otras personas, que pueden garantizar y la autenticidad de la verdad misma. La razón necesita ser sostenida en la búsqueda por un dialogo confiado y una amistad sincera. La fe cristiana lo ayuda ofreciéndole la posibilidad concreta de ver realizado el objetivo de esta búsqueda.
Esta verdad que Dios nos revela en Jesucristo no está en contraste con las verdades que se alcanzan filosofando. Los dos órdenes de conocimiento conducen a la verdad en su plenitud. La unidad de la verdad es ya un postulado fundamental de la razón humana, expresado en el principio de no contradicción. La revelación da la certeza de esta unidad, mostrando que Dios creador es también Dios de la historia de la salvación. El mismo e idéntico Dios, que fundamenta y garantiza que sea inteligible y racional el orden natural de las cosas sobre las que se apoyan los científicos confiados, es el mismo que se revela como Padre de nuestro Señor Jesucristo.
La relación entre la verdad revelada y la filosofía impone una doble consideración: en cuanto que la verdad que nos llega por la revelación es una verdad que debe ser comprendida a la luz de la razón.
Cap. IV. Relación entre la fe y razón.
Novedad perenne del pensamiento de Santo Tomas de Aquino.
Argumentaba que la luz de la razón y la luz de la fe proceden ambas de Dios, por lo tanto, no pueden contradecirse entre sí.
La fe no teme la razón, sino que la busca y confía en ella. La fe supone y perfecciona la razón. Esta última, iluminada por la fe, es liberada de la fragilidad y de los límites que derivan de la desobediencia del pecado y encuentra la fuerza necesaria para elevarse al conocimiento del misterio de Dios uno y trino. La fe es de algún modo ejercicio del pensamiento, una opción libre y consciente.
El Espíritu Santo realiza haciendo madurar en sabiduría la ciencia humana: aquella sabiduría que es un Don del Espíritu Santo y que introduce en el conocimiento de las realidades divinas. Su teología permite comprender la peculiaridad de la sabiduría en su estrecho vínculo con la fe y el conocimiento de lo divino. Presupone la fe y formula su recto juicio a partir de la verdad de la fe misma: “La sabiduría, el don del Espíritu Santo, difiere de la que es una virtud intelectual adquirido. Pues esta se adquiere con esfuerzo humano y aquella viene de arriba. De la misma manera difiere también de la fe, porque la fe asiente a la verdad divina por sí misma.”
“Todo lo verdadero, donde quiera que este, es el Espíritu Santo.”
Separación entre razón y fe.
Ante las líneas de transformaciones cultuales, algunos filósofos, abandonando la búsqueda de la verdad por sí misma, han adoptado como único objetivo lograr la certeza subjetiva o la utilidad práctica. De aquí se desprende, como consecuencia, el ofuscamiento de la auténtica dignidad de la razón, que ya no es capaz de conocer lo verdadero y de buscar lo absoluto.
En este último período se constata aun progresiva separación entre la fe y la razón filosófica. En la reflexión filosófica de aquellos que han contribuido a aumentar la distancia entre la fe y la razón aparecen a veces gérmenes de pensamiento que pueden ayudar a descubrir el camino de la verdad.
La razón, privada de la aportación de la revelación, ha recorrido caminos secundarios que tiene el peligro de hacerse perder de vista su meta final.
La fe, privada de la razón, ha subrayado el sentimiento y la experiencia, corriendo el riesgo de dejar de ser una propuesta universal.
Cap. V. Intervenciones del magisterio en cuestiones filosófica.
El Magisterio es su deber reaccionar de forma clara y firme cuando tesis filosóficas discutibles amenazan la compresión correcta del dato revelado y cuando se difunden teorías falsas y parciales que siembran graves errores confundiendo la simplicidad y la pureza de la fe del pueblo de Dios.
El Magisterio eclesiástico puede y debe ejercer con autoridad, a la luz de la fe, su propio discernimiento critico en relación con las filosofías y las afirmaciones que se contraponen a la doctrina cristiana.
La Iglesia tiene el deber de indicar lo que, en un sistema filosófico, puede ser incompatible con su fe. Recta Ratio:
razón que reflexiona correctamente sobre la verdad.
La Iglesia sabe que los tesoros de la sabiduría y de conocimiento están ocultos en Cristo; por eso interviene animando la reflexión filosófica, para que no se cierre el dominio que condice al reconocimiento del misterio.
Las intervenciones del magisterio se han ocupado no tanto de la tesis filosófica concreta como de la necesidad del conocimiento racional, y por lo tanto filosófico, para la inteligencia de la fe.
El Concilio de Vaticano I, las enseñanzas del magisterio pontificio habían propuesto de forma ordinaria y constante a los fieles, puso de relieve lo inseparables y, al mismo tiempo, irreducibles que son el conocimiento natural de Dios y la revelación, la razón y la fe. “Hay un doble orden de conocimiento, distinto no solo por su principio, sino también por su objetivo.”
Ninguna verdadera disensión puede jamás darse entre la fe y la razón, puso dentro del alma humana la luz de la razón, y Dios no puede negarse a sí mismo, ni la verdad contradecir jamás a la verdad.
Dei verbum, Dios está presente tanto en los textos sagrados como la tradición, la tradición y la escritura constituyen el depósito sagrado de la palabra de Dios, confiado a la Iglesia. Fiel a dicho depósito, el pueblo cristiano entero, la SE, por tanto, no es solamente punto de referencia para la Iglesia. En efecto, la suprema norma de su fe proviene de la unidad del espíritu puesto en la ST la SE y el Magisterio de la Iglesia en una reciprocidad tal que los 3 no pueden subsistir de forma independiente.
Cap. VI. Interacción entre teología y filosofía.
La teología se organiza como ciencia de la fe a la luz de un doble principio metodológico:
1. Auditus fidei (Escucha la fe). Los contenidos de la revelación tal y como han sido explicitados progresivamente en la Sagrada Tradición, SE y el Magisterio vivo de la Iglesia. La filosofía ofrece a la teología al tratar sobre la estructura del conocimiento y de la comunicación personal. Usando conceptos y formas de pensamiento tomados de una determinada tradición filosófica. Conocer a fondo y los sistemas filosóficos que han influido.
2. Intellectus fidei (Inteligencia de la fe). La teología quiere responder a las exigencias propias del pensamiento mediante la reflexión especulativa. Verdad divina, las estructuras lógicas y conceptuales de la Iglesia, el significado de salvación para el individuo y para la humanidad. Participa con su asentimiento de fe.
Teología dogmática . Debe ser capaz de articular el sentido universal del misterio de Dios uno y Trino y de la economía de la Salvación. La razón del creyente tenga un conocimiento natural, verdadero y coherente de las cosas creadas, de mundo y del hombre. La teología dogmática especulativa presupone e implica una filósofa del hombre, del mundo y del ser, fundada sobre la verdad objetiva.
Teología fundamental . Misión de dar razón de la fe, justificar y explicitar la relación entre la fe y reflexión filosófica. Debe mostrar la íntima compatibilidad entre la fe y su exigencia fundamental de ser explicitada mediante una razón capaz de dar su asentimiento en plena libertad. La fe sabrá mostrar plenamente el camino a una razón que busca sinceramente la verdad.
Teología moral . Debe acudir a una visión filosófica correcta.
Teología. Punto de partida , fuente original debe ser siempre la Palabra de Dios revelada en la historia, el objetivo final la inteligencia de esta, la Palabra de Dios es verdad. La razón en cierto modo guiada, para evitar caminos que podrían conducir fuera de la verdad revelada. La Palabra de Dios, la filosofía sale enriquecida porque la razón descubre nuevos e inesperados horizontes.
La expresión filosofía cristiana, con ella no se pretende aludir a una filosofía oficial de la iglesia, puesto que la fe como tal no es una filosofía. Una especulación filosófica concebida en unión vital con la fe.
Los aspectos de la filosofía cristina:
- Subjetivo. La purificación de la razón por parte de la fe. La fe libera la razón de la presunción, tentación típica: a la que los filósofos están fácilmente sometidos.
- Objetivo. La necesidad de explorar el carácter racional de algunas verdades expresadas por la SE. Son tareas que llevan a la razón a conocer que lo verdadero racional supera los estrechos con fines dentro de los que ella tendería a encerrarse.
Necesita de la filosofía como interlocutora para verificar la inteligibilidad y la verdad universal.
La revelación cristina llega a ser el verdadero punto de referencia y de confrontación entre el pensamiento filosófico y el teológico en su reciproca relación.
El mismo acto de fe no es otra cosa que el pensar con el asentimiento de voluntad. La fe, si lo que se cree no se piensa, es nula. Sin asentimiento no hay fe, porque no se puede creer en nada.
Cap. VII. Exigencias y cometidos actuales.
La Sagrada Escritura contiende, de manera implícita o explícita, una serie de elementos que permiten obtener una visión del hombre y del mundo de gran valor filosófico.
De ellas se deduce que la realidad que experimentamos no es el absoluto. Solo Dios es el absoluto. De las páginas de la Biblia se desprende una visión del hombre como imago Dei, que contiene indicaciones precisas sobre su ser, su libertad y la inmortalidad de su espíritu. Puesto que el mundo creado no es autosuficiente, toda ilusión de autonomía que ignore la dependencia esencial de Dios de toda la criatura lleva a situaciones dramáticas que destruyen la búsqueda racional de la armonía y del sentido de la existencia humana.
La palabra de Dios plantea el problema del sentido de la existencia y ofrece su respuesta orientada al hombre hacia Jesucristo, el Verbo de Dios, que realiza en plenitud la existencia humana.
La palabra de Dios revela el fin último del hombre y da un sentido global a su obrar en el mundo. Verificar la capacidad del hombre de llegar al conocimiento de la verdad.
“La inteligencia no se limita solo a los fenómenos, sino que es capaz de alcanzar con verdadera certeza la realidad inteligible, aunque a consecuencia del pecado se encuentre parcialmente oscurecida y debilitada”.
Unidad II – Revelación de Dios
La dimensión religiosa en el hombre. Búsqueda de Dios en el hombre hoy.
El hombre se ha manifestado como un ser que, en la búsqueda de sentido de su existencia, vivía la experiencia de lo sagrado, lo último, que se le manifestaba de múltiples maneras y circunstancias.
La experiencia de la vida, la muerte, el devenir, y la de su propia finitud lo remitía constantemente a un universo sagrado con el cual trataba de comunicarse.
El concepto de mito apuntaba a describir el relato en el cual se narraban los hechos que tenían como protagonistas a seres sobrenaturales. Era el mito, la narración de una historia sagrada verdadera, en el sentido que otorgaba una primera aproximación racional al mundo circundante.
A lo largo de la historia de la humanidad, la realidad sagrada era percibida de distintas maneras:
- Un ser supremo, legislador. Henoteísmo.
- Una multitud de seres superiores. Politeísmo.
- Una dualidad divina. Principio del bien y del mal. Dualismo.
- Una realidad última, impersonal y totalizante. Leyes del universo o del cosmos. Panteísmo.
- Ser único, trascendente y personal, creador y providente. Monoteísmo.
Deseo de Dios (CIC).
El hombre ha sido creado por Dios y para Dios, es el deseo de Dios. La razón más alta de la dignidad humana consiste
en la vocación del hombre a la comunión con Dios. El hombre es invitado al diálogo con Dios; pue son existe sino porque, creado por Dios por amor, es conservado siempre por amor, y no vive plenamente si no reconoce libremente aquel amor y entrega a su Creador.
De múltiples maneras, en su historia y hasta el día de hoy, los hombres han expresado su búsqueda de Dios por medio de sus creencias y sus comportamientos religiosos. A pesar de las ambigüedades que pueden entrañar, estas formas de expresión son tan universales que pueden llamar al hombre un ser religioso.
“Se alegre el corazón a os que buscan a Dios”. Esta búsqueda exige del hombre todo el esfuerzo de su inteligencia, la rectitud de su voluntad y el testimonio de otros que le enseñen a buscar a Dios. La revelación es una demostración al hombre como alguien que nos ama.
VIAS DE ACCESO AL CONOCIMIENTO DE DIOS
El hombre que busca a Dios descubre ciertas vías para acceder su conocimiento. También se las llaman pruebas de la existencia de Dios, en el sentido de argumentos convergentes y convivientes que permiten llegar a verdaderas certezas.
Tienen como punto de partida:
- Mundo material. A partir del movimiento y del devenir, de la contingencia, del orden y de la belleza del mundo se puede conocer a Dios como origen y fin del universo. “Lo invisible de Dios, desde la creación del mundo se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad.
- Persona humana. Con su apertura a la verdad y a la belleza, con su sentido del bien moral, con su libertad y la voz de su conciencia, con su aspiración al infinito y a la dicha, el hombre se interroga sobre la existencia de Dios. En esas aperturas, percibe signos de su alma espiritual.
Por las diversas vías, el hombre puede acceder al conocimiento de la existencia de una realidad que es la causa primera y el fin último de todo: Dios.
El conocimiento de Dios según la Iglesia. (CIC)
La Iglesia enseña que Dios puede ser conocido mediante la luz natural de la razón humana. El hombre tiene esa capacidad porque ha sido creado a imagen de Dios. Necesita ser ilumina por la revelación de Dios, no solamente acerca de lo que supera su entendimiento, sino también sobre las verdades religiosas y morales que de suyo no son inaccesibles a la razón, a fin de que puedan ser, en el estado actual del género humano, conocidas de todos sin facultad y con certeza firme.
¿Cómo hablar de Dios? La iglesia expresa su confianza en la posibilidad de hablar de Dios a todos los hombres y con todos los hombres. Todas las criaturas poseen una cierta semejanza con Dios, especialmente el hombre. Las múltiples perfecciones de las criaturas reflejan la perfección infinita de Dios. Dios trasciende toda criatura.
Tesis sobre la existencia de Dios diferentes a aquella presentada por la Iglesia:
- Deísmo: Dios se presenta como un ingeniero universal que luego de la creación-construcción de su máquina la abandona a merced de sus funciones y leyes. No interviene a posteriori. Dios que se desentiende de su creatura.
- Ontologismo: Dios es el principio inmediatamente evidente no sólo por el orden ontológico, sino también en el orden lógico.
- Ateísmo: niega la existencia de Dios. Puede ser asertórico, cuando dice que Dios no existe porque no hay nada más que la naturaleza, o postula torio, que dice que Dios no debe existir si queremos que el hombre sea libre. ●
Agnosticismo: se niega la posibilidad de conocer a Dios.
- Tradicionalistas: la razón del hombre está debilitada por el pecado original por eso sólo se puede conocer a Dios por vía de tradición.
DIOS SALE AL ENCUENTRO DEL HOMBRE Y LE REVELA SU DESIGNIO DE AMOR
La Revelación es la comunicación de Dios a darse a conocer a sí mismo, motivado por su gran amor para hablar con los hombres e invitarlos a estar en comunión con Él, con el fin de la salvación en favor de los hombres.
Mediante la razón natural, el hombre puede conocer a Dios con certeza a partir de sus obras. Pero existe otro orden de conocimiento que el hombre no puede de ningún modo alcanzar por sus propias fuerzas, el de la Revelación divina. Por una decisión libre, Dios revela y se da al hombre, y lo hace revelando su misterio, su designo benevolente que estableció desde la eternidad en Cristo en favor a todos los hombres. Revela plenamente su designio enviando a su Hijo amado.
La Santa Iglesia, mantiene y enseña que Dios, principio y fin de todas las cosas, puede ser conocido con certeza mediante la natural de la razón humana a partir de las cosas creadas. El hombre tiene esta capacidad porque ha sido creado a imagen de Dios. Las verdades que se refieren a Dios y a los hombres sobrepasan absolutamente el orden de las cosas sensibles y cuando deben traducirse en actos y proyectarse en la vida exigen que le hombre se entregue y renuncie a sí mismo.
El hombre necesita ser iluminado por la revelación de Dios, sobre las verdades religiosas y morales que de suyo no son inaccesibles a la razón, a fin de que puedan ser, en el estado actual del género humano, conocidas de todos sin dificultad, con una certeza firme y sin mezcla de error.
Dios revela su designio amoroso. “Dispuso Dios en su bondad y sabiduría revelarse a sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad, mediante el cual los hombres, por medio de Cristo, Verbo encarnado, tienen acceso al Padre en Espíritu Santo y se hacen partícipes de la naturaleza divina.”. Dios, que “habita una luz inaccesible”, quiere comunicar su propia vida divina a los hombres libremente creados por él, para hacer de ellos, en su Hijo único, hijos adoptivos. Al revelarse a sí mismo, Dios quiere hacer a los hombres capaces de responderle, de conocerle y de amarle más allá de lo que ellos serían capaces por sus propias fuerzas.
El designio divino de la revelación se realiza a la vez “mediante acciones y palabras”, íntimamente ligadas entre sí y que se esclarecen mutuamente. Este designio comporta una “pedagogía divina” particular: Dios se comunica gradualmente al hombre, lo prepara por etapas para acoger la Revelación sobrenatural que hace de sí mismo y que culminará en la Persona y la misión del Verbo encarnado, Jesucristo.
La revelación como fuente de conocimiento de Dios .
La palabra Revelación se deriva del latín [Revelare], que significa remover el velo, quitar el velo. Es la manifestación amorosa que Dios hace de sí mismo y de su misterio en orden a nuestra Salvación. Dios rompe su silencio y se hace cercano, aunque siga siendo un misterio. El objeto de la revelación es Dios mismo. La finalidad de la revelación no es el conocimiento, sino la Salvación, la participación de la vida misma de Dios.
La Revelación es la comunicación que Dios hace de sí mismo y de su plan de salvación en favor de todos los hombres, para darse a conocer e invitarlos a la comunión con Él. Dios no da mensajes intemporales, sino que se dirige personalmente a un interlocutor en una cultura e historia vivas: Abraham, Moisés, etc. A la luz de la historia del Pueblo de Israel vemos el constante darse a conocer de Dios que toma la iniciática y actúa salvando.
El evento de la Revelación es indisociable de esta intervención divina. La Revelación de Dios a los hombres no es una simple comunicación de noticias o conocimientos. Dios comunica su propio misterio con el propósito de dar un vuelco a la vida humana.
La Revelación como Palabra – Encuentro – Presencia.
Funciones clasificadas por la lingüística son:
a. Informativa. Es una función objetiva en la que se usa la tercera persona. Función típica de la ciencia, didáctica y la historiografía.
b. Expresiva. Se maneja en relación con el interior del ser humano. Se usa en primera persona, función subjetiva. Función en la épica y poesía.
c. Interpelativa. Apelamos al interlocutor provocando su respuesta. Función intersubjetiva.
Concepto teológico de Revelación:
a. Dimensión dinámica. Dios actúa, por la cual crea y actúa realizando signos milagrosos en el cosmos y en la historia personal y colectiva del pueblo de Dios.
b. Dimensión noetica. Dios enseña por la cual revela y enseña, desde la ley, la profecía y la sabiduría hasta las bienaventuranzas y el Reino de Dios.
c. Dimensión personal. Dios se autocomunica por la cual progresivamente se autocomunica de una manera total. La palabra posee la triple dimensión de autoexpresión, testimonio y encuentro.
- Palabra como Autoexpresión.
La palabra divina es perfecta manifestación de la verdad que es Dios mismo.
- Palabra como Encuentro.
Requiere la reciprocidad que se encuentra en una relación constituida por dos personas libres. Esta relación interpersonal reclama también intimidad entre las personas que se encuentra. Se trata de una verdadera relación partiendo de un intercambio subjetivo. Conlleva a un encuentro personal. La gran obra de Israel no es solamente mostrar un único Dios verdadero, sino invocarlo como un Tú, haber estado con El: voluntad de comunicación, de acercamiento, de llamada por parte de Dios. Y en Jesucristo esta relación interpersonal llega a la plenitud como comunión con Dios y con los hombres. En el NV, acentúa el carácter personal de la Revelación de Dios en Jesús, verdadero camino, verdad y vida.
Dei Verbum: en esta Revelación, Dios invisible movido de amor, habla a los hombres como amigos, trata con ellos para invitarlos y admitirlos a la comunión con él.
- Palabra como Presencia.
La palabra humana interpela la confianza del oyente, solicita su adhesión personal al testimonio que le ha sido confiado.
Características de la Revelación.
a. Es una auto manifestación de la vida íntima de Dios. Dios se revela a Si mismo de manera soberana, libre y gratuita.
b. La Revelación es Histórica. Ocurre en el seno de la historia humana. Dios se revela no solo con la Palabra sino también con acciones, obras y gestos.
c. La Revelación se despliega gradualmente (Progresiva) hasta culminar en la predicación y la obra de Jesús.
d. La Revelación es Salvadora, apunta primariamente a rescatar a hombre del pecado y a comunicarle la vida nueva de la gracia. La intensión profunda y ultima de la manifestación de Dios, que es vencer el mal moral, conceder una participación en la santidad divina, y hacer posible un destino eterno de gozo y amor.
e. La Revelación es Don divino inestimable, al que se refiere Jesús como algo precioso y único en algunas palabras.
La religión judeo-cristiana es una religión revelada, que se apoya en hechos o acontecimientos realizados por Dios a lo largo de la historia humana. Es y se comprende a sí misma como una religión revelada. Parte de lo que Dios dijo de sí mismo y manifestó a través de hechos y palabras.
Objeto y finalidad de la Revelación.
Dei Verbum. Naturaleza y Objeto de la Revelación.
Dios en su bondad y sabiduría relevarse a sí mismo y dar a conocer el misterio de la voluntad, por medio de Cristo, los hombres tienen acceso al Padre en Espíritu Santo y se hacen consortes de la naturaleza divina, movido por su gran amor, habla a los hombres para invitarlos y recibirlos a la comunión con El este plan de la revelación se realiza con palabras y hechos intrínsecamente conexo entre sí.
La verdad intima acerca de Dios y de la salvación humana se nos manifiesta por la Revelación en Cristo, que es a un tiempo mediador y plenitud de toda la revelación.
Preparación de la revelación evangélica.
Dios, creando y conservándolo todo por su Verbo, da a los hombres testimonio perenne de sí en las cosas creadas y, queriendo abrir el camino de la salvación sobrenatural, se manifestó, además, personalmente a nuestros primeros padres ya desde el principio. Después de su caída los animó a la esperanza de la salvación con la promesa de la redención, y tuvo incesante cuidado del género humano, para dar la vida eterna a todos los que buscan la salvación con la perseverancia en las buenas obras.
A su tiempo llamó a Abraham para hacerlo padre de un gran pueblo, al que después de los Patriarcas instruyó por Moisés y por los Profetas para que lo reconocieran Dios único, vivo y verdadero, y para que esperaran al Salvador prometido, y de esta forma, a través de los siglos, fue preparando el camino del Evangelio.
Cristo, culmen de la revelación.
Envió a su Hijo, al Verbo eterno, que ilumina a todos los hombres, para que viviera entre ellos y les manifestara los secretos de Dios; Jesucristo, pues, el Verbo hecho carne, «hombre enviado a los hombres», «habla palabras de Dios» y lleva a cabo la obra de la salvación. Jesucristo, - con toda su presencia y manifestación de sí mismo, con sus palabras y obras, señales y milagros, y con su muerte y resurrección gloriosa de entre los muertos, finalmente, la revelación y confirma con testimonio divino que Dios está con nosotros para librarnos y resucitarnos a la vida eterna.
Las verdades reveladas.
Mediante la revelación divina quiso Dios manifestarse a sí mismo y manifestar los eternos decretos de su voluntad acerca de la salvación de los hombres. Dios, principio y fin de todas las cosas, puede ser conocido con seguridad por la luz natural de la razón humana, partiendo de las criaturas; hay que atribuir a su revelación «el que todos puedan conocer con firme certeza y sin ningún error, las cosas divinas que por su naturaleza no son inaccesibles a la razón humana.
ETAPAS DE LA REVELACION
Desde el origen, Dios se da a conocer ; Dios da a los hombres testimonio perenne de si en las cosas creadas, y queriendo abrir el camino de la salvación sobrenatural, se manifestó personalmente a nuestros primeros padres ya desde el principio. Los invito a una comunión íntima con El revistiéndolos de una gracia y de una justicia resplandecientes.
Dios, después de su caída, alentó en ellos la esperanza de la salvación con la promesa de redención, y tuvo incesante cuidado del género humano, para dar la vida eterna a todos los que buscan la salvación con la perseverancia.
Alianza con Noé ; Dios decide desde el comienzo salvar a la humanidad a través de una serie de etapas. Al alianzar con Noé después del diluvio expresa el principio de la economía divina con las naciones. Este orden está destinado a limitar el orgullo de una humanidad caída a causa del pecado. La alianza con Noé permanece en vigor mientras dura el tiempo de las naciones, hasta la proclamación universal del Evangelio.
Dios elige a Abraham ; Dios elige a Abraham llamándolo fuera de su tierra y de su casa. El pueblo nacido de Abraham será el depositario de la promesa hecha a los patriarcas.
Dios forma parte a su pueblo Israel ; Después de la etapa de los patriarcas, Dios constituyo a Israel como su pueblo salvándolo de la esclavitud de Egipto. Estableció con él una alianza de Sinaí y le dio por medio de Moisés su Ley, como al único Dios vivo y verdadero.
