Particularidades de la relación entre la sociedad indígena y la sociedad hispanocriolla.
Modalidades de la monarquía hispana que posibilitaron el tipo de relación que se detalla en la fuente.
Testamento de un Mallku
Testamento de Gabriel Fernández Guarache (Potosí, 1673)
En el siglo XVII, las autoridades tradicionales autóctonas y el poder real español comparten el espacio colonial. Espacio, donde se plasman las diferentes relaciones sociales, políticas y económicas. A partir de la década de 1570, con las medidas del Virrey Toledo, se logra afianzar el poder español y en virtud de ello, los mallku ya reconocidos como interlocutores válidos que garantizan que el flujo tributario no se detenga. El presente análisis corresponde a un documento perteneciente a un mallku llamado Gabriel Fernández Guarache del pueblo de Jesús Machaca que, a partir de la redacción de su testamento con el contenido de diferentes premisas, nos brinda la pauta de conocer desde la perspectiva americana, la complejidad y el dinamismo existente de esas relaciones coloniales en el mundo español y el andino, durante el siglo XVII.
Fernández Guarache, desempeñó un rol de mediador político[1] dentro de un espacio colonial en continua tensión por las obligaciones del sistema de dominación español; además logro re significar las disposiciones extractivas en nuevas relaciones mercantiles propiciando un acrecentamiento de sus bienes y brindando un gran dinamismo en sus relaciones con la comunidad autóctona. Pero ese carácter político presentaba una profunda contradicción que “… los dejaba colgados entre dos mundos sociales, el hispánico y el andino, sin acogerlos plenamente en ninguno de ellos…”[2]
Afianzado en su rol; asumió una activa participación en los mercados coloniales “…si los indios aguatires de mis ganados dijeren con juramento que les debo algo de la guarda de mis dichos ganados o de su trabajo personal, doña Lucrecia Fernández Guarache les pague y satisfaga en cargas de maíz que hay en mis haciendas y justamente, sin quedarlos a deber cosa alguna porque así es mi voluntad…”[3]y utilizó recursos judiciales hispanos “…de que tengo títulos y confirmaciones del real gobierno…”[4] para mitigar alguna medida española o beneficiarse de ella, según el caso.
También debemos mencionar el contacto que se distingue con la gente “común” de los ayllus, aquellos que estaban por debajo de ese juego de relaciones coloniales y quienes recibían el gran peso de la dominación.[5] Stern afirma que los logros conseguidos por la elite india estimularon un proceso de diferenciación de clase en la sociedad autóctona; desde un estilo de vida más hispánico (costumbres; ropas) hasta una ferviente cristianización fomentado un detrimento de las costumbres tradicionales andinas. Citando el testamento; dos citas que ejemplifican las costumbres hispánicas adoptadas por el cacique indio: utilización de títulos españoles como “don” o “doña” y la cristianización que expresaba aspiraciones que afectaban mucho sus vidas.[6]
“…declaro que fui casado y velado según orden de nuestra Santa Madre Iglesia, con Doña María Hachama, natural del dicho de mi pueblo…”[7]
“ …quiero y es mi voluntad que se erija y edifique templo e iglesia en mi pueblo de Jesús de Machaca…”[8]
La re significación de esas relaciones, da forma a una nueva manera de relacionarse de parte de los jefes principales (y ricos) con sus campesinos del ayllu. Los jefes, para mantener su liderazgo étnico y no verse obstaculizados en la extracción de recursos, tenían que seguir manifestando lealtades y servicios a los grupos étnicos. Muchas veces esas lealtades se veían plasmadas en la acción política del cacique utilizando recursos judiciales como defensa ante las obligaciones extractivas impuestas por las autoridades virreinales.
