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Filosofía Social Y Política | Resumen de "Pierre Vernant" Capítulo 4 | Cat. Rosas | 1° Cuat. de 2007 | Altillo.com |
Efectivamente nuestro erudito se pone manos a la obra y escribe este libro
que tengo entre manos. Comienza, en un largo prólogo, haciéndose la pregunta que
yo quería que me contestasen: ¿CUÁL ES EL ORIGEN DEL PENSAMIENTO RACIONAL EN
OCCIDENTE? ¿CÓMO NACIÓ EN EL MUNDO GRIEGO?
Primero, antes de contestar, expone los TRES rasgos que, a su juicio,
caracterizan el comienzo de la filosofía y de la ciencia griegas, engarzados
entre sí y estrechamente relacionados. A saber:
1) Carácter profano y positivo. Es decir, el pensamiento ya es ajeno a la
religión. Las explicaciones que los primeros filósofos dan a la génesis del
cosmos y a los fenómenos naturales son de espíritu plenamente positivo. Se
ignoran a sabiendas y con premeditación y alevosía las Potencias divinas.
2) Noción de un orden de la naturaleza concebido de manera abstracta y fundado
sobre relaciones de estricta igualdad. El orden cósmico ya no descansa sobre el
poder de un dios soberano, sino sobre una ley inmanente al universo, una regla
de reparto (nomos) que impone a todos los elementos que constituyen la
naturaleza un orden igualitario. Ninguno manda sobre otro.
3) Visión geométrica de un universo situado en un espacio homogéneo y simétrico.
El mundo físico se concibe y proyecta en un marco espacial que ya no se define
por sus cualidades religiosas de fasto o nefasto, de celeste o infernal, sino
que está hecho de relaciones recíprocas, simétricas, reversibles.
A continuación viene la respuesta a las preguntas que hemos recogido más arriba.
Para Vernant esta respuesta está vinculada al conjunto de condiciones que
condujeron a Grecia de la civilización palacial micénica, muy próxima a los
reinos orientales de aquel tiempo, al universo social y espiritual de la Polis.
El nacimiento de la Polis no sólo marca una serie de transformaciones económicas
y políticas, sino que supone también un cambio de mentalidad, el descubrimiento
de otro horizonte intelectual, la elaboración de un nuevo espacio social,
centrado ahora en el ágora, la plaza pública.
¿Cuáles son esas condiciones o rasgos de la nueva praxis social que trae consigo
el nacimiento de la polis?
1.- Desaparece el Anax micénico, el príncipe cuyo poder eminente, tanto controla
y regula, a través de sus escribas, toda la vida social, tanto en su aspecto
económico, como político, como religioso.
2.- Se promociona la palabra, convirtiéndose, a través del libre debate, la
discusión y la argumentación contradictoria, en el arma política por excelencia,
en el instrumento de supremacía del Estado.
3.- La plena publicidad que se le da tanto a las manifestaciones de la vida
social, leyes o decretos, por ejemplo, como a las producciones individuales.
Todos los ciudadanos tendrán acceso a conocerlas, a criticarlas y a someterlas a
controversia.
4,- Se sustituyen las antiguas relaciones jerárquicas de dominación y de
sumisión por un nuevo tipo de relación social fundada en la simetría, la
reversibilidad, la reciprocidad entre ciudadanos definidos como “semejantes” o
“iguales” (isonomía).
5.- Se abandona la antigua actitud que considera la tradición como una verdad
inamovible que hay que respetar y repetir sin cambiar nada.
6.- Como consecuencia de lo anterior, se produce un esfuerzo individual para
liberarse, para afirmar su originalidad tomando sus distancias con relación a
los antepasados, cuyas afirmaciones se amplían, rectifican o rechazan por
completo.
Estos rasgos propios y característicos de las formas institucionales y las
estructuras mentales que se desarrollan en la Polis encajan de forma solidaria
con el nuevo modelo del mundo que elaboran los físicos jonios. La
secularización, racionalización y la geometrización del pensamiento que
muestran, al igual que un espíritu de invención y crítica, se da en ambos
frentes, es decir, tanto en la praxis social como en la especulación filosófica
sobre la naturaleza que llevan a cabo los físicos de la escuela de Mileto.
