“El conocimiento de la realidad social” Ibañes (815)
“La psicología social como dispositivo desconstruccionista”
Si fuera preciso elegir un personaje emblemático para simbolizar la psicología social, esa sería la figura de Penélope, empeñada en deshacer durante la noche la labor realizada durante el día.
Hay tres argumentos que justifican esta opción:
1. De orden ontológico, y se basa en la propia naturaleza de los fenómenos sociales
2. De orden epistemológico, y contempla las características del conocimiento que producimos sobre los fenómenos sociales
3. Se sitúa en la intersección de los dos primeros, y se apoya en la relación que tienen entre sí los fenómenos sociales por una parte y su conocimiento por otra .
1) En defensa de Penélope
1.Argumento ontológico:
2.Argumento epistemológico:
*Por lo tanto, en el plano de la ontología, los objetos de conocimiento de la psicología social son objetoseminentemente históricos y en el plano de la epistemología, los conocimientos son intrínsecamente históricos, dos razones por las cuales los psicólogos sociales deberían sentirse permanentemente dispuestos a deshacer minuciosamente los productos científicos que tanto trabajo les cuesta elaborar.
3.Intersección de las 2 primeras: En el ámbito de los fenómenos sociales (a diferencia de los naturales) el nivel epistemológico se convierte en fuente de producción ontológica.
Cuanto más preciso y acertado consiga ser un conocimiento, mas rápidamente deberá ser abandonado. Un conocimiento muy preciso se convertirá en conocimiento erróneo en cuanto el fenómeno analizado cambie levemente como resultado del efecto de ilustración.
El psicólogo social no se encuentra simplemente ante la necesidad contingente de deshacer lo que hace, sino que debe hacerlo si pretende contribuir a la elaboración de una psicología social acorde con los únicos intereses que permiten justificarla.
En efecto, a partir del momento en que se reconoce que el interés por la predicción y el control no puede sustentar el proyecto de conocimiento psicosociológico, tanto por razones ligadas a su objeto de conocimiento, como por razones de tipo normativo, queda claro que conviene sustituir la razón instrumental por una racionalidad basada en la comprensión y dilucidación de la realidad social. En este sentido se hace imprescindible establecer como tarea prioritaria el análisis crítico de todas las evidencias que estructuran el tipo de entendimiento de lo social que caracteriza a nuestra época, y en torno a las cuales se organiza nuestro funcionamiento cotidiano como seres sociales.
El psicólogo social debe recurrir a la desconstrucción sistemática como método básico para producir conocimientos relevantes en el marco de su disciplina.
2) La agenda de la “nueva psicología social”: presupuestos epistemológicos
Hace ya algún tiempo que la concepción heredada de racionalidad científica, y su traducción específica en el campo de las ciencias sociales, ha dejado de ser razonablemente defendible, dejando paso a una concepción resuelta y radicalmente post-positivista. La batalla contra el positivismo ya esta ganada en el plano conceptual y su derrota en el plano práctico (en el plano de influencia real que sigue ejerciendo en el ámbito de la ciencia) está asegurada a medio plazo.
Aunque la nueva psicología social se enfrenta con muchos problemas de difícil solución, se ha alcanzado ya una serie de logros solidamente establecidos que constituyen otros tantos puntos irreversibles, o si se prefiere puntos de no retorno, a partir de las cuales pueden y deben desarrollarse las nuevas líneas de investigación. Así por ejemplo, ya no se puede ignorar la dimensión hermenéutica de los hechos sociales, como tampoco se puede pasar por alto la dimensión hermenéutica de las explicaciones que ofrecen las ciencias sociales.
Logros “irreversibles” más importantes:
1) la dimensión construida de los hechos científicos y
2) la ósmosis parcial entre enunciados observacionales y enunciados teóricos.
3) La agenda de la nueva psicología social”: presupuestos ontológicos
Se pueden destacar los siguientes aspectos como puntos irreversibles a partir de los cuales debe avanzar la psicología social post-positivista.
a) Reconocimiento de la naturaleza simbólica de la realidad social. No es la naturaleza del objeto sino el tipo de relación en el que este objeto está prendido quien le confiere su dimensión social, y esta relación es de naturaleza eminentemente simbólica. En efecto, lo social no aparece hasta el momento en que se constituye un mundo de significados compartidos entre varias personas. Lo social es distinto de lo colectivo, cualquier cosa que denominamos “social”, está íntima y necesariamente relacionado con el lenguaje y con la cultura, y por lo tanto es propio de los seres humanos. Lo social no radica “en” o “fuera” de las personas sino “entre” ellas, es decir, en el espacio de significados del que participan o que construyen conjuntamente. Sin embargo la interacción es tan sólo una condición necesaria pero no suficiente para que emerja lo social.
