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Introducción a la Sociología Resumen de Gabriel Kessler "Sociología del Delito Amateur" Cat. Margiotta 1° Cuat. de 2007 Altillo.com

Sociología del Delito Amateur, Gabriel Kessler


El texto aborda la problemática del delito insertada en un contexto más general, cómo es que surge el nuevo actor social, el delito amateur, que el plantea. También trata sobre la relación variante entre delito y trabajo. Ante esto pone como hipótesis la precarización del ámbito (dónde se vive) y la necesidad sufrida cómo repercuten en el desdibujamiento de las fronteras de lo legal e ilegal. Es así que se propone trazar las características de este nuevo tipo de actor social, decir porque es surge, contextualizarlo, y ver cuando es que s produce el paso a la profesionalización. Ante eso también se propone decir cuáles son las causas para que se produzca el desdibujamiento de las fronteras.

Todo esto lo realiza por medio de un trabajo de campo que cuenta con encuestas y entrevistas directas a personas que cuentas sus experiencias. Y el tipo de trabajo que hace es explicativo, más que descriptivo.


Para entender que lo propuesto por el autor hay que saber: que por delito se entiende al quebrantamiento de la ley1; que hoy en día luego de la crisis de los años noventa, y con el descenso en el nivel del empleo podemos hablar de la presencia de un nuevo actor social, y de nuevas formas de delito. El delito amateur es en el que desconoce la proyección temporal, muchas veces se abandona la delincuencia en la adultez y donde hay tanta planificación del delito. Este tipo de delito se contrapone a las carreras delictivas, al delito como profesión.

La situación durante la década de los noventa se caracteriza por un aumento de los delitos en general y de los delitos contra la propiedad en particular. En cuanto a la población victimaria, ésta es en más de un 90 por ciento joven, masculina, soltera, en gran medida sin antecedentes previos, con nivel educativo bajo pero con alto porcentaje de concurrencia a la escuela entre los menores. Este rejuvenecimiento se advierten en el interior del sistema judicial y penal, en la concentración de las penas en la población de 18 a 20 años y en la disminución de la edad promedio en la población carcelaria. Se ve así uno de los grandes problemas que preocupa hoy en día que es el descenso en la edad de los delincuentes.

La característica del mercado laboral2 argentino yace no en el desempleo de larga duración, sino en la inestabilidad laboral (posiciones precarias, con bajas remuneraciones, sin cobertura social, etc.). La inestabilidad laboral se naturaliza a medida que el trabajo estable se desdibuja de la experiencia transmitida por sus padres y por otros adultos del entorno, es decir que no sólo los jóvenes experimentan la inestabilidad, sino que ya lo fue incluso por sus padres. Esto provoca una reducción del espectro temporal en el cual proyectarse imaginariamente, y produce que no se produzca el establecimiento de una identidad basada en la honestidad y dignidad donada por el trabajo.

Hay que tener en cuenta que con el aumento del delito se ha tenido a alternar entre actividades legales e ilegales, entre el delito y el trabajo, y si bien se tiende a considerar como dos conceptos excluyentes se puede ver que no es tan así. La alternancia entre trabajo y delito tiene muchas combinaciones y depende de factores como oportunidad, calificaciones, contactos valoración del trabajo y el robo, etc. Sin embargo, el trabajo perdura, según lo que dicen los entrevistados, como forma legítima de ascenso social, junto con la educación. Se produce el pasaje de la lógica del trabajador a la lógica de la provisión: mientras en la lógica del trabajador proviene del origen del dinero (como fruto del trabajo honesto y respetable), en la del proveedor esta se encuentra en su utilización para satisfacer necesidades, sean estas básicas o no. Es decir que se da un desacople entre legitimidad3 y legalidad. Se puede también diferenciar el modo de la obtención del dinero y se hablaría de las dos platas: la que se gana fácilmente en los robos y se gasta rápido en salidas, bebida, etc., y la que se gana con el esfuerzo del trabajo y se utiliza para ayudar a la familia, comprar ropa, alimentos.

Para explicar las relaciones de los jóvenes con las leyes se recurre a ciertos términos ya empleados en sociología. El primero es el de la anomia de Durkheim, que implica la falta o debilidad en la presencia de las normas de la sociedad en el actuar de ciertos individuos. Utilizado más tarde por Merton quien afirma que la anomia es un estado en que los individuos sienten tensión cuando hay metas en la sociedad que no puede obtenerse por medios aprobados, y recurren a la innovación, es decir, la obtención de aquellos objetivos por medios no aprobados (delito). También se utiliza el término deriva, introducido por Matza, como un contexto de atenuación circunstancial del carácter moral de las diferencias entre formas legales e ilegales de provisión, posibilitando la alternancia entre una y otra forma.