Por los profetas, Dios forma a su pueblo en la esperanza de la salvación, en la espera de una Alianza nueva y eterna destinada a todos los hombres, los profetas anuncian una rendición radical del pueblo de Dios, la purificación de todas las infidelidades y la salvación.
Dios ha dicho todo en su verbo ; Cristo, el Hijo de Dios hecho hombres, el a Palabra única, perfecta e insuperable del Padre. En Él lo dice todo.
No va haber otra revelación ; La económica cristina, por ser alianza nueva y definitiva, nunca pasara; ni hay que esperar otra revelación publica antes de la gloriosa manifestación de Jesucristo.
TRANSMISION DE LA REVELACION; LA SAGRADA TRADICION Y LAS SAGRADAS ESCRITURAS
Dios “quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”, es decir, al conocimiento de
Cristo Jesús. Es preciso, pues, que Cristo sea anunciado a todos los pueblos y a todos los hombres y que así la
Revelación llegue hasta los confines del mundo.
La transmisión del Evangelio, según el mandato del señor, se hizo de dos maneras:
- Oralmente: “los apóstoles, con su predicación, sus ejemplos, sus instituciones, transmitieron de palabra lo que habían aprendido de las obras y palabras de Cristo y lo que el Espíritu Santo les enseñó”.
- Por escrito: “los mismos apóstoles y otros de su generación pusieron por escrito el mensaje de la salvación inspirados por el Espíritu Santo”.
Para que este Evangelio se conservara siempre vivo y entero en la Iglesia, los Apóstoles nombraron como sucesores a los obispos, "dejándoles su cargo en el magisterio"». En efecto, «la predicación apostólica, expresada de un modo especial en los libros sagrados, se ha de conservar por transmisión continua hasta el fin de los tiempos». Esta transmisión viva, llevada a cabo en el Espíritu Santo, es llamada la Tradición en cuanto distinta de la sagrada Escritura, aunque estrechamente ligada a ella. Por ella, "la Iglesia con su enseñanza, su vida, su culto, conserva y transmite a todas las edades lo que es y lo que cree". "Las palabras de los santos Padres atestiguan la presencia viva de esta Tradición, cuyas riquezas van pasando a la práctica y a la vida de la Iglesia que cree y ora". Así, la comunicación que el Padre ha hecho de sí mismo por su Verbo en el Espíritu Santo sigue presente y activa en la Iglesia: "Dios, que habló en otros tiempos, sigue conservando siempre con la Esposa de su Hijo amado; así el Espíritu Santo, por quien la voz viva del Evangelio resuena en la Iglesia, y por ella en el mundo entero, va introduciendo a los fieles en la verdad plena y hace que habite en ellos intensamente la palabra de Cristo".
La relación entre la Tradición y la Sagrada Escritura.
La Tradición y la Sagrada Escritura "están íntimamente unidas y compenetradas. Porque surgiendo ambas de la misma fuente, se funden en cierto modo y tienden a un mismo fin". Una y otra hacen presente y fecundo en la Iglesia el misterio de Cristo que ha prometido estar con los suyos "para siempre hasta el fin del mundo". "La sagrada Escritura es la palabra de Dios, en cuanto escrita por inspiración del Espíritu Santo". "La Tradición recibe la palabra de Dios, encomendada por Cristo y el Espíritu Santo a los Apóstoles, y la transmite íntegra a los sucesores; para que ellos, iluminados por el Espíritu de la verdad, la conserven, la expongan y la difundan fielmente en su predicación". De ahí resulta que la Iglesia, a la cual está confiada la transmisión y la interpretación de la Revelación "no saca exclusivamente de la Escritura la certeza de todo lo revelado. Y así las dos se han de recibir y respetar con el mismo espíritu de devoción" (DV 9).
Tradición apostólica y tradiciones eclesiales.
La Tradición de que hablamos aquí es la que viene de los apóstoles y transmite lo que éstos recibieron de las enseñanzas y del ejemplo de Jesús y lo que aprendieron por el Espíritu Santo. En efecto, la primera generación de cristianos no tenía aún un Nuevo Testamento escrito, y el Nuevo Testamento mismo atestigua el proceso de la Tradición viva. Es preciso distinguir de ella las "tradiciones" teológicas, disciplinares, litúrgicas o devocionales nacidas en el transcurso del tiempo en las Iglesias locales. Estas constituyen formas particulares en las que la gran Tradición recibe expresiones adaptadas a los diversos lugares y a las diversas épocas. Sólo a la luz de la gran Tradición aquéllas pueden ser mantenidas, modificadas o también abandonadas bajo la guía del Magisterio de la Iglesia.
LA FE COMO RESPUESTA A LA REVELACION
La Revelación es un acto libre y amoroso de Dios que quiere que los hombres sean sus hijos y los llama a la gloria. Dios se revela para que los hombres no caminen por las sendas de la ignorancia y el error, pueda ascender a verdades más altas y conocer el amor de Dios. La fe es una respuesta del hombre a Dios. Reconoce la verdad del testimonio divino porque el mismo Dios se lo dice. Creer es un suceso personal, Dios se auto comunica.
La fe es la aceptación de toda la Revelación y el libre asentimiento. Por su revelación, Dios invisible habla a los hombres como amigos, movido por su gran amor y mora con ellos para invitarlos a la comunión consigo y en ella recibirlos. La respuesta adecuada a esta invitación es la fe. Por la fe, el hombre somete completamente su inteligencia y su voluntad a Dios. Con todo su ser, el hombre da su asentimiento a Dios que revela: la obediencia de fe. Obedecer es someterse libremente a la palabra escuchada, porque su verdad está garantizada por Dios, la verdad misma. La fe es ante todo una adhesión personal del hombre a Dios. En cuando adhesión personal a Dios y asentimiento a la verdad que él ha revelado, la fe cristiana difiere de la fe en una persona humana.
- Por su revelación, «Dios invisible habla a los hombres como amigos, movido por su gran amor y mora con ellos para invitarlos a la comunicación consigo y recibirlos en su compañía». La respuesta adecuada a esta invitación es la fe.
- Por la fe, el hombre somete completamente su inteligencia y su voluntad a Dios. Con todo su ser, el hombre da su asentimiento a Dios que revela. La sagrada Escritura llama «obediencia de la fe» a esta respuesta del hombre a Dios que revela.
LA OBEDIENCIA DE LA FE
Obedecer (ob-audire), en la fe, es someterse libremente a la palabra escuchada, porque su verdad está garantizada por Dios, la Verdad misma. De esta obediencia, Abraham es el modelo que nos propone la Sagrada Escritura. La Virgen María es la realización más perfecta de la misma.
Abraham, padre de todos los creyentes.
La carta a los hebreos, en el gran elogio de la fe de los antepasados, insiste particularmente en la fe de Abraham: «Por
la fe, Abraham obedeció y salió para el lugar que había de recibir en herencia, y salió sin saber a dónde iba». Por la fe,
vivió como extranjero y peregrino en la Tierra prometida. Por la fe, a Sara se le otorgó el concebir al hijo de la
promesa. Por la fe, finalmente, Abraham ofreció a su hijo único en sacrificio. Abraham realiza así la definición de la fe
dada por la carta a los Hebreos: ‘’La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven’’.
‘’Creyó Abraham en Dios y le fue reputado como justicia’’. Y por eso, fortalecido por su fe, Abraham fue hecho ‘’padre
de todos los creyentes’’.
María: ‘’Dichosa la que ha creído’’.
La Virgen María realiza de la manera más perfecta la obediencia de la fe. En la fe, María acogió el anuncio y la promesa que le traía el ángel Gabriel, creyendo que ‘’nada es imposible para Dios’’ y dando su asentimiento: ‘’He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra’’. Isabel la saludó: ‘’¡Dichosa la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!’’. Por esta fe todas las generaciones la proclamarán bienaventurada. Durante toda su vida, y hasta su última prueba, cuando Jesús, su hijo, murió en la cruz, su fe no vaciló. María no cesó de creer en el ‘’cumplimiento’’ de la palabra de Dios. Por todo ello, la Iglesia venera en María la realización más pura de la fe.
"Yo sé en quién tengo puesta mi fe”.
- Creer solo en Dios: La fe es ante todo una adhesión personal del hombre a Dios; es al mismo tiempo e inseparablemente el asentimiento libre a toda la verdad que Dios ha revelado. En cuanto adhesión personal a Dios y asentimiento a la verdad que Él ha revelado, la fe cristiana difiere de la fe en una persona humana. Es justo y bueno confiarse totalmente a Dios y creer absolutamente lo que Él dice. Sería vano y errado poner una fe semejante en una criatura.
- Creer en Jesucristo, el Hijo de Dios: Para el cristiano, creer en Dios es inseparablemente creer en Aquel que él ha enviado, ‘’su Hijo amado’’, en quien ha puesto toda su complacencia (Mc 1,11). Dios nos ha dicho que los escuchemos. El Señor mismo dice a sus discípulos: ‘’Creed en Dios, creed también en mí’’. Podemos creer en Jesucristo porque es Dios, el Verbo hecho carne: ‘’A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado’’. Porque ‘’ha visto al Padre’’, él es único en conocerlo y en poderlo revelar.
- Creer en el Espíritu Santo: No se puede creer en Jesucristo sin tener parte en su Espíritu. Es el Espíritu Santo quien
revela a los hombres quién es Jesús. Porque nadie puede decir: "Jesús es Señor" sino bajo la acción del Espíritu Santo. ‘’El Espíritu todo lo sondea, hasta las profundidades de Dios [...] Nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios’’. Sólo Dios conoce a Dios enteramente. Nosotros creemos en el Espíritu Santo porque es Dios.
La Iglesia no cesa de confesar su fe en un solo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
CARACTERISTICAS DE LA FE
1) La fe es una gracia. Es un don de Dios, una virtud sobrenatural infundida por él. Es necesaria la gracia de Dios, que se adelanta y nos ayuda, junto con el auxilio interior del Espíritu Santo.
2) La fe es un acto humano. Solo es posible creer por la gracia y los auxilios interiores del Espíritu Santo. Presentar por la fe, la sumisión plena de nuestra inteligencia y voluntad al Dios que revela, y entrar así en comunión íntima con El. En la fe, inteligencia y voluntad humana cooperan con la gracia divina: Santo Tomas de Aquino: “Creer es un acto entendimiento que asiente a la verdad divina por imperio de la voluntad movida por Dios mediante la gracia.”
3) La fe es Inteligente. Creemos a causa de la autoridad de Dios mismo que revela y que no puede engañarse ni engañarnos.
4) La fe es Cierta. Porque se funda en la Palabra misma de Dios que no puede mentir, ya que es pura bondad y omnipotente. La certeza que da la luz divina es mayor que la que da la luz de la razón natural.
5) La fe trata de Comprender. Es inherente a la fe que el creyente desee conocer mejor a aquel en quien ha puesto su fe, y comprender mejor lo que le ha sido revelado; un conocimiento más penetrante suscitara a su vez una fe mayor. La gracia de la fe abre “los ojos del corazón “para una inteligencia viva de los contenidos de la Revelación. S. Agustín: “creo para comprender y comprendo para creer mejor”.
6) Fe y ciencia. Jamás puede haber desacuerdo entre ellas, puesto que el mismo Dios que revela los misterios y comunica la fe ha hecho descender en el espíritu humano la luz de la razón, Dios no podría negarse a sí mismo; está como guiado por la mano de Dios, sosteniendo todas las cosas, hace que sean lo que son.
7) La fe es un acto libre. El hombre, al creer, debe responder voluntaria a Dios; nadie debe estar obligado contra su voluntad a abrazar la fe. El acto de fe es voluntario por su propia naturaleza. Cristo invito a la fe y a la conversión, El no forzó jamás a nadie. Dio testimonio de la verdad, pero no quiso imponerla por la fuerza.
8) La necesidad de fe. Creer en Dios salvador es necesario para obtener esa salvación. “Puesto que sin la fe…es imposible agradar a Dios”
9) La perseverancia en la fe. Un don gratuito.
10) La fe, comienzo de la vida eterna. Nos hace gustar de antemano el gozo y la luz de la visión definitiva de Dios, fin de nuestro caminar aquí abajo. La fe es pues ya el comienzo de la vida eterna.
11) La fe nos une en comunidad. Es un acto personal: la respuesta libre del hombre a la iniciativa de Dios que se revela.
La fe no es un acto aislado. Nadie puede creer solo. El creyente ha recibido la fe de otro, debe transmitirla a otro. Cada creyente es como un eslabón en la gran cadena de los creyentes. Yo no puedo creer sin ser sostenido por la fe de los otros, y por mi fe yo contribuyo a sostener. Una clara tarea de la tecnología hoy consiste en responder al desafío del hombre moderno, lleno de dudas y temores, dando razón de la fe.
La fe en Dios tiene que tener un apoyo claro en razón. Ahora bien, la razón humana no se puede reducir a la pura razón empírica, porque no podemos seguir afirmando que lo que no ve, toca o percibe con sus sentidos, no exista.
LA FE DE LA IGLESIA
La fe es un acto personal: la respuesta libre del hombre a la iniciativa de Dios que se revela. Pero la fe no es un acto aislado. Nadie puede creer solo, como nadie puede vivir solo. Nadie se ha dado la fe a sí mismo, como nadie se ha dado la vida a sí mismo. El creyente ha recibido la fe de otro, debe transmitirla a otro. Nuestro amor a Jesús y a los hombres nos impulsa a hablar a otros de nuestra fe. Cada creyente es como un eslabón en la gran cadena de los creyentes. Yo no puedo creer sin ser sostenido por la fe de los otros, y por mi fe yo contribuyo a sostener la fe de los otros.
"Creo" (Símbolo de los Apóstoles): Es la fe de la Iglesia profesada personalmente por cada creyente, principalmente en su bautismo. "Creemos" (Símbolo de Nicea-Constantinopla, en el original griego): Es la fe de la Iglesia confesada por los obispos reunidos en Concilio o, más generalmente, por la asamblea litúrgica de los creyentes. "Creo", es también la Iglesia, nuestra Madre, que responde a Dios por su fe y que nos enseña a decir: "creo", "creemos". "Mira, Señor, la fe de tu Iglesia".
La Iglesia es la primera que cree, y así conduce, alimenta y sostiene mi fe. La Iglesia es la primera que, en todas partes, confiesa al Señor, y con ella y en ella somos impulsados y llevados a confesar también: "creo", "creemos". Por medio de la Iglesia recibimos la fe y la vida nueva en Cristo por el bautismo. En el Ritual Romano, el ministro del bautismo pregunta al catecúmeno: "¿Qué pides a la Iglesia de Dios?" Y la respuesta es: "La fe". "¿Qué te da la fe?" "La vida eterna".
La salvación viene solo de Dios; pero puesto que recibimos la vida de la fe a través de la Iglesia, ésta es nuestra madre: "Creemos en la Iglesia como la madre de nuestro nuevo nacimiento, y no en la Iglesia como si ella fuese el autor de nuestra salvación". Porque es nuestra madre, es también la educadora de nuestra fe.
Una sola fe.
Desde siglos, a través de muchas lenguas, culturas, pueblos y naciones, la Iglesia no cesa de confesar su única fe, recibida de un solo Señor, transmitida por un solo bautismo, enraizada en la convicción de que todos los hombres no tienen más que un solo Dios y Padre. San Ireneo de Lyon, testigo de esta fe, declara: "La Iglesia, diseminada por el mundo entero hasta los confines de la tierra, recibió de los Apóstoles y de sus discípulos la fe [...] guarda diligentemente la predicación [...] y la fe recibida, habitando como en una única casa; y su fe es igual en todas partes, como si tuviera una sola alma y un solo corazón, y cuanto predica, enseña y transmite, lo hace al unísono, como si tuviera una sola boca".
"Porque, aunque las lenguas difieren a través del mundo, el contenido de la Tradición es uno e idéntico. Y ni las Iglesias establecidas en Germania tienen otra fe u otra Tradición, ni las que están entre los iberos, ni las que están entre los celtas, ni las de Oriente, de Egipto, de Libia, ni las que están establecidas en el centro el mundo...". "El mensaje de la Iglesia es, pues, verídico y sólido, ya que en ella aparece un solo camino de salvación a través del mundo entero". "Esta fe que hemos recibido de la Iglesia, la guardamos con cuidado, porque sin cesar, bajo la acción del Espíritu de Dios, como un contenido de gran valor encerrado en un vaso excelente, rejuvenece y hace rejuvenecer el vaso mismo que la contiene".
LAS REVELACIONES PRIVADAS
El valor de las revelaciones privadas.
El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que: “a lo largo de los siglos hubo revelaciones llamadas privadas, algunas de las cuales han sido reconocidas por la autoridad de la Iglesia. Sin embargo, no pertenecen al depósito de la fe. Guiados por el Magisterio de la Iglesia, los fieles deben discernir y acoger lo que en estas revelaciones constituye una llamada auténtica de Cristo o de sus santos a la Iglesia”.
Y el mismo Concilio Vaticano II en su constitución dogmática sobre la Iglesia afirma: “El Romano Pontífice y los Obispos, por razón de su oficio y la importancia del asunto, trabajan celosamente con los medios oportunos para investigar adecuadamente y para proponer de una manera apta esta Revelación; y no aceptan ninguna nueva revelación pública como perteneciente al divino depósito de la fe”. Que no pertenezcan al depósito de la fe, quiere decir que no hay por qué creer en ellas.
“Las revelaciones privadas, aunque hayan sido aprobadas por la Iglesia, no se les debe atribuir un asentimiento obligatorio. Por lo tanto, uno puede rechazarlas y negarse a aceptarlas” (Benedicto XIV).
San Juan de la Cruz escribió al respecto: “Si la fe ya está fundada en Cristo y en el Evangelio, no hay para qué preguntar más. En Cristo, Dios ya dijo todo lo que tenía que decir. Y buscar nuevas revelaciones y o visiones sería una ofensa a Dios, pues sería como sacar los ojos de Cristo, buscando alguna otra novedad”. (Subida al Monte Carmelo).
¿Cuál es su autoridad?
Ninguna. No tienen autoridad para la fe de los católicos, son solo una ayuda para la fe y la vida espiritual, para recordar lo ya revelado en la Palabra de Dios y enseñado por la Iglesia. Por esta razón no es adecuado citarlos como una fuente de doctrina, ya que su función es llamar a la conversión, a la oración, a una vida más devota, a una mayor fidelidad a Cristo y a la Iglesia, pero no legislar sobre liturgia o dar cátedra de teología dogmática explicando los misterios de la fe. Para enseñar está el Magisterio, no los videntes.
Si una revelación privada incluye la manifestación de una verdad contenida en el depósito de la fe, lo que está haciendo es repetir algo ya revelado (revelación pública), pero no agrega ni amplía nada. Si con el tiempo algo que comenzó como una revelación privada, como el caso del “Sagrado Corazón de Jesús”, termina siendo asumido por el Magisterio auténtico, comienza a gozar de autoridad no por su origen, sino porque ha sido presentado para ser creído por quien tiene autoridad para hacerlo.
La Iglesia cuando dice que “aprueba” una revelación privada, no obliga a creer en ella, sino que autoriza la devoción, como en los casos de Fátima o Lourdes.
Unidad III – La Sagrada Escritura
La sagrada escritura: memoria de la fe de un pueblo.
“La sagrada Escritura es la Palabra de Dios en cuanto escrita por inspiración del Espíritu Santo”. La Biblia es un libro de fe. La Iglesia primitiva ha descubierto en Cristo al Mesías anunciado y esperado en el Antiguo Testamento, y nos ha transmitido a través de los escritos del Nuevo Testamento la experiencia fundamental de la resurrección del Señor como el gran signo de la verdadera y definitiva salvación.
A través de todas las palabras de la SE, Dios dice solo una palabra, su Verbo único, en quien él se dice en plenitud. Por esta razón, la Iglesia ha venerado siempre las divinas Escrituras como veneran también el Cuerpo del Señor.
En la SE, la Iglesia encuentra su alianza y su fuerza, porque en ella no solamente se recibe la palabra humana, sino que es realmente: Palabra de Dios.
PROCESO DE FORMACION DE LA BIBLIA
Antes de la escritura, el pueblo transmitía la memoria de su fe en forma oral, de generación en generación. En 1000 a.C., comienzan a ponerse por escrito algunos relatos de los patriarcas, relatos de la creación. A medida que el pueblo iba creciendo, fue viendo la necesidad de documentar y poner por escrito esta memoria oral. A partir de ese momento la escritura se transformó en un elemento fundamental de la transmisión de la fe y la memoria, junto con el culto y la tradición oral; (hagiógrafos) guiados por el Espíritu Santo, intentaban alimentar espiritualmente al pueblo reflexionando desde la fe los acontecimientos históricos. Fueron escritos momentos de la historia. La Biblia es un libro que contiene obras recopiladas que fueron actualizando constantemente a medida que la fe del pueblo necesitaba nuevas respuestas ante nuevas situaciones.
Distintas etapas del proceso de formación.
Primero se da el Hecho Histórico. Luego se transmite de generación en generación a través de la transmisión oral. Finalmente se pone por escrito no solo el hecho histórico, sino que en él se entremezclan signos que ponen de manifiesto lo que esa experiencia produjo en el pueblo y como a lo largo del tiempo fueron descubriendo la presencia de Dios entre ellos.
Creación. El hombre vivió y se alimentó de la creación. Se admiró de sí mismo y se preguntó de dónde venía todo. A Dios a través de todas las cosas y así lo transmitía. Inspirado por Dios el hombre decide dejar por escrito lo que había descubierto y lo que Dios quiere decir al pueblo.
La acción de Dios con ellos, buscando a Dios se ha encontrado con la salvación de Dios. En este proceso el pueblo fue descubriendo algunas verdades fundamentales:
- Dios es quien irrumpe en la vida de los hombres por pura gratuidad y amor. Primera palabra en este dialogo que entabla con los hombres.
- La manifestación de Dios al hombre siempre encierra una propuesta: traba alianza con él. Los hombres no pueden vivir de cualquier manera, Dios los quiere íntegros en la justicia. Así la alianza de Dios con los hombres marcara la pauta de la actitud de vida de su pueblo. La manifestación de Dios a su pueblo no es solo ni principalmente para decirles. “Sepan que yo soy Dios”, sino para modificar radicalmente la vida de los hombres. Como liberación, como plenitud.
INSPIRACION, VERDAD E INERRANCIA DE LA SAGRADA ESCRITURA. CRISTO PALABRA UNICA EN LA ESCRITURA
Dios es el autor de la Sagrada Escritura. “Las verdades reveladas por Dios, que se contienen y manifiestan en la Sagrada Escritura, se consignaron por inspiración del Espíritu Santo”.
Dios ha inspirado a los autores humanos de los libros sagrados. Dios se valió de hombre elegido, que usaban de todas sus facultades y talentos; de este modo obrando Dios en ellos y por ellos, como verdaderos autores, pusieron por escrito todo y solo lo que Dios quería.
Los libros inspirados enseñan la verdad. “Como todo lo que afirman los hagiógrafos, lo afirma el espíritu Santo, se sigue que los libros sagrados enseñan sólidamente, fielmente y sin error la verdad que Dios hizo consignar en dichos
libros para salvación nuestra”.
Hagiógrafos: tienen una gracia especial del espíritu en orden a poner por escrito la revelación, el anuncio auténtico de la palabra de Dios; la inspiración es un carisma, lenguaje.
Exegeta: es quien interpreta dichas escrituras para entender el verdadero sentido de la palabra de Dios.
Dei Verbum. Inspiración divina de la SE y su interpretación. El hecho de la inspiración y de la verdad de la Sagrada Escritura. Las verdades reveladas por Dios se consignaron por inspiración del Espíritu Santo. Los escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo tienen a Dios como autor. Pero en la redacción de los libros sagrados Dios eligió a hombres, y se valió de ellos que usaban sus propias facultades y fuerzas, de forma que, obrando El en ellos y por ellos, escribieron, todo y sólo lo que Él quería.
Los Hagiógrafos afirman debe tenerse como afirmado por el Espíritu Santo, hay que confesar que los libros de la Escritura enseñan firmemente, con fidelidad y sin error, la verdad que Dios quiso consignar en las sagradas letras para nuestra salvación, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y preparado para toda obra buena.
LA RECTA INTERPRETACION DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS
En la SE, Dios habla al hombre a la manera de los hombres. Para interpretar bien la Escritura, es preciso estar atento a lo que los autores humanos, quisieron verdaderamente afirmar y a lo que Dios quiso manifestarnos mediante sus palabras.
Para descubrir la invención de los autores sagrados es preciso tener en cuenta las condiciones de su tiempo y de su cultura, los “géneros literarios” usados en aquella época, las maneras de sentir, de hablar y de narrar en aquel tiempo. “Pues la verdad se presenta y se enuncia de modo diverso en obras de diversa índole histórica, en libros proféticos o poéticos, o en otros géneros literarios”. Dado que la Sagrada Escritura es inspirada, hay otro principio de la recta de interpretación. “La Escritura se ha de leer e interpretar con el mismo Espíritu con que fue escrita”.