Lo simbólico es tan real como cualquier otro objeto que podamos calificar como real, más aún lo simbólico tiene la capacidad de constituirse en fuente de producción de la realidad. Si la realidad no tuviera una dimensión simbólica no tendría sentido hablar de un “efecto de ilustración”.
b) Reconocimiento de la naturaleza histórica de la realidad social. Todo fenómeno social es en cierta medida sui generis, idiosincrásico y concreto, referido a una sociedad particular, y por lo tanto inapresable desde las exigencias de la racionalidad positivista. El hecho de que los fenómenos sociales no sólo tengan memoria, sino también futuro, es decir que experimenten una evolución de sus características presentes, invalida cualquier procedimiento de conocimiento que no tome en cuenta el carácter procesual de esos fenómenos .
c) Reconocimiento de la importancia que reviste el concepto y el fenómeno de la “reflexibilidad”. La reflexibilidad es la propiedad distintiva del ser humano, que permite la disyunción entre objeto/sujeto y fundir ambos términos en una relación circular que posibilita la construcción de la naturaleza social de ese mismo ser humano. Es porque el sujeto puede tomarse a si mismo como objeto de análisis por lo que puede construir un mundo de significados compartidos y un espacio intersubjetivo sin el cual la dimensión social no podría constituirse como tal. El que seamos inteligibles para nosotros y recíprocamente, sería imposible sin la conciencia de sí mismo que permite la reflexibilidad. Esto tiene ciertas implicancias:
I. En primer lugar, gracias a la reflexibidad, el ser humano es capaz de desarrollar actuaciones estratégicas, basadas en el cálculo de los efectos que sus acciones producen en los demás, introduce un factor intrínsico de impredictibilidad de las conductas. Paradójicamente es porque el sujeto puede anticipar, o predecir los efectos que sus manifestaciones provocaran en los demás por lo que se quiebra el concepto mismo de predictibilidad.
II. En segundo lugar, la reflexibidad debe extenderse a las propias ciencias sociales, la psicología debe por lo tanto tomarse como objeto de análisis.
d) Reconocimiento de la agencia humana. El ser humano es capaz de constituirse en fuente de determinación última de sus propias conductas, es decir, capaz de auto dirigir sus conductas en base a unas decisiones internamente elaboradas. La relativa autonomía del ser humano obliga a aceptar la idea de que pueden darse casos en que ninguna condición sea ontológicamente suficiente para producir un efecto, es decir, que existen casos en los cuales, estando reunidas todas sus causas, un efecto puede producirse o no. El ser humano presenta propiedades que lo excluyen del tipo de objetos susceptibles de ser estudiados bajo los supuestos positivistas.
e) Reconocimiento del carácter dialéctico de la realidad social. La concepción dialéctica de la realidad social enfatiza especialmente dos aspectos:
1. la naturaleza relacional de los fenómenos sociales y
2. el carácter procesual de estos fenómenos.
La sociedad sólo adquiere un estatus de existencia a través de las prácticas desarrolladas por los individuos, a su vez que estos no existen como seres sociales, si no es mediante su producción por la sociedad.
El énfasis que pone la dialéctica sobre el carácter procesual de los fenómenos nos lleva a considerar que, lejos de estar constituidos, los objetos sociales se encuentran en un proceso de constante devenir, de continua creación y recreación, de constante reproducción y transformación.
El concepto “dualidad estructural” (Giddens) da cuenta del carácter simultáneamente estructurado y estructurante de la sociedad y de las practicas sociales. Es en el proceso mismo de de su desarrollo donde se va configurando cualquier fenómeno social de una forma que no se encuentra enteramente predefinida por las condiciones antecedentes.
f) Reconocimiento de la adecuación de la perspectiva construccionista para dar cuenta de la realidad social. Aunque el realismo ingenuo ya no sea aceptado por nadie, se sigue cayendo en las trampas del lenguaje, y se sigue atribuyendo el estatus de categorías naturales a ciertas entidades por el mero hecho de que forman parte de nuestro vocabulario. La asunción del punto de vista construccionista exige una actitud de “duda metódica” ante cualquier atribución de realidad a los fenómenos u objetos cuya existencia parece estar solidamente acuñada en nuestro lenguaje.
