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Principales Corrientes de Pensamiento Contemporáneo | Resumen de Brecht, Benjamin, Lukacs | 1er Cuat. de 2012 | Altillo.com |
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BERTOLD BRECHT
Sobre formalismo y realismo
Con la forma se pueden hacer muchas cosas, perpetrar toda suerte de engaños y
aparentar mejoras, que luego sólo existen en su “forma externa”. En arte la
forma desempeña un gran papel, pero no es todo. (El formalismo más riguroso fue
el de los nazis).
No se puede no atribuir importancia a la forma y al cultivo de la forma de arte.
Hay que innovar sino no se podrían introducir los nuevos temas en poesía por
ejemplo.
El formalismo sería renunciar a un nuevo punto de vista en un mundo distinto
únicamente para seguir aferrados a un estilo determinado.
La forma de una obra de arte no es más que la organización acabada de su
contenido, su valor dependiendo completamente, por tanto, de éste.
Los realistas destacan lo típico y lo realzan poéticamente. Están a favor de las
descripciones objetivas, aunque no objetivistas. Las descripciones objetivistas
descuidan el factor subjetivo. Son típicos las personas y los acontecimientos
que son decisivos para los procesos evolutivos de la sociedad. La elección de lo
típico debe hacerse según lo que para nosotros es positivo (deseable) y negativo
(indeseable).
Refutando a Flaubert, Brecht dice que no sólo hemos de ser espejos que reflejan
la verdad fuera de nosotros. Si hemos acogido el objeto en nosotros, algo de
nosotros tiene que añadírsele antes de que vuelva a salir algo enteramente
personal.
El realismo socialista no puede ser tratado de estilo. Es un arte que quiere
reproducir la realidad y al propio tiempo influirla, cambiarla, modificarla a
favor de las grandes masas. Hoy no se puede reconocer la realidad sin conocer el
marxismo y sin una actitud socialista.
El arte realista es un arte combativo. Lucha contra falsos modos de ver la
realidad e impulsos que se oponen a los intereses reales de la humanidad. Hace
posibles apreciaciones justas e impulsos altamente productivos.
Los artistas describen las contradicciones entre los hombres y sus relaciones
entre sí y exponen las relaciones en que se desarrollan. Están interesados en
los cambios que se operan en los hombres, exponen el poder de las ideas y las
bases materialistas de las ideas, son humanos y describen las relaciones entre
hombres a fin de robustecer los impulsos socialistas.
El arte y el goce: en el arte los hombres gozan de la vida, proporciona placer
la destreza de las representaciones, la razón de ser de éstas, una justificación
del punto de vista y proporciona placer también una corroboración de la voluntad
de vivir.
Hay arte grande y arte pequeño, provechoso y perjudicial, bajo y alto, pero lo
que no hay es arte bello y arte feo.
Georg Lukács
¿NARRAR O DESCRIBIR?
A propósito de la discusión entre Naturalismo y Formalismo
Scott, Balzac y Tolstoi escriben novelas en las que el lector vivencia los
acontecimientos que le suceden a los personajes de esas obras. Con Flaubert y
Zola no pasa eso, ellos escriben y el lector contempla, hasta los personajes no
son más que espectadores más o menos interesados en esos acontecimientos. Son
para el lector cuadros, una serie de cuadros que contemplamos.
Este contraste entre el convivir y el contemplar no es casual. Tiene que ver con
la posición básica del propio escritor, con su actitud fundamental frente a la
vida, frente a los grandes problemas de la sociedad. No solo como tratamiento
artístico de la realidad. En sus novelas Tolstoi no describe una “cosa”, sino
que narra los destinos de individuos.
La descripción se convierte en principio decisivo de la composición. Ya que con
esto cambia la descripción fundamentalmente su carácter, su misión en la
composición épica.
Necesidad de la plasmación adecuada de la nueva modalidad de manifestación de la
vida social. La relación del individuo con la clase se ha hecho más complicada.