“ declaro que reconociendo la quiebra y disipación del dicho de mi pueblo de Jesús de Machaca y la suma pobreza en que cada día iba aumentándose, procuré un buen gobierno y consultas de mis principales reparar el daño si posible fuese, disponiendo algunos indios reducidos que sobraban además de los necesarios de la mita de Potosí diesen en cada un año ciento y cuarenta pesos para ayuda de pagar rezagos de la dicha mita de Potosí y suplementos de las tasas y otros servicios pensionales; y que no habiendo dichos rezagos ni suplementos, esta cantidad de cada un año se fuese poniendo en depósito para comprar habiendo cantidad considerable, una chácara y hacienda de importancia en los valles para la comunidad de los dichos indios del pueblo de Jesús de Machaca de cuyos efectos y frutos se fuesen aprovechando en las necesidades y tributos y tuviesen de donde sustentarse y en particular los pobres indios desvalidos […]usando mal esta diligencia gastaron y consumieron la dicha plata […] quiero y es mi voluntad que se compren unas haciendas y chacras […]para el común provecho y utilidad de los dichos indios;
Párrafo interesante y polémico puesto que además de mostrarnos algunas respuestas por parte del Cacique hacia esos “indios desvalidos” más adelante declara “…se han querido mostrar enemigos míos sin haberles dado ocasión de queja ni motivo de sentimiento, me han puesto pleito y capítulos de demando en el Gobierno Superior de estos reinos por exorbitantes cantidades que dicen percibí de ellos…”
Argumentos que demuestra una capacidad astuta de liderazgo, por la cual realzaba su prestigio ante los ayllus pero también desplegaba una actitud consecuente para extraer esos recursos e intereses procedentes de esos grupos étnicos destinados a los grupos coloniales de poder.
Asimismo, registra una serie de propiedades: tierras, ganado, y productos como el vino, trigo o maíz; que siendo monetarizados estimulaban la circulación rural de mercancías.
“…que Francisco Miranda que vive y reside en el pueblo de Guarina me debe trescientos pesos y le tengo en prenda unos títulos y escrituras de una tierras…”[9]
“…declaro por mis bienes dos mil quinientos y veinte carneros de ganado de la tierra en seis manadas, de los cuales han de ir los un mil a sacar vino de los valles de Moquegua con seis mil pesos que tiene para este efecto Doña Lucrecia Guarachi, mi hija, en su poder; y los demás restante sean para sacar cosechas de las nueve chácaras que tengo en dichos valles y se lleven las cargas de máiz y trigo[…] y con lo procedido alquile y mingue albañiles, canteros…”[10]
Por lo tanto, este cacique andino seguía dependiendo de los derechos y obligaciones “tradicionales” para adquirir recursos y mano de obra; si sus acciones políticas brindaban protección a la comunidad india, esto hacía que pudiera ostentar cierto prestigio. Prestigio y liderazgo étnico que le permitía establecer un sistema mercantil rentable, sin dificultades aparentes con los grupos étnicos, cuando éstos percibían un compromiso por parte del curaca a las nociones tradicionales de reciprocidad y redistribución. En el caso de que sus hechos no ratificaran esas costumbres ancestrales, probablemente vería su carrera hacia el incremento de sus bienes, plagada de obstáculos que partían del seno mismo de la comunidad india.
Aunque este juego de tensiones por parte del cacique indio con esa comunidad autóctona, parece explicar la percepción ambivalente del mediador político de Stern, el hecho es que, mientras más riqueza obtenía, aparecían mayores oportunidades para alejarse de la carga tradicional recíproca con los demás indios.
Si acordamos con la idea de que las acciones de un cacique indo y/o elites autóctonas supieron articular hacia el interior de sus comunidades y hacia el espacio compartido colonial con las autoridades coloniales de poder eran, fundamentalmente estrategias abordadas para lograr ciertas obligaciones extractivas rigurosas; tenemos que pensar que rol adoptó el Estado colonial ante este tipo de tácticas andinas.
Partimos de la idea de que la estructura del poder y las definiciones políticas en América no eran sólo el resultado de la voluntad de la Corona, sino de la combinación de la misma con los factores de poder de las colonias, los propios funcionarios y sobre todo, las poderosas elites locales.[11] En este contexto las poblaciones andinas supieron integrarse casi de inmediato a los aparatos estatales coloniales. Las instituciones prehispánicas fueron manipuladas por el Estado colonial para lograr obtener su excedente. La noción de reciprocidad entre el Inca y los ayllus, parecía encontrar continuidad en la demanda del pago del tributo que cada varón de 18 a 50 años de edad, o menor si era casado debía efectuar. De esta manera el Estado colonial podía romper con la autonomía campesina, Toledo en la década de 1570 había instituido las reducciones, el tributo en dinero y el reclutamiento forzoso en las mitas Huancavelica y Potosí.[12] El territorio que designaron para las comunidades quedaba bastante reducido;[13] así se facilitaría la recaudación del tributo, “...tarea que se encomendó a los líderes étnicos (caciques o curacas) y, por otra parte, la evangelización, para lo que se establecieron las parroquias…”[14]
La figura del corregidor se muestra muy sólido dentro de ese mundo mercantil colonial. Este funcionario cumplía sus funciones de índole políticas, económicas y judiciales, que utilizaba para la defensa de los indígenas ante abusos del sector privado. Aunque, supo aprovechar su posición para utilizar a las comunidades indias en su favor personal.[15] El rol articulador que comienza a ejercer, cuando las elites solicitan su influencia para conseguir mano de obra de indígena “…y sobre todo, desde la segunda mitad del XVII, para convertir a esa población en un mercado cautivo, donde colocar mercancías, en cantidades y condiciones que el corregidor podía imponer por su posición de fuerza…”[16]
Hacia fines del siglo XVI, observamos la formación de la sociedad y la economía colonial, proceso por el cual también se van creando al correr de los siglos XVI y XVII, las elites y oligarquías coloniales. A partir de 1678, comienza la venta oficial de esos cargos, de tal forma que a partir de entonces los sectores más adinerados podrían adquirirlos que lograban consolidarse así en puestos de importancia local y social.