Esta preocupación por desnaturalizar los fenómenos sociales es tanto más importante cuanto que el hecho de que todo fenómeno social sea intrínsecamente histórico implica que todo fenómeno de este tipo resulta por lo menos parcialmente de las convenciones lingüísticas, de los juegos de lenguaje y de las tradiciones culturales que conforman una forma de vida. Dar cuenta de esos fenómenos exige por lo menos dar cuenta de tres cuestiones:
1. Acotar el papel que desempeñan las convenciones lingüísticas en su producción.
2. Dilucidar la naturaleza del proceso mediante el cual los procesos discursivos tienen la capacidad de engendrar, aunque sea parcialmente los objetos sociales.
3. Especificar cada mecanismo mediante el cual confundimos las propiedades de las propias cosas, con las cosas mismas-
4) “Aspectos problemáticos de la “nueva psicología social”
Si bien la cuestión de la inadecuación del empiricismo y de la concepción representacionista del conocimiento parece haber sido satisfactoriamente resuelta, no se puede decir lo mismo acerca de la tensión epistemológica que enfrenta a la concepción realista del conocimiento y a su concepción neopragmatista.
Tanto el realismo como el neopragmatismo presentan argumentos y características que los hacen atractivos como problemáticos:
Con independencia de que el realismo epistemológico constituye la única postura que implica necesariamente un realismo ontológico, es decir que garantiza una tesis cuya negación no puede tomarse seriamente en consideración, también presenta la ventaja de ser compatible con una creencia profundamente arraigada e el sentido común y cuya verdad practica se impone a un niño e cuanto se quema por primera vez.
o “Las cosas son como son con independencia de lo que podamos imaginar acerca de ellas”.
Esto es cierto y falso a la vez. El simple hecho de que no se pueda sobrevivir si no se actúa de acuerdo con esa proposición es un buen argumento para considerarla como cierta, pero en el ámbito de la realidad social nuestra imaginación tiene una eficacia causal, las cosas son en parte resultado de cómo las vemos. No sólo porque los efectos que producen en nosotros dependen en parte de las representación que de ella tenemos sino mucho mas radicalmente, sino porque que de lo que ella pensamos y decimos forma parte de lo que son realmente.
o “ El criterio de aceptabilidad del conocimiento científico es que de cuenta de la realidad tal y como es, por lo menos bajo una de sus descripciones posibles ”
La aceptación de esta proposición es necesaria para explicar de forma inteligible el hecho de que se pueda incidir propositiva y eficazmente sobre la realidad a partir del conocimiento científico. El problema es que pone sobre un pie de igualdad las teorías acertadas y las teorías falsas, pero que conducen sin embargo, a predicciones acertadas y a consecuencias prácticas eficaces. Mas aun, esta argumentación nos conduce a considerar que la realidad considerada es necesariamente como lo dice la teoría falsa.
o “ Una concepción realista de la causalidad (poder generativo) es necesaria para sostener con legitimidad que ciertos factores causales intervienen en una situación. Aunque estos no produzcan ningún tipo de efecto manifiesto ”
Es preciso considerar que las causas tiene una existencia real para poder postular su presencia, aun cuando los efectos que generan no alcancen la esfera de las manifestaciones sensibles. La supresión de los efectos no significa que se hayan suprimido sus causas.
También este formula una serie de proposiciones que suscitan una adhesión de principios:
o “ La producción de conocimientos científicos debe entenderse como una practica social particular que presenta las mismas propiedades sustantivas que cualquier otra práctica social (historicidad, inserción en un contexto sociocultural particular, etc.)
La ciencia no es sino la forma que toma la producción de los “efectos de verdad” en un período histórico determinado. Es una práctica social entre otras, que puede y debe ser analizada sin mas miramientos que los que se toman para analizar otras practicas sociales. El problema está en saber si el tipo de racionalidad sobre el que descansa la empresa científica, aun siendo obviamente una producción humana, son susceptibles de variación histórica o tienen una fundamentación más básica que radica, por ejemplo, en la estructura misma del cerebro humano.