Balzac, Stendhal, Dickens y Tolstoi plasman la sociedad burguesa constituyéndose
definitivamente a través de graves crisis. Plasman las leyes complicadas de su
advenimiento y las transiciones variadas e intrincadas que conducen de la vieja
sociedad en decadencia a la nueva formación. Estos escritores toman parte activa
y variada en las grandes luchas sociales de su época y se hacen escritores a
partir de las experiencias de una vida rica y vasta.
No sucede esto con Zola y Flaubert que iniciaron su actividad en una sociedad
burguesa ya constituida y completada. Se convirtieron, entonces, en observadores
críticos de la sociedad capitalista, tras escoges como solución el aislamiento.
Fueron escritores en el sentido de la división capitalista del trabajo. El libro
era su mercancía y ellos vendedores de ésta. No son defensores acérrimos del
capitalismo, pero son irremediablemente hijos de su tiempo, y por ende, se
hallan influidos por las ideologías de su época. No reflejan la sociedad de
forma justa y objetiva, sino que la trivializan y deforman sus leyes, por la
influencia de prejuicios apologéticos sobre la ideología de los escritores de
dicha época. Aquí “pintan” un cuadro de la realidad, y ese cuadro sólo va más
allá del mero estado, del mero género, en cuanto es elevado a símbolo irónico
del filisteísmo en general. El cuadro adquiere un significado que no resulta del
peso humano de los acontecimientos narrados y que, más aún, apenas guarda con
éstos relación alguna, siendo producido artificialmente por medios de la
estilización formal.
La descripción es un sustituto literario del significado épico que se ha
perdido. Y es causa también del alejamiento mayor de la literatura respecto del
significado épico. El dominio de la prosa capitalista sobre la poesía interna de
la práctica human, la deshumanización creciente de la vida social, la baja del
nivel de la humanidad, todo esto son hechos objetivos del desarrollo del
capitalismo. De ellos surge necesariamente el método de la descripción.
La narración articula, la descripción nivela.
Relegar la acción épica al pasado, tiene por objeto la selección poética de los
esencial en la vasta riqueza de la vida, tiene por objeto la plasmación de los
esencial de tal modo que despierte la ilusión de la plasmación de la vida entera
en toda su extensión completamente desplegada. La selección ha de ser estricta
como en el drama (como hacían los clásicos o Shakespeare, dejando completamente
de lado todos los detalles que no se relacionan con el conflicto).
La descripción lo hace todo presente, pero se narra lo pasado. Se describe lo
que se tiene ante sí, y la presencia en el espacio convierte a los individuos y
las cosas también en una presencia temporal.
La descripción rebaja los individuos al nivel de los objetos inanimados. La
sucesión de estados de ánimo subjetivos no proporciona una conexión épica en
grado mayor alguna que la sucesión de complejos de objetos convertidos en
fetiches. Se producen “cuadros aislados”, que en el sentido artístico cuelgan
tan desligados unos al lado de otros como los cuadros en un museo.
Con Zola y Flaubert se produce una “literatura para el profesional”, para el
literato que sabe apreciar debidamente la trabajosa elaboración literaria de
estos conocimientos profesionales y la incorporación en el lenguaje literario de
la jerga profesional. (Naturalistas)
El método de la observación y la descripción se origina para hacer a la
literatura científica, convertirla en una ciencia natural aplicada, en una
sociología. Aunque los elementos sociales captados por la observación y
plasmados por la descripción son tan pobres, tan superficiales y esquemáticos,
que rápida y fácilmente pudieron convertirse en su contrario polar, en un
subjetivismo acabado.
La esencia artística de la composición de Walter Scott es reflejo de su actitud
político-histórica, la forma de manifestación de su ideología. En él allamos una
conexión muy clara entre ideología y tipo de composición.
El poeta ha de poseer una ideología firme y viva, ha de ver el mundo en sus
contradicciones agitadas, para estar siquiera en condiciones de escoger como
héroe a un individuo en cuyo destino las contradicciones se crucen.
Sin ideología no puede producirse literatura grande alguna.
La ideología del escritor (su relación y experiencia con la vida) confiere la
posibilidad de ver las contradicciones de la vida en una conexión rica y
ordenada; en que en cuanto fundamento del sentir y el pensar justos proporciona
la base para el escribir justo.
