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Filosofía Social Y Política | Resumen de "El Universo Espiritual de la Polis" | Cat. Rosas | 1° Cuat. de 2007 | Altillo.com |
EL UNIVERSO ESPIRITUAL DE LA “POLIS”
Aparición de la polis:
La Polis conocerá múltiples etapas y formas varias. Situar entre los siglos VIII
y VII, una nueva vida social cuya originalidad sentirán los griegos.
El sistema de la Polis implica, extraordinaria preeminencia de la palabra. Llega
a ser la herramienta política, el medio de mando y de dominación, poder de la
palabra (autoridad en el estado).
Supone un publico el cual es dirigido por un juez que decide en ultima
instancia, levantando la mano entre las dos decisiones que se le presentan; mide
la persuasión respectiva de los dos discursos, victoria sobre el su adversario.
Todas las cuestiones de interés general que el soberano tenia, están ahora
sometidas al arte oratorio y deberán zanjarse al termino de un debate.
La retórica y la sofistica, mediante luchas de la asamblea y del tribunal, abren
las investigaciones de Aristóteles y definen las reglas de la demostración;
sientan la lógica de lo verosímil o de lo probable.
Un segundo rasgo de la Polis es publicidad que se da a las manifestaciones más
importantes de la vida social. Un sector de interés común en contraposición a
los de asuntos privados. El acceso a un mundo espiritual reservado en los
comienzos a una aristocracia de carácter guerrero y sacerdotal.
Al convertirse en elementos de una cultura común, los conocimientos, los
valores, las técnicas mentales, son llevadas a la plaza pública y sometidas a
crítica y controversia. Su publicación dará lugar a exégesis, a interpretaciones
diversas, a debates apasionados.
La ley de la Polis, en contraposición al poder absoluto del monarca, exige que
las unas y las otras sean igualmente sometidas a “rendiciones de cuentas”,
demostrar su rectitud mediante procedimientos de orden dialéctico.
La palabra constituía, el instrumento de la vida política; la escritura
suministrará, propiamente intelectual, una cultura común y permitirá una
divulgación completa de los conocimientos anteriormente reservados o prohibidos.
La escritura cumplirá la función de publicidad, bien común de todos los
ciudadanos, técnica de amplio uso, libremente difundidas en el público y junta a
la recitación constituirá el elemento fundamental de la paideia griega.
Reivindicación que surgió desde el nacimiento de la ciudad: la redacción de las
leyes. Al escribirlas asegura permanencia y fijeza, se transforman en bien
común. (Accesible a todos).
En virtud de la publicidad que le confiere la publicidad que le confiere la
escritura, la diké, sin dejar de aparecer como un valor ideal, podrá encarnarse
en un plano propiamente humano, realizándose en la ley, regla común a todos pero
superior a todos, norma racional, sometida a discusión y modificable por decreto
pero expresa un orden concebido como sagrado.
Hacer público su saber mediante la forma de libro. Heraclito deposito en el
templo de Artemisa, se en forma de parápegma, inscripciones monumental en
piedra. Esta ambición no es de dar a conocer a otros un descubrimiento o una
opinión personales, hacer de él el bien común de la ciudad, una norma
susceptible, como la ley de imponerse a todos. Se constituye a si mismo como
verdad, no se trata ya de un secreto religioso. Al confiarla a la escritura, se
la arranca del círculo cerrado de las sectas.
Esta transformación de un saber secreto de tipo esotérico en un cuerpo de
verdades divulgadas públicamente, tiene su paralelo en otro sector de la vida
social. La protección que la divinidad reservaba antiguamente a su favoritos va
a ejercerse, en adelante en beneficio de la comunidad entera. Todos los antiguos
sacra, signos de investidura, emigraran hacia el templo, residencia abierta,
residencia pública.