El Concilio Vaticano II señala tres criterios para una interpretación de la escritura conforme al Espíritu que la inspiro.
a) Prestar una gran atención “al contenido y a la unidad de toda la Escritura”. Unidad interna. La Escritura es una en razón de la unidad del designio de Dios, del que Cristo Jesús es el centro y el corazón.
b) Leer la escritura en “la Tradición viva de toda la Iglesia”. “La Sagrada Escritura está más en el corazón del Iglesia que en la materialidad de los libros escritos”.
c) Estar de atento “a la analogía de la fe”. Por “analogía de la fe” entendernos la cohesión de las verdades de la fe entre sí y en el proyecto total de la Revelación.
Dei Verbum. Inspiración divina de la SE y su interpretación.
Cómo hay que interpretar la Sagrada Escritura. El intérprete de la Sagrada Escritura debe investigar con atención qué pretendieron expresar realmente los hagiógrafos y plugo a Dios manifestar por sus palabras. Para descubrir la intención de los hagiógrafos, la verdad se propone y se expresa de una manera o de otra en los textos de diverso modo históricos, proféticos, poéticos o en otras formas de hablar. Conviene que el intérprete investigue el sentido que intentó expresar y expresó el hagiógrafo en cada circunstancia. Pues para entender rectamente lo que el autor sagrado quiso afirmar en sus escritos, hay que atender cuidadosamente tanto a las acostumbradas formas nativas de pensar, de hablar o de narrar vigentes en los tiempos del hagiógrafo, leer e interpretar con el mismo Espíritu con que se escribió para descubrir el sentido exacto de los textos sagrados, teniendo en cuenta la Tradición viva de toda la Iglesia y la analogía de la fe.
Todo lo que se refiere a la interpretación de la Sagrada Escritura está sometido en última instancia a la Iglesia, que tiene el mandato y el ministerio divino de conservar y de interpretar la palabra de Dios.
Sentido de las Sagradas Escrituras.
a. Literal. Es el sentido, significado por las palabras de la Escritura y descubierto por la exegesis, que sigue las reglas de la justa interpretación.
b. Espiritual. Tiene la palabra que nos alimenta, para poder escuchar a Dios a través de rezar con las Sagradas Escrituras. Gracias a la unidad del designio de Dios, las realidades y acontecimientos de que hablan pueden ser signos.
1) Alegórico. Nosotros podemos interpretar algunos pasajes del antiguo testamento con el nuevo. (pasaje del mar rojo y el bautismo)
2) Moral. Aplicar a nuestra vida, conducir a un obrar justo.
3) Anagógico. Podemos ver realidades y acontecimientos en su significación eterna.
GENERO LITERARIO UTILIZADOS EN LA SAGRADA ESCRITURA
La Biblia, producción literaria de una lectura de una cultura que duro cerca de 2000 años, es también una pequeña biblioteca: contiene 74 libros (47 del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo) y abarca una gran cantidad de géneros literarios.
En líneas en las Sagradas Escrituras podemos encontrar las siguientes formas literarias:
- Poesía Popular.
- Prosa oficial.
- Narraciones.
Escritos proféticos y Sapienciales.
- Nuevo testamento.
Son diversas formas o maneras de escribir usados comúnmente entre los hombres de una determinada época o región y que fueron usados por los distintos autores bíblicos para transmitir las verdades reveladas por Dios: y que son importantes conocer para poder entender aquello que el escritor quiso transmitir.
Los diversos autores han transmitido fielmente el mensaje de fe que Dios les inspiraba, pero cada uno de ellos lo hizo según su estilo personal. Encontrar textos más o menos elaborados. Algunos para expresarse recurrieron a imágenes complejas o metáforas, otros por una forma sencilla.
Es necesario un trabajo de interpretación del texto bíblico, para distinguir lo esencial del mensaje, de lo anecdótico.
Los géneros literarios más destacados e importantes que encontramos en la Sagrada Escritura son:
GÉNERO LEGISLATIVO : Este género se caracteriza porque está conformado por leyes, preceptos y códigos presentes en la organización del pueblo de Israel a lo largo de su historia. Se encuentran presentes en la mayor parte del Pentateuco y en algunos otros pasajes de la Escritura como el conocido Sermón del Monte del Evangelio de Mateo.
GÉNERO SAPIENCIAL : Tiene su origen en el reinado de David y Salomón, es una forma de transmitir al pueblo la voluntad de Dios. Para hacerlo, el medio que los hagiógrafos encontraron más apropiado es el del proverbio. La mejor muestra de este género se encuentra en los libros llamados sapienciales. GÉNERO LÍRICO: Se utiliza para expresar los sentimientos que se han despertado a partir de las vivencias del pueblo en su relación con Dios. Para hacerlo, generalmente se vale de la poesía. Pertenecen a este género los siguientes libros bíblicos: Cantar de los Cantares, Lamentaciones y los Salmos.
GÉNERO PROFÉTICO : Es un género predominante en el A.T. presentado ampliamente en los libros llamados proféticos. Se caracteriza porque busca transmitir la voluntad de Dios al pueblo en las circunstancias concretas que vive.
EL GÉNERO APOCALÍPTICO : Es propio de los dos testamentos, se caracteriza por utilizar la profecía, los símbolos y el lenguaje misterioso para comunicar un mensaje de esperanza al pueblo perseguido. Las obras propias de este género son los libros de Daniel y el Apocalipsis.
GÉNERO HISTÓRICO : Es el género que más abunda en la Biblia y es usado para contar la historia del pueblo que primero se transmitió de forma oral y luego se puso por escrito. En el Antiguo Testamento se encuentran en este género los libros de Josué, Jueces, Samuel, Reyes, Crónicas, Esdras, Nehemías y Macabeos. En el NT se cuentan como libros históricos los Evangelios y los Hechos de los Apóstoles. Aunque no son considerados históricos sino relatos edificantes se encuentran dentro de este género los libros de Rut, Tobías, Judith y Ester.
GÉNERO EPISTOLAR O CARTA : La mayor parte de este género está presente en el Nuevo Testamento. Los autores de las mismas utilizan la carta para enviar una exhortación a sus destinatarios.
EL CANON BIBLICO
Es la lista de los libros Santos. La Tradición apostólica hizo discernir a la Iglesia que escritos constituyen la lista de los Libros Santos. Esta lista integral es llamada “Canon” de las Escrituras. Comprende para el Antiguo Testamento 46 escritos o 47 y 27 para el Nuevo.
1. Antiguo Testamento; Es una parte de la SE de la que no se puede prescindir. Sus libros son divinamente inspirados y conservan un valor permanente. Dan testimonio de toda la divina pedagogía del amor salvífico de Dios: contienen enseñanzas sublimes sobre Dios y una sabiduría salvadora acerca del hombre, encierran tesoros de oración y esconden el misterio de nuestra salvación.
La primera vez que se intenta establecer un canon del AT es cerca del año 130 a.C. Son agrupados en:
- La Ley, comprendía los cinco libros de la Tora (Génesis, Éxodo, Levítico, número y Deuteronomio).
- Los Profetas, compendian los libros de Josué, Jueces, 1 y 2 Reyes, y los libros de Isaías, Jeremías, Ezequiel y los Doce Profetas menores.
El Pentateuco. Está formado por los cinco primeros libros del Antiguo Testamento:
- Génesis: libro de los orígenes; El libro del Génesis relata la historia de la creación del mundo, el relato de la caída de Adán del jardín del Edén, la narración del Diluvio Universal, la historia de la Torre de Babel, el llamado del patriarca Abraham y la aparición de las 12 tribus de Israel que terminarían viviendo en Egipto.
- Éxodo: libro de la salida de Egipto; Los principales hechos del libro giran alrededor de la partida de los esclavos hebreos de Egipto, bajo el liderazgo de Moisés, y culmina fervorosamente con la entrega de la Sagrada Torá en el monte Sinaí.
- Levítico: libro de los levitas, sacerdotes de la tribu de Leví; Este libro trata los temas de las leyes referidas a los sacrificios, la consagración de los sacerdotes y las leyes referidas a la pureza y santidad; mayormente mandamientos para los grupos levitas y sacerdotales.
- Números: libro de los censos del pueblo de Israel; Este libro narra los mandamientos dados durante las estancias en el Sinaí, el desierto de Qades-Barnea y los llanos de Moab.
- Deuteronomio: libro de la segunda ley; Este libro relata lo que sucedió desde la entrega de las Tablas de la Ley hasta la llegada a los llanos de Moab. Es considerado el discurso final de Moisés antes de morir.
El Pentateuco es la clave para entender toda la Biblia, pues presenta los inicios de la revelación de Dios al pueblo elegido, y en él encontramos las primeras vivencias y reflexiones sobre el plan de amor de Dios con la humanidad. Sólo al conocer el Pentateuco puede comprenderse la riqueza de la revelación de Dios y lo extraordinario de la historia de salvación a lo largo de la Biblia hasta llegar a su plenitud en Jesús, Dios y hombre, salvador único de toda la humanidad. La relación de Dios con su pueblo se conservó en la memoria de las personas con respeto y amor, y fue transmitida de padres a hijos oralmente durante cerca de 600 años, hasta que esas experiencias se recogieron por escrito.
Libros Históricos. Se denomina Libros Históricos de la Biblia a una amplia colección de textos ubicada a continuación del Pentateuco y seguida por los Libros Sapienciales. Aunque los cinco primeros libros del Antiguo Testamento (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio) son, técnicamente, también libros históricos, por su importancia histórica, legal y religiosa se les ha otorgado una categoría especial: Pentateuco para los cristianos.
- Libro de Josué: Este libro narra la conquista de la Tierra Prometida y el reparto que Josué efectúa entre las diversas tribus. Luego trata algunos temas de la Asamblea de Siquemy de las disposiciones de Josué. Es considerado libro profético en el canon judío.
- Libro de los Jueces: Narra el período que va desde la muerte de Josué hasta el nacimiento de Samuel, un tiempo en que el pueblo de Israel ha abandonado su vida nómada y acaba de instalarse como semisedentarios primero y agricultores luego, habitando en casas de material o chozas de adobe. Es considerado libro profético en el canon judío.
- Libro de Rut: El libro narra la historia de Elimélec, un efrateo de Belén de Judá que emigró con su familia al país de Moab. Su mujer se llamaba Noemí y sus hijos, Majlón y Quilión. Al morir Elimélec, sus dos hijos se casaron con Orpá y Rut de Moab, respectivamente.
- Primer Libro de Samuel: Este libro cuenta la historia de Samuel y del reinado del rey Saúl hasta su muerte, incluyendo la guerra de los israelitas contra los filisteos y la gran hazaña del joven pastor David al derrotar al gigante Goliat. Es considerado libro profético en el canon judío.
- Segundo Libro de Samuel: siendo la continuación de I Samuel, cuenta la historia de Israel a partir de la muerte del rey Saúl y el subsiguiente reinado de David, con un suplemento al final.
- Primer Libro de los Reyes: Este libro cuenta la historia del reinado de Salomón, hijo de David y de los reinos de Judá e Israel.
- Segundo Libro de los Reyes: En este libro continúa la historia de los reinos de Judá e Israel desde la muerte de Salomón hasta la caída de Samaria y de Jerusalén, cabe resaltar que todos los reyes israelitas hicieron lo malo a los ojos de Dios, entre ellos, Jeroboam, Omrí, Ahab y Jezabel, Oseas y Joacaz. También relata los milagros del profeta Eliseo y al final del libro se continúa la historia para culminar en el Exilio de Babilonia.
- I Crónicas o I Paralipómenos: Este libro en particular narra el período comprendido desde los orígenes hasta la muerte de David. Cuenta la historia desde Adán hasta Saúl en su primera mitad y luego la de David.
- II Crónicas o II Paralipómenos: Este libro en particular narra el período comprendido entre la muerte de David y la liberación final. Cuenta la historia de cada rey de manera muy esquemática y no exhaustiva, indicando en general: nombre del padre, nombre de la madre, duración del reinado, sucesor, lugar de la sepultura, principales acontecimientos y sincronía de cada uno de los reyes de Israel.
- Libro de Esdras: Esdras trata especialmente de la reconstrucción del Templo y de la organización legal del judaísmo.
- Libro de Nehemías: este libro narra la reconstrucción de las murallas de Jerusalén, el arreglo del templo y las reformas llevadas a cabo por Nehemías.
- Libro de Tobías: Es parte del canon católico y ortodoxo mas no el de la mayoría de las iglesias protestantes y la religión judía. Este libro relata el acompañamiento que el arcángel Rafael hace a un joven lleno de fe, que va a buscar esposa y finalmente se casa luego de sortear enormes dificultades con la ayuda del ángel enviado por Dios. Es una apología de los valores familiares y humanos.
- Libro de Judit: El libro cuenta la historia de Judit hija de Merari en plena guerra de Israel contra el ejército asirio.
- Libro de Ester: Es de gran valor entre el pueblo judío, ya que narra la salvación de los judíos de un exterminio inminente preparado por Haman el amalecita. Dicha salvación se conmemora con la fiesta de Purim.
- I Macabeos: forma parte del canon católico y ortodoxo mas no del canon protestante y judío. Macabeos narra el intento de helenizar por la fuerza a los judíos por parte de Antíoco IV Epífanes.
- II Macabeos: El libro se centra en dos fiestas religiosas: la Dedicación del Templo luego de su reconstrucción (Jánuca), y el día en que Nicanor asedia el templo. También cuenta la historia de Heliodoro, y el martirio de Eléazaro, y de los siete hermanos y su madre. Al igual que I Macabeos, es parte del canon católico y ortodoxo mas no del de la mayoría de los protestantes y los judíos
Libros sapienciales
- Libro de Job: Este libro, cuenta la historia de Job (Biblia), un hombre justo y temeroso de Dios que es probado duramente para ver si negaba a Dios y se apartaba de él.
- Libro de los Salmos: Este libro contiene salmos y oraciones, mayormente del rey David.
- Proverbios: son las enseñanzas de la filosofía teológica que enseñan al hombre a ser como los sabios y a vivir en consecuencia.
- Eclesiastés: Es el compendio de las meditaciones de Salomón. Tras investigar la vida y ver que todo es vanidad, discurre que lo único importante en la vida es guardar la Palabra de Dios, por la cual seremos juzgados.
- El Cantar de los Cantares: Trata de dos amantes, Salomón y Sulamit, que han sido obligados a separarse.
- Libro de la Sabiduría: pertenece al canon católico y ortodoxo. Este libro se dirige a los hermanos de su autor alertándolos sobre la ruina a los que los conducirán la idolatría y el ateísmo si se dejasen llevar por ellos.
- Libro del Eclesiástico: El libro está dirigido a los judíos piadosos que quieran vivir la vida según la Ley, sin olvidar a los paganos que quieran saber lo que les espera al convertirse en buenos judíos.
Libros Proféticos ; El término profeta proviene del lenguaje religioso y se refiere a una persona que sirve como intermediario entre la humanidad y la divinidad. Estrictamente hablando, un profeta es alguien que sostiene haber tenido una experiencia personal de Dios recibiendo de él la misión de comunicar sus revelaciones y, como consecuencia de ello, habla en su nombre a los seres humanos. El profeta posee cualidades de intercesor por el pueblo ante Dios y a su vez es mensajero de su palabra. Su carisma de interpretar la historia desde la perspectiva de Dios recibe el nombre de “don de profecía”.
Profetas Mayores.
- Libro de Isaías: Este libro contiene profecías con muy vivos destellos de tempranos sueños y aspiraciones de una redención universal para todos los pueblos de la tierra. La exégesis moderna lo divide en al menos tres grandes colecciones de poemas proféticos (Capítulos 1-35, 40-55 y 56-66), y un apéndice histórico (Capítulos 36-39), en parte paralelo o retomado de partes o pasajes de II Reyes.
- Libro de Jeremías: Este libro contiene la historia y profecías de Jeremías, un hidalgo judío sumamente sensible, que desde muy joven se sintió obligado a concienciar al pueblo de la necesidad de ser fieles y obedientes ante Dios. De manera insistente profetizó el exilio y destierro del pueblo y de los reyes de Judá por Nabucodonosor de Babilonia, por lo que muchas veces se metió en problemas con las autoridades civiles y religiosas del Reino de Judá.
- Libro de las Lamentaciones: Este libro contiene cuatro lamentaciones acróstico-alefáticas, y una oración, escritas con motivo de la devastación de Jerusalén tras caer en las manos de Nabucodonosor II. Evocan vivamente los horrores del sitio, caída y destrucción de Jerusalén, y la insondable pena de ver a los judíos humillados, marchando hacia el exilio, llevados como ovejas por los conquistadores babilonios.
- Libro de Baruc: Baruc o Baruj Es un texto que pertenece al canon católico y ortodoxo mas no al de la mayoría de los protestantes y judíos. Es una serie de documentos adscritos a Baruc o Baruj, escriba y secretario del profeta Jeremías, en donde se alecciona a los judíos sobre cómo afrontar y sobrellevar el exilio y cautiverio con responsabilidad y dignidad, y lealtad al Señor. Numerosos autores, así como editores de los escritos bíblicos, presentan como un cuerpo de texto independiente del cuerpo de este libro de Baruc, el Capítulo 6, que contiene una Epístola adscrita al profeta Jeremías.
- Libro de Ezequiel: En la introducción, Dios entrega al profeta los lineamientos de su misión profética, mientras que los capítulos siguientes detallan una larga serie de amenazas y futuros castigos para Jerusalén y Judá, para los falsos profetas y, en general, para todos los judíos que han pecado antes de la invasión de Nabucodonosor.
- Libro de Daniel: Este libro es la suma de hasta doce distintos documentos que relatan historias y visiones adscritas a Daniel, un sabio y consejero judío del exilio que prestó sus servicios en las cortes de reyes babilonios. En el canon judío, el libro de Daniel no es considerado parte de los libros de los Profetas, sino como parte de los Ketuvim (Escritos inspirados por el Ruaj haKodesh). En el canon católico se agrega la historia de Susana y la del Dragón.
Profetas menores
- Libro de Oseas: Este libro relata una profecía que se divide en dos partes.
- Libro de Joel: El libro de Joel se encuentra dividido en dos partes claramente diferenciadas. En la primera, una devastadora plaga de langostas destruye el país, produciendo una celebración penitencial entre las víctimas. La segunda parte trata acerca de los frutos de la penitencia y de la liberación que anuncia una redención futura.
- Libro de Amós: Este libro da un mensaje de advertencia hacia las naciones paganas y a los pecadores de Judá e Israel ya que serán juzgados por Yavé (Dios) y castigados, pero eventualmente podrían ser perdonados.
- Libro de Abdías: El libro de Abdías profetiza la venganza de Yavé contra Edom, que llegará en 312 con su conquista por parte de los árabes.
- Libro de Jonás: El libro da cuenta del profeta Jonás y una historia bien conocida en la cual Dios manda a Jonás profetizar o predicar al pueblo de Nínive para persuadirlos de arrepentirse o recibir destrucción.
- Libro de Miqueas: Este libro trata sobre el castigo de Dios sobre el reino del norte por pecados como: idolatría, adoración de Baal, sacrificios, rituales de niños, magia y encantamientos.
- Libro de Nahúm: Nahúm profetiza la destrucción de Nínive, que simboliza la liberación de todas las esclavitudes.
- Libro de Habacuc: Este libro narra los días finales del Imperio Asirio y el principio del dominio de Babilonia a escala mundial bajo Nabopolasar y su hijo Nabucodonosor.
- Libro de Sofonías: El libro de Sofonías es una invitación a la penitencia y una afirmación del amor de Dios hacia el pueblo.
- Libro de Ageo o Libro de Hageo: Este libro trata principalmente de la reconstrucción del Templo y se divide en cuatro discursos o sermones que se encuentran en orden cronológico.
- Libro de Zacarías: Este libro habla principalmente sobre la restauración del Templo y de Jerusalén y de la coronación del Sumo sacerdote Josué.
- Libro de Malaquías: Este es el último libro del Antiguo Testamento que reprocha las actitudes de las familias al separarse y el comportamiento de los sacerdotes por el no cumplimiento al culto divino.
Dei Verbum. Importancia del Antiguo Testamento para los cristianos
La economía del Antiguo Testamento estaba ordenada a anunciar proféticamente y significar con diversas figuras la venida de Cristo redentor universal y la del Reino Mesiánico. Manifiestan a todos el conocimiento de Dios y del hombre, y las formas de obrar de Dios justo y misericordioso con los hombres, la verdadera pedagogía divina. Expresan el sentimiento vivo de Dios, una sabiduría salvadora sobre la vida del hombre, está latente el misterio de nuestra salvación.
2. Nuevo Testamento; La Palabra de Dios, que es fuerza de Dios para la salvación del que cree, se encuentra y despliega su fuerza de modo privilegiado en el Nuevo Testamento. Estos escritos nos ofrecen la verdad definitiva de la Revelación divina. Su objeto central es Jesucristo, el Hijo de Dios, encarnado, sus obras y enseñanza, su pasión y glorificación. Los evangelios son el corazón de todas las escrituras por ser testimonio principal de la vida y doctrina de la Palabra hecha carne, nuestro Salvador.
Pueden ser:
- Canónicos: son los cuatros dentro de la lista de los libros sagrados.
- Apócrifos: son muchos que quedaron afuera de la lista de libros sagrados.
- Sinópticos: son tres hablan de lo mismo de manera diferente y contradictoria. Tiene un esquema sinóptico.
En la formación de los evangelios:
- Vida y enseñanza de Jesús. La iglesia mantiene firmemente que los cuatro evangelios, cuya historicidad afirma sin vacilar, comunican fielmente lo que Jesús hizo y enseño realmente para la salvación de ellos.
- Tradición oral. Los apóstoles ciertamente después de la ascensión del Señor predicaron a su oyente lo que Él había dicho y obrado.
- Evangelios escritos. Los autores sagrados escribieron los cuatro evangelios escogiendo algunas cosas de las muchas que ya se transmitían de palabra o por escrito, sintetizando otras o explicándolas atendiendo a la condición de la iglesia.
Dei Verbum. Nuevo Testamento.
La palabra divina, que es fuerza de Dios para la salvación de todo el que cree, se presenta y manifiesta su vigor de manera especial en los escritos del Nuevo Testamento.
El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, lleno de gracia y de verdad. Cristo instauró el Reino de Dios en la tierra, manifestó a su Padre y a Sí mismo con obras y palabras y completó su obra con la muerte, resurrección y gloriosa ascensión, y con la misión del Espíritu Santo. Levantado de la tierra, atrae a todos a Sí mismo, El, el único que tiene palabras de vida eterna.
Pero este misterio no fue descubierto a otras generaciones, como es revelado ahora a sus santos Apóstoles y Profetas en el Espíritu Santo, para que predicaran el Evangelio, suscitaran la fe en Jesús, Cristo y Señor, y congregaran la Iglesia.
Los Apóstoles y sus sucesores, helados del Evangelio. Todos los hombres permanecieran íntegros para siempre y se fuera transmitiendo a todas las generaciones. Por eso, Cristo Señor mandó a los Apóstoles, comunicándoles los dones divinos, que el Evangelio, El completó y promulgó con su propia boca, lo predicaran a todos los hombres como fuente de toda verdad salvadora y de toda ordenación de las costumbres.
Esto lo realizaron fielmente tanto los Apóstoles, que en la predicación oral transmitieron con ejemplos e instituciones lo que habían recibido por la palabra, por la convivencia y por las obras de Cristo, bajo la inspiración del mismo Espíritu Santo, escribieron el mensaje de la salvación.
El Evangelio se conservara constantemente íntegro y vivo en la Iglesia. Esta sagrada Tradición y la Sagrada Escritura de ambos Testamentos son como un espejo en que la Iglesia peregrina en la tierra contempla a Dios.
Origen apostólico de los Evangelios . Los Evangelios ocupan el lugar preeminente, puesto que son el testimonio principal de la vida y doctrina del Verbo Encarnado, nuestro Salvador. Apóstoles predicaron por mandato de Cristo, luego, bajo la inspiración del Espíritu Santo, ellos mismos y los varones apostólicos nos lo transmitieron por escrito, como fundamento de la fe, es decir, el Evangelio en cuatro redacciones, según Mateo, Marcos, Lucas y Juan.
Carácter histórico de los Evangelios. Transmiten fielmente lo que Jesús Hijo de Dios, viviendo entre los hombres, hizo y enseñó realmente para la salvación de ellos.
Los Apóstoles ciertamente después de la ascensión del Señor predicaron a sus oyentes lo que Él había dicho y hecho, ilustrados por los acontecimientos gloriosos de Cristo y por la luz del Espíritu de verdad.
Los autores sagrados escribieron los cuatro Evangelios escogiendo algunas cosas de las muchas que ya se transmitían de palabra o por escrito, sintetizando otras, o desarrollándolas. Escribieron testimonio de quienes desde el principio fueron testigos oculares y ministros de la palabra para que conozcamos ‘’la verdad’’ de las palabras que nos enseñan.
Los restantes escritos del Nuevo Testamento. El Canon del Nuevo Testamento, además de los cuatro Evangelios, contiene también las cartas de San Pablo y otros libros apostólicos escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo, con los cuales, según la sabia disposición de Dios, se confirma todo lo que se refiere a Cristo Señor, se declara más y más su genuina doctrina, se manifiesta el poder salvador de la obra divina de Cristo, y se cuentan los principios de la Iglesia y su admirable difusión, y se anuncia su gloriosa consumación. El Señor Jesús, pues, estuvo con los Apóstoles como había prometido y les envió el Espíritu Consolador, para que los introdujera en la verdad completa.