Hacia el interior de las comunidades indígenas, ante la rigurosidad tributaria muchos trabajadores indios optaron por la huida o apartarse de sus comunidades[17], prefiriendo quedarse como trabajadores libres en las ciudades (minerales) o establecerse en el mundo rural. Pero este escenario de huida o alejamiento de sus comunidades de origen, trajo aparejado para éstas una imposición fiscal agravada; debían responder por el número definido inicialmente en el censo de tributarios. Es en este momento, cuando los caciques comienzan a ejercer fuertemente su rol político “…Así, inevitablemente, los caciques se convertían cada vez más en comerciantes, negociadores y astutos administradores de los bienes comunales…”[18]
El testamento de Fernández Guarache ilustra cómo estos líderes étnicos organizaban las actividades mercantiles haciendo trabajar a los indígenas en sus empresas o del cura o del corregidor, a cambio de salarios que el curaca manejaba. Fernández Guarache con respecto a la construcción de la Iglesia y templo:
“…que de mis bienes y haciendas se saquen un mil pesos para pagar los maestros canteros de Verenguela que han de hacer cuatro arcos de piedras blancas, que mi sobrino don Pedro Fernández Guarache tiene concertado en ochocientos pesos, cada arco en doscientos más los otros doscientos restantes al cumplimiento de los un mil pesos se paguen por las gradas y solera del altar mayor porque así es mi voluntad…”
Este tipo de gobierno “indirecto” ejercido por los caciques estaba bajo la influencia de los corregidores. Estos funcionarios, a mediados del siglo XVII, utilizaron el reparto forzoso de mercaderías, este sistema funcionaba con los comerciantes limeños otorgando préstamos a los corregidores y éstos traspasaban en forma de mercancías –mulas, ropa, hierro, coca, etc- a los líderes étnicos. Cacique y corregidor, en la mayoría de los casos, repartían los productos acorde a la” fortuna” de cada tributario. Estos no podían rechazar el reparto y debían pagar forzosamente. La cuestión se vio más agravada aun, cuando los corregidores decidieron duplicar o triplicar las cantidades que legalmente estaban autorizadas para repartir.[19]
Con este tipo de alianzas los sectores dominantes coloniales pueden controlar los recursos económicos in crescendo; un afán de lucro y de ascenso social locales, comienzan a generar una ruptura con los intereses metropolitanos. Su consolidación económica y social comienza a debilitar el poder de la Corona “…De estas y otras razones se derivaba que la Corona perdiera progresivamente el control directo de la situación colonial…”[20]
Explique (tomando como base la bibliografía de la unidad 7) de qué manera se modificaron las situaciones analizadas en su respuesta anterior a partir de las reformas borbónicas. Mencione las medidas que considere necesarias.
Las reformas borbónicas son llevadas a cabo por la dinastía de los Borbones, y son una serie de reformas administrativas, políticas, militares, religiosas y culturales implantadas en la América Hispánica. Estas reformas responden a una nueva concepción de concebir el estado, donde se trata de centralizar el poder, estas van ligadas a las ideas de la Ilustración. Estas medidas se iniciaron con Felipe V y alcanzaron su fase más radical durante el gobierno de Carlos III, abarcando los ámbitos de la administración de los territorios en América.