Sin embargo, es sin dificultad ni sin resistencia que la vida social se ha
entregado así a una publicidad completa. El proceso de divulgación se realiza
por etapas; en todos los terrenos encuentra obstáculos que limitan sus
progresos. Incluso en el plano político, ciertas prácticas de gobierno secreto
conservan en pleno periodo clásico una forma de poder opera por vías misteriosas
y medios sobrenaturales.
(Paso de lo privado a lo público en la religión).
El “racionalismo” político que preside las instituciones de la cuidad se opone,
sin duda, a los antiguos procedimientos religiosos de gobierno, pero sin
excluirlos, no obstante, radicalmente.
Piénsese en la importancia de la adivinación en la vida política de los griegos.
Los procedimientos religiosos, que en su origen tenían valor por si mismo, se
convierten, dentro del cuadro del derecho, en introductores de instancias.
Asimismo, ritos como el sacrificio y el juramento, a los cuales quedan sometidos
los magistrados cuando toman posesión del cargo constituyen el esquema formal y
no el resorte interno de la vida política. En este sentido, hay verdadera
secularización. (Independencia de la religiosa).
La religión entonces se basaba en asociaciones secreta, su función es la de
seleccionar, a través de una serie de pruebas, una minoría de elegidos que
gozaran de privilegios inaccesible al común. Este terreno es puramente religioso
y no tiene incidencia en lo político.
A todos cuantos deseen conocer la iniciación, el misterio les ofrece, sin
restricciones de nacimiento ni de categoría, la promesa de una inmortalidad
bienaventurada. Antiguamente pertenecían como propiedad a familias sacerdotales,
democratización de un privilegio, el misterio en ningún momento se coloco en un
perspectiva de publicidad.
El secreto define una religión de salvación personal que aspira a transformar al
individuo con independencia del orden social, a realizar en él una especia de
nuevo nacimiento que lo arranque del nivel común y lo haga llegar a un plano de
vida diferente.
Investigaciones de los primeros Sabios iban a continuar las preocupaciones de
las sectas hasta el punto de confundirse a veces con ellas. La ciudad se dirige
al Sabio cuando se siente presa del desorden y la impureza, si le pide la
solución para sus males, es precisamente porque él se la presenta como un ser
aparte, excepcional como un hombre divino a quien todo su genero de vida aísla y
sitúa al margen de la comunidad. Cuando el Sabio se dirige a la ciudad, de
palabra o por escrito, es siempre para transmitirle una verdad que viene de lo
alto. A su vez tiene una naturaleza paradójica: entrega al público un saber que
ella proclama al mismo tiempo inaccesible a la mayoría, aunque expresa el
secreto y lo formula con palabras, el común de las gentes no puede captar su
sentido. Lleva el misterio a la plaza pública; lo hace objeto de un examen, de
un estudio, pero sin que deje de ser un misterio.
La filosofía se encuentra, al nacer, en una posición ambigua: emparentada a la
vez con las iniciaciones de los misterios y las controversias de la ágora (
plaza publica) flota entre el espíritu de secreto, propio de las sectas y la
publicidad del debate contradictorio que caracteriza a la activada política.
El filósofo oscilara siempre entre dos actitudes, titubeara entre dos
tentaciones contrarias. Una veces afirmara que es el único calificado para
dirigir el Estado y, tomando orgullosamente el puesto del re divino, pretenderá,
en nombre de ese “ saber” que lo eleva por encima de los hombres, reformar toda
la vida social y ordenar soberanamente la cuidad. Otras veces se retirara del
mundo para replegarse en una sabiduría puramente privada; agrupando en derredor
de si a unos cuantos discípulos, querrá instaurar con ellos, en la cuidad, otra
cuidad al margen de la primara y, renunciando a la vida publica, buscara su
salvación en el conocimiento y en la contemplación.