Sin ideología no puede narrarse justamente, no puede construirse composición
épica justa, articulada, variada y completa alguna. El falso objetivismo de los
escritores modernos conducen a la esquematización y la monotonía de la
composición épica. Obtenemos así cuadros de “naturalezas muertas”. La acción no
es más que un hilo en a que se alinean cuadros de estados, crea una sucesión
temporal de éstos puramente superficial, inoperante de la vida y poéticamente
accidental.
El método descriptivo conduce a una monotonía de la composición, en tanto que la
fábula narrada no sólo admite una variación infinita de la composición, sino que
la estimula y favorece.
Los escritores del método descriptivo, capitulan sin lucha ante los productos
acabados, ante las manifestaciones acabadas de la realidad capitalista. No ven
la lucha de fuerzas opuestas. Los escritores, entonces, atenúan sin querer la
inhumanidad del capitalismo.
El naturalismo y el formalismohan empequeñecido la realidad capitalista, han
descrito sus horrores más débilmente y más trivialmente de lo que son en
realidad. Y los restos del naturalismo y del formalismo, los métodos de la
observación y la descripción empequeñecen y desvirtúan de modo análogo el mayor
proceso revolucionario de la humanidad.
Georg Lukács
¿FRANZ KAFKA O THOMAS MANN?
La vida literaria es un gran campo de batalla, en donde se enfrentan las
aspiraciones antirrealistas y los realistas, los que conforman una rebelión
humanista. El tema de este ensayo es la controversia entre esas dos tendencias.
Aunque a veces los límites de ambos se tornan borrosos.
Es inevitable cierto grado de realismo en toda obra. El realismo no es un
estilo, sino que está en la base de toda literatura. La omnipresencia del
realismo se puede ver en los detalles. En Kafka, por ejemplo, son de una gran
verosimilitud, a pesar de que es un vanguardista, pero existen en este tipo de
literatura importantes elementos del reflejo de la realidad actual.
Realismo: proclamación de la verdad. El escritor tiene el derecho, y debe
describir la realidad con toda fidelidad.
Los vanguardistas: frente a formas de manifestación del mundo moderno se
comporta de un modo inmediato y no crítico.
Hace de un reflejo subjetivo una realidad: la realidad propia., una objetividad
que se constituye por presunción.
Si la obra está concebida de un modo inmediato y no crítico puede descender a un
naturalismo, lo cual impedirá ver la diferencia entre lo importante y lo fugaz.
Extingue los detalles reduciéndolos a una mera fotografía.
Los realistas: suprimen de su praxis el carácter inmediato de las formas y por
ello pueden tratarlos con la distancia crítica artísticamente necesaria.
Esa supresión lleva a situar un fenómeno necesario de nuestra época en el lugar
que le corresponde, por su esencia objetiva, en relación con el conjunto.
El arte es una selección de lo importante y esencial, una supresión de lo no
importante y no esencial. Para ello lo más importante es la perspectiva: como
principio de selección artística, y como base ideológica para que el escritor
venza esa falta de selectividad en la plasmación de los detalles que en el
proceso de creación lo lleva fatalmente al naturalismo.
Para el examen de una obra de arte, se deben explicar los principios subjetivos
de la selección que precede a todo proceso creador. Donde convergen lo percibido
y lo pensado por el sujeto y la objetividad artística.
El escritor enfoca la selección en el momento decisivo de su praxis, depende
directamente de la naturaleza y calidad de su personalidad. Las aptitudes, el
talento, etc., son innatos, pero la forma en que se despliegan o truncan, se
desarrollan o deforman, depende de las relaciones mutuas entre el escritor y la
vida, su ambiente, sus semejantes, etc. La vida de un escritor es, quiera él o
no, una parte de la vida de su época; son un fenómeno histórico social en su
esencia.
La perspectiva: su papel es decisivo. Una perspectiva orientada a los sucesos
cotidianos deberá contar con la presentación de rasgos individuales naturales, o
a lo sumo típicos. Hay una relación vital entre la perspectiva y lo típico: es
la base sobre la cual el escritor está en condiciones de comprender y plasmas
las tendencias y orientaciones histórico-sociales conforme a la realidad. Crear
“tipos” perdurables está en íntima relación con una imagen del mundo concreta y
dinámica, ligada a la sociedad y a la historia.