Se observa una pérdida de la eficacia simbólica de la ley, es decir que aunque no desaparezca la percepción de que algunas acciones son ilegales y otras no, se ve un rechazo a la ley por su inutilidad, e incluso se obvia al Estado como responsable en alguna medida por su situación.

Se produce un desdibujamiento de los límites que establecen las fronteras.

La falla de la ley también se da, porque la lógica de la provisión también se va tornando natural. Lo justo implica la capacidad de juzgar puntualmente una situación y la posibilidad de relacionar este juicio local con un principio general. La dificultad de realizar el segundo movimiento es lo desmorona la posibilidad de la ley.

Todo eso se da en el marco de la adolescencia, donde no se piensa y se juega el todo en un instante, sin reparar en los riesgos. La ley para existir requiere la capacidad de ver el contexto en general y prever las consecuencias futuras.

Esto ocurre también en los problemas de las instituciones, donde el ámbito estudiado no puede ser tratado como si fuera un ente cerrado, sino el marco de los problemas de integración sistémica entre Estado, mercado de trabajo, familia, escuela y barrio.

En cuanto a la racionalidad de las acciones, el autor explica que la reducción del espectro temporal de proyección permite una reducida racionalidad a la hora de delinquir (contrariando las hipótesis de Becker que consideran el delito como actividad económica, y por ende a sus actores como racionales). No hay nada a largo plazo, y se observa la llamada lógica del ventajeo que implica tanto obtener lo que se desea del otro apelando a cualquier medio como no tomar en cuenta las consecuencias de las acciones. Es una lógica que privilegia los fines, a los que no subordina ningún medio ni ninguna ley.


En cuanto a los grupos4 de pares, que el delito nunca se realiza solo, pero en la Argentina no hay grupos totalmente conformados en base al delito, ya que preexisten a él. Además, no poseen reglas predeterminadas y características específicas como en grupos delincuentes en otros países.

Las reacciones son diferentes, así se diferencian los “proveedores” y “barderos”. Proveedores son aquellos que deciden individualmente realizar un delito para proveerse de recursos, ligados a la lógica de la provisión. Los barderos siguen la misma lógica, dentro de un grupo, el delito se caracteriza como una actividad grupal “bardo”-disrupción de las reglas de convivencia comunitaria, de tipo delictivo o no-. Los primeros violan normas legales, y los segundo irrumpen un marco más general, no solo las normas legales. El bardo se caracteriza por la diversión asociada al delito juvenil, el excitement, ya que este provee la economía necesaria para divertirse.

Mientras los barderos cometen los delitos sin mucha planificación, y el delito no es lo central en el grupo, puesto que dentro del grupo puede haber personas que delinquen y otras que no; no influyen la conducta de unos sobre la de otros y no siendo esto necesariamente un criterio de separación, pero en algunos casos sí de distanciamiento, ya que la conducta no es del todo aceptada. En cambio, los proveedores tienen más planificación, a decisión del delito es individual, y luego para concretarla se recurre al grupo.

Mientras que el delito no es un criterio de separación, la droga si lo es, ya tiende a modificar las relaciones con las personas, y la sociabilidad.

La profesionalización se produce cuando se comienzan a tomar más en cuenta la relación costo-beneficio, una vez que se ha adquirido cierta experiencia y se decide continuar con la acción. Se va incorporando enseñanzas sobre el riesgo, y una primera fase es cuando se encuentra un equilibrio entre el riesgo y el beneficio que se obtendrá. Estos comienzan a adscribir a un código más normativo que indica a quién robar y a quién no, cómo hacerlo, y dictamina la relación con la victima. También se trata de normalizar la relación con el principal actor no deseado, la policía, a quienes se enfrentan como en una guerra, pues por ella son amenazados de muerte constantemente, pero no faltan las negociaciones. Es así, donde la lógica de la provisión se va dejando de lado en pos de la obtención de ingresos por medio del delito.

En esta profesionalización, también se tiene más recaudos en el uso de armas, pues ven las ventajas que brinda en el robo y las consecuencia que puede traer. Si es así, como la profesionalización implica tomar conciencia de las consecuencias de sus acciones.


Otro problema que se presencia es el aumento de la desigualdad5, pero la vista en relación a los ingresos que perciben en el mismo sector vulnerable y en los servicios a los que unos tienen acceso y otros no. En esto último, también las formas de distribución de los programas de ayuda refuerzan esta tendencia. En todo esto, un elemento que interviene es la ruptura de las reciprocidades entre los sectores sociales. Esta pérdida de expectativas compartidas y de reciprocidades en las relaciones sociales, es en un sentido, la perdida de certidumbres básicas de la vida, que implica que no se pueda prever. Incertidumbre implica la caída de principios de justicia compartidos, en cuanto a aquello que pude y que no se puede legítimamente esperar de cada uno y de cada instancia.