Los textos Apócrifos . Libros apócrifos, denominación dada a los escritos de tema bíblico aparecidos en los primeros siglos de la era cristiana, pero que no se consideran inspirados y, en consecuencia, no se incluyeron en el canon de la Biblia.
Apócrifos: nuevos evangelios que desdicen la Biblia, no pertenecen a las sagradas escrituras, “no son palabra de Dios”, (pero no son necesariamente mentiras).
¿Pueden existir libros “inspirados” que no están en el canon bíblico?
Evidentemente pueden existir otros escritos de origen apostólico que se han extraviado, pero de ser encontrados, la Iglesia no se vería obligada a incluirlos en el canon ya que no agregarían nada nuevo al depósito de la Revelación.
Unidad del Antiguo y Nuevo Testamento . La Iglesia esclareció la unidad del plan divino en los Testamentos gracias a la tipología. Esta reconoce en las obras de Dios en la Antigua Alianza prefiguraciones de lo que Dios realizo en la plenitud de los tiempos en la persona de su Hijo encarnado.
Dios, pues, inspirador y autor de ambos Testamentos, dispuso las cosas tan sabiamente que el Nuevo Testamento está latente en el Antiguo, y el Antiguo está patente en el Nuevo. Porque, Cristo fundó el Nuevo Testamento en su sangre, no obstante, los libros del Antiguo Testamento, recibidos íntegramente en la predicación evangélica, adquieren y manifiestan su plena significación en el Nuevo Testamento, ilustrándolo y explicándolo al mismo tiempo.
Lenguaje utilizado. La biblia fue escrita en el idioma del pueblo de donde surge. AT fue escrito en su mayoría en hebreo, algunos pasajes en arameo, otro en su totalidad en griego. NT es griego.
Versiones de la SE. A lo largo del tiempo se han hecho innumerables versiones o traducciones de la Biblia en muchas lenguas. Entre los siglos III y I antes de nuestra era, se produce una traducción al griego del AT: traducción de Los Setenta. Su objetivo era actualizar y adaptar la Escritura al pensamiento griego, utilizando elementos de esta filosofía y no solo su idioma. Cuando en el siglo III d.C., el latín se sigue imponiendo en Occidente, se hicieron traducciones latinas de la SE. La vulgata fue la más divulgada de todas. Hoy la Biblia esta traducida a casi 1700 idiomas y con varias ediciones distintas en cada uno.
Importancia de la Sagrada Escritura para la Teología.
La Sagrada Teología se apoya, como en cimientos perpetuos en la palabra escrita de Dios, al mismo tiempo que en la Sagrada Tradición, y con ella se robustece firmemente y se rejuvenece de continuo, investigando a la luz de la fe toda la verdad contenida en el misterio de Cristo. Las Sagradas Escrituras contienen la palabra de Dios y, por ser inspiradas, son en verdad la palabra de Dios; por consiguiente, el estudio de la Sagrada Escritura ha de ser como el alma de la Sagrada Teología. También el ministerio de la palabra, esto es, la predicación pastoral, la catequesis y toda instrucción cristiana, en que es preciso que ocupe un lugar importante la homilía litúrgica, se nutre saludablemente y se vigoriza santamente con la misma palabra de la Escritura.
¿Qué es un Evangelio? Luis H. Rivas.
Origen de la palabra “Evangelio”. Los evangelios se tratan de libros que no son solamente históricos, sino que tienen algo más. “Evangelio” es la “Buena Noticia”. Era una palabra llena de sentido porque inmediatamente se la relacionaba con ciertos textos de la Biblia. Evangelio es una predicación.
Libro de Isaías . Época en la que el pueblo había sido llevado a la cautividad de Babilonia, en esta situación aparece un Profeta gritando la “Buena noticia”: Dios vuelve para gobernar sobre ellos, para sacarlos de esta situación y llevarlos a su tierra. “Dar la buena noticia” significa entonces que Dios viene, es el grito de alegría de un pueblo que esta oprimido, y que pronto va a cambiar eso porque Dios viene a liberarlo y a perdonarlo.
En tiempos de la predicción de Jesús. Cuando Jesús comenzó a predicar. En su tierra estaban dominados por los romanos, el contexto era de ansiedad ante la llegada del Reino de Dios porque estaban prohibidas ciertas costumbres.
Jesús después de su Bautismo y de pasar por las tentaciones, sale a anunciar la Buena Noticia de Dios. “El tiempo se ha cumplido… el Reino de Dios se ha acercado… Convertíos (ahora) y creed (ahora) en la Buena Noticia.”
Distintas etapas del evangelio.
- Anuncio hecho por Jesús. La buena noticia es El mismo. Él es aquel en quien se manifiesta el Reino de Dios, lo es porque es Dios entre nosotros. Esta Buena Noticia aparece sobre todo cuando Jesús sube a la Cruz y muere y resucita para salvarnos. “Cristo murió por nuestros pecados y resucito para nuestra justificación”. Nuestros pecados han quedado borrados por la muerte de Cristo y tenemos una nueva vida a partir de la resurrección del Señor.
- Apóstoles. Los discípulos de Jesús que fueron testigos de lo que El hizo y dijo. El Evangelio anunciado por los apóstoles es una visión de toda la actuación de Jesús a la luz de dos experiencias irrepetibles: Pascua y Pentecostés que les hacen comprender y profundizar todo lo que esto significa.
- Escritores. Las tareas de los Escritores:
• Recopilación de los textos que conserven la enseñanza de los Apóstoles.
• Sintetizar, encontrar el contexto apropiado.
• Adaptación. Respuesta de la comunidad actual.
Los escritores bajo la luz del Espíritu Santo, van a recoger ese material de la época de los Apóstoles y van a expresar adaptándolo a este nuevo auditorio. El magisterio de la Iglesia reconoce 4 evangelios como los únicos inspirados y los propone a los fieles como fundamento de la fe. Evangelio: “buena noticia”. (la salvación). El Nuevo Testamento trae la buena noticia, la salvación se hace presente en Jesús.
EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO
Características . Es el más largo, el más antiguo. Es el fruto de una sucesión de ediciones. Una de sus fuentes es el evangelio de San Marcos. No tiene un orden cronológico y geográfico, sino se caracteriza por sus extensos discursos sobre un tema determinado.
Este evangelio es un predicador que se encontraba frente a una comunidad viviente, cuya comunidad formada por judíos habían aceptado a Cristo. Tenía las preocupaciones de la venida del Reino de los Cielos y la llegada del Mesías.
Mensaje central. Cristo es el Enviado de Dios en quien se van a cumplir todas las expectativas del AT. El reino de los Cielos se acerca a nosotros: Dios viene para ejercer con nosotros su función de Rey transformándonos totalmente. La preocupación principal será mostrar que el Reino de los Cielos se da en la persona de Jesús, quien está presente entre nosotros.
Distribución.
a) La Infancia de Jesús. La genealogía está colocada en el encabezamiento del libro para relacionar todas aquellas promesas con la persona de Jesús
b) Anuncio del Reino de los Cielos. Se abre con la predicación de San Juan Bautista, que anuncia la llegada de Jesús con rasgos que están tomados en los anuncios del AT. Nos muestra los comienzos del Reino de los Cielos: Jesús es anunciado y proclamado como Hijo de Dios. En las tentaciones se manifiesta cumpliendo la voluntad del Padre como verdadero Hijo, y en el Sermón de la Montaña nos enseña a cumplir esa misma voluntad de Dios recordando los mandamientos de Moisés para darles una nueva interpretación.
c) Poder del Reino de los Cielos. Se relata los 10 milagros, y que Jesús elige a los doce Apóstoles y los envía con su mismo poder para que hagan lo mismo que él Hace. Nos muestra el poder del Reino de los Cielos. Demostrándolos en los milagros, perdonando pecados.
d) Misterio del Reino de los Cielos. Muestra las escenas que Jesús es incomprendido. Pero a esta falta de comprensión utiliza las parábolas.
- Sembrador. Explica que el Reino de los Cielos va a producir su fruto en manera abundante.
- Cizaña. Es una respuesta a quienes que ya se haga el Juicio y se condene ahora a los pecadores. Hay que esperar el juicio y convivir con el bien y mal.
- Grano de mostaza. Responde a los que quieren ver el Reino ya realizado en su plenitud: tomar como un árbol cuando crece.
- Levadura. El reino tiene que introducirse en el mundo e impregnarlo todo.
- Tesoro y de la perla. Son similares entre sí, para poder ingresar al Reino hay que cumplir una condición: venderlo todo.
- Red. Se enseña que la predicación del Reino se hace a todos los hombres sin excepción.
a) Disciplina del Reino de los Cielos. Ante una pregunta ¿Quién es el mayor en el Reino de los Cielos? Jesús responde con un discurso en el cual mostrara el orden o la disciplina que rige en el Reino de los Cielos que ha bajado a la tierra y que se manifiesta en la comunidad que Jesús está formando: la Iglesia. Quien es el mayor en el Reino tiene que cuidar la comunidad, buscar al que está perdido, perdonarlo y corregirlo. El que tiene a su cuidado la comunidad tiene que perdonar siempre porque a él, el Señor le ha perdonado mucho más.
b) Consumación del Reino de los Cielos. Una serie de polémicas de Jesús con sus adversarios cuando ya se aproxima la Pasión. El Reino de Dios que llega con Jesús es puesto en peligro. A pesar de tantas apasiones el Reino llegara a su consumación., comienza con la resurrección del Señor. Él ya está en la Gloria y viene a este mundo como Juez Universal.
c) Pasión y Resurrección. Pone en relieve la libertad con la que Jesús acepta los padecimientos y los ordena porque conoce la voluntad del Padre. Los sufrimientos y la muerte de Jesús son el camino previsto por el Padre para que Jesús llegue a ser constituido Señor de todo. La pasión comienza cuando Jesús anuncia a sus discípulos la fecha de su muerte. Durante la cena, Jesús sabe que será traicionado y conoce quien es el traidor. A pesar de la guardia, Jesús es crucificado y resucita, y un Ángel es testigo. Jesús se aparece a las mujeres y a sus discípulos. En esta única aparición a los Once los envía a implantar el Reino y les promete su presencia continua hasta el fin del Mundo.
EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS
Características. Representa una etapa muy antigua de la Iglesia. Está dirigido a la comunidad romana, en el medio de persecuciones, eran cristianos que recién comenzaba. Son conscientes de que ha venido el Mesías, de que ha comenzado el Reino de los Cielos, pero también ven que no hay una intervención de Dios para salvar la comunidad. Muchas narraciones, lenguaje sencillo y vulgar, carente de discursos. (Era para los que antes eran paganos).
Distribución:
- Jesús, el Mesías;
Jesús hace gran cantidad de milagros, exorcismos provocando la admiración y la adhesión de la multitud. Pero se va enfriando dando lugar a la incomprensión y a la oposición. Relaciona las tentaciones de Jesús con las de Adán. Jesús sale vencedor de la tentación porque continúa su misión. Cuando comienza a predicar, en la primera se nos muestran dos ambientes: humano que no alcanza comprender y el de los demonios que Jesús les manda callar. Pero también trasgrede ciertas leyes: no ayuna, no descasa el día sábado, come con pescadores.
Jesús aparece como un hombre semejante a los demás, por lo que va perdiendo seguidores quedando solo. Esto refleja la situación que la comunidad romana estaba viviendo.
- Jesús, el Hijo de Dios.
La necesidad del sufrimiento. Es un mesías sufriente y no glorioso. Jesús anuncia abiertamente el camino de la Pasión, pero Pedro se oponía a que sufra, por eso Jesús le reprocho. Luego sucede la proclamación del Padre. El camino de la cruz de Jesús tiene su término en la gloria del Padre. Jesús comienza su caminata a Jerusalén y por el camino les recordara que Él va hacia Jerusalén para padecer. Habla y actúa abiertamente, sus discípulos siguen sin comprender y temen a preguntarle. Al llegar a Jerusalén, Jesús entra al Templo. El relato de la pasión comienza con la referencia que los sumos sacerdotes y los escribas buscan a Jesús para matarlo sin que haya ninguna sentencia. El retrato de la última cena encuadra la Eucaristía con: anuncio de la traición de Judas y el anuncio de las negaciones de Pedro. Narra la situación de Jesús al ser juzgado por blasfemo y muere crucificado, pero vuelve a su Resurrección.
Marcos nos muestra a un Jesús sufriendo por las incomprensiones. La fe que exige es una fe sin pruebas de ninguna clase. Sobre la resurrección lo único que hay es el mensaje del joven que aparece vestidura gloriosa en el sepulcro. Es el evangelio que nos anuncia a Jesús, el Mesías, Hijo de Dios que se manifestó como Salvador sufriente y al que tenemos que acompañar en su camino de la cruz para poder alcanzar con El la gloria de la resurrección, sin exigirle milagros para creer.
EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS
Características . Se extiende hasta la predicación de los Apóstoles para terminar recién con la llegada de San Pablo a Roma. El ambiente es de la misión a los paganos. Se acerca a los paganos para anunciarles el Evangelio (aunque también escribe a los judíos).
La buena noticia es Universalismo: Dios quiere la salvación de todos los hombres, y lo cumple enviando a los apóstoles para que anuncien la salvación hasta los confines de la tierra. Su narración se caracteriza por ser un narrador culto. Sigue fielmente el Evangelio de Marcos como fuente corrigiendo imperfecciones del lenguaje. Se detalla la delicadeza de sus sentimientos. Siente predilección por personajes femeninos.
Se caracteriza por la voluntad de Dios es que el Evangelio sea anunciado a todas las naciones. El proceder de Jesús con los pobres y pecadores, también con los paganos. Va mostrando una comunidad cristiana ideal.
Distribución y orden de la narración. Se divide en dos partes: el evangelio y los hechos de los Apóstoles. Todo se presenta como un largo viaje de Jesús hacia Jerusalén, porque allí tiene que cumplirse la Escrituras, deben permanecer los discípulos después de la ascensión hasta que reciban la promesa de Espíritu Santo.
La segunda parte habla los discípulos reciben el Espíritu Santo en Jerusalén y desde allí tienen que salir a predicar el Evangelio.
Cuando San Pablo llega a Roma, San Lucas puede poner el punto final a su obra. Jesús ha muerto, ha resucitado y se ha predicado el Evangelio empezando por Jerusalén.
Concepción de la historia.
- Periodo de Israel, aparición de Jesús y concluye con la prisión de San Juan Bautista
- Periodo de Jesús, desde el Bautismo hasta la ascensión.
- Periodo de Iglesia, comienza con Pentecostés y se prolonga hasta la segunda venida del Señor.
Temas Predilectos . Se pone el énfasis en la misericordia de Dios, los grandes perdones, aparecen los paganos, destaca textos sobre la oración, las grandes renuncias para poder seguir a Jesús, destaca las grandes multitudes en torno a Jesús, manifiesta la comunidad cristiana con alegría y alabanza de Dios. Con el tema de los ricos y pobres: los pobres son mirados con predilección y reciben el anuncio de que su situación cambiara. En cambio, los ricos son condenados por el hecho de recibir bienes en su vida en la parábola del Rico y Lázaro. Esto no quiere decir que Lucas abalaba la pobreza, sino que dice que Dios exalto a los humildes, a los hambrientos los lleno de bienes, de los pobres es el Reinos de los Cielos. Quiere decir que un rico es el que acapara para sí y no comparte con los demás. La distribución de los bienes entre todos es una forma de expresar la unión de todos los corazones que comienza con la participación en común de los bienes que se han recibido de Dios. Espíritu Santo. Importancia a la presencia y acción, desciende sobre la comunidad. Da testimonio junto con los Apóstoles.
EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN
Características . Es un evangelio para la meditación, se presta para la reflexión, discurso que es como largas meditaciones en torno a la figura de Jesús. Es sumamente simbólico, usa símbolos y los maneja con facilidad, selecciona pocos hechos de la vida de Jesús y lo hace para poder explotar su aspecto simbólico, lo mismo con las palabras del Señor. Tiene más referencias a los sacramentos.
La gran preocupación es la persona de Cristo “Yo soy”. Es un evangelio litúrgico, narra hechos de la vida de Jesús marcando la sucesión de las fiestas litúrgicas. Los acontecimientos estarán enmarcados por las celebraciones del Templo de Jerusalén: Cristo es el verdadero Templo.
Es misticismo considerar que ya estamos forzando en la actualidad de los bienes futuros. Pone el acento que todo lo que miramos como futuro es una realidad que ya se está dando ahora mismo. La fe es una entrega total, es unirse tan íntimamente con Cristo, que es comenzar a ser uno solo con El, y por estar unidos se comienza a gozar de todo lo que Él tiene como Hijo de Dios.
La vida eterna es algo que pertenece solamente a Dios, es la vida que no conoce límites, es la realización pena de todas las posibilidades.
Es un evangelio de un nuevo nacimiento, el Espíritu Santo es el que realiza esta obra de dar la nueva vida y Jesús lo concede después de su glorificación.
El Espíritu Santo es llamado como “Paráclito”: el que es llamado para que este al lado., será el que prepara las pruebas, el que dará testimonio para defensa nuestra delante del tribunal. Viniendo a nosotros nos tiene que transformar de tal forma que nuestra vida sea prueba contra el mundo en orden a demostrarle que está equivocado.
“Todos estos signos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios y creyendo tengan vida en su nombre.”
HECHOS DE LOS APOSTOLES
Los Hechos de los Apóstoles, también conocido como el libro de los Hechos o simplemente los Hechos, es el quinto libro del Nuevo Testamento. El libro narra la fundación de la Iglesia cristiana y la expansión del cristianismo por el Imperio romano.
Los Hechos y el Evangelio de Lucas forman una única obra de dos partes (Lucas-Hechos), escrita entre los años 80 y 90 d. C. El propio libro en su inicio manifiesta que es una segunda parte. Sin embargo, los textos se separaron antes de que se escribieran los manuscritos que llegaron hasta hoy. Con esta separación se buscaba cultivar el conocimiento de los evangelios como una unidad de archivos sagrados, a los cuales los Hechos servían como una especie de apéndice. Es de un interés y valor históricos únicos: no hay ningún otro libro como este dentro del Nuevo Testamento.
El libro de los Hechos es la única historia de la Iglesia primitiva, primitiva tanto en el espíritu como en la sustancia; sin él sería imposible tener un cuadro coherente de la edad apostólica. Con él, las epístolas paulinas son de un valor histórico incalculable; sin él, permanecerían incomprensiblemente fragmentarias e incompletas, a menudo incluso confundirían.
No contiene la historia de todos los apóstoles, sino solo la de Pedro y de Pablo. Juan es mencionado solo tres veces, y todo lo que se cuenta de Santiago, el hijo de Zebedeo, es su ejecución por Herodes Antipas. Al inicio del libro se menciona a los doce apóstoles, incluyendo a Matías, que sustituyó a Judas Iscariote. También a lo largo del libro se menciona a Bernabé de Chipre, a Marcos, a Santiago el «hermano del Señor» y a otras figuras neo testamentarias.
CARTAS
Cartas pastorales: Con este nombre se designan, por su contenido, las cartas 1-2 a TIMOTEO y a TITO (son cartas escritas por San Pablo).
I – II TIMOTEO Y TITO; Estas tres cartas supuestamente las dirigió Pablo a sus discípulos Timoteo y Tito. En ellas les da consejos sobre su ministerio. Son de inspiración paulina y tal vez su autor sea un discípulo de Pablo. Más por presentar un desarrollo y organización de la Iglesia muy posterior, son fechadas entre los años 100 y 140.
FILEMÓN. Billete de Pablo a este cristiano notable de Colosas, intercediendo por Onésimo, su esclavo que le había abandonado y fue convertido por él mientras estaba preso, al parecer, en Roma.
Cartas Católicas: Se denominan así porque no están dirigidas a una comunidad determinada. Son las cartas de Santiago, las 1-2 de Pedro, las 1-2-3 de Juan y la de Judas. Por lo general, estas cartas suelen fecharse hacia el final del siglo I.
SANTIAGO; Autor desconocido, que usó el nombre de Santiago por el prestigio que tenía como "hermano del Señor". Tiene forma de carta, pero en realidad es una colección homilética de consejos prácticos de tipo sapiencial. Su finalidad es promover la santidad entre los cristianos. Como los antiguos profetas, denuncia los abusos de los poderosos, que empezaban a darse en las jóvenes comunidades
I – II PEDRO Tradicionalmente se atribuyen al apóstol Pedro. Desde el siglo XIX se dice que pertenece a un cristiano que utilizó el nombre de Pedro.
El tema de la carta Primera es una exposición de la vida cristiana iniciada en el bautismo. Alienta a los cristianos que viven en un ambiente hostil. Aconseja la firmeza, la paciencia, la sumisión. La fe y la esperanza deben caracterizar a los cristianos.
El tema de la carta Segunda es la escatología. Algunos, al no verse cumplida la vuelta del Señor, empiezan a dudar. El autor dice que mil años para el Señor es como un día para nosotros. El Señor vendrá como ladrón.
I, II y III JUAN; Tres cartas atribuidas tradicionalmente al apóstol Juan, como se le atribuye el 4° evangelio y el libro de la Apocalipsis.
Sin embargo, su autor o autores nos son desconocidos, La Primera carece de nombre de autor y de destinatario; el autor de la Segunda es "el Anciano” y el destinatario, la "Señora Elegida"; el autor de la Tercera es también "el Anciano" y su destinatario "Gayo". Estas cartas nos hacen conocer los problemas de una comunidad cristiana no-paulina, así como la fe que proclamaba y vivía.
El propósito de la Primera es confirmar a los cristianos en la doctrina que han recibido y prevenirles contra los falsos profetas. Tema fundamental es el amor de Dios y del prójimo. En ella se dice que "quien no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor". Las cartas Segunda y Tercera son muy cortas; en ellas se insiste en el precepto del amor (Segunda) y sobre la hospitalidad (Tercera).
JUDAS; Es un escrito breve que se presenta como carta y suele fecharse hacia fin del siglo I. Su autor dice ser "Judas, siervo de Jesucristo, y hermano de Santiago", pero un conjunto de datos, sobre todo que no se haga referencia a Jesús, siendo su pariente, hacen que la mayoría nieguen que sea su autor.
Por su encabezamiento no puede identificarse a qué comunidad o comunidades está dirigida, aunque parece ser de origen pagano, por los pecados que denuncia. Exhorta a sus destinatarios a luchar por la fe, puesta en peligro por "algunos impíos que se han introducido en la comunidad". Termina con una doxología.
APOCALIPSIS; El Apocalipsis de San, también conocido como el libro de las Revelaciones, es el último libro del Nuevo Testamento y de la Biblia cristiana. También es conocido como Revelaciones de Jesucristo por el título que al principio se da a este libro y, en algunos círculos protestantes, simplemente como Revelación o Libro de las revelaciones. Por su género literario, es considerado por la mayoría de los académicos el único libro del Nuevo Testamento de carácter exclusivamente profético.
El Apocalipsis quizás sea el escrito más rico en símbolos de toda la Biblia. La cantidad de símbolos, eventos y procesos complica la tarea de interpretar la totalidad del texto y, como tal, ha sido objeto de numerosas investigaciones, interpretaciones y debate a lo largo de la historia. Apocalipsis es un libro bíblico. Su nombre procede del término griego apokálypsis, que significa “descubrimiento” o “revelación”. Por este motivo también se le llama Revelación. Este título es muy adecuado, pues el libro descubre asuntos que se mantuvieron secretos por siglos y revela acontecimientos que sucederían en el futuro. Y por cierto, muchas de sus profecías están por cumplirse.
Cinco claves para entender Apocalipsis. Su mensaje es positivo. Quienes sirven a Dios no tienen por qué tenerle miedo. Aunque muchas personas relacionan la palabra apocalipsis con un gran cataclismo, este libro dice —tanto al principio como al final— que quienes lo lean, lo comprendan y actúen en conformidad con él serán felices (Revelación 1:3; 22:7).
Hay numerosos pasajes y expresiones que no deben entenderse al pie de la letra porque son “señales” o símbolos (Revelación 1:1). Muchos de los personajes y aspectos principales de este libro aparecen en otras partes de la Biblia:
- Jehová: “el Dios verdadero en los cielos” y el Creador de todas las cosas (Deuteronomio 4:39; Salmo 103:19; Revelación 4:11; 15:3).
- Jesucristo: “el Cordero de Dios” (Juan 1:29; Revelación 5:6; 14:1).
- Satanás: el Diablo, el mayor enemigo de Dios (Génesis 3:14, 15; Juan 8:44; Revelación 12:9).
- Babilonia la Grande: enemiga de Jehová y de su pueblo, y cuna de mentiras religiosas, tal como lo fue la antigua ciudad de Babilonia, o Babel (Génesis 11:2-9; Isaías 13:1, 11; Revelación 17:4-6; 18:4, 20).
- “El mar”: el conjunto de seres humanos alejados de Dios (Isaías 57:20; Revelación 13:1; 21:1).
- Componentes del antiguo tabernáculo en el que se adoraba a Dios: el arca del pacto, el mar vítreo (una fuente para lavarse), las lámparas, el incienso y el altar de sacrificios (Éxodo 25:10,17, 18; 40:24-32; Revelación 4:5, 6; 5:8; 8:3; 11:19).