Existe una diferencia entre la realidad objetiva y su reflejo estético.
El vanguardismo no posee estos personajes tipos (Zola sobre todo, quien no creó
“ninguna figura realmente perdurable”) De hecho este movimiento ha deshumanizado
el concepto de típico.
Es imposible tomar posición respecto del objetivo de la vida humana sin una toma
de posición respecto del socialismo. El escritor, en su propio interés humano y
artístico, no debe rechazar al socialismo porque esto llevaría a obstruir su
propia visión del porvenir y se privaría de la posibilidad de crear obras
dinámicas, obras con una perspectiva artísticamente fructífera.
El realismo supone la posibilidad de un mínimo de vida con sentido, o por lo
menos de una esperanza de vida en la sociedad burguesa. En el vanguardismo
desaparece tal perspectiva.
La angustia: ejerce un efecto empobrecedor y deformador sobre la imagen
literaria del hombre y del mundo.
Todo realismo está muy lejano de todo naturalismo. Mientras que todo
desentendimiento de la naturaleza social individual del hombre como totalidad
dialéctica trae consigo una no selectividad y una nivelación que se acercan al
naturalismo y que hacen imposible reflejar y plasmar las deformaciones del ser
humano y de sus relaciones con los demás hombres, objetivamente, es decir, como
tales deformaciones.
La experiencia vivida en la sociedad capitalista provoca en los intelectuales,
sentimientos de angustia, repugnancia, perdición, desprecio, autodesprecio,
desesperación, etc. Una descripción de la realidad en que no se evocaran estas
emociones, haría falso todo reflejo del mundo actual. Hay que preguntarse ¿es
ésta toda la realidad? ¿Debe dejarse que todo esto siga existiendo?
El problema de la visión del mundo.
Kafka es la figura clásica de esta actitud inerte de miedo y pánico. Consigue
expresar de modo directo y simple este sentimiento ante la vida. Sin duda
pertenece a la familia de escritores realistas, pues hay pocos escritores que
hayan podido plasmar con tanta fuerza como él la originalidad y elementalidad de
la concepción y representación de este mundo, y el asombro ante lo que jamás ha
sido todavía. La angustia asume en la obra de Kafka el valor de una condición
humana.
Walter Benjamin
LA OBRA DE ARTE EN LA ÉPOCA DE SU REPRODUCTIBILIDAD TÉCNICA
en: “Discursos interrumpidos”
La transformación de la superestructua (arte, ideología) que ocurre más
lentamente que la de la infraestructura, ha necesitado más de medio siglo para
hacer vigente en todos los campos de la cultura el cambio de las condiciones de
producción.
La obra de arte ha sido siempre susceptible de reproducción, lo que los hombres
hacen puede ser imitado por los hombres = reproducción técnica de la obra de
arte.
Pero incluso en la reproducción mejor acabada falta algo: el aquí y ahora de la
obra de arte, su existencia irrepetible en el lugar en que se encuentra = lo que
falta es el aura. El aquí y ahora del original constituye el concepto de su
autenticidad.
De esta forma el arte sale al encuentro de su destinatario. La catedral deja su
emplazamiento para encontrar acogida como foto en el estudio de un aficionado
del arte, una ópera del teatro Colón puede escucharse en cualquier casa
particular.
El proceso aqueja en el objeto de arte una médula sensibilísima que ningún
objeto natural posee en grado tan vulnerable. Se trata de su autenticidad. La
autenticidad de una cosa es la cifra de todo lo que desde el origen puede
transmitirse en ella desde su duración material hasta su testificación
histórica.
En la época de la reproducción técnica de la obra de arte lo que se atrofia es
el aura de ésta. El proceso es sintomático: su significación semana por encima
del ámbito artístico. Conforme a una formulación general: la técnica
reproductiva desvincula lo reproducido del ámbito de la tradición. Al
multiplicar las reproducciones pone su presencia masiva en el lugar de una
presencia irrepetible. Y confiere actualidad a lo reproducido al permitirle
salir, desde su situación respectiva, al encuentro de cada destinatario.