Reconocimiento de la dignidad de la persona:
Los que componen la cuidad, por diferentes que sean aparecen en cierto modo”
similares” los unos a los otros. Esta similitud funda la unidad de la Polis,
vinculo del hombre con el hombre adoptará así, dentro del esquema de la cuidad,
la forma de una relación reciproca, reversible, que reemplazara a las relaciones
jerárquicas de sumisión y dominación (monarquías).
a pesar de todo cuanto los contrapone en lo concreto de la vida social, se
concibe a los ciudadanos, en el plano político, como unidades intercambiables
dentro de un sistema cuyo equilibrio es la ley y cuya norma es la isonomia ( la
igualdad participación de todos los ciudadanos en el ejercicio del poder). El
ideal de la isonomía pudo traducir o prolongar aspiraciones comunitarias que
remontan mucho más alto, hasta los orígenes mismos de la Polis.
Monarkhía o la Tiranías. Régimen oligárquico en que el arkhè se reservaba para
un pequeño numero con exclusión de la masa, pero era igualmente compartida por
todos los miembros de esa selecta minoría. Si la exigencia de isonomia, pudo
adquirir a fines del siglo VI una fuerza tan grande, fue sin duda porque hundía
sus raíces en una tradición igualitaria antiquísima. La virtud guerrera no es ya
fruto de la orden del timos; es resultado de la sophrosyne: un dominio completo
de si, una constante vigilancia para someterse a una disciplina común, la sangre
fría necesaria para refrena los impulsos instintivos que amenazan con perturbar
el orden general de la formación. La falange hace del hoplita, un elemento
similar a todos los otros y cuya aristeia, cuyo valor individual, no debe
manifestarse ya nunca sino dentro del oren impuesto por la maniobra de conjunto,
la cohesión de grupo, el efecto de masa, nuevos instrumentos de la victoria.
Hasta en la guerra, la Eris, el deseo de triunfar sobre el adversario, de
afirmar la superioridad sobre los demás, tiene que someterse a la Philìa, al
espíritu de comunidad, el poder de los individuos tiene que doblegarse ante la
ley del grupo.
Llega un momento en que la ciudad rechaza las conductas tradicionales de las
aristocracias tendentes a exaltar el prestigio, a reforzar el poder los
individuos y de los gene, a elevarlos por encima del común. Condenan también la
riqueza, el lujo en vestir, la suntuosidad en los funerales, las manifestaciones
excesivas de dolor en caso de duelo y el comportamiento muy llamativo de las
mujeres, o el demasiado seguro de si, demasiado audaz, de la juventud noble.
Acusan las desigualdades sociales y el sentimientos de distancia entre los
individuos, provocan la envidia, crean disonancia en el grupo, ponen en peligro
su equilibrio, su unidad, y dividen la ciudad contra si misma.
En Esparta fue el factor militar el que parece haber representado, en el
advenimiento de la nueva mentalidad, el papel decisivo.
Las transformaciones sociales y políticas que determinan en Esparta las nuevas
técnicas de guerra y que culminan en una ciudad de hoplitas, traducen, en el
plano de las instituciones, aquella misma exigencia de un mundo humano
equilibrado, ordenado por la ley, que los Sabios, hacia la misma época,
formularan en el plano propiamente conceptual cuando las ciudades, a falta de
una solución de tipo esparto, pasen por sediciones y conflictos internos. En ese
equilibrio reciproco se funda la unidad del Estado (Polis,) ya que cada elemento
esta contenido por los otros dentro de limites que no debe trasponer.
En el Estado espartano la sociedad ya no formo, como en los reinos micénicos,
una pirámide cuya cúspide ocupa el rey.
El orden social no aparece ya, pues, bajo la dependencia del soberano; no esta
vinculado al poder creador de una personaje excepcional, a su actividad de
ordenador de una personaje excepcional, a su actividad de ordenador. Es, por el
contrario, el orden que reglamenta el poder de todos los individuos, el impone
un limite a su voluntad expansión. El orden es anterior con relación al poder,
la igualdad se destaca sobre un fondo de desigualdad.
Esparta reconoce así la supremacía de la ley y el orden. Se jactaran de no
gustar en los discursos más que de la brevedad y de preferir a las sutilezas de
los debates contradictorios las formula sentenciosas y definitivas.