- Bestias salvajes: gobiernos humanos (Daniel 7:1-8, 17-26; Revelación 13:2, 11; 17:3).
- Números con un valor simbólico (Revelación 1:20; 8:13; 13:18; 21:16).
Las visiones se cumplen durante “el día del Señor”, el cual empezó en 1914 (Revelación 1:10). En ese año fue establecido el Reino de Dios con Jesús como rey. Por lo tanto, se espera que gran parte de las profecías de Apocalipsis se cumplan en nuestros días.
Para comprender este libro, así como el resto de la Biblia, es imprescindible pedirle sabiduría a Dios y buscar la ayuda de quienes entienden su mensaje (Hechos 8:26-39; Santiago 1:5).
LA HISTORIA DEL PEUBLO DE DIOS
El hombre es invitado a descubrir a Dios progresivamente a lo largo de la Historia. 1850 – 1700 a. C Con Abraham, comienza la historia del pueblo de Israel, se representa la imagen del camino de la fe del creyente, entregándose a la voluntad de Dios. Dios lo llama y hace una alianza con él. Le promete descendencia y una tierra en posesión, es decir, padre de un gran pueblo. Abraham creyó en el Señor.
El tiempo pasaba y el hijo de la promesa no llegaba, parecía imposible de cumplir, debido a la edad avanzada de Abraham y su esposa. Pero pese a todo, finalmente se cumple, Abraham y Sara tienen un hijo al que llama Isaac. Dios premia con el hijo la fe inquebrantable del patriarca.
En el momento más difícil de Abraham llega cuando Dios pone a prueba su fe y su confianza: “¡Abraham”, le dijo. Y él
respondió: “aquí estoy”. Entonces Dios le siguió diciendo: “toma a tu hijo único, el que tanto amas, a Isaac, ve a la región de Moria, y ofrécelo en holocausto sobre la montaña que yo te indicare”” (Gn 22, 1 – 2).
A la mañana siguiente, partió con su hijo dos criados, tomando todo lo necesario para el sacrifico. Al tercer día, llegaron al lugar indicado.
Isaac preguntó: “¿Dónde está el cordero que ofreceremos?”. Al que su padre respondió “Dios proveerá el cordero para el sacrificio”. Cuando llegaron al lugar, Abraham erigió un altar dispuso la leña, ato a su hijo Isaac. Pero el ángel del Señor lo llamo desde el cielo: “¡Abraham, Abraham!.. No pongas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas ningún daño. Ahora sé que temes a Dios, porque no me has negado ni siquiera tu hijo”. Al levantar la vista, Abraham vio a un carnero que tenía los cuernos enredados en una zarza. Entonces lo tomo el cordero y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo” (Gn 22, 9 – 13).
Abraham comprendió que el Señor es un Dios bueno, que no quiere la muerte de los hombres, vale la pena guiarse siempre por su Palabra, confiar y creer en él.
Los descendientes de Abraham se fueron multiplicando a lo largo de los años.
Isaac al casarse con Rebeca, tuvieron dos hijos gemelos: Esaú (hijo preferido) y Jacob, quien era el más débil y se dedicaba a cuidar las ovejas. Ambos crecieron en la fe de sus padres, confiando en la promesa hecha por Dios a Abraham. Era obvio que esta promesa seria heredada por Esaú, el mayor de los hijos, quien a la muerte de su padre se convertiría en el nuevo patriarca. Isaac, ya ciego y viejo, llamo a Esaú y le dijo que vaya al campo y cazara un animal para preparar una comida, así bendecirlo para que sea su heredero. Mientras Esaú estaba en el campo. Rebeca preparo a Jacob e Isaac lo bendijo sin darse cuenta del engaño. Pero Jacob tuvo que irse a vivir lejos de su casa.
Una noche, durante su viaje, algo extraño sucedió: un hombre se apreció en mitad de la noche y lucho con el hasta el amanecer. De esta lucha Jacob sale fortalecido con un nuevo nombre, listo para enfrentar otra manera. Dios cambia el nombre a Jacob. Lo llama Israel, que significa el que ha luchado con Dios. Así fue padre de 12 hijos, que dieron origen a las 12 tribus del pueblo de Israel. Con Jacob, Dios renueva en el la alianza que había hecho con sus padres y lo hace padre del pueblo de Israel. Enseña que en las manos de Dios nada se pierde.
1700 a .C. Los israelitas llegan a Egipto invitados por José, pero luego son esclavizados. La predilección por José, sus hermanos le tenían envidia. Por lo que decidieron venderlo a una caravana de peregrinos que se dirigía al país de Egipto. Los hermanos hicieron creer a Israel que José había muerto atacado por una fiera. Mientras tanto, José era vendido en Egipto a un capitán de la guardia del Faraón. José había llegado a ser una persona de confianza del Faraón, tiene grandes dotes para interpretar los sueños y predecir a partir de ellos las cosas que sucederían en el País. Cuando los hijos de Israel llegaron al palacio del Faraón a pedir alimentos fueron reconocidos por José (debido al tiempo de gran sequía padecido).
José, en gran gesto de amor, los perdono y les brindo toda la ayuda que necesitaban, mandándoles que volvieran a la tierra de Canaán a buscar a su padre y tráelo junto a el. de esta manera los descendientes de Abraham se instalaron en Egipto. La fidelidad producirá frutos: salvar al pueblo de Israel, mostrándose compasivo y bondadoso con sus hermanos.
1300 – 1250 a.C . El pueblo es esclavizado por años y del sufrimiento, la intervención de Dios se manifiesta la promesa hecha a Abraham y que suscita con Moisés, el liberado, el caminante hacia la libertad. Moisés es elegido por Dios para liberar a su pueblo y conducirlo hasta la tierra prometida. Moisés vio una zarza ardiente mediante la cual se comunicó Dios dando a conocer cuál es su nombre: “Yo soy el que soy”, revelando a si la identidad Dios.
Se produjo la liberación del pueblo después de años de esclavización, luego que Dios intervino para confirmar la misión de Moisés realizando prodigios en contra de Egipto y envió sobre aquel país 10 Plagas: poner en evidencia el poder de Dios. Finalmente, el faraón, convencido del poder del Dios de los israelitas, dejo salir al pueblo.
El símbolo del paso de la esclavitud a la libertad es cuando el pueblo se topa con el Mar Rojo, Moisés confiaba en Dios y sabía que el intervendría para salvarlos. Un viento impetuoso comenzó a soplar y las aguas se abrieron dejando un camino. Cuando el ejército del faraón trato de cruzar, el viento dejo de soplar y las aguas volvieron a su lugar, arrastrando al mismo. Este fue el paso gracias a la ayuda omnipotente de Dios. El pueblo camino por el desierto a lo largo de 40 años.
Camino a la tierra prometida, en el Monte de Sinaí, Dios invito a su pueblo a sellar una alianza con él, un pacto de amor definitivo e irrevocable y fidelidad para que lo reconociese y le sirviera como al único Dios vivo y verdadero, providente y juez justo. Lo preparo por los profetas para acoger la salvación destina.
Como signo de esta alianza, Dios entrego a Moisés dos tablas: Los 10 Mandamientos. Esta alianza es acontecimiento fundamental que lo hace nacer como nación y pueblo.
1200 a .C. Al llegar a la tierra prometida, se inicia la conquista de Palestina. Dios llama a Josué y le pide que sea el líder de la conquista de la tierra prometida, la cual repartió en doce tribus. Los asentamientos de Israel se concentraron en regiones montañosas y transjordania. Pero dichas tribus se encontraban aisladas unas de otras, sin un gobierno central que pueda asegurar una firme cohesión interna. Y la única base de la unidad nacional corre el peligro de dejarse contaminar por cultos vecinos. Con los jueces, se liberó al pueblo de la invasión extranjera a causa del pecado y orientando al mismo Israel hacia el camino de Dios.
1030 a .C. Samuel, el último de los jueces, Dios lo eligió para ser profeta en medio del pueblo y para llevar su mensaje a los israelitas. Elige por inspiración divina a Saúl, consagrado rey.
1010 – 970 a.C. Con el comienzo de la Monarquía, el gobierno llego a la mejor estabilidad con David, quien traslado el Arca de la Alianza a Jerusalén, centro político y religioso. Dios le consagro a David una promesa que su dinastía debía estar en el trono y que uno de sus descendientes nacería el Mesías. Fue el ungido para ser el gran rey de Israel, el que unificaría la Nación.
970 – 931 a.C . A David, lo sucede su hijo, Salomón, quien construyó el Templo de Jerusalén, unidad religiosa. Gobernó con poder y sabiduría.
931 a .C . En el mismo año de la muerte de Salomón, ante un contexto de desigualdad social, autoridades religiosas corruptas, la fe se había vuelto vacía de sentido y la gente se limitaba a cumplir con ciertas normas, olvidándose de verdadero amor a Dios y su Alianza. El pueblo estaba cansado de las políticas tiranas y agobiantes del antiguo rey. Por lo que se produce la ruptura y el pueblo de Dios se divide en dos reinos:
1. Norte – Israel: Samaria.
2. Sur – Judá: Jerusalén.
Cada uno erige sus propios santuarios, por lo que no se tardó en llenarse de imágenes de dioses extranjeros. El pueblo pierde la fidelidad a Dios y cae en idolatría. Ante este contexto, surgen los Profetas, quienes transmiten el mensaje divino y luchan contra la idolatría. Acompañan al pueblo en tiempo de desolación, renovando fidelidad y la llegada del Mesías.
721 a.C. Ruina de Samaria. Caída del reino del Norte. Fue invadida por el fuerte imperio asirio. El país fue destruido y sus habitantes deportados a otras tierras. Allí se diluyeron entre las diferentes culturas y religiones, perdiendo su identidad.
587 a.C. Ruina de Jerusalén. Caída del reino del Sur. Fue invadido y destruido por el imperio babilónico. Los sobrevivientes fueron deportados como esclavos a la ciudad de Babilonia. El arca de la alianza había desapareció. Por lo que el pueblo estaba en una situación de que todo estaba perdido.
539 a.C. Invasión Persa y Edicto. Ciro el Grande invade Babilonia, extendiendo su invasión hasta las fronteras de Egipto. El nuevo monarca se distingue por su actitud humanitaria en favor de los pueblos sometidos. Respeta las leyes y costumbres locales propicia retorno a sus respectivos países de las poblaciones desterradas.
333 a.C. Imperio de Alejandro Magno. Se dividió en 4 partes, dos de ellas Tolomeo y Seleuco, que se disputaban el terreno judío. Por lo que los Seléucidas saquearon el Templo de Jerusalén, entronizando la imagen de Zeus y prohibiendo el culto a Dios: problemas sociales y militares.
63 a.C. Imperio Romano. El general pompeo incorporo Palestina al imperio y destruyo el Templo de Jerusalén.
37 – 4 a.C. Reino de Herodes el Grande. Considerado como hombre sin escrúpulos, fue capaz de restablecer el antiguo reino a la base de habilidad política.
Sobre este fondo se encuentra Jerusalén como una ciudad de crisis que por una parte tiene su centro vital en el Templo, pero se encuentra desgarrada por un pluralismo de corrientes religiosas que desorientan el corazón de los fieles: pero comienza la inauguración del Reino: Predicción de Jesús.
Ante la crisis de la fe, surge la predica de Jesús anunciando la llegada del reino de los cielos: Dios se ha revelado enviando a su propio hijo, quien es palabra definitiva del Padre. Cristo fue condenado por Poncio Pilato. Resurrección.
Pentecostés: 50 días después de la Pascua, se da la efusión del Espíritu Santo sobre los Apóstoles, comienza la actividad evangelizadora. Se inicia la expansión de la Iglesia.
EXEGESIS Y TEOLOGIA BIBLICA
Exégesis o exegesis es una explicación o interpretación de un texto, en especial de la Biblia. Esta palabra procede del griego ἐξήγησις, exéguesis que significa “explicación” o “relato”, derivada de la palabra ἐξηγεομαι, exegeomai que indica “explicar”, “exponer” e “interpretar”. Algunas palabras que se podrían utilizar como sinónimos son: explicación, comentario e interpretación.
Exégesis y hermenéutica bíblica : Hermenéutica y exégesis son sinónimos que se emplean indistintamente en muchos casos. Sin embargo, en ocasiones se le da a la palabra hermenéutica un matiz más espiritual en lo relativo a los significados mientras que, el término exégesis puede tener un componente más centrado en la literalidad, con la intención de reconstruir el significado original.
También se suele considerar que la exégesis en el análisis de textos bíblicos es la aplicación seria y formal de los principios y reglas para llegar a una interpretación de las Sagradas Escrituras. Estos principios y reglas se identifican también como la hermenéutica. La exégesis, por lo tanto, establece una serie de normas y principios para ser utilizados en la interpretación de este tipo de textos.
La persona que desarrolla esta tarea se llama exégeta, y es quien se encarga de explicar el significado de un texto sin incluir sus interpretaciones personales o lo que el texto significa para él. Por el contrario, el exégeta establece el significado que le quiso dar el autor al texto en cuestión. También se utilizan otros términos como hermeneuta y escritorista.
Unidad IV – Antropología Teológica
EL HOMBRE CREADO A IMAGEN Y SEMEJANZA DE DIOS
El hombre ocupa un lugar único en la creación: “está hecho a imagen de Dios”; en su propia naturaleza une el mundo espiritual y el mundo material. Dios establece al hombre en amistad con él. Solo el hombre es capaz de conocer y amar a su Creador; y está llamado a participar, por el conocimiento y el amor, en la vida de Dios. Ese es su fin.
Por haber sido hecho a imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de persona; y es llamado a una alianza con su Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y de amor que ningún otro ser puede dar en su lugar. Dios creó todo para el hombre.
La persona humana es un ser corporal y espiritual. El hombre tiene alma, que es el principio espiritual en el hombre y por eso es imagen de Dios. El cuerpo participa de la dignidad de la ‘imagen de Dios’, el cuerpo está animado por el alma espiritual. Gracias al alma espiritual, la materia que integra el cuerpo es un cuerpo humano y viviente. El alma es creada por Dios y es inmortal.
La diferencia entre imagen y semejanza de Dios: Todos fuimos creados a imagen de Dios (y esto nos da la dignidad, y no se pierde por el pecado). ES ALGO FIJO. Pero podemos ser más o menos semejantes a Dios: si actuamos bien, somos más semejantes a Dios; si actuamos mal, somos menos semejantes a Dios. La semejanza se construye, según nuestra libertad, con nuestras decisiones cotidianas.
Todo hombre es imagen de Dios, no sólo el alma espiritual, sino la capacidad de conocer y de amar (características propias del hombre). El cuerpo también es imagen de Dios. El espíritu es el principio de vida (el alma sola no es el hombre en el Día de la Resurrección, es una resurrección con cuerpo).
CARACTERISTICAS DEL HOMBRE SEGÚN LA REVELACION
Dios ha creado al hombre racional confiriéndole la dignidad de una PERSONA DOTADA DE LA INICIATIVA Y DEL DOMINIO DE SUS ACTOS. “Quiso Dios “dejar al hombre en manos de su propia decisión” (Si 15,14.), de modo que busque a su Creador sin coacciones y, adhiriéndose a Él, llegue libremente a la plena y feliz perfección” (GS 17): ‘’El hombre es racional, y por ello semejante a Dios; fue creado libre y dueño de sus actos’’ (San Ireneo de Lyon, Adversus haereses, 4, 4, 3).
El hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios, teniendo como características:
- La libertad; Facultad natural del hombre, que le permite hacer el bien y el mal, por lo que es responsable de sus actos. Los animales no tienen “libertad”, actúan por “instinto”. Libertad de los Hijos de Dios: Es la facultad de poder vivir en el amor, en la fe en Cristo Jesús.
- La racionalidad; es la característica que describe al hombre y lo distingue del animal, ya que el ser humano es el único que posee capacidad humana para pensar, entender, evaluar las cosas. Es lo perteneciente o relativo a la razón (la facultad para pensar, reflexionar e inferir).
- La voluntad; Facultad de decidir y ordenar la propia conducta. La voluntad del hombre enfrentada a la de Dios es la esencia del pecado y la base de la caída de Adán. (Libre albedrío o libre determinación).
La libertad es el poder, radicado en la razón y en la voluntad, de obrar o de no obrar, de hacer esto o aquello, de ejecutar así por sí mismo acciones deliberadas. Por el libre arbitrio cada uno dispone de sí mismo. La libertad es en el hombre una fuerza de crecimiento y de maduración en la verdad y la bondad. La libertad alcanza su perfección cuando está ordenada a Dios, nuestra bienaventuranza.
Hasta que no llega a encontrarse definitivamente con su bien último que es Dios, la libertad implica la posibilidad de elegir entre el bien y el mal y por tanto, de crecer en perfección o de flaquear y pecar. La libertad caracteriza los actos propiamente humanos. Se convierte en fuente de alabanza o de reproche, de mérito o de demérito.
En la medida en que el hombre hace más el bien, se va haciendo también más libre. No hay verdadera libertad sino en el servicio del bien y de la justicia. La elección de la desobediencia y del mal es un abuso de la libertad y conduce a la esclavitud del pecado (cf Rm 6, 17).
La libertad hace al hombre responsable de sus actos en la medida en que estos son voluntarios. El progreso en la virtud, el conocimiento del bien, y la ascesis acrecientan el dominio de la voluntad sobre los propios actos. La libertad se ejercita en las relaciones entre los seres humanos. Toda persona humana, creada a imagen de Dios, tiene el derecho natural de ser reconocida como un ser libre y responsable. Todo hombre debe prestar a cada cual el respeto al que éste tiene derecho. El derecho al ejercicio de la libertad es una exigencia inseparable de la dignidad de la persona humana, especialmente en materia moral y religiosa. Este derecho debe ser reconocido y protegido civilmente dentro de los límites del bien común y del orden público.
El hombre fue creado como un ser racional con voluntad propia. En otras palabras, el hombre puede razonar y elegir. Este es el reflejo de la inteligencia y la libertad de Dios. En cualquier momento que alguien inventa una máquina, escribe un libro, pinta un paisaje, disfruta una sinfonía, calcula una suma, o nombra a una mascota, él o ella está proclamando el hecho de que fueron hechos a la imagen de Dios.
Parte de haber sido hechos a la imagen de Dios, es que Adán tuvo la capacidad de tomar decisiones libremente. Aunque les fue dada una naturaleza justa, Adán y Eva tomaron una mala decisión al rebelarse en contra de su Creador. Al hacerlo, ellos dañaron la imagen de Dios en su interior, y pasaron esa semejanza dañada a todos sus descendientes (Romanos 5:12). Hoy, todavía llevamos esa semejanza de Dios (Santiago 3:9), pero también llevamos las cicatrices del pecado, y mostramos los efectos mental, moral, social y físicamente.
FUNDAMENTO DE LA DIGNIDAD HUMANA PARA LA FE CRISTIANA
Dios [...] ha querido “dejar al hombre [...] en manos de su propia decisión” (Si 15,14), para que pueda adherirse libremente a su Creador y llegar así a la bienaventurada perfección (cf GS 17, 1). La libertad es el poder de obrar o de no obrar y de ejecutar así, por sí mismo, acciones deliberadas. La libertad alcanza su perfección, cuando está ordenada a Dios, el supremo Bien.
La libertad caracteriza los actos propiamente humanos. Hace al ser humano responsable de los actos de que es autor voluntario. Es propio del hombre actuar deliberadamente.
La imputabilidad o la responsabilidad de una acción puede quedar disminuida o incluso anulada por la ignorancia, la violencia, el temor y otros factores psíquicos o sociales.
El derecho al ejercicio de la libertad, especialmente en materia religiosa y moral, es una exigencia inseparable de la dignidad del hombre. Pero el ejercicio de la libertad no implica el pretendido derecho de decir o de hacer cualquier cosa. “Para ser libres nos libertó Cristo” (Ga 5, 1).
La dignidad humana se fundamenta en el dogma de que como creación de Dios las personas tenemos valor inherente. Porque fuimos creados a su imagen y semejanza. A su vez, los mandamientos dictados por esa misma deidad nos obligan, entre otras cosas, a amar y valorar a cada ser humano como un repositorio de la propia divinidad.
EL HOMBRE ALIENADO POR EL PECADO
El ministerio del mal: La Sagrada Escritura describe al hombre como un ser creado a imagen de Dios, colocado en la
cima del universo y destinado a desarrollarse hacia su definitiva perfección en dialogo con Dios y en comunión con los demás hombres.
Para caracterizar al hombre, atraído por el bien, pero inevitablemente desterrado de él, la teología utiliza la palabra bíblica: ALIENACIÓN.
La Biblia lo define como situación del hombre que abandona a dios para “erigir sus ídolos en su corazón”. Pero observa también que esta alienación no es solamente la consecuencia de un abandono personal a Dios, sino que es algo que el tiempo trae consigo “ya desde el seno materno”.
La Alienación es algo que va en contra de la naturaleza humana, seria vivir en la autodestrucción. Son acciones que conducen al Pecado, contrarios al hombre y su dignidad. Es alejarse de su ser. La Conversión tiene que ver con la alienación, de cambiar de la dirección del hombre. Significa Cambio de la mente.
Vivimos en un momento donde hay límites porque se es necesario para la convivencia de la sociedad. Al declarar que existe una naturaleza humana, significa que hay un límite, y fuera de éste está la alienación.
El Pecado es un mal, es la tendencia de Ocupar el lugar de Dios, generarse a sí mismo sus propios límites. El encuentro con Dios es esencial y le es propia a la naturaleza humana: la Conversión hacia Dios.
Los límites también se encuentran en nuestro consciente, cierta insatisfacción: acciones contrarias que no nos satisfacen. Por eso el pecado va en contra de nuestra felicidad, rompe la comunión de Dios, quien subsiste nuestro ser. El mal es la acción del hombre que va en contra de Dios, esto se da la libertad del hombre. Se relaciona con el relato de Gn 3. 14-15, donde Dios promete erradicar el mal que introdujo al mundo, promete la Redención.
El Concilio explica la “Profunda Miseria” del hombre alienado, recurriendo al pecado humano: “El hombre, creado por Dios en un estado de justicia desde el mismo comienzo de su historia abusó, sin embargo, de su libertad por persuasión del maligno, alzándose contra Dios y pretendiendo su fin fuera de Dios… Por el pecado, rompe el hombre la debida subordinación a su fin último, y también toda su ordenación, tanto en su persona como a las relaciones con los demás y el resto de la creación.”
La división interna del Hombre.
El Concilio describe como el hombre descubre en sí mismo tendencias espontaneas e imposibles de suprimir que contrastan con sus ansias de felicidad y con el curso inevitable de la naturaleza. Podemos considerar tres aspectos:
1) Muerte: Este natural proceso biológico provoca un horror instintivo por parte del hombre que la siente como algo, contrario a su ser. La odiosidad de la muerte encuentra su expresión de los diversos modos con que es personalizada.
2) Inclinación al mal: La Sagrada Escritura habla del corazón de los hombres que están continuamente inclinados al
mal desde la niñez. El hombre encuentra dificultades para caminar en la simplicidad delante de Dios: de una manera espontánea e instintiva se ve inclinado a buscar la satisfacción inmediata, individual, terrenal y temporal, independiente de toda norma superior; aborrece la muerte, el dolor y cualquier limitación de su bienestar.
3) Inevitabilidad del Pecado: Según la Sagrada Escritura, la humanidad se vio arrastrada por el pecado, y esto explica
por la debilidad intrínseca de los hombres. También en el Concilio Vaticano II nombra: “el hombre se nota incapaz de dominar por si solo los ataques del mal, hasta el punto de sentirse como atrapado entre cadenas.”
La respuesta de la revelación esta división que el hombre experimenta. La causa de la miseria es el pecado.
El hombre en el Paraíso . El primer hombre fue no solamente creado bueno, sino también constituido en la amistad con su Creador y en armonía consigo mismo y con la creación en torno a él. El hombre había sido invitado a la amistad con Dios, poseía todos los medios necesarios para alcanzarla, estaba en perfecta armonía con la voluntad divina. Esta gracia de la santidad original era una “participación de la vida divina”. Mientras permanece en la intimidad divina, el hombre no debía ni morir ni sufrir. La armonía interior de la persona humana, la armonía entre el hombre y la mujer, y por último, la armonía entre la primera pareja y toda la creación constituía el estado de Justicia Original. El dominio del mundo que Dios había concedido al hombre desde el comienzo, realizaba ante todo dentro del hombre mismo como dominio de sí.
Prueba de la libertad . Dios creó al hombre a su imagen y lo estableció en su amistad. El hombre no puede vivir sin ella más que en la forma de la libre sumisión a Dios. Esto es lo que expresa la prohibición hecha al hombre de comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, “porque el día que comieres de él, morirás” (Gn 2, 17). “El árbol del conocimiento del bien y del mal” evoca simbólicamente el límite infranqueable que el hombre en cuanta criatura debe reconocer libremente y respetar con confianza. El hombre depende del Creador, está sometido a las leyes de la Creación y a las normas morales que regulan el uso de la libertad. Pero el hombre, tentado, dejo morir en su corazón la confianza hacia el creador y, abusando de su libertad, desobedeció al mandamiento de Dios. Esto es el Pecado Original. Todo pecado será la desobediencia a Dios y una falta de confianza en su bondad. En este pecado, el hombre se prefirió a sí mismo en lugar de Dios, y por ello desprecio a Dios: hizo elección de sí mismo contra Dios. El hombre, constituido en su estado de santidad, estaba destinado a ser plenamente “divinizado” por Dios en la gloria. Por la seducción de otro quiso “ser como Dios”.