La primera “sofía”, la de los “sabios” de Grecia fue una reflexión moral y
política. Intentó definir los fundamentos de un nuevo orden humano que
sustituiría el poder absoluto del monarca, o de los nobles y poderosos, por una
ley igualitaria, común a todos. La ciudad toma entonces la forma de un cosmos
circular y centrado: cada ciudadano, semejante a todos los demás, obedeciendo y
mandando por turno, deberá sucesivamente, siguiendo el orden del tiempo, ocupar
y ceder todas las posiciones simétricas que componen el espacio cívico. Esta
imagen del cosmos social, regulado por la isonomía, es la que encontramos
también proyectada por los jonios en el universo físico. Se abandona, por tanto,
la visión de las antiguas teogonías que estaban integradas por los mitos de la
soberanía enraizados en los rituales reales.
Esta es, en líneas muy generales, la tesis de Vernant y la que me interesa
recoger aquí. Aunque el autor, en una introducción, ocho capítulos y una
conclusión abunda en la cuestión, aportando datos y enriqueciendo la tesis por
todos los frentes. Reseñaré muy sucintamente algunas nociones del contenido,
aunque el que quiera profundizar, deberá ir al texto directamente.
En el CAPÍTULO CUARTO, que lleva por título EL UNIVERSO ESPIRITUAL DE LA POLIS,
Vernant considera la aparición de la polis como un elemento decisivo en la
historia del pensamiento griego. El sistema de la polis, implica, ante todo, una
preeminencia de la PALABRA sobre todos los otros instrumentos de poder. Llega a
ser la herramienta política por excelencia, la llave de toda autoridad en el
Estado. Entre la política y el logos hay una realización estrecha, una trabazón
recíproca. El arte político es, en lo esencial, un ejercicio del lenguaje; y el
logos, en su origen, adquiere conciencia de sí mismo, de sus reglas, de su
eficacia, a través de su función política. La retórica y la sofística abren el
camino a las investigaciones de Aristóteles y definen, al lado de una técnica de
persuasión, las reglas de la demostración; sientan una lógica de lo verdadero,
propia del saber teórico, frente a la lógica de lo verosímil o lo probable,
propia de los debates de la práctica.
Un segundo rasgo de la polis es el carácter de plena PUBLICIDAD que se da a las
manifestaciones más importantes de la vida social. Los conocimientos, los
valores, las técnicas mentales ya no son privativas de una aristocracia guerrera
y sacerdotal, sino que se llevan a la plaza pública y se someten a crítica y
controversia. La escritura permitirá la divulgación de conocimientos
anteriormente reservados o prohibidos. Esto trae consigue la reivindicación de
la redacción de las leyes, para asegurarles permanencia y fijeza, sustrayéndolas
de la autoridad privada de los basiléis. En el ámbito religioso, los sacra,
celosamente conservados como talismanes de poder en el secreto de los palacios y
casas sacerdotales, emigran a los templos públicos, convirtiéndose en imágenes,
sin otra función ritual que la de ser vistos, como un espectáculo que sirve de
enseñanza sobre los dioses.
La laicización de la vida política tiene como contrapartida una religión oficial
más distanciada de los asuntos humanos, y ya no tan directamente comprometida en
las vicisitudes de la arkhé. También se desarrollan, al margen de la ciudad y
paralelamente al culto público, asociaciones basadas en el secreto. Sectas,
cofradías y misterios son grupos cerrados y jerarquizados, que implican escalas
y grados. Son sociedades de iniciación que intentan aportar una transformación
espiritual a sus acólitos, pero sin incidencias en lo político. El secreto
adquiere de este modo una significación religiosa particular: define una
religión de la salvación personal que aspira a transformar al individuo con
independencia del orden social. La filosofía se encuentra, al nacer, en una
posición ambigua: flota a su vez entre el espíritu de secreto, propio de las
sectas y la publicidad del debate contradictorio que caracteriza a la actividad
política.
Otro rasgo que caracteriza el espíritu de la polis es la ISONOMÍA: igual
participación de todos los ciudadanos (hómoioi –semejantes- o isói –iguales-) en
el ejercicio del poder, que inspiró reformas como la de Clístenes, y que se
remonta a las reivindicaciones del poder aristocrático frente al poder de uno
solo (monarca o tirano). La forma de una relación recíproca y reversible
sustituye a las relaciones jerárquicas de sumisión y dominación. Los ciudadanos,
en el plano político, son como unidades intercambiables dentro de un sistema
cuyo equilibrio es la ley y cuya norma es la igualdad.