o “Los criterios de aceptabilidad de un conocimiento científico se construyen mediante el dialogo racional que desarrolla en una comunidad social particular, la comunidad científica”
Sin embargo, la confianza que depositan los neopragmatistas en las virtudes del “dialogo racional” no parece plenamente consecuente con el reconocimiento de la dimensión intrínsicamente social del conocimiento científico. En particular, se subestima de forma considerable el papel que desempeñan las relaciones de poder en el funcionamiento de las comunidades científicas. Es difícil encontrar un dialogo que sea puramente racional sin estar mediatizado por colegios invisibles, grupos de presión o estrategias de control de un dominio científico particular.
o “ Toda pretensión de descubrir un principio fundacional último para dar cuenta a la naturaleza del conocimiento científico constituye una operación de poder orientada a restringir la capacidad de decisión de las comunidades sociales”
Consiste en rechazar toda pretensión de fundamentar el conocimiento científico en principios o en categorías que trasciendan el ámbito de las prácticas sociales concretas. En efecto, la formulación de una fundamentación última de la “verdad científica” implica que los criterios de aceptabilidad del conocimiento se sitúan por encima de las decisiones racional y consesualmente elaboradas por esas comunidades sociales que son las comunidades científicas. La única vía practicable es entonces la de la sumisión y el acatamiento a un principio que nos trasciende.
No deja de ser inquietante que el realismo por una parte y el neopragmatismo por otra, reproduzcan en cierta medida el movimiento cíclico que caracteriza desde la época griega hasta hoy el pensamiento sobre el conocimiento, referido a la alternancia histórica entre el énfasis puesto sobre el Objeto de conocimiento, y el énfasis puesto sobre el Sujeto del conocimiento.
La nueva psicología social debería enmarcarse en una perspectiva que supere la tensión entre la atención prestada preferencialmente al objeto o al sujeto del conocimiento, y formular un planteamiento que no se limite a postular la intersección S/O, sino que consiga disolver la dicotomía entre ambos términos. Provisionalmente, una situación de transición bastante aceptable pasaría por una integración ecléctica de alguna de las proposiciones realistas y algunas de las formulaciones neopragmatistas. En particular, parece conveniente preservar con seguridad el criterio de realismo ontológico y recoger la concepción realista de causalidad. Así mismo, conviene asumir la critica neopragmatista a toda pretensión Fundamentalista y seguir esta corriente en su esfuerzo por anclar el conocimiento científico en sus condiciones sociales de producción.
5) Adenum a la agenda de la “nueva psicología social”
Debería figurar en las sus páginas de manera mucho más acentuada el reconocimiento de que la realidad social constituye un sistema autoorganizado con todas las consecuencias que esto implica a nivel ontológico y epistemológico.
Los sistemas auto-organizativos se caracterizan básicamente por su propiedad de eludir el segundo principio de termodinámica en base a una serie de mecanismos internos que generan por si mismos procesos negantrópicos. Se trata de sistemas que mantienen su estructura y la complejifican gracias a las propias fuerzas y energías que actúan en contra del mantenimiento del sistema . En efecto, aunque esto pueda parecer paradójico, no hay autoorganización posible si no es a través de la presencia simultanea de fuerzas antagonistas y de elementos mutuamente incompatibles.
Una de las características más interesantes de los sistemas auto-organizativos radica en la impredictibilidad de los cambios efectivos que experimentará el sistema.
Si tenemos en cuenta las características de los sistemas auto-organizativos vemos que las sociedades presentan a nivel ontológico una serie de propiedades que las instituyen como tales sistemas
· La sociedad ni es diseñada ni es regulada por arte y magia de un agente o voluntad que le sea exterior.
La sociedad tampoco se encuentra dotada desde sus inicios de un programa que encierre las instrucciones para su funcionamiento y evolución
· La sociedades mantiene, por definición, en un estado alejado de equilibrio, es decir alejado de la entropía máxima.
No hay sociedad sin diferenciación social, sin estructuras sociales.
· La sociedad evoluciona históricamente hacia una mayor complejidad, y esta evolución social constituye un proceso irreversible.
· Existen razones de principio que imposibiliten el conocimiento preciso de la evolución de la sociedad.
Las ciencias de los sistemas auto-organizativos han nacido en clara oposición a la concepción positivista de la ciencia y de la naturaleza. Es preciso establecer una nueva alianza , no sólo entre el hombre y la naturaleza, sino también entre las ciencias del hombre y las ciencias de la naturaleza. La psicología social post- positivista debe situarse en el corazón mismo de esta nueva alianza, y el estudio de los sistemas auto-organizativos puede constituir el mejor camino para conseguirlo.