EL PECADO ORIGINAL Y SUS CONSECUENCIAS
La palabra “pecado” viene del griego, traducido como “mancha” (algo que te ensuciaba, que tenías que limpiar/purificar). Es algo malo que hiciste, con relación a Dios (en contra de sí mismos o en contra de otros, porque todos somos imagen y semejanza). Son acciones concretas. El pecado original es una herida en la naturaleza.
Con el desarrollo de la Revelación se va iluminando también la realidad del pecado. Es preciso conocer a Cristo como fuente de la Gracia para conocer a Adán como fuente del pecado. La doctrina del pecado original es el reverso de la Buena Nueva de que Jesús es el Salvador de todos los hombres, que todos necesitan la salvación y que la salvación es ofrecida a todos gracias a Cristo.
La Escritura muestra las consecuencias de la primera desobediencia: Adam y Eva pierden inmediatamente la gracia de la santidad original. Tiene miedo del Dios, que quien ha concebido una falsa imagen, la de un Dios celoso.
La armonía en la que se encontraban queda dañada, el dominio de las facultades espirituales del alma sobre el cuerpo se quiebra, la unión entre el hombre y la mujer es sometida a tensiones, sus relaciones estarán marcadas por el deseo y el dominio. La armonía con la creación se rompe. La consecuencia se realizara: el hombre “volverá al polvo del que fue tomado”. La muerte hace su entrada en la historia de la humanidad. Y desde el primer pecado, una verdadera invasión de pecado inunda el mundo. Y así el hombre comprobara que la advertencia divina no era mentira: lejos de Dios no hay más que soledad y muerte.
Por su pecado, Adán, en cuanto primer hombre, perdió la santidad y la justicia originales que había recibido de Dios no solamente para él, sino para todos los seres humanos. Adán y Eva trasmitieron a su descendencia la naturaleza humana herida por su primer pecado.
Como consecuencia del pecado original, la naturaleza humana quedo debilitada en sus fuerzas, sometida a la ignorancia, al sufrimiento, y al dominio de la muerte, e inclinada al Pecado. Por el pecado, todo hombre quedo dividido en sí mismo. “Por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores.”
La Iglesia ha enseñado siempre que la inmensa miseria que oprime a los hombres y su inclinación al mal y a la muerte no son comprensibles sin su conexión con el pecado de Adán y con el hecho de que nos ha transmitido un pecado con que todos nacemos afectados y que es la “muerte del alma”, por esta certeza de fe, la Iglesia concede el Bautismo para la remisión de los pecados incluso a los niños que no han cometido pecado personal.
El pecado original es un pecado contraído. Es la privación de la santidad y de la justicia originales, pero la naturaleza no está totalmente corrompida: está herida en sus propias fuerzas naturales, sometida a la ignorancia y al imperio de la muerte e inclinada al pecado. (Concupiscencia). Cuando aparece el pecado original, queda una herida en el ser humano (separación con Dios, muerte, enfermedades). Se provoca una separación, del hombre y la mujer, con Dios.
EL PECADO, LA CULPA Y LA PENA
El Pecado es una falta contra la razón, la verdad, la conciencia recta; es falta al amor verdadero para Dios y para con el Prójimo, a causa de un apego perverso a ciertos bienes. Hiere la naturaleza del hombre y atenta contra la solidaridad humana, es contrario a la ley eterna.
El pecado es una ofensa a Dios. En la Pasión, la misericordia de Cristo vence al pecado. Es un acto contrario a la razón. Lesiona la naturaleza del hombre y atenta contra la solidaridad humana. La raíz de todos los pecados está en el corazón del hombre. Sus especies y su gravedad se miden principalmente por su objeto.
Conviene valorar los pecados según la gravedad:
- Pecado mortal: destruye la caridad en el corazón del hombre por una infracción grave de la ley de Dios, aparta al hombre de Dios, que es su fin último y su bienaventuranza, preferimos un bien inferior. Ataca en nosotros el principio de la Caridad. Tiene como objetivo una materia grave y que es cometido en pleno conocimiento y deliberado consentimiento.
- Pecado venial: deja subsistir la caridad, aunque la ofende y la hiere. Se comete cuando no se observa en una materia leve la medida prescrita por la ley moral, o cuando se desobedece a la ley moral en materia grave, pero sin pleno conocimiento. Constituye un desorden moral que puede ser reparado por la caridad que tal pecado deja subsistir en nosotros.
El pecado es un acto personal. Pero nosotros tenemos una responsabilidad en los pecados cometidos por otros cuando cooperamos a ellos. Así el pecado convierte a los hombres en cómplices unos de otros, hace reinar entre ellos la concupiscencia, la violencia y la injusticia. Los pecados provocan situaciones sociales e instituciones contrarias a la bondad divina. Las “estructuras del pecado” son expresiones efecto de los pecados personales. Inducen a sus víctimas cometer a su vez el mal.
El pecado tiene dos factores importantes Culpa y Pena. Estamos vinculados, es lo que repercute en todos nosotros, en mí y en el Otro.
- El perdón de la culpa se va con la Confesión: se da el perdón a la irresponsabilidad moral. (La culpa debe ser perdonada).
- El perdón de la pena se da por el Hacer el Bien: obras de caridad, la oración. (La pena debe ser reparada).
LA NECESIDAD DE LA SALVACION
En el relato del pecado original, está la promesa de salvación. La realidad del pecado está íntimamente relacionada con el mal. No tenemos experiencia de un mundo sin mal: la existencia del mal remite una contraposición con el bien, nosotros provenimos del bien por eso no lo dudamos.
Nuestro rechazo al mal se debe relación con nuestra Libertad: Dios nos hizo libres porque Él quiere que lo amemos y nos encontramos en el camino, porque Dios no nos puede obligar a amarlo. El hombre con el pecado original se encuentra lastimado.
Dios nos envía a su hijo con el fin de rechazar el mal: hacerle frente al pecado. La promesa es Cristo, es la constitución de Dios en hombre, de un Redentor, recupera lo perdido. “Dios se hizo carne”. Con la resurrección volvemos a seguir con Dios, estar en comunión con Él. Jesucristo vence a la muerte, donde se separa el cuerpo y alma, pero en la Resurrección se purifica el cuerpo y el alma, volviendo a universo. Gálatas 4. 4-5 “La Plenitud de los tiempos”, actualmente nos encontramos en el final de los tiempos. En toda obra de la salvación, Dios se hace presente y es Uno: es Padre, Hijo y Espíritu Santo.
La palabra “se hizo carne” significa que el hijo de Dios se hizo hombre, de la Plenitud se hizo la Gracia por medio del hijo encarnado, es aquel que nos brinda la gracia. Jesús es verdadero Dios y Verdadero Hombre
LA PROMESA DE REDENCION
El pecado original, a la vez que marco la ruptura entre Dios y los hombres, provocó también la réplica maravillosa de la misericordia divina: PROMESA DE RENDICIÓN. (Gn 3, 15).
Tras la caída, el hombre no fue abandonado por Dios. Al contrario, Dios lo llama y le anuncia de modo misterioso la victoria sobre el mal y el levantamiento de su caída. Este pasaje de Génesis ha sido llamado “PROTOEVANGELIO”, por ser el primer anuncio del Mesías: destrucción de la serpiente y la descendencia de la mujer.
Al trasgredir el mandamiento divino, el hombre se privó de los dones que Dios le ofrecía. Y como consecuencia de su pretensión de ser igual a Dios, lo único que experimento fue su “Desnudez” su indigencia absoluta. Pero Dios no abandona a la humanidad pecadora. Por eso el Génesis opone a la maldición, la bendición que alcanzara finalmente todos los hombres. Esta promesa se irá renovando a lo largo de la historia.
El pecado se borrara finalmente gracias a la Cruz de Cristo. Así “como el delito de uno solo atrajo sobre todos los hombres la condenación, así también la obra de justicia de uno solo (la de Cristo) procura a todos una justificación que da la vida” (Romanos 5, 18).
Creación y Pecado. Ratzinger. Cap. IV Pecado y salvación.
Sobre el tema del pecado. “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios está cerca. Convertíos y creed en el Evangelio.” El Señor quiere llevarnos a cada uno a reconocernos personalmente como pecadores, como culpables y a hacer penitencia, a convertirnos en otro. El tema del pecado se ha convertido en uno de los temas silenciados.
Limitaciones y libertad del Hombre . La imagen del jardín es una imagen de un mundo que no es para el hombre una selva, sino su patria que lo mantiene a salvo, que lo nutre y que lo sostiene. Es expresión de un mundo que posee los rasgos del Espíritu de un mundo que se ha hecho de acuerdo con el deseo del Creador: una primera tendencia es la que el hombre no explora el mundo ni quiere convertirlo para sí mismo una propiedad o una segunda tendencia que es la inversa, señal de bondad y unidad con Dios.
La imagen de la serpiente está tomada de los cultos orientales de la fecundidad. A través del culto de la fecundidad le habla la serpiente al hombre: no te aferres a ese Dios lejano que no tiene nada que darte. La serpiente es el SÍMBOLO DE LA ATRACCIÓN que estas religiones significaban para Israel frente el misterio del Dios de la Alianza. Dicho animal lleva de la confianza a la desconfianza de Dios, hace sospechar de su Alianza, de la comunidad de fe, de la oración, de los mandamientos en los que vivimos por el Dios de la Alianza. Es tan fácil convencer al hombre que la Alianza es una expresión de robo a la libertad y las cosas más apreciables de la vida. Sospechando de la Alianza el hombre se pone en el camino de construirse un mundo para sí mismo.
El establecimiento de la Alianza se convierte en sospechoso. La forma más grave del pecado consiste en que el hombre quiere negar el hecho de ser criatura. Considera la relación con Dios como esclavitud de la hay que liberarse. El hombre que considera una esclavitud la dependencia del amor más elevado y que quiere negar su verdad, ese hombre no será libre, destruye la verdad y el amor.
El hombre que niega los límites del bien y mal, la medida interna de la Creación, niega y rehúsa la verdad. Vive en la falsedad, en la irrealidad. Su vida será pura apariencia. El pecado es una ofensa que afecta también al otro, que transforma el mundo y lo perturba.
Unidad V – El Misterio de Dios Uno y Trino
DIOS ES UNO
Es una afirmación de la fe al monoteísmo israelita. Desde “el principio” existe Dios y su existencia se impone como un hecho inicial. Dios no tiene origen ni devenir. Se impone al espíritu del hombre por mero hecho de ser Dios. Conocerlo es ser conocido y descubrirlo en la raíz de la propia existencia. El monoteísmo no es fruto de una reflexión metafísica, de una integración política, ni de una evolución religiosa. Es una afirmación de fe.
Dios es el Primero y Ultimo, “Creo en un solo Dios”. La confesión de la unicidad de Dios, que tiene su raíz en la Revelación Divina es inseparable de la confesión de la existencia de Dios y asimismo también fundamental. Dios es Único: no hay más que un solo Dios: La fe cristiana confiesa que hay un solo Dios, por naturaleza, por sustancia y por esencia.
A Israel, su elegido, Dios se revelo como el Único. Jesús mismo confirma que Dios es el único Señor, y que es preciso amarle con todo el corazón, con toda el alma, con todo el espíritu y todas las fuerzas.
El pueblo de Israel enfrenta constantemente un desafío: aceptar incondicionalmente al Dios viviente a través del servicio obediente de la fe, o rechazarlo con la consiguiente aceptación del servicio a los ídolos falsos.
La experiencia de Israel en reconocer a Un Solo Dios, como el Dios del Universo es parte de un proceso de crecimiento en el conocimiento de Dios. El creer que existe un solo Dios suponía abandonar la posibilidad de la existencia de otros dioses.
DIOS EN LA HISTORIA DE LAS RELIGIONES
Una aproximación de la fenomenología (movimiento filosófico que se caracteriza por llamar a resolver todos los problemas filosóficos apelando a la experiencia intuitiva o evidente, que es aquella en la que las cosas se muestran de la manera más originaria o patente) que proponemos, atiende al contexto evolutivo de la historia de las religiones. Está marcado por dos periodos bien diferentes.
El primer momento se conecta con la historia de la cultura, atravesada sucesivamente por dos movimientos inversos: de la cultura sin distinción de recolectores a las culturas especializadas (cazadores, pastores y agricultores). El segundo parte de las culturas especializadas y termina con los sincretismos culturales.
Durante el periodo, la mezcla o combinación de la cosmobiología animista de los plantadores con la religiosidad solar de los cazadores se ha visto el origen de los politeísmos religiosos. Pero durante el segundo momento la evolución de la religión pasa a referirse a la persona de grandes reformadores religiosos (como los profetas, moisés, etc.) en esto Dios no ocupa siempre un primer plano, pero es el fondo último. Esto último es siempre en relación con la salvación del hombre y más allá de él no hay nada en relación a esto.
Por esta distinción entre Dios y lo absoluto cabe entender que el dualismo religioso de la gnosis sea compatible con un monismo metafísico y que esta difiera a su vez del monismo soteriológica de las Upanishads y del uno sin segundo del adventismo posterior. Así en cuanto último y en cuanto salvífico, Dios configura la paradoja de distancia y cercanía de trascendencia (relativa) y de inmanencia (salvífica), expresadas por el mito que relata su gesto fundador y su retiro a su descanso originario.
En cada una de las principales configuraciones que presenta Dios en la historia de las religiones, como la peculiar experiencia que les da sentido.
a) La creencia en seres supremos : está arraigada en la más honda experiencia humana, sobre todo del nómada que se sabe arrojado a un mondo del que no puede abusar porque le pertenece a otro a su creador. Este ser supremo se haya presente en las creencias y mitos de casi todos los pueblos. Su trascendimos celeste es indicado por varios rasgos:
- El símbolo celeste, el cual apunta a su omnipotencia y omnipresencia
- Prohibición de ver su rostro
- Su tendencia a retirarse del contacto con lo humano
Su inmanencia salvífica, es la plegaria a la que se recurre en momentos de catástrofe y en general en su rasgo moral de soberano dominio sobre el destino tanto del mundo como de los hombres.
b) El Politeísmo : introduce la multiplicidad de lo último y en consecuencia limita radicalmente su poder. Esto trae de la mano una suerte de pesimismo, que se asocia a la fatalidad de un destino ciego o el karma, uno no tiene la culpa de si le toca o no un Dios más fuerte o débil, ya que este tipo de religiones permitieron la jerarquía de las divinidades. Las figuras, de este tipo de religiones tienen un nombre propio y una función claramente delimitada, son lo último únicamente es su esfera especifica.
c) El Dualismo Religioso: busco resolver el problema de origen del mal y se lo atribuye a un ser malo por naturaleza, el adversario del Dios creador (bien absoluto) y el hombre (que no tiene responsabilidad). Es esencial para este la limitación de la potencia de Dios por el adversario.
Cabe distinguir 2 estratos, primero podemos hablar de un Dualismo solo ético, no absoluto ni simétrico, en segundo lugar, podemos donde el bien y el mal no se oponen solo en esta etapa terrena, sino desde siempre.
d) Monismo Religioso : en este la realidad última presenta un aspecto salvífico, la inmortalidad. El deseo del que derivan tanto la conciencia espiritual con el universo material es reinterpretada como la substancia cósmica, identificada como el verdadero centro espiritual del hombre. Esta identificación supone 3 pasos, el atman es la inmortalidad, el brahmán es el todo, esa sustancia es el atman, eso eres tú.
A esta convicción no se llega sino por medio del yoga que busca identificar el núcleo de la substancia cósmica, más allá de las apariencias con el núcleo del alma cósmica. Toda la creación es para beneficio del espíritu.
e) El Silencio Budista : el yoga practicado por el budismo no busca percibir ni al Dios ni al alma cósmica sino la sensación de toda percepción en el nirvana y en el silencio acerca de Dios. El mundo creado es producto de los actos humanos, malos y buenos. En beneficio del acto y de sus consecuencias, solo hay sufrimiento sin paciente hay actos sin agente, el buda descubre la manera de liberarse del dolor y de la ley del karma, proclama las cuatro nobles verdades:
- Todo es dolor.
- su causa es el deseo del placer, de ser y de no ser.
- el remedio de la supresión del deseo.
- un camino óctuple conduce a esta supresión.
Buda no solo rechaza una determinada concepción de Dios, sino que también niega que lo absoluto exista, porque la existencia pertenece al orden de lo contingente o fenoménico y no es la realidad ultima.
f) El Monoteísmo Profético: implica no solo la explicita afirmación del Dios único y su culto, sino que también una crítica de los dioses del politeísmo que llega a su negación expresa, presenta su perfil original en los profetas que de Israel y la religiosidad que proviene de ellos. La singularidad de Yahvé, el Dios celoso que no admite el culto a otro Dios, el monoteísmo solo se tornara explicito cuando las dudas acerca del territorio sobre el que domina Yahvé alcance su punto crítico con la destrucción del reino de Israel y de Juda. Los profetas interpretan este hecho con el castigo de Dios al pueblo infiel a la alianza, y afirman que este es el juez universal. El monoteísmo profético reposa originariamente en la fe en Yahvé como señor de la historia del juez universal, consolida este monoteísmo sumándole la fe en Yahvé como creador del mundo.
Este monoteísmo consolidado en el profetismo postexilico pasara a ser el dato indiscutido q acompaña la oración cotidiana del israelita, una etapa que culmina en el momento trinitario cristiano, que debe ser presentado como la trinidad en la unidad.
Dios es una teología de las religiones :
a) Sin apresurarse a inscribir a las religiones no cristianas en la historia misma de la revelación, este reconoció valores, no solo en la fe subjetiva de sus individuos, como procedía ya San Agustín, sino también en sus creencias objetivas y en sus formas de oración. Valoramos de los musulmanes que creen en un único Dios viviente y subsistente, misericordioso, todopoderoso, y de los judíos aprecio los indicios de una común tradición revelada.
b) En el documento el cristianismo y las religiones, a la teología le correspondía primeramente encarar el problema de la verdad y universalidad del cristianismo en el contexto de la pluralidad de religiones, la presencia de cristo y la relación con el absoluto permiten el fundamento del valor salvífico de las religiones.
c) La tesis de una equiparación de las tradiciones religiosas es cuestionable por el hecho de que esas tradiciones se enfrentan y se contradicen en sus pretensiones de verdad, la afirmación budista de que no existe un Dios creador, debe excluir la aserción cristiana de que toda la realidad fue creada por Dios, si el islamismo niega que Ala tenga un hijo, entonces no puede aceptar a Jesucristo como Hijo de Dios.
d) La tesis pluralista convierte a las religiones en caminos ordinarios de salvación, las transforma en monopolios de la salvación y finalmente desvirtúa la tarea misionera. Si bien el valor salvífico de las religiones debe ser asumido, no debe ser absolutizado como cuando se lo invoca en desmedro de la verdad, en lugar de diluir a Dios a una universalidad vaga que reduce a mera particularidad cualquier modo concreto debemos asumir la paradoja del particular universal y centrarlo en él.
Esta forma de pregunta por Dios supone descubrir una peculiar forma de ejercicio del pensamiento que surge de la peculiar forma de existencia que constituye el ser religioso, condensado en el universo religioso tal como lo describe la categoría interpretativa de “lo sagrado”, propia de la moderna fenomenología de la religión. Una categoría que significa fundamentalmente esto: la presencia en el hombre y su mundo de un “más allá” de realidad y de significado que los precede y que hace que el hombre se vea, y vea su mundo, originado, envuelto y atraído por él. La oscura percepción por el hombre de la presencia de ese más allá impregna su forma de ser, provocando la ruptura de nivel existencial que caracteriza toda existencia religiosa; impregna su forma de pensar, convirtiéndola en pensamiento simbólico; impregna su vivencia del tiempo anclando su devenir en un punto fijo estable que lo orienta y le da sentido; impregna su condición espacial, estableciendo puntos cardinales que la enmarcan, a partir del centro de un “aquí” en el que ha irrumpido ese “más allá” del hombre. La oscura percepción por el hombre de ese más allá de sí mismo le hace descubrir su vida como un drama en el que el ser o no ser se torna posibilidad de salvación o perdición; Heil: vida plena y feliz, dicha, gracia, o Unheil: desgracia, fracaso radical, perdición o desdicha completa.
De esta experiencia radical que origina el mundo religioso surge la necesidad, para el hombre que vive en su interior, de decírsela a sí mismo y formularla; y esa necesidad es la que cristaliza en las palabras de todas las tradiciones religiosas para Dios. Hablar de Dios desde las religiones supone, por eso, descubrir una forma original del ejercicio del pensamiento, tomar conciencia de su novedad y sacar todas las consecuencias que esa originalidad implica. Lo esencial de la originalidad del pensamiento sobre Dios ejercido en el interior de las religiones está en que ese pensamiento no es el acto de un sujeto humano que le ponga en contacto con un objeto más, una realidad junto a las otras y frente al sujeto que éste capte en un concepto que se la represente y que cristalice en un nombre común, expresión de un género realizable en una variedad de especies, aplicable a todos los seres que reúnan sus propiedades. Lo original del pensamiento religioso sobre Dios, de lo que tiene que dar cuenta y a lo que tiene que hacer justicia la pregunta sobre Dios desde la historia de las religiones, es que se trata de un pensamiento establecido en la relación con ese plus de realidad que origina el mundo religioso, por el que el hombre religioso se experimenta precedido, que surge de él y que por eso sirve de apoyo para que el hombre la viva y la piense. Esta forma original de pensamiento se encarna, cristaliza, en una peculiar forma de lenguaje en el que intervienen todas las palabras del habla humano, pero siempre al servicio de esa relación, como otras tantas formas de expresarla. Tales formas de lenguaje son sumamente variadas: la confesión, la alabanza, la invocación, la pregunta, la queja, la adoración y, en otro nivel, el discurso racional que llamamos teología. Los dos rasgos característicos de todas ellas son el ser expresiones de una relación y, más propiamente, de la relación con una realidad que origina, precede, envuelve y atrae al sujeto. A partir de esta reflexión inicial, la intención de la exposición que propongo será llegar, por debajo de las muchas ideas, imágenes, configuraciones, representaciones y palabras para Dios en la historia de las religiones, a la experiencia humana a la que remiten y de la que surgen. Pero, para realizar esta tarea, puede ser útil resumir en un primer momento la evolución de esas representaciones a lo largo de la historia. Lo que ésta nos ofrece es una incontable variedad de formas. Las religiones de las culturas arcaicas tradicionales ni siquiera hablan de Dios. Descubren el mundo humano envuelto, habitado, por un poder sobrehumano, sin rostro ni figura precisa, que se localiza en espacios, actúa en fenómenos naturales, se visibiliza en personajes especiales y transforma el mundo del hombre, de mundo de objetos, en un sistema de símbolos, en una sucesión ininterrumpida de hierofanías (acto de manifestación de lo sagrado). Desde la original experiencia del mundo que suponen esas culturas, Dios es vivido más que pensado como el plus de poder, de eficacia y de valor que se manifiesta en el mundo y la vida del hombre. Un plus que suscita sobrecogimiento y admiración, que se convierte en palabras y acciones con las que pretende ponerse en contacto favorable con él.
Las religiones politeístas, propias de culturas desarrolladas, en las que los humanos han aprendido a comprenderse como sujetos frente a la naturaleza y como sujetos capaces de relaciones personales frente a los otros miembros de la comunidad, en las que los sujetos viven en sociedades ya notablemente diferenciadas, organizadas y desarrolladas, ese más allá del mundo comenzará a ser comprendido en términos vagamente personales, con rasgos definidos y nombres propios, como un grupo de figuras singulares dotadas como los hombres de un nombre, relacionadas entre sí como los miembros de las familias humanas o como los grupos que componen la ciudad, capaces de ejercer su acción benéfica sobre los humanos y a los que éstos han de responder con oraciones, actos de culto y sacrificios. Lo divino es representado en los politeísmos de esas culturas antiguas con diferentes figuras, sobre todo –pero no exclusivamente– antropomórficas; designado con los más variados nombres propios; pensado en concepciones que los representan superiores a los humanos en fuerza y poder, no sujetos a sus limitaciones: el sufrimiento y la muerte; seres dichosos e inmortales, aunque con frecuencia originados como ellos y como ellos supeditados a un poder superior que rige su propia actuación como una norma o un destino al que se verían también sometidos.
Las religiones postaxiales constituyen un paso decisivo en la evolución religiosa de la humanidad que se traduce en un cambio radical en la forma de figurarse, nombrar y concebir la realidad sobrehumana que desde el comienzo acompaña a los hombres como su sombra o, mejor, como la luz a la que viven. Tales religiones –surgidas en torno al tiempo eje–, desarrollan tendencias ya presentes en los diferentes politeísmos, hacia la organización y la unificación de esos seres superiores y se los representan, bien como trasfondo divino de la realidad –su fuerza, su raíz y su fundamento–, como en las formas no dualistas del brahmanismo; bien como la norma y el camino que rige y sustenta la totalidad de lo existente, como sucede en el taoísmo; bien como el más allá sin nombre ni figura al que aspira el hombre necesitado de salvación, del que sólo puede hablar con el silencio y al que sólo puede representarse con el vacío de toda representación, como sucede en el budismo primitivo.
Los monoteísmos religiosos –surgidos tardíamente en la historia religiosa de la humanidad en el doble hogar de Irán e Israel–, concentran la representación del más allá del hombre en la figura de un Dios único, irrepresentable en imágenes, origen absoluto de todo por un acto creador que lo ha puesto en la existencia y meta final de la historia que su acto creador ha desencadenado y que su providencia amorosa acompaña en cada uno de sus pasos.
CARACTERISTICAS DEL DIOS UNO
- Unidad. Dios es uno.
- Infinitud. Dios no tiene límites.
- Eternidad. Dios no tiene principio ni fin ni sucesión de tiempo.
- Inmutabilidad. Dios no puede cambiar.
- Omnipresencia. Dios está en todo lugar, pero no está en todas las cosas, ni se confunde con ninguna cosa. 6. Soberanía. Dios es el supremo rector del universo.
- Omnisciencia. Dios conoce todo, lo posible, lo futurible y lo real
- Omnipotencia. (Todopoderoso), Dios todo lo puede.
- Justicia. Equidad moral, "sin acepción de personas".
- Amor. Dios busca el bien más alto en el ejercicio de Su libre voluntad.
- Verdad. Acuerdo consistente con todo lo que Dios es, dice y hace.
- Santidad. Lejanía de todo mal.
LA REVELACION DEL NOMBRE DIVINO
A su pueblo de Israel, Dios se revelo dándole a conocer su nombre. El Nombre expresa la esencia y la identidad de la persona y en el sentido de su vida. Dios tiene un nombre. Comunicar su nombre es darse a conocer a los otros. Es, en cierta manera, comunicarse a sí mismo haciéndose accesible, capaz de ser más íntimamente conocido y de ser invocado personalmente.
Dios se reveló progresivamente y bajo diversos nombres a su pueblo, pero la revelación del Nombre Divino, hecha a Moisés en la zarza ardiente, en el umbral del Éxodo y de la Alianza del Sinaí, demostró ser la revelación. Dios llama a Moisés desde una zarza que arde. Dios dice a Moisés “Yo soy el Dios de tus Padres”. Dios es el que había llamado y guiado a los patriarcas en sus peregrinaciones.
Es el Dios fiel y compasivo que se acuerda de ellos y de sus promesas; viene para librar a sus descendientes de la esclavitud. Es el Dios que más allá del espacio y del tiempo lo puede y lo quiere y que pondrá en obra toda su Omnipotencia para este designio.
Moisés dijo a Dios “Si voy a los hijos de Israel y les digo “El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros”; cuando me pregunten “¿Cuál es su nombre?”, ¿Qué les responderé?”. Dios dijo a Moisés “Yo soy el que soy” … “Así dirás a los hijos de Israel “Yo soy” me ha enviado a vosotros” … este es mi nombre para siempre, por el seré invocado de generación en generación” (Ex 3, 13-15).
Al revelar su nombre misterioso de YHWH/Yahvé, “Yo soy el que soy” Dios dice quién es y con qué nombre se debe llamar. Este nombre divino es misterioso como Dios es Misterio. Es el Dios escondido.
Al revelar su nombre, Dios revela su fidelidad que es de siempre y para siempre, valedera para el pasado como para el porvenir. Dios que revela su nombre como “Yo soy” se revela como el Dios que está siempre allí, presente junto a su pueblo para salvarlo.
Yahvé es Dios vivo. Esta característica cobre relieve para Israel pues en la confrontación con los otros dioses, estos son idolatrados sin vida ni actividad. Por ser un Dios vivo, Yahvé sale al encuentro del hombre y de su historia estableciendo con él una relación de diálogo. Dios no es un ello impersonal, sino un yo personal, una Persona que obra.
DIOS ‘’EL QUE ES’’
Dios se rebeló a Israel como el que es rico en amor y fidelidad. En todas sus obras, Dios muestra su benevolencia, su bondad, su gracia, su amor, pero también su fiabilidad, su constancia, su fidelidad, su verdad. “Doy gracias a tu nombre por tu amor y tu verdad”. Él es la Verdad, porque “Dios es Luz, en el no hay tiniebla alguna”, él es “Amor”.
Dios es la Verdad misma, sus palabras no pueden engañar. La confianza a la verdad y a la fidelidad de la palabra de Dios en todas las cosas. Las promesas de Dios se realizan siempre. La verdad de Dios es su sabiduría que rige en todo el orden creación y gobierno del mundo. Dios, único creador del cielo y la tierra, es el único que puede dar el conocimiento verdadero de todas las cosas creadas en su relación con El. Dios es también verdadero cuando se revela: La enseñanza que viene de Dios es una doctrina de verdad. Cuando envíe a su Hijo al mundo, será para dar testimonio de esa verdad.
Dios es amor. El amor de Dios a Israel es comparado al amor de un padre a su hijo, este amor es fuerte: “Tanto amo Dios al mundo que dio a su hijo Único”. El amor de Dios es eterno. El ser mismo de Dios es amor, al enviar en la plenitud de los tiempos a su Hijo y al Espíritu de Amor, Dios revela su secreto más íntimo, el mismo es una eterna comunicación de amor.
CONSECUENCIA DE LA FE EN EL DIOS UNICO
- Reconocer la grandeza y majestad de Dios.
- Vivir en acción de gracia.
- Reconocer la unidad y verdadera dignidad de todos los hombres.
- Es usar bien las cosas creadas
- Confiar en Dios en todas las circunstancias
LA REVELACION DE DIOS COMO TRINIDAD
El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio de la fe y de la vida cristiana. La trinidad es un misterio de fe, en sentido estricto uno de los misterios escondidos de Dios, que no pueden ser conocidos si no son revelados desde lo alto.
Dios, ha dejado huellas de su trinitario en su obra de Creación y en su Revelación a lo largo del AT. Pero la intimidad de su Ser como Trinidad Santa constituye un misterio inaccesible a la sola razón e incluso a la fe de Israel antes de la Encarnación del Hijo de Dios y del envío del Espíritu Santo. Es el misterio de Dios en sí mismo. Es la fuente de todos los otros misterios de la fe. Es la enseñanza más fundamental y esencial en la jerarquía de las verdades de fe.
Desde la Revelación, Dios no es un ser solitario sino en su intimidad
es una familia. Es Uno, pero a su vez, es una comunidad de tres
personas: Padre, hijo y Espíritu Santo. Es el misterio de la santísima trinidad.
Dios sea trino en personas significa comunión
La unidad en la única naturaleza divina compartida por igual por las tres Personas, infinitamente simple, indivisible, inmutable y eterna. Existe recíprocamente una Trinidad en la unidad, una unidad que no se identifica con una individualidad abstracta y solitaria, sino que se concreta en una comunión reciproca de vida fecunda.
Principios fundamentales del dogma.
a. La Trinidad es la naturaleza de Dios Trino, es una . Un solo Dios en tres personas. Dios es Uno en esencia y Trino en personas. Posee una única esencia o naturaleza perfectamente realizada en cada una de las tres personas.
b. Cada persona es enteramente Dios . Posee una única naturaleza perfectamente realizada en cada una de las tres personas.
Padre, Hijo y Espíritu Santo son Personas verdaderamente distintas entre sí, cada uno de ellos es un Alguien. La distinción en Dios no se refiere entonces, a la esencia divina sino al reciproco relacionarse del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Padre-Hijo-Espíritu Santo no son maneras de nombrar a Dios sino que en sí mismo, Dios es trinidad: tres personas distintas aunque un solo y único Dios. Las personas divinas son realmente distintas entre sí, dios es único, pero no solitario.
La Encarnación del Hijo de Dios revela que Dios es el Padre eterno, y que el Hijo es consubstancial al Padre, es decir que es en él y con él mismo y único Dios.
La misión del espíritu santo, enviado por el Padre e nombre del Hijo y por el Hijo de junto al Padre, revela que él es con ellos el mismo Dios único. Con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria. El Espíritu Santo procede del Padre en cuanta fuente primera y por el don eterno de este al hijo, del Padre, y del Hijo en comunión.
Por la gracia del bautismo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, somos llamados a participar en la vida de la Bienaventurada Trinidad.
La Trinidad es un verdadero misterio de fe, uno de los ministerios escondidos en Dios, que no pueden ser conocidos si no son revelados desde lo alto. Las personas divinas, inseparables en su ser, son también inseparables en su obrar. Pero en la única operación divina cada una manifiesta lo que le es propio en la trinidad, sobre todo en las misiones divinas de la Encarnación del Hijo y del don del Espíritu Santo.
Revelación de Dios como Creador.
El símbolo de la fe las recoge confesando a Dios Padre Todopoderoso como el Creador del cielo y de la tierra.
? Dios crea para su gloria . El mundo ha sido creado por la gloria de Dios. Ha creado todas las cosas no para aumentar su gloria, sino para manifestarla y comunicarla. Porque Dios no tiene otra razón para crear que su amor y su bondad. La gloria de Dios consiste en que se realice esta manifestación y esta comunicación de su bondad para las cuales el mundo ha sido creado.
? Dios crea por sabiduría y por amor . Dios creó el mundo según sabiduría. La creación procede de la voluntad libre de Dios.
? Dios Creador es providente . Dios guarda y gobierna por su providencia todo lo que creo. La solicitud de la divina providencia es concreta e inmediata.
Dios concede a los hombres incluso poder participar libremente en su providencia confiándoles responsabilidad. Dios es el Señor soberano de su designio. Es un signo de la grandeza y bondad de Dios Todopoderoso. Porque Dios da la dignidad de actuar por sí mismas, de ser causas y principios unas de otras y de cooperar así a la realización de su designio.
Revelación de Dios como Padre: necesidad de conocerlo y responder a sus exigencias de amor : Al designar a Dios con
el nombre de Padre, el lenguaje de la fe indica principalmente dos aspectos: Dios es origen primero de todo y autoridad trascendente; por otro, bondad y amorosa para todos sus hijos.
Jesús revelara que Dios es Padre en un sentido nuevo, él es eternamente padre en relación a su Hijo Único. Dios es Padre todopoderoso. Su paternidad y su poder se esclarecen mutuamente. Su omnipotencia paternal. Por su misericordia infinita, pues muestra su poder en el más alto grado perdonando libremente los pecados.
El Espíritu Santo en la Sagrada Escritura.
En el tiempo de las Promesas: La Misión conjunta del Verbo y del Espíritu del Padre permanece oculta pero activa. El Espíritu de Dios preparaba entonces el tiempo del Mesías y ambos ya han sido prometidos a ser esperados y aceptados cuando se manifiesten.
? En la Creación. La palabra de Dios y su soplo están en el origen del ser y de la vida de toda criatura. En cuanto al hombre, Dios lo formo con sus propias manos y El trazo sobre la carne modelada su propia forma, de modo que incluso lo que fuese visible llevase la forma divina.
? Espíritu de la promesa . Desfigurado por el pecado y por la muerte, el hombre continúa siendo a imagen de Dios, pero privado de la Gloria de Dios. Contra toda esperanza humana, Dios promete a Abraham una descendencia, como fruto de la fe y del poder del Espíritu Santo. Esta descendencia será Cristo.
? En las Teofanías y en la Ley. Las Teofanías son manifestaciones de Dios que iluminan el camino de la Promesa. La tradición cristiana siempre ha reconocido que el Verbo de Dios se dejaba ver y oír.
? En el Reino y en el Exilio . La Ley, signo de la Promesa y de la Alianza, habría debido regir el corazón y las instituciones del Pueblo salido de la fe de Abraham. El Reino objeto de la promesa hecha a David, será obra del Espíritu Santo. El olvido de la Ley y la infidelidad a la Alianza llevan a la muerte: Exilio, aparente fracaso de las Promesas, es una realidad misteriosa del Dios Salvador y comienzo de una restauración prometida, pero según el Espíritu era necesario que el Pueblo de Dios sufriese esta purificación. El Exilio llega ya la sombra de la Cruz en el Designio de Dios, y el Resto de pobre que vuelven del Exilio es una de las figuras más trasparentes.
? La espera del Mesías y de su Espíritu . Dichas líneas proféticas convergen en el pequeño resto, el pueblo de los pobres, que aguarden en la esperanza la consolación de Israel y la redención de Jerusalén. Los textos proféticos que se refieren directamente al envío del Espíritu Santo son oráculos en los que Dios habla al corazón de su Pueblo en el lenguaje de la Promesa, con los acentos de amor y fidelidad.
En la plenitud de los tiempos
? Juan, Precursor, Profeta y Bautista. En fin, con Juan Bautista, el Espíritu Santo, inaugura, prefigurándolo, lo que realizara con y en Cristo: volver a dar al hombre la semejanza divina. El bautismo de Juan era el arrepentimiento, el del agua y del Espíritu será un nuevo nacimiento.
? Alégrate, llena de gracia. María es la obra maestra de la Misión del Hijo y del Espíritu Santo, en la Plenitud de los tiempos. Por primera vez en el designio de Salvación y porque su Espíritu la ha preparado. El Espíritu Santo preparo a María con su gracia. En María, el Espíritu Santo realiza el designio benevolente del Padre, manifiesta al Hijo del Padre, comienza a poner en Comunión con Cristo a los hombres. María se convierte en la madre de Cristo y la nueva Eva.
? Cristo Jesús. Jesús entrega su espíritu en las manos de su Padre en el momento en que por su Muerte es vencedor de la muerte y resucita de los muertos por la Gloria del Padre. A partir de ese momento, Cristo y Espíritu se convierte en la misión de la Iglesia.
En los últimos tiempos
Pentecostés. El día de Pentecostés se comunica como Persona divina, se revela plenamente la Santísima Trinidad.
Espíritu Santo, el don de Dios. La comunión con el Espíritu Santo es la que, en la Iglesia, vuelve a dar a los bautizados la semejanza divina perdida por el pecado.
Símbolos del Espíritu Santo .
? Agua . es significativo de la acción del Espíritu Santo en al Bautismo debido a que se convierte en el signo sacramental eficaz del nuevo nacimiento., el agua bautismal significa realmente que nuestro nacimiento a la vida divina se nos da en el Espíritu Santo.
? Unción . En la iniciación cristina es el signo sacramental de la Confirmación. La unción primera realizada por Espíritu Santo es la de Jesús: es constituido Cristo por el Espíritu Santo. La virgen María concibe a Cristo del Espíritu Santo quien por medio del ángel lo anuncia. Es el en fin quien resucita a Jesús de entre los muertos. Por tanto, constituido plenamente Cristo su humanidad victoriosa de la muerte.
? Fuego . Simboliza la energía transformadora del Espíritu Santo. El profeta Elías que surgió como el fuego y cuya palabra abrasaba como antorcha, con su oración, atrajo el fuego del cielo sobre el sacrificio del monte Carmelo, figura del fuego del Espíritu Santo que transforma lo que toca.
? Nube y Luz . Estos dos símbolos son inseparables en manifestaciones del Espíritu Santo. La nube revela al Dios vivo y salvador, tendiendo así un velo sobre la trascendencia de su Gloria. El quien desciende sobre la Virgen María la cubre con su sombra para que ella conciba y dé a luz a Jesús. En la montaña de la Transfiguración es El quien vino en una nube y cubrió con sombra a Jesús, a Moisés, a Pedro, Santiago y Juan, y se oyó una voz desde la nube que decía: “Este es mi hijo, mi elegido”. Es la misma nube la que oculto a Jesús a los ojos de los discípulos el día de la Ascensión y la que lo revelara como Hijo del hombre en su gloria del día de su Advenimiento.
? Sello . Es un símbolo cercano al de la unción. En efecto, es Cristo a quien Dios ha marcado con su sello, y el Padre nos marca también en él con su sello. Indica el carácter indeleble de la Unción del Espíritu Santo en los sacramentos del Bautismo, Confirmación y del Orden.
? Mano . Imponiendo las manos de Jesús cura a los enfermos y bendice a los niños. Mediante la imposición de manos de los apóstoles el Espíritu Santo nos es dado
? Dedo . Por el dedo de Dios expulso Jesús a los demonios.
? Paloma . Al final del diluvio, la paloma soltada por Noé vuelve con una rama tierna de olivo en el pico signo de que la tierra es habitable de nuevo. Cuando Cristo sale del agua de su bautismo, el Espíritu Santo, en forma de paloma, baja y se posa sobre él. El Espíritu desciende y reposa en el corazón purificado de los bautizados.
La formulación de la fe en el Espíritu Santo.
El conocimiento de la fe no es posible sino en el Espíritu Santo. Para entrar en contacto con Cristo, es necesario primeramente, haber sido atraído por el Espíritu Santo. Él es quien nos precede y despierta en nosotros la fe. Mediante el Bautismo, primer sacramento de la fe, la Vida, que tiene su fuente en el Padre y se nos ofrece por el Hijo, se nos comunica íntima y personalmente por el Espíritu Santo en la Iglesia.
El Espíritu Santo con su gracia es el primero que nos despierta la fe y nos inicia en la vida nueva. No obstante, es el último en la revelación de las personas de la Santísima Trinidad.
Creer en el Espíritu Santo es profesar que el Espíritu Santo es una de las personas de la Santísima Trinidad, consustancial al Padre y al hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria. El Espíritu Santo coopera con el Padre y el Hijo desde el comienzo del Designio de nuestra salvación y hasta su consumación.
La Iglesia es el lugar de nuestro conocimiento del Espíritu Santo:
- En las Escrituras que Él ha inspirado.
- En la Tradición, de la cual los Padres de la Iglesia son testigos siempre actuales.
- En el Magisterio de la Iglesia, al que El asiste.
- En la liturgia sacramental, a través de sus palabras y sus símbolos, en donde el Espíritu Santo nos pone en comunión con Cristo.
- En la oración en la cual El intercede por nosotros.
- En los carismas y ministros mediante los que se edifica la Iglesia.
- En los signos de la vida apostólica y misionera
- En el testimonio de los santos, donde El manifiesta su santidad y continua la obra de la salvación.
El Espíritu Santo en la vida del cristiano: La misión de Cristo y del Espíritu Santo se realiza en la Iglesia. El Espíritu Santo prepara a los hombres, los proviene por su gracia, para atraerlos hacia Cristo. Le manifiesta al Señor resucitado, les recuerda su palabra y abre su mente para entender su Muerte y Resurrección. Les hace presente el Misterio de Cristo, para conducirlos a la comunión con Dios.
“Dios vivo y verdadero”. Luis Ladaria: Dios que se revela como objeto primario de la Teología. Dios es el centro de la teología. El ser humano se ordena a Dios, a un fin que excede la comprensión de la razón. A este fin deben los hombres ordenar sus acciones para que puedan alcanzar la salvación. Fue necesaria la revelación: aquellas verdades sobre Dios que el hombre pruebe conocer por la luz de la razón son difíciles.
La necesidad o conveniencia de la revelación se funda únicamente en el fin al que Dios destina al hombre. La necesidad del conocimiento de Dios fundada en la revelación se basa por tanto en que él es el único fin del hombre, al que el ser humano tiende aun sin conocerlo y que es el único que puede clamar la inquietud de su corazón.
El conocimiento que viene de la revelación, que el hombre acepta por la fe, es sacra doctrina: tiene a Dios como objeto.
La revelación de Dios en Cristo no es una simple comunicación de verdades, sino que comparte una donación de su vida misma. Es una autentica auto comunicación de Dios. Por esta razón, la actitud de fe es fundamental para el acceso a esta revelación divina. En Jesús no solo podemos ver al Padre, sino que a la vez tenemos el único camino para llegar hasta él.
Toda búsqueda de Dios por parte del hombre tiene en Dios su iniciativa, está guiada por su providencia y por su mano. El mismo conocimiento de Dios que el hombre puede adquirir a partir de la creación viene del testimonio perenne que Dios da de sí.
La revelación del AT al pueblo elegido es sin duda otro paso en el auto desvelamiento de Dios. De esta forma Dios fue preparando el camino del evangelio. Pero solo con Jesucristo llega la revelación a su plenitud, porque el Verbo que ilumina a todos los hombres ha sido enviado por el Padre para que habitara entre ellos y les revelara los secretos de Dios.
Originalidad de la noción cristiana de Dios: La tradición del AT y se considera legítimo heredero de la religión de Israel, en la que la unidad y unicidad de Dios es la verdad fundamental. La trinidad divina debe ser objeto de la revelación. Con la razón se puede llegar al conocimiento del Dios uno, pero el Dios que se da a conocer en Jesucristo es el Dios uno y trino.
La revelación de Dios en Jesús, la revelación cristina del Dios uno y trino es una confrontación con un misterio cada vez mayor. “El Dios que envía a su Hijo al mundo, el Dios que manifiesta su amor entregándolo a la muerte, se muestra más misterioso e inescrutable”.
El misterio es Dios mismo, Dios es el misterio santo que todo lo abarca. Cuanto más grande es la revelación de Dios, más grande es su misterio. Más grande es el saber del no saber, porque se nos pone delante la inmensa grandeza de Dios. El misterio del amor de Dios es contenido fundamental de la revelación divina. Todo ello es una llamada a la alabanza, a la adoración, no una afirmación negativa. Porque Dios que no podemos abarcar y que está más allá y por encima de nosotros se vuelve a nosotros.
El ocultamiento de Dios es el ocultamiento en su revelación, el ocultamiento de su gloria en la pasión y muerte de Jesucristo que es la máxima manifestación del amor de Dios a los hombres. La revelación del misterio de Dios, que es el mismo Cristo, nos da la plenitud de la sabiduría y del conocimiento para que alcancen en toda su riqueza la plena inteligencia y perfecto conocimiento del misterio de Dios que es Cristo. Es la revelación del abismo del amor.
Una esperanza que el hombre sabe no poder conseguir por sí mismo. Todo esto es precisamente la revelación del Dios uno y trino. La revelación de Dios es el misterio de nuestra salvación. Toda la teología trinitaria puede ser entendida como “Dios es amor”. Dios revelado en Cristo nos ofrece del amor como donación de sí. Es la radicalidad del don de si a nosotros la que nos pone en evidencia la condición de inabarcable del Dios amor.
Carácter central de la fe en el Dios uno y trino. La fe nos dice que Dios es el único fin del hombre nos señala la originalidad del ser de Dios amor y Dios uno y trino.
El bautismo viene administrado en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo: muestra la relevancia de la fe en el Dios trino. Las antiguas profesiones de fe, los símbolos, tienen en su mayoría una estructura trinitaria.
La trinidad está en el lugar central de la liturgia cristiana, en la celebración eucarística y de los otros sacramentos. La plegaria eucarística se dirige siempre al Padre y termina con una doxología
Olvido de la Trinidad : La doctrina de la Trinidad ha sufrido épocas de cierto aislamiento: una vez afirmado que Dios es uno y trino, después practicante se ha dejado de lado. La verdadera Iglesia ha de ser universal, no puede fundarse sobre una relevación histórica, que será necesariamente particular. La fe religiosa pura, fundada en la razón, puede ser reconocida como verdadera.
La doctrina cristiana de Dios uno y trino llama tres personas, son únicamente los atributos de Dios: santo, benévolo y justo: en cuanto el creador del cielo y de la tierra es legislador santo; en cuanto rige y sostiene el género humano es benévolo; es el juez justo, que hace cumplir sus leyes santas.
La trinidad se reconduce a la exigencia práctica de la:
? Vocación (llamados a un estado divino por la ley de la libertad)
? Satisfacción (el hombre esta moralmente corrompido por lo que hace falta que Dios compense lo que falta a las capacidades humanas)
? Elección (Dios da gracia celestial por su decreto incondicionado) por parte de dios.
En el único ser supremo unipersonal, aunque pluralidad de atributos:
? Padre, en cuanto ama a los hombres.
? Hijo, en cuanto hace modelo de humanidad.
Espíritu santo, en cuanto busca el acuerdo y el consenso de los hombres entre sí y muestra un amor fundado en la sabiduría.
LA TRINIDAD EN LA DOCTRINA DE LA FE
La formación del dogma trinitario : La verdad revelada de la Santísima Trinidad ha estado desde los orígenes en la raíz de la fe viva de la Iglesia, principalmente en el acto del Bautismo. Encuentra su expresión en la regla de la fe bautismal, formulada en la predicación, la catequesis y la oración de la Iglesia. Estas formulaciones se encuentran ya en los escritos apostólicos, como este saludo recogido en la liturgia eucarística: "La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros".
Durante los primeros siglos, la Iglesia formúla más explícitamente su fe trinitaria tanto para profundizar su propia inteligencia de la fe como para defenderla contra los errores que la deformaban. Esta fue la obra de los Concilios antiguos, ayudados por el trabajo teológico de los Padres de la Iglesia y sostenidos por el sentido de la fe del pueblo cristiano.
Para la formulación del dogma de la Trinidad, la Iglesia debió crear una terminología propia con ayuda de nociones de origen filosófico: "substancia", "persona" o "hipóstasis", "relación", etc. Al hacer esto, no sometía la fe a una sabiduría humana, sino que daba un sentido nuevo, sorprendente, a estos términos destinados también a significar en adelante un Misterio inefable, "infinitamente más allá de todo lo que podemos concebir según la medida humana".
La Iglesia utiliza el término "substancia" (traducido a veces también por "esencia" o por "naturaleza") para designar el ser divino en su unidad; el término "persona" o "hipóstasis" para designar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo en su distinción real entre sí; el término "relación" para designar el hecho de que su distinción reside en la referencia de cada uno a los otros.
El dogma de la Santísima Trinidad. La Trinidad es una. No confesamos tres dioses sino un solo Dios en tres personas: "la Trinidad consubstancial". Las personas divinas no se reparten la única divinidad, sino que cada una de ellas es enteramente Dios: "El Padre es lo mismo que es el Hijo, el Hijo lo mismo que es el Padre, el Padre y el Hijo lo mismo que el Espíritu Santo, es decir, un solo Dios por naturaleza". "Cada una de las tres personas es esta realidad, es decir, la substancia, la esencia o la naturaleza divina".
Las Personas divinas son realmente distintas entre sí. "Dios es único, pero no solitario". "Padre", "Hijo", Espíritu Santo" no son simplemente nombres que designan modalidades del ser divino, pues son realmente distintos entre sí: "El que es el Hijo no es el Padre, y el que es el Padre no es el Hijo, ni el Espíritu Santo el que es el Padre o el Hijo". Son distintos entre sí por sus relaciones de origen: "El Padre es quien engendra, el Hijo quien es engendrado, y el Espíritu Santo es quien procede. La Unidad divina es Trina.
Las Personas divinas son relativas unas a otras. La distinción real de las Personas entre sí, porque no divide la unidad divina, reside únicamente en las relaciones que las refieren unas a otras: "En los nombres relativos de las personas, el Padre es referido al Hijo, el Hijo lo es al Padre, el Espíritu Santo lo es a los dos; sin embargo, cuando se habla de estas tres Personas considerando las relaciones se cree en una sola naturaleza o substancia". En efecto, "en Dios todo es uno, excepto lo que comporta relaciones opuestas". "A causa de esta unidad, el Padre está todo en el Hijo, todo en el Espíritu Santo; el Hijo está todo en el Padre, todo en el Espíritu Santo; el Espíritu Santo está todo en el Padre, todo en el Hijo".
A los catecúmenos de Constantinopla, san Gregorio Nacianceno, llamado también "el Teólogo", confía este resumen de la fe trinitaria:
Ante todo, guardadme este buen depósito, por el cual vivo y combato, con el cual quiero morir, que me hace soportar todos los males y despreciar todos los placeres: quiero decir la profesión de fe en el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo. Os la confío hoy. Por ella os introduciré dentro de poco en el agua y os sacaré de ella. Os la doy como compañera y patrona de toda vuestra vida. Os doy una sola Divinidad y Poder, que existe Una en los Tres, y contiene los Tres de una manera distinta. Divinidad sin distinción de substancia o de naturaleza, sin grado superior que eleve o grado inferior que abaje [...] Es la infinita con naturalidad de tres infinitos. Cada uno, considerado en sí mismo, es Dios todo entero [...] Dios los Tres considerados en conjunto [...] No he comenzado a pensar en la Unidad cuando ya la Trinidad me baña con su esplendor. No he comenzado a pensar en la Trinidad cuando ya la unidad me posee de nuevo.
LAS OBRAS DIVINAS Y LAS MISIONES TRINITARIAS
O lux beata Trinitas et principalis Unitas! ("¡Oh Trinidad, luz bienaventurada y unidad esencial!") (LH, himno de vísperas "O lux beata Trinitas"). Dios es eterna beatitud, vida inmortal, luz sin ocaso. Dios es amor: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Dios quiere comunicar libremente la gloria de su vida bienaventurada. Tal es el "designio benevolente", que concibió antes de la creación del mundo en su Hijo amado, "predestinándonos a la adopción filial en Él", es decir, "a reproducir la imagen de su Hijo", gracias al "Espíritu de adopción filial". Este designio es una "gracia dada antes de todos los siglos", nacido inmediatamente del amor trinitario. Se despliega en la obra de la creación, en toda la historia de la salvación después de la caída, en las misiones del Hijo y del Espíritu, cuya prolongación es la misión de la Iglesia.
Toda la economía divina es la obra común de las tres Personas divinas. Porque la Trinidad, del mismo modo que tiene una sola y misma naturaleza, así también tiene una sola y misma operación. "El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no son tres principios de las criaturas, sino un solo principio". Sin embargo, cada Persona divina realiza la obra común según su propiedad personal. Así la Iglesia confiesa, siguiendo al Nuevo Testamento: "Uno es Dios [...] y Padre de quien proceden todas las cosas, Uno el Señor Jesucristo por el cual son todas las cosas, y Uno el Espíritu Santo en quien son todas las cosas. Son, sobre todo, las misiones divinas de la Encarnación del Hijo y del don del Espíritu Santo las que manifiestan las propiedades de las personas divinas.
Toda la economía divina, obra a la vez común y personal, da a conocer la propiedad de las Personas divinas y su naturaleza única. Así, toda la vida cristiana es comunión con cada una de las personas divinas, sin separarlas de ningún modo. El que da gloria al Padre lo hace por el Hijo en el Espíritu Santo; el que sigue a Cristo, lo hace porque el Padre lo atrae y el Espíritu lo mueve. El fin último de toda la economía divina es la entrada de las criaturas en la unidad perfecta de la Bienaventurada Trinidad. Pero desde ahora somos llamados a ser habitados por la Santísima Trinidad: "Si alguno me ama —dice el Señor— guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él".
Dios mío, Trinidad que adoro, ayúdame a olvidarme enteramente de mí mismo para establecerme en ti, inmóvil y apacible como si mi alma estuviera ya en la eternidad; que nada pueda turbar mi paz, ni hacerme salir de ti, mi inmutable, sino que cada minuto me lleve más lejos en la profundidad de tu Misterio. Pacífica mi alma. Haz de ella tu cielo, tu morada amada y el lugar de tu reposo. Que yo no te deje jamás solo en ella, sino que yo esté allí enteramente, totalmente despierta en mi fe, en adoración, entregada sin reservas a tu acción creadora (Beata Isabel de la Trinidad, Oración).
Unidad VI – El Padre
Es la primera persona de la Trinidad.
Muchas religiones llaman a Dios “Padre”:
? en cuanto creador: Dt 32,6; Ml 2,19.
? por la alianza: Ex 4,22.
? del rey de Israel: 2S 7,14.
? padre de los pobres, huérfanos y viudas: Sal 68,6.
Padre significa origen y autoridad trascendente, pero también bondad y solicitud por sus hijos. En este sentido, aparece con rasgos maternos: Is 66, 13; Sal 131,2.
Pero Jesús revela la paternidad en un sentido nuevo, porque también es padre del Hijo que es generado, no creado:
Mt 11, 27; Jn 1,1; Col 1,15; Hb 1,3.
La primera persona de la Trinidad tiene tres nombres propios: Principio, Padre e Ingénito.
Principio : es nombre propio y exclusivo de la primera persona en cuanto origen de las procesiones divinas, no en cuanto causa de las criaturas, ya que esta es algo “esencial”, común a las tres Personas. Es principio de toda procesión, en cuanto que genera al Hijo y emana al Espíritu.
Ingénito : en cuanto que es principio principiado, no procede de ningún otro, no en cuanto que “no es creado”.
Padre : es nombre propio de la Primera persona de la Trinidad en cuanto “Principio del Unigénito”, no en cuanto Creador.
La paternidad no es sólo la noción que distingue a la primera persona, sino la relación que lo constituye como tal: el Padre no sólo se distingue del Hijo unigénito, sino que se constituye por su referencia a él. Entre el Padre y el Hijo existe la consubstancialidad que permite hablar de generación en sentido perfecto.
La paternidad de Dios tiene un orden de presentación:
1- La razón perfecta de paternidad y filiación se hayan en Dios Padre y Dios Hijo, porque el Padre y el Hijo tienen la misma naturaleza y gloria.
2- En la criatura, la filiación respecto de Dios, no existe de un modo perfecto ya que no son ambos de la misma naturaleza, sino en virtud de cierta semejanza. De algunas criaturas, es también Padre adoptivo, en cuanto que se le asemejan por la gracia (los redimidos por Cristo) y de otros es Padre por semejanza de gloria, en cuanto que gozan ya de la herencia prometida.
Si bien todas las personas de la Trinidad “trabajan” en conjunto, por apropiación decimos que el Padre es el creador, el Hijo es el redentor y el Espíritu Santo es el santificador. En la paternidad de Dios quedan incluidas todas las dimensiones histórico-salvíficas de su providencia divina y en Él se encuentran las dimensiones de la economía (providencia) con las de la teología (ingénito y principio).
EL TODOPODEROSO
La omnipotencia de Dios es:
? universal, porque él creo todo y todo lo puede;
? es amorosa, porque Él es nuestro Padre;
? es misteriosa, porque solo la fe puede descubrirla cuando “se manifiesta en la debilidad”.
A Dios nada le es imposible y dispone de TODO según su voluntad, es el “Señor del Universo”. “¿Quién podrá resistir a la fuerza de tu brazo?” “Te compadeces de todo porque lo puedes todo”; Dios es Padre Todopoderoso. El muestra su omnipotencia paternal, por su manera de cuidarnos y a nuestras necesidades, y más que nada por perdonar siempre y libremente nuestros pecados. La fe en Dios Padre, Todopoderoso puede ser puesta a prueba por la experiencia del mal y del sufrimiento, pero Dios muestra su omnipotencia a través de su Hijo, quien venció el mal a través de la resurrección; así muestra su grandeza para con nosotros los creyentes. Solo mediante la fe se puede conocer la omnipotencia de Dios y la convicción de q nada es imposible; la virgen María es el modelo supremo de eso: ella creyó que “nada es imposible para Dios”.
“Dios permite todo en la medida que tengamos fe en la omnipotencia divina.”
EL PADRE ES EL CREADOR
“En el principio, Dios creó el cielo y la tierra”: así comienza la Sagrada Escritura. La creación es “el comienzo de la historia de la salvación” que culmina en Cristo.
La catequesis sobre la Creación es muy importante, porque se refiere a los fundamentos de la vida humana y cristiana. El hombre siempre se hace preguntas como de donde viene o a donde va, y esto ayuda a orientar y darle sentido a nuestra vida.
La existencia de un Dios Creador puede ser conocida con certeza por sus obras gracias a la razón humana, aunque esto a veces es perjudicado por el error. Por eso la fe viene a confirmar y a esclarecer la razón para la justa inteligencia de esta verdad: “por la fe, sabemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de manera que lo q se ve resultase de lo que no aparece”.
Dios reveló a Israel el misterio de la Creación; se revela como aquel a quien pertenecen todos los pueblos de la tierra y la tierra entera. Así, la revelación de la creación es inseparable de la revelación y de la realización de la Alianza del Dios único con su pueblo.
La creación es revelada como el primer paso hacia esta Alianza, como el primero y universal testimonio del amor todopoderoso de Dios; dio existencia a todo lo que está fuera de Él, sin Él nada existe.
El Padre, con el Hijo y con el Espíritu Santo, son los creadores, ellos son Uno, un Único Dios. El mundo ha sido creado para la gloria de Dios: la gloria consiste en que se realice su manifestación y la comunicación de su bondad para las cuales el mundo ha sido creado. El fin último de la creación es que Dios, “Creador de todos los seres, sea por fin ‘todo en todos’ procurando al mismo tiempo su gloria y nuestra felicidad”.
Dios creó al mundo para hacer participar a las criaturas de su ser, de su sabiduría y de su bondad; Dios también creó de la nada, es decir, no necesita nada preexistente ni tampoco ayuda. También Dios puede dar vida al alma de los pecadores creando en ellos un corazón puro, y la vida al cuerpo de los difuntos mediante la Resurrección. Él “da la vida a los muertos y llama a las cosas que no son para que sean”. Y puede dar luz de fe a los que la ignoran.
EL ORIGEN DEL MUNDO EN LA SAGRADA ESCRITURA, LOS RELATOS DE LA CREACION.
Algunos puntos sobre la creación:
La creación es el fundamento de todos los designios salvíficos de Dios: el misterio de Cristo ilumina el objetivo de la creación.
? La inteligencia humana puede llegar a la idea de la creación, pero no siempre. Por eso, viene en su ayuda la fe. (Hb 11,3).
? La creación es testimonio del amor de Dios.
? Es obra de la Trinidad.
? Dios creó todo “en el principio”: Dios es eterno y da el principio a todo; es el único creador; todo depende de él.
? Dios creó todo por el Verbo. (Jn 1, 1-3; Col 1, 16-17). Participa también el Espíritu Santo, “dador de vida”.
? El mundo fue creado para gloria de Dios, no para incrementarla (es imposible), sino para manifestarla y comunicarla.
? La creación es un acto de amor libre de Dios, no es necesario, (1 Co 15, 25).
? Dios crea con sabiduría, no es un destino ciego o al azar. (Ap 4, 11; Sal 104, 24; 145,9).
? Es ex-nihilo, es decir, que crea de la nada, sin materia preexistente. (2M 7, 22-23.28. Rm 4,17).
? La creación es ordenada y buena. (Sb 11,20; Col 1, 15, Gn 1,4.10).
? Dios trasciende su obra y está presente en ella.
? La creación fue creada en estado de camino hacia la perfección. Con su providencia la va guiando. (Sb 8, 1; Hb 4, 13; Pr 19, 21; Ap 3, 7; Mt 6, 31-33; 1Co 3,9; 1Tes 3,2; Flp 2, 13)
Origen en la Sagrada Escritura.
Los israelitas también se han preguntado por el origen del universo. Para el pueblo judío, es fundamental esta pregunta, ya que al obtener la respuesta los ayudaba a ubicarse en el mundo y encontrar el sentido de sus propias vidas. Israel cuenta con la inspiración de Dios. Dios es quien ilumina esa inteligencia para que lleguen a la respuesta verdadera, por eso se habla de “revelación”. Dios les va mostrando las respuestas y los va guiando para que las descubran.
Los géneros literarios en el Génesis . Los géneros literarios son el formato en el cual un texto se presenta. Es importante comprender las características del género para poder descifrar lo que nos quiere transmitir. De la misma manera que un poema sobre el amanecer no es lo mismo que un tratado de astronomía que explica el amanecer, así los géneros literarios transmiten el mensaje siguiendo sus reglas internas. En el Génesis hay tres géneros principales que deseamos describir: el mito, la leyenda y la genealogía.
EL MITO : como género literario refiere a narraciones que cuentan el origen de las cosas fundamentales. Los mitos son relatos que tienen como fin presentar el sentido de las primeras cosas. Cuando el mito relata el origen del cosmos se le denomina ‘’cosmogonía’’ (‘nacimiento del cosmos’); si narra el origen de cosas, costumbres o lugares especiales se les denomina ‘’mitos etiológicos’’, expresión que significa ‘que dan cuenta del origen de algo’.
El mito utiliza siempre un lenguaje simbólico y poético para construir sus relatos y tiene cuatro características básicas:
? En él actúa Dios o —en mitos politeístas— los Dioses.
? Refiere siempre al origen de algo; del universo o de un elemento cultural.
? Sucede en un tiempo primordial, fuera del tiempo histórico.
Diferencias entre el mito griego y el relato del Génesis.
Ambos relatos comienzan con la expresión; “en un principio…”. Porque se refieren precisamente al comienzo absoluto de todo.
No se hace a un “ser personal” del cual todo proceda, |
Se presenta un “único Amor” de todo: “Dios creó los |
cada uno de los dioses da origen a algo. |
cielos y la tierra” (=todo cuanto existe) |
Se usa la expresión: “Dios dijo…y se hizo...” para resaltar |
|
Se usan verbos que resaltan la pluralidad de dioses y el |
el poder absoluto de Dios, que por propia |
limitado poder de cada uno de ellos. La falta de un |
determinación crea. Se quiere hacer ver que Dios tenía |
proyecto previo. |
un plan, un proyecto creador. Dios las “pensó” y como |
tales creó. |
|
Clasificación lógica de los seres creados, un plan |
|
encuadrado en el modelo temporal de una semana que |
|
No hay un orden determinado en el que surgen los seres, |
culmina en el descanso sabático. A la orden de Dios los |
muchos surgen por error. |
seres cobran existencia, se hacen realidad, por orden |
creciente de dignidad que culmina en el hombre, como |
|
rey de la creación. |
|
Algunos seres son fruto del pretendido, poder de los |
Dios califica la obra como “buena”, en si es perfecta y |
dioses y resultan de “horrible aspecto” |
querida por él. |
La verdad en la creación es tan importante para toda la vida humana que Dios, en su ternura, quiso revelar a su pueblo todo lo que es saludable conocer a este respecto. Dios revelo progresivamente a Israel el misterio de la creación.
Este proceso de “ir descubriendo la verdad” al pueblo de Dios le llevo siglos, hasta que lo pusieron por escrito. Y cuando lo hicieron, se valieron de los recursos literarios de la época. Por eso, el libro del Génesis, en donde se desarrolla con mayor detalle este tema, tiene un lenguaje científico de hoy.
El autor sagrado lo que pretende señalar en el Génesis, no es presentar una enseñanza científica sobre el mundo, sino enseñar una verdad salvífica bajo unos lenguajes populares, comprensibles a la gente de entonces. Siempre en la Sagrada escritura debemos distinguir las verdades del texto con la forma o ropaje literario con las que la enseña, adecuada para las personas de su tiempo. En las Sagradas Escrituras hay dos Relatos de la Creación: Génesis 1 y Génesis 2. El génesis 1 es más nuevo que el 2, porque salió a la luz más tarde debido a las persecuciones y guerras que sufrían los cristianos.
Son relatos teológicos, (no es literal). Fueron escritos después del Exilio. Luego de éste acontecimiento, el pueblo de Israel se da cuenta que a Dios también lo pueden encontrar en otro lugar, en todos lados, y que Dios no es sólo su Dios sino el de todos (porque antes le rendían culto a Dios sólo en esas tierras). Los relatos del Génesis explican lo que nos quisieron transmitir los autores de las Sagradas Escrituras (de Dios).
Génesis, Capítulo 1: yahvistas . El primer relato es como un poema, y tiene un orden que va día por día. Es como un himno, porque hay frases que se repiten: “Dios dijo”, “Y así fue”, “Y vio que era bueno”, “atardecer y amanecer”, “Día 1, 2, 3, 4, 5”. Es una estructura que se repite, con una especie de simetría (en hebreo tiene más sentido, en español no tiene el mismo impacto poético); se pensó en el orden, “el orden de la creación”.
Dios crea con su palabra, “idea”, y ella concreta y materializa, tiene el poder de crear y sostener. Las cosas son porque Dios quiere y lo que Él sostiene que sea. “Porque yo soy tú Dios, lo digo y lo hago”.
En este primer relato, la imagen de Dios se refleja en la pareja humana: varón y mujer. Dios no es solitario, es una
comunidad de personas. Y así se produce el reflejo de Dios: en la unidad de la naturaleza, y en la diferencia de personas. Este primer relato refleja las ideas de La Patrística, (de San Agustín, por ejemplo).
Génesis, Capitulo 2: elohistas . Este es el relato que utiliza Jesús para explicarles a los fariseos el tema del divorcio, y la razón que da para que no puedan divorciarse es “porque el hombre no puede separar lo que Dios unió”. (Se utiliza para hablar de la no separación, el no divorcio, en el matrimonio).
Cambia el género literario respecto del relato 1; el 1 es poesía, en cambio en el 2 es narración. El problema de este relato es que el hombre está solo. No había frutos, porque tampoco Dios había hecho llover.
En el Gn 2, se presenta un Dios artesano, que “con barro y con su aliento, crea al hombre, y a la mujer de la costilla de éste” (y juntos, son la misma carne, cuando se unen). Dios los bendice, hombre y mujer, juntos, no solos o por separado. Es más, dice “que no es bueno que el hombre esté solo”.
La idea de ser creados del barro es una metáfora, ya que Dios crea de la nada misma, no necesita el barro. Pero significa, a su vez, la idea de “sois polvo, y al polvo volvierais”. Esta idea de que todo está en función del hombre también existe en el Génesis, Capítulo 1.
El hombre le da nombre a todo porque Dios se lo permite, y así genera dominación. El hombre tiene una dignidad superior, no es como todas las otras creaciones. El hombre se sentía solo, porque no era igual a Dios. “No es bueno que el hombre esté solo”, y crea a todos los animales y luego de no encontrar a ninguna creación igual a él, Dios crea a la mujer (de la costilla, implicando que tienen la misma naturaleza, que son iguales), y completa la creación.
El Gn 2, (que cronológicamente es el primero), todavía no se hablaba de imagen y semejanza, pero en el Gn 1, sí (prueba de una maduración de la fe).
En el primer capítulo del Génesis, “ha-‘adam” significa “Adam”, pero en el sentido de hombre y mujer, habla en plural, implica “humanidad”; en Capítulo 2 del Génesis, Es “‘adam”, hablando de hombre, implica “varón” (no un conjunto). El hombre colabora con la Creación. Toda ella está en base al hombre, porque es el único que glorifica a Dios.
LA CREACION EX NIHILO
La expresión creatio ex nihilo, hace referencia a aquello que se crea a partir de la nada. La creatio ex nihilo es una doctrina fundamental en las religiones abrahámicas. Afirma que Dios creó el mundo libremente de la nada -de ninguna materia, espacio o tiempo preexistentes. Dios crea “de la nada”.
Creemos que Dios no necesita nada preexistente ni ninguna ayuda para crear. La creación tampoco es una emanación necesaria de la substancia divina. Dios crea libremente "de la nada: ¿Qué tendría de extraordinario si Dios hubiera sacado el mundo de una materia preexistente? Un artífice humano, cuando se le da un material, hace de él todo lo que quiere. Mientras que el poder de Dios se muestra precisamente cuando parte de la nada para hacer todo lo que quiere» (San Teófilo de Antioquía).
La fe en la creación "de la nada" está atestiguada en la Escritura como una verdad llena de promesa y de esperanza.
Puesto que Dios puede crear de la nada, puede por el Espíritu Santo dar la vida del alma a los pecadores creando en ellos un corazón puro (cf. Sal 51,12), y la vida del cuerpo a los difuntos mediante la Resurrección. Él "da la vida a los muertos y llama a las cosas que no son para que sean" (Rm 4,17). Y puesto que, por su Palabra, pudo hacer resplandecer la luz en las tinieblas (cf. Gn 1,3), puede también dar la luz de la fe a los que lo ignoran (cf. 2 Co 4,6).
CARACTERISTICAS DE LA CREACION; LIBERTAD, ORDEN Y PROVIDENCIA
La creación es el primer acto de salvación; demuestra el amor que tiene Dios con los hombres, y lo hace para que todos participen de su bondad. El hombre, para ser feliz, necesita conocer a Dios.
Orden : La Creación es ordenada, sistemática. Dios trabaja seis días y el séptimo día descansa; es decir está creada para que el hombre también en el séptimo día, dé culto a Dios. El hombre refleja a Dios en este sentido. La Creación es la acción espontánea de un Dios todo poderoso, que actúa sobre un plan determinado en favor del hombre, al que creó a su imagen. Dios hace partícipe al hombre de la creación para mostrar su bondad, por medio de la capacidad que le otorga para reconocerlo y que alcance la plena felicidad y lo glorifique.
Como Dios crea con sabiduría, la Creación está ordenada; busca que el hombre tenga una relación personal con Dios.
Nuestra inteligencia, gracias a la luz del Entendimiento divino, puede entender lo que Dios nos dice por su Creación.
La creación es como la herencia que Dios nos da.
Libertad: Dios es infinitamente más grande que todas sus obras: “su majestad es más alta que los cielos”, “su grandeza no tiene medida”. Pero porque es el Creador soberano y libre, causa primera de todo lo que existe, está presente en lo más íntimo de sus criaturas.
Dios también mantiene y conduce la Creación; reconocer esta dependencia completa con respecto al Creador es fuente de sabiduría y libertad.
“Los hombres, criaturas inteligentes y libres, deben caminar hacia su destino último por elección libre y amor de preferencia. Por ello pueden desviarse. De hecho, pecaron. Y fue así como el mal moral entró en el mundo, incomparablemente más grave que el mal físico. Dios no es de ninguna manera, ni directa ni indirectamente, la causa del mal moral. Sin embargo, lo permite, respetando la libertad de su criatura, y, misteriosamente, sabe sacar de él el bien.”
Dios nos crea libres, para transformarnos nosotros mismos en aquello que queremos ser, siendo esto limitado por el pecado, pero Dios nos da las herramientas para superarlo.
Divina providencia: La creación tiene su bondad y perfección, pero no salió completamente lista de las manos del Creador. Sino que tiene que alcanzar una perfección última; y llamamos “Divina Providencia” a las disposiciones por las que Dios conduce la obra de su Creación hacia esta perfección.
La divina providencia es concreta e inmediata, tiene cuidado de todo, desde lo más pequeño hasta acontecimientos muy importantes en la historia. Las Sagradas Escrituras afirman con firmeza la soberanía absoluta de Dios en todos los acontecimientos.
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