Aura de objetos naturales: manifestación irrepetible de una lejanía (por cercana
que pueda estar). Las masas lo que quieren es acercar espacial y humanamente las
cosas. Superar la singularidad. Necesidad de adueñarse de los objetos en la más
próxima de las cercanías, en la imagen, más bien en la copia, en la
reproducción.
La unicidad de la obra de arte se identifica con su ensamblamiento en el
contexto de la tradición. Esa tradición es algo muy vivo y cambiante. La índole
original del ensamblamiento de la obra de arte en el contexto de la tradición
encontró su expresión en el culto. El valor único de la auténtica obra de arte
se funda en el ritual en el que tuvo su primer y original valor útil.
La reproductibilidad técnica emancipa a la obra artística de su existencia
parasitaria en un ritual. La obra de arte reproducida se convierte en
reproducción de una obra artística dispuesta para ser reproducida. De una foto
son posibles muchas copias; preguntarse por la copia auténtica no tendría
sentido alguno. (El cine surge para ser difundido masivamente, se funda de
manera inmediata en la técnica de su producción)
La recepción de la obra de arte sucede bajo diversos acentos: uno reside en el
valor cultual, y el otro en el valor exhibitivode la obra de arte. La producción
artística comienza con hechuras que están al servicio del culto. El valor
cultual empuja a la obra de arte a mantenerse oculta.
En la fotografía, el valor exhibitivo comienza a reprimir en toda la línea al
valor cultual. Pero este no cede sin resistencia, se mantiene en la foto del
rostro humano. El valor cultual de la imagen tiene su último refugio en el culto
al recuerdo de seres queridos, lejanos o desaparecidos. El aura está en la
expresión fugaz de una cara humana. Y esto es lo que constituye su belleza
melancólica e incomparable.
La reproductibilidad técnica modifica la relación de la masa para con el arte.
Cuanto más disminuye la importancia social de un tipo de arte, tanto más se
disocian en el público la actitud crítica y la fruitiva (disfrute). De lo
convencional se disfruta sin criticarlo, y se critica con aversión lo nuevo. En
el público del cine coinciden la actitud crítica y la fruitiva.
El cine y el dadaísmo (vanguardias): el dadaísmo intentaba producir los efectos
que hoy produce el cine. Le dieron menor importancia a la utilidad mercantil de
sus obras de arte que a su inutilidad como objetos de inmersión contemplativa. Y
en buena parte procuraron alcanzar esa inutilidad por medio de una degradación
sistemática de su material. Sus poemas son ensaladas de palabras, que contienen
giros obscenos todo detritus verbal imaginable = montaje, técnica del cine. Lo
que consiguen es una destrucción sin miramientos del aura de sus creaciones.
Genera distracción, no recogimiento, como el cine. En el lienzo de una pintura
podemos detenernos a examinarla, invita a la contemplación. En cambio no podemos
hacerlo ante un fotograma de una película. Apenas lo registramos, ya ha
cambiado. No es posible fijar la atención.
Modernidad: El cine es la forma artística que corresponde al creciente peligro
en que los hombres de hoy vemos nuestra vida. La necesidad de exponerse a
efectos de choque es una acomodación a los peligros que nos amenazan. El cine
modifica nuestro aparato perceptivo, nos exalta como exalta a un peatón el
tráfico de una gran urbe.
Las masas reclaman disipación, pero el arte reclama recogimiento, antigua queja.
Disipación y recogimiento se contraponen hasta tal punto que permiten la fórmula
siguiente: quien se recoge ante una obra de arte, se sumerge en ella; se adentra
en esa obra. Por el contrario, la masa dispersa sumerge en sí misma a la obra de
arte.
La dispersión controla a las masas acaparando toda la percepción, haciéndolas
“aperceptibles”. El arte abordará entonces la más difícil tarea de movilizar a
las masas.
El cine corresponde a esa forma receptiva por su efecto de choque. No sólo
reprime el valor cultual porque pone al público en situación de experto, sino
además porque dicha actitud no incluye en las salas de proyección atención
alguna. El público es un examinador, pero un examinador que se dispersa.