El diagnostico negativo de la situación de las colonias españolas americanas alegaba una corrupción generalizada y el control de las elites locales sobre el aparato administrativo.”…Las elites constituían facciones que se disputaban constantemente el control del Estado en provecho propio, desconociendo las normas emanadas de la Corona, desarrollando el contrabando, evadiendo impuestos…”[21]
Esta situación, en términos generales, de corrupción y contrabando; había visto su génesis durante el siglo XVII con el aumento progresivo del poder criollo y una lenta desarticulación del sistema imperial metropolitano. La raíz de esta problemática se encontraba en la práctica de la venta de puestos de la administración; práctica iniciada en el siglo XVI se había extendido progresivamente desde los cargos más bajos hasta los más altos. Con la consecuencia lógica de permitir a los sectores más poderosos emplazarse en la estructura del poder.El reformismo borbónico proyectó imponer una serie de medidas que tendían a desplazar a las instituciones que habían dominado la esfera colonial hasta ese momento. Por lo tanto se intentó modernizar el sistema tributario, crear los sistemas de Estancos y ampliar la base recaudatoria del Estado virreinal. Desde España llegaron contingentes militares y organizaron nuevas milicias provinciales reclutando a criollos y pardos bajo sus filas.[22]
El fondo de estas reformas políticas buscaba el establecimiento de una nueva relación entre la colonia y España, minimizándose en algunos casos y suprimiendo las diversas autonomías locales. De esta manera era sumamente necesario suprimir la venta de los cargos “el origen de todos los excesos”; crear un aparato estatal fuerte y alejar a las elites locales de la administración. (Gelman)
Una medida muy importante fueron la creación de nuevos virreinatos, capitanías generales y nuevas Audiencias (Buenos Aires, Cuzco y Caracas) y la implementación del sistema de intendencias suprimiendo los corregidores y alcaldes mayores. Se buscaba un aparato estatal fortalecido, pero sobre todo, en manos de funcionarios peninsulares, de carrera, alejando así a las elites locales para combatir a la corrupción.[23]
La implementación de las reformas permitieron incrementar los beneficios materiales, pero esos beneficios no tuvieron efectos duraderos ya que hubo un aumento en el gasto fiscal. Cabe señalar que las reformas tuvieron diferencias en el impacto según las regiones; en el caso del Perú la situación es diferente a la de México[24]; al principio las elites se resisten pero con cierta ambigüedad, los nuevos funcionarios buscan relacionarse con esas elites. Y éstas logran influir en el sistema de intendencias, sobre todo en el cargo de los subdelegados no percibían salario por sus tareas, con lo cual eran tendientes a continuar las prácticas de los funcionarios –corregidores, alcaldes mayores- que venían a reemplazar: el reparto de mercancías. Pietschmann “No son las reformas ni tan rotundamente anticriollas, como se ha querido afirmar, ni tan abiertamente a favor de la metrópoli…”[25]
Por lo tanto, el reformismo borbónico establecido para concretar una re estructuración en todo el territorio americano español, no llegó a comprender totalmente como el viejo sistema había sobrevivido en un delicado equilibrio de fuerzas, donde la corrupción como eje articulador posibilitaba que ese equilibrio fuera fructífero.
Establezca una cronología en la que se observen las principales transformaciones en la sociedad colonial en general y en las características de la monarquía en particular entre mediados del siglo XVI y fines del siglo XVIII.
A mediados del siglo XVI; el debate entre Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda ante un grupo de juristas y teólogos nombrados por el Consejo de Indias enfocó el punto clave que definiría el futuro de los indios: si poseían o no la capacidad para vivir políticamente y gobernarse dentro de una misma sociedad junto con los españoles. Aproximadamente durante 1560 se llega a la conclusión de que los indios participarían como vasallos del rey, con obligaciones tributarias, el derecho de gobernar sus propias comunidades y la libertad de litigar sus quejas ante jueces españoles. De esta manera, una masa creciente de miles de españoles y mestizos aspiraba explotar la mano de obra india y a beneficiarse de la expansión de la economía .Los corregidores funcionarios impuestos por la Corona a fines del siglo XVI limitaban el poder de los encomenderos y organizaban la explotación de la población indígena, se convierten por su papel bisagra, en una pieza clave del sistema colonial.A partir del Siglo XVII, los indios habían adquirido conocimientos que le permitían eludir presiones coercitivas; en un contexto de descenso demográfico, la resistencia india invalidó las mitas y los tributos patrocinados por el Estado, que habían dado prosperidad a fines del siglo XVI. Sin embargo las elites lograron influir sobre los corregidores y para la segunda mitad del siglo XVII lograron convertir a esa población autóctona en un mercado cautivo (reparto de mercancías). Un sector cada vez mayor de ayllus y hogares pobres recurrían al trabajo asalariado ocasional para cubrir sus obligaciones monetarias y su propia subsistencia. Hacia 1630 las mitas para las minas habían bajado mucho, y se estaba ampliando el mercado de trabajadores especializados que cobraban sueldos dobles que los de los mitayos. La administración estaba en manos de un aparato de poder colonial, conformado por la elite criolla –letrados, grandes propietarios y eclesiásticos- prevaleciendo la venta de cargos en todos los niveles de la administración. Primera mitad del siglo XVIII la Corona se ve obligada
1 Stern Tras la conquista, la posición estratégica de los kurakas hispanizantes como mediadores entre los indígenas y los colonizadores intensificó las contradicciones incipientes en la sociedad autóctona; las alianzas postincaicas atraparon a las élites autóctonas entre los papeles tradicionales de protectoras de los intereses del ayllu y las nuevas oportunidades y exigencias como “amigos” de los conquistadores” pag 255/256.
[2] Stern pagina 290.
[3] Párrafo 52
[4] Párrafo 14.
[5] Stern S, pagina 245 Para el siglo XVII, el dinero y la deuda pesaban mucho sobre la vida del ayllu. Para una población nueva de indios pobres, el acceso a las tierras del ayllu y a sus recursos, mano de obra y derechos redistributivos ya no bastaba para satisfacer las necesidades imprescindibles.
[6] Stern pagina 273 La devoción cristiana de los indios ricos simbolizaba la tentativa de éstos de alimentar un intercambio mutuamente beneficioso con el mundo hispánico, tanto sus dioses (comprendidos los santos) como su gente.
[7] Párrafo 10
[8] Párrafo 8
[9] Párrafo 42
[10] Párrafo 23.
[11] Gelman pag 254.Se concibe un Estado colonial, por lo menos durante el largo reinado de los Austrias y en el primer período borbónico, no como una institución fuertemente centralizada y excluyente de los factores de poder local, sino, por el contrario, como un sistema de una gran flexibilidad, que buscaba constantemente un delicado punto de equilibrio entre los intereses –a veces confluyentes, a veces contradictorios- de las autoridades metropolitanas y los factores de poder local, sobre todo las elites.
[12] Este sistema de trabajo forzado, la mita, afirman los autores debe verse como el establecimiento de una relación de producción: la renta mitaya.
[13] Hidalgo Lehuede: pag.415 “concentró la población en pueblos, dotados de tierras de reparto que principalmente aseguraran la subsistencia y la reproducción de las familias campesinas; un territorio bastante reducido en relación con el que disponían los antiguos grupos étnicos, en la etapa anterior, se había generado parte del excedente mercantil”.
[14] Hidalgo Lehuede pag 415.
[15] Gelman pag 253: “Estos funcionarios, impuestos por la Corona a finales del siglo XVI para limitar el poder de los encomenderos, organizar la explotación de la población indígena en beneficio del conjunto de los colonos españoles y de la Corona[…] se convierten, por su papel bisagra en una pieza clave del sistema colonial.
[16] Gelman pag 253.
[17] Hidalgo Lehuede pag 416 sin un tributario abandonaba su pueblo y se instalaba en otro lugar, perdía sus derechos a las tierras de reparto, pero quedaba libre del pago del tributo, y de asistir a la mita.
[18] Hidalgo Lehuede pag 417.
[19] Lehuede pag. 420 los efectos del sistema fueron múltiples. Los obrajes, las haciendas y las minas dispusieron de la mano de obra de los tributarios, […] y a la vez creó un mercado ampliado para esas mismas empresas.”
[20] Gelman pag 253.
[21] Gelman pagina 256
[22] Gelman pagina 251 “ buscaban consolidar los límites y la seguridad del Imperio, promover el crecimiento económico español y asegurar a la Corona un volumen creciente de ingresos fiscales, para permitirle recuperar su rango en el mundo”
[23] Gelman pag 259 Si antes de las reformas todas las instancias de la administración estaban controladas por funcionarios criollos, miembros de las elites locales, o por funcionarios peninsulares con muy estrechos vínculos con aquellos, en la segunda mitad del siglo XVIII, empiezan a predominar claramente los “hombres nuevos”, peninsulares, funcionarios asalariados y de carrera.
[24] Gelman pago261 Las medidas generan inicialmente resistencias violentas, como sucede con los levantamientos provocados por la expulsión de los jesuitas, como las presiones[…] para retrasar y limitar la aplicación del comercio libre.
[25] PIieschtmann pag 102.
Preguntas y Respuestas entre Usuarios: