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2014  |  Resumen de Alain Touraine

Alain Touraine es un sociólogo francés, nacido el 3 de agosto de 1925. Es famoso por desarrollar el término sociedad post-industrial.
A lo largo de su vida ha hecho innumerables investigaciones entre las cuales se destacan aquellas que tratan sobre la sociedad post-industrial y los movimientos sociales.
Su trabajo se basa en la sociología de acción y cree que la sociedad forma su futuro a través de mecanismos estructurales y de sus propias luchas sociales.
Ha estado interesado a lo largo de su carrera en los movimientos sociales, estudiando y escribiendo sobre estos, especialmente aquellos que surgen en América latina y Polonia.
Durante su estancia en Polonia, desarrolló el método de investigación de “Intervención Sociológica”, descrito en La voz y la mirada (1981).

A continuación se dará a conocer información y detalles característicos y definitorios sobre la sociología desde el punto de vista de Alain Touraine.

SER SOCIÓLOGO

1- Inconvenientes en la sociología.

Alain Touraine afirma que nuestras sociedades rechazan la existencia de la sociología. Algunos lo hacen por irreverencia pero, más allá de no creer en los conocimientos de la sociología, utilizan estos en beneficio del orden establecido. Aquellos que se sirven de la sociología lo hacen para romper con tradiciones que pueden resultar incomodas, sin que esto sea ofensivo, para luego situarla en ámbitos universitarios.
En América latina es notable la negación que la sociedad tiene sobre esta ciencia.
El sociólogo escribe sus lineas semanas después al golpe de Estado en Chile y asegura que se han suprimido algunas escuelas y muchos centros de investigación sociológica que existían en el país.
Touraine admite la imposibilidad de definir el trabajo de un sociólogo sin antes tener en cuenta la función que desempeña el conocimiento sociológico y el carácter de las reacciones que este tipo de conocimiento provoca en la sociedad.
La resistencia más presente ante la sociología procede de nuestra adhesión arraigada a la creencia de que los hechos sociales rigen por un orden superior. Tanto si se trata de los planes de la providencia, como de las leyes de la política o del sentido de la historia, las sociedades del pasado no han dejado de crear teorías que definen la esencia del orden meta-social.
El autor afirma que es posible que se lo replique en lo que aboga y deba asumir la evidencia actual sobre que la sociología debe ser un conocimiento adquirido empíricamente y tiene que soslayar aquellas consideraciones que nacen de la metafísica.
La sociología experimenta serios obstáculos para constituirse. Debe asumir las reflexiones del pasado acerca de lo meta-social. Además, resulta imprescindible tener por sabido que la sociología se pierde si permanece en el ámbito de la filosofía social; pero igualmente se pierde si no advierte que la sociedad es un sistema capaz de crear sus propias orientaciones, de actuar sobre sí mismo, y que nunca podemos reducir una sociedad a su mero funcionamiento.
Considerar la sociedad como un orden constituye la forma más nociva de remitir la explicación más allá de la misma sociedad. Si hablamos de consenso, de integración y equilibrio, nos inducimos en la descripción de la esencia de una sociedad en la que sus valores o su espíritu quedan ubicados con respecto a una evolución hacia la modernidad. Este empirismo demanda que adoptemos el punto de vista de la sociedad considerada, que aceptemos sus definiciones de lo impuesto como central y marginal, normal y patológico, superior e inferior. Dentro de estos límites pueden desarrollarse conocimientos útiles a los encargados de la sociedad, pero los conocimientos de la sociología no pueden identificarse con los intereses de determinados actores.
No crea una ayuda para la sociología el hecho de que la alejemos de su problema central. La sociología trata de comprender los problemas de la sociedad y el motivo por el cual esta se rige a sí misma, sin que para ello recurra a una explicación meta-social.
Alain Touraine agrega a lo dicho que, la capacidad de acción de la sociedad sobre sí misma no sólo se ha acrecentado notablemente a lo largo de este siglo sino que también descubrimos con mayor auge que esta acción es directamente social.
Hemos heredado de la sociedad industrial, la idea de que el trabajo que transforma a la naturaleza, transforma por consecuencia a la sociedad. Pero, si lo que nos proponemos es penetrar en el ámbito de la sociología, debemos rechazar absolutamente esta idea. Resultaría conveniente que los aprendices de sociólogo reflexionaran menos en la historia europea del siglo pasado, por el contrario, en las revoluciones o las empresas llevadas a cabo en los últimos tiempos.
Al descubrir la esencia y el sentido de lo político, nuestras sociedades no actúan sobre sí mismas, sino que lo hacen cuando cambian sus relaciones sociales y los modos de comunicación, cuando adoptan decisiones y viven conflictos.
El autor continúa expresando que el cambio social no se encuentra gobernado por fuerzas de poder meta-sociales, tanto si se trata de la tecnología como el Estado, sino por sí mismo y la manera en que una sociedad vive los movimientos de represión y de aspiración que podrían determinar su desarrollo.
Por último, Touraine afirma que la sociología existe desde el momento en que las sociedades dejan de verse definidas por la relación que mantienen con un orden que les es ajeno y, en cambio, son comprendidas por su historicidad y capacidad de producirse.

2- Cómo hacer sociología.

Si la sociología produce tanta resistencia, se debe a que todos los detentadores del poder tratan de legitimar su posición dominante situándola de nuevo en un orden meta-social, al cuál no corresponde.
La imagen que el autor ofrece del análisis sociológico, excluye todo punto fijo y contraría nuestra necesidad de permanencia y de identidad.
La resistencia opuesta a la sociología obedece causas más profundas aún. Ademas, el punto de vista del análisis no puede confundirse con el punto de vista del actor. Es así como la sociología no puede satisfacer a los hombres, ni puede darle la impresión de comprender ya que esto recobraría las experiencias vividas. Este paradigma ubica al sociólogo en un modo de existencia particular. Todo conocimiento es amenazado desde el punto en que el sociólogo se identifique con el actor. Conseguir esto ultimo resulta difícil ya que el sociólogo pertenece a una sociedad y no puede distanciarse de ella en tiempo ni espacio. Ante todo trata de no pertenecer a ninguna fuerza social o política sólidamente constituida, procura permanecer neutralmente.
Para finalizar el apartado, Touraine manifiesta que no existe ninguna posición que sea satisfactoria para quien estudia la sociedad, puesto que este solo puede trabajar si destruye su propia identidad. Además sostiene que la sociología consiste en explicar las conductas sociales, no por el conocimiento del actor o por la situación en que este se encuentra, sino por las relaciones sociales en las que se halla implicado. Asimismo, el autor de este conocimiento debe reducirse en todo lo posible a las relaciones sociales de las que él constituye uno de los términos.

3- El trabajo de un sociólogo: Separación del sujeto y el objeto de estudio.

Alain Touraine comienza este apartado declarando que sólo viviendo en la contradicción, es posible discernir el conflicto. Con esto hace referencia al trabajo que debe realizar el sociólogo y de qué manera se le facilitaría.
Touraine afirma que existe una pregunta que el actor no tiene derecho a realizarle al analista y es la siguiente: ¿Qué haría usted en mi lugar? De ningún modo el sociólogo debe contestar este cuestionamiento puesto que si realmente estuviera en su lugar, ya no sería analista, sino actor.
El sociólogo lucha sin descanso contra la falsa positividad del orden y de sus fundamentos. Ninguna neutralidad es posible entre un individuo como actor y el mismo individuo como analista.
El drama más profundo que nunca haya vivido la sociología es el estalinismo. El reconocimiento del conflicto de clases y del movimiento obrero, y por ende, de la relación de dominación y explotación que existe tras el discurso positivo de la modernización capitalista, conduce al voluntarismo absoluto. La sociología siempre se sentirá atraída por las amenazas más graves para su existencia. Esta es una ciencia que ha sufrido persecuciones colectivas y dramas personales. El sociólogo sólo puede sentirse insatisfecho y tiene sentimientos que lo animan como lo son la ira y la esperanza.
El autor agrega que además de verse amenazada por la ideología, la sociología también se encuentra intimidada por su opuesto, el espíritu doctrinario, un sistema de pensamiento que juzga la sociedad desde un lugar exterior a la misma. La sociología se halla constantemente sujeta a desbordamientos que manifiestan y tratan de legitimar su propio aislamiento, es decir, el de un orden universitario opuesto a un entorno social que se juzga desfavorable o despreciable. Ocurre a menudo que la sociología se encierra en un mundo declarado abierto, sufre presiones de un medio limitado y acepta evidencias e interdictos que limitan o impiden la investigación intelectual.
Para finalizar con el apartado, Touraine expresa que la sociología vive con dificultad y sólo trabaja en la medida en que su sociedad es tolerante, en que el poder no se halla unificado y en que fuerzas nuevas se apoyan en el análisis crítico del sociólogo, lo aceptan o lo alientan con el esfuerzo por romper las barreras que se oponen a su acción.

4- El rol de la sociología en la sociedad post-industrial.

Cuanto más nos adentramos en una sociedad post-industrial, dominada por grandes organizaciones, la sociología se torna un factor importante en la participación del poder. Tal situación permite que la sociología se constituya y se vea reconocida como una disciplina distinta del estudio de los factores sociales de la vida económica.
Este afianzamiento de su existencia y esta demanda de aplicaciones pueden reforzarse mutuamente.
Alain Touraine afirma que el ve un mutuo desfase, ya que a menudo se reclama la intervención de la sociología pero se niega al mismo tiempo su existencia.
La universidad de Francia considera a la sociología como un dominio menor y mal definido del conocimiento que no podría encontrarse dentro de su élite intelectual y se ve condenada tanto por las modas intelectuales como por los notables tradicionales.
Touraine ratifica lo inconfortable que resulta esta situación a quienes la rehúyen vinculándose a los intereses y a los preyectos de las fuerzas sociales y de las corrientes ideológicas. Además, sostiene que la investigación intelectual se pierde cuando cae en manos de ideólogos. El sociólogo sólo vive en las sociedades que combinan el crecimiento económico con la crítica social y un proyecto cultural con conflictos sociales. Teniendo en cuenta esto último, es evidente el pesimismo del autor en el momento de redactar "Ser sociólogo", ya que Francia, su país de origen, cada vez se adentra más por el camino de dejar de ser una sociedad: su crecimiento económico puede parecer satisfactorio, mientras no nos planteemos saber cuáles son sus productos reales y quién se beneficia de los mismos. Se deja así, la organización de la sociedad al conservadurismo.
El autor se plantea una serie de interrogantes tales como: ¿Acaso se puede ser sociólogo en un país que ya no es una sociedad, que ya no inventa nuevos modos de intervención sobre sí mismo, que carece de toda educación o la urbanización, que se oculta a sí mismo la situación en que se encuentran los trabajadores inmigrados, los ancianos, los enfermos mentales o los alcohólicos?
Resulta más exaltante vincular la sociología a las pasiones más vivas y esta puede ser la intención de la mayor parte de los que le piden unos conocimientos. Pero, quienes le consagran su trabajo y asumen la responsabilidad de, no solo su organización sino también de su desarrollo, no deberían obrar así. Tal actitud requiere coraje, puesto que significa comprometerse a no responder a las demandas que formulan oyentes o lectores más activos. Esta posición no constituye de forma prudente un repliegue a un profesionalismo porque pasaría rapidamente a ser corporativista. Por el contrario, es una posición militante, que lucha contra el objetivo perseguido por el poder y las ideologías y, a su vez, se proclama en defensa del conocimiento.

5- La vulnerabilidad en la sociología.

La fragilidad de la sociología sólo resulta tolerable si esta materia definiera firmemente su práctica intelectual. No se hablaría de crisis en la sociología si no estuviera en causa su situación intelectual. Se trata de una crisis benéfica ya que en ella se encuentra el descubrimiento del objetivo real de la actividad sociológica.
Debe permanecer latente la conciencia de que el conjunto de esta actividad sólo constituye una preparación para el estudio de esta disciplina.
A lo largo de las últimas décadas, la sociología ha realizado considerables progresos. De a poco se ha ido despojando de la llamada idealista a unas esencias, admitiendo una duda crítica acerca de la ideología de los actores, sobre todo cuando esta se manifiesta por categorías de la práctica social; también ha enseñado a considerar la sociedad como un conjunto de sistemas y a plantear los problemas que implica el cambio.
El objeto de la sociología nunca se presenta de forma inmediata a la observación. La relación se encuentra recubierta por la regla, los alegatos, la ideología. Los actores, sobre todo cuando se hallan envueltos en relaciones que ponen en causa grandes orientaciones de la sociedad y su modo de dominación social, no son conscientes de esto ni de que se encuentran organizados; los actores nunca pueden definirse por la relación social en la que se encuentran comprometidos. Por consiguiente, al sociólogo se le dificulta encontrar su objeto, a diferencia de las ciencias naturales del hombre que durante la mitad del siglo actual, han realizado progresos decisivos. En la sociología, el objeto será descubierto unicamente cuando esta interviene directamente para que aparezca, cuando propone un soporte de tal carácter que la relación social que explica las conductas a cultivar se ven transferidas del actor al analizador.
La psicología social ha explorado el dominio de las modificaciones materiales de las condiciones de trabajo para mejorar el rendimiento de los empleados, interviniendo así para equilibrar, integrar y cuidar a un grupo, engaño con el que la sociedad trata de desligarse de la sociología, para así hacer más facil la búsqueda de la adaptación.
El autor avala que la sociología sólo dejará de verse asolada por el desorden de conciencia que le impone su situación paradójica en la sociedad cuando haya definido la naturaleza